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Módulo III Lectura

OFICINA NACIONAL DEL


DIÁLOGO Y SOSTENIBILIDAD, de
la PRESIDENCIA DEL CONSEJO
DE MINISTROS-PCM
OFICINA NACIONAL DEL DIÁLOGO Y SOSTENIBILIDAD, de la PRESIDENCIA DEL
CONSEJO DE MINISTROS-PCM

Esta oficina se encuentra ubicada dentro de la Jefatura de Gobierno del País, la PCM que
es la entidad que tiene como misión el promover, coordinar y articular políticas nacionales
con el sector privado, ejerciendo rectoría sobre los procesos que el Estado ejecuta, para
lograr un mejor gobierno e inclusión.

La ONDS es un área técnica que depende en forma directa del Presidente del Consejo de
Ministros-PREMIER y tiene a su cargo el seguimiento, solución y monitoreo de los
conflictos en el país. Ha desarrollado una serie de conceptos que es interesante conocer y
a continuación resumimos la información que esta Oficina pone a disposición en su
página web institucional.

Definiciones sobre Conflicto

La conceptualización del conflicto es un punto de partida fundamental para abordar las


tareas que corresponden a la ONDS. De acuerdo al DS-106-2012-PCM, que norma las
funciones de la Oficina, ésta debe abordar la prevención, mediación y/o negociación de
diferencias, controversias y conflictos.
En la literatura sobre el tema, una diferencia puede entenderse conceptualmente como un
conflicto de juicio u opinión (“conflicto cognitivo”), que ocurre cuando una de las partes
considera que la(s) otra(s) ha(n) llegado a conclusiones equivocadas sobre hechos reales.
Se trata fundamentalmente de una contraposición de opiniones.

Una controversia consiste en una oposición de intereses o posiciones acerca de un


hecho, una acción o decisión. Un interés es un objetivo o meta que persigue un grupo
social, en tanto una posición es la visión o representación que dicho grupo se ha forjado,
ambas en torno a un hecho, acción o decisión concreta.

En cuanto a la conceptualización del conflicto, la teoría y los estudios especializados


abundan en definiciones de distinto tipo. Para los fines del trabajo en la Oficina, se adopta
una definición operacional en los términos siguientes:

El Conflicto social: se entiende como un proceso social dinámico en el que dos o más
partes interdependientes perciben que sus intereses se contraponen (metas
incompatibles, escasez de recursos e interferencia de la otra parte para la consecución de
sus metas u objetivos), adoptando acciones que pueden constituir una amenaza a la
gobernabilidad y/o el orden público, y para cuya resolución, se requiere la intervención
del estado en calidad de mediador, negociador o garante de derechos.

Diferencia: Contraposición de opiniones.


Controversia: Posiciones o intereses encontrados sobre un hecho, acción o decisión en
concreto.
Cuatro elementos merecen destacarse en la definición del conflicto: 1) la
interdependencia entre los actores en conflicto, 2) la percepción de la existencia de una
contraposición; 3) las potenciales consecuencias de su comportamiento sobre la
gobernabilidad y el orden público y, 4) la intervención del Estado como mediador,
negociador o garante de derechos.

El primer elemento expresa la existencia de relaciones sociales cercanas y de carácter


estructural entre los actores que se contraponen; el segundo, se refiere a una dimensión
subjetiva pero insoslayable por lo real de sus consecuencias, lo cual debe tenerse muy en
cuenta en el tratamiento del conflicto; el tercero alude al impacto potencial o real de la
conducta de los actores sobre el orden institucional del país, lo que sin duda es materia
de atención por el Gobierno Nacional y; finalmente, el cuarto elemento precisa un criterio
básico para la ONDS, relacionado con la participación del Estado con distintos roles en la
búsqueda de soluciones.

