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DIALOGOS CLINICOS

CON
DONALD MELTZER

Psicoanálisis
Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Psicoanálisis
Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional

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Indice

Editorial 5

Entrevista a Donald Meltzer. Mirta Berman


de Oelsner y Roberto Oelsner 9

Introducción a las ideas de Donald Meltzer


vinculadas con el material clínico de las
supervisiones. Felisa Waksman de Fisch 21

Ana 41

Darío 65

Florencio 91

Graciela 119

Juan 147

Laura 179

Lucas 207

María 235

Marlene 263
Matías 293

Ricardo 321

Sor Belén 341

R EVISTA DE L IBROS

Delia Faigón. Adolescentes (Donald Meltzer


y Martha Harris) 371
Editorial

El pensamiento de Donald Meltzer ha tenido marcada influencia


en el desarrollo del psicoanálisis argentino. En 1964 estuvo en
Buenos Aires por primera vez. Desde entonces sus numerosas
visitas han transformado su enseñanza en una experiencia viva.
Este número de Psicoanálisis recoge la tarea de supervisión
que realizó en nuestra Institución en el año 1991. Si bien muchos
otros encuentros se han sucedido desde entonces, el poder resca-
tar y difundir aquellas reuniones de trabajo era una tarea pendien-
te para nuestra revista.
Hemos cuidado de preservar fielmente el estilo original de los
diálogos con el fin de reflejar el clima en que transcurrieron.
Quisimos introducir al lector en aquellos momentos de aprendi-
zaje y poder así acceder a las formas en que Meltzer se aproxima
y despliega cada uno de los casos presentados. Problemáticas en
niños, adolescentes y adultos quedan develadas en su profundi-
dad.
Reunimos doce casos clínicos que fueron presentados aquel
año en las reuniones de supervisión por miembros de nuestra
Institución. El orden seguido en su presentación no refleja ningu-
na referencia temática. La identidad de terapeuta y paciente ha
sido mantenida en reserva. A ambos nuestro agradecimiento.
Una reciente entrevista con Meltzer nos ha permitido incluir
en este número una revisión actualizada de sus ideas acerca de la
tarea de supervisión y de sus efectos en los tres integrantes:
supervisor, terapeuta y paciente.
Integran también este número una introducción general y
referencias complementarias a cada caso clínico, escritas por la
Dra. Felisa Waksman de Fisch. En ellas se puntualizan aquellos

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 5


conceptos teóricos que sustentan las intervenciones de Meltzer,
permitiendo ubicarlos en el contexto de su obra. Pensamos que su
inclusión será de innegable ayuda para la mejor comprensión de
las supervisiones y también, y fundamentalmente, en la posterior
referencia a los textos originales. Nuestro muy especial recono-
cimiento a su colaboración.

Comisión de Publicaciones
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

Entrevista a Donald Meltzer 1

Mirta Berman de Oelsner y Roberto Oelsner

Habíamos concertado el horario telefónicamente desde Londres


la semana anterior, para el sábado 7 de febrero a las 10 de la
mañana. Además del material clínico que teníamos para discutir
con él queríamos hacerle un “interview”, mezcla de reportaje y
entrevista, para la revista Psicoanálisis. Estaba en preparación
un número con las supervisiones clínicas que dio en Buenos Aires
en 1991 y pensamos que sería interesante conocer sus opiniones
acerca de la tarea de supervisión en 1999. Sabíamos que nos
sentiríamos cómodos, como en oportunidades anteriores. Es que
Donald tiene esa virtud. Es serio, parco y su tono al hablar,
especialmente por teléfono, es cortante. Y sin embargo transmite
una calidez que invita a sentirse bien.
Cuando llegamos con el taxi a Simsbury, un viaje de 20
minutos desde la estación de Oxford pasando por una nevada
pradera, un campo de golf, una pequeña población y un bosque
helado, nos estaba esperando detrás de la puerta. Al menos eso
nos imaginamos ya que, en cuanto el taxista nos anunció con la
bocina, Meltzer salió de su casa. Una casa de campo en medio de
un parque agreste enmarcado por una arboleda blanca por el hielo
y un poco de nieve.
Nos saludó con un medido “Buen día, ¿cómo están Ustedes?”,
y “Espérenme que entro y les abro por el otro lado”. Entramos y
sin darse vuelta empezó a caminar escaleras arriba. Entendimos
que lo correcto seguramente era seguirlo, ya que él no dijo nada,
pero sentimos un poco de miedo de estar haciendo algo inadecua-

1
Esta entrevista tuvo lugar el 7 de febrero de 1999, en Oxford, Inglaterra.

9
MIRTA BERMAN DE OELSNER Y ROBERTO OELSNER

do por no haber entendido bien la consigna muda. Sí, ahora


estábamos en la sala de estar. Hacía un frío... Y en el ambiente,
por cierto grande, estaba encendida sólo una diminuta estufa
eléctrica y un hogar de leños de esos que se consumen en pocos
minutos y no dan calor. Se disculpó por eso diciendo que no le
habían entregado el gas y que tal vez más tarde... Pensamos que
seguramente era él quien se había olvidado de pedirlo y que
siendo sábado no debíamos ser muy optimistas con la temperatu-
ra de la casa el resto del fin de semana. Cinco minutos después ya
estábamos en plena tarea. Cada tanto se levantaba sin decir nada
y se iba para volver al poco rato ya sea con más leños para
alimentar la voraz chimenea o con café para sus voraces “noso-
tros”. Todo fue muy natural. Cuando terminamos nos comunicó
que podíamos continuar a la mañana siguiente y nos ofreció
quedarnos a dormir en su casa esa noche. Ensayamos un pretexto
amable, sin mucha convicción, no queríamos molestarlo. Y nos
contestó en su modo corto pero natural siempre, que si le moles-
taría no nos lo hubiera ofrecido. Y ése es el clima que Meltzer
crea. La sinceridad se torna en calidez porque uno tiene contacto
con la persona. Posiblemente por eso sentimos que el frío se nos
olvidó una vez con él. No en vano, pensamos, es el autor de
“Sinceridad”. Este es un concepto sobre el cual insistió en el
trabajo clínico. Nos mostró cómo el secreto, opuesto a la since-
ridad, daña la relación con el objeto y por reflexión a la propia
mente.
A la mañana siguiente comenzamos a trabajar temprano des-
pués de un generoso desayuno de domingo que Donald mismo se
esmeró en preparar y durante el cual escuchaba las noticias de la
radio. Se lo veía sinceramente cómodo a pesar de nuestra presen-
cia. No se sintió obligado a darnos conversación, ni nosotros nos
sentimos incómodos por su poco hablar. No había nada “contrac-
tual” allí. Era claro que no lo molestábamos y su cuasi silencio
junto con su generoso desayuno, nos pareció una muestra de
confianza que recibimos con halago.
Después de otras tres horas de trabajo clínico pasamos a la
entrevista. “Me gusta que me entrevisten” –dijo. Y esta vez
sentimos que nosotros lo poníamos cómodo a él. Durante su
transcurso se generó un clima difícil de transmitir. Se levantó una
vez a poner más leña en la alicaída chimenea y casi no nos miraba.
Tenía un gesto pícaro, divertido por la situación que le gustaba y

10
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

dejaba a su mirada perderse por la ventana. Era una mañana muy


soleada y los pájaros daban vueltas por una casita de madera
sobre un pilote. Había puesto algún alimento allí. Claro, nosotros
nos iríamos en una hora más hasta dentro de un año, pero ellos se
quedarían haciéndole compañía. Y esto fue lo que pasó en el
reportaje.

Mirta Oelsner: Primero me gustaría saber si en su opinión la


supervisión es una ‘super’ visión, una visión muy especial de los
pacientes.

Dr. Meltzer: Como saben, en las primeras etapas del psicoaná-


lisis la supervisión era llamada control, que era un término
terrible... que el supervisor esté controlando al analista, hasta a
los estudiantes que comienzan no les gusta ser controlados. Es
super porque se espera que el supervisor tenga más experiencia
que el más joven o el estudiante. Porque en la supervisión casi lo
único que el supervisor tiene para ofrecer es el fruto de su
experiencia, ya que en psicoanálisis no funcionamos como una
ciencia en el sentido de algo que puede obedecer a reglas mate-
máticas o cuantificadas, estamos trabajando con la calidad de las
cosas, especialmente la calidad de las emociones. Y por supuesto
todos tenemos experiencias de vida y de muchas maneras; por
estas experiencias se espera que la gente de más edad sea más
sabia que los jóvenes, lo que generalmente sucede. Los analistas
más viejos ciertamente han tenido experiencias de muchas más
situaciones clínicas, por lo que se espera de ellos y así sucede,
que tengan un poder más rico de discriminación entre una situa-
ción analítica y otra, y que contribuyan con esto.
En el espíritu del análisis se espera que sea una situación de
alimentación y no de una alimentación forzada, y hay que presen-
tarle lo que uno tiene para ofrecer al estudiante o a la persona, el
supervisando, y que éste seleccione lo que le viene bien. Y pienso
que hay que dejarle a la riqueza y al poder de nuestras ideas
acerca del material clínico, el hacerlo sabroso para el gusto de la
persona que supervisa, y uno debe evitar cualquier imposición de
las ideas de uno. Por esta razón es muy importante ceñirse al
material clínico y no desplazarse hacia consideraciones teóricas.

11
MIRTA BERMAN DE OELSNER Y ROBERTO OELSNER

En mi opinión las consideraciones teóricas se pueden dejar para


las aulas, los seminarios y demás. Para hacer esto la persona que
viene a supervisar debe traer material preparado cuidadosamente
como ustedes hacen acá y lo mejor es que sea por escrito como
también verbal, de manera que como supervisor uno tiene este
interjuego entre lo que se lee y lo que se oye. Porque la música de
la voz –si es una lengua extranjera que estoy escuchando, sea
francés o español o italiano–, la música del lenguaje y tener una
traducción escrita dan una impresión muy rica de la situación
clínica. Para mí es importante tener una imagen visual de cómo
es el paciente y cómo se comporta, porque eso me da la posibili-
dad de participar imaginativamente en la situación analítica que
sucede. Si se hace así, la supervisión es muy disfrutable y no
implica la tensión que vive el analista real; no es del todo así, pero
es como un general detrás de la línea de acción: uno está ahí con
la imaginación, pero no se lleva el peso de las ansiedades o las
emociones que van directamente al terapeuta; lo que uno recibe
es una segunda integral o derivada de la situación clínica.
Esto nos lleva a otra consideración, y es que depende en gran
medida del supervisor ser tan no-amenazante que los supervisan-
dos puedan traer fácilmente material honesto. Porque es muy,
muy fácil hablarle al material, acicalarlo como darle un corte de
pelo, hacer que las interpretaciones que uno ofreció parezcan
correctas, adecuadas y demás. Yo muchas veces le pido a la gente
que traten de presentarme principalmente el material y no tanto
sus interpretaciones, porque la gente joven es muy tímida acerca
de sus interpretaciones y se sienten amenazados en el momento
que presentan sus interpretaciones. Así que ciertamente con
estudiantes les digo que traigan sólo el material, y que me dejen
pensar en el material y entrar imaginativamente en el material,
para no estar juzgando en ningún sentido sus interpretaciones.
Por supuesto que creo que esto es posible, en parte, porque no
creo que las interpretaciones sean tan importantes como se sos-
tenía tradicionalmente en el psicoanálisis; creo que la relación
entre analista y paciente que está contenida no sólo en las
palabras sino también en la música es muy importante; no hay
mucho que pueda hacer uno con eso como supervisor más que
tratar de endulzar un poco la música con la música propia, y creo
que funciona de ese modo. Es como con el paciente que recién
presentó, si ve cosas en un sentido bondadoso y con humor, esto

12
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

penetra en su voz y se transmite al paciente y hace más liviana la


atmósfera. Porque la atmósfera es terriblemente importante, no
se puede enseñar la atmósfera, sólo se puede demostrar la atmós-
fera. Mi idea de supervisión no es como una clase magistral de
música, es más participativa, como tocar en la orquesta, uno toca
otro instrumento y contribuye porque la orquesta está formada
por toda clase de instrumentos. Creo que la música del lenguaje
y la voz humana es muy primordial, es el vínculo entre la madre
y el hijo cuando todavía está en el útero, la música de la madre le
llega al bebé, y creo que la profundización de la transferencia
analítica depende mucho de esta música y es mucho menos
dependiente del insight analítico que se puede comunicar por
interpretaciones. No quiero decir que las interpretaciones no
sean importantes, pero la importancia que tienen consiste princi-
palmente en que confirman al paciente que uno está realmente
escuchando y pensando. El paciente no sabe si tiene razón o no,
lo mismo que uno como analista no sabe si tiene razón o no, o si
el material encaja o no, pero las cosas pueden estar totalmente
mal y encajar con el material, pero esto es sólo el contenido
intelectual que se relaciona con nuestras teorías acerca del desa-
rrollo emocional, que son muy poco sólidas y sólo tratan con la
superficie de los fenómenos mentales. Mientras que un paciente
como el que recién presentó donde hay trastornos del pensamien-
to nos lleva a la geología de la mente. Estas cosas se remontan
muy al principio y en cierta forma son mucho más interesantes si
se puede trabajar con esa profundidad de observación y concep-
tualización que tiene que ver con los procesos de pensamiento; y
por supuesto que eso es lo que sucede con el trabajo de Bion que
nos dio, creo, la primer aproximación de una manera de pensar
acerca del pensar. No creo que el abordaje de Freud nos halla
servido mucho, era en parte sentido común y en parte filosofía
hegeliana. Pero Bion y en especial la tabla, nos dio una manera de
pensar acerca del pensar que es muy difícil describir cómo usarlo,
pero es un formato de la mente que promueve de alguna forma el
pensar acerca del pensar y nos da un poco de vocabulario para
hablar de ello, no un vocabulario fabuloso, no es como la nota-
ción musical, tan preciso, pero no es la nada; es un poco demasia-
do matemático, y cuantitativo, pero está organizado para que
podamos empezar a pensar cómo se desarrolla el pensamiento,
cómo se desarrolla el pensar y cómo el pensar desarrolla pensa-

13
MIRTA BERMAN DE OELSNER Y ROBERTO OELSNER

mientos; es una cosa bastante maravillosa.

Mirta Oelsner: Cuando trabaja como supervisor ¿con quién está


en contacto?, ¿con el paciente? y ¿cómo?, o ¿quizá está en
contacto con el analista trabajando?

Dr. Meltzer: Bueno, depende. A los analistas con experiencia les


gusta venir y traerme lo que los preocupa en el momento y saltan
de paciente en paciente, nunca llego a conocer al paciente y es
una situación momentánea. En cambio con un analista que me
trae un paciente en particular, que está viendo una vez por semana
o cinco veces por semana –no hace diferencia– sí le puedo ayudar
primero a presentar ese paciente vívidamente de manera que yo
pueda hacer contacto con el paciente. Entonces siento que tene-
mos una supervisión real, que estoy en contacto con el paciente
y con el analista, los puedo presentar entre sí y eso es muy
disfrutable. Y pienso –como pienso de todo el psicoanálisis– que
si no es disfrutable no es muy bueno, me gusta disfrutar. El uso
de humor y picardía me parece muy importante, no sólo en
supervisión sino en análisis, me gusta que todas las sesiones
terminen con una sonrisa... Con algunas personas que supervisan
al mismo paciente por años, yo siento que conozco a su paciente
como a mis propios pacientes.

Mirta Oelsner: En este sentido, ¿cree que la contratransferencia


existe en el supervisor?

Dr. Meltzer: Es por supuesto su propia contratransferencia.


Quiero decir que entra en la supervisión tanto como entra en el
trabajo analítico, todo está basado en la contratransferencia, en la
respuesta emocional, la habilidad de reconocer la respuesta emo-
cional y el encontrar el lenguaje para expresarla. La contratrans-
ferencia es todo en psicoanálisis. Y la idea histórica que uno no
debe comunicar la contratransferencia es una ilusión; uno lo
comunica en la música de la voz todo el tiempo; uno tiene que
tener cuidado con la música que no se vuelva tiránica y que no se
vuelva demasiado pedagógica, y demás, pero no se puede escon-
der. Uno sólo puede modularla para evitar excesos pero lo que el
paciente escucha es la contratransferencia; lo que escucha en el
significado de las interpretaciones es bastante secundario a lo

14
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

que oye en el significado de la música de la voz del analista, la


voz de la contratransferencia.

Mirta Oelsner: ¿Cómo cree que se pueden manejar los proble-


mas contratransferenciales del analista en la supervisión?

Dr. Meltzer: No es asunto mío como supervisor. Es asunto de su


analista. Y ciertamente yo trato de nunca comentar acerca de la
contratransferencia y su efecto sobre su comprensión o en su
comunicación con su paciente. Mi trabajo como supervisor es
participar en la contratransferencia y darle un sonido en la
música y en las palabras de la interpretación, pero no comentar
acerca de la contratransferencia del analista; eso no es asunto
mío. Hay que conocer a alguien muy profundamente para tener
alguna idea del significado idiosincrático de su contratransferen-
cia. Como supervisor supongo que la contratransferencia del
analista es razonable, y si está preocupado por ella que lo lleve a
su analista si terminó su análisis puede volver a su analista y
discutirlo con él.

Roberto Oelsner: ¿Si no lo hace, le diría esto?

Dr. Meltzer: Sí, si me trae su contratransferencia para discutirla,


le explicaría por qué, le diría que no es asunto mío, que no lo
conozco lo suficiente como para tener alguna opinión acerca del
significado de su contratransferencia.

Roberto Oelsner: La experiencia que tengo con analistas jóve-


nes o candidatos es que muchas veces ellos actúan lo que está en
el material de sus pacientes. Por ejemplo, a veces veo que tienen
pacientes que faltan o llegan tarde a las sesiones y los supervisan-
dos comienzan a llegar tarde o a faltar; o tienen pacientes que
amenazan abandonar el análisis y el supervisando de repente dice
que no está seguro si va a seguir con la supervisión después de las
vacaciones. ¿Haría Ud. algún comentario acerca de esto, o lo
dejaría pasar?

Dr. Meltzer: Bueno, yo hago comentarios acerca de la técnica


pero no acerca del significado de la técnica o de la actuación en
la contratransferencia que modifica la técnica, sólo acerca de la

15
MIRTA BERMAN DE OELSNER Y ROBERTO OELSNER

técnica. *Creo que si uno comenta directamente acerca de la


contratransferencia es siempre una reprimenda, pero puede co-
mentar acerca de la técnica porque sólo está ofreciendo una
opinión y no es amenazante. Los supervisandos quieren saber
acerca de la técnica y la racionalidad de la técnica –que es la
racionalidad de la comunicación humana con tacto, delicadeza y
claridad– eso es todo lo que hay en la técnica. Es asombroso cuán
torpes pueden ser los jóvenes analistas y quieren tener discusio-
nes acerca de la técnica.

Mirta Oelsner: De esta forma, ¿qué es lo que piensa que el


supervisando aprende durante la supervisión? Usted primero dijo
que aprende técnica, ¿puede aprender algo más?

Dr. Meltzer: No, no es lo mismo que aprender, es enriquecer su


imaginación acerca de la experiencia clínica. No es lo mismo que
aprender porque no puede ser llevado de un paciente al otro. Es
muy específico para el paciente específico que trae.

Roberto Oelsner: La pregunta apareció porque discutíamos si el


supervisando obtiene un modelo de trabajo del supervisor.

Dr. Meltzer: Espero que no. Espero que sólo obtenga un enrique-
cimiento de su experiencia con el paciente específico que está
supervisando. Claro que el analista experimentado que busca
traer los problemas que tiene con distintos pacientes, que son
difíciles en ese momento, no aprende nada. El sólo es ayudado en
cómo cambiar la rueda de su coche. No se le enseña acerca de
coches, motores y demás, sólo se le ayuda a seguir. A mí mucho
no me gusta hacer este tipo de supervisión, pero ciertamente a
muchos trabajadores experimentados en este campo les gusta
hacer un servicio de emergencia tipo automóvil club, si tu coche
se rompe ellos vienen y ayudan a sacarlo del problema.

Mirta Oelsner: ¿Qué piensa que supervisa el analista cuando


supervisa? ¿Supervisa al paciente?, ¿a su propia mente?

* ¡Oh, miren ese pájaro! (Se incorpora y se acerca a la ventana) No vino por seis meses y justo
ha regresado! Viene a buscar comida... Miren como come!!! (Continúa)

16
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Lo que espero es que traiga un relato honesto de su


trabajo con el paciente. Y el énfasis está en ‘honesto’, porque
hasta que un analista conoce a su supervisor lo suficiente como
para disfrutar las supervisiones es muy difícil para él ser honesto.
La construcción de la confianza entre supervisando y supervisor
es esencial porque hasta que alcance un nivel donde es un placer
venir a supervisar no le va a traer material honesto. Y trabajar con
un material que no es honesto es como caminar en un pantano, un
paso detrás del otro, no fluye. Hasta que las supervisiones tengan
unos meses es difícil que aparezca esa confianza, ese disfrute y
en esos primeros meses... el placer de la informalidad... Esther
Bick invitaba con strudel de manzana, pero yo no invito con nada
a mis supervisandos como no lo hago con mis pacientes, pero la
sensación de informalidad y de intimidad se puede cultivar. Claro
que uno encuentra que no siempre uno gusta de la gente que viene
a supervisión, y eso es más difícil. Es como con los pacientes, que
puede llevar años hasta que un paciente en particular nos agrade;
y lo mismo con supervisandos, puede llevar mucho tiempo hasta
que ellos comiencen a trabajar de una forma coloreada y emocio-
nal que dé placer escuchar. Si son terriblemente rígidos, terrible-
mente restringidos o terriblemente no coloreados, uno siente
lástima por sus pacientes y siente que no gusta de ellos. Pero
nuevamente, si uno persevera las cosas se entibian y se endulzan
por lo general.

Roberto Oelsner: Entonces, ¿habría algún grado de contratrans-


ferencia entre el supervisor y el supervisando, no sólo con el
paciente? Digo por el hecho de que agrade o no.

Dr. Meltzer: Esto en mi opinión hay que evitarlo, y la mayor


parte de la gente que viene a la supervisión viene con un deseo
honesto de aprovechar la experiencia. Tienen probablemente una
idea exagerada acerca del proceso de aprendizaje. Encontramos
poca gente del tipo de un psicópata en este trabajo. Gente que
venga con la intención de engañar. Es un fenómeno raro. En mi
opinión mientras pueda evitar la atmósfera de autoridad no es
probable que haya problemas de transferencia-contratransferen-
cia entre el supervisando y el supervisor. Toda la situación
transferencial está confinada a la relación del analista con su
paciente, que uno está supervisando y que de una forma privile-

17
MIRTA BERMAN DE OELSNER Y ROBERTO OELSNER

giada se le permite escuchar y comentar acerca de ello. Me parece


que lo más urgente es evitar cualquier atmósfera de coerción,
castigo y autoridad.

Mirta Oelsner: En su experiencia ¿qué sucede cuando el analista


del analista y el supervisor tienen modelos teóricos distintos?

Dr. Meltzer: Yo le digo siempre a mis supervisandos que no le


presten atención a mi línea teórica porque es para comunicarme
con mis colegas y para escribir trabajos, pero no es para usar en
el consultorio. Creo que raramente va un analista a un supervisor
que esté claramente en una línea muy diferente que su analista; ya
sea porque el analista no lo deja o lo desanima a hacerlo, o porque
no quiere meterse en una pelea de perros donde lo van a morder
de los dos lados. Me parece, en mi experiencia, que casi nunca se
da. Pero puedo pensar que esto pueda suceder en Buenos Aires
donde creo que hay una tendencia a formar muchos sub-grupos
con antagonismos bastante fuertes entre ellos y demás, que no
pasa en otros países latinos, así que no es sólo el temperamento
latino. Creo que debe ser histórico, porque Buenos Aires tuvo un
número extraordinario de gente muy talentosa y original, que en
forma natural formó camarillas alrededor de ellos que siguieron
después de su muerte. Creo que es un factor donde la buena suerte
se transformó en mala suerte. Es buena suerte que haya habido
tanta gente talentosa y es mala suerte que haya desarrollado una
especie de cultura separatista con sub grupos y sub-sub-grupos.
Supongo que es sólo una cuestión de tiempo hasta que APdeBA
se divida en AP y deBA. Es una lástima pero es verdad.

Mirta Oelsner: ¿Cree que el trabajo del supervisor influye en el


tratamiento del paciente?

Dr. Meltzer; Ciertamente espero que sí. Yo creo que donde el


supervisor y el supervisando forman un buen equipo el paciente
recibe un análisis más rico, y se puede ver mover el material
mucho más rápidamente como consecuencia de la supervisión.
La única manera que tiene el supervisor de juzgar cómo anda es
cómo se mueve el material. Especialmente se puede ver con
supervisandos que traen casos que han llevado por años, donde
estaban estancados por años y se puede verlos realmente levan-

18
ENTREVISTA A DONALD MELTZER

tarse y moverse con la supervisión. No quiere decir que la


supervisión está necesariamente llena de nuevas ideas o de inter-
pretaciones más correctas, sino que el compañerismo de la super-
visión agrega una palanca a su trabajo y lo hace más liviano; y
afloja su obsesividad y rigidez, y las cosas comienzan a ponerse
en marcha. La única manera de juzgar es ver lo que pasa con el
paciente. Lo que el analista le relata a uno no le dice nunca mucho
acerca de los matices de su comportamiento en el consultorio.
Hay que juzgar por cómo respondió el paciente a este análisis
recientemente supervisado y a veces es sorprendente.

Al terminar nos ofreció llevarnos de vuelta a Oxford. Allí nos


despidió con tan pocas palabras como siempre. Pero no hacía
falta nada más.

Donald Meltzer
23, Alexandra Road
OX2, Odd Oxford
England

19
Introducción a las ideas de
Donald Meltzer vinculadas
con el material clínico de las
supervisiones
Felisa Waksman de Fisch

Suele ubicarse a Donald Meltzer entre los psicoanalistas post-


kleinianos, si entendemos por “post” una secuencia cronológica
y una continuidad y evolución conceptual. Meltzer reconoce que
se ha basado en las obras de Freud, Klein y Bion y ha entretejido
el desarrollo de sus ideas con las de autores que fueron sus
contemporáneos, principalmente Money-Kyrle, Esther Bick,
Herbert Rosenfeld, Martha Harris. También recibió la influencia
de autores no psicoanalíticos de campos tan diversos como los de
Wittgenstein, A. Stokes, H. Pinter y Dostoiewsky.
Reconoce el aporte de numerosos psicoanalistas de distintas
partes del mundo, con quienes intercambió acerca de materiales
clínicos diversos durante las supervisiones. Pero su reconoci-
miento no se limita a los estímulos del campo psicoanalítico sino
también al impacto que le causaron las obras de arte y la litera-
tura, la vida familiar y de la comunidad, los grupos, instituciones
y la belleza del paisaje en general. Estos impactos, para los que
los artistas tienen talentos especiales de expresión, lo llevaron a
la necesidad personal de transmitirlos en palabras. Expresa la
convicción de que aunque las obras se leen y se olvidan son un
grano de arena que proviene de cada ciclo de vida y contribuye al
vasto campo de la cultura.
Sus temas de investigación son muy variados: técnica psicoa-

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 21


FELISA WAKSMAN DE FISCH

nalítica, teoría del desarrollo, psicopatología de niños, adoles-


centes y adultos y la relación de la psicopatología con una
metapsicología basada en la de sus predecesores a la que aportó
contribuciones originales. Su obra se extiende por los últimos
cuarenta años, lo que le permitió revisar y madurar algunas de sus
concepciones iniciales. En sus escritos se deslizan a veces como
afirmaciones colaterales, sus puntos de vista acerca de todo el
quehacer psicoanalítico, por lo que resulta difícil e incompleta
cualquier elección para un resumen.
Elegí presentar brevemente alguna de las ideas centrales de
sus obras más clínicas y me extenderé algo más en los temas
relacionados con las supervisiones publicadas, cuyos comenta-
rios figurarán al final de cada supervisión. He tratado en lo
posible de evitar puntos de vista personales sobre el material y de
referirme sólo a las ideas que encontré en sus trabajos, teniendo
en cuenta que sintetizar como traducir produce siempre un nivel
de alteración (o de traición) de las ideas del autor.

1.- EL PROCESO PSICOANALITICO

En El Proceso Psicoanalítico (1967) plantea que el método


psicoanalítico se basa en la capacidad del paciente de experimen-
tar relaciones transferenciales, y considera que las etapas de la
evolución del proceso son etapas de evolución de la transferen-
cia, que se modifica según las variaciones de la estructura mental
en sus niveles inconcientes. Por esta razón describe el proceso
como una historia natural basada en estructuras profundas, en la
medida en que las variaciones transferenciales son el indicador
de los cambios que se producen en dichas estructuras.
Estas etapas son variables y se repiten en los distintos ciclos
(sesiones, semanas, períodos). La finalidad del proceso es el
establecimiento de la capacidad de autoanálisis que es una tarea
que dura toda la vida, en tanto implica la responsabilidad por la
realidad psíquica. Esta capacidad puede lograrse si se establece
la dependencia de las funciones creativas de los objetos internos,
a nivel inconciente.
Las primeras etapas del análisis, tanto en adultos como en
niños, se basan en la tendencia natural a transferir sobre las
personas del mundo externo los personajes del mundo interno y

22
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

esta tendencia se concentra en el analista en la medida que las


sesiones empiezan a aportar un alivio a la ansiedad. A esta
concentración la llama “Recolección de la transferencia” y esta-
blece que las formas de la transferencia sólo pueden ser produci-
das y detectadas con el establecimiento del encuadre. El encuadre
–que se apoya esencialmente en el estado mental del analista y en
el clima que puede crear en la sesión–, requiere del analista las
cualidades básicas de los objetos parentales: paciencia, atención,
ausencia de intrusividad, libertad de comprensión que no esté
motivada por ninguna curiosidad personal. El encuadre tiene que
remodelarse permanentemente no sólo por las tendencias a la
actuación del paciente sino también por las del analista, ya que
para el paciente el “acting-in” y el “acting-out” constituyen sus
primeros modos de comunicación.
En pacientes adultos –que vienen cargados de prejuicios (trans-
ferencia preformada)–, la pseudocolaboración inicial se desva-
nece cuando surgen las primeras experiencias de alivio del sufri-
miento de los niveles infantiles. Esto trae aparejado la necesidad
de la presencia continua del analista –aún no de dependencia–,
que genera, frente a las primeras separaciones, una reactivación
del sufrimiento.
El paciente intenta resolver estas ansiedades con mecanismos
que anulen las consecuencias de la separación del objeto. La
identificación proyectiva masiva cumple este propósito al gene-
rar una confusión entre el objeto y el self. Por lo tanto el paciente
se atribuye las capacidades y funciones del analista.
A la resolución de estas confusiones se dedica Meltzer en el
capítulo de “Ordenamiento de las confusiones geográficas”, te-
niendo en cuenta que lo que llama geografía de la mente, implica
aceptar que la vida mental inconsciente tiene lugar en distintos
espacios posibles. 1 Uno de estos espacios es el interior del objeto
interno en el que se introduce una parte del self.
Como consecuencia de la identificación proyectiva masiva en
el espacio interior del objeto, se produce una reversión de la
relación adulto-niño y un control omnipotente del analista. Tanto
en niños como en adultos, la identificación proyectiva se
instrumenta a través de intentos de seducción, de amenazas y
chantajes más o menos encubiertos. Esta confusión de identidad

1
Ver la clasificación de los espacios en Claustrum, pág. 366 y sig.

23
FELISA WAKSMAN DE FISCH

entre el self y el objeto va acompañada de una confusión entre el


mundo interno y el mundo externo.
Cuando el trabajo analítico alivia este tipo de confusiones, el
analista empieza a ser visto como un objeto discriminado pero
parcial, con una única función que es la de contener el sufrimien-
to de las partes proyectadas en él. Es un objeto necesitado pero no
amado, 2 al que Meltzer llama “pecho-inodoro”. En el análisis se
evidencia el “uso” del analista como depositario del sufrimiento.
Un acting frecuente de este período es el de escindir el objeto, de
modo que el bienestar y el progreso se adjudican a un personaje
del mundo externo. El paciente dice que mejora gracias a los
consejos del amigo, del padre o incluso de procedimientos que
provienen de algún otro lugar curativo. Se produce así la escisión
entre un objeto que contiene el dolor y otro que provee compren-
sión.
Esta relación con un objeto parcial reemplaza a la identifica-
ción proyectiva como recurso defensivo. Al aclararse las confu-
siones geográficas –entre las áreas del self y las áreas del objeto–,
se establecen las bases estructurales para el surgimiento de
nuevas configuraciones transferenciales.
En los casos en que la identificación proyectiva de una parte
del self en el espacio interior del objeto, deja de ser una configu-
ración oscilante durante las separaciones para transformarse en
una estructura estable, surge la problemática que Meltzer estudia
en Claustrum, que implica un proceso y una técnica interpretati-
va diferente.
El establecimiento de la transferencia al “pecho-inodoro”
cuando se dirige esencialmente al analista y no se diluye en
actuaciones en el mundo externo, va dando lugar a la constitución
de un objeto que es paulatinamente introyectado y se hace dispo-
nible en el mundo interno durante las separaciones. Al disminuir
las confusiones geográficas, la discriminación entre el self y los
objetos permite la aparición de las configuraciones edípicas –al
principio con componentes pregenitales y luego con componen-
tes genitales–, surgiendo así el problema de los celos, la exclu-
sión y los anhelos de gratificaciones que van inundando la
transferencia. El riesgo de esta erotización transferencial es el

2
El amor al objeto incluye preocupaciones depresivas por su bienestar, inexistentes en esta
fase.

24
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

establecimiento de una idealización recíproca entre paciente y


analista con una anulación de la diferencia entre las partes
infantiles y las partes adultas de la personalidad del paciente.
El análisis entra así en la etapa que Meltzer denomina “Orde-
namiento de las confusiones zonales”, en referencia a las distin-
tas zonas erógenas y su forma de intercambio con el objeto. La
creciente admiración por el método analítico que equivale en la
fantasía a la admiración por la belleza de la madre, especialmente
los pechos, genera diversos conflictos. El sufrimiento se atenúa
por la arrogancia del self infantil que cree que las partes del
cuerpo del niño (nalgas, mejillas) son equivalentes o más bellas
que el pecho materno. Las confusiones zonales originan varias
posibilidades de permutación: la tan conocida equivalencia heces
= penes = bebés evidencia no sólo la confusión de zonas y
productos, sino la idealización de la producción infantil (las
heces) como equivalentes a las producciones parentales. Los
pacientes que se encuentran en esta etapa creen que su compren-
sión y sus autointerpretaciones son mejores que las que le ofrece
el analista.
La elaboración de estas confusiones refuerza la dependencia
introyectiva: el analista es el que ofrece la nutrición mental para
el crecimiento y la integración. Cuando el pecho analítico cumple
estas funciones, en la fantasía, se va abriendo el camino al
reconocimiento de las funciones paternas, que se consideran
altamente reparatorias para el objeto materno.
La unión en el mundo interno de las funciones maternas y
paternas, constituye la base sobre la que se asientan el reconoci-
miento de la realidad psíquica y la capacidad simbólica. Se
posibilita de este modo el autoanálisis verdadero, diferente de las
presunciones de sabiduría de la etapa de las confusiones zonales.
Cuando estas posibilidades empiezan a aparecer en el horizonte,
la amenaza de la pérdida del pecho (el futuro destete), produce
como defensa contra la terminación del análisis un incremento de
la desconfianza en la fuerza del analista, que queda a merced de
las partes infantiles más agresivas.
Mientras que en la etapa de las confusiones zonales el proble-
ma central es la erotización y los celos, en esta etapa que Meltzer
denomina “El umbral de la posición depresiva” el problema es la
oscilación entre el daño y la reparación, entre la posición esquizo-
paranoide y la depresiva. En el material y especialmente en los

25
FELISA WAKSMAN DE FISCH

sueños, hay evidencias de que se produce un tipo particular de


escisión entre la parte adulta y la infantil; la ambivalencia está
distribuida entre ambas partes. La parte adulta anhela la indepen-
dencia del analista real y la preservación del análisis como un
método que seguirá durante toda la vida, en la medida que se
mantiene la responsabilidad por la realidad psíquica y por sus
significados. La parte infantil anhela una permanencia intermi-
nable en el análisis, como el único lugar en el que otra persona
está dispuesta a poner todo su esfuerzo en comprender la vida
mental del paciente. Este período del “umbral” es muy trabajoso
en el análisis, porque las tendencias regresivas a acentuar las
escisiones tienen que ser permanentemente elaboradas y la con-
fianza en la fuerza del objeto debe ser interminablemente resti-
tuida.
La lucha en el umbral de la posición depresiva se centra no
sólo en elaborar estos ataques destructivos al análisis y al analis-
ta, sino también en atravesar períodos poco productivos, más
bien aburridos en los que se refuerzan los mecanismos obsesivos
y una reactivación de la latencia.
La última etapa, “El destete”, es al mismo tiempo dolorosa y
hermosa. Los problemas de celos, exclusión, voracidad y descon-
fianza, dan lugar al reconocimiento del trabajo del analista y a la
necesidad de ahorrarle un tiempo de vida que debe dedicar a otros
pacientes. Cuando se insiste en hablar de la dependencia del
analista –equivalente a la dependencia de los objetos internos–,
la palabra “dependencia” que ha entrado de tal modo en el
lenguaje común, debe recuperar su significado analítico. Es
común que los pacientes en la lucha contra las ansiedades depre-
sivas, malentiendan toda referencia a la dependencia como sojuz-
gamiento y sumisión, o la equiparen con el término psiquiátrico
dependencia que está vinculado a la adicción.
La dependencia en el sentido analítico, implica el creciente
reconocimiento de que las capacidades creativas y reparatorias
no son un atributo del self, sino el resultado del sostén y la
inspiración que emana de los objetos internos, que despiertan
gratitud y esperanza.
Las capacidades adultas de la vida real, se adquieren por
identificación introyectiva de los objetos internos. Así como la
resolución de las confusiones geográficas y el retiro de la iden-
tificación proyectiva marca el pasaje de los trastornos psicóticos

26
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

a los neuróticos, el establecimiento de la dependencia introyec-


tiva en el mundo interno, abre el camino interminable a los
procesos integrativos y de maduración de la personalidad. 3

2.- DOS TRABAJOS SOBRE TEORIA DE LA TECNICA

Los trabajos que siguen, desarrollan algunos aspectos de la


construcción de interpretaciones y de la “atención flotante”,
como el clima mental del analista en el que se generan las
interpretaciones.
En el trabajo de 1973 “Interpretaciones rutinarias e inspira-
das: su relación con el proceso de destete en el análisis”, Meltzer
describe dos formas extremas de generar interpretaciones con el
objeto de analizar sus consecuencias y sus riesgos para el proceso
analítico, tanto en el paciente como en el analista. Este trabajo
puede considerarse como una continuación de El Proceso Psi-
coanalítico, en especial de sus últimas etapas.
El psicoanálisis como método de tratamiento es vulnerable
porque mantiene cierta vaguedad en las formulaciones técnicas y
una distancia entre lo que el analista puede captar y lo que puede
describir. Los deslizamientos “silvestres” constituyen uno de
estos puntos vulnerables.
El “análisis silvestre” como lo llamó Freud, no es sólo el
trabajo de analistas no entrenados, sino de cualquier analista
cuando emergen aspectos de su propia psicopatología no analiza-
da, que se manifiestan como emociones y comportamientos con-
tratransferenciales, especialmente aquéllos que implican una
ruptura técnica. Estos comportamientos pueden racionalizarse y
transformarse en teorías cuya base emocional no comprendida,
emerge como el ardor irracional de algunos debates.
Aun cuando el método sea muy ajustado, como la actividad
interpretativa es una función de la personalidad del analista, las
interpretaciones pueden contener elementos idiosincráticos no
discutibles ni transmisibles, que constituyen aspectos vulnera-
bles de la comunicación entre colegas.
De un modo general es posible describir dos tipos de interpre-
taciones. En uno de ellos, el trabajo interpretativo introduce
3
Ver identificación introyectiva (Punto 4), pág. 35.

27
FELISA WAKSMAN DE FISCH

orden, aclara confusiones, establece vínculos, y encuentra una


notación en la cual anclar la experiencia inconsciente con el
objeto de ser recordada. Esta actividad facilita la evolución de la
transferencia y la descripción de conflictos que fueron ocultos
por los mecanismos de defensa. Meltzer las llama interpretacio-
nes rutinarias para marcar su apoyo en experiencias pasadas. Se
puede decir que el analista observa al paciente –su comporta-
miento y sus palabras– que configuran una Gestalt en su mente,
a las que luego aplica algunos elementos de su equipo teórico de
un modo explicativo. Tiene características de un trabajo racional,
primordialmente conciente, de cierta chatura. El estilo es un poco
pedagógico: el analista enseña al niño.
En el otro extremo describe la actividad del analista, que
expuesto y abierto al impacto de las producciones del paciente,
tiene una experiencia esencialmente personal, una representa-
ción que está ausente del material del paciente y que puede usar,
con ayuda de su equipo teórico y sin anclaje en experiencias
pasadas, para explorar el significado de la relación entre las dos
personas que están en el consultorio. Meltzer considera que estas
son interpretaciones inspiradas, cuyo riesgo es la megalomanía
del analista.
Al mismo tiempo que describe esta polaridad, plantea las
dudas que pueden surgir al diferenciarlas. Aclara estas dudas al
reiterar que la inspiración en general sólo se genera en vínculos
inconcientes. En la actitud pedagógica explicativa de las inter-
pretaciones rutinarias, se desliza siempre un elemento de actua-
ción en la contratransferencia, se actúa el rol del adulto que
enseña, de modo que si el paciente asocia, deja espacios para la
interpretación y parece colaborar, se genera una idealización del
tipo de “familia feliz” en la situación analítica.
Equipara esta actividad con la diferencia que establece Bion
entre conocer “acerca” de algo y conocer algo. El conocer impli-
ca un “acto de fe” y el acto de fe está ligado al “sin memoria ni
deseo”. Aunque la interpretación inspirada no es equiparable a
un “acto de fe”, comparte con el mismo su desvinculación de la
memoria y de toda pretensión explicativa. No se dirige al niño en
el paciente sino que establece una camaradería con su parte
adulta iniciando una aventura compartida. El riesgo de caer en la
megalomanía se desvanece si en la mente del analista, se mantie-
ne, a nivel inconciente, la estructura de la pareja combinada.

28
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

Cuando puede establecerse esta camaradería, el paciente está


más interesado en el desarrollo de su personalidad que en sus
síntomas y el análisis llama a su terminación: el destete es
deseado y necesario, los objetos deben recuperar su libertad, así
como el paciente tiene que ser libre de seguir su propio desarro-
llo. La cualidad dolorosa para ambos participantes se genera por
la reactivación de todos los duelos, especialmente si los padres
no viven. Surgen las dudas: ¿no estaremos terminando demasiado
precozmente?
En el trabajo de 1976 “Temperatura y distancia como dimen-
siones técnicas de la interpretación”, aporta una serie de conside-
raciones originales acerca de su experiencia en el manejo de los
cambios de emocionalidad durante las sesiones.
La construcción de la interpretación debe integrar los distin-
tos niveles metapsicológicos con relación a la situación transfe-
rencial, pero esta formulación compleja no siempre se alcanza.
Gran parte de la actividad del analista que Meltzer llama “explo-
ración interpretativa”, tiende a facilitar la emergencia de mate-
riales para la construcción de una interpretación. Introduce los
términos “ingenuidad lingüística” e “ingenuidad técnica”, para
señalar las peregrinaciones del pensamiento y su forma de com-
partirlas con el paciente, sin dirigirlo, seducirlo, asustarlo o
confundirlo sino estimularlo para enriquecer su material, de
modo que los procesos intuitivos inconcientes del paciente y del
analistas funcionen más ampliamente. Esta “ingenuidad” tam-
bién prepara al paciente para que pueda introyectar en sus objetos
internos las cualidades analíticas de la mente, introyección que
genera la esperanza de ser capaz del autoanálisis 4.
Siguiendo ciertas tendencias lingüísticas considera que el
lenguaje se desarrolla en distintos niveles. Las raíces más pro-
fundas (Wittgenstein) son esencialmente musicales tanto en el
sentido histórico como en el desarrollo individual y sirven para
comunicar estados mentales por medio de identificaciones pro-
yectivas. Sobre este nivel se va construyendo el nivel lexical
necesario para la información de hechos del mundo externo. La
función poética encuentra las formas metafóricas de describir
sucesos del mundo interno a través de las formas del mundo

4
Meltzer afirma que la capacidad analítica es inspiracional y depende del equipamiento de
los objetos internos más que del self.

29
FELISA WAKSMAN DE FISCH

externo. A través de la modulación de estos tres niveles: el


musical, el lexical y el metafórico, se controla la atmósfera de la
comunicación en la sesión cuyas dimensiones denomina tempe-
ratura y distancia.
En este trabajo Meltzer se dedica especialmente a este nivel
musical y sugiere la evaluación del tono, del ritmo, la clave, el
timbre, el volumen en el que el analista formula las interpretacio-
nes, ya que esto hace posible controlar la musicalidad de la voz.
Cuando el ardor de la comunicación del paciente es extremo,
conviene mantener un tono bajo, y elevarlo, tratando de infundir
vitalidad cuando el paciente habla con languidez. Todo analista
establece estas regulaciones automáticamente, pero la atención
puesta en la musicalidad de la interpretación está básicamente al
servicio de proteger al analista de dejarse arrastrar a la atmósfera
generada por el paciente y a la reproducción de la musicalidad de
su voz. Si eso sucediera se le daría al paciente la evidencia del
control omnipotente que ejerce sobre el analista.
Llama temperatura al clima que se genera teniendo presente
el control musical, es decir la transmisión emotiva adecuada para
el trabajo analítico.
Si tenemos en cuenta las escisiones del self, la comunicación
del analista debe variar cuando intenta dirigirse a los diversos
niveles, los infantiles o los adultos. Hay un modo indirecto de
dirigirse al niño, hablándole acerca de él, a la parte adulta. Esta
direccionalidad también establece las distancias de la interpreta-
ción. En su práctica prefiere regular la distancia teniendo en
cuenta el dolor que va a generar la interpretación: cuando las
interpretaciones se dirigen a ansiedades persecutorias pueden ser
directas porque de este modo disminuyen el sufrimiento. Las
interpretaciones que se refieren a ansiedades depresivas aumen-
tan el dolor mental, y en estos casos se dirige a la parte adulta para
hablarle acerca de aquélla que más padece el sufrimiento. Cuan-
do le habla al adulto considera conveniente adaptarse a su nivel
cultural o al que aspira a llegar.
En trabajos ulteriores (Meltzer, 1986) cambió el acento puesto
en la interpretación como “modificadora” de la ansiedad, para
considerar sus funciones en términos de su riqueza, claridad y
economía. Considera que la modificación de la ansiedad depende
de cambios estructurales estables. La precisión de la interpreta-
ción no es el factor crucial en la evolución de la transferencia,

30
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

sino uno de los factores –entre otros– sobre los que se pueden
asentar las tendencias al desarrollo. De este modo cambia la
visión kleiniana, de que la modificación de la ansiedad profunda
depende del acierto interpretativo momento a momento de la
sesión, y lo considera como un logro más o menos estable a lo
largo de la evolución transferencial en general.

3.- ESTADOS SEXUALES DE LA MENTE

Esta obra publicada en 1973, continúa la línea de investiga-


ción comenzada más de diez años antes con el estudio de los
procesos ciclotímicos, la hipocondría y la pseudomadurez. El
hilo conductor fue la búsqueda de formulaciones metapsicológi-
cas que dieran cuenta de diversas manifestaciones sintomáticas y
caracterológicas, para apartarse de toda reminiscencia psiquiá-
trica o puramente conductual.
Las hipótesis estructurales continúan la teoría de Freud e
incluyen las modificaciones kleinianas: la descripción de los
procesos de escisión del yo y las cualidades de las partes escin-
didas; las relaciones con los objetos internos (en cuanto son
constituyentes del Superyó), sus características parciales o tota-
les; los modos identificatorios y sus consecuencias emocionales.
Resulta central la relación del self infantil con los objetos
internos en su vínculo sexual, que configuran la escena primaria.
La primera parte del libro es una revisión de las teorías de la
sexualidad en Freud, Abraham y Klein, que incluye los puntos de
vista evolutivos y de la psicopatología que desarrollaron.
La segunda parte plantea sus puntos de vista originales sobre
la sexualidad, esencialmente centrada en los estados mentales
vinculados a manifestaciones o fantasías sexuales, y en la tercera
aplica sus teorías a temas tan diversos como la educación, la
política, la pornografía.
Elegí resumir sólo las configuraciones de la sexualidad adulta
e infantiles porque son los temas más vinculados al material
clínico que ha sido presentado, y que citaré en los comentarios
posteriores.
Sus aportes más originales están vinculados a la sexualidad
infantil perversa, que en otros capítulos vincula con las perver-
siones, adicciones y la perversión de transferencia. Estos puntos

31
FELISA WAKSMAN DE FISCH

de vista van a ser enriquecidos posteriormente cuando estudie los


fenómenos de identificación intrusiva y la vida dentro del objeto
en su libro Claustrum.

a. Sexualidad adulta polimorfa (Capítulo 11)

El mantenimiento de la regla fundamental nos asegura la


privacidad de la vida sexual adulta del paciente, que no es motivo
de análisis. Todo relato de actividades sexuales en las sesiones
nos alerta acerca de su carácter de transferencia infantil y cuando
es relatado con seriedad y colaboración, delata su carácter
pseudomaduro en la falta de sinceridad emocional.
En la sexualidad adulta, las actividades pregenitales, los jue-
gos previos, son parte del cortejo que reproduce modos arcaicos
de seducción. Pero si estos componentes pregenitales son muy
activos, señalarían su relación con las fantasías inconcientes
acerca de las funciones del genital paterno en cada una de las
zonas u orificios maternos. Estas funciones son básicamente
reparatorias, y los componentes pregenitales de la sexualidad
adulta surgen por la identificación introyectiva con los objetos
internos y sus funciones, en las distintas zonas. Se puede consi-
derar que este tipo de actividad pregenital es un logro integrativo
de la posición depresiva.
Así como la sexualidad infantil polimorfa es juego, la sexua-
lidad adulta es trabajo en el sentido de las funciones reparatorias
del coito. Es una relación internamente compleja en la que se ha
integrado la bisexualidad, de modo que los aspectos femeninos y
masculinos de cada miembro de la pareja permiten una intensa
intimidad con el otro, tanto por procesos introyectivos como por
procesos proyectivos modulados que implican una comunicación
sin control ni dominio.
Así como la sexualidad adulta se construye por identificación
introyectiva con una escena primaria buena, libidinal, la perver-
sión se construye por identificación intrusiva con los componen-
tes de una escena primaria mala, tanática.

b. Sexualidad infantil polimorfa (Capítulo 12)

Frente a la escena primaria en la fantasía inconciente, el self


infantil manifiesta sus tendencias edípicas directas e invertidas.

32
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

Meltzer usa un sistema de notación que deriva del lenguaje de


los niños para nombrar los componentes estructurales de la mente
que forman la trama edípica. Considera que este lenguaje, que
surge y se dirige a las partes infantiles de niños y adultos, es más
útil para expresar las hipótesis cercanas a la clínica que el lenguaje
teórico psicoanalítico. Es por esta razón que las partes del self y de
los objetos de la escena sexual polimorfa son denominados: el
padre, la madre, el niño, la niña y el bebé dentro de la madre. La
inclusión de este último participante se basa en los descubrimien-
tos kleinianos de que las fantasías infantiles, se centran en los
contenidos del cuerpo de la madre como situación sexual básica.
Los estados mentales que se vinculan a la sexualidad polimorfa,
al estar dominados por las configuraciones edípicas tienen como
preocupación central los celos, la rivalidad, la exclusión y el
alivio de las tensiones generadas por la excitación y la ansiedad.
El vínculo entre los padres se siente como libidinal.
Tanto por inexperiencia como por déficit identificatorio, las
fantasías y actividades son exploratorias, pasan de una zona a
otra y se adquieren por imitación o por identificación proyectiva.
Las actividades se orientan en búsqueda de placer pero no se llega
a un clímax orgástico que deje secuelas de culpa. El estado
mental que corresponde a la sexualidad infantil polimorfa es
esencialmente egocéntrico, lo que lleva a la masturbación o a la
promiscuidad, con características de juego que son ajenas a los
fines destructivos.

c. Sexualidad infantil perversa (Capítulo 13)

La sexualidad infantil perversa está incluida en cada una de las


áreas de la psicopatología, teniendo en cuenta que se trata de
estados mentales y no de actividades. Implica la aparición de otro
personaje en la escena primaria del mundo interno que Meltzer
denomina el “outsider” por ser externo a la configuración edípica
idealizada tal como fue descripta en “Sexualidad polimorfa”.
Este personaje se propone generar confusiones porque altera
la adecuada escisión e idealización que permite la categorización
y diferenciación entre bueno y malo. Utiliza como recursos un
ataque cínico a la verdad. El “outsider” puede ser proyectado en
cualquier personaje de la vida real, desde hermanos, familiares,
personajes admirados y temidos por su habilidad verbal, muscu-

33
FELISA WAKSMAN DE FISCH

lar o belleza que son usadas con fines agresivos. El principal


objetivo del ataque es destruir la confianza en las capacidades de
creatividad, fuerza y bondad de los objetos internos, y especial-
mente el ataque a la creatividad del coito que en última instancia
implica la muerte de los bebés internos.
Esta organización destructiva, como las otras estructuras
mentales relacionadas a la sexualidad, es en general alternante y
oscilante y se detecta clínicamente cuando toma el dominio de la
acción y de la conciencia de “sí mismo”. La cualidad emocional
es básicamente maníaca: propone el triunfo sobre cualquier
ansiedad, principalmente las ansiedades depresivas con su com-
ponente de culpa.
Esta estructura puede fijarse y perdurar en el tiempo como
estados sadomasoquistas permanentes en perversiones clínicas y
adicciones.
Las actividades masturbatorias, que corresponden a estos
estados mentales, son usadas para generar omnipotencia en rela-
ción a los objetos internos. Esta omnipotencia puede extenderse
al mundo externo y constituirse en un poder creíble para los otros.
La masturbación de todas las zonas en la perversión es la base
de la omnisciencia: produce teorías afirmadas con arrogancia, la
certeza del conocimiento del mundo y una lógica sin fracturas.
Cabe diferenciarla de la masturbación en los estados polimorfos
que es exploratoria y está motivada por la ignorancia, debida a un
déficit de la identificación con los objetos internos. Su insisten-
cia no resuelve el sentimiento de ignorancia, de modo que cada
nueva exploración es una nueva búsqueda sin logros.
La descripción de las estructuras en las distintas formas de
sexualidad, genera la impresión de que nos encontramos con un
mundo interno demasiado poblado. ¿Dónde están todos estos
actores del drama personal? Supongo que Klein diría que habitan
como entes concretos en la realidad psíquica. Agregaría que
hacemos conjeturas de cómo se estructuran diversos niveles del
aparato psíquico, estructuras que pueden hacerse activas y se
manifiestan en emociones y conductas. O, inversamente, emo-
ciones, conductas, sueños, asociaciones, juegos, que nos permi-
ten armar una hipótesis coherente, una conjetura apta para operar
clínicamente. Cuando recordamos el modelo del yo tironeado por
tres amos, no podemos dejar de verlo como un antecesor de esta
dramática interna.

34
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

4.- “UNA NOTA SOBRE PROCESOS INTROYECTIVOS” (1978)

Meltzer estudia las características de la experiencia con el


objeto que puede llevar a procesos introyectivos, que le parece
“el más importante y más misterioso concepto en psicoanálisis”.
Ni Freud ni Klein con su anclaje en el modelo oral canibalístico,
pudieron dar una respuesta que incluya las condiciones del objeto
y del yo, que son requeridas para la introyección.
Meltzer se basa en sus estudios sobre las dimensionalidades
del espacio y tiempo –en Exploración del autismo y en sus
descubrimientos en El proceso psicoanalítico–, para afirmar que
la introyección de nuevas cualidades no se dirige al yo sino a los
objetos internos, enriqueciéndolos con nuevas capacidades.
Distingue los procesos de memoria que nos permiten recordar,
de los procesos introyectivos inconcientes por los cuales las
personas y los hechos existen en la mente y son independientes de
nuestra voluntad. No pueden producirse si los objetos están
fragmentados y son evacuados (como en la proyección) o aprisio-
nados e inmovilizados (como en el control omnipotente).
Siguiendo a Bion considera la experiencia emocional como la
unidad de datos mentales, sobre la que actúa el aparato para
pensar que puede desarrollarlos hasta los mayores niveles de
abstracción. “Sin memoria ni deseo” es la condición de la expe-
riencia emocional, es decir sin “reminiscencias” del pasado ni
“expectativas” futuras que se superponen entre sí frente al anhelo
del objeto perdido, porque la experiencia emocional tiene que ser
“fugaz” y presente.
El prototipo de esta experiencia es esencialmente el ir y venir
del pecho de la madre, que se detiene para alimentar al bebé y
debe dejarse partir. La experiencia de satisfacción lo es en cuanto
deja al objeto su libertad (un objeto que viene de algún lado y se
vuelve a ir). Cuando el momento de la experiencia emocional
queda aplastado entre el pasado y el futuro, no hay experiencia de
satisfacción. Este “momento” no tiene una medida temporal en
términos del tiempo externo, sino se caracteriza por su fuerza, su
intensidad.
De modo que una experiencia es “satisfactoria”, si es fugaz, si
la ausencia puede generar pensamientos (placenteros o doloro-
sos). Esta capacidad es la condición previa para que sea posible
la introyección de la experiencia con el objeto.

35
FELISA WAKSMAN DE FISCH

Las buenas experiencias tienen que ser “toleradas” sin llevar


a la megalomanía. Cuando la experiencia es muy intensa existe el
riesgo de que los sentimientos de gratitud se hagan intolerables
y puedan desarticular la experiencia presente.
La introyección que aumenta las capacidades de los objetos
internos permite que éstos funcionen como modelo para las
aspiraciones del yo. En un segundo paso son posibles las identi-
ficaciones del self con sus objetos enriquecidos y admirados
(Ideal del Yo). Estas identificaciones no son inmediatas sino que
requieren la elaboración de ansiedades depresivas para que el yo
supere la ambivalencia.
Presento la síntesis de este trabajo para mantener en el trasfon-
do el concepto de identificación introyectiva, como la entiende el
autor, porque está implícito en la comprensión del estado mental
de la sexualidad adulta y de las últimas etapas del proceso
psicoanalítico. Al mismo tiempo es una referencia entretejida en
las supervisiones a contraluz de los más frecuentes procesos de
identificación proyectiva.

5.- “¿QUÉ ES UNA EXPERIENCIA EMOCIONAL?”

Metapsicología ampliada. Capítulo 2

“Una experiencia emocional es un encuentro con la belleza y


el misterio del mundo que despierta un conflicto entre L, H y K
y –L, –H y –K. En tanto que el sentido inmediato es experimen-
tado como emociones quizás tan diversas como los objetos capa-
ces de evocarlas en esa forma inmediata, su significación siempre
se refiere, en última instancia, a las relaciones humanas ínti-
mas”. 5
Bion fue el primer autor psicoanalítico que formuló el lugar
central y de origen que tienen las emociones en la evolución de
los pensamientos y de las construcciones simbólicas.
El interés de Meltzer es poder distinguir esta experiencia
emocional en los analistas y en los pacientes, y diferenciarla de
las otras manifestaciones de la actividad humana mental que no

5
Omito la explicación de los vínculos L, H y K como de otros conceptos bionianos porque
es ajena al propósito de este trabajo.

36
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

llevan a la formación simbólica y a la posterior evolución de los


pensamientos. ¿Gran parte de nuestra vida transcurre fuera de
esta área? La supervivencia sería imposible si no respondiéramos
automáticamente –en un nivel protomental– a los requisitos de la
adaptación cultural. 6
En el proceso de “aprender de la experiencia” como diferente
de los fenómenos adaptativos, se originan no sólo las cadenas de
complejización del pensar, sino las bases de nuestra personali-
dad.
El primer impacto del ser humano es el de la belleza exterior
de la madre y el misterio de su interior, que despierta la sed de
conocimiento. El impacto no sólo es frente a la belleza del cuerpo
y su misterio, sino también frente a la belleza y misterio de su
mente, teniendo en cuenta que se trata de un objeto combinado
materno y paterno.
Pero este impacto despierta también las emociones negativas
(motivadas por la envidia) generando los anti-vínculos –L, –H,
–K que son anti-emoción y anti-conocimiento.
La secuencia que plantea Meltzer puede resumirse en las
siguientes etapas: 1) complejo conjunto de experiencias percibidas
que no se explican por leyes de causa-efecto; 2) estímulo a la
imaginación para explorarlas generándose las primeras forma-
ciones simbólicas; 3) el sentido de la experiencia comienza a ser
explorado en el universo del discurso que es infinito y donde nada
es correcto o incorrecto. La creencia de que algo es correcto,
cierra la exploración y el desplazamiento y estaría catalogado
como una creencia en –K; 4) la significación es por el contrario
el resultado de su elaboración dentro de esta visión del mundo
construida por la imaginación.
Cuando este camino da a luz una idea nueva se desencadena un
“cambio catastrófico” según Bion, que re-ordena la imagen del
mundo para dar cabida a la nueva idea. Es conocido que la madre
a través de su capacidad de “reverie” juega un papel básico en el
aprendizaje de este camino de pensamiento, diferente de todas las
armaduras de carácter social. Estas últimas son áreas de interac-
ción casuales, sin emoción, o contractuales cuyas respuestas
están aprendidas e impiden una respuesta emocional espontánea.

6
Aquí la adaptación cultural como automatismo es un concepto distinto del aprendizaje
cultural que depende de la prohibición del incesto.

37
FELISA WAKSMAN DE FISCH

Sólo en las relaciones humana íntimas se da esta evolución de


las experiencias emocionales que pueden generar pensamientos.
Vale la pena destacar que en casi todas las supervisiones,
Meltzer buscó diferenciar los momentos de intimidad en los que
el pensar analítico puede generarse.
El problema del contacto entre analista y paciente fue inves-
tigado por varios autores post-kleinianos, sin que se lograra la
formulación metapsicológica de este problema clínico. La defi-
nición de Meltzer al principio de este capítulo, establece que el
contacto o “relación intima”, sólo es posible si se desarrolla la
experiencia emocional hasta lograr la etapa de su significación.
En esta visión se pone de manifiesto la fragilidad de este proceso
y la tentación de establecer relaciones contractuales no sólo en la
vida corriente sino en el trabajo analítico. Esta relación contrac-
tual se puede detectar toda vez que las teorías enunciadas auto-
máticamente o las interpretaciones de pseudotransferencias, li-
beran a ambos –analista y paciente– de las angustias de la
espontaneidad y la exploración imaginativa.

BIBLIOGRAFIA

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Interpretation. En Sincerity and Other Works. London: H. Karnac,
1994.

38
INTRODUCCION A LAS IDEAS DE DONALD MELTZER

! (1978). A Note on Introjective Process. En Sincerity and Other


Works. London: H. Karnac, 1994.
! (1986a). Metapsicología Ampliada. Buenos Aires: Spatia, 1990.
! (1986b). The Psychoanalytic Process: twenty years on, the setting of
the analytic encounter and the gathering of the transference. En
Sincerity and Other Works. London: H. Karnac, 1994.
! (1992). Claustrum. Una investigación sobre los fenómenos claustro-
fóbicos. Buenos Aires: Spatia, 1994.

Felisa Waksman de Fisch


Ayacucho 1739, 15º “D”
1112 Buenos Aires
Argentina

39
Ana

Analista: Ana tenía 25 años cuando tuvimos nuestra primer


entrevista en septiembre de 1989. De aspecto más bien adoles-
cente, parecía bastante desarreglada en su vestimenta y su pelo.
Me sorprendió enterarme que tenía una bebita a la que estaba
amamantando. Dijo que se sentía muy mal, aunque no pudo
describir en qué consistía ese sentirse mal. Quería analizarse,
había tenido un tratamiento previo que no le resultó; todo lo que
pudo decir al respecto era que la terapeuta no quería hablar del
pasado, sólo quería referirse al presente.
En estas primeras entrevistas pensé que parecía tener muchas
cosas de su vida como en una nebulosa; me llamó la atención el
contraste entre esa chica que aparentaba tener tan pocos recursos,
que parecía como perdida y sin saber mucho acerca de quién era,
y el hecho de haber podido tomar ciertas decisiones como la de
venirse a Buenos Aires y la de tener su bebé. Acordamos comen-
zar un análisis de tres veces por semana.

ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LOS PRIMEROS TIEMPOS DEL


ANALISIS

Durante los primeros meses del análisis me sentía bastante


desconcertada. La paciente venía con bastante regularidad, aun-
que a veces faltaba sin avisar. Cuando le llamé la atención sobre
este hecho, dijo que no se le había ocurrido. También llegaba
frecuentemente tarde sin hacer nunca un comentario al respecto.
Solía quedarse en prolongados silencios, que tenían la cualidad

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 41


DONALD MELTZER

de no transmitir nada. Cuando hablaba lo hacía tensa, como con


esfuerzo; los comienzos no parecían comienzos sino la continui-
dad de algo.
El contenido, la mayor parte del tiempo, parecían ser proble-
mas de orden práctico, o por los menos ella los refería en ese
nivel.
¿Cómo se conseguía una mucama?, ¿cómo se hacía para
conseguir trabajo?, la beba lloraba de noche, se enfermaba, Ana
no sabía qué hacer ni cómo.
En el material también aparecían referencias a personas a
quienes ella debía dejar la beba para que se la cuidaran mientras
salía, y en quienes no podía confiar. Estas personas pertenecían
a su familia política; esto también lo traía en un nivel concreto,
no sabía cómo hacer, cómo manejarse con esas personas. Un día
me trajo dos fotos: una de su hermano, la otra de su marido. Dijo
que quería mostrármelas, no sabía por qué las llevaba siempre en
la billetera.
No traía sueños, decía que no los recordaba, así como tampoco
recordaba circunstancias importantes de su vida, por ejemplo las
vividas en relación a la desaparición de su hermano; también
muchos hechos relacionados con el nacimiento de la beba se le
escapaban.
Empecé a darme cuenta de que Ana estaba abrumada por los
hechos de su pasado, y las circunstancias de su presente. El nivel
tan concreto en que refería sus cosas y en que recibía las interpre-
taciones, así como su aislamiento emocional, se me plantearon
como problemas.

Dr. Meltzer: Pareciera que ella está en el medio de una


psicosis puerperal, post parto, pero que no le está revelan-
do a la analista todos los detalles acerca de esto, aunque
se puede ver el aspecto confusional del estado mental de la
paciente.

Analista: Voy a presentar dos sesiones y algunos sueños. Las


sesiones corresponden a dos días seguidos, lunes y martes.
Las semanas anteriores a estas sesiones había sufrido de fuertes
estados gripales y anginas; también le había salido un eczema en
los dedos de la mano, y había empeorado su alergia que se
manifestaba por tener constantemente la nariz tapada y picazón.

42
ANA

SESION DEL DIA LUNES 3 DE SEPTIEMBRE

Llegó puntual. Estaba vestida con un sweater violeta de angora,


que me llamó la atención porque era muy diferente de su ropa
habitual. Posteriormente me enteré de que era un regalo del padre
de Juan –su marido– y de su esposa actual llamada Raquel, quien
no es la madre de Juan. Raquel tiene un hijo. Empieza con un
silencio.

Paciente: Bueno, fui al médico por el eczema que me salió en


los dedos (se los rasca). También tengo un eczema todo por la
espalda. Bueno, el doctor dijo que era por stress; usted me dijo
que el eczema era, a lo mejor, por un problema sexual... (Yo
me sorprendí porque no tenía registro de haberle dicho algo
así) ...entonces el problema de las bajas defensas que tengo y
el eczema son problemas de mi cabeza. Juan dice que soy un
poco obsesiva, me lavo las manos muchas veces.

Analista: ¿Qué es muchas veces?

Paciente: Cuando vengo de la calle, cuando voy a cocinar,


después de ir al baño y después que le cambio los pañales a
Alicia.

Dr. Meltzer: ¿Usted piensa que esto justificaba el califica-


tivo “demasiado”?

Analista: No.

Analista: Usted no entiende lo que le pasa y se angustia, son


muchas cosas y está tratando de entender poniéndoles algún
nombre que escuchó: stress, sexual, obsesivo.

Dr. Meltzer: No es tanto que ella está tratando de entender


o de localizar lo que le pasa, sino que está tratando de
encontrar a alguien que lo sepa.

Paciente: (silencio) Tengo pánico de quedar embarazada, a


veces se me inflama mucho la panza y como desde que fui a
Cañada (su pueblo natal, donde actualmente vive la madre) no

43
DONALD MELTZER

me estoy cuidando, dejé de tomar pastillas, tengo un lío con el


sexo.

Dr. Meltzer: Ud. está próxima a la asociación que quizás


explique que ella quiere alguien que sepa decirle qué
hacer, cómo poner su comportamiento en orden, porque su
vida está tomando las características de un estado caóti-
co.

Analista: Yo sentía que lo que ella buscaba en mí era algo así


como darle recetas de cocina, recetas de qué tener que hacer con
el marido, con la hija, etc.

Dr. Meltzer: Mi impresión es que a ella le gustaría que la


analista la ayude a ordenar su conducta, para poder
liberar su mente de algún contenido perturbador que está
produciendo tal vez disturbios psicosomáticos. Y se podría
decir que esto es típico de las erupciones psicóticas post
parto, que los pacientes quieren liberarse de los conteni-
dos mentales perturbadores, no quieren comprenderlos,
entenderlos, analizarlos como una experiencia que les
está ocurriendo, lo que quieren es deshacerse de esto.

Analista: ¿Puede decirme algo más sobre el lío?

Paciente: Bueno, ahora no tengo ganas de tener relaciones,


Juan sí, él no quiere cuidarse y yo no me quedo tranquila, yo
quiero que él se ponga preservativo desde el principio, él no
quiere y yo lo estoy controlando y no me quedo tranquila. No
sé por qué dejé de tomar las pastillas en Cañada, pensé que no
íbamos a tener relaciones, como dormíamos con Alicia (la
beba)... Además cuando Juan se fijó en el folleto decía que las
pastillas las tenía que empezar a tomar el día uno, y yo creía
que eran como las otras que había que empezar a tomarlas el
día cinco, y el día uno ya había pasado. Con el diafragma es un
lío, me dijeron que era mejor la crema importada, yo le pido a
Juan pero él no me la consigue.

Analista: Parece que lo que usted llama lío con el sexo es


miedo a quedar embarazada, y no poder o no saber cuidarse.

44
ANA

Lío también quiere decir que hay muchas cosas que se le


mezclan, cosas de su cabeza, de sus manos, del sexo. Usted le
pide a Juan que la cuide de un nuevo embarazo, el nacimiento
de Alicia fue ya mucho para usted, ahora no se queda tranqui-
la. Creo que tiene miedo de que yo sea como Juan y que no
tenga un lugar en mi cabeza para usted.

Ella responde con un silencio.

Dr. Meltzer: Ella no sólo tiene miedo a un nuevo embarazo


sino que la atemoriza que un nuevo embarazo haga volver
a surgir la experiencia emocional de la que ella trata de
liberarse. Experiencia emocional de la que ella todavía no
le habló, sólo se la quiere sacar de encima. Esto yo lo estoy
pensando, todavía no tengo evidencias.

SESION DEL DIA MARTES 4 DE SEPTIEMBRE

Cuando entró al consultorio observé que se paró en medio de


la habitación, se desabrochó el tapado y lo dejó caer en el piso
mientras se sacaba el cardigan.

Dr. Meltzer: ¿El tapado era apropiado al tiempo?

Analista: Sí, era apropiado al tiempo pero de nuevo era como una
prenda que no tenía nada que ver con su manera habitual de vestir,
era también un regalo muy caro, muy fino, y ella viste más bien
tipo hippie.

Participante: ¿Fue una actitud como teatral sacarse el tapado?

Analista: No.

Dr. Meltzer: Era una actitud desorganizada.

Paciente: Bueno, después de ayer me pareció que no me


cuido, y las cosas que me pasan son porque yo no me cuido
(hace un silencio).

45
DONALD MELTZER

Analista: ¿Podría decir algo más acerca de qué es para usted


no cuidarse?

Paciente: Bueno, eso. Ayer llamé al ginecólogo pero no


estaba, y tengo todo inflamado, casi no me puedo abrochar el
pantalón, y después me pasa lo de la espalda y lo del eczema
de las manos; son problemas de la cabeza.

Analista: Me parece que a su cuerpo le pasan cosas que su


cabeza no entiende, cosas raras, desconocidas, como fueron el
embarazo y el parto. Problemas de la cabeza quiere decir que
está tratando de ubicar un lugar para tratar esos problemas,
¿podría ser el análisis que se ocupa de los problemas de la
cabeza?

Dr. Meltzer: Pienso que cuando la paciente dice que tiene


que ver con su cabeza se está refiriendo a esas cosas que
están dentro de su cabeza pero que todavía no le ha
comunicado a la analista, esos contenidos perturbadores
a los que se refería al comienzo. Tiene algo que ver con
esas dos fotografías que lleva siempre en su billetera, las
fotografías de su hermano y de su marido que le mostró a
la analista.

Analista: El hermano y el marido eran muy parecidos...

Paciente: (se ríe como una nena) Cuando estuve ahora en


Cañada estuve buscando cosas en los roperos, me gusta buscar
cosas en los roperos de allá, a veces ordeno el ropero de mi
mamá, a veces me llevo cosas, a veces las uso y otras no.
También hay un ropero de mi papá y otro con cosas de mi
hermano; ahí encontré y me llevé esa campera que a veces
uso...

Dr. Meltzer: Estamos entrando en un área que tiene que ver


con la creación de la confusión, una confusión que ella
misma produce por medio de actividades que tienen el
sentido infantil de robar cosas a papá y mamá con las
cuales inviste a su marido, a su hermano y a sí misma,
transformando a su hermano en su marido. Ella saca una

46
ANA

camisa de su padre y se la da al marido tanto como la usa


ella. Entonces estamos entrando en un problema que tiene
que ver con su temprana relación sexual con su hermano,
y en una confusión por la cual ella confunde a su marido
con su hermano, y cuando a veces está teniendo relaciones
sexuales con su marido ella está confundida como que está
teniendo relaciones sexuales con su hermano. 1

Analista: La campera era del hermano, y la camisa también.

Dr. Meltzer: Pueden pertenecer al hermano, pero ella está


hablando de entrar en el ropero de la madre y en el ropero
del padre. Eso es lo que ella dice. Lo que podemos hacer
es leer esto exactamente como un sueño: ella está entrando
en los genitales de papá y mamá y está sacando de allí las
cosas con las cuales se inviste ella misma y su hermano y
desarrolla relaciones sexuales como lo hicieron mami y
papi. Y éstas son las cosas que pertenecen al pasado que
tienen que ver con su relación sexual con su hermano, y de
las cuales la psicóloga previa no quería hablar. Así que
llegamos de nuevo a la referencia a las fotografías.

Analista: ¿Qué buscará en los roperos de Cañada?, ¿a lo mejor


entender algo de Ana, entender algo de mamá, de papá, de lo
que pasó con su hermano?

(Silencio un poco tenso, tiene una respiración fatigosa, como


con la nariz tapada).

Paciente: El viernes tuve un sueño, cuando me desperté me lo


acordaba pero después me olvidé. Yo no sé por qué me olvido,
a veces no me acuerdo ni de haber soñado; a veces me quiero
acordar de cosas que pasaron y tampoco me las acuerdo.
Estaba esa imagen de una mujer que yo conocía, pero después
se me borró y yo no sabía quién era, y esa mujer me hablaba de
algo que había desaparecido. (Hace un silencio).
A veces pienso en mi hermano, yo sé que está muerto, pero a
veces pienso que va a venir, que puede estar vivo.

Dr. Meltzer: Ahora ella está empezando a mostrar algo de

47
DONALD MELTZER

lo que está dentro de su cabeza y que tiene que ver con su


hermano, con su marido, etc.

Analista: Cuando le desaparecen los recuerdos y los sueños,


como también cuando desapareció su hermano, parece que
usted se queda también sin imágenes conocidas que le ayuden
a saber quién es, entonces en los roperos de Cañada quizás
busque una campera, una foto, algo que le hable de los recuer-
dos que desaparecen de su cabeza. De eso habla también la
mujer del sueño, pero esa imagen desaparece, no es como las
fotos. Quizás, la imagen de esa mujer y lo que ella dice, es una
imagen de mí y de lo que yo digo, pero parece que no hay
ningún ropero en su cabeza donde pueda guardarlo.

Dr. Meltzer: Yo hubiese ligado este sueño que se olvidó


–y que tiene que ver con que una mujer le está diciendo,
algo desapareció, algo llamado su hermano– con el hecho
de que lo olvidado del sueño, fue puesto en acción al
meterse en los roperos. Hubiera interpretado el buscar en
los roperos como un acting out, conectado con el olvidarse
el sueño. Si relacionamos el acting out con el trozo de
sueño que recuerda podemos formar una hipótesis acerca
de la totalidad del sueño que ha olvidado; también lo
podemos vincular con todo el material reciente relaciona-
do a confusiones alrededor de la sexualidad, píldoras,
diafragmas, preservativos... “que parece tener que ver con
experiencias del pasado en las cuales usted y su hermano
investigaron la habitación de papá y mamá y encontraron
diafragmas y preservativos, y usted se probó el diafragma
y él se probó el preservativo y trataron de hacer las cosas
sexuales que hacen los grandes”. 1

Analista: Ella dormía en la misma habitación con los padres


hasta los cuatro años.

Paciente: Yo a veces pienso que si mi hermano estuviera sería


distinto, sería como un apoyo, como un estímulo para la vida...
(silencio)... A veces cuando estoy deprimida y lloro, le rezo,

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

48
ANA

le pido cosas como a Dios, también a veces a mi papá, pero él


sé que está muerto. Mi hermana le reza a mi papá como si fuera
Dios, como si estuviera en el cielo... (silencio)... yo hace
mucho que dejé de rezarle a Dios.

