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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA

CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

ASIGNATURA: MEMORIA, NARRACIÓN Y TESTIMONIO

VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA,


AUTOCENSURA Y EVASION A LA CENSURA EN LA
DICTADURA CHILENA
Gabriela Ferrada Acuña.-

1. DISCUSION Y PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACION.

Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra Censura1 tiene estos significados:

“(Del lat. censūra).
1. f. Dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito.
2. f. Nota, corrección o reprobación de algo.
3. f. Murmuración, detracción.
4. f. Intervención que ejerce el censor gubernativo.
5. f. Pena eclesiástica del fuero externo, impuesta por algún delito con arreglo a los cánones.
6. f. Entre los antiguos romanos, oficio y dignidad de censor.
7. f. Psicol. Vigilancia que ejercen el yo y el superyó sobre el ello, para impedir el acceso a la conciencia de
impulsos nocivos para el equilibrio psíquico.
8. f. ant. Padrón, asiento, registro o matrícula.

~ de cuentas.
1. f. La ejercida por el censor jurado de cuentas.

previa ~.
1. f. Examen y aprobación que anticipadamente hace el censor gubernativo de ciertos escritos antes de darse a
la imprenta.”

Como se puede apreciar, cuando hablamos del concepto de censura, nos estamos refiriendo a
una práctica, legalizada o no, dependiendo su contexto, en donde un juicio, persona, o estamento,
intercede sobre otro, para intervenirlo, reprobarlo y/o eliminarlo de algún registro, con algún fin
determinado.
Cuando hablamos de censura en Chile, específicamente en el periodo de la Dictadura
Militar, que abarca de 1973 a 1990, con el restablecimiento de la Democracia, no estamos
hablando de una práctica nueva o sin precedentes, sino más bien, de una de las tantas estrategias
que se implementaron para mantener el orden y la consecuencia de los fines, que en primera
instancia, procuró establecer el Gobierno Militar en Chile, basándose en experiencias que
Gobiernos anteriores, establecieron en el país, desde la Época Colonial2.
Por lo tanto, para hablar de censura, no estamos refiriéndonos a una estrategia menor y que
se dio en un espacio de tiempo determinado, sino de una temática amplia, que trasciende en el
tiempo, la cual requiere un enfoque investigativo abarcador, que no solo implique las referencia

1
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición. 2011.
2
Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
2003-2006.

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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

históricas que hay en la materia, sino que involucre también los factores sociales, psicológicos,
económicos, culturales del contexto en sí, en donde se aplique dicha práctica.
Para poder iniciar esta Investigación Exploratoria, en donde se quiere indagar el fenómeno
de la censura, desde las narrativas y testimonios, que dieron cuenta de este periodo de tiempo en
donde más se han violado los Derechos Humanos, ha sido necesario conocer diferentes textos y
bibliografía base, la cual, por un lado nos indica la importancia del valor del testimonio y las
declaraciones de víctimas y testigos, participantes directos o indirectos del periodo de Dictadura,
las que hoy en día forman parte del imaginario colectivo que conocemos y, por otro lado, la
escasez o nulidad que hay en cuanto a registros audio-visuales, que nos relaten gráficamente, lo
que con el testimonio conocemos, como parte de nuestra historia nacional.
Pueden, en esta línea, surgir varias interrogantes, pero las que resalto y con las cuales
pretendo dar inicio a la investigación es que, conociendo que hay más de 28.000 víctimas de la
Dictadura, quienes estuvieron presos, fueron torturados de una u otra forma, en diferentes
recintos, ¿cómo y porqué no hay ningún registro fotográfico de aquellos incidentes?, ¿porqué no
hay ninguna publicación de aquella época que cuente aquello?, o también, revisando revistas y
publicaciones de la época ¿porqué veo espacios en blanco, en donde corresponde alguna
fotografía o relato, de algún tema que tuviese que ver con el acontecer nacional?. Si bien es
cierto, hoy en día para una persona de mi generación, aquellas interrogantes resultan curiosas,
porque nací en un tiempo en donde el despliegue de información y la comunicación está sobre
explotada y sobre dimensionada, imaginar la censura, en el mismo plano que conozco, me relata,
que aparte de todas las violaciones emitidas en aquella época al país, se estaba ejerciendo un
atentado al intelecto, al conocimiento, al derecho de toda persona de informarse, expresarse y
conocer lo que ocurría a su alrededor. Es a esto a lo que yo llamo “violencia al intelecto”, una
violencia que no agrede físicamente, ni deja marcas visibles, sino más bien, una violencia interna,
que deja marcas, pero en la conciencia y/o el imaginario colectivo, una violencia que se traduce
en un silencio que desgarra más que una cruda verdad, un espacio en blanco en nuestra historia,
que se empezó a reconstruir de una forma muy lenta, a medida que el país iba llegando a la
Democracia, a finales de los ochenta y principio de los noventa.
El ex Presidente Ricardo Lagos, en el prólogo del Informe Valech se cuestiona “¿Cómo
pudimos vivir 30 años en silencio? Sabemos que durante la dictadura el silencio era
consecuencia del miedo, pero eso no lo explica todo. Del lado de las víctimas, el silencio se
relaciona con una actitud de dignidad básica” 3. Con este cuestionamiento, denota que la
preocupación sobre el silencio durante la Dictadura Militar no solo resulta una interrogante para
las personas que ajenamente fueron testigos de este periodo histórico, sino también de los
diferentes actores sociales que hoy en día, por estar representando al país desde sus altos cargos,
exhiben como una deuda a la nación, la respuesta a la censura que se dio, desde diferentes
ámbitos, a las violaciones de los Derechos Humanos, que estaban recibiendo muchos
compatriotas, hombres, mujeres y niños, a lo largo del país.
Lo que ayer fue censura, tiene como consecuencia que el día de hoy tengamos
desinformación respecto a lo que ocurrió, y aún así, teniendo muchos testimonios, recopilados a
través de los años de las múltiples víctimas y testigos que han querido compartir su relato, sin
olvidar el registro de quienes hoy en día no están con nosotros, por ser parte del grupo de
desaparecidos; hace falta una reconstrucción transversal de lo que ocurrió, exponiendo parte del

3
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

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registro que no se quiere dar a conocer, registro visual que ha permanecido oculto, entre quienes
gobernaron y establecieron de mala manera el orden en el país, durante el periodo de Dictadura.
Con esta Investigación se quiere conocer, a través de la narrativa y el testimonio, las formas
más ilustrativas en la cual se ejerció la censura en Chile, atentando y violentando el intelecto de
quienes fueron testigos de esta época, ya que ellos tienen la memoria y la visión de haber
permanecido en aquella época, primero, sin saber qué era lo que ocurría, luego, deduciendo por
diferentes señales las atrocidades que muchas personas estaban viviendo a lo largo del país, y por
último, conociendo por fuentes de comunicación e información externas a las establecidas, los
atropellos que se estaban cometiendo, los montajes y/o atentados, los cuales muchas veces
sirvieron y a la vez crearon los mismos medios de comunicación establecidos, por orden del
Gobierno Militar, para mostrar una imagen que les beneficiara, tanto dentro, como fuera del país.
Para conocer a grandes rasgos las temáticas que abarcará la Investigación (que es parte de
los Objetivos de Investigación), están: la Memoria de Censura Chilena, que intenta conocer, a
través de la memoria colectiva, cuáles fueron las principales estrategias del Gobierno Militar de
silenciar los canales de comunicación establecidos, a los que surgían desde el margen y a quienes
se desplegaban desde el extranjero, la pregunta que guiará este eje será ¿cómo nació, se gestó y se
validó la censura durante el Gobierno Militar?; luego, sigue la temática de la Autocensura
Impuesta, lo que se refiere, cómo el consciente colectivo asumió internamente la censura a través
del silencio, específicamente las víctimas y testigos de los atropellos ocurridos en la Dictadura,
entendiendo que ellos, como principales afectados tenían algo que comunicar: un testimonio, pero
por diferentes motivos, sociales o psicológicos, entre otros, no pudieron contar su verdad, la
pregunta que guiará este eje será ¿qué ejercicio impositivo de intimidación ejerció el Gobierno
Militar a las víctima, en pro del silencio de lo que ocurría en los centros penitenciarios y/o de
tortura?; y por último, la temática del Montaje y Evasión a la Censura, que se refiere a las
múltiples tácticas que empleó el Gobierno Militar, generalmente, para evadir lo que estaba
ocurriendo, utilizando como fuente los testimonios y narrativa existente, la pregunta que nos
guiará este último eje es ¿cómo se utilizaban a los medios de comunicación e información de
aliados, para engañar y a la vez, entretener o distraer al país, durante la Dictadura Militar?.
Para comprender el pasado, el cual nos asalta con estas interrogantes, es necesario ponerlo
en evidencia4, tal como menciona Sarlo:

“Si no se encuentra respuesta en la esfera pública actual, ha fracasado y carece completamente de interés. La
modalidad no académica (…) escucha los sentidos comunes del presente, atiende las creencias de su público y
se orienta en función de ellas. Eso no la vuelve lisa y llanamente falsa, sino conectada con el imaginario social
contemporáneo, cuyas presiones recibe y acepta más como ventaja que como límite”. (Tiempo Pasado,
Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión. 15)

Por lo mismo, la importancia que reviste el testimonio, como fuente de información, va más
allá de una necesidad académica, es el poder que él mismo tiene, como principal canal de
información que muchas personas, víctima y testigos de ese periodo histórico, construyen para
que nosotros ahora podamos comprender y conectar el pasado con el presente. El narrador, el
testigo que nos entrega el testimonio, se nos valida como la principal fuente de información,
porque:

4
Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado, Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión. Buenos Aires: Editorial
Siglo XXI, 2005.

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CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

“Es alguien que ha presenciado o experimentado en propia persona – o indirectamente a través de la


experiencia de amigos, familiares, vecinos, etc. – los acontecimientos que narra. Lo que da forma y sentido a
esos acontecimientos - es decir lo que los hace historia – es la relación entre la secuencia temporal de los
acontecimientos y la secuencia de la vida del narrador, plasmada en la estructura verbal del texto testimonial” 5.
(“Prologo a la Segunda Edición”, en A Voz del Otro, 10).

La bibliografía que se ha empleado para la investigación involucra textos que se


reprodujeron en periodo de Dictadura Militar, como algunos que se dieron fuera de ella. Textos
que señalan el cómo se gestó la censura, hablado desde los mismos afectados: periodistas,
escritores, historiadores, entre otros; el cómo se tergiversaron las violaciones a los Derechos
Humanos, el daño social que implicó la censura a la comunidad nacional. En resumen,
documentos que amplían el espectro que se quiere delimitar con esta Investigación. Los
testimonios hablan por sí solos, más que las interpretaciones que se les puedan atribuir a los
mismos, al igual que las narrativas que se pretenden abarcar, ellas fundamentan el objetivo de la
Investigación, el cual es indagar cómo la censura en Dictadura Militar recreó la violencia al
intelecto, la violencia al conocimiento, la violencia al derecho que todos tenemos ahora, de saber
la verdad.