Es posible establecer una secuencia que comienza en las diferencias y evolucionan hacia
la controversia y, finalmente, el conflicto, aunque desde luego ese no es el camino que
siguen todos los casos. Algunos pueden arreglarse en sus inicios, sin llegar a convertirse
en conflictos; otros pueden no visibilizarse mucho y pasar casi inadvertidos en sus etapas
iniciales. Para la ONDS, es esencial poder detectar las diferencias y controversias como
parte de su trabajo de prevención.

Tipología de los Conflictos Sociales: criterios para su determinación

a) Por el tipo de demanda que reclaman los actores sociales (económica, productiva,
social, cultural, ambiental); en cuya resolución se compromete la participación de una o
más de las autoridades del Ejecutivo o de las instituciones públicas;
b) Por su pertenencia a una actividad productiva; en cuyo caso, su resolución
corresponde a uno o más sectores del Ejecutivo o de los niveles de gobierno;
c) Por la afectación a los derechos de los actores sociales y al medio ambiente;
d) Por las disputas entre pueblos o regiones por recursos, definición de límites; o por
disputas en la gestión de Gobierno Local o Regional.

En base a ello, la clasificación incluye la tipología siguiente, la que es extensible a las


diferencias y controversias.

o Minería: Conflictos ligados a la presencia de actividad minera en una zona (ya sea
por el impacto de dicha actividad o por el incumplimiento de acuerdos o
insatisfacción de la comunidad afectada).
o Energéticos: En torno a actividades de producción de energía, en los últimos
años principalmente hidroeléctrica, debido a los posibles impactos de dichos
proyectos.

o Hidrocarburífero: Relacionados con las actividades petroleras y gasíferas;


pueden ocurrir en cualquiera de las fases del ciclo productivo y suelen involucrar a
las empresas y poblaciones del entorno.

o Hídricos: Se desencadenan en torno al uso y distribución del agua para riego y/o
consumo doméstico.

o Minería informal e ilegal: Conflictos en torno a actividades realizadas por


personas que explotan riquezas mineras de manera ilegal (invadiendo terrenos y
concesiones ajenas) y sin las precauciones necesarias para evitar impactos
ambientales negativos.

o Demarcación territorial: Surgen en torno a la delimitación de un espacio


territorial, siendo frecuentes las disputas entre distritos y provincias, así como
entre regiones.

o Agrarios, forestales y por hoja de coca: Se desencadenan alrededor de las


actividades agropecuarias y forestales, debido a posiciones encontradas en torno
a ciertos temas, así como por problemas dentro de áreas naturales protegidas.

o Laborales: Desacuerdos entre empleadores y trabajadores en torno a los


derechos y las relaciones laborales en el sector privado o público.
Construyendo el Sistema Nacional de Prevención de Conflictos Sociales: Enfoques,
avances y desafío:

1.1. Importancia estratégica de la prevención de conflictos sociales


Los conflictos sociales son, como se sabe, parte integrante de la dinámica de una
sociedad. La existencia de estructuras donde los actores tienen intereses, posiciones y
visiones distintas tiende a generar, inevitablemente, diferencias y controversias que
pueden desembocar en conflictos abiertos.
Por mucho tiempo, algunas teorías sociales, así como el sentido común prevaleciente en
diversas sociedades, han visualizado a los conflictos como negativos o perniciosos para la
vida de una colectividad; por ello, los Estados se organizaban para tratar de evitarlos o al
menos resolverlos de modo que no rompieran el orden público y menos la estructura
social.
Desde hace unas décadas, sin embargo, han surgido enfoques y corrientes que ven en el
conflicto un potencial transformador, asumiéndolo como un signo de cambio y dinamismo
propio de cualquier sociedad. En términos de orientación de políticas públicas, el conflicto
permitiría visualizar los problemas subyacentes así como demandas postergadas y, por
tanto, éstos no deberían dejarse de lado al momento de construir tales políticas.

