Sei sulla pagina 1di 5

Iglesia Evangélica Metodista Argentina

Primer Encuentro Nacional de Líderes Laicas y Laicos


__________________________________________________________________________________________

Los ministerios laicos


Néstor O. Míguez
La distinción entre clero (kleros, los “llamados”) y laico (laos, el pueblo común) es un indicador
de qué tipo de iglesia somos. Algunas tienen distinciones más claras y tajantes (Católica Romana,
Ortodoxas); otras consideran, al menos teóricamente, que no existe ninguna distinción (iglesias libres,
cuáqueros). La eclesiología metodista se ubica en una zona intermedia, no exenta de ambigüedades.
La forma y grado de diferenciación no es algo casual: tiene que ver con la base doctrinal de cada
confesión cristiana.

Sacerdotes o pastores
Esta distinción tiene profundas raíces en nuestra comprensión de la condición y naturaleza del
evangelio, del carácter divino y de la persona de Jesús. Todo parte de una pregunta que está a la
base de la teología cristiana:
¿Por qué muere Jesús?
Una respuesta dice: Dios exige un sacrificio reparador por la deuda humana, por la afrenta del
pecado. En el Cristo encarnado es el Hijo quien se ofrece a sí mismo para ese sacrificio. La muerte
de Jesús es el sacrificio reparador que Dios exige para congraciarse con el ser humano1. Somos
perdonados en su sacrificio. Por eso el culto se centra en la eucaristía entendida como sacrificio: allí
se actúa, una y otra vez ese sacrificio restaurador. Pero como todo sacrificio necesita un sacrificador
(sacerdote): debe haber una persona separada que consagre válidamente el sacrificio, para que sea
sacrificio y no simplemente un asesinato. La Resurrección es la recuperación del status divino del Hijo
después de su paso por la humanidad.
Otra respuesta dice: Dios quiere manifestar su amor a los seres humanos a pesar del pecado.
Mediante la encarnación nos revela hasta dónde llega su amor, su gracia restauradora. Así la vida y
muerte de Jesús son el ejemplo vivo de ese amor ilimitado y la invitación a hacerlo propio mediante la
fe. La Resurrección señala que la gracia salvadora va más allá de la muerte. Por eso el culto se
centra en el anuncio de ese evangelio, el llamado a asumir esa fe y a comprometerse en esa misma
misión. Y ese será también el sentido del sacramento. En ese caso, el ministerio tiene su centro en la
evangelización, del cual participan todos los creyentes. Algunas personas son llamadas a cuidar,
formar y nutrir ese pueblo evangelizador, a representarlo mediante el oficio pastoral.

El clero y el laicado
Allí aparecen dos esquemas de ministerio: uno es la separación para la función sacerdotal
(consagrar un sacrificio); otro la tarea pastoral representativa (conducir una grey). Uno implica una
comprensión cristológica sacrificial, el otro una cristología de la entrega salvadora por amor. La
imagen de Dios está en juego: una es la teología del Dios ofendido que demanda un sacrificio,
aunque sea el del propio hijo, para apaciguar su ira y cubrir la deshonra del pecado. La otra presenta
un Dios misericordioso, cuya justicia se afirma en la gracia que perdona y da vida. La principal función
y responsabilidad del clero, y por lo tanto el lugar del laicado, se juega en esta opción.

1
Este argumento fue desarrollado en la Edad Media por Anselmo de Canterbury, en un escrito titulado “¿Por qué
Dios se hizo hombre?” y es la base de la teología sacramental Católicorromana.
1
Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Primer Encuentro Nacional de Líderes Laicas y Laicos
__________________________________________________________________________________________
¿Es el laico un receptor del perdón obtenido en el sacrifico? En ese caso, lo central es su
participación en el culto. Una cosa es el sacerdote que oficia el sacrificio, otro el pueblo que se
beneficia de él. El pueblo responde en obediencia y gratitud; pero hay dos órdenes distintos. Por eso
la ordenación sacerdotal es un sacramento, complemento necesario del otro sacramento sacrificial, la
Eucaristía.
¿Es el laico un partícipe igualitario en la gracia salvadora del amor de Dios? Entonces es todo
el pueblo quien debe dar testimonio, en su palabra y vida, de ser seguidor del Jesús que lo convoca
al Reino donde ese amor se hace pleno. Ser pastor es una función (más que un orden, aunque se
use esa palabra). Se distingue del resto del pueblo por la tarea a la que está consagrado, no por un
ordenamiento jerárquico.