2. HIPOTESIS DE INVESTIGACION.

Para poder establecer una Hipótesis que guíe la Investigación, cabe mencionar, como se ha
dicho en el Planteamiento del Problema de Investigación, que es una misión complicada, ya que
la censura es una temática muy amplia, que puede repercutir en varios sentidos, más allá de los
sociales o políticos que dispute un contexto en particular. Para efectos de esta Investigación, se
partirá, entendiendo como censura la “intervención que ejerce el censor gubernativo”6, más que
las otras definiciones, que la Real Academia de la Lengua tiene establecidas para el término.
Primero, porque ésta atañe más al Objetivo de la Investigación, y segundo, porque la censura,
enmarcada dentro del contexto de la Dictadura Militar, habla más de una imposición del
organismo gubernativo, que del eclesiástico u otro, que eran quienes marcaban la pauta de
censura, en la Época Colonial o de Independencia de Chile, en los siglos XVI al XIX en el país7.
Marcada la delimitación conceptual como contextual de lo que se refiere a censura, se puede
entenderá la pertinencia de lo que se plantea como la Hipótesis de esta Investigación. Desde el
día en que se produjo el Golpe Militar en Chile, el 11 de Septiembre de 1973, después de
conflictos que el país experimentaba, social y políticamente, en el Gobierno de Allende, empezó
a regir, desde el primer momento, la censura a toda expresión social que se vinculara con el
Gobierno anterior, como a los disidentes y/o opositores al Gobierno Militar. Esta acción se
estableció bajo la política del miedo, miedo no sólo del país ante un Gobierno Militar que no
tenía definido su rol dentro del restablecimiento social, económico y político del país, sino
también del miedo del mismo Gobierno Militar, a lo que podía ocurrir con el nuevo y agitado
panorama nacional que debería enfrentar. Este miedo, que desde el Gobierno Militar se tradujo en
represión, violencia, violación de Derechos Humanos, también se aprecia en la suspensión de la

5
Beverley, John; Achugar, Hugo, Compiladores. A Voz del Otro. Lima: Latinoamericana Editores, 1992.
6
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición. 2011.
7
Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
2003-2006.

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libertad de expresión: comunicación e información; resumiendo: a la censura del derecho a la


información.
La Hipótesis que encierra esta afirmación se basa en que, si el Gobierno Militar hubiese
permitido la libertad de expresión, - la cual fue muy diversa y vivió su máximo apogeo en el
Gobierno de Allende8 -, no censurando los canales de comunicación y de información, habría
sido imposible concebir los crímenes masivos sufridos en el país, crímenes que se cometían bajo
el mandato del Gobierno Militar, con el sustento y criterio de que se estaba en un periodo de
guerra, en donde las fuerzas opositoras debían ser detenidas y aprehendidas de raíz, para volver a
un equilibrio social, económico y político, basado en las ideas, de ese entonces, de los partidos de
oposición al Gobierno Socialista de Allende. Si se hubiese definido e informado los planes de
acción del Gobierno Militar, como sus estrategias (no menores comparadas con las aplicadas en
los Gobiernos de González Videla, Ibáñez y Jorge Alessandri), el país entero habría detenido lo
que acontecía, de una u otra forma, atacando los planes que el Gobierno Militar definía como los
correctos, maquinaciones que no sólo se regían desde el Gobierno Militar establecido, sino desde
organismos externos que dependían del Gobierno Militar, como servicios de inteligencia, centros
penitenciaros secretos, entre otros, quienes tenían la misión de velar que todo lo emitido en el
país, relacionado a la información, comunicaciones e investigaciones, se realizaran bajo la lógica
militar, la supervisión y la aprobación del Gobierno Militar.
La censura por tanto, es una estrategia que servía y beneficiaba al Gobierno Militar, para
hacer funcionar mejor el país, demostrándole a la ciudadanía que se estaba restableciendo el
orden, por un lado y por otro, entregando una imagen internacional de un país que, pese a los
conflictos suscitados antes y después del Golpe de Estado en 1973, estaba creciendo económica
y tecnológicamente. Toda esta imagen expuesta por los medios de comunicación e información
aliados, o manipulados por el Gobierno Militar, obviaban la realidad que estaban viviendo miles
de chilenos y chilenas, quienes eran detenidos por sus ideas contrarias al Gobierno Militar, se les
vinculaba a un sin fin de causas que ameritaban detención, esas víctimas que sufrieron abusos y
violaciones a su dignidad, provocándoles daños que repercuten hasta el día de hoy, no solo a sus
familias, sino que al país entero. Sólo cuando se volvió a la Democracia en 1990, se supo la
verdad de lo que ocurría, una verdad que ya era rumor, la verdad ocultada y manipulada, que el
Gobierno Militar intentó hacerla parecer olvidada.
Mediante la Hipótesis expuesta, se pretende demostrar a través de esta Investigación,
utilizando la memoria, el testimonio y la narrativa, cómo la censura provocó un daño profundo al
intelecto y el imaginario colectivo del país entero, utilizando la esfera comunicacional, la
autocensura impuesta a las víctimas y los mecanismos de silenciación, para así facilitar el
desempeño del Gobierno Militar, en la consecución de objetivos y roles que exigía el panorama
nacional imperante.

3. OBJETIVOS DE INVESTIGACION.

El Objetivo de la Investigación es explorar, a través de la narrativa y testimonio existente,


las formas y estrategias más ilustrativas de cómo se ejerció la Censura en Chile, en el periodo
de la Dictadura Militar en Chile, durante los años 1973 a 1990. Con este Objetivo de
Investigación se pretende responder los cuestionamiento referidos en el Planteamiento del

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Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Santiago: Centro de Estudios Manuel Henríquez, Archivo Chile,
2003-2006.

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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

Problema de Investigación, y así ampliar el conocimiento que hay sobre aquella época herida de
nuestra historia, época que personas de mi generación conocen y refutan, pero sin la experiencia
o vivencia de haber sido testigos presenciales de lo que ocurría o no ocurría.
Planteado el Objetivo de Investigación, se dan a conocer los Objetos que involucra la
Investigación, los principales ejes abarcadores, que señalan una transversalidad en cuanto a la
memoria de censura, al testimonio de Autocensura y a la narrativa del Montaje y Evasión a la
Censura, durante el periodo de Dictadura Militar en Chile.

- Memoria de Censura Chilena: Entendida como un mecanismo más de violencia, este eje se
referirá a cómo nació, gestó y validó desde sus inicios la censura, a través de la memoria
escrita y validada como registro de la época. Cabe destacar acá los antecedentes referidos a la
censura, los medios de comunicación y de información, cómo se cubrió y ocultó lo que
ocurría, desde los planos de literatura, periodismo, cine y/o tv, e intervenciones intelectuales
y/o culturales.
- Autocensura Impuesta: Entendida como un mecanismo impositivo y de sumisión, desde los
opresores hacia las víctimas y sobrevivientes de la Dictadura Militar, en este eje corresponde
indagar en base a los testimonios, sobre qué ejercicios impositivos de intimidación ejercía el
Gobierno Militar a las víctimas, en pro del silencio de lo que ocurría en los centros
penitenciarios y/o de tortura. Cabe destacar aquí los antecedentes de montaje, amenaza e
intimidación que se ejercía, en el plano nacional e internacional, para ocultar lo que estaba
sucediendo.
- Montaje y Evasión a la Censura: Entendida como un mecanismo transversal del Gobierno
Militar, quienes, utilizando métodos de evasión, daban cuenta de otro Chile, en plena
Dictadura Militar, en este eje se pretende conocer desde la narrativa existente, cómo se
utilizaban éstos métodos de evasión, de los medios de comunicación e información aliados al
régimen, para engañar, entretener y mantener pasiva a la ciudadanía, durante la Dictadura
Militar. Cabe destacar en este punto, la visión y la amplitud que tenían dichos medios, como
también quienes fueron insurgentes en pleno régimen.

A través de una Investigación crítica de las estrategias de silenciación y del análisis a los
Objetos de Investigación, se pretende dejar un registro general y contrastable con la Hipótesis de
Investigación, de lo que se convierte finalmente, en la violencia al intelecto.

4.- DESARROLLO DE LA INVESTIGACION.

Para poder hablar de censura en la Dictadura Militar que ocurrió en Chile, entre los años
1973 a 1990, con el restablecimiento de la Democracia, es imprescindible dar cuenta, con el
material bibliográfico existente, cuáles fueron los tres canales por los cuales el país, pudo obtener
el derecho de conocer realmente lo que ocurrió con miles de chilenos, que fueron víctimas
directas o indirectas, de la represión que vivió el país. Estos tres canales, los cuales hicieron su
aparición en la Democracia, no fueron los que dieron origen a la historiografía y la memoria de
denuncia de las violaciones a los Derechos Humanos en Chile, pero si fueron los primeros, que
nacieron con la responsabilidad del Estado, en declarar, exponer y reparar el daño causado en el
inconsciente colectivo del país, referido a la censura que presionó la Dictadura Militar al país.

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De estos tres canales, al primero que se hace mención es al el Informe Rettig, este informe
fue expuesto el 9 de febrero de 1991, por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación,
durante el Gobierno de Patricio Aylwin. Este informe dio inicio al perdón que dio el Estado al
pueblo de Chile, por todos los daños y violaciones que sufrió el país en manos del Gobierno
Militar. Las palabras del Presidente Patricio Aylwin en el discurso de presentación del informe,
sus palabras fueron:

“(...) como Presidente de República, me atrevo a asumir la representación de la nación entera para, en su


nombre, pedir perdón a los familiares de las víctimas (...) pública y solemnemente la dignidad personal de las
víctimas, en cuanto hayan sido denigradas por acusaciones de delitos que nunca les fueron probados y de los
cuales nunca tuvieron oportunidad ni medios adecuados para defenderse (...)”9 (Nunca más en Chile. Síntesis
corregida y actualizada de Informe Rettig).

El segundo canal al cual se hace mención en esta Investigación, no salió desde el Gobierno
ni de una comisión especial, pero si del ámbito periodístico y respaldado por diferentes entidades,
el libro Morir es la Noticia, el cual fue publicado en el año 1997, por el editor Ernesto Carmona,
el cual se basa en una investigación realizada por 62 autores, todos del ámbito de los medios de
comunicación y periodismo, en donde se narran la historia de compañeros de profesión
asesinados y/o desaparecidos, además de los múltiples atropellos ejercidos durante la Dictadura a
la profesión periodística, ligadas a la censura y a la clausura de diferentes medios de información
nacional. Este libro si bien es cierto, relata la investigación de diferentes autores, otorga material
inédito sobre personas que fueron desaparecidas, contenido fotográfico y testimonios de
relevancia, sobre como el Gobierno Militar ejercía presión sobre los medios de comunicación.
Y por último, el canal más importante para efectos de esta Investigación, es el Informe de
la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, publicado el 26 de septiembre de
2003, por la Comisión Valech, durante el Gobierno de Ricardo Lagos. Este informe daba cuenta
de los detenidos desaparecidos, centros de detención y tortura, y de las diferentes privaciones a
las cuales se sometió al país durante el periodo del Gobierno Militar. La entrega de este informe
consumió gran parte del interés y la polémica del país, ya que después de 13 años se daba a
conocer al detalle lo que había ocurrido en el país, con testimonios desgarradores y cifras
alarmantes que hablan de 35 mil chilenos 10 que fueron detenidos y sometidos a diferente tipo de
vejaciones y torturas, dejando en claro, desde una primera instancia, que hubo muchas más
víctimas de prisión política y tortura, que no accedieron a ser parte de este informe, por el daño
social y psicológico que han enfrentado a lo largo del tiempo ellos y sus familias.
Estos tres canales de investigación son los que abren paso a un sinfín de publicaciones,
libros, informes que datan de la represión, censura y violencia que ejerció el Gobierno Militar en
el país. La mayor parte de la Bibliografía a la cual se hace referencia en esta investigación utiliza
de base estos canales, complementando a mayor detalle lo que significó desde un inicio la
censura y el derecho de información al país, a las consecuencias de gran escala que esta censura
provocó en la memoria del país. Tal como se afirma en la Hipótesis de Investigación, la censura y
el silencio protagonista durante la Dictadura Militar, influyó en gran parte que el país no supiera,
mal interpretara y negara, todos las violaciones a los derechos humanos que estaban sufriendo
muchos compatriotas, presos políticos, en diferentes puntos del país, no necesariamente en una

9
Comisión Chilena de Derechos Humanos. Nunca más en Chile. Síntesis corregida y actualizada de Informe Rettig.
Santiago: Ediciones LOM, 1999.
10
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

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cárcel o recinto penitenciario, sino también en viviendas, dependencias ubicadas en los centros de
las ciudades, casas de estudios o centros deportivos, utilizados para estos inhumanos fines.
A modo de resumen, antes de desglosar los diferentes Objetivos que persigue esta
Investigación, es preciso mencionar que a través de la Dictadura Militar, mediante diferentes
leyes, disolvieron el Congreso Nacional y el Tribunal Constitucional, clausuraron y cerraron
todos los partidos políticos que conformaban la Unidad Popular, destruyendo también, los
registros electorales, de esta manera la ciudadanía perdió el derecho de elegir a sus dirigentes
mediante el sufragio, rompiendo todo lineamiento democrático que había tenido el país hasta
antes de 1973. Además de esto, el Gobierno Militar controló todas las actividades de
organizaciones sindicales y estudiantiles, nombrando a oficiales de las Fuerzas Armadas, como
rectores, delegados, en las diferentes áreas, con la facultad de expulsar de las casas de estudio a
profesores, estudiantes simpatizantes de la izquierda, y a la vez, controlaban y manipulaban la
programación de los canales universitarios de televisión. Desde esas acciones a unas más
radicales, referidas a la censura de la información, se instauró una rigurosa censura a la prensa
escrita, radio y televisión, lo que puso fin a cualquier medio de comunicación la capacidad de
cuestionar o fiscalizar las acciones emprendidas en Dictadura, en donde se cometieron diferentes
abusos de poder, ya sea en la forma de prisión política, tortura y exilio. Se instauró el toque de
queda como una medida para ejercer control en la ciudadanía y la represión para mantener el
orden. Ya sea dentro, o fuera del país, cientos de chilenos fueron víctimas de la represión ejercida
en el Gobierno Militar y a los demás ciudadanos, la negación del derecho de información y de
libre expresión, lo cual sin lugar a duda, repercutió en la identidad nacional pos Dictadura.
Teniendo ya conocimiento del contexto al cual se forma la Investigación, es preciso ahora
resolver el núcleo que la gatilla, conociendo a través de la memoria, el testimonio y la narrativa
existente, como se ejerció la censura dentro de la Dictadura Chilena, ejercida por el Gobierno
Militar, en los años 1973 a 1990.

a) Memoria de Censura Chilena.

