Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1. INTRODUCCIÓN
1
b) las herejías combatidas por las pastorales las encontramos ya en Flp 3,
19, Rm 16, 18 y Gal 4, 10. La solución de los problemas que conducen a la
negación de la paternidad paulina de las cartas pastorales lleva a Rolland a
no aceptar el salto, dentro del Canon del NT, de unas estructuras propias
de las epístolas “auténticas” paulinas a las de las Pastorales y Hechos. Dice
este autor que no hay razón alguna para oponer estas dos organizaciones y
concluye: “podemos, pues, considerar como históricamente cierto que
Pablo ha impuesto las manos a Timoteo para comunicarle su carisma
personal, y que el mismo Timoteo ha impuesto las manos a ciertos
presbyteroi de Éfeso. No es ingenuo ni fundamentalista leer las Escrituras,
creyendo que ellas hablan de hombres sinceros y verídicos y no falsarios
que buscan engañarnos”.
2. EL APÓSTOL PABLO.
2
San Pablo aparece preocupado por establecer una organización
institucional y cuida de que las iglesias estén dotadas de instituciones
estables, regidas por unos responsables oficiales cuyas cualidades y
aptitudes se hayan experimentado ya como presbyteroi, episkopoi y
diakonoi. En la primera carta a Timoteo (5, 17-25) se encuentra el esbozo
de unas directrices en materia de discernimiento de las vocaciones con
responsabilidades eclesiales.
3. 1. Rito de investidura.
3
6, 12). La imposición de manos está ligada expresamente a la presencia de
un don en el ordenado.
4. 1. Los “presbyteroi-episkopoi”.
4. 2. Los diakonoi.
5
diakonoi (3, 8-13). Esta palabra ha ido evolucionando y cuando se aplica a
Timoteo (1 Tim 4, 6) no tiene aún las resonancias técnicas del término.
Además, los diakonoi, cuyo papel es difícil de determinar, sólo se
mencionan en 1 Tim a propósito de la Iglesia de Éfeso, y quizá no existiesen
en todas las iglesias, sino únicamente en los grandes centros. Las cualidades
requeridas en el candidato parecen semejantes a las que se requieren para
los presbyteroi-episkopoi y sus funciones son sumamente indeterminadas,
tal vez porque se les podían confiar misiones y tareas diversas, según hiciera
falta. La no exigencia de ciertas cualidades parece denotar que, en general,
no les concernían los oficios de presidir y, en cambio, la referencia al
“misterio de la fe” quizá aluda a su actividad de predicadores.
5. CONCLUSIONES.
6
5. 3. El papel propio de los presbyteroi cristianos se explicita por la
función cada vez más determinante que el episkopos representaba en
medio de ellos. Los presbyteroi ejercen también la función apostólica de
vigilancia y de enseñanza, de modo que las dos palabras –presbyteros y
episkopos- tienden realmente a identificarse.
7
En 1 Pe 5, 1-4, el mismo Pedro se autocalifica como “copresbyteros”,
con lo que se identifican los dos ministerios, el del apostolado y el del
presbiterado. Según estas fórmula, el ministerio apostólico significa lo
mismo que el ministerio presbiteral.
8
VI. LOS MINISTERIOS EN LA CARTA A LOS HEBREOS.
Esta carta tiene como punto focal la designación de Cristo como sumo
pontífice de la nueva alianza. En cambio apenas se preocupa de la
estructura ministerial de la comunidad, de la denominación de los ministros
y de sus funciones. Menciona cuatro clases de dirigentes: a) presenta a los
primeros testigos, garantes de la palabra; b) en la segunda categoría coloca
a los “guías de otros tiempos, que os anunciaron la palabra de Dios” (13, 7)
(para el autor, recordar a esos ministros es ratificar la permanencia de la
palabra en la tradición de todos los tiempos, de modo que “Cristo es el
mismo ayer, hoy y lo será siempre” (13, 8); c) la epístola menciona sólo dos
veces al final a los ministros actuales de la comunidad (13, 17. 24), a los que
deben escuchar y a quienes han de obedecer; d) por último, además de
“vuestros” dirigentes, el autor de la carta recuerda que hay otros en las
diversas comunidades, entre los cuales hay que contar a “nuestro hermano
Timoteo”, que acaba de ser liberado y que va a visitar a la comunidad tal
vez con el que escribió la epístola (13, 23).
9
VII. CONCLUSIÓN
10
CAPITULO II. EL SACERDOCIO DE JESUCRISTO
1. EL SACERDOCIO EN EL JUDAÍSMO
11
1. 2. Las atribuciones del sacerdocio israelita se extendían dentro de
una gama muy amplia y sus funciones estuvieron sometidas a cambios,
asumiendo aspectos que llegaron a ser preponderantes. Los sacerdotes
comienzan por ser los hombres que hablan en nombre de Dios, después los
hombres del santuario, donde asumen más tarde el papel de sacrificadores;
a estas funciones se fueron añadiendo las de velar por la pureza ritual o la
de impartir la bendición.
12
sacerdotes aparecen en los evangelios –sobre todo en san Juan- como los
principales responsables de la pasión de Jesús, juntamente con los otros
miembros del sanedrín. Por parte de los cristianos no se observa voluntad
de ruptura con los sacerdotes (Hch 6, 7), pero pronto también los sumos
sacerdotes se oponen a la nueva doctrina. El libro de los Hechos no los
presenta en el ejercicio de sus funciones cultuales, sino como jefes
religiosos del pueblo.
13
3. EL SACERDOCIO DE CRISTO EN EL NUEVO TESTAMENTO (EXCEPTO
HEBREOS).
15
Iglesia, sin embargo, ese simbolismo no excluye sino complementa el que
hace referencia al Sumo Sacerdote, cuya vestidura recuerda sin duda.
16
4. EL SACERDOCIO DE CRISTO EN LA CARTA A LOS HEBREOS.
17
puesto que se trataba de santificar y de conducir a Dios una humanidad
pecadora, tal misión no podía ser realizada sino por un sacerdote. He aquí
por qué el sacerdocio es la cualidad privilegiada de Cristo según la carta a
los Hebreos.
18
La comparación de Cristo con Melquisedec le sirve al hagiógrafo para
establecer las dos diferencias fundamentales entre el sacerdocio de Cristo
y el levítico: a) mientras que éste se funda en una genealogía –la tribu de
Leví y la familia de Aarón- el de Cristo no es fruto de la generación. b)
Además, aparece su carácter trascendente y eterno, fundado sobre el
poder de una vida indestructible, que se manifiesta en la resurrección de
Cristo. Este nuevo sacerdocio de Cristo lleva a la perfección el culto, el
templo, la tienda, la alianza.
19
El sacerdocio tiene una finalidad última: la expiación de los pecados
del pueblo. Y ellos por medio de dos cualidades que se realizan de forma
eminente en Cristo: eléemon (misericordioso) y pistos (creíble, digno de fe)
(Hb 2, 17). “digno de fe” es una expresión más acertada que fiel, aunque la
credibilidad implica la fidelidad. Jesús es el sumo sacerdote acreditado, y el
mejor término de comparación es Moisés. Pero Jesús es superior a Moisés
por su cualidad de Hijo de Dios y porque ha sido establecido sobre la casa y
no en la casa. El calificativo de misericordioso significa una misericordia que
se traduce en compartir nuestra debilidad, las pruebas y hasta la misma
muerte. La ausencia de pecado en Cristo no expresa separación, al
contrario, ya que destruye las murallas que dividen a los hombres y lo hace
perfectamente cualificado para llevar a cabo la expiación de todos los
pecados.
21
En resumen, Cristo se convirtió en el perfecto sumo sacerdote,
porque: a) superando la etapa de los ritos externos, incapaces de purificar
las conciencias (9, 1-10), se ofreció a sí mismo en un impulso dado por el
Espíritu, derramó su propia sangre y obtuvo así la transformación sacrificial
de su propia humanidad, que se convirtió en “la tienda más perfecta”,
adaptada al verdadero santuario (9, 11-14); b) superando la etapa de la
primera alianza, imperfecta y provisional dada la impotencia de sus ritos (8,
7-13), Cristo, gracias a la eficacia irreversible de su muerte, se transformó
en el mediador de una alianza, con validez total y eterna (9, 15-23); y c)
superando finalmente el tiempo del culto terreno, meramente figurativo
(8, 3-5), Cristo estableció realmente una comunicación perfecta y definitiva
entre el hombre y Dios (9, 24-28).
22
En nombre de su único sacrificio, hostia siempre viva pero eternamente
ofrecida, Cristo, por su presencia misma en el cielo es una interpelación
permanente en nuestro favor. No se trata de un Sacrificio del cielo que
sucedería al de la tierra, sino de un único sacrificio, siempre actual porque
es el mismo estado de Cristo resucitado ofreciéndose al Padre por nosotros.
4. 6. Conclusión.
24