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“(Del lat. censūra).
1. f. Dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito.
2. f. Nota, corrección o reprobación de algo.
3. f. Murmuración, detracción.
4. f. Intervención que ejerce el censor gubernativo.
5. f. Pena eclesiástica del fuero externo, impuesta por algún delito con arreglo a los cánones.
6. f. Entre los antiguos romanos, oficio y dignidad de censor.
7. f. Psicol. Vigilancia que ejercen el yo y el superyó sobre el ello, para impedir el acceso a la conciencia de
impulsos nocivos para el equilibrio psíquico.
8. f. ant. Padrón, asiento, registro o matrícula.
~ de cuentas.
1. f. La ejercida por el censor jurado de cuentas.
previa ~.
1. f. Examen y aprobación que anticipadamente hace el censor gubernativo de ciertos escritos antes de darse a
la imprenta.”
Como se puede apreciar, cuando hablamos del concepto de censura, nos estamos refiriendo a
una práctica, legalizada o no, dependiendo su contexto, en donde un juicio, persona, o estamento,
intercede sobre otro, para intervenirlo, reprobarlo y/o eliminarlo de algún registro, con algún fin
determinado.
Cuando hablamos de censura en Chile, específicamente en el periodo de la Dictadura
Militar, que abarca de 1973 a 1990, con el restablecimiento de la Democracia, no estamos
hablando de una práctica nueva o sin precedentes, sino más bien, de una de las tantas estrategias
que se implementaron para mantener el orden y la consecuencia de los fines, que en primera
instancia, procuró establecer el Gobierno Militar en Chile, basándose en experiencias que
Gobiernos anteriores, establecieron en el país, desde la Época Colonial2.
Por lo tanto, para hablar de censura, no estamos refiriéndonos a una estrategia menor y que
se dio en un espacio de tiempo determinado, sino de una temática amplia, que trasciende en el
tiempo, la cual requiere un enfoque investigativo abarcador, que no solo implique las referencia
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Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición. 2011.
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Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
2003-2006.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
históricas que hay en la materia, sino que involucre también los factores sociales, psicológicos,
económicos, culturales del contexto en sí, en donde se aplique dicha práctica.
Para poder iniciar esta Investigación Exploratoria, en donde se quiere indagar el fenómeno
de la censura, desde las narrativas y testimonios, que dieron cuenta de este periodo de tiempo en
donde más se han violado los Derechos Humanos, ha sido necesario conocer diferentes textos y
bibliografía base, la cual, por un lado nos indica la importancia del valor del testimonio y las
declaraciones de víctimas y testigos, participantes directos o indirectos del periodo de Dictadura,
las que hoy en día forman parte del imaginario colectivo que conocemos y, por otro lado, la
escasez o nulidad que hay en cuanto a registros audio-visuales, que nos relaten gráficamente, lo
que con el testimonio conocemos, como parte de nuestra historia nacional.
Pueden, en esta línea, surgir varias interrogantes, pero las que resalto y con las cuales
pretendo dar inicio a la investigación es que, conociendo que hay más de 28.000 víctimas de la
Dictadura, quienes estuvieron presos, fueron torturados de una u otra forma, en diferentes
recintos, ¿cómo y porqué no hay ningún registro fotográfico de aquellos incidentes?, ¿porqué no
hay ninguna publicación de aquella época que cuente aquello?, o también, revisando revistas y
publicaciones de la época ¿porqué veo espacios en blanco, en donde corresponde alguna
fotografía o relato, de algún tema que tuviese que ver con el acontecer nacional?. Si bien es
cierto, hoy en día para una persona de mi generación, aquellas interrogantes resultan curiosas,
porque nací en un tiempo en donde el despliegue de información y la comunicación está sobre
explotada y sobre dimensionada, imaginar la censura, en el mismo plano que conozco, me relata,
que aparte de todas las violaciones emitidas en aquella época al país, se estaba ejerciendo un
atentado al intelecto, al conocimiento, al derecho de toda persona de informarse, expresarse y
conocer lo que ocurría a su alrededor. Es a esto a lo que yo llamo “violencia al intelecto”, una
violencia que no agrede físicamente, ni deja marcas visibles, sino más bien, una violencia interna,
que deja marcas, pero en la conciencia y/o el imaginario colectivo, una violencia que se traduce
en un silencio que desgarra más que una cruda verdad, un espacio en blanco en nuestra historia,
que se empezó a reconstruir de una forma muy lenta, a medida que el país iba llegando a la
Democracia, a finales de los ochenta y principio de los noventa.
El ex Presidente Ricardo Lagos, en el prólogo del Informe Valech se cuestiona “¿Cómo
pudimos vivir 30 años en silencio? Sabemos que durante la dictadura el silencio era
consecuencia del miedo, pero eso no lo explica todo. Del lado de las víctimas, el silencio se
relaciona con una actitud de dignidad básica” 3. Con este cuestionamiento, denota que la
preocupación sobre el silencio durante la Dictadura Militar no solo resulta una interrogante para
las personas que ajenamente fueron testigos de este periodo histórico, sino también de los
diferentes actores sociales que hoy en día, por estar representando al país desde sus altos cargos,
exhiben como una deuda a la nación, la respuesta a la censura que se dio, desde diferentes
ámbitos, a las violaciones de los Derechos Humanos, que estaban recibiendo muchos
compatriotas, hombres, mujeres y niños, a lo largo del país.
Lo que ayer fue censura, tiene como consecuencia que el día de hoy tengamos
desinformación respecto a lo que ocurrió, y aún así, teniendo muchos testimonios, recopilados a
través de los años de las múltiples víctimas y testigos que han querido compartir su relato, sin
olvidar el registro de quienes hoy en día no están con nosotros, por ser parte del grupo de
desaparecidos; hace falta una reconstrucción transversal de lo que ocurrió, exponiendo parte del
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Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
registro que no se quiere dar a conocer, registro visual que ha permanecido oculto, entre quienes
gobernaron y establecieron de mala manera el orden en el país, durante el periodo de Dictadura.
Con esta Investigación se quiere conocer, a través de la narrativa y el testimonio, las formas
más ilustrativas en la cual se ejerció la censura en Chile, atentando y violentando el intelecto de
quienes fueron testigos de esta época, ya que ellos tienen la memoria y la visión de haber
permanecido en aquella época, primero, sin saber qué era lo que ocurría, luego, deduciendo por
diferentes señales las atrocidades que muchas personas estaban viviendo a lo largo del país, y por
último, conociendo por fuentes de comunicación e información externas a las establecidas, los
atropellos que se estaban cometiendo, los montajes y/o atentados, los cuales muchas veces
sirvieron y a la vez crearon los mismos medios de comunicación establecidos, por orden del
Gobierno Militar, para mostrar una imagen que les beneficiara, tanto dentro, como fuera del país.
Para conocer a grandes rasgos las temáticas que abarcará la Investigación (que es parte de
los Objetivos de Investigación), están: la Memoria de Censura Chilena, que intenta conocer, a
través de la memoria colectiva, cuáles fueron las principales estrategias del Gobierno Militar de
silenciar los canales de comunicación establecidos, a los que surgían desde el margen y a quienes
se desplegaban desde el extranjero, la pregunta que guiará este eje será ¿cómo nació, se gestó y se
validó la censura durante el Gobierno Militar?; luego, sigue la temática de la Autocensura
Impuesta, lo que se refiere, cómo el consciente colectivo asumió internamente la censura a través
del silencio, específicamente las víctimas y testigos de los atropellos ocurridos en la Dictadura,
entendiendo que ellos, como principales afectados tenían algo que comunicar: un testimonio, pero
por diferentes motivos, sociales o psicológicos, entre otros, no pudieron contar su verdad, la
pregunta que guiará este eje será ¿qué ejercicio impositivo de intimidación ejerció el Gobierno
Militar a las víctima, en pro del silencio de lo que ocurría en los centros penitenciarios y/o de
tortura?; y por último, la temática del Montaje y Evasión a la Censura, que se refiere a las
múltiples tácticas que empleó el Gobierno Militar, generalmente, para evadir lo que estaba
ocurriendo, utilizando como fuente los testimonios y narrativa existente, la pregunta que nos
guiará este último eje es ¿cómo se utilizaban a los medios de comunicación e información de
aliados, para engañar y a la vez, entretener o distraer al país, durante la Dictadura Militar?.