De acuerdo a la memoria colectiva, recapitulada desde los mismos actores sociales


implicados en el silencio que hubo durante la Dictadura, el proceso de conocer cómo nació, se
gestó y se validó la censura en Chile durante el Gobierno Militar, da cuenta de antecedentes
que preceden este periodo, pero sí se ubican en el mismo contexto. En 1970 el clima de la
prensa se encontraba sumida en una crisis, un deterioro progresivo de la convivencia
nacional, lo cual se reflejaba en los diferentes medios de comunicación; la violencia verbal y
las descalificaciones hacia personas de la oposición al Gobierno de Salvador Allende, habían
alcanzado un grado de agresividad, lo que no daba paso a una pacífica convivencia
democrática; en su contraste, en aquellos años hubo una irrestrictiva libertad de prensa y de
expresión y no se elaboró una legislación en el tema, por lo cual, el sector popular convocó un
gran número de medios informativos, no solamente en prensa, sino también en radio y
televisión popular, ya sea desde el ámbito social y universitario. Respecto a esta temática no
se abordará en esta Investigación, pero sí se da cuenta de ello, por ser el contexto en el cual se
alteró, desde que la Junta Militar tomó el poder del Gobierno de Chile en 1973.
La censura y el silencio que se apoderó del país aquél 11 de septiembre de 1973,
partió en el mismo momento del bombardeo de la Moneda, cuando el director de prensa de
“Televisión Nacional”, Augusto Olivares, se quitó la vida de un balazo en la sien, en un baño

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del palacio presidencial que se encontraba en llamas 11. Este acto desesperado llamó la
atención y mostro simbólicamente al país, y en especial al mundo de las comunicaciones, la
gravedad a la cual se estaba enfrentando en ese momento en el país. Y este antecedente es
importante, ya que desde los medios de comunicación e información, es por donde se gestó la
memoria de la censura en el Gobierno Militar.
Respecto al impacto de la censura instaurada dentro del Estado de Sitio, desde el día
11 de septiembre de 1973, donde el Bando N° 15 sólo permitió cautelarmente la publicación
de los diarios “El Mercurio” y “La Tercera de la Hora”, seguir con sus funciones, el
periodista Hernán Uribe reflexiona lo siguiente.

“La censura, el término de las libertades públicas y la violación de todos los derechos humanos,
enmarcaron la creación de una prensa uniformada que por más de tres lustros difundió la mentira oficial
de cada día. Pasarían muchos años antes que pudiera emerger una prensa opositora, aunque sujeta a la
arbitrariedad, incluida la clausura y la amenaza permanente.
Conformar ese modelo de prensa fue fácil, pues sólo permanecieron los medios que respaldaron el
golpe, en tanto que los otros desaparecieron junto con la apropiación de sus bienes, y simultáneamente
con la proscripción de los partidos políticos, de los sindicatos, de las organizaciones sociales y hasta de
los colegios profesionales, aunque varios también propiciaron la ruptura institucional” 12. (“Prensa y
Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de
sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos).

Junto con aquello, el Bando N° 12, dispuso:

“Se advierte a la prensa, radio y canales de televisión, que cualquier información dada al público y
no confirmada por la Junta del Gobierno Militar, determinará la inmediata intervención de la respectiva
Empresa por las Fuerzas Armadas, sin perjuicio de la responsabilidad penal que la Junta determine en
su oportunidad13”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 187).

En palabras simples, la Junta Militar se apodera de la información y de lo que se


transmite a la ciudadanía, en aquellos momentos, como medida precautoria y de control de la
opinión pública, con el objetivo de que el pueblo de Chile, se mantuviera al margen de lo que
estaba ocurriendo. Es por este motivo, y aprovechando la circunstancia, la Junta Militar, a
través del Golpe de Estado, la posterior Dictadura, tomó el control total de los medios de los
medios de comunicación.
Dentro de los principales abusos por los cuales nació y se gestó la censura en el país, a
través del Bando N° 15 y de la Operación Silencio que se originó en el Golpe de Estado, se da
cuenta que se clausuraron diferentes medios y prensa partidaria de la Unidad Popular, se
cerraron los medios radiales y de prensa escrita, como lo fue: “El Siglo”, “Última Hora”,
“Puro Chile”, “Clarín”, “El Diario Color de Concepción”, “Mundo”, “Onda”, “Paloma”,
“Ramona”, “Punto Final”, “Mayoría”, la “Agencia Cubana Prensa Latina”, “CTK
Checoslovaca”, radios como lo fue “Corporación”, la cual era del Partido Socialista, los
militares le quitaron sus bienes e instalaciones, para convertirla en radio “Nacional” y ser la
voz oficial en Dictadura, la misma suerte tuvieron varias radios comunales. Además del cierre

11
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
12
Uribe, Hernán. “Prensa y Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan
la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos. Santiago: Ernesto Carmona Editores, 1997.
13
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

9
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

de estos medios, se confiscaron y reutilizaron sus bienes, para fines del Gobierno Militar,
desde dependencias, hasta maquinarias. Como lo que le pasó a la Editorial “Quimantú” o
“Clarín”, a las cuales les destruyeron las publicaciones y la empresa “Chile Films”. Junto con
la clausura de todos estos medios, se suma la restricción de libertades, la censura previa de
noticias (a través de la Oficina de Censura de Prensa) y opiniones in situ, la prohibición de
películas por motivos ideológicos y al embargo de publicaciones. Empresas estatales como el
diario “La Nación” y “Televisión Nacional de Chile”, con el control e intervención de las
nuevas autoridades, cambiaron su política editorial, en conjunto con los canales universitarios
de televisión, por mediación de los militares delegados en las diferentes casas de estudios.
La Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) registraba en 1976 una cifra
de 20 periodistas y comunicadores asesinados y/o desaparecidos. En los años siguientes las
cifras se incrementaron, con nuevos asesinatos, de estos se destacan los crímenes que aún
están impunes de José Carrasco o de Diana Aaron. Durante el periodo de Dictadura, hubo un
centenar de periodistas convertidos en prisioneros, alrededor de 500 exiliados y un millar de
desempleados; por dar un ejemplo, en Santiago de los once diarios existentes hasta antes del
Golpe de Estado, quedaron solo cuatro; cinco emisoras habían sido bombardeadas y
expropiadas. La Comisión Valech14 determinó que cerca de 230 periodistas sufrieron prisión
política, en conjunto con más de 70 casos de personas vinculadas al periodismo. La Comisión
Rettig15 determinó la desaparición o ejecución de 23 periodistas.
Después de todas las medidas abusivas y restrictivas en cuando a la clausura y censura
de la prensa y de los medios de comunicación, hubo algunos medios que siguieron
funcionando, como lo fueron las revistas “Qué Pasa”, “Ercilla”, “La Segunda” y “Las
Últimas Noticias”, medios que entre los años 1973-1974 llegaron a aparecer con columnas
completas en blanco16. Posteriormente, en 1975, la radio “Balmaceda” sufrió la suspensión
de sus transmisiones por diez días y quedó sometida intermitentemente al régimen de censura
previa, hasta el año 1976, donde fue clausurada definitivamente. Su director, Belisario
Velasco, fue desterrado por más de tres meses a la localidad de Putre. En este mismo periodo,
una edición completa de la revista “Ercilla”, fue requisada por las autoridades.
De los organismos que validaron la censura en Chile, se hace mención
recurrentemente a la “Oficina de Censura de Prensa”, la que funcionaría en la Academia
Politécnica Militar del Ejercito, la cual tiene bajo control las publicaciones escritas
autorizadas; el sistema a emplear sería entonces el de la censura a la edición impresa, por este
motivo los directorios de la prensa autorizada en el periodo, debían entregar diariamente la
información, antes de su emisión, de esta manera se revisaba todo lo que se publicaba. Y le
sigue la temida “Dirección Nacional de Comunicación Social (DINACOS)”, la que
funcionaba en el edificio Diego Portales, dependiente del Ministerio de Secretaría General de
Gobierno, tenía como fin visar y censurar los contenidos que se generaban por todo medio
audiovisual o escrito, autorizando que se transmitía o se circulaba en el país; junto con esto,
extendía su función revisora de las obras culturales y era el encargado de las comunicaciones
oficiales del Gobierno Militar. Tanto un organismo, dependiente de la Junta Militar, y otro,

14
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
15
Comisión Chilena de Derechos Humanos. Nunca más en Chile. Síntesis corregida y actualizada de Informe Rettig.
Santiago: Ediciones LOM, 1999.
16
Vera, Richard. “Se Rompe el Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura”. Diario La Nación, Santiago:
2006.

10
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

dependiente del Gobierno Militar, se encargaron de la censura de la prensa, como también, de


