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Breve introducción.
vuelven a sentarse y la liturgia continúa con la proclamación de la Palabra (Se canta el aleluya).
Liturgia de la Palabra
Como el Padre me amó, yo también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si guardan mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y
permanezco en su amor. Les he dicho esto, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea colmado. Este
es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor
que el que da su vida por sus amigos.
- Señor, te pedimos por los padres y familiares de estos niños, para que ayuden a tu hijo a perseverar en
los momentos de dificultad y alimenten siempre su fe. Oremos
- Señor, te pedimos por la Iglesia, para que siempre sea un signo del amor de Dios en el mundo. Oremos
Como hermanos y amigos del Señor dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó: Padre Nuestro.
Una vez concluido el Padre Nuestro, el sacerdote se dirige al frente del altar, donde se encuentra la
fuente con agua, la bendice y luego bendice asperja sobre las cruces:
Dios, Creador y Padre de todo lo que existe, principio de la vida y salvador de la humanidad, bendice + esta
agua que nos recuerda el bautismo, por el cual nos hiciste hijos y sembraste en nosotros la semilla de la Vida
eterna, para que nos purifique y proteja de todo mal, por Jesucristo nuestro Señor.
Amen
Una vez bendita las cruces, cada monitor de grupo se la impone al niño con el que compartió durante la
jornada. Luego vuelven donde estaban sentados para recibir la bendición:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños, que dijiste que quienes lo reciben te reciben a ti mismo: escucha
nuestras suplicas en favor de estos niños y, ya que lo enriqueciste con la gracia del bautismo, guárdalos con tu
continua protección, para que, cuando llegue a mayor, profese libremente su fe, sea fervoroso en la caridad y
persevere con firmeza en la esperanza de tu reino. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos
Amen
Al terminar se dice:
Al despedirnos, nos encomendamos también a nuestra Madre, la Virgen Maria, diciendo: Dios te salve,
Maria...
Finalmente se dice: