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Exposición y catálogo
En su origen confluyen tres antecedentes: las reuniones nocturnas de artistas que se realizan en el Café Flo-
Cabe aclarar que la presencia de artistas argentinos en la Bienal de Venecia no se reduce a los que rian de la Plaza de San Marcos; los Salones, que congregan a la creación visual más contemporánea; y las Grandes
conforman los envíos oficiales. Algunos han sido invitados a participar de las muestras generales que se Exhibiciones Internacionales, encuentros periódicos que tienen lugar en las capitales mundiales más prestigio-
realizan en el Pabellón Central. El caso de León Ferrari es destacable, porque obtuvo uno de los máximos sas, y en las cuales se exponen las diversas ramas de la producción de los países participantes, incluida la artística.
galardones sin haber sido convidado por las autoridades de nuestro país, sino que fue seleccionado para La muestra inaugura en un pabellón construido especialmente en los Giardini de Castello el 30 de
participar de la muestra internacional por el curador general de la BIVA 2007, Robert Storr. abril de 1895, y ofrece un amplio panorama de las artes italianas e inglesas, aunque no pone demasiado
énfasis en las francesas, las más destacadas del momento. Se otorgan dos grandes premios decididos por
un jurado internacional, y un premio del público.3 Las amplias salas presentan el típico arreglo de un
El gran salón veneciano salón decimonónico, con mobiliario y plantas.
En 1897 se introducen algunas innovaciones. El jurado recomienda comprar las obras ganadoras para
La Primera Exhibición Internacional de Arte de la Ciudad de Venecia (que posteriormente se convertiría en la acrecentar el acervo contemporáneo en la ciudad, y se crea la Galleria d’Arte Moderna de Venecia que se
Bienal Internacional de Arte de Venecia) nace en 1893, cuando las autoridades de la ciudad italiana proponen ocupará de los artistas más jóvenes.4 Se instituye además un Premio de la Crítica que busca incrementar la
organizar una muestra de arte mundial para celebrar las Bodas de Plata del Rey Umberto y la Reina Margue- promoción del evento entre los medios periodísticos.
rita de Savoy. El evento abre dos años más tarde y obtiene un extraordinario respaldo del público y la prensa.
3
Los premios principales se otorgan a los artistas italianos Giovanni Segantini y Francesco Paolo Michetti. El premio del público recae en Giacomo
Grosso por Encuentro supremo, una pintura que muestra a un hombre muerto desnudo rodeado de mujeres desnudas, y que causa una resonada c ontro-
versia en los primeros días de la bienal.
4
Esta galería se muda al Ca’ Pessaro en 1902 y desde allí se propone dar lugar a los artistas más jóvenes en paralelo con la bienal. Sin embargo, algunas
exposiciones provocan fricciones entre ambas instituciones, en particular, la realizada en 1914, Exhibición de algunos artistas rechazados por la Bienal de Venecia.
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El buey serrano, 1919 Algarrobo, 1919 Campo abierto, s/d La tarde en el bosque, s/d
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En 1901, bajo la dirección del alcalde Filippo Grimani, la bienal adquiere un carácter decididamente Collivadino vuelve a representar a la Argentina en la siguiente edición de la bienal, esta vez, con uno
internacional. Aquí se reconoce la singularidad del arte francés a través de una exposición de paisajes y la de sus trabajos más emblemáticos, La hora del almuerzo (1903), que hoy forma parte de la colección de nuestro
presentación de veinte obras de Auguste Rodin que se transforman en el punto fuerte del acontecimiento. Museo Nacional de Bellas Artes. Esta magnífica obra maestra retrata a un grupo de trabajadores durante
Este mismo año, la República Argentina aporta el primer envío nacional a la ciudad de los canales: la un momento de descanso; algunos de ellos ríen, otros comen, otros están absortos en sus pensamientos.
obra Vida honesta de Pío Collivadino, que es comprada por la Galería Marangoni de Udine y no regresa al Hace hincapié sobre un tema social pero lo presenta de forma no conflictiva; simboliza el optimismo de
país. Se trata de un díptico de carácter realista, representativo del cambio que el artista está realizando en esa Generación del 80 que crece con pan y con trabajo, y muestra en Europa a una Argentina promisoria
estos años al dejar de lado los temas inspirados en las tradiciones pictóricas y literarias y focalizarse en la y pujante, en las antípodas de la sumida en la crisis de la década anterior que registrara magistralmente
plasmación de la vida. León Pagano la describe como “una obra de quieta y dulce intimidad, algo triste, Ernesto de la Cárcova en Sin pan y sin trabajo (1894).
