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TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN 02
I. DEFINICIÓN 03
II. CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES 05
III. CLASES DE CONTRATOS PREPARATORIOS 05
A. COMPROMISO DE CONTRATAR.- 05
a. Comentario Al Artículo 1414 05
b. Contenido Del Compromiso De Contratar 15
1. Los Elementos Esenciales Del Contrato Definitivo 16
2. Ausencia De Estipulación De Todos Los Elementos 21
Esenciales Del Contrato Definitivo
c. Plazo Del Compromiso De Contratar 22
1. Naturaleza jurídica del plazo 23
2. La Estipulación Del Plazo 24
3. Falta de estipulación sobre el plazo 25
d. Renovación Del Compromiso De Contratar 26
e. Negativa Injustificada De Celebrar El Contrato Definitivo 27
1. El Incumplimiento Del Compromiso De Contratar 27
2. La Exigencia Judicial Del Cumplimiento 30
3. La Resolución Del Compromiso De Contratar 31
4. La Indemnización Por Los Daños Y Perjuicios 33
B. CONTRATO DE OPCIÓN 33
a. Contrato De Opción Recíproca 38
b. Contrato De Opción Con Reserva De Beneficiario 39
c. Contenido Del Contrato De Opción 41
d. Plazo Del Contrato De Opción 42
e. Renovación Del Contrato De Opción 44
f. Formalidad De Los Contratos Preparatorios 46
CONCLUSIONES
ANEXOS
BIBLIOGRAFÍA
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
INTRODUCCIÓN
CONTRATO PREPARATORIO
I. DEFINICIÓN
2
DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Sin embargo, al hacerla solo regula dos contratos preparatorios típicos: el compromiso de
contratar y el contrato de opción. Es decir que no encontramos una definición de lo que
entiende el Código por los contratos preparatorios -básicamente prescindible-, sino que
tampoco encontramos un régimen general que resulte aplicable tanto a los contratos típicos
de los que se ocupa, como a los contratos preparatorios atípicos que, en ejercicio de su
libertad de estipulación, las partes pueden celebrar.
Sin perjuicio de estas carencias, se puede sostener que el régimen de los contratos
preparatorios típicos, acogidos por el Código Civil, supone que estos son acuerdos por los
que se prepara la celebración de los contratos definitivos. Quienes no pueden o no quieren
celebrar un contrato definitivo en un momento determinado, pueden asegurar su
celebración futura, mediante la celebración presente de un contrato preparatorio. No parece
haber mayor fondo común que el reseñado en el régimen de estos contratos típicos.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Esta celebración futura del contrato definitivo puede ser asegurada obligándose ambas
partes a su celebración -como en el caso del compromiso de contratar-, o quedando
vinculada, una o ambas partes, a su celebración -como en el caso del contrato de opción-, o
de cualquier otra manera que las partes lo conciban.
Se puede advertir, entonces, que, aunque especies típicas de los contratos preparatorios
-según el régimen adoptado por el Código Civil-, el compromiso de contratar y el contrato
de opción son acuerdos que producen efectos jurídicos sustancialmente diferentes:
obligatorios uno y vinculantes el otro; de modo tal que la relación entre el preparatorio y el
definitivo varía significativamente en ambos casos.
Para concluir con estas notas introductorias, cabe agregar que el interés protegido en el
contrato preparatorio -asegurar la celebración del contrato definitivo con efectos
determinados-, puede ser realizado por las partes, desde un punto de vista práctico,
sirviéndose de otras figuras jurídicas; ya, por ejemplo, mediante la formulación de la oferta
con una vigencia determinada o mediante la celebración del definitivo con suspensión de
sus efectos por un determinado plazo. El contrato preparatorio, en consecuencia, no es
imprescindible; sin embargo, ello no es óbice para que los contratantes lo tengan a su
disposición y lo usen de preferirlo. Es más, así el Código Civil no acoja la figura, las partes
pueden celebrar válidamente un contrato preparatorio en el ejercicio de su libertad
constitucional de estipulación.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
C. COMPROMISO DE CONTRATAR.-
[Art. 1414] Por el compromiso de contratar las partes se obligan a celebrar en el futuro un
contrato definitivo.
La doctrina conoce esta figura con diferentes nombres: precontrato, contrato preliminar,
ante contrato, contrato de contratar, etc. La Comisión Revisora del Código Civil la acogió,
inicialmente, con el nombre de promesa de contratar, para, finalmente, denominarla, desde
su primer Proyecto, como lo hace el artículo citado: compromiso de contratar.
Para la celebración válida del compromiso de contratar, lo mismo que para el caso de
cualquier otro contrato, entonces, deben concurrir -en el lenguaje del Código Civil- todos
los requisitos de validez: consentimiento, capacidad, objeto, causa y forma.
1
ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil. Tomo 11, Vol. 1. Barcelona
5
DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Los contratantes en el compromiso de contratar han de ser sujetos con plena capacidad de
obrar. Esta capacidad debe ser similar a la exigida para celebrar el contrato definitivo. Sin
embargo, no cabe, a nuestro entender, que sujetos con capacidad disminuida, como la
prevista en el artículo 1358 del Código Civil, puedan celebrar un contrato preparatorio,
aunque tengan capacidad para celebrar un contrato definitivo; la excepcionalidad de esta
norma que valida la actuación de los incapaces está prevista solo para contratos definitivos,
que son los relacionados con las necesidades ordinarias de la vida diaria. Los llamados
"pequeños contratos" no son susceptibles de preparación.
El objeto es la específica relación obligatoria que las partes se proponen crear. Así, por el
compromiso de contratar, los celebrantes se proponen crear una relación obligatoria -cuya
naturaleza examinaremos más adelante-, por la cual todos queden obligados a celebrar un
contrato definitivo. El compromiso de contratar, a diferencia del contrato de opción,
entonces, es un contrato con efectos obligacionales. En consecuencia, los celebrantes del
compromiso de contratar terminan obligándose a prestar su cooperación, para hacer posible
la celebración del contrato definitivo.2
La causa está dada por la finalidad lícita perseguida por los contratantes al preparar la
celebración de un contrato definitivo determinado. Este último necesariamente lícito.
Y la forma, atendiendo a lo regulado en el artículo 1425 del Código Civil, dependerá del
contrato definitivo. Si el contrato definitivo debe adoptar una forma determinada para su
celebración válida, una solemnidad; la validez del compromiso de contratar estará
supeditada a la adopción de similar solemnidad.
En cambio, cuando el contrato definitivo sea de forma libre, también lo será el preparatorio.