todo medio de comunicación escrito, ya sea en literatura y medios audio visuales.
Fue recién en el año 1976 en donde aparecieron las primeras publicaciones impresas
independientes o contrarias a la ideología del Gobierno Militar. Rompiendo toda clase de
obstáculos, amenazas, presiones y agresiones, los periodistas comenzaron a mostrar la otra
cara de la moneda, lo que realmente estaba ocurriendo en cuanto a la violación de los
Derechos Humanos, pero de forma muy precaria y no de gran cobertura. Los periodistas
comenzaron a investigar, asumiendo el riesgo que ello conlleva, las violaciones, abusos e
injusticas del Gobierno Militar. Pese a que gran parte de estos medios que nacieron en dicho
periodo se concentraban en la capital, el esfuerzo por la publicación y la difusión de ellos fue
un rol clave durante el periodo y permitió, entre otras cosas, que la prensa extranjera y
organismos de Derechos Humanos Internacionales, se empezaran a enfocar en la cruda
realidad que se estaba viviendo en Chile.
Los primeros medios de información que comenzaron a surgir, sin tanta repercusión
pública, fueron la revista “Mensaje”, vinculada a los Jesuitas, “Solidaridad”, patrocinada por
el Arzobispado de Santiago, la cual comenzó a denunciar la política represiva del Gobierno
Militar (entre otros temas la prisión política y tortura), “APSI”, que fue un medio de
información de análisis internacional, con el fin de eludir el cerco de la censura. Ya en 1977
comenzó a circular la revista “Hoy”, con una gran amplitud de pauta y solidez en sus
contenidos; “Análisis”, con su infatigable labor de denuncia, “Cauce” y “Fortín Mapocho”,
con su vocación de reconocer los temas que acongojaban la los sectores populares. Todos
estos medios fueron bien recibidos por los defensores de la libertad de expresión y la justicia,
por ende, se trató de difundirlos a la mayor parte de la población.
Frente a este escenario, el Gobierno Militar creó el Bando N° 107, el cual disponía
que la fundación, edición, publicación, circulación, distribución y comercialización de nuevos
diarios, revisas, periódicos o impresos, debían contar con la autorización oficial del
DINACOS. Esta medida se hacía extensiva a la importación y comercialización de libros,
diarios, revistas e impresos. Es por este motivo que al país no podían ingresar cierto tipo de
libros o revistas extranjeras, como tampoco, la literatura y prensa nacional, podía difundirse a
gran escala en el extranjero.
Es a finales de los años setenta, en donde empezó la prensas y los medios de
información a derrotar la censura y la información dirigida, pero aquello fue un camino largo,
de incertidumbre y peligro, que tuvo muchos obstáculos en los años ochenta. Para estos años
era poca la certidumbre del pueblo chileno sobre las violaciones que estaba ejecutando el
Gobierno Militar, se estableció esto como un tema tabú, que impedía mayor investigación,
porque aun, era el Gobierno Militar quienes poseían el mayor control de los medios de
comunicación masivos, como lo fue la televisión y la radio.
Ya en los años ochenta, la censura en el país recrudeció y por medio a modificaciones
a la Ley, por parte de decretos que creó el Gobierno Militar, de esta manera además de
censurar, estableció penas y castigos legales a quien faltaba a la Ley 17. El Decreto N° 1.217
(1984) se refirió a la prohibición de informar hechos que “provoquen alarma a la población";
el Decreto N° 571 (1985) suspendió la circulación de seis revistas de oposición y censuró la
revista “Hoy”; y el Decreto Exento N° 324 (1985), prohibió informar sobre los partidos
políticos, llamados a protestas, actos terroristas, etc.

17
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

11
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

Dentro de otras medidas de censura, el Gobierno Militar impuso a las revistas


opositoras prohibir la publicación de fotografías, apareciendo muchas veces espacios en
blanco, en donde teóricamente debían ir las imágenes.
Para el año 1984, el balance dio como resultado un total de 21 clausuras y censuras de
medios y más de 30 detenciones por requerimientos judiciales e indagatorias de reo. Se
realizaron golpizas a periodistas, allanamientos, amedrentamientos y relegaciones, según
resumió Faride Zerán, en “Atentados a la Libertad de Expresión en Chile, 1973-1987”18.
Con todas estas restricciones a la libertad de expresión en Chile, el periodismo de
oposición cobra fuerza en los años ochenta, con nuevos medios, los cuales eran de escasa
circulación, que en ocasiones daban cabida al realce al quehacer de organizaciones de base,
que pugnaban por restituir los tejidos sociales de redes solidarias. Entre los medios
informativos más activos en la denuncia de los abusos de los Derechos Humanos, destacaban
la revista “Fortín Mapocho” y “Cauce”, ésta en su segundo número ya había publicado una
portada alusiva a la tortura, tema central de la edición:

“La vida ha seguido en el país - se editorializó en esa oportunidad – durante estos diez años como
si nada sucediese, en tanto en lugares secretos miles de personas sufrieron o sufren castigos horrorosos
por delitos configurados por los mismos sujetos patológicos encargados por la autoridad para oficiar de
investigadores, fiscales, jueces y verdugos, todo al mismo tiempo, sin ser cautelados por la justicia" 19.
(Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 192).

Cabe mencionar que la revista “Cauce”, en conjunto con las revistas “APSI”,
“Análisis” y “Fortín Mapocho”, fueron censuradas en el año 1986, mediante una nueva Ley
de Abusos de Publicidad. El año 1988, el Gobierno Militar establece una demanda por estas
revistas, por haber publicado un aviso en el Comité Central del Partido Comunista de Chile,
dando a conocer su posición frente al plebiscito anunciado por el Gobierno Militar. No
obstante esta Ley y demanda, las acciones emprendidas fueron en vano, ya que otros medios,
presionados por la represión imperante, comenzaron a investigar sobre negocios de la familia
de Augusto Pinochet y otras injusticias.
Gran parte de los medios informativos que supieron mantenerse dentro de los años
ochenta, denunciando y exponiendo la realidad que enfrentaba el país, recibían
financiamiento externo, así descomprimían la presión de la censura, sacando a superficie y
abriendo las instancias de opinión pública sobre temas que hasta ese momento estaban
silenciados, pero en ningún momento, terminar con la capacidad de veto de las autoridades.
Todos estos medios permitieron a la ciudadanía a investigar o dar el incentivo de hacerlo,
sobre las violaciones pasadas y los actuales Derechos Humanos, así en todos los ámbitos
comenzó abrirse el debate público, a la opinión discordante de actores sociales que hasta
entonces, estaban marginados por razones políticas. Así, el punto de vista de la autoridad
comenzó a ser confrontado con las críticas de la ciudadanía.
Toda apertura a la información e investigación comenzó nuevamente a ser amenazada
con la censura, por dar un ejemplo, el diario “La Época”, el primer diario opositor al
Gobierno Militar, recién surgiría en el año 1987, al igual que las emisoras radiales, las que en
ese periodo comenzaron a tener más espacio para sus transmisiones; este diario comenzó a
publicar semanalmente una minuciosa investigación sobre los hechos y los protagonistas que
18
Zerán, Faride. “Atentados a la Libertad de Expresión en Chile, 1973-1987”. Se Rompe el Silencio, Los Medios
Escritos Contra la Dictadura. Santiago: Richard Vera autor. Diario La Nación, 2006.
19
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

12
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

entran y salen en el ruedo de la evolución de la Dictadura, llamado “La Historia Oculta del
Régimen Militar”. La “Radio Chilena”, vinculada con la Iglesia Católica, transformó su
discurso pastoral en un noticiario cuyo contenido informativo era coherente con la oposición
que anhelaba la Democracia. La radio “Cooperativa” y otras más, se convirtieron en las más
oídas por el país, con fieles audiencias masivas, dejando atrás los tiempos en donde se emitían
solo discursos autoritarios incontrarrestables, aún cuando esta radio sufrió reiteradas
sanciones por el contenido de sus mensajes, incluso sufrió la cancelación de algunas de sus
concesiones, pero con el tiempo, logró ocupar el primer lugar en la sintonía del país, llegando
a diferentes regiones y a todo tipo de audiencia.
En cuanto a los medios escritos, la revista “Cauce” quebró en 1989, “Fortín
Mapocho” concluyo en 1990, “Página Abierta” nacida en 1989, tuvo una corta vida de dos
años, “Pluma y Pincel” y “Análisis” sobrevivieron hasta el año 1993, “La Época”, después
de todos los obstáculos que enfrentó en su camino, cerró sus publicaciones en el año 1997,
“APSI” en 1994 y la revista “Hoy”, se mantuvo hasta 1998.
Todos estos antecedentes, reunidos en la memoria colectiva de periodistas, expuestas
en el Informe de la Comisión Valech, dan cuenta de un proceso de censura que no cedió y
trató de imponerse hasta finales del Gobierno Militar. Todos estos esfuerzos por frenar la
libertad de expresión y el derecho de información que deben tener todas las personas, provocó
un desconocimiento y una agresión en la memoria colectiva e identitaria del país, conforme a
todas las violaciones, atropellos e injusticias que estaba cometiendo el Gobierno Militar,
durante la Dictadura en Chile desde 1973. El abogado Andrés Aylwin, entrega su aporte en el
artículo “La libertad de prensa hubiera impedido el crimen de los “Detenidos
Desaparecidos”, aventura en una hipótesis no lejana a la planteada en esta Investigación:
“En algún aspecto, lo más grave que sucedió en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973 fue la
suspensión de la libertad de opinión y de información. Si hubiera existido libertad de expresión habría
sido imposible concebir los crímenes masivos sufridos en nuestro país. ¿Cómo imaginar, por ejemplo,
la existencia de “cárceles secretas” o “centros de tortura” ubicados a escasas cuatro cuadras del palacio
de La Moneda, en la calle Dieciocho N° 22, simbólicamente en el mismo lugar donde anteriormente
funcionó Clarín, si hubiera existido libertad de información?
Si este drama hubiera sido conocido socialmente por el pueblo, no habrían podido ser detenidos y
hechos desaparecer 1.200 seres humanos. La libertad de opinar e informar no sólo es un bien jurídico y
ético, también es una garantía de la existencia real de los otros derechos esenciales. Y lo es, porque la
conciencia de los pueblos, con su sentido profundamente ético, da realmente vida a los otros derechos
esenciales en su expresión concreta.
Por lo mismo, cuando se oculta la verdad del crimen o se falsean groseramente los hechos, el
pueblo, ignorante, queda privado de su infinita capacidad para dar a la historia una orientación ética
correcta.
La libertad de expresión es como la luz. Si no la tenemos, no vemos. Si en la sociedad no se
expresa la verdad, los ciudadanos no perciben el mal, ni siquiera el crimen, y, por lo mismo, están
imposibilitados de condenarlo y evitarlo. Es decir, la conciencia moral de la sociedad deja de funcionar
y de expresarse. Por esto, insisto, la libertad de expresión es el instrumento para que el pueblo conozca
la verdad y precisamente por este atributo, garantiza la supervivencia de los demás derechos esenciales.
Es la posibilidad real de acceso a la verdad lo que otorga legitimidad ética a la libertad de expresión” 20.
(“La Libertad de Prensa Hubiera Impedido el Crimen de los Detenidos Desaparecidos”, en Morir es la
Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos).

20
Aylwin, Andrés. “La Libertad de Prensa Hubiera Impedido el Crimen de los Detenidos Desaparecidos”. Morir es
la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos. Santiago: Ernesto
Carmona Editores, 1997.

13
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

La memoria nacional expuesta, sobre cómo se gestó la censura durante el periodo de


la Dictadura Militar en Chile, en los años 1973-1990, data que ningún medio a lo largo de los
años pudo frenar los diferentes tipos de abusos de las políticas represivas impuestas por el
Gobierno Militar, es más, estas tuvieron que enfrentarlas, pero con el ánimo de informar a la
población sobre lo que estaba ocurriendo, utilizando muchas veces escasos recursos para
llegar a la población. Respecto a las violaciones y abusos a los presos políticos y testimonios
de tortura, tampoco pudieron hacer una denuncia de ella explícitamente, pero sí llamaron la
atención de la prensa internacional, para que ella pudiese también interceder en la entrega de
la verdad y de la información. Sobre los medios de comunicación masivos, que eran los más
controlados por DINACOS, no solo ellos no entregaron información, sino que muchas veces
utilizaron la autocensura informativa y el montaje, ordenados por la Junta Militar, para
informar a la ciudadanía lo que más le convenía al Gobierno Militar.
En resumen, la lucha por la verdad, el derecho de la libre expresión y opinión, fue una
lucha bastante extensa de los medios de comunicación y prensa, con el Gobierno Militar, en
donde hubo muchas pérdidas físicas y humanas, pero también, grandes pasos para que varios
actores sociales intervinieran sobre lo que realmente estaba ocurriendo en el país, esta lucha
tuvo de oponentes, como ya se han mencionado, la autocensura (unida con la represión
imperante) y el montaje (con el fin de callar la verdad), sobre estos puntos se analizará en los
próximos pasos de esta Investigación.

b) Autocensura Impuesta.