un poco amarga, muestra un hogar humilde, placidez monótona, un perfil de contraluz tamizada, fino En 1905, Pío Collivadino vuelve a participar de la Bienal de Venecia6 pero lo hace como parte de la
estudio de doble luz magníficamente resuelto”.5 El díptico está compuesto por dos escenas, una encima representación española, ya que este año la Argentina no cuenta con un envío oficial.
de la otra. La superior muestra a dos mujeres, una joven y la otra anciana, en un interior doméstico; la De hecho, la presencia de nuestro país se suspende hasta el año 1922, cuando un nutrido conjunto
primera está absorta en la realización de una tarea mientras la segunda la observa con atención. La escena de pinturas y esculturas desembarca en la ciudad italiana. Esta llegada se produce en el contexto de un
inferior muestra un humilde cementerio escoltado de cipreses. creciente nacionalismo, que en Italia coincide con el desarrollo del fascismo. Sin embargo, como señala
5
Pagano, José León. El arte de los argentinos. Vol. II. Buenos Aires: Edición del autor, 1938. 6
Lo hace con la obra De noche en los bastiones (1905).
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Portada de catálogo
¿Cómo se representa a un país?
La participación argentina en las bienales de Venecia sufre un prolon-
gado interregno de tres décadas desde su rotundo aterrizaje en 1922. Recién en 1950, Ernesto Scotti es
nombrado representante de nuestro país para la XXV BIAV; su elección se debe a que el artista reside en
Italia y esto facilita su presencia en los salones venecianos sin demasiada gestión.
Recordemos que la Argentina no cuenta con un pabellón propio que la obligue a presentar una pro-
puesta expositiva en cada edición. Por este motivo, la decisión de enviar una representación nacional
depende más bien de una política de estado o del mantenimiento de los vínculos diplomáticos, más que
de un interés real por posicionar al arte argentino en el mundo.
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Alloway, Lawrence. The Venice Biennale 1895-1968. From Salon to Goldfish Bowl, Greenwich (Connecticut), New York Graphic Society, 1968.
8
Para ampliar el panorama de las artes argentinas durante la década de 1920, consúltese: Wechsler, Diana, “Impacto y matices de una modernidad en Ramón Gómez Cornet
los márgenes. Las artes plásticas entre 1920 y 1945”, en Burucúa, José Emilio (ed.). Arte, política y sociedad. Vol. I. Buenos Aires: Sudamericana, 1999.
9
Para ampliar la información sobre los Artistas del Pueblo, consúltese: Muñoz, Miguel Ángel. Los artistas del pueblo 1920-1930. Buenos Aires: Fundación Sin título o Niña con moño blanco, 1949
OSDE, 2008.
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Para mayor información sobre el Grupo de París, consúltese el dossier elaborado por Malena Bobino en 2007 para el Centro Virtual de Arte Argen-
tino, disponible online en: http://www.buenosaires.gob.ar/areas/cultura/arteargentino/02dossiers/gurpo_paris/0_1_intro.php
20 21
La muerte del bueno, la muerte del malo, 1956 Amanecer en la guardia, c. 1950
Esta situación genera incomodidad en el circuito artístico de Buenos Aires. Desde las páginas de la ción, entonces, que la bienal europea sea entendida ahora como un lugar privilegiado para fomentar el
influyente revista Ver y Estimar, una editorial firmada por la dirección se queja del desinterés de las autori- interés por un país que los italianos todavía sienten cerca, tras la sostenida corriente migratoria que desde
dades por utilizar las vidrieras que ofrecen las bienales internacionales para promover al arte argentino: su país había llegado a la Argentina en años no tan distantes.