Dr. Meltzer: Si yo hubiese interpretado como dije antes y


éste fuera el material que continuaba, entonces yo hubiera
interpretado este nuevo material del siguiente modo: como
una representación de los espacios de su infancia en donde
la cama de los padres representaba el cielo, el paraíso y,
en cambio, el área de las camas de ella misma, su hermana
y su hermano, la zona donde los chicos se pasaban de cama
en cama y desarrollaban sus juegos sexuales. Habiendo
interpretado esto también hubiera agregado que todo pa-
rece tener que ver con estos contenidos que están en su
cabeza y que parecen estar ocasionando toda su perturba-
ción y sus trastornos psicosomáticos, y que ahora ella es
capaz de empezar a descubrir su secreto y hablar de estas
cosas. Esto es diferente de la situación infantil en donde
esto era secreto y ella no quería que los padres se entera-
ran de estas cuestiones. Y uno puede imaginarse, con un
padre como el que ella describe, que los chicos estuvieran
aterrorizados de que algo de esto fuera descubierto.

Analista: Quisiera preguntar algo, porque la dificultad con que


yo me encontraba era que no me evocaba nada lo que ella decía,
es decir no había ningún contacto emocional, ella hablaba pero no
me evocaba nada y yo pensaba que no había simbolización. Usted
se está refiriendo como a un mundo de mucha riqueza simbólica
y yo quería preguntarle entonces cómo piensa estos trastornos
psicosomáticos y cuál es la relación. Si existe o no todo este
mundo simbólico. Una cosa es que sea secreto y otra cosa es que
no tenga representación.

Dr. Meltzer: En primer lugar estamos aquí tratando con


experiencias emocionales que ella en principio no es ca-
paz de simbolizar, pero el problema inmediato en la trans-
ferencia es que ella está queriendo que la analista se dé
cuenta de cosas que están ocurriendo en su cabeza y que
ella no las puede decir –no estoy seguro, pero pienso que

49
DONALD MELTZER

porque tiene miedo, está asustada de todo eso. Pienso que


hay algo que la paciente no puede revelar. Estoy escu-
chando la totalidad del material que la paciente presenta
como si fuera un sueño fragmentado.

Analista: Eso es lo que yo trataba de hacer...

Dr. Meltzer: Bueno, se requiere mucha práctica, porque


cuando uno está tratando con un paciente con este tipo de
confusión de hecho uno está tratando con una clase de
trastorno del pensamiento, por lo tanto el primer trabajo
que hay que abordar es juntar todos los fragmentos y
unirlos en un pensamiento coherente. 2

Analista: El problema parece ser en quién puede usted apo-


yarse ahora, que pueda servir como los roperos de Cañada y
guardar los sueños y recuerdos que desaparecen de su cabeza.
Su hermano no está, la religión no parece servirle, y creo que
no sabe todavía si el análisis puede ser un buen lugar en ese
sentido.

Dr. Meltzer: Correcto, es muy bueno lo que le dijo.

Paciente: Yo a veces tengo miedo de hacer algo dañino, a


veces siento que soy dañina.

Dr. Meltzer: Esto es algo confidencial que la paciente está


comunicando.

Analista: Parece que a veces tiene miedo de lo que siente.

SUEÑOS

Voy a presentar cuatro sueños, tres son de dos semanas des-


pués de las sesiones que presenté. Los primeros dos sueños los
contó el lunes, haciendo hincapié en que había podido acordárse-
los; el tercer sueño es del día jueves de esa misma semana; el

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

50
ANA

cuarto sueño es de unos meses después. Los primeros dos sueños


y su interpretación, abarcaron prácticamente toda la sesión, son
los primeros sueños completos, no fragmentados de este análisis.

Primer sueño

“Estaba en un edificio muy grande, como la facultad. Tenía


que ir a dar un examen en el piso de arriba. Había mucha gente y
era un lío, como es en la facultad. No sabía cómo llegar al piso de
arriba, estaba como perdida. En el medio me encontraba con un
chico rubio, muy agradable, que me gustaba mucho, y me queda-
ba como mirándolo.
En una de esas llegaba al piso de arriba, allí había como mucha
gente dando examen. Todos parecían saber qué hacer y yo no
sabía”.

Dr. Meltzer: En primer lugar no es mucho lo que podría


decir sobre este sueño, pero es claro que se refiere a
ansiedad frente a los exámenes, y esto tiene que ver con su
mente que va a ser examinada en el análisis acerca de lo
que sabe o lo que no sabe. Y el muchacho rubio indica que
aquello sobre lo cual ella va a ser examinada es qué es lo
que sabe y qué es lo que no sabe acerca de la sexualidad.
¿Podría decirme algo sobre su consultorio y la geogra-
fía del consultorio?, ¿está en su casa o en algún edificio
público? 3

Analista: Está en el mismo edificio donde vivo pero es otro


departamento.

Dr. Meltzer: ¿Es un edificio grande?, ¿cuántos pisos tie-


ne?

Analista: No... tiene once pisos.


Asociaciones al primer sueño: asoció el edificio con un lugar
precario y a sentirse como en el aire, como cuando vino de su
ciudad natal. Ella, sobre todo últimamente, se siente bastante

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

51
DONALD MELTZER

perdida en la facultad. Del chico sólo pudo decir que le gustaba,


que era una sensación muy agradable.
Segundo sueño: estaban en el auto del papá de Juan. Adelante
iban el papá de Juan y Raquel, su esposa. Atrás iban Juan y Ana.
Sobre las rodillas tenían mellizos. Raquel se daba vuelta y los
retaba.
Asociaciones: asoció los mellizos con un bolso que Raquel le
regaló a Alicia, la beba de Ana. El bolso tenía adentro dos
muñequitos.

Dr. Meltzer: Tenemos acá entonces una asociación que


liga con los bebés del sueño. Este bolso que tenía dentro
los muñequitos, que lo podríamos ligar con el escroto
conteniendo los testículos, o el corpiño sosteniendo a los
pechos, o el útero conteniendo bebés.

Analista: Raquel se había ofrecido a cuidar de Alicia, pero


después dijo que su hijo tenía problemas en el colegio y que tenía
que ocuparse de él. Ana no sabe ahora si corresponde o no
preguntarle si podría cuidar de la beba.

Dr. Meltzer: Probablemente la implicancia de esto es que


ella no está segura acerca de la sinceridad del argumento
de Raquel para no poder cuidar de la beba.

Analista: ¿Esto significa que debido a que ella no es totalmente


sincera se le despiertan estas sospechas?

Dr. Meltzer: No, creo que tiene que ver con el contenido
anterior de Raquel retándolos en el sueño; esto significa
que ella cree que Raquel ha retirado su ayuda porque no
quiere alentarlos a tener más bebés.

Tercer sueño

Soñó que la analista se iba a Estados Unidos; Ana iba a la casa


de la analista y no entendía nada. ¿Cómo se iba tan de repente?,
¿cómo no le había avisado? Ana empezaba a mirar todo en la
habitación, miraba las cosas de la analista. De repente veía entre
esas cosas un cochecito de bebé Perego, marca italiana de un

52
ANA

cochecito de bebé super; el cochecito estaba plegado.

Dr. Meltzer: Ya no se trata ahora de la universidad, ahora


estamos directamente en la casa de la analista. Veamos
entonces: teníamos a Raquel que la reta y que no quiere
cuidar a la beba, y ahora tenemos a la analista que ya no
quiere cuidar más de la bebé paciente y se va. El material
que aparecía antes como mirar en los roperos, aparece
ahora en el sueño como el voyeurismo de mirar todo en el
consultorio de la analista, y lo que ella encuentra es este
hermoso cochecito de bebé italiano que contiene esta
sospecha de que la analista está teniendo un bebé. Ahora
hay que dar vuelta todo esto, y entonces diríamos que la
razón por la cual ella se siente compelida a mirar tanto el
consultorio de la analista es que ella tiene esta sospecha
de que la analista va a tener un bebé y lo que ella encuentra
confirma esta sospecha. Ella tiene una curiosidad intrusi-
va acerca de la sexualidad de los padres analíticos, su
curiosidad intrusiva produce el temor no sólo de que los
padres la van a descubrir sino que van a descubrir el
motivo de su curiosidad, y entonces van a descubrir que
ella conoce bastante acerca de sexualidad, y entonces van
a sacar la conclusión: ¿de dónde conoce ella tanto?, que
lo conoce porque ella y su hermano han estado envueltos
en estas actividades sexuales. Y el castigo va a ser que ella
va a ser rechazada y reemplazada por un nuevo bebé. 4

Analista: Asociaciones: unos vecinos con quien Ana a veces deja


a la beba, que son muy macanudos, se van de viaje a Estados
Unidos; tienen una hija un poco enferma y le tienen que hacer un
trasplante de hígado...
Con respecto al cochecito se acuerda que la beba necesita una
sillita para el auto, cuando Juan la lleva siempre le da miedo de
que tenga algún accidente, Ana le dice que la lleve atrás.
Hace un tiempo Raquel le regaló una sillita, pero es una sillita
usada. “Yo no sé cómo hacen esas cosas, es una sillita muy mala
que no sirve, a veces no entiendo por qué si tienen tanto dinero
hacen esas cosas”. Es como la sillita de paseo que le regalaron, es

4
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

53
DONALD MELTZER

muy bajita, usada, y ahora que la beba está más grande el cinturón
apenas le cierra. El otro día bajando de la vereda para cruzar la
calle, casi se cae.
Ana comenta que le da bronca y no entiende cómo Raquel no
se da cuenta.

Dr. Meltzer: Acá tenemos más evidencia de que la paciente


siente que Raquel, y quizás también el padre de Juan, son
hostiles a las actividades sexuales de la joven pareja, y no
los quieren alentar a tener más bebés.
Ahora este “un poco enferma” referido a esta niña que
hay que llevar a Estados Unidos para un trasplante de
hígado parece estar relacionado por una parte con sus
ansiedades acerca del bebé y la salud del bebé, pero
también podría remontarse a aquella confidencia que le
hizo a la analista de que algunas veces tiene miedo de
hacer algo dañino, o sea que ella podría lastimar al bebé
un poco, como por ejemplo estrellarle la cabeza contra la
pared. 5

Analista: La mamá de Juan –que no es Raquel– y la hermana de


Juan aparecen como objetos malos, ella dice que la hermana de
Juan se droga y no quiere dejarle a la beba para que la cuide, pero
permanentemente está teniendo que enfrentar situaciones en las
cuales la mamá de Juan quiere hacer que la hermana cuide de la
beba.

Dr. Meltzer: Obviamente la beba está un poco en peligro,


no importa cuánto ella quiera distribuir la destructividad
en el riesgo de que Juan tenga un accidente, o que la
cuñada no la cuide bien... lo cierto es que el peligro
proviene de algún impulso destructivo dentro de ella, en su
fantasía, de hacerle daño a la beba. Pero no debemos
olvidar que estamos viéndonos aquí con un estado
confusional, uno de los elementos de la confusión es entre
pasado y presente, y esto implica también confusión entre
su marido y su hermano; y la confusión que anteriormente
sugerí acerca de estar vivo o muerto en el cielo, o en esa

5
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

54
ANA

habitación donde los chicos desarrollaban sus actividades


sexuales en las camas. 5
Ella es la menor de tres hermanos, ¿no?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: Yo he construido para ustedes una hipótesis


de que este material tiene que ver con ella y el hermano en
la infancia encontrando elementos sexuales –diafragmas,
preservativos– en la habitación de los padres, probándo-
selos y desarrollando entre ellos un acto sexual que imita
al de los adultos. Y la pregunta que surge ahora es ¿cuál
es la naturaleza de ese acto sexual?, ¿será una imitación
de la actividad de los padres y de su capacidad de tener
bebés?, ¿o será un acto sexual perverso cuyo contenido
tendrá el significado de matar los bebés? 6

Analista: Ella siempre tiene miedo que alguien de alrededor le


haga daño a la beba.

Dr. Meltzer: Desde mi punto de vista, la situación en su


cabeza tiene un impacto emocional que está produciendo
síntomas psicosomáticos. De esto, ella no puede pensar y
menos comunicárselo a su analista. Pero comienza a to-
mar forma.

Analista: ¿Ud. quiere significar que comienza a tomar forma


simbólica?

Dr. Meltzer: Lo que ella necesita comunicarle a Ud. Lo


hace trozo por trozo, a través de sus sueños. Sus sueños no
son muy simbólicos, son bastante concretos.

Analista: En relación a los sueños y lo psicosomático, los sínto-


mas psicosomáticos parecen tener bastante que ver también en
este momento con cuestiones que tienen que ver con la transfe-
rencia, porque la primera noche después de la primera sesión de
las vacaciones se le agrietaron todos los dedos, como ejemplo.

5, 6
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

55
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Lo que está ocurriendo en el análisis es que la


paciente está tratando de encontrar una manera de comu-
nicarle a la analista lo que está ocurriendo dentro de su
cabeza, al principio esto vino como asociaciones fragmen-
tadas y ahora ya está viniendo como el relato sistemático
de sueños. Mi lectura de este material, de estos contenidos,
tiene que ver con algo que la aterroriza, porque tiene que
ver con matar a la beba; pero ella también está atemoriza-
da de estar loca, porque el presente está tan confundido
con el pasado, y lo que parece estar más confundido es que
la relación sexual actual con su marido está confundida
con la relación sexual perversa pasada con su hermano.
Ahora, si esa relación sexual con el hermano existió de
hecho o sólo en sus fantasías masturbatorias, es algo que
por ahora no podemos saber. No lo sabemos, pero even-
tualmente sería importante descubrirlo por una particular
razón: ella no está del todo segura que en la desaparición
de su hermano no tuvieran alguna connivencia sus padres,
al menos su padre. 7

Analista: Ella le reprochó a sus padres que nunca buscaron al


hermano, tampoco después que vino la democracia, nunca se
relacionaron con los familiares de detenidos-desaparecidos, nun-
ca se preocuparon; aún ahora con los indultos hay como un
silencio.

Dr. Meltzer: Esta sospecha que tiene en relación a sus


padres –o a su padre– y la desaparición de su hermano,
ella también sospecha que pueda formar parte de su locu-
ra.

Analista: Ella en la época de los indultos estaba en su pueblo, y


después cuando volvió hablamos de esto. Ella tenía algún tipo de
miedo. Le pregunté y dijo que asociaba el barrio donde yo vivía
con los militares. El único miedo que ella tenía era que yo
estuviera vinculada con un militar. Decía que si encontraba en
una plaza alguien que le decía que era la madre o la hermana de
un militar salía corriendo, entonces yo le dije que ella era hija de

7
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

56
ANA

un militar y hermana de un desaparecido.

Cuarto sueño

“Estaba en un cuarto donde había muebles como pintados.


Alicia, la beba, empezaba a saltar y yo quería impedirlo porque
los muebles eran muy precarios. La beba saltaba, y empezaba a
destripar todo, y se veía entonces lo precarios que eran.
En un lado de la habitación había un hombre, parecía un
militar; del otro lado estaban el padre de Juan y Raquel. Tenían
un mueble como de mármol, como una mesa, la tenían en la mano.
Yo quería que me la dieran, el otro hombre decía que no porque
ella tenía todo muy precario”.

Dr. Meltzer: Todo es precario...

Analista: Asociaciones: Ana a veces quiere que el padre de Juan


y la esposa le den cosas. Asocia el mueble con una caja que le
regaló Raquel como de una piedra azul.
El hombre, el militar, lo relaciona con los militares y la
desaparición de su hermano. Se acuerda de una exposición de
cuadros a la que fue, donde había algunas Madres de Plaza de
Mayo. Ella quería acercarse, decirles que tenía un hermano
desaparecido, pero no sabe por qué no se animó.

Dr. Meltzer: Acá está la acusación que ella le hace a la


madre. Si no me equivoco, cuando su hermano empezó a
sentir que estaba en peligro se lo comunicó a la madre,
pero la madre tuvo miedo de comunicárselo al marido. Así
que acá tenemos un arreglo en el sueño en el cual la beba
está en peligro porque todos los muebles son precarios,
algunos de estos muebles parece ser que se los han dado el
padre de Juan y Raquel, entre ellos una mesa con una tapa
de mármol; la beba saltaba y Ana la quería parar pero la
beba seguía saltando. Esta es una situación que conduce al
apaleo de los chicos. El chico llora, llora y llora y los
padres se enloquecen y lo castigan muy duramente. Pienso
que los saltos son una referencia a la actividad sexual
actual con el esposo y a la pasada con el hermano, que
tuvieron el sentido de golpear a los bebés hasta matarlos.

57
DONALD MELTZER

Definición de Freud del masoquismo a través de “Pegan a


un niño”. La analista le ha dicho a la paciente, no se puede
confiar en ella porque ella es la hija de un militar, y esto
parece significar estar atemorizada de su papá por su
violencia y su revólver...
La referencia al sadomasoquismo sexual está relacio-
nada con la identificación en la relación sexual con un
padre visto como violento que mata a un bebé dentro de la
mamá. Entonces veo lo que está pasando en el análisis
como que la paciente está tratando de comunicar algo que
ocurre dentro de su cabeza que ella teme que sea locura,
y también teme que la lleve a una actuación que dañe a su
beba. Pero la transferencia está comenzando a tomar
forma, y está tomando la forma de que teme confesarse con
la analista, porque ella podría –como su propia madre–
estar casada con un militar y tenerle miedo. En el pasado
esto puede haber tenido la forma de haber querido contar-
le a la mamá sobre estas actividades sexuales perversas
con el hermano, pero haber tenido miedo de que la madre
a su vez se aterrorice de que el padre lo llegue a saber y
pueda hacerle daño al hermano.
Lo que correspondería un poco con esto en la situación
analítica es que si ella le contara a la analista sobre estos
pensamientos e impulsos que están ocurriendo en la cabe-
za, la analista se lo diría a su marido supervisor, quien a
su vez diría: “ella está loca, sáquesela de encima”. Enton-
ces la analista está teniendo graves dificultades para
establecer una situación analítica. Si yo tengo razón en
suponer que la paciente está teniendo una ruptura psicó-
tica post parto, es muy difícil lograr con una mujer en esa
situación establecer una situación analítica en la que se
pueda trabajar con la transferencia, porque un paciente
así no quiere ser analizado, quiere que este problema
desaparezca. Tan pronto como descubren que el analista
está interesado en explorar todo esto y en explorar la
transferencia en lugar de sacarlo, quieren escaparse y
correr hacia alguien que les de píldoras o algo de este tipo,
porque por supuesto tienen una gran dificultad en recono-
cer que lo que les ocurre en la cabeza es parte de sí mismos
y parte de su vida mental. Por eso estas ideas en su cabeza

58
ANA

muy fácilmente toman un colorido paranoide, que algo


ocurrió en el hospital, les dieron una medicación equivo-
cada y entonces se intoxicaron y esto produjo todo el
problema; o ella puede proyectar y decir que la gente no
le tiene confianza porque dice que ella está en un estado
tan precario que puede golpear a la beba, o lo puede
proyectar en que alguna persona está envidiosa de que ella
ha tenido un bebé y entonces le puso una maldición de
algún tipo... fácilmente toma la forma de ideas de posesión
demoníaca. Pero en mi experiencia es extremadamente
importante para una mujer que ha tenido una psicosis
puerperal hacer un análisis. Porque usualmente si no han
tenido un carácter psicótico previamente, con reposo,
drogas, apoyo del esposo y de la familia el episodio
psicótico desaparece de la conciencia, pero lo que deja
detrás es el terror de que reaparezca si tiene otro bebé. Por
lo tanto tiende a destruir su vida sexual, quieren ser
esterilizadas o que los maridos tengan vasectomía, etc.,
etc. 8

Participante: Quería preguntarle cómo interviene dentro de la


mente un duelo por el hermano sin velorio, sin cadáver, sin visión
del cadáver ni del destino de un cuerpo muerto; y cómo influiría
esto en la mente, en el vínculo interno con su madre y en la
maternidad, y la sexualidad en el futuro. En el futuro quiere decir
cómo interviene en el desmantelamiento del pensamiento la
presencia de esta transferencia con la madre, que destruye su
capacidad de pensar.

Dr. Meltzer: A veces ocurre, pero muy raramente, que los


niños –hermanas o hermanos– se quieran unos a otros.
Generalmente la relación de los hermanos entre sí toma su
característica, su color, de diversos aspectos que cada uno
de ellos tiene hacia los distintos progenitores y con los dos
como pareja. Cuando hay una buena relación con los
padres, tanto interna como externa, el sentimiento de los
hermanos es de estar unidos por la relación interna con

8
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

59
DONALD MELTZER

estos objetos comunes; y aunque sea raro, vemos que esta


sensación de fuerte unión entre los hermanos se da más
frecuentemente en casos en que la madre ha muerto cuan-
do eran pequeños. Usualmente la relación entre hermanos
está teñida por la manera en que ellos representan, uno
con el otro, la trama del complejo de Edipo.
La actividad sexual es en identificación con los padres
en función parental, o es hostil a esta función y es por lo
tanto perversa. Generalmente la psicosis post parto tiene
como núcleo una confusión acerca de si la paciente ha
tenido un bebé o la madre ha tenido un bebé, por lo tanto
una confusión entre pasado y presente, y una confusión
entre ser un niño y ser un adulto. Y en mi experiencia esto
es el producto de la actividad de la identificación proyec-
tiva que todavía está operando en la personalidad del
paciente. Entonces a pesar de que la psicosis puerperal no
es ostentosamente exhibida debido a que ella la mantiene
en secreto, la configuración general del material con la
confusión entre pasado y presente y entre buena y mala
sexualidad, me parece totalmente típica, y entonces está o
la sospecha que el bebé no le pertenece –que es el bebé
equivocado, que se lo cambiaron en el hospital– o el temor
de dañar al bebé.
Así que ésta es una manera de no contestar su pregunta,
pero es lo mejor que puedo hacer.

Participante: ¿Es posible –además de todo lo que nos expli-


có– encontrar algunos trozos de elaboración depresiva o duelo
por el hermano? La segunda pregunta es si la psicosis post
parto puede ser debida en algunos casos no sólo a una identi-
ficación con la madre que la tuvo, sino con la desaparición del
hermano.

Dr. Meltzer: Estas cuestiones están más allá de lo que he


elaborado en relación a este caso, por lo tanto le pido si
puede ubicar en el material evidencias para esta suposi-
ción que presenta.
Una cuestión es si un factor importante en el desenca-
denamiento de esta psicosis es que haya estado impedido
el duelo por el hermano, ¿en ese caso puede encontrar

60
ANA

evidencias de esto en el material?

Participante: Por ejemplo cuando revuelve los roperos de la


madre en la casa familiar, saca ropa del hermano y trata de
compartir objetos muertos con gente cercana, trata de compartir
la muerte que no puede tolerar, con otros, a través de la ropa.

Dr. Meltzer: Bueno, consideremos esto; yo lo interpreté


como un acting out de un sueño que ella no puede recor-
dar, tomémoslo separadamente como un trozo de conducta
de una hermana cuyo hermano ha desaparecido, tomémos-
lo en sí mismo sin considerarlo en el contexto de esta
ruptura psicótica post parto, ¿consideraría usted que para
una hermana ir secretamente a los roperos de sus padres,
tomar ropas de su hermano y darle alguna de estas ropas
del hermano al marido, es un acto de duelo o es un acto de
confusión?

Participante: El desparramo que fragmenta y proyecta el due-


lo.

Dr. Meltzer: Fragmentación y proyección del duelo... esto


sería como imponer una parte del duelo a su marido,
¿cómo usar la ropa del hermano podría imponer un frag-
mento de duelo en el marido?

Participante: No lo sé, lo que sé es que parece algo concreto que


concretiza en no simbolizado.

Dr. Meltzer: Esto se podría a asimilar a cuando los hijos se


empiezan a pelear por la herencia de los padres, esto no es
duelo sino que es el impedimento del duelo, está impedido
el duelo, está imposibilitado.
Por supuesto la cuestión es acerca de no fragmentar el
material, ya bastante lo fragmenta la paciente. Nuestra
labor es tratar de unir estos fragmentos de una manera
coherente; por supuesto que es sólo una hipótesis, pero a
mí me parece que éste es el trabajo que la analista tiene
que hacer cuando el paciente está en un estado confusional.
O sea evitar analizar fragmento por fragmento y sí orga-

61
DONALD MELTZER

nizar los fragmentos en un estado mental coherente para


analizar luego esto. 9

9
Ver Referencias Teóricas, pág. 63, “Sexualidad perversa en una psicosis puerperal”.

62
ANA

REFERENCIAS TEORICAS

Sexualidad perversa en una psicosis puerperal

En la Introducción han sido resumidas las características de la


sexualidad infantil polimorfa y perversa, tal como son presenta-
das en Estados Sexuales de la Mente.
En el material de esta supervisión, Meltzer va reconstruyendo
los juegos y fantasías sexuales entre hermanos a partir de un
acting out de la paciente en la casa de sus padres (meterse en sus
roperos y revisar y llevarse ropa) (1).
En primer lugar, discute la hipótesis de que puede tratarse de
una estructura infantil polimorfa en la cual la necesidad de aliviar
la excitación y el sufrimiento de los celos, subyace a los juegos
sexuales que enaltecen la sexualidad de los niños por imitación a
la de sus padres (6).
Considera que el estado mental de esta paciente está vinculado
a una sexualidad perversa e indica sus componentes: el grado de
confusión de identidad entre la madre y ella ¿quién tiene el
bebé?; entre su hermano y su marido ¿con quién está teniendo
relaciones sexuales?; entre el pasado y el presente. Estas confu-
siones son el resultado de la identificación intrusiva con un coito
sádico (7) y (8). El sadomasoquismo infantil, surge de la identi-
ficación con un padre visto como violento que mata al bebé
dentro de la madre.
Al final de la segunda sesión la paciente había comunicado su
temor de ser dañina y esta fantasía se expande proyectivamente
cuando cree que su beba está en peligro de muerte (5).
El revisar los roperos es una actividad vinculada al sueño en
el que revisa el consultorio de la analista. Actividad y sueño
revelan un voyeurismo intrusivo (4) para controlar la sexualidad
de la analista y evitar que pueda tener otro bebé. La muerte del
bebé es el objetivo sádico de la organización perversa, el apaleo
de los niños hasta matarlos (8) (Meltzer cita “Pegan a un niño”).
Toda esta sexualidad perversa es el contenido de su mente que
no le puede contar a la analista, desconfía de ella, puede estar
casada con un militar (8) o querer examinarle la cabeza para saber
qué sabe de sexualidad, como en el sueño (3).
La sugerencia técnica que hace Meltzer es la de no fragmentar
el material y analizar trozos, sino dado el trastorno de pensamien-

63
DONALD MELTZER

to juntar los fragmentos en una formulación coherente (2) (9).


Esta supervisión muestra cómo se efectúa la tarea de ir abarcando
los fragmentos de material completando la hipótesis inicial y
haciéndola más compleja.

Descriptores: Caso clínico. Psicosis puerperal. Sueño. Su-


pervisión.

64
Darío

Analista: Voy a comenzar leyendo una breve historia del pacien-


te para poder entrar luego en el trabajo de las sesiones; también
mencionaré algo respecto al vínculo transferencial.
Darío tiene 44 años, es casado, padre de dos hijas de 17 y 15
años. Reclama afecto permanentemente y está insatisfecho por
no sentirse querido. Siempre deseó un hijo varón por el apellido.
Desde hace un año mantiene relaciones con una amante diez
años menor que él.
Sus padres son los únicos sobrevivientes de la familia, el resto
murió en los campos de concentración. Darío buscó familias
sustitutas: tíos, primos –que él llamaba así. Asimismo es notoria
su necesidad de tener amigos y de estar rodeado de gente.
Hace tres años muere su madre en pleno estado de invalidez;
de ella dice que lo que más le duele de su muerte es el vacío de
no haberla conocido, es como si no hubiese existido.
Un recuerdo de su adolescencia: tenía aproximadamente 16
años, le encantaba pintar, cuando su madre, orgullosa de él pero
sin consultarlo ni pedirle permiso, regala sus cuadros, momento
a partir del cual no vuelve a tocar los pinceles.
Desde los 15 años trabaja con el padre en una fábrica de ropa;
tienen una relación muy conflictiva de dependencia y someti-
miento mutuos. Ya en esa época el padre le enseñaba que los
amigos estaban con él sólo por interés, por su dinero o por su
auto; aún en la actualidad lo desautoriza frente al personal de la
fábrica.
Hace cinco años el padre se jubila y al poco tiempo de morir
la madre se vuelve a casar, quedando Darío a cargo de la fábrica
y de la economía de las dos familias. Inicia entonces sociedades

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 65


DONALD MELTZER

comerciales con distintas personas –generalmente de menores


recursos–, sociedades que terminan con robos o estafas por parte
de los socios.
Su hermana es tres años menor, casada, con dos hijos; es la
preferida del padre. Ella recibe bienes y dinero, sin tener que
hacer ni méritos ni esfuerzo a cambio.
Desde muy pequeño fue obeso, su madre tenía miedo de que se
muriera de hambre. Suele tener problemas digestivos y colitis;
especialmente cuando está angustiado todo lo que come le cae
mal. Fue operado de hemorroides hace un año.
Gordo, petiso, feo, sentía que no podía gustar a nadie. Fue
iniciado sexualmente por una mucama que lo masturbaba; gene-
ralmente buscaba prostitutas o mujeres mucho mayores que él y
de condición social inferior, asegurándose así que no lo rechaza-
ran. Cuando intentó acercarse y contarle al padre sus problemas,
éste le respondió con un cachetazo.
La única mujer de edad similar a la suya con quien contactó es
con su actual esposa; de ella no estaba enamorado, era muy fea,
y se casó porque pensó que él nunca se iba a casar y que no podría
tener hijos. Además, quería darle bronca al padre que se oponía
al matrimonio. Había dado la palabra al suegro de casarse con la
hija; éste, que perdió su capital, huyó del país dejándole a Darío
la hija y los acreedores como dote.
De este modo Darío cree repetir como calco la historia de su
padre, quien se casó con su madre por una promesa hecha al
abuelo paterno de que cuando llegase a Argentina iba a casarse
con quien había sido su novia en Europa.

ACERCA DEL VINCULO TERAPEUTICO

Es derivado por una colega que lo conocía desde la infancia,


y cuyo marido mantenía relaciones comerciales con él.
Me lo describió como alguien muy difícil, complicado, que
pone obstáculos y se muestra negativo a las propuestas.
La relación terapéutica atravesó por tres momentos: un primer
período –que duró de 1982 a 1984– cuando consulta a raíz de la
mala relación que mantenía con su padre, al no poder aguantar
más el nivel de peleas y agresiones mutuas. Tenía frente a mí a

66
DARIO

una persona de aspecto desagradable, brusca, una especie de


masa amorfa.
Trabajamos con cuatro sesiones semanales, se acostaba en el
diván, y me decía que él creía que tenía arteriosclerosis, no podía
pensar, que se le ponía la mente en blanco, y tenía como agujeros
en la cabeza.
Con frecuencia después de alguna interpretación mía donde
había intentado entender algo, me decía: “perdóneme pero no la
estaba escuchando”. Muchas veces sentí mi trabajo como inútil e
infructífero; sin embargo no faltaba, venía puntualmente y tenía
miedo de que me enojara por algún cambio que él pidiese en
relación al setting.
Durante este período había ciertos secretos, cosas que no
podía contar porque yo podía extorsionarlo; o si se trataba de
asuntos comerciales aparecían vivencias paranoicas, que yo apro-
vecharía en mi beneficio los datos que él me daba y me pondría
un negocio frente al suyo para competir con él.
Esto cobraba vívidamente fuerza de realidad. Decide inte-
rrumpir el tratamiento al final del segundo año porque no tolera
la dependencia conmigo. Dice que le tiene miedo a esa dependen-
cia, pero que yo lo espere, que él va a volver.
Regresa después de dos años, en 1986; me pide venir dos veces
por semana y no acostarse en el diván. Lo veo más atractivo, más
delgado –había bajado como 15 kilos–, su aspecto denotaba
mayor cuidado personal.
Se había separado comercialmente del padre, y estaba inten-
tando un cambio. Analizo su propuesta y la acepto como prueba;
de no resultar beneficiosa para el análisis replantearíamos este
nuevo contrato.
Al comienzo parecía funcionar, pero luego comencé a sentir
que habíamos entrado en una suerte de impasse. También llegué
a pensar si no sería una reacción terapéutica negativa, dado que
cuando estaba mejor según mi criterio, él empeoraba.
Decía que él entendía todo, pero cuando salía del consultorio
estaba igual o peor. La gente le preguntaba: “¿vos te analizás?,
¿qué hacés en tu terapia?, cada vez te veo peor”.
En realidad yo también tenía mis dudas de que se estuvieran
operando cambios en él, me cuestioné tanto mi forma de trabajo
como los métodos de abordaje.
A fines de 1989 le propuse un límite, aumentar mínimamente

67
DONALD MELTZER

una sesión por semana y poner como plazo ese año para analizar
la marcha del tratamiento, en caso de que evaluáramos el proceso
con signo negativo interrumpiríamos de común acuerdo.
Las dos sesiones transcriptas pertenecen a este tercer período
donde reconozco haber modificado algunos modos de abordaje,
que creo me han dado mejores resultados. En enero de 1990
cuando se despide me dice: “gracias, creo que este año va a haber
cambios”. Obviamente queda abierto el interrogante.

Dr. Meltzer: Parece un personaje de Gogol, no es solamen-


te su carácter sino también es la cultura familiar y el medio
social en el cual él vive. Es difícil darse una idea de la vida
interior que él tiene, porque parece que la mayor parte de
la vida transcurre en el medio en el que se encuentra y su
adaptación a ese medio. En cuanto a valores, el único
valor que se puede detectar hasta este momento es la
gratificación sensual, por un lado, y el sentimiento de
seguridad de que no hay una noción de relaciones íntimas
en su vida. No es fácil ver qué concepciones tiene de lo que
es el psicoanálisis, no parece tener una idea de lo que es
el trabajo profesional de la psicoanalista, lo único que
noto es que el análisis es parte de este mundo comercial
donde él se mueve.
La actitud hacia la terapeuta es en general de aplaca-
miento, mantenerla contenta para evitar antagonismos,
para evitar que ella se enoje; y no tiene muy claro para qué
viene tres o cuatro veces por semana, se acuesta en el
diván... no está muy seguro para qué es todo eso.
No tenemos idea hasta ahora de qué entiende él, qué
hace él con estas interpretaciones; lo único que oímos es
que a veces no escucha y que se disculpa porque no
escucha, pero no sabemos muy bien qué pasa con lo que
dice la analista.
Cuando él interrumpe obviamente da señales de no
aguantar la dependencia, es un poco como un chico que
dice: “esperá, yo voy a volver cuando sea grande y esté
listo y preparado para entrar en una relación de intimidad
y una relación sexual con la analista”. Mientras tanto él
trata de recuperarse de alguna manera, pierde peso, se
hace más atractivo, se sienta frente a la analista, pero en

68
DARIO

realidad es difícil saber qué es lo que él gana con todo


esto. Y parece que cada sesión es una desilusión porque él
no ve evidencias de que la analista se enamore de él. Así
que lo que vemos acá es como una especie de réplica de un
cortejo arcaico, es un poco como un joven que va a visitar
a una señorita y se sientan en el diván, y ella quizás le
ofrezca té y él la visita, la visita y la visita hasta que se
siente lo suficientemente seguro como para hablar con el
padre y pedirle la mano.
Esto va a ser diferente de su primer matrimonio porque
la mujer en ese caso era fea y el padre se la quería sacar
de encima, sacarse de encima las deudas e irse del país.
Pero esta chica es linda, el padre es rico, y tiene buen
status social... así que es otra proposición y él tiene que
tener cuidado.
En ambos períodos del análisis lo que estamos viendo
hasta ahora es más que nada el actuar en la transferencia,
no hay mucha comunicación y no hay mucha investigación
psicoanalítica propiamente dicha, sino que él se comunica
básicamente mediante la actuación en la transferencia.
Los procesos que no suenen como un análisis ideal no son
necesariamente inútiles, hay toda una escuela que cree
que existe una cosa que se llama la experiencia emocional
correctiva, basada en que el paciente actúa en la transfe-
rencia, el analista actúa en la contratransferencia, y los
dos ofrecen versiones mejoradas de lo que fue el pasado y
que eso –en teoría– es algo que lleva a una mejoría.
Tenemos que observar en detalle en el material qué es lo
que pasa, porque sospecho que esto no va a aparecer como
un procedimiento analítico convencional, es más que nada
una especie de repetición de la vida familiar. 1
Él viene tres veces por semana... ¿se sienta?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: ¿Y qué días de la semana viene?

Analista: Lunes, miércoles y viernes.

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 89, “La actuación en las primeras etapas del proceso”.

69
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿A qué hora?

Analista: Ahora le cambié, pero el año pasado venía lunes,


miércoles y jueves. En estas sesiones que traje hoy venía lunes,
miércoles y jueves a la mañana, a las ocho de la mañana. Eso era
el año pasado, este año hicimos un cambio.

Dr. Meltzer: ¿Es el primer paciente?

Analista: Sí, es el primer paciente... tempranito.

Dr. Meltzer: Lo pregunto porque simplemente estoy tratan-


do de darme una idea de cuál es el setting, para llenar los
huecos dentro de la imagen que tengo de lo que está
ocurriendo. No tengo una razón particular para hacer esta
pregunta.

Analista: ¿Puedo hacer un pequeño comentario sobre lo que dijo


anteriormente? Este paciente cuando empezó el análisis me dice
que él quería ser amigo mío, y por qué yo no podía conocer su
casa... él me quería mostrar su casa porque se había cambiado de
casa, por ejemplo; para ver estas confusiones. Yo le explicaba
que no podía ser amiga de él, que yo era su analista, él me podía
mostrar una foto de su casa... Pero él tenía una seria dificultad en
poder entender por qué no podíamos ir a tomar un café, él lo decía
realmente, y yo no sentía que era un psicópata.

Dr. Meltzer: ¿Podría describir su consultorio?, ¿qué edi-


ficio es?... la geografía.

Analista: Cuando vino a la consulta –hace muchos años atrás, en


esos dos primeros años de tratamiento– yo atendía en mi casa,
tenía una entrada común a mi casa y al consultorio. Era un planta
baja, y era un consultorio más bien medio ascético porque ahí
trabajábamos mi marido y yo, y como él es pediatra –no tenía
camilla, ni nada– el consultorio a su vez era un consultorio
médico. Estas sesiones transcurrían en un consultorio que queda
en un quinto piso –un consultorio mío– tenía una sala de espera
y mi consultorio con muchas plantas.

70
DARIO

Dr. Meltzer: ¿Es el único cambio de consultorio en su


análisis o ha habido otros cambios?

Analista: Ahora hay otro cambio porque volví a mudarme, en


marzo de este año, pero no pertenece a estas sesiones.

Dr. Meltzer: ¿Cuándo fue el cambio de verlo en su casa a


verlo en el consultorio?

Analista: Los dos primeros años los hizo en mi casa; cuando él


retomó, volvió al otro consultorio.

Dr. Meltzer: Así que entre ambos períodos hubo un cambio


en la geografía del setting.

Analista: Le quería decir algo con respecto a esta actitud aplaca-


toria a la que usted se refería. Me había pasado algo transferen-
cialmente con este paciente; yo en una de esas épocas tenía un
nódulo en la garganta y me daba cuenta que él gritaba y yo
hablaba más fuerte, y como yo no podía forzar la voz si no hubiese
sido por ese hecho foniátrico no me hubiera dado cuenta de que
él necesitaba hablar encima, me tapaba, y aplacatoriamente no
me dejaba hablar. Yo tomé conciencia porque estaba muy
contactada con mis cuerdas vocales en aquel momento, pero era
muy fuerte esta sensación aplacatoria –que usted decía– respecto
a no dejarme hablar.

Dr. Meltzer: ¿A qué llama aplacatoria, a hablar más alto


que usted?

Analista: Por ejemplo hablar más alto que yo, no dejarme hablar
y hablar encima mío.

Participante: La idea de algo aplacatorio es algo destinado a


evitar que te enojes, pienso que es diferente.

Analista: También estaba eso.

Dr. Meltzer: ¿Cómo es la situación con el pago?, ¿lo


maneja como usted lo establece o como él decide?

71
DONALD MELTZER

Analista: Él ha tenido muchos intentos de manejarlo como él


decide, es como que le cuesta mucho aceptar los límites en cuanto
a que el pago es algo que decido yo, porque siempre siente que le
cobro de más... A pesar de que es un paciente que tiene un buen
nivel económico, yo no siento que es amarrete sino que él no
soporta que sea algo que maneje yo.

Dr. Meltzer: ¿Cuál es su manera para cobrar?

Analista: Yo le cobro a fin de mes; verbalmente le anuncio a


mitad de mes y generalmente me paga puntualmente entre el 1 y
el 5 que es cuando él paga a todos sus empleados.

Dr. Meltzer: ¿Cómo paga?, ¿en efectivo, en cheque?

Analista: En efectivo.

Dr. Meltzer: Y la primera vez que lo vio, ¿cómo se puso de


acuerdo acerca de los honorarios?, ¿simplemente le dijo
cuánto cobraba y él aceptó o hubo algún tipo de negocia-
ción?

Analista: Cuando empezó le dije cuánto cobraba y él dijo que iba


a pagar, pero después más adelante sí intentó hacer negociacio-
nes con el pago. El siente que le cuesta mucho pagar los honora-
rios, vuelvo a insistir no por una cuestión económica, le cuesta
afectivamente pagar.

SESION DEL DIA JUEVES

Analista: Llega puntualmente. Al entrar comenta: “Hace frío”.

Dr. Meltzer: ¿Él dice esto antes o después de sentarse?,


¿hacía frío en la habitación, usted también sentía frío?

Analista: Antes de sentarse... en la habitación sí hacía un poco de


frío, yo prendía una estufa, pero él generalmente no tiene frío, es
raro, por eso yo le pregunto. En general él hace algún comentario
del tiempo, a veces subimos juntos en el ascensor porque yo

72
DARIO

vengo de mi casa y él viene muy temprano y me espera; subimos


juntos, y entonces me hace algún comentario en el ascensor que
después empiezo a trabajar en la sesión, porque no le contesto en
general.

Dr. Meltzer: ¿Cómo se prende la calefacción?, ¿qué tipo de


estufa tiene?

Analista: Es una estufa eléctrica.

Analista: Me llama la atención que usted haga este comenta-


rio, por lo general no suele manifestar tener frío, más bien lo
contrario.

Dr. Meltzer: ¿Él a veces se queja acerca de la calefacción?

Analista: Sí... como diciendo “por mí no la prenda”, una cosa así.

Dr. Meltzer: Inmediatamente ya de entrada uno tiene la


elección de prender o no la calefacción, o de decirle que si
tiene frío que él la prenda solo. La elección que hace el
analista es responder al pedido del paciente y prender la
calefacción. No sabemos si es una decisión que la analista
tomó, una decisión conciente, pensada, o si es simplemen-
te una respuesta automática social.

Analista: Creo que es más lo segundo porque yo llego al consul-


torio y prendo la estufa en invierno también por mí; en general
en esa época del año hace frío y a veces no la prendo por él –eso
sí–, porque él me dice “por mí no la prenda”, pero en general
suelo prendar la estufa a esa hora.

Paciente: Hoy me levanté muy temprano, y antes de venir para


acá acompañé a mi mujer a comprar materiales de trabajo. (Se
queda pensando). Puede ser que haya dormido mal...

Dr. Meltzer: Esto es a la ocho de la mañana, ¿o sea que fue


a hacer esas compras antes de las ocho de la mañana?

Analista: Sí, no quiero decir la actividad laboral, pero tiene que

73
DONALD MELTZER

levantarse como a las cinco de la mañana para hacer esas com-


pras.

Dr. Meltzer: ¿Ese es el procedimiento ordinario para él?

Analista: No, no es común, ni habitual.

Analista: Me pregunto si será sólo el haber dormido mal o si


a usted le pasa algo más en este estar destemplado. ¿Recuerda
que en la sesión anterior me relató que había estado tan tenso
que en una cena de trabajo se comió siete panes, y que sólo
hizo conciente el hecho por las migas de pan que dejó sobre la
mesa? (Pequeño silencio) ¿No pasó nada anoche?, ¿alguna
preocupación?

Dr. Meltzer: No estoy muy seguro qué está investigando


con esta interrogación.

Analista: La intención era porque había algo inusual, no era


común que él me hablara de que tenía frío y yo sentía que algo le
estaba pasando. Yo hice una asociación que en la sesión anterior
él había estado muy tenso, que le habían estado pasando cosas
que lo hicieron descompensarse mucho –porque en general él
tiene, actualmente, con la comida un cierto control–, como que se
había totalmente descontrolado; entonces le pregunté si no había
tenido alguna preocupación el día anterior, si no le había pasado
algo, como para indagar qué le pasaba.

(Se queda un largo rato en silencio, y con un gesto de descu-


brimiento muy apasionado –tiene un gesto muy particular que yo
no lo podría describir– pero le brillan mucho los ojos, hace así
con el dedo y dice “ya sé qué puede ser”, como que descubrió
algo).

Paciente: Ya sé qué puede ser, anoche me quedé viendo dos


películas en videocable, dos películas al mismo tiempo... (Él
dice que lo asoció con tener mujer y amante al mismo tiempo,
paralelamente) ...una de las películas trataba de un policía que
lucha contra un mafioso de la droga; el policía es derrotado
pero igual sigue insistiendo, y hasta llega a poder matar al

74
DARIO

mafioso. El mafioso le dice: “matame ahora, ya mismo porque


igual voy a salir de acá y no me va a pasar nada, en cambio a
vos...” y así termina la película, el policía tiene que irse a
buscar trabajo a otro lado.

Dr. Meltzer: ¿Es una película argentina?

Analista: La película no es argentina, pero es una película


conocida...

Paciente: La otra película trataba de... (se queda en silencio y


piensa) Ah!, sí, de los niños negritos, se trataba de una doctora
recién recibida que la mandan a Etiopía. Ella va con toda la
ilusión, y cuando llega ve lo que es eso... (para el relato y pone
una cara de horror) Usted tendría que ver lo que era eso, estaba
filmado de la realidad.

Analista: Supongo que cuando usted vio a esos chicos debe


haber pensado también en otros chicos.

Yo tenía también en la cabeza –cuando le hice este comenta-


rio– las imágenes del Museo del Holocausto en Israel, fue como
un flash que tuve; como él había estado viendo películas, yo tuve
esa imagen.

Dr. Meltzer: Esa era la contratransferencia, usted tenía la


impresión que el horror del paciente tenía que ver con
chicos moribundos y muertos de hambre. Él probablemen-
te esté diciendo algo como que tiene una indigestión
mental, que es parecido a lo que usted decía acerca de la
sesión anterior de que había comido todo ese pan. Él
parece estar diciendo ahora que tiene una especie de
indigestión mental, que vio dos películas que no se combi-
naron bien adentro de él, que le provocaron una especie de
empacho. Las dos comidas, las dos cosas con las que se
alimentó al ver estas dos películas es por un lado el mundo
de los hombres, drogas, violencia; y por otro lado el
mundo de las mamás con los bebés, morirse de hambre, y
cosas así.
Si bien vio estas películas simultáneamente –como él

75
DONALD MELTZER

decía cambiando de canales– cuando él cuenta en la


sesión acerca de estas películas, lo cuenta con una cierta
secuencia: primero la película del policía y luego la de
Etiopía. Cuenta estas dos películas en una secuencia
determinada y hay que tomarlo un poco como cuando un
paciente cuenta dos sueños, o sea que es como si tuviera
una secuencia gramatical, como si dijera “si pasa una
cosa, ocurre lo otro”, o sea “si los hombres se comportan
así, éstas son las consecuencias”.
Y él inmediatamente vio la asociación de que ver dos
películas al mismo tiempo es como tener una esposa y una
amante; que si los hombres se van a comportar de tal
manera que la sexualidad de ellos está determinada por
problemas de competitividad entre hombres, la conse-
cuencia de esto va a ser una escasez emocional en la
familia, esto es lo que le pasa a las madres y a los hijos.
Si él viene al análisis con la intención de macho de
seducir a la analista, todo el dinero, todo el esfuerzo que
hace, todo lo que invierte en el análisis, va a empobrecer
la vida de hogar. Si es un bebé se va a comportar de una
manera seductora, erotizando la relación con el pecho, va
a empobrecer su mundo interno.

Analista: (Yo le sigo como comentando la película), “Sí,


claro, la pobreza”.

Paciente: Sí, la pobreza, pero en los campos había cosas más


terribles aún, los llevaban a la cámara de gas, los mataban;
todo eso me pasó por la cabeza. Al final la chica hace una
denuncia ayudada por un fotógrafo del equipo que fue a ese
lugar, y el problema se conoce en todo el mundo. Hubo muchas
dificultades, muchas oposiciones, pero mandan alimentos.

Analista: Este paciente en todos estos años de análisis nunca


trajo un sueño. Yo tomé este material como si fueran sueños, y
entonces decidí como dejar más abierto, seguir preguntando para
ver con qué asociaba. Yo lo relacioné también con cosas que
estaban muy tapadas en su familia, por ejemplo, la madre nunca
habló con él de su familia, él no conoció a nadie.
Por eso yo le sigo preguntando qué le despertaron estas

76
DARIO

películas. A mí me llamaba la atención que en la primera hay


denuncias que se vuelven en contra del policía, en cambio en el
segundo caso la denuncia es considerada.

Paciente: De la primera película me impactó el tema de la


justicia, luchar toda la vida y que no sirva para nada, no ser
nadie, morir sin ser descubierto, sin que nadie se dé cuenta. No
sé qué hacer con mi negocio, ¿lo cierro o lo continúo? Mi
mujer me dijo que ella está en otra cosa, que no está dispuesta
a ayudarme. Yo quiero hacer algo creativo en mi vida, hacer
algo, dejar algo... (Llora muy acongojado y me pide un pañue-
lo de papel; yo tengo pañuelos de papel al lado del escritorio,
entonces le ofrezco la caja)... No quiero ser como mi mamá
que pasó por la vida y no dejó nada, nadie la va a visitar al
cementerio. Si yo no llamo a la gente para salir nadie me
llama, sólo me buscan por interés.

Analista: Eso es lo que le decía su papá.

Dr. Meltzer: Usted le pregunta qué impresiones tiene de las


películas y él contesta algo que no tiene aparentemente
nada que ver con las películas. Comienza su lamento y es
para que lo ayude a hacer algo que la esposa no lo ayuda
a hacer; él quiere hacer algo creativo en la vida y quiere
que se lo ayude.
¿Cuántos hijos tuvo su madre?

Analista: La madre tuvo dos hijos: él y una hermana.

Dr. Meltzer: Así que la mamá tuvo un hijo varón y el


paciente no tiene ningún hijo varón ... El lamento del
paciente sería algo así como que estuviera diciendo: “mi
esposa no me puede ayudar, mi esposa solamente produce
nenas, mi pobre mamá sólo me produjo a mí y yo no hice
nada para enfatizar la creatividad de mi mamá, y lo que yo
necesito hacer y necesito ayuda es para producir un nieto
para mi mamá, y eso la va ayudar a mi mamá a sentir que
ha logrado algo en la vida”. En tiempos bíblicos una de las
razones de divorcio aceptables era que la pareja sólo
tuviera mujeres; Enrique VIII se divorció de su esposa

77
DONALD MELTZER

española porque no producía hijos que lo sobrevivieran.

Analista: Este paciente durante muchos años guardó juguetes


que compraba para un supuesto hijo varón, y hasta tuvo la
fantasía de adoptar un varón, pero la mujer no quería saber nada.
El tardó cinco o seis años en el transcurso del análisis en tirar o
regalar un tren que había comprado para ese supuesto hijo varón.

Dr. Meltzer: Lo que él parece estar diciendo en este cortejo


es que la esposa es social y genéticamente un ser inferior,
y que no quiere ayudarlo; que la analista parece que es
fuerte, vigorosa, de buena familia, inteligente, y que ella
está en muy buenas condiciones de producir un nieto para
su mamá. Es una forma de entender este material usando
como base la asociación que hace al haber visto las dos
películas, cuando él dice que vio dos películas y lo asocia
con tener una mujer y una amante, ésta es una forma de
entenderlo. Es como si él dijera que es parte de este mundo
de machos, de policías, drogas, criminales, pero él se
quiere reformar, quiere transformarse en alguien creati-
vo, pero mientras la mujer siga siendo como es no va a
poder hacer nada. Él también parece estar diciendo que
proviene de una pobre semilla del padre y que no es un
orgullo para la madre, pero su intención es inyectar nuevo
vigor en esa familia. Tiene la lógica de la reproducción
animal para mejorar la especie.

Analista: Cuando yo le digo que eso era lo que le decía el padre,


él dice:

Paciente: Claro, no terminar las cuentas, que siempre me


deban es una forma de que sigan atados a mí por mi plata.

Analista: Sí, pero también es una forma de intentar romper o


cortar la relación, porque usted ha dicho muchas veces que mi
interés por usted es sólo porque me paga, y si bien cree que
pagando me tiene con usted, en ese mismo momento me pierde
adentro suyo porque corta la relación conmigo y se decepciona
de mí, porque soy una interesada más. Por otra parte usted
quiere que le preste atención, que me dé cuenta que existe,

78
DARIO

pero cuando lo hago me ignora o se aleja.

Dr. Meltzer: Vamos a examinar la interpretación. Ud. le


está confirmando que ésta es la forma en que él se siente
acerca de las relaciones comerciales, y que es parte de la
relación comercial con la analista que la analista esté
interesada en el paciente. Después usted dice: “usted
quiere que yo le preste atención, pero cuando le presto
atención usted me ignora y se mantiene alejado”. ¿Es así
la secuencia?

Analista: Sí.

Paciente: Alicia, mi hija menor, es muy sensible, ella también


se da cuenta, ella percibe lo que me pasa. Hice un seguro de
vida para mi familia por si me pasa algo; usted sabe que
siempre tengo miedo al infarto, o a algún problema cerebral,
o a quedar como mi mamá.

Dr. Meltzer: ¿Por qué habla de Alicia acá?

Analista: Porque como yo le digo que él muchas veces no presta


atención o me ignora, habla de Alicia, como que eso mismo le
pasa con la hija menor, que ella es muy sensible y que de repente
él no se da cuenta.

Dr. Meltzer: ¿Le parece que es eso lo que está haciendo?;


¿diciendo que Alicia es sensible como su analista, y serían
sensibles porque lo conocen bien? Incluyendo la parte del
seguro de vida, se oye un poco este material como que está
diciendo que es un buen papá para los chicos, es sensible,
se siente muy cercano a su hija, y ha tomado todas las
medidas que son adecuadas para asegurar el futuro de su
familia. Lo escucho como el tipo de lata que daría un
vendedor de seguros... como si dijera “no tiene que preocu-
parse si me divorcio de mi esposa y me caso con usted
porque yo me voy a ocupar de los chicos, les voy a dar el
dinero, no tiene que sentirse culpable”. Lo escucho todo
como una especie de negociación, como un tratado comer-
cial.

79
DONALD MELTZER

Analista: Si bien usted parece estar pensando asegurar el


futuro de sus hijas, parece que este seguro es más una inver-
sión para la muerte que para la vida, en vez de asegurar su
propio futuro de vida, intentar saber qué quiere hacer en esta
vida....

Dr. Meltzer: Usted respondió en forma apropiada desde el


punto de vista del paciente, y él tomaría esa respuesta
como una respuesta alentadora.

Paciente: Me conformaría con poder hacer algo, por ejemplo


me puse contento el otro día porque pude terminar de leer un
libro (generalmente no aguanta, lee el comienzo y el final,
pero no puede leer todo un libro).

Dr. Meltzer: Es como volver después de dos años habiendo


perdido peso, con una mejor predisposición, es como si
también hubiera mejorado su mente para ponerse más al
nivel intelectual de la analista. Ud. tiene que pensar que
estas seducciones siempre fallan, pero a veces tienen
éxito.

Analista: Lo que pasa es que en este paciente la seducción es muy


infantil.

Dr. Meltzer: Sí, pero está mejorando... Este tipo de actua-


ción en la transferencia puede llegar a un punto en el cual,
si el paciente nota que la analista piensa que él no es una
buena pareja para ella, y la analista no interpreta, él
puede repetir este tipo de conductas fuera del consultorio
con otra mujer, comenzar una relación así en forma com-
pulsiva, y uno oye poco después que se divorció de la
esposa... En fin, que actuó toda la situación fuera del
contexto y como resultado de este tratamiento.
Lo que estoy describiendo es algo que ocurre muy
comúnmente en la edad media de la vida, cuando los
maridos se cansan de las mujeres, que las mujeres con las
que se casaron aparecen de repente como inadecuadas...
los hombres se han transformado en más prósperos, más
elegantes, más mundanos y entonces al querer adquirir un

80
DARIO

cierto status mayor buscan una mujer que entre mejor


dentro de sus planes. 2
En cuanto a la transferencia infantil, es un proceso que
tiene que ver con la emergencia del complejo de Edipo que
parece genital pero es pregenital, y es pregenital porque
una vez que se ha completado el control de los esfínteres el
chico comienza la labor de seducir a la madre a la edad de
dos, tres años.
Podemos pensar que el primer período del análisis la
analista lo pasó limpiándolo y secándolo, y él ya no es más
ese chico sucio que está preocupado por su materia fecal,
que está preocupado por el dinero, que está preocupado
por sus fantasías sadomasoquistas, que está preocupado
por la masturbación anal... él está limpio, prolijo, listo
para comenzar el colegio y preparado para comenzar la
seducción de la mamá, hasta está empezando a aprender a
leer.

SESION DEL DIA LUNES (llega 15 minutos tarde)

Paciente: El tránsito estaba muy cargado (silencio). Estoy


angustiado, es por un reportaje que escuché, es la primera vez
que escucho algo así... (estaba muy azorado) ...decían en ese
reportaje que se puede ser adicto a las personas y que los que
tienen esa enfermedad no pueden estar solos; me sentí total-
mente identificado. Yo veo personas que ni necesitan compa-
ñía, por ejemplo mi mujer o mi cuñada, que cobró dinero de un
juicio que ganó, se compró un departamento en Pinamar y ni
avisó. Me ofendí, yo no procedería así, les hubiera participa-
do. Me molesta, mi mujer me dijo que debe ser por mi forma
crítica de actuar que molesta a los demás, algo así como que
yo tiro ondas negativas.
Mi hermana también sacó pasajes para viajar a Miami y no dijo
nada.

Analista: ¿Por qué tendrían que avisarle?; como usted está


muy pendiente de los demás y se enoja cuando descubre que

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 89, “La actuación en las primeras etapas del proceso”.

81
DONALD MELTZER

cada uno cuida sus propios intereses y hace su vida, tal vez le
moleste que usted se sienta más pendiente de mí y sienta que
yo no le correspondo de igual modo.

Dr. Meltzer: Yo sigo oyendo lo mismo, desde el mismo


punto de vista, él está hablando aquí de estos otros chicos
que son chicos sucios, preocupados por la materia fecal, el
dinero, sus secretos y que él es diferente, él necesita
compañía, él depende de la analista... él la necesita a la
analista y necesita relaciones íntimas.
Con esta estructura diría que él dejó después de dos
años porque no aguantaba más la dependencia de la
analista como alguien que le limpiaba la cola, y él se fue
con la determinación de aprender a hacerlo solo y presen-
tarse nuevamente como un buen partido.
Su respuesta a este material puede ser interpretada por
él como que Ud. lo alienta; “sí, sí... yo entiendo que usted
no quiera jugar más con esos chicos sucios y que usted está
preocupado porque siente tanta adicción por mí, y usted
siente que en realidad yo no respondo a sus sentimientos”;
lo que él va a escuchar es “pero en realidad yo respondo”.
Usando este marco de referencia él va a escuchar esta
respuesta, como que la analista está alentando sus espe-
ranzas.

Paciente: El fin de semana ocurrió un incidente con mi padre


por el pago de la Obra Social Medicus (y tiene un lapsus y dice
Galeno).

Analista: ¿Cómo fue que confundió Galeno con Medicus?

Dr. Meltzer: Cuando un paciente actúa en la transferencia,


muy frecuentemente ellos no van a escuchar las palabras
de las interpretaciones, ellos van a escuchar más la música
de lo que uno dice, van a escuchar más la respuesta
emocional a lo que dicen.

Paciente: Sí, porque Medicus es mi Obra Social, estoy cansa-


do de ocuparme de pagar los gastos... (se refiere a los del
padre)... y si falta algo, si alguna cuenta no da justo, pareciera

82
DARIO

que me acusa, soy sospechoso de robo, soy el que se ocupa de


sus cosas pero al final desconfía de mí.

Analista: A pesar del esfuerzo que usted hace para ser queri-
do.

Paciente: El otro día vino al negocio y me dijo: “no soy feliz”.


Él es feliz sólo cuando está lejos, ahora se quiere ir por un mes
a Estados Unidos, me parece que es para alejarla a Betty de sus
hijos... (Betty es la nueva esposa del padre) ...no soporta que
los vea y se dedique a sus hijos y a sus nietos. Después de
tirarme esa pálida me dijo: “¿por qué no le pagás la cuenta de
Galeno también a Betty?”. Le dije que Betty no es mi mamá...
“pero si tu mamá viviera la pagarías”; “sí –le dije– pero Betty
no es mi mamá”. Me costó mucho decirlo.

Dr. Meltzer: El próximo paso, el paso lógico que sigue a


esto, habiendo oído en la voz del analista algo que lo
alentaba, es comenzar una propaganda contra el papá. Es
como si dijera: cada vez que papá llega a casa y ve que sos
infeliz él me culpa a mí, y no se da cuenta que es él la causa
de tu infelicidad porque él te separa de tus hijos; y de todas
maneras cada vez que él me acusa a mi de tratar de esta
manera a mamá yo le digo: pero no es mi mamá. De
manera que esto es evidencia de que él está diciendo algo
así como que “usted no es mi mamá, usted es mi madras-
tra”. En cuanto al acting out el significado que tendría es
como el paciente diciéndole: “bueno, yo veo que usted
trabaja tanto, posiblemente sea porque su marido no la
ayuda. Su marido no la mantiene, la abandona, y la separa
de los hijos analíticos a los que Ud. quiere tanto” y luego
aparece la barrera al problema del incesto, que es como si
él contestase al conflicto diciendo: “bueno, pero de todas
maneras usted no es mi mamá, usted es mi madrastra”.
En cuanto a la estructura de la situación, el paciente ha
escindido, disociado en forma severa el objeto materno, y
ha hecho una escisión entre la parte de arriba, entre el
pecho materno y también la madre que lo ha cuidado
durante los primeros dos años que ahora está relegada al
olvido, está muerta –de acuerdo a él– y la parte de abajo

83
DONALD MELTZER

de la madre que es Ud. en la actualidad; la ha transforma-


do en una madre genital, que vendría a ser la parte de
abajo de la disociación.
Lo que está ilustrando, y es algo que la analista intentó
hacer al principio de la sesión, es que cuando un paciente
actúa en la transferencia hay que observarlo, encararlo
como un sueño, o sea hay que visualizarlo en la pantalla de
televisión de la mente como si fuera un drama. Y cuando
esto se hace, ayuda a no sentirse uno atrapado en el
drama, y sentirse impulsado a actuar en la contratransfe-
rencia.

Analista: Parece que estas cosas generan muchas confusio-


nes: Medicus, Galeno, qué lugar ocupa cada uno, qué es lo que
le corresponde a usted, qué le corresponde a su papá, a quién
le corresponde saldar o pagar las deudas con Betty, con su
madre, con los familiares muertos... (Yo me refería a la sesión
anterior) ...de quién es la deuda. Entiendo que estas confusio-
nes en su cabeza a veces lo hacen confundirse respecto a los
lugares que usted ocupa en otros vínculos, por ejemplo cuando
usted me llama Juana o Teresa...
(Porque él tiene una costumbre: me puede llamar con cual-
quier nombre, me toca el timbre del consultorio y me puede
llamar Rosa o Susana; y a veces me llama por mi nombre
también. Cuando pasa esto él me dice que es porque está
arterioesclerótico).

Dr. Meltzer: ¿Cómo va a escuchar él esto?, algo así como:


“puedo ver que le es imposible tener una idea muy clara de
cómo son las relaciones útiles con otra gente, pero por lo
menos aclaremos las cosas conmigo, mi nombre es Sara”.

Paciente: Respecto a eso... (se refiere a los lugares que él


ocupa) ...con Susana la contadora pude arreglar el problema de
trabajo que había en el negocio. Si alguna vez tuve una
fantasía con ella, ya no más; donde se come no se caga.

Dr. Meltzer: Esa es la escisión de la que hablaba. ...Sólo


estoy interesado en usted como la futura madre de mi
hijo... no, el nieto de mi mamá.

84
DARIO

Paciente: Pero con mi papá no se puede, yo me alivio cuando


él está lejos, hasta llegué a desearle la muerte... (lo dice en
tono de confesión muy angustiante).

Dr. Meltzer: Hablando del complejo de Edipo...

Paciente: ...por eso le pago las cosas, tal vez para no sentirme
tan culpable. Cuando está en Buenos Aires me vuelve loco. Yo
acepté pagar sus cosas, sus impuestos, pero me arrepiento de
haber hecho ese arreglo. Tengo ganas de decirle “hacé tus
cosas solo”.

Dr. Meltzer: Es como si dijera: cuando pienso cómo la


trata su marido me da una bronca...

Analista: (Él me cuenta sobre los arreglos que hace con el


padre, yo le hago una pregunta). ¿Son arreglos que no se
pueden deshacer?, ¿son contratos de por vida?

Dr. Meltzer: Si uno no oye el material en la forma apropia-


da, uno se encuentra jugando el rol asignado.

Paciente: Encima le habló mal de mí a Betty, me dije: ¿qué


hago con todo esto?, ¿le hablo?, no quisiera que me pase con
él como con mi mamá que se murió y no pude decirle nada.
Quisiera cortarla con todo esto, no quiero estar mal y esto me
invade.
Tienen demasiada agua estas plantas (me dice refiriéndose a
una planta que está al lado de su sillón; le corta una hoja seca).

Dr. Meltzer: Lo que está diciendo es: alguien le pone dema-


siada agua a estas plantas... ¡Este marido tuyo!, la forma en
que este marido tuyo interfiere en la relación con tus hijos...

Analista: Usted se siente muy cargado como el tránsito que lo


hizo llegar quince minutos tarde. ¿Cómo encontrar –al igual
que las plantas– el equilibrio justo?, ni poco ni demasiado,
para no quedar pegado, adherido... (yo tenía en la cabeza el
modelo de los bichitos en la luz que se mueren cuando se
acercan demasiado) ...pero tampoco despegado y solo. Aun-

85
DONALD MELTZER

que usted en este momento dijo “quiero cortarla”... (se refería


al padre) ...no es tan fácil, el problema no está sólo afuera sino
también adentro de su cabeza. ¿Cómo estar con su papá dentro
suyo y a la vez poner límites al papá de afuera cuando se
pegotean y se invaden? ¿Recuerda cuando usted me decía que
tenía miedo de quedar pegoteado al análisis, como si analizar-
se fuera una adicción?, yo sería como ese padre de quien usted
se tuvo que alejar para recobrar su identidad, y si se queda tan
cargado de bronca puede hacer pudrir o secar la relación.
El otro problema es que si usted deja de ser su papá queda un
vacío, y ahí tendría que preguntarse y descubrir quién es usted,
qué quiere para su vida, cuál es su propio deseo.

Dr. Meltzer: No es muy claro qué piensa Ud. que le está


diciendo al paciente, lo que es más claro es lo que el
paciente quizás le escuche decir. El paciente quizás oiga
decir que él tiene temor de que la relación con usted sea
solamente una adicción, que hay demasiado poco análisis
o demasiado análisis, y que parece ser necesario encon-
trar la medida justa, y que la dificultad que tiene el
análisis tiene que ver con su padre interno y cómo esto se
reflejó en la relación con su padre externo. De manera que
Ud. está tratando de encarar el problema del complejo de
Edipo en relación al padre interno como se refleja en la
transferencia, pero externalizado sobre el padre verdade-
ro.

Analista: Él deja de estar pegado, ocupando el lugar de ese


padre...

Dr. Meltzer: La pregunta es: ¿le está Ud. diciendo que él


tiene el problema de sacarse al padre de encima, o some-
terse al padre, o encontrar el camino medio como una
forma de transformarse en su propio padre?

Analista: Yo le puedo decir –no sólo en esta sesión, sino en


general es una sensación que tengo de este paciente– que él, por
esta situación del complejo de Edipo, queda tan pegado a esta
imagen del padre y al padre real, que no puede ser él.

86
DARIO

Dr. Meltzer: Pero quizás también le esté diciendo que la


única solución que él conoce es transformarse en su propio
padre, algo así como si no pudiera imaginarse encontrar
un padre nuevo y mejor en la situación analítica.

Analista: No en la situación analítica, sino algo así como poder


hacer el duelo de ese padre, separarse, encontrar un vacío, y
buscarse a sí mismo.

Dr. Meltzer: Él quizás escuche todo esto como que le está


diciendo: tenés que tomar una decisión y actuar de acuer-
do con esto, y de esa manera transformarte en un padre
verdadero.
Estas dos sesiones posiblemente le den la experiencia al
paciente que ha hecho un gran progreso en su intención de
convertirse en un buen candidato para la mamá; que ha
hecho un gran progreso en convertir la situación de depen-
dencia infantil en una relación que va a durar toda la vida,
que va a ser creativa, que va a producir chicos; o sea, que
ha transformado el problema del apego edípico pregenital
con Ud., el problema de la dependencia, del chico feo, del
chico sucio, en un problema de objeto total; donde se ha
convertido en un agradable caballerito que puede ser un
mejor marido para la madre y salvarla de ese desagrada-
ble hombre que no la trata nada bien.
Un psicoanálisis puede terminar de esta manera no
solamente mediante la seducción de la analista, sino tam-
bién cuando el paciente comienza una relación afuera del
análisis con otra persona que lo lleva a interrumpir el
tratamiento. Es un problema muy común que se encuentra
con adolescentes, con los cuales muy pocas veces se puede
llegar a la posición depresiva y no se puede elaborar el
conflicto edípico; generalmente se meten con otra persona
y abandonan el análisis antes que esto ocurra.
El problema más importante es la tendencia a actuar en
la transferencia, y lo que escuchamos hoy es la expresión
más pura de la actuación en la transferencia. Cada episo-
dio de actuación en la transferencia tiene la intención de
controlar y manipular al analista, por un motivo u otro.
Cuando los pacientes están actuando en la transferencia

87
DONALD MELTZER

generalmente no escuchan las interpretaciones, no escu-


chan las palabras, sino que escuchan la música; o sea,
tratan de leer la respuesta emocional que obtienen a su
intención de controlar al analista. Y mientras escuchen
una música dulce ellos sienten que uno está siguiéndoles
los pasos, que uno está de acuerdo con lo que ellos dicen,
y cuando sienten una cierta dureza en la voz, cuando ellos
sienten que uno está diciendo “no”, cambian la forma de
relacionarse, dejan de actuar en la transferencia y co-
mienzan a traer sueños.
Desgraciadamente hay pacientes que pueden traer sue-
ños y usarlos para actuar en la transferencia, pero para
promover este tipo de cambios tiene que haber un cambio
en la música que uno expresa con la voz, uno tiene que
darle el mensaje al paciente de que no está de acuerdo.
Hay que señalarle al paciente que él no está escuchando lo
que uno está diciendo, que solamente está escuchando la
música.
También se da la situación opuesta en pacientes muy
obsesivos que escuchan sólo las palabras y no escuchan la
música, y por eso no obtienen la experiencia emocional de
la situación. De manera que lo que hay que hacer es quizás
escuchar muy atentamente cuál es la respuesta del pacien-
te, tanto a la voz como a la música; a la música en cuanto
expresa la emocionalidad, y a las palabras en cuanto
expresan el significado.
La contratransferencia que se usa para trabajar con los
pacientes es una de las cosas que se comunican a través de
la música en la voz, y eso es parte del compromiso emocio-
nal entre la transferencia y la contratransferencia. Uno
está envuelto en este proceso observando la conducta del
paciente, y observando también la música, la voz, y las
palabras que dice el paciente; y también uno espera que el
paciente haga lo mismo. Uno responde mediante la comu-
nicación a través de palabras y música, y si es posible sin
actuar.
Y si él quiere prender la calefacción, la puede prender
solo; y sería mejor para el análisis si no toca las plantas.

88
DARIO

REFERENCIAS TEÓRICAS

La actuación en las primeras etapas del proceso

En esta supervisión Meltzer plantea el problema de la transfe-


rencia preformada y de las actuaciones tanto dentro como fuera
de las sesiones al comienzo de un análisis. El seguimiento de las
actitudes, comportamientos, formas de aceptar el contrato com-
ponen junto al material verbal el panorama de la actuación.
Destaca los problemas de la contratransferencia en pacientes tan
poco dispuestos a ser analizados y las dificultades de establecer
un encuadre e interpretar las actuaciones, ya que lo que el
paciente busca es la actuación de la analista para que ensamble en
sus expectativas. Si se siente defraudado, la actuación se vuelca
a la vida externa (2).
Se refiere también a los elementos musicales de la voz (ver en
Introducción: “Temperatura y distancia como dimensiones técni-
cas de la interpretación”), pero en este caso, no como parte del
instrumental técnico del analista sino como una escisión del
paciente entre el contenido de la interpretación y su musicalidad,
con el objeto de pesquisar las emociones del analista y controlar-
lo.
En la intervención (1) se refiere a la ausencia de relaciones
íntimas en la vida del paciente. (Ver al respecto en la Introduc-
ción: “¿Qué es una experiencia emocional?”)

Descriptores: Actuación. Caso clínico. Contratransferencia.


Supervisión.

89
Florencio

Analista: Me consultó en mayo de 1985; es italiano, naturalizado


argentino, soltero. Le preocupaban sus tendencias homosexuales
porque quería casarse y formar una familia. El contenido de sus
fantasías homosexuales se refería a masturbaciones mutuas con
partenaires ocasionales. Sus actividades homosexuales se redu-
cían a muy esporádicos tocamientos con desconocidos, en los
subtes. No le atraían las mujeres.
Su padre, que había sido oficial del ejército italiano durante la
Segunda Guerra, fue acusado de fascista cuando se produjo la
liberación, y debió vivir escondido mucho tiempo. De esa época
recuerda poco.
Vino a la Argentina a los 7 años junto con su madre y su
hermano, seis años mayor que él. Aquí se encontraron con su
padre que había viajado unos años antes.
Él no reconoció a su padre –a quien recordaba por las fotos–
en aquel señor canoso y gordo que los recibió en el puerto.
Vivieron bastante pobremente. Acostumbrado a dormir con su
madre, recuerda el impacto que le causó la primera noche cuando
tuvo que dormir en el suelo, mientras su padre compartía con su
madre el único colchón de la habitación.
Desde el principio de su vida en Argentina sintió que su padre
no lo tomaba en cuenta, por el contrario su hermano estaba
siempre con su padre, a quien ayudaba en sus tareas de carpinte-
ría. Él se sintió siempre excluido de estas tareas.
Más frecuentemente ayudaba a su madre en las tareas domés-
ticas; ésta era una mujer severa, tajante y quejosa.
Fue siempre buen alumno pero con poco contacto con los
compañeros; era gordo y no se sentía apto para actividades
deportivas. Al terminar el secundario ingresó al seminario, pero

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 91


DONALD MELTZER

al cabo de pocos años éste lo desilusionó. Al salir, decidió


estudiar derecho. Se recibió con diploma de honor y el mejor
promedio de su promoción.
Vive con sus padres en un departamento de su propiedad. Su
hermano está casado y tiene 4 hijos.
Comenzó su análisis a razón de tres sesiones por semana,
pasando a cuatro en enero del año siguiente.
Fue siempre muy colaborador en su análisis, trayendo sueños
muy esclarecedores. La figura más frecuentemente transferida
sobre mí fue la de un padre sádico o descalificador. Esto fue el
punto de apoyo para una distorsión de la comprensión del sentido
del análisis, que lo llevó a buscar en mis interpretaciones juicios
y evaluaciones acerca de su masculinidad.
En el curso de estos cinco años han ocurrido una serie de
cambios, que producen un paulatino incremento de su autoestima
producto de la atenuación de la violencia de los conflictos de su
mundo interno; su forma de pensar se ha tornado más tolerante y
amplia de criterio, su forma de vestir ha incluido más elementos
informales y coloridos, cosa que era totalmente impensable al
comienzo del análisis.
Las relaciones con los padres, si bien aún distantes y a la vez
dependientes, hasta el punto que no podía dejar pasar algunas
horas sin telefonearles, se han vuelto más francas y discriminadas.
Ha concretado finalmente el proyecto de comprar otro depar-
tamento para ir a vivir solo, cosa que piensa realizar este año una
vez terminada la refacción.
Su vida social, si bien aún limitada, se ha ampliado conside-
rablemente.
Respecto de su vida sexual, ha pasado por algunas actuaciones
homosexuales consistentes en masturbación mutua en algún baño
público o sauna, actuaciones que le proporcionaron –para su
sorpresa– poco placer.
Las fantasías homosexuales tienen ahora la característica de
que no van acompañadas de excitación. Concientemente siente
que la actividad heterosexual no es para él, y que la homosexua-
lidad es lo único que le queda.
En su inconciente sin embargo, hemos inferido la existencia
de una determinación de abandonar la heterosexualidad por mie-
do a dañar a la madre, por miedo al padre sádico y castrador, y por
deseos vengativos de frustrar tanto a la madre como al padre. Esta

92
FLORENCIO

problemática se ha actualizado de muchas formas en la transfe-


rencia, y ha aparecido representada en gran cantidad de sueños.

Dr. Meltzer: Él probablemente era la niña de la familia.

Analista: El nombre que le pusieron es una transformación


masculina de un nombre femenino, y su forma masculina es muy
rara en italiano.

