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La sociología surge como disciplina científica a inicios del siglo XIX, a manos del francés
Augusto Comte (1789-1857), y se diferencia del resto de las ciencias sociales en que
estudia la sociedad como un sistema de relaciones donde actores sociales, grupos e
instituciones conforman estructuras sociales en funcionamiento.
Sin embargo, la sociología mantiene una vocación teórica también inapelable. Para
entender la diversidad social necesita elaborar conceptos que van conformando la jerga
sociológica, necesaria para producir conocimiento sociológico. Los conceptos
fundamentales de la sociología, que surgen ante nudos reflexivos como las dicotomías
individuo –sociedad, orden social- cambio social y armonía – conflictos, constituyen las
herramientas intelectuales para el trabajo científico que permite la comunicación entre los
investigadores de la comunidad científica sociológica. Ellos generalizan al identificar los
rasgos esenciales del objeto o fenómeno y delimitarlo, diferenciándolo de otros que
aparentan ser semejantes.
Al pensar sociológicamente el hombre interroga la realidad desde un enfoque
interrelacional donde involucra a varios niveles de lo social, económico, político, espiritual.
Sus principales áreas de estudio son la estructura social, las instituciones como la familia,
los actores sociales como la comunidad, la dinámica social, el progreso, los valores, la
cultura, etc. Así, todas aquellas problemáticas que sean de dimensión publica y no privada
y que encierren en ellas una construcción simbólica determinada por sus relaciones
económicas, políticas, ideológicas y sociales y que no sean innatas en el hombre, resultan
de interés sociológico.
Pero para producir análisis de rigor sociológico no basta con aplicar un número de técnicas
e instrumentos. Se requiere de lo que el sociólogo norteamericano Charles Wright Mills
llamara la imaginación sociológica:
... “es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón para
conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás está
ocurriendo dentro de ellos” ...1
1
Wright Mills, Ch. La imaginación sociológica, Ediciones Revolucionarias, La Habana, 1966, p.25.
La respuesta de ¿cómo definir una perspectiva de análisis que podamos clasificar como
estrictamente sociológica?, pasa por la definición del objeto de estudio, sin embargo, a
pesar de la importancia que desde su surgimiento ha tenido esta problemática, para la
sociología ha sido y es, difícilmente alcanzable un acuerdo entre sus pensadores más
eminentes acerca de esta cuestión.
Para ganar en claridad al respecto Alex Inkeles, considera que han existido tres maneras de
construir el objeto de estudio de la Sociología: un método histórico, que nos llevaría a
preguntarnos cómo han definido los pensadores clásicos de la ciencia este objeto de
estudio; un segundo método seria el empírico, en este nos preguntaríamos cuales temáticas
han sido mayormente abordadas por aquellos que investigan y teorizan desde la sociología,
y por ultimo, estaría el analítico, donde la indicación sería qué nos sugiere la razón acerca
del objeto de estudio.
No obstante otras vías han sido también utilizadas como son la exclusión a través de la
cual, todo aquello que no sea estudiado por otras ciencias sería de estudio sociológico; y la
generalización, según la cual la sociología estudiaría todo lo que pueda ser entendido como
social. No cabe dudas, de que en esta manera, cualquier fenómeno puede ser de estudio
sociológico, lo que le da mayores posibilidades investigativas a la sociología pero por otro
dificulta aun más la búsqueda de la especificidad del objeto de estudio.
Dada esa breve exposición sobre los intentos de definir un objeto de estudio, se puede
observar, las pocas posibilidades de acuerdo entre los teóricos de la sociología acerca de
este tema, y por esta razón en la actualidad se escucha hablar más de perspectiva
sociológica que de objeto de estudio visto como segmento de la realidad a estudiar. Y es
que la sociedad como ya se afirmó, es un entramado complejo de relaciones humanas,
marcadas por la regularidad en alguna medida, pero es también fruto de la espontaneidad de
la actividad social de los hombres.