En esta perspectiva, si bien hay un elemento vital y transformador en los conflictos, se


hace necesario evitar que estos desemboquen en situaciones abiertamente
confrontacionales que desgasten el sistema y pongan en riesgo la gobernabilidad. En esta
línea, se plantea la idea de prevenir los conflictos, no para evitarlos, sino para lograr
desde el Estado construir canales que permitan abordarlos en una fase temprana, antes
de su escalamiento y crisis, que en algunos casos pueden incluso desencadenar hechos
de violencia.

En este sentido, la prevención es importante como estrategia, porque permite detectar el


conflicto en una fase temprana y crea condiciones para poder manejarlos
adecuadamente, logrando acuerdos sin que éste llegue a escalar y hacer crisis, momento
donde el control sobre los acontecimientos resulta mucho más difícil y donde las
tensiones y controversias se han exacerbado. La importancia de la prevención radica
además en la reducción de los riesgos de un estallido de violencia, que podría generar
costos sociales trágicos (muertos, heridos y lesionados) y costos económicos de distinta
magnitud (destrucción de bienes, pérdidas de horas-hombre de trabajo, etc.).

La prevención puede ser ejercida de manera “estructural”, es decir, actuando desde el


Estado mediante una serie de políticas para resolver problemas de fondo, que suelen
crear las condiciones para el surgimiento de los conflictos (pobreza, desigualdad,
discriminación). Otra modalidad (operativa) es el ejercicio de la prevención cuando las
tensiones sociales hacen evidente la inminencia de un conflicto, lo que puede tratar de
evitarse mediante otro tipo de intervenciones, trabajando directamente con los actores
involucrados, estableciendo mecanismos útiles para ello.
Uno de los mecanismos más importantes para el abordaje de la prevención operacional
es el diálogo, proceso que permite un activo intercambio entre las partes, orientados al
mutuo conocimiento, a indagar en las motivaciones y posiciones de los protagonistas,
cuyo fin último es incorporar la perspectiva del otro en la propia. Esto significa acercar
posiciones, generar consensos y acuerdos mínimos entre los participantes. Si bien el
diálogo puede entablarse cuando ya estalló un conflicto, en este momento resulta mucho
más duro conseguir acuerdos, sobre todo si se han producido hechos de violencia.

Una de las corrientes que guían la prevención en conflictos sociales proviene de la


gestión de riesgos. En esta línea, se considera que un sistema puede tener respuestas
reactivas frente a una amenaza o peligro, las cuales se enmarcan en las medidas (o
estrategias) empleadas cuando ya estallaron las tensiones, y se tiene que actuar de facto
para evitar mayores pérdidas o costos. Quedarse sólo en estas medidas –como ha
ocurrido usualmente en el Perú- implica que las condiciones de riesgo perduren. Así, el
sistema debe contar además, con medidas prospectivas, que implica una serie de
estrategias y líneas de acción para minimizar los riesgos y en la práctica poder manejarlos
para evitar la crisis. Es en esta última perspectiva donde se enmarca un enfoque de
prevención en conflictos sociales.
Uno de los instrumentos claves para la prevención de conflictos es el denominado
Programa de Alerta Temprana (PART), al que debe entenderse como un conjunto de
procedimientos estandarizados para recolectar, sistematizar y analizar información que
permita seguir un asunto o situación, indagando señales de riesgo o amenazas para
alertar tempranamente a los tomadores de decisión con el fin de que éstos puedan
adoptar medidas apropiadas y oportunas para evitar la escalada de un conflicto o
disminuir sus impactos.

1.2. La pertinencia de la prevención en el Perú


El Perú confronta desde hace años altos niveles de conflictividad, eventos que en algunos
casos ha puesto en tela de juicio la gobernabilidad del país. En los últimos tiempos, el
mayor número de conflictos reportados en el país han estado relacionado a la presencia
de industrias extractivas (minería e hidrocarburos principalmente), algunos de los cuales
han desembocado en actos violentos con trágicas pérdidas de vidas, daños materiales de
consideración, así como la postergación o paralización de proyectos.

