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Revista de Antropología y Arqueología Services on Demand


Print version ISSN 1900-5407
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Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. no.7 Bogotá July/Dec. 2008 Spanish (pdf)

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LA CIUDAD MODERNISTA How to cite this article

Y LA MUERTE DE LA CALLE* Automatic translation

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**James Holston
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Profesor Asociado, Departamento de


** Cited by SciELO

Antropología Universidad de California. Access statistics

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En este artículo examinaremos la calle (y lo que
la ha reemplazado) en dos tipos contrastantes Permalink

de urbanismo, el preindustrial de Río de Janeiro


y Ouro Preto y el modernista de Brasilia. Nos preguntaremos por lo que
nos puedan revelar el diseño y la planeación de las calles en estos
ejemplos acerca de la organización urbana en las diferentes ciudades.
Además, indagaremos acerca de lo que esta organización nos enseña
sobre la naturaleza de los regímenes políticos y sobre su relación con la
sociedad.
PALABRAS CLAVE
Organización urbana, regímenes políticos.

ABSTRACT
The purpose of this article is to examine the street (and what has
replaced it), in two contrasting urban types: Pre-industrial Rio de
Janeiro and Ouro Preto and modernist Brasilia. Questions will be asked
regarding the design and planning of the streets and what they can
reveal about urban organization in these cities. Inquires will be made
about the knowledge that this type of organization can offer concerning
the nature of political regimes and its relation to society.
KEY WORDS
Urban organization, political regimes.
FECHA DE RECEPCIÓN: JUNIO DE 2008 / FECHA DE ACEPTACIÓN:
JUNIO DE 2008

El descubrimiento de que Brasilia es una ciudad sin esquinas produce


una profunda desorientación. al notar que la utopía carece de
intersecciones se cae en cuenta, como mínimo, de que tanto los
conductores como los peatones deben redefinir la manera como
conciben la locomoción urbana. en un sentido más amplio, esto puede
significar que "el hombre multiplicado por el motor" ​para usar un
axioma futurista​ ha concretado por fn su utopía. en otras ciudades
brasileñas, el peatón se desplaza hacia la esquina de casi cada calle,
espera a que cambie la luz del semáforo y con algo de seguridad cruza
hacia el otro lado. en Brasilia, en donde el balão, la rotonda, sustituye
la esquina y en donde, por lo tanto, no hay intersecciones que
distribuyan el derecho a la vía entre peatones y vehículos, este sencillo
cruce se hace mucho más peligroso. El desequilibrio de fuerzas que
esto produce tiende, sencilla y llanamente, a eliminar al peatón: quien
puede, conduce un vehículo. La ausencia de ese ritual de paso que
constituyen las esquinas de las calles es tan sólo una indicación de una
de las características más distintivas y radicales de la modernidad de
Brasilia: la ausencia misma de calles. en lugar de calles, en Brasilia hay
avenidas en las que se transita a alta velocidad y callejones
residenciales; en lugar de peatones, hay automóviles; en lugar del
sistema de espacios públicos que crea el entramado de calles, se
encuentra la visión de un urbanismo moderno y mesiánico (Figura 1,2,
3, 4, 5).

Brasilia materializa, a escala de toda una ciudad, uno de los objetivos


de planificación más fundamentales de la arquitectura moderna: el de
redefinir la función urbana del tráfico por medio de la eliminación de lo
que esta modalidad denomina la calle-corredor, la calle bordeada por
fachadas continuas de edificaciones. En su crítica de las ciudades y las
sociedades del capitalismo, la arquitectura moderna propone la
eliminación de la calle como un prerrequisito para la organización
urbana moderna arremete contra la calle por una serie de razones1.
Por un lado, considera que la calle-corredor es un foco de infecciones.
Por otro lado, considera que la calle constituye un obstáculo al
progreso porque no consigue acomodar las necesidades de la era de la
máquina.

Sin embargo, la planeación modernista se deriva solo parcialmente de


estas consideraciones de salud pública y de las necesidades generadas
por la innovación técnica. de manera más profunda, la arquitectura
moderna ataca la calle porque, como veremos en este capítulo, ésta
constituye una organización arquitectónica de lo público y lo privado en
la vida social que el modernismo busca subvertir. En el modelo de
ciudad que el modernismo ataca, la calle es a la vez un tipo específico
de lugar y un espacio de la vida pública. la organización arquitectónica
de este espacio estructura todo el paisaje urbano en términos del
contraste entre el espacio público y la edificación privada. en la medida
en que mantiene y sostiene este contraste, la calle encarna la
definición de lo público como algo que se define en contraste con lo
privado. Por lo tanto, la calle no es tan solo un lugar en el que ocurren
actividades de distinto tipo. También encarna un principio de orden
arquitectónico a través del cual se representa y se constituye la esfera
pública de la vida civil.
Se puede ver más claramente cómo la calle representa ese discurso
entre lo público y lo privado al examinar su estructura en la ciudad
preindustrial y su eliminación en la ciudad de la arquitectura moderna.
Para ello, en este capítulo examinaremos la calle (y lo que la ha
reemplazado) en dos tipos contrastantes de urbanismo, el preindustrial
de río de Janeiro y Ouro Preto y el modernista de Brasilia. Nos
preguntaremos por lo que nos puedan revelar el diseño y la planeación
de las calles en estos ejemplos acerca de la organización urbana en las
diferentes ciudades. Además, indagaremos acerca de lo que esta
organización nos enseña sobre la naturaleza de los regímenes políticos
y sobre su relación con la sociedad. Quiero proponer que comparar la
estructura del espacio público en las ciudades preindustriales de un
imperio colonial y en la capital administrativa de un estado burocrático
moderno equivale a presentar los distintos tipos de orden urbano como
concretizaciones de regímenes políticos contrastantes. Más aun, este
contraste expone concepciones muy diferentes de lo público y lo
privado en las relaciones entre la autoridad civil y la sociedad civil.
Aquí presento un contraste entre el urbanismo modernista y el
preindustrial en Brasil porque Brasilia fue diseñada para transformar,
tanto arquitectónica como socialmente, una forma de vida urbana que
se había establecido en las ciudades preindustriales. el modernismo
europeo ataca la ciudad del siglo XIX en gran medida porque su
fundamento físico preindustrial, dominado por el "gobierno implacable"
de la propiedad privada, no se atiene a los requerimientos ni a las
consecuencias de la industrialización. En Brasil, como en Europa,
debemos evaluar la estructura del urbanismo preindustrial para
comprender el significado de las transformaciones modernistas.
El urbanismo preindustrial en Brasil cristalizó como modelo nacional a
finales del siglo dieciocho y comienzos del diecinueve, y aquí me centro
en el desarrollo de Ouro Preto y río de Janeiro porque cada cual fue la
capital en cada uno de estos siglos respectivamente. durante este
período, las ciudades más extensas de Brasil surgieron como centros
dominantes, y difusores de gran influencia, en lo cultural, en lo social y
en las actitudes, y se erigieron en modelos regionales (en el caso de
Ouro Preto) y nacionales (en el caso de río de Janeiro) tanto de la
forma urbana como de la sociedad urbana2. A medida que cristalizaba
y se expandía la forma de vida urbana en Ouro Preto alrededor de la
producción de oro y en río alrededor de la llegada de la corte
portuguesa desde Lisboa, ambas capitales se convirtieron en centros
modelo para sus respectivas áreas de influencia. Sirvieron como
vehículos de cambio en sus respectivos hinterland y proyectaron sus
modelos de organización urbana a otras ciudades. Así, en los períodos
que las examinaremos, Ouro Petro y río son la expresión de modelos
dominantes de urbanismo preindustrial en Brasil. Estos modelos son el
resultado final de tres siglos de esfuerzos coloniales. En esa medida,
estas ciudades revelan una síntesis de los rasgos más característicos y
fundamentales del urbanismo preindustrial, una modalidad que ya no
dependía ni social ni culturalmente de la sociedad patrimonial rural,
pero que todavía no había sido transformada por la industrialización.
Aun cuando la industrialización ciertamente alteró esta síntesis, este
modelo urbano sigue funcionando como un prototipo básico de vida
social y de organización espacial en muchas, si no en la mayoría de las
ciudades brasileñas de menor tamaño. este modelo sigue siendo
importante porque, aunque se suele suponer que la urbanización es un
producto de la industrialización, no hay una correlación entre estos dos
fenómenos en Brasil3. Desde 1940, el crecimiento de las ciudades en
las zonas no industriales ha seguido un ritmo muy similar a las de las