Para comprender el pasado, el cual nos asalta con estas interrogantes, es necesario ponerlo
en evidencia4, tal como menciona Sarlo:
“Si no se encuentra respuesta en la esfera pública actual, ha fracasado y carece completamente de interés. La
modalidad no académica (…) escucha los sentidos comunes del presente, atiende las creencias de su público y
se orienta en función de ellas. Eso no la vuelve lisa y llanamente falsa, sino conectada con el imaginario social
contemporáneo, cuyas presiones recibe y acepta más como ventaja que como límite”. (Tiempo Pasado,
Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión. 15)
Por lo mismo, la importancia que reviste el testimonio, como fuente de información, va más
allá de una necesidad académica, es el poder que él mismo tiene, como principal canal de
información que muchas personas, víctima y testigos de ese periodo histórico, construyen para
que nosotros ahora podamos comprender y conectar el pasado con el presente. El narrador, el
testigo que nos entrega el testimonio, se nos valida como la principal fuente de información,
porque:
4
Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado, Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión. Buenos Aires: Editorial
Siglo XXI, 2005.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
2. HIPOTESIS DE INVESTIGACION.
Para poder establecer una Hipótesis que guíe la Investigación, cabe mencionar, como se ha
dicho en el Planteamiento del Problema de Investigación, que es una misión complicada, ya que
la censura es una temática muy amplia, que puede repercutir en varios sentidos, más allá de los
sociales o políticos que dispute un contexto en particular. Para efectos de esta Investigación, se
partirá, entendiendo como censura la “intervención que ejerce el censor gubernativo”6, más que
las otras definiciones, que la Real Academia de la Lengua tiene establecidas para el término.
Primero, porque ésta atañe más al Objetivo de la Investigación, y segundo, porque la censura,
enmarcada dentro del contexto de la Dictadura Militar, habla más de una imposición del
organismo gubernativo, que del eclesiástico u otro, que eran quienes marcaban la pauta de
censura, en la Época Colonial o de Independencia de Chile, en los siglos XVI al XIX en el país7.
Marcada la delimitación conceptual como contextual de lo que se refiere a censura, se puede
entenderá la pertinencia de lo que se plantea como la Hipótesis de esta Investigación. Desde el
día en que se produjo el Golpe Militar en Chile, el 11 de Septiembre de 1973, después de
conflictos que el país experimentaba, social y políticamente, en el Gobierno de Allende, empezó
a regir, desde el primer momento, la censura a toda expresión social que se vinculara con el
Gobierno anterior, como a los disidentes y/o opositores al Gobierno Militar. Esta acción se
estableció bajo la política del miedo, miedo no sólo del país ante un Gobierno Militar que no
tenía definido su rol dentro del restablecimiento social, económico y político del país, sino
también del miedo del mismo Gobierno Militar, a lo que podía ocurrir con el nuevo y agitado
panorama nacional que debería enfrentar. Este miedo, que desde el Gobierno Militar se tradujo en
represión, violencia, violación de Derechos Humanos, también se aprecia en la suspensión de la
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Beverley, John; Achugar, Hugo, Compiladores. A Voz del Otro. Lima: Latinoamericana Editores, 1992.
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Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición. 2011.
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Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
3. OBJETIVOS DE INVESTIGACION.
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Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
2003-2006.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
Problema de Investigación, y así ampliar el conocimiento que hay sobre aquella época herida de
nuestra historia, época que personas de mi generación conocen y refutan, pero sin la experiencia
o vivencia de haber sido testigos presenciales de lo que ocurría o no ocurría.
Planteado el Objetivo de Investigación, se dan a conocer los Objetos que involucra la
Investigación, los principales ejes abarcadores, que señalan una transversalidad en cuanto a la
memoria de censura, al testimonio de Autocensura y a la narrativa del Montaje y Evasión a la
Censura, durante el periodo de Dictadura Militar en Chile.
- Memoria de Censura Chilena: Entendida como un mecanismo más de violencia, este eje se
referirá a cómo nació, gestó y validó desde sus inicios la censura, a través de la memoria
escrita y validada como registro de la época. Cabe destacar acá los antecedentes referidos a la
censura, los medios de comunicación y de información, cómo se cubrió y ocultó lo que
ocurría, desde los planos de literatura, periodismo, cine y/o tv, e intervenciones intelectuales
y/o culturales.
- Autocensura Impuesta: Entendida como un mecanismo impositivo y de sumisión, desde los
opresores hacia las víctimas y sobrevivientes de la Dictadura Militar, en este eje corresponde
indagar en base a los testimonios, sobre qué ejercicios impositivos de intimidación ejercía el
Gobierno Militar a las víctimas, en pro del silencio de lo que ocurría en los centros
penitenciarios y/o de tortura. Cabe destacar aquí los antecedentes de montaje, amenaza e
intimidación que se ejercía, en el plano nacional e internacional, para ocultar lo que estaba
sucediendo.
- Montaje y Evasión a la Censura: Entendida como un mecanismo transversal del Gobierno
Militar, quienes, utilizando métodos de evasión, daban cuenta de otro Chile, en plena
Dictadura Militar, en este eje se pretende conocer desde la narrativa existente, cómo se
utilizaban éstos métodos de evasión, de los medios de comunicación e información aliados al
régimen, para engañar, entretener y mantener pasiva a la ciudadanía, durante la Dictadura
Militar. Cabe destacar en este punto, la visión y la amplitud que tenían dichos medios, como
también quienes fueron insurgentes en pleno régimen.
A través de una Investigación crítica de las estrategias de silenciación y del análisis a los
Objetos de Investigación, se pretende dejar un registro general y contrastable con la Hipótesis de
Investigación, de lo que se convierte finalmente, en la violencia al intelecto.
Para poder hablar de censura en la Dictadura Militar que ocurrió en Chile, entre los años
1973 a 1990, con el restablecimiento de la Democracia, es imprescindible dar cuenta, con el
material bibliográfico existente, cuáles fueron los tres canales por los cuales el país, pudo obtener
el derecho de conocer realmente lo que ocurrió con miles de chilenos, que fueron víctimas
directas o indirectas, de la represión que vivió el país. Estos tres canales, los cuales hicieron su
aparición en la Democracia, no fueron los que dieron origen a la historiografía y la memoria de
denuncia de las violaciones a los Derechos Humanos en Chile, pero si fueron los primeros, que
nacieron con la responsabilidad del Estado, en declarar, exponer y reparar el daño causado en el
inconsciente colectivo del país, referido a la censura que presionó la Dictadura Militar al país.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
De estos tres canales, al primero que se hace mención es al el Informe Rettig, este informe
fue expuesto el 9 de febrero de 1991, por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación,
durante el Gobierno de Patricio Aylwin. Este informe dio inicio al perdón que dio el Estado al
pueblo de Chile, por todos los daños y violaciones que sufrió el país en manos del Gobierno
Militar. Las palabras del Presidente Patricio Aylwin en el discurso de presentación del informe,
sus palabras fueron:
El segundo canal al cual se hace mención en esta Investigación, no salió desde el Gobierno
ni de una comisión especial, pero si del ámbito periodístico y respaldado por diferentes entidades,
el libro Morir es la Noticia, el cual fue publicado en el año 1997, por el editor Ernesto Carmona,
el cual se basa en una investigación realizada por 62 autores, todos del ámbito de los medios de
comunicación y periodismo, en donde se narran la historia de compañeros de profesión
asesinados y/o desaparecidos, además de los múltiples atropellos ejercidos durante la Dictadura a
la profesión periodística, ligadas a la censura y a la clausura de diferentes medios de información
nacional. Este libro si bien es cierto, relata la investigación de diferentes autores, otorga material
inédito sobre personas que fueron desaparecidas, contenido fotográfico y testimonios de
relevancia, sobre como el Gobierno Militar ejercía presión sobre los medios de comunicación.