Estos conflictos son fruto de un complejo conjunto de causas, entre las que se pueden
mencionar los temores de la población ante los posibles impactos negativos de la minería
y los hidrocarburos; las acciones de las empresas, el comportamiento de algunos de sus
funcionarios, la débil fiscalización en materia ambiental, entre otras. En un marco en
donde la presencia del Estado y los principales partidos es débil y ciertos grupos políticos
con agenda propia intentan capitalizar el descontento y las legítimas demandas de la
población, el estallido de conflictos ha ido en avance gradual, volviéndose en ciertos
períodos, incontenible.
El Estado ha respondido a estos estallidos con medidas urgentes, que incluían la
negociación y, en ciertos casos, la represión cuando las protestas se han convertido en
una amenaza para el orden público y la gobernabilidad. En su inmensa mayoría, éstas
han sido medidas reactivas y puntuales destinadas a mitigar la crisis. En este contexto, si
bien la conflictividad podía declinar temporalmente, el resurgimiento de tensiones ha sido
recurrente y las respuestas por parte de los operadores políticos ha sido la misma, con lo
cual de hecho se conformaba una suerte de “círculo vicioso” del cual ha sido difícil
escapar.

Si bien las distintas administraciones estatales que se han sucedido en estos años han
captado la importancia de tratar los conflictos, estableciendo algunas medidas que lleven
a su tratamiento y gestión, las respuestas han estado orientadas a “poner paños fríos” a la
situación, avanzando muy poco en políticas integrales formuladas expresamente para la
prevención.

En circunstancias donde los conflictos han continuado su escalada, se hace necesario ir


consolidando un sistema que esté preparado para su manejo. Respondiendo a esta
necesidad, el Gobierno Nacional encabezado por el Presidente Ollanta Humala, tiene el
compromiso de encontrar soluciones integrales y de fondo a la problemática subyacente a
los conflictos sociales. En coherencia con este cometido, se viene diseñando una política
para el tratamiento de la conflictividad basada en el diálogo y la prevención, por
considerar que el primero es la forma más adecuada de resolver los problemas en
democracia, con una cultura de paz que respeta los derechos ciudadanos, promueve
políticas de inclusión social y presta particular atención a las aspiraciones y demandas de
la población.

La estrategia de prevención, por su parte, permite adelantarse a los acontecimientos,


contribuyendo por un lado a generar cambios en las condiciones que facilitan el
surgimiento de conflictos (prevención estructural) y, por otro lado, a establecer
mecanismos de diálogo y acercamiento entre los actores de una diferencia o controversia,
a fin de impedir que éstas escalen y hagan crisis.

En un país donde las capacidades estatales para gestionar los conflictos están en
construcción, lo más adecuado es abordarlos en etapas preliminares, cuando las
posibilidades de controlarlos y, sobre todo, de resolverlos pacíficamente son más altas y
seguras.

1.3. El Sistema Nacional de Prevención de Conflictos Sociales


Un sistema de prevención aborda las causas que generan los conflictos, y busca la
articulación de las políticas públicas de los diferentes sectores, agencias e instituciones
para atender las demandas de los ciudadanos. En este sentido, es una herramienta clave
para el fortalecimiento del sistema democrático y la gobernabilidad del país.
En el Perú, la construcción del Sistema Nacional de Prevención de Conflictos fue
anunciada por el Presidente Ollanta Humala en su discurso del 28 de julio del 2012², y se
ha convertido en uno de los ejes centrales del Gobierno Nacional, la Presidencia del
Consejo de Ministros (PCM) y la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS).

De acuerdo a este mandato, la ONDS ha planteado la creación de un Sistema Nacional


de Prevención de Conflictos Sociales en los términos ya enunciados, es decir, como una
red institucional que articule las diferentes instancias y niveles de gobierno, afirmando la
presencia del Estado en todos los niveles de la sociedad. Si bien, la prevención es una
responsabilidad del Gobierno Nacional, el sistema debe buscar una articulación efectiva
en todos los niveles de gobierno, para que pueda generarse una “cultura institucional”
orientada hacia la prevención.

