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Otro aspecto que toma relevancia en el texto, hace referencia a la comparación entre
especies, concretamente a la comparación entre los humanos y el resto de animales. Y es que
comparado con el lince, como dice la secretaria, “el hombre, por suerte, es más inteligente y
es capaz de adaptarse”. La comparación entre las diferencias entre hombre y animal se
remontan a la antigüedad y en toda la historia ha sido un tema recurrente por parte de los
pensadores. Así, Platón nos diferencia el alma humana, racional, del alma animal, sensitiva. En
la misma línea Aristóteles atribuye a los animales memoria mecánica no racional. Mas tarde,
Descartes, define al lenguaje como una capacidad única der ser humano. El pensador
mecanicista La Mettrie ya en el siglo XVIII, argumenta que la diferencia hombre animal es el
lenguaje. Ya en el siglo XIX, en bajo el prisma de la psicología animal o comparada, es cuando
se empieza a debatir en los entornos científicos las diferencias entre hombre y animal. En este
sentido los conductistas, que basan sus teorías en el comportamiento animal para extrapolar
éstos al humano, defienden que los animales y los humanos pueden compararse
cuantitativamente, pudiendo así hacer comparaciones. En este enfoque es donde podemos
enmarcar las palabras de la ministra cuando dice que los linces son menos inteligentes que los
humanos. En el otro extremo encontramos a los humanistas, que entienden que la
comparación hombre-animal no es posible porque consideran que hay una diferencia
cualitativa muy grande entre ambos y que el hombre es el único ser libre y capaz
racionalmente de elegir. Luego, si los animales no pueden elegir, no pueden tampoco ser
juzgados o evaluados como mas o menos inteligentes (Hergenhahn, 2011).
CONCLUSIÓN