Desde el punto de vista estructural, entonces, el compromiso de contratar es un contrato, un
acto jurídico plurilateral, que se forma válidamente cuando, como en el caso de cualquier
2
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil peruano de 1984. Tomo 1. Lima,
Gaceta Jurídica Editores
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
otro contrato, concurren los cinco requisitos enunciados. Sin embargo, cabe agregar que,
además de los requisitos de validez, hay dos componentes que son fundamentales en la
definición de la estructura del compromiso de contratar: el contenido y el plazo; sobre ellos
nos ocuparemos al comentar los artículos correspondientes.
En tanto que contrato, también el definitivo es un acto jurídico plurilateral con efectos
patrimoniales. Su celebración válida, entonces, es el resultado del concurso, satisfactorio,
de los cinco requisitos de validez. Todas las partes del compromiso de contratar se obligan
a cooperar para que concurran estos cinco requisitos y se forme válidamente el contrato
definitivo.
Ahora bien, la declaración de oferta, con la que se inicia el proceso de formación del
consentimiento en el contrato definitivo, es la que hace exigible la ejecución de la
prestación a la que se han obligado los contratantes. La declaración de oferta no se emite en
vía de ejecución de una prestación debida, sino como satisfacción de un requisito que
permite al contratante que se ha convertido en oferente, exigir el deber de cooperación al
que se ha obligado el otro u otros.
En efecto, la cooperación debida por los deudores solo es tal si hay un proceso de
formación del consentimiento, y este supone la declaración de oferta. La oferta, entonces,
será el resultado de un acto de libertad por parte de aquel contratante del compromiso de
contratar, que se dispone a exigir al otro u otros, el cumplimiento del deber de cooperación.
En consecuencia, desde la perspectiva de la formación del consentimiento, la prestación a
la que se obligan los contratantes de un compromiso de contratar es a aceptar una oferta
para celebrar el contrato definitivo; es decir, se obligan a ejecutar una prestación de hacer.
El compromiso de contratar, entonces, origina una relación obligatoria por la que todas las
partes del contrato se comprometen a ejecutar una obligación con prestación de hacer. Toda
vez que se ha suprimido la clase de los contratos reales, entre nosotros, el deber de
cooperación que crea el compromiso de contratar siempre importa ejecutar una prestación
de hacer. Y esto no solo en el caso de la obligación de aceptar una oferta para hacer posible
la formación del consentimiento, sino también en la cooperación para el concurso de los
demás requisitos del contrato, como por ejemplo, en el caso del otorgamiento de la
solemnidad.
8
DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
permitir la celebración del contrato definitivo, y si no hay oferta no hay cooperación que
sea necesaria.
algo a cambio, entonces, la relación obligatoria creada por el compromiso de contratar, nos
parece, es una con prestaciones plurilaterales autónomas. En consecuencia, operan en el
compromiso de contratar todos los efectos de los contratos con prestaciones plurilaterales
autónomas; por ejemplo, los referidos por el artículo 1434 del Código Civil.
Cabe hacer una precisión respecto de la obligatoriedad de la prestación de hacer para todos
los contratantes. Efectivamente esto es así en el momento de la celebración del compromiso
de contratar: todos quedan obligados a prestar su cooperación para celebrar el contrato
definitivo, todos quedan obligados a aceptar la oferta que se les formule con ese fin. Sin
embargo, la parte que se dispone a exigir el cumplimiento de la obligación contraída,
formulando la oferta se libera de su deuda; se libera porque ya no se necesita cooperación
suya, a pesar de que ofertar no importe realizar una conducta de pago. Quedan, entonces,
como efectivamente obligados a cooperar los destinatarios de la oferta. Esto sin perjuicio de
la posibilidad de que se formule, válidamente, una contraoferta, en cuyo caso el
inicialmente oferente deviene en obligado a aceptar.
Lo que fluye directamente del artículo que estamos comentando, y empezamos este acápite
destacándolo, es que el contrato definitivo es, respecto del compromiso de contratar, un
hecho necesariamente futuro. Resulta, entonces, un imposible jurídico el que ambos sean
hechos contemporáneos. La contemporaneidad afectaría el objeto del compromiso de
contratar acarreando su nulidad; mas no la nulidad del, en este caso, impropiamente,
contrato definitivo.
El compromiso de contratar y el contrato definitivo son, entre sí, contratos autónomos. No
hay entre ellos una relación de accesoriedad. Es más, el primero no es una etapa previa de
la formación del segundo; y este no es un requisito de eficacia del primero. Cada uno,
entonces, tiene su propio iter contractual.5
5
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El contrato en general. Tomo 11. Lima, Palestra Editores,
2001
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Siendo autónomos, sus vicios no son transmisibles entre sí. Por ejemplo, la nulidad o
anulabilidad del compromiso de contratar no hace, por ello, nulo o anulable al contrato
definitivo. Y viceversa.
Sin embargo, el contrato definitivo se celebra en vía de cumplimiento del compromiso de
contratar. Este hecho, sin perjuicio de su autonomía, los comunica necesariamente.
11
DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Siendo un contrato, aunque esta resulte una verdad de Perogrullo, le es de aplicación toda la
normativa aplicable a los contratos.
Por otro lado, son de aplicación al compromiso de contratar las normas previstas en la
Sección Primera del Libro Sétimo del Código Civil, aplicables a las clases de contrato en
las que este puede ser incorporado. De estas clases hemos destacado anteriormente su
pertenencia a la de los contratos con prestaciones plurilaterales autónomas, por lo que
surten respecto de él los efectos previstos en el artículo 1434 del Código Civil. Así, por
ejemplo, el régimen para el caso de incumplimiento, que lo comentaremos al ocupamos del
artículo 1418.
Otro tanto cabe decirse respecto de la aplicación al compromiso de contratar del régimen de
la excesiva onerosidad de la prestación y del de la lesión. Aunque excede los límites de este
comentario analizar estos extremos, nos limitamos a señalar que participamos de la opinión
que considera aplicables estos regímenes al caso; y fundamos nuestra opinión en la antes
señalada comunicación de efectos entre el compromiso de contratar y el contrato definitivo.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
No cabe entonces celebrar un compromiso de contratar acordando que las partes quedan
obligadas a celebrar en el futuro un contrato de compraventa o un contrato de
arrendamiento, sin precisión alguna sobre estos. La obligación de celebrar el contrato
definitivo, pues, no puede ser estipulada genéricamente, del modo en que se presenta en los
ejemplos anteriores. La estipulación debe ser relativa a un contrato de compraventa singular
o a uno de arrendamiento también singular.
La razón para que la ley imponga la determinación del contrato definitivo a celebrarse en el
futuro, radica en el efecto obligatorio del compromiso de contratar.
Si el contrato definitivo que las partes se obligan a celebrar no fuera uno determinado, no
habría razonabilidad para que el destinatario de la oferta estuviera obligado a aceptarla; lo
está, porque en el compromiso de contratar consintió en los términos esenciales de ella. Es
más, si faltara esta determinación, no sería posible, conforme a lo previsto por el inciso 1)
del artículo 1418 del Código Civil, exigir judicialmente el cumplimiento de la obligación:
que se acepte la oferta. La determinación del contrato definitivo, entonces, hace posible el
cumplimiento de la obligación contra ida de celebrarlo.
De acuerdo con lo normado por el artículo 1415, lo que permite singularizar al contrato
definitivo es la estipulación, por lo menos, sobre sus elementos esenciales.
Por cierto que no hay obstáculo jurídico para que en el compromiso de contratar se
estipulen todos los términos del contrato definitivo. En este caso, la oferta que se formule
para celebrarlo no hará más que reproducir la totalidad de los términos previamente
estipulados.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Sin embargo, la ley no impone como contenido del compromiso de contratar tamaña
determinación del contrato definitivo. Su contenido quedará satisfecho cuando se estipulen
los elementos esenciales. En este caso, queda abierta la posibilidad para que la oferta de
celebrar el definitivo contenga más términos que los acordados al celebrar el preparatorio.
Ahora bien, sabemos que basta con estipular, en el compromiso de contratar, los elementos
esenciales del contrato definitivo, para considerarlo determinado; pero, ¿qué debemos
entender por elementos esenciales de este contrato?
El artículo que comentamos no responde a la pregunta que nos hemos hecho. En rígor,
tampoco encontramos una respuesta directa en alguna otra parte del Código Civil. Por
ejemplo, no la encontramos en el artículo que pudo haberse ocupado del tema: el 1359. En
efecto, al regularse el principio de la integralidad del contrato, el Código Civil ha hecho
tabla rasa de la distinción doctrinaria entre elementos esenciales y elementos secundarios
del contrato. El Código Civil ha optado, en el caso de la formación del contrato, por darles
el mismo valor a todos los elementos; de allí que la discrepancia sobre cualquiera de ellos
sea suficiente para que el consentimiento no quede formado.
Necesitamos explorar el tema desde otra perspectiva para encontrar un contenido idóneo
del concepto elementos esenciales de un contrato. Y esta perspectiva no las aporta el
análisis de la tipicidad.
Desde este punto de vista, los contratos pueden ser clasificados en: típicos, atípicos con
tipicidad social y atípicos puros.
Los contratos típicos, que el Código Civil prefiere llamar nominados, son los recogidos por
un cuerpo normativo escrito, generalmente con rango de ley. No es, empero, la mención
nominal del contrato por la norma la que hace de él un tipo. El tipo está formado,
necesariamente, por un conjunto de normas que regulan, esencialmente, una relación
contractual en abstracto. Estas normas, a veces, se complementan con otras que se ocupan
del acuerdo que origina tal relación contractual. Además, ordinariamente, la mayoría de las
normas que forman el tipo son de naturaleza dispositiva.
14
DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Así concebido el tipo -o tipo legal si lo preferimos-, resulta entendible su función esencial:
suplir la voluntad de las partes. Sin embargo, para que opere el tipo en un contrato
determinado, es indispensable que este se celebre estipulando las partes algunos elementos,
que no están previstos en él, y que son necesariamente concretos. Sin la estipulación sobre
estos elementos concretos no cabe la celebración de un contrato típico.6
Otro ejemplo: el del arrendamiento. Tratándose, en este caso, del préstamo de uso oneroso,
no es concebible esta relación contractual, sin el bien cuyo uso se cede, sin la renta que se
paga a cambio y sin el plazo que durará la cesión. Empero, para la celebración de un
contrato de arrendamiento determinado, basta con que los estipulantes acuerden bien y
renta, porque el plazo, indispensable para la relación contractual, es un vacío que puede ser
suplido por una norma dispositiva del tipo.
Digamos que no hay contrato de compraventa sin estipulación sobre bien y precio y
contrato de arrendamiento sin estipulación sobre bien y renta; estipulados estos elementos,
los tipos respectivos pueden integrar todos los vacíos dejados, y hacer viables las relaciones
contractuales. Así las cosas, podemos concebir las estipulaciones mencionadas como los
elementos esenciales de estos contratos.
6
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Estudios del contrato privado. Tomo 1. Lima, Cultural
Cuzco, 1983;
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
En el caso de los contratos típicos, con tipicidad legal, entonces, elementos esenciales son
aquellos que de no estipularse sería imposible la celebración del contrato definitivo; es más,
elementos esenciales, en el caso de los típicos, son aquellos cuya estipulación es suficiente
para la celebración del contrato definitivo.
Identificados los elementos esenciales de un contrato típico, cabe preguntamos ahora
respecto de los elementos esenciales de un contrato con tipicidad social.
Tratándose de los contratos atípicos con tipicidad social -o, si lo preferimos, típicos con
tipicidad social-, el conjunto de normas que regulan la relación contractual, y que forman el
tipo respectivo, tienen por fuente la costumbre. El que estas normas se sustenten en la
costumbre, y no en la ley, pone en evidencia las limitaciones del tipo social para jugar la
función supletoria de la voluntad de las partes.
Sin embargo, debemos admitir que el tipo social, necesariamente abstracto, puede llenar
vacíos dejados por los contratantes al celebrar el contrato respectivo. Esta posibilidad es
inequívoca cuando los propios contratantes lo estipulan así, acordando la aplicación, de las
normas que forman el tipo social, a la relación contractual que crean. También es posible
fundar esta función supletoria de los tipos sociales en el principio de la buena fe que, por
mandato del artículo 1362 del Código Civil, rige en la relación contractual.
De jugar el tipo social la función supletoria de la voluntad de las partes en un caso
determinado, la celebración de ese contrato, del mismo modo que en el caso de los
contratos típicos, requerirá de la estipulación de algunos términos concretos. Estos
términos, entonces, serán indispensables para la celebración del contrato con tipicidad
social; y serán suficientes. Al igual, pues, que en el caso de los contratos típicos, en este,
estos términos, indispensables y suficientes, constituirán los elementos esenciales del
contrato y formarán el contenido mínimo de un compromiso de contratar un determinado
contrato con tipicidad social.
Finalmente ¿cuáles son los elementos esenciales en los contratos atípicos puros? Aquí, el
tema de la función supletoria de la voluntad de las partes es todo un problema para la
legislación y la doctrina, que no vamos a abordar en este comentario, pero que debemos
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
seguir tomándolo como criterio para identificar los elementos esenciales del contrato
definitivo. Entonces, en este caso, al igual que en los dos anteriores, se constituirán en
elementos esenciales del contrato aquellos términos que es indispensable que las partes
estipulen, y a su vez suficientes, para originar la relación contractual atípica que se
proponen crear. Por el tema de la función supletoria de la voluntad de las partes, en el caso
del contrato atípico puro, podrían constituirse en elementos esenciales todos los elementos
del contrato, y este tendría que ser el contenido mínimo del correspondiente compromiso de
contratar.