“Ignoramos las razones que motivaron la ausencia de la Argentina en la reciente exposición bienal de En su libro Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años sesenta, Andrea Giunta interpreta el
San Pablo […] Tampoco ha concurrido a las últimas exposiciones de la Biennale de Venezia, la justa más repentino interés del gobierno peronista por el arte concreto –que poco antes había prácticamente de-
importante de cuantas se realizan en el mundo, como se sabe. Silencio de parte de las autoridades, de los nostado– y su elección para representar a la Argentina en la
centros que tienen alguna responsabilidad, como la Academia Nacional de Bellas Artes, la Asociación de Bienal de San Pablo de 1953, como una consecuencia de la
Amigos del Museo, el Instituto de Arte Moderno, y las asociaciones de artistas […] Todo el mundo se pre- política de apertura del gobierno peronista hacia el dine-
gunta en Europa y América: ¿Cómo son la pintura y la escultura argentinas? ¿Quiénes, los buenos artistas ro internacional. “Para un país que buscaba con urgencia
argentinos? ¿Cuáles, las tendencias predominantes? […] Sugerimos la posibilidad de que se constituya abrir su economía, atraer capitales extranjeros y orientarse
una comisión encargada de resolver los problemas de la participación argentina en las exposiciones de arte en el sentido que marcaban las nuevas fuerzas del progreso
en el exterior”.11 –sostiene–, no eran las representaciones de gauchos y pla-
Esta editorial de abril de 1952 desconoce la presencia de Scotti en Venecia y pareciera ignorar tam- nicies, ni la retórica del régimen, los que podían servir de
bién la organización del envío que ese mismo año ocupará los prestigiosos salones de los Giardini. Como estandarte. Los discursos internacionalistas estaban recu-
treinta años antes, la Argentina llega en esta oportunidad con un nutrido contingente de pintores y escul- rrentemente anudados a la abstracción y difícilmente podía
tores reunidos por las autoridades del recientemente reelegido gobierno peronista. Esta segunda etapa del sustentarse una imagen de progreso en el ámbito cultural
Jorge Romero Brest y su esposa visitando la
mandato de Juan Domingo Perón se caracteriza por la apertura a las inversiones foráneas como método con los tópicos de un nacionalismo regionalista”.12 XXVI Bienal de Venecia, 1952
para hacer frente al creciente desequilibrio de la economía local y la crisis energética. No llama la aten- Sin embargo, ninguna expresión describe de mejor ma-
11
Dirección, “La participación argentina en las exposiciones internacionales”, Ver y Estimar, Vol. VII, 27, abril de 1952, pp.3-4. 12
Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años sesenta, Buenos Aires, Paidós, 2001.
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Libertadora de septiembre, que le permitirá volver a ponerse a tono con los países civilizados del orbe y,
en el campo del arte plástico, esta exposición que revela cuáles han sido los esfuerzos de los jóvenes pinto- Enio Iommi Noemi Gerstein Enio Iommi
res y escultores para hablar el libérrimo lenguaje de la modernidad”.15 Núcleo en cuatro planos, 1965 El cardón, 1958 Formas continuas, 1964-65
No obstante, la apuesta debe parecerle demasiado arriesgada para un país que se presenta por primera
vez con una producción acorde a los tiempos que corren dejando de lado el regionalismo previo, por lo
que decide atemperarla eligiendo trabajos actuales pero no demasiado radicales. Con las siguientes pa-
labras justifica esta decisión en el mismo texto: “No será difícil, sin embargo, comprobar una tónica de
serenidad que es del país todo. No hay arrebatos ni violencias; no hay audacia. Se impone un espíritu de
orden que puede ser llamado clásico. No es otra la razón que justifica el acercamiento de nuestros artistas
a los de Francia e Italia. Como también se explica, por la misma razón, la casi inexistencia del superrea-
lismo, la mesura de los abstractos y la severidad de los concretos”.
En su viaje a la Bienal de Venecia de 1952, Romero Brest nota la ausencia de las propuestas concretas
y la timidez de las abstractas. De igual modo, percibe la persistencia de ese “llamado al orden” que avanza
sobre el arte de posguerra desde la práctica y la doctrina de los creadores más consolidados, y que se ex-
presa de forma contundente en el libro de Jean Cocteau, Un Rappel à l’Ordre de 1923.
Quizás esto determina en alguna medida su selección, o también lo hace la posible reacción que prevé
en los artistas no elegidos, que no tarda en aparecer. Andrea Giunta la reseña en su libro ya citado: “Según
se dejaba traslucir en su texto de presentación del catálogo, Romero Brest pensaba que si lo que se quería
exhibir en la Bienal era la cultura de un país renovado, esto no podía hacerse seleccionando para el envío
imágenes del pasado. Lo que había que mostrar era la esperanza en el futuro y la confianza en la juventud
como depositaria del mismo. Todo tenía que ser nuevo, joven y exultante […] Sin embargo, no todos
compartieron ese entusiasmo […] Para una artista como Raquel Forner, que durante los años del pero-
nismo se había sentido marginada de los espacios de consagración, debía resultar irritativa una exclusión
fundada no en la calidad, sino en algo tan superficial como la «juventud»”.16
Claudio Girola
15
Romero Brest, Jorge, “Palabras preliminares”, en XXVIII Exposición Bienal Internacional de Venecia. Participación de la República Argentina (cat.exp.). Buenos Aires:
Ministerio de Educación y Justicia, 1956, pp. 7-8. Sin título, 1965
16
Giunta, Andrea. Vanguardia, internacionalismo y política, op.cit., pp. 92-93.
36 37
Composición sobre violeta Nro. 57/7, 1957 Naturaleza muerta, s/d Sin título, 1956
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40 41
La década del sesenta y los primeros premios
17
Un artículo del diario La Nación de diciembre de 1960 hace hincapié en este hecho, “Los artistas argentinos están de parabienes. Sus obras se exhiben no
sólo en nuestra patria, sino en el extranjero, cada vez más […] Únicamente observamos un lunar dentro de un panorama tan risueño: nuestra ausencia
Libero Badii Libero Badii en la Bienal de Venecia, certamen máximo del mundo” (“Presagio de nuestro arte”, La Nación, 18 de diciembre de 1960, p. 6, citado en Dilinko, Silvia.
Arte plural. El grabado entre la tradición y la experimentación, 1955-1973, Buenos Aires, Edhasa, 2012, p. 202.
El hombre y la mujer,c.1960 Las cuatro estaciones, 1959 18
Dolinko, Silvia. Arte plural, op.cit., pp. 210-211.
19
Citado en Boyer, Hebe, “La Bienal de Venecia descubre a Berni”, Vea y lea, Nro. 403, diciembre de 1962, p. 93, transcripto en Dolinko, Silvia. Arte
plural, op.cit., p. 211.
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Juanito bañándose de la serie Juanito Laguna, 1961 Juanito pesca con red de la serie Juanito Laguna, 1961
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Miroirs, 1966-2013
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Oficina de información sobre un tema particular a tres niveles: la imagen visual, el texto y el audio, 1968
sobre el caso, tanto Andrea Giunta como Silvia Dolinko señalan este hecho; en palabras de la última, “Lo
que en primera instancia se puede considerar un gran éxito de Jorge Romero Brest ¿lo fue en verdad?
La distinción a Berni y su conjunto de obras sobre Juanito Laguna posicionaba al crítico en una situa-
ción compleja frente a su propio programa internacionalis-
ta: aunque lograba poner al arte argentino en el centro de
la escena mundial, se estaba destacando una obra figurativa
vinculada con un fuerte discurso social, contrastante con la
producción de los pintores de las recientes generaciones por
los que él realizaba su apuesta mayor”.20
El envío de 1964 vuelve a presentar una combinación de
artistas maduros y noveles; así, los trabajos de Vicente Forte,
Noemí Gerstein, Julio Geró y Carlos Uriarte conviven con
los de Víctor Chab, Ennio Iommi, Antonio Seguí y Julio
Le Parc. Los dos últimos se encuentran establecidos en París,
motivo que en esta época no constituye un impedimento para
representar al país pero que lo será algunos años más tarde. Lo Catálogo de exposición
que llama poderosamente la atención es la inclusión de Julio
Le Parc, integrante del Groupe de Recherche d’Art Visuel
Nicolás García Uriburu (GRAV), un colectivo de artistas que realiza investigaciones en
Coloración del Gran Canal, 1968 Green Venice, 1968 Coloración Uriburu, Venecia, 1968
20
Dolinko, Silvia, “La Bienal de Venecia…”, op.cit., p. 125.
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Biotrón, 1970
el campo de la producción cinética con gran éxito y que defiende la abolición de la autoría como práctica tención de prolongar el galardón otorgado en la edición anterior a su compatriota Robert Rauschenberg.