Y por último, el canal más importante para efectos de esta Investigación, es el Informe de
la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, publicado el 26 de septiembre de
2003, por la Comisión Valech, durante el Gobierno de Ricardo Lagos. Este informe daba cuenta
de los detenidos desaparecidos, centros de detención y tortura, y de las diferentes privaciones a
las cuales se sometió al país durante el periodo del Gobierno Militar. La entrega de este informe
consumió gran parte del interés y la polémica del país, ya que después de 13 años se daba a
conocer al detalle lo que había ocurrido en el país, con testimonios desgarradores y cifras
alarmantes que hablan de 35 mil chilenos 10 que fueron detenidos y sometidos a diferente tipo de
vejaciones y torturas, dejando en claro, desde una primera instancia, que hubo muchas más
víctimas de prisión política y tortura, que no accedieron a ser parte de este informe, por el daño
social y psicológico que han enfrentado a lo largo del tiempo ellos y sus familias.
Estos tres canales de investigación son los que abren paso a un sinfín de publicaciones,
libros, informes que datan de la represión, censura y violencia que ejerció el Gobierno Militar en
el país. La mayor parte de la Bibliografía a la cual se hace referencia en esta investigación utiliza
de base estos canales, complementando a mayor detalle lo que significó desde un inicio la
censura y el derecho de información al país, a las consecuencias de gran escala que esta censura
provocó en la memoria del país. Tal como se afirma en la Hipótesis de Investigación, la censura y
el silencio protagonista durante la Dictadura Militar, influyó en gran parte que el país no supiera,
mal interpretara y negara, todos las violaciones a los derechos humanos que estaban sufriendo
muchos compatriotas, presos políticos, en diferentes puntos del país, no necesariamente en una
9
Comisión Chilena de Derechos Humanos. Nunca más en Chile. Síntesis corregida y actualizada de Informe Rettig.
Santiago: Ediciones LOM, 1999.
10
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
cárcel o recinto penitenciario, sino también en viviendas, dependencias ubicadas en los centros de
las ciudades, casas de estudios o centros deportivos, utilizados para estos inhumanos fines.
A modo de resumen, antes de desglosar los diferentes Objetivos que persigue esta
Investigación, es preciso mencionar que a través de la Dictadura Militar, mediante diferentes
leyes, disolvieron el Congreso Nacional y el Tribunal Constitucional, clausuraron y cerraron
todos los partidos políticos que conformaban la Unidad Popular, destruyendo también, los
registros electorales, de esta manera la ciudadanía perdió el derecho de elegir a sus dirigentes
mediante el sufragio, rompiendo todo lineamiento democrático que había tenido el país hasta
antes de 1973. Además de esto, el Gobierno Militar controló todas las actividades de
organizaciones sindicales y estudiantiles, nombrando a oficiales de las Fuerzas Armadas, como
rectores, delegados, en las diferentes áreas, con la facultad de expulsar de las casas de estudio a
profesores, estudiantes simpatizantes de la izquierda, y a la vez, controlaban y manipulaban la
programación de los canales universitarios de televisión. Desde esas acciones a unas más
radicales, referidas a la censura de la información, se instauró una rigurosa censura a la prensa
escrita, radio y televisión, lo que puso fin a cualquier medio de comunicación la capacidad de
cuestionar o fiscalizar las acciones emprendidas en Dictadura, en donde se cometieron diferentes
abusos de poder, ya sea en la forma de prisión política, tortura y exilio. Se instauró el toque de
queda como una medida para ejercer control en la ciudadanía y la represión para mantener el
orden. Ya sea dentro, o fuera del país, cientos de chilenos fueron víctimas de la represión ejercida
en el Gobierno Militar y a los demás ciudadanos, la negación del derecho de información y de
libre expresión, lo cual sin lugar a duda, repercutió en la identidad nacional pos Dictadura.
Teniendo ya conocimiento del contexto al cual se forma la Investigación, es preciso ahora
resolver el núcleo que la gatilla, conociendo a través de la memoria, el testimonio y la narrativa
existente, como se ejerció la censura dentro de la Dictadura Chilena, ejercida por el Gobierno
Militar, en los años 1973 a 1990.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
del palacio presidencial que se encontraba en llamas 11. Este acto desesperado llamó la
atención y mostro simbólicamente al país, y en especial al mundo de las comunicaciones, la
gravedad a la cual se estaba enfrentando en ese momento en el país. Y este antecedente es
importante, ya que desde los medios de comunicación e información, es por donde se gestó la
memoria de la censura en el Gobierno Militar.
Respecto al impacto de la censura instaurada dentro del Estado de Sitio, desde el día
11 de septiembre de 1973, donde el Bando N° 15 sólo permitió cautelarmente la publicación
de los diarios “El Mercurio” y “La Tercera de la Hora”, seguir con sus funciones, el
periodista Hernán Uribe reflexiona lo siguiente.
“La censura, el término de las libertades públicas y la violación de todos los derechos humanos,
enmarcaron la creación de una prensa uniformada que por más de tres lustros difundió la mentira oficial
de cada día. Pasarían muchos años antes que pudiera emerger una prensa opositora, aunque sujeta a la
arbitrariedad, incluida la clausura y la amenaza permanente.
Conformar ese modelo de prensa fue fácil, pues sólo permanecieron los medios que respaldaron el
golpe, en tanto que los otros desaparecieron junto con la apropiación de sus bienes, y simultáneamente
con la proscripción de los partidos políticos, de los sindicatos, de las organizaciones sociales y hasta de
los colegios profesionales, aunque varios también propiciaron la ruptura institucional” 12. (“Prensa y
Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de
sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos).
“Se advierte a la prensa, radio y canales de televisión, que cualquier información dada al público y
no confirmada por la Junta del Gobierno Militar, determinará la inmediata intervención de la respectiva
Empresa por las Fuerzas Armadas, sin perjuicio de la responsabilidad penal que la Junta determine en
su oportunidad13”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 187).
11
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
12
Uribe, Hernán. “Prensa y Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan
la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos. Santiago: Ernesto Carmona Editores, 1997.
13
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
de estos medios, se confiscaron y reutilizaron sus bienes, para fines del Gobierno Militar,
desde dependencias, hasta maquinarias. Como lo que le pasó a la Editorial “Quimantú” o
“Clarín”, a las cuales les destruyeron las publicaciones y la empresa “Chile Films”. Junto con
la clausura de todos estos medios, se suma la restricción de libertades, la censura previa de
noticias (a través de la Oficina de Censura de Prensa) y opiniones in situ, la prohibición de
películas por motivos ideológicos y al embargo de publicaciones. Empresas estatales como el
diario “La Nación” y “Televisión Nacional de Chile”, con el control e intervención de las
nuevas autoridades, cambiaron su política editorial, en conjunto con los canales universitarios
de televisión, por mediación de los militares delegados en las diferentes casas de estudios.
La Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) registraba en 1976 una cifra
de 20 periodistas y comunicadores asesinados y/o desaparecidos. En los años siguientes las
cifras se incrementaron, con nuevos asesinatos, de estos se destacan los crímenes que aún
están impunes de José Carrasco o de Diana Aaron. Durante el periodo de Dictadura, hubo un
centenar de periodistas convertidos en prisioneros, alrededor de 500 exiliados y un millar de
desempleados; por dar un ejemplo, en Santiago de los once diarios existentes hasta antes del
Golpe de Estado, quedaron solo cuatro; cinco emisoras habían sido bombardeadas y
expropiadas. La Comisión Valech14 determinó que cerca de 230 periodistas sufrieron prisión
política, en conjunto con más de 70 casos de personas vinculadas al periodismo. La Comisión
Rettig15 determinó la desaparición o ejecución de 23 periodistas.
Después de todas las medidas abusivas y restrictivas en cuando a la clausura y censura
de la prensa y de los medios de comunicación, hubo algunos medios que siguieron
funcionando, como lo fueron las revistas “Qué Pasa”, “Ercilla”, “La Segunda” y “Las
Últimas Noticias”, medios que entre los años 1973-1974 llegaron a aparecer con columnas
completas en blanco16. Posteriormente, en 1975, la radio “Balmaceda” sufrió la suspensión
de sus transmisiones por diez días y quedó sometida intermitentemente al régimen de censura
previa, hasta el año 1976, donde fue clausurada definitivamente. Su director, Belisario
Velasco, fue desterrado por más de tres meses a la localidad de Putre. En este mismo periodo,
una edición completa de la revista “Ercilla”, fue requisada por las autoridades.