Dr. Meltzer: Es una homosexualidad femenina, y esta gente


es bastante infeliz porque generalmente se enamoran de
hombres masculinos que no quieren tener nada que ver con
ellos. Las actividades homosexuales generalmente consis-
ten en masturbación mutua y mimos, abrazos, generalmen-
te tienen mucho miedo de la penetración anal, y no están
inclinados al fellatio.
En general él se mantuvo bastante apegado a su madre
y a su familia, y si bien no está muy comprometido social-
mente no ha elegido tener relaciones amorosas homo-
sexuales de larga duración, sino estas relaciones a corto
plazo en el subte. Este tipo de homosexualidad femenina
no es una homosexualidad perversa sino que es lo que
podríamos llamar una homosexualidad social, y en gene-
ral sufren de una inhibición de la agresión en cuanto a que
nunca pudo tomar parte en los deportes, era un chico
gordo, o sea que es como si tuviera la heterosexualidad
bloqueada.
A veces se encuentran tendencias travestistas, sobre
todo si tienen hermanas; pero en este caso no sería una
perversión.
Parece ser una persona de una emocionalidad pobre y no
alguien que va a usar el análisis para florecer sino para
adaptarse mejor a su predisposición femenina; algo de esto
ya parece haber ocurrido en los primeros cinco años de
análisis, de manera que la pregunta ahora es en qué mo-
mento del proceso lo vamos a encontrar en este material. 1

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 116, “Homosexualidad femenina”.

93
DONALD MELTZER

SESION DEL DIA JUEVES 3 DE ENERO DE 1991

Paciente: Cuando venía pensaba que no sabía de qué iba a


hablar hoy; no estoy de ánimo para hablar de cosas profundas,
espirituales, que son las que creo corresponden al análisis. Las
otras son cosas livianas, cotidianas.

Dr. Meltzer: Esto quizás sea una referencia a sentirse


atraído al sacerdocio, pero sin ese interés pasional que le
hubiera permitido someterse a las privaciones que eso
exigía. No estaría sorprendido si la transferencia al ana-
lista tuviera sobretonos monásticos, con un énfasis en la
obediencia. 2

Analista: Me parece que lo que usted llama profundo es lo que


supone que a mí me interesa, y las livianas las que le interesan
a usted; y usted decide darme el gusto o someterse a mi gusto.

Dr. Meltzer: Sí, es la obediencia. No estoy seguro si las


cosas simples son las cosas que le interesan o si son
realmente las cosas que no lo afectan. ¿Sigue siendo gordo?

Analista: No.

Paciente: Sí, es algo así. Esta mañana pasó algo con el diario,
usted ya conoce el tema del diario. Ultimamente mi padre está
buscando el diario por la puerta principal y no sé por qué,
porque es una puerta que no usamos mucho. Se sienta a leer el
diario en el living, adonde tengo que ir yo a pedírselo. Pero
esta mañana se encerró en su piecita –su taller de trabajo– con
la puerta cerrada. Me dio tanto fastidio que me fui sin saludar-
lo. Esta noche cuando vuelva le voy a decir: “esta mañana te
quedaste dormido”, a ver qué me contesta.

Analista: Me parece que es un poco vueltero, le va a decir eso


para que él le conteste que no, que estaba en su pieza.

Paciente: No, yo creo que él me va a contestar que sí, que se


2
Ver Referencias Teóricas, pág. 116, “Homosexualidad femenina”.

94
FLORENCIO

quedó dormido, y eso me va a confirmar que él no tenía interés


en hablar conmigo.

Analista: También suena rebuscado, usted podría decirle:


“hoy te quedaste encerrado en tu pieza, ¿no tenías ganas de
hablarme?”. Acá puede ser que obre igual, es posible que me
diga que sólo se puede hablar de las cosas profundas para que
yo, al no decirle nada, confirme que no tengo interés en
escucharlo hablar de lo que le interesa a usted.

Dr. Meltzer: En relación al diario, parece que el diario


contiene un poco lo que se refiere a la situación analítica,
lo que le interesa al analista o lo que no le interesa al
paciente, pero en general el paciente no tiene la impresión
de que él mismo sea una persona interesante y está un poco
resignado a no ser un paciente muy interesante para el
analista.
Hay muchos pacientes que tienen una vida emocional
deprimida y tienen la convicción que son aburridos, y la
verdad es que son aburridos.
En esos casos yo me veo en la obligación de explicarles
a los pacientes que no es la función del paciente divertir o
ser interesante para el analista, sino que es la función del
analista interesarse en el paciente aun cuando signifique
interesarse en el fenómeno del aburrimiento. Ese es un
problema muy importante que se encuentra en el análisis,
y puede ser un problema caracterológico que se presenta-
ría con aquellos pacientes que se quejan que no tienen
amigos, que se encuentran incómodos en situaciones so-
ciales, o que no pueden conversar en situaciones públicas.
Estas personas generalmente son malos observadores de
lo que pasa tanto alrededor de ellos como dentro de ellos,
y como consecuencia de esta pobreza de observación
aparece una supresión de la respuesta emocional. Eso se
ve cuando describen a la gente que ellos encuentran, no
describen lo que ven sino que describen estereotipos, y por
supuesto estos estereotipos son aplicables también a la
percepción del analista que ellos tienen. Esto sería lo que
yo llamo una especie de omnisciencia negativa, y porque
tienen una percepción limitada acerca del significado del

95
DONALD MELTZER

comportamiento del padre eligen el modelo que más se


acerca como estereotipo para describirlo. El tipo de om-
nisciencia se expresaría porque describen las cosas que
son más obvias para ellos, y no pueden ver los detalles.
De manera que ésta es la situación hoy: el paciente
siente que el analista no está muy interesado en él, que él
tiene que proveer algo que lo haga aparecer como obe-
diente en este monasterio que es el psicoanálisis.

Paciente: Sí, creo que es así, pero me cuesta repetir lo que


usted dijo. ¿Usted dijo que yo pienso que sólo puedo hablar de
cosas profundas para confirmar mi idea de que usted no se
interesa por mis cosas?

Analista: Como ve usted lo puede repetir, pero se trata preci-


samente de eso, usted tiene que repetir; es decir, decir lo que
yo digo y no lo que usted puede pensar a partir de lo que yo
digo.

Paciente: Sí; hoy al mediodía fui a una galería de arte que


queda en Florida y Paraguay para ver cosas para el departa-
mento. Vi una escultura que me encantó, representa un hombre
y una mujer abrazados como bailando, pero con una línea tan
armónica, tan expresiva que me fascinó. Había también un
caballo del mismo escultor que yo ya había visto, está cabal-
gando, y tiene también mucho movimiento y vitalidad. Yo
quería poner un caballo en mi departamento, pero esto de la
pareja me gustó más. La dueña de la galería se ofreció a
mostrarme más cosas, yo le dije que no, que dejara, pero ella
insistió: “a mí me gusta mucho mostrar lo que tengo” dijo ella,
y realmente me mostró muchos cuadros y esculturas, todas
cosas muy lindas. Pero lo que más me gustó fue esa escultura...

Dr. Meltzer: Es muy interesante cómo él describe la situa-


ción de que los primeros objetos que encuentra lo fascinan
y que después de eso él no quiere ver otros objetos; de
manera que los primeros objetos que se le muestran él está
preparado a explorarlos, conocerlos, pero no quiere cono-
cer más objetos porque después estaría en la posición de
tener que elegir. Se puede aplicar acá la teoría de Bion de

96
FLORENCIO

los vértices donde él elige una forma, un vértice de ver las


cosas, cierra la situación y no la abre a la posibilidad de
otro vértice porque en ese caso tendría que elegir. 3

Paciente: ...Pero lo que más me gustó fue esa escultura. Está


hecha en acrílico y tiene un alto así –señala 50 cm.– y está
patinada en negro. Yo pensé que frente al ventanal del living
quedaría muy bien. Cuando uno abre la puerta del departamen-
to se ve todo el living y al fondo el ventanal, de modo que lo
que estuviera adelante se vería a contraluz, algo que si fuera de
color perdería parte de su encanto, de modo que ésta es ideal.
¿Se acuerda de esas columnas de madera?, la pondría sobre
una de ellas; sobre la otra pondría una maceta con plantas. Y
el precio no es mucho, cuatrocientos dólares, comparado con
una lámina que enmarcada cuesta un millón doscientos o un
millón cuatrocientos mil australes no es tanto. Pero así y todo,
pensé que ese gasto era como tirar la plata.

Dr. Meltzer: El material hasta acá ilustra el aspecto feme-


nino de la personalidad del paciente, donde trata el depar-
tamento como algunas mujeres tratan la casa o el cuerpo,
y está preocupado –en este material– con las apariencias
superficiales, la decoración del departamento, y no está
tan interesado en el valor intrínseco o artístico de los
objetos que examina sino cómo quedan en la pared, si
reflejan la luz, si el color hace juego... Son características
superficiales. Quiero marcar que es un punto de vista
femenino el que está usando para examinar estos objetos,
como hacen las mujeres cuando se prueban varios vestidos
y se miran al espejo para ver cuál les queda mejor.
Esto también de alguna manera describe cómo él siente
la situación analítica. El análisis es como comprar algo
que va a usar para decorar su mente, y la mente se va a
transformar en un lugar atractivo, donde puede invitar
gente, y donde él se va a transformar en una anfitriona.
Mucha gente hace esto, decoran el interior de la mente con
información: el último libro, la última película... de mane-

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “Concepto de vértices”.

97
DONALD MELTZER

ra que cuando van a reuniones sociales pueden hacer de


anfitriones y tienen algo de qué hablar. Lo que hacen es
exhibir estas cosas que existen adentro de la mente y
comparten con otra gente que ha tenido experiencias
similares, o sea que se muestran los cuadritos, se muestran
las críticas, y comparten algo a ese nivel.
Ustedes saben que es muy difícil decir algo inteligente
acerca de obras de arte, y si ustedes leen las críticas de
arte van a ver que la mayoría de ellas son bastante aburri-
das. El no tiene una concepción del interés, lo que sí tiene
es una concepción del exhibicionismo en cuanto a que está
interesado en exhibir el contenido de su mente.
Eso es lo interesante del concepto de Bion de vértices
múltiples, que no sólo permite examinar el interés en un
objeto desde muchos puntos de vista, sino que también da
un sentido de la multiplicidad de vértices como una forma
de hacer la prueba de la realidad.
¿Qué se puede decir entonces acerca de la técnica con
un paciente de este tipo? Posiblemente sea importante no
hacer interpretaciones definitivas sino estudiar el mate-
rial desde varios puntos de vista diferentes –el punto de
vista de vértices múltiples– y permitir que el paciente elija
aquella versión que más le interesa. 4

Participante: Para eso se necesita que el analista sea capaz de


colocarse en primer lugar, de forma que le permita ver eso.

Dr. Meltzer: A eso me refiero cuando digo que el trabajo


del analista es interesarse en el aburrimiento. El aburri-
miento es un fenómeno bastante interesante de por sí, y lo
estoy ilustrando aquí interesándome en lo que es esencial-
mente un material bastante aburrido.

Analista: Usted siente que no tiene derecho a darse el gusto.

Paciente: Es algo conocido. Cada vez que me tengo que


comprar algo es igual; pero para los demás no me pasa, es un
problema con la plata.
4
Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “Concepto de vértices”.

98
FLORENCIO

Analista: El dinero es sólo una medida de la importancia que


usted le da, lo que no puede permitirse es disfrutar de la vida.
La escultura es también un símbolo de lo que sobre todo no se
permite disfrutar, de la sexualidad, de la relación con una
mujer.

Dr. Meltzer: El paciente parece haber acertado aquí al


decir que como él no tiene la capacidad de pensar acerca
de la calidad y del significado de las cosas debido a su
falta de emocionalidad, se respalda en un parámetro cuan-
titativo, y entonces usa el dinero que parece ser una forma
muy útil de cuantificar el valor de las cosas. Es un ejemplo
de pacientes que conocen el precio de todas las cosas, pero
que el concepto del valor no tiene mucho significado para
ellos. El valor es esencialmente un concepto emocional,
porque la emocionalidad es lo que le da significado a las
cosas, y es así que los conceptos de Bion donde la transfor-
mación de la emoción lleva al pensamiento son muy útiles.
Estos pacientes tienen una capacidad limitada de expresar
emoción y también tienen dificultades en simbolizar y en
pensar, y en tener sueños para investigar.
Veamos hasta ahora dónde nos encontramos con este
paciente. Después de cinco años está mejor adaptado
socialmente, el estado confusional se ha clarificado un
poco, pero está un poco lejos todavía de la posición
depresiva. Se encuentra en un momento de bienestar gene-
ral, que es bastante típico de la posición donde se encuen-
tra –el umbral de la posición depresiva–, y que es posible
gracias a algo negativo. Se siente bien en un sentido
negativo, porque no existe algo que actúe como un irritan-
te en este momento. No hay ansiedades persecutorias ni
confusionales. Es el momento en que posiblemente apare-
ce el impasse en el proceso analítico, que es cuando el
paciente no quiere moverse de donde está para no permitir
que aparezcan situaciones de dolor, de ponerse en contac-
to con el dolor mental y con ansiedades depresivas.
El problema técnico en este momento se va a centrar en
las situaciones de separación, y no tanto en la ansiedad de
separación sino en la ansiedad de soledad como conse-
cuencia de la separación. Hasta tanto el analista no se

99
DONALD MELTZER

establezca como la persona más interesante en la vida del


paciente y el análisis no se establezca como la situación
más importante en la vida del paciente, esta situación
interna no se va a poder cambiar; este momento del
análisis es el umbral de la posición depresiva, y es lo que
demanda mucho más trabajo por parte del analista. El
caballo representa la vitalidad de los genitales a un nivel
animal, y la pareja representa la vitalidad genital a un
nivel más emocional.
A ver cómo sigue la sesión...

Paciente: Sí, pensándolo bien lo importante es no gastar. Hay


en mí como una idea macabra que contradice todo lo que pueda
gustarme, inclusive me pasa con usted. No puedo hablar del
departamento porque pienso que usted va a decir que antes de
gastar en eso debería pagarle más honorarios, y no sé por qué
es, porque tenemos una pauta de reajuste establecida. Es algo
negativo, es... ¿cuál fue la palabra que dije?

Analista: Habló de una idea macabra.

Paciente: Eso.

Analista: De la cual me siente partícipe, siente que yo no


quiero que usted disfrute.

Paciente: Anoche tuve un sueño que me da rabia no acordarme


salvo un pedazo: yo estaba con el muchacho que nos sirvió de
guía en Grecia y teníamos una relación homosexual, así,
enfrentados, era como un frotamiento de los penes.

Analista: ¿Por qué le da rabia no acordarse de parte del sueño?

Paciente: Porque no se puede saber bien qué significa, y la


parte que me acuerdo para mí es como una confirmación de la
homosexualidad, aunque ya sé que lo que importa es lo que
realmente significa.

Dr. Meltzer: Si hubiera podido interpretar antes los dife-


rentes tipos de vitalidad, habría podido interpretar en este

100
FLORENCIO

sueño la conexión entre derrochar dinero y derrochar


semen en la mutua masturbación. Y le da mucha rabia
tener un sueño homosexual porque es como derrochar el
semen, derrochar su vitalidad y derrochar el dinero. Cuan-
do habla de derrochar el dinero está dando muestras de
usar valores cuantitativos, y eso influye también en su
temor a hablar de dinero porque apenas hable de dinero el
analista va a querer sacárselo. Esto tiene un paralelo con
una situación de masturbación mutua, que si él le muestra
los genitales, el analista lo va a querer masturbar y
sacarle el semen. No tiene una concepción del analista
como alguien interesado, sino el concepto del analista
como alguien predatorio desde su punto de vista de eva-
luar las cosas en forma cuantitativa.
Desde el punto de vista del impasse en el umbral de la
posición depresiva, al analista todavía le queda la mayor
parte del trabajo para establecer el análisis como la cosa
más importante en la vida del paciente y la forma de
hacerlo es mostrándolole el significado que tiene su mate-
rial desde la mayor cantidad de vértices que al analista se
le ocurran. Pero hay otro aspecto técnico. No se trata
solamente de mostrar el material desde varios vértices,
sino presentar el material de la forma más interesante y
entretenida que permite la capacidad discursiva del ana-
lista. Pueden ver que estoy planteando que se requiere de
un trabajo analítico bastante intenso.

Analista: En el sueño parece que representa lo que pasa acá,


porque yo soy para usted el guía del tratamiento y usted siente
que tiene que decir lo que a mí me gusta oír, y repetir lo que
yo digo. Es decir que siente que tiene que someterse a
masturbarme, ese es el análisis homosexual.

Dr. Meltzer: Sí, eso es muy correcto, sólo que él tiene que
someterse a que el analista lo masturbe a él y derrochar su
semen.

Analista: Durante la semana siguiente el tema dominante fue la


forma en que su sometimiento a los deseos de los otros le
dificultaba llevar adelante los propios.

101
DONALD MELTZER

Él tiene sesiones lunes, martes, miércoles y jueves; el miérco-


les me comentó que cuando fue a comprar la estatua ya la habían
vendido...

Dr. Meltzer: La historia de su vida...

Analista: También me dijo que él no me sentía su aliado. El


jueves no vino. El lunes me pidió cambio de hora y en la sesión
me dijo que el jueves se había ido al departamento a supervisar al
colocador de alfombras, que hubiera preferido no venir –ese
mismo lunes– y que le fastidiaba que por estar en sesión no podía
ir a ver un silloncito que quería comprar.
Mencionó también la fantasía de dejar el tratamiento, habló de
sublevarse frente a la esclavitud, y que el haber llamado para
cambiar la hora era un resabio de la esclavitud.

Dr. Meltzer: Esto es el impasse en el umbral de la posición


depresiva.

SESION DEL MARTES 15 DE ENERO DE 1991

Paciente: Vine puteando porque tampoco hoy voy a ir a ver el


silloncito. Es todo un esfuerzo venir... aprovecharía mejor el
tiempo yendo allí o boludeando. No tengo ganas de venir,
tengo ganas de hacer otras cosas. Se me ocurrió hacer un curso
de ikebana pero es medio putazo... Pensé: “X (el analista)
pensará que es algo putazo”. La alternativa es algo de este
tipo, algo manual; pensé en cerámica pero hay que saber
dibujar y yo en eso soy un tronco; otra cosa es canto. Yo quiero
un hobby... leer no me gusta, siento que pierdo el tiempo, no
quiero leer para que papá no se meta, él lee mucho...

Dr. Meltzer: Eso es típico, leer es perder el tiempo porque


no se puede demostrar que uno ha leído y lo único concreto
que uno tiene son los libros en la biblioteca, pero después
está el problema de tener que leerlos...

Paciente: ... no quiero leer para que papá no se meta, él lee


mucho, cuando me ve leyendo algo dice: “deberías leer esto

102
FLORENCIO

otro”. Me molesta sentirme husmeado, sus comentarios.

Dr. Meltzer: El tiene una imagen del analista como alguien


que lee, como alguien que tiene ideas e intereses, que el
análisis no es un hobby sino que lo toma muy en serio, y que
él –el paciente– está interesado en tener lo que llama un
hobby, que es algo en donde no deba interesarse con
mucha pasión.
Pueden ver lo fácil que es en este momento perder el
interés en un paciente así y decirle “bueno, váyase y haga
sus cosas”. La técnica que usa el padre no parece funcio-
nar, y decirle que haga esto o aquello en realidad no sirve
de mucho sino que hay que describirle el contenido del
libro, hay que describirle detalladamente qué es lo que
está pasando.

Analista: También se sentía molesto cuando pensó en el


ikebana y temió que yo husmeara y lo criticara.

Paciente: Realmente quiero hacer una actividad diferente...


también podría hacer piano. Tengo ganas de una actividad, no
sé cuál. Realmente no tengo ganas de hablar, hubiera sido más
útil ir a ver el silloncito.

Analista: ¿Se siente incómodo en el silencio?

Paciente: No, pero para estar en silencio... es como ir a un


gimnasio y no hacer gimnasia. No sé qué me ocurre, no tengo
ganas; también estoy muy cansado, en la oficina también
estaba en blanco. Tenía algunas fantasías homosexuales, más
que en los últimos tiempos, como era habitual antes.

Analista: Podría ser que tuvieran alguna relación con el


fastidio que tiene conmigo.

Paciente: No es por usted.

Analista: Con venir a la sesión.

Paciente: Sí, puede ser. Anoche tuve un sueño, era en la edad

103
DONALD MELTZER

media, había unos cruzados. Venía un cruzado que hablaba


con mi mamá y le preguntaba por los otros cruzados; se había
perdido, o despotricaba porque los otros le habían hecho una
macana. Buscaba a los otros cruzados... después era como el
decorado de la ópera “I Lombardi”. Después había una chica
joven, no sé si era una prostituta, tenía la sensación de que
estaba de levante: estaba sentada en una pared con verja que
limitaba una casa, separaba el jardín de la vereda. Como en el
segundo cuadro del primer acto de “Don Carlo”, en la escena
del jardín, donde el infante le confiesa su amor a la reina;
después que se va, entra el rey, pregunta por qué la reina está
sola y se sienta en una pared como esa. Yo conversaba con esa
mujer, tenía temor a sus insinuaciones.

Analista: ¿Qué se le ocurre respecto a los cruzados?

Paciente: La conquista del Santo Sepulcro, la ópera “I


Lombardi”, el disparate del argumento.

Analista: ¿Cómo es?

Paciente: Es en Milán, un hermano le perdona al otro su


ofensa pero éste tiene un arrepentimiento falso, es un dispa-
rate... El perdón es por el parricidio, el perdón es al parricida
pero éste no se arrepentía. Este hace raptar a la amada de su
hermano por los turcos, los sarracenos; los Lombardo van a
la guerra del Santo Sepulcro, no sé cómo sigue... creo que el
parricida se hace ermitaño. Es más disparatado que
“Rigoletto”.

Dr. Meltzer: Esto lo va alejando a uno del sueño; el sueño


en realidad es acerca de este cruzado que pierde contacto
con los otros cruzados, y es una descripción de la percep-
ción de la pérdida del contacto con el analista que parece
que el paciente siente que es como un cruzado que perdió
contacto con su compañero. Hay una referencia aquí al
infante, a su madre y al rey que parece ser una referencia
a la reaparición del padre cuando él tuvo que dejar de
dormir con la madre. Me parece que en este sueño hay una
interesante referencia al hecho de que él tiene un hermano

104
FLORENCIO

mayor en vez de una hermana menor. Si él hubiese tenido


una linda hermana menor no habría tenido que ser la niña
de la familia y no habría tenido que contemplar como el
padre prefería al hermano mayor. De tener una hermana,
cuando reapareció el padre habría podido ir de la cama de
su madre a la cama de su hermana, en vez de tener que
recurrir a su propia femineidad. Desde el punto de vista
del análisis, ¿él no vio alguna paciente, alguna mujer, que
quizás represente la hermana en el análisis?

Analista: No.

Dr. Meltzer: ¿No ha visto los pacientes que vienen antes o


después?

Analista: Los ha visto, pero por casualidad no eran mujeres.

Dr. Meltzer: Es una lástima... Lo que está en realidad


buscando es su deseo de tener una hermana, los hermanos
no sirven, son todos parricidas y ni siquiera se arrepienten
de sus parricidios; uno no puede ser amigo de los herma-
nos porque son demasiado competitivos, en cambio, si uno
ignora la sexualidad de las hermanas uno puede tener una
buena amistad con ellas. O sea que su soledad se expresa
en este momento en que quiere tener una linda relación,
asexuada, fraternal, con alguna linda y joven mujer.

Participante: En el sueño aparece un decorado... ¿esto es real-


mente un sueño, o a partir de esto es una fachada de sueño, un
ikebana, y no una auténtica asociación?

Dr. Meltzer: En realidad mucho de esto es como una charla


de sobremesa, es una charla donde están hablando de
óperas, de esculturas, de escenas... De todas maneras
estoy buscando algún elemento significativo para limpiar
toda esta gran cháchara o charla de sobremesa, y dentro
de eso me interesan algunas asociaciones, por ejemplo lo
de la reina, el parricidio... y que quiere una hermana.
Otra referencia, hablando de ópera, se me ocurre que
cuando llega el momento en que el análisis se transforma

105
DONALD MELTZER

en la cosa más importante en la vida del paciente y el


analista es visto como una persona que está realmente
interesado en el paciente, el placer más grande de esta
situación proviene de lo que yo llamo una situación esté-
tica, que no proviene de lo que el analista dice sino que
proviene del tono de voz del analista, la música... De
manera que el paciente habla de cómo la voz penetra,
cómo excita, cómo fascina más que el significado de las
palabras.
Y si uno está acostumbrado –como lo estoy yo– a hacer
un resumen en los últimos dos o tres minutos de la sesión,
se da cuenta que el paciente en realidad no escucha. Un
paciente solía puntear este momento diciendo: “¡Ah!, ahí
empezó la canción de cuna”.
Yo estoy interpretando la chica en el sueño como un
aspecto de su deseo de tener una hermana para protegerlo
de la soledad de las interrupciones del análisis. O sea que
la función de los hobbys es la de protegerlo contra la
soledad.

Analista: El parricidio está relacionado con que usted siente


que el gusto suyo va en contra mío, como vimos en la sesión
de ayer. Aunque también es posible que juzgue que lo que yo
le digo es como un disparate.

Paciente: No siento que yo le dé el gusto a usted para resignar


el mío. Vengo a la sesión porque tengo que venir.

Analista: Usted sintió que yo estaba contra su deseo de hacer


ikebana, probablemente no tenía ganas de venir para que yo no
husmee.

Paciente: Sí, eso es interesante. Cuando me quiero dar un


gusto siempre siento que es en contra de algo, como contra
normas de ética no sé impuestas por quién.

Dr. Meltzer: Ahí está el monasterio...

Analista: En el sueño se muestra que usted quiere ser como los


otros hombres y conquistar una mujer, pero el argumento de

106
FLORENCIO

“Don Carlo” también incluye el parricidio. En el sueño, la


mujer está sentada en la misma pared que el rey, su padre. Por
eso tiene miedo a sus insinuaciones, tiene miedo que desear
una mujer implique atacarme.

Dr. Meltzer: Eso es posiblemente correcto, pero supongo


que es algo que posiblemente hayan hablado en los cinco
años anteriores.

Paciente: Entiendo lo que usted me dice pero no lo veo acá, no


me doy cuenta. Me acordé de la ópera que le regalé hace
años –“Rigoletto”. Cuánto hace que no escucho ópera; es
llamativo, el otro día tenía ganas de escuchar “Lohengrin”, la
escena del matrimonio y la escena del duelo en la fosa.

Analista: Usted cree que si piensa en matrimonio va a tener


que batirse a duelo conmigo.

Paciente: El duelo allí es con el que mató al padre.

Dr. Meltzer: El complejo de Edipo genital está en un futuro


distante en lo que se refiere a la evolución del análisis, no
es una cosa presente. La crisis en este momento es mejor
comprendida en términos económicos, la economía del
principio del placer y del dolor. El dolor que lo trajo al
análisis prácticamente ha desaparecido, y todo lo que
queda por el momento es la soledad. La relación no se ha
consolidado suficientemente en la transferencia materna,
porque no ha habido una provisión de funciones maternas
por parte del analista que le haya permitido afianzar este
tipo de transferencia. O sea que técnicamente la idea es
cómo hablarle al paciente llenando la función materna.
Habría que hablarle explicándole al bebé lo interesante
que es el mundo en el que se encuentra. Focalizando más
en la transferencia materna traería el sentimiento de
soledad más a la transferencia, estaría más relacionada
con la situación analítica.

Analista: A la sesión siguiente no vino.

107
DONALD MELTZER

SESION DEL JUEVES 17 DE ENERO DE 1991

Paciente: Ayer no vine porque me sentía mal, había comido


poco, estaba con mucho cansancio.

Analista: ¿Está haciendo dieta?

Dr. Meltzer: ¿Por qué?, ¿todavía es gordo?

Analista: No, pero hace dietas porque tiene tendencia a exceder-


se de peso.

Paciente: No, tenía que compensar por lo que había comido,


me sentía cansado y me dije: “encima ir a lo de X, no”, en
cambio me fui a comer con Mario. Le dije: “vamos a comer
bien, sentados, con todo”. Me comí una buena pechuga, una
ensalada y después fui a la heladería y me comí un helado.
Después me sentí mejor; hoy no comí.

Analista: ¿Tenía que compensar también?

Paciente: No, es que anoche comí una torta de manzanas que


hace mi padre, había comido a la noche dos frutas y dos
yogures, y vi la torta en el medio de la mesa y me comí un
pedazo... Y hoy tenía que compensar, tiene razón. Sí, lo de no
comer porque tenía que ir al departamento era una excusa. El
bandó en el ventanal quedó espectacular, si le digo que hoy no
tenía entusiasmo por venir le mentiría, tengo más que el
martes. Pienso en mi departamento, en el balcón voy a poner
macetones con flores, va a quedar espectacular desde muchos
ángulos; también de noche, con las luces de la ciudad a través
del ventanal, y una planta iluminada. La alfombra en dos
colores, gris y beige, lo saca de lo común...

Dr. Meltzer: Cómo se ve desde varios vértices diferentes...

Paciente: ...Hoy espero al vidriero, tengo que poner más


plantas y cuadros. Cuando esté terminado la gente va a ir
sorprendiéndose a cada paso. Tengo deseo de gozar de las
cosas. La arquitecta no dejaba a sus chicos usar los sillones,

108
FLORENCIO

pero yo insistí para que se sentaran allí. Me satisface sentir las


cosas a mi servicio...

Dr. Meltzer: Lo que se está comenzando a escuchar son los


principios de un interés pasional, y se puede hacer una
comparación perfecta con la situación analítica, que las
interpretaciones son vistas como que el analista le presen-
ta un paño que es fascinante desde cualquier punto de vista
que se lo mire. Así que uno puede formar una ecuación de
que está embelesado, que está gozando tanto por la boca,
como por los oídos, como por los ojos, y que si uno lo junta
todo suena a “mamá”. Es la pasión de la transferencia
materna que todavía está externalizada, todavía está ahí
afuera, y que hay que atraer al espacio analítico.

Paciente: Ayer fui a ver el silloncito pero llegué tarde. Duran-


te la caminata tenía fantasías homosexuales y en un momento
se me dio vuelta, sentí rechazo por ellas. Hoy no me siento
igual, si se diera una oportunidad homosexual no sería ajeno
a mi fantasía.

Dr. Meltzer: Es interesante cómo la transferencia materna


y el orgullo y el placer por los distintos aspectos de esta
madre de repente se transforma en identificación y fanta-
sías homosexuales, porque lo que pasa en el análisis,
cuando surge este tipo de transferencia materna en toda su
intensidad es que da lugar a diferentes tipos de identifica-
ciones y ellos mismos se encuentran haciendo interpreta-
ciones a los amigos, a la demás gente.

Analista: Me queda claro que usted quiere darse el gusto con


el departamento, ahora me llama la atención esa alternancia de
comer y no comer; también está la alternancia de venir y no
venir a la sesión; y la alternancia de la fantasía homosexual.

Paciente: ¿Cómo relacionó la sesión y la fantasía homo-


sexual?, porque algo hay, creo que yo me siento cómodo
cuando decido no venir a sesión, y me siento cómodo cuando
acepto tener una fantasía homosexual. Lo de sentirse cómodo
sería coincidente.

109
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Eso es muy claro, él reconoce que el no venir


a la sesión, o sea identificarse con el objeto, es un sustituto
de tener una relación de objeto. O sea que la relación con
su departamento tiene un balance muy delicado entre algo
que va a ser tan hermoso que va a embelesar a la gente que
lo vea pero también algo con lo cual él se identifica, de
manera que él se va a transformar en alguien admirable y
hermoso.
Los hábitos alimentarios de él no van a sufrir este tipo
de cambios, porque la gente que gusta de la comida
generalmente transforma este hábito en el placer de coci-
nar para los demás; lo que se ve con los anoréxicos, que no
comen pero que alimentan a los demás.

Analista: El martes vimos que cuando se daba un gusto sentía


que era contra algo; creo que cuando usted decide no venir a
la sesión o acepta una fantasía homosexual usted se da luz
verde para ser como es, en vez de ser como supone que yo
quiero que sea.

Paciente: El satisfacer mis deseos está bien en la medida en


que sea algo realizable, como el departamento, pero sentir lo
mismo respecto de la fantasía homosexual no sería un progre-
so.

Dr. Meltzer: Eso es claro, cuando expresa su femineidad a


través de su departamento eso es más aceptable que cuan-
do la expresa a través de sus relaciones homosexuales.

Analista: El progreso sería que las tiene o no por sus propios


motivos y no porque yo lo deseo.

Paciente: El crecimiento sería dejarla a la fantasía porque no


me interesa, esto lo veo como una luz roja, no parece que
existiera ese desinterés, es algo así como que se rompió el
dique.

Analista: Habíamos visto que la fantasía homosexual –entre


otras cosas– tenía un sentido de rebeldía: “no soy como vos
querés que sea”.

110
FLORENCIO

Paciente: Podría ser, eso de la rebeldía me suena.

Analista: Darse los gustos lo siente unido a una necesidad de


expresar rebeldía no viniendo a sesión, o teniendo fantasías
homosexuales.

Dr. Meltzer: La identificación con el objeto es cierto que es


una rebelión, pero es una rebelión contra algo que él
todavía no ha experimentado, que es la rebelión contra
ansiedades depresivas.

Paciente: Sí, todo tiene un sabor a rebeldía, como si dijera:


“¡qué atrevido!”. Tengo una expectativa de dónde va a venir el
reproche.

Analista: Puede ser que usted quiera probar a ver si yo lo


reprocho.

Dr. Meltzer: Hablando de los problemas técnicos en el


impasse del umbral de la posición depresiva, esto exige un
tipo de participación diferente por parte del analista que
debe en este momento realizar funciones maternas, y en
especial la función materna de poner al bebé en contacto
con la belleza del mundo, no sólo la belleza suya –de la
madre– sino que a través de su belleza, la belleza del
mundo, y señalarle el entorno como: “mirá que hermosas
flores, qué adorable perrito, qué lindo árbol...” El equiva-
lente en el análisis es mostrarle al paciente la complejidad
y la hermosura del interior de su mente, y esto es un poco
difícil en este momento porque el paciente no quiere que
uno sepa lo que está pasando en su mente, de manera que
no coopera mostrándolo.
De manera que hay que conformarse con lo que el
paciente da, y hay que usar lo que el paciente provea
explorando las complejidades y las implicancias de lo que
el paciente esté presentando.
Es un problema diferente técnicamente de lo que ocurre
en el análisis de la posición esquizoparanoide, cuando se
trata de encontrar en el paciente evidencias de ansiedad
donde se analizan las defensas, las estructuras del objeto,

111
DONALD MELTZER

el self... en fin, en este momento lo importante es mostrarle


al paciente la textura, esta estética de su mundo interno.
El interés en el departamento, que puede de alguna
manera verse como una forma de externalizar lo que es la
experiencia adquirida dentro del análisis, no debe ser
visto como un acting out, o sea que no es algo que él hace
por razones defensivas, no es un tipo de experiencia que ha
sido adquirida en el análisis que luego es externalizada,
sino que la experiencia dentro del análisis todavía no ha
sido consolidada.
Yo tomaría mucho más interés en las cosas con las que
amuebla su departamento pidiéndole al paciente que des-
criba en detalle qué significa cada una de estas cosas, por
ejemplo qué significado tiene que los hijos de la arquitecta
se sienten en los sillones, y si tiene algo que ver con el
cuerpo de la madre que está lleno de bebés. En fin, cada
uno de estos elementos debería ser puesto bajo un micros-
copio y explorado en más detalle.
Si uno piensa en el impasse en una forma gráfica, se
puede pensar que el paciente ha mejorado de alguna
manera, luego llegó a un “plateau” y se quedó ahí, uno no
puede seguir más allá de esta meseta. En cambio si hace-
mos un gráfico que refleje el dolor mental vamos a ver que
el dolor disminuye, la confusión disminuye, la persecución
disminuye, se llega al pico más bajo, luego vuelve a
aumentar, y esta vez la calidad del dolor es dolor depresi-
vo.
En cuanto a la actividad interpretativa, es correcto
describir la actividad durante la posición esquizoparanoi-
de como la clásica de interpretar las resistencias, trans-
formar lo que es inconciente en conciente; pero es muy
diferente al tipo de actividad requerido en la posición
depresiva porque al analizar la posición esquizoparanoi-
de se está analizando la psicopatología del paciente, pero
cuando se analiza la posición depresiva se está promo-
viendo el desarrollo normal.
Si uno piensa en la mejoría del paciente hasta que llega
a esta meseta, y si uno usa eso como un indicador del final
de análisis, uno va posiblemente a terminar muy desilusio-
nado y un poco resignado puesto que el paciente no va a

112
FLORENCIO

seguir desarrollándose. En cambio si se usa el otro mode-


lo, en la posición depresiva se nota que hay un incremento
del dolor depresivo y también de la capacidad de contener
el dolor depresivo, y va a aparecer entonces una capaci-
dad de autoanálisis y también de introspección que va a
hacer que la actividad del analista sea redundante; y como
resultado el analista y el analizado se prenden cada uno al
otro con una tendencia a llevar el análisis más allá de lo
que es necesario, como una evitación de la situación de
separación. 5

Participante: (Pregunta que no quedó registrada).

Dr. Meltzer: Es cierto que ocurre en todas las sesiones, mi


punto de vista de las sesiones es como un proceso en
espiral donde hay un movimiento de los fenómenos
esquizoparanoides a fenómenos depresivos, y luego frente
a la separación, un retiro a tomar refugio en la posición
esquizoparanoide, etc. y en todas las sesiones existe tanto
un tipo de interpretación y de movimiento en favor de
promover el desarrollo, como del análisis de la psicopato-
logía.

Participante: El equilibrio con el modelo de objeto estético,


¿podría ser un riesgo de compararse con el fetichismo?, a mí me
hacía pensar en ideas de Winnicott del modelo del objeto transi-
cional, por ejemplo.

Dr. Meltzer: A mí nunca me impresionó el concepto de


Winnicott del objeto transicional, sobre todo por lo que se
ha recogido en la observación de bebés, que es que la
colusión entre la mamá y el bebé toma lugar en el momento
de la separación para disminuir el impacto emocional de
la separación y reducirlo a un nivel sensual que puede
erotizarse.
Con respecto al objeto estético, éste está definido como
algo que uno esencialmente conoce por el impacto emocio-

5
Ver Referencias Teóricas, pág. 115, “El impasse en el umbral de la posición depresiva”.

113
DONALD MELTZER

nal que hace, y el criterio del impacto emocional es un


criterio interno y subjetivo, no hay una forma externa de
asesorar el impacto emocional. Es en realidad bastante
diferente cuando uno puede reemplazar el impacto emo-
cional de la separación por un objeto de una textura
determinada, o sea que ése sería un criterio exterior.
Lo que es muy útil para evaluar el impacto emocional es
la teoría de menos L H y K de Bion, que representaría el
negativo, la perversión del impacto emocional; el ejemplo
sería cuando la excitabilidad que sería menos L H y K pasa
por emocionalidad. Por ejemplo cuando el paciente tiene
miedo a que el analista le señale que su interés en el
departamento es parte de su homosexualidad, y él no está
muy seguro si ese interés va a ser una apreciación de su
sentido estético, o si va a ser un estado de excitación
acerca de su exhibicionismo.
Desgraciadamente hay otras categorías, y una de las
que se me ocurren y que es difícil de colocar dentro de este
tipo de clasificación de estudio de la personalidad, es el de
las modas. Las modas y todos los sentimientos que surgen
alrededor de las cosas de moda son parte de lo que Bion
llama el exo esqueleto.
De manera que esta diferenciación, por un lado la
experiencia estética, por otro lado la perversión de la
experiencia estética, y por otro lado la moda de la expe-
riencia estética, le va a ayudar al paciente a discriminar,
a separar lo que es emocionalidad de pseudo emocionali-
dad. Y este tipo de discusión tiene que ser en relación al
análisis, si uno se siente atraído a discutir este tipo de
cosas con respecto a otros objetos, uno está perdiendo el
tiempo.

Participante: Quería preguntarle qué fue lo que lo hizo pensar en


un segundo momento, que las referencias que hacía el paciente al
departamento era el comienzo de la cosa pasional.

Dr. Meltzer: La referencia al dinero era en la primera


parte del material; la segunda parte pienso que era acerca
del impacto emocional que le causó.

114
FLORENCIO

REFERENCIAS TEORICAS

Concepto de vértices

Meltzer adapta las ideas de Bion para enriquecer sus puntos de


vista clínicos, y aplicarlas a su modo de comprender e interpretar
al paciente. En Metapsicología ampliada, el capítulo VI se refie-
re a la aplicación clínica del concepto de vértices, ofreciendo dos
ejemplos de material, en los que el cambio de vértice no altera la
relación con la realidad sino que la enriquece, aunque este
cambio esté motivado por necesidades defensivas.
El cambio de vértice es distinto de la negación o de la renega-
ción, porque no reprime ni escinde el vértice anterior sino que lo
integra y forma parte del enriquecimiento del insight. Meltzer
usa como metáfora la de una luz que va iluminando distintos
aspectos de una obra que está a oscuras. La posibilidad de que
analista y paciente puedan compartir este movimiento modifica
la atmósfera de la comunicación disminuyendo las expectativas
autoritarias del paciente respecto a su analista (Ver intervencio-
nes (3) y (4)).

El impasse en el umbral de la posición depresiva

El umbral de la posición depresiva es el período de análisis en


el que los riesgos de impasse o interrupción son mayores, ya que
el aumento de la dependencia analítica trae consigo la aparición
de desconfianza de cada una de las facetas del método, lo que está
vinculado básicamente a la desconfianza de la fortaleza del
objeto interno. En la medida que aumenta el bienestar en la vida
externa y se registra la necesidad del análisis, aumentan la
descalificación y las críticas, como ataques cínicos a las verdades
del mundo interno. Las partes destructivas del self se mantienen
escindidas y separadas del análisis. Las sesiones intermedias de
la semana o de otros períodos, apartadas de los momentos de
separación, permiten registrar el alivio de las estructuras infan-
tiles y la creciente tolerancia a la integración y a los sufrimientos
edípicos. La causa más frecuente de impasse es el ataque a la
figura combinada (pecho-pezón) y a los bebés internos, lo que
genera las ansiedades más aterrorizantes.

115
DONALD MELTZER

En las intervenciones del final de la supervisión (5) Meltzer


vincula el impasse en este paciente, con la dificultad de consoli-
dar la transferencia materna, pese a la disminución del sufrimien-
to como logro terapéutico. Al no haber afianzado la transferencia
materna, no le es posible enfrentar el dolor depresivo frente a las
posibilidades de terminación. Las sugerencias interpretativas, no
se centran en la agresión o en la integración de partes escindidas
como en El Proceso –que son interpretaciones más tolerables–,
sino en la necesidad de desarrollar el impacto estético, que a
diferencia de las decoraciones superficiales y exhibicionistas del
paciente, implican una experiencia emocional estética capaz de
generar elementos para ser pensados.

Homosexualidad femenina

En Estados Sexuales de la Mente (capítulo 9), Meltzer propo-


ne el alejamiento de los términos descriptivos psiquiátricos, de
modo que las palabras como “homosexual”, deben adquirir un
significado metapsicológico. Esto es posible integrando varios
vectores: la diferenciación entre identificaciones proyectivas e
introyectivas, la actuación de fuerzas destructivas, básicamente
envidiosas, que crean estados confusionales anulando la diferen-
ciación entre lo bueno y lo malo, entre objetos parciales y totales,
entre mundo interno y externo, entre organizaciones narcisistas
y relaciones de objeto. Esto permite una definición tridimensional
configurada por impulsos (libidinales o destructivos), sexuali-
dad (adulta o infantil) y partes del self y del objeto (buenos o
malos). La sexualidad perversa tendría un predominio de los
impulsos destructivos, sería infantil y estaría relacionada con
objetos malos, generando una organización narcisista.
En la intervención (2) Meltzer descarta componentes perver-
sos y la llama homosexualidad social. Aunque no figure este
nombre en Estados Sexuales de la Mente, puede suponerse que se
refiere a una sexualidad infantil polimorfa que toma su forma por
imitación (capítulo 12).
Las afirmaciones clínicas de Meltzer (1) de que este tipo de
pacientes sólo acceden a masturbaciones recíprocas pero temen
la penetración anal y no están inclinados al fellatio, señalaría que
los procesos identificatorios intrusivos son poco activos.
No hay búsqueda de verdadera gratificación sexual o de crea-

116
FLORENCIO

tividad, sólo existe un anhelo de gratificaciones sensuales, super-


ficiales: tacto, colores, texturas.

Descriptores: Caso clínico. Homosexualidad femenina. Su-


pervisión. Transferencia.

117
Graciela

Analista: Considero de interés mostrar mis primeras impresio-


nes cuando recibí a esta paciente, es decir cómo nació en mi
mente Graciela.
Una pediatra me planteó telefónicamente su deseo de que
viera a una paciente con un cuadro de anorexia nerviosa, con una
desnutrición muy severa, que corría serios riesgos de muerte.
Ella y la familia querían evitar una internación, y entendían que
la única salida era un tratamiento psicológico. Me preguntó si yo
estaba dispuesta a abordarla, y me informó que en ese momento
la paciente tenía 12 años –casi 13– y pesaba 27 kilos.
De modo tal que no fue una paciente común, se presentaba una
situación de emergencia que tuvo un gran impacto sobre mí; sabía
que no tenía el tiempo del mundo para ver qué pasaba con ella y
si la podía ayudar; el mensaje era: es una cuestión de vida o
muerte. Por un lado me sentí presionada y con temor, pero por
otro me movía un gran deseo de ayudarla y de aceptar el desafío.
En esas condiciones, y con estas premisas previas, comencé el
tratamiento de Graciela.

DATOS DE SU HISTORIA VITAL

Graciela tenía 12 años –actualmente 14–, en el momento de la


consulta, en octubre '89. Comenzó al mes siguiente su tratamien-
to que continúa hasta la actualidad. La indicación terapéutica fue
de cuatro sesiones semanales individuales, y una sesión semanal
de terapia de grupo familiar con otro terapeuta; actualmente se
siguen dando las mismas condiciones.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 119


DONALD MELTZER

Constelación familiar

La madre tiene 34 años y es ama de casa; el padre 36 años,


profesional; una hermana de 14 años y mellizas de 11 años. Viven
en una casa de dos plantas. En la planta baja vive G. con su
familia, en la planta alta la abuela materna y el padre tiene
instalado su consultorio. Los abuelos paternos viven fuera de la
ciudad.
El padre es hijo único, de padres muy exigentes. Ejerce la
misma profesión que su padre. Estaba muy desconectado del
grupo familiar. Esta situación se ha revertido completamente en
la actualidad dado que el padre se ha hecho cargo de la hija, no
sólo en cuanto al control de la alimentación sino a controles
pediátricos; actualmente sólo él y G. concurren a la terapia de
grupo familiar.
La madre, tiene un hermano menor que vive fuera del país. Es
sumamente dependiente de la figura materna y ha establecido un
vínculo simbiótico con sus hijas, especialmente con G.

MOTIVO DE CONSULTA

Fueron derivados por su pediatra. Están seriamente preocupa-


dos por G. pues se niega a comer, y temen pueda morirse. Pesa 27
kilos, está en constante actividad en la casa, totalmente aislada,
y manifiesta que quiere morirse. Toda la familia está muy angus-
tiada por G.
Refiero algunos datos registrados en la entrevista familiar.
Este es un diálogo:

Paciente: (al papá) Yo me siento llena, no tengo hambre, me


siento encerrada y no es de salir afuera o salir a la calle sino
de siempre estar en lo mismo.

Padre: Pero tenés que comer.

Paciente: No me obligues, dejame elegir.

Padre: Yo no puedo dejar que elijas morirte, no puedo dejarte


morir.

120
GRACIELA

Paciente: ¿Por qué hay que comer?, ¿por qué hay que vivir?

Madre y hermanas: (llorando) No queremos que mueras.

Madre: yo creo entenderla a G., a veces siento lo mismo.

La madre de G. a los 14 años era bulímica y luego adelgazó


muchísimos kilos, no podía comer. Actualmente es muy delgada,
se confunde físicamente con G.
Refiere la madre: “G. fue la que menos comía y menos se
enfermaba. Cuando nació parecía delgada pero pesó 3 kilos 800”.
Ella esperaba un varón y se desilusionó mucho, pero rápida-
mente la aceptó. “Luego fue con la que más mamá me sentí”.
G. lloraba mucho de noche y dormía de día. La madre estudia-
ba odontología y de día regresaba a la casa sólo para amamantarla
–las hijas quedaban con la abuela–, luego abandonó la carrera.
Hasta los 9 meses le dió el pecho, se lo interrumpió brusca-
mente porque quedó embarazada de las mellizas.
G. siempre tuvo problemas con la alimentación, sólo le gusta-
ban los guisos de lentejas o comidas con salsa. El tío le decía a G.:
“petisa de mal humor, te van a ganar las mellizas”.
Siempre fue delgada. A principios de este año G. empezó a
pedir arroz integral y que le compraran una cuerda para saltar. En
ese momento pesaba 38 kilos. Su hermana mayor empezó a hacer
régimen para adelgazar, ella a imitarla, y de mayo a noviembre
bajó 11 kilos.
Desde hace un año comenzó a criticar a sus amigas, a decir que
eran tontas, y a preocuparse porque sus piernas engordaban;
practicaba hockey. Siempre quiso hacer las cosas mejor que su
hermana mayor.
Según el padre, G. empezó a ordenar compulsivamente todo lo
desordenado en la casa. También a comienzos de año formó
pareja con una de las mellizas, dejando a la otra fuera de juego.
En el momento de iniciar tratamiento se revirtió esta situa-
ción; las mellizas se volvieron a juntar quedando ella afuera.
En la casa hay mucha estrictez; circula la versión sostenida
por la madre de que hay muchos microbios por todos lados, que
hay que lavarse las manos permanentemente. El que cumple la
ley, bien; el que no, es un tonto transgresor. El padre refiere
también que la hija mayor se ha podido desprender un poco de la

121
DONALD MELTZER

madre, en cambio las otras hermanas quedaron muy simbiotizadas


con la mamá. Él es el que trabaja y siente que no tiene cabida en
ese mundo de mujeres, en el que hay que incluir a la suegra, figura
dominante.

Dr. Meltzer: No es una historia muy interesante hasta


ahora, en realidad son comentarios de la familia que no
revelan nada interesante acerca de los motivos y los senti-
mientos de la chica, que hasta ahora no parece haber
hablado en estas reuniones de la familia. No se puede saber
cómo es el grado de vanidad que ella tiene o cuán compe-
titiva es, si bien hay alguna indicación de que algo compe-
titivo ocurrió con la hermana en el juego de hockey, y
tampoco cuán liera es. Hay indicaciones de que ha tratado
de dividir a las mellizas pero no se puede tener una idea muy
clara acerca de ninguna de estas cosas por ahora.
También suena como si después de una breve explosión
de sexualidad y reproducción, la pareja dejó de ser una
pareja sexual. El padre se retiró a su consultorio y está
ocupado con sus cosas. Una especie de junta femenina se
formó que lo excluía a él o de la que él se excluía a sí
mismo.
Uno tiene la impresión por lo poco que dijo esta chica
que ella está muy ocupada proyectando ansiedades depre-
sivas en todo el mundo, cosa que es muy común con
pacientes anoréxicos.

Analista: Me impactó su aspecto físico, era algo así como un


bicho con pelos largos, piel y huesos. No me miraba, actualmente
sigue sin mirarme; el cabello largo, suelto, tapaba su cara.

Dr. Meltzer: ¿Quiere decir vello corporal o pelo en la


cabeza?

Analista: Pelo en la cabeza y vello en brazos y piernas.


Impactaban los huesos pronunciados del cuello y hombros,
caminaba lentamente, y toda ella daba la impresión de una
fragilidad tremenda. Usaba shorts y remera. Lo que refiere G. de
sí misma era:

122
GRACIELA

Paciente: “Tengo miedo de la gordura; me siento comiendo


cada vez menos, hay algo que no me deja comer, por mí no
comería. Siempre fui como mi mamá, flaca. A mí me gustaba
que me dijeran la flaca, y luego me lo dejaron de decir y me vi
gorda.
Tengo miedo que si empiezo a comer no pueda parar y me
vuelva gorda.
Tengo que hacer cosas para gastar las energías, no quisiera
engordar; todos me tratan bien siendo flaca, pero yo no quisie-
ra saltar a la soga.
No necesito comer, estoy bien sin comer. Se me cierra el
estómago y no me pide más nada.
A veces siento ganas de morirme porque me siento encerrada
en las mismas cosas, sin poder salir, sin poder comer, pero
cuando llega la hora de comer no puedo.
No me interesa tener amigas ni ir a bailar; siento que me usan,
a veces las chicas hablan entre ellas de mí, siempre buscando
ganar.”
“Como yo no como ni tomo agua, la doctora –se refiere a la
pediatra– me describió los riesgos a los que estoy expuesta.
Entonces yo me toco el corazón y pienso: ¿tendrá alimento?”

Dr. Meltzer: Algo que se encuentra muy frecuentemente


con pacientes anoréxicos es este tipo de actividad rumiativa,
que está centrada en que si comen, que si engordan, en esta
actividad catártica de qué va a pasar si comen o si no
comen... en fin, una especie de proceso obsesivo que tiene
como objetivo evitar tener experiencias emocionales. Para
dejar todo en la conciencia, bloquean el ser receptivos a lo
que piensa la gente, o a tener una experiencia emocional
con otra persona.
Uno se preguntaría qué significado tiene la gordura
para estos pacientes, o qué significado tiene la idea de
morirse para estos pacientes; creo que la respuesta es que
de la manera en que la usan no tiene ningún significado,
todo el propósito de esta rumiación, cuando sale como
discurso es frenar las emociones y con ello un freno a
cualquier significado.

123
DONALD MELTZER

ESTADO ACTUAL

Continúa su tratamiento con la misma frecuencia, como así


también su terapia familiar a la que desde hace un tiempo sólo
concurren la paciente y su padre, ya que la madre y las hermanas
se niegan a hacerlo.
Está cursando segundo año, recuperó su peso normal: mide
1,53; pesa 41,5kg.; retomó su actividad física, practica hockey.
Está mucho menos aislada y hace tres meses menstruó por
primera vez.

Dr. Meltzer: ¿Nos puede dar alguna idea de por qué la


madre y las hermanas no quieren ir a la terapia familiar?

Analista: Sí, no solamente no van a la terapia familiar, sino que


la madre se ha negado también a concurrir a alguna de las
entrevistas que yo he tenido con el padre.

Dr. Meltzer: Lo que parece haber ocurrido, es que ha


habido una nueva división dentro de la familia, y en lugar
de ser el padre contra las mujeres ahora parece ser el
padre y Graciela contra la madre y las hermanas. Ha
habido un rearme territorial con nuevas fronteras. Es un
nuevo tipo de agrupamiento, no se puede saber si es el
resultado de algo que Graciela hizo, o el padre, o la
madre, pero parece que ha habido una reorganización del
grupo familiar. Tampoco se puede saber si este
reagrupamiento es una función de manejos de Graciela o
del padre o de la madre, no se puede decir, pero sin duda
se desplazó la dinámica de la familia. Tampoco se puede
saber si lo causó la terapia familiar o el resultado de un
acting out de Graciela como resultado de su análisis; uno
sospecha que tiene que ver con esto último.

Analista: En realidad este alejamiento de la terapia coincide con


el acercamiento del padre a la paciente y la mejoría de la paciente.
Lo que manifiesta la madre es que ella no quiere tener nada que
ver ni con el análisis, ni con la pediatra, ni con la terapia de grupo
familiar.

124
GRACIELA

Dr. Meltzer: Se puede saber algo de la cronología de esto;


ella estuvo en análisis dos años.

Analista: No, hasta acá un año y medio.

Dr. Meltzer: ¿Cuándo se retiran la madre y las hermanas


de la terapia familiar?, ¿en qué momento?

Analista: Aproximadamente a los ocho meses.

Dr. Meltzer: ¿Cuándo comenzó a subir de peso?

Analista: A los cuatro meses de comenzar el tratamiento. No


obstante la mamá, a pesar de no concurrir a las entrevistas y a la
terapia de grupo familiar, se encarga de que su hija concurra y
regula los horarios en los cuales la hija tiene que venir a la
terapia.

PRESENTACION DEL MATERIAL DE SESION

Divido el tratamiento en dos períodos marcados: un primer


período donde G. está anoréxica afuera; en la transferencia se
comunica y es activa, sólo que no me mira. Actualmente sigue sin
mirarme, ni siquiera cuando saluda.

Dr. Meltzer: Para tener una idea de la cronología, ¿cuánto


dura este primer período?

Analista: Seis meses aproximadamente.


Un segundo período donde G. mejora notablemente afuera:
sale de la anorexia física, retoma el colegio con muy buenos
resultados, sale de su aislamiento, tiene amigas –si bien no son
muchas. Físicamente hace un cambio importante, se recoge a
veces el cabello, antes lo usaba para tapar su cara. Camina
erguida, es como si se hubiera transformado de una planta mar-
chita, en una que se hidrata y empieza a tomar forma. Y en
cambio, en la transferencia, se muestra ostensiblemente retraída
generando en mí un fluir contratransferencial abundante.

125
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿Dice algo acerca de los contenidos, de la


calidad de la contratransferencia?

Analista: Sí, después lo incluyo en el material.


Opté por transcribir mi contratransferencia como una manera
de preservar mi actividad profesional en la sesión, y además
como una manera de ir depurando mi contratransferencia hasta
poder transformarla en una interpretación.
En este período la paciente aparentemente producía muy poco
material. Daría la impresión que en este segundo período se
instaló la anorexia en la transferencia, cuyo observable es la boca
cerrada, poco aporte de material, y la poca permeabilidad de la
paciente al contacto conmigo.
En este momento hablaría de un tercer período, que se inicia
en noviembre-diciembre que es el que me preocupa mucho,
porque la paciente se torna más autista, se persigue más cada vez
y diría que el contacto verbal es prácticamente nulo. Solamente
me dirige la palabra para pedirme cambios de horarios.
He seleccionado dos sesiones del primer período y dos sesio-
nes del segundo período.

Dr. Meltzer: ¿Y después va a agregar algo acerca del


tercer período?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: ¿La sesión de diciembre es del tercer período


o del primer período?

Analista: Noviembre y diciembre son las del primer período. El


segundo período comienza a partir de agosto del ´90

Dr. Meltzer: ¿Y la última sesión de diciembre del ´90 es del


tercer período?

Analista: No, es el final del segundo período, que además no se


diferencia demasiado de las del tercer período.

126
GRACIELA

INTRODUCCION DE LA CAJA DE JUEGOS EN LA SESION

Le muestro la caja de juegos, le doy la consigna. La mira de


reojo, no la abre.

Analista: Si querés podés traer juguetes de tu casa y ponerlos


en la caja.

Paciente: No, yo tengo todos los juguetes juntos con los de


mis hermanas, y entonces no los puedo traer porque si los
traigo se van a mezclar con los suyos. Además no voy a jugar.

La caja quedó siempre sin ser tocada ni mirada, no la abrió


nunca.

Analista: Pareciera que juntarte conmigo te asusta, y que si te


mezclás conmigo no se sabría quién es Graciela y quién es R.

Paciente: Yo no puedo, ni voy a traer los juguetes de mis


hermanas.

Analista: Juntarte acá es como mezclar los juguetes de tus


hermanas con los de la caja.

Sigue muy callada, en silencio. Observo que afirma sus pies en


un parante del escritorio, agacha la cabeza, cubre su rostro con el
cabello, mueve los pies.
A los veinte minutos de sesión me dice:

Paciente: ¿Me puedo ir?

Analista: Así como te pasa con la comida, te negás a comer del


análisis.

Paciente: ¿Me puedo ir?

Analista: Me sentís a mí como alguien que te está enchufando


el tratamiento, y vos te negás a tomarlo igual que a la comida.

Paciente: Yo le estoy diciendo si me puedo ir.

127
DONALD MELTZER

Analista: Sí, desde ya que podés irte cuando quieras, pero tal
vez podamos ver que me estás pidiendo irte porque temés
quedar atrapada como en un pantano y no poder salir más.
(Observo que se afirma más fuerte en el parante del escrito-
rio). Es como si necesitaras afirmarte en el escritorio como
una forma de no ser chupada por mí.
Silencio. Termina la sesión.

Dr. Meltzer: ¿Ella no se fue antes?

Analista: No.

SESION DE DICIEMBRE

Última sesión antes de la interrupción por las vacaciones. Se


queda en silencio unos minutos. Cabeza gacha, no me mira.

Analista: ¿Qué pensás?

Ante esta pregunta en varias sesiones anteriores si sonríe es


que va a comunicar algo, si queda seria no responde.

Paciente: Pienso que por qué usted hace tanto lío con las
vacaciones. No es para tanto, está exagerando. (Se sonríe
nuevamente). En casa, en dos cuartos, tenemos un piso igual
al de usted.

Analista: Creo que vos estás diciendo que hay algo que nos
une y tenemos en común; y es en el piso donde vos tenés puesta
la mirada, que nos unimos las dos.

Paciente: (Se vuelve a sonreír). Sí, pero las maderas no están


colocadas de la misma manera.

Analista: Me decís que sí, que podemos tener un piso común,


pero hay un pero.

Se pone seria, cierra la boca, frunce los labios y permanece en


silencio.

128
GRACIELA

Analista: Ahora que estás en silencio es como si un personaje


se adueñara de tu boca y no te permitiera hablar. Y cuando te
sonreís es como si estuvieras en compañía de otro personaje,
más benevolente, que te permite hablar conmigo.

Dr. Meltzer: ¿Eso está basado en alguna evidencia o es una


interpretación intuitiva?, está interpretando un proceso
de disociación en la cual le dice a la paciente, que una
parte de ella está en el control de la boca. La pregunta es,
si es una interpretación que surge de una evidencia o si es
simplemente algo que surge de su intuición por observar-
la.

Analista: Yo creo que son las dos cosas, de alguna manera surge
de una observación que se había dado ya en otras sesiones.

Dr. Meltzer: Me preguntaba si surgió de las dos habitacio-


nes que nombró.

Analista: Cuando vuelve de las vacaciones empieza una lucha


sin cuartel, un negativismo muy acentuado y oposicionismo.
En la primera sesión luego de las vacaciones dice:

Paciente: Usted es una extraña, ¿por qué yo tengo que contar-


le mis cosas?, es lo mismo que alguien que pase por la calle,
es una desconocida. No es nadie.

Analista: En las sesiones que siguieron al receso por las vacacio-


nes, el extrañamiento frente a la terapeuta, la desconfianza y el
rechazo, fueron repetidamente trabajados como producto de la
separación entre la madre y su bebé.

Dr. Meltzer: Tenemos ahora una evidencia importante


acerca de su omnipotencia, ella es un poco como un bebé
que puede aniquilar objetos mediante el proceso de no
mirarlos.
Si ustedes hacen una observación de bebés, si por
ejemplo entra una amiga de la madre con otro bebé y
ustedes observan los ojos del bebé de la casa, van a ver que
hace un recorrido que va obviamente a aniquilar, a no ver

129
DONALD MELTZER

al nuevo bebé. Parece estar ligado al comentario de que su


piso y los dos pisos de las habitaciones de la casa de la
paciente son parecidos, si bien tienen la madera dispuesta
en forma diferente.
Si entonces juntamos ambas cosas –el tema del piso, que
dijo entonces, y la no existencia de la analista ahora–
tenemos un cuadro de un proceso, un proceso primero de
introyección, de modificación y de aniquilación del objeto
externo. Mediante la mirada lo introyecta, modificándolo
para su conveniencia; tiene adentro de ella los objetos que
ella quiere y puede después aniquilar el objeto externo, no
prestándole ninguna atención.

SESION DE ABRIL DE 1990

Llega veinte minutos tarde.


Quiero aclarar que siempre llega tarde, difícilmente usa toda
la sesión, a veces está quince minutos, viene por quince minutos;
a veces por veinte minutos. Pero nunca falta.
Recuerdo que durante los primeros meses de tratamiento la
traía la madre y la esperaba en la sala, actualmente en algunas
oportunidades viene y se va sola en ómnibus.
Creo que tiene voluntad de venir, y que a pesar de sus tardan-
zas, sus resistencias no son tan acentuadas. A pesar de todo, la
rebeldía se da.
Recuerdo que el padre me llamó para ver si podía cambiarle el
horario de sesión, porque tenía un partido de hockey.

Mientras la paciente está en silencio, observo que el aspecto


físico cambió mucho. Es una linda nena, ahora se recoge el
cabello, antes lo usaba para taparse la cara.
Observo que apoya con fuerza los pies en el escritorio. Mira su
reloj.

Analista: ¿Será que me querés indicar que llegaste tarde?

Paciente: No sé.

Analista: ¿De qué te parece que hablemos hoy?

130
GRACIELA

En otras oportunidades en que le he preguntado qué pensaba o


en qué andaba, me dijo que no le preguntara, que de esa forma no
le gustaba.

Paciente: No me gusta esta forma, puede haber otra.

Analista: ¿Cuál?

Paciente: Que se hable de cosas, proponga usted temas:


escuela, casa...

Analista: ...y que yo sea quien hable de las mías.

Paciente: ¿Y por qué tengo que hablar yo de las mías con


usted?, ¿quién es usted para que yo hable de mis cosas?

Analista: Es probable que temas que yo pueda meterme dentro


de tu cabeza y mirar adentro, y que para vos sea importante que
yo respete tu intimidad y pueda comprender tus temores.

Paciente: A mí no me importa lo que usted piense.

Analista: Debe ser importante tenerme a mí lejos y a distancia


por temor a que algo te pase si nos juntamos.

Dr. Meltzer: Esta parece ser una situación anoréxica muy


parecida a la situación en la cual ella dice: “no me fuercen
a comer”, pero ella está todo el tiempo provocando una
situación que obliga a la persona que está con ella a
penetrarla de alguna manera.
Indudablemente algo ha estado ocurriendo en todo este
tiempo en el análisis o en otro lugar –la disminución de la
anorexia–, por el hecho de haber aumentado de peso y de
haber cambiado la forma de presentarse y su apariencia.
Algo ha ocurrido, y tenemos que asumir que algún cambio
ha ocurrido en el análisis. Lo que creo que ocurre es un
poco comparable a ‘cómo robar un banco’; la forma de
robar un banco es primero provocar un disturbio, un gran
alboroto en la puerta delantera del banco de manera que
la policía se ocupe de lo que pasa delante del banco y no

131
DONALD MELTZER

note que los ladrones entran por la puerta de atrás. Lo que


ocurre entre la boca del paciente y los oídos de la analista
o la boca de la analista y los oídos del paciente, lo que
ocurre en estas sesiones es equivalente del alboroto, y lo
que ocurre secretamente ocurre con los ojos; es con los
ojos que ella está robando el banco.
Había una vez una película divertida con Alec Guiness
llamada “The lavender hill mob” que se trataba de una
pandilla que robaba lingotes de oro de un banco, y la
forma de sacar los lingotes de oro del país era fundiendo
el oro y transformándolo en imitaciones baratas de la
Torre Eiffel.
Ocurre muy frecuentemente con chicos en la edad de
latencia, cerca de la adolescencia, una situación muy
similar. Los chicos son traídos, son obligados, no hablan,
traen los deberes, y no pasa nada por meses y luego,
misteriosamente, aparece un cambio; y el problema analí-
tico es averiguar qué es lo que realmente ocurre en las
sesiones qué está enmascarado por esta aparente inactivi-
dad.
Yo creo que aquí hay dos elementos evidenciables que
ella trae. Uno es la referencia al piso y el otro es la
posición de las piernas contra el escritorio. De manera
que la imagen que tengo es la de un bebé que está siendo
puesto al pecho pero que se niega a comer, que se pone
rígido, que empuja los pies contra la falda o el estómago
de la madre; y lo que pienso que ocurre es que mientras
con las piernas está forzando la separación de la parte
inferior, mientras que no se alimenta, por arriba roba con
los ojos la femineidad de la analista.
No es poco común en el análisis, esto ocurre frecuente-
mente, pero en general cuando ocurre uno se da cuenta por
ejemplo que si una usa un vestido rojo un día y al día
siguiente el paciente aparece con un vestido similar, o si
uno está usando un par de zapatos nuevos, al día siguiente
el paciente aparece con un par de zapatos nuevos. Pero
esto está mucho más disfrazado que eso, ella viene trayen-
do sesión tras sesión estos incrementos en su femineidad y
belleza, pero ninguno parece ser el resultado de haber
robado algo de la analista; todos han sido alterados en su

132
GRACIELA

forma y tienen un poco esa cualidad que les decía de las


torres Eiffel realizadas con los lingotes de oro.
En abril, la madre deja de venir, es el padre quien llama
para pedir el cambio de sesión, y eso sugiere que posible-
mente con la femineidad que ha robado ella comienza la
seducción del padre. La implicancia de esto es que una vez
que ella haya completado el robo de la femineidad y haya
completado la seducción del padre, va a descartar el
análisis como algo vacío, sin valor.
Este es un acting out que es una actuación psicótica,
muy parecida a otro tipo de actuaciones no psicóticas que
se dan en casi todos los análisis. Hablando teóricamente
es una situación en la cual la introyección ha sido reem-
plazada por el robo; la forma más frecuente en que se
manifiesta esto en el análisis es mediante los pacientes que
parecen escuchar muy atentamente las interpretaciones
que uno hace, y uno después escucha que ellos han comen-
zado a ser psicoanalistas gratuitos de todos los amigos, a
practicar el análisis de todos los amigos. Esto es diferente
de lo que ocurre en el proceso analítico con los pacientes
que entran en identificación proyectiva con el analista,
que se manifiesta de diferentes maneras. El resultado de
este tipo de robo es que ellos no dejan de introyectar al
analista pero lo introyectan como un objeto arruinado y
vacío, y se vuelven hipocondríacos.

Participante: Le quiero hacer una pregunta, usted dijo que ésta


es una introyección psicótica que no se diferencia de la no
psicótica en otros pacientes, ¿cuál es la diferencia clínica?

Dr. Meltzer: El robar con los sentidos es una forma psicó-


tica de usar los sentidos, de la misma manera que lo sería
cuando se alucina y no es parte del desarrollo normal, no
es regresivo sino psicótico.

Analista: A raíz de esto que comenta el doctor Meltzer sobre el


robo, recordaba que esta paciente en una sesión comentaba que
cuando ella venía a sesión estaba como muerta, y que cuando ella
salía de la sesión estaba viva.

133
DONALD MELTZER

En este segundo período se establece una relación inversa


entre la producción de material analítico y mi fluir contratrans-
ferencial. Cuanto más escasas se fueron haciendo las produccio-
nes de la paciente, mayores fueron mis emociones y ocurrencias
contratransferenciales. Esto se fue dando gradualmente y espero
poder transmitirlo en el material que sigue.

SESION DE AGOSTO DE 1990

Analista: Es una sesión luego de un fin de semana. Llega treinta


minutos tarde.
Silencio.
Me pregunto cómo empezar, creo que es el problema que ella
plantea, ¿cómo empezar a relacionarse?, iba a escribir relacio-
narnos.
Creo que es un problema de las dos, problema muy complejo
que no resulta fácil de resolver. Para juntarse conmigo tiene que
soltarse de la mamá, y entonces tengo que tender un puente.
Tengo una imagen: costa, río, costa. Para unir las dos costas,
se necesita un puente. Es allí donde interpreto.

Analista: Para que puedas separarte de tu mamá, tengo que


aparecer yo como un puente que une dos orillas. Pero entiendo
que juntarte conmigo no te resulte nada fácil.

Paciente: Mi papá llegó tarde a comer.

Analista: Tu papá llegó tarde a comer y yo tengo que esperarte


a vos, como vos a tu papá.

Paciente: Yo lo tengo que esperar a papá para que él me diga


cuánto comer.

El padre es quien regula lo que ella tiene que comer, las


cantidades y calidades de los alimentos.

Dr. Meltzer: Ahí está el idilio entre ella y el padre...

Analista: Contame cómo es eso de papá.

134
GRACIELA

Paciente: Papá siempre venía tarde a comer, esto era antes,


ahora es un poco menos. Viene medio tarde, y yo no tengo la
culpa de llegar tarde acá.

Dr. Meltzer: Esto parece decir que papá venía muy tarde
cuando venía a verla a mamá, pero ahora que me viene a
ver a mí llega un poco tarde.

Analista: Debe ser muy importante papá en tu vida.

Paciente: Si él no me dice no hay quién me diga.

Analista: Ahora entiendo por qué cuando llegás estás en


silencio y esperás que yo hable primero.

Esto ocurre en reiteradas sesiones, donde si yo no hablo


primero ella no lo puede hacer. Además me dice que yo proponga
los temas.

Dr. Meltzer: También parece significar que “papá no me


dijo que yo coma aquí”, que papá se hizo cargo. Lo que
está implicado en lo que ella dice es que si papá no me dice
que haga algo no hay nadie que me lo diga, si él no me dice
que lo haga, no lo hago; sólo hago lo que me dice papá. Si
no lo hago acá es porque papá no me dijo que lo haga;
¿papá te dijo que no lo hagas?; no, no me dijo que no lo
haga pero tampoco me dijo que lo haga.

Analista: Sucede que cuando yo estoy acá me vivís igual que


a tu papá, si no te indico lo que tenés que hablar no podés
hacerlo sola.

Paciente: Eso que me dice yo ya lo pensé antes, pero no se lo


dije porque creí que usted ya lo sabía. Además, ¿por qué usted
cuando llego no empieza enseguida a hablar?

Analista: Entiendo que vos te enojes conmigo cuando no


empiezo enseguida a hablar, y me tenés que esperar igual que
a tu papá cuando llega un poco tarde.

135
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Ella parece decir: si querés comenzar una


relación conmigo tenés que hacer conmigo como yo hago
con papá, me tenés que obedecer.

Paciente: Usted llega todo tarde, mi papá un poco.

Analista : Tal vez sientas que este fin de semana me tuviste


que esperar mucho tiempo para que yo te indique qué es lo que
tenés que hacer, y qué comer.

Paciente: Yo tengo mis razones, ya son las menos diez y me


tengo que ir.

TERCERA SESION DE LA SEMANA

Analista: Llega 15 minutos tarde. Me da la mano a la entrada,


esta vez me la da con el pulgar un poco más abierto.

Dr. Meltzer: ¿Siempre le da la mano?

Analista: Hay toda una historia con la mano y con el saludo;


cuando yo tuve las entrevistas y los vi la primera vez, primero
entró la mamá –a quien le di la mano– después el papá –a quien
también le di la mano– y después siguieron todos los demás –que
también me dieron la mano.

Dr. Meltzer: ¿En la primera entrevista también le dio la


mano a ella?

Analista: Sí. De allí en más, cada vez que venía me daba la mano.

Dr. Meltzer: Pero no es parte de su técnica sino la técnica


de ella.

Analista: Empezaron las cosas así. Hay toda una historia con el
saludo porque a esta paciente después tenía que buscarle la mano,
es decir, yo darle la mano a ella y tomársela, porque ella cada vez
se retrae más y en este último período, en estas últimas sesiones,
se cruza de brazos y no me da la mano.

136
GRACIELA

Dr. Meltzer: ¿Pero es parte de su técnica darle la mano a


los pacientes?

Analista: A los adolescentes no.

Dr. Meltzer: Yo pienso que ella posiblemente lo viva como


una cuestión de obediencia de parte de la analista. Pero
esta vez le dio la mano con el pulgar un poco más abierto.
Va retirando un dedo por vez...

Analista: Es así como venía haciendo, y ahora directamente ya


retiró todo.

Dr. Meltzer: Ella está posiblemente en el proceso de re-


traerse completamente; apenas ella esté convencida de
que usted esté vacía y que se ha derrumbado en una masa
de femineidad des-sexualizada, ella se va a ir del trata-
miento, la va a dejar cuando la haya vaciado.
Esto tiene algo que ver con la fantasía en la contra-
transferencia acerca del puente, esto de dar la mano.

Analista: Silencio. ¿Interpreto la apertura del pulgar?, ¿sí?,


¿no?, no sé.
Tengo la imagen de un citrus deprimido; la imagen es del
momento en que se exprime el citrus para sacar el jugo (aclaro
que pensaba en el limón).
Siguen pasando los minutos, G. sigue inmutable con la mirada
puesta en el piso. Como siempre no me mira.
Pienso que así como el citrus, voy a tener que exprimirme la
cabeza para sacarme alguna interpretación, para darle y que tome
un poquitito.
Mutis por el foro.
Me pregunto: ¿estoy dispuesta a hacer el esfuerzo? Por ahí
pienso que sí, por ahí no. Quizás si encontrara aunque más no sea
una mínima respuesta...
Pienso en una pollera que compré y querría devolverla, es
blanca; pero luego pienso en una negra que también compré.
¿Cuál de las dos devuelvo?, ¿la blanca o la negra? Recuerdo un
chiste y pienso: partamos la diferencia y compro una gris; pero es
de medio luto, como si la cosa pasara por vida o muerte, y que ella

137
DONALD MELTZER

puede sentirse más o menos vital y me estimule para que yo me


sienta también vital, o todo lo contrario.

Dr. Meltzer: Su contratransferencia parece estar muy acer-


tada; es una cuestión de vida o muerte para usted, si bien
empezó como una cuestión de vida o muerte para la
paciente, ahora es una cuestión de vida o muerte para la
analista.

Analista: Yo la espero para ofrecerle mis interpretaciones o


alimento analítico, y me deja a mí con todo lo vital y se queda sin
tomarlo, en cuyo caso nos transformamos: yo en alguien que
tiene, ¿pero de qué sirve?, y ella en alguien que puede, pero
tampoco toma nada, o muy poco.
Ahí es cuando puedo interpretar.

Analista: Vos venís a sesión y tenés que optar entre tomar o


no tomar de mí, pero cuando venís, algo ocurre dentro tuyo que
no te permite tomar.

Sólo en este momento hace un gesto con los hombros como


diciendo: “no sé qué es”, y dice:

Paciente: No sé por qué es así.

Pienso: tendremos que ir viendo eso. Luego dice:

Paciente: ¿Qué quiere que yo haga?, yo no entiendo.

Pienso: hoy no me rechaza como otras veces, no me dice como


otras veces: “¿qué le importa?, no se meta”.

Analista: Hoy estás más abierta, como cuando te recibí y lo


estaba tu pulgar, y me decís que no podés estar de otra manera.

De aquí en más se cierra, frunce los labios, esconde su cara en


su cabello, y no se mueve.

Analista: Estabas más abierta, pero es como que poco a poco


te fuiste cerrando y entonces vos te quedás con lo tuyo y yo con

138
GRACIELA

lo mío.

Silencio prolongado. Asocio con una madre que espera su hijo


y le ofrece lo único que tal vez pueda ofrecerle, que su hijo a
veces acepta: un té, y él rehusa. Me angustio con esta asocia-
ción, creo que me identifico con la madre del recuerdo.

Analista: Entiendo que tal vez necesites ponerme muy lejos,


y que tal vez necesites que yo te hable poco para no sentirte
invadida.

Dr. Meltzer: Una cuestión de técnica: usted observa su


contratransferencia y la está tratando de usar para enmar-
car o producir las interpretaciones, pero lo más significa-
tivo de la contratransferencia es que usted está perpleja.
Pero no está usando esa parte de su contratransferencia
para enmarcar la interpretación, porque creo que lo que
podría estar diciendo es contarle a ella sus observaciones,
que incluyen la observación que había hecho antes de que
se la ve mejor, que aumentó de peso, que parece más
femenina, etc. etc., y que lo que parece estar pasando es
que nada de lo que haya ocurrido en sesión parece ser la
causa de ello. Usted se siente como una mamá vieja cuya
hija la viene a visitar, le ofrece una taza de té que ella no
acepta, y eso la hace tremendamente infeliz, y ni se da
cuenta que ella robó toda la platería... al otro día la ve
pasar en un auto nuevo y se pregunta: ¿de dónde sacó la
plata para comprar ese coche?
Yo pienso que cuando se sufre en la contratransferencia
es muy importante recobrar el sentido del humor, y esto
sólo puede hacerse cuando se entiende lo que está pasan-
do.
Es muy importante cuando uno observa que el paciente
nos está haciendo sufrir, ser capaz de interpretar esto con
una sonrisa; y yo siempre me digo cuando estoy por
interpretar algo de este tipo: esperemos un momento,
esperemos que primero salga el sol, esperemos hasta
poder interpretar con una sonrisa, esperemos hasta tanto
haya tomado control de mi contratransferencia lo sufi-
ciente como para permitirme interpretar lo que pienso de

139
DONALD MELTZER

una manera amigable.

SESION DEL 31 DE DICIEMBRE DE 1990

Analista: Esta es la última sesión del año pero no antes de la


vacaciones, después continuábamos veinte días más.
Llega 15 minutos tarde. Llama desde abajo por el portero
eléctrico.

Dr. Meltzer: ¿Es lo que hace siempre?

Analista: Sí. Al preguntar quién es, me responde con voz clara y


firme su nombre y apellido.

Dr. Meltzer: ¿Es lo que hace siempre?

Analista: Sí, siempre es así. Entra, se ubica en su posición


habitual afirmados sus pies en el parante, la cabeza reclinada y
sin mirarme.
Permanece así diez minutos mientras yo pienso: una es G. de
lejos y otra la que está aquí conmigo.

Dr. Meltzer: Está pasando por delante de la puerta con un


coche nuevo...

Analista: Pienso: la de aquí es silenciosa, autista, anoréxica;


la de afuera es más vital.
¡Qué diferencia entre G. cuando está lejos y me habla contes-
tando con voz firme y clara desde el portero, y ésta que está
cerca!

Silencio; se mueve.

Analista: La de abajo habla, contesta; la de acá está metida


para adentro y silenciosa como si tuviera mucho miedo a que
nos pudiéramos mezclar.

Silencio; pienso en el último día del año, y recuerdo que hace

140
GRACIELA

un año y un mes que está en tratamiento, y fantaseo que podría


hacerme un regalo de fin de año hablando. ¿Será mucho
pedir?, aparece mi deseo, y eso debe ser para ella peligroso.

Dr. Meltzer: Ella le va a regalar esa pollera gris...

Analista: Si vos pensás que yo deseo que vos hables, debe


surgir un personaje que te lleva a hacer todo lo contrario y
debe decirte: “no le digas nada”. Pero estando lejos parece que
pudieras permitirte hablarme y no oponerte.

Silencio; recordé los comienzos del tratamiento, ¿será un


balance de fin de año? Recuerdo su anorexia, el saltar a la
cuerda, su delgadez, la última entrevista con el padre, la
llegada de la menstruación...

Dr. Meltzer: ¿Cuándo tuvo la menarca?

Analista: En noviembre del ´90, un mes antes de esta sesión.

¿Le digo lo del balance?, ¿tiene sentido que yo le diga si ella


no lo puede decir?, en realidad me lo diría a mí.
De pronto, se me ocurre ubicarme de otra manera para ver
reflejada la parte de atrás de su cuerpo en un ventanal al que G.
le da la espalda. Veo un papelito en el piso, lo recojo, y fantaseo
con tirárselo, pero no agresivamente, como los avioncitos de
papel... algo así como iniciar un juego con ella donde yo tiro y
ella devuelve.

Dr. Meltzer: ¿Puede decir algo más acerca de ese pedazo


de papel?, ¿cómo era de grande?, ¿tenía algo escrito?

Analista: No, era un papel en blanco muy chiquito.

¿Avioncito?, equivalente de palabras que van y vienen entre


las dos. Bueno, ya estaría sana si eso ocurriera, o al menos más
sana.

Analista: Cuántas cosas pasarán por tu cabeza en este silencio


y cuántas por la mía.

141
DONALD MELTZER

Paciente: No (tajante).

Analista: Decís que no, como diciendo “no se meta con mis
pensamientos ni yo me meteré con los suyos, así no se mez-
clan”, como antes separabas las comidas para que no se
mezclaran.
Silencio. No recuerdo si le di la tarjeta con el importe de los
honorarios. Se lo pregunto, mete la mano en el bolsillo y me
tira el cheque (era al final de la sesión).

Esto de guardarse el cheque hasta el final de la sesión lo hace


en varias oportunidades, es decir lo guarda, lo tiene en la mano
hasta el final de la sesión, y por ejemplo hace dos días en la
puerta, cuando ya iba saliendo, me lo dio.

Dr. Meltzer: Hay que considerar que en esta sesión la


analista está esperando que se le pague, y en la sesión la
analista levanta un trozo de papel y tiene la fantasía de
hacer un pequeño avioncito, tirarlo y que ella lo tire de
vuelta. Lo que ocurre en la sesión es que ella le tira el
cheque.
Consideremos la relación entre esto y la fantasía acerca
de las polleras blanca y negra, si juntamos ambas fanta-
sías sería como completarlas: es como si usted le hubiera
dado una pollera blanca y ella le hubiera dado una pollera
negra.
Consideremos qué le pasaría a un analista que no hace
lo que usted ha hecho, que es ser muy cuidadosa en
monitorear su contratransferencia. Uno encontraría el
cuadro típico del peligro al trabajar psicoanalíticamente
con pacientes psicóticos. Los pacientes psicóticos tienen
la capacidad de robar los objetos internos y reemplazarlos
por los suyos propios que son objetos dilapidados, y es
muy importante cuando se trata pacientes psicóticos y esta
paciente se presentó con la parte psicótica de la persona-
lidad, aunque puede tener otros aspectos, saber que es un
azar para la salud de uno. Y creo que es absolutamente
esencial en mi opinión, hacer lo que ha hecho la analista:
monitorear la contratransferencia.
Pero lo que la analista no ha hecho es incluir los

142
GRACIELA

fenómenos que observa acerca de su mejoría manifiesta,


como comenzó a hacer en esta última sesión, que empezó
a pensar cómo es que está mucho más linda, y saludable,
y contenta, y bla, bla, bla y cómo habla por el portero
eléctrico y sin embargo cuando está acá se comporta de
este modo, y demás. Y es probablemente cierto que lo que
ha estado ocurriendo hasta ahora es que ella ha estado
robando la platería de la familia.
Es indudable que la mejoría manifiesta que aparece a
través de esta maniobra psicótica no puede tener éxito en
producir el desarrollo de la paciente, y la razón es porque
mientras ella piensa que es tan viva y tan inteligente que le
roba la femineidad y se enriquece, lo que ocurre a nivel
mental es que ella está incorporando una madre envejeci-
da, des-sexualizada, una madre que se está muriendo, y
que en última instancia la va a enfermar en forma de una
depresión y una hipocondría.
Tomando como ejemplo el último comentario en la
contratransferencia acerca del avioncito y si tiene o no el
significado de palabras, y el comentario acerca de que si
ella pudiera usar palabras de esa manera estaría curada,
es probable que la paciente sea capaz de actuar este tipo
de situación en la transferencia, sea capaz de convencer a
la analista de que ha llegado a esta posesión, agradecerle
e irse; o sea que puede engañar a la analista y hacerle
creer que está tan mejorada que ya puede irse y usted
puede creerlo y aceptarlo como un triunfo terapéutico.
La analista no está en peligro, no va a estar buscando la
platería y averiguando cómo es que desapareció, la ana-
lista se ha protegido; pero es la paciente la que está en
peligro de ponerse en la situación de terminar el trata-
miento en una forma maníaca, un tratamiento sólo par-
cialmente exitoso, bien comenzado en cierto sentido. De
manera que es muy importante si uno ve que existe esta
posibilidad, el traer esta cuestión, de resumir toda esta
situación, de discutir los cambios que han ocurrido, que es
lo que ha estado sucediendo acá y cómo está relacionado
con los cambios en la familia, la relación con su padre y
demás. Pero hay una posibilidad de que sea demasiado
tarde para hacer eso, y si uno lo hace, ella puede tener una

143
DONALD MELTZER

explosión de rabia y abandone el análisis; esto depende


mucho de la intensidad de la connvivencia que existe entre
ella y el padre.

Participante: Con una niña de 14 años y una madre que no es


declarada insana, pero aparentemente está bastante enferma y
debe participar en entrevistas relacionadas con el análisis, la
pregunta sería: ¿qué se puede esperar del establecimiento de la
relación de la analista con una madre que no quiere cooperar?
¿Cómo establece la paciente la relación con la analista si la madre
no quiere cooperar?

Dr. Meltzer: Primeramente si la madre quiere impedir que


venga, legalmente puede hacerlo a los catorce años. El
hecho de que no haga nada en forma activa para impedir
que venga es como si diera tácitamente su acuerdo, un
acuerdo tácito tanto para el analista como para el pacien-
te.
Pero las dinámicas familiares son muy complicadas y
son independientes de problemas legales de este tipo; ha
habido un gran cambio en la organización de esta familia
que muy probablemente esté directamente ligado a lo que
ha ocurrido en el tratamiento analítico.
Sospecho que las relaciones entre el padre y la madre se
han transformado virtualmente, quizás como una especie
de separación legal.

Analista: Sí, así es.

Dr. Meltzer: Quizás Graciela haya invadido esta relación,


que quizás no fue tan buena desde el principio, en la forma
en que lo podría hacer la secretaria del padre. Hablando
emocionalmente funciona como la amante del papá.
Escuchando el material no hay ninguna duda, y esto
surge de pacientes anoréxicos en general, que tienen un
carácter muy duro. Pueden imponer su voluntad a otra
gente sin escrúpulos. Si la analista es capaz de mantener
el psicoanálisis de la manera que expliqué antes, a través
de la descripción de la situación, la ayuda a terminar la
fase más maníaca de su mejoría –que es ésta– y la trans-

144
GRACIELA

forma en una paciente que coopera en una forma más


analítica con el tratamiento, es muy probable que la
familia se reestructure nuevamente.
Pensamos en general que la pubertad ocurre por cam-
bios fisiológicos y hormonales, pero tenemos ejemplos en
la anorexia, de cómo el sistema hormonal está fuertemente
ligado al estado mental, y puede retrasar la pubertad
fisiológica: chicos en la latencia por años y no menstruando
y no desarrollando pechos ni vello pubiano y demás.
También se puede encontrar una pubertad prematura cuan-
do fueron objeto de un estímulo o abuso sexual, algo que
ha despertado la sexualidad muy tempranamente y ha
perturbado la latencia, y entonces menstrúan a los nueve
o diez años, hay un desarrollo precoz de las mamas, etc. y
son mujeres jóvenes cuando tienen 12 años.
No sabemos qué inició el proceso con esta paciente pero
ciertamente no ha sido un problema fisiológico, sino que
algo ocurrió que no sabemos y bloqueó el desarrollo
fisiológico. He estado mirando en detalle la información
que hay aquí y no he encontrado nada que indique qué
inició este proceso. ¿Usted tiene alguna idea acerca de
qué puede haber desencadenado la anorexia y frenado su
pubertad?

Participante: Lo discutimos en un taller y se pensó que la


enfermedad surgió coincidiendo con la aparición de las caracte-
rísticas sexuales secundarias; dejó de ser la nenita mimada, algo
que ella quería que continuara.

Dr. Meltzer: Entonces, ¿la pubertad fisiológica comenzó?

Analista: Yo tengo otra hipótesis. Inicia los cambios su hermana


mayor, a partir de allí es que ella comienza a ver en la hermana
los peligros de la gordura.

Dr. Meltzer: Sí, eso es más probable.

145
DONALD MELTZER

REFERENCIAS TEORICAS

La contratransferencia con pacientes psicóticos

Esta supervisión no está vinculada a un sólo tema sino que


muestra los criterios analíticos de Meltzer cuando el paciente
presenta aspectos psicóticos
Se trata de una paciente de catorce años con anorexia que
permanece en un mutismo obstinado. A partir de sus conductas y
pocas asociaciones Meltzer sugiere que lo que la paciente hace es
robar los contenidos valiosos de la analista, especialmente su
femineidad y reintegrarle objetos destruidos.
El seguimiento detenido de la contratransferencia permite a la
analista protegerse a sí misma.
El riesgo para la paciente es la terminación maníaca del
tratamiento, que puede evitarse incluyendo los indicadores de
mejoría y tratando de describir las situaciones que van sucedien-
do durante la sesión.

Descriptores: Anorexia. Aspectos psicóticos. Caso clínico.


Contratransferencia. Supervisión.

146
Juan

Analista: Juan tiene 3 años exactamente. Se presentan tres horas


de juego con aproximadamente una semana de intervalo entre
ellas. Un mes después los padres informaron que Juan, que casi
no hablaba, había comenzado a hablar con entusiasmo.

Motivo de Consulta: Juan es hijo adoptivo. Fue informado junto


con su hermana mayor –también adoptiva de 5 años de edad– de
este hecho, recién hace dos meses. Los padres desean saber qué
repercusión psicológica tuvo en él esta información; también
desean saber si en el niño inciden las continuas desavenencias y
peleas de la pareja parental.

Algunos antecedentes: Fue adoptado a las horas de nacer, los


padres no tienen ningún dato sobre su origen o sobre el parto.
Caminó a los 14 meses, dijo las primeras palabras a los 2 años.
Aún no controla esfínteres, se toca mucho los genitales, también
delante de la gente. Se duerme sólo en la cama de los padres
quienes luego lo trasladan a su camita. No registra enfermedades
somáticas salvo adenoiditis crónica. No ha sufrido accidentes ni
operaciones quirúrgicas. Va a una guardería, se separó con mu-
cha facilidad de su mamá, allí juega pero les pega mucho a los
otros chicos. No es seductor, ni simpático. Cuando se le dice que
no a algo tiene una pataleta, es caprichoso y llora si no se lo
consiente. Lo que más le gusta es jugar con autitos.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 147


DONALD MELTZER

PRIMERA HORA DE JUEGO

No parecía un chico lindo. Me impresionó como raro, con una


mirada rara, un chico feíto. No obstante, la analista que lo atendió
después, me preguntó qué me había pasado porque le pareció que
el chico era muy lindo.
Yo tomé las 3 horas de juego diagnósticas y luego lo derivé a
la analista que tiempo después, creo que dos meses más tarde, lo
trató.
Hay un dato que quizás interese y es que su motricidad o su
aptitud era inferior a su edad cronológica. Observé que se com-
portaba como más bebé que lo correspondiente a su edad crono-
lógica.

Dr. Meltzer: Es una buena observación.

Analista: Primera hora de juego: Viene acompañado por su


padre, se separa con mucha facilidad, entra succionándose el
pulgar sin aparente angustia. Es visible la obstrucción de las vías
aéreas superiores, acento nasal, respiración bucal superficial,
boca abierta, labio superior corto y retraído, ruidos nasales
típicos de la obstrucción adenoidea.

Dr. Meltzer: Una descripción muy adecuada, muy detalla-


da, muy convincente.

Analista: Me llamo X.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Este hecho será muy recurrente durante las 3 horas de


juego, el niño decía “¿por qué?”. Yo siento que sin real intención
de preguntar. Y después “porque sí”, sin real intención de contes-
tar. Me parece un pattern de obstrucción al progreso y la evolu-
ción, una especie de barrera al conocimiento.

Analista: Acá hay un cajón de juguetes para ser usados aquí,


también hay lápices, papeles y el pizarrón. Podés hacer lo que
tengas ganas con ellos. (Necesita que la puerta del consultorio
quede abierta). Va al cajón de juguetes toma un avión, toma un

148
JUAN

revólver, toma otro avión me dice “otro más”. (Mira un coche,


toma otro coche) y dice “un coche más” (saca el avión grande
y un coche, saca una lancha), dice con alegría “una lancha” (ve
un revolver) y dice “otro más pistola, otra pistola más, casitas”
(al querer tomar la bolsa de casitas se le caen todas, entonces
me da la bolsa vacía) y dice “tomala”. (Acciona con la mano
izquierda una pistola y con la derecha sigue sacando juguetes)
me dice “¿sacás?” (sacás es como una condensación, es sacás
el hilo enredado en las ruedas de este auto). Dice “una cebra”
(en realidad es una jirafita).

Dr. Meltzer: Se ve muy contento, disfrutando mucho lo que


está haciendo.

Paciente: Llevo a mi casa (los autitos).

Analista: Ya te conté que los autitos se usan aquí y que no son


para llevar a casa.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Porque son de acá.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Para que vos trabajes aquí con ellos.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: (No responde).

Paciente: Otra pistola, un caballo (es un soldado montado


sobre un caballo) enganchado (no entiendo bien qué dice)
pistola (tira varias veces para arriba) no puedo (apretar el
gatillo de la pistola grande) mirá (sí puede apretar el gatillo
del revolver chiquito). Au! No puedo sacar (el gatillo de su
posición. Espera que yo lo haga, no lo hago, lo hace él. Golpea
muy fuerte una pistola con la otra. Está a punto de romperlas,
le divierte el ruido, me mira y se ríe, cuando hace esfuerzos
aparece protrución de la lengua) no puedo (meter un soldadito

149
DONALD MELTZER

tan grande como el auto dentro del auto. No puede colocar este
soldadito y hace mucha fuerza como si eventualmente lo
pudiera colocar).

Dr. Meltzer: Está peleando con la evidencia.

Analista: Es evidente que no lo puede hacer.

Analista: Me parece Juan que me estás diciendo que no podés.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Porque lo repetís todo el tiempo y después sí podés.


(Juan sonríe).

Paciente: Mirá (hace volar el avión pero al revés, lo deja caer,


protrución de la lengua, se para y hace unos pasitos graciosos
como de payasito y se agacha otra vez sobre los juguetes) Ajá!
Falta rueda acá (a un auto de la caja de juegos le falta una
rueda). Un papeles (es un fuerte para soldados muy simple
hecho con 4 cartones). Autito (risas y ahí alinea). (Voy a
reproducirlo porque me parece que es importante: comienza la
primera alineación de una casa, el auto colorado, el amarillo
y el blanco). Quiero buscar otros chiches, otro coche éste (no
busca nada, deshace la alineación y luego alinea los autitos
transversales sobre el borde del cajón, guarda todas las cosas
salvo 4 autos que abraza y los coloca sobre el diván, están
todos en la misma dirección).

Analista: Pregunto las personificaciones respectivas que re-


sultan como sigue. Este que es un auto de auxilio es mamá;
este es papá (auto de carrera); éste es su hermana que en
realidad tiene 5 años, es más grande que él; y éste es él.
Toma otro coche azul del cajón y lo llama auto rojo, no sabe
qué rol familiar tiene y lo coloca también sobre el diván pero
está aparte de la alineación.
Le pregunto varias veces sobre la nominación de éste y no lo
puede nombrar, a los demás los nominó con facilidad instantá-
nea como mamá, papá, etc. (Cuando el auto rojo entra en la
escena del juego se caen del diván el auto mamá y el auto papá).

150
JUAN

Paciente: Cayó uno (el auto mamá) y cayó otro (el coche
papá). (Me parece que tiene una crisis de ansiedad y sale
corriendo del consultorio abrazando los 4 autos nominados, es
decir mamá, papá, la hermana y él. Abandona el quinto auto
rojo, no nominado, que en realidad es azul y dice que se lo
quiere mostrar a papá, es decir él toma estos cuatro y se va con
ellos).

Dr. Meltzer: ¿Qué te hace pensar que tuvo un ataque de


ansiedad, una crisis de ansiedad?

Analista: El incremento de los movimientos, la cara de susto, la


interrupción del juego, se veía asustado.

Dr. Meltzer: ¿Te miraba a vos?

Analista: No, no me miró a mí.

Dr. Meltzer: Tomó los 4 autitos y salió del consultorio.

Analista: Mi hipótesis en ese momento es que el auto sin nombre,


el auto rojo que en realidad es azul representa a alguien excluido,
por ejemplo la madre genética.

Analista: (Vuelve solo al consultorio y el auto hijo se sube


arriba del auto misterioso que ahora lo va a llamar el otro
coche azul –antes lo llamó rojo–, después trata de subir todos
los demás autos pero no caben y se caen o él los hace caer,
todos se caen).
Parece que es un auto que no puede sostener a las personas,
sobre todo a los chiquitos.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Porque vos me lo estás mostrando.


(Hace que todos los autos se choquen entre sí, fuerte, muy
fuerte, mientras me mira y sonríe. Yo siento una risa vacía).

Paciente: Mi mamá chocó a un taxi. (Lo noto muy agresivo y


el auto hermana choca y desaloja a todos los demás autos de

151
DONALD MELTZER

modo fuerte, agresivo, que contrasta con lo delicado de sus


movimientos anteriores). Ah! Un bombero, saltó el coche (el
auto misterioso sale afuera del campo de juego, no sé si por los
golpes o cómo) pipí (y sale corriendo para el baño a hacer
pipí).
Al ratito vuelve, observo que sobre el plano de juego han
quedado solamente los autos mamá, papá, hijito y hermana.

Analista: Parece que sólo quedaron 4 de la familia.

Paciente: ¿Por qué?

Analista: Porque vos lo hiciste así.


(Hace que el autito Juan, el jeep azul grande, salte. Va a buscar
otro jeep, otro auto al canasto. Los movimientos son muy
bruscos, con poco control muscular).

Paciente: Saltó el coche papá (hace saltar los autos). (No


entiendo lo que dice a continuación, el hablar se ha vuelto
particularmente confuso, ahora es definitivamente una media
lengua con grandes y múltiples dislalias). Está arriba este hijo
(pone el hijo arriba de los autos). Se va a caer, se cae, chocó
un taxi, mamá chocó. (Nota: averigüé posteriormente que ni la
mamá, ni el papá registran choque alguno con un taxi).
Fin de la primera hora.

Dr. Meltzer: Una amplia variedad de fenómenos se ven


aquí. En primer término su capacidad para nombrar las
cosas, darles nombre, de lo cual está bastante orgulloso.
Su primer interés por los juguetes es nombrarlos. Su
segundo interés es descubrir si se los dás para que él
juegue en ese lugar o si se los puede llevar a su casa.
El tercer fenómeno es esta compulsión a repetir “¿por
qué?”. Parece ser que el significado de este ¿por qué? es
simplemente mera oposición, muy típico de los chicos de
esta edad. Y la respuesta típica a esta pregunta es “porque
mamá lo dice” o “porque papá lo dice”. Este ¿por qué?
está muy relacionado con el dar nombre a las cosas y es
puramente convencional.
En la evolución del lenguaje en los chicos hay dos

152
JUAN

períodos muy importantes; el primero es a través de pro-


cesos identificatorios, adquirir la música y la gramática
del discurso. Aparece la media lengua que es como un
lenguaje interno tratando de reproducir sus intereses in-
ternos, distintas partes del self. Esto sucede al final del
primer año de vida, cuando el interior de la boca del niño
cobra mucha importancia. La vida de fantasía de los
chicos parece ser que se lleva a cabo en gran parte dentro
de su boca, porque su capacidad para manipular con las
manos es muy inferior a la inteligencia de esta lengua que
tienen en su boca.
Parece ser que a los dos años esta área de fantasía que
es la boca se divide y se dirige hacia dos direcciones:
hacia el exterior se transforma en una nueva capacidad de
manipular los juguetes en el afuera. Se vuelve también
hacia el interior, para atrás, y se transforma en una
fantasía interna y en sueños. Sólo después de esta división
aparece el lenguaje convencional que se adapta a esa
música gramatical que ya había adquirido antes.
Hay dos partes del hablar, una que podemos llamar la
gramática profunda y otra que es la parte superficial del
habla. Se le dan sentidos muy diferentes. La música se
adquiere por procesos identificatorios y las palabras se
adquieren por imitación de elementos convencionales.
Por lo tanto las palabras tienen muy poco sentido en sí
mismas, son ruidos convencionales y están sujetas a mu-
chas modificaciones y sutiles diferenciaciones que el niño
no percibe, palabras que suenan igual y parecen homónimas
y que significan cosas totalmente diferentes.
Toda la esfera de lo arbitrario y convencional está muy
como atada en la mente de los chicos a las palabras. La
tendencia a la oposición por lo tanto está ligada a las
palabras como si cada palabra fuera una orden arbitraria.
Este ¿por qué? insistente es una expresión de su oposición
a cualquier tipo de autoridad.
Tomando esto en términos generales, en primer término
está orgulloso de poder usar estos nombres convenciona-
les para nombrar las cosas, y al mismo tiempo está opuesto
a tu forma convencional de nombrar las cosas, como una
especie de restricción. Ahí es donde aparece la colisión, en

153
DONALD MELTZER

primer término si se lo puede llevar o no a casa, ahí


empieza como el choque con vos, después está el choque
con vos pidiéndote que hagas cosas que vos no hacés.
Luego el conflicto contigo se evidencia como dándole una
representación diferente, realmente usa los juguetes; en el
uso que les da ahora hay una simbolización. Es ese uso de
los juguetes que él hace poniéndolos en fila y demostrando
su extraordinario poder o capacidad para balancearlos
sobre el borde. Entonces vos empezás a notar la diferen-
cia, la oposición que hay entre esta habilidad que él
demuestra y actividades suyas que son muy torpes.
Cuando pone estos 4 autitos sobre el diván y vos le
preguntás o le pedís que le dé nombre, él inmediatamente
responde a esto, mamá, papá, hermanita, yo, y ahí empieza
el drama, este drama consiste en caerse, chocar, etc. Acá
parece que en este proceso la madre es la que se lleva la
peor parte, primero se cae la mamá, y el papá
presumiblemente se cae arriba de ella. Después la mamá
choca contra un taxi y en el medio lo tenemos a él con el
deseo de correr con su padre y mostrarle los juguetes.
Mostrarle todos los juguetes puede tener el significado de
que él espera que el papá le diga “por supuesto, podés
llevártelos a casa” y el padre se supone que se va a caer
encima de ella, de la analista. Probablemente él no le
contó al papá “ella dice que no me los puedo llevar”.
Tampoco el papá dijo “sí, te los podés llevar o me voy a
caer encima de ella”. Este parece ser el significado del
juego, y después viene la mamá que se choca contra un
taxi, etc.
En el medio de esto está el coche misterioso que primero
es rojo y después vuelve a ser azul y ese coche se queda
abajo del juego cuando todos se caen uno arriba del otro.
Tenemos que esperar a la segunda hora de juego para
comprender el significado de esta parte 1 .

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.

154
JUAN

SEGUNDA HORA DE JUEGO

Analista: Hubo una semana de diferencia entre una y otra hora de


juego. Viene acompañado por su padre, entra sin ninguna dificul-
tad y se dirige directamente a un turbo ventilador que está en el
piso, prendido pero muy protegido –es verano en Buenos Aires,
hace muchísimo calor.

Dr. Meltzer: ¿Está fuera de su alcance?

Analista: No, los controles están a su alcance. Entra sin ninguna


dificultad y se dirige al turbo ventilador, acciona la perilla y lo
apaga.

Analista: ¿Por qué te parece que hiciste eso?

Dr. Meltzer: Ahora estás vos diciendo ¿por qué?

Analista: ¿Por qué te parece que hiciste eso?

Paciente: Porque sí.

Analista: Puede ser que te dé miedo ese aparato.

Paciente: Sí.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Porque sí.

Analista: Porque sí no es una contestación, no sirve para


contestar, tratemos de pensar qué fue lo que pasó. (A esto
sigue una serie de palabras que no entiendo, al hablar se pone
muy regresivo, repite el porque sí, dice que porque hace
mucho calor apaga el ventilador, me dice que no que porque
no, etc. La confusión es grande, noto que se confunde mucho).

Dr. Meltzer: Lo que lo confunde es que el concepto de


explicación no está probablemente muy bien conformado
en él, porque ese ¿por qué? es muy ambiguo, aun para las

155
DONALD MELTZER

personas adultas, porque puede significar ¿por qué?, ¿cuál


es la razón? ¿cuál es el motivo? ¿ cuál es el origen? Ese
por qué puede ser muy amplio, es una mala elección de
palabra porque implica una causalidad.
Si hubiese estado jugando con dos autitos y uno choca
al otro y ese otro se cae de la mesa y en ese momento le
preguntas ¿por qué eso?, podría haber contestado porque
hay una razón y una respuesta a la razón, un motivo. La
causalidad es operativa ahí, se puede ver actuando, en
acción. Pero la pregunta ¿por qué?, sobre procesos men-
tales es muy elaborada y sofisticada como pregunta y por
eso responde porque sí. Posiblemente tiene razón. La
pregunta analítica sería ¿cómo es que pasa así en tu
mente? Pero entonces nosotros estamos tan acostumbra-
dos a usar el lenguaje de la causalidad que no nos damos
cuenta que no es adecuado para procesos mentales, a
pesar que al psicoanálisis le costó treinta años desemba-
razarse de esto.
Sé que él está asustado al desconectar o apagar esta
máquina y lo que la analista quiere saber es ¿por qué
sintió tanto miedo al hacer esto? Todo lo que él puede
responder es porque sí, el aparato y el miedo están vincu-
lados de alguna manera en mi mente, pero eso él no lo sabe
explicar. 2

Analista: Él dice porque hace mucho calor. En realidad con este


ventilador, yo tengo la experiencia que a los chicos muy chiqui-
tos a veces les da miedo porque hace ruido y da viento.

Dr. Meltzer: ¿Esto es una especulación tuya?

Analista: Esto se va a repetir posteriormente. Es una contesta-


ción paradojal donde aparece algo completamente distinto y todo
lo contrario de lo esperado. No me acuerdo en qué momento pero
se va a volver a repetir esta conducta.

Dr. Meltzer: Aparentemente cuando hay un pedido que


piense porqué está haciendo eso, él realmente intenta

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.

156
JUAN

pensar el por qué pero en ese momento se confunde. Se


confunde sobre el por qué lo prendiste. Y una respuesta
sería porque hace mucho calor. En cambio la insistente
pregunta es ¿por qué tiene miedo? y él no puede asociar
esa pregunta, no puede dirigirse hacia esa pregunta. Él
puede entender o dirigirse hacia la pregunta sobre pren-
der o apagar el aparato porque tiene una referencia
causal, pero no puede contestar ¿por qué tiene miedo?,
porque no tiene una referencia causal, es un proceso
mental. Le estás pidiendo algo que es muy difícil para él.
Veamos qué hace él entonces. 3

Analista: Me muestra un autito que trajo de su casa, que le


cabe en la palma de la mano y saca de la caja dos autos, dos
aviones y una cerca y dice: “Este es el coche papá” (el que él
trajo), “éste es el coche hijito” (el avión), “éste es el coche
mamá” (que sigue siendo el mismo) y “éste es el coche nena”
(el auto azul). Coloca una cerca entre ambos, después pone
otro auto acá sin nombre y el avión grande. Él dijo que éste era
el coche hijito y que éste era el coche papá.

Analista: Veo que el coche papá está separado por una cerca
del coche hijito.

Paciente: Sí.

Analista: ¿Por qué será?

Paciente: Porque sí.

Analista: Juan, ya hablamos que “porque sí” no sirve para


contestar, así que tratá de pensar por qué pasa lo que ahí vemos
(igual no contesta).

Dr. Meltzer: Es una cuestión de simbolismo, no de explica-


ción. Te está mostrando cómo existen las cosas en su
familia –de hecho, en realidad– y una de estas cosas es lo
que se podría llamar “vínculos, relaciones” entre una

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.

157
DONALD MELTZER

persona y otra, entre el hijo y la hermana, presumo que


entre la mamá y entre él y el papá hay algo como una cerca,
hay barreras. Podemos concluir o pensar que estas barre-
ras los protegen de matarse uno al otro, manteniendo así
la paz en la familia. Fuera de la familia están este otro
coche y este otro avión que aparentemente están dirigidos
hacia la cerca. Parece ser como el fantasma del avión y el
fantasma del auto que han sido expelidos de la familia,
echados, y que amenazan con destruir y romper esa cerca,
no es una cuestión de ¿por qué? sino de ¿cómo? ¿Cómo
son las cosas en esta familia? La paz en la familia está
mantenida por la mamá estando entre el hijo y la hija y la
cerca entre el hijo y el papá. Están las barreras a la
agresión pero barreras amenazadas de ser destruidas por
estas fuerzas externas, lo que fuera que sean y sabemos de
hecho que los padres discuten y pelean bastante.
También sabemos que los padres están muy preocupa-
dos por el impacto de la información de la adopción que se
le hizo y por la influencia que pueden tener estas peleas
sobre los hijos. No sería muy extraño concebir a estos dos
elementos que no tienen nombre como si estuvieran repre-
sentando lo que es la adopción en esa familia. El niño te
está diciendo muchas cosas y no tenés derecho a quejarte
porque no te dé información. 4

Analista: Juan no contesta, pasa bastante tiempo tocando suave-


mente los autitos pero no los mueve.

Analista: Yo diría que el coche hijito está muy solo ¿por qué
será?

Paciente: Porque sí. (Saca la cerca que lo aislaba de la


familia). Mirá qué hice.

Dr. Meltzer: Ahora es como si le dijera “quedate tranquila,


mirá bien lo que hago que vas a tener la respuesta a todas
las preguntas que me hiciste”.

4
Ver Referencias Teóricas, pág. 175, “De la causalidad a la significación”.

158
JUAN

Analista: Toma otro cerco mayor, lo pliega y despliega varias


veces, lo mira con mucha atención, de golpe lo tira a un lado y
hace otro ordenamiento que queda como sigue: la mamá, la nena,
el hijito y el papá.

Dr. Meltzer: Ahora hay dos parejas y ahora no hace falta


la cerca. No hay razón para la hostilidad, cada uno está en
su dormitorio con su pareja.

Analista: Esto sucede en el suelo, coloca el cerco en el diván, el


avión pasa volando encima del cerco.

Dr. Meltzer: Se va a dar un paseo el avión sobre el diván


donde están las cercas.

Analista: Donde están las cercas que estaban relativamente


lejos. El avión vuela y en otro giro aterriza sobre las cercas que
están en el diván.

Analista: ¿Qué hace el avión?

Paciente: ¿Qué...?

Analista: Pregunté por el avión.

Paciente: Voló.

Analista: Y entonces.

Paciente: Se fue a parar ahí.

Dr. Meltzer: Ahora le preguntas ¿qué? y no ¿por qué? y


entonces él puede contestar.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Porque sí. (Toma el avión y sale para mostrárselo al


padre. Han pasado 15 minutos de la hora de juego. Cuando
vuelve deja la puerta abierta).

159
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Vamos a comparar esto con la última vez que


salió a mostrarle los coches al padre. Es la segunda vez
que sale a mostrarle algo a su papá.

Analista: También hay una vez que sale a hacer pipí.

Dr. Meltzer: Veamos qué tienen en común. La primera


puede ser papá se cayó y mamá se cayó encima; la segunda
es se cayó la cerca y el avión se cayó encima, no encima de
la hermanita, sólo arriba de la cerca. Hay un disimulo, acá
se siente traicionado. Algo deshonesto y disimulado por-
que el avión no cayó encima de la hermanita sino de la
cerca. Parece ser que este chiquito tiene dificultades con
las heces, en este momento todavía se está entrenando.

Analista: Efectivamente, todavía estaba haciendo el entrena-


miento bastante exitosamente, pero algunos problemitas hay.

Dr. Meltzer: Acá parece estar la cuestión de ¿qué pasa en


el dormitorio de mamá y papá y en el dormitorio de la
hermana mayor y el hermanito? ¿Se cae el hermanito
arriba de la hermanita con su pene?, no, simplemente se
cae arriba de sus heces, que están arriba del pañal. El
pañal está representado por la cerca como una barrera;
vamos a descubrir cuál es el significado sexual de esto.

Analista: Cuando vuelve deja la puerta abierta, en esta sesión


habíamos logrado cerrar la puerta y en la primer sesión no.

Dr. Meltzer: No quiere que el padre crea o piense que él


también se está cayendo encima de la analista.

Analista: Juan, ¿podes cerrar la puerta, por favor?

Paciente: No.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: (Silencio).

160
JUAN

Analista: (Toma un tigre del cajón de juguetes y vuelve a salir


a mostrárselo a papá), cuando regresa le digo “Me parece que
te da miedo cerrar la puerta” (entonces toma el oso y el tigre
y trata de encerrarlos en un cerco, no puede, parece ser porque
le faltan elementos del cerco o porque no ha sacado suficientes
de la caja).

Dr. Meltzer: Acá su mente parece que va muy rápido. Usted


le pide muy amablemente que cierre la puerta y él contesta
bruscamente no, pero cuando le pregunta por qué él em-
pieza a mostrar las razones de la negativa. Toma el tigre
y se lo va a mostrar al padre; es una continuación de
cuando él había tomado el avión y lo había hecho aterrizar
sobre las cercas. En primer lugar es una respuesta a por
qué deja la puerta abierta. Por un lado le está mostrando
al papá que nada sexual está pasando adentro del consul-
torio, pero por otro lado la deja abierta porque realmente
ahora tiene miedo. Está asustado de la analista y del
ventilador porque la analista sigue haciendo ruido que lo
asusta. Acá empieza a representar algo acerca de la rela-
ción entre la terapeuta y él en el consultorio, un tigre y un
oso y las cercas.

Paciente: Está roto (la cerca).

Analista: ¿Sí?

Dr. Meltzer: Dice la cerca está rota, o sea la puerta está


abierta.

Paciente: Está roto.

Analista: ¿Vos le llamas roto a que no podés buscar más


cercas en el cajón?

Paciente: Buscá vos.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Yo no los puedo buscar porque soy grande.

161
DONALD MELTZER

Analista: Acá está la segunda paradoja contradictoria.

Dr. Meltzer: No estoy tan seguro. Es la primera vez que


recibís una respuesta al por qué. Lo que dice en realidad
es “porque es arbitrario que siendo yo grande estoy en una
posición para decidir sobre estas cosas y por lo tanto en
una posición para darte órdenes, vos tenés que buscar”.
Ya él había tratado de darte órdenes a las cuales vos no
habías respondido. “Desenroscá el cordón” y no lo habías
hecho, lo hizo solo. Probablemente, te está dando órdenes
porque es grande.
No respondió a ese por qué en un sentido causal, de
causalidad, sino en el sentido de un padre diciendo “por-
que lo digo yo” que es distinto de “porque sí”. Tiene que
ver con ese aspecto de lenguaje que yo mencionaba antes
de ser arbitrario y convencional. Si él quiere nombrar a un
coche azul como rojo lo puede hacer porque es más grande
que el auto, más grande que vos, aunque no lo es. En este
sentido el tigre es más grande que el oso por lo tanto
“hacelo vos”.

Analista: Como no respondo va al cajón, encuentra más cercos y


los saca, encierra entonces al oso y al tigre. Saca un mono, lo
mira, se ríe y lo mete adentro del cerco. Al pararse a buscar, pisa
los juguetes y desarma toda la construcción, esto se repite con
cada juguete que busca, desarma y vuelve a armar, desarma y
vuelve a armar.

Dr. Meltzer: ¿Siempre pisándola, en un sentido torpe o a


propósito?

Analista: No, no es torpe, hay algo deliberado, intencional. Pone


en el cerco muchos animales más.

Dr. Meltzer: Acá tiene uno la impresión que hay dos niños
jugando, uno le dice “vos hacelo” y el otro sin quererlo,
sin ganas lo hace, y en el proceso de hacerlo destruye lo
que el otro está construyendo, una escena muy común
entre dos chicos que tratan de jugar juntos. Parece que
ahora estás en el rol de la hermana porque entre los dos él

162
JUAN

puede decir “porque soy grande”.

Analista: Pone dentro del cerco muchos animales más, el cerco


está repleto, no caben. Hace fuerza para que quepa el canguro, no
se le ocurre agrandar el cerco cuando finalmente y tras muchas
pruebas se hace evidente que no caben, hace otro cerco vecino y
coloca allí los animales.

Dr. Meltzer: ¿Adherido o separado?

Analista: No recuerdo.

Dr. Meltzer: Vamos a volver a la paz en la familia. Quiere


volver a las imágenes donde están los 4 miembros de la
familia alineados en dos parejas y la otra pareja con el
avión y el auto fantasma.
La familia de animales crece y crece hasta que la casa
se torna muy chica para ellos, estos dos han sido dejados
de lado (los aviones). Parece que ahora tenemos alguna
referencia a esta cuestión de la adopción, si se pueden
adoptar dos, se pueden adoptar doscientos, ¿de dónde
vienen, cuándo vendrá el próximo, qué pasará entonces?
Mucha ansiedad acerca de la familia, no la ansiedad
original respecto al papá y al hijo matándose el uno al
otro, o el hermano y la hermana matándose, una ansiedad
nueva debido a nuevas posibles llegadas de hermanitos
que hacen de la familia una multitud, que ocupan mucho
espacio. Problemas de inmigración, cerrar las barreras a
esos nuevos ingresos.

Analista: Confirmando lo que el doctor dice, pone el auto mamá


como barrera en el segundo cerco.

Dr. Meltzer: ¿Se le acabaron las cercas?

Analista: Había más cercas.

Paciente: Hay todos acá. (Cierra el cerco con el auto mamá.


Deshace el segundo cerco).

163
DONALD MELTZER

Analista: Sale una vez más del consultorio a mostrarle al papá el


auto mamá.

Dr. Meltzer: La tercera vez que sale.

Analista: Le va a mostrar el auto mamá, la jirafa y un caballito,


vuelve sin los juguetitos, se los ha dejado al padre, vuelve
sonriendo. Le indico que vuelva a la sala de espera y traiga de allí
los juguetes del cajón, se le borra la sonrisa, los trae de vuelta, los
tira con fuerza sobre el diván, el segundo cerco está totalmente
desarmado.

Dr. Meltzer: Maravilloso. El asunto parece tratarse de esa


manera territorial de lidiar con todos estos inmigrantes
que ahora no toman la forma de dormitorios ni de sus
padres, ni de él con su hermanita, sino la de su familia
versus todos estos inmigrantes, niños adoptados que tra-
tan de ingresar o que aparentemente llegan.
Pero también significa su familia versus el consultorio,
se le ocurre pensar que si otros chicos pueden ser adopta-
dos dentro de su familia entonces puede haber otros chicos
que vengan aquí a jugar con estos juguetes también, la
única solución posible a eso es llevarse los juguetes a
casa, que también es un elemento presente en el hecho de
que la primera vez que le llevó los juguetes al padre todo
estaba conectado con la pregunta de si se los podía llevar
también a su casa, no sólo al papá que estaba afuera.
Lo que parece estar sucediendo aquí es que conecta su
familia con lo que pasa adentro del consultorio, su vida de
fantasía se ha desplegado en el hecho de su juego con los
juguetes y tu preguntarle constantemente por qué o qué
pasa, que defina o explique lo que está pasando.
Parece ser una continuación de esa cuestión de por qué
estaba asustado en el momento en que apagó el ventilador,
está conectado con eso. No parece explicar la relación
entre ese ventilador y este flujo de animales entrando en la
cerca, a menos que tenga que ver con el asunto de abrir
puertas o cerrarlas, abrir ventanas o cerrarlas, abrir las
cercas o cerrarlas.

164
JUAN

Analista: Toma su auto, el que trajo de su casa, que era el auto


papá de la primera secuencia, saca del cajón la tortuguita de
plástico, me la muestra y sonríe, la sube arriba del auto azul (el
que llamó rojo al principio).

Paciente: Es el coche hijito y lleva la tortuguita (pasa con


vuelo rasante y con el ala de un avión tira la tortuguita).
Quedáte ahí. Se bajó. (Y después pasa otra vez) (Refiriéndose
a la tortuguita empujada por el ala del avión que se cae, la sube
y repite muchas veces esta operación, esto le divierte).

Dr. Meltzer: Trata de romper la relación con vos llevándo-


se los coches, incluyendo el que él ha traído y se va con el
papá como para cortar la relación con vos, terminarla. Su
padre lo manda de vuelta y vos lo mandás a buscar los
juguetes y él vuelve. Se somete a toda esta disciplina
arbitraria desde el padre y desde la analista.
Comienza una nueva secuencia luego, que es la que te va
a demostrar porqué él se hace caca en los pañales. No es
culpa de él, es culpa del avión con el que él representó,
mediante esa figura misteriosa, a un padre biológico que
parece ser que le hace hacer algo que él no maneja, es el
fantasma de mamá y papá que viven afuera de la casa y que
vienen de noche, y le hacen hacer caca en los pañales
repetidas veces, una y otra vez.
¿Qué tiene que ver esto con su docilidad?, es el precio
que los adultos, la analista y los padres de él, tienen que
pagar. Si quieren que sus hijos sean obedientes el precio
que pagan es que las colas no son obedientes a la noche,
en vez de tener rabietas se hacen encima a la noche. Está
muy contento con esta solución, porque cabe su inocencia,
no es culpa de él, él es muy buen chico pero ese es un avión
muy malo.

Analista: ¿Por qué se cae?

Paciente: No sé.

Analista: ¿Es una tortuguita no sé? (Entonces empieza a hacer


que el avión atropelle al autito y lo hace varias veces).

165
DONALD MELTZER

Paciente: Se cae porque es un coche chiquito, se cae porque es


un taxi, se va un chico en un taxi lejos, lejos.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Porque sí, va a buscar un chico rápido. No está ahora


porque se fue, busca rápido un bebé, se va a la casa, se lo lleva
a la casa, iba sin tapar el bebé. Yo fui dil tapal.

Analista: No entiendo Juan, es ¿destapado o sin tapar?

Paciente: Yo vi un chico rápido correr porque lo pisaba un


coche, calle, iba en taxi, un chico un chico rápido se va a casa,
rápido, corriendo, dejando el bebé en el coche (le pega al
auto). Cayó.

Analista: Empieza a canturrear una melodía sin palabras. El


coche empuja a la tortuga. Pisa un coche, ahora coloca los coches
y todo se cae del auto azul, el auto mamá se cae, el auto papá se cae.

Dr. Meltzer: Ahora volvemos a la idea de apilar y que se


caiga todo.

Analista: ¿Qué pasa ahí?

Paciente: (Sin respuesta).

Dr. Meltzer: Esto parece importante, paremos. En primer


lugar, acá está simbolizada en la tortuga su aparente
docilidad y su rebeldía hacia lo que se le dice que haga.
Aparece la fantasía típica de los chiquitos que todavía no
controlan que son los bebés-heces de los chicos
encopréticos. Hay una situación confusa porque está la
idea de estos padres distantes, los padres biológicos.
¿Nació en Argentina?

Analista: No sé pero casi seguro que sí.

Dr. Meltzer: ¿Argentina ofrece muchos chicos en adop-


ción?

166
JUAN

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: ¿Qué hay de traerlos de otros países como


Colombia?

Analista: No es un buen negocio, no da mucho dinero.

Dr. Meltzer: Lo que parece ocurrir y que echa luces sobre


esto, y de lo que ya tuvimos indicios anteriormente, en la
primera sesión, cuando todo se subía sobre el misterioso
coche que era rojo-azul, y parecía que todos se caían;
ahora es el proceso de treparse, apilarse y caer y él canta
sin palabras una melodía. Creo que esto representa a
mamá y papá que lo retan pero es como si cayera agua en
un saco roto, lo retan porque se moja pero a él no le
importa, porque él también trae bebés, está un poco con-
fundido por haber recibido la información de la adopción.
La cantidad de material que compacta en esta sesión es
fantástica.
Acá tenemos una clara indicación de su conocimiento
de la relación sexual de sus padres pero ¿por qué tienen
que importar bebés de otra gente cuando ellos pueden
hacerlos solos? Eso es un misterio para él, ¿es mamá la
que se porta mal? ¿Por qué le dio una paliza al papá
cuando pusieron juntas sus partes inferiores?

Analista: Se enganchan los autos por las ruedas, no los puede


desenganchar porque hace demasiada fuerza en un sentido erró-
neo y me dice “No puedo”, finalmente los desengancha, me pide
a mí que los enganche otra vez y me hace enganchar juntos
repetidas veces el auto papá con el auto mamá, después me pide
que los ate con un hilito y sale a mostrárselo al papá.

Dr. Meltzer: La cuarta vez que sale.

Analista: Cuando vuelve hace andar los dos autos juntos, el auto
–papá va adelante y conduce al auto– mamá atado, y después hace
girar y girar el auto-mamá que queda colgando del hilo.

Paciente: Quiere salir. (Se refiere al auto-mamá, hace fuerza

167
DONALD MELTZER

para romper el hilo). Sacalo. (Imperioso, quiere todo inmedia-


tamente, entonces el auto papá y el auto mamá se chocan y se
pelean). Se pelean mucho.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Porque sí.

Analista: No sirve.

Paciente: Porque pisó un coche, un chico.

Analista: Aparentemente el padre gana la pelea. Aquí termina la


segunda hora.

Dr. Meltzer: La respuesta que da a la pregunta ¿por qué


pelean los padres?, es porque un coche pisó a un chico,
esto vale la pena recordarlo. Es la mamá la que se quiere
ir pero el papá la sigue sujetando, colgando del hilo.

Analista: Esta es la situación real, la madre se quiere divorciar


y el padre no quiere.

Dr. Meltzer: Vaya lo que saben estos chicos. Vamos a parar


un ratito porque esto está muy cargado de información y
así la gente puede hacer preguntas.
Todo comenzó con su miedo al ventilador, la sesión
anterior terminó con la madre que chocaba con un taxi.
¿Alguna pregunta o seguimos?
Desde mi punto de vista el material central es el de la
tortuga y el coche. El hecho de ensuciarse encima es como
un desafío, una actitud desafiante a su aparente docilidad,
que él coopera mucho, que es bueno, que es un niño dócil
en la superficie pero está reaccionando primero contra la
turbulencia en la familia –las peleas–; obviamente hay un
conflicto entre él y su padre y entre él y su hermana. La
madre aparece como víctima de la sexualidad del padre y
se quiere escapar, pero lo más importante es que él se hace
encima, sus hijitos. Veamos si hay más acerca de sus
hijitos ahora.

168
JUAN

TERCERA HORA DE JUEGO

Analista: Lo trae la madre, llegan alrededor de 15 minutos


después de la hora fijada, esta hora es más breve.
Entra con un autito distinto de la vez pasada, y me dice “Mirá”.

Dr. Meltzer: Se ha hecho un enorme progreso en el contac-


to con la analista. Los niños hacen intensos vínculos
transferenciales. El permitir que un chico haga este tipo
de lazos con el analista en las horas diagnósticas es
posible que tienda a hacerle sentir como repulsa o rechazo
el ser enviado a otro analista. Nunca me tomo más de
media hora con un chico en horas diagnósticas porque la
misma intensidad del interés es muy atractiva para los
chicos, solamente recibo al chico para tener una simple
impresión y poder hablar con los padres teniendo esa
impresión en mi mente. También con adultos pero con una
intensidad menor. También en los adultos hay una especie
de sentimiento de rechazo al pensar en la posibilidad de
ser derivado a otro analista pero esto se ve mucho más con
los chicos, se les hace muy difícil. Si yo hubiese sido su
supervisor le habría dicho que era demasiado tarde para
mandarlo a otro analista, pues ya es su paciente. 5

Analista: Estas horas de juegos están para cubrir mi ignorancia.

Dr. Meltzer: No, es mucho. Dejando que el chico vuelque


tanto en las tres horas de la entrevista es prácticamente un
paciente, ya hay transferencia establecida.

Analista: Entra con un autito distinto de la vez pasada y me dice


“Mirá”. Saca los cercos y los mira, sonríe, pone dos autos
semiencerrados, el cerco está al revés con las patitas para arriba.
Revuelve el cajón y saca un avioncito, lo pone dentro del cerco (el
avión chiquito), luego pone el más grande, lo quiere meter
también, no puede, el cerco se voltea, finalmente reduce el cerco
al mínimo, a cuatro elementos, hay más pero no los extrajo. Hace
varias pruebas para meter objetos que evidentemente no caben

5
Ver Referencias Teóricas, pág. 176, “Indicaciones acerca de entrevistas diagnósticas”.

169
DONALD MELTZER

adentro, parece tratarse de una inadecuación entre continente y


contenido, finalmente termina lo que llama el coche hijito dentro
del cerco muy apretado, un coche cualquiera que dice que es el
coche hijito, muy apretado y el coche papá afuera y un león y un
tigre que se tocan por la panza y se dan besitos delante de la
construcción. Dice que se están dando besitos.
Vuelve al cajón y saca un caballo de plástico que tiene un hilo un
poco enredado alrededor, sin intentar desenredarlo me mira y me
dice “no puedo”, no me pide que lo desenrede sólo informa que
no puede, no lo ayudo en su tarea y lo desenreda solo. Pone el
caballito en el suelo, hay que acomodarlo con maña y cierto
cuidado para que no se voltee, porque el suelo de mi consultorio
tiene una goma con canaletas.

Paciente: No quiere pararse éste (caballito).

Analista: ¿Por qué te parece que es?

Paciente: Porque no.

Analista: Tira el caballito dentro del cajón. Saca el revólver, lo


gatilla varias veces, apunta al tigre y al león, los hace caer de
costado como si los matara. Toma el cerco de cuatro elementos y
lo lleva sobre el diván, lleva el auto papá y el auto hijito allí y los
quiere encerrar nuevamente los dos juntos, en un lugar donde no
caben. Noto que en ese momento tiene las vías aéreas superiores
particularmente obstruidas. Queda nuevamente el auto chiquito
dentro del cerco y el auto papá afuera, luego invierte la situación
pero no le cierra el cerco con el auto grande. Hacen falta más
elementos de cerco. Me mira y dice:

Paciente: No hay más.

Analista: Debe ser alguna otra cosa que no hay más, cercos sí
hay, pero hay que buscarlos.

Analista: El chiquito saca un enorme revólver de la caja, lo toma


con una mano y con la otra el revólver más chico y con ambos le
tira a los autitos. El auto hijito se sube arriba del auto papá, luego
abre el cerco agregando más piezas y los coloca uno detrás del

170
JUAN

otro. El cerco sigue al revés. Les tira tiros, abre el baulito


miniatura del auto de colección que trajo de su casa y quiere
colocar ahí dentro el gran revólver que tiene en la mano. La
desproporción es mayúscula, llama mucho la atención este inten-
to tan extraño, hecho con tanto desprecio por lo que los sentidos
informan, que es imposible semejante cosa.

Dr. Meltzer: El hecho de haber venido con su madre, yo


diría la seguridad de este entorno maternal, parece que le
permite revelar sus ansiedades acerca de padres, padres
hombres, padres ausentes o presentes. Parece o un some-
timiento homosexual o una pelea con los muertos, pelea a
muerte. Esta sumisión o sometimiento homosexual se ve
claramente en su intento de tirarle tiros al cochecito con
el revólver grande, de meter el revólver dentro del coche-
cito. Tiene el mismo significado de cuando él mencionó
matar a los bebés en la primera sesión. Te está demostran-
do lo que estaba presente al principio de la sesión, en la
primera con su miedo al ventilador, que se transformó en
el avión fantasma, también en el padre, en los revólveres,
etc., está relacionado con el miedo que le despierta a él
ensuciarse encima con sus heces; con que el padre venga
a matar sus bebés, su asesino deseo.

Analista: ¿Su asesino deseo de ensuciar pañales tiene que ver


con que el padre venga a matar sus bebés?

Dr. Meltzer: Esto está construido sobre la superestructura


de la relación sexual entre sus padres; el ataque sádico del
padre sobre los bebés de la madre que ha requerido tener
que importar bebés para la mamá porque el papá destruye
todos sus bebés internos. No es sorprendente que la mamá
quiera el divorcio. Es un chico que piensa mucho sobre las
cosas.
Demuestra acá cuán tempranos son los caminos a la
perversión, las raíces de la perversión. El sadomasoquismo
tiene sus raíces primariamente en este entrenamiento de
control de esfínteres; todo el asunto del aborto en las
mujeres también tiene que ver con esto, abortos espontá-
neos y abortos inducidos, y los dos, con el matar bebés.

171
DONALD MELTZER

Analista: El auto hijito se sube arriba del auto papá, abre


luego el cerco, agrega más piezas.

Paciente: Vos buscá más.

Analista: No Juan, yo no voy a buscar.

Analista: Busca él aparentemente sin enojarse, saca una muñeca


y dice “un bebé”, saca dos monos, me los muestra y dice “¿por
qué?”. Entiendo que la pregunta sería ‘¿por qué hay dos igua-
les?’. Encuentra tres cercas más, cierra el cerco siempre al revés
alrededor del papá y del hijito. Parece que los objetos peligrosos
quedaran afuera como revólveres y monos.

Dr. Meltzer: ¿No diría que los monos son peligrosos?

Analista: Encuentra en la caja una estrella de sheriff.

Paciente: Quiero mostrarle a mi mamá.

Dr. Meltzer: Quinta vez que sale del consultorio.

Analista: Y sale del consultorio a la sala de espera con la estrella


de sheriff y el auto papá en la otra mano, cuando vuelve deja la
puerta abierta, que estaba previamente cerrada.

Analista: Por favor, podés cerrar la puerta.

Paciente: No.

Analista: ¿Por qué?

Paciente: Porque no.

Analista: Porque no es igualito a porque sí y dudo que


ninguno de los dos sirva como contestación.

Paciente: Ahora no quiero cerrar.

Analista: ¿Será que algo te asustó?

172
JUAN

Paciente: (No responde).

Dr. Meltzer: Ahora es diferente. Acá no es porque está


asustado sino porque no quiere que su mamá se ponga
celosa.

Analista: Juan no responde pero hace que el auto papá rompa la


cerca y choque a los monos, le llama la atención que por la puerta
abierta entra algo de corriente de aire.

Paciente: Hace más calor (en realidad hace más fresco).

Dr. Meltzer: Una cuestión filosófica es ésta.

Analista: Entiendo que quiere decir viento, que hace más viento.

Analista: Si cerrás la puerta no va a hacer tanto viento.


(Entonces la cierra, queda asombrado y contento cuando se
interrumpe la corriente de aire y tira la cerca al suelo).
Me parece que entendiste algo y eso es como voltear una
cerca.

Analista: Juan no manifiesta registro consciente de esta interpre-


tación de prueba.

Dr. Meltzer: Ha experimentado la idea de que es posible


tener una privacidad con la analista y la analista le dio la
idea de que es posible una privacidad sin su madre, sin sus
celos. Los problemas de celos están presentes en todo el
material, de su hermana, entre sí, de su papá interviniendo
también, etc., y ahora el miedo de que la mamá esté celosa
de su vínculo con la terapeuta.

Analista: Hace que los monos ataquen a los autos, ahora sin
cerca, como si dijera ‘si saco la cerca se van a atacar’, los
revólveres también disparan, un mono se quiere meter dentro del
auto, hace mucha fuerza, se repite la inadecuación entre el
tamaño del mono y el de la puerta del auto.

Dr. Meltzer: Ahora los monos se han tornado heces como

173
DONALD MELTZER

las tortugas. Si él puede sentir que su mamá y la terapeuta


están unidas, y se siente contenido por ellas, entonces va
a usar sus heces no como bebés para competir y desafiar a
la mamá, sino como armas para atacar a su padre.

Analista: Parece que el mono lo quiere romper todo.

Paciente: Sí, aplastados tiene dedos así que hizo este mono,
los monos son los señores que chocan.

Dr. Meltzer: Los monos representan a los hombres que se


pelean entre sí. ¡Cuánto material de pensamiento, proce-
sos mentales y fantasías en sólo tres sesiones! Pero por
supuesto Juan tiene 3 años y casi siempre con niños
pequeños no psicóticos la facilidad con que manifiestan y
vuelcan sus pensamientos es muy sorprendente. La eviden-
cia es la observación, el pensamiento, la fluidez de la
formación de símbolos y la pasión de su emoción, es a lo
que estamos acostumbrados los analistas de niños. Estos
fueron los primeros materiales de Klein, dos años y medio,
tres años, fantástico. Tenés un paciente hermoso, muy
inteligente.

Analista: Por eso el término que él usa para la terapeuta sea


“doctora de juguete”.

Dr. Meltzer: Ya tuvo la experiencia que esta ‘doctora de


juguete’ es una persona extraordinaria, totalmente dife-
rente. Los chicos no psicóticos generalmente toman a sus
terapeutas como una persona extraordinaria que demues-
tra mucho interés en ellos. Un material muy interesante.

174
JUAN

REFERENCIAS TEORICAS

De la causalidad a la significación

Desde el capítulo “El psicoanálisis como actividad humana”


en El Proceso Psicoanalítico y a lo largo de toda su obra, Meltzer
incluye importantes reflexiones acerca del status científico, de la
metodología y de la construcción de hipótesis en psicoanálisis.
Es llamativo que lo considere como una combinación de activi-
dades artísticas y atléticas: como el artista necesita una continua
afinación de su instrumento –la mente analizada del analista– y
como el atleta, un trabajo estable ejercido con un esfuerzo
permanente, una tensión cercana al límite de la que puede surgir
la creatividad al calor de los sucesos de la sesión. La afinación del
instrumento radica en la capacidad de registro de la contratrans-
ferencia, como condición que se opone a la actuación del analista
en el sentido de producir rupturas o transgresiones del método.
En el capítulo I de Estados Sexuales de la Mente hace un
intento de comparar el psicoanálisis con la investigación en otras
disciplinas, que él mismo practicó antes de ser psicoanalista.
Considera que tiene un material, métodos propios y datos* que
deben evaluarse en su capacidad de generar hipótesis genéticas
respecto a la historia del desarrollo de cada paciente. Pero cuando
su reflexión lo lleva a tener en cuenta que el método de recolectar
los datos, se acerca a la capacidad de “reverie” de Bion, se hace
evidente la dificultad de registro y transmisión de los hallazgos.
Considera los descubrimientos freudianos como una espiral
de datos e hipótesis, que llevan a nuevos hallazgos y a su vez a
nuevas hipótesis, en que las teorías son herramientas para el
manejo de observaciones (función de notación) y para formular
nuevas investigaciones (función hipotética). Los modelos que
Freud había tomado de la física, biología, antropología, etc.,
dieron paso en Klein a modelos del desarrollo más basados en las
relaciones objetales y en las distintas modalidades identificato-
rias. Pero el fundamental cambio de modelos, fue introducido por
Bion al separar en la vida mental los espacios y procesos simbó-
licos de los no simbólicos, de modo que el modelo del desarrollo

* La descripción en este orden: material, métodos y evaluación de resultados, es el standard


de la presentación de trabajos de investigación de ciencias biológicas.

175
DONALD MELTZER

se ligó a las adquisiciones de capacidades simbólicas y al otorga-


miento de significaciones a las experiencias emocionales. Este
punto de vista deja en otro plano la evolución en términos de
etapas u organizaciones libidinales y la teoría de las posiciones,
salvo en su oscilación PS ↔ D.
En esta línea de pensamiento el problema de la causalidad
(porque A→ B) se excluye del campo conceptual y por ende de la
construcción de interpretaciones, que no son explicativas sino
aproximadamente descriptivas; eso es todo lo que es posible
frente a la tarea de verter en un lenguaje los fenómenos de la
mente.
A esto se agrega, en la comunicación escrita entre colegas, el
problema de que el uso de palabras corresponde a la gramática
superficial que es convencional, mientras que la gramática pro-
funda, que se refiere a los elementos musicales del habla que se
adquieren por identificación (1) no es transmisible. (Meltzer usa
los términos gramática profunda y superficial no en el sentido de
Chomsky, sino de E. Cassirer, que estudió las formas simbólicas
preverbales). Meltzer también se basó en las investigaciones de
Wittgenstein que intentó definir los límites entre lo que puede ser
dicho y lo que solamente cabe ser “mostrado”.
Durante la supervisión su insistencia en evitar el uso de
explicaciones causales se repite en las intervenciones (1), (2), (3)
y (4).
Tomo sólo este aspecto porque la riqueza del material y el
seguimiento de la fantasía por el supervisor es elocuente y no
necesita referencias a ninguna obra particular de Meltzer. La
comprensión psicoanalítica del niño está en toda su obra.

Indicaciones acerca de entrevistas diagnósticas

Aunque el único libro de teoría de la técnica es El Proceso


Psicoanalítico, las indicaciones y sugerencias técnicas están
intercaladas en gran parte de sus escritos.
En ulteriores reflexiones acerca del Proceso (Meltzer, 1994)
plantea que sus puntos de vista acerca de la naturaleza del
proceso psicoanalítico no han cambiado. Con la perspectiva que
ofrece revisarlos veinte años después, agrega algunas reflexiones
sobre la interpretación y algunas indicaciones del comienzo del

176
JUAN

tratamiento, número de sesiones, honorarios, etc.


Hace especial referencia al diagnóstico e indicaciones de
psicoanálisis. Exceptuando a los pacientes psicóticos que no
cuentan con apoyo en su medio (familiar o institucional) a los que
no acepta, considera que la evaluación inicial provee pocas
evidencias para predecir el probable beneficio que obtendrían de
su tratamiento. Es por eso que prefiere ser muy breve en esta
evaluación y fijar el comienzo del análisis para evitar que las
entrevistas diagnósticas se vayan transformando en sesiones
psicoanalíticas. Durante la primera sesión da las indicaciones del
encuadre (diván, bases principales del método, la regla funda-
mental) y plantea un período de prueba para evaluar si analista y
paciente pueden poner el análisis en marcha.
Trata así de eliminar la idea de selección inicial mutua en la
que están latentes los riesgos de la idealización recíproca que
puede alterar el comienzo del análisis. Sobre la base de estas
indicaciones, considera que tres entrevistas diagnósticas son
excesivas, porque se estableció una clara recolección de transfe-
rencias que hacen aconsejable la continuación del proceso con la
misma analista, Meltzer (5).

Descriptores: Adopción. Caso clínico. Entrevista. Psicoa-


nálisis de niños. Supervisión.

177
Laura

Analista: Laura tiene 17 años. Cursó cuarto año en una escuela


tradicional y prestigiosa de la comunidad judía. El primer contac-
to con ella lo tengo por intermedio de la madre, quien me llama
a instancias de su terapeuta, y con la que tengo una primera
entrevista a solas por su expreso pedido. En esta entrevista, la
madre, una mujer de unos 50 años, muy ansiosa y desorganizada
en su locución, de características fundamentalmente aletargadas,
expresa la preocupación de observar que su hija está muy quedada,
sale poco, está más callada que de costumbre, y permanece la
mayor parte del día en el cuarto, a veces llorando.
Todo esto comenzó a notarlo cuando la llamaron de la escuela
para informarle –a mitad de año– que el profesor tutor había
tenido una charla con L. a raíz de que la notaba un poco quedada
en el colegio, no sólo en el estudio sino también en su actividad
social. En esa conversación L. tuvo un acceso de llanto desbor-
dante que generó una gran preocupación en este profesor, motivo
por el cual decidió citar a sus padres.
En esa oportunidad la madre se enteró de que su hija –según le
relató el profesor– estaba muy mal por la pelea que había tenido
su padre con el primo –es un primo del padre, tío de la hija–,
socios de la misma empresa y por la cual habían terminado
separándose, pero eso había ocurrido ya hacía varios años, aproxi-
madamente cuatro –sin poder precisar la fecha– y a ella se le
hacía inexplicable esta situación. Laura lo llama tío por una
situación generacional.
En la primera entrevista que tuve con L. –fue a mediados de
agosto– me encontré con una linda chica, muy callada, con una
actitud expectante, cuyo gesto predominante era una actitud de

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 179


DONALD MELTZER

interrogación sin palabras. Sabía que venía por esa charla que su
madre había tenido en la escuela. Ella había tratado siempre que
ese problema no la afectara, pero el hecho que su prima desde el
año pasado fuera a la misma escuela la ponía muy incómoda, ya
que no se saludaban aunque hubiesen sido muy amigas desde
chicas. Esta prima es hija de este señor al cual ella llama tío.
Relata que con ese tío y la familia habían sido muy compañe-
ros, no sólo hicieron varios viajes y vacaciones juntos, sino que
por mucho tiempo compartieron una casa de fin de semana. Todo
eso se terminó con la pelea por la empresa.
Este año una compañera le preguntó si era cierto que estaba
peleada con su prima, y fue ésta la primera oportunidad en que
habló con alguien de ese problema. A sus padres nunca les contó
nada porque ya habían quedado bastante afectados desde esa
época, en especial su papá que durante un cierto tiempo no había
hecho otra cosa que hablar de ese asunto.
L. tiene una hermana mayor de 19 años que siempre fue medio
problemática. Se analizaba hasta hace un año en que decidió
interrumpir el tratamiento; este año dejó de ir al colegio y
actualmente trabaja con el padre. Además tiene una hermana de
8 años de quien habla con mucho afecto.
Su padre, comerciante de aproximadamente 55 años de edad,
es un hombre robusto con quien tuve una entrevista conjuntamen-
te con la madre, después de las primeras entrevistas con L. Es un
hombre sumamente excitado, omnipotente y autoritario; muy
despectivo para todo lo que tenga que ver con su mujer, a la que
culpa de todos los problemas de L. Según él la hija está caída por
ver que la mamá está todo el día en la cama, no hace nada, se la
pasa fumando y tomando café en un sillón. La madre dice que sin
embargo este año estuvo mejor, ya que su depresión lleva mucho
tiempo. La relación entre ellos es muy conflictiva, así como todo
lo que para uno tiene que ver con el otro, motivo éste que creó
cierta dificultad para el tratamiento de L., ya que éste parecía
provenir de un interés de la madre.
En una segunda entrevista con los padres fue posible conver-
sar sobre todo lo que ignoraban de su hija, porque ella hacía
permanentes esfuerzos por no crearles problemas, y de qué
manera ellos terminaban enterándose cuando las cosas desborda-
ban, como cuando los llamaron de la escuela.
El padre también está en tratamiento. En algún momento

180
LAURA

hicieron entrevistas de pareja y de familia; sin embargo era muy


renuente a todo tratamiento, aunque terminó aceptando las difi-
cultades de su hija y la necesidad de una terapia.

Dr. Meltzer: Hasta ahora, la única buena relación que


oímos que ella tiene, es con la hermanita menor.

Analista: Parte de este malestar estuvo determinado por dos


situaciones: en la segunda o tercer entrevista que tuve con L., me
contó que el año anterior ya se había sentido mal, que un día había
tenido un arranque por escribir y que, releyendo lo que entonces
había escrito, se había dado cuenta de lo mal que estaba. En esa
oportunidad trajo los poemas a los que se refería, y los mismos
evidenciaban un estado de gran soledad y congoja. Inmediata-
mente después de esto, le escribió una carta a su madre en la que
le hablaba sobre la preocupación por su estado de tristeza, y le
pedía que se pusiera bien. A esta carta la madre respondió con una
crisis de llanto. Era la primera vez que había alguna comunica-
ción de este tipo entre las dos.
En otra entrevista, mientras dibujaba en una hoja, escribió
Rijte, yo le pregunté qué era, ella se puso a llorar desconsolada-
mente y me dijo que era su abuela que había muerto el año pasado,
y que ella no había podido ir ni al velatorio ni al entierro. De esto
nunca había hablado en su casa. En esos días era el aniversario de
su muerte, y los padres se sorprendieron cuando ella evidenció
con inusual firmeza su interés de ir al cementerio, cosa a la que
el padre se venía oponiendo.
De su historia infantil habla muy poco; prácticamente es como
si toda su vida no existiera hasta el momento de la pelea entre su
padre y su tío. Cuando eventualmente se acuerda de algo se queda
sumamente sorprendida y angustiada, como si no pudiera creer
que está recordando algo por ella vivido.
Está permanentemente pendiente de su familia, y por sobre
todo de aquello que pueda afectarlos negativamente.
Este año estuvo muy preocupada por el abandono escolar de su
hermana. La vida familiar es muy intensa aunque no se juntan las
familias materna y paterna, y las reuniones con esta última están
marcadas por la pelea con el tío, el cual no participa de ninguna
de las reuniones a las que ellos asisten. En una fiesta muy
importante y con mucha gente, a la que tuvieron que asistir

181
DONALD MELTZER

juntos, no se hablaron y prácticamente no se saludaron, a excep-


ción de la hija menor del tío –de 8 años– que mantuvo una
relación cordial con L. y sus padres.
Al finalizar el proceso de entrevistas que se extendió por un
período de dos meses y medio, durante el cual veía a L. una o dos
veces por semana, comenzamos desde el mes de noviembre del
año pasado, con una frecuencia de dos sesiones semanales.

Dr. Meltzer: Parece una chica que ha intentado concentrar


dentro de sí toda la depresión existente en la familia, como
una forma de reparar las relaciones de los demás miem-
bros, y de restaurar lo que en un tiempo sintió que era una
situación idílica. Si se fijan en la carta que ella le escribe
a la madre, verán que es un intento omnipotente de curar
a la madre al hacerse cargo de su depresión; y esta carta,
está en contraste con los poemas que ella escribió para sí
misma que sugieren más que nada lo mala que ella era.
Quizás haya vivido, hasta el momento que surgió el con-
flicto entre el padre y el primo, con una visión de sí misma
de ser buenita. Es un estado mental que se puede ver en la
observación de bebés, donde los bebés parecen tener una
actitud de que el sol irradia de ellos iluminando a toda la
familia con felicidad. De manera que sufrió una desilusión
de la previa autoidealización y la idealización de la fami-
lia, y tuvo que cambiar la visión de irradiar el rayo de sol
de la felicidad, a una actitud de absorber la depresión de
la familia, para tratar de curarla. Tengo la impresión que
esta chica es muy inmadura, tiene una actitud beatífica,
tranquila, casi religiosa, que no tiene nada que ver con la
religión judía sino que es una especie de actitud de beati-
ficación cristiana. Sería un poco el cambio del bebé Jesús
con esa cara beatífica en la falda de María bendiciendo a
todos, a una imagen de Jesús en la cruz haciéndose cargo
de los pecados de la humanidad. Es esencialmente un
desplazamiento maníaco depresivo en el sentido en que lo
describe Abraham. 1

Analista: Sesión de diciembre. Se sienta, me mira con expresión

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 204, “Estados ciclotímicos”.

182
LAURA

de interrogación, mira a su alrededor, mira una hoja y le pregunto


si quiere dibujar. Dice que hace mucho que no lo hace. Le
pregunto si prefiere dibujar así o con colores. Toma la hoja y dice
“no”.
Comienza a dibujar, parece perdida en las líneas que hace muy
lentamente. Después de un rato le pregunto qué hizo; me dice
mostrándomelo: “un labio”.
Se queda mirando la hoja, el lápiz quieto, parece que se
durmiera. A mí me despierta una gran inquietud por saber qué le
pasa; después de un rato le digo que parece cansada, muy cansa-
da. Ella responde que sí, que últimamente casi no duerme; que el
sábado tuvo cuatro horas y media de examen de literatura, pero no
zafó. Ahora va a tener que decidirse qué pasa, si la lleva a marzo;
mañana se decide.
Cuenta que le tomaron un análisis estructural de un cuento de
Borges: “Funes el memorioso”. Lo leyó y no lo entendió, después
lo leyó de nuevo pero no pudo terminar. Mientras hace este relato
escribe la palabra “Stadtler” Escribe mal el nombre, le falta una
letra, la e, es Staedtler. Seguimos hablando del examen, hace un
silencio en el cual le pregunto sobre lo que escribió y dice que es
la marca del lápiz. Luego comenta que no tiene tiempo de nada,
que además de estudiar tiene que ir al dentista, le tienen que poner
los aparatos para corregir su dentadura, fue a un control de rutina
y se encontró que todo estaba mal y terminó con aparatos.
Mientras tanto dibuja una boca con aparatos. Dice que tuvo
aparatos no fijos cuando era más chica, pero ahora se los van a
poner fijos, va a llevar bastante tiempo. Termina el dibujo.
Le digo que ella quisiera que se arreglara tan rápido como
hacer el dibujo, y ella dice “así voy a quedar”; los movibles le
arreglaron una parte y le desarreglaron otra.
Hace un silencio, se queda retraída garabateando el papel.
Le pregunto: “¿qué más hacés?”
Dice: “no doy más, sólo estudio, espero terminar pronto,
suerte que ya me queda poco”.

Dr. Meltzer: Parece que ahora el material está un poco más


animado, y lo que se puede ver es que no hay sólo una
depresión sino también un empobrecimiento de la imagi-
nación. Esta chica está dibujando objetos muy realísticos,
objetos de percepción inmediata, objetos de todos los días

183
DONALD MELTZER

que están alrededor de ella.


En este estado se le pide que escriba un análisis sobre una
obra de Borges, y esto debe ilustrar lo que ella siente
acerca del proceso analítico en el que se encuentra. Si el
análisis requiere que ella produzca información, ella va a
producir información, pero si el análisis requiere que ella
use la imaginación, esto va a ser mucho más difícil o
imposible. La explicación de esto puede encontrarse en la
boca, no en forma concreta sino por analogía; es decir que
la mente de ella está en las mismas condiciones que la
boca. Ella dice algo así: “si uno corrige o arregla una
parte se desarregla la otra”; de manera que es una misión
imposible, y el último comentario significa que sólo está
esperando morir.
¿Pedirle a una adolescente de 17 años que dibuje es
parte de su técnica o es una variación de su técnica
acomodada para facilitar la comunicación de esta pacien-
te?

Analista: Lo específico es que con ella siempre surgió un papel


y un lápiz arriba de la mesa, en esa oportunidad ella miró y yo le
dije si quería dibujar

Dr. Meltzer: ¿Le ofreció el diván? ¿Hay un diván allí para


que ella use?

Analista: Hay un diván... y no se lo ofrecí.

Comienza un diálogo:

Analista: ¿Tuviste que estudiar mucho?

Paciente: Sí, todo...