El artículo que estamos comentando impone el deber de estipular, por lo menos, los
elementos esenciales del contrato definitivo. En consecuencia, la norma que radica en él es
una de naturaleza imperativa. Las partes no tienen la facultad de disponer este extremo del
compromiso de contratar. Si pretenden asegurar la celebración de un contrato definitivo
mediante un compromiso de contratar, entonces tienen el deber de estipular los elementos
esenciales de ese contrato definitivo.7
La sola naturaleza imperativa de la norma -extremo que nos parece indiscutible- no basta
para que su infracción acarree la nulidad del contrato. Esto en razón a que no es posible
advertir la existencia de un interés público que se busque tutelar mediante la imposición de
7
MESSINEO, Francesco. Doctrina General del Contrato. Tomo 1. Buenos Aires, Ediciones
Jurídícas Europa-América, 1986
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
esta norma. Imperativa es; pero el interés que se tutela con ella es uno de orden privado. No
cabe, entonces, la predica de la nulidad para el acto infractor, porque la hipótesis no ha sido
prevista como tal por el artículo 219 del Código Civil.
El texto vigente del artículo 1416 ha sido establecido por la Ley N° 27420, que modificó el
texto originario, que establecía lo siguiente: "El plazo del compromiso de contratar será no
mayor de un año y cualquier exceso se reducirá a este límite. A falta de plazo convencional
rige el máximo fijado por este artículo".
Ya hemos visto que por el compromiso de contratar las partes se obligan a celebrar en el
futuro un contrato definitivo. Toda vez que el contrato definitivo es necesariamente futuro,
el plazo constituye un elemento esencial de la relación obligatoria creada por el
compromiso de contratar. No es pensable esta obligación sin un plazo de vigencia.8
8
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El contrato en general. Tomo 11. Lima, Palestra Editores,
2001
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
El plazo, sabemos, es una modalidad del acto jurídico; del contrato en especial. Como tal,
en consecuencia, constituye un requisito de eficacia del mismo. Cabe identificarse como
conformantes del plazo un término inicial, desde el que empieza a computársele, y un
término final, con el que concluye el cómputo.
Por otro lado, puede tener una naturaleza suspensiva o una resolutoria. En el primer caso, el
acto jurídico, el contrato, aunque celebrado válidamente, es ineficaz; tendrá que verificarse
el plazo estipulado como suspensivo para que surtan sus efectos. En el segundo caso, la
verificación del plazo resolutorio, el vencimiento de su término final acarrea la ineficacia,
la extinción, de la relación jurídica creada por el acto.
El plazo del que se ocupa el artículo que estamos comentando, entendiéndolo como
elemento esencial de la relación obligatoria creada por el compromiso de contratar (no así
del contrato mismo), es uno que tiene naturaleza resolutoria. En consecuencia, la obligación
de celebrar el contrato definitivo, la de cooperar mediante la aceptación de la oferta que se
reciba, resulta exigible hasta antes del vencimiento del plazo.
Una vez vencido el término final del plazo, entonces, se resuelve la relación obligatoria. Ya
no cabe exigirse la celebración del contrato definitivo. Y toda vez que en este caso, la
resolución de la relación obligatoria se produce por la verificación de una modalidad
resolutoria del contrato, esta no produce efectos retroactivos.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
plazo suspensivo. Tal exigibilidad, en este caso, procede desde el momento de verificado el
plazo suspensivo y hasta antes de que se verifique el plazo resolutorio.
El contrato definitivo, entonces, puede quedar celebrado en cualquier momento del periodo
de exigibilidad de la obligación. En efecto, en cualquier momento de este periodo,
cualquiera de los contratantes que esté interesado en el cumplimiento del compromiso de
contratar, puede formular su oferta y exigir al otro u otros contratantes que cumplan con
aceptarla.
De acuerdo con el texto del artículo que estamos comentando, el plazo, entiéndase el
resolutorio, puede ser determinado o determinable. Esto es, el término final del plazo puede
estar establecido en el momento de la celebración del compromiso de contratar, o puede
definirse por un evento posterior al contrato; evento que, al determinar un plazo,
necesariamente se verificará. En el segundo caso, el plazo resolutorio determinable, al
celebrar el compromiso de contratar, los contratantes tendrían que estipular el evento que
permitirá establecer su término final.
Este aspecto, sin embargo, no es lo que caracteriza al texto vigente del artículo 1416. Lo
que lo caracteriza es su regulación del tema de la duración. En este sentido, el texto
derogado establecía un límite a la autonomía de los particulares.
Estos, al celebrar el compromiso de contratar, podían estipular la duración del plazo que
estimaran más conveniente para sus intereses. Pero su libertad contractual tenía por límite
un año; una estipulación que excediera ese límite devenía, en cuanto al exceso, en ineficaz.
Tal limitación a la libertad contractual de estipular la duración del plazo, cuestionada por
inconveniente para la finalidad económica que se persigue con este contrato, ha sido
suprimida por el texto vigente. En consecuencia, las partes pueden estipular, válida y
eficazmente, la duración que estimen más conveniente a sus intereses.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Lo regulado por este artículo cobraba sentido en función de lo regulado por el texto
originario del artículo 1416; no así con el texto vigente de ese artículo.
Sin perjuicio de lo afirmado en el párrafo anterior, este artículo da pábulo para comentar el
tema de la renovación del compromiso de contratar. En tal sentido, podemos afirmar que el
compromiso de contratar, como cualquier otro contrato, puede ser libremente renovado por
los contratantes; y esto no porque el artículo 1417 prevea la renovación ni tampoco dentro
de sus límites.9
9
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Estudios del contrato privado. Tomo 1. Lima, Cultural
Cuzco, 1983
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
afectada por la duración que hayan estipulado para el contrato originario; ni siquiera por la
falta de estipulación sobre el plazo en este.
Es más, las partes pueden renovar el contrato sin estipular nada sobre el plazo. En este caso
El vacío será suplido por el artículo 1416; en cuyo caso, el plazo del contrato renovado será
de un año.
Este artículo, justamente, se ocupa de regular la hipótesis del incumplimiento y los efectos
jurídicos que produce.10
declaración de voluntad emitida por el destinatario de la oferta que no reúna los requisitos
mencionados, simplemente, no tiene el valor jurídico de una aceptación.