De los organismos que validaron la censura en Chile, se hace mención
recurrentemente a la “Oficina de Censura de Prensa”, la que funcionaría en la Academia
Politécnica Militar del Ejercito, la cual tiene bajo control las publicaciones escritas
autorizadas; el sistema a emplear sería entonces el de la censura a la edición impresa, por este
motivo los directorios de la prensa autorizada en el periodo, debían entregar diariamente la
información, antes de su emisión, de esta manera se revisaba todo lo que se publicaba. Y le
sigue la temida “Dirección Nacional de Comunicación Social (DINACOS)”, la que
funcionaba en el edificio Diego Portales, dependiente del Ministerio de Secretaría General de
Gobierno, tenía como fin visar y censurar los contenidos que se generaban por todo medio
audiovisual o escrito, autorizando que se transmitía o se circulaba en el país; junto con esto,
extendía su función revisora de las obras culturales y era el encargado de las comunicaciones
oficiales del Gobierno Militar. Tanto un organismo, dependiente de la Junta Militar, y otro,
14
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
15
Comisión Chilena de Derechos Humanos. Nunca más en Chile. Síntesis corregida y actualizada de Informe Rettig.
Santiago: Ediciones LOM, 1999.
16
Vera, Richard. “Se Rompe el Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura”. Diario La Nación, Santiago:
2006.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
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Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
“La vida ha seguido en el país - se editorializó en esa oportunidad – durante estos diez años como
si nada sucediese, en tanto en lugares secretos miles de personas sufrieron o sufren castigos horrorosos
por delitos configurados por los mismos sujetos patológicos encargados por la autoridad para oficiar de
investigadores, fiscales, jueces y verdugos, todo al mismo tiempo, sin ser cautelados por la justicia" 19.
(Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 192).
Cabe mencionar que la revista “Cauce”, en conjunto con las revistas “APSI”,
“Análisis” y “Fortín Mapocho”, fueron censuradas en el año 1986, mediante una nueva Ley
de Abusos de Publicidad. El año 1988, el Gobierno Militar establece una demanda por estas
revistas, por haber publicado un aviso en el Comité Central del Partido Comunista de Chile,
dando a conocer su posición frente al plebiscito anunciado por el Gobierno Militar. No
obstante esta Ley y demanda, las acciones emprendidas fueron en vano, ya que otros medios,
presionados por la represión imperante, comenzaron a investigar sobre negocios de la familia
de Augusto Pinochet y otras injusticias.
Gran parte de los medios informativos que supieron mantenerse dentro de los años
ochenta, denunciando y exponiendo la realidad que enfrentaba el país, recibían
financiamiento externo, así descomprimían la presión de la censura, sacando a superficie y
abriendo las instancias de opinión pública sobre temas que hasta ese momento estaban
silenciados, pero en ningún momento, terminar con la capacidad de veto de las autoridades.
Todos estos medios permitieron a la ciudadanía a investigar o dar el incentivo de hacerlo,
sobre las violaciones pasadas y los actuales Derechos Humanos, así en todos los ámbitos
comenzó abrirse el debate público, a la opinión discordante de actores sociales que hasta
entonces, estaban marginados por razones políticas. Así, el punto de vista de la autoridad
comenzó a ser confrontado con las críticas de la ciudadanía.
Toda apertura a la información e investigación comenzó nuevamente a ser amenazada
con la censura, por dar un ejemplo, el diario “La Época”, el primer diario opositor al
Gobierno Militar, recién surgiría en el año 1987, al igual que las emisoras radiales, las que en
ese periodo comenzaron a tener más espacio para sus transmisiones; este diario comenzó a
publicar semanalmente una minuciosa investigación sobre los hechos y los protagonistas que
18
Zerán, Faride. “Atentados a la Libertad de Expresión en Chile, 1973-1987”. Se Rompe el Silencio, Los Medios
Escritos Contra la Dictadura. Santiago: Richard Vera autor. Diario La Nación, 2006.
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Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
entran y salen en el ruedo de la evolución de la Dictadura, llamado “La Historia Oculta del
Régimen Militar”. La “Radio Chilena”, vinculada con la Iglesia Católica, transformó su
discurso pastoral en un noticiario cuyo contenido informativo era coherente con la oposición
que anhelaba la Democracia. La radio “Cooperativa” y otras más, se convirtieron en las más
oídas por el país, con fieles audiencias masivas, dejando atrás los tiempos en donde se emitían
solo discursos autoritarios incontrarrestables, aún cuando esta radio sufrió reiteradas
sanciones por el contenido de sus mensajes, incluso sufrió la cancelación de algunas de sus
concesiones, pero con el tiempo, logró ocupar el primer lugar en la sintonía del país, llegando
a diferentes regiones y a todo tipo de audiencia.
En cuanto a los medios escritos, la revista “Cauce” quebró en 1989, “Fortín
Mapocho” concluyo en 1990, “Página Abierta” nacida en 1989, tuvo una corta vida de dos
años, “Pluma y Pincel” y “Análisis” sobrevivieron hasta el año 1993, “La Época”, después
de todos los obstáculos que enfrentó en su camino, cerró sus publicaciones en el año 1997,
“APSI” en 1994 y la revista “Hoy”, se mantuvo hasta 1998.
Todos estos antecedentes, reunidos en la memoria colectiva de periodistas, expuestas
en el Informe de la Comisión Valech, dan cuenta de un proceso de censura que no cedió y
trató de imponerse hasta finales del Gobierno Militar. Todos estos esfuerzos por frenar la
libertad de expresión y el derecho de información que deben tener todas las personas, provocó
un desconocimiento y una agresión en la memoria colectiva e identitaria del país, conforme a
todas las violaciones, atropellos e injusticias que estaba cometiendo el Gobierno Militar,
durante la Dictadura en Chile desde 1973. El abogado Andrés Aylwin, entrega su aporte en el
artículo “La libertad de prensa hubiera impedido el crimen de los “Detenidos
Desaparecidos”, aventura en una hipótesis no lejana a la planteada en esta Investigación:
“En algún aspecto, lo más grave que sucedió en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973 fue la
suspensión de la libertad de opinión y de información. Si hubiera existido libertad de expresión habría
sido imposible concebir los crímenes masivos sufridos en nuestro país. ¿Cómo imaginar, por ejemplo,
la existencia de “cárceles secretas” o “centros de tortura” ubicados a escasas cuatro cuadras del palacio
de La Moneda, en la calle Dieciocho N° 22, simbólicamente en el mismo lugar donde anteriormente
funcionó Clarín, si hubiera existido libertad de información?
Si este drama hubiera sido conocido socialmente por el pueblo, no habrían podido ser detenidos y
hechos desaparecer 1.200 seres humanos. La libertad de opinar e informar no sólo es un bien jurídico y
ético, también es una garantía de la existencia real de los otros derechos esenciales. Y lo es, porque la
conciencia de los pueblos, con su sentido profundamente ético, da realmente vida a los otros derechos
esenciales en su expresión concreta.
Por lo mismo, cuando se oculta la verdad del crimen o se falsean groseramente los hechos, el
pueblo, ignorante, queda privado de su infinita capacidad para dar a la historia una orientación ética
correcta.
La libertad de expresión es como la luz. Si no la tenemos, no vemos. Si en la sociedad no se
expresa la verdad, los ciudadanos no perciben el mal, ni siquiera el crimen, y, por lo mismo, están
imposibilitados de condenarlo y evitarlo. Es decir, la conciencia moral de la sociedad deja de funcionar
y de expresarse. Por esto, insisto, la libertad de expresión es el instrumento para que el pueblo conozca
la verdad y precisamente por este atributo, garantiza la supervivencia de los demás derechos esenciales.
Es la posibilidad real de acceso a la verdad lo que otorga legitimidad ética a la libertad de expresión” 20.
(“La Libertad de Prensa Hubiera Impedido el Crimen de los Detenidos Desaparecidos”, en Morir es la
Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos).
20
Aylwin, Andrés. “La Libertad de Prensa Hubiera Impedido el Crimen de los Detenidos Desaparecidos”. Morir es
la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos. Santiago: Ernesto
Carmona Editores, 1997.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
b) Autocensura Impuesta.
La autocensura impuesta, tuvo que ser aceptada sumisamente por el país desde el 11
de septiembre de 1973, constituyéndose como una de las tantas violencias que se gestaron en
el periodo. De la mano de la censura, de la clausura de los medios informativos, como se ha
expresado anteriormente, queda también la memoria y el testimonio de los protagonistas del
periodo, de muchas víctimas que lograron sobrevivir la prisión política y tortura, y también, la
visión y versión de los partidarios del Gobierno Militar. Diferentes visiones se tergiversan
hasta llegar a un punto, el cual es la represión imperante, la represión de no comunicar, la
represión de silenciar, la represión de entregar un mensaje erróneo, la represión de no saber la
verdad.
Al referirnos de los principales ejercicios impositivos de intimidación y censura que
impuso el Gobierno Militar, podemos desglosar, a través del testimonio existente, aquellos
que nacieron desde la Junta Militar, como medidas apresuradas para imponer una sola verdad,
y también, a aquellos ejercicios impositivos que la Junta Militar impuso a varios chilenos y
chilenas, que estaban al tanto de lo que ocurría (periodistas, personas ligadas al ámbito de los
medios de comunicación), como a víctimas de prisión política y tortura.
El Informe Valech dentro de la narración del contexto de los abusos de poder que
ejerció el Gobierno Militar, nombra, entre los primeros medios impositivos de montaje, el
llamado “Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile”21, este libro tenía como fin que la
ciudadanía respaldara el Golpe Militar y las consecuencias que éste traía. El libro detallaba
“armamento de guerra pesado y liviano, encontrado por las fuerzas militares y de orden en los
arsenales de la Unidad Popular”. La mayor parte de las revelaciones que entregaba este libro
nunca fueron comprobadas empíricamente, pero presentaban una realidad inmediata al país,
21
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
sobre el contexto nacional y sobre lo que supuestamente, se estaba combatiendo, que era un
“autogolpe de la Unidad Popular”. La presencia del Gobierno Militar, con una infinidad de
mecanismos que presentaban la realidad desde su punto de vista, se apoderó del consciente
colectivo del país, en donde, desde 1976 en adelante, se contraponía con la visión y
argumentos que algunos chilenos y chilenas, querían exponer.
El testimonio, por tanto, fue una herramienta de doble filo para cientos de chilenos,
que al querer revelar su verdad, se veían amenazados a otro tipo de torturas, a ser amenazados
a través de varios mecanismos de represión y a la amenaza constante del Gobierno Militar,
junto con la presión psicológica, de que nadie iba a validar sus experiencias, historias y
vivencias, porque ellos poseían el control de la verdad.
Lira, en su texto “El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapia y
Denuncia en Chile (1973-1985)”22, es enfática en señalar los diferentes traumas y daños
psicológicos que enfrentaron varios chilenos, siendo prisioneros en las cárceles y centros de
tortura en Chile y de cómo el daño, aquellos traumas, les afectaron una vez en libertad. Sobre
la autocensura impuesta, señala:
“En otro plano, las autoridades negaban la práctica de torturas y la represión política. Es más,
después de 1977 los detenidos eran liberados de los recintos secretos de interrogatorio eran obligados a
firmar una declaración reconociendo haber sido bien tratados y no haber sido torturados: Estas
negaciones tenían consecuencias muy perturbadoras sobre los afectados. Contrarrestar estos efectos
requería confirmar la realidad de los hechos y la realidad de la experiencia de la persona. Esa
confirmación se lograba a través del testimonio permitiendo restablecer en parte el juicio de realidad
sobre lo sucedido”. (El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapia y Denuncia
en Chile, 24).
“Si consideramos que algunos sobrevivientes a experiencias de tortura han sentido la necesidad
imperiosa de relatar insistentemente lo sucedido, el sujeto, como señala la socióloga argentina Elizabeth
Jelin, ‘puede sentirse siempre traicionado por la falta de palabras adecuadas o por la insuficiencia de los
vehículos para transmitir sus vivencias’ (Jelin, 2002:82). Es así como la necesidad de comunicar lo
vivido por parte de las víctimas puede fácilmente caer en el silencio. El sujeto puede vivir en una
situación límite: o cuenta lo vivido, pudiendo perder a quienes no quieren o no pueden escuchar,
quedando sin redes sociales de apoyo; o se calla, permitiendo la aceptación social, pero con persistencia
del vacío en la memoria, ausencia que retorna eterna y compulsivamente.
Las dificultades para la entrega del testimonio radican tanto en la imposibilidad que tiene el sujeto
de narrar una vivencia que resulta en buenas cuentas irrepresentable, como también en el silencio
deliberado en pos de la protección del psiquismo. Debe sumarse, además, el temor de la víctima por los
posibles usos y abusos que se pueden hacer de lo narrado, en definitiva, su desconfianza ante la
inevitable dispersión de las múltiples y distintas significaciones que puedan generarse.
Jelin puntualiza que ‘el silencio, a diferencia del olvido, puede funcionar como modo de gestión de
la identidad que resulta del trabajo de reinsertarse en el mundo de la vida ‘normal’. Puede también
expresar la dificultad de hacer coincidir el testimonio con las normas de la moral imperante, o la
22
Lira, Elizabeth. El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia en Chile (1973-1985).
23
Méndez, Paola. Sitios de Memoria: El Recuerdo que Permite Olvidar. Santiago: Revista Reflexión Nº 30,
Ediciones CINTRAS, 2003.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
ausencia de condiciones sociales favorables que autorizan, solicitan o abren la posibilidad de escucha’
(Jelin, 2002:80)”. (Entre el Silenciamiento y la Memoria).
Muchos chilenos, han sentido a través del tiempo que el testimonio como tal, es una
herramienta muchas veces insuficiente, por el gran martirio psicológico que les envuelve
narrar lo que ocurrió, y en algunos casos más extremos, como el país, la sociedad, la familia,
no validaba desde un principio, sus narraciones. La autocensura por tanto nació no solo como
un mecanismo impositivo externo, con consecuencia de amenaza o amedrentamiento, sino
también como un refugio mental, un mecanismo de autodefensa sobre la memoria dañada,
sobre la violencia ejercida, implícita o explícitamente, en la experiencia de haber sido
violentado durante el periodo de la Dictadura Militar.
La autocensura impuesta, desde el Régimen Militar, se ejerció desde el organismo del
Poder Judicial, con medidas represivas frente a las múltiples denuncias que llegaban, desde
diferentes puntos del país. Cómo lo confirma el Informe Valech24, se pronuncia lo siguiente:
“El presidente de la Corte Suprema a la fecha del golpe fue particularmente enfático en su adhesión
a las nuevas autoridades. En los discursos de inauguración del año judicial, la actividad anual más
solemne de dicho Poder, insistió en manifestar su respaldo al gobierno militar, llegando al extremo de
negarles validez y autoridad a las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos formuladas por
organismos nacionales e internacionales, y desestimando sus críticas al régimen de libertades públicas
imperante en Chile tras el golpe de Estado. Cuando se refirió a los detenidos bajo el nuevo régimen,
presentó un cuadro benévolo, sin aspectos sombríos, que no se condice con los miles de testimonios en
sentido contrario”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 172).
Pese al recurso “hábeas corpus”, que disponía el Poder Judicial para velar por la vida
y la integridad física de los prisioneros durante la Dictadura Militar, rara vez los jueves
ordenaron que se trajera a las víctimas a los tribunales, aun admitiendo que los servicios de
seguridad no siempre cumplían con las solicitudes, y si lo hacían, como se relata en los
diferentes testimonios del Informe Valech25, se cuidaban de amenazar y amedrentar a las
víctimas, sobre las consecuencias que una declaración sincera traía. Por este motivo la
autocensura, el silencio de todos los vejámenes ocurridos en el Gobierno Militar, fueron una
forma de no exponerse a padecer estas violaciones de nuevo, cómo se mencionó en el texto de
Lira (El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia en Chile), se
despedían de las víctimas al salir de prisión, advirtiendo lo que podía ocurrir frente a un
testimonio de lo vivido.
24
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
25
Ídem.
26
Ibíd.
16
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
subversivos, apátridas, vende patrias, etc., no solo a los disidentes y opositores al Gobierno
Militar, sino también a quienes en su momento, intentaron declarar sobre sus experiencias en
los centros penitenciarios y/o de tortura.
Frente a quienes se aventuraron, desde los medios de comunicación a enfrentar la
censura, el Informe Valech27 es determinante:
“Tal como ocurriera en 1976, con motivo de la reunión en Chile de los ministros de Relaciones
Exteriores de los países integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA). En esa ocasión,
un grupo de abogados presentó a los invitados un documento que llamaba la atención sobre la
deplorable situación interna en materia de Derechos Humanos. La réplica del aparato comunicacional
del gobierno, que por entonces se esmeraba en exhibir una imagen benigna del país, definió su texto de
denuncia como una obra injuriante para la nación, atribuida a vende patrias coludidos con el marxismo
internacional, con el comunismo soviético”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y
Tortura, 190).