Analista: Ahora lo de todo el año.

Paciente: Sí.

Analista: Algo pasó durante el año.

184
LAURA

Paciente: No estudié nada.

Analista: Estabas en otra.

Paciente: Sí (comienza a dibujar redondeles como un racimo


de uvas). Sólo espero el año que viene ser diferente.

Analista: Ya es algo diferente porque estuviste estudiando lo


que no estudiaste durante el año.

Paciente: Sí... demasiado.

Analista: Algo pasó que no pudiste estudiar antes, que estabas


en otra, en otra parte, en otra cosa que te mantenía al margen
del estudio y esperás este año ser diferente, que puedas estar
más al tanto, más conectada con tus cosas.
¿Qué dibujaste? (ella no dice nada, y yo sigo hablando).
Parece una persona, parece que las palabras le salieran de la
boca (ella en ese momento ya había terminado el dibujo, ya
había hecho la cara, el cuello... esta es una interpretación que
yo le hago sobre el dibujo final).
Parece que las palabras le salieran de la boca, algo quiere
decir, no es claro qué, algo que no querría que quedara aden-
tro, algo que debe ser necesario sacar, comunicar. Debe ser
necesario decir para que las cosas no queden encerradas
dentro de uno, para que no sea como este año en que quisiste
hacer un gran esfuerzo para que no se enteren en tu casa de los
problemas que tenías. Este esfuerzo te dejó desconectada y
aislada de lo que pasa con tus cosas, como con el estudio y tus
amistades, y no quisieras que el año que viene pase lo mismo.

185
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Lo que interpretó es que el año pasado, el


problema fue que ella no comunicaba lo que sentía, lo que
ocurría dentro de ella, y esto era parte del esfuerzo que
hacía para evitar que la familia se enterase de cómo se
sentía y esto la dejó fragmentada e incapaz de hacer nada.
Mi enfoque sería algo diferente porque yo no uso este
tipo de técnica. En general le ofrezco el diván a una
adolescente de 17 años y solamente les ofrezco papel y
lápiz si lo piden específicamente. Yo hubiera interpretado
en ese momento –en relación a dibujar, a escribir el
nombre del lápiz donde omitió la “e”, en relación a
dibujar la boca con los dientes y el aparato, y entre medio
hacer estos círculos, que creo que el analista pensaba que
se parecían un poco a palabras que emergían de una
boca–, lo difícil que era para ella estar conmigo aquí,
porque su imaginación está paralizada por pensar acerca

186
LAURA

de algo representado por el lápiz, el nombre del lápiz y


esos movimientos con la mano con los que hace los círcu-
los que tiene algo que ver con el hecho de que yo sea un
hombre, que haya un pene en la habitación, que excita su
mano para actividades masturbatorias, etc. Y, si la pa-
ciente no sale corriendo y deja el tratamiento después de
esta interpretación, yo pensaría que estamos en marcha. Si
ella tolerase este tipo de interpretación, me sentiría en una
posición como para hablar entonces del dibujo de la boca
como algo que representa su estado mental. La fantasía de
la paciente es que ha sido criada de tal manera como para
que su mente sea bonita y atractiva, fijando las cosas en un
orden muy rígido, así como el aparato dental fija los
dientes en una cierta posición. Interpretando o poniendo
en palabras la experiencia de su período de latencia, que
es una buena chica, que es una chica feliz, que trabaja en
el colegio y que complace a todo el mundo, y que esta
teoría ha sido fragmentada por el desorden que ocurrió en
la familia. Ella ha hecho un gran esfuerzo por sostener su
mente como sus dientes, en orden; presentar una imagen
que no iba a preocupar a los demás, y tiene temor de que
el análisis libere su imaginación y que todo en su mente
explote.
Trabajo con el supuesto que se trata de una chica que ha
estado luchando para preservar su período de latencia e
integración a la familia, por medio de una terrible defensa
contra la aparición de la sexualidad y la masturbación.

Analista: Sesión del mes de enero (tres semanas después). En


esta sesión L. comenta que para año nuevo le había escrito una
carta a sus abuelos paternos y que al leerla ellos se habían puesto
a llorar. A ella la había sorprendido mucho esta situación, sobre
todo que le dijeran que no esperaban esa carta de ella.

Dr. Meltzer: ¿Hubo una interrupción del análisis durante


Navidad?

Analista: No. Esto es un mes antes de la interrupción por las


vacaciones.
En esta sesión cuenta sobre el problema que vivía su abuelo

187
DONALD MELTZER

materno con su hijo –hermano tres años menor que la madre– ya


que se ha desentendido de la empresa en la que son socios, y que
no sabe el abuelo cómo darle solución a ese problema.
A L. le sorprende haberse enterado recién –hace unos quince
días– por una conversación que escuchó que mantenían el abuelo
materno y su padre, cuando este problema se da desde julio. Sin
embargo ella se había dado cuenta que sus abuelos, a los que no
ve mucho, estaban un poco más caídos. Ahora su padre está
aconsejándole a su abuelo materno la manera de resolver la
situación, de la que su madre opina que su tío, hermano de la
madre, es un chiquilín.

Dr. Meltzer: La carta que ella les escribió a los abuelos


paternos los hizo llorar por alguna razón.

Analista: No, ella lo contó así... es un lapsus, la abuela paterna


es la que murió el año pasado y el abuelo paterno murió antes, ella
no lo conoció.

Dr. Meltzer: Nuevamente oímos hablar de cartas que ella


escribe y de conflictos y peleas familiares. La impresión es
que nuevamente habla del intento omnipotente de hacer la
paz a través de las cartas.

Analista: En otra sesión siguiente se sienta, me mira, hace una


expresión de interrogación, y luego de unos segundos de repente
saca un papel y dice: “la carta que escribí a mis abuelos”, y me la
da. La carta dice así:

“Queridos Bobe y Seide:


Ante todo y por medio de este ramo de flores quisiera desear-
les un muy feliz año nuevo, lleno de paz, amor, con un sin fin de
alegrías y millones de soluciones. Además, y como deseo funda-
mental, quisiera para el año entrante nos caracterice la unión y
poder formar una gran familia, donde haya comprensión y poda-
mos compartir las tristezas al igual que las alegrías...

Dr. Meltzer: Es un poco como Jesús diciéndole a los


apóstoles “Amaos los unos a los otros”.

188
LAURA

Analista: (Continúa la lectura de la carta)

...Sé que no están pasando un buen final, pero quiero que


tengan la esperanza y la confianza de que la solución llegará con
esmero y con mucha dedicación. Por mi parte quiero brindarles
mi ayuda para lo que pueda servir, y mi apoyo y asistencia donde
la puedan requerir.
Aunque nuestro brindis no sea compartido, quisiera que cuan-
do a las doce levanten sus copas lo hagan con la mano firme y la
cabeza levantada, pidiendo por un año mejor sin perder las
esperanzas.
Los mejores deseos de su nieta que los quiso, los quiere y los
querrá siempre.
Feliz año nuevo, año nuevo vida nueva, pero sin olvidar las
experiencias pasadas”.

Dr. Meltzer: La letra parece de una chica de 9 o 10 años.


¿Cómo, tenía una copia de la carta para traerle, o era la
carta original?

Analista: No, ella todo lo hace con copia, también la carta que le
dio a la madre, porque ella tiene su cuaderno donde escribe sus
cosas.

Dr. Meltzer: ¿Copia con carbónico o lo lleva a una


fotocopiadora?

Analista: No, lo escribe de nuevo.

Dr. Meltzer: Como una buena alumna, como le enseñaron


en el colegio: una copia borrador, una copia en limpio, y
después hace todas las copias que hacen falta de acuerdo
a lo que sea requerido.

Analista: Yo le pregunto qué le parece, y ella repite un gesto de


interrogación. Una aclaración: es excepcional que ella empiece
una sesión hablando sola.
Se queda en silencio, la miro, me mira... yo miro la carta, ella
mira la carta –que ha quedado sobre la mesa. Después de unos
minutos le pregunto si siempre los llama así como encabezó la

189
DONALD MELTZER

carta (Bobe y Seide), y se da el siguiente diálogo:

Paciente: Sí, es la manera de decirles abuelo y abuela.

Analista: Claro, ¿y a tus otros abuelos les decías así también?

Paciente: Bueno, les decía Bobe Fanny, Bobe Rijte

Dr. Meltzer: ¿Cómo los diferenciaba?

Analista: Ella contesta así. Entonces yo le pregunto: ¿Y a los


abuelos?

Paciente: También.

Analista: La paciente hace un silencio, suficiente como para


dejar en suspenso el diálogo, sin que el mismo implique una
interrupción en donde se pierda totalmente el hilo; me mira
expectante.
A veces he dejado que los silencios se prolonguen mucho
tiempo, cuando no eran situaciones de total aislamiento de la
paciente –yo podía quedarme toda la hora en silencio. A mi
entender esto implicaba la búsqueda de un tiempo de diálogo.

Dr. Meltzer: Ella trae los deberes y espera que el analista


los corrija y diga: “bien”, “muy bien”, “buena letra”,
“buena puntuación”, “buena ortografía”... “buena chi-
ca”.

Analista: Vos les decías que querías que pudieran compartir


más.

Paciente: Sí.

Analista: ¿Cómo que pudieran compartir más?

Paciente: Bueno, yo me enteré recién ahora que ellos estaban


mal desde julio.

Dr. Meltzer: Lo que significa que ellos deberían compartir

190
LAURA

el problema que tenían, con ella, y ella los va a aconsejar


desde su sabiduría infinita. Llega un punto en que uno no
puede continuar este diálogo en forma interminable; tiene
que interpretarle a la paciente su grandiosidad y cómo es
una nenita de 9 años trayendo los deberes; sintiendo cómo
es el rayo de sol de la familia, y que la gente sólo necesita
aceptar su amor infinito y su generosidad y todos los
problemas serán resueltos.
La implicación en la transferencia es obviamente que
Ud. tiene grandes dificultades para analizarla, y a ella le
gustaría ayudarlo. Ella puede decirle exactamente como
mejorar la situación. Primero, debe llamarlo por el nom-
bre propio. Segundo, Ud. debe contarle todos sus proble-
mas, ella lo va a aconsejar y a su vez le va a contar los
propios. Uds. establecerán esta relación mutua de amor y
ayuda infinita, y no va a haber más problemas.
Si yo hubiera interpretado lo que sugería al principio,
estaría en condiciones de interpretar que ella posiblemen-
te sabe cuál es mi problema, que como todos los hombres
yo estoy preocupado por mi pene, y pienso que todas las
chicas piensan acerca de mi pene, y compito con todos los
otros hombres acerca de quien tiene el mejor pene. Ella me
explicaría que los penes no son importantes, que el amor
es lo importante.

Paciente: Bueno, sabía que algo pasaba pero no tanto.

Analista: ¿Tanto?

Paciente: Sí, que las cosas le iban tan mal a mi abuelo.

Analista: ¿Cómo tan mal?

Paciente: Bueno, que quisiera separar la sociedad.

Analista: ¿No te enteraste de nada, no le habías escuchado


decir nada a tu abuelo?

Paciente: No, recién ayer en casa estaba conversando con


mamá y papá.

191
DONALD MELTZER

Analista: ¿Vos estabas cuando ellos hablaban?

Paciente: Sí.

Analista: ¿Y tus hermanas?

Paciente: La chiquitita no sé por dónde estaba, la otra vino un


rato y se fue.

Analista: ¿La que más estuvo fuiste vos?

Paciente: Sí.

Analista: ¿Y qué decían?

Paciente: Mi papá le aconsejaba que se separe.

Analista: ¿Y tu abuelo?

Paciente: Le parecía bien, pero le preocupaba que el tío no le


pudiera pagar si cerraban la producción, que se quedara sin
plata.

Analista: ¿Tu abuelo está preocupado por tu tío?

Paciente: Sí, nunca supo hacer las cosas bien, cuando abrieron
los negocios dejó todo por la mitad y se puso a viajar para
exportar.

Analista: ¿Y tu abuelo está más preocupado por tu tío que por


él?

Paciente: Es posible.

Analista: ¿Y tu abuela qué decía?

Paciente: Nada, estaba callada.

Analista: ¿Y tu mamá?

192
LAURA

Paciente: Que tenía que cerrar.

Analista: Piensa igual que tu papá.

Paciente: Sí.

Analista: ¿Y alguna vez dijo algo de tu tío?

Paciente: Que era un chiquilín, aunque me lleva treinta años.


Tendría que ser de otra manera.

Analista: ¿De otra manera?

Paciente: Sí, nunca se ocupó mucho del trabajo.

Analista: ¿Y a vos qué te parecía?

Paciente: Nunca venía a las fiestas familiares, siempre tenía


o inventaba alguna excusa.

Analista: ¿Excusa?

Paciente: Sí, hace años que no lo veo.

Analista: ¿Y tus abuelos iban a tu casa?

Paciente: Sí, antes venían todos los viernes.

Analista: ¿Hace mucho de eso?

Paciente: No sé, no me acuerdo.

Analista: ¿Antes que dejaran de ir a la quinta?

Paciente: No sé, no me acuerdo.

Analista: ¿Tus otros abuelos también iban?

Paciente: No, sólo a las fiestas.

193
DONALD MELTZER

Analista: Pero tu abuela Rijte sí.

Paciente: Bueno, ella vivió un tiempo en casa pero yo no me


acuerdo, no sé por qué.

Analista: ¿Pero entonces estaba los viernes cuando venían tus


abuelos?

Paciente: No sé, no me acuerdo.

Analista: ¿Y los viernes venían porque celebraban Shabat?

Paciente: No, no creo.

Analista: ¿Sólo se reunían a cenar?

Paciente: Bueno, mi mamá encendía las velas, a veces las


sigue encendiendo.

Analista: ¿Y tu papá no dice nada?

Paciente: No, la que dice la oración de las velas es mi mamá.

Dr. Meltzer: Obviamente los hombres son los que hacen


lío, no tienen religión.

Paciente: El hombre dice la oración del vino, pero mi papá no


la dice, mi mamá dice la oración de las velas.

Analista: ¿Y tu abuelo?

Paciente: Él no dice nada, no es religioso... No, el que era muy


religioso era su papá, él ni prendía las luces en Shabat.

Analista: ¿Tu abuelo no?

Paciente: No.

Analista: ¿Y por el lado de tu papá?

194
LAURA

Paciente: No, tampoco, lo único que mi abuelo no come carne,


bueno, sólo carne especial, purificada.

Analista: Comida kosher es lo único que come.

Paciente: Bueno no, también otra comida, en casa sólo no


comemos carne de cerdo... bueno, jamón comemos, lo que no
comemos es costeleta de cerdo. A veces mi papá compra
comida kosher, el otro día que vino mi abuelo comimos pollo;
sería pollo kosher porque él sólo come kosher.

Analista: Yo medio sorprendido, al no ser judío y no conociendo


mucho la cultura, le pregunto si lo kosher no tiene más que ver
con carnes rojas. Me dice: “¡ah!, por eso debe ser que comió
pollo”.

Dr. Meltzer: Ella tampoco sabe mucho acerca de lo Kosher...


Estamos tratando de descubrir una forma de analizar a
esta paciente y no es fácil. Tengo una cierta simpatía por
el pobre analista. Es un poco difícil encontrar una forma
de hablar con esta paciente porque la situación es la de
una chica que está –como decía anteriormente– luchando
por mantener su propia idealización y la idealización de la
familia; la imagen de ella como llena de bondad y amor, y
la de la familia como algo unido, compartido, feliz. Ha
sufrido una gran desilusión que está tratando de superar
sin ningún éxito, porque la familia se está cayendo a
pedazos y posiblemente se haya estado cayendo a pedazos
siempre. Tiene una sola teoría para entender cuál es el
problema, y es que los hombres no se portan como las
mujeres quieren que ellos se porten, sobre todo se pelean
entre ellos. De acuerdo a mi teoría –la de la paciente– se
pelean por esas cosas raras que tienen entre las piernas,
que les hace sentir que es mucho más importante que cosas
como carne kosher.

Analista: O sea que de alguna manera él sigue la tradición de


su padre si bien no es como él era, como tu mamá que también
prende las velas aunque tu papá no tenga esas costumbres, si
bien parece que alguna influencia de la tradición familiar

195
DONALD MELTZER

conserva ya que de vez en cuando compra comida kosher.

Paciente: Bueno yo de eso no sé.

Analista: Pero de algunas cosas de la historia familiar, de las


costumbres parece que sí.

Paciente: Sí, pero recién ahora porque las estamos hablando,


no sé si antes las pensé.

Analista: Bueno, alguna vez las hablaste o las escuchaste en


tu casa.

Dr. Meltzer: Posiblemente lo que ella dice sea cierto, que


no piensa acerca de nada y lo que el analista hace es
hacerla pensar. La mayor parte de las veces las respuestas
son ‘no sé, no me acuerdo’; lo que más hace, es mostrarle
las cosas que ella observa y lo principal es que las mujeres
son buenas y los hombres son malos. De manera que el
analista está trabajando muy intensamente para estimular
su imaginación, y ponerla en contacto con lo que observa
y con lo que siente.

Analista: Algo te acordás, algo escuchaste, quizás quisieras


saber más, y pudieras compartir más como decís en la carta,
las tristezas y las alegrías de la familia.

Paciente: Bueno, mi papá me contó que la abuela nació en


Polonia y que vino con sus hijos chiquitos, salvo mi papá que
nació en la Argentina.

Analista: Sabés más cosas de lo que podría parecer. Debe ser


una sorpresa que esto se haga evidente, como lo fue para tus
abuelos esa carta. Aunque vos ya venías dándote cuenta de las
cosas, como de la tristeza de ellos, no parece muy fácil
compartirla.

Paciente: Sí.

Se queda en silencio, un poco angustiada, podría llegar a llorar

196
LAURA

como otras veces lo ha hecho, en silencio, inexpresiva, dejando


caer sus lágrimas por las mejillas.

Dr. Meltzer: Obviamente el analista ha tocado algo y hay


una pérdida (gotea).

Analista: Por eso debe ser muy importante esta carta, porque
parece que hay muchas cosas que quisieras compartir con tu
familia –como las tristezas, las alegrías, la historia y las
tradiciones– que deben ser muy importantes, como decís en la
carta, sin olvidar las experiencias pasadas porque parece que
a veces es muy grande el esfuerzo que tenés que hacer para
olvidar o evitar recordar cosas desagradables o tristes. Como
verlos mal a tus abuelos y a tus padres, cuando fue la pelea con
tu tío. Después surge todo muy de golpe, muy de sorpresa,
como el llanto de tus abuelos, y el de tu mamá cuando les
escribiste aquella carta; o como cuando después de tantos
esfuerzos por no pensar en todas esas cosas vos te pusiste mal
antes de que empezáramos a vernos.

Dr. Meltzer : Los abuelos de esta chica probablemente sean


refugiados de la persecución nazi, y sean éstas el tipo de
cosas que nunca mencionen a los chicos, y habiendo
alcanzado una cierta prosperidad en la Argentina no se
refieran al país de origen, su vida allí y la persecución;
pero esta niña siente que son gente que cargan con una
honda tristeza.
Ella tiene una hermana de 19 años y una hermanita de
8 años. La hermana mayor no se interesa demasiado en las
peleas, entra y sale. Hay que tratar de distinguir entre la
patología social de la familia y su estructura, y la psicopa-
tología individual de la chica a la que la estructura fami-
liar ha dado forma. Parte de la cultura familiar sería muy
típica de lo que pasa con la primera generación de
inmigrantes, no sólo aquí, sino también en Estados Unidos
y en Inglaterra, que sobreviven porque logran mantener
una cierta cohesión familiar y esto les permite tener éxito
comercialmente. Una vez que este éxito está consolidado
se pelean entre ellos; esto es algo más o menos estándar
que se produce en familias de inmigrantes. Pasa en las

197
DONALD MELTZER

familias hindúes cuando inmigran, no tanto en familias de


gente de color porque no tienen éxito comercialmente.
También a medida que progresan las generaciones se
alejan de la religión. Esto es parte de la cultura familiar.
Los años que esta familia pasó luchando, manteniéndo-
se unida, creando alianzas para prosperar comercialmen-
te, son los años que cubren la latencia de esta chica; de
manera que durante esos años ella estuvo muy influenciada
por estos lazos tan estrechos de la familia.
La hermana menor nace cuando la paciente tiene 9 años,
cuando ella estaba establecida como “la nena buenita” de
la casa, y probablemente entra en ese momento, a funcionar
como una madre sustituta en relación a su hermanita menor
y aleja de ese modo cualquier cuestión de celos. Se puede
ver por la carta que le trae al analista que ella está
establecida como “la nena buena” de la clase, y que la
forma de aprender en esta época –la del colegio primario–
es por imitación, por repetición por tener buena letra, y
sobre todo porque en la escuela primaria no se exige mucho
el uso de la imaginación. De manera que este período de
latencia tan rígido tiene forzosamente que desintegrarse
con la aparición de la pubertad, o incrementar su rigidez
para resistir la entrada en la adolescencia.
Estos problemas familiares parecen haber comenzado
por lo que sabemos hace dos o tres años, y ella parece
haber usado las dificultades familiares para reforzar el
control omnipotente de sí misma y tratar de ejercer un
impacto omnipotente curativo sobre el resto de su familia,
algo bastante grandioso para una niña de 15-16 años. Esto
ha hecho que ella deje de relacionarse con chicos de su
edad y fracase en el colegio por no poder hacer su trabajo
por una parte, por la preocupación y, por otra, por falta de
imaginación. 2
Viene al análisis por deber. Su técnica consiste en
mantener los oídos y los ojos abiertos recogiendo informa-
ción sola, porque en la familia nadie habla de estas cosas;
y en escribir cartas que son como epístolas a los creyentes
ordenándoles que se amen los unos a los otros, que surgen

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 204, “Estados ciclotímicos”.

198
LAURA

de una especie de bondad que ella irradia.


En el momento que nosotros estamos discutiendo, ella
ha estado viendo al analista por tres meses, y hasta ahora
no descubrió qué es lo que el terapeuta quiere de ella y el
terapeuta no encontró una forma de hacer contacto con
ella; de manera que es natural que eche mano a lo único
que conoce y que es establecerse como un miembro de la
familia del terapeuta, fuera de la familia pero dispuesta a
derramar dentro de su vida –la del terapeuta– el rayo de
sol de su buena voluntad, si él le permite que lo haga. Está
dispuesta a ofrecer sus consejos e influencia para mejorar
las cosas del analista, porque ella está convencida –como
lo demuestra el material de la boca y del aparato de la
boca– que si se trata de modificar algo en ella, las cosas
solamente pueden empeorar. De manera que sería mucho
mejor para todos los que están involucrados que sigan su
método, que consiste en que todo el mundo comparta sus
dificultades con ella, y ella les aconsejará amarse los unos
a los otros, ser pacientes, que se acuerden del pasado pero
no de las cosas malas, sólo de las buenas, y esperar el
futuro con alegría, etc. Les daría un sermón.
Desde el punto de vista de la estructura de la persona-
lidad, tanto si ella es el centro de la familia, el sol de la
familia, o si ella es la que absorbe todos los problemas de
la familia y les da un sermón, lo fundamental es lo mismo,
es la grandiosidad; esta grandiosidad está construida
sobre la convicción de que ella está llena de bondad y
puede irradiarla, y tiene tanta bondad que puede absorber
la maldad sin estar afectada por ello. Pero esta teoría
tiene un pequeño defecto que descubrió cuando escribió
estos poemas, y se dio cuenta lo mala que es. Me parece
que ésta es una situación que se puede encarar de varias
maneras y la que pueden ver que usa el analista es cuida-
dosa, muy suave y delicada; tratando de provocar que la
paciente obtenga información real y capacidad de obser-
vación; estimulándola a que piense acerca de ello, como
una forma de superar, sin desafiar su grandiosidad, el
sentimiento que ella tiene de poseer todas las respuestas
sin necesidad de saber cuáles son los problemas. El des-
plazamiento de ser el sol de la familia a ser la que absorbe

199
DONALD MELTZER

los problemas familiares, es un desplazamiento maníaco


depresivo. Se pueden encontrar con una grandiosidad muy
parecida en chicos muy esquizoides, en los cuales la
historia que relatan y cómo han sentido su infancia, sugie-
re que nunca se han encontrado integrados y en armonía
con la familia, y rápidamente se darían cuenta que están
en presencia de una personalidad extremadamente frágil.
Los pacientes maníacos depresivos no son pacientes
frágiles, al contrario; la grandiosidad que surge de estar
en estado de identificación proyectiva los hace muy resis-
tentes, en el sentido de endurecidos. Cuando se desafía la
grandiosidad de un chico y también de un adulto esquizoide
encontramos que desaparece en un sistema alucinatorio e
ideas paranoicas, desaparece del análisis. Si se desafía la
grandiosidad de un paciente maníaco depresivo, éste va a
luchar bastante encarnizadamente para mantenerla.
Yo encararía a una chica así, en forma mucho más
directa e interpretativa. Las interpretaciones no tendrían
nada que ver con la familia sino acerca de cómo ella
encara el análisis, sus expectativas y su manera de com-
portarse conmigo. Yo no cuestionaría la grandiosidad en
las cartas a los abuelos, ni siquiera el motivo detrás de lo
que le dice a los abuelos; interpretaría el hecho de que trae
las cartas como una evidencia de que esto es una instruc-
ción para Ud., de cómo debe conducirse con ella. Las
instrucciones dan a entender que si Ud. quiere tener
contacto con ella tiene que permitirle que se transforme en
un miembro bien informado de su familia, y permitirle que
ella le ayude a Ud. del mismo modo que Ud. la ayuda a ella,
que debe ser sobre esa base de mutualidad, reciprocidad e
igualdad. Me parece que esto está principalmente dirigido
a la madre, o sea que es una transferencia materna, que
como un objeto materno, se una a ella como otra mujer de
la familia para compartir todos los problemas de manejo
de estos hombres difíciles que no tienen una religión, y es
en ese contexto que yo sentiría que podría explorar con
ella esa maldad que le fue revelada en los poemas; esto es,
que ella en realidad no entiende nada acerca de la rela-
ción entre hombres y mujeres, y en especial sus relaciones
sexuales. Lo que pasa con los pacientes que presentan una

200
LAURA

latencia tan rígida –ya sea en un chico de 9 o 10 años o en


un adulto de 35 años– es que es muy difícil establecer la
relación analítica con este tipo de estructura por dos
razones: primero por la tendencia a negar la realidad
psíquica, y por lo tanto a negar el significado de las
relaciones emocionales, y segundo por la utilización de
los mecanismos obsesivos. Cuando hablo de mecanismos
obsesivos en especial me refiero al control omnipotente
sobre los objetos cuyo objetivo es mantener a los objetos
separados, de manera que el problema de las relaciones
sexuales entre los objetos no surja.
Encontrar este problema en una chica de 17 años que ya
no está tan controlada por los padres y que puede inte-
rrumpir de un día para el otro, hace este trabajo mucho
más difícil; que el analista sea un hombre también hace el
problema más difícil. Pienso que este sistema lento y un
poco tedioso que el analista sigue –tratando de ayudar a
la paciente a pensar, a observar las cosas que dice– no
creo que pueda llevar a un éxito terapéutico. El motivo por
el cual no puede tener éxito esta técnica es porque la
paciente va a seguir confiando en el analista, va a proveer
información, va a pensar en la sesión, y después se va a
secar, se va a terminar, y va a esperar a que el analista
haga una cosa recíproca, o sea que haga lo mismo que ella,
que dé información acerca de sí mismo, de su familia, de
sus problemas y demás.
Yo estaría inclinado a usar ese poquito de información
que tengo acerca de los dientes, para tratar de demostrarle
que está convencida que no tiene ningún problema que
necesite la ayuda de nadie; que no hay ningún problema
con los dientes, ella puede masticar perfectamente bien; y
que el interés de la familia y del dentista es arreglarle los
dientes para que sea más bonita. A ella eso no le interesa.
De la misma manera ella asume que concurre a análisis
para que el analista la transforme en la chica feliz que fue
hace algunos años antes de los problemas familiares, pero
que eso es imposible porque ella no puede ser feliz hasta
tanto la familia no esté feliz. Ella ofrece entonces dos
posibilidades de contacto suyo con ella: uno, que el ana-
lista se transforme en una especie de consejero para su

201
DONALD MELTZER

actividad mesiánica relacionada con la familia, o que Ud.


le permita volverse un miembro de su familia contándole a
ella en forma recíproca sus problemas familiares, y ella le
daría consejos. Así podrían tener una relación feliz e
íntima. Pero en realidad ella no está tan contenta con su
mente como lo está con sus dientes, porque descubrió que
no hay sólo bondad y rayos de sol en ella, también hay una
especie de maldad que no entiende y que no sabe cómo
manejar. El trabajo suyo, es ayudarla a manejar esta
maldad –una parte que no puede reconocer de ninguna
manera– que es la grandiosidad en su bondad.
Si uno cambia un poco el foco y en lugar de hablar de
este sueño de felicidad familiar, lo baja a las ocurrencias
comunes de la pubertad y la adolescencia, muchos pacien-
tes adolescentes traen una historia muy similar de que
todo anduvo muy bien hasta que ocurrió cierto evento; un
buen estudiante puede fracasar por primera vez; una chica
puede encontrarse con un exhibicionista; o pueden haber
visto una película que tiene algo sadomasoquista. Cual-
quier tipo de evento puede ser nombrado como el que hizo
añicos algo y los desilusionó del mundo y de ellos mismos.
En rasgos generales es una presentación adolescente bas-
tante común, y significa que están frente a un comienzo
descripto como una desilusión, que les lleva la atención al
problema de las ilusiones que tenían que se hicieron
añicos. Casi siempre se trata de una desilusión acerca de
los padres. ¡Pero para que una chica de 17 años todavía
tuviera ilusiones acerca de los padres!.. algo importante
no andaba bien. Quiere decir que ha mantenido métodos
de proyección, escisión e idealización muy severos, del
self y de los objetos, y con ello ha rechazado todas las
experiencias de decepción que humanizan al objeto exter-
no y le permite al niño construir dentro de él objetos
internos distintos de los objetos externos.

Analista: Para mí fue muy importante lo que dijo sobre cómo


reaccionan los pacientes esquizoides como desapareciendo, por-
que esta paciente frente a las intervenciones muy directas desapa-
rece.

202
LAURA

Dr. Meltzer: Pero eso es porque usted posiblemente inter-


prete cosas de afuera en lugar de lo que ocurre dentro de
la transferencia. Hay que trabajar en lo que pasa en el
consultorio porque si uno interpreta lo que pasa afuera
ella va a tender a desaparecer.

Analista: ¿Lo mismo con los dibujos?

Dr. Meltzer: Sí, porque no es frágil. Ella es dura y muy


caprichosa.

203
DONALD MELTZER

REFERENCIAS TEORICAS

Estados ciclotímicos

“Una contribución a la metapsicología de los estados ciclotí-


micos” (1963), nos muestra a Meltzer trabajando a través de la
reconstrucción minuciosa de la historia del paciente, los períodos
del proceso analítico y la reproducción de las sesiones de dos
semanas de análisis después de las vacaciones de verano.
Siguiendo a Freud, Abraham y Klein relaciona las patologías
ciclotímicas y las obsesivas, y plantea las diferencias estructura-
les entre ambas. Desarrolla los trabajos kleinianos sobre estados
maníaco-depresivos; describe las configuraciones de los objetos
internos y la forma en que se vinculan con la parte del self que
predomina. La descripción estructural se vale de una dramática
de la fantasía inconsciente que construye a partir del material
clínico.
Conviene aclarar que cuando se refiere a objetos parciales,
establece un uso metafórico de las partes corporales, a partir de
su anclaje sensorial para describir las funciones, atributos y
capacidades de estos objetos parciales.
En este trabajo señala, cómo la voracidad envidiosa ataca y
denigra el pecho de la madre interna, a la que despoja de una
estructura que es considerada en la fantasía como una continua-
ción del pezón, una estructura similar al pene que se considera la
fuente de la fuerza, comprensión y creatividad del pecho. El
pecho queda así reducido a una estructura colapsada, sin fuerza,
fácilmente atacada, un continente pasivo vulnerable frente a
ulteriores agresiones. La estructura pene-pezón se confunde con
el pene del padre que es idealizado y transformado en un objeto
que despierta voracidad oral, la que se extiende luego a las otras
zonas erógenas. Esta es la constelación del mundo interno en la
hipomanía.
Las manifestaciones caracterológicas de la hipomanía mani-
fiestan esta voracidad polimorfa y una confusión de la identidad
sexual, acompañada de una exageración de sus rasgos de modo
que lo masculino es fuerte, activo y lo femenino es débil y pasivo.
El humor oscila entre el triunfo y el pesimismo, pero están
perdidos en ambos casos los valores de la vida y la riqueza de sus
alegrías.

204
LAURA

La alternancia de la identificación con el pecho denigrado o


con el pene idealizado trae aparejada la oscilación entre la
denigración y la idealización del self en los períodos melancóli-
cos y los maníacos. La organización hipomaníaca constituye una
regresión desde la organización obsesiva que mantiene los obje-
tos internos indemnes pero controlados y separados para evitar
toda relación libidinal entre ellos.
En la supervisión, en las intervenciones (1) y (2) Meltzer
muestra a una adolescente que se encuentra en una larga latencia,
con mecanismos obsesivos de control y separación de los objetos
en el mundo interno. En situaciones de ruptura se pone en
evidencia la fenomenología clínica que es manifestación de la
estructura maníaco-depresiva: la alternancia de la idealización y
la grandiosidad con las caídas en el desinterés y la desvaloriza-
ción que conllevan un mal contacto con la realidad psíquica, un
empobrecimiento imaginativo y la imposibilidad de establecer
transferencias infantiles cuando predominan las partes del self
identificado proyectivamente en los objetos.
Cuando en su última intervención Meltzer plantea la transfe-
rencia materna, nos remite a lo descripto en El Proceso Psicoa-
nalítico. Esta transferencia de mutualidad, la búsqueda de des-
pertar admiración y ser el “sol” del analista, ser ella quien le
ayude en sus problemas, sería equivalente a una “transferencia
preformada” en la que intenta incluir al analista en su sistema y
su visión de los vínculos, como soporte de su grandiosidad.
Podríamos considerarla como un esbozo de dependencia pro-
yectiva (pecho-inodoro) si consideramos que está proyectando
en el analista el self infantil que sufre el dolor de no poder salvar
a su familia.

Descriptores: Adolescencia. Caso clínico. Latencia. Super-


visión.

205
Lucas

Analista: Lucas tiene 11 años y un mes y en el momento de la


consulta cursa el sexto grado. Su hermano –Mario– de 8 años y
tres meses cursa el cuarto grado en el mismo colegio. Nació
cuando Lucas tenía 2 años y ocho meses. El padre tiene 41 años
y es comerciante, la madre 35 años y es ama de casa.

MOTIVO DE CONSULTA Y PRIMERAS ENTREVISTAS CON LOS PADRES

Los padres consultan por su enuresis nocturna; sólo en espo-


rádicas ocasiones logró controlar esfínteres por la noche. Tam-
bién por frecuentes peleas con el hermano y con ellos. Dicen
tenerle miedo, no saben cómo tratarlo. La madre comenta respec-
to al control de esfínteres que de día aprendió muy rápido; dice:
“en diez días aprendió a pedir pis”, y agrega que estando descom-
puesto –descompuesto significa con diarrea– aguantaba y no se
hacía encima.
Describen a Lucas como que siempre fue el rey de la casa, se
lo acostumbró a tener todo lo que quería y cuando no lo conseguía
pegaba.
Cuando Lucas tenía 5 años el padre comenzó con un cuadro
depresivo severo del cual no ha logrado recuperarse; en dicha
oportunidad estuvo un año en cama. En la actualidad está medicado
y se encuentra en tratamiento psicoanalítico.
Lucas no tolera ver al padre enfermo, y se queja constante-
mente de las limitaciones que éste tiene. El padre tiene una
conducta marcadamente ambivalente con el hijo, no soporta
verlo agresivo, lo asocia con su propio hermano con quien tiene

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 207


LUCAS

una relación sumamente conflictiva; aún ahora el hermano suele


humillarlo delante de la familia.
Lucas suele preguntarle al padre: “¿para vos yo soy el peor,
no?”. La madre relata que en una oportunidad ganó una medalla
en un torneo de fútbol y cuando el padre la vio le dijo: “¿no se
habrán equivocado y era para otro chico?”.
Refieren que el paciente es muy celoso del hermano, midiendo
constantemente las diferencias de lo que se le brinda a cada uno.
Al hermano lo trata de “maricón” y “trolo”.
Lucas es obeso, tiene un sobrepeso de 8 kilos, y el padre
también lo es.
Los padres relatan que a partir de los 5 años ha tenido varios
tratamientos –aproximadamente cinco– que han sido interrumpi-
dos por diferentes motivos.

Dr. Meltzer: ¿Tratamientos para la obesidad?

Analista: No, tratamientos psicoterapéuticos.


Los tratamientos han sido interrumpidos por diferentes moti-
vos, pero fundamentalmente porque “le daba fiaca seguir yendo”.
Tiene anginas y gripes a repetición. Fue operado de amígdalas
a los 9 años.
Respecto al colegio los padres comentan que es un chico que
capta rápido, pero que no saca sus propias conclusiones. Cuando
algo no le sale bien se empaca y no quiere seguir.
Tiene muchos amigos y es querido por ellos.
A los 9 años, a raíz de juegos masturbatorios con el hermano,
Lucas le rompe el frenillo provocándole una hemorragia. El
relato que a mí me hacen los padres consiste en que: “Lucas le
golpeó con la rodilla el pene a su hermano”.
El padre teme que en un futuro el hijo sea guerrillero.

Dr. Meltzer: No se oye hablar mucho de la madre, se oye


hablar bastante del padre, del hijo y del hermano menor;
la relación de este chico con el hermano parece ser una
repetición de la relación del padre con su hermano y
seguramente también con su padre.
Es interesante la cuestión de cómo es que se produce
este tipo de relación entre padre e hijo, que es bastante
claramente una folie a deux, equivalente a lo que se ve que

208
DONALD MELTZER

ocurre entre madres e hijas con más frecuencia. Y así como


lo que ocurre entre madres e hijas es que frecuentemente la
madre proyecta la sexualidad en la hija, ocurre también con
los varones como en este caso que el padre proyecta su
sexualidad y su agresividad en el hijo, encogiendo su vitali-
dad en el proceso como una consecuencia de esa proyección.
Es probable que esta madre ausente se preste voluntaria-
mente a ser un trofeo en la competición entre los hombres de
la casa, muy complacida de que se peleen entre ellos por
ella, y ser así el objeto de la posesividad. Uno tiene la
impresión que éste es un problema esencialmente pregenital
que ha comenzado mucho antes del nacimiento del hermano,
que casi no fue afectado por el nacimiento del hermano sino
que simplemente continuó lo que venía desde mucho antes.
De manera que el síntoma de la enuresis parece ser más
que nada una manifestación de su capricho. El no va a
permitir que su pene pregenital sea controlado por nadie.
Esta manifestación de capricho, en la que un chico trata de
imponer su voluntad, es diferente del síntoma de omnipoten-
cia y grandiosidad. La omnipotencia tiene un contenido
mental significante. El capricho es más primitivo y tiene
menos significado; tiene menos contenido emocional o en
términos de fantasías inconscientes; se expresa de una forma
mucho más muscular a través del cuerpo, como una especie
de capricho en usar la musculatura.
Este capricho en usar la musculatura puede tener una
relación con ansiedades claustrofóbicas, como un aspecto
contrafóbico, como se ven contrafobias en varios cuadros
fóbicos que llevan a continuas confrontaciones con el peli-
gro. Este tipo de ser caprichoso tiene muchas veces una
calidad contra-claustrofóbica y en este sentido está conec-
tado a la hiperactividad; se encuentra en chicos que tienen
una capacidad de formación simbólica pobre y tienen una
actividad muscular sin mucho sentido, un poco frenética.
De manera que uno de los problemas esperables, es que
haya una batalla con este chico acerca de todo tipo de
límites 1.

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso
psicoanalítico”.

209
LUCAS

Analista: Hice un resumen de los datos más significativos de su


historia evolutiva. Fue muy dificultoso levantarla, los padres
estaban muy ansiosos y les costaba mucho remitirse al pasado.

DATOS MAS SIGNIFICATIVOS DE LA HISTORIA EVOLUTIVA

Al año y medio de casados la madre queda embarazada, fue


deseado; en el parto hubo sufrimiento fetal, la madre pensó que
el bebé iba a morir. Nació por cesárea y con cierto grado de
cianosis.
Tomó pecho hasta los 2 meses y medio, luego alimentación
mixta. Fue destetado al año y usó chupete hasta el año y ocho
meses.

Dr. Meltzer: No parece ser un buen principio para padres


primerizos. Son forzados a una situación de ansiedad
excesiva acerca de mantener vivo a este hijo, teniendo en
el fondo miedos de que tenga algún problema de daño
cerebral o algo así. Esto lleva generalmente a ser dema-
siado indulgentes y con un manejo débil del bebé y sus
demandas.
Es una actitud muy común que tienen los padres de
cierta edad –de 35 a 40 años– como aquellos que fueron
estériles durante mucho tiempo y conciben a un bebé
después de un tratamiento por esterilidad, donde el bebé
que nace tiene un status en la mente de los padres de una
criatura muy débil y frágil.

Analista: El control de esfínteres comenzó a los 2 años aproxi-


madamente; usó pañales hasta los 4 años porque no controlaba de
noche. La madre comenta que el control diurno lo aprendió en
diez días.
Respecto a la enuresis Lucas dice que se hace pis porque
duerme muy profundo; debido a este síntoma tiene limitaciones
para compartir actividades con sus compañeros.

Dr. Meltzer: ¿Se moja durante el día también?

Analista: No, de noche... limitaciones como ir a campamentos,

210
DONALD MELTZER

o a dormir a la casa de un amigo.


Actualmente está muy preocupado porque teme no poder ir de
viaje de egresados.
Duerme con la luz encendida, si no no puede conciliar el
sueño. Comparte el cuarto con el hermano.
Caminó a los 9 meses; lo describen como muy inquieto, no era
de ponerse en situaciones de riesgo ni era frecuente que se
golpeara mucho de bebé. En relación a enfermedades, a partir de
los 2 meses tuvo bronquitis espasmódicas a repetición hasta el
año y medio; los padres piensan que fue por bajas defensas.

Dr. Meltzer: Él se cuida mucho –también los padres lo


cuidan mucho– y más o menos hace lo que se le antoja.
Probablemente el compartir la habitación con el her-
mano sea un factor importante de la enuresis; la regresión
en la época del nacimiento del hermano posiblemente ha
continuado mediante una relación nocturna muy estrecha
entre ambos; pero pensaría realmente que la enuresis no
es un gran problema de por sí sino que es un problema de
carácter. Uno de los problemas puede que esté en lo que él
llama dormir muy profundamente, que puede significar
algo así como estar en identificación proyectiva con un
objeto, o sea que está durmiendo dentro de un objeto
interno.
Si bien parecería que la enuresis le impide actividades
con los amigos, ir de viaje, dormir en casa de amigos, etc.
es probable que haya otras ansiedades acerca de esas
actividades que están enmascaradas por la enuresis. El
tipo de cosas que se encuentra en chicos que no pueden ir
al colegio y se los tilda de fobias escolares, son en realidad
temores que estos chicos tienen de dejar un hermano
menor al mando de la casa.
Querría saber un poco sobre el tipo de carácter del
hermano, y cómo maneja la agresividad de Lucas 2 .

Analista: El hermano es un niño con características fóbicas


sumamente importantes, no se quiere separar de la madre, la que

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso
psicoanalítico”.

211
LUCAS

contribuye a esta situación ya que no se agencia de personal que


maneje la casa y cuide a este segundo hijo. Lo habitual es que
–por ejemplo– la madre traiga a Lucas a sesión junto con el
hermano. Ella hace de transportista de ambos hijos a todas partes.

Dr. Meltzer: De manera que el hermano parece estar más


identificado con el estado colapsado del padre, y por ello
da la idea de que se somete a la agresividad de Lucas.
¿Sabe por qué lo llamaron Lucas, por el abuelo o por
alguien de la familia?

Analista: No sé, no conozco la razón, pero creo que no tiene nada


que ver con ningún familiar.

COMIENZO DEL TRATAMIENTO

Comienza su tratamiento en el mes de marzo del ´90 con tres


sesiones semanales.
Quiero describir algunas características que observo en él
cuando llega a sesión: es usual que llegue agitado como si hubiera
subido corriendo por las escaleras; al entrar habitualmente me
avisa que va a pasar al baño, allí se demora durante bastante
tiempo –en algunas sesiones durante 10 minutos– y yo escucho
desde el consultorio ruidos de grifos abiertos, diría lavabo y bidé.
Viene a sesión desde el colegio, generalmente la ropa está
manchada, descosida o rota. La sensación que tengo es como si
hubiera estado tironeándose o luchando con algún compañero. A
veces llega comiendo alfajores o golosinas, y parece que más que
comer engulle. No come en sesión, llega a sesión terminando de
comer alguna golosina.
En las sesiones de los primeros meses se muestra colaborador,
demuestra interés en saber acerca de sus problemas, y tiene una
conducta afectuosa y tierna.
La violencia que los padres le atribuyen no ha aparecido en las
sesiones, sí aparecen momentos depresivos en que es habitual
que se tire sobre un almohadón y se quede profundamente dormi-
do. Quiero agregar que varias veces al terminar la sesión no podía
despertarlo.

212
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿Al despertar estaba confundido?

Analista: Sí...

Dr. Meltzer: Así que hay tres fenómenos principales hasta


ahora, uno la forma en que entra a la sesión, corriendo,
engullendo, como si hubiera tenido una pelea, yendo al
baño; el segundo sería la forma más cooperativa que él
presenta, que es aparecer tierno e interesado en lo que
pasa; y el tercero es el retiro cuando se va a dormir, que
es un momento en el que está inaccesible, difícil de desper-
tar.

Analista: Ha demostrado un cierto fracaso para desplegar ciertos


juegos, torres que se le vienen abajo, papeles que se le agujerean
de tanto borrar, dibujos que –según él– le salen mal y que por lo
tanto los hace un bollo y los tira al cesto de la basura. No es
habitual que borre, cuando él piensa que está mal no borra sino
que hace un bollo inmediatamente y enojado arroja el papel; a
veces no borra nada, y cuando borra lo hace con tal fuerza que
termina destruyendo el papel. En esos momentos dice “soy un
fracasado”, o “un boludo, hago todo mal”, y se tira al piso.

Dr. Meltzer: Usted esto lo pone al final de la descripción,


¿pero no corresponde más al principio de la descripción,
al momento en que se retira, se duerme y se hace inacce-
sible?

Analista: Sí, seguramente...

Dr. Meltzer: Supongamos que Ud. toma toda esta descrip-


ción y piensa su entrada en análisis como un modo de
representar o repetir inmediatamente la forma en la que él
entró en la vida postnatal. Estaba bastante aporreado por
el trabajo de parto y de repente lo sacan por la cesárea;
inmediatamente comienza a evacuar su ansiedad de naci-
miento por estas formas de incontinencia: orinar, defecar
o gritar, pero después encuentra el pecho; cuando encuen-
tra el pecho lo chupa en forma muy cooperativa, muy
cariñosa hasta que de repente evacúa sus heces, se depri-

213
LUCAS

me y se duerme profundamente; es un desempeño que se


puede ver en el primer o segundo día de vida.
La forma en que los chicos comienzan la sesión, que en
general es repetitiva, es siempre muy importante; es im-
portante porque siempre tiene una referencia a algo muy
primitivo y estos elementos no se prestan a la interpreta-
ción, pero gradualmente la evidencia aparece en la trans-
ferencia y después sí se prestan a ser comprendidos e
interpretados.

Analista: Transcribí la primera hora de juego, que acá habitual-


mente tomamos en la etapa diagnóstica, y tengo las sesiones... La
alternativa es: o vemos la hora diagnóstica o pasamos a la sesión.

Dr. Meltzer: ¿Qué tiempo transcurrió entre la primera


hora de juego diagnóstica y el inicio del tratamiento?

Analista: Tres meses, porque la familia me contactó en diciem-


bre y después vinieron las vacaciones, por eso el chico inició el
tratamiento en marzo...

Dr. Meltzer: Estamos tratando de seguir la cronología, y


como la primera hora diagnóstica ocurrió tres meses antes
de la primera sesión, vamos a escuchar acerca de esta
entrevista y luego escuchamos la sesión.

Analista: Bien, leo la hora de juego diagnóstica.


Entra al consultorio detrás de la madre, viene agitado, tosien-
do mucho. Es muy rubio y de tez rubicunda. La madre me explica
que subieron por la escalera porque el ascensor estaba trabado en
otro piso. La madre se va, yo me presento a Lucas y le doy la
consigna. Mira los elementos.

Dr. Meltzer: ¿En qué piso está su consultorio?

Analista: Ocho.

Dr. Meltzer: ¿Pero él habitualmente toma el ascensor?

Analista: Sí, pero ese día no pudieron hacerlo porque el ascensor

214
DONALD MELTZER

estaba trabado en otro piso.

Dr. Meltzer: ¿Está segura que siempre toman el ascensor?

Analista: Sí, porque yo tengo dos entradas distintas: una para el


ascensor y otra por la escalera, o sea que de eso estoy segura... Si
no, hubiera dudado.

Dr. Meltzer: Cuando vino con la madre apareció por la


entrada que da a las escaleras.

Analista: Sí, sería la entrada de servicio.


Lucas me dice: “voy a dibujar”, se queda pensando... “no sé,
siempre tengo una duda cuando voy a dibujar”. (Ver dibujo página 232)
Toca a un muñeco y a una jirafa, los deja; toma un auto
amarillo: “a ver este auto...”, lo coloca frente a él, lo va mirando
y dibujando. Lo primero que hace es el frente del auto, se detiene
mucho en hacer los faroles, y me dice: “quería hacer otra cosa y
me salió un vidrio”, refiriéndose al parabrisas del auto.
“¿Vos de qué cuadro sos?, yo soy de Boca”; dibuja el parabri-
sas y comienza a pintar de verde el auto. Mira el auto comparán-
dolo con el que dibujó y dice: “nada que ver con este auto, además
el vidrio...”, refiriéndose al parabrisas. Yo le pregunto qué le
pasa al vidrio, “nada” dice, y guarda los marcadores. Falta uno,
lo encuentra y lo guarda en la caja. “Ya está”.
Mira la hora, toca algunos juguetes y dice: “a veces uno piensa
y tenés muchas cosas para dibujar, y otras pensás y no te sale
nada. Éste que yo hice parece un auto viejo, de todos colores. Un
“bugatti”. Toma dos soldados, los enfrenta y comienzan a tirarse
tiros. Los deja. Toma una madera y... le coloca encima un
muñeco, que se cae porque estaba inestable. Hace ruidos con la
boca como si largara chorros; toma un “Hombre Araña” y un
cable de electricidad que había en la caja.
“A éste lo ato con el cable porque había sido muy malo, había
matado al defensor”. Enrolla con el cable todo el muñeco, toma
un hilo y se lo ata alrededor del cuello, lo enrolla en la cabeza y
en la mano del muñeco; dice: “lo hicieron momia”. Lo deja a un
costado y toma dos autos. Me pregunta: “¿éste es de la misma
colección que éste?” refiriéndose a dos autos de carrera y le digo
que sí. Vuelve a tomar el muñeco que hizo momia y una hoja, me

215
LUCAS

pregunta: “¿lo puedo pegar acá?”, y comienza a verter plasticola


en la hoja pegando al muñeco encima. Dice: “pero le hacían algo
peor, lo pegaban”, y ahí le saca el cable y el hilo al muñeco; lo
vuelve a pegar, “le hacían una tortura peor, le hacían una cama de
plasticola”.
Embadurna con plasticola toda la hoja, su expresión es una
mezcla de placer y sadismo. Hace exclamaciones, sobre todo
cuando sale el chorro de plasticola con fuerza; dice: “cuando se
seca, es lo más bueno”.
A pesar de que el muñeco está tapado con plasticola él sigue
apretando el pomo hasta que no queda nada; todo el tiempo
resopla como si le insumiera un gran esfuerzo lo que está reali-
zando. Dice: “voy a poner otro soldado”, agrega al enchastre otro
muñeco.
“A éste lo pegaron porque tenía una ametralladora y quería
matar. Lo pegaron por esa única razón. Ahora cuando se pegue va
a ser lo mejor de todo. A éste lo enterraron –señalando al
soldado–, ya murió. ¿No tenés de otro color la plasticola?”. Hasta
ahora había usado la blanca, ahora encuentra la roja; dice: “digo,
porque si no va a quedar feo, de River... Bah!, digo, era la sangre
de la gente.”
Acto seguido Lucas vacía sobre los muñecos el frasco de
plasticola roja, se lo ve desplegando una actividad muy placen-
tera; dice: “de tanta sangre que le salía al soldado... ¿no tenés otro
color? Ah!, un azul. El primero estaba vivo –refiriéndose al
primer muñeco que pegó, el Hombre Araña– pero el que estaba
vivo no podía salir, la tortura era esa, y ésta”, acerca un cocodrilo
al enchastre y dice: “pero el cocodrilo tocó esto –el enchastre– y
se aleja”.
Ahí le comunico que vamos a continuar la próxima vez –tomé
una segunda hora diagnóstica– y él me pide que esto se lo guarde
en un lugar muy seguro, porque quiere volver a ver cómo quedó
todo cuando se secó la plasticola 3 .

Dr. Meltzer: El contenido de este tipo de actividad no es


muy excepcional para un chico de esta edad, lo que llama
la atención es que es muy activo y que no tiene ninguna
noción de la presencia de la analista como un ser humano
3
Ver dibujo, pág. 231.

216
DONALD MELTZER

que está observando y pensando. Ud. es simplemente un


guardián de esta juguetería y él está jugando completa-
mente indiferente acerca de lo que Ud. piense o sienta del
contenido de su juego.
Uno tiene la impresión general de que es una transfe-
rencia bastante temprana hacia padres que observan cómo
el chico juega y que están permanentemente aprobando lo
que el chico hace, diciéndole: “muy bien, muy lindo, muy
simpático”, y si él está torturando al hermano menor o
matando al padre ellos siguen diciendo: “muy bonito, muy
lindo juego, muy simpático, buen chico”.
Es evidencia de que este chico es muy egocéntrico, que
no se da cuenta o que no le interesa qué es lo que otra gente
piensa o siente, y que funciona a un nivel pre-mental, a un
nivel eminentemente práctico y realístico, en un mundo de
cosas que pueden ser poseídas, controladas, manipuladas,
explotadas, etc.; en un mundo de cosas y no un mundo de
gente.
Si pensamos en términos de reconstrucción de las sesio-
nes –como habíamos hablado antes– de cómo empieza la
sesión, cómo juega, cómo se siente que fracasa, cómo se
duerme, etc., haciendo un paralelo con la experiencia del
bebé recién nacido podríamos decir que el énfasis está en
lo que llamo un juego cooperativo, en la superficie es un
juego cooperativo. Y es solamente el contenido del juego el
que es espeluznante.
Imagínense ustedes, si pueden, un bebé que se alimenta
del pecho de la madre con una fantasía de que está extra-
yendo todo lo bueno de ella y dejando a sus bebés internos
muriéndose de hambre, pegados en la plasticola o en las
heces o en lo que sea, mientras la madre sólo ve una
mamada tranquila y deliciosa. Así se pueden imaginar a la
madre que dice “tómalo todo, tomá todo lo que haya”, y lo
que el bebé oye como “no dejes nada para los demás
bastardos adentro mío, que son del otro equipo, son de
River”.
Después de una mamada que representa tal asalto a la
mamá, es fácil imaginar que la defecación para el chico va
a contener una madre destruida y vaciada.
Este es un dibujo bastante bueno para un niño de 11

217
LUCAS

años, no tiene mucha imaginación pero técnicamente está


muy bien hecho, y sin embargo él se siente sinceramente
desilusionado; al mismo tiempo está encantado con lo otro
que hizo. Está desilusionado con el producto de su trabajo
constructivo, aunque técnicamente es muy bueno, y está
excitado y orgulloso por su imaginación destructiva.
Obviamente maneja muy bien los materiales de juego.

Analista: Quisiera mostrar un dibujo que creo que es significa-


tivo, fue un dibujo libre... y quisiera hacer algún comentario de
lo que a mí me ocurrió con este dibujo. Es de la etapa diagnósti-
ca... él dice que va a dibujar un subterráneo... comienza a hacer
las líneas. Después que lo empieza a dibujar dice que no, que no
va a hacer un subte, “voy a hacer otra cosa”, y pone nuevamente
mucho énfasis en el vidrio –como pasó con el auto– y luego le
agrega el cartel de “Ómnibus”. Todo esto dice que es el frente del
ómnibus, todavía no había hecho esas cabezas ni el escape. Lo
mira, y dice: “quedó re mal, tiene ruedas cuadradas, son muy altas
–se queja– no me quedó bien”. Le agrega una rueda de cada lado
y dice: “algo le falta”, y le agrega un caño de escape humeante.
Yo ahí me sentí confundida, porque comencé a pensar que había
dibujado la parte trasera, él había dicho antes que era la parte
delantera. Entonces le agrega esos semicírculos y dice que es el
pelo de los chicos que van adentro, y que bueno, que es la parte
de atrás de un ómnibus.
Lo traje sobre todo por esta vivencia de confusión que tuve 4.

Dr. Meltzer: Es un buen ejercicio de caligrafía, es prolijo,


está hecho muy precisamente ¿no?, él borró las ruedas y lo
arregló...

Analista: Sí, sí... él lo arregló.

Dr. Meltzer: Hay una pequeña asimetría acá que hay que
buscarla para verla, pero está muy bien hecho como el
auto.

Analista: Me impactó el cambio de subterráneo a ómnibus, y

4
Ver dibujo, pág. 232.

218
DONALD MELTZER

también de la parte delantera a la trasera; en un momento me sentí


confundida.

Dr. Meltzer: Este saltar de una cosa a otra, de cambiar de


una posición a otra también parece manifestarse al prin-
cipio de la sesión; antes que él se instale en una posición
más sádica se mueve bastante, posiblemente sea evidencia
de un residuo de una hiperactividad más temprana. Es un
chico inquieto, esta inquietud no parece en este momento
una falla de formación simbólica, parece más que nada
una insatisfacción con lo que produce. Cuando trata de
hacer algo constructivo está siempre desilusionado, pero
cuando hace algo sádico se pone muy contento.
Entonces hasta ahora tenemos evidencia de cómo se
relaciona o no, con la analista, la inestabilidad de sus
funciones mentales, sus fuertes tendencias sádicas –como
decía antes–, y también el sadomasoquismo expresado por
esta muñeca que se cae y es olvidada en el juego del
principio.
Vamos a la sesión.

Analista: Apenas entra me avisa que va a pasar al baño, pero en


realidad entra al consultorio. Una vez allí dice: “mirá mi pistola”
y saca del bolsillo un revólver de papel plegado similar al dibujo;
“¿qué te parece mi pistola?, mirala bien mientras yo voy al baño”.

Dr. Meltzer: Algo para tenerla ocupada... mientras yo me


voy a orinar vos quedate aquí y pensá en mi pene.

Analista: Me la entrega. Desde el baño se oyen ruidos de agua


que corre. Vuelve.

Paciente: ¡Viste qué pistola!, la hice en el colegio, ¿qué te


parece?

Analista: Pienso que querés que te diga cómo está tu pito, vos
temés que no esté bien, que no esté bien hecho por el pis que
se te escapa.

Paciente: Esta pistola se la copié a un amigo y me salió. A mí

219
LUCAS

ni se me hubiera ocurrido hacerla.

Dr. Meltzer: Eso parece ser cierto, se está quejando en


cierto sentido de su falta de imaginación con esto de
copiar la pistola de un amigo. Cuando está orgulloso de su
pene es porque está orgulloso de haberse identificado
exitosamente con otro chico. Esto parece indicar que hay
una predisposición a un deseo de ser parte de una pandi-
lla, de admirar al miembro más agresivo de la pandilla,
transformarse en la mano derecha del líder. El énfasis no
es tanto en la agresión sino en la imaginación, que es la
imaginación del líder, la capacidad de tener fantasías, lo
que lo hace líder.

Analista: Yo creo que te sentís distinto a los otros chicos que


no se hacen pis, y querés que te ayude a tener una pistola como
vos suponés que es la de los otros chicos, que retenga el pis.

Paciente: ¡No! (protestando) esto es un logro (refiriéndose a


la pistola que trajo), me costó mucho hacerla. Pero mejor voy
a hacer otra, ¿me la puedo llevar para mostrarla en mi casa?

Dr. Meltzer: O sea que él rechaza la interpretación porque


está interesado en el logro que consiste en hacer una
pistola como la que trajo, la que hizo el amigo, o sea que
va a usar la sesión para repetir ese logro y hacer otra
pistola que después se puede llevar a la casa. No le dice a
la analista que se calle ni la ataca, sino que simplemente
reacciona al hecho de que la analista no admiró la pistola
que le presentó, pero eso no importa porque él va a hacer
otra, se la va a llevar a casa, se la va a mostrar a mamá y
mamá lo va a admirar, le va a decir: “muy lindo, ¿a quién
mataste con esa pistola?”.
De manera que lo más importante quizás para interpre-
tar es que él no puede pensar cómo hacer cosas que
produzcan la admiración, y que lo único que puede hacer
es imitar lo que hacen los otros chicos.
El caso de un chico de 11 años que le entrega a uno la
pistola y luego se va a orinar, corresponde a un chico que
no se siente capaz de tener fantasías y deseos eróticas por

220
DONALD MELTZER

sí mismo sino que solamente puede excitarse mirando


figuras pornográficas. Yo posiblemente hubiera interpre-
tado algo así, que en este momento no está tan preocupado
acerca de mojar la cama sino más que nada en tener
erecciones.

Analista: Yo sé que tenés muchas ganas de demostrar a tus


padres que podés hacer cosas bien, pero vos sabés que las
cosas que hagas acá van a quedar en la caja.
Él comienza a plegar una hoja para hacer otra pistola. Trabaja
con mucha dedicación, el plegado de la hoja le insume bastan-
te tiempo. Mientras está plegando me pregunta:

Paciente: ¿Vos sos cristiana?, porque así veo si puedo hablar


de Jesús. ¿No te parece que Jesús era visto como un demonio
cuando caminó sobre el agua?

Analista: Como todavía no me conocés, querés saber cómo


soy yo para ver si podés hablar de miedos que tenés, por
ejemplo el miedo de ser una especie de demonio por el agua-
pis con que te mojás a la noche.

Paciente: Mi tío tiene una Magnum...

Dr. Meltzer: Esto es un poco inesperado, porque después


de preguntar si usted es cristiana habla de una visión un
poco sacrílega de lo que es Jesús caminando sobre el agua.
Me parece que es demasiado interesante para interpretar-
lo inmediatamente, yo querría explorarlo mucho más an-
tes y ver qué tiene que ver con la producción de esta pistola
en la que está trabajando. Yo estoy en la misma longitud de
onda de su interpretación, sólo que pienso que no sola-
mente él está orinando sino que también está pensando en
la erección, y que Jesús caminando sobre el agua y no
cayéndose adentro, es más la representación de una erec-
ción que la caída en el agua.

Paciente: Mi tío tiene una Magnum, mi primo una vez me la


mostró. ¿Sabés que mi papá tiene dos revólveres?, yo sé que
están escondidos, yo sé dónde están, pero no hay problema...

221
LUCAS

(como tranquilizándome) ...están descargados.

Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir? que usted no se preocupe


de que él las va a encontrar pero no va a matar al hermano,
que aun cuando encuentre los revólveres no va a poder
usarlos contra nadie porque están descargados.

Analista: Yo además me preocupé...

Dr. Meltzer: Así que el material se va moviendo en una


dirección de primero las erecciones y ahora el semen –las
municiones– cuando le dice a la analista que no se preocu-
pe, que no tiene semen, de manera que no hay ningún
peligro de que nadie se embarace.

Participante: Ese “no hay problema” cuando habla de los dos


revólveres del padre, ¿puede tener relación con la depresión del
padre?

Dr. Meltzer: ¿La preocupación de que el chico se sienta


suicida?

Participante: No, la preocupación del chico acerca del padre.

Dr. Meltzer: Es una posibilidad... no entra muy bien en el


material, pero no es difícil imaginarse de que eso sea
cierto.
No está muy seguro en este momento si la masturbación
ayuda al desarrollo del pene o si interfiere con el desarro-
llo del crecimiento del pene, porque parece que él se ha
estado masturbando como enseñándole, instruyendo al
pene a que se mantenga erecto. Y la única manera en que
lo puede hacer es imitando lo que hacen otros chicos, que
posiblemente sea pidiendo prestado de otros chicos las
fantasías o las revistas pornográficas.

Analista: Quería hacer un pequeño comentario: en una sesión


más adelante Lucas me dijo que el padre le había contado que no
podía tener más hijos porque estaba tomando mucha medicación.

222
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿Para qué se lo dijo? ¿Para tranquilizarlo?

Analista: Y... porque es un hombre muy perturbado manifiesta-


mente, y tiene este tipo de actitudes con el hijo.

Dr. Meltzer: Es como si el padre le dijera: “no te preocu-


pes, los ruidos del dormitorio que escuchaste anoche... no
te hagas problemas, no es nada serio”.

Analista: Yo creo que estás preocupado por saber cómo son


otros pitos, también comparar cómo es tu papá y otros hom-
bres de tu familia. Te preocupa no verlo fuerte a tu papá.

Dr. Meltzer: Tiene posiblemente algo que ver con la cir-


cuncisión y con la pregunta de si usted es cristiana.

Paciente: A éste... (se refiere al revólver que estaba haciendo


en sesión) ...le falta algo, ¿me ayudás?.. (piensa mientras
observa la pistola) ¿Sabés qué le falta?, le falta un gatillo. ¿Me
ayudás a hacerlo?

Lucas pliega el papel para hacer el gatillo, y me pide que lo


ayude a pegarlo en el lugar adecuado. O sea que entre los dos,
terminamos...

Dr. Meltzer: Usted está obviamente determinada a anali-


zar su enuresis 5 .

Analista: Sí... Luego yo me di cuenta que estaba muy presionada


por el síntoma.

Dr. Meltzer: No se preocupe, no es usted la que tiene que


lavar las sábanas 6.

Analista: Parece que pensás que tu pito está incompleto, que


le falta algo como un gatillo, o sea algo que te haga controlar
la salida del pis.

5, 6
Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso
psicoanalítico”.

223
LUCAS

Dr. Meltzer: Creo que tiene que ver con circuncisión, y


demás. Lo más importante indudablemente en este momen-
to, es la forma en que se relaciona con la analista y la
transferencia materna focalizada en su pene. Hay una
transferencia materna muy intensa que está focalizada en
el deseo de Lucas de mostrar su pene, de que su madre lo
admire y que le dé permiso a mostrarlo y ofrecerlo como un
producto que los demás puedan admirar 7.

Participante: Estaba pensando si no tendrá algo que ver con el


frenillo que le rompió al hermano.

Dr. Meltzer: No nos vamos a preocupar por el pene de este


chico, nos vamos a preocupar por la transferencia. Lo que
nos debe interesar es la calidad de la relación con la
analista como una madre, y el uso que quiere hacer de ella,
y si esto que quiere favorece de alguna forma su desarro-
llo. Yo le diría “vos querés que yo me interese por tu pene
y pensás que el pene es algo muy interesante, pero a mí me
interesa mucho más tu mente, porque tu mente no puede
trabajar bien, porque no pudiste encontrar tu propia ma-
nera de hacer una pistola y tuviste que copiar la de un
amigo”. Es algo parecido a cuando viene un paciente
adulto que se queja de impotencia, que hay que decirle que
no nos preocupemos de su impotencia, cuando su mente
trabaje bien su impotencia se va a curar, así que no nos
ocupemos de su pene por el momento. Es un material muy
interesante 8.

Analista: Quiero hacerle una pregunta: ¿este pedido de que yo le


ayude a hacer el gatillo puede tener que ver en la transferencia
con un pedido de que yo le ayude a construir un esfínter mental?

Dr. Meltzer: Bueno, cuando un chico pide que le ayude a


hacer algo para él que está claramente en el interés de
desarrollar o representar una fantasía particular, y lo que
le pide es algo que el chico no tiene la capacidad física

7, 8
Ver Referencias Teóricas, pág. 233, “Sintomatología versus caracterología. Proceso
psicoanalítico”.

224
DONALD MELTZER

para hacer, yo lo voy a ayudar. Esto ocurre muy raramen-


te, sólo con chicos muy chicos. En este caso yo no lo
ayudaría con el gatillo, yo le diría algo como “a mí me
tenés que dejar observar, pensar y hablarte, no estoy acá
para ser tu asistente de construcción de gatillos”.
Antes de que exista un poco de progreso analítico tiene
que establecerse la situación analítica, y él no está coope-
rando analíticamente con Ud. Hasta ahora lo que ocurrió
es que este chico viene y juega en presencia de la analista,
la usa de distintas maneras para que lo admire, y lo ayude;
por eso obtiene tanta cooperación aparente de él. Ud. no
ha impuesto los límites, todavía Ud. no insistió en su
manera de hacer las cosas y sólo interpretar. Por ejemplo
cuando usted le dice que él está preocupado porque no
puede ver a su padre como un hombre fuerte, la respuesta
de él es: “sí, acá falta una pieza”. Yo le diría: “esperá un
momentito, parece que no escuchaste lo que te dije”. Y
entonces él diría: “sí, te escuché,... acá falta algo”, pero
habría que interrumpirlo y decirle “no, no, parece que
escuchás pero no me oís”. “¿Por qué, qué dijiste?”

Analista: Segunda sesión de la misma semana:

Paciente: ¿Sabés que si mi tío se va a Estados Unidos me va


a traer un avión re grande? Pero hay un problema que es lo que
hay que pagar, un montón... porque si no, en la aduana te lo
descubren...

Dr. Meltzer: Espera que el tío lo traiga de contrabando...


es parte de la cultura pero no es parte de la cultura
analítica que sepamos, a menos que él piense que se le da
plata a la analista para que no diga cosas que pueden
molestar al querido niñito. Acuérdese que ya lo sacaron de
varios tratamientos porque él no quería ir porque no le
gustaba oír lo que le decían seguramente.

Analista: Busca en la caja hasta que saca la pistola que hizo en


la sesión anterior. La mira, la observa, dice:

Paciente: Voy a hacer otra. (Mientras pliega el papel comen-

225
LUCAS

ta). La que traje ayer acá es una porquería, es re chiquitita.

Analista: Algo tuyo que creías que era bueno enseguida pasa
a ser una porquería, te pasa con todas tus cosas, con tu cuerpo,
con tu pito. (Él acá se estaba refiriendo a la pistola que había
traído del colegio).

Paciente: La que hice acá está re buena. (La observa con


admiración y entusiasmo).

Dr. Meltzer: Acá es la oportunidad de mostrarle que hizo


una copia de lo que hizo el otro chico.

Analista: Será porque te ayudé a hacerla, eso te hace sentir


más seguro.

Paciente: El otro día le regalé a mi hermano un revólver y él


después no me lo quiso prestar, entonces se lo rompí, se lo hice
mierda por amarrete y él lloró.
“¿Vos te pasás todo el día acá?, ¿sin salir, encerrada?”. (Co-
mienza a escribir, con un marcador rojo “Fire” en la pistola).

Analista: Cuando te acordás de la rabia que te agarra y de las


ganas de hacerlo mierda a tu hermano, querés salir corriendo.
Me parece Lucas que te da mucha bronca que tu hermano tenga
cosas como vos, que él también tenga a tu mamá.

Dr. Meltzer: Lo que usted interpreta es perfectamente


correcto pero no toma en cuenta la pregunta que él hace de
si se queda encerrada todo el día, porque eso implica que
usted ve a otros chicos también. Es un episodio útil para
preguntarle ¿por qué le diste el revólver a tu hermano, fue
un acto de generosidad o fue un preludio a destruirlo y
hacerlo llorar?. Los dos temas que surgen más evidente-
mente son el materialismo y la falta de sinceridad, y usted
va a ser el oficial de aduanas que va a descubrir el engaño
que consiste en engañar al hermano pareciendo que es tan
generoso y realmente es querer hacerlo llorar. El otro
aspecto de la falta de sinceridad está en lo que aparece
como cooperación pero el hecho es que no escucha lo que

226
DONALD MELTZER

usted le dice, o sea que trata de imponer sobre Ud. el rol que
le ha impuesto a la madre quizás desde el momento que
nació.
Siempre estoy tratando de atraer la transferencia, de
entender el material en términos de transferencia para
establecer la situación analítica.

Analista: Lucas comienza a rellenar de rojo las letras que dicen


“Fire” que había dibujado en el revólver. Cuando termina de
hacerlo queda un cartel muy notorio, se para y va hacia la ventana
diciendo: “¿a ver si mi mamá está abajo?”. Es casi imposible ver
la calle desde la ventana, pero él intenta asomarse.

Dr. Meltzer: Indudablemente se está poniendo un poco


claustrofóbico aquí, y está relacionado con la pregunta de
si se queda encerrada en ese espacio todo el día, él está
reaccionando a la claustrofobia.
Lo que transfirió la claustrofobia de la analista que
estaría encerrada todo el día a sentirse él claustrofóbico,
parece haber sido la interpretación acerca de la relación
del hermano con la madre; inmediatamente lo puso en la
situación de que él estaba adentro y el hermano estaba
afuera con la madre. Hubiera sido más útil interpretar la
ansiedad de que la analista estuviera con otros chicos, y
que la experiencia de la claustrofobia fuera sentida en
relación a la analista en lugar de en relación con el
hermano y la madre fuera del consultorio. Porque apenas
uno ponga los límites y cree el setting de la situación
analítica, él se va a sentir claustrofóbico, y uno de los
límites de la situación analítica es que él debe escuchar
cuando Ud. le habla, que uno no está controlado por él
como el constructor de gatillos, y que la función de la
analista es observar, pensar y comentar sobre lo que ve. Y
cada una de esas cosas cuando las va estableciendo va a
incrementar la claustrofobia.

Analista: Además está actualmente incrementada la claustrofo-


bia, diciendo que quiere tirar cosas por la ventana porque se
aburre o porque hace avioncitos plegados en papel y los quiere
tirar a través de la ventana porque dice que no hay lugar dentro

227
LUCAS

del consultorio.

Dr. Meltzer: Puede ver cómo el asomarse a la ventana está


muy relacionado con fantasías de querer salirse él mismo
por la ventana, pero un octavo piso no es lugar para hacer
eso... indudablemente la analista le está poniendo presión
acerca de la transferencia y no le gustó mucho.

Analista: (Tira disparos, hace ruidos con la boca, se lo ve


violento y entusiasmado). Me parece que te asustás mucho
cuando sentís el pito caliente como ahora acá conmigo, en el
consultorio.

Paciente: No...

Dr. Meltzer: ¡Ah!, escuchó...

Analista: Creo que por eso querés salir a llamarla a tu mamá.

Paciente: No, para nada.

Deja de tirar tiros y se sienta en el escritorio.

Dr. Meltzer: Esto lo paró, apenas usted comienza a inter-


pretar la transferencia se queda ahí parado.

Analista: A veces también se te mezcla la calentura con la


bronca, no las podés diferenciar.

Dr. Meltzer: Bien, bien...

Paciente: (pensativo) ¿Si vos te tuvieras que matar, por dónde


te matarías vos?

Dr. Meltzer: Es una forma medio elaborada de decir:


“cállate la boca”, “si no te callás me voy a matar” y vale
la pena interpretarla.

Participante: Cuando habla de cooperación, en este chico no es


realmente la expresión de un falso self, donde se le hizo sentir

228
DONALD MELTZER

desde muy temprano que debía aprender a caminar rápido, con-


trolar esfínteres rápido; tuvo que responder como si fuese un
adulto prematuramente. Entonces, ¿no está respondiendo a un
medio que no puede contener y manejar sus pulsiones y está
‘cooperando’ en una especie de crecimiento vicariante?

Dr. Meltzer: Indudablemente hay chicos que son así, pero


yo no pensaría que éste es uno de ellos. A él se le permitió
estar a cargo de la casa desde el principio, y su desarrollo
estuvo motivado por su propia competición, su ambición,
su necesidad de poseer y controlar al objeto materno,
contando con la cooperación inconciente del padre. No
parece ser el tipo de chico que usted está describiendo.
Pero puedo entender por qué se le ocurrió eso, ya que
muchos de los chicos que vienen con enuresis están pre-
sentando lo que sería una protesta algo débil a las presio-
nes de que crezcan, de que se preparen para el colegio
–por ejemplo– responden a una presión social o familiar.
Pero Lucas no es ese tipo de chico, es muy diferente.

Analista: Esta es una primera sesión de la semana dos meses


después de las anteriores.

Paciente: (Entra rengueando): “Estoy lastimado, un chico me


puso el pie y me caí. Lo hizo por gracia, me quiso cagar... bah!,
no importa. ¿Sabés que llené el álbum del mundial?”

Busca en el canasto, y saca un embrollo de hilos que se habían


enredado con un jeep militar con ametralladoras. Intenta romper
los hilos con la mano y no puede, aun cuando hace mucha fuerza;
después intenta con los dientes. Luego de un rato logra cortar los
hilos y grita: “¡Al fin libre!”

Dr. Meltzer: Ahí está la claustrofobia, cómo se identifica


inmediatamente con este jeep que estaba agarrado por el
hilo como una situación claustrofóbica.

Analista: “Querés liberarte de algo que te aprisiona”.

Dr. Meltzer: O sea de la analista...

229
LUCAS

Analista: Claro, de mí...

Paciente: (Deja el jeep a un costado y me pregunta): “¿Dónde


está la cinta scotch?”, (como si la hubiera buscado y no la
hubiera encontrado, creo que él desea que yo la busque).

Analista: “Estará en la caja”.

Paciente: (Encuentra la cinta scotch y saca también un auto


amarillo; coloca el auto enfrente de él y empieza a decirle)
“¡Ajaaa!, ¡ya vas a ver!”, (repite esto varias veces: “¡ya vas a
ver!”, amenazándolo con la mano).

Analista: Ahí en ese momento me sentí muy impactada porque


tenía la sensación de que esto no era un juego, tenía la impresión
de que era una especie de alucinación, porque le hablaba con una
fuerza...