Así, podemos imaginar el caso del compromiso de contratar celebrado estipulándose solo
los elementos esenciales del contrato definitivo, en el que la oferta contiene, además,
11
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. Estudios del contrato privado. Tomo 1. Lima, Cultural
Cuzco, 1983
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
También cabe imaginar la posibilidad de una negativa justificada de aceptar la oferta aun en
el caso que todos los elementos del contrato definitivo se hayan estipulado en el
compromiso de contratar. Así, imaginemos una hipótesis de lesión en el compromiso de
contratar. No es razonable pensar, en este caso, que el destinatario de la oferta, en el
entendido que se trate del lesionado, carezca de justificación para rehusar la aceptación, aun
en el caso que no haya demandado la rescisión del compromiso de contratar. Otro tanto
cabe predicar respecto de las hipótesis de la excesiva onerosidad y de la imposibilidad
sobrevivientes a la celebración del compromiso de contratar; entendemos que en estos
casos también es justificada la negativa a aceptar la oferta.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
La negativa injustificada a aceptar la oferta del contrato definitivo, por parte del obligado,
puede hacer perder, legítimamente, el interés que tenía el contratante fiel en la celebración
de este contrato. Su nuevo interés, provocado por el incumplimiento injustificado, es que se
deje sin efecto el compromiso de contratar.
Al amparo del artículo 1434, norma aplicable al compromiso de contratar atendiendo a la
naturaleza jurídica de la relación obligatoria que este crea, según lo comentado respecto del
artículo 1414, el interés del contratante fiel de dejar sin efecto el contrato preparatorio
merece tutela del ordenamiento jurídico: tutela que origina en su favor el derecho a la
resolución del contrato por incumplimiento.
El inciso 2) del artículo que estamos comentando, con un vocabulario diferente, no se
ocupa de otra cosa que no sea del derecho a la resolución del contrato por incumplimiento.
Este derecho, según el caso, puede ser ejercido, por el contratante fiel, de cualquiera de las
maneras previstas en los artículos 1428, 1429 Y 1430.
Así, en el caso que se haya celebrado el compromiso de contratar sin estipularse cláusula
resolutoria, de sobrevenir el incumplimiento injustificado, nace el derecho a la resolución
del contrato que solo puede hacerse valer a través de la vía judicial. Pero, en este caso, si a
pesar del incumplimiento injustificado subsiste el interés del contratante fiel en la
celebración del contrato definitivo, siempre que esta se produzca perentoriamente, optará
por el emplazamiento con este propósito, apercibiendo al infiel con la resolución de no
aceptar la oferta en el plazo conferido.
Finalmente, no hay ningún obstáculo jurídico para que el compromiso de contratar sea
celebrado estipulándose una cláusula resolutoria. Sostenemos esto a pesar de que el texto
del inciso 2) del artículo que comentamos sugiere a la judicial como la única vía para
resolver el contrato. En este caso, entonces, de sobrevenir el incumplimiento injustificado,
el contratante fiel dará por resuelto el compromiso de contratar sirviéndose de la cláusula
resolutoria.
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
B. CONTRATO DE OPCIÓN
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Según nuestro parecer, y en este punto coincidiendo con la decisión del Código Civil,
debemos señalar que la opción puede tomar la forma de un contrato unilateral o bilateral,
según se trate de la llamada opción gratuita o de la llamada opción onerosa, que vincula a
una parte (optada) a la conclusión de un contrato posterior (final) que se producirá cuando
la otra parte (optante) emita su declaración haciendo uso del derecho a ella conferido en
virtud del acuerdo contenido en la opción. Es claro que en la opción onerosa pueden actuar,
12
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil peruano de 1984. Tomo 1. Lima,
Gaceta Jurídica Editores, 1995
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
Queda entonces marcada nuestra concordancia sustancial, más no literal, con la posición
esbozada por quien concibe a la opción como un acuerdo enderezado a vincular a una de las
partes a un contrato futuro desde sus comienzos, remitiendo la decisión sobre la celebración
al criterio de la contraparte.13
Un punto que queda por aclarar es la conveniencia de tomar a la opción como una especie
de contrato preparatorio. En nuestro parecer, el contrato preparatorio, individual izado en
nuestro ordenamiento como compromiso de contratar (artículos 1414 y ss), se configura
13
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El contrato en general. Tomo 11. Lima, Palestra Editores,
2001
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DERECHO CIVIL VII-TEORÍA DE CONTRATOS
como una figura contractual de aplicación general, mediante la cual las partes se obligan a
concluir en el futuro un ulterior contrato, ya enteramente determinado en sus elementos
esenciales.
El carácter obligatorio es central en el preparatorio, lo que denota que las partes deben de
prestar un nuevo consentimiento; en cambio, en el contrato de opción, extraño a los efectos
obligatorios, la parte optada, sometida a sujeción, no tendría que realizar ninguna otra
declaración para la celebración del contrato, implicando ello que ya habría efectuado una
valoración final de sus intereses, pues se entiende estará lista a asumir la autorregulación
generada por la declaración del optante. En lo que se refiere a la estructura, es clara la
distinción entre el contrato de opción y la secuencia preliminar-definitivo; tanto porque
falta la previsión de una obligación recíproca de celebrar un contrato posterior, como
porque -aun en el caso del preliminar "unilateral"- el contrato definitivo, o final, como lo
hemos llamado en el caso de nuestra figura, presupone una declaración de voluntad
posterior de la parte obligada a celebrarlo, no siendo suficiente, como en la opción, la
declaración de aceptar proveniente de la contraparte.
En otros términos, en el preliminar (compromiso de contratar para nuestro Código Civil, lo
reiteramos), el promisario no tiene ningún poder de constituir directamente la relación
contractual final por medio de una manifestación propia de voluntad, ni puede pensarse en
una sujeción correlativa del promitente, como sí sucede en la opción. En este sentido, no
nos encontramos de acuerdo con incluir al contrato de opción dentro de los contratos
preparatorios, en tanto posee una naturaleza intrínseca diversa, hecho que resulta vital para
su separación conceptual y normativa.
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A ello debe agregarse que la así llamada opción recíproca establece la posibilidad de un
tratamiento complejo para el contrato de opción. Así podremos distinguir a la opción
unilateral, en la que una parte tiene el derecho potestativo de optar, frente a la opción
bilateral en la que surge en ambas partes el derecho señalado. Más allá de esto, la norma no
encuentra una mayor utilidad, pues la opción recíproca podría ser incorporada al contenido
negocial de un contrato de opción independientemente de que exista una norma que lo
permita en virtud del principio de libertad contractual (o configurativa) que inspira a
nuestro ordenamiento.