Bases bíblicas
Es claro que en el Antiguo Testamento ya surge esta oposición. Hay una casta sacerdotal y un
culto sacrificial. Al mismo tiempo hay un ministerio profético que se cumple en la Palabra. En muchos
casos aparecen complementarios, en otros opuestos.
En el Nuevo Testamento predomina la segunda alternativa; Jesús retoma la frase de Oseas:
misericordia quiero, no sacrificios (Os 6:6; Mt 9:13 y Mt 12:7). Los evangelios de Mt, Mr y Jn se
afirman en esa idea (no hay mayor amor que dar la vida –Jn 15:13). El verdadero amor no exige ni
ofrece sacrificios. Ello es significativo, porque el lugar del “laos” (en griego “pueblo”, de donde
proviene “laico”) que siempre rodea a Jesús en su ministerio, y su relación con los discípulos, es uno
de los fundamentos para una u otra posición con respecto al ministerio laico.
Pablo elabora su pensamiento en torno de la justicia que es por la gracia como alternativa a la
idea de una justicia puramente retributiva que exige una reparación para perdonar (aun cuando luego
cierta interpretación haya deformado la teología paulina en sentido contrario). Se reivindica apóstol
(misionero) por servir a Cristo y no por una designación institucional. La gracia evita entender el
sacrificio: la ofrenda no es sacrificio reparador, sino el don de sí que se da gratuitamente en
cumplimiento de la voluntad de Dios.
En Lc/Hch el tema es más ambiguo al afirmar la institucionalización eclesial (el lugar
privilegiado de los 12 y la designación de los servidores). Por su parte la epístola “a los hebreos”
retoma una teología de corte más sacrificial. Es también decisiva la forma en que interpretamos 1ª
Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. El
mismo texto (sacerdotes o pueblo) se abre a ambas interpretaciones. También es importante la
naturaleza del culto cristiano (consagración del sacrificio o manifestación de la gracia).

La historia de la Iglesia
En la historia de la Iglesia pasó a predominar el concepto del ministerio “separado” y una
teología sacrificial, por asimilación a las religiones del Imperio. Incluso la idea de “ordenación” viene
de la distinción en “ordines” que tenía la sociedad imperial romana. La Reforma introducirá una cierta
modificación (p. ej., desconoce la ordenación como un sacramento), y la reforma radical (menonitas,
anabaptistas, los valdenses anteriormente) cuestionará totalmente el sistema ministerial. A lo sumo el
ministerio es “representativo”.
Juan Wesley muestra una ambigüedad, pues la influencia de la teología anglicana lo empuja
hacia la primera forma (sacerdotal), pero sus lecturas de Lutero (la teología de la gracia y el
sacerdocio universal de los creyentes) y su propia experiencia personal lo introducen en la segunda

2
Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Primer Encuentro Nacional de Líderes Laicas y Laicos
__________________________________________________________________________________________
(pastoral). Por eso, quizás, el metodismo desde sus comienzos da tanto lugar al ministerio de los
laicos, sin nunca llegar a explicitarlo teológicamente. En la revisión de los Artículos de Fe de la Iglesia
Anglicana (de 39 a 25) Wesley deja afuera los que afectan al ministerio, lo que refleja sus dudas.
Nuestra Constitución de la IEMA se mantiene ambigua: “Dentro del ministerio total del pueblo
de Dios, el Señor ha separado y continúa separando un ministerio representativo de aquél. (Art. 7.2).
Por un lado sigue usando la expresión de un ministerio “separado” y por otro afirma el concepto de
sacerdocio universal y ministerio representativo.
Pero la idea y compromiso de consagración no es exclusiva del ministerio separado o
representativo. En su propia práctica, más que en la teoría, Wesley fue descubriendo y reconociendo
a los predicadores laicos e incluso, contra su propia convicción anterior, de las mujeres predicadoras.
Sus bandas y sociedades eran espacios para compartir el testimonio de todo el pueblo, verdaderas
escuelas formativas y de recreación espiritual. Allí se fortalecía la tarea de testimonio y
evangelización como parte de la consagración de todo el pueblo.

Ministerios y testimonio
Entre las múltiples elaboraciones del ministerio cristiano podemos usar dos criterios de
distinción: La función, por un lado, y el ámbito por otro.