La autocensura impuesta, tuvo que ser aceptada sumisamente por el país desde el 11
de septiembre de 1973, constituyéndose como una de las tantas violencias que se gestaron en
el periodo. De la mano de la censura, de la clausura de los medios informativos, como se ha
expresado anteriormente, queda también la memoria y el testimonio de los protagonistas del
periodo, de muchas víctimas que lograron sobrevivir la prisión política y tortura, y también, la
visión y versión de los partidarios del Gobierno Militar. Diferentes visiones se tergiversan
hasta llegar a un punto, el cual es la represión imperante, la represión de no comunicar, la
represión de silenciar, la represión de entregar un mensaje erróneo, la represión de no saber la
verdad.
Al referirnos de los principales ejercicios impositivos de intimidación y censura que
impuso el Gobierno Militar, podemos desglosar, a través del testimonio existente, aquellos
que nacieron desde la Junta Militar, como medidas apresuradas para imponer una sola verdad,
y también, a aquellos ejercicios impositivos que la Junta Militar impuso a varios chilenos y
chilenas, que estaban al tanto de lo que ocurría (periodistas, personas ligadas al ámbito de los
medios de comunicación), como a víctimas de prisión política y tortura.
El Informe Valech dentro de la narración del contexto de los abusos de poder que
ejerció el Gobierno Militar, nombra, entre los primeros medios impositivos de montaje, el
llamado “Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile”21, este libro tenía como fin que la
ciudadanía respaldara el Golpe Militar y las consecuencias que éste traía. El libro detallaba
“armamento de guerra pesado y liviano, encontrado por las fuerzas militares y de orden en los
arsenales de la Unidad Popular”. La mayor parte de las revelaciones que entregaba este libro
nunca fueron comprobadas empíricamente, pero presentaban una realidad inmediata al país,

21
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

14
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

sobre el contexto nacional y sobre lo que supuestamente, se estaba combatiendo, que era un
“autogolpe de la Unidad Popular”. La presencia del Gobierno Militar, con una infinidad de
mecanismos que presentaban la realidad desde su punto de vista, se apoderó del consciente
colectivo del país, en donde, desde 1976 en adelante, se contraponía con la visión y
argumentos que algunos chilenos y chilenas, querían exponer.
El testimonio, por tanto, fue una herramienta de doble filo para cientos de chilenos,
que al querer revelar su verdad, se veían amenazados a otro tipo de torturas, a ser amenazados
a través de varios mecanismos de represión y a la amenaza constante del Gobierno Militar,
junto con la presión psicológica, de que nadie iba a validar sus experiencias, historias y
vivencias, porque ellos poseían el control de la verdad.
Lira, en su texto “El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapia y
Denuncia en Chile (1973-1985)”22, es enfática en señalar los diferentes traumas y daños
psicológicos que enfrentaron varios chilenos, siendo prisioneros en las cárceles y centros de
tortura en Chile y de cómo el daño, aquellos traumas, les afectaron una vez en libertad. Sobre
la autocensura impuesta, señala:

“En otro plano, las autoridades negaban la práctica de torturas y la represión política. Es más,
después de 1977 los detenidos eran liberados de los recintos secretos de interrogatorio eran obligados a
firmar una declaración reconociendo haber sido bien tratados y no haber sido torturados: Estas
negaciones tenían consecuencias muy perturbadoras sobre los afectados. Contrarrestar estos efectos
requería confirmar la realidad de los hechos y la realidad de la experiencia de la persona. Esa
confirmación se lograba a través del testimonio permitiendo restablecer en parte el juicio de realidad
sobre lo sucedido”. (El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapia y Denuncia
en Chile, 24).

Por su parte Méndez, en el texto “Entre el Silenciamiento y la Memoria” 23, menciona


la importancia del silencio y de la dificultad de las personas, para poder utilizar el testimonio
como medio de expresión de las torturas y vejámenes, por los traumas que esto ocasionaba
hacerlo, durante el Gobierno Militar:

“Si consideramos que algunos sobrevivientes a experiencias de tortura han sentido la necesidad
imperiosa de relatar insistentemente lo sucedido, el sujeto, como señala la socióloga argentina Elizabeth
Jelin, ‘puede sentirse siempre traicionado por la falta de palabras adecuadas o por la insuficiencia de los
vehículos para transmitir sus vivencias’ (Jelin, 2002:82). Es así como la necesidad de comunicar lo
vivido por parte de las víctimas puede fácilmente caer en el silencio. El sujeto puede vivir en una
situación límite: o cuenta lo vivido, pudiendo perder a quienes no quieren o no pueden escuchar,
quedando sin redes sociales de apoyo; o se calla, permitiendo la aceptación social, pero con persistencia
del vacío en la memoria, ausencia que retorna eterna y compulsivamente.
Las dificultades para la entrega del testimonio radican tanto en la imposibilidad que tiene el sujeto
de narrar una vivencia que resulta en buenas cuentas irrepresentable, como también en el silencio
deliberado en pos de la protección del psiquismo. Debe sumarse, además, el temor de la víctima por los
posibles usos y abusos que se pueden hacer de lo narrado, en definitiva, su desconfianza ante la
inevitable dispersión de las múltiples y distintas significaciones que puedan generarse.
Jelin puntualiza que ‘el silencio, a diferencia del olvido, puede funcionar como modo de gestión de
la identidad que resulta del trabajo de reinsertarse en el mundo de la vida ‘normal’. Puede también
expresar la dificultad de hacer coincidir el testimonio con las normas de la moral imperante, o la

22
Lira, Elizabeth. El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia en Chile (1973-1985).
23
Méndez, Paola. Sitios de Memoria: El Recuerdo que Permite Olvidar. Santiago: Revista Reflexión Nº 30,
Ediciones CINTRAS, 2003.

15
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

ausencia de condiciones sociales favorables que autorizan, solicitan o abren la posibilidad de escucha’
(Jelin, 2002:80)”. (Entre el Silenciamiento y la Memoria).

Muchos chilenos, han sentido a través del tiempo que el testimonio como tal, es una
herramienta muchas veces insuficiente, por el gran martirio psicológico que les envuelve
narrar lo que ocurrió, y en algunos casos más extremos, como el país, la sociedad, la familia,
no validaba desde un principio, sus narraciones. La autocensura por tanto nació no solo como
un mecanismo impositivo externo, con consecuencia de amenaza o amedrentamiento, sino
también como un refugio mental, un mecanismo de autodefensa sobre la memoria dañada,
sobre la violencia ejercida, implícita o explícitamente, en la experiencia de haber sido
violentado durante el periodo de la Dictadura Militar.
La autocensura impuesta, desde el Régimen Militar, se ejerció desde el organismo del
Poder Judicial, con medidas represivas frente a las múltiples denuncias que llegaban, desde
diferentes puntos del país. Cómo lo confirma el Informe Valech24, se pronuncia lo siguiente:

“El presidente de la Corte Suprema a la fecha del golpe fue particularmente enfático en su adhesión
a las nuevas autoridades. En los discursos de inauguración del año judicial, la actividad anual más
solemne de dicho Poder, insistió en manifestar su respaldo al gobierno militar, llegando al extremo de
negarles validez y autoridad a las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos formuladas por
organismos nacionales e internacionales, y desestimando sus críticas al régimen de libertades públicas
imperante en Chile tras el golpe de Estado. Cuando se refirió a los detenidos bajo el nuevo régimen,
presentó un cuadro benévolo, sin aspectos sombríos, que no se condice con los miles de testimonios en
sentido contrario”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 172).

Pese al recurso “hábeas corpus”, que disponía el Poder Judicial para velar por la vida
y la integridad física de los prisioneros durante la Dictadura Militar, rara vez los jueves
ordenaron que se trajera a las víctimas a los tribunales, aun admitiendo que los servicios de
seguridad no siempre cumplían con las solicitudes, y si lo hacían, como se relata en los
diferentes testimonios del Informe Valech25, se cuidaban de amenazar y amedrentar a las
víctimas, sobre las consecuencias que una declaración sincera traía. Por este motivo la
autocensura, el silencio de todos los vejámenes ocurridos en el Gobierno Militar, fueron una
forma de no exponerse a padecer estas violaciones de nuevo, cómo se mencionó en el texto de
Lira (El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia en Chile), se
despedían de las víctimas al salir de prisión, advirtiendo lo que podía ocurrir frente a un
testimonio de lo vivido.

“Tal como le advirtiera un agente de la Central Nacional de Inteligencia (CNI) a un estudiante de


Valparaíso detenido y torturado en 1984 (y que entregó a esta Comisión relatos pormenorizados de su
experiencia), "vos sabís donde estái, o colaborái o te dejamos lisiado de por vida, aquí no valen los
recursos de amparo, aquí mandamos nosotros"26. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión
Política y Tortura, 174).

En conjunto con las medidas de autocensura que implicaban al Poder Judicial, es


también en los medios de comunicación en donde comenzaron a introducirse y a extenderse
varios conceptos generalizadores, alejados de toda realidad, se hablaba de guerrillas,

24
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
25
Ídem.
26
Ibíd.

16
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

subversivos, apátridas, vende patrias, etc., no solo a los disidentes y opositores al Gobierno
Militar, sino también a quienes en su momento, intentaron declarar sobre sus experiencias en
los centros penitenciarios y/o de tortura.
Frente a quienes se aventuraron, desde los medios de comunicación a enfrentar la
censura, el Informe Valech27 es determinante:

“Tal como ocurriera en 1976, con motivo de la reunión en Chile de los ministros de Relaciones
Exteriores de los países integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA). En esa ocasión,
un grupo de abogados presentó a los invitados un documento que llamaba la atención sobre la
deplorable situación interna en materia de Derechos Humanos. La réplica del aparato comunicacional
del gobierno, que por entonces se esmeraba en exhibir una imagen benigna del país, definió su texto de
denuncia como una obra injuriante para la nación, atribuida a vende patrias coludidos con el marxismo
internacional, con el comunismo soviético”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión Política y
Tortura, 190).

Los medios de comunicación, al dar cabida a este tipo de noticias, que implicaban
informar al extranjero sobre lo que estaba realmente ocurriendo en el país, valió reprimendas,
como le pasó al diario “El Mercurio”, en donde uno de sus directores tuvo que abandonar sus
funciones. En el caso del diario “La Segunda”, su director tuvo que abandonar el país dos
veces, por más de 30 días, con el fin de evitar sanciones. En el caso de la revista “Qué Pasa”,
la cual defendía al Gobierno Militar, incitaba en sus publicaciones, que las autoridades
evitaran hechos anómalos o publicaciones que afectaban el orden, mencionando la
inconveniencia política de abusos “que entregaban argumentos y armas para atacar al
gobierno de Chile”28.
Es en este marco donde la Dirección Nacional de Comunicación Social (DINACOS),
comenzó a regir las comunicaciones desde la Secretaria General de Gobierno, de esta manera
vigilar, clausurar, censurar o modificar los abusos de publicidad y de prensa. La DINACOS,
en conjunto con la desinformación que se entregaba, le restaba validez a todas las denuncias
que se originaban para crear conciencia sobre las violaciones que el Gobierno Militar estaba
ejerciendo en el país, llegando muchas veces a utilizar a los mismos prisioneros torturados
por los agentes de la Junta Militar, para invalidad las acusaciones en su contra.
Notable es el caso ocurrido en 1982, en el programa “Terrorismo, Televisión
Nacional”29, mostró a cuatro prisioneros en deplorables condiciones físicas, autoinculpándose
de los delitos, de los que luego negarían haberlos cometido; lo mismo ocurrió en 1987, donde
una joven universitaria llamada Karin Eitel 30, apareció en el noticiario de medio día de
“Televisión Nacional”, autoinculpándose por el secuestro de un alto coronel del ejército.
Cabe mencionar que todas estas entrevistas realizadas a prisioneros políticos, se realizaron en
las mismas dependencias en donde ellos se encontraban detenidos e incomunicados con sus
familiares más cercanos.
La política represiva que ejerció el Gobierno Militar, por sobre los canales por donde
más se podía imponer justicia – Poder Judicial y Medios de Comunicación -, obligó a que la
autocensura fuera una práctica legal a la cual se tenía que ejercer o por la razón o por la

27
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
28
Ídem.
29
Ibíd.
30
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.