Las estrategias que orientan la creación de un sistema de prevención de conflictos se


basan en tres principios fundamentales: la reacción temprana ante las señales de un
conflicto potencial; un enfoque integral para reducir las tensiones que pueden
desencadenar el conflicto; y el esfuerzo por resolver las causas estructurales que
subyacen en éste.

Por otra parte, dentro de las experiencias internacionales de sistemas de prevención de


conflictos se distinguen dos categorías ya mencionadas: “una prevención operacional, que
se refiere a las medidas aplicables frente a una crisis inmediata, y una prevención
estructural, que comprende las medidas para velar que no se presenten las crisis en
primer lugar o, si lo hacen, no vuelvan a reavivarse”³.

En otras palabras, la prevención operacional supone medidas y estrategias de corto


plazo. En este tipo de medidas se enmarcan los sistemas de alerta temprana, por
ejemplo. La prevención estructural tiene otro horizonte, pues supone medidas y
estrategias de mediano y largo plazo, encaminadas a abordar las causas subyacentes al
conflicto. Los programas sociales orientados a superar condiciones de pobreza, serían un
ejemplo de este tipo de estrategia4.

En el Perú, la ONDS ha comenzado la implementación del sistema teniendo como ejes


estratégicos tres de sus componentes: 1) la construcción de un Programa Nacional de
Alerta y Respuesta Temprana (PART); 2) La identificación de zonas de riesgo que sirven
como puente entre el PART y la institucionalización de la prevención; y 3) La
institucionalización de la prevención de conflictos sociales en todos los niveles de
gobierno.

El PART es entonces parte de una totalidad mayor que se está implementando, y


constituye un paso inicial, conducente a la construcción global del Sistema Nacional de
Prevención que, como ya se ha indicado, incluye un conjunto de instancias públicas y
estrategias destinadas a actuar en el corto plazo (reducción y control de las tensiones
sociales antes de su escalamiento y crisis) y en el mediano y largo plazo (intervención
sobre las causas estructurales potenciales generadoras de conflictos).

1.3.1. El Programa de Alerta y Respuesta Temprana (PART)


El desarrollo de los sistemas de alerta temprana ha tenido una evolución gradual. En un
primer momento, surgen asociados a la necesidad de los Estados por predecir los
desastres naturales y las crisis humanitarias. Más adelante, en un segundo momento, los
sistemas comienzan a construirse y aplicarse para la prevención de los conflictos
armados externos, estos últimos incluso como herramientas de organismos
supranacionales. En un tercer momento, los sistemas se utilizaron como herramienta para
activar respuestas tempranas, orientadas a la prevención de los conflictos sociales. En
este contexto, actualmente existen ejemplos de sistemas operados tanto desde niveles
nacionales y sub-nacionales, como desde el gobierno y organizaciones de la sociedad
civil. Además, los organismos de cooperación internacional los utilizan para planificar y
programar proyectos de desarrollo en zonas de alta conflictividad5.

Se debe precisar que la prevención no es una ciencia exacta y por tanto es difícil “predecir
con exactitud”, debido a la complejidad del “objeto” (seres humanos), pero es posible
establecer un rango de probabilidades que permita tomar decisiones oportunas para el
tratamiento de situaciones conflictivas.

El sistema no funciona aisladamente, sino que es un componente de una estrategia


mayor para la prevención y transformación de conflictos. Su funcionamiento implica pasos
claves como: 1) la recolección, sistematización y análisis de información; 2) la
comunicación temprana de alertas; 3) la adopción de medidas adecuadas y oportunas; y
4) la definición clara sobre lo que se intenta evitar y anticipar, lo que implica establecer
adecuadamente aquello que se consideran señales de riesgo y amenazas.

Implementación del PART en la ONDS


El PART que viene siendo implementando por la ONDS contempla varias fases. La
primera comprendió el diseño conceptual e institucional del programa. En esta etapa se
puso especial énfasis en el factor institucional y participativo de los diferentes órganos de
gobierno del Estado Peruano. Se definieron qué instituciones participarían en la red de
prevención y los campos conceptuales que organizaría la red de información y
comunicación.
La segunda fase comprendió el diseño de la red de información y comunicación. Para
esto, se construyó un software específico. Además, se planteó el flujo de información que
tendrá el programa para su funcionamiento.
Entre las actividades que se llevaron a cabo para la implementación de esta segunda fase
se debe mencionar el inicio del programa de capacitaciones a gobernadores regionales y
provinciales, quienes serán una pieza clave en la red de información7. Además, en esta
línea de trabajo, se capacitaron a funcionarios de direcciones y gerencias del Gobierno
Regional de San Martin, quienes vienen construyendo su propio Sistema de Alerta
Temprana (SAT), de acuerdo a su matriz organizativa e institucional, brindándose
asistencia técnica para la construcción de su plataforma virtual de información.

Una tercera fase, importante para la implementación del PART, comprende la


organización de la respuesta temprana. Para esto, se requiere articular esfuerzos y
consensuar procedimientos entre los sectores y niveles de gobierno, que nos permitan dar
respuestas ante posibles amenazas o riesgos que nos reporte el programa. En esta línea
se ha avanzado en definir e identificar, inicialmente, los procedimientos empleados por
cada sector de gobierno8. Además, se ha establecido el compromiso de preparar un
“catálogo de metadatos” que permita dar información de todos los sectores acerca de
estudios, programas, proyectos, entre otra información relevante, que ayude a la toma de
decisiones de manera rápida y oportuna ante las posibles alertas.

Una de las actividades de esta fase ha sido la organización de un primer taller con
representantes de cada sector de gobierno9, espacio en el cual se identificó la necesidad
de seguir fortaleciendo (y creando) oficinas o unidades de gestión de conflictos en cada
sector. Asimismo, se consideró crucial un trabajo consensuado para ir definiendo los
procedimientos para la respuesta y el manejo de conflictos.

Red de información y análisis del PART


La red de información y análisis del programa comprende dos niveles de participación. En
el primer nivel, se construye inicialmente una red institucional teniendo como eje la
participación de gobernadores regionales, provinciales y distritales; en un segundo
momento, se incorporan los jueces de paz, comisarios y funcionarios de campo de los
diferentes sectores del Gobierno Nacional; en un tercer momento se incorporarán los
Gobiernos Regionales a través de diferentes direcciones y gerencias; y en un último
momento, se incorporan los Gobiernos Locales.

Otro nivel de información, estará conformado por los registros provenientes de los
gobiernos locales y regionales, los sectores del gobierno nacional, las organizaciones de
la sociedad civil, Defensoría del Pueblo, medios de comunicación, entre otras (ver
diagrama).
Una vez recibida la información proveniente de estas redes, la ONDS se encargará de dar
diversos reportes, los cuales serán remitidos a los sectores y niveles de gobierno de
acuerdo a su competencia e interés.

Desde la ONDS, se han planeado diferentes tipos de reportes:

1) reportes diarios, que brindarán información de manera resumida del detalle de las
diferencias, controversias y conflictos, clasificadas por orden de prioridad (Rojo, Ámbar y
Verde) en un determinado ámbito territorial;

2) reportes estadísticos semanales, donde se mostrará los patrones de comportamiento


de la conflictividad (tendencias, tipos más frecuentes, zonas geográficas, actores,
sectores institucionales con mayor carga o tendencia de conflictos, entre otros); y

3) reportes históricos mensuales, donde se presentará de manera esquemática el


desarrollo cronológico de las diferencias, controversias y conflictos, en función a un
conjunto de variables cuantitativas.
Toda esta información servirá como insumo para comprender la dinámica y evolución de
las tensiones sociales en diferentes ámbitos. El tratamiento de la información permitirá
avanzar con la identificación de “zonas de riesgo”, lo cual permitirá realizar acciones
estratégicas.