Los medios de comunicación, al dar cabida a este tipo de noticias, que implicaban
informar al extranjero sobre lo que estaba realmente ocurriendo en el país, valió reprimendas,
como le pasó al diario “El Mercurio”, en donde uno de sus directores tuvo que abandonar sus
funciones. En el caso del diario “La Segunda”, su director tuvo que abandonar el país dos
veces, por más de 30 días, con el fin de evitar sanciones. En el caso de la revista “Qué Pasa”,
la cual defendía al Gobierno Militar, incitaba en sus publicaciones, que las autoridades
evitaran hechos anómalos o publicaciones que afectaban el orden, mencionando la
inconveniencia política de abusos “que entregaban argumentos y armas para atacar al
gobierno de Chile”28.
Es en este marco donde la Dirección Nacional de Comunicación Social (DINACOS),
comenzó a regir las comunicaciones desde la Secretaria General de Gobierno, de esta manera
vigilar, clausurar, censurar o modificar los abusos de publicidad y de prensa. La DINACOS,
en conjunto con la desinformación que se entregaba, le restaba validez a todas las denuncias
que se originaban para crear conciencia sobre las violaciones que el Gobierno Militar estaba
ejerciendo en el país, llegando muchas veces a utilizar a los mismos prisioneros torturados
por los agentes de la Junta Militar, para invalidad las acusaciones en su contra.
Notable es el caso ocurrido en 1982, en el programa “Terrorismo, Televisión
Nacional”29, mostró a cuatro prisioneros en deplorables condiciones físicas, autoinculpándose
de los delitos, de los que luego negarían haberlos cometido; lo mismo ocurrió en 1987, donde
una joven universitaria llamada Karin Eitel 30, apareció en el noticiario de medio día de
“Televisión Nacional”, autoinculpándose por el secuestro de un alto coronel del ejército.
Cabe mencionar que todas estas entrevistas realizadas a prisioneros políticos, se realizaron en
las mismas dependencias en donde ellos se encontraban detenidos e incomunicados con sus
familiares más cercanos.
La política represiva que ejerció el Gobierno Militar, por sobre los canales por donde
más se podía imponer justicia – Poder Judicial y Medios de Comunicación -, obligó a que la
autocensura fuera una práctica legal a la cual se tenía que ejercer o por la razón o por la
27
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
28
Ídem.
29
Ibíd.
30
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
fuerza, así como muchas voces esperaban ser escuchadas, también habían muchos medios
partidarios del Gobierno Militar, que estaban dispuestos a callarlas de la forma que les
hubiese sido más conveniente.
Aún con este panorama, hubo muchas organizaciones que abogaron por escuchar y
defender la voz de los oprimidos, como fue el trabajo del “Comité Pro Paz”, el cual no pasó
desapercibido por las autoridades, el hecho de escuchar los testimonios y difundirlos, para el
Gobierno Militar era una colaboración con el enemigo. Es por eso que de muchas formas se
hostigaron a todas las organizaciones que colaboraban con las víctimas, sobre todo a las
organizaciones que no pertenecían a la Iglesia Católica. Todas estas presionas, ejercidas
algunas incluso por el mismo general Augusto Pinochet, sobre el Cardenal Silva Henríquez,
forzaron a que se disolviera el “Comité Pro Paz”, en 1975.
La Iglesia Católica siguió ejerciendo su labor de ayuda y denuncia con las víctimas del
Gobierno Militar, desde el año 1976, formando la “Vicaría Episcopal de la Solidaridad” y
esta iniciativa, destinada a brindar apoyo a las víctimas de la represión y sus familias, no
fueron las únicas, se suman a ellas la “Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas
(FASIC)”, el “Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)”, la “Comisión Nacional Pro Derechos
Juveniles (CODEJU)”, la “Comisión Chilena de Derechos Humanos”, la “Sección Chilena
de Amnistía Internacional”, la “Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los
Estados de Emergencia (PIDEE)”, el “Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo
(CODEPU)”, la “Comisión Nacional contra la Tortura”, el “Centro de Salud Mental y
Derechos Humanos (CINTRAS)”, y el “Instituto Latinoamericano de Salud Mental y
Derechos Humanos (ILAS)”31.
Dentro de las consecuencias psicosociales de la autocensura impuesta dentro las
propias víctimas, a las cuales se hace mención dentro del Informe Valech, las personas al dar
declaración y testimonio de los abusos de los cuales fueron víctimas, tomaron conciencia
sobre los valores colectivos de los cuales fueron despojados, el hecho de tomar en cuenta de
cómo su compromiso social fue denigrado y estigmatizado. Del conjunto de traumas referidos
a la autocensura, se originaron sentimientos de marginación social, pérdida del trabajo,
negación de seguir con los estudios, entre otros.
La mayor parte de los chilenos que declararon en la Comisión Valech, acompañaban
sus relatos y testimonios con material de prensa, en los cuales habían muchas veces
fotografías, inculpándolos de delitos que no cometieron, como por ejemplo: “traición a la
patria, intento de asesinato de hijos de alguna autoridad militar, robo de especies o
millonarias cantidades de dinero”32. Junto con estas incriminaciones, a las víctimas de la
Dictadura Militar, se les calificó de violentos, peligrosos, enemigos de la patria y elementos
antisociales. Toda esta estigmatización validó a que las víctimas ocuparan el silencio y la
autocensura, como mecanismo de defensa, pasando a llevar sus valores, principios,
autoestima y respeto por ellos mismos. Las víctimas fueron limitadas de llevar una vida
normal, conseguir trabajos, permanecer y progresar en los mismos, establecer buenas
relaciones interpersonales, con el resto de la sociedad.
31
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
32
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
Dentro de los principales testimonios que se recogen en el Informe Valech 33, dan
cuenta de lo mencionado anteriormente, hablando de la tortura social que repercutió no poder
decir la verdad, el miedo, la incertidumbre, la constante amenaza:
“La peor tortura es la “social”, o sea la privación de memoria e identidad a la que fui sometido
desde ese momento en adelante. Hombre, detenido en 1973, a los 30 años, X Región.
Los efectos psicológicos fueron muy traumantes, pero más que eso la estigmatización social y la
crisis familiar fue lo que más me marcó. Hombre, detenido en 1975, a los 23 años, Región
Metropolitana.
Tengo traumas psicológicos por los tratos que recibí, siendo una dueña de casa que casi no salía
de mi casa paso a ser tratada como delincuente y mi foto publicada en la prensa. Mujer, detenida en
1986, a los 40 años, Región Metropolitana.
Se me comunicó que podía seguir estudiando, pero tenía que cursar nuevamente el tercer año
medio, pues tenía que “devolver” los dos años que había sido presidente del centro de alumnos [...] me
reincorporé nuevamente a tercero medio, curso aprobado regularmente, donde los profesores me
estigmatizaban bajándome las notas, y cuando yo reclamaba mi nota, me contestaban “te coloco baja
nota por comunista” [...]. Cursé el tercer año, pasé a cuarto medio, me excluyeron del preuniversitario
que se daba en el colegio, porque por orden del director “tú no puedes ir a la universidad, porque eres
upeliento” [...]. Egresé de cuarto medio con fecha 21 de diciembre de 1975, para realizar la práctica
de técnico en máquinas herramientas en empresas portuarias de Chile en San Antonio, donde se
realizaba la práctica de todos mis compañeros y ex compañeros de curso. Yo fui rechazado por tener
antecedentes políticos, por lo cual no pude realizar mi práctica profesional quedando sin poder
obtener ni título ni trabajo profesional. Hombre, detenido en 1973, a los 19 años, V Región.
A los 18 años fui detenido, torturado, maltratado por una causa que aún no entiendo, sólo
entiendo que me quedé sin estudios, enfermo y tronchado mi proyecto de vida. Ahora trato de salir
adelante con lo poco que gano como temporero. Hombre, detenido en 1975, a los 18 años, VII Región.
Mis antecedentes de preso político sólo me permitieron conseguir trabajos temporales. Hombre,
detenido en 1973, a los 40 años, I Región.