Los ministerios por su función


Dentro de la distinción de funciones, nuestra Iglesia atribuye al ministerio ordenado la tarea
principal de “la proclamación de la Palabra, la dirección del culto y la administración de los
sacramentos, y para capacitar, guiar y servir a la Iglesia en el cumplimiento de su misión en el mundo,
mediante la enseñanza, el consejo y la conducción pastoral” Art. 701). Si bien estas funciones pueden
ser desempeñadas temporalmente por alguien no ordenado, bajo la supervisión de un ministro
ordenado, estas serían las marcas del ministro “representativo”.
Por su parte, el art. 800 señala “Un ministro laico es el miembro de una Congregación local
facultado para desarrollar un ministerio relacionado con el culto, testimonio y servicio de la
Congregación”, y explicita que ellos son Predicador laico, Guía o maestro, Visitador, encargado de
música y Encargado de Servicio Social y Acción Social (art. 801). Como podemos ver, predominan
aquellas funciones que se ejercen para sostener el culto y la vida congregacional. Otras funciones
son mencionadas indirectamente en el articulado, pero no reciben el reconocimiento explícito en el
capítulo de ministerio.

Los ministerios por su ámbito


Si vemos ahora por su ámbito, podemos distinguir tres orientaciones:
 los que se cumplen internamente en la iglesia (culto, cuidado y edificación),
 los que la iglesia cumple hacia afuera, (evangelización y servicio)
 los que se desempeñan fuera del ámbito eclesial (el mundo) por parte de los miembros de la
iglesia.
Es claro que la mayoría de los ministerios previstos en nuestro Reglamento, especialmente el
de presbítero, son propios del ámbito eclesial. La dimensión misionera (de la iglesia hacia el mundo)
queda señalada en una función del presbítero de guiar y servir a la Iglesia en el cumplimiento de su
misión en el mundo, aunque se realiza en forma indirecta. Entre los ministerios laicos se reconoce

3
Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Primer Encuentro Nacional de Líderes Laicas y Laicos
__________________________________________________________________________________________
“hacia afuera” la tarea de Servicio y Acción social. Hay algunos que son de ambos espacios: Por
ejemplo, en la Educación cristiana hay una función de catequesis (formar a los propios miembros de
la iglesia o sus hijos), pero también cuando se hace trabajo barrial con niños o en la Orientación
Cristiana que se da en nuestras escuelas y colegios, se hace desde la Iglesia hacia afuera.
En cambio, nuestro reglamento no considera explícitamente el ministerio testimonial fuera del
ámbito eclesial. El art. 105 señala estos deberes, pero no prevé, como sí lo hace para los de ámbito
interno, las formas de reconocimiento y formación para su desempeño.

El ministerio en “el mundo” (“el mundo es mi parroquia”)


El concepto de “sacerdocio universal de los creyentes” (Const. IEMA, art 7.3) implica que
todos somos ministros de Cristo “Por lo tanto, todo miembro tiene la responsabilidad de ejercer el
ministerio de la Iglesia, en el lugar y circunstancia en que se halle” (Const. IEMA, art. 7.1). En la
recepción como miembro esto se confirma en el compromiso de “Consagrarse a ser ministro de
Jesucristo en el mundo, testificando de su gracia y participando en amor y en espíritu de servicio de la
vida en la comunidad” (art.104.5).
Ya Lutero señala que la vocación secular (Beruf, en alemán significa tanto llamado como
vocación e incluso profesión) es tan digna y sagrada como la vocación eclesial. Todos, y
especialmente quienes ejercen el gobierno secular o desempeñan profesiones necesarias para la
vida de la comunidad (en el sentido social: salud, educación, arte, producción) lo hacen a partir de un
llamado divino. Son parte del sacerdocio universal, que no es el ejercicio individual de cada uno, sino
el que desempeña la iglesia toda como cuerpo de Cristo. De allí que todos somos ministros de Dios
en el mundo al ejercer nuestra vocación de servicio (profesión) en cualquier ámbito que sea. Por ello
es que hablar de ministerio laico (en el sentido teológico, el ministerio del pueblo de Dios) es hablar
del testimonio de Cristo en la sociedad toda. Esto es la comprensión misionera del ministerio “de los
laicos (laos=pueblo)”