1.3.2. Identificación de las zonas de riesgo


La identificación de las zonas de riesgo, se consignará como un instrumento clave que
permita ir evaluando y preparando las estrategias de intervención. Se debe precisar que
las llamadas zonas de riesgo se configuran como unidades sociales, territoriales,
culturales y políticas que emiten señales de vulnerabilidad, que alertan sobre peligros y
amenazas a la seguridad y modos de vida de la población. De tal manera, sostenemos
que cuando mayor es la vulnerabilidad mayor es el riesgo (e inversamente).

En ese sentido, como ONDS entendemos la prevención en relación al riesgo como la


preparación contra daños y amenazas futuras, buscando que la probabilidad de
ocurrencia se reduzca al mínimo o disminuya considerablemente. En esa línea, el Estado
se encaminará a brindar una acción preventiva a través de los mecanismos planeados
como parte de la respuesta temprana del sistema.

Las herramientas para la identificación de las zonas de riesgo son los instrumentos
usados frecuentemente por las ciencias sociales y políticas como: los mapeos de actores,
matrices de escenarios prospectivos, los mapas geo-referenciales, de vulnerabilidad
ambiental, los análisis de redes sociales, diagramas de flujo, etnografías, mapas
mentales, entre otros. Una herramienta fundamental para esta tarea será el ya
mencionado catálogo de metadatos especializado, que almacenará información espacial y
documental de las acciones que los diferentes sectores de gobierno desarrollan en
distintas regiones del país (proyectos, programas, estudios, monitoreos ambientales, entre
otros).

Los criterios para la identificación de las zonas de riesgo surgen de la evaluación de


factores que la activan, como los actores políticos que operan en la zona, la cultura de la
población, la historia de conflictividad, la capacidad de acción colectiva y movilización
social, la densidad de presencia del Estado, la pobreza, las características de la inversión
privada, la presencia de grandes proyectos de inversión, entre otras.

1.3.3. Institucionalización de la prevención de conflictos sociales en los diferentes


niveles de Gobierno
El Estado Peruano tiene tres niveles de gobierno: Nacional, Regional y Local, cada uno de
ellos con un marco legal que define sus competencias y funciones. Los mecanismos de
institucionalización para la prevención de conflictos están orientados a que los Gobiernos
Regionales y Locales elaboren y uniformicen sus políticas de prevención, en coordinación
con la ONDS; esto supone la creación y fortalecimiento de las Oficinas Regionales
de Gestión del Diálogo y la articulación de los Sistemas de Alerta Temprana de los
Gobiernos Regionales con el que viene desarrollando la ONDS.
Una herramienta fundamental para el fortalecimiento de capacidades de los Gobiernos
Sub-nacionales es el desarrollo de Proyectos de Inversión Pública que genere o
fortalezcan oficinas de Prevención de Conflictos Sociales en cada uno de la Gobiernos
Regionales. En ese marco se ubica la experiencia inicial con el GORE de San Martín10.
La institucionalización del Sistema Nacional de Prevención de Conflictos es un proceso
permanente para uniformizar políticas y estrategias preventivas que fortalezcan la
presencia del Estado en las zonas de riesgo. Estamos convencidos como ONDS que
estas políticas preventivas aseguran la reducción del riesgo, fortalecen los derechos de la
población y garantizan el desarrollo normal de las actividades sociales y económicas,
contribuyendo a la gobernabilidad y el desarrollo sostenible en el país. Asimismo,
contribuyen al fortalecimiento de capacidades en temas de prevención en las diferentes
instituciones del Estado, y la implementación de una cultura organizacional encaminada a
desarrollar acciones para la atención temprana de las demandas, diferencias y
controversias. En su expresión más acabada, la prevención significa afianzar una cultura
de diálogo como la base del sistema democrático, el cual deberá tener especial énfasis
en el diálogo intercultural, necesario en el Perú, donde la diversidad cultural es un
potencial enorme de desarrollo social.

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