ciudades en las regiones industriales. Básicamente, estas ciudades
siguen siendo preindustriales o no industriales y se expanden sobre los
fundamentos del diseño urbano de comienzos del siglo XIX. Por lo
tanto, el contraste que trazaré entre el urbanismo modernista y el
preindustrial no es tan solo un ejercicio de análisis histórico, sino que
aborda los problemas de la urbanización en el Brasil contemporáneo.
La calle-corredor es fundamental para analizar estas cuestiones porque
constituye el contexto arquitectónico de la vida pública en el espacio
abierto de las ciudades brasileñas. en su forma preindustrial, este
contexto se define en términos del contraste entre el sistema de
entramado de calles que constituyen los espacios públicos y el sistema
residencial de edificaciones privadas. es esta relación entre lo público y
lo privado, con las consecuencias que conlleva para la vida pública, lo
que subvierte Brasilia.
Para comprender cómo la calle ordena los dominios público y privado y
cómo su eliminación en Brasilia afecta ese orden, debemos establecer
como primera medida cómo es que la calle llega a cobrar significado.
Una manera de abordar esta cuestión es por medio de la identificación
de las convenciones que utilizan los arquitectos y los planeadores para
el diseño de espacios urbanos, entre las cuales la calle viene a ser la
principal, y que se viven en la experiencia diaria como una arquitectura
ya construida. Si analizamos estas convenciones en el río de Janeiro y
el Ouro Preto preindustriales, se verá más claramente el significado de
la muerte de la calle en Brasilia.
EL CONTEXTO ARQUITECTÓNICO DE LA VIDA EN LA CALLE
Uno de los impactos más fuertes de la migración a Brasilia es el
descubrimiento de que es una ciudad sin muchedumbres. Pero no es
de la ausencia de aglutinamiento de lo que se quejan los que migran
hacia allá, sino más bien de la ausencia de la vida social de las masas
que esperan encontrar en los espacios públicos de una ciudad. en
entrevista tras entrevista con brasileños que comparan su ciudad natal
con Brasilia, todos notan esa diferencia fundamental: en Brasilia "no
hay gente en la calle", a la ciudad "le faltan muchedumbres" y le falta
el "movimiento de la calle". Debido a esta carencia de aglomeraciones
urbanas, Brasilia ha adquirido fama de ser una ciudad a la que "le falta
calor humano".
Una y otra vez, los brasilienses le atribuyen la falta de vida en la calle a
varios factores, tal como la enorme distancia que hay entre edificios y
la segregación de actividades en sectores urbanos claramente
diferenciados. Pero la explicación más frecuente es a la vez la más
profunda. La cuestión es que Brasilia "no tiene esquinas". esta
observación se refiere a que en Brasilia no se encuentra, como en otras
ciudades brasileñas, todo el sistema de espacios públicos que
tradicionalmente se hace posible gracias al entramado de calles, a que
faltan no solo las esquinas, sino las aceras bordeadas por una
alineación continua de fachadas de tiendas y residencias, las plazas y
las calles mismas. es una explicación en la que la esquina aparece
como metonimia del sistema de interacciones que se dan en la calle
entre personas, residencias, comercio y tráfico. Es una explicación que
traza una conexión entre los espacios públicos de una ciudad y la vida
pública que posibilitan las calles.
Se puede percibir la naturaleza de esta conexión en la siguiente
comparación típica entre Brasilia y su ciudad natal, que trazó un
funcionario de la dependencia encargada del desarrollo urbano de la
capital (Novacap) . Este ingeniero civil había nacido en una pequeña
ciudad del interior del estado nordestino de Ceará. Luego se fue a vivir
a la capital del estado, Fortaleza, para cursar sus estudios
universitarios y permaneció allí varios años después de haberse
graduado. En busca de mejores oportunidades de trabajo, se trasladó a
Brasilia a mediados de los años sesenta. En su descripción de su
primer año en la ciudad como un período de brasilite, de enajenación,
le atribuía su "alergia a Brasilia", como él mismo la llamaba, a la falta
absoluta de "los tradicionales espacios públicos de encuentro" a los
cuales estaba acostumbrado, pero en especial a la inexistencia de la
esquina de bario. Definía la importancia social de las esquinas
llamándolas "los puntos de convivencia social" del barrio. Estos eran
los lugares más importantes de encuentro y de actividad pública
(principalmente para los hombres) en la comunidad residencial. con
respecto a su barrio en Fortaleza, por ejemplo, subrayó la importancia
de "la esquina de X", la cual recibía el nombre de la tienda-bar-
restaurante que se encontraba en esa esquina, porque era el lugar al
cual podía ir siempre que quería encontrarse con un amigo, pasar un
rato, buscar a un vecino o enterarse de las noticias. Esta esquina era el
nódulo de información del barrio, su sala al aire libre por así decirlo.
En Brasilia, en cambio, le parecía que la falta de esquinas (es decir del
sistema callejero de espacios públicos) tenía un efecto interorizador;
obligaba a la gente a quedarse en su apartamento y en lugar de la
espontaneidad del encuentro callejero, la forzaba a la visita formal en
la casa de otros. "Para encontrarme con un amigo, yo tenía
prácticamente que ir a su casa o él tenía que venir a la mía". Puesto
que, según él, la gente está menos dispuesta a recibir visitas en su
casa que a encontrarse con otros en un lugar público, esta
interiorización de la vida social tenía el efecto de restringir y en últimas
de constreñir su universo social. Para alguien acostumbrado al espacio
público exterior, a la sociabilidad de la esquina, su eliminación producía
no solo una interiorización de los contactos sociales, sino también un
profundo sentido de aislamiento. En la planificada Brasilia no hay
muchedumbres urbanas, no hay sociabilidad de esquina, no hay
sociabilidad de acera, en gran medida porque no hay plazas, no hay
calles y no hay esquinas.
Los brasileños se imaginan la experiencia de la vida diaria en la ciudad
como de muchedumbres, no solo porque esperan que haya una mayor
cantidad de gente en las ciudades que en el campo, sino sobre todo
porque esperan encontrar calles en las ciudades y porque la calle es el
terreno acostumbrado del movimento, de la exhibición y la interacción
de las muchedumbres. y pueden imaginarse así la vida en la ciudad
porque parten de la base de que la diferencia fundamental entre la
ciudad y el campo radica en la existencia misma de ruas, calles. Las
comunidades rurales (aldeias, povoados, fazendas y roças ​ aldeas,
pueblos, fincas y plantaciones) no tienen ruas; más bien tienen
estradas, "carreteras", y caminhos, "caminos". Solo las ciudades
​aquellos asentamientos clasificados oficialmente, independientemente
de su tamaño, como cidades y vilas ​ tienen ruas. Así, una de las
expresiones de los habitantes urbanos para cuando van al centro, a la
zona comercial de la ciudad, es vou à rua, "voy a la calle", y la
expresión de los campesinos para cuando van desde el campo a la
ciudad es exactamente la misma. es decir, la palabra "calle" significa
"ciudad" porque se refiere a un tipo particular de lugar que solo se
encuentra en las ciudades.
Este tipo de lugar tiene una forma física distintiva que constituye la
diferencia fundamental entre la arquitectura urbana y la rural. Esta
diferencia se percibe más claramente en el Brasil preindustrial, pero
rige también para los fundamentos físicos de aquellas comunidades,
que si bien no se modernizaron, sí se industrializaron. en los
asentamientos rurales, el modelo básico de uso de la tierra es el de
edificaciones separadas unas de las otras y con áreas libres por los
cuatro costados, algunas de las cuales se usan para circular. en
contraste, la ciudad preindustrial es, desde una perspectiva
arquitectónica, una masa sólida de edificaciones contiguas en la que se
trazan los espacios de circulación. No se trata de edificaciones
separadas e independientes (con algunas significativas excepciones
que trataremos más adelante), y los espacios circunscritos son calles,
que se usan sobre todo para circular (ver figura 1). Más aun, la
expansión de la ciudad preindustrial consiste en ir encerrando con
edificaciones los espacios rurales abiertos que la rodean. Incluso en
donde el espacio urbano se va llenando progresivamente, las nuevas
edificaciones conservan ese sentido espacial de encierro que define la
calle.
La calle no es, sin embargo, apenas un paso para el tránsito. Su
espacio es tan solo un elemento en una forma muy compleja. Como
configuración arquitectónica, la calle se compone de un espacio abierto
hacia el cielo, del marco físico que la contiene y le da forma, es decir,
las fachadas de las edificaciones, y del piso. Este último suele estar
pavimentado y tiene dos o más niveles diferentes: el nivel de la base
de las edificaciones y, a un nivel más bajo, el de la vía transitable
propiamente dicha; un tercer nivel media entre estos dos, compuesto
de la acera, el borde de la calle y escalones que establecen en la calle
diversas zonas de actividad, diferenciadas pero interrelacionadas. la
interacción entre la expansión de ese piso y la altura y el carácter de
las edificaciones que lo rodean produce el efecto de que el cielo mismo
tiene una altura definida. El sistema de calles que organiza los espacios
públicos se compone de todos los elementos de esta configuración
arquitectónica.
La plaza urbana es, si seguimos esta definición, un caso muy especial
de calle4. En el plano de río de Janeiro que hizo Jean Baptiste Debret
en 1839 se hace evidente que en las ciudades brasileñas la plaza se
desarrolla de manera típica en relación con las calle o con una
combinación de vías: por ejemplo, como un ensanchamiento o una
expansión lateral de las vías principales, generalmente conocidas como
un largo; como un punto de acceso a las vías principales en las puertas
de la ciudad o en el puerto; como intersección de calles principales que
irradian desde ese punto, generalmente conocida con el término de
praça; como un pedazo de tierra periférico que la ciudad va
absorbiendo gradualmente y enmarcando como una plaza, llamado
rocio o rossio; o como un atrio, el área frente a una iglesia que
gradualmente se ve rodeado de edificaciones y conectado a un sistema
de calles. En todos estos casos, a la plaza la definen las mismas
características arquitectónicas que a la calle.
Para ver cómo esas características constituyen el contexto
arquitectónico de la vida en la calle en la ciudad preindustrial, podemos
examinar las ilustraciones de Debret de río de Janeiro en el siglo XIX
(figura 6 - 7). Con excepción de los cambios obvios en el vestido y los
medios de transporte, estas escenas de la calle y la plaza muestran
una visión notablemente contemporánea de la vida callejera en río y
sobre todo en ciudades más pequeñas de Brasil. Con gran precisión
etnográfica, ilustran la vida que trascurre en el ámbito público exterior
en río, las actividades diarias y las ceremonias de sus muchedumbres,
los hábitos de los caminantes, compradores, vendedores e indigentes5.
Las ilustraciones de Debret retratan a río durante su período inicial de
supremacía cultural y política, luego de que, con el traslado de la corte
portuguesa de Lisboa en 1808, pasara de ser una adormilada ciudad
colonial de sesenta mil habitantes a convertirse en la ciudad más
influyente de Brasil y la capital de un imperio. Lo más interesante,
desde nuestro punto de vista, es que la presencia de la corte generó
una muchedumbre urbana como no había existido anteriormente en las
ciudades brasileñas, un vasto cuerpo de todo tipo de personas que
vivían y trabajaban permanentemente en la ciudad. Para cuando llegó
Debret a la ciudad, casi una década después del traslado de la realeza,
la población de río se había duplicado. La inmigración de veinticuatro
mil portugueses y de un gran número de europeos de otros países
transformó la capital. La corona emprendió un proyecto de
construcción de instituciones. Creó numerosas escuelas de educación
superior (entre las que se cuentan las de ciencias militares, ingeniería,
medicina y bellas artes), una biblioteca nacional y una multitud de
oficinas de gobierno, todas nuevas en Brasil. Estas instituciones
requerían nuevos edificios, y los trabajos públicos que se promovieron
le imprimieron un carácter definido tanto a los ámbitos civiles y
comerciales como a los residenciales de la ciudad. y puesto que los
títulos y las funciones de la corte atraían familias ricas a la capital, río
se convirtió a su vez en el lugar que concentraba y desde donde se
transmitía un modelo de vida urbana idealizado, y su forma física se
había convertido en un escenario identificable por sus muchedumbres,
costumbres, modas y su peculiar síntesis de sensibilidades europeas y
africanas6.
Si comparamos la principal plaza civil de río, una calle en la zona
central y una calle de un barrio residencial (Figura 6 - 7), vemos que
un número específico de factores definen y median entre los sólidos y
los vacíos de la calle. Éstos establecen un patrón característico de
formas y concentración de sólidos a todo lo largo y ancho de la ciudad.
En cada caso, el marco arquitectónico del espacio público tiene un
aspecto muy parecido. Su rasgo más distintivo es el bordeado de
fachadas continuas: cada edificio está pegado al que le sigue, y cada
uno está construido exactamente en línea con el vecino en relación con
la acera. Así, el espacio público de la calle y de la plaza está rodeado
por un frente sólido de edificios. Aun cuando la mayoría de los edificios
tiene un patio trasero, o quintal, que sirve de espacio exterior privado,
no hay patio delantero alguno que separe las fachadas del espacio
público exterior. Más bien, las fachadas de los edificios están alineadas
con la acera y las puertas de entrada desembocan directamente en la
calle pública7.
Una serie de elementos arquitectónicos media en esta oposición entre
el borde de fachadas sobre la calle y lo que conduce de un espacio a
otro. Estos elementos establecen la relación entre el espacio privado
detrás de la pared y el ámbito público delante de ella. Los primeros
elementos que nos llaman la atención son las puertas, ventanas y
balcones. es importante anotar que, puesto que las fachadas están
alineadas con la acera, estas aperturas brindan unos medios de
comunicación directa visual, vocal e incluso táctil entre los dos
ámbitos, tal como se evidencia en los intercambios de conversaciones,
comida, servicios, dinero y gestos (figura 6). Así, la función de la
fachada que da a la calle es muy compleja: define el interior y el
exterior, lo privado y lo público, la casa y la calle, por contención y
separación (y todo lo asociado con estos contrastantes ámbitos de la
vida social), y al mismo tiempo brinda numerosos tipos de conexiones
entre estos ámbitos.