Dr. Meltzer: No, él estaba diciendo simplemente “esperá


que crezca y vos vas a ser mi esclavo”. “Cuando yo diga:
¿dónde está la cinta scotch?”, vas a saltar y decir: “acá
está señor”.

Paciente: (Hablándole al auto amarillo): “Porque vos me


burlaste”

Dr. Meltzer: Está diciendo: y tu hijito me puso el pie y me


hizo lastimar también...

Analista: Comienza a enrollar con cinta scotch el auto; luego la


saca toda y dice otra vez: “¡estoy libre, libre!”, pero vuelve a
poner cinta scotch debajo del auto entre los dos ejes.

Dr. Meltzer: Es material muy interesante, pero tenemos


que dejar. La situación analítica lo está encerrando de a
poco...

230
DONALD MELTZER

en págs. 231 y 232 van 3 dibujos

231
LUCAS

232
DONALD MELTZER

REFERENCIAS TEORICAS

Sintomatología versus caracterología *. Proceso psicoanalítico.

En pacientes neuróticos, y más claramente en niños, una vez


lograda la recolección de suficiente transferencia infantil como
para establecer la continuidad de las sesiones, aparecen las
etapas de las confusiones geográficas que requieren la delimita-
ción entre las funciones, prerrogativas y expectativas del pacien-
te y del analista. Cuando en la próxima etapa se resuelven las
confusiones de zonas y modos, la actuación en la transferencia va
dando lugar a la comunicación y a la cooperación; el carácter del
paciente y del analista comienzan a interactuar. “El cuadro que
gradualmente emerge con pacientes adultos, presenta una enga-
ñosa homogeneidad de la que emana una atmósfera particular con
su propio aroma individual –un colorido idiosincrático, hablando
analógicamente”. Este colorido surge de la mezcla de cualidades
individuales y culturales, de aspectos infantiles y adultos, y es
difícil su descripción cuando se capta como totalidad. En forma
gradual se van expresando los personajes del drama de la historia
del analizando, su situación presente, sus expectativas. Los dolo-
res y placeres de la vida se hacen experiencias de análisis.
Se hace evidente que los síntomas son –de hecho– parte del
carácter y este aroma inicial empieza a mostrar sus distintas
facetas, las manifestaciones adultas e infantiles comienzan a
discriminarse. Se va reconociendo la individualidad de las distin-
tas partes, especialmente en las actuaciones y en los sueños en los
que las partes escindidas evidencian sus características de sexo,
edad, primacía de zonas erógenas, dependencia de objetos bue-
nos o estructura narcisista, y la geografía del espacio vital en el
que habitan.
Aparecen huellas del mundo claustrofóbico en los momentos
de actuación, pero a diferencia de los pacientes borderline tienen
las características de transferencias infantiles. Pretensiones de
elitismo, atractivo sexual, intelecto superior, se muestran como
rasgos de carácter y también aparecen referencias al carácter del
analista, no siempre irreales, y que están al servicio de diferen-

* Capítulo 10 de Claustrum.

233
LUCAS

ciar los objetos internos de los externos.


Hay síntomas ocultos, generalmente perversos, que se expo-
nen con sinceridad. A lo largo del proceso los síntomas se
superponen con las actuaciones, porque son una emanación de las
estructuras inconcientes, es decir de la compleja mezcla que
constituye la caracterología.
Meltzer no está interesado en los síntomas que el paciente o la
familia definen como tales, sino en las actuaciones durante las
sesiones que son los síntomas del proceso analítico. Se mantiene
así en la tradición freudiana al considerar que la neurosis de
transferencia conduce a la neurosis infantil.
El trabajo analítico, destinado a modificar estas estructuras a
través de la evolución de la transferencia, va modificando las
manifestaciones sintomáticas (ver intervenciones (1), (2), (5),
(7), (8)). La broma de Meltzer (6) –“No se preocupe, no es usted
la que tiene que lavar las sábanas”–, da cuenta de la presión que
sentimos tanto los analistas de niños como de adultos para lograr
la rápida remisión sintomática, ya que el síntoma pende sobre
nosotros como un parámetro de evaluación, cuando no como una
amenaza de interrupción.

Descriptores: Caso clínico. Claustrofobia. Enuresis. Super-


visión.

234
María

Analista: María comenzó su análisis hace cuatro años. En el


momento de la consulta dijo sentirse sola, “con dificultades para
mantener vínculos reales con los demás”, a causa de no saber o no
poder expresar sus sentimientos ni sus opiniones. Se veía muy
encerrada en sí misma, y bastante desconfiada de las demás
personas. La relación con su hija en aquel momento de 3 años era
difícil, se angustiaba, no sabía cómo tratarla, a veces sentía que
la rechazaba. Había sufrido un aborto en el tercer mes de emba-
razo cuando su hija tenía poco más de 1 año. Después de algunas
entrevistas acordamos comenzar un tratamiento psicoanalítico.
M. concurre a sesión tres veces por semana los días lunes,
miércoles y viernes.
Es una persona inteligente, reflexiva, de aspecto agradable.
Tiene 35 años, lleva ocho años de casada, tiene dos hijos –R. una
mujer de 6 años y C. un varón de 2. Es licenciada en administra-
ción de empresas y su marido arquitecto.
Su familia de origen es de un nivel socioeconómico alto,
mientras su marido pertenece a un nivel social no tan acomodado.
Esta situación genera conflicto en la pareja –según la paciente–
quien se queja que su marido no sea un triunfador en su profesión.
Piensa que él no encara con más decisión lo económico por
respaldarse en el dinero de ella.
Siente “que la rutina diaria y los constantes reclamos de los
hijos, la casa y el trabajo desgastan la pareja”. Pasa por períodos
de absoluto desinterés por su marido, durante los cuales no tienen
relaciones sexuales; a veces durante el coito se siente violada y
experimenta miedo y angustia.
Desde el nacimiento de su segundo hijo se siente verdadera-
mente madre, tiene una buena relación con él, y su crianza es para

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 235


DONALD MELTZER

ella muy placentera.


Actualmente, y desde la muerte de su padre ocurrida hace poco
más de tres años, se ocupa de la administración de los bienes de
la familia, especialmente del campo.

Dr. Meltzer: Quiere decir que el padre murió durante el


análisis.

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: No solamente vino a la consulta sino que


comenzó el análisis hace cuatro años.

Analista: Sí.

Antes de la muerte del padre colaboraba con él en la misma


tarea...

Dr. Meltzer: ¿Este campo que tienen es de cosecha?

Analista: De invernada y cría de ganado.

Antes de la muerte del padre colaboraba con él en la misma


tarea, ahora ocupa su lugar.
M. es la mayor de tres hermanas mujeres. Recuerda durante su
infancia haberse sentido siempre relegada por no poder expresar
lo que sentía.
Tiene una severa miopía que le fue detectada a los 6 años, al
empezar primer grado.

Dr. Meltzer: ¿Usa anteojos?

Analista: Ahora usa lentes de contacto.

M. piensa que sus hermanas, a diferencia de ella y cada una


con un estilo diferente, siempre conseguían lo que querían.
F., la segunda, era la preferida del padre, alegre, bonita y
seductora (por medio de su buen humor y trato cariñoso).
G., la menor, “insoportable”, era la preferida de la madre, y
lograba sus propósitos con berrinches y caprichos.

236
MARIA

Dr. Meltzer: Entonces ella era la buena chica. Frecuente-


mente en familias con varios chicos, sobre todo si son del
mismo sexo, el chico mayor es silencioso, callado, perfec-
cionista y lleno de celos escondidos.

Analista: Los mejores momentos que recuerda son en relación


con su padre, quien fue para ella muy cariñoso y protector, aunque
muchas veces lo recuerda rígido y dictatorial como un patriarca.

Dr. Meltzer: Puede verse que ella trató de resolver esta


situación de rivalidad con las hermanas transformándose en
el varoncito de la familia, siguiendo al padre, de algún modo
tratando de tener logros académicos, continuándolo a él en
el trabajo y finalmente como socia y tomando, incluso, su
lugar. Esto no quiere decir que su masculinidad sea particu-
larmente fuerte, sino que es un mecanismo adaptativo que
emplea su masculinidad. Se hace evidente también que su
femineidad no pudo salir adelante o tener un lugar con el
nacimiento de su primera hija mujer, pero sí, especialmente
después del aborto, pudo tener un mejor vínculo con su hijo
varón. Uno sospecha entonces que ese varoncito es particu-
larmente un hijo del padre, y uno puede sospechar que el
nacimiento de este varoncito le hizo perder de algún modo un
lugar al marido que gana poco o pierde en la comparación
con el padre. Por lo tanto estamos claramente tratando con
un desorden de carácter, no solamente un desorden sintomá-
tico, alguien que se ha quedado en la latencia y no ha
emergido, no ha logrado surgir en sus aspectos femeninos
excepto en lo que concierne a ser la madre de este pequeño
varoncito. Lo que probablemente indica que gran parte de su
femineidad y de su relación e identificación con la madre se
ha perdido, probablemente desde el nacimiento de la herma-
na menor que le sigue con dos años de diferencia.
El hecho de que no haya mucha sintomatología o per-
turbaciones sintomatológicas a lo mejor indica que el año
y medio que tuvo ella con la mamá –antes de que la mamá
quedara embarazada de su segunda hija– fue seguramente
un período bueno para ella. 1

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

237
DONALD MELTZER

Analista: La madre tiene una estructura maníaco depresiva y su


relación con ella pasa por momentos de intenso rechazo, culpa y
a veces indiferencia.
Recuerda que su madre “durante los períodos de euforia no
paraba ni un momento, andaba de acá para allá comprando
cantidad de cosas, en su mayoría insólitas, y organizando impor-
tantes fiestas. Cuando se deprimía parecía que se apagaba todo,
pasaba hasta casi un mes en cama con medicación; en esos
momentos parecía otra, creo que me repugnaba, hasta que de
pronto volvía a renacer y comenzar un ritmo de locos”.
Especialmente durante las depresiones de la madre, el padre se
ocupaba de las hijas a pesar de estar también a cargo de niñeras,
institutrices y profesoras particulares.

Dr. Meltzer: Esta parece una visión infantil de la madre,


no un retrato exacto de la madre pero sí un bastante buen
retrato de la madre interna. Sospecho que esto que llama
fluctuaciones maníaco depresivas podría vincularse a fluc-
tuaciones bastante importantes en la relación de la madre
con el padre. 2

Analista: M. recibió una educación religiosa muy severa, tanto


en su hogar como en los colegios a los que asistió. Recuerda que
entre su madre y una profesora particular de religión que tenía
–además de recibir educación religiosa en el colegio–, habían
hecho un Sagrado Corazón de terciopelo, donde por las noches la
paciente y sus hermanas, debían clavarle una especie de espina
por cada pecado que ellas mismas juzgasen habían cometido, así
como sacárselas por cada buena acción. Dice la paciente: “era
terrible, me pasaba el día espiándome a mí misma, sacando y
poniendo esas malditas espinas”.

Dr. Meltzer: Es un procedimiento interesante... ¿es idio-


sincrático o es una práctica habitual entre las personas
religiosas?

Analista: Es una práctica exagerada...

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

238
MARIA

Ahora voy a leer el resumen de las sesiones de la semana


anterior al material que presento.

Dr. Meltzer: Esta historia del Sagrado Corazón de tercio-


pelo parece también un relato de la historia interna de ella
con la madre. Es posible que los períodos de depresión la
llenaran de culpa y los períodos de euforia la contagiaran,
pero también le produjeran irritación. Da una idea acerca
de cómo esta madre ha sido internalizada como una madre
sagrada, y esto refuerza mi impresión inicial que la rela-
ción de esta chiquita con la mamá en sus primeros tiempos
de vida era muy cercana y satisfactoria.
Ser la única hija fue tremendamente satisfactorio para
ella, pero ser reemplazada por sus hermanitas fue tremen-
damente penoso. Parece que nos encontramos con una
paciente que tiene un gran deseo de ser única y favorita, y
esto podría en este momento desenvolverse a través del
hecho de haber reemplazado a su padre en el campo, y por
otro lado también por tener a su hijo como el hijo del padre.
Todo esto contiene la posibilidad de un breakdown
maníaco, con toda la corte –digamos– de delirio maníaco
y grandiosidad. Por eso pienso que es mejor que esté con
una analista mujer más que con un analista varón, porque
pienso que este tipo de potencialidad es mejor contenida
por una analista mujer que por un hombre. 3

Analista: El tema de las sesiones en esa semana giraba en torno


a su deseo de tener una mamá perfecta –diferente de la propia,
siempre disponible–, que ella armaba en su fantasía haciendo un
collage con las diversas características que más le gustaban de las
distintas personas de servicio.

Dr. Meltzer: Esto es importante. Es una buena pintura de


lo que es el egocentrismo infantil y la relación con esta
madre a nivel de objeto parcial, parece referirse a la
posibilidad de reunir –como decía la analista– a nivel casi
de un collage a través de la percepción y de la alucinación,
una madre que esté a su servicio como una luna, un satélite

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

239
DONALD MELTZER

que gire alrededor de ella. Y en este arreglo planetario


también está el sol que representa al padre.

Analista: Esto fue interpretado en la transferencia como la


necesidad de tener una analista-mamá-mucama que dependiese
de ella, negando así la propia dependencia.
El lunes de la semana anterior a las sesiones que aquí voy a
presentar, la paciente relata el siguiente sueño...

Dr. Meltzer: ¿Es un período actual del análisis de la


paciente el que está presentando?

Analista: Es de mediados del año pasado... mayo de 1990.

Dr. Meltzer: Es casi entonces de un año atrás.

Analista: Sí, más o menos.

Sueño: estábamos en un hotel donde habíamos ido a pasar el


fin de semana, con D. –el marido de la paciente– y los chicos.
Había un patio grande con una mesa inmensa donde todos estaban
sentados comiendo un asado, había muchas personas, nos hacían
una despedida, y mientras esto ocurría yo estaba en la habitación
desesperada haciendo las valijas. Trataba de meter un montón de
equipaje que no era necesario para nada para un fin de semana, y
me desesperaba porque no entraba todo en la caja; había unos
zapatos de mamá plateados, con plataforma, del tiempo de la
escopeta... y por hacer ese lío con todo lo que quería guardar me
estaba perdiendo el asado.

Dr. Meltzer: Voy a tomar solamente el sueño en sí mismo,


sin las asociaciones y sin tomar en cuenta el background
analítico inmediato. Podemos ver en este sueño este arre-
glo planetario del que hablaba antes, está la gran mesa
representando el pecho materno, toda esta gente alrede-
dor como chanchitos mamando de la chancha, pero por
otro lado esto representa una gran fiesta para celebrar
algo que tiene que ver con la paciente. Esto por un lado
representa algo de lo logrado en el análisis, que ella ha
vuelto a tener este arreglo planetario alrededor del pecho

240
MARIA

como el objeto central, pero por otro lado toda esta gente
alrededor de la mesa no se reúne ahí solamente por la
comida sino por una fiesta, una celebración, una despedi-
da en honor de ella, que representa su destete. Y el modo
que ella tiene de enfrentar esta situación de destete que ha
transformado de alguna manera el sueño en una fiesta, es
preparar las valijas frenéticamente, como si se fuera al
desierto, llevándose incluso cosas de la madre.
Este es el tipo de material que uno obtiene en lo que he
llamado el umbral de la posición depresiva, es decir que
una vez que se ha llegado a este momento del análisis en el
que el paciente ha resuelto a través del trabajo analítico
todo el período de confusiones previas, y ha elaborado y de
algún modo salido de situaciones de confusión y de perse-
cución, lo que siente como amenaza es el destete, que le
produce una terrible ansiedad y que parece que va a
suceder mañana mismo. Hay entonces explosiones de vo-
racidad, explosiones de celos hacia los hermanos, etc.
Durante este período de tres años de análisis, ¿ha
tenido tres sesiones semanales todo el tiempo? 4

Analista: Sí, fueron tres sesiones desde el comienzo.


La paciente asocia con una caja-ropero de grueso cartón donde
guarda la ropa fuera de estación. Al mudarse de su actual vivien-
da se le arruinó con humedad; su marido le dice que la tire, que
ya no sirve, pero ella no quiere.
Dice la paciente: “me cuesta desprenderme de las cosas, aun
de aquellas que no me sirven”.
Se le interpretó que durante el fin de semana el temor a la
pérdida y a la destrucción, la privan de una relación actual y vital
que pueda alimentarla.

Dr. Meltzer: No es tan aparente cómo esta asociación se


vincula directamente con el sueño porque parece ser de
muchas maneras lo opuesto al sueño, es decir estas asocia-
ciones parecen ser justamente lo contrario del destete, es
como el bebé que se desteta a sí mismo porque el pecho ha
sido arruinado, ya que esta vieja caja representaría de

4
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

241
DONALD MELTZER

alguna manera, el pecho que ha servido en algún momento


como para ser el receptáculo de identificaciones proyecti-
vas. En cambio el pecho del sueño es un pecho lleno de
cosas buenas que atrae a todos, y es ella la que se prepara
para irse desesperada empaquetando sus cosas.
Es decir que estas asociaciones no son asociaciones al
sueño, sino que lo que están mostrando es qué difícil ha
sido para ella durante estos tres años de análisis desha-
cerse de esa visión narcisística del pecho, como el lugar de
almacenamiento de sus proyecciones.
La analista, realmente, ha tomado en cuenta esta contra-
dicción entre el sueño y las asociaciones, y le ha interpre-
tado de algún modo, lo difícil que es para ella establecer
vínculos positivos y vitales, y deshacerse del tipo de vínculo
más posesivo, narcisista, que ella tenía con el pecho.
La interpretación podríamos decir que es correcta.
Quizás por ser tan breve la paciente puede haber reaccio-
nado a esta interpretación más como referida a la asocia-
ción de la caja que al sueño en sí mismo.

Analista: Sesión del lunes.

Paciente: Al acostarme me acordé inmediatamente del sueño


de la caja; es notable...

Dr. Meltzer: En realidad el sueño no se refería a la caja,


pero ella ha recordado la interpretación de la analista
acerca de las asociaciones.

Paciente: ...es notable, aparentemente no pensé más en él, y


ahora acá lo recuerdo como si no hubiese pasado el tiempo.

Analista: Posiblemente algo sucede con ese tiempo que pasó


desde la sesión del viernes hasta hoy.

Paciente: El sábado a la noche tuve un sueño... (hace unos


segundos de silencio y prosigue)... ¡es increíble!, ¿sabe que no
lo recuerdo?, venía para la sesión pensando en ese sueño y
ahora acá, me acuerdo del otro. ¡Es de locos!, pero ya me voy
a acordar... (se queda callada unos segundos).

242
MARIA

Analista: Parece como si realmente siguiéramos juntas desde


el viernes...

Dr. Meltzer: Este es un comentario interpretativo, y en este


momento pienso que la paciente lo que ha perdido es algo
de lo que vino de su vida onírica, y más bien quedó
vinculada con el último momento de la sesión del viernes
que tiene que ver con la asociación de la caja, y quizás esa
sesión del viernes había terminado para ella de modo poco
satisfactorio.
En la medida en que la analista interpretó las asocia-
ciones al sueño en lugar del sueño, la paciente va a tener
que soñarlo nuevamente y traerlo una y otra vez a ver si
puede ser interpretado de un modo más satisfactorio.

Paciente: Ya me acuerdo, estábamos D. –el marido– y yo en


un salón, una especie de aula grande; había un atril y sobre él
una serie de cartones impresos. Nosotros estábamos esperan-
do que usted llegase, iba a dar una clase o una conferencia...
algo por el estilo. Mientras esperábamos, típico de D., me
dice: “¿y si miramos qué dice ahí en los cartones?” Yo no me
animaba, pero finalmente nos ponemos a revisarlos. Los car-
tones de adelante estaban claritos, como recién impresos, pero
a medida que vamos pasando a los de más atrás las imágenes
se van deteriorando, y no sólo eso sino también los cartones,
y los últimos eran directamente pedazos. Mientras estábamos
mirando usted entra con un grupo de gente, como si fueran sus
alumnos. Yo me desesperaba para ordenar rápido y que no se
notase que habíamos estado mirando y se me caía todo. D.
dice: “estos pedazos tirémoslos”; y yo le decía: “pero si no es
nuestro, ¿cómo vamos a decidir nosotros?”, aunque ese mate-
rial era sobre mí. Finalmente logramos acomodar los cartones,
pero quedan puestos en forma horizontal. Yo pensaba que
usted era alguien muy importante en lo que hacía. Al comenzar
esa especie de clase se proyectaba en la pared un juego
didáctico que usted había creado, una de las piezas era la
cabeza de un león...

Analista: Quería comentarle al Dr. Meltzer que la paciente sabe


que yo analizo niños, alguna vez ella se ha cruzado con pacientes

243
DONALD MELTZER

niños que salían del consultorio.

Dr. Meltzer: Este es un sueño que junta de un modo bastan-


te creativo el sueño previo acerca del pecho y las asocia-
ciones sobre la caja de cartón. La caja de cartón está
representada ahora por las tarjetas de cartón, y estas
tarjetas están ahora viejas y arruinadas; y lo que pasa
ahora con las tarjetas es muy comparable con lo que ella
hacía en el sueño anterior cuando estaba tratando de
poner las cosas en la valija, incluyendo los zapatos platea-
dos de la madre. Y ahora las personas que estaban en el
sueño anterior alrededor de la mesa, son las personas que
vienen a escuchar la conferencia de la analista; son riva-
les, más que personas que vienen a celebrar su partida.
El marido de la paciente que no estaba tan presente en
el sueño anterior, está más presente acá; en las asociacio-
nes previas le sugería que tirara la caja, en el sueño está
ahora presente sugiriéndole que tire las tarjetas.
Es posible que esto tenga algo que ver con el aborto que
tuvo, y que fue una causa determinante del comienzo de su
análisis. Parecería representar al marido como alguien
que dice: “bueno, no es tan importante, olvídalo, no
podíamos hacer nada”, es alguien que en todo caso niega
la realidad psíquica.
Lo que se ve en este sueño, y en el anterior también, es
que ella tiene un ataque desesperado de voracidad y de
celos por ser uno más entre los chicos de la analista, en
lugar de ser “el bebé”.
No sabemos si esta negación de la realidad psíquica
corresponde a una descripción real del marido o no, pero
ciertamente nos da una idea acerca de por qué ella no
puede relacionarse internamente con él. Es decir que esta
negación de la realidad psíquica, esta idea de que no hace
falta reparar un objeto que ha sido dañado, perdido o
destruido, y que aparece tanto en las asociaciones del
sueño anterior como en este sueño en sí mismo, parece
estar vinculado en la mente de ella con la falta de ambición
y de éxito del marido. 5

5
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

244
MARIA

Analista: ¿Qué se le ocurre del sueño?

Paciente: Sólo ahora se me ocurre lo del cartón, recuerdo la


caja de cartón arruinada donde guardaba la ropa que no usaba
en cada estación. La sala me hace acordar al Museo de Arte
Decorativo... no, ése es el que está acá nomás, no... al otro, al
de Bellas Artes. Era la misma sensación la del sueño que la que
tenía de chica cuando íbamos con mamá al museo. A mí no me
interesaba mucho la pintura, pero toda la salida era un progra-
ma, era realmente algo importante.

Dr. Meltzer: ¿Salir con la madre era lo importante?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: Lo que implica también que a la madre sí le


interesaban las pinturas, y que la madre la llevaba con ella
tratando de que se sintiera atraída e interesada por estas
obras de arte; ¿y en qué sentido sería esto importante?, no
porque la madre tratara de interesarla en los trabajos de
arte, etc. sino porque ella era la que era llevada por la
madre, y esto era una gratificación para sus sentimientos
de celos.

Analista: En el sueño parece que usted descubre que yo era


importante.

Paciente: Cuando me desperté el sábado tenía una mufa


bárbara; a la tarde la llevé a R. a ver un espectáculo de títeres,
eran una especie de “Muppets” muy bien hechos y el tema una
fábula con elementos criollos, animales autóctonos, con mo-
raleja y todo. Pero no estaba muy lograda... me angustié un
poco durante el espectáculo.

Dr. Meltzer: Esto parece ser una asociación a lo del museo


de arte, como si uno dijera: “sí, era muy buen museo, tenía
marcos dorados en todos los cuadros”.

Analista: ¿Cuál era el tema de la fábula?

245
DONALD MELTZER

Paciente: Bueno, el tigre y el yaguareté luchaban por un


naranjo muy codiciado que estaba en el bosque, ideal para
dormir la siesta en su sombra, pero en lugar de luchar entre
ellos, en definitiva por el poder, usaban a un carpincho y a otro
bicho y les hacían correr una carrera...

Dr. Meltzer: Lo que quiere decir que en lugar de pelear


entre ellos por sus celos hacían pelearse a los chicos más
chicos, formaban una pandilla narcisista para perseguir a
los chicos más chiquitos.

Paciente: ...y cada uno de los poderosos le ponía un obstáculo


al adversario y los enemistaban entre sí; eran como sus vícti-
mas. En realidad me pareció un tema jorobado para los chi-
cos...

Dr. Meltzer: Pero es muy adecuado para los chicos.

Paciente: ...R. se angustiaba por momentos... (hace un silen-


cio). Estábamos en el sueño y mi mal humor...

Dr. Meltzer: Ella está irritada con Ud. porque Ud. quiere
saber el tema de la obra y es como si le dijera: “Bueno ya
te divertiste bastante, ahora volvamos al sueño”. Ella no
quiere darse cuenta de que el argumento de la fábula la
puso ansiosa y no quiere saber nada acerca de esta fábula.
Lo veo como vinculado al museo de arte... Esto también
implicaría que cuando la madre la llevaba al museo los
cuadros la ponían nerviosa, los cuadros de Venus, de Adán
y Eva, todas esas cosas la ponían ansiosa y no podía mirar.
Este tipo de desconfianza que aparece ahora es distinta
de la desconfianza que aparece en el comienzo del análisis
que tiene más que ver con el dinero, el hecho de que la
analista esté haciendo negocios; y este otro tipo de des-
confianza, que yo coloco más hacia el final del análisis
tiene que ver con la sospecha de la paciente de que la
analista está interesada más en ver los sueños y en ente-
rarse de cómo funciona la mente de ella.
Esta diferencia la retomo en la ambigüedad del término
“importante” al que la paciente se había referido antes en

246
MARIA

la sesión y la analista también. Es decir la ambigüedad en


el término tiene que ver con la idea de que importante
quiere decir tener status, o importante quiere decir tener
la riqueza interna que atrae a otras personas, es decir que
si la analista va a usar la palabra importante, hay que
calificarla para que quede claro a cuál de estas dos
condiciones se refiere.
Esto es un principio general de la interpretación. Téc-
nicamente uno debería poder evitar la ambigüedad en una
interpretación, pero a veces uno no tiene claridad en la
propia mente como para poder discernir; en estos casos lo
bueno sería a lo mejor calificar a qué ramas de la ambi-
güedad se refiere, a ambas ramas de la ambigüedad, aun
cuando todavía no esté muy claro a cuál de las dos se esté
refiriendo en este momento. 6

Analista: Continúa la paciente:

Paciente: De nuevo la desconfianza... y sí, no puedo sacarme


eso de la cabeza; muchas veces en las sesiones siento algo
distinto pero el sentimiento vuelve, yo le pago y usted me
atiende por la plata o por su vocación, que no tiene que ver
conmigo como persona...

Dr. Meltzer: Esto es nuevamente la desconfianza anterior,


es decir de la época que está vinculada a la caja de cartón
de la que ella no puede deshacerse, y que tiene que ver con
el uso que hacía de la analista para su propio egocentris-
mo, y supone que la analista también la usa para su propio
egocentrismo, es decir la posición esquizoparanoide. Pero
pienso que la interpretación fue un poco desafortunada
porque está llevando hacia atrás en vez de llevar hacia
adelante. 7

Paciente: ... que no tiene que ver conmigo como persona, con
el afecto que usted me pueda tener.

Analista: Y se siente sola, y volvemos a estar separadas sin

6, 7
Ver Referencias Teóricas, pág. 259, “Etapas del proceso”.

247
DONALD MELTZER

vida, como en un museo, a pesar de ser de bellas artes o de


objetos decorativos.

Dr. Meltzer: Pienso que esta parte de la interpretación


vinculada con el museo esté probablemente equivocada,
porque hay una diferencia entre llevar a un chico al museo
con intención de la madre de enriquecerlo y llevar al chico
a esta pantomima de algún tipo, a la que ella llevó a su
hija. Sería una interpretación que lleva hacia atrás, hacia
la posición esquizoparanoide en vez de llevar hacia ade-
lante, hacia la posición depresiva.

Paciente: También pienso en esa necesidad mía de volver al


pasado que ya no es, y desaprovechar el presente a pesar que
lo siento mucho mejor.

Dr. Meltzer: Ella retoma este tema de un modo muy preci-


so, el ir hacia atrás o hacia adelante.

Paciente: Pero el sábado seguía con la mufa; los chicos


estaban resfriados, lloraban, yo no daba más. Me llamó F. –la
hermana que le sigue– franeleando como siempre con la ida al
campo, “que sí, que no”. Le contesté mal, le dije: “yo voy
igual, vos hacé lo que quieras”. Se molestó... y bueno, a pesar
que yo disfruto mucho con su compañía me duele sentir que
nunca puedo contar seguro con ella.

Dr. Meltzer: Este pedazo de material en el que ella habla de


la hermana tratando de seducirla me parece que se corres-
ponde con lo que comenté antes acerca de las familias con
tres hijos, dos contra uno; esto quiere decir “vamos a
jugar y dejemos afuera a la otra”.

Paciente: Para colmo a la noche vimos una película terrible,


me angustié tanto que antes del final me fui a la cama, eran una
pareja de viejos que no se hablaban, mejor dicho él no le
dirigía la palabra a ella; la mujer en cambio lo requería
constantemente y él nada. Me ahogaba la sensación de nada
que transmitía, de no poder mejorar nada. Ella le decía “¿por
qué no me hablás?, ¿me odiás porque envejecí?”, era muy

248
MARIA

triste... Él tenía un gato al que le prodigaba todo el afecto que


no podía darle a ella...

Dr. Meltzer: Está refiriéndose a su segunda hermana... La


preferida del papá.

Paciente: ...hasta que al final la mujer de rabia mata al gato,


y él ya no le dirige la palabra ni para lo más indispensable, sólo
le escribía notas.
D. me contó el final: ella estando sola saca una caja llena de
fotos de cuando eran jóvenes y se querían, él está afuera y
como presintiendo algo entra corriendo y la encuentra murién-
dose; desesperado le pide que lo perdone, le dice que la ama,
es tristísimo.

Dr. Meltzer: Sí, suena muy triste... pienso que era mejor el
teatro para niños, es más cercano a la vida y en ese sentido
más artístico también.

Analista: Pienso que lo que trabajamos la semana pasada fue


importante para usted. Su análisis y yo somos importantes
dentro suyo, pero le da miedo que el enojo que le produce el no
tenerme siempre disponible termine arruinando ese afecto y
vitalidad que comienza a crecer en su interior.

Dr. Meltzer: El problema con este material y la película es


que es sentimental y lo sentimental es parte de la posición
esquizoparanoide, lo sentimental es una barrera que mue-
ve hacia atrás en lugar de mover hacia adelante, hacia la
posición depresiva. Nuevamente en el telón de fondo está
el tema del aborto. Hay que tener en cuenta que en la mente
de la mujer siempre cada aborto queda como la duda
acerca de si fue ella la responsable, y diferencio los
términos aborto provocado y aborto espontáneo.
Esto poco a poco es un material que va llevando hacia
atrás, sentimentalmente hacia la posición esquizopara-
noide con la idea –por ejemplo– que podría resumirse:
“¿no es una lástima que papá no haya amado a mamá?”.

Paciente: (Hace unos segundos de silencio y sigue) A lo mejor

249
DONALD MELTZER

a mí me cuesta bancarme necesitar a alguien (sonriendo),


podría ser a usted, con quien sólo finalmente tengo una rela-
ción profesional, no puedo llamarla a cada rato sólo porque me
sienta sola y triste.

Analista: Realmente pienso que sufre mucho si se permite


sentir necesidad de mí, por eso lucha para que nuestra relación
sea estrictamente profesional. Pero también quiere intensa-
mente despertar mi interés.

Dr. Meltzer: Es un problema interpretar en la transferen-


cia pronominal, en el “yo y tú”, porque primeramente no
es un lenguaje que pueda transmitir el significado esencial
de la transferencia. Es un problema que también surge al
final del análisis. Esta es una situación vinculada más con
la parte adulta de la personalidad, y lo que llega hacia el
final del análisis es la necesidad de discriminar entre los
aspectos transferenciales y tipos de relación más adulta de
camaradería, de amistad, de amor, de lo que fuera, que se
ha desarrollado entre estas dos personas en el transcurso
del análisis.
El aspecto significativo está más vinculado a los objetos
parciales, al pecho y al interior del cuerpo de la madre;
por ejemplo reunamos la asociación sobre el museo y el
sueño de alrededor de la mesa de la siguiente manera:
mientras hay gente que está comiendo y tomando alrede-
dor de la mesa, ella está desesperadamente robando las
tarjetas y las obras de arte. Es en el umbral de la posición
depresiva en el que nos encontramos con esta diferencia-
ción crucial para el desarrollo entre la voracidad por un
lado y el apoderamiento de los objetos. Entonces este
modo en el que ella roba vorazmente y hace una colusión
con el marido para negar la realidad psíquica, se vincula
con este aspecto sentimental de la película en la que se
plantea: “¿no es una lástima que papá no haya querido a
mamá?”. Es decir el problema vinculado a la posición
depresiva sería: ¿qué le ha pasado a esta pareja que
empezó tan apasionadamente, y que después de haber
tenido dos o tres hijos se ha separado de esta manera?,
¿cuál ha sido el impacto de los hijos en la intimidad de esta

250
MARIA

pareja? Este no es sólo un problema actual de la transfe-


rencia en la situación analítica y el impacto que los fines
de semana tienen en el vínculo, sino que también es un
problema de la historia de la paciente que ella tiene que
considerar. Y si bien en la película el gato podría estar
representando a su hermanita que atrapó el interés erótico
del padre, en su propia historia ella tuvo su manera de
interesarlo también a través de transformarse en el
varoncito del papá, en ser estudiosa, en seguir su profe-
sión y su trabajo.
Este material nos confirma que estamos en este momen-
to del análisis en lo que yo llamo el umbral de la posición
depresiva, en el que el paciente tiene resistencias a crecer,
a seguir adelante y entonces la actitud y las interpretacio-
nes de la analista tendrían que ser siempre dirigidas hacia
adelante, mirando hacia el futuro. Y lo crucial en este
momento es la importancia de la analista en el mundo, y no
sólo en el mundo externo sino también en el mundo interno,
no sólo como representante de esa mesa del asado llena de
comida sino también como representante de ese museo
lleno de obras de arte. 8

Analista: Sesión del miércoles:

Paciente: Anoche tuve otro sueño...

Dr. Meltzer: La paciente está trabajando muy bien. Parece


estar trabajando muy duro realmente, porque lo que usual-
mente uno tiene en el umbral de la posición depresiva, es
un paciente que empieza a llegar tarde, que piensa que
todo está bien, y que ya es tiempo de ir terminando el
análisis.

Paciente: Anoche tuve otro sueño. Estaba en el campo coci-


nando y de pronto se larga una lluvia torrencial; yo decía que
nos teníamos que ir rápido porque enseguida el camino se
ponía intransitable. Tenía una bebita en los brazos, chiquita,
toda vestida de rosa y siento una voz adentro mío, pero a la vez

8
Ver Referencias Teóricas, pág. 260, “Consideraciones técnicas”.

251
DONALD MELTZER

ajena a mí, que me ordena matarla. Y entonces voy a ponerla


en la ventana para que expuesta a la lluvia se enfríe y se muera.
Lo curioso eran los sentimientos que experimentaba: si al-
guien me lo ordenaba yo podría convertirme en una asesina,
llegar a hacer algo contrario a mis deseos. Me sobrepuse y la
saqué de la ventana. Una mujer aparece y me dice: “la beba se
hace Coca-Cola y me la tomo”. ¡Es una locura!, pero sentía en
el sueño que si alguien la incorporaba la bebita no se moría, si
se transformaba permanecía viva.

Dr. Meltzer: Nuevamente aparece el tema del aborto y la


sospecha en la paciente de que ella pudo haber hecho algo
en su mente para producir el aborto.

Analista: ¿Qué se le ocurre del sueño?

Paciente: Pienso que tiene que ver con lo que veníamos


viendo, cómo me cuesta abandonar la infancia, esa tristeza que
siento y la bronca, como si esa bebita que tengo que matar
fuera yo. También dejar el campo que tanto tiene que ver con
mi infancia, con papá, con mi pasado.

Dr. Meltzer: A pesar que ella lo presenta como si fuera una


interpretación acerca del sueño, es de hecho una asocia-
ción al sueño. Ella lo que está trayendo en realidad es la
sensación interna de tener que abandonar, de tener que
dejar atrás esos aspectos infantiles para poder seguir
desarrollándose y mirando hacia adelante lo que se le
presenta es el destete y el tener que renunciar al pecho.
Si uno mira al sueño en esta perspectiva parece un
sueño de reversión, es el bebé el que alimenta al pecho, es
decir que el pecho está representado en el sueño inicial-
mente en la sartén en la que ella cocina, luego está
representado por el bebé, y finalmente por la Coca-Cola
de la que ella bebe. Pero ya sea el bebé que ella mata o la
Coca-Cola que ella toma, el tema es la muerte del pecho.

Analista: Estoy de acuerdo en que la bebita es usted, ¿se le


ocurre algo más?

252
MARIA

Paciente: Respecto de obedecer esa voz, siempre soy así: me


someto, no sé decir que no. Es como si tuviese un automatismo
a hacer siempre lo que me mandan sin chistar...

Dr. Meltzer: Esta voz en el sueño se vincula con la voz del


marido en el sueño anterior que le sugiere que tire las
tarjetas, o que se deshaga de la caja de cartón; lo que
significa que si el pecho queda destruido, “simplemente
tíralo en tus heces y olvídalo”.

Paciente: ...a D. a veces lo siento como esa voz que me


reclama, me apura. El domingo al mediodía hice un almuerzo
con algunas compañeras de colegio, los maridos y los hijos;
éramos 9 adultos y 16 chicos...

Dr. Meltzer: Esto es como cuando la madre daba fiestas...

Paciente: ...por donde pisaba aparecía un chico, el más grande


tenía 7 años, imagínese. En un momento pensé: “yo tengo que
estar loca para invitar a toda esta gente”, pero lo pasamos muy
bien. Estas chicas no eran en realidad amigas mías en el
colegio sino compañeras con las cuales, después que dejé el
colegio y por distintas razones, me fui haciendo amiga. En la
escuela yo era muy solitaria, en tercer grado pasé del colegio
X a otro, ni me acercaba a los grupos, prefería quedarme en el
banco que salir al recreo...

Dr. Meltzer: Estamos escuchando algo acerca de su perío-


do de latencia y cómo seguramente su estudio de alguna
manera fue retrocediendo en el período de adolescencia.

Paciente: ...sola, paradita en el patio. Me parece muy triste


cuando me acuerdo. Era muy tímida y los anteojos sólo los
usaba en el aula, sin ellos no veía nada. Recuerdo lo que sufrí
cuando empecé a ir a fiestas, iba sin los anteojos, por supuesto
era horrible, ni me daba cuenta cuando me sacaban a bailar.
Los chicos se burlaban de mí, ¡qué crueles! Recuerdo un día en
una quinta un muchacho se burlaba de mí porque no veía, yo
estaba muy nerviosa y se me cayó al piso un anillo con el que
estaba jugueteando; él me dijo: “¿a que no ves dónde está?”.

253
DONALD MELTZER

Me puse a tantear en el piso, no veía nada; él me lo dio, nunca


me sentí tan humillada. Mi vida cambió con los lentes de
contacto. Fue papá quien me llevó al oculista; ese hombre me
dijo que yo tenía una especie de repertorio defectuoso de
imágenes a causa de mi miopía, y que a partir de que comen-
zara a usar los lentes de contacto lo iba a modificar.

Dr. Meltzer: Estamos escuchando una historia adolescente


que es en realidad una repetición de una historia anterior,
cuando comenzó a ver al padre como una figura atractiva,
que la rescataba de la tristeza que tuvo, cuando nació la
segunda hermanita. Y esto refuerza mi idea de que algo
está ocurriendo en su relación sexual con el marido que es
muy antianalítica. Es decir que esto parece ir adelantando
una idea de terminar su análisis a medida que se va
acercando a la posición depresiva, tal como ella está en su
estado actual, porque ella está empezando a sentir sole-
dad, pero soledad no por el vínculo con la analista, sino
soledad en relación al análisis como un lugar en el que
alguien piensa por ella y piensa en ella; es decir que es una
soledad en relación a la situación analítica.

Paciente: Me acuerdo el día en que fui a colocármelos a la


óptica con papá. Cuando me los pusieron me dijeron que fuese
a caminar durante una hora y volviese; cuando salimos a la
calle fue horrible, sentía que me mareaba, que las personas,
los coches, los colores se me venían encima. Quería ir adentro
de la óptica otra vez, caminaba apoyada en papá asustadísima.
Al cabo de un rato me parecía increíble lo que veía, los precios
en las vidrieras, los detalles en las personas, en las cosas... un
cambio total.
¡Ay, no sé cómo llegué a esto desde el sueño!, ¿qué tiene que
ver?

Analista: ¿Se le ocurre algo?

Dr. Meltzer: Es un buen punto...

Paciente: No sé... se me ocurre que yo, con mi miopía podría


ser como la bebita del sueño, tan indefensa, porque cuando

254
MARIA

estaba sin anteojos tenía una especie de invalidez. ¿Sabe?,


ahora recuerdo que en el sueño la mujer que me decía lo de la
Coca-Cola era una gorda pechugona, como la cocinera de casa
de mamá o T. –su mucama.

Analista: Igual que esa mamá que usted siempre busca.

Paciente: Sí, opuesta totalmente a mi madre que es flaquísima,


muy elegante, con su cara angulosa pero tan fría... A ella me
parece que no le cabe adentro esa jarra de Coca.

Dr. Meltzer: Esta no es la mujer de la que se enamoró el


papá.

Analista: Pero en el sueño usted encontró una mamá con


capacidad para conservar adentro de sí a la bebita indefensa.

Paciente: El sentimiento era que si la incorporaba, en un


sentido se salvaba.

Analista: Posiblemente usted oscila entre sentirme a mí como


alguien que la apura a crecer despiadadamente, obligándola a
matar a esa bebita desvalida que usted piensa que tiene un
registro defectuoso de la realidad, o como una mamá con
capacidad para incorporarla y mantenerla viva dándole tiempo
para corregir su visión.
En esta sesión usted me trae a la bebita indefensa, transforma-
da en un sueño Coca-Cola con el cual me alimento.

Dr. Meltzer: Me pareció muy bien este punto de la interpre-


tación ya que podemos ver en el sueño cómo el pecho pasa
de ser la cacerola en la que se cocina, a ser el bebé que hay
que matar y luego a ser la Coca-Cola que ella tiene que
aceptar de esta mujer con pechos grandes.
Me había olvidado de decirles antes que este punto me
pareció correcto porque estaba mirando hacia adelante,
de la misma manera que el sueño miraba hacia adelante;
pero yo relacionaría el tema del padre llevándola al
oculista con el tema de la madre llevándola al museo a ver
las obras de arte, porque en el momento en que estamos

255
DONALD MELTZER

asistiendo al paciente a seguir adelante hacia la posición


depresiva, es importante hacer interpretaciones que jun-
ten a los objetos en el sentido de formar un objeto combi-
nado, para oponerse a la tendencia obsesiva de la paciente
de mantenerlos escindidos.
Pienso por lo tanto que el último punto que tomó la
analista, de que ella ha traído el sueño como la Coca-Cola
que alimenta al bebé, es un muy buen punto que ha tomado.
Y a pesar que en este momento ella está trabajando muy
duramente en el análisis, hay algo como telón de fondo que
en realidad está trabajando contra el análisis, y entonces
el padre llevándola a ponerse los lentes de contacto podría
relacionarse con el marido mostrándole un punto de vista
diferente, alguien que está negando la realidad psíquica,
alguien que tiene que ver con una sexualidad no responsa-
ble. Y esto tiene mucho que ver con el sueño de las tarjetas,
con el conflicto entre poner las tarjetas de vuelta donde
estaban o esconder el hecho de que ella había interferido
con estas tarjetas. Por lo tanto el trabajo hacia adelante es
muy evidente, pero también hay algo como telón de fondo
que es más secreto y que está actuando en contra del
análisis.
Hay tiempo para preguntas y comentarios si quieren...

Analista: Quisiera hacerle una pregunta técnica respecto de la


forma de interpretar la transferencia en este momento del análi-
sis, que usted dijo no pronominal, no “yo-usted”. Si pudiese
ampliar un poco más este tema, cómo sería...

Dr. Meltzer: No pienso que sea solamente en este momento


del análisis, sino que confunde un poco el hecho de inter-
pretar en términos pronominales los aspectos adultos e
infantiles que están en juego, y entonces yo pienso que es
mejor interpretar en términos de la figura transferencial y
de las funciones transferenciales que están en juego.
Si uno se hace el hábito de interpretar de esta manera,
es como una disciplina que permite pensar mejor en térmi-
nos de objetos y funciones, por ejemplo la parte papá
analista o mamá analista, o la función de alimentar, o la
función de meterse dentro y controlarla, y las partes del

256
MARIA

self que se vinculan al mismo tiempo con esos objetos y con


esas funciones.
Esto permite hablarle al paciente de dos maneras:
hablar a la parte infantil del paciente con un lenguaje
infantil, usando incluso terminología infantil, y hablar
con la parte adulta acerca del bebé o acerca del chico, en
un lenguaje más sofisticado que sea más acorde con la
cultura o con el código compartido.
Para poder realizar esto que es una discriminación más
cuidadosa de funciones y de objetos, hay que darse un
tiempo para pensar, no hay que permitir que el paciente
nos llene de información. Hay dos maneras de trabajar
analíticamente, la primera tiene que ver con permitir al
paciente seguir adelante y tomar aquellos pedacitos del
material que nos interesan y describírselos en términos de
la transferencia, y esto funciona bien para un tipo de
pacientes; la otra manera de trabajar no tiene tanto que
ver con el hecho de tomar pedacitos del material que nos
interesen sino tener una visión más panorámica del campo
total del material, pero trabajarlo en el mayor detalle
posible haciendo relaciones, vínculos, con otros aspectos
del material. Para eso tiene que darse tiempo y espacio, y
seguramente si uno trabaja así, uno se va a encontrar
hablando mucho más de lo que en este momento la analista
lo hace con la paciente.
Por supuesto que esto depende de cada uno, pero si la
analista escucha lo que habló durante la sesión y lo
compara con lo que yo dije acá esta mañana... 9

Participante: ¿Qué relación ve entre los problemas de la visión,


la escoptofilia y todo este empacar frenéticamente de la paciente,
que parece estar empacando frenéticamente a través del apodera-
miento visual, visitas al Museo de Bellas Artes, objetos de
arte...?

Dr. Meltzer: El relato que ella hace de su vida como si


hubiera pasado de la ceguera a la visión me parece que
está totalmente exagerado. No tiene que ver con la visión

9
Ver Referencias Teóricas, pág. 260, “Consideraciones técnicas”.

257
DONALD MELTZER

sino con el hecho de tener que usar anteojos y que ella se


sentía avergonzada por ello. Pero en la historia este
relato, que ha sido exagerado, tiene que ver con el momen-
to en que ella comienza a ver al padre como un objeto
atractivo que le permite separarse de su madre.
Yo no vería –de acuerdo al material– esta situación de
cuando ella está guardando las cosas valiosas de la madre
en la valija, como un material vinculado al voyeurismo,
sino que los ojos pueden adquirir un significado –por
ejemplo– vinculado a la voracidad, y puede adquirir tam-
bién significados de otras zonas, y esa sería una significa-
ción normal que uno puede adjudicarle a la visión.
Desde mi punto de vista el significado auténtico del
voyeurismo sería el voyeurismo intrusivo, atravesar la
privacidad de la persona, meterse en la vida privada a
través de los ojos utilizando la mirada.
Yo pienso que las tarjetas que están sobre el atril, en
realidad representan a las personas que vienen a la confe-
rencia y que son ataques a los bebés; ahora si considera-
mos estas tarjetas como representación de la madre emba-
razada podría ser un voyeurismo intrusivo, un intento de
ver dentro de la madre todos los bebés que están ahí.
Pero de cualquier manera en lo que corresponde al
material este tema de la intrusión no me parece muy
central, probablemente lo hubiera sido más temprano en el
análisis y no ahora.

258
MARIA

REFERENCIAS TEORICAS

La supervisión se centró en problemas vinculados a la etapa


del proceso analítico y a problemas de técnica interpretativa.
Colateralmente Meltzer sugirió algunos comentarios acerca de la
identidad sexual.

Etapas del proceso

Meltzer (4) considera que la paciente atraviesa el umbral de la


posición depresiva (ver introducción general), lo que significa
que la dependencia introyectiva del pecho se ha establecido a la
par que la relación discriminada con los objetos internos. Al
mismo tiempo aparece el complejo edípico, que está todavía
contaminado por elementos pregenitales de la fase de confusio-
nes zonales. La plena aceptación del objeto combinado y su
privacidad en la realidad psíquica, es oscilante. Esto se debe no
sólo a la persistencia de confusiones pregenitales sino al estado
de los objetos internos que todavía están escindidos y alterados
por proyecciones. La reparación que tiene lugar durante el aná-
lisis permite la integración de los objetos y su rehabilitación por
el retiro de las proyecciones intrusivas. Cuando esto se logra,
como lo demuestra el trabajo previo de la analista con esta
paciente, se insinúa la posibilidad del destete que la llena de
desesperación, voracidad, celos y sentimientos de desamparo.
Puede llamar la atención que Meltzer interpreta el sueño sin
asociaciones –como él afirma– y parece ajustarse a una transfor-
mación analógica desde la imagen de la mesa a la del pecho, entre
los comensales y los bebés, entre la fiesta de despedida y el
destete. En otro trabajo (Meltzer, 1968) afirma que la receptivi-
dad analítica es variable y que hay analistas más sensibles a las
configuraciones visuales y otros a las verbales. Él se considera
entre los primeros. Su equiparación de la mesa y el pecho no es
formal, sino que utiliza las imágenes para una equiparación de la
significación de las funciones. No es la forma de la mesa sino su
plétora alimenticia –estar lleno de cosas buenas–, es decir su
función nutritiva la que permite tomarla como representación del
pecho. El anclaje visual sólo es la base para los supuestos
significativos que se basan en lo funcional.
La caja de cartón deteriorada (5) está vinculada al “pecho-

259
DONALD MELTZER

inodoro” –depositario de sus proyecciones–, que es usado y


“tirado” si predomina su visión narcisista como son tirados los
cartones deteriorados del otro sueño. El deshacerse de los objetos
dañados equivale a desconocer su realidad psíquica; por ende la
responsabilidad y culpas que generan. En este sentido, una esci-
sión y expulsión del objeto dañado corresponde a un retroceso
esquizo-paranoide que junto con la desconfianza, impregnan este
período del análisis. En (6) y (7) Meltzer aclara el contenido de
la desconfianza en estas sesiones, que se centra en dudar de cuál
es el interés del analista, ¿está interesado en el análisis o en la
paciente como bebé privilegiado?
Meltzer (5) relaciona el material de ambos sueños a través de
cartón-tarjetas arruinadas y las vincula con el significado que
tuvo para esta paciente el aborto.
En El Proceso Psicoanalítico plantea una oscilación entre el
ataque y la reparación como propia de esta etapa “del umbral”.
Esta oscilación respecto a un objeto valorado está comentada en
las intervenciones (1), (2) y (3) donde las características cíclicas
de la madre más allá de su diagnóstico real, constituyen una
oscilación de la imagen infantil: una madre sagrada que se
deteriora con el advenimiento de los hermanos.

Consideraciones técnicas

La obra de Meltzer incluye frecuentemente recomendaciones


técnicas al estilo de “Consejos al médico...”, por ejemplo el valor
de la sencillez, claridad y economía de las intervenciones, a las
que agrega en esta supervisión la necesidad de aclarar el sentido
en que se usan palabras significativas que tienden a ser amplia-
mente polisémicas.
Es especialmente en dos trabajos (ver en Introducción: Dos
trabajos de teoría de la técnica) que se ha dedicado a las formas
de la interpretación. En las intervenciones (8) y (9) aclara su
oposición a formulaciones pronominales tipo “yo” y “tú” a las
que estamos acostumbrados en nuestro medio.
En la medida que Meltzer considera que las escisiones están
siempre presentes, el “tú y yo” se dirige a la parte adulta, es decir,
la parte colaboradora que se manifiesta tanto en niños como en
adultos y no a la parte infantil que es la que está ligada al analista
por las transferencias. Por eso prefiere dirigirse a la parte infantil

260
MARIA

con formulaciones vinculadas a las funciones de los objetos


parciales como por ejemplo “mami y el nene”.
Sugiere además que en la medida en que sea posible, en estas
etapas del análisis la interpretación se formule en términos de
objeto combinado más que de objeto materno o paterno, solamen-
te para asistir a la paciente en sus tendencias progresivas durante
el proceso. Por ejemplo su reflexión acerca de “¿No es una
lástima que papá no haya querido a mamá?”, es una afirmación
esquizo-paranoide ya que se trata de un objeto combinado escin-
dido, en el que ambas partes están ligadas por el desamor o por la
hostilidad. La otra formulación que propone: “¿Qué le ha pasado
a esta pareja que empezó tan apasionadamente y que después de
haber tenido dos o tres hijos se ha separado de esta manera?”,
indica una visión más integrada entre aspectos pasionales y
aspectos de desamor u hostilidad. La responsabilidad de las
partes infantiles por el estado de los objetos, agrega otro elemen-
to para afirmar que se trata de una integración de la posición
depresiva. En la intervención (9) se dedica a las formas de
trabajar analíticamente y de construir la interpretación. Estas dos
formas son cercanas a la “interpretación rutinaria” (ver Introduc-
ción), porque la “interpretación inspirada” sólo es posible en el
clima de colaboración de la parte adulta cerca de la etapa del
“destete”, cuando se han superado los retrocesos paranoides y la
desconfianza de la etapa que actualmente está atravesando la
paciente.

Descriptores: Caso clínico. Sueño. Supervisión.

261
Marlene

Analista: Quiero comentarle al doctor Meltzer que traigo este


material a supervisión, porque para mí es un caso que presenta
una situación muy atípica frente a la cual no tengo referencias.
La paciente vino a Buenos Aires por cuestiones de trabajo; era
una ejecutiva de una empresa multinacional y debía quedarse en
la ciudad por tres años; luego consiguió prolongar su estadía un
año más, para seguir analizándose.
La paciente presentó una transferencia muy violenta, amena-
zando con suicidarse primero y luego con agredirme físicamente.
No tenía familiares en Buenos Aires a quienes yo hubiera podido
recurrir cuando estaba sumamente desbordada.
Cuando terminó el cuarto año de análisis y tenía que irse a otro
país, me pidió que la derivara a un analista de la ciudad donde iba
a residir. Le conseguí una derivación, y luego me llamó por
teléfono diciéndome que el analista le había interrumpido el
tratamiento a los tres meses de iniciado porque no la aguantaba.
Ese analista la derivó a una analista que la tuvo dos meses más
en tratamiento y que también interrumpió por el mismo motivo,
fue entonces que ella me llamó por teléfono.

Dr. Meltzer: ¿Por qué la llama a usted para contarle estas


cosas?, ¿quiere que haga algo?

Analista: Me preguntó qué podía hacer, estaba mal y necesitaba


comentármelo. Le pedí que se tomara unos días para pensar –me
llamaba desde muy lejos. Cuando volvió a comunicarse me dice
que decidió volver a su primer analista –el primero antes de
analizarse conmigo y con el cual se había tratado dos o tres años,

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 263


DONALD MELTZER

ocho años atrás– del que se alejó muy enojada.

Dr. Meltzer: ¿Dónde residía el primer analista?

Analista: En una ciudad –que no es Buenos Aires– en el país


donde ella actualmente trabaja.

Participante: No queda claro por qué suspende los tratamientos.

Analista: No la aguantan porque es muy violenta.


Actualmente está en análisis con ese primer analista con
cuatro sesiones semanales. Cada seis meses aproximadamente
ella viene a Buenos Aires, me llama y me pide entrevistas; se las
doy y éste es el material que traigo.
El encuadre que he hecho para esas entrevistas es que
mínimamente venga dos veces para que me dé tiempo a pensar
entre una y otra qué decirle, y que le comunique al analista que
me viene a ver.

Dr. Meltzer: ¿Inicialmente ella lo vio a este analista tres


años?

Analista: Aproximadamente.

Dr. Meltzer: ¿Ella estuvo cuatro años con usted?

Analista: Sí, pero hace cuatro años que dejó de analizarse


conmigo.

Dr. Meltzer: Después ella se fue a otra ciudad, se analizó


con un hombre unos pocos meses, luego con una mujer
otros pocos meses, y finalmente volvió con su primer
analista en otra ciudad. De manera que hay tres ciudades
diferentes, tres lugares geográficos diferentes.

Analista: En principio hay muchos, porque hay otro sitio más


donde ella tuvo un analista –que no lo he mencionado– entre el
primero y yo. Es un segundo analista en otra ciudad; yo soy la
tercera; luego dos que interrumpieron y la vuelta al primero.

264
MARLENE

Dr. Meltzer: ¿En la misma ciudad?

Analista: El primer analista y los dos que le interrumpieron son


de la misma ciudad.

Dr. Meltzer: ¿Está prohibido mencionar qué ciudades son


para que tengamos una idea?

Analista: Son de Estados Unidos.

Dr. Meltzer: ¿El segundo analista es de otra ciudad en


Estados Unidos, o la misma ciudad?

Analista: De otra ciudad.

Dr. Meltzer: ¿Ella trabaja siempre para la misma compa-


ñía multinacional?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: La compañía multinacional es la familia de la


paciente. ¿Usted va a leer las dos entrevistas más recien-
tes que tuvo con la paciente?

Analista: Sí, voy a hacer una presentación de lo que pasó en el


análisis y luego voy a leer tres entrevistas de julio del ´90 y dos
de diciembre del ´90.
Cuando Marlene vino a consultarme era una mujer de 40 años,
soltera, universitaria, que por condiciones laborales –se trataba
de una alta ejecutiva de una empresa multinacional– tendría que
residir en Buenos Aires entre tres y cuatro años.
A poco de arribar a Buenos Aires me pidió telefónicamente
una entrevista manifestándome que no tenía urgencia, pero cuan-
do le ofrecí una hora para unos cuatro o cinco días después, la
rechazó diciendo que no podía esperar tanto tiempo.
Marlene tenía los nombres de dos analistas, el de un colega
hombre y el mío; efectuadas algunas entrevistas manifestó su
deseo de comenzar a analizarse conmigo, pero después de aceptar
el contrato me planteó que quería consultar al otro analista –al
hombre.

265
DONALD MELTZER

Cuando le expresé conformidad con esto, por tratarse de una


persona extranjera recientemente arribada al país, se sintió muy
rechazada por mí.
La paciente me consultó porque todos sus amantes la abando-
naban.

Dr. Meltzer: ¡Qué raro!, ¿no?

Analista: Se sentía insatisfecha con el lugar que le habían


asignado en su trabajo, y expresó que ella no tenía inteligencia.
Marlene comenzó su análisis diciendo que éste iba a fracasar, y
que yo iba a perder el tiempo con ella. “Usted se va a convencer
de su fracaso el día que yo me suicide, sólo un milagro salvará
este tratamiento”. Esto era dicho en un tono arrogante y de
desafío que encubría, como pude comprender posteriormente,
una gran desesperanza.

Dr. Meltzer: Parece que está determinada a que sea así.

Analista: Junto con esto manifestó que si la dejaba sin análisis


también se suicidaría.
Algunos datos de la historia: Marlene describió la relación con
sus padres como un infierno, tanto la madre como la abuela
prefirieron siempre a su hermana mayor.

Dr. Meltzer: Por razones que ella no entiende.

Analista: “Siempre me tocó lo peor”, afirmó. Comentó que en la


actualidad su familia le sacaba el dinero que ella ganaba. Relató
que estando la madre embarazada de ella, al soñar que iba a tener
otra hija mujer, la habría querido abortar golpeándose el vientre
en una escalera.
En el sexto mes del embarazo murió el abuelo materno.
Marlene lloraba mucho en los primeros meses de vida; la familia
le decía que era de puro loca, ya que la madre tenía leche y
Marlene habría dejado a su madre débil y consumida de tanto
llorar, le decía la mamá.
En la adolescencia la madre le abría la correspondencia;
también se burlaba de ella porque tenía prognatismo del que fue
operada. La madre le decía “cara de caballo”.

266
MARLENE

Del padre –médico– dijo que era un dictador, un nazi, que se


acostaba con las mucamas. Le decía que ella tenía feo olor.
Andaba por la casa escaso de ropas mostrando los genitales.
Frente a una de las tantas infidelidades del padre, la madre
hizo un intento de suicidio.
Durante su infancia la familia se mudó a diferentes ciudades
debido al trabajo del padre; en cada ciudad Marlene tenía un
perrito al que debía dejar cuando se trasladaban.
A poco de iniciar su análisis trajo la fantasía de que sus padres
habrían juntado sus materias fecales para engendrarla. “A mí me
hicieron con mierda”.
Iniciado el análisis, comienza a desplegar en la transferencia
una especie de fierecilla, palabra utilizada por la paciente. Era
burlona, despreciativa, desafiante, irónica y autoritaria; pero no
faltaba nunca y pagaba en fecha. Aunque llegaba puntualmente
decía despectivamente que venía porque no tenía otra cosa mejor
para hacer.
Nada de lo que le interpretaba le venía bien; cuando no podía
refutar el contenido de alguna interpretación decía que ya era
tarde, que tenía que habérselo dicho en su infancia. Cuando se le
agotaban los argumentos para rechazar una interpretación me
respondía con un largo y hostil silencio, pero si se lo interpretaba
me decía con gran enojo que me callara y que no la interrumpiera.
Cuando le señalé esto recordó una expresión típica de su país
que decía: “Preso por tener perro, preso por no tenerlo”.

Dr. Meltzer: ¿Se puede decir qué país es éste?

Analista: Sí. México.

Esta actitud denigratoria e imprevisible comenzó a adquirir un


tinte acusatorio franco, ya que me adjudicaba todos sus fracasos
en los encuentros con sus amantes. Un violento acting out ocurrió
en el segundo año de tratamiento en que la paciente estaba
particularmente denigratoria e impulsiva, lo cual motivó que se
la sentara frente a frente. En esa oportunidad en que le estaba
mostrando cómo la fierecilla era una defensa que ocultaba una
niña desamparada para que no pudiera tener contacto conmigo,
Marlene me preguntó: “¿Usted quiere saber lo que es una loca
desbordada?”, y sin esperar respuesta alguna barrió con su brazo

267
DONALD MELTZER

los objetos del escritorio (entre los que había una planta), los
cuales al caer se rompieron, y luego se fue bruscamente del
consultorio.

Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir cuando dice que la hizo


sentar enfrente suyo?

Analista: La paciente estuvo en diván durante bastante tiempo.


Cuando empezó a estar particularmente denigratoria –continua-
mente me insultaba, gritaba, o se iba dando portazos– le pedí que
se sentara; que íbamos a trabajar frente a frente; porque sentía
que no la podía manejar. Yo me senté en mi escritorio y ella del
otro lado.

Dr. Meltzer: ¿Cuál era el objeto de este cambio?, ¿qué


quería evitar o lograr al hacer este cambio?

Analista: Pensé que podía tener más manejo de la situación, más


control de la situación.

Dr. Meltzer: Diría que una de las últimas cosas que haría
con un paciente así es hacerlo levantar, porque al levan-
tarlo tiene todo el sistema muscular a su disposición para
usar, y una de las cosas maravillosas del diván es que
tiende a inmovilizar al paciente; es uno de los motivos
también de por qué es una posición tan popular con los
pacientes.

Analista: Ella en el diván tiraba siempre un almohadón por el


aire.

A la sesión siguiente dijo que estaba conforme con lo que


había hecho ya que era un acto de justicia porque yo le había roto
la esperanza, y que no había nada en el mundo con qué pagarla.
El estado de violento desborde motivó que para poder conti-
nuar el análisis, la derivara a un colega para ser medicada.

Dr. Meltzer: ¿Qué tipo de medicina quería que le dieran?

Analista: Algo que la calmara. Estaba muy, muy impulsiva, muy

268
MARLENE

violenta. Le dio dosis pequeñas de un antipsicótico y ansiolíticos.


Esto fue muy resistido pero luego lo aceptó, con lo que
disminuyó el nivel de agresividad e impulsividad, lo cual nos
permitió efectuar algún trabajo analítico.
Un año después de romper los objetos trae una plantita envuel-
ta en papel de diario y la apoya en el escritorio, diciéndome
irónicamente que yo la puedo tirar a la calle ya que contiene gases
venenosos.
Dentro del clima ya descripto transcurrió cerca de otro año,
salpicado con otros episodios de acting out y violencia verbal. En
los períodos en que aumentaba la paranoia transferencial, perma-
necía en las sesiones de pie, de espaldas contra la pared en actitud
intimidatoria, amenazándome con romper el vidrio de un cuadro
y cortarme la cara. Además la paciente sostenía que al irse se
olvidaba las interpretaciones; decía: “es como el hielo que se
hace agua y se escapa de las manos”.
Otro episodio grave que ocurrió en el tercer año del análisis
fue un accidente que tuvo andando a caballo sin haberle puesto el
freno, y habiendo sido despedida por el aire.
Faltando pocos meses para irse del país, cuando se le estaba
interpretando acerca de lo doloroso que le resultaba la separa-
ción, al salir del consultorio con violencia, tiró al suelo una
lámpara de cristal que estaba en la sala de espera, la cual cayó al
suelo sin romperse; yo no vi cómo ella la tiró porque estaba
adentro de mi consultorio. Salgo a observar qué ocurrió y veo a
la paciente que está en la puerta de salida mirándome triunfante.
En la sesión siguiente Marlene comentó que al fin pudo ver el
odio en mi rostro; le dije que era cierto, y que estaba enojada por
ese hecho y no por todo lo que había pasado en el análisis.

Dr. Meltzer: Este es en realidad el psicoanálisis de una


niña, y en el psicoanálisis de niños es extremadamente
importante clarificar de entrada cuáles son los límites
absolutos; cuáles son los criterios para establecer estos
límites absolutos, aquellos límites que al momento de ser
violados van a producir la interrupción del análisis. Si
esta interrupción es por una sesión, una semana, un mes o
para siempre es una decisión diferente.
Trabajando con niños yo pienso que el límite más abso-
luto es que el paciente no debe interferir con el análisis de

269
DONALD MELTZER

otros pacientes; eso significa fundamentalmente para los


chicos que ellos no deben lastimarte de una manera que
sea visible para los otros pacientes, y que no deben dañar
la habitación de una manera que no pueda ser arreglada
o limpiada en muy poco tiempo.
Me parece que ésta es una base racional que uno puede
explicar al paciente, que permite conducir un análisis, y
que debe ser clarificada, y una vez que el paciente la
conoce sabe que si estos límites son violados, el psicoaná-
lisis va a ser interrumpido.
Esta es mi propia técnica, que se refiere más que nada
a pacientes psicóticos o adolescentes, pero es parte de mi
técnica en general. Ocurre que cuando uno interrumpe
una sesión y le dice al paciente que se vaya por haber
violado estos límites, se puede aclarar que el paciente
queda en libertad para contactar con el analista y para
discutir con uno el volver a recibir tratamiento. Un coro-
lario de esto que yo también lo vería como una prohibición
absoluta, es que el paciente no debe traer armas a la
sesión; esto es muy importante con adolescentes que a
veces tienen la tendencia a venir con cuchillos o armas de
fuego. Yo aprendí con triste experiencia que cualquier
cosa que uno tenga en la habitación con vidrio provee un
arma instantánea para los pacientes. Por ejemplo cuadros
con vidrios o bibliotecas con frente de vidrio.
También es cierto que pacientes que están tan enfermos
que no pueden controlarse y no pueden reprimir atacar al
analista, pertenecen a un hospital mental.
Yo supervisé un caso interesante en Oslo de una mujer
que no atacaba al analista en la sesión pero lo esperaba
fuera de la sesión y lo atacaba ahí; hablamos de esta
técnica y el analista le advirtió a la paciente, pero ella
volvió a hacerlo por lo que él interrumpió el análisis. Le
tomó tres años a la paciente ponerse en contacto con el
analista y retomar el tratamiento que ha continuado mara-
villosamente desde entonces. Le tomó tres años decidir que
valía la pena controlarse. Continúe.

Analista: Material de últimas sesiones: Marlene comenta que el


gerente general de la empresa le hace una gran despedida; hace

270
MARLENE

una broma y dice que me invitó al cóctel para que yo le hable al


gerente y así ella pueda seguir quedándose en Buenos Aires un
tiempo más.
Me trae una segunda planta, es una orquídea de su país y dice
que da flores color león o culebra. Me aclara que la planta no es
un regalo, ya que no recibió lo que ella esperaba; la planta va
como pago por lo que ella rompió, pero reconoce que yo hice lo
mejor que pude.

Dr. Meltzer: Decir que hizo lo mejor que pudo es evidencia


de que tiene confianza.

Analista: Cuando le falta poco para irse del país habla frecuen-
temente de querer comprar una sopera de Limoge; vio una que es
linda pero cara. Marlene expresa que cuando vuelve a la casa de
la madre después de sus viajes siente que es el único lugar donde
puede comer sin tener que pagar. Para cuando se vaya reservó una
cena en el “Maxims” de París con su amigo Salvador –que es un
homosexual. Le interpreto que quizás necesite algo máximo y
salvador para reemplazar el análisis que pierde, donde se sintió
alimentada.
Relata que una amiga suya que está en análisis le lleva sus
sueños al analista, quien los pone en una computadora. Le inter-
preto si no será que para cuando se vaya quisiera asegurarse que
ella iría a quedar en mi memoria y no borrarse.

Dr. Meltzer: Creo que ella está inscripta en su memoria en


forma indeleble...

Analista: Es cierto...

En las últimas sesiones van apareciendo en lugar de la violen-


cia enojos que encubren la tristeza de la separación. Relata que se
despidió de uno de sus amantes y pudo decirle que en una relación
lo más importante no es el sexo sino la confianza. Esto me lleva
a mostrarle que estaba rectificando una relación de violencia
erotizada conmigo para jerarquizar la confianza en el vínculo.
En la última sesión dice que no quiere compartir ese momento
del irse con nadie; se siente mejor así, más calma, y aparece
entonces un clima de duelo. Dice que vino con la certeza del

271
DONALD MELTZER

fracaso y se va con dudas e interrogantes acerca de si el análisis


la ayudó o no.
Post análisis: Después de su partida vuelve espontáneamente
a Buenos Aires cerca de dos veces al año, y en cada viaje pide
tener algunas sesiones. Va así relatando que los dos analistas que
la atendieron posteriormente en su país no la aguantaron y le
interrumpieron el análisis a los pocos meses de iniciado; enton-
ces decidió volver al primer analista que la atendió hace ocho
años, con quien se había ido peleada.
Dice que mi consultorio es un lugar de referencia, y que este
análisis le dio una salida, que yo la aguanté y no fui débil; que ella
siente que no me chupó hasta consumirme como creía que le
ocurrió con su madre siendo ella bebé.
Relata una historia bíblica donde no hubo milagro ya que Jesús
no caminaba sobre las aguas como parecía, sino que existía por
debajo un camino de piedras. Aquí expresa que sintió que hubo
sostén para ella y que no fue un milagro lo que sostuvo el análisis,
como predijo al comenzarlo, sino el producto del trabajo analíti-
co. Dice que se quedó pensando acerca de una interpretación
recibida; que el atacarme a mí, su analista, era atacarse a sí
misma. Parece que está comprendiendo algo del análisis, cuidar
al analista es también cuidarse a ella misma. En otro de sus viajes
relata que está haciendo logros profesionales importantes.
Dos años después de terminar, me cuenta que compró un
departamento en Buenos Aires porque es una buena inversión.
Refiere que ha aumentado 20 kilos de peso y habla del envejeci-
miento de sus padres.
Los modelos que usábamos en el análisis comienzan a volver-
se del pasado, y me pregunta si es bueno que el pasado se vuelva
pasado. Dice que cuando alguien pierde algo que quiere se pone
triste, y que eso es la vida.

Dr. Meltzer: Hablemos de una posibilidad que se me ocu-


rre: lo ha conducido como el psicoanálisis de una niña
pequeña y hay un grupo de chicos que son incorregibles e
inaguantables, que se los echa continuamente de la casa,
del colegio, de instituciones a las que se los manda. Son
abusivos, roban, mienten, incendian, atacan a otros chi-
cos, etc., etc.
Mi esposa tenía un paciente así y trabajamos juntos

272
MARLENE

bastante con este problema. Era un chico que en ese


momento tenía alrededor de ocho años, que ya había
provocado que la madre hiciera varios intentos de suicidio
y perturbaba totalmente la vida familiar, a los hermanos,
y demás; y lo que hizo inmediatamente en el análisis fue
destruir sistemáticamente el consultorio. Teníamos una
pequeña habitación en el sótano y la preparamos como un
consultorio indestructible donde tenían lugar las sesiones
que consistían más que nada en peleas, eran peleas, y la
mayoría de las sesiones terminaban con la analista senta-
da encima del paciente. La analista habló y habló, y
durante estos dos años su conducta en la casa y en la
escuela mejoró, y después de dos años el chico decidió
terminar su análisis. Su desarrollo a partir de ahí anduvo
muy bien, académicamente le fue muy bien, hoy es un
hombre de unos 40 años bien educado, muy exitoso en la
carrera que eligió. Años más tarde vino la esposa a anali-
zarse conmigo y una de las cosas que me enteré a través de
ella es que mi esposa –la analista del marido– se había
convertido en el santo patrón del paciente. La memoria, el
recuerdo del análisis y el amor por la analista había sido
muy intenso. Su esposa no tenía la menor idea de lo que
había sucedido en ese análisis.
Esto ocurrió hace unos 25 años. En esa época no tenía-
mos idea de lo que ocurría y simplemente era una cuestión
de proveer un encuadre que lo contuviese y tratar de
sobrevivir a sus ataques, pero no sabíamos muy bien qué
estaba pasando.
Desde entonces se han desarrollado algunas ideas,
especialmente la idea acerca del mundo claustrofóbico y
la índole de la vida en el mundo claustrofóbico. Hubo otras
experiencias, como en este momento uno de mis colegas en
el consultorio donde yo trabajo tiene un chico de este tipo,
y la línea interpretativa que estamos siguiendo es la si-
guiente: que él vive en las heces, en el recto de la madre y
que la única manera que él conoce de salir de ahí es
ponerse tan inaguantable que se va a hacer evacuar. Este
chico que está en análisis en este momento, se ha calmado
muchísimo en un período de cuatro meses.
Tenemos motivos para pensar que esta conducta comen-

273
DONALD MELTZER

zó en él abruptamente cuando fue molestado sexualmente


por un maestro en el colegio. Este chico del que hablo tiene
8 o 9 años. Ahora, después de esos cuatro meses que tardó
en calmarse, pudo establecerse la situación analítica y un
análisis propiamente dicho pudo ser comenzado.
Esta paciente que se acaba de presentar posiblemente esté
en la misma situación, y gracias a los cuatro años que pasó
con Ud. haya salido de hecho de su estado claustrofóbico.
Les digo de dónde salió esta idea: en el cuento de
Pinocho, cuando es tragado por una ballena lo que hace es
prender fuego dentro de la ballena, lo que provoca que la
ballena abra la boca y lo expela 1.
Con esa hipótesis en mente sigamos adelante a ver qué
nos dice la paciente.

Analista: Julio 1990, primera de las sesiones.

Dr. Meltzer: ¿Cuánto tiempo desde que terminó su análisis


con Ud.?

Analista: Terminó en Abril de 1987.

Paciente: ...Yo tengo en X (la ciudad donde nació) un depar-


tamento a medias con un colega, pero mi sobrino lo está
ocupando. Se aprovecha de mí y mi colega no lo puede ocupar.
Mi sobrino es desagradecido, me saca dinero, me trata de loca
(se pone a llorar).
Mi hermana es una vividora, se fue a pasear a Estados Unidos,
yo le pagué el pasaje, y le di dólares para que me comprara
algo para mí, pero ella se los gastó y no me los devolvió (llora
con enojo).

Analista: ¿No le estará pasando a usted como le pasa a su


colega con el departamento, que aquí también hay intrusos?
Usted acá ya no es dueña de las horas de análisis pues hay otros
pacientes ocupándolas.

Paciente: Para mí venir a Buenos Aires y verla a usted es como

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.

274
MARLENE

venir a ver a John (un amante que tuvo en Buenos Aires) y


como venir a comer empanadas. Quiero tratar algo con usted
que es quien conoce los antecedentes, y es algo bueno que me
pasa: tengo una relación con Albert (Albert fue un ocasional
amante que ahora se separó de la mujer). Albert es frágil, está
deprimido, él dice que es un aparato con defectos. Yo siento
que tengo a quien cuidar, yo soy la terapia de Albert, yo veo
en Albert un bebé. El otro día le acaricié el cuello a mi madre
y me pareció que era la piel de Albert.
Le voy a contar un sueño: yo estaba con mi analista (el analista
actual) y había un sexólogo; en el sueño yo tomaba medica-
mentos (me explica que está tomando antidepresivos en la
realidad) y mi analista también tomaba los medicamentos. Él
–el analista– se aprovechaba de mi sesión para controlar con
el sexólogo los medicamentos que él tomaba...

Dr. Meltzer: ¿Qué sexo tiene el sexólogo?

Analista: Es un hombre.

Le pido que haga alguna asociación y dice:


Paciente: Yo hablo bien de George (que es otro amante y
colega que ella tiene) en su trabajo y eso a él lo promociona y
entonces se dedica más a mí. Es un interesado.

Analista: ¿No se estará refiriendo a por qué la atiendo cada


vez que viene a Buenos Aires?, ¿será por mi propio interés y
no por el suyo?

Paciente: (se ríe) Son los dólares que usted me cobra.

Le recuerdo entonces que la última vez que vino (había venido


en enero de 1990) habíamos quedado en definir si éstas eran
sesiones o visitas que efectuaba, es decir si le iba a cobrar o no.