Otra historia fue mi intento de volver a mi trabajo. Eso fue un calvario, ya que [se] me siguió un
sumario administrativo “por abandono de funciones”. Se me sobreseyó y volví a mi trabajo en otra
escuela, donde fui tratada como si tuviera lepra. Si yo llegaba a tomar un café a la sala de profesores,
todos mis colegas abandonaban el lugar y me dejaban sola. Fue muy doloroso y me costó mucho
tiempo romper ese cerco. Mujer, detenida en 1974, X Región.
Yo venía enfermo de pulmonía, fui expulsado del colegio y no pude estudiar más; estuve ocho
meses en cama, mi familia pensaba que me moría, pero no teníamos recursos con qué medicinarme; a
mis hermanos mayores no les daban trabajo en ninguna parte porque éramos calificados como
terroristas y extremistas. Hombre, detenido en 1975, a los 18 años, VII Región.
Además fui destruido laboralmente, por muchos años no tuve derecho a un trabajo digno por
haber sido marginado en mis estudios y no tener derecho a una rehabilitación. Hombre, detenido en
1973, a los 16 años, IX Región.
Fui marginada y torturada psicológicamente por mis compañeros... y jamás fui considerada en la
lista de mérito. Incluso durante el período [...] pedí al alcalde de entonces ser ascendida y la respuesta
33
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Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
a través de memorándum reservado fue que no podía, pues era una persona marcada. Mujer, detenida
en 1973, a los 30 años, Región Metropolitana.
Todo lo sufrido nos cambió la vida por completo, de ser un funcionario del ministerio con serias
aspiraciones a progresar dentro de los escalafones administrativos, ya que iba a desempeñarme como
un funcionario de carrera, es decir ir aprendiendo los manejos administrativos del piso, una carrera
que seguramente iba a llevar un tiempo largo, pero que estaba dispuesto a llevarlo adelante, por mi
facilidad para aprender y facilidad también para dirigir y administrar, todo esto quedo truncado.
Hombre, detenido en 1973, a los 26 años, Región Metropolitana”. (Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura, 510-511-512).
“El miedo, en conjunto con las estrategias de ocultamiento oficial, ha estado asimismo en la base
de la negación social de la existencia de la práctica de la tortura. Desconocer la tortura, si bien fue para
amplios sectores de la sociedad una forma de sobrevivencia frente a la amenaza permanente, es también
aceptar la violencia de su existencia sin hacernos cargo de ella. Como toda forma de negación y auto-
engaño, representa un daño psicológico y psicosocial, toda vez que empobrece la relación del hombre
con su realidad y le impide protegerse y tomar las medidas adecuadas para impedir la ocurrencia de
aquello que lo amenaza”. (Significado Psicosocial de la Tortura, Ética y Reparación)
20
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
de comunicación (radio, televisión y prensa escrita), para poder entregar una imagen al país
de un desarrollo, de una evolución como país, de un avance en materia social y económica,
ocultando, silenciando y tergiversando, las violaciones a los Derechos Humanos.
Frente a este panorama, en donde el organismo represivo del Gobierno Militar se hace
presente, es en donde los medios de comunicación jugaron un rol clave, como se ha
mencionado ya en la Investigación. Dentro de este rol no solo se da cabida a los cientos de
periodistas y personas ligadas al ámbito de las comunicaciones que fueron torturados,
asesinados o amenazados con dar declaración, imponiéndoles la autocensura, sino también los
cientos de periodistas y medios de comunicación y prensa que jugaron a favor del Gobierno
Militar, utilizando sus recursos y dependencias para engañar, distraer y entretener al país,
alejando del foco los abusos que se estaban cometiendo en el país. Esta práctica, el montaje
represivo, es la voz oficial que se entrega a todos los chilenos por los medios de
comunicación masivos, fue la información oficial que aseguraba la verdad, fue lo que muchos
chilenos y chilenas creyeron con el tiempo que sucedía, desconociendo lo que se ocultaba.
Para dar respuesta a cómo los medios de comunicación se utilizaban y se practicaba el
montaje represivo, es importante mencionar los Bandos (de estos resultan importantes los
Bandos N° 12, N°15 y N° 37), que eran órdenes que se comunicaban por los diferentes
medios de comunicación, sobre qué medidas establecería el Gobierno Militar en el tema de
las comunicaciones e información. Además, se establecerían desde un principio sólo dos
medios de información, como lo fue el diario “El Mercurio” y “La Tercera”, imponiéndoles
a los directores de ambos diarios, una restricción y revisión a cada noticia que sería publicada.
Como consigna el Informe Valech36, la mayor parte del montaje represivo en los
medios de comunicación, afecto aquellos más masivos, como lo fue la televisión y la radio.
Frente a esto, se puede citar lo siguiente, referente a la información que se exponía:
“En cualquier caso, la prensa presentó las labores de represión como cruzadas contra la
delincuencia, denigrando así a las figuras opositoras mediante su presunta asociación con acciones
delictivas. En octubre de 1973, la revista Ercilla publicó un reportaje denegatorio de la condición de los
prisioneros reunidos en la isla Dawson, en cuyas dependencias se practicó la tortura, no sólo de acuerdo
a la información recabada por esta Comisión, sino también a las denuncias de la época.
Con el propósito de salirle al paso a la ola de "rumores sobre el maltrato a los detenidos", las
autoridades habrían accedido al escrutinio de los periodistas. Para Ercilla, al menos, los prisioneros
recibían un "trato deferente" y gozaban de "buena salud", según rezó el titular. "Si no existiesen los
necesarios centinelas y alambradas, nadie podría decir -se argumentaba- que se trata de un campo de
confinamiento. El aspecto físico de los confinados muestra una lozanía que no les era característica en
su vida anterior. Sus rostros están tostados producto del sol y el viento magallánico." Resta precisar que
la prensa en ejercicio también desempeñó un papel activo en la difusión de las ideas base del régimen
militar, coadyuvando, de tal modo, a la idea de la existencia de un enemigo interno al acecho, con
arsenales ocultos a su disposición. Cabe señalar que el contexto de violencia verbal preexistente en la
política chilena dio pábulo a este predicamento”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión
Política y Tortura, 188).
21
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
“Gracias a la pantalla chica los chilenos nos informamos sobre la trascendencia de incorporarnos
al entonces naciente sistema de AFP: “No sea quedao compadre” comentaban las caricaturas que
invitaban a afiliarse al nuevo sistema previsional; aprendimos a través de la Teletón y los “Chile ayuda
a Chile” que la caridad pública podía juntar los recursos que negaba una ausente política estatal; y nos
ilusionamos con la idea del progreso personal dependiendo de la puerta A, B o C o de si “dispara usted
o disparo yo”.
Con la llegada del color en 1978 y de los dólares baratos, la televisión chilena vivió momentos de
esplendor. Su historia, convertida actualmente en trivia de jóvenes sin memoria política, prolifera por
estos días en sitios web dedicados al anecdotario de los “años dorados” de la televisión. No son pocos
los que añoran esos días de “televisión con estilo”, donde los programas nocturnos se iniciaban con
musicales a lo Broadway y las vedettes lucían posaderas fenomenales, mientras que en sus plateas de
mesas y sillas con lamparitas, funcionarios del régimen y bigotudos agentes de la CNI migraban desde
la piscola al whisky importado.
La entretención se erigió a inicios de los ’80 como la principal función de la televisión. La prensa
comenzó a llamar pomposamente “estelar” a esta clase de producciones”. (“La Televisión Chilena Bajo
Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación).
“1976: Canal 13 no le permite al cardenal Raúl Silva Henríquez que dirija un mensaje al país para
hablar sobre las violaciones de los derechos humanos. La entonces reportera del canal católico, Andrea
37
Biblioteca del Congreso Nacional. Reseñas Parlamentarias 1811-2018 (Fuente:
http://biografias.bcn.cl/wiki/Juan_Patricio_Jos%C3%A9_Hamilton_Depassier)
38
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
39
Ídem.
40
Ibíd.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
Vial, recuerda que una vez quiso entrevistar al cardenal en el aeropuerto y que el Gran Canciller de la
U. Católica, propietaria de Canal 13, le tapó el micrófono y le dijo que no perdiera tiempo, que su canal
nunca iba a pasar las declaraciones.