La fachada, entonces, en tanto funciona como una división


selectivamente porosa, constituye una zona liminal de interacción entre
los ámbitos que separa. No solo atiende la necesidad de tener que
negociar las fronteras, sino que también estimula nuestra fascinación
por lo liminal en tanto que los accesos suelen estar marcados de tal
manera que atraiga n la atención del público. Las aperturas se
distinguen por los ornamentos de dinteles labrados, cornisamentos,
marcos de ventana y barandas; por los carteles de los negocios, y por
los escudos de armas y otros emblemas que dan a conocer al mundo la
condición social de la familia. En tanto zona liminal, la fachada de la
calle es, por un lado, la pared externa del mundo privado y, por el otro,
la pared interna del ámbito público.
En este último sentido, la fachada define el espacio de la calle como
una habitación, parecida a la sala de la casa, y que se distingue como
tal por lo que podríamos llamar el mobiliario de la calle. Así pues, no
solo las aperturas en las paredes están decoradas, sino también las
superficies de las paredes, con roleos, rosetas, labrados en piedra y
otros ornamentos de ese estilo, que son como los tapices del recinto
público. Un detalle que es típico del diseño interior, pero que aparece
aquí en la fachada es el zócalo, la parte inferior de la pared hasta la
altura más o menos de un metro que lleva un acabado distinto al resto
de la pared (Figura 6). a la altura de la cintura, más o menos, el zócalo
indica el nivel al que uno se sienta, a diferencia del nivel cuando se
está de pie. En la fachada exterior, cumple la función de marcar el
carácter de la calle como si fuera una habitación, además de indicar la
zona en la que se pegan las bancas, las sillas y las mesas a la pared o
se sitúan en la acera. el muro de muelle de la plaza pública (Figura 7)
fue construido como una banca de dos niveles para poder sentarse en
la habitación exterior más pública de toda la ciudad.8

Hasta aquí nos hemos venido refriendo a una serie de características


arquitectónicas que definen a la calle como un ámbito de la vida
pública. La característica más importante es la oposición entre las
edificaciones que enmarcan la calle y su espacio propiamente dicho,
entre los cuales median los otros atributos. La oposición es a su vez la
base de una convención fundamental de orden arquitectónico que
estructura la totalidad del paisaje urbano en un diseño coherente y
predecible de sólidos (edificaciones) y vacíos (espacios). Lo más

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