17
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

fuerza, así como muchas voces esperaban ser escuchadas, también habían muchos medios
partidarios del Gobierno Militar, que estaban dispuestos a callarlas de la forma que les
hubiese sido más conveniente.
Aún con este panorama, hubo muchas organizaciones que abogaron por escuchar y
defender la voz de los oprimidos, como fue el trabajo del “Comité Pro Paz”, el cual no pasó
desapercibido por las autoridades, el hecho de escuchar los testimonios y difundirlos, para el
Gobierno Militar era una colaboración con el enemigo. Es por eso que de muchas formas se
hostigaron a todas las organizaciones que colaboraban con las víctimas, sobre todo a las
organizaciones que no pertenecían a la Iglesia Católica. Todas estas presionas, ejercidas
algunas incluso por el mismo general Augusto Pinochet, sobre el Cardenal Silva Henríquez,
forzaron a que se disolviera el “Comité Pro Paz”, en 1975.
La Iglesia Católica siguió ejerciendo su labor de ayuda y denuncia con las víctimas del
Gobierno Militar, desde el año 1976, formando la “Vicaría Episcopal de la Solidaridad” y
esta iniciativa, destinada a brindar apoyo a las víctimas de la represión y sus familias, no
fueron las únicas, se suman a ellas la “Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas
(FASIC)”, el “Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)”, la “Comisión Nacional Pro Derechos
Juveniles (CODEJU)”, la “Comisión Chilena de Derechos Humanos”, la “Sección Chilena
de Amnistía Internacional”, la “Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los
Estados de Emergencia (PIDEE)”, el “Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo
(CODEPU)”, la “Comisión Nacional contra la Tortura”, el “Centro de Salud Mental y
Derechos Humanos (CINTRAS)”, y el “Instituto Latinoamericano de Salud Mental y
Derechos Humanos (ILAS)”31.
Dentro de las consecuencias psicosociales de la autocensura impuesta dentro las
propias víctimas, a las cuales se hace mención dentro del Informe Valech, las personas al dar
declaración y testimonio de los abusos de los cuales fueron víctimas, tomaron conciencia
sobre los valores colectivos de los cuales fueron despojados, el hecho de tomar en cuenta de
cómo su compromiso social fue denigrado y estigmatizado. Del conjunto de traumas referidos
a la autocensura, se originaron sentimientos de marginación social, pérdida del trabajo,
negación de seguir con los estudios, entre otros.
La mayor parte de los chilenos que declararon en la Comisión Valech, acompañaban
sus relatos y testimonios con material de prensa, en los cuales habían muchas veces
fotografías, inculpándolos de delitos que no cometieron, como por ejemplo: “traición a la
patria, intento de asesinato de hijos de alguna autoridad militar, robo de especies o
millonarias cantidades de dinero”32. Junto con estas incriminaciones, a las víctimas de la
Dictadura Militar, se les calificó de violentos, peligrosos, enemigos de la patria y elementos
antisociales. Toda esta estigmatización validó a que las víctimas ocuparan el silencio y la
autocensura, como mecanismo de defensa, pasando a llevar sus valores, principios,
autoestima y respeto por ellos mismos. Las víctimas fueron limitadas de llevar una vida
normal, conseguir trabajos, permanecer y progresar en los mismos, establecer buenas
relaciones interpersonales, con el resto de la sociedad.

31
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
32
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

18
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

Dentro de los principales testimonios que se recogen en el Informe Valech 33, dan
cuenta de lo mencionado anteriormente, hablando de la tortura social que repercutió no poder
decir la verdad, el miedo, la incertidumbre, la constante amenaza:

“La peor tortura es la “social”, o sea la privación de memoria e identidad a la que fui sometido
desde ese momento en adelante. Hombre, detenido en 1973, a los 30 años, X Región.

Los efectos psicológicos fueron muy traumantes, pero más que eso la estigmatización social y la
crisis familiar fue lo que más me marcó. Hombre, detenido en 1975, a los 23 años, Región
Metropolitana.

Tengo traumas psicológicos por los tratos que recibí, siendo una dueña de casa que casi no salía
de mi casa paso a ser tratada como delincuente y mi foto publicada en la prensa. Mujer, detenida en
1986, a los 40 años, Región Metropolitana.

Se me comunicó que podía seguir estudiando, pero tenía que cursar nuevamente el tercer año
medio, pues tenía que “devolver” los dos años que había sido presidente del centro de alumnos [...] me
reincorporé nuevamente a tercero medio, curso aprobado regularmente, donde los profesores me
estigmatizaban bajándome las notas, y cuando yo reclamaba mi nota, me contestaban “te coloco baja
nota por comunista” [...]. Cursé el tercer año, pasé a cuarto medio, me excluyeron del preuniversitario
que se daba en el colegio, porque por orden del director “tú no puedes ir a la universidad, porque eres
upeliento” [...]. Egresé de cuarto medio con fecha 21 de diciembre de 1975, para realizar la práctica
de técnico en máquinas herramientas en empresas portuarias de Chile en San Antonio, donde se
realizaba la práctica de todos mis compañeros y ex compañeros de curso. Yo fui rechazado por tener
antecedentes políticos, por lo cual no pude realizar mi práctica profesional quedando sin poder
obtener ni título ni trabajo profesional. Hombre, detenido en 1973, a los 19 años, V Región.

A los 18 años fui detenido, torturado, maltratado por una causa que aún no entiendo, sólo
entiendo que me quedé sin estudios, enfermo y tronchado mi proyecto de vida. Ahora trato de salir
adelante con lo poco que gano como temporero. Hombre, detenido en 1975, a los 18 años, VII Región.

Mis antecedentes de preso político sólo me permitieron conseguir trabajos temporales. Hombre,
detenido en 1973, a los 40 años, I Región.

Otra historia fue mi intento de volver a mi trabajo. Eso fue un calvario, ya que [se] me siguió un
sumario administrativo “por abandono de funciones”. Se me sobreseyó y volví a mi trabajo en otra
escuela, donde fui tratada como si tuviera lepra. Si yo llegaba a tomar un café a la sala de profesores,
todos mis colegas abandonaban el lugar y me dejaban sola. Fue muy doloroso y me costó mucho
tiempo romper ese cerco. Mujer, detenida en 1974, X Región.

Yo venía enfermo de pulmonía, fui expulsado del colegio y no pude estudiar más; estuve ocho
meses en cama, mi familia pensaba que me moría, pero no teníamos recursos con qué medicinarme; a
mis hermanos mayores no les daban trabajo en ninguna parte porque éramos calificados como
terroristas y extremistas. Hombre, detenido en 1975, a los 18 años, VII Región.

Además fui destruido laboralmente, por muchos años no tuve derecho a un trabajo digno por
haber sido marginado en mis estudios y no tener derecho a una rehabilitación. Hombre, detenido en
1973, a los 16 años, IX Región.

Fui marginada y torturada psicológicamente por mis compañeros... y jamás fui considerada en la
lista de mérito. Incluso durante el período [...] pedí al alcalde de entonces ser ascendida y la respuesta

33
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

19
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

a través de memorándum reservado fue que no podía, pues era una persona marcada. Mujer, detenida
en 1973, a los 30 años, Región Metropolitana.

Todo lo sufrido nos cambió la vida por completo, de ser un funcionario del ministerio con serias
aspiraciones a progresar dentro de los escalafones administrativos, ya que iba a desempeñarme como
un funcionario de carrera, es decir ir aprendiendo los manejos administrativos del piso, una carrera
que seguramente iba a llevar un tiempo largo, pero que estaba dispuesto a llevarlo adelante, por mi
facilidad para aprender y facilidad también para dirigir y administrar, todo esto quedo truncado.
Hombre, detenido en 1973, a los 26 años, Región Metropolitana”. (Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura, 510-511-512).

Con todos estos testimonios, la verdad oculta de la Dictadura Militar, se puede


concluir, que ésta, difundida por las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos, y
ocultada a la opinión pública, por el Régimen Militar, tiene un efecto ejemplificador, el cual
genera un clima de amedrentamiento y temor, que se orienta a censurar y autocensurar a nivel
social cualquier manifestación disidente u opositora. En conjunto con las otras formas de
violencia ejercidas en la Dictadura Militar, como fue la tortura, la desaparición y las
ejecuciones o muertes violentas, la autocensura provocada y gestada dentro de las mentes de
los chilenos y chilenas, es un eficaz mensaje autoritario que fomenta la obediencia y la
sumisión, con el fin de evitar consecuencias gravemente ofensivas para la integridad nacional.
Para poder finalizar esta sección y dar paso a los mecanismos de montaje, controversia
y manipulación de los medios, se deja la reflexión del Equipo Médico Psiquiátrico (FASIC),
contenido en el informe “Significado Psicosocial de la Tortura, Ética y Reparación” 34, en el
cual se justifica el miedo a decir la verdad, como un daño provocado, que paradójicamente
sirve a las víctimas para hacer frente a la tortura de la que fueron expuestas:

“El miedo, en conjunto con las estrategias de ocultamiento oficial, ha estado asimismo en la base
de la negación social de la existencia de la práctica de la tortura. Desconocer la tortura, si bien fue para
amplios sectores de la sociedad una forma de sobrevivencia frente a la amenaza permanente, es también
aceptar la violencia de su existencia sin hacernos cargo de ella. Como toda forma de negación y auto-
engaño, representa un daño psicológico y psicosocial, toda vez que empobrece la relación del hombre
con su realidad y le impide protegerse y tomar las medidas adecuadas para impedir la ocurrencia de
aquello que lo amenaza”. (Significado Psicosocial de la Tortura, Ética y Reparación)

c) Montaje y Evasión a la Censura.

Cómo se ha contrastado a lo largo de la Investigación, en la Dictadura Militar de


1973-1990 en Chile, se llevó a cabo de forma legal y “justificada” militarmente hablando, la
práctica de la censura, de la autocensura y del silencio. El contexto histórico lo ameritaba y
las víctimas de aquello no solo eran cientos de chilenos oprimidos o prisioneros de los centros
penitenciarios, sino que el país entero, el cual por mucho tiempo, no supo y desconoció lo que
estaba ocurriendo realmente en el país. Con fin de eliminar al enemigo de raíz, como lo
planteo el general Manuel Contreras “nuestra misión será exterminar al marxismo y sus
ideologías afines, como si fueran plagas”35, se resumió un sin número de acciones
establecidas en el núcleo del Gobierno Militar (sistema judicial), en la acción de la Junta
Militar (centros penitenciarios, prácticas de tortura y desaparición) y también, en los medios
34
Neumann, Isabel; Erazo, Rodrigo. Significado Psicosocial de la Tortura: Ética y Reparación. Santiago: Equipo
Programa Médico Psiquiátrico (FASIC).
35
Amorós, Mario. Chile la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.

20
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

de comunicación (radio, televisión y prensa escrita), para poder entregar una imagen al país
de un desarrollo, de una evolución como país, de un avance en materia social y económica,
ocultando, silenciando y tergiversando, las violaciones a los Derechos Humanos.
Frente a este panorama, en donde el organismo represivo del Gobierno Militar se hace
presente, es en donde los medios de comunicación jugaron un rol clave, como se ha
mencionado ya en la Investigación. Dentro de este rol no solo se da cabida a los cientos de
periodistas y personas ligadas al ámbito de las comunicaciones que fueron torturados,
asesinados o amenazados con dar declaración, imponiéndoles la autocensura, sino también los
cientos de periodistas y medios de comunicación y prensa que jugaron a favor del Gobierno
Militar, utilizando sus recursos y dependencias para engañar, distraer y entretener al país,
alejando del foco los abusos que se estaban cometiendo en el país. Esta práctica, el montaje
represivo, es la voz oficial que se entrega a todos los chilenos por los medios de
comunicación masivos, fue la información oficial que aseguraba la verdad, fue lo que muchos
chilenos y chilenas creyeron con el tiempo que sucedía, desconociendo lo que se ocultaba.
Para dar respuesta a cómo los medios de comunicación se utilizaban y se practicaba el
montaje represivo, es importante mencionar los Bandos (de estos resultan importantes los
Bandos N° 12, N°15 y N° 37), que eran órdenes que se comunicaban por los diferentes
medios de comunicación, sobre qué medidas establecería el Gobierno Militar en el tema de
las comunicaciones e información. Además, se establecerían desde un principio sólo dos
medios de información, como lo fue el diario “El Mercurio” y “La Tercera”, imponiéndoles
a los directores de ambos diarios, una restricción y revisión a cada noticia que sería publicada.
Como consigna el Informe Valech36, la mayor parte del montaje represivo en los
medios de comunicación, afecto aquellos más masivos, como lo fue la televisión y la radio.
Frente a esto, se puede citar lo siguiente, referente a la información que se exponía:

“En cualquier caso, la prensa presentó las labores de represión como cruzadas contra la
delincuencia, denigrando así a las figuras opositoras mediante su presunta asociación con acciones
delictivas. En octubre de 1973, la revista Ercilla publicó un reportaje denegatorio de la condición de los
prisioneros reunidos en la isla Dawson, en cuyas dependencias se practicó la tortura, no sólo de acuerdo
a la información recabada por esta Comisión, sino también a las denuncias de la época.
Con el propósito de salirle al paso a la ola de "rumores sobre el maltrato a los detenidos", las
autoridades habrían accedido al escrutinio de los periodistas. Para Ercilla, al menos, los prisioneros
recibían un "trato deferente" y gozaban de "buena salud", según rezó el titular. "Si no existiesen los
necesarios centinelas y alambradas, nadie podría decir -se argumentaba- que se trata de un campo de
confinamiento. El aspecto físico de los confinados muestra una lozanía que no les era característica en
su vida anterior. Sus rostros están tostados producto del sol y el viento magallánico." Resta precisar que
la prensa en ejercicio también desempeñó un papel activo en la difusión de las ideas base del régimen
militar, coadyuvando, de tal modo, a la idea de la existencia de un enemigo interno al acecho, con
arsenales ocultos a su disposición. Cabe señalar que el contexto de violencia verbal preexistente en la
política chilena dio pábulo a este predicamento”. (Informe de la Comisión Nacional Sobre Prisión
Política y Tortura, 188).