El artículo comentado recoge la llamada opción mediatoria. Esta figura encuentra asidero
en la evidente posibilidad de que el derecho potestativo de opción pueda ser tenido como
una materia negocial (al igual que toda entidad no material (derecho) de carácter
patrimonial, entre los que sobresale el derecho de crédito, el que resulta transferible -por
ejemplo- a través de una cesión de créditos o también por intermedio de un título valor).
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Sin embargo, tal razonamiento no excluye la posibilidad de que una cláusula que contenga
el contrato por persona a nombrar pueda ser insertada en un contrato de opción. Así se ha
dicho, y esto ayuda a diferenciar mejor, que no hay razón de hacer excepción al principio
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general que admite la estipulación del contrato por persona a nombrar en relación a
cualquier tipo de contrato preliminar o definitivo, siempre y cuando el objeto de la
prestación lo consienta y el término para el nombramiento sea inferior a aquel fijado para la
opción, admitiéndose la aceptación de la propuesta irrevocable (según esta concepción)
solo y directamente por parte de la persona nominada.
En términos prácticos se debe considerar que tanto la designación como la aceptación del
tercero deben ser realizadas antes del ejercicio de la opción por el optante, ya que si ello no
sucede así, en conjunto, el contrato final se formaría entre las mismas partes del contrato de
opción. Por demás, se debe siempre considerar la secuencialidad en las declaraciones del
optante y del tercero, por ejemplo considerando que una vez designado el tercero, este
resulta siendo el único legitimado para aceptar, si no acepta simplemente no habría
contrato, ni siquiera entre las partes originarias. Sobre el tema la casuística es inmensa y
estará a cargo de los operadores y de la jurisprudencia constructiva el extraer los principios
que puedan dar lugar a una aplicación coherente de la figura reseñada.
Al igual que los contratos preparatorios (puesto que no estamos de acuerdo con la
asimilación realizada por nuestro legislador) el contrato de opción debe contener todos los
elementos y condiciones del contrato definitivo (final) a diferencia de lo que ocurre con el
compromiso de contratar que, según el artículo 1415 CC debe contener solo los elementos
esenciales del definitivo. Esta exigencia puede ser tenida como intrínseca a su propia
naturaleza. Si el contrato final va a ser configurado en su última etapa tan solo por la
declaración de la parte que ostenta el derecho de opción, es lógico requerir que de
antemano, es decir en el contenido del contrato de opción, se haya predeterminado la
estructura y función del contrato a formarse, puesto que la parte optada no podrá intervenir
bajo ninguna forma en la fase final de formación de este nuevo contrato, y si así lo hiciera,
no nos encontraríamos en los parámetros de la opción sino que más bien se trataría
solamente de una nueva fase de negociaciones preliminares e incluso podría considerarse
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que la parte optante habría efectuado una renuncia al permitir la intervención de la otra en
la conclusión y perfeccionamiento del contrato final.
Sobre la cuestión de la duración del plazo contemplada por este artículo, se debe ante todo
establecer dos diversas finalidades objetivas que, en general, inciden sobre la necesidad de
su inserción en el contenido del contrato de opción: la primera se refiere a evidenciar el
interés de diferir la conclusión del contrato final a un momento futuro (deviniendo en
irrelevantes las razones objetivas o subjetivas que indujeron a las partes a su específica
inserción), en cuanto se plasma concretamente un momento oportuno para la conclusión del
negocio final (GIUSTIPALADINI); mientras que la segunda, en conexión con la anterior,
se refiere a la prevención de las partes a efectuar la conclusión del contrato final dentro de
un arco de tiempo más allá del cual podría extinguirse el interés económico que había
inducido a la originaria predisposición de un proyecto negocial, limitando en el tiempo la
efectividad del derecho potestativo y el estado de sujeción originados por el contrato de
opción.
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La determinación del plazo por las partes intervinientes en el contrato de opción puede, al
margen de que puede ser de cualquier extensión, realizarse en forma precisa (plazo
determinado) o en forma indirecta, estableciendo pautas y lo parámetros certeros de
verificación para que, a través de una operación deductiva, pueda ser efectivamente
determinado (plazo determinable).
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Dado que el estado de sujeción impuesto al optado supone una situación excepcional se
impone la clara necesidad de que se norme expresamente su renovación dando la
posibilidad de que en cada uno de estos actos se le otorgue la posibilidad de merituar la
continuación de aquella situación de desventaja pasiva. Por ello es menester realizar unas
breves reflexiones sobre el particular.14
Sin embargo, el tenor del artículo comentado no se condice necesariamente con las
consideraciones efectuadas, puesto que preceptúa que al vencimiento de la opción las partes
pueden renovarla por un plazo no mayor al máximo señalado en el artículo 1423 y así
sucesivamente, lo que implica, en un primer momento, una seria ambigüedad sobre la
extensión máxima del nuevo plazo, ya que el plazo del contrato original, lo reiteramos,
puede ser de cualquier extensión, por lo que la referencia al mismo no puede ser in
abstracto directamente obtenida del artículo precedentemente comentado. No obstante, y si
se quiere salir del atolladero en que se coloca al operador, podría, aunque no sin alejarse un
poco de la estricta técnica, argüirse que el plazo a que se refiere la norma es el que
corresponde al plazo supletorio descrito en el artículo anterior, es decir al de un (01) año.
Como ya se ha advertido, ello desvirtúa la regla general de la renovación (reproducción) del
negocio jurídico en general, en tanto un contrato de opción cuyo plazo de eficacia era, por
14
Manual de Derecho Civil y Comercial, Tomo 111. Ediciones Jurídicas Europa América (EJEA),
Buenos Aires, 1979
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decir, de dos (02) años podría solo ser renovado por un máximo de un año. En general,
pareciera que no se ha efectuado la coordinación con la modificación realizada al artículo
1423 del Código Civil, resultando oportuno que ello se verifique en vista a tener una
regulación coherente.
Es más, las partes con el fin de excluir la limitación impuesta por la norma podrían
modificar cualquier punto (incluso accesorio) del contrato original, más allá del plazo, a
efectos de evitar la restricción temporal de la renovación configurada por este artículo, con
lo que la nueva conclusión sería libre conllevando a que el nuevo plazo, del nuevo contrato
(no re novatorio), no tenga limitación alguna progresiva del contrato, en el contrato en
general.
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Ello resulta plenamente justificado puesto que a la identidad de intereses o unidad funcional
que existe entre el contrato preliminar y el contrato definitivo, corresponde lógicamente la
unidad del régimen formal.
El precepto bajo estudio tiene entre sus principales fuentes al artículo 1351 del Código
Civil italiano. Comentando esta norma, Messineo (p. 540) refiere que el contrato preliminar
tiene la fuerza de obligar a las partes a estipular el contrato definitivo, de ahí que la forma
deba ser la misma. Adicionalmente, la solemnidad se justifica en la finalidad de llamar la
atención de las partes sobre la importancia de la obligación que se asume por el contrato
definitivo.