1981: El joven cantautor Oscar Andrade participa en el programa musical “Chilenazo” de Canal
11 con la canción Noticiero Crónico. Advertido por un productor que su tema iba a ser censurado, se
esconde por media hora de las autoridades del canal hasta escuchar que Jorge Rencoret anuncia que es
el ganador. Ningún sello acepta grabar la exitosa canción.
1984: Javiera Parada, de 9 años, se convierte en la estrella infantil de Canal 7 gracias a sus roles en
las telenovela “La Torre 10” y “Marta a las 8”. Un año después su padre, José Manuel, aparece
degollado junto a otros dos miembros del Partido Comunista. Televisión Nacional nunca más la vuelve
a poner en pantalla.
1988: Canal 7 censura el capítulo 82 de la serie “Miami Vice”, que transmitía con gran éxito desde
hace dos años. En el capítulo “Baseball de la muerte” los detectives Ricardo Trubbs y Sony Crockett
sospechan que el jefe de la policía secreta chilena está involucrado en un caso de doble asesinato”. (“La
Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación).
“El 15 de junio de 1978 el ministro del Interior se dirigió al país por radio y televisión para exponer
la versión de la junta militar sobre los detenidos desaparecidos. Sergio Fernández señaló que carecían
de información sobre estas personas y sugirió que estarían viviendo en la clandestinidad o que habrían
caído en enfrentamientos con la policía o con los militares y que habrían sido sepultados con su
identidad falsa y por ello su paradero sería desconocido.
Este discurso de Fernández pretendía reforzar una decisión que le correspondió anunciar: Con la
finalidad de poner término a la incertidumbre de los familiares afectados, informo oficialmente a la
nación que la Junta de Gobierno ha resuelto dictar una ley que declara la muerte presunta de todas
aquellas personas que a la fecha se encuentren desaparecidas y respecto de las cuales ya se haya
interpuesto recurso ante los tribunales de justicia o acción ante las autoridades gubernativas” 42. (“La
Impunidad”, en Chile, la Herida Abierta, 53).
La oposición al Gobierno Militar, solo hacía noticia por razones negativas, las
denuncias contra las violaciones a los Derechos Humanos se catalogaban como actos
mezquinos por parte de los medios de comunicación, de esta manera se engrandecían los
intereses del país. Todo lo que la televisión presentaba era la verdad absoluta y todo
cuestionamiento a esto, suponía una agresión, no contra el Gobierno Militar, sino contra el
país y la nación. La política comunicacional del Gobierno Militar magnificó de esta manera,
el peligro de una posible guerra civil, de ahí la aparición del “Libro Blanco del Cambio de
Gobierno en Chile” y las alusiones que se hacían al denominado Plan Z43.
41
Amorós, Mario. Chile la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.
42
Revista de Chile, Santiago: 1999.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
"La libertad de expresión es -además de un derecho de los pueblos- uno de los más sólidos
baluartes democráticos. Los medios de comunicación, con acreditación, con respeto, han sido
mantenedores de la facultad, sin caer en desbordes. Buen criterio, ponderación y responsabilidad, han
sido la tónica imperante desde el 11 de septiembre de 1973". (Informe de la Comisión Nacional Sobre
Prisión Política y Tortura, 189).
Tal afirmación, acorde con la información que desprendía la televisión como la radio,
fueron el soporte y la verdad de muchos chilenos, que confiaban en la calidad periodística del
Gobierno Militar. La prensa en sí admitía un estado de emergencia, pero confiaban que esta
situación irregular se mejoraría con el tiempo.
Así como muchos medios escritos fueron partidarios del montaje, desde manera
implícita a las formas más explícitas de aprobación, también hubo medios que mostraron de
forma implícita, una moderada disidencia hacia el Gobierno Militar, claro ejemplo de esto fue
el semanario “Qué Pasa”45, por el hecho de denunciar a civiles que aspiraban a grados
mayores de institucionalización del sistema autoritario y de una participación más decisiva en
su conducción, al igual, este semanario así como censuraba a la DINA, también condenó al
Comité Pro Paz, acusándolo de brindar:
43
Plan Z, era un calificativo impuesto por el Régimen Militar, a un supuesto autogolpe que planificaba realizar la
Unidad Popular, para dar inicio a una guerra civil el 17 de septiembre. El libro en cuestión, hace referencia a una
serie de documentos confidenciales hallados después del Golpe Militar, a representantes de la oposición, catalogando
estos, como material subversivo, para provocar el miedo colectivo.
44
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
45
Ídem.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
‘limpias’, sean exteriores, civiles o de subversión como la que libramos" 46. (Informe de la Comisión
Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 189).
“Las Fuerzas Armadas negaron la veracidad de tan somero documento: “Estos señores todavía
creen en la guerra con encajes… Los vencedores no tienen cuentas que rendir a los vencidos”, aseguró
Manuel Contreras. Por su parte, Pinochet afirmó que el Informe Rettig no era más que un conjunto
“suposiciones” formuladas con “parcialidad y ligereza” por personas “ignorantes de la realidad militar”
que no habían considerado más que informaciones unilaterales”. (“El Pacto”, en Chile, la Herida
Abierta, 68).
Al finalizar, el tiempo da la razón a los hechos y en especial cuando se trata del secreto y el
silencio, los abusos y la amenaza, los cuales pudieron mantenerse ocultos por mucho tiempo,
pero el peso de la memoria es más fuerte y en algún punto el testimonio, el relato y la narración
de los protagonistas de aquella época, que sufrieron en carne propia la agresión física y
psicológica, la violencia a su intelecto, tenían que hablar. Una voz no puede provocar mucho,
sabiendo que son los medios de comunicación los que controlan la verdad y la opinión pública,
pero muchas voces pueden hacer un cambio. En Democracia, se ha entendido esto, se ha
trabajado a lo largo de los años de una manera lenta en recabar información y entregarla a las
nuevas generaciones, historia y memoria, relatos y testimonios que no pasan desapercibidos, la
exposición de lo que fue la censura, en contraste con la apertura informativa que hoy en día nos
bombardea, el aprendizaje de dejar constancia y luchar por la verdad y la justicia, a pesar que los
medios oficiales y masivos, se crean dueños de la verdad.
4. BIBLIOGRAFIA.
a) Bibliografía Utilizada.
- Agamben, Giorgio. Lo que Queda de Auschtwitz. España: Homo Sacer II. Pre-textos, 1999.
- Amorós, Mario. Chile la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.
46
Ibíd.
47
Amorós, Mario. Chile, la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.
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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA
- LaCapra, Dominick. Escribir el Trauma, Escribir la Historia. Buenos Aires: Nueva Visión,
2006.
- La Capra, Dominick. Historia y Memoria Después de Auschwitz. Buenos Aires: Prometeo
Libros,. 2009.
- Lira, Elizabeth. El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia
en Chile (1973-1985).
- Méndez, Paola. Sitios de Memoria: El Recuerdo que Permite Olvidar. Santiago: Revista
Reflexión Nº 30. Ediciones CINTRAS, 2003.
- Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la
Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
- Neumann, Isabel; Erazo, Rodrigo. Significado Psicosocial de la Tortura: Ética y Reparación.
Equipo Programa Médico Psiquiátrico (FASIC).
- Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición.
2011.
- Piper, Isabel. Obstinaciones de la Memoria: La Dictadura Militar Chilena en las Tramas del
Recuerdo. Departamento de Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona, 2005.
- Rettig, Raúl. Informe Rettig: Comisión de Verdad y Reconciliación. Santiago: 1990.
- Revista de Chile, Santiago: 1999.
- Richard, Nelly. Residuos y Metáforas; Políticas y Estéticas de la Memoria. Santiago:
Editorial Cuarto Propio. 1998.
- Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado, Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión.
Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2005.
- Uribe, Hernán. “Prensa y Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los
Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos”.
Santiago: Ernesto Carmona Editores, 1997.
- Vera, Richard. “Se Rompe el Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura”. Diario La
Nación, Santiago: 2006.
- Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Centro de Estudios Manuel Henríquez,
Santiago: Archivo Chile, 2003-2006.
- Zerán, Faride. “Atentados a la Libertad de Expresión en Chile, 1973-1987”. Se Rompe el
Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura. Santiago: Richard Vera autor. Diario La
Nación, 2006.
b) Bibliografía Complementaria.
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c) Páginas Web.
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