Dr. Meltzer: Esta distinción es muy importante técnica-


mente, decidir si pacientes que terminan su análisis vienen
después para una visita o para una sesión 2.

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “Recomendaciones técnicas”.

275
DONALD MELTZER

Paciente: Me había olvidado totalmente eso que habíamos


hablado.

Analista: Nuevamente es el hielo que se hace agua y se le


escurre todo lo que habíamos hablado la última vez.

Paciente: Como mi analista tomó vacaciones aproveché para


venir a Buenos Aires.

Analista: Quizás no toleró que su analista se haya ido, y al no


tenerlo vino a buscar sesiones de reemplazo.

Paciente: Cuando Albert no me llama una semana deja de


existir para mí. Cuando me acuesto con George no es traicio-
narlo a Albert.

Analista: Usted me habló de un Albert como de un bebé frágil,


pero me parece que cuando usted se queda sin su analista el
bebé frágil es usted.

Paciente: Pero a Albert lo quiero conservar aunque no le


tengo paciencia; él tiene cosas del pasado reciente con su ex
esposa, ¿y yo qué puedo hacer con lo del pasado?

Analista: Quizás también el análisis que tuvo conmigo se


estará volviendo del pasado, perdiendo actualidad.

Paciente: Yo tengo un amor en cada puerto (se ríe).

Analista: Cada vez que usted deja una ciudad deja un amante,
deja un analista, deja un pedazo suyo. Cuando usted viene a
Buenos Aires quizás busca reencontrar ese pedazo de usted
misma que dejó en el vínculo terapéutico que tuvimos.

Paciente: En mi trabajo voy muy bien, estoy haciendo carrera


y es por méritos propios y no por acomodo. Pienso que lo debo
al análisis que hice con usted.

Dr. Meltzer: Si bien de muchas maneras se podría decir que


el vocabulario y las ideas que la paciente expresa son las

276
MARLENE

mismas que siempre ha estado usando, no son hirientes, no


son filosas. Se puede entender por qué ella está tomando
antidepresivos, porque está deprimida. Es una de esas
depresiones frágiles, quebradizas, y el motivo porque se
siente deprimida es que no es querible. Cuando vino a
verla era una mujer odiosa, ahora es una mujer no querible.
Uno se pregunta por qué la fachada caracterológica,
que era una armadura, tanque de guerra cuando vino a
verla primero, es ahora una armadura protectora, es la
misma armadura. Entonces quizá una de las respuestas de
por qué no es querible es que no se sabe quitar la armadu-
ra. Solamente podemos suponer que lo que existe debajo
de la armadura es extremadamente tierno.
El sueño que ella trae es imposible de analizar para
usted porque es un sueño de su análisis y su significado
está ligado totalmente con los procedimientos de ese aná-
lisis, y realmente no vale la pena intentar analizarlo. Lo
único que se puede decir acerca del sueño, es que le cuenta
este sueño de la misma manera que cuando acaricia el
cuello de la madre y tiene la impresión que está acarician-
do la piel de Albert. Es decir, que la tiene a Ud. y a su
analista confundidos de alguna manera. Es difícil decir de
qué manera. Quizás tiene algo que ver con que ninguno de
los dos usa armaduras del modo que ella la usa, ambos
analistas exponen su piel sin armadura.

SEGUNDA SESION

Paciente: Me tuve que apurar a comer para venir a la sesión;


¿de qué me sirve venir a verla? Buenos Aires no me gusta,
tiene edificios viejos, lugares oscuros... bueno, París también
los tiene.

Analista: ¿Buenos Aires será el análisis?, ¿lo que hablamos se


le estará volviendo viejo y oscuro, cosas del pasado?

Paciente: La relación con Albert se acabó, le hablé por telé-


fono y él se negó a atenderme (Albert –que es escultor– se
lesionó una mano en un accidente). Me horroriza que sea tan

277
DONALD MELTZER

autodestructivo, él me llama mi Sweet (que es el nombre de la


madre de Albert) porque yo me preocupo por su mano lastima-
da.
(En tono de queja) Todo se me repite y no adelanta, con
George estuve y voy a volver a estar; con Albert estuve y voy
a volver a estar.

Analista: Usted me está diciendo que en cada ciudad hay un


pedazo suyo, como jirones de vida. En un movimiento pendu-
lar usted pasa de una relación a otra, tiene todas las relaciones
y al mismo tiempo no tiene ninguna. Este pedazo conmigo,
¿será para paliar la ausencia del doctor X? (su analista ac-
tual).

Paciente: Yo no puedo estar más de cuatro días en el mismo


lugar. Cuando viajo, tengo que moverme de un lugar a otro.
Hace poco me fui a Leningrado en una corrida, vi más en un día
que lo que ven los otros en varios días.

Dr. Meltzer: La cuestión acerca de si ella deja partes de sí


misma desparramadas... no estoy muy seguro. Yo más bien
pensaría que al igual que la confusión entre el cuello de la
madre y la piel de Albert, probablemente indiquen que ella
no tiene la capacidad de discriminar entre los distintos
objetos porque la relación que establece con los objetos es
superficial y sensual. Por un lado, es sensual en cuanto al
contacto que tiene con la otra persona; y es superficial por
otro lado, en que la otra persona se encuentra con su
armadura que esconde lo que siente, pero los sentimientos
están allí. Ella le revela a Ud. sus sentimientos cuando llora
y hace chistes. Cuando habla en una forma filosa lo transfor-
ma en chiste. Cuando muestra su preocupación por la mano
lastimada de Albert... y demás. De manera que creo que lo
que se muestra es que su nivel actual de desarrollo de
relaciones objetales está en un nivel muy sensual en cuanto
a su contacto real con la gente, aunque su interés y senti-
mientos reales por ellos son mantenidos muy en secreto.
La visita a Leningrado es un ejemplo de cómo tiene que
ir de un objeto a otro. No es que ella se vaya para
protegerse de un impacto emocional sino que ella se aleja

278
MARLENE

de un objeto para protegerse del apego. De este material


parecería surgir que no son partes de ella las que despa-
rrama sino que es el objeto que ella desparrama. De
manera que lo que vemos aquí es una especie de promis-
cuidad emocional 3.

TERCERA SESION

Paciente: Lamento haber venido acá, no saqué nada nuevo.


Casi me aplasta un ómnibus al venir, total... ¡si me mata
mejor!

Analista: ¿No será que el deseo de matarse es una venganza


tanto para el doctor X que la dejó, como hacia mí que no le di
en unos pocos días lo que lleva muchas horas de trabajo
analítico conseguir?

Paciente: Yo soy así, (lo dice con orgullo), el análisis no me


cambió; ¿acaso usted cree que me dijo algo importante? (se
burla) Ojalá me hubiera gastado el dinero que le pago en un
abrigo de la mejor marca de pullóveres.

Dr. Meltzer: Esto es un poco como el viaje a Leningrado,


ella saca más en dos horas de análisis que lo que los demás
sacan en un año, ja, ja. En esta tercera sesión está la
amenaza primero de apegarse a la analista, y luego de
sufrir el dolor de la separación, porque ella en realidad
sufrió al final del análisis con usted.

DICIEMBRE 1990, PRIMERA SESION

Paciente: De vuelta acá (mira a todos lados como reconocien-


do un lugar ya conocido). Me ascendieron, me nombraron
directora ejecutiva y próximamente me envían a trabajar a
Europa. Vengo para agradecerle, usted tiene mucho que ver
con esta promoción en mi trabajo.

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.

279
DONALD MELTZER

Analista: ¿Por qué? Usted hace ya casi cuatro años que dejó
el análisis conmigo.

Paciente: Es que dejé de pelearme con todos como me pasaba


antes. Puedo escuchar mejor a la gente, y eso se lo debo a
usted.

Dr. Meltzer: Eso es cierto.

Analista: Quizás mi mérito fue no haberme dejado engañar


por su parte loca y cínica que quería hacerme creer, como
usted misma se lo creía, que usted no servía para nada y que
sólo estaba llena de odios y venganzas.

Paciente: Además me han elogiado mi capacidad de trabajo y


mi sensibilidad femenina para negociar.

Analista: Acá pudimos ir descubriendo juntas que esa parte


peleadora suya escondía talento e inteligencia. El dejar de
pelear conmigo es también dejar de pelearse con su condición
de mujer.

Dr. Meltzer: Yo diría que lo que le está revelando a Ud. es


que fue capaz de cambiar identificación proyectiva por
identificación introyectiva, y ha sido capaz de introyectar
a la analista y la sensibilidad femenina de la analista.
Sería interesante para la analista volver al material y
ver en qué momento del proceso ocurrió este cambio, en
qué momento emergió de la identificación proyectiva y
comenzó a introyectarla.

Analista: Cuando ella se estaba por ir habló de comprar una


sopera de Limoge, habló mucho tiempo de que la quería comprar.
Me estaba hablando de un continente que puede guardar cosas.
Yo trabajé mucho ese material.

Paciente: Además vine también a despedirme porque no po-


dré viajar a Buenos Aires tan seguido como hasta ahora, pero
voy a volver hasta los 70 años a verla (y se ríe).

280
MARLENE

Dr. Meltzer: ¿Hasta que la analista tenga cuántos? (risas).

Paciente: Mis padres se están volviendo viejos, pero mi papá


no cambia, a los 76 años le hizo una propuesta amorosa a una
muchacha que fue a pedirle un favor, la chica salió indignada.
¿Recuerda que se estaba acabando la relación con Albert?
Cuando él me dejó plantada fui a buscar a su lugar de trabajo
a Sebastián (que fue el primer amante de todos) y aunque hacía
ocho años que yo no tenía noticias de él, nos besamos y
hablamos como si hubiera pasado una semana.

Analista: Usted me habla de dos formas de vivir el tiempo y


de vivir la vida. Una es como la del ascenso en el trabajo donde
hubo cambios en la forma de ser; usted ya no es la misma que
era antes, lo mismo que con los padres que envejecen. Pero hay
otra manera como la de su papá que es el mismo que fue
siempre con las mujeres, y usted misma que al sentir que ocho
años de separación es como una semana, como si el tiempo no
hubiera pasado, se hubiera detenido.

Dr. Meltzer: Esto indudablemente es todo acerca de la


relación con la analista y el amor por la analista, algo que
no puede expresar en forma directa, lo tiene que expresar
a través de un hombre, a través de relaciones sexuales... no
puede expresarlo de otra forma. Sería interesante saber
qué pasó con la sopera, quizás esa sopera fue establecida
como los Lares, los dioses del hogar que ella mantiene.

Analista: Ella cuando se va de cada país generalmente se compra


algo, se lleva cosas valiosas o lindas, y en este caso lo que le
interesaba era esa sopera.

Dr. Meltzer: Es interesante que se lleve de Buenos Aires


algo hecho en Francia.

Analista: Sí. Lo importante es que en Buenos Aires se compró un


departamento, y dice “es una buena inversión”.

Dr. Meltzer: Pero inmediatamente lo que ella compra se


parasita, como Ud. lo señaló.

281
DONALD MELTZER

SEGUNDA SESION

Paciente: Me molesta que usted tenga tantos objetos en este


consultorio. Cuando me encontré con Sebastián y él me invitó
a cenar yo preferí un lugar íntimo, sin elementos que nos
perturbaran.

Analista: Muchos objetos molestos deben ser las muchas


cosas que ocurrieron durante el análisis y los sentimientos de
odio, venganza, miedo, amor que tuvo acá todos mezclados,
quizás perturbándola.

Dr. Meltzer: Sobre todo los otros pacientes, que usted


muestre su cualidad de Limoge a los otros pacientes.

Paciente: Ayer usted me dijo del tiempo congelado pero no es


así; el encontrarnos con Sebastián y sentirnos al unísono, eso
es amor. Ahora quiero decirle algo. Cuando aquella vez que yo
tiré la lámpara de la sala de espera, no lo hice a propósito. Creo
que salí muy violenta y al pasar la derribé con mi bolso.

Analista: Yo le digo asombrada: ¿por qué no me corrigió en


ese entonces en mi creencia de que lo había hecho voluntaria-
mente? Creo que quería que yo estuviera equivocada y en eso
estaba su triunfo.

Paciente: Decirle la verdad era admitir mi derrota, era dar mi


brazo a torcer, y yo no quería.

Analista: Sí, su triunfo era que yo pensara que usted era mala
y perversa con mis cosas. Pero equivocándome yo, usted
triunfaba. Una especie de triunfo pírrico.

Dr. Meltzer: No creo que sea correcto lo del triunfo pírrico,


me parece que es que era demasiado orgullosa para admi-
tir que fue un accidente y que prefería presentárselo como
un desafío, y demás. Es su orgullo, su orgullo y su arrogan-
cia son realmente enormes. Su arrogancia y su sentimiento
de superioridad eran los elementos identificatorios de la
identificación proyectiva. Así que lo que se ve en este

282
MARLENE

momento es la humildad que ha reemplazado este orgullo.

Analista: Cuando ella tiró la lámpara –que fue muy violento– le


dije que si volvía a dañar algo del consultorio, automáticamente
le cortaba el tratamiento.

Paciente: Yo antes no entendía qué era el análisis, recién


ahora estoy comenzando a entender.

Analista: Me parece que usted está realizando un buen trabajo


analítico con el doctor X, y ahora acá está queriendo actualizar
nuestro diálogo analítico al hacerme saber sobre la caída de la
lámpara. Pero aunque la tiró con el bolso, en esos días se
estaba por ir de acá. ¿No habría habido deseos de romperla de
verdad?

Paciente: (se queda pensando) Si mi analista actual cuando yo


lo burlo no se irrita, entonces a mí se me hace innecesario
seguir con la burla.

Participante: Obviamente ha habido un cambio en la armadura


de la paciente entre las sesiones de julio y las sesiones de
diciembre, y si bien ella intentaba en las sesiones de julio todavía
atacar a la analista sin mucho efecto, en estas sesiones está mucho
más tierna, más afectuosa, y en general parece que está más
agradecida por los cambios. Esa puede ser obviamente una forma
de expresar agradecimiento hacia la ex analista. ¿Pero no puede
verse eso también como una forma de actuar masiva, y todo lo que
ella le dice a esta analista pertenece al análisis en el que se
encuentra en este momento?

Analista: Esa también es mi pregunta.

Dr. Meltzer: Si lo que ella en este momento tiene es un


análisis con el doctor X, si eso es lo que tiene con él, lo que
ella tuvo con esta analista no es un análisis, es una
experiencia que le permitió tener un análisis en este mo-
mento. En mi mente usted no es su analista, usted es la
madre, es la misma madre con la que estuvo íntimamente
conectada al estar viviendo nueve meses dentro de ella,

283
DONALD MELTZER

pero diferente de la madre real que trató de abortarla


cuando estuvo en el sexto mes de embarazo.
De manera que ella vuelve a visitarla en este momento
como un niño que podría ir a visitar a su madre natural de
la que ha sido separado después del nacimiento, por la
enfermedad de la madre o algún otro motivo perfectamen-
te perdonable. Ella no tiene motivo de queja con Ud.
acerca de la separación y por tener que ir a ver a otra
persona. La mayoría de los chicos adoptivos tienen resen-
timiento en contra de sus madres naturales y cuando van a
conocer a la madre verdadera, siempre es bajo una nube
de intenso resentimiento; pero ella no tiene resentimiento
con Ud. Yo pensaría que ella en realidad vuelve para
informar a la analista acerca de su progreso ahora que
nació.
No es que yo piense que la vida en identificación proyec-
tiva es lo mismo que la vida intrauterina, es completamen-
te diferente, pero la gente que sale del mundo de la
identificación proyectiva entra al mundo como quien aca-
ba de nacer. Claro que hay estados psicóticos de regresión
en los cuales se entra en un estado mental parecido a una
regresión intrauterina, pero los estados de identificación
proyectiva no son así. Eso se puede ver en hospitales
mentales con pacientes que son como bebés, completamen-
te sin defensas.

Participante: Cuando se habló del departamento que ella com-


pró en Buenos Aires, usted dijo que todo lo que ella compra se
parasita. ¿Podría ampliar esto un poco más?

Dr. Meltzer: Ese departamento fue un error, era un intento


de dejar las puertas abiertas para poder volver a un estado
de identificación proyectiva. De manera que el significado
que tenía era un lugar para parasitar, de manera que tuvo
que hacer arreglos para instalar un parásito ahí adentro;
o mejor dicho, ella tendría la experiencia que cualquier
persona viviendo ahí sería un parásito como el sobrino.

Analista: Me han planteado en el grupo cuando comentamos el


material –estando ella en análisis con su analista–, que podría

284
MARLENE

haber dos transferencias: una con su analista y una conmigo;


¿cómo es ese problema?

Dr. Meltzer: La transferencia hacia usted es una transfe-


rencia hacia una madre que la dio a luz, que la parió, y a
ella le gustaría muchísimo olvidarse que cuando estaba
con Ud. no se comportó como un bebé dentro del útero sino
que se comportó de un modo muy distinto, le gustaría
retenerla como la madre que la dio a luz. Elizabeth
Bianchedi me pidió que explicara esto anoche: por qué
digo que cuando un paciente está actuando con uno los
procesos de estar en identificación proyectiva, no está
manifestando transferencia hacia uno. Ella se comportó
en la mayor parte del tiempo que estuvo con usted no como
con una analista o con una persona, sino como si usted
fuera un representante de la otra institución; no la compa-
ñía para la que ella trabaja, sino la compañía para la cual
Ud. trabaja, llamada psicoanálisis, esa gran compañía
multinacional, el psicoanálisis. De manera que no había
ninguna duda en su mente que los motivos suyos (de la
analista) para trabajar en su compañía, era la misma
motivación que ella tenía al trabajar para su compañía:
estatus, dinero y poder. Ella estaba resuelta a que usted no
obtuviera poder sobre ella. Estaba resuelta a no ser el tipo
de paciente que va a incrementar su estatus como psicoa-
nalista, e iba a tirar el dinero en su dirección con despre-
cio. Y si le preguntan a ella, si fuera por ella, a usted no la
iban a ascender.

Participante: Yo querría retomar la hipótesis de si las visitas a


Buenos Aires no pueden ser encuadradas o pensadas como un
acting out masivo de su análisis. Independientemente de que en
su fantasía ella visite a su mamá, hay un cierto encuadre, hay
interpretaciones –algunas son profundas–, es decir que una cosa
es la fantasía de la paciente con la que llega a la entrevista, y otra
es un cierto encuadre que la situación tiene. Yo me preguntaba si
así como uno toma resguardos de decirle a un paciente: “si rompe
un jarrón yo no lo atiendo”, “si me rompe el consultorio yo no lo
atiendo”, “si me daña físicamente yo no lo atiendo”; un acting out
masivo que se repite no puede ser incluido prácticamente dentro

285
DONALD MELTZER

de las mismas prevenciones. Es decir, independientemente de la


fantasía inconciente de la paciente –que por supuesto también
está incluida en cualquier acting–, al romper un jarrón también
hay una fantasía inconciente que nosotros podemos comprender,
lo cual no quita que uno le diga que si lo hace de vuelta uno
interrumpe el análisis. Si esta hipótesis es cierta, que ella le dice
a los amantes lo que no le dijo nunca a esta analista, que le dice
a esta analista lo que no le dice al actual... un circuito muy
particular de vivir en acting out diciendo y haciendo en distintos
lugares lo que debiera hacer en otros, si esta hipótesis es cierta...

Analista: El analista sabe que ella me viene a ver.

Participante: Sí, sí... digamos si la hipótesis es cierta, si desde


esa perspectiva uno no la puede tomar, como el tema del jarrón y
de los vidrios plantear un límite, o eso no es óbice para plantear-
lo.

Dr. Meltzer: ¿Usted dijo que el analista le dio permiso o


que el analista sabe que viene a Buenos Aires y la ve a Ud.?

Analista: Él sabe...

Dr. Meltzer: No es secreto... Lo segundo es que usted le dio


la opción de que esto sea o una visita o una consulta de
seguimiento, y ella eligió transformarlo en una consulta y
pagar. Si es o no es un acting out en relación a su analista,
en este momento no es problema suyo; no es su problema
porque no está en la posición de hacer ese juicio. Usted no
es responsable por el trabajo del otro analista, de lo único
que es responsable es por conducirse usted misma en
forma profesional y ética con la paciente.
No me parece que haya nada en el material que sugiera
que estas visitas tengan la intención de debilitar o sabo-
tear su relación con su actual analista; si fuera así, si
hubiera intención de atacar al otro análisis la paciente
probablemente tomaría la forma de introducir chismes, de
tratar de averiguar qué piensa usted del otro analista, o
traer un sueño para que usted lo interprete para poder
comparar con la interpretación del otro analista... cosas

286
MARLENE

de ese tipo. Por ejemplo cuando ella cuenta el sueño no hay


nada que indique que lo cuenta para que esta analista lo
interprete, sino simplemente parece ser para informarle
de cuál es la situación con el otro analista; y esta analista
no hizo ningún esfuerzo por interpretar el sueño, simple-
mente cuando pedía asociaciones era para comprender el
sueño pero no para devolver una interpretación. Y no hay
nada que indique que éste es un sueño que fue llevado al
otro análisis, parece ser un sueño que tuvo mientras no
estaba con el otro analista.
Está bien lo que Ud. dice, hay que estar alerta para que
ex pacientes no nos usen en formas que sean en detrimento
del paciente o de otro análisis que esté en curso. Eso es
parte del procedimiento normal del análisis, que uno está
siempre alerta a las diferentes formas que el paciente tiene
de usarnos mal, pero no porque uno es responsable de
proteger el otro análisis, sino que uno es responsable por
proteger la relación que uno tiene con el paciente.

Participante: Puede ampliar un poco más qué parte del material


le hace pensar con bastante seguridad que lo que va dejando,
perdiendo y desparramando cuando va de una ciudad a otra –a
Leningrado por ejemplo–, son objetos y no partes del self.

Dr. Meltzer: El énfasis parece estar puesto en mantener la


brevedad de estas visitas, y aún hay mucha evidencia de
que ella no es capaz de tolerar separaciones de manera
que se preserven sus relaciones con los objetos. Como
ustedes saben, la distribución de partes del self en diferen-
tes lugares es un fenómeno muy común. La gente tiene
apegos permanentes o por lo menos duraderos a diferentes
lugares, y a medida que uno oye acerca de lo que sienten
y cómo se comportan en distintos lugares, uno puede ver
que están habitados por distintas partes de sí mismos.
Pero por supuesto nunca realmente logramos todos los
procesos de integración hacia los que tendemos. El ejem-
plo más llamativo es que como analistas posiblemente
seamos más humanos, sensibles e inteligentes en el consul-
torio que en cualquier otro lugar de nuestra vida. De
manera que la pregunta que surge de esto es si como uno

287
DONALD MELTZER

se comporta en el consultorio es fundamentalmente dife-


rente de cómo uno se comporta en casa, en el club, en el
country o de vacaciones, etc. etc. ¿Cuál es la diferencia
entre los pacientes y los hijos? Bueno, una diferencia es
que uno conoce a los pacientes mejor que a los hijos... y si
uno examina cuidadosamente quizás encuentre que los
quiere más también porque cuanto más uno llega a cono-
cer a alguien y cuanto más se es capaz de satisfacer K –el
K de Bion–; el interés de uno por ellos; uno está en mejores
condiciones de integrar y mantener juntos su amor y su
odio en una relación apasionada hacia ellos.
Yo no me sorprendería mucho si a medida que la vida
continúa, encuentren que los mejores amigos sean los ex
pacientes.

Participante: Por las características en que se terminó este


análisis, que fue por razones exteriores al proceso mismo –razones
laborales–, y por las características también de la paciente –ella
dice: “en cada puerto un amor” en este material–, ¿eso promueve
las visitas de ella a Buenos Aires?

Dr. Meltzer: Lo que es comparable con las visitas a Buenos


Aires son las visitas a Sebastián. Este asunto de “un amor
en cada puerto” es un fenómeno que se da a otro nivel, es
otro problema. “Un amor en cada puerto” es una expre-
sión de la superficialidad, la vacuidad de sus relaciones
sexuales que se dan a un nivel eminentemente sensual y
fácilmente reemplazables, dos por vez, etc. Pero la nece-
sidad de mantenerse en movimiento continuamente es una
forma de prevenir que se forme un apego. Cuando habla de
venir a visitar a esta analista hasta que ella tenga 70 años
ella ignora totalmente la edad de su analista, pero inme-
diatamente después comienza a hablar de la edad de los
padres. En mi opinión, puede pensar con una cierta calma
acerca de la muerte de los padres pero no puede siquiera
concebir la posibilidad de que la analista se muera.

Analista: Quiero hacer un comentario a propósito de lo que el


doctor dijo acerca de la relación con los ex pacientes que uno a
veces los conoce más que a los hijos y puede tener una relación

288
MARLENE

muy amistosa. Por una ocurrencia contratransferencial que tuve


en una de las últimas visitas con esta paciente, que fue lo que
motivó que yo le planteara que íbamos a definir si iban a ser
consultas o visitas; en esos días en la Argentina teníamos una
rebelión “carapintada”, yo pensé en el futuro de mis hijas, si
podían vivir o no en este país. Pensé si ella, que era una persona
que estaba tan conectada en otros lugares y en otros países, me
podría llegar a ayudar en caso que mis hijas tuvieran que emigrar,
fue una fantasía.

Dr. Meltzer: Bien, bien... usted la quiere. Los tres pacien-


tes más difíciles que analicé con éxito se han transformado
en amigos muy queridos míos, una es ahora mi hijastra.
Estos fueron análisis de niños y dos de ellos me patearon,
destruyeron el consultorio; el tercero rompió los vidrios,
me pegaba, me hirió en la cara con un casco de motociclis-
ta... fue terrible, son todos análisis de niños.
Uno piensa que en el proceso evolutivo la naturaleza
podría haber creado una forma de nacer que sea indolora,
pero no lo ha hecho. Poner huevos sería más simple, más
fácil, pero la naturaleza no lo ha hecho indoloro, de
manera que ese dolor quizás tenga una función importante
en crear el vínculo entre la mamá y el bebé.

Participante: ¿Qué piensa Ud. de la adhesión o los comentarios


que la paciente siempre hace acerca de su vínculo con la empresa;
que la empresa es la que decide cambiarla de lugar y ella obedece;
porque podría renunciar a ese trabajo y quedarse?

Dr. Meltzer: Está suponiendo que ella se comporta en


forma diferente en la empresa de lo que se comporta en el
análisis, es más obediente, es buenita.

Participante: No la echaron...

Dr. Meltzer: Sí, evidentemente se comportó en forma tole-


rable y eficiente inclusive. Este es todo otro tópico y se
trata de la similitud o congruencia que existe entre la
estructura del mundo claustrofóbico y la estructura de este
tipo de organizaciones y con qué facilidad mucha gente las

289
DONALD MELTZER

confunde y se comporta en estas organizaciones como si


fuera este mundo dentro del claustro. Cuando se observa
este proceso en pacientes como ésta, o en pacientes bor-
derline psicóticos, o en casos de pseudomaduros severos y
demás, y se llega a tener una idea de cómo se comportan
y sobreviven en el claustro, se puede ver grandes similitu-
des con las técnicas y formas de ser que la gente usa en
organizaciones de este tipo. Si uno presta atención explica
bastante acerca de la esencia de la política, la naturaleza
de lo que es la política en las organizaciones y también
dice bastante acerca del tipo de gente que está atraída por
actividades políticas a nivel institucional o nacional. To-
das cosas que tienen que ver con estatus, poder y dinero.
Dicen que el poder corrompe, y que el poder absoluto
corrompe absolutamente, pero creo que la gente que busca
el poder está totalmente loca 4 .

4
Ver Referencias Teóricas, pág. 291, “La vida en el claustro”.

290
MARLENE

REFERENCIAS TEORICAS

La vida en el claustro

Meltzer vincula la extrema agresividad de la paciente durante


el tratamiento con el predominio de la parte de la personalidad
que habita el espacio rectal del objeto.* Considera que el trabajo
analítico le permitió la salida de la identificación proyectiva y le
posibilitó el establecimiento de vínculos afectivos. Son todavía
vínculos superficiales y cambiantes por el temor de la paciente al
apego y por la confusión entre los distintos objetos (3), (1) y (4).
Es importante destacar que Meltzer, no considera que se detecte
la transferencia cuando el self se encuentra confundido con el
objeto como resultado de la identificación intrusiva. La paciente
supone al analista luchando por el dinero, la jerarquía y el poder,
del mismo modo que ella se siente en su medio empresarial, en el
cual reproduce la estructura de su mundo mental.

Recomendaciones técnicas

Este material tiene la particularidad de provenir de entrevistas


seriadas, cada medio año después de la interrupción del trata-
miento. Esta es una situación frecuente aun en pacientes que no
se alejaron del país. Importa encontrar el sentido que le da el
paciente a estos encuentros (2) y resulta claro que aunque el
paciente tenga otro tratamiento, no puede interpretarse el signi-
ficado que tienen las entrevistas para el otro análisis.
Meltzer hace recomendaciones claras respecto a la destructi-
vidad de los pacientes niños o adultos. El límite está puesto en
que no causen daño al analista o al consultorio de modo que
perjudiquen la sesión de los siguientes pacientes.

Descriptores: Caso clínico. Supervisión.

*
Ver resumen de Claustrum, en Referencias Teóricas, pág. 366 y sig.

291
Matías

Analista: Matías es el primer hijo de un matrimonio joven. La


madre quedó embarazada de su primer hijo cuando tenía 24 años,
dos meses después de haberse casado. El embarazo fue normal,
duró 39 semanas en las cuales no se registraron dificultades, pero
el parto se programó con cesárea debido a la presentación podálica
del bebé.
En los primeros meses posteriores al nacimiento de Matías su
madre estaba deprimida. La lactancia del niño fue complicada;
Matías se dormía mientras mamaba y por su parte la madre tenía
el pezón umbilicado, aunque salía leche cuando él chupaba.
Muchas veces ella se quedaba dormida amamantando al niño
y luego no sabía si el niño había tomado el pecho. No solamente
estaba deprimida sino también en un estado confusional.
Alrededor de los 4 o 5 meses el niño se miraba y jugaba
obsesivamente con las manos, como si tuvieran vida propia. Al
bebé nada le importaba y no prestaba atención a nada ni a nadie,
tenía la mirada perdida.
A los padres les resultaba muy llamativa una actitud típica del
bebé, que ellos denominaban “dejadez”, y describían de la si-
guiente manera: “Matías se pone el dedo pulgar en la boca bien
profundo sosteniéndose la nariz con el índice, y se aleja, parece
estar en otro mundo”. Así fue que presentaba en los dos pulgares
protuberancias debidas al incesante chupeteo.
Matías no tomaba las cosas con sus manos; esta conducta duró
hasta el año y medio cuando comenzó a intentar juntar las manos
para llevarse objetos a la boca.
Se sentó a los 8 meses y medio; le disgustaban los ruidos, y

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 293


DONALD MELTZER

sólo miraba fijo a la luz, sin reclamar la presencia de la madre.


Conquistó la posición erecta a los 16 meses, pero caminó con
las piernas separadas y muy dificultosamente recién a los 2 años
y 2 meses, sin utilizar las manos para sostenerse.
Cuando el niño tenía un año y medio su madre se embarazó.
Matías adoptó hacia ella un pronunciado apego entre el segundo
y el quinto mes, pero hacia el sexto mes del embarazo manifestó
comportamientos agresivos, pegándole en la panza. La hermana
de Matías es una niña sana.
Me consultaron cuando el niño contaba 3 años de edad: pre-
sentaba absoluto mutismo y todavía no había logrado el control
de esfínteres. Se planteó que el tratamiento sólo podía desarro-
llarse tres veces por semana. Actualmente el niño tiene 7 años y
7 meses.

RESUMEN DE LOS DOS PRIMEROS AÑOS DEL TRATAMIENTO

Matías carecía del desarrollo motor acorde a su edad y todavía


usaba pañales, no pronunciaba una sola palabra, y era totalmente
pasivo.
En las primeras sesiones permanecía acostado en el suelo
mientras succionaba sus pulgares. Yo ignoraba si me escuchaba,
si me atendía, pues no obtenía de él ninguna respuesta acerca de
mis intervenciones.
A veces pronunciaba sonidos con una cualidad emocional muy
vaga y sin ninguna semejanza con el habla. En un primer período
pareció desconectado y luego pasó a exigir el contacto físico
como una necesidad imperiosa; mis manos servían para levantar-
lo o bien las utilizaba como una extensión de él mismo. Luego el
desarrollo motor fue mejorando, se levantaba, iba al baño.
Alrededor del año de tratamiento se habían resuelto las mani-
festaciones psicóticas gruesas de su conducta; existía una mayor
comprensión, una mayor simbolización, aunque todavía no era
acorde a su edad.
En las sesiones se limitaba a chupar el palo de amasar, a lamer
cubos, beber de una taza, apoyarse en mis piernas, usar mis
manos, masturbarse contra mis rodillas, apoyar su cara en los
platos y tazas, y más adelante a escuchar sonidos musicales y el
llanto de los bebés que venía de afuera.

294
MATIAS

Dr. Meltzer: Parece un caso de depresión de la madre y una


depresión infantil. El bebé se recobró un poco durante el
embarazo, pero probablemente cayó en una depresión
cuando la madre comenzó a prestar atención al otro bebé.
Si bien hay características autísticas, esto no parece ser
un desarrollo autístico, probablemente sea depresivo. In-
dudablemente es una depresión con un fallo del desarro-
llo, un fallo en la capacidad de formación de símbolos, no
es un chico hiperactivo. Quizás esté funcionando en iden-
tificación proyectiva, pero no se puede saber por este
material. En el primer año de tratamiento repitió lo que
hizo durante la época en que estaba embarazada la madre,
es decir que en ese período ha resumido el desarrollo
infantil del primer año.
De manera que lo primero que encontramos es una
deprivación materna, una deprivación de contacto con la
piel, una deprivación de la voz y una falta de atención. Es
una suerte que haya venido tan temprano a tratamiento
porque de no haber sido así se hubiera transformado en un
autismo a la edad de 5 o 6 años. Lo que podemos ver en el
tratamiento son secuelas de un mal comienzo que podrían
categorizarse como rasgos autísticos, como disturbios de
la atención.

Analista: Descubrí que su conducta era más violenta luego de los


fines de semana, volvía aullando e insultando. Las reacciones
frente a la separación se hicieron obvias al año de tratamiento.
Hubo una etapa de balbuceos, posteriormente su lenguaje en las
sesiones progresó y mejoró la calidad de su comunicación, refle-
jada en su comportamiento.

Dr. Meltzer: Esto último da un poco de esperanzas. Uno


sospechaba que tenía poca vitalidad, pero parece que
tiene bastante. La evidencia de esto es la forma en que
ataca la panza de la madre. De manera que probablemente
veremos bastantes evidencias de funcionamiento por iden-
tificación proyectiva, como una expresión de su posesivi-
dad del interior de la madre, del cuerpo de la madre.

295
DONALD MELTZER

RESUMEN DE LOS DOS AÑOS SIGUIENTES DEL TRATAMIENTO

Analista: Durante este período Matías entra a sesión tocando mis


pechos, intentando comprobar que son de su exclusiva pertenen-
cia, evidenciando celos hacia otros niños con frases tales como:
“basta de nenes”.
Muestra en sesión que triunfa sobre otros bebés, ya que él se
queda y a los bebés los desaloja, pero también teme ser desaloja-
do. Además la noción que adquiere del tiempo transcurrido en
sesión le provoca tristeza al tener que abandonar el campo de
batalla, y así dejarme con lo mío: bebés, pacientes, hijos.
También en esta época muestra cómo él era antes y cómo es
ahora. El Matías de antes no podía darse cuenta dónde estaba, qué
había, quién era yo. El Matías de ahora mira, se da cuenta, está
interesado por aquél que me saluda y percibe a otros como más
grandes.
Todavía sigue pidiendo “upa” por miedo a perderme, sin que
yo acceda a levantarlo.
Si seguimos manteniendo la presunción de una sesión del
período anterior en la que había pedido ayuda para salir de la
bañadera de cola, dramatizando su nacimiento podálico, ahora,
en cambio, muestra en forma regresiva que en vez de salir de cola
–ser parido– se mete de cola dentro de la bañadera.
Igualmente se advierte su regresión durante un embarazo
posterior de la madre, seguido de un aborto, vividos por Matías
como si fuera él el causante de la expulsión de los bebés,
situación que le ofrece la oportunidad de sentir que la panza y los
pechos de la madre son sólo para él.
En distintos momentos muestra su identificación con la ma-
dre, por ejemplo cuando prende el fuego con el “Magi-Click”,
calienta la pava y hace el té. Al interpretarle que él quiere ser
como la mamá, nos muestra que si es la mamá, el papá con el pito
le da de comer, exponiendo así su idea de coito oral en la
siguiente secuencia: dice: “huevos”, “León” –León es el abuelo–,
“pañales”. Se mete la mano en el pantalón, se toca el pito, se baja
el pantalón, me muestra el pito erecto y señala pidiendo que yo le
de agua.
Me ayudó mucho la indicación del doctor Meltzer en una
supervisión anterior, para comprender esta identificación con las
tareas maternas.

296
MATIAS

En muchas sesiones dramatiza la escena primaria. Por ejem-


plo, trata de envolver en una hoja de papel el extremo del palo de
amasar, me lo da a mí, yo lo sostengo, empuja el palo de amasar,
rompe el papel y dice: “mamá, León, mamá, cola, pumm”. El
juego se vuelve trágico cuando ve mis uñas rojas, entonces grita:
“duele, mamá, mamá”.
Entendemos en esta secuencia, que Matías percibe que es
chiquito y que con el papá no puede hacer bebés, pero en su
intención de hacerlos y de ocupar el lugar de la mamá, la mamá
queda herida.
En las escenificaciones relativas a la escena primaria, Matías
desplaza sobre el padre los sentimientos y ansiedades que funcio-
nan en relación con la mamá, con un paso intermedio que sería el
abuelo. Con el cambio de juego en la bañadera, entrando y
saliendo no de cola, muestra que él puede hacer cosas por su
cuenta existiendo ya un reconocimiento del otro. El quiere ser
como la mamá, pero ahora es Matías quien hace las cosas,
apuntando a un descubrimiento de la madre.
Yo soy entonces distinta de él, y los cables con los que juega en
sesión son la forma de unión entre nosotros, una forma de funcio-
namiento. El, para funcionar, necesita los cables que salen de mí.
Volviendo sobre los contenidos de las sesiones, Matías mues-
tra en su juego de juntarse y separarse una separación que es una
unión; él me siente distinta, al sentirme distinta a él yo puedo
estar en relación con otros. Ahora hay un Matías grande, el que
se sube a la mesa, que ve las cosas distintas al Matías bebé que
usaba pañales y se hacía pis. También puede ser grande parado
sobre la mesa por más tiempo, sin saltar, pero no sabe aún qué
hacer con sus propias cosas rotas, tira la cafetera rota al water.
En una sesión posterior a estar enfermo de varicela, dice
“hola” a la analista que lo atiende y a la que no lo atiende le
destina el pis, el fuego. Piensa que por eso no lo quiero. Quiere
que lo ayude a cuidar su panza y la mía, y se pregunta qué hacer
con esta analista que él convirtió en un pecho-inodoro.
En sesión, dice: “hola S., Matié, chispa”, juega con la caja,
“hicí –por hice– chispa malo, la pelela... hola”, y se acerca a mí.
Se hace así visible la disociación entre ambas S.
A esta altura se nota en su juego una marcada diferencia entre
la analista que está con él durante la semana, y la analista que lo
abandona los fines de semana. A la primera la saluda con cariño

297
DONALD MELTZER

al llegar, le ofrece compartir sus juegos y juguetes, mientras que


la segunda es concebida como un sucio vientre lleno de bebés
fecales, de la cual alternativamente se separa y se acerca, propo-
niendo cambiar su pis y su caca idealizadas por los bebés de la
analista.
Tengo un pequeño fragmento de sesión para ilustrar esto, si es
necesario...

Dr. Meltzer: No. La secuencia que Ud. nos ha relatado


parece ser un cuadro de un desarrollo perfectamente nor-
mal: nos muestra los problemas en su intento de sobrepo-
nerse al acercamiento y al retiro de la madre, debido a su
intolerancia a la separación y a su posesividad; la posesi-
vidad de la madre interna en relación al complejo de Edipo
pregenital; la evidencia del funcionamiento de su bisexua-
lidad en relación al complejo de Edipo pregenital, expre-
sado también por su identificación, tanto con el padre
como con la madre en esta fantasía de copulación oral. A
medida que disminuye la identificación proyectiva hay una
mayor diferenciación entre el self y el objeto, y una mayor
diferenciación entre la parte superior de la madre que
alimenta, y la parte inferior, la madre inodoro. Estamos en
el área de diferenciar, de aclarar las confusiones zonales,
las confusiones a nivel de la boca, la vagina, el pene, el
pezón, el pecho, etc. y está siguiendo una secuencia lógica
de su desarrollo. En realidad, es un chico que está funcio-
nando como un chico sano de dos años, es decir que está
atrasado unos tres años, pero que está rápidamente pasan-
do por todas las etapas que uno esperaría en el desarrollo
normal.
Cuando la concretización del cuerpo de la madre es
elaborada, cuando hay una diferenciación entre el inte-
rior y el exterior de la madre, o la parte superior e inferior,
aparecen entonces fenómenos ligados a la separación a un
nivel del complejo de Edipo pregenital, que dan lugar a la
aparición de un interés por las palabras. Las palabras son
también usadas como una forma de diferenciar estas par-
tes del cuerpo y zonas que están confundidas.
Hasta este momento y con un paciente de estas caracte-
rísticas, es la conducta del terapeuta la que crea el medio

298
MATIAS

analítico, el setting. Las palabras que usa el terapeuta


comienzan a ser un importante medio terapéutico. 1

Analista: Durante esos meses enriqueció notablemente su voca-


bulario y hablaba con una mayor claridad, con algunas palabras
que estaban relacionadas con la actividad materno doméstica:
“té, pava, Magi-Click, termo”, y con otro vocabulario que parecía
referido a funciones corporales: “chispa, fuego, humo”, o esen-
cialmente anales: “cagón, pishón, cochino, cable, estufa, calefón”.
Hasta aquí Matías concurría a un jardín de infantes pequeño de
chicos normales. A comienzos del año 1990 los padres me comu-
nican el cambio a otro establecimiento ya de niños especiales,
puesto que no consideraban que su hijo se encontrara en condi-
ciones de iniciar el período pre-escolar.
A partir de ese momento Matías entró en una creciente e
inusual regresión, similar a la del comienzo del tratamiento
cuando su madre quedó embarazada y abortó. Ahora, en pleno
invierno, se despojaba totalmente de sus ropas, quedaba al lado
de la estufa masturbándose, y cuando terminaba la sesión salía
del consultorio sin vestirse. También iba al baño repetidamente
para hacer un poco de pis y un poco de caca cada vez; además
jugaba con el agua desenfrenadamente, metiéndose en la pileta y
en la bañadera hasta que decido limitarlo, facilitándole una vasija
con agua que quedaba en el consultorio y una tacita para que
bebiera.
En cuanto al frecuente pedido de ir al baño, quedamos en que
podía hacerlo solamente una vez por sesión. Progresivamente
disminuyó la regresión y se despojaba de menos prendas, hasta
permanecer completamente vestido en la sesión.

Dr. Meltzer: Esto sugiere una interrupción en lo que pare-


cía un proceso de desarrollo más o menos regular, posi-
blemente provocado por el cambio de colegio.

Analista: También por un embarazo de la madre.

Dr. Meltzer: ¿Otro?

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

299
DONALD MELTZER

Analista: Sí, otro más. Todavía no se sabía del nuevo embarazo


materno.
Meses después me enteré de que en ese momento su madre
había quedado embarazada, y a diferencia de la oportunidad
anterior no abortó, con lo cual esperan un nuevo integrante de la
familia para el mes de abril. El aborto anterior fue explicado
como consecuencia del agobio producido por la convivencia con
Matías.

Dr. Meltzer: Es una mala situación, porque parecería que


esta pareja tiene un nuevo bebé como una forma de repa-
ración maníaca por el aborto del que culpan a Matías.
Esto posiblemente implica también un cambio de actitud
de los padres hacia Matías, y quizás una indicación de
celos de la madre por la analista. Es una situación muy
preocupante.

Analista: Yo pensé que si ahora el embarazo progresa es porque


el vínculo entre ellos resulta más tolerable para todos.
A comienzos de 1991 aparece más abiertamente el papá con el
cual tiene que competir para obtener lo que desea de la mamá
analista. En esta competencia él siente que es chiquito, en el
abrazo puede morder, puede arruinar con su pis, y todo esto lo
expone a un rechazo que él mismo dramatiza diciéndose: “chan-
cho, cagón, pishón” después de sus intentos.
Todo lo visto corresponde a épocas distintas en que se repiten
estas temáticas.

Dr. Meltzer: Es realmente una situación preocupante. ¿Cuál


fue la secuencia exacta de los hechos?, ¿cuándo cambió de
colegio?

Analista: A principios del año pasado.

Dr. Meltzer: ¿Durante las vacaciones de verano?

Analista: No, él cambió de colegio apenas comenzó el mes de


marzo de 1990, después de las vacaciones analíticas de verano. El
embarazo de la madre fue en julio, nacerá el nuevo bebé en abril.
Ella se embarazó en julio, cuando pese al frío él empezó a

300
MATIAS

desnudarse en la sesión.

Dr. Meltzer: De manera que hubo dos hechos: uno, el


cambio de colegio, del que se estaba recobrando y a
continuación el embarazo de la madre.
El significado de estos dos hechos nos hace considerar
dónde está centrada su vida emocional, si es en la casa y
en la madre, o si está más focalizada en el análisis y en la
analista. Por ejemplo, preguntarnos si el cambio de cole-
gio lo afectó intensamente; porqué él sintió que era un
aviso de que algo parecido podía pasar con su análisis. Lo
mismo con el embarazo: considerar si el embarazo lo
afectó, no tanto porque la madre estaba embarazada, sino
porque él sentía que había un aviso de que la analista
también podía estarlo. Sospecho que el movimiento ha
sido un nuevo embarazo y el culpar a Matías por el aborto,
es una respuesta de la madre a los celos que sentía por la
analista, pensando que quizás Matías tenía un apego
mayor hacia la analista que hacia ella. Este es frecuente-
mente un problema en el tratamiento analítico de chicos
psicóticos o chicos que han tenido un mal comienzo en la
vida, chicos que han sufrido un fallo maternal y por ello un
fallo en el establecimiento del vínculo con el bebé, y que
llega un momento en el tratamiento en el que el chico
mejora notablemente y es entonces cuando la madre quie-
re al chico de vuelta, o sino muestra una tendencia a darle
la espalda al niño. En este momento es recomendable el
tratamiento para la madre, para que no interfiera con el
tratamiento o para que no le dé la espalda al hijo. De todas
maneras es fácil detectar que el paciente se da cuenta que
hay una tensión entre la analista y la madre. 2

RESUMEN DE LA PRIMERA SESION DESPUES DE ANUNCIARLE LA


SEPARACION POR VACACIONES, EN ENERO DE 1991

Analista: Durante todo el tratamiento, siempre lo trae el abuelo.

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

301
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿Qué nos puede decir acerca de los abuelos?,


¿son los abuelos paternos o maternos?

Analista: Es el abuelo materno. La abuela materna justamente


falleció cuando la madre estaba embarazada de Matías, por eso la
madre estaba deprimida.

Dr. Meltzer: El abuelo materno, ¿vive con ellos?

Analista: No, tiene una nueva pareja.

Dr. Meltzer: ¿Vive cerca?

Analista: Sí, cerca.

Sesión:
El abuelo lo lleva al baño; no quiere hacer. Matías entra al
consultorio, se desviste: zapatillas, pantalón, calzoncillos,
medias, se sienta en cuclillas, se pasa el dedo por la cola, se
huele el dedo y dice: “la caja”, tocando su caja de juguetes.
Se trata de poner el pantalón, se lo saca, toma la taza, le habla;
dice: “la pava”.
Pone la cucharita en la taza, lleva la taza a la ventana, toma la
olla, la coloca junto a su pito, dice: “agua”. Saca los juguetes
de la caja y pone ésta debajo de la mesa.
Otra vez se pone en cuclillas; se incorpora, lleva la caja a la
ventana y dice: “dame más agua”.

Dr. Meltzer: No habiendo hecho nada en el baño vuelve y


prueba poniéndose el dedo en el ano y oliéndolo, y lo que
parece estar probando o testeando es su continencia. Está
probando si la caja está conteniendo el contenido como
debe hacerlo. Y ahora puede comenzar el proceso de
cocinar con su pene.
De manera que ha hecho una disociación e idealización
entre materia fecal y orina, y la materia fecal es la cosa
mala y la cosa buena es la orina. A quién le dice “dame
más agua”, ¿a usted o al pene?

Analista: A mí.

302
MATIAS

Dr. Meltzer: ¿Controla el agua de alguna manera?

Analista: Como él jugaba durante una época muy desenfrenada-


mente, hemos llegado a la conclusión de que le doy una jarra de
agua y una tacita para que tome limitadamente en el consultorio.

Dr. Meltzer: De manera que él no está en este momento


perdido en el juego sino que está jugando a un nivel
realista y relacionándose con la analista como alguien
que controla el agua. El problema en este momento parece
ser la autosuficiencia para averiguar qué capacidad tiene
él de producir el agua con el pene o cosas malas con el ano,
de tal manera que las cosas malas que produzca no lo
afecten, no lo envenenen. ¿Esta es la misma caja a la que
él se refería antes cuando se estaba oliendo el dedo?

Analista: Es su caja de juguetes.

Dr. Meltzer: Se ve que durante su juego la caja significa el


recto y el recto significa la caja. De manera que hay una
ecuación en la mente del paciente, que no es tanto un
simbolismo sino que están relacionados en forma bastante
concreta. Es una ecuación simbólica.

Analista: Tira la caja sin que yo lo pueda evitar, la rompe, y


se pregunta: “¿qué hiciste?”.

Dr. Meltzer: ¿De qué está hecha la caja?

Analista: Es una caja de madera, con una tapa plástica de color.


Así que al tirarla se le salieron los clavos a la madera.

Dr. Meltzer: ...Es decir que esto representa un acto de


incontinencia, como si la materia fecal hubiera irrumpido.

Analista: Da vuelta el auto, hace girar las ruedas con la mano,


sacude el auto, le habla y luego otra vez toca la caja.
“Querés meterte por mi cola para saber qué voy a hacer cuando
nos separemos. Me hacés pis adentro y quemás los bebés que
se quedarán conmigo”.

303
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Un momentito... La interpretación de la ana-


lista es acerca de la separación y la identificación proyec-
tiva. Mi interpretación es acerca de los intentos que el
chico hace de ser autosuficiente y el intento de independi-
zarse de la analista. Veamos qué pasa. Toma el auto, gira
las ruedas, le habla y luego toca la caja. Me parece como
si también estuviera hablando con el pene y lo alentara a
ser más enérgico para controlar el ano. Como si el pene
fuera una especie de guardián del ano, que le impide a éste
ser incontinente.
Estaba pensando en que cuando fue al baño antes
posiblemente tenía ganas de orinar y de ir de cuerpo, y
aunque posiblemente no haya hecho eso quizás sí tuvo
flatos y cuando volvió a la habitación estaba preocupado
de que también hubiera pasado materia fecal y entonces se
tocó, para comprobar si había o no pasado materia fecal.
Como si estuviera tratando de averiguar o diferenciar
entre tener flatos y pasar materia fecal, o cómo orinar sin
defecar. Es decir el control de esfínteres dentro de una
matriz de fantasía, basada en identificación proyectiva e
idealización, dividida en buen pene y buena orina contra
–digamos– mal ano y mala materia fecal. Es como haber
tomado una empleada para que trabaje para uno en la
casa y uno le dijera: “después de que vaya al baño, lávese
las manos antes de ponerse a cocinar”.
La escisión e idealización del pene y el recto correspon-
den a una disociación anterior, una escisión horizontal,
más temprana, entre el pecho y el contenido del pecho de la
madre y la parte inferior –la cloaca– y la parte sexual de la
madre, que es el lugar donde estos chanchos ponen sus
productos. Esta escisión horizontal, de la madre de arriba
y abajo, toma la forma de una escisión vertical entre
adelante y abajo –en términos del pene– y atrás y abajo –en
términos del ano– y ambas comprenden la bisexualidad. Su
parte anterior masculina y su parte posterior femenina.
La forma en que yo lo veo es como si él dijera: “yo no
te necesito, todo lo que yo dependía de vos, ahora puedo
hacerlo solo”. 3

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

304
MATIAS

Analista: Continúo con el relato de la sesión.


Matías dice: “¿me das fuego?”; toma la taza y dice: “la caja”;
toma el camión, sobre el mismo agrega el acoplado, lo lleva a la
ventana y dice: “no es la pava”. Y luego transporta hacia la
ventana sucesivamente la olla, la cuchara, la taza y el almohadón.

Dr. Meltzer: ¿Qué significa cuando dice “me das fuego”?


No lo entiendo...

Analista: Después me di cuenta que se refería a “dame fuerzas”...

Dr. Meltzer: ¿Pero para qué pedía fuego?

Analista: Él siempre me pedía fuego porque hacía como la


madre: prendía el fuego con el Magi-Click, ponía la pava en el
fuego... hacía la comida. Ahora yo lo significaba diferente.

Dr. Meltzer: ¿Y cuando dice “la caja”?

Analista: Desde que la caja está medio destartalada, él la toca


así... y dice “la caja”.

Dr. Meltzer: Es un poco difícil tener una imagen de la


secuencia de lo que pasa acá. ¿Al mismo tiempo está
sosteniendo la caja?

Analista: No sostiene la caja sino que está parado, me pide fuego,


toma la taza, la deja... después agarra la caja y dice: “la caja”,
deja la caja, toma el camión...

Dr. Meltzer: ¿Qué hizo después de agarrar el camión?

Analista: Pone arriba el acoplado del camión. El camión es


amarillo, grande, y arriba pone el acoplado que él muchas veces
usa para sentarse.

Dr. Meltzer: ¿Es uno de esos camiones articulados?

Analista: Sí.

305
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: ¿La parte articulada está separada del ca-


mión?

Analista: Es otra pieza... a veces lo usa como pelela.

Dr. Meltzer: Es un poco complicado visualizar esta secuen-


cia... Sigamos.

Analista: Matías pone la olla debajo de la mesa, luego la lleva


a la ventana y la pone contra un resorte, polea y cordón para
correr cortinas, aunque éstas no están instaladas; quedó el
resorte, pero no las cortinas. Con el dedo hace vibrar el
cordón, que está tenso.
Repite esta operación utilizando el acoplado del camión, y
dice: “pis, a caja, prestame el baño”.
Coloca el acoplado recorriendo las cuerdas del artefacto de la
ventana haciéndolas vibrar; repite estos movimientos con la
olla y con el palo de amasar, y cuando la instalación hace ruido
dice: “maté”. Hace lo mismo con el lápiz y con el almohadón,
y luego dice: “cagón, baño prestame, prestame el baño, sifón,
tostada”. Con sifón se refería al ruido que provocaba haciendo
arrastrar hacia arriba y hacia abajo los distintos juguetes
contra las tensas cuerdas. Dice: “sifón, un baño, cagón, pava
al fuego, cacona”.

Le interpreto: si nos separamos te quedás chiquito y sin


fuerzas. Yo tenía la impresión de que cuando pedía “fuego”
me pedía fuerzas, fuerzas para separarse.

Dr. Meltzer: ¿El hace vibrar la cuerda un par de veces?

Analista: Sí, en todas las sesiones de la separación juega con ese


resorte con el que nunca antes jugaba.

Dr. Meltzer: Es difícil visualizar el material claramente.


Puedo dar sólo una impresión de lo que me parece hasta
ahora. El parece estar ocupado en este momento con su
pene y su ano, tratando de representar diferentes maneras
de cocinar o preparar la comida: una –es la forma más
segura de hacerlo–, es usando el ano cuando está en buen

306
MATIAS

control de lo que produce, y la otra es la comida que


prepara para matar a los rivales. Yo estoy entendiendo
este material como la preparación que él está haciendo
para sobrevivir en el mundo, en la jungla, donde se nece-
sitan dos cosas esenciales: primero, una fuente de agua y
comida limpia, pura, y por otro lado medios para combatir
y matar a los enemigos. De manera que este estado mental
es muy inteligente, pero también medio truculento. Es
como si tuviera el siguiente plan: él se va a establecer con
este equipo que tiene, que él controla, y va a preparar esta
comida para sí mismo que es pura, que es limpia, que es
higiénica; y cuando vengan los enemigos, los va a invitar
a comer y los va a envenenar. Es como veo el material
ahora, quizás esté completamente equivocado...

Analista: Yo quiero decir que Matías ya controlaba sus esfínte-


res, pero en esa separación, coincidente con el embarazo avanza-
do de la madre, su regresión es muy grande. Por esto traje este
material. Hacía mucho que no había una regresión.

RESUMEN DE LA SEGUNDA SESION

Matías ya en la sala de espera, dice: “fuego, la caja; ¿me das


agua?”. Bebe agua del recipiente y me pide más agua.

Dr. Meltzer: ¿Hace eso frecuentemente?

Analista: Sí, toma de la taza que le di... no lo hacía cuando jugaba


en el baño pero ahora tiene el agua en el consultorio.

Dr. Meltzer: No lo hizo en la sesión anterior.

Analista: No.
Toma el avión, la taza, el acoplado, limpia con agua los
fragmentos de papel higiénico que habían quedado adheridos al
acoplado y dice: “chachan-chachan” –que es chancho.
Saca el papel higiénico y dice: “la caja” y la toca. Pone el
acoplado debajo de la mesa.

307
DONALD MELTZER

Analista: Querés asegurarte que tu fuego-rabia no me quemó.

Paciente: ¿Me enjuagás? –se refiere al acoplado-chancho– y


prosigue lavando.

Dr. Meltzer: Así que cuando él dice “¿me lavás?” no es que


le esté hablando a la analista sino que es el acoplado que
está hablando con él.

Analista: Él se refiere a que yo lo ayude a enjuagar el acoplado,


que a veces utilizó para hacer caca, entonces quedaron pedacitos
de papel higiénico de alguna vez que hizo caca.

Dr. Meltzer: Como habla en primera persona...

Analista: A veces habla en primera persona y a veces en tercera.

Dr. Meltzer: Estoy tratando de diferenciar cuando dice


“dame agua” y cuando dice “¿me enjuagás?”, porque
cuando dice “dame agua” le habla a la analista, mientras
que cuando dice “¿me enjuagás?” es parte del diálogo de
la dramatización del juego. En realidad él está jugando, y
está jugando para que la analista lo observe y comprenda
algo, pero no estoy muy seguro si también quiere que la
analista interprete o explique algo. En realidad está co-
municando algo que quiere que la analista observe.
Parece ser a esta altura que él no está completamente
solo en una isla desierta o en una jungla, sino que él tiene
sus propios chicos consigo. No sólo él tiene un pene y un
ano sino que también los chicos que lo acompañan, el
chico caja, el chico acoplado... Todos estos juguetes que
tiene son como chicos que también tienen pene y ano. El
significado sería como si él se dijera a sí mismo: bueno,
¿qué necesito yo si voy a ser autosuficiente?; a ver: tengo
que producir comida, tengo que tener una fuente de agua,
tengo que ser capaz de matar a mis enemigos... ¡Ah sí!, y
necesito compañía, de manera que voy a crear estos chicos
que me harán compañía.
Lo que no está muy claro hasta ahora es en qué lugar
ocurre todo esto: si ocurre en el mundo exterior, dentro de

308
MATIAS

la analista, dentro de los objetos internos, o dónde. 4

Analista: Pone papel higiénico en el camión, coloca el camión


debajo de la mesa y agrega: “puerco, ¿qué hiciste?, chancho”.
Le interpreté: “largás tu pis y tu caca porque te da rabia que
nos vamos a separar, pero necesitás que yo me salve”.
Matías pone el camión debajo de la mesa. Poner objetos bajo
la mesa y el juego con el resorte, son juegos nuevos para él.

Dr. Meltzer: Da la impresión que está haciendo una espe-


cie de campamento.

Analista: Palmotea contento; dice: “¿me das fuego?, chancho


el camión”. Lo pone debajo de la mesa; saca el papel higiénico
del camión, lo introduce en la olla y de ahí lo pasa al acoplado.
Dice: “puerco, chancho, cochino, asqueroso”. Coloca la olla
debajo del borde de la mesa y repite: “chancho, cochino,
vamos al baño”.
Vamos al baño, lo llevo, no hace, no quiere volver al consul-
torio. Finalmente vuelve y hace pis en el acoplado.
Se pone en cuclillas y en esa posición dice: “desodorante”.
Arroja el acoplado, el camión y la olla, y trata de tirar la caja
y esta vez no lo dejo.
Voltea y hace caer entonces la silla.

Analista: Con el papel higiénico querés limpiar las cacas de


tu rabia, pero tenés mucho para limpiar y no te alcanza, y eso
te da más rabia.
Matías se saca una de las zapatillas...

Dr. Meltzer: Es decir que no hizo nada en el baño.

Analista: Se sienta en el inodoro pero no hace nada y no quiere


volver al consultorio.

Dr. Meltzer: O sea que cuando vuelve, vuelve protestando


y orina en el acoplado; después se pone en cuclillas y dice
“desodorante”. Debe ser una referencia de cómo eliminar

4
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

309
DONALD MELTZER

el olor a flatos de la habitación.


Parece que tiene una rabieta, porque se lo lleva de
vuelta al lugar donde él había estado jugando lo más bien
hasta ese momento. Todo este material de “chancho, su-
cio” aparece ahora.
Tengo la impresión de que este feliz campamento que
estaba armando con estos chicos obedientes se arruinó y
de alguna manera perdió el control de esta situación que
existía antes que fuera al baño cuando tuvo ganas de
orinar o defecar. No estaba muy seguro qué es lo que iba
a producir. Y en su experiencia es como si estos chicos que
se portaban tan bien, de repente no le obedecieran.
Estaba muy enojado, estaba furioso con estos camio-
nes-chicos o acoplados-chicos desobedientes. Los aban-
donó para ir al baño y cuando Ud. lo fuerza a volver,
vuelve muy enojado con ellos y orina dentro del acoplado.
Yo estoy entendiendo esto como si él lo escuchara desde
el punto de vista de alguien que quiere dejar la casa, y que
consulta a su bisexualidad para imaginarse cómo puede
crear un mundo propio en el cual él puede ser feliz basán-
dose en su pene y su ano, pero parece que hay algo que no
funciona. Es común con chicos pequeños que cuando no
están muy felices en la casa se quieran ir de ella, incluso
algunas veces hacen sus valijas y se van hacia la puerta,
pretenden que se van; y más tarde hacen pequeñas casas
sobre los árboles, hacen campamentos, para representar
su independencia, para mostrar que pueden estar perfec-
tamente bien separados de los padres. Él está cansado de
esta casa-análisis, que se está llenando de nuevos bebés,
que la analista se está llenando de nuevos bebés, esto es
producto del embarazo de la madre. Siente que este lugar
ya no sirve, y él va a hacer sus valijas, se va a ir y se va a
arreglar solo.

Analista: Matías se saca una de las zapatillas, se pone en


cuclillas, se saca la otra zapatilla y el pantalón que ya tenía
bajo. Trata de ponerse el calzoncillo y el pantalón, no lo logra,
y dice: “ducha, baño”. Va al baño y otra vez no hace.
Vuelve al consultorio y dice: “me pegó Juan”. Yo supongo que
será algún compañerito de la escuela.

310
MATIAS

Le digo: hay un papá que te pega si no podés terminar de


limpiar a S. mamá.

Matías hace como que lava el calzoncillo y dice: “S., pincel,


no es termo, no es pava, pincel”; y juega con un lápiz, en
cuclillas.

Analista: No sabés si yo te voy a poder ayudar a arreglar y


descargarte de lo sucio.

Dr. Meltzer: ¿Cómo se llama su hermana?

Analista: María.

Dr. Meltzer: ¿Recuerdan el libro “El señor de las mos-


cas”? Es acerca de un grupo de chicos que están solos en
una isla y se creen que pueden regir sus vidas individual-
mente o como un grupo, y descubren que si se los deja solos
el tiempo suficiente, empiezan a matarse entre ellos.
Lo que el paciente parece estar haciendo es representar
este tipo de independencia al nivel de bebé, donde siente
que su pene es como el pezón que le va a dar todo lo que él
necesita, y que la materia fecal la puede tratar como los
bebés. Es decir que está todo representado a un nivel muy
primitivo basado en la identificación bisexual con los
padres, el pene del padre y el ano de él como la cloaca
–digamos–, la vagina de la madre, y él le muestra que
parecería que esta solución no funciona de la manera que
lo está haciendo. Lo importante en la sesión es que le está
tratando de demostrar a la analista cómo él intenta hacer-
lo y cómo es que no funciona; no sólo le sirve para que él
pueda darse cuenta de que no es tan omnipotente sino
también para demostrarle a la analista lo dependiente y
torpe que es y cuánto la necesita a ella. Lo mismo ocurre
habitualmente en el análisis de adultos cuando a partir del
material se le sugiere al paciente que nos estamos acer-
cando a la terminación del análisis, y entonces aparece
toda una secuencia de sueños que demuestran lo infantil,
lo estúpido, lo torpe, lo enfermos que están todavía.
Sospecho que el paciente siente que hay una tensión

311
DONALD MELTZER

entre la madre y la analista, que los padres podrían


interrumpir el tratamiento y que la analista podría acce-
der a este pedido. Él se encuentra en una posición muy
difícil en cuanto a que los padres podrían estar perdiendo
el interés en Matías o en su terapia y entonces se encuentra
en una trampa porque si él regresa en el análisis y demues-
tra su necesidad por la analista entonces los padres lo
interpretarían como “¡ah bueno!, este chico no mejora,
está peor, hay que interrumpir el tratamiento”; por otro
lado si no regresa los padres lo interpretarían como “¡ah
bueno!, está muy bien ahora, entonces no necesita conti-
nuar con el análisis”. 5

RESUMEN DE LA TERCERA SESION

Cuando entra encuentra que hay otro chico, un paciente que


tardaron en pasar a buscar.
Matías: “hola”, saluda al chico y éste le contesta.
Entra al consultorio y dice: “pava, fuego”, toca la caja. Repite
“pava”; agrega “¿me das Coca, me das agua?” –es muy insis-
tente– “¿me das agua?” y toma agua del recipiente.

Analista: Me pedís todo porque creés que ya no tengo para


vos, que toda mi leche se la di al otro chico.

Matías dice: “pava, fuego, ¿me das agua?”, y me acerca la taza


para darme de beber. Toma agua y dice: “quiero más”.

Analista: Tratás de darme lo que le di al otro chico y así vos


sos S. y yo Matías.

Matías dice: “el bote, ¿me das agua?, café, pis”. Va al baño, se
saca el pantalón, trata de hacer pis en la taza en la que tomaba
agua. No hace, pide más agua, y trata de tomar agua del
inodoro.

Analista: Creés que lo único que quedó en mí es lo que no

5
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

312
MATIAS

sirve, que lo rico ya lo di.

Matías va al consultorio, toma agua y la escupe.

Analista: Ya no hay nada mío que te sirva.

Matías se pone en cuclillas, dice: “taza, pis, fuego, ¿me das


agua?, la caja –y la toca– el fuego”. Aprieta las piernas, se las
agarra y dice: “quiero caca”. Va al baño, y hace. No quiere
volver al consultorio y me pide papel higiénico.

Analista: Me decís: “S., ¿te puedo limpiar lo que te ensucié?,


y así los otros chicos no me protestan”.

Matías se limpia y me pide que apriete el botón del baño.


Vuelve al consultorio, se pasa el dedo por la cola que quedó
sucia, y luego pasa el dedo por el camión.

Analista: Me pedís ayuda para limpiarme pero todavía quedan


restos de tu rabia porque te dejo.

Matías dice: “limpiá” y vuelve al baño; dice: “lavarlo”, y


lavamos el camión.
Volvemos al consultorio, otra vez se huele el dedo que pasa
por su cola, se sienta y me pide más agua.

Dr. Meltzer: Reacciona frente a haber visto a este chico,


transformándose en el pequeño marido que vuelve a casa
después del trabajo; que trata a este bebé como si fuera el
nuevo bebé de la casa y él es el papá que llega del trabajo;
saluda al bebé, y se relaciona con la analista de la manera
en que él supone que se relacionan habitualmente los
maridos con sus mujeres.
Es ésta, ahora, una sesión bastante pacífica. Él es muy
adulto, cuando le dice a su cola “producí materia fecal”.
Produce materia fecal, luego se limpia, todo está bajo un
control adulto. La forma en que yo entiendo este material
ligándolo a la sesión anterior, cuando él se estaba relacio-
nando con la analista, estaba representando ser él mismo,
marido y esposa –hablando de la bisexualidad– pero no

313
DONALD MELTZER

era un ejercicio que fuera muy fructífero porque los chicos


resultantes de esta relación se comportaban como cerdos.
Si juntamos ambas sesiones habría dos tipos de comu-
nicación: por un lado está tratando de convencer a la
analista de que él es lo suficientemente grande como para
irse de la casa y en un nivel pregenital ser su propio esposo
y su propia mujer que producen sus propios bebés. Pero en
la sesión siguiente, por el shock que le produce ver a esos
pequeños se convence de que él no es lo suficientemente
grande como para irse y, entrando en una identificación
proyectiva con el padre, le demuestra a la analista que
espléndido marido sería él y cuán felices podrían ser
viviendo juntos, en armonía, quizá con un solo bebé varón.
Estos son los conflictos emocionales que surgen duran-
te la época del control de esfínteres, y que es parte del
desarrollo normal de un chico de dos años y medio a tres
años. El problema central entonces sería la confusión
zonal y el diferente funcionamiento de partes de su cuerpo,
en un trasfondo de identificación proyectiva, donde hay
confusión entre el self y el objeto, o entre la parte adulta
y la parte infantil. Estableció una clara diferenciación en
su bisexualidad y en su relación con ambas figuras paren-
tales, una diferenciación clara entre bueno y malo, pero la
confusión zonal hace que la diferenciación entre bueno y
malo no siempre se pueda aplicar, porque nunca puede
estar seguro si la orina o las heces están idealizadas o son
malas según el lugar de donde provengan; o sea que la
diferenciación de bueno y malo es relativa y depende un
poco de poder aclarar la confusión zonal.
Bajo la presión del embarazo de la madre hay un
equilibrio muy delicado entre transformarse en un chico
desobediente y sucio a través de un movimiento regresivo
y un gran empuje por crecer muy rápido. 6

PRIMERA SESION DE LA SEMANA, ENERO DE 1991

Matías antes de entrar dice: “¿me das fuego?, ¿me das agua?”.
6
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

314
MATIAS

Entra al consultorio. Hace vibrar con el dedo el resorte de la


ventana y chupa el suelo con la boca.

Analista: Ya mis tetas están vacías como ese suelo del que no
podés chupar nada.

Matías dice: “agua” y bebe. Tira el resto del agua y me vuelve


a pedir más.

Analista: Aunque yo te doy el agua que me pedís, ese agua-


leche no te sirve porque ya le di lo rico que tengo a mis otros
bebés que tengo adentro.

Matías se escapa al baño y abre todas las canillas. Vuelve al


consultorio y hace vibrar el resorte. Se huele el dedo que hizo
pasar por su cola. Dice: “la caja”, y la toca.
Se quita el pantalón y dice: “¿me das fuego?”; se saca las
zapatillas y el calzoncillo, hace pis en el suelo. Luego, recos-
tado en el suelo huele el pis. Va al baño, vuelve, se pone en
cuclillas y dice: “caca”.

Dr. Meltzer: Parece haber entrado no tanto como un mari-


do armónico sino como un tirano, y parece que está tratan-
do de controlar a la analista. No se puede saber todavía si
es un bebé tiránico o un marido tiránico.

Analista: Vos sabés que el lugar del pis y la caca es el baño,


pero me estás cagando y pishando. Tu caca y tu pis son la rabia
porque te dejo.

Matías pone el acoplado en el suelo, se sienta encima, dice:


“fuego, quiero agua”.

Analista: Apagás el incendio con el agua que me pedís y como


no te doy más, mostrás cómo es el incendio. A medida que se
acerca el momento de separarnos tu incendio y tu rabia son
más fuertes.

Matías hace caca en el acoplado y me pide que la limpie.


Limpio la caca.

315
DONALD MELTZER

Analista: Aunque sabés que la caca se hace en el baño,


necesitás probarme a ver si yo puedo limpiar tu rabia.

Matías se sienta en la olla, se aleja y vuelve; saca la taza y la


cucharita. Dice: “la caja”, y la toca.
Pone el camión invertido, hace girar las ruedas y dice: “qué
chancho”. Luego palmotea la caja, y con una cucharita revuel-
ve en la olla.
Querés ver cómo estoy yo después que me rompiste.
Matías se pone en cuclillas sobre la olla, se sienta después en
el suelo y dice: “caca”. Golpea la olla, se sienta sobre ella y
ahora dice: “la caja”. Toca las ruedas del camión, se acerca a
la caja, “cagón” dice, mientras se balancea. Con un palo de
amasar juega sobre el borde de la silla y cada tanto toca
cuidadosamente la caja que en la otra sesión arrojó al suelo y
dejó desarmada. Se introduce un extremo del palo de amasar
en la boca y lo muerde. Se huele el dedo y dice: “te hiciste
caca, chancho”.
Otra vez se huele el dedo y lo pasa por el palo. Me pide:
“¿enjuagás?”.

El Matías chiquito está asustado porque yo lo dejo, y cree que


lo dejo por todo lo que me rompió.

Matías huele el palo. Luego juega con el palo en el borde de la


silla. Huele el almohadón que había ensuciado con caca al
sentarse. Muerde el palo de amasar y dice: “puf, puf, hiciste
caca, sos un chancho”. Se toca el pito, agrega: “¿qué hiciste?,
¿me das agua? puerco, sos chancho”, y se pone en cuclillas.

Volvés a tener miedo, como un chiquito, de que la teta de S. no


aparezca más, porque pensás que S. te dice: “me voy porque no
aguanto más tu pis y tus cacas”.

Dr. Meltzer: Lo que es un poco confuso en este material es


que en la primera sesión él estaba tratando de demostrar
la independencia del bebé, pero no podía cuidarse a sí
mismo, mientras que en la segunda sesión estaba en iden-
tificación proyectiva con un marido y en una actitud
seductora con la analista. En esta sesión lo que vemos es

316
MATIAS

una especie de oscilación, él va de una posición a otra, de


ser el chancho que ensucia a ser el marido, y de vuelta a ser
el que hace la caca.
Está bastante frenético porque no está jugando en esta
sesión, él está siendo este bebé que ensucia y está siendo
el padre que trata de controlar a este bebé y no puede. O
sea que él ya no está jugando, sino que está actuando.
Hay un actividad frenética por proveer a la madre una
forma de protegerla de este bebé destructivo, y la forma en
que lo hace, es darle por identificación un marido capaz de
controlar a este bebé, capaz de limpiar todo lo que el bebé
hace, y de esta manera proteger a la madre para que no sea
destruida por este bebé rabioso que es lo que la analista
está interpretando.

Analista: Matías con el palo juega sobre el borde de la caja,


lo huele, se acerca a la ventana y hace vibrar el resorte.

Querés saber qué queda de S. no rota.

Matías se toca el pito y dice: “pincel”.

Querés que yo te de fuerzas para recuperar al Matías grande


que tranquilice al Matías bebé cuando S. desaparezca.

Dr. Meltzer: Yo pienso que eso es correcto. Es correcto


porque lo que él quiere es que la analista refuerce su
identificación con este papá bueno, de manera que este
papá sea capaz de controlar a este bebé enfurecido para
que no ataque a esta mamá cuando se vaya.
¿Cuántos días antes de la separación ocurre esto?

Analista: Diez días antes.

Dr. Meltzer: Este material parece confirmar que la analis-


ta es, no solamente la que lleva la transferencia, sino que
es indudablemente la persona más importante de su vida,
la persona que le presta más atención, que mejor lo com-
prende, que lo atiende en una forma muy vital, que es el
centro de su vida, y que él está aterrorizado, tiene mucho

317
DONALD MELTZER

miedo de perderla. Él necesita sobreponerse al hecho de


sentirse un bebé que está en peligro de destruir esta
relación porque tiene tanta rabia, porque la rabia le es
estimulada por estos nuevos bebés que están por aparecer
en la analista y que aparecen también en el embarazo de la
madre.
Hay que acordarse de lo que ocurre habitualmente en
estos chicos cuando aparece un nuevo bebé en la familia,
generalmente entre los dos y cuatro años, y son dos cosas
malas: por un lado aparecen los celos, la posesividad y la
rabia, el chico regresa, aparecen problemas de conducta;
y por otro lado aparece algo que los padres en general ven
como bueno pero que no lo es, y es que estos chicos crecen
de repente. Es decir que entran en identificación proyec-
tiva y aparecen como si hubieran crecido mucho, en muy
poco tiempo.
Lo que pasa habitualmente es que se puede elaborar
esta situación si se soporta la turbulencia. La comunica-
ción entre los padres hace que se haga tolerable este
trauma del nacimiento del nuevo bebé, y desde el punto de
vista de este paciente es posible que él tolere lo que está
ocurriendo en la casa siempre y cuando la relación con la
analista no esté en peligro. El problema para él es que
siente que la situación con la analista está en peligro a raíz
de lo que está ocurriendo en su casa, y ése es el problema
analítico de este momento. Él puede tolerar que la madre
tenga un nuevo bebé, pero no está preparado para conce-
bir que la analista tenga nuevos bebés porque eso signifi-
caría el destete. Eso significaría la terminación del análi-
sis, la pérdida de la analista, y él no está preparado para
eso. 7

7
Ver Referencias Teóricas, pág. 319, “El proceso en un niño con fallas del desarrollo”.

318
MATIAS

REFERENCIAS TEORICAS

El proceso en un niño con fallas del desarrollo

La analista presenta las sesiones de un niño de siete años, con


una falla en el desarrollo por depresión consecutiva a una depri-
vación materna durante su lactancia. Aunque tiene elementos
autistas Meltzer no considera que este diagnóstico sea adecuado
en este momento. Cree que se hubiera transformado en un autista
si no hubiera sido tratado tempranamente (a partir de los tres
años).
El análisis se instala con fuerte posesividad y con evidencias
de que en su vida mental se ha delineado un complejo de Edipo
pregenital con identificación bisexual (1). Muestra que ha dismi-
nuido la identificación proyectiva lo que permite una mayor
diferenciación entre self y objeto, el momento del análisis es el
de las confusiones zonales.
El encuadre había sido creado por la conducta y las palabras de
la terapeuta, lo que permitió la evolución hacia las etapas si-
guientes.
Es interesante volver a destacar que Meltzer evalúa la etapa
del proceso según la estructura predominante y no según los
logros adaptativos en la vida externa.
En este niño, el significado de los hechos de la vida está más
centrado en la vida en el análisis que en la vida en su casa, lo que
genera problemas con los padres (2). La analista no es sólo una
figura transferencial sino es la persona más importante de su vida
(7).
A lo largo de la supervisión hace un detallado seguimiento de
la fantasía; va construyendo sucesivamente la historia del drama
edípico, de los nuevos bebés, del intento de ser él el objeto
combinado y bastarse a sí mismo, ser autosuficiente (3) (4), ser
un bebé independiente (5). Como esto no funciona, no quiere
mostrar lo dependiente y torpe que es, cuando encuentra otro
paciente se quiere transformar en el pequeño marido (6) por
identificación proyectiva con el padre, y quiere formar una pareja
con la analista. Aunque tenía una clara diferenciación entre
bueno y malo, esa diferenciación no se puede aplicar porque bajo
el predominio de las confusiones zonales, lo bueno y malo
depende de lo que las zonas y sus productos le significan.