En efecto, la necesaria reflexión y prudencia que nuestro ordenamiento ha previsto para la
celebración de un contrato solemne se aplica justificadamente al contrato preparatorio,
habida cuenta que este contiene todos los elementos esenciales del contrato definitivo, cuya
celebración resulta ser la ejecución del contrato previamente celebrado. De este modo, si
tenemos en cuenta que el compromiso de contratar deja vinculadas a las partes para que
puedan llegar en un momento posterior a la consecución del proyectado contrato definitivo,
se puede advertir que, permitir el compromiso de contratar que no cumpla con la
formalidad requerida para celebrar un contrato formal, supondría vulnerar la finalidad de
las normas que impone la forma en el ordenamiento jurídico.
Esta regla resulta concordante con los artículos 1415 y 1422 del Código Civil en cuanto
establecen que el compromiso de contratar y el contrato de opción, respectivamente, deben
contener todos los elementos esenciales del contrato definitivo. Por tratarse de un contrato
solemne, dentro de tales elementos esenciales se encuentra, sin duda, la forma.
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Según refiere esta doctrina, la posición reseñada se confirma porque en caso de que alguna
de las partes no prestara su consentimiento para celebrar el contrato definitivo, ello
importaría un incumplimiento del contrato preliminar. Consecuentemente, podría
procederse a la ejecución forzada de la obligación asumida en el precontrato, a fin de
obtener una sentencia con pronunciamiento sobre el fondo que, condenando a la
celebración del contrato definitivo, haga las veces del consentimiento faltan te. En este
orden de ideas, la celebración del contrato definitivo en verdad constituiría la ejecución del
contrato preliminar.
Sobre esta base se llega a afirmar que el contrato preparatorio es el que crea realmente el
vínculo entre las partes y el contrato definitivo solo constituye el instrumento legal para dar
eficacia a ese vínculo. Es por este motivo que la formalidad que la ley exige para el
contrato definitivo debe requerirse también para el contrato preparatorio en el cual, en la
realidad de los hechos, se modela el contenido de aquel (citado por DE LA PUENTE, p.\
169).
Como consecuencia de lo expuesto, la teoría esbozada sostiene que los requisitos subjetivos
del contrato deben examinarse con relación al momento de la estipulación del contrato
preliminar. Respecto de la prestación del consentimiento para el contrato definitivo, todo se
reduce a establecer si la obligación asumida en el precontrato (de celebrar un contrato
definitivo) fue o no cumplida exactamente.
Dentro de esta perspectiva, Díez-Picazo y Gullón (p. 75) nos refieren que la jurisprudencia
española cambió la óptica con que se contemplaba la figura, negando la división absoluta
entre precontrato y contrato definitivo, y viendo en aquel una relación jurídica única
conformada ya en sus elementos esenciales y pendiente de ejecución o exigencia, se admite
la sustitución de la voluntad rebelde por la del juez. De este modo, se puede exigir
directamente el cumplimiento del contrato proyectado, y no la prestación de un nuevo
consentimiento para dar vida al mismo, si en el precontrato han quedado determinados de
manera total y completa todos los elementos y circunstancias de aquel.
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En efecto, no puede dudarse que los efectos del contrato preliminar solo se producirán
luego de celebrado el contrato definitivo, caso contrario se llegaría a comprometer la propia
función inherente al contrato preliminar. De acuerdo con el autor citado, la distinción entre
contrato preliminar y contrato definitivo no tiene por qué ser negada, puesto que una cosa
es obligarse a celebrar un contrato y otra celebrarlo inmediatamente.
Es por ello que contrariamente a la tesis de Montesano, Scognamiglio sostiene que los
elementos de cada contrato deben analizarse de manera independiente. Por tanto, la
valoración de los vicios subjetivos deberá hacerse con relación a la celebración del contrato
definitivo, mientras que el examen de todos los vicios que puedan aquejar al contrato
preliminar debe analizarse respecto de dicho contrato.
Esta opinión es complementada por Rascio, quien afirma que la comunicación del requisito
formal entre el contrato preliminar y el contrato definitivo se explica por el propio carácter
instrumental que distingue a dicha institución jurídica, y no solamente depende de la
posibilidad de su ejecución judicial.
En concordancia con las opiniones citadas, más que hablar de una división entre contrato
preliminar y definitivo, nos encontramos ante distintos momentos de un mismo negocio. Se
trata en buena cuenta de dos momentos continuados que guardan identidad funcional.
Tales fundamentos resultan perfectamente aplicables a nuestro ordenamiento, habida cuenta
que el contrato preliminar siempre estará subordinado al contrato definitivo. Así, en el caso
peruano también existe una norma que permite la ejecución forzada de la obligación de
celebrar un contrato definitivo. Nos referimos al artículo 1418, inciso 1 del Código Civil, el
cual establece que la negativa injustificada del obligado a celebrar el contrato definitivo
otorga a la otra parte el derecho a exigir judicialmente la celebración del contrato. Pero,
como indica el texto de la norma, la negativa deberá ser injustificada.
Esta exigencia permite abundar en la posición de que el contrato preliminar no es el que
establece el vínculo entre las partes, sino que requiere necesariamente de una segunda etapa
(el contrato definitivo) para surtir efectos. En efecto, una negativa razonable a celebrar el
contrato definitivo elimina la posibilidad de solicitar su ejecución forzada. En este
supuesto, el contrato preliminar no llega a establecer ningún vínculo entre las partes,
temperamento que permite confirmar la tesis de que se trata de un contrato subordinado a
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que se concrete el contrato definitivo, que es el único que activa las obligaciones propias
del negocio que las partes se comprometieron a celebrar en el precontrato.
Conforme se ha indicado, la posibilidad de solicitar la celebración forzada del contrato
definitivo no es más que un remedio frente a la negativa de alguno de los obligados. Esta
facultad no permite, en nuestra opinión, otorgar efectos vinculantes al contrato preliminar,
más allá de la obligación de celebrar el contrato definitivo.
De otro lado, debe quedar sentado que la inobservancia de la forma en el contrato
preliminar no puede ser subsanada por la adopción de la formalidad debida al momento de
la celebración del contrato definitivo. En efecto, si no se cumple con la forma prevista para
el contrato definitivo, el contrato preliminar será nulo. En consecuencia, es claro que la
celebración posterior del contrato que se había previsto como definitivo no se haría en
virtud de dicho precontrato, sino que estaríamos más bien ante la celebración de un contrato
independiente. Se trataría de un simple contrato celebrado entre las partes.