individual. Hasta ese momento, sus integrantes habían evitado exponer por separado; sin embargo, Le En el libro Argentinos de París. Arte y viajes culturales durante los años sesenta, Isabel Plante estudia a fondo las cir-
Parc acepta la invitación argentina –sin dudas merecida– y se presenta en los Giardini sin sus compañeros cunstancias que conducen hacia la premiación de Le Parc. Aunque su origen sea argentino, su trabajo está
de grupo (entre los cuales hay otros dos argentinos21). por completo asimilado al circuito artístico de París, así que puede considerarse, en buen modo, como
El interés despertado por su trabajo y el crecimiento de su nombre en el ámbito internacional anima un reconocimiento a la producción de esa ciudad. “Para algunos críticos franceses significó recuperar
al jurado a cargo de conformar el envío para la siguiente edición de la bienal (Julio Payró, Hugo Parpagnoli y un espacio de visibilidad internacional (y el honor). Para la crítica estadounidense fue casi ofensivo: un
Samuel Paz) a redoblar la apuesta y ofrecerle ser el único representante argentino. Aunque nadie duda de la cali- ignoto artista argentino le robaba el premio al artista estrella de la galería neoyorkina Leo Castelli. Para
dad de su trabajo, la elección de un artista que no vive en el país y que había tenido la oportunidad de mostrarse al los actores culturales locales, constituyó la coronación de los esfuerzos realizados en pos de la proyección
mundo apenas dos años atrás, despierta más de una crítica. Pero éstas quedan olvidadas cuando se conoce la noti- internacional de un arte argentino que, en muchos casos, se desarrollaba en la diáspora”,22 asegura Plante.
cia de que Julio Le Parc ha obtenido el Gran Premio de Pintura de la Bienal de Venecia de 1966, desplazando al Por otra parte, y aunque Jorge Romero Brest no había tenido injerencia en la decisión de este premio,
favorito norteamericano Roy Lichtenstein, quien había desembarcado en tierras venecianas con la firme in- puede decirse que con él su programa de promoción del arte argentino en el mundo por fin da sus frutos,
21
Horacio García-Rossi y Francisco Sobrino. 22
Plante, Isabel. Argentinos de París. Arte y viajes culturales durante los años sesenta. Buenos Aires: Edhasa, 2013, p. 125.
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en tanto reconoce a un artista local joven practicante de una de las tendencias estéticas más actuales. Así lo
expresa en su carta de felicitaciones al premiado: “Su triunfo es triunfo de Usted, del arte argentino y de
todos los que trabajamos por él”.23 En cambio, para Julio Le Parc significa un alejamiento paulatino del
GRAV, que poco tiempo después se disuelve.
Como consecuencia, se desmonta la oficina de ventas que desde la primera edición ayuda a los artistas a
comercializar las obras exhibidas a cambio de una comisión. Los organizadores se hacen cargo de las críti-
cas, y a partir de las ediciones siguientes, transforman el evento en un espacio para el debate. Los premios
son abolidos, al igual que las exposiciones celebratorias de artistas individuales; en su lugar, se proponen
muestras temáticas que incentiven la reflexión.
En el contexto de estos acontecimientos, Nicolás García Uriburu decide llevar adelante su propia
protesta e interviene en la Biennale sin haber sido invitado oficialmente.24 Utilizando un producto ca-
rente de toxicidad empleado por los astronautas para marcar el lugar de sus amarizajes, tiñe las aguas del
Gran Canal de color verde fluorescente como una forma de llamar la atención sobre el desequilibrio
ecológico del planeta. Su acto causa sensación y es interpretado en los términos políticos del momento.
Desde entonces, el artista procede de la misma manera en el marco de diferentes exposiciones impulsando
la integración entre manifestación estética y conciencia social.25
Carlos Alonso
24
En 1995, Oscar Bony también realiza una intervención en la Bienal de Venecia sin invitación. Lo hace el día de la inauguración con una performance
(El límite) que consiste en el paseo sobre una góndola de una mujer que amamanta a un niño vestida de blanco enfrentada a un ataúd.
La leñera, 1989
25
Para mayor información sobre esta intervención, consúltese mi entrevista al artista en Alonso, Rodrigo (ed.). Imán: Nueva York (cat.exp.). Buenos Aires:
Fundación Proa, 2010.
Noveles y consagrados
La representación argentina de ese año 1968 está compuesta por David Lamelas, Antonio Trotta y Rómulo
Macció, quien participa en la bienal por segunda vez. Lamelas llega a Venecia con apenas 23 años, siendo el artista
más joven que haya conformado un envío de nuestro país en toda su historia. A pesar de ciertas resistencias inicia-
58 les, su reciente premio en la Bienal de San Pablo de 1967 convence a los organizadores de incluirlo en la selección. 59
Lamelas presenta una obra singular, Oficina de información sobre la Guerra de Vietnam a tres niveles: la imagen visual, el texto y el
Dino Bruzzone
Electricidad, 1998
establece una propuesta temática por primera vez: Arte y Comportamiento. Pero como las representa-
ciones nacionales funcionan de manera independiente y tienen sus propios curadores, éstos no siempre
incorporan los temas sugeridos. El envío argentino da plena cuenta de este hecho.