La práctica del montaje, que se hizo muy cuidadosamente, alejaba de manera


abismante a la gente de la verdad y de la realidad, la sociedad en sí no tenía el derecho y el
espacio para poder manifestarse, a menos que hubiese sido para apoyar al Gobierno Militar.
Los medios de comunicación masivos, como la televisión, que estaba completamente
subordinada al régimen, era la única instancia susceptible, para dar alguna experiencia o
36
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.

21
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

visión colectiva que trascendiera en el país. La cobertura nacional de la televisión, en todos


los estratos sociales, hacía que en 1982 un 78% de los hogares tuviese un televisor, es por
esto que este medio, en conjunto con la radio, fueran los medios más efectivos para imponer
la versión y visión oficial de la contingencia nacional, estableciendo así un vínculo directo,
rara vez interferido por una opinión o visión distinta a la del Gobierno Militar, con una
audiencia masiva, en donde participara tanto la sociedad, como las autoridades del Gobierno
Militar.
Para la DINA, la televisión fue uno de los tantos campos de batalla contra la
subversión. Es por este motivo que se infiltró al interior de las estaciones y organizó
campañas de desinformación sobre las violaciones de los Derechos Humanos. Y en la
institucionalidad televisiva, consagrada con la “Ley Hamilton”37 de 1970, se modificaba de
acuerdo al “Nuevo Consejo Nacional de Televisión”, el cual fue “la niñera de todos los
chilenos al decidir cómo se debían informar y entretener”38. El general Augusto Pinochet,
estando al tanto de la importancia de este organismo, le designo un rango constitucional. Del
Consejo de Televisión de la Dictadura Militar “se recuerda especialmente la creación de la
Franja Cultural, que ancló en los canales el concepto de cultura entendida como programas
de animalitos o viajes naturalistas al estilo de Jacques Cousteau”39.
Como se ha citado, las percepciones que dieron origen a la narrativa de la época,
responden al juicio crítico que hace Fuenzalida40, sobre que Chile se convirtió durante la
Dictadura Militar, en el país de los estelares televisivos. Sobre esta forma de desorientar la
atención, montando otra realidad y mecanismo de distracción, se menciona que:

“Gracias a la pantalla chica los chilenos nos informamos sobre la trascendencia de incorporarnos
al entonces naciente sistema de AFP: “No sea quedao compadre” comentaban las caricaturas que
invitaban a afiliarse al nuevo sistema previsional; aprendimos a través de la Teletón y los “Chile ayuda
a Chile” que la caridad pública podía juntar los recursos que negaba una ausente política estatal; y nos
ilusionamos con la idea del progreso personal dependiendo de la puerta A, B o C o de si “dispara usted
o disparo yo”.
Con la llegada del color en 1978 y de los dólares baratos, la televisión chilena vivió momentos de
esplendor. Su historia, convertida actualmente en trivia de jóvenes sin memoria política, prolifera por
estos días en sitios web dedicados al anecdotario de los “años dorados” de la televisión. No son pocos
los que añoran esos días de “televisión con estilo”, donde los programas nocturnos se iniciaban con
musicales a lo Broadway y las vedettes lucían posaderas fenomenales, mientras que en sus plateas de
mesas y sillas con lamparitas, funcionarios del régimen y bigotudos agentes de la CNI migraban desde
la piscola al whisky importado.
La entretención se erigió a inicios de los ’80 como la principal función de la televisión. La prensa
comenzó a llamar pomposamente “estelar” a esta clase de producciones”. (“La Televisión Chilena Bajo
Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación).

En la misma narración, se muestran cuales fueron los momentos estelares de la


televisión en la Dictadura Militar, de estos se puede destacar:

“1976: Canal 13 no le permite al cardenal Raúl Silva Henríquez que dirija un mensaje al país para
hablar sobre las violaciones de los derechos humanos. La entonces reportera del canal católico, Andrea

37
Biblioteca del Congreso Nacional. Reseñas Parlamentarias 1811-2018 (Fuente:
http://biografias.bcn.cl/wiki/Juan_Patricio_Jos%C3%A9_Hamilton_Depassier)
38
Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación.
Santiago, 2006.
39
Ídem.
40
Ibíd.

22
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

Vial, recuerda que una vez quiso entrevistar al cardenal en el aeropuerto y que el Gran Canciller de la
U. Católica, propietaria de Canal 13, le tapó el micrófono y le dijo que no perdiera tiempo, que su canal
nunca iba a pasar las declaraciones.

1981: El joven cantautor Oscar Andrade participa en el programa musical “Chilenazo” de Canal
11 con la canción Noticiero Crónico. Advertido por un productor que su tema iba a ser censurado, se
esconde por media hora de las autoridades del canal hasta escuchar que Jorge Rencoret anuncia que es
el ganador. Ningún sello acepta grabar la exitosa canción.

1984: Javiera Parada, de 9 años, se convierte en la estrella infantil de Canal 7 gracias a sus roles en
las telenovela “La Torre 10” y “Marta a las 8”. Un año después su padre, José Manuel, aparece
degollado junto a otros dos miembros del Partido Comunista. Televisión Nacional nunca más la vuelve
a poner en pantalla.

1987: La estudiante universitaria Karin Eitel, aparece en el noticiario de mediodía de TVN


autoinculpándose del secuestro del coronel Carlos Carreño. La joven estaba detenida en un cuartel de la
CNI y la entrevista, catalogada como exclusiva por Canal 7, fue hecha en uno de los 34 días que
permaneció incomunicada por el fiscal militar Fernando Torres Silva.

1988: Canal 7 censura el capítulo 82 de la serie “Miami Vice”, que transmitía con gran éxito desde
hace dos años. En el capítulo “Baseball de la muerte” los detectives Ricardo Trubbs y Sony Crockett
sospechan que el jefe de la policía secreta chilena está involucrado en un caso de doble asesinato”. (“La
Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”. Diario La Nación).

Por su parte, el Gobierno Militar, desde su núcleo, comenzó a informar el destino de


muchas de sus acciones por pantalla nacional, a través del montaje y la tergiversación. Como
se menciona en el texto de Amoros, “Chile, la Herida Abierta”41, en 1978, desde el
Ministerio del Interior se extendió el siguiente mensaje:

“El 15 de junio de 1978 el ministro del Interior se dirigió al país por radio y televisión para exponer
la versión de la junta militar sobre los detenidos desaparecidos. Sergio Fernández señaló que carecían
de información sobre estas personas y sugirió que estarían viviendo en la clandestinidad o que habrían
caído en enfrentamientos con la policía o con los militares y que habrían sido sepultados con su
identidad falsa y por ello su paradero sería desconocido.
Este discurso de Fernández pretendía reforzar una decisión que le correspondió anunciar: Con la
finalidad de poner término a la incertidumbre de los familiares afectados, informo oficialmente a la
nación que la Junta de Gobierno ha resuelto dictar una ley que declara la muerte presunta de todas
aquellas personas que a la fecha se encuentren desaparecidas y respecto de las cuales ya se haya
interpuesto recurso ante los tribunales de justicia o acción ante las autoridades gubernativas” 42. (“La
Impunidad”, en Chile, la Herida Abierta, 53).

La oposición al Gobierno Militar, solo hacía noticia por razones negativas, las
denuncias contra las violaciones a los Derechos Humanos se catalogaban como actos
mezquinos por parte de los medios de comunicación, de esta manera se engrandecían los
intereses del país. Todo lo que la televisión presentaba era la verdad absoluta y todo
cuestionamiento a esto, suponía una agresión, no contra el Gobierno Militar, sino contra el
país y la nación. La política comunicacional del Gobierno Militar magnificó de esta manera,
el peligro de una posible guerra civil, de ahí la aparición del “Libro Blanco del Cambio de
Gobierno en Chile” y las alusiones que se hacían al denominado Plan Z43.

41
Amorós, Mario. Chile la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.
42
Revista de Chile, Santiago: 1999.

23
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

La prensa escrita, durante la Dictadura, en reiteradas ocasiones, recogía y difundía


noticias referentes a los hallazgos de los arsenales de extremistas y de escuelas de guerrillas,
las que muchas veces eran montajes de las mismas autoridades, que actuaban bajo un cierto
halo de incertidumbre, difícil de desmentir, por la inexistencia de espacios de crítica
opositora, a no ser por los escasos medios que empezaron a difundirse desde el año 1976.
En los primeros años de la Dictadura Militar, la prensa solo se limitaba a difundir
aquello que proporcionaban las fuentes del Gobierno Militar (las que provenían de
DINACOS), sin realizar un periodismo de investigación, porque aquello era algo difícil, de
acuerdo a todas las presiones existentes, aún así, muchos medios trabajaron por llegar al
fondo del secreto, en el cual se realizaban las operaciones de violación a los Derechos
Humanos.
En síntesis, los medios de comunicación fueron un soporte cotidiano del Gobierno
Militar, publicando editoriales que resultaban ser una paradoja, entre la prensa actual y la
desmesurada del pasado, y entre las virtudes de la nueva administración del Gobierno Militar
y los errores, deshonestidades del Gobierno depuesto, desconociendo u omitiendo la grave
represión a la cual estaba siendo expuesta el país. La editorial de “Las Últimas Noticias”44, en
su edición del 16 de abril de 1978, afirmó:

"La libertad de expresión es -además de un derecho de los pueblos- uno de los más sólidos
baluartes democráticos. Los medios de comunicación, con acreditación, con respeto, han sido
mantenedores de la facultad, sin caer en desbordes. Buen criterio, ponderación y responsabilidad, han
sido la tónica imperante desde el 11 de septiembre de 1973". (Informe de la Comisión Nacional Sobre
Prisión Política y Tortura, 189).

Tal afirmación, acorde con la información que desprendía la televisión como la radio,
fueron el soporte y la verdad de muchos chilenos, que confiaban en la calidad periodística del
Gobierno Militar. La prensa en sí admitía un estado de emergencia, pero confiaban que esta
situación irregular se mejoraría con el tiempo.
Así como muchos medios escritos fueron partidarios del montaje, desde manera
implícita a las formas más explícitas de aprobación, también hubo medios que mostraron de
forma implícita, una moderada disidencia hacia el Gobierno Militar, claro ejemplo de esto fue
el semanario “Qué Pasa”45, por el hecho de denunciar a civiles que aspiraban a grados
mayores de institucionalización del sistema autoritario y de una participación más decisiva en
su conducción, al igual, este semanario así como censuraba a la DINA, también condenó al
Comité Pro Paz, acusándolo de brindar:

“Una colaboración directa al violentismo marxista-leninista y a su propaganda exterior anti chilena,


que no considera la situación de emergencia del país, amenazado en el exterior por una feroz campaña
de desprestigio, y en el interior por el "terrorismo" y la "guerrilla": "Una emergencia tan aguda -rezaba
el editorial- debía causar y efectivamente causa problemas de Derechos Humanos. No hay guerras

43
Plan Z, era un calificativo impuesto por el Régimen Militar, a un supuesto autogolpe que planificaba realizar la
Unidad Popular, para dar inicio a una guerra civil el 17 de septiembre. El libro en cuestión, hace referencia a una
serie de documentos confidenciales hallados después del Golpe Militar, a representantes de la oposición, catalogando
estos, como material subversivo, para provocar el miedo colectivo.
44
Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la Comisión Nacional
Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
45
Ídem.