Como último punto, hemos considerado pertinente analizar si la regla contenida en el
artículo bajo estudio resulta aplicable a los supuestos en que las partes, en ejercicio de su
autonomía negocial, hayan establecido que los contratos que celebren deben observar
determinada forma, bajo sanción de nulidad. Dicho en otros términos, ¿cuando las partes
han dispuesto que, para su validez, determinado contrato debe observar una formalidad no
impuesta por ley, dicho requisito también resulta indispensable para la validez del contrato
preliminar que se celebre respecto de aquel contrato?
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dicha formalidad también deberá ser respetada por el contrato preliminar. Caso contrario,
dicho contrato sería nulo.
Por tanto, la norma en reseña deberá ser leída en el sentido de que los contratos
preparatorios son nulos si no se celebran en la misma forma que la ley o la voluntad de las
partes prescribe para el contrato definitivo bajo sanción de nulidad.
Esta opinión encuentra sustento en el objetivo perseguido al requerir de manera privada la
observancia de una determinada forma para la celebración del contrato. En efecto, si aun
cuando la ley no lo exija, las partes han decidido que es conveniente efectuar un análisis
reflexivo y meditado de su decisión de contraer determinada obligación y para ello se han
autoimpuesto la observancia de determinada formalidad, resulta lógico que dicha exigencia
también se aplique al contrato preliminar, en la medida en que este contiene los elementos
esenciales del contrato definitivo. Caso contrario, el pacto por el que la formalidad se
vuelve esencial no tendría sentido.
CONCLUSIONES
Los Elementos esenciales del compromiso, los elementos esenciales del contrato
definitivo, tales como las partes que intervendrán en ambos contratos, el objeto del
contrato, el precio, o el plazo. Otros elementos o algunos de ellos pueden faltar y
definirse en el definitivo.
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Plazo máximo Toda opción está sujeta al plazo máximo de 6 meses y cualquier
exceso se reduce a este límite. Es permitida la renovación por un plazo no mayor de
seis meses.
Formalidad de los contratos preparatorios El Art. 1425 del C.C. establece que los
contratos preparatorios son nulos si no se celebran en la misma forma que la ley
prescribe para el contrato definitivo, bajo sanción de nulidad. La norma se basa en
el principio de la unidad de la forma, con el propósito de evitar situaciones
conflictivas en el manejo de la contratación.
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ANEXOS
Artículo 1414:
JURISPRUDENCIA
ARTICULO 1415
JURISPRUDENCIA
"El contrato de 'promesa de venta' no es sino un contrato preparatorio que contiene los
requisitos esenciales del contrato definitivo".
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ARTICULO 1416
JURISPRUDENCIA
"El compromiso de contratar será no mayor de un año y durante ese lapso la promesa está
vigente, recién a su vencimiento dicho compromiso cesará o quedará sin efecto, quedando
las partes liberadas de su promesa".
(Cas. N° 24-T-97-Piura, Gaceta Jurídica N° 57, p. 15-A).
ARTICULO 1418
JURISPRUDENCIA
ARTICULO 1419
JURISPRUDENCIA
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"No puede ampararse el pago que reclama la actora, pues, del contrato de opción se aprecia
que no tenía la calidad de exclusivo, por lo que la parte propietaria se encontraba en la
posibilidad de realizar la venta de manera directa".
(Exp. N° 2272-98. Explorador Jurisprudencial. Gaceta Jurídica).
CAPITULO IX
CONTRATOS PREPARATORIOS
1. Definición
El Código Civil de 1984, ha consagrado los contratos preparatorios, como el común
denominador de cualquier contrato que se desee celebrar en el futuro, y se reduce, a
preparar y asegurar situaciones jurídicas que comprometen a las partes a la formalización o
ejecución de un contrato posterior.
Su función es de garantía para asegurar el cumplimiento de un contrato a realizarse a
futuro. Se utiliza normalmente un contrato preparatorio cuando existen algunas Dificultades
de hecho o de derecho que impiden concluirlo en el mismo acto, pero sí resulta
recomendable que las partes aseguren su celebración futura.
Los contratos preparatorios pueden aplicarse a cualquier contrato, como puede ser a un
mutuo, compraventa, arrendamiento, o cualquier otro de cualquier naturaleza.
2. Características fundamentales
a. Carecen de un fin económico propio inmediato.
b. Constituye el acuerdo de la voluntad de las partes de asegurar un contrato futuro.
c. El objeto de estos contratos es que las partes se obligan a hacer un contrato definitivo a
futuro.
d. El plazo a futuro es de un año, renovable.
3. Clases de contratos preparatorios
a. Compromiso de contratar.
b. Contrato de opción.
a. El compromiso de contratar
El Art. 1414 del C.C. lo define como ‘el compromiso de las partes de celebrar un contrato
definitivo en el futuro”.
Se le conoce como precontrato, promesa de contratar, contrato preliminar o ante contrato.
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Es la vinculación jurídica de ahora para concluirlo a futuro. Tiene la ventaja de que confiere
a las partes la facultad de exigir la conversión de la promesa o compromiso en el contrato
definitivo, asegurando así su potencial eficacia.
1. Elementos esenciales del compromiso
El compromiso de contratar debe contener por lo menos, los elementos esenciales del
contrato definitivo, tales como las partes que intervendrán en ambos contratos, el objeto del
contrato, el precio, o el plazo. Otros elementos o algunos de ellos pueden faltar y definirse
en el definitivo.
2. Plazo máximo del compromiso
a. El compromiso será no mayor de un año y cualquier exceso se reducirá a este límite. A
falta de plazo convencional, será de un año.
b. Al vencimiento del plazo puede ser renovado por otro plazo no mayor de un año.
3. Injustificada negativa a celebrar el contrato definitivo
La injustificada negativa del obligado a celebrar el contrato definitivo dentro del plazo
previsto, otorga a la otra parte, alternativamente, el derecho a:
a. Exigir judicialmente la celebración del contrato.
b. Dejar sin efecto el compromiso de contratar.
En cualquiera de los casos, hay lugar al pago de la indemnización por daños y perjuicios
causados.
b. El contrato de opción
Por este contrato, una de las partes queda obligada a celebrar en el futuro un contrato
definitivo, y la otra parte tiene el derecho exclusivo de celebrarlo o no.
La opción es un contrato completo, de naturaleza peculiar, porque es preparatorio del
contrato definitivo y sólo cumple su objetivo una vez que se celebra.
1. Las partes del contrato
a. Sujeto activo: es la parte que tiene el derecho de ejercitar la opción; se le denomina,
optante.
b. Sujeto pasivo: es el deudor, es el que está obligado a celebrar el contrato definitivo. Se le
denomina, opcionista.
2. Otras clases de opción
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BIBLIOGRAFÍA
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