Formación para el testimonio


Por eso, si bien con ciertas ambigüedades, en el metodismo el ministerio “laico” (el ministerio
del pueblo) es fundamental. No hay iglesia si el pueblo de Dios (el laicado) no asume su
testimonio como dato integral de su ser creyente. El ejercicio de este ministerio misionero es
parte de la vocación evangelizadora de toda la Iglesia, y debe estar inserto en la comprensión total de
nuestro “ser en el mundo”. Es la responsabilidad de la Iglesia (de las iglesias, de nuestra iglesia)
formar, estimular y acompañar para el ejercicio de estos “ministerios laicos”.
Es importante saber para qué nos capacitamos, y reconocer que la tarea de formación es
parte de nuestra consagración al Señor. Los métodos y ritmos de vida han cambiado desde los
tiempos de los hermanos Wesley, pero el llamado de Dios en Jesucristo para ser sal y luz en el
mundo sigue siendo el mismo.
En nuestro mundo el tema de la comunicación es central, y las formas y métodos para la
capacitación tienen que comparecerse con las nuevas tecnologías. Estas también son ambiguas,
pues por un lado nos pueden ayudar a formarnos, pero por el otro lado recibimos constantemente
mensajes “de-formantes”.
En nuestra historia reciente ha predominado la formación para los ministerios del ámbito
interior de la iglesia, y medianamente en la tarea de servicio. La formación para los ministerios debe
poder especificar los dos elementos: función de cada ministerio y el ámbito donde se ejerce. Ha

4
Iglesia Evangélica Metodista Argentina
Primer Encuentro Nacional de Líderes Laicas y Laicos
__________________________________________________________________________________________
habido diversas instancias de formación en nuestra iglesia, pero menos atención ha recibido el
ministerio testimonial en el ámbito secular.
Ha habido, sí, un estímulo para ello y una creciente participación de muchos de nuestros
laicos en diversos niveles y espacios sociales, políticos, educativos, de salud, de gestión económica,
etc. Esto también requiere un programa constante de seguimiento y acompañamiento pastoral.
Incluso la formación pastoral para guiar y servir a la Iglesia en el cumplimiento de su misión en el
mundo requiere que los pastores seamos capacitados para esta tarea.
Las muchas tendencias doctrinales que han aparecido últimamente y la influencia del mensaje
facilista generado por los medios de comunicación masiva, así como la presencia de muchos
miembros de nuestra iglesia que han recibido su formación básica en otras denominaciones, hace
especialmente significativo este punto.
En ese sentido, es necesario insistir en la formación bíblica y doctrinal básica, orientada
fundamentalmente al testimonio. Visto que ciertas prácticas que proveían a ese efecto en el pasado
(estudios bíblicos entre semana, clases de adultos de escuela dominical, cursos para laicos, difusión
de literatura formativa) hoy ya no son frecuentes y no llenan ese vacío, deben pensarse formas
alternativas para proveer a esa necesidad. “La Perla escondida” llena en parte ese espacio, y debe
ser evaluada a partir de esta primera experiencia que hicimos –lo que ocurrirá en este encuentro.
También debe ser complementada. Especialmente en el espacio de formación doctrinal (Teología de
la creación, cristología, doctrina del Espíritu Santo, Teología de la gracia). Estos, aunque en la
enunciación parezcan un poco abstractos, son elementos decisivos a la hora de poder sostener una
visión crítica y propositiva en el testimonio de fe.
La formación no puede ser solo atesorar ciertos saberes básicos sino también la puesta en
común y evaluación conjunta de experiencias, el diálogo con otros saberes y desarrollos científicos, y
la reflexión compartida según los distintos campos sociales y profesionales donde se brinda el
testimonio cotidiano. La provisión de esos espacios es parte inseparable de la formación del laico
hoy. Aprendemos al compartir y orar juntos, en el mutuo apoyo y consuelo, pero también en espacios
específicos por ministerio, en la puesta en común de problemas y logros. Vamos creciendo en el
Espíritu del Señor en la presentación de llamados particulares y sentidos compartidos, juntos
pastores y laicos, todo el pueblo de Dios unido a su cabeza, que es Cristo.

________________________________________________________________________________________________________________
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo consideras la ambigüedad en nuestras definiciones de ministerio? ¿A qué lo
atribuyes? ¿Cuál sería tu inclinación en este sentido?

2. ¿Con qué imágenes o ejemplos, de qué manera valoras, la relación “pastor-laico” en


nuestras congregaciones? ¿Cómo se refleja en la vida congregacional y cúltica?

3. ¿Qué ministerios son “propios” del laico, y cuáles compartidos con el ministerio
ordenado? ¿Por qué?

4. ¿Qué requisitos y cualidades, qué dones, supone un “ministerio laico”? Señala esto
pensando en distintos ministerios y ámbitos de testimonio.

5. ¿Cómo piensa los espacios de formación? ¿Qué lugar ocupa en ello el compartir de
experiencias?

Potrebbero piacerti anche