En 1974, Carlo Ripa di Meana, presidente de la Bienal de Venecia, decide dedicar toda la edición de
este año a Chile, tras la reciente destitución de Salvador Allende y la asunción de facto del General Au-
gusto Pinochet. En lugar de las exposiciones tradicionales, se realizan múltiples encuentros, performan-
ces, conciertos y exhibiciones cinematográficas a lo largo de numerosos días, en los que muchos artistas
participan pintando murales en adhesión a la libertad del pueblo chileno. Aunque se trata de una bienal
inusual, la República Argentina es invitada a participar pero no lo hace.
De hecho, a partir de 1974 se abre otro prolongado paréntesis para las representaciones nacionales que
se cierra recién en 1980, en medio de la última dictadura militar.
El envío de ese año pone de manifiesto el profundo cambio en los criterios de selección de los artistas. En
esta oportunidad, la Argentina llega a Venecia con un discípulo de Joaquín Torres García, Sergio de Castro,
y el joven escultor chaqueño Fabriciano Gómez, ambos residentes en París. Una pintura enraizada en los
primeros modernismos latinoamericanos y un conjunto de piedras esculpidas mediante técnicas tradicionales,
conforman la imagen de un arte argentino que ya no busca ser contemporáneo. Contradictoriamente, en esta
edición, Achille Bonito Oliva y Harald Szeemann crean el Aperto’80, una sección especial para jóvenes creado-
res que intenta exaltar la producción más actual, y de la cual surgen los artistas de la transvanguardia. Oscar Bony
El asesino, 1998
62 63
El Aperto se repite en las bienales siguientes, proponiéndose como una suerte de termómetro de la contem- “las 4B”: Glusberg opta por Luis Fernando Benedit y Jacques Bedel (los dos ya habían participado de la bienal,
poraneidad. La transvanguardia y los neoexpresionismos triunfan en el mundo, y la vidriera veneciana parece el el primero como representante argentino de 1970, el segundo, como parte del Grupo CAYC, invitado por el
lugar ideal para catapultar estas manifestaciones de la juventud. En este contexto, en 1982 nuestro país se presenta curador general de la BIVA, 1986); Laura Buccelato se inclina por Oscar Bony (que había participado del Aperto
con tres artistas sexagenarios: Marino Di Teana (residente en París), Miguel Ocampo y Clorindo Testa, que 1982 cuando vivía en Italia) y Dino Bruzzone, el más joven del conjunto y único que participa por primera vez.
participa por tercera vez.26 No obstante, la obra de este último se destaca por su soltura y vitalidad. Aquí exhibe un La exposición ocupa un lugar privilegiado dentro del Arsenale, una sala de paredes blanca distribuida de forma
conjunto de obras sobre papel de su serie de las pestes, y dos grupos de dibujos de las series de ventanas que miran muy simple, con un artista por pared.
hacia los cuatro puntos cardinales, que integran magistralmente su doble vocación de arquitecto y artista visual. Traspuesta la barrera del 2000, comienza un período de mayor racionalidad en la selección de los artistas y
Con el advenimiento de la democracia, se produce un nuevo aggiornamento. Haciendo uso de su influencia en curadores que conforman los envíos. La Cancillería argentina asume un rol más protagónico en la organización
el entorno veneciano, construida principalmente a través de las Bienales Internacionales de Arquitectura de esa y se establecen ciertas reglas de juego: que el/los artista/s viva/n en la Argentina (aunque en 2003, Mercedes Ca-
ciudad, Jorge Glusberg toma a su cargo la curaduría de los envíos argentinos durante casi dos décadas. sanegra propone a Charly Nijensohn, residente en Berlín), que no haya/n participado de bienales anteriores, y
Los primeros están dedicados a artistas de reconocida trayectoria. Así, Antonio Seguí representa a la Argen- que tampoco se repitan los curadores. El modelo se demuestra exitoso, y otorga cierta personalidad a cada una de
tina en 1984 (segunda vez que participa de la bienal, aunque es la primera en que lo hace de manera individual), las selecciones, las que alternan indistintamente entre creadores noveles y consagrados.
