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RENOVANDO EL ENTENDIMIENTO

MENSAJE UNO

I. LA REVELACIÓN DE CRISTO

Muchas veces pareciera que el evangelio no funciona. Quizás luchamos muchos años
para dejar un pecado o para permanecer firmes en comunión con Dios, pero nos
terminamos frustrando porque se torna algo completamente imposible. Llegamos a
pensar que quizás no oramos mucho o que quizás deberíamos leer más la biblia.
Intentamos esforzarnos para hacer más cosas o le pedimos a Dios que nos diga qué
más debemos hacer. Sin embargo, pareciera que cuanto más lo intentamos, menos
lo conseguimos. El problema es que la solución no está en algo que debemos hacer o
dejar de hacer, sino que la solución está en alguien que debe ser revelado:
Cristo.

Cuando nuestra vida no está arraigada, cimentada y fundamentada en la revelación


de Cristo, vivimos un evangelio inestable que carece de una base sólida de la cual
sostenernos en medio de las tormentas del día a día. El fundamento del evangelio es
Cristo y esto es algo que nos debe ser revelado.

“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo.”
1 Corintios 3:11

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo


Jesús mismo la piedra angular.”
Efesios 2:20

Cristo fue revelado en Pablo cuando se dirigía camino a Damasco. Ese mismo día fue
puesto el fundamento del evangelio que él vivió y predicó. Por eso podemos ver a
través de todas sus cartas, que tuvo una vida altamente productiva en el Señor.

“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación
de Jesucristo.”
Gálatas 1:11-12

Otro ejemplo lo podemos encontrar en Pedro. Veamos lo siguiente:

“El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo:
Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi iglesia…”
Mateo 16:15-18
A Pedro también le fue revelado Cristo. En consecuencia, Jesús le respondió que
sobre ese fundamento iba a edificar Su iglesia. Dios construye Su evangelio cuando
parte de la revelación de Cristo en nosotros. Ahora bien, ¿qué significa revelación?

Es importante aclarar que la revelación no es algo místico o abstracto. Revelación es


simplemente la experiencia de que por el Espíritu Santo, los velos que nos impiden
ver a Cristo se caen y así podemos verlo cada día más claramente, sabiendo que esto
nos llevará toda nuestra vida. Cuando Cristo comienza a ser revelado en nosotros, de
repente tenemos una plena y real consciencia en nuestro espíritu de que Él vive en
nuestro interior.

Podemos tener años dentro de una congregación, podemos ser expertos en doctrina,
recitar versículos bíblicos de memoria, incluso podemos conocer mucho acerca de
Cristo, pero no necesariamente significa que conocemos a Cristo. No es lo mismo
conocer acerca de Él, que conocerlo a Él.

“Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado porque piensan que las
Escrituras les darán vida eterna, pues esas mismas Escrituras son las que dan
testimonio de mí.”
Juan 5:39

Jesús le dijo a los religiosos de la época que las Escrituras dan testimonio de Su vida,
es decir, las escrituras hablan de Sí mismo. La religión intenta construir el evangelio
sin la vida de Cristo. Por eso tener comunión con Dios se torna algo completamente
pesado y difícil de sostener. Por ejemplo, cuando Cristo no es revelado, la oración se
vuelve algo que hacemos para cumplir como si fuera una obligación y así calmamos
nuestra consciencia. Así mismo, la lectura de la palabra nos resulta aburrida porque
pareciera que estamos leyendo un libro de historia y no encontramos el rumbo.

El evangelio también fue diseñado para disfrutarlo y para deleitarnos en Dios. Por
eso necesitamos que Cristo sea revelado en nuestros corazones. Así podremos verlo
y conocerlo con mayor claridad para ser transformados y para disfrutar de todo lo
que Él es y de todo lo que Él hizo. Cuando Cristo es revelado, la oración o la lectura
de la palabra, dejan de ser obligaciones pesadas de cumplir y se convierten en
necesidades imprescindibles.

II. CRISTO VIVE EN NOSOTROS

Aunque parezca algo básico, es de suma urgencia poder ver y entender que Cristo
vive en nosotros. Muchas veces nos hemos pasado reuniones buscando toques
externos de Dios, buscando caer al suelo y sentir sensaciones extrañas o buscándolo
en el cielo, sin darnos cuenta de que Cristo vive en nuestro interior. Necesitamos
dejar de buscar afuera lo que solamente encontraremos dentro. La vida
espiritual se expresa de adentro hacia afuera. Sin embargo, muchas veces vivimos en
el orden contrario y esto retrasa el avance del evangelio en nuestras vidas.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva.”
Juan 7:38

“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua
que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Juan 4:14

Hemos vivido mucho tiempo con una mentalidad incorrecta en donde le pedimos a
Dios que nos llene o que nos de cosas que ya tenemos porque no conocemos lo que
hay en nuestro interior. Cuando Cristo es revelado en nosotros, dejamos de ser un
pozo que necesita ser llenado y pasamos a ser una fuente de agua en la que corre vida
eterna. Sobre esta base Dios edifica Su iglesia y Su evangelio. Es de vital importancia
que entendamos esta realidad, porque de esto depende el resto de la construcción.

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.”
1 Corintios 2:12

El Espíritu Santo nos fue dado para conocer lo que Dios ya nos ha concedido. Eso
que ya nos dio es la vida de Cristo y todos la tenemos en nuestro interior, pero no
todos la conocemos. Por eso necesitamos migrar de lo externo a lo interno.
La vida del Espíritu es interna, está dentro de nosotros y no fuera de nosotros.

Cristo vive en nosotros y por eso tenemos en nuestro interior todo lo que necesitamos
para vivir como Dios quiere. Por esta razón cantamos: “si te tengo a ti, lo tengo todo”.

La razón por la cual muchas veces parece que el evangelio no funciona, es porque no
conocemos lo que portamos en nuestro interior. Pedro dijo lo siguiente:

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas
por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su
gloria y excelencia.”
2 Pedro 1:3

Cuando conocemos a quién vive en nosotros, conocemos todo lo que Dios ya depositó
en nuestro interior. Esto es lo que pone en funcionamiento el evangelio y hace que
podamos vivir como Dios manda. Debemos dejar de pedirle a Dios que nos de cosas
que ya tenemos. Por el contrario, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos muestre
lo que hay en nuestro interior para que fluya en nosotros y se exprese en el exterior.

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