24
VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

‘limpias’, sean exteriores, civiles o de subversión como la que libramos" 46. (Informe de la Comisión
Nacional Sobre Prisión Política y Tortura, 189).

Como se ha podido apreciar, el silencio y la censura, la autocensura con la represión,


se validaron dentro de la Dictadura Militar como un mecanismo legal y de control hacia un
país. La violación a los Derechos Humanos poco a poco se fue conociendo, pero los medios
oficiales, que estaban intervenidos o eran partidarios al Gobierno Militar, poco hicieron para
colaborar con la justicia en el país, hasta finales de los años ochenta, en donde muchos
organismos nacionales o extranjeros empezaron hacer presión al régimen, pidiendo
explicaciones por lo que ocurría. Es increíble pensar que llegada la Democracia y con la
entrega del Informe Rettig, todavía altos cargos de la Junta Militar no hayan querido declarar
y hayan preferido seguir desmintiendo todo tipo de acusaciones, siguiendo empleando el
montaje como su arma de defensa. Así como menciona Amoros47 en su texto:

“Las Fuerzas Armadas negaron la veracidad de tan somero documento: “Estos señores todavía
creen en la guerra con encajes… Los vencedores no tienen cuentas que rendir a los vencidos”, aseguró
Manuel Contreras. Por su parte, Pinochet afirmó que el Informe Rettig no era más que un conjunto
“suposiciones” formuladas con “parcialidad y ligereza” por personas “ignorantes de la realidad militar”
que no habían considerado más que informaciones unilaterales”. (“El Pacto”, en Chile, la Herida
Abierta, 68).

Al finalizar, el tiempo da la razón a los hechos y en especial cuando se trata del secreto y el
silencio, los abusos y la amenaza, los cuales pudieron mantenerse ocultos por mucho tiempo,
pero el peso de la memoria es más fuerte y en algún punto el testimonio, el relato y la narración
de los protagonistas de aquella época, que sufrieron en carne propia la agresión física y
psicológica, la violencia a su intelecto, tenían que hablar. Una voz no puede provocar mucho,
sabiendo que son los medios de comunicación los que controlan la verdad y la opinión pública,
pero muchas voces pueden hacer un cambio. En Democracia, se ha entendido esto, se ha
trabajado a lo largo de los años de una manera lenta en recabar información y entregarla a las
nuevas generaciones, historia y memoria, relatos y testimonios que no pasan desapercibidos, la
exposición de lo que fue la censura, en contraste con la apertura informativa que hoy en día nos
bombardea, el aprendizaje de dejar constancia y luchar por la verdad y la justicia, a pesar que los
medios oficiales y masivos, se crean dueños de la verdad.

4. BIBLIOGRAFIA.

La Bibliografía que se empleará dentro de la Investigación, se remite tanto a textos


propuestos dentro del ramo de “Memoria Narración y Testimonio”, y textos que han sido
recopilados desde Internet y de forma personal en diferentes bibliotecas, textos referidos a la
temática central que reviste el Objetivo de Investigación.

a) Bibliografía Utilizada.

- Agamben, Giorgio. Lo que Queda de Auschtwitz. España: Homo Sacer II. Pre-textos, 1999.
- Amorós, Mario. Chile la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.
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Ibíd.
47
Amorós, Mario. Chile, la Herida Abierta. Madrid: Rebelión Editores, 2001.

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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

- Avelar, Idelber. Alegorías de la Derrota. La Ficción Postdictatorial y el Trabajo del Duelo.


Santiago: Editorial Cuarto Propio, 1998.
- Aylwin, Andrés. “La Libertad de Prensa Hubiera Impedido el Crimen de los Detenidos
Desaparecidos”. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros
Asesinados y/o Desaparecidos. Santiago: Ernesto Carmona Editores, 1997.
- Beverley, John; Achugar, Hugo, Compiladores. A Voz del Otro. Lima: Latinoamericana
Editores, 1992.
- Biederman, Niels. “Detenidos Desaparecidos: Consecuencias para la Segunda Generación. II
Seminario de la Región del Maule”. Derechos Humanos, Salud Mental, Atención Primaria:
Desafío Regional. Linares: Ediciones CINTRAS, 16 al 19 de enero de 1991.
- Bongcam, Carlos. Chile Censura Mis Libros. Santiago: Centro de Estudios Manuel
Henríquez, Archivo Chile, 2000.
- Calveiro, Pilar. Testimonio y Memoria en el Relato Histórico. Acta Poética 27 (2), Otoño,
2006.
- Carmona, Ernesto. Morir es la Noticia: Los Periodistas Relatan la Historia de sus
Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos. 62 Autores. Santiago: Ernesto Carmona
Editores, 1997.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. Testimonio del Horror: Nieves Ayress (Ex Prisionera
de la Dictadura en Chile). Santiago: Archivo Chile.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. Chile 1973 / 1990: Centros de Detención, Prisión
Política y/o Tortura. Santiago: Archivo Chile, 2005.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. Junta Militar, Bando N° 15: Censura y Clausura de
Medios de Prensa. Santiago: Archivo Chile, 2005.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. Responsabilidad de la Prensa en el Informe Valech.
Santiago: Archivo Chile, 2005.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. El Taller Literario, Espacio de Democracia y
Civilidad. Santiago: Archivo Chile, 2006.
- Centro de Estudios Manuel Henríquez. Letras Cómplices: Prensa Uniformada Durante la
Dictadura. Santiago: Archivo Chile, 2006.
- Cortez, Ana. Niñas y Niños Torturados en Chile: una Verdad Incipiente y una Deuda de la
Justicia. Santiago: Revista Reflexión Nº 31. Ediciones CINTRAS, 2005.
- Comisión Chilena de Derechos Humanos. Nunca más en Chile. Síntesis corregida y
actualizada de Informe Rettig. Santiago: Ediciones LOM, 1999.
- Eltit, Diamela. El Padre Mío. Editorial Cuarto Propio. Santiago: Francisco Zegers Editor,
1989.
- Fuenzalida, Christian. “La Televisión Chilena Bajo Dictadura, 17 Años de Cadena Nacional”.
Diario La Nación. Santiago, 2006.
- González, Felipe. Censura Judicial y Libertad de Expresión: Sistema Interamericano y
Derecho Chileno.
- Guajardo, Alejandro. Reflexiones Sobre la Represión Política en Niños. Santiago: Ediciones
CINTRAS, 1992.
- Herreros, Francisco. Chile: La Dictadura de la Información. Ponencia Seminario 30 Años
Allende Vive, Panel Medio de Comunicación. 2004.
- Jans, Sebastián. Los Medios de Comunicación y su Rol en el Cambio Cultural en los Últimos
30 Años en Chile. Centro de Estudios Manuel Henríquez. Santiago: Archivo Chile, 2004.

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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

- LaCapra, Dominick. Escribir el Trauma, Escribir la Historia. Buenos Aires: Nueva Visión,
2006.
- La Capra, Dominick. Historia y Memoria Después de Auschwitz. Buenos Aires: Prometeo
Libros,. 2009.
- Lira, Elizabeth. El Testimonio de Experiencias Políticas Traumáticas: Terapias y Denuncia
en Chile (1973-1985).
- Méndez, Paola. Sitios de Memoria: El Recuerdo que Permite Olvidar. Santiago: Revista
Reflexión Nº 30. Ediciones CINTRAS, 2003.
- Ministerio del Interior, Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Informe de la
Comisión Nacional Sobre Prisión Política y Tortura. Santiago: Salesianos Impresores, 2003.
- Neumann, Isabel; Erazo, Rodrigo. Significado Psicosocial de la Tortura: Ética y Reparación.
Equipo Programa Médico Psiquiátrico (FASIC).
- Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición.
2011.
- Piper, Isabel. Obstinaciones de la Memoria: La Dictadura Militar Chilena en las Tramas del
Recuerdo. Departamento de Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona, 2005.
- Rettig, Raúl. Informe Rettig: Comisión de Verdad y Reconciliación. Santiago: 1990.
- Revista de Chile, Santiago: 1999.
- Richard, Nelly. Residuos y Metáforas; Políticas y Estéticas de la Memoria. Santiago:
Editorial Cuarto Propio. 1998.
- Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado, Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo, Una Discusión.
Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2005.
- Uribe, Hernán. “Prensa y Periodismo Político en los años 1960/70”. Morir es la Noticia: Los
Periodistas Relatan la Historia de sus Compañeros Asesinados y/o Desaparecidos”.
Santiago: Ernesto Carmona Editores, 1997.
- Vera, Richard. “Se Rompe el Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura”. Diario La
Nación, Santiago: 2006.
- Vitale, Luis. Historia de la Censura en Chile. Centro de Estudios Manuel Henríquez,
Santiago: Archivo Chile, 2003-2006.
- Zerán, Faride. “Atentados a la Libertad de Expresión en Chile, 1973-1987”. Se Rompe el
Silencio, Los Medios Escritos Contra la Dictadura. Santiago: Richard Vera autor. Diario La
Nación, 2006.

b) Bibliografía Complementaria.

- Eltit, Diamela. Lumpérica. Santiago: Las Ediciones del Ornitorrinco, 1983.


- Eltit, Diamela. Por la Patria. Santiago: Las Ediciones del Ornitorrinco, 1986.
- Gres, Sergio. Historiografía y Memoria en Chile: Algunas Consideraciones a Partir del
Manifiesto de Historiadores. Centro de Estudios Manuel Henríquez. Santiago: Archivo Chile,
1999.
- Madariaga, Carlos. Terrorismo, Política y Sociedad. Santiago: Serie Monografías N°9,
Ediciones CINTRAS, 1992.
- Matus, Alejandra. El Libro Negro de la Justicia Chilena. Santiago: Biblioteca Salvador
Allende, 2007.

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VIOLENCIA AL INTELECTO: MEMORIA DE CENSURA, AUTOCENSURA Y EVASION A LA
CENSURA EN LA DICTADURA CHILENA

- Miralles, David. Poéticas de la Postmodernidad: Literatura Chilena Neovanguardista


Durante la Dictadura Militar (1973-1990). University of Oregon, 2004.
- Richard, Nelly. Revisar el Pasado, Criticar el Presente, Imaginar el Futuro. Santiago:
Utopía(s), 2004.
- Santín, Camila. Trazado desde los Bordes; Estudio de la revista Trauko durante la dictadura
chilena. Memoria Chilena, Artículos para el Bicentenario.
- Villalobos-Ruminott, Sergio. Modernidad y Dictadura en Chile: La Producción de un Relato
Excepcional. Santiago: Vol. 6, N°1. Ediciones A Contra Corriente, 2008.

c) Páginas Web.

- http://www.archivochile.com/ (Archivo Chile: Centro de Estudios “Miguel Henríquez”


CEME).
- http://biografias.bcn.cl/ (Biblioteca del Congreso Nacional).
- http://www.comisionporlamemoria.org/ (Comisión Provincial Por la Memoria).
- http://www.comisionvalech.gov.cl/ (Comisión Valech).
- http://www.fundacionsalvadorallende.cl/ (Fundación Salvador Allende).
- http://www.memoriachilena.cl/ (Memoria Chilena).
- http://www.purochile.rrojasdatabank.info/ (Puro Chile, La Memoria del Pueblo).
- http://www.salvador-allende.cl/ (Salvador Allende).

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