Marta Minujín en 1986, Rómulo Macció en 1988 (la tercera vez que es elegido para esta tarea) y Carlos Alonso Esta tipología, sin embargo, elimina los comités de selección que históricamente conformaron los directores
en 1990. En el pensamiento de Glusberg, los dos últimos conforman los antecedentes de lo que él llama La nueva de las principales instituciones artísticas, dejando la responsabilidad de la decisión muchas veces en manos de una
imagen, que no es otra cosa que la transposición de la transvanguardia italiana al ámbito local.27 Entre sus practi- única persona, e incluso en la de agentes ajenos al campo de las artes.
cantes se encontrarían Ana Eckell, Gustavo López Armentía y Daniel García, que son los artistas elegidos para Lo cierto es que no existe una normativa escrita ni consensuada por todos los agentes de dicho campo sobre
ocupar el Pabellón de Argentina en la BIAV 1997. los procedimientos para llevar adelante una tarea de tanta importancia. Todavía la representación argentina en
En la siguiente edición, Glusberg comparte la responsabilidad de la selección con Laura Buccellato, directora la Bienal de Venecia depende de las coyunturas políticas, de los designios de individuos no siempre legitimados,
del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En realidad, no se trata de una elección conjunta sino de una de métodos no siempre transparentes, de avatares y circunstancias impredecibles, de la falta de visión y estrategia
división de tareas: cada uno de ellos elige a dos artistas, configurando un envío que llega a conocerse como el de a corto, mediano y largo plazo. Quizás ahora que la Argentina cuenta con un pabellón propio que la obliga a
mantener una participación continua, sea el momento para reflexionar sobre estas cosas.
26
El texto del catálogo escrito por el comisario José María Cantilo da cuenta del poco conocimiento de la obra de sus elegidos. Allí dice: “La obra de Miguel
Ocampo pone de manifiesto el importante desarrollo de la escultura [sic] contemporánea argentina […] En el terreno del dibujo, la contribución de Clorindo
Testa es una contribución [sic] significativa a la tendencia informalista [sic]”, en La Biennale. Visual Arts 82 (cat.exp.). Venecia: La Biennale di Venezia, 1982, p. 78.
27
Achille Bonito Oliva, teórico de la transvanguardia, habla de un genius locci y de la importancia del pasado local para comprender a los artistas que retornan a la
pintura. Así, los italianos llevan su interés hacia el Renacimiento, el manierismo o el barroco, mientras los neoexpresionistas alemanes miran hacia el expresio-
nismo de su país. Con la intención de seguir la misma línea de pensamiento, Jorge Glusberg liga a los pintores de los años ochenta en la Argentina con las obras
de Antonio Berni, la neofiguración y los diversos realismos de los años sesenta.
64 65
El pabellón argentino 1972 el envío nacional ocupa un sector alquilado dentro del Pabellón de Finlandia, construido por Alvar
Aalto y ubicado en el centro de los Giardini. Desde entonces, la ubicación del envío nacional constituye
La Primera Exhibición Internacional de Arte de Venecia inaugura en un edificio diseñado especialmente un verdadero problema que hay que resolver en cada oportunidad.
para acogerla el 30 de abril de 1895. Compuesto por más de treinta salas, éste adopta el estilo neoclásico Durante los ochenta y noventa, los países latinoamericanos que no poseen un pabellón propio suelen
propio de los museos de la época, con salas amplias y muchas veces decoradas con pinturas que se ciñen a integrar una muestra colectiva en la sede del Instituto Italo-Latinoamericano (IILA). Pero la Argentina se
la arquitectura. En ellas se ubican las obras a la manera de una vasta muestra colectiva, con un cierto privi- ha rehusado siempre a formar parte de esta iniciativa, por considerar que si no se dispone de un espacio
legio para el arte italiano y veneciano. A partir de la tercera edición (1899) aparecen las salas individuales exclusivo es preferible no participar. Este ha sido seguramente el motivo por el cual nuestro país ha estado
destinadas a creadores del país anfitrión. ausente en la BIAV por tanto tiempo.
A comienzos del siglo siguiente se inicia la construcción de los pabellones que hoy pueblan los Giardini. El La influencia de Jorge Glusberg en Venecia le permite resolver el problema de diferentes maneras. En
primer país en erigir el suyo es Bélgica en 1907; le siguen los de Hungría, Gran Bretaña y Alemania dos años más 1995 la presencia argentina es “virtual”: la propuesta de Jorge Orta, artista argentino residente en París,
tarde. El resto va ocupando su lugar a lo largo del siglo veinte; el último es el de Corea (1985). El primer país consiste en realizar proyecciones lumínicas sobre edificios emblemáticos de la ciudad que se llevan a cabo
latinoamericano que se asienta en el predio es Venezuela, en 1954. Le siguen Uruguay (1960) y Brasil (1964), durante la primera semana de la bienal.
completando los tres únicos pabellones de la región emplazados en el área de los Giardini.28 Pero la solución de 1997 es mucho más espectacular ya que Glusberg consigue construir un pabellón
Los primeros envíos argentinos comparten el Pabellón Central con el resto de los países del mundo. temporario de madera y metal justo al lado de la entrada a los Giardini, en un espacio de acceso general
A partir de 1922 y hasta 1966, la Argentina cuenta con salas especiales en el mismo sitio. Entre 1968 y y gratuito. Lamentablemente, ese pabellón debe ser destruido al finalizar la exposición ya que ocupa un
ámbito público de la ciudad. En la próxima edición, el envío argentino se ubica en una amplia área expo-
28
Como señaláramos en la Introducción, es incomprensible que la Argentina no construyera un pabellón propio en los Giardini a comienzos del siglo
veinte, cuando disponía de los recursos para hacerlo y mantenía una intensa relación diplomática con Italia. Pero también resulta extraño que no lo sitiva dentro de los Arsenales.
hiciera durante la década de 1960, cuando Uruguay y Brasil erigieron los suyos, y nuestro país pasaba por una fase progresista de decidida proyección Durante los años siguientes, los representantes nacionales comienzan una intrincada deriva por dife-
hacia el mundo, acompañada por una economía potente. En ese momento, los organismos artísticos poseían una gran influencia y una figura como
Jorge Romero Brest podría haber sido el embajador ideal para llevar adelante el proyecto, incluso con la concurrencia de aportes privados (Romero rentes sitios alquilados en Venecia. En 2001, Leandro Erlich y Graciela Sacco ocupan el Palacio de Co-
Brest no sólo estaba asociado a la empresa Siam-Di Tella a través del Instituto Torcuato Di Tella, sino que tenía una relación muy fluida con numerosas
empresas). Cabe agregar que la injerencia privada en los pabellones nacionales no ha sido ni es infrecuente. Durante muchos años el Museo de Arte
Moderno de Nueva York se ocupó de llevar adelante la gestión del Pabellón de los Estados Unidos; en la actualidad, muchos países dejan sus represen-
taciones en las manos de fundaciones, algunas de ellas no públicas.
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rreos, cerca del Puente Rialto; en 2003, Charly Nijensohn expone en un espacio en la Giudeca; Jorge Macchi
y Edgardo Rudnitzky (2005) realizan su intervención performática en un pequeño oratorio ubicado
detrás de la Plaza de San Marcos; Guillermo Kuitca (2007) consigue el bello Ateneo Veneto, gracias a la
mediación de su galería norteamericana; en 2009 Luis Felipe Noé expone en los pisos altos de la Librería
Mondadori, y en 2011, Adrián Villar Rojas vuelve a ocupar un espacio privilegiado en el Arsenal, tras
la decisión del gobierno argentino de adquirir en comodato un pabellón permanente. En esta edición,
Villar Rojas gana el Premio Bienal Benesse otorgado por una fundación japonesa y comienza una carrera
internacional meteórica que lo lleva a exponer en el Jardin des Tulleries (París) y en la Bienal de Estambul
ese mismo año; en el New Museum de Nueva York y la Documenta 13 de Kassel en 2012; y en el espacio
PS1 del Museo de Arte Moderno de Nueva York al año siguiente.
En 2013 se inaugura el Pabellón Argentino en la Bienal Internacional de Arte de Venecia,29 en medio
de una controversia por la decisión gubernamental de incluir una sala institucional dentro del espacio
expositivo. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de reflexionar sobre las formas de exhibición del
arte contemporáneo y su promoción fuera de las fronteras del país. No estaría mal comenzar a pensar
en la constitución de comités de selección conformados por agentes de conocimiento y prestigio en la
escena del arte argentino, plurales y rotativos, que lleven adelante una tarea de tanta responsabilidad, no
sólo para el arte sino también para el país y la historia, como lo es la constitución de una representación
argentina que nos deje bien parados frente al mundo.
Adrián Villar Rojas
29
En realidad, el pabellón se inaugura un año antes en el marco de la Bienal Internacional de Arquitectura de Vecencia, con una muestra curada por Clorindo Testa.
Ahora estaré con mi hijo, 2011
Representaciones 1968 1997
oficiales de la Comisario: Federico Brook Curador: Jorge Glusberg