319
DONALD MELTZER

En este sentido Meltzer amplía el concepto kleiniano, estable-


ciendo que la diferencia entre bueno o malo tiene poca utilidad
clínica si no se aplica a las zonas y a su significado, hay que
comprender si la orina o las heces están idealizadas o son malas
en ese momento.
Lo que importa destacar es cómo a partir del material Meltzer
integra una narrativa totalizadora basándose en los significados
que va descubriendo.
Esta narrativa integradora es necesaria en pacientes muy
perturbados porque los dirige evolutivamente hacia delante, a
diferencia de la búsqueda de significados fragmentados que
tienden a aumentar las escisiones.

Descriptores: Caso clínico. Psicoanálisis de niños. Supervi-


sión.

320
Ricardo

Analista: Ricardo consultó en abril de 1990. Tiene 37 años. Es de


estatura mediana, sus caderas son anchas; los brazos y piernas
cortos y las manos cortas con dedos chicos.
Es psicólogo y ejerció la práctica clínica durante dos o tres
años desde que se recibió, hará siete u ocho años. Sus pacientes
le eran derivados por un ex profesor de la facultad, con quien
también hacía un grupo de estudio y su tratamiento.
Tuvo dos o tres tratamientos posteriores que duraron entre tres
y cinco meses, pero no recuerda el nombre de los profesionales.
Poco a poco fue perdiendo su trabajo y realizando diferentes
tareas ajenas a su profesión.
Uno de los motivos de esta consulta fue el avanzar, aprender
y trabajar como psicoanalista.
Su actual trabajo, desde hace cuatro años, es en el Departa-
mento Legal de un banco americano. En febrero del mismo año
–1990– cometió un error y estuvo a punto de ser despedido,
situación que está tratando de remontar en el momento de la
consulta.

Dr. Meltzer: Por lo tanto parece que él se presenta como


alguien que progresivamente tiene cada vez menos éxito,
que es físicamente desagradable y que no agrada social-
mente. ¿Esto es correcto?

Analista: Sí.
Sus padres viven. Tiene un hermano nueve años menor, que
está en sociedad con su padre en un negocio de fabricación de
ropa para hombres; está casado y tiene dos hijos.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 321


DONALD MELTZER

El paciente dice: “siempre fui el nene bueno, tranquilo, pero


también el gordito boludo al que todos cargaban. No me acuerdo
nada de la infancia, lo que puedo decirle es que siempre sufrí por
ser gordo y no poder adelgazar. Tengo el cuerpo igual que mi
papá. Pensar que cuando yo quería jugar a la pelota o al tenis de
chico, mi viejo me decía que no me haga la mariposa si soy gordo
y torpe como un elefante”.

Dr. Meltzer: El padre no era muy alentador para con el


chico...

Analista: Cuando tenía 18 años tuvo su primera novia, que


conoció en un grupo juvenil judío. “No sé cómo fue, tenía que
tener novia, nunca había tenido relaciones sexuales; Mary –que
es esta chica– me daba pena, tenía una escoliosis muy grave...
bah!, tiene joroba”.
“A los 3 meses me fui a Israel, fue un noviazgo platónico, por
correspondencia. Volví en el ´73 siempre con la idea de volver y
aún quiero volver”, se refiere a Israel.
“Seguimos el noviazgo, empecé la universidad y en el ´77 nos
casamos. Con ella tuve las primeras relaciones sexuales. Quería-
mos un bebé y Mary no se embarazaba, nunca se quiso hacer
ningún estudio porque decía que era yo que no podía. Vi médicos,
hice tratamientos, y me daban esperanzas. Hablamos de adoptar,
hasta que un día, en 1981, por conocidos de mi madre vamos a
Misiones a buscar a Pedro”.
A fines del ´82 o principios del ´83 se separó de Mary; había
peleas continuas, problemas económicos, “y ella –dice el pacien-
te– tiene una madre psicótica que se metió en todo lo nuestro con
su locura”.

Dr. Meltzer: Es una historia triste...

Analista: Pasó por profundos estados depresivos por esta época,


en los que no puede sostener ningún trabajo. Ve a su hijo, pero lo
lleva a casa de sus padres porque no sabe qué hacer con él.
En 1984 conoce a Ana, que hoy tiene 32 años y es psicóloga.
Es la hija mayor de una familia acaudalada. En el ´88 se casan.
En el momento de la consulta dice que también hay dos cosas
que le preocupan: “con todos los estudios que nos hicimos parece

322
RICARDO

que el problema es mío. Yo tuve criptorquidia y me acuerdo que


me daban inyecciones muy dolorosas, tendría 10 años. Creo que
me curé. Ahora el médico dice que lo que tengo que hacer es una
biopsia de testículo y eso no quiero por nada. Ana está con que
quiere un hijo, y la otra alternativa es la inseminación artificial
heteróloga, porque parece que mis espermatozoides son pocos, y
con poca movilidad”.
“La otra cosa que me pasa este año, es que por primera vez
vino Pedro –el hijo– 15 días de vacaciones con nosotros. Cuando
vino la madre a buscarlo me abracé a él y no podía dejarlo ir. El
resto de las vacaciones fueron tristísimas, sentía que algo mío me
faltaba”.

Dr. Meltzer: Repito, es una historia muy triste. Uno presu-


me que la criptorquidia, las caderas anchas y los proble-
mas físicos están todos relacionados hormonalmente. ¿Él
dio alguna razón para rechazar una biopsia testicular?

Analista: “Porque los testículos no se tocan”.

Dr. Meltzer: No los de uno, ni los de ningún otro... No suena


como muy inteligente, sin embargo tuvo la inteligencia
necesaria para terminar sus estudios universitarios; tam-
poco parece tener muchas habilidades sociales. ¿Tiene
algún interés especial acerca del cual haya hablado?

Analista: No.

Dr. Meltzer: Sabemos poco de la historia, excepto que es un


hombre triste y tiene una historia triste.

Analista: Comenzamos a trabajar con cuatro sesiones semanales.


El primer sueño que trae al análisis es del 14 de agosto del ´90:

Paciente: Me desperté a las cuatro y no podía dormir más;


tuve un sueño horrible: soñé que yo salía de mi casa, cruzaba
la calle y era algo así como el barrio o la cuadra de la casa de
mis padres, y había un tipo que era el puto del barrio, todos lo
conocían y parecía que él me buscaba, y yo me angustiaba
mucho porque no quería saber nada con él, y menos que el

323
DONALD MELTZER

barrio se diera cuenta que yo hablaba con García, porque era


conocido en todo el barrio como “el puto García”.

Le pregunto sobre García y algunas asociaciones.

Paciente: No tengo la menor idea quién era ese tipo, nunca lo


vi. (De una manera cómplice, dice sonriente): Se me ocurre el
sargento García, ¿se acuerda?

Por el personaje de la serie “El Zorro”, que es como él, petiso,


gordo... y más o menos fiel a “El Zorro”.

Analista: Usted prefiere invitarme a que seamos dos chicos


sin malicia, viendo a un gordito bueno, justiciero e inofensivo,
que pone orden, por temor a que sea como la gente del barrio-
mente, que en su sueño lo despierta cuando se siente descu-
bierto cercano a un García puto.

Dr. Meltzer: No comprendo esta interpretación, quizás


está entresacada de material previo.

Analista: Él me dice: “¿se acuerda de ‘El Zorro’?”, se trata de


una serie de televisión que veíamos cuando éramos chicos.

Dr. Meltzer: Usted y él, están mirando al paciente como si


vieran una serie de televisión; lo están mirando como un
niño bueno que no se va a meter en líos con este puto
García. El paciente parece asumir que el sargento García
está ligado a “El Zorro” de un modo homosexual; cual-
quier interés que García pudiera mostrar hacia él sería un
interés homosexual.

Paciente: (Después de un silencio)Yo siempre tuve miedo a la


homosexualidad; una vez me hice echar de un trabajo. El hijo
del patrón me excitaba cuando se me acercaba, era en una
mueblería y un día había un partido de fútbol importante, no
me dejó verlo, yo armé lío y me echaron. Fue un alivio, nunca
más me pasó algo así.

Dr. Meltzer: ¿Se refiere a que cuando se le acercaba lo

324
RICARDO

excitaba sexualmente? No sabemos qué fue lo que precipi-


tó, produjo o motivó que apareciera este sueño; debe
haber algo en el trabajo analítico previo, que suscitó que
el paciente soñara y trajera este sueño.
La implicación del sueño parece ser que él nunca pudo
apegarse admirativamente a un personaje masculino, su
padre por ejemplo, porque temía que esto fuera una situación
de excitación homosexual. La conclusión es que él no ha
podido construir una identificación masculina, porque no ha
podido desarrollar esta ligazón admirativa hacia un hombre.
Los vecinos representan a la analista, y él tiene mucho
miedo de que si llega a traer cualquier tipo de material
sobre ligarse admirativamente con un hombre, la analista
lo va a interpretar como una situación homosexual. No
sabiendo él mismo nada acerca de la femineidad normal de
un chico o de un varón adulto, se imagina el exhibir
cualquier tipo de situación personal femenina frente a la
analista como algo homosexual. El material sugiere que
este fuerte sentimiento de pena y tristeza frente a la sepa-
ración con el hijo, es un sentimiento maternal más que un
sentimiento paternal. También arroja luz sobre la posibi-
lidad de que se haya casado con su primer mujer en base
a sentir piedad por ella, y a sentir una fuerte identificación
con esta mujer mal formada. Pero ser una mujer en su
mente y tener un pene, es una malformación aun mucho
peor que ser una mujer con una joroba.
Estamos entonces empezando a saber algo sobre él, y es
que su femineidad es muy fuerte y que esto está ligado a la
criptorquidia, aunque podemos también suponer que em-
pezó antes. También echa alguna luz acerca de su rechazo
a la biopsia testicular, un examen que requiere una pene-
tración de sus testículos. Por lo tanto hay un rechazo a ser
penetrado, como si someterse a una biopsia testicular
fuera asimilado a ser penetrado analmente.
Entonces obtenemos aquí un cuadro en donde hay mucha
confusión en su manera de ver y entender su cuerpo, y sus
deseos. 1

1
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La
génesis del Super-Yo - Ideal”.

325
DONALD MELTZER

BREVE SINTESIS DE LO ACONTECIDO AL PACIENTE, ANTERIOR A


LA SESION A SUPERVISAR

Analista: Desde hace cinco meses le están haciendo a su esposa


inseminación artificial heteróloga. Alrededor de esto aparecen
fantasías paranoicas respecto al médico, y al dueño anónimo de
los espermatozoides.
Está haciendo esfuerzos por retomar su profesión. En este
tiempo ha conseguido logros laborales y económicos, pero no el
tener pacientes-hijos-bebés, que lo harían sentirse menos exclui-
do del probable embarazo de su esposa.
En la transferencia ironiza sutilmente mis interpretaciones,
evitando todo tipo de contacto emocional. Por ejemplo, ante una
interpretación responde: “¡Qué interesante! Eso lo leí en tal
artículo o en tal autor”, con lo que también anula mi posibilidad
de crear interpretaciones y paso a ser una ladrona de interpre-
taciones descubierta por él.

Dr. Meltzer: Tenemos aquí una pieza importante de infor-


mación, y es que él concibe que las mujeres realmente no
tienen los bebés, los reciben de un hombre y les hacen un
nidito. Es ésta una concepción muy arcaica que se ha
sostenido hasta muy recientemente. Esta teoría arcaica
recubre dos ansiedades masculinas básicas: la primera se
refiere a la envidia a las mujeres por ser capaces de dar
vida a un bebé y alimentarlo, y la segunda se refiere a la
incertidumbre con respecto a la paternidad. Lo que pode-
mos inferir y darnos cuenta entonces, es que él sufre
intensamente de ambas ansiedades y lo expresa en la
transferencia a través de la intolerancia a que la analista
pueda crear sus interpretaciones. Yo diría entonces que
ciertamente ésta es una transferencia materna. Tenemos
entonces a un niñito que desengañado de su madre le da
toda su admiración al padre, tenemos acá la relación
García-Zorro. Así que ahora ya estamos sabiendo bastan-
te sobre él. 2

2
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La
génesis del Super-Yo - Ideal”.

326
RICARDO

PRIMERA SESION DE LA SEMANA. DIA LUNES

Paciente: Me pasó algo asombroso el jueves después de la


sesión, resulta que hablamos con Ana sobre los proyectos para
este año. Lo fundamental es tener un hijo, bueno... cruzo los
dedos porque por ahora todo va bien, hoy debería haber
menstruado y todavía no hay novedad. Le dije que en marzo
podríamos hacer un curso, y le propuse los cursos de APdeBA;
ella dijo que el Ameghino es gratis. Yo tengo muchas ganas de
pensar en la posibilidad de retomar la profesión, de reavivar
todas mis cosas dormidas y aprender otras cosas que no sé.
Ella se puso mal y dijo que no podemos gastar nada. Le
expliqué que si este año pudimos hacer gastos que no pensa-
mos, pudimos colocar Cablevisión –aproveché una promoción
y sólo hay que pagar la cuota mensual–, no vamos al cine pero
tenemos más información de todo el mundo y más rápida: los
noticieros americanos, los españoles y mejicanos son bárba-
ros. También pudimos comprar un ventilador de techo para el
comedor, son cosas que no estaban en el presupuesto y pudi-
mos hacerlas, también seguramente vamos a poder hacer un
curso en APdeBA.

Dr. Meltzer: La discusión con ella entonces se centra en


que él quiere hacer este curso caro en APdeBA mientras
ella quiere ir al Ameghino porque es gratis, y todo el tema
de si va a tener un bebé o no, queda olvidado en este
momento. Este es el bebé caro, y el hecho de que ella va a
tener que dejar de trabajar unos meses si tiene un bebé,
también queda olvidado por el entusiasmo de tomar este
curso en APdeBA.
Si estuviéramos en Inglaterra, hubiéramos tenido una
discusión diferente que revela la esencia de ésta que
escuchamos en el material más claramente. En Inglaterra
antes de que la madre quede embarazada, el padre estaría
diciendo: tenemos que anotar a nuestro futuro hijo en esta
escuela muy cara, y la madre estaría diciendo: eso no lo
podemos afrontar económicamente, y de todas maneras la
escuela pública –que es gratis– es muy buena. En Inglate-
rra frente a esta discusión uno diría: este padre ya está
haciéndose cargo y tomando propiedad de este bebé, sa-

327
DONALD MELTZER

cándole el bebé a la mamá movido por la envidia. Esta


discusión es exactamente igual excepto por un factor: que
además él también es el bebé. Así es que él quiere ser tanto
la madre como el bebé.

Paciente: Ana decía primero mejorar la situación económica


y luego hacer el curso, y yo le decía que es al revés, que hacer
cursos, formarse, es trabajar más y mejor, y eso redunda en
ganar más dinero. Además es algo que a mí me da cierto
placer, leer, estudiar, hacer un curso que me interesa.
Fue una discusión terrible, yo lo sentí como una falta de apoyo
de parte de ella; estuvimos dos días sin hablarnos; yo me sentí
muy mal, sólo pensaba en que estaba muy angustiado y que
quería llamarla a usted para pedirle otra sesión; pero al mismo
tiempo me decía que no debía hacerlo, que no corresponde.
Fue horrible.

Dr. Meltzer: Acá tenemos a dos psicólogos y ninguno de


ellos se da cuenta con qué tiene que ver esta discusión que
están teniendo sobre temas hipotéticos, porque ni siquiera
se sabe si hay un bebé, y queda desplazado los gastos que
trae un bebé, al tema de los cursos en APdeBA o el
Ameghino. La disputa entonces se centra en dos puntos:
uno de ellos dice: bueno, tengamos el bebé primero y luego
veremos qué hacer; y el otro dice: no, no, no, primero
planifiquemos bien qué es lo que vamos a hacer y luego el
bebé vendrá de algún lado.

Analista: Su asombro es descubrir en Ud. la necesidad de


pedirme ayuda, cuando se sintió frente a la posibilidad de que
Ana pudiera crear un bebé dentro de ella y transformarse en
mamá-Ana; que no le presta atención a sus necesidades de
crecimiento porque está con la cabeza en otro bebé.

Dr. Meltzer: Esta interpretación es sumamente precisa


pero hay un punto más que es un problema, y es que en
realidad él no tiene la idea clara de que “ella” va a ser la
madre, porque él tiene la idea de que “ellos” van a ser la
madre. Él está operando bajo esa antigua actitud mascu-
lina acerca de que el bebé pertenece al padre, es posesión

328
RICARDO

del padre. Por lo tanto el padre es la verdadera madre y la


madre es sólo un sirviente del bebé. Ahora dentro de esta
situación, entra lo que la interpretación dice: que él es un
bebé que necesita una madre no un padre...

Paciente: Esto viene enganchado con otro tema, ¿se acuerda


del local de mis suegros? Todas las condiciones que pusieron
para que pudiéramos poner un negocio ya están. Averiguamos
todo. El socio vendió el otro local y todo está averiguado. Yo
no voy a dejar el banco ni Ana su trabajo, pero nos repartiremos
el horario para atenderlo. Pero siguen buscando inconvenien-
tes. Yo quiero tener más dinero con el negocio para reinvertir
en la profesión. Lo que más me angustió de la discusión con
Ana y las ganas de llamarla a usted fue la falta de apoyo de ella
en volver a la profesión; ella tiene una mala experiencia,
trabajó en hospitales, hizo cursos... y nunca recibió un pacien-
te. No sé... tal vez no tiene feeling, por eso no le derivan.

Analista: Usted siente que yo puedo ser una analista-mamá


con feeling, que puedo tener en mi interior, mente-APdeBA,
muchos bebés, pacientes, hermanitos muy valiosos. Pero de
todos modos desconfía de mi generosidad para compartirlos
con usted.

Dr. Meltzer: Aquí se está dirigiendo la analista a la nece-


sidad del paciente de llamarla por teléfono y a su necesi-
dad de una madre, y que él siente que la analista es una
madre distinta, mejor que su esposa o el negocio. Pero la
analista agrega: de todas maneras usted desconfía de mi
generosidad para compartir todo esto con usted...
Le quiero preguntar de dónde sacó esta parte de la
interpretación sobre las dudas que él tiene sobre su gene-
rosidad.

Analista: El aspecto Ana que le prohibe, le limita, y le dice no a


todo lo que sea crecimiento, progresos, bebés, pacientes, cur-
sos...

Dr. Meltzer: ¿También los suegros quizás, que aparecen en


el material?

329
DONALD MELTZER

Analista: Los suegros, los papás-suegros que dicen que no.

Dr. Meltzer: ¿Por qué piensa que esto se aplica a usted?

Analista: Porque todo lo bueno era yo en ese momento y lo malo


quedaba afuera.

Dr. Meltzer: Está bien, yo no estoy de acuerdo porque


pienso que en este momento el paciente siente a la analista
como una madre muy ideal, muy plena y muy generosa.

Analista: Además había otro dato: él tenía muchas ganas de


llamarme y no pudo, quería pedirme otra sesión y yo podría
decirle que no.

Dr. Meltzer: No estoy de acuerdo que eso sea un indicio


para interpretar de esa manera, yo no tomaría eso como
evidencia de que la analista no es generosa sino como el
hecho de que él es un buen chico que no quiere hacer cosas
que no corresponden. Es bastante complicado, así que
veamos cómo se sigue desarrollando.

Paciente: El otro día, el fin de semana, salimos con una pareja


de amigos que son psicoanalistas y le comenté a él los cursos
que quería hacer, y me dijo que iba a ir bien porque la
formación que me falta la puedo conseguir, pero lo fundamen-
tal es que yo tengo pasta de psicoanalista. A lo mejor a Ana le
falta eso.

Analista: Usted debe sentir algo que le resulta intolerable


ante la pasta, materia prima, espermatozoides que le coloca-
ron a Ana, y se calma trayéndome amigos analistas para
decirme que usted, igual que yo, poseemos lo que a Ana le
falta.

Dr. Meltzer: Primero estoy mirando si esto es una interpre-


tación o una reformulación de lo que el paciente dijo,
porque no encontraba dónde estaba la transferencia, pero
la encontré al final. Mi reacción ante este trozo de mate-
rial es que es una expresión de su femineidad, como si su

330
RICARDO

amigo le hubiera estado diciendo que él es mejor mujer


que Ana. Esto estuvo dirigido a su femineidad y no lo
experimentó como homosexual. El énfasis del material
está en él siendo una buena madre para sí mismo, como un
buen chico que necesita una buena educación. Este trozo
de material ha sido entregado a la analista, como una
refutación a la afirmación de la analista de que él duda de
su generosidad, porque implica que el amigo analista
también aprecia a Ana y parece que el paciente también
tiene la pasta de un futuro psicoanalista.
¿Él tiene alguna información de usted, si es o no,
analista didacta de APdeBA?

Analista: Él sabe que pertenezco a la institución, nada más.

Dr. Meltzer: Probablemente él está asumiendo que usted es


una analista didacta y que tiene ambiciones de que el
paciente sea un analista. De este modo la analista es una
mejor madre para él de lo que es Ana, y él también es una
mejor madre para el bebé, que es él mismo. La disociación
entonces parece estar entre la analista y Ana como buena
madre y mala madre, tanto hacia él como hacia el bebé,
pero está todo basado en su creencia –o en su deseo de
creer– que él tiene la pasta de un buen psicoanalista. Es un
poco temprano en el análisis, pero dado el nivel de inteli-
gencia bajo y la debilidad de su carácter uno no diría que
él tiene lo que puede hacer a un buen psicoanalista. No
tenemos ninguna indicación de su paso por la universidad
o por distintos lugares y tampoco alguna referencia de que
alguien haya tenido una alta opinión de él.

Paciente: Bueno, algo de confusión tengo, no sé por dónde


viene, pero ahora me acuerdo que estos días Ana me parecía
Mary; Mary a través de Ana, por todos los reproches. ¿Será
que quiero volver a ser potente? ¡Qué confusión! Si el tema es
mi esterilidad, esto es muy doloroso. No entiendo mucho pero
ahora me acuerdo cuando Ana dice: “¿Me vas a seguir querien-
do cuando esté embarazada?”. Es más difícil de lo que me
imaginaba eso de no ser el padre biológico, pero ser el padre
de un embarazo de mi esposa.

331
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Ahora él está empezando a darse cuenta. La


inseminación artificial le hace dar cuenta que es la mujer
la que tiene el bebé y de la incertidumbre básica del
hombre con respecto a la paternidad. Cuando se trata de
responsabilidades, la mujer es la que va a llevar al bebé
nueve meses en el vientre, es la que lo va a parir, es la que
lo va a alimentar con su pecho, y la que tendrá que tomar
decisiones importantes, y tiene más prerrogativas que el
señor que le puso un poco de semen en la vagina. La madre
es más importante para el bebé, y Ana va a ser más
importante para este bebé que él. En algún momento del
pasado su madre fue más importante para él que su padre,
antes de que él se transformara en el sargento García y su
padre en El Zorro y su madre en la señora que cuida la
casa.
Él está descubriendo algo sobre los hechos de la vida
desde el punto de vista psicológico, que las madres son
más importantes para los bebés que los padres.

Paciente: Quisiera pensar que esto es el camino para com-


prender y no para seguir negando. Creo que en realidad no la
llamé para pedirle otra sesión porque me dio vergüenza. Sí,
eso, era vergüenza, que yo le mostrara mi debilidad; la reali-
dad es que temí que usted pensara que necesito venir corriendo
a contarle mis cosas.
Ahora estoy pensando que si se lo digo también puedo. Tam-
bién me acuerdo que en el trabajo –al comienzo del análisis–
yo no podía ni hablar ni pensar cuando Susana –la gerente– me
recriminaba algo, y después de lo que vimos tantas sesiones
acá ahora estoy distinto. Ella está igual, me manda llamar, y
cuando comienza con algún planteo –créase o no– yo estoy
tranquilo, puedo pensar y contestarle coherentemente, y ella
también cambia de actitud. Hasta llegó a decirme que tengo
razón.

Dr. Meltzer: Él está aprendiendo algo importante, y es que


depender de la madre puede transformarlo no en más débil
sino en más fuerte; él siempre pensó que la manera de
transformarse en un hombrecito era ser el pequeño García
del Zorro. Ahora está empezando a descubrir que la mane-

332
RICARDO

ra de ser fuerte es primero – antes que eso– ser el bebé de


mamá y nutrirse de su pecho; y está teniendo la sorpren-
dente experiencia de que a medida que él deviene más
dependiente de su analista, está siendo más fuerte afuera. 3
Este es un largo camino desde lo que ocurría ocho meses
antes, cuando él ridiculizaba las interpretaciones de la
analista. Todo esto parece venir de esa interpretación que
la analista le hizo que yo no entendí, así que mejor vamos
a volver a leerla:

Analista: Usted debe sentir algo que le resulta intolerable


ante la pasta, materia prima, espermatozoides que le coloca-
ron a Ana, y se calma trayéndome amigos analistas para
decirme que usted, igual que yo, poseemos lo que a Ana le
falta.

Dr. Meltzer: No puedo terminar de entender cómo de esta


interpretación salió todo este darse cuenta del paciente,
pero estoy estudiándolo... Quizás provino del hecho de que
la analista está volviendo al punto de que Ana va a ser
madre con unos espermatozoides que vienen de un señor X.
Pero a quién le importa el señor X. Si él va a ser el padre
de esta criatura es porque él es el esposo de Ana y va a ser
quien ayude a criar este bebé.
Él no va a ser un padre biológico. ¿Entonces si no va a
ser un padre biológico qué clase de padre va a ser? La
respuesta que él obtiene para sí mismo debe ser: ‘Debo ser
un hombre fuerte y no una mujer, y por lo tanto no trataré
de probar que yo soy mejor mujer que Ana’.
Debo decir que es cierto que está pensando sobre las
cosas...

Paciente: Empiezo a pensar que algunas cosas puedo, no sólo


las mujeres pueden. Normalmente hablo con Mary... Ana
(comete un lapsus, quiere decir Ana y dice Mary) y cuando nos
peleamos no tenía con quién hablar.
(Vuelve al lapsus) Cómo me jode confundirme, me pone muy

3
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La
génesis del Super-Yo - Ideal”.

333
DONALD MELTZER

mal decir Mary por Ana, algo se me mezcla, no sé si no termino


de separarme de Mary o si son lo mismo. Eso sería horroroso.
Cuando empecé a salir con Ana e íbamos a algún lado, tocába-
mos el timbre y yo decía: “Mary y Ricardo”... ahora me cuido
mucho para no decirlo.
Hace unos días tuve una entrevista con la psicóloga de Pedro
y fui con Mary. Preguntaba sobre la separación. Yo no quería
hablar, pero decía: “bueno”, “ya pasó”, “está superado”. Yo
para eso tengo mi análisis.

Dr. Meltzer: El punto de reconocer el lapsus, lo veo como


el reconocimiento de que él no ha sido un buen esposo para
ninguna de estas mujeres, y que –por lo tanto– no podría
ser un buen padre para Pedro.

Analista: Yo no le digo eso...

Analista: Yo estaba pensando si la confusión es Mary-Ana, o


ellas son lo mismo, son mujeres, y lo que usted se pregunta es:
¿Qué son las mujeres? ¿Qué son los hombres? ¿En qué consis-
te esa diferencia tan difícil de hablar? ¿Cómo es que las
mujeres tienen bebés y usted no sabe aún si tiene pene o
testículos, y para qué sirven?

Dr. Meltzer: Estoy de acuerdo que él está confundido, que


se pregunta sobre las mujeres, los hombres y cómo es que
un bebé puede crecer hasta transformarse en un hombre.
Él está realmente dándose cuenta que no ha cumplido un
rol masculino con ninguna de estas dos mujeres, y que por
lo tanto no ha sido un buen padre ni para Pedro ni para
este bebé que Ana está esperanzada en tener, a través de la
inseminación artificial.
Cuando un paciente se da cuenta de que está confuso,
está empezando el camino para salir de la confusión.
Porque lo que nosotros llamamos estado confusional es
que una persona no ha podido hacer en su mente una
diferenciación entre A y B. Tan pronto él sabe que está
confuso, o sea que no ha hecho una diferenciación, ya sabe
que hay una diferenciación.
Entonces la situación que la analista está encontrando

334
RICARDO

y que se está desarrollando en este análisis es que él no


sabe cómo se llega a ser, desde un niño pequeño un
hombre; y su ideal de masculinidad posiblemente fue algo
como El Zorro, una especie de héroe adolescente. Y si no
se podía ser El Zorro siempre se podía ser el sargento
García, adherirse al Zorro y adquirir de este modo una
especie de masculinidad.
Ha comenzado a tener algunas experiencias en estos
ocho meses de análisis. Ha empezado a adherirse a la
analista no en carácter de héroe sino en carácter de madre
y, para su asombro, el resultado de esto es que su mascu-
linidad se está fortaleciendo. 4

Analista: Sesión del día siguiente. Llega puntual haciendo ges-


tos con la cara como queriendo decirme algo.

Paciente: No sé cómo, por dónde empezar, porque no pasó


nada, nada con el asunto del embarazo. Recién me llamó Ana
por teléfono que le vino la menstruación, cuarenta y ocho
horas después de lo habitual. Mañana tenía turno para hacerse
el análisis, tendrá que suspenderlo. ¡Qué bronca, cuántas
ilusiones! Lo único rescatable es que en las últimas horas sólo
hablamos de lo mismo, hicimos cuentas, calculamos los gas-
tos, la plata... Ahora tenemos que esperar dos meses más,
primero se va el médico de vacaciones y después nosotros y no
coincidimos hasta marzo.

Dr. Meltzer: Ahora vemos cómo se ha producido un cam-


bio. Ya no están discutiendo acerca de los cursos, ahora
están discutiendo entre los dos cómo van a afrontar los
gastos que provoque la llegada de un bebé, y el bebé está
siendo el centro. Él está actuando como un marido. 5

Participante: Perdón, él puede hablar de esto después del emba-


razo fallido, porque antes hablaban de los cursos de APdeBA y
del Ameghino.

4y5
Ver Referencias Teóricas, pág. 338, Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: “La
génesis del Super-Yo - Ideal”.

335
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Yo lo veo al revés. La sesión anterior lo acercó


a la dependencia y eso le permitió enfrentar la frustración
de la menstruación, acercándose a su mujer. Ya no están
agrupadas juntas e indiscriminadas Mary y Ana. Ahora él
puede compartir la frustración de la manera como lo hace
un esposo.

Paciente: Bueno, no sé, resulta que también tenemos otro


proyecto con Ana, desde antes de la inseminación. Es un
proyecto con el local de mis suegros. Queremos poner un
rubro fácil de manejar, que pueda ser otra entrada, y lo
podamos atender entre Ana y yo. Esto del negocio en vez de
estar compartiéndolo con mis suegros, lo estamos peleando
con ellos. Buscan tantos “peros”, tantos escollos... es como si
no confiaran; que vamos a fundirlos. Fundamentalmente no
confían en la hija, tal vez ellos quisieran algo de más catego-
ría. La zona es Juan B. Justo y Corrientes. Vimos fabricantes,
gente del barrio, y pensamos en un negocio que falta: lo gordo
sería galletitas y agregar gelatinas, repostería y kiosco. Mis
suegros quisieran un negocio de nombre, a ellos las galletitas
les dan vergüenza.

Analista: Usted siente que el doctor X y yo somos en su mente


como un papá y una mamá que no permiten que los chicos
–Ricardito y Anita– hagan algo creativo, bebés, galletitas. (El
paciente había hablado antes, también, de la desconfianza con
el médico de la inseminación).

Dr. Meltzer: Entiendo que usted considera que él hace una


ecuación entre los bebés y el negocio, el médico que no
permite y los suegros tampoco permitiéndoles que tengan
el negocio. Pero no coincido en que haga la ecuación entre
la analista y el doctor X, pero por supuesto usted puede
tener otra información.

Paciente: No sé muy bien, tengo que pensarlo, pero siento cada


vez más bronca, estoy furioso. Con los otros hijos (se refiere a
los suegros) no son así, los otros tienen más favores. La historia
de Ana es que Ana siempre fue dejada de lado, tildada como la
tonta por lo del temblor...(Ana tiene un síndrome cerebeloso).

336
RICARDO

Dr. Meltzer: Por lo tanto ella tiene un defecto físico como


la primera mujer.

Analista: Menos notorio... va mejorando.

Dr. Meltzer: Como yo lo veo, el paciente tiene mezclada


una simpatía por Ana por esta frustración que él comparte,
con una profunda amargura por este destino que tienen.
Ha sido injusto que no se lleve adelante este embarazo, que
Ana tenga el temblor, que él tenga la criptorquidia... Los
suegros en esta escena vienen a representar algo más
general que es este destino duro, poco favorable. El doctor
X y la analista serían quienes pueden ayudar a enderezar
algo de lo que este duro destino produce como efectos. Hay
aquí una idealización y una disociación, en donde la
analista y el doctor X son los padres ideales y los suegros
representan este destino injusto, y hay un delicado balance
entre estas dos partes de la disociación en el material.
Este es un análisis en su comienzo. En estos ocho meses
él ha sido capaz de desarrollar una idealización con una
disociación entre los malos padres y los buenos padres
idealizados –que en este caso serían la analista y el doctor
X. De todas maneras configuran una situación familiar
con una madre y un padre, que es muy distinta a la
configuración inicial de El Zorro y el sargento García.
Tenemos aquí a un hombre bueno y débil que ha podido
hacer surgir ya, aspectos de su masculinidad, y la feminei-
dad ha quedado como en el trasfondo, y reaparecerá más
tarde. La analista ya se ha transformado en una buena
madre a quien él puede traer sus dolores, y esto se ha
hecho en base a una disociación e idealización. Su ideali-
zación del análisis y su deseo de ser un psicoanalista en
este momento, es parte de la vieja cuestión García-Zorro,
que no tiene aún ningún significado emocional maduro.
Transformarse en un psicoanalista es todavía una especie
de concepto heroico, ambicioso.

337
DONALD MELTZER

REFERENCIAS TEORICAS

Capítulo 10 de Estados sexuales de la mente: La génesis del


Super-Yo-Ideal

La afirmación de Freud (1924) de que las figuras de autoridad


o admiración que son posteriores a la formación del Superyó no
necesitan ser introyectadas, es considerada por Meltzer de enor-
me importancia. Las capacidades de las nuevas figuras admira-
das son las que se introyectan y van enriqueciendo a los objetos
internos. Se puede así mantener las capacidades iniciales al
mismo tiempo que los nuevos intereses del yo.
Las figuras superyoicas originales que se van enriqueciendo,
van integrando aspectos del Ideal del Yo, como lo muestra la
composición del título * . Esto se produce por mecanismos intro-
yectivos a lo largo de la vida lo que “también aclara la paradoja,
tan contraria al sentido común, de que los aspectos más evolucio-
nados de la mente del individuo están más allá de la experiencia
del self y son aprehendidos como un objeto”.
El self evoluciona en relación con sus objetos internos a partir
de la dependencia inicial. Pasa por un período de obediencia,
madura con la aceptación de la independencia inspirada, es decir
de una autonomía en la cual la creatividad surge por la inspira-
ción originada en los objetos internos.
He resumido este capítulo para vincularlo con las observacio-
nes que efectuó Meltzer durante la supervisión y que iré señalan-
do.
En la intervención (1) plantea que el paciente no puede ape-
garse admirativamente a un personaje masculino. Si hubiera sido
posible ese apego, las capacidades de ese personaje admirado
(aun siendo su propio padre) podían haber sido introyectadas en
el padre interno, cambiando sus características en el sentido de ir
integrando el Ideal del Yo al Superyó. Esta integración constitu-
ye un estímulo para la identificación introyectiva con la mascu-
linidad.

*
Cabe recordar que en inglés “Ideal del Yo” se escribe “Ego-Ideal” y “Yo Ideal” se traduce
como “Ideal-Ego”, de ahí que la construcción en inglés junta “Super-Ego” con “Ego-Ideal”,
resultando “Super-Ego-Ideal”.

338
RICARDO

Ha logrado en cambio, una identidad maternal, una fuerte


femineidad. En (2) se hace clara la envidia a la analista creativa
que lo hace alejarse de ella y volcarse admirativamente al padre-
Zorro. Por identificación proyectiva logra transformarse en un
hombrecito (García de El Zorro). El Zorro no es apto para la
introyección por carecer de capacidades paternas (es solitario y
sin pareja). La identidad masculina lograda por procesos proyec-
tivos es una pseudoidentidad y como tal, fracasa.
Hasta ese momento del análisis fue incapaz de admirar una
figura paternal, pero el creciente reconocimiento de la madre
analítica (3) lo transforma por identificación introyectiva, en
alguien más fuerte, más paternal, su masculinidad se está forta-
leciendo (4) (5).
El pecho analítico es una figura combinada por eso su intro-
yección mejora tanto las características maternales como pater-
nales de los objetos internos.
Los comentarios de Meltzer nos recuerdan el capítulo de
Sexualidad adulta polimorfa (ver Introducción) en la que descri-
be las bases introyectivas de la sexualidad adulta, que la diferen-
cia de las bases proyectivas de la sexualidad infantil (García-El
Zorro).

Descriptores: Caso clínico. Identidad sexual. Supervisión.

339
Sor Belén

Analista: Sor Belén tiene 33 años y se trata desde hace un año.


Es hija única de un segundo matrimonio del padre, de cuya parte
tiene un medio hermano mucho mayor, con quien no tiene rela-
ción. Es él –el medio hermano– quien paga el tratamiento desde
los Estados Unidos, donde vive.
Es una mujer bonita y pequeña.
Siendo niña durmió en el mismo cuarto que los padres, y tuvo
ocasión de presenciar múltiples escenas sexuales que la atormen-
taron. Guarda un recuerdo distante y hostil del padre a quien
considera un avaro, aunque no puede dar cuenta de haber sufrido
privaciones. En cambio evoca con cariño a su madre, a quien sin
embargo le reprocha su supuesta hipocresía al tener relaciones
sexuales con él por la noche y denostarlo de día. Mantenía con
ella complicidades y ocultamientos para con su padre.
Ya adolescente participa en grupitos religiosos y evita rela-
cionarse con muchachos pensando con devoción en Jesús. Este
sentimiento se transforma en una especie de apasionamiento
romántico; siente premura por entrar a un convento pero debe
esperar hasta su mayoría de edad.
En el ínterin, a espaldas del padre, concurre a reuniones
preparatorias para lo cual debe mentirle frecuentemente. Final-
mente ingresa a un convento como monja de clausura.
Algunos pocos síntomas obsesivos que tenía previamente se
intensifican en el noviciado. Más adelante presenta aversión por
la comida y vómitos. Es reprendida por la maestra y la abadesa,
y obligada a comer. Se siente humillada. Finalmente cae en un
marcado episodio depresivo con intensa sintomatología, del que

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXI - Nº 1/2 - 1999 341


DONALD MELTZER

sale poco tiempo antes de la consulta, mediante el uso de psico-


fármacos. Vive con una inestabilidad emocional notoria, cual-
quier frustración la sume en desconsuelos fugaces.
Tiene múltiples ideas obsesivas que se hacen presentes en el
material, y algunas precauciones del tipo de volver a lavar cien
veces los utensilios.
En el curso de estos años se amengua su apasionamiento por
Cristo, y tiene algunos pasajes de enamoramiento con un sacer-
dote a quien ama en silencio. Luego de la depresión se enamora
intensamente, y lucha infructuosamente contra la masturbación.
Ambos hechos la exponen a actitudes contrastantes durante la
confesión, según el director espiritual de turno.
Al comenzar el tratamiento las confesiones eran verdaderos
suplicios –a pesar de la benevolencia de su actual director–, tanto
por la severidad con que ella misma se juzga, como por el
agotador relato exhaustivo al que se obliga ya que debe confesar
supuestos pecados que tal vez haya omitido, o mal planteado en
confesiones previas.
En ese momento vivía aislada en la comunidad, desprestigiada
por sus trastornos ostensibles, según ella cree siendo dejada de
lado.
La actual abadesa, sucedió a otra española de gran predica-
mento que se volvió a su país, y que Belén cree le guardaba poca
simpatía. Es esta nueva madre la que tramita la ayuda del herma-
no de EE.UU. y me pide que la trate. La situación económica hace
que su tratamiento curse con tres sesiones semanales; previamen-
te realizó varios otros conducidos por profesionales de marcada
heterodoxia religiosa, o con ostensibles inclinaciones católicas.

Dr. Meltzer: ¿Usted es católico?

Analista: De origen sí, pero no de práctica.

Dr. Meltzer: ¿Por qué lo eligió la madre superiora?

Analista: Me recomendó un sacerdote, porque antes había saca-


do a otro sacerdote de un brote esquizofrénico.
Son tres sesiones de la primavera del año pasado, de semanas
diferentes pero cercanas una a la otra.

342
SOR BELEN

Dr. Meltzer: ¿Ella concurre a sesión vestida con hábito o


con otra ropa?

Analista: Viene con hábito.

Dr. Meltzer: ¿Se acuesta en el diván?

Analista: Sí.

PRIMERA SESION

Paciente: Bueno doctor, yo quería contarle que tengo siempre


esas ideas, menos pero las tengo, y muchas veces me aparecen
cuando voy a la confesión; así que hoy quería contarle una, es
acerca de la limpieza, por un pañuelo que tengo, porque
resulta que sor Coleta cuando lava en el refectorio desparrama
todo lo que lava, y eso va a parar a una rejilla con un caño, pero
ella salpica y en una oportunidad me salpicó el pañuelo, y yo
pienso siempre qué les puede pasar si llegan a usar ese pañue-
lo...

Dr. Meltzer: ¿Qué quiere decir eso?

Analista: Que se podrían enfermar las otras hermanas.

Dr. Meltzer: ¿Cómo iban a usar el pañuelo de ella?

Analista: Eso no lo sé.

Paciente: (Pone cara triste, arrugada y se lamenta) En mí no


pienso, el padre Fabián me dice que se lo cuente a usted y no
a él, que eso no es un pecado, pero yo no puedo porque me
siento culpable y tengo que ir a contarlo en confesión.

Analista: Usted cree que puede lavarse la conciencia como si


fuera la colita, pero ensucia en el lugar que no corresponde y
se enoja.

Paciente: Pero es que no puedo hacer otra cosa, yo me siento

343
DONALD MELTZER

culpable...
(Insiste con un tono que busca que le consientan seguir hacién-
dolo).

Analista: Usted me habla como si yo le prohibiera seguir


haciéndolo.

Paciente: Bueno, le cuento un sueño doctor: yo tenía ganas de


ver a la señora Blanca –después le cuento quién es– pero no
podía; yo la tenía que llamar por teléfono o algo así, pero no
la veía al final. En la segunda parte Liliana me batía un huevo
con ese vino del abuelo... ¿cómo se llama?, ¡oporto!, yo lo veía
pero no lo quería comer. (Sigue con entusiasmo). El padre
Fernando tenía una teoría sobre la oración basada en la filoso-
fía oriental, en la relajación y en el yoga, naturalmente todo
visto desde el punto de vista cristiano, desde el punto de vista
de Jesús. Él venía y nos enseñaba, traía libros y cassettes
grabados; Blanca era su ayudante, su secretaria, después él se
fue y al año siguiente venía al convento la señora Blanca.
Había tres monjas que estábamos interesadas, la madre Rafaela
–que por entonces no era abadesa–, sor Asunción y yo. A las
tres nos gustaba mucho. Ella me prestaba libros y venía todas
las semanas, yo le decía que quería estar más cerca de Jesús y
eso a ella la entusiasmaba y me decía que ella también. Yo me
preguntaba: “¿cómo no está celoso el marido?”... (Ella se
pesca in fraganti respecto de que no tendría por qué ser así)...
Bueno, eso era antes, cuando existía esa confusión... (Me
aplaca, y sigue con culpa)... Ella me contaba también cosas de
ella, y yo supongo que eso no lo veía muy bien la madre
Inmaculada porque no siendo de mi familia no tenía que venir
a visitarme, pero todo estaba centrado en la oración y en Jesús;
claro que ella me contaba que se preocupaba porque la hija no
creía, y un hijo de ella estudió con los salesianos, pero al final
no profesó. Era un dolor para ella, nadie podía creerlo, ni sus
compañeros ni sus familiares...

Dr. Meltzer: ¿Nadie podía creer qué?

Analista: Que el hijo de la señora Blanca no hubiera profesado.

344
SOR BELEN

Paciente: ...Pero a la madre Inmaculada no le gustaba y me


dijo que eso se estaba convirtiendo en una especie de dirección
espiritual, y que para eso estaban los padres. A mí me cayó
mal, hasta que al final me llamó y me dijo que no podía seguir;
entonces yo la llamé por teléfono y le dije que no viniera más.
Yo oí que le cambió la voz y me di cuenta que lo sintió mucho.
En una oportunidad me acuerdo que vinieron con el padre
Fernando y a mí me mandaron a lavar el refectorio y las demás
fueron. Yo tenía muchas ganas de ir pero no pude, me quedé
lavando y sufrí mucho. Entonces ese sufrimiento yo se lo
ofrecí a Jesús...

Dr. Meltzer: ¿Adónde quería ir ella que no podía ir?

Analista: A ver al padre Fernando y escucharlo.

Paciente: El cóctel ese que me preparaba Liliana a mí no me


gusta nada; ella lo batía bien y yo la veía, veía el huevo y no
me lo quería comer para nada.

Analista: Usted se enfrenta a un dilema: por un lado una


madre le dice que los maridos no sirven para nada, y otra le
dice que se debe recurrir a los padres. Creo que usted quiere
que yo tome partido en contra de la segunda, lo que tendría
como consecuencia la no aparición de nuevas hermanitas...

Dr. Meltzer: Bueno, bueno... ¿de dónde sacó usted todo


esto?, probablemente esté bien, sea correcto... Hay una
multiplicidad de madres. Hasta ahora parece que su im-
presión es que toda comunicación de la paciente tiene la
intención de producir una respuesta del analista. Su comu-
nicación siempre contiene algún tipo de manipulación o
acción. El analista debe tomar partido por ella, perdonar-
la y preocuparse o no por ella. Siempre hay un intento de
control y de ejercer una cierta influencia sobre el analista.
El acto en que ella fue descubierta en relación con la
señora Blanca fue el decir: “cómo es que el marido no está
celoso que ella quiera estar más cerca de Jesús”, ¿es así?

Analista: Si, es así.

345
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Ella piensa cómo es que el marido no estaba


celoso por la infidelidad de la mujer al pensar en Jesús.
Revela que para ella todo lo que pasa en la iglesia tiene
que ver con un interés sexual de la gente con Jesús.
¿Qué quiere decir que después de la depresión ella se
enamora profundamente? ¿Nos puede contar algo más de
esto? ¿Es que entra en un estado de profundo amor por
Jesús o de otro padre?

Analista: Cuando ella era adolescente estaba enamorada de


Jesús. Cuando entró al noviciado tuvo algún enamoramiento
fugaz y no demasiado profundo, por el padre José María. Después
de la depresión pensaba todo el tiempo en el padre José María y
tenía fantasías de casarse con él, de poder llegar a tener un hijo...

Dr. Meltzer: ¿Y ahí comenzó a masturbarse?

Analista: No, lo de la masturbación es colateral, siempre se


masturbaba, con el padre José María o sin el padre José María.

Dr. Meltzer: No sabemos hasta acá, si su vida religiosa es


su vida sexual, o si su vida religiosa está contaminada por
la sexualidad infantil.
Usted aparentemente se está manejando con estos pro-
cesos sociales en constante movimiento, como si fuesen
una gran familia de múltiples padres y múltiples madres,
ella misma teniendo múltiples apegos y lealtades y demás,
¿es así?

Analista: Cuatro por lo menos...

Dr. Meltzer: Central en el material también es el batido de


este huevo que ella no come, y este huevo quizás esté
contaminado por este vino que tiene un nombre que sugie-
re una contaminación anal –oporto.
Estoy comenzando a pensar referencias a “Pegan a un
niño” en la habitación de al lado. Entiendo que no estamos
tratando sólo con la sexualidad infantil sino con una
sexualidad infantil sadomasoquista; la iglesia y el conven-
to son un claustro de algún tipo que no es tan limpio y puro

346
SOR BELEN

como debería ser. La paciente está vivenciando este lugar


religioso como un claustro de actividades sadomasoquistas,
un lugar tiránico, castigador y por otra parte todo muy
sexualizado pero en una forma sadomasoquista anal.
En otras palabras, no es la historia de una mujer cuya
religión está contaminada por la sexualidad infantil, sino
que escucho que es la historia de una psicótica borderline.
Y no sólo estoy escuchando “Pegan a un niño” en la
habitación contigua, también al “Hombre de los lobos”
preguntándole a la mamá: ¿Jesús tiene cola?
El problema técnico de establecer una situación analí-
tica con un paciente psicótico borderline que vive en un
mundo claustrofóbico, es que el paciente supone que el
analista es parte de ese mundo. El haber sido designado
por el establishment, lo convierte en un sirviente del
establishment.
Es necesario hacer la distinción entre la confesión
como una forma de someterse a la tiranía, y lo confidencial
como una expresión de relaciones íntimas. Y ciertamente
suena que su conducta en el análisis es de la naturaleza de
la confesión, aunque no es igual que lo que hace al
confesarse con respecto a los pecados, pero con la simili-
tud que todo va a ser potencialmente informado a la
jerarquía. Esto no debe confundirse con ideación paranoi-
ca sino que así es como es la vida en el mundo claustrofó-
bico, es un mundo kafkiano –donde todo es naturalmente
informado al castillo–, se asume que es así, no hay nada
paranoide acerca de esto.
Desde este punto de vista, la actividad del analista es
oída por ella no como un esfuerzo para entender lo que le
ocurre sino que tiene implicaciones acerca de cuál va a ser
el juicio de arriba, son avisos, advertencias. Por ejemplo,
releyendo nuevamente la interpretación del analista que le
dice a la paciente “Usted se enfrenta a un dilema: por un
lado que tiene a una madre que dice que los maridos no
sirven para nada, y otra que le dice que se debe recurrir a
los padres. Creo que usted quiere que yo tome partido en
contra de la segunda, lo que tendría como consecuencia la
no aparición de nuevas hermanitas”. Si estoy en lo cierto
acerca de esta organización de su mente, la paciente

347
DONALD MELTZER

escucharía esto como si el analista dijese: “yo creo que


usted quiere que le dé alguna pista acerca de cuál es la
mamá buena y cuál la mamá mala; de manera que usted
evite meterse en líos”. Toda problemática en este momen-
to, acerca de los procesos de las relaciones íntimas de una
niña que se opone al coito de los padres porque no quiere
nuevos bebes en la familia, no es la problemática en el
claustro. La problemática es si uno está a salvo o si lo van
a echar.
Lo que estoy diciendo es que si a uno se le presenta esa
parte de la personalidad, y por ahí es todo lo que hay en
esa personalidad que está viviendo en un mundo claustro-
fóbico, no se puede llevar adelante un análisis, porque no
hay posibilidades de transferencia, no hay posibilidades
de comunicación; todo es concretamente vivido como un
proceso de un sistema tiránico y jerárquico.
Si uno tiene la impresión que este estado mental ha
existido desde muy temprano, y que probablemente haya
muy poco más en esta personalidad, aparte de lo que se ha
desarrollado en este estado mental, lo que va a tener que
hacer, visto desde este punto de vista, es ayudar a esta
parte para que salga de este claustro y logre establecer
una relación objetal en un mundo distinto, en una atmós-
fera distinta. Lo que es un proceso muy largo y difícil.

Participante: Me gustaría preguntarle por qué habla de claustro-


fobia si ella eligió un tipo de vida enclaustrada como una forma
de defensa. Entiendo que se refiere a un estado mental, pero me
gustaría si lo pudiera explicar.

Dr. Meltzer: Muy bien, podemos hablar de claustrofilia si


lo prefiere, pero el hecho es que ella vive en este estado
mental dentro de un objeto, y ese lugar donde ella vive es
muy distinto al lugar donde vivimos nosotros y donde se
puede conducir un análisis.
Si en cambio este estado mental se ha desarrollado más
recientemente, como muchas veces sucede en la pubertad
o en la adolescencia, es decir esta entrada en el claustro y
la aparición del estado mental claustrofóbico, entonces es
posible tratar de entrar en contacto con la parte no psicó-

348
SOR BELEN

tica de la personalidad para establecer con esa parte una


relación analítica; y esto implicaría un trabajo menos
arduo, con mejores perspectivas. En el caso que estamos
mirando, la evidencia de los datos que tenemos hasta
ahora sugiere que su estado mental actual no es nada más
que una continuación del vivir en el dormitorio de los
padres, y esto probablemente se remonta al primer día de
su vida. Entonces parece que va a tener que tratar de
permitirle salir de ese estado claustrofóbico, y esto va a
llevar mucho, mucho tiempo.
Vamos a seguir con el material para ver si podemos
encontrar algunos elementos acerca de la manera de ayu-
darla a salir de ese mundo claustrofóbico en el que ella
está instalada, y poder empezar un trabajo analítico.

Analista: Me quiere convencer a mí, medio puerilmente:

Paciente: Pero la madre Inmaculada estuvo mal. La otra vez


yo volví al convento con sor María, sor Lucía y sor Mercedes
que habían ido a otros médicos, nos encontramos por casuali-
dad en el tren. Yo las vi de lejos y dije: “¡cuántas monjas!”,
sólo después las reconocí. También de casualidad encontra-
mos a la señora Blanca. Ella me miró, nos saludamos y ella me
miró a mí. Me contó que su hija está en París y todavía no cree
o no practica, no sé... ella tiene esperanzas porque dice: “si
Jesús me esperó a mí, la va a esperar a ella con más razón”. Yo
le hablé a la madre Rafaela y le conté que tenía ganas de verla;
ella no se mostró muy contenta, me dijo que para qué, que si
quería... bueno, alguna vez, pero que era preferible que habla-
ra con los padres.

Analista: Parece que reaparece una y otra vez, la misma, y


está de acuerdo conmigo. Hoy a la otra le cuesta acercarse
hasta en el sueño.

Dr. Meltzer: ¿A qué se refiere?

Analista: Yo le había planteado que había dos madres, una que


prefería a los padres y a los hombres, y otra que decía que no. Ahí
reiteré la idea.

349
DONALD MELTZER

Paciente: Ni escribirle cartas se puede, porque está visitando


un asilo de ancianos donde están las tías de Liliana... pero
ahora me acordé que ya no va allí. Ahora me acordé que una
vez me dijo que el marido le reclamaba relaciones y ella lo
hacía como un sacrificio porque era el marido, pero no le
gustaba.

Analista: Esa madre está de acuerdo con una teoría celosa


suya, se aguanta ser ensuciada por obediencia.

Dr. Meltzer: ¿La otra madre es la señora Blanca?

Analista: Sí.

Dr. Meltzer: También parece estar diciendo que la obje-


ción de la madre superiora de que ella hable con la señora
Blanca, es porque la señora Blanca le habla de sexo.

Paciente: (compungida) Una vez mi papá le dijo a mi mamá


que me hiciera huevo con oporto para que creciese bien, pero
mi mamá fingió que lo hacía con el vaso vacío y una cucharita.
Todo para que mi papá creyese que le hacía caso, y después
hicimos como que yo lo tomaba. En cambio Liliana en el sueño
le daba con todo.

Analista: Tenemos nuevamente estas dos versiones contra-


dictorias. Liliana hace caso del hombre, pero una nenita cree
que comerse esa versión de los hechos es contaminarse y
ensuciarse.

Dr. Meltzer: ...Cuando la señora Blanca le cuenta de las


relaciones con su marido, tiene el mismo significado que
cuando ella y su madre se confabulaban para engañar al
padre, y hacerle creer que ella estaba tomando huevo
batido con oporto. Si se juntan estas dos versiones se
puede llegar a otra que sería: cuando papito le dijo a
mamita, “dejame que yo eyacule adentro tuyo para que
tengas este buen semen para alimentar a la niñita”, mamá
y yo nos confabulamos y fingimos hacerlo. Ella fingía que
me lo daba como alimento y yo fingía que lo tragaba.

350
SOR BELEN

Versión dos: cuando papito le dijo a mamita “dejame


que yo eyacule adentro tuyo para que mi semen haga que
tu leche sea buena y rica para el bebé”, mamá lo dejó que
eyaculara pero me dijo a mí en secreto: “chupá de la otra
teta”.
Empezamos a tener algunos datos acerca de la relación
de connivencia entre la nena y la mamá con respecto a la
eyaculación del padre y esto parece importante.
Ahora, lo que implica todo esto es que lo que los
hombres realmente quieren, es que las bebitas le chupen el
pene, y si no lo obtienen directamente lo hacen indirecta-
mente eyaculando adentro de la mamá, para que el semen
se mezcle con la leche y que de esa manera las bebitas lo
chupen indirectamente.
Otra versión: cuando vos creés que Jesús está en la cruz
sufriendo, en realidad está ahí mirando con relativo pla-
cer, cómo ustedes las chicas, toman la hostia.
Digo esto solamente para mostrarles de qué manera
perversamente sadomasoquista es el mundo de las relacio-
nes dentro del claustro. No hay relaciones, solamente hay
confabulaciones y alianzas. El único valor en ese sistema
de valores es la supervivencia, y la supervivencia significa
no ser echado. Lo que significa ser echado hay que descu-
brirlo con cada paciente, pero generalmente significa
volverse esquizofrénico.
¿Seguimos?

Analista: En la sesión anterior había contado una pelea con sor


María en tono trágico. Supone que ha provocado un enfrenta-
miento irreconciliable y no encuentra consuelo. Le había echado
en cara hacer claras preferencias hacia sor Ángeles en detrimento
suyo. Por la noche me llamó para contarme que se sentía mejor.

Paciente: Me parece que usted tiene razón, estuve pensando


en lo que hablé de los sacrificios, pero voy a conversarlo con
el padre Fabián. Yo quiero inspirarme en la vida de los santos.
Ellos se sacrificaban. Cuando ayer me encontré con María,
ella no se había tomado para nada a la tremenda lo que pasó,
y hablamos lo más bien. Por la tarde estuve bien, pero tuve que
ir a una clase que daba un padre así que no lo pude llamar hasta

351
DONALD MELTZER

la noche. Le pedí permiso a la madre, pero no le conté para qué


quería hablarle porque para qué, igual ella no preguntó. Yo sí
me la tomaba a la tremenda. Para mí todo es una tragedia.
Bueno doctor, no sé si usted me quería decir algo más de lo que
me dijo ayer... (se queda callada) ...Entonces quería contarle
un síntoma, yo sé que usted se va a enojar porque es una
estupidez, porque yo hago siempre lo mismo, pero no es
voluntario y cuando viene el padre Fabián para mí es un
drama...

Dr. Meltzer: Si la manera de mirar el material anterior era


para tener distintas versiones de la forma en que ella
entraba en alianzas y pactos perversos con la madre,
ahora tenemos la oportunidad de ver cómo hace lo mismo
en la relación con el padre; el ejemplo sería el llamado
telefónico al analista.
Continuemos...

Paciente: ...pero no es voluntario y cuando viene el padre


Fabián para mí es un drama. A él no se lo conté porque me iba
a cargar, así que total para qué... Resulta que yo escuché que
decían... (este es un comienzo muy remanido de sus relatos, y
calla para ver cómo lo tomo yo) ...yo sé que a usted le parece
una tontería, pero yo escuché que decían que sor Encarna-
ción... no sé quién lo decía, alguna de las monjas mayores
supongo, no me acuerdo... decían que sor Encarnación se
murió de cáncer. Eso es cierto, ella tuvo un cáncer y se murió.
Bueno, decían que tuvo un cáncer porque comía cucarachas, y
que comer cucarachas produce cáncer. Eso decían... ¿es cier-
to, es cierto? Bueno, eso se lo ofrecí a Dios como un sufrimien-
to, un castigo.

Analista: No entiendo, ¿usted quiere decir que se lo ofrecía


como algo bueno?

Paciente: (Se ríe tensa) Bueno, como un sacrificio, como los


que se castigan, nosotras hacemos penitencia. Yo no la entien-
do mucho pero la obedezco...

Dr. Meltzer: Parece que hablar por teléfono con el analista

352
SOR BELEN

y comer cucarachas está relacionado de alguna manera, y


está vinculado por un lado al hecho de provocar cáncer, y
por el otro lado al sufrimiento de los mártires y de los
santos. Tenemos otra versión de este terrible semen de
papá, que en esta sesión se llama cucarachas así como en
la sesión anterior se llamaba huevo batido con oporto.
Se hace claro que aquí hay dos versiones distintas: una
es que si se comen cucarachas, o si se toma oporto con
huevo batido, se es una chica mala y perversa, entonces
una va a ser echada con cáncer. La otra versión es que si
una se somete al displacer, sufre, se aguanta, se martiriza,
como un sacrificio para Jesús, entonces una se convierte
en una santa.
¿Qué significa este mundo kafkiano? Significa que éste
es un mundo donde no hay manera a través de la cual se
pueda saber, ya sea a través del pensamiento, de la obser-
vación, de la reflexión, o de la comparación, si algo es
bueno y santo y una va a ser promovida a ser una santa; o
si algo es malo y terrible y uno va a ser echado para
siempre del claustro. No hay manera de saber por qué en
este mundo todo está determinado por algo arbitrariamen-
te decidido desde arriba. Es arbitrario en el sentido que no
hay absolutamente ningún fundamento, es simplemente
una cuestión de los factores imponderables que rigen los
caprichos de los que viven ahí arriba en el castillo, en el
Vaticano, en el palacio presidencial, o en la comisión de la
Asociación Psicoanalítica.
En este momento en su relación con el terapeuta, ella no
sabe si estos secretos llamados telefónicos al analista son
parte de su santidad incipiente, o si van a ser descubiertos
en realidad como un pacto con el diablo.
Pero en estos ejemplos parece claro que lo crucial es la
cuestión de si uno se traga o no se traga el semen de papá.

Paciente: ... yo no la entiendo mucho pero la obedezco, y yo


pienso que cuando estoy en la cocina, las cucarachas... en la
cocina hay cucarachas ¿sabe?, están por todos lados, y apoyan
las patitas vaya uno a saber dónde porque andan por cualquier
parte... entonces yo apoyo una cuchara o algo así allí, después
negligentemente no lavo bien, y las hermanas se contaminan

353
DONALD MELTZER

en el refectorio y van a tener cáncer. ¿Puede ser?

Analista: Yo sé de una hermanita que sí se contamina, co-


miéndose cualquier cosa que proviene de una vieja loca, vaya
uno a saber cómo.

Paciente: Bueno, yo creo que fue alguna de las hermanas


mayores la que lo dijo, porque no fue Liliana, ni María, ni
Ángeles, ni Mercedes, ni Lucía, así que tiene que ser alguna de
las ancianas.

Analista: Por lo pronto es una vieja que no puede ponerse de


acuerdo con el padre, que en esta sesión se llama Fabián.

Paciente: ¿Entonces no producen cáncer? (se queda calla-


da)...

Dr. Meltzer: A lo que quiero llegar es que las cosas real-


mente se salieron de control, que ese semen terrible está en
todas partes; estas patitas encantadoras de las cucara-
chas son su forma de distribución y están por todos lados.
Esto en sí mismo no importa, lo que importa es si uno se lo
come de una manera santa o se lo come de una manera
pecaminosa. Esto tiene que ver con el llamado telefónico
secreto al analista. Esto no significa transferencia, sino
que significa que Ud. es sólo parte del sistema y que
hablarle a Ud. en las sesiones es como una confesión
donde el analista toma algunas notas y va a informar a la
jerarquía y demás. Tal vez si le tiene cariño va a darle
algún dato, alguna ayudita para que ella no se meta en
problemas. Pero ahora apareció otra cosa que es este
llamado telefónico secreto, y entonces ahora Ud. es parte
del sistema de las cucarachas.

Paciente: ¿Entonces no producen cáncer? (se queda calla-


da)... Bueno, no es voluntario... (me dice como aplacándome)

Analista: Usted debe creer que a mí me queda dando vueltas


en la cabeza lo que me dice, sin saber qué hacer, y me parece
bien que sufra como castigo.

354
SOR BELEN

Paciente: No, no, no... yo no creo que ni a usted ni a Dios les


parezca bien eso, lo digo porque lo oí. Para colmo después me
aparece otra idea y esa es la peor, que es que yo le entrego el
alma al diablo, y yo sé que no, al menos según el padre Fabián
que me dice que se lo cuente a usted, por eso lo hago, a pesar
de que usted ya me interpretó acerca de este síntoma y lo sigo
teniendo sin poder evitarlo.

Analista: No sé qué pasa con el alma, pero lo que hace a la


capacidad de discernir no se la da al padre sino a la vieja, que
probablemente es la misma que le dice que no tome su huevo
con oporto.

Dr. Meltzer: Uno puede ver aquí qué tarea tan imposible es
tratar de entender este material como si fuese material
analítico y tratar la relación con Ud. como si fuese trans-
ferencial. Ella lo absorbe como una de las centenares de
personas en esta organización, hacia su mundo claustro-
fóbico. Cualquiera que ha tenido la experiencia de tratar
pacientes psicóticos borderline tiene esta misma vivencia,
la de volverse simplemente uno más de innumerables per-
sonajes en su mundo borderline, y esto se ha llamado
transferencia psicótica.
En mi experiencia es una tarea interminable y estéril,
tratar un material así como si fuera transferencial. Si
volvemos al concepto de identificación proyectiva y pen-
samos que el material es un material claustrofóbico y
refleja que por lo menos una parte o quizá toda su perso-
nalidad está viviendo adentro de este claustro –probable-
mente un equivalente al dormitorio de sus padres en su
infancia–, tenemos acá entonces una ilustración perfecta
de los dos tipos distintos de fenomenología que se produ-
cen por la identificación proyectiva. Una es la parte
identificatoria que tiene características fundamentalmen-
te grandiosas y en ese sentido una identificación delirante
con el objeto, y que aquí está representada en ella por la
aspiración –no expresada pero indudable– de santidad. La
otra es la angustia claustrofóbica, la ansiedad de estar
atrapada en un mal lugar, donde uno está siempre en
peligro, en este caso de ser acusada de hacer un pacto con

355
DONALD MELTZER

el diablo, y de ser echada de ese lugar.


Se puede ver ya en este material la naturaleza general
del mundo claustrofóbico, que es un mundo institucionali-
zado, jerárquico, y todo está reglamentado arbitrariamen-
te desde arriba. En este mundo se puede sobrevivir de dos
maneras diferentes: una es a través del engaño y el disimu-
lo de modo que nadie se dé cuenta que uno en realidad no
cree en ese mundo, o se puede creer en ese mundo y tratar
de llegar hasta la cumbre.
La estrategia que se puede instrumentar, entendiendo
de esta manera la doble fenomenología de la identifica-
ción proyectiva, es también doble: una, es dirigir la aten-
ción a la grandiosidad, y tratar de minarla –en el sentido
de hacerla disminuir– describiéndola, que en el caso de
ella consistiría en la creencia secreta que tiene de que ella
es una santa, y su esperanza que finalmente se van a dar
cuenta de su santidad y va a ser canonizada. Y por el otro
lado describirle la naturaleza del mundo claustrofóbico en
el que está viviendo: todas sus cualidades claustrofóbicas,
las exigencias que plantea de deshonestidad y engaños, la
imposibilidad de toda relación íntima, cómo todo es reem-
plazado por connivencias y alianzas; y mostrarle cómo en
ese mundo no hay ninguna posibilidad de relaciones ínti-
mas.
La dificultad en esto es que las instituciones –cualquier
institución no importa cuán benevolente sea–, se parecen
en algo a ese mundo claustrofóbico. En este caso es
necesario tener claridad en la mente suya (del analista)
que lo que le está describiendo no es la Iglesia Católica,
sino su forma de vivenciar la Iglesia Católica. La Iglesia
Católica es sólo una institución, y tiene este parecido.
La tercera parte de esta estrategia es insistir cada vez
que sea posible que usted no está viviendo en ese mundo
claustrofóbico, que usted es psicoanalista pero que eso no
significa que usted vive en el claustro-mundo psicoanalí-
tico como ella en su institución. Mostrarle que en el
consultorio el analista es absolutamente un individuo que
no está bajo ninguna jerarquía y no tiene que dar informes
a nadie. Uno es totalmente responsable de llevar adelante
el análisis con la paciente, interesado en su bienestar

356
SOR BELEN

mental, y eso es lo único que importa. El significado de


esta estrategia es esencialmente que está de visita adentro
de un mundo claustrofóbico por dos motivos: uno, es
socavar su grandiosidad y aumentar su angustia claustro-
fóbica para que tenga ganas de salir. Pero aunque uno
está de visita en ese mundo, especialmente la está esperan-
do afuera cuando ella decida poder salir para empezar el
análisis.
Una de las cosas en que insiste la persona que vive en
esta situación claustrofóbica es que no hay salida. Uno
tiene que demostrarle –cuando el material lo permite– que
hay en algún lugar una puerta abierta, y que uno sabe que
está abierta porque uno mismo entra y sale a cada rato.
En el curso de esto también es necesario explicarle a la
paciente por qué lo que uno está haciendo con ella no es un
análisis. Debemos mostrarle qué clase de relación hay
entre el paciente y el analista cuando se está realmente en
un proceso de análisis, y por qué en el estado mental de
ella esto es imposible. Fundamentalmente a pesar de toda
esta actividad es una cuestión de esperar, y lo que ocurre
–si uno tiene suerte– es que gradualmente el paciente
empieza a vivenciar algún tipo de ligazón con uno, empie-
za uno a ver evidencias de reacciones ante las separacio-
nes y después de alguna separación prolongada –en mi
experiencia–, por ejemplo después de una vacación de
verano, ver que el paciente vuelve a uno de una manera
diferente. Y entonces si esto ocurre se entra en un período
de análisis donde el paciente entra y sale del mundo
claustrofóbico. Cada vez que el stress se hace muy grande
se refugia nuevamente en él. El análisis de estas entradas
y salidas se parece bastante, aunque de un modo muy
intensificado, a lo que he descripto como la clarificación
de las confusiones geográficas. Esto lo siento muy vívido
porque yo tengo en este momento dos pacientes con los que
estoy luchando muy fuertemente en esta forma, durante los
dos últimos años. Los dos están en este período de entrar
y salir.

Participante: ¿En qué sentido o por qué usted dice que no es


transferencia?

357
DONALD MELTZER

Dr. Meltzer: Porque no tiene nada que ver con la vida


familiar. Claro que uno ve muchas familias que son insti-
tuciones en lugar de familias, y pueden ser despotismos
benévolos o pueden ser campos de concentración o demás.
La transferencia es una manifestación de la vida familiar
–por más perturbada que sea en términos de fallas mater-
nas y/o fallas paternas, relaciones inadecuadas y demás–,
siempre es vida familiar con toda la emocionalidad que es
característica de la vida familiar. En este tipo de situación
no existe la emocionalidad de la vida familiar sino que
tiene la emocionalidad de la perversión.
Al hablar de la emocionalidad de la perversión estoy,
según mi punto de vista, usando un nombre impropio. La
emocionalidad de las perversiones –no son de hecho emo-
ciones–, son estados de excitación provocados por la
fantasía. Todo lo que sucede en este material son estados
de excitación provocados por la fantasía; no son emocio-
nes. Por lo tanto tienen también el mismo significado que
las fantasías concientes que se usan para producir la
excitación sexual para la masturbación. No son fantasías
inconcientes sino fantasías concientes para crear la exci-
tación.
La mayor parte de los pacientes borderline que uno ve
no están tan enfermos como parece estar esta mujer, y la
mayoría han tenido algunos años –aunque sean pocos– en
la infancia de desarrollo razonablemente normal; hasta
que diversos factores, ruptura en el grupo familiar, enfer-
medad grave, toda clase de cosas, ocasionaron esta vuelta
en campana, de manera que sus órganos de atención, su
conciencia, y por lo tanto su motilidad, su actitud hacia
todo, resultaron dominados por una parte de la persona-
lidad en identificación proyectiva. Mi suposición es que
esta paciente no tuvo casi un período así en su vida.
Sospecho que en ella este estado mental ha estado presen-
te, como dije, desde que vivía en el dormitorio de los
padres. Las situaciones que muchas veces provocan este
volcarse a un área inconciente donde se está en un estado
de identificación proyectiva en niños menos perturbados,
pueden ser mudanzas, especialmente migraciones, tener
que cambiar de país y de idioma, y estos cambios son

358
SOR BELEN

algunas veces los que provocan el volcarse hacia el claus-


tro.
Una categoría de estos pacientes son algunos pacientes
seudo maduros, que dicen cuando están en análisis que no
pueden recordar nada de sus primeros años de vida, o
hasta los 7, 8 años. Y esa época –de los 7, 8 años– es el
momento donde se dio algo, a veces algo no tan traumático
en un sentido más amplio como una mudanza, pero que
marca como una divisoria de aguas entre un antes y un
después, y en ese después se han refugiado adentro del
claustro.

Participante: Cómo diferencia usted entre lo que sería un latente


que se maneja en una estructura jerárquica antes de la desideali-
zación de los padres, y este tipo de vida en estas instituciones.

Dr. Meltzer: El período de latencia de un chico normal o la


latencia normal, es el momento de la vida donde se ha
escapado del torbellino del conflicto edípico, conflicto
edípico predominantemente pre-genital, a través de la
imposición de mecanismos obsesivos que permiten mante-
ner controlados y separados a sus objetos, y también a
través de esto mantenerlos desexualizados. El niño latente
normal es lo que se podría llamar el latente suave; porque
no deja de tener alegría, puede jugar, divertirse, disfrutar
cierto monto de intimidad en el hogar, con amigos y
demás. En oposición a esto está el niño latente rígido que
muchas veces tiende a ir hacia la seudomadurez. Este niño
en general es un niño que carece de alegría, que vive con
una intensísima angustia por hacer cosas que serán mal
vistas, y tiene temor a terribles castigos que especialmente
son los de ser expulsados de su familia.
En una paciente como ésta estamos tratando con la
identificación proyectiva en el recto de la madre; el mundo
de las perversiones sexuales, y de una manera u otra el
mundo del campo de concentración. Hay otros tipos de
pacientes psicóticos borderline que están en identifica-
ción proyectiva en otros lugares o espacios del interior del
objeto materno. Están aquellos pacientes en los que el
aspecto identificatorio de la identificación proyectiva toma

359
DONALD MELTZER

la forma de una erotomanía y están dentro del área geni-


tal. También se ven algunos –con menos frecuencia– que
están en un estado de bienaventuranza blanda, sin conte-
nidos, muchas veces acompañados de una gran omniscien-
cia y de una secreta religiosidad grandiosa; éstos parecen
estar adentro de la cabeza y los pechos.
La razón para llamarlos psicóticos borderline en mi
opinión, es porque estos estados, si están bien estableci-
dos, son estados pre-esquizofrénicos, y esta paciente es sin
duda una esquizofrénica en potencia. Puede verse con el
material de las cucarachas, cómo las cosas se le pueden
escapar tanto de las manos, que ella entra en un estado tan
fuera de quicio, que comienza a aparecer el sistema deli-
rante paranoico.

Participante: Al comienzo Ud. habló de la diferencia entre fobia


y paranoia, ¿podría ampliar esto?

Dr. Meltzer: La diferencia entre los estados paranoicos y


la persecución incipiente que puede verse en todo el mate-
rial que presenta esta paciente, es que para el paranoico
todo está explícitamente y específicamente dirigido contra
él y es una manifestación de una especie de egocentrismo
monolítico. Para esta paciente la persecución no es más
que la naturaleza del mundo claustrofóbico, y todos en
este mundo están igualmente perseguidos cuando están en
el mismo nivel de la jerarquía que ella; piensa que los que
están en niveles superiores están en otra situación.

Paciente: No, no... creo que entiendo lo que me quiere decir...


(Se queda callada y después dice:) ¿Quiere que cuente un
sueño doctor? (La pregunta es para ver si terminé con lo
anterior y puede dar vuelta la página). Es un sueño que tiene
tres partes. En la primera yo hacía un viaje al norte de la
provincia de Buenos Aires, no sé adónde era aunque conozco
la zona. Sería San Nicolás o Zárate... por allí. Yo me acuerdo
de la palabra “Rosario”. Yo tenía miedo de quedarme dormida
y despertarme en Córdoba porque me había pasado de largo. Si
eso pasaba no iba a hacer a tiempo como para volver al
convento y ver al padre José María que iba a dar misa, y eso me

360
SOR BELEN

angustiaba. En la segunda parte yo cantaba “Historia de amor”,


que es una canción de la que yo recuerdo la música pero no la
letra. Por fin me tenían que operar el intestino...

Dr. Meltzer: ¿Esa es la tercera parte o sigue con la segunda


parte?

Analista: No, sigue con la segunda parte...

Paciente: Por fin me tenían que operar el intestino y yo decía:


“¡qué terrible!”. Yo pensaba que me iban a dormir y no iba a
sentir nada, pero igual tenía miedo. Me acordaba de las herma-
nas que fueron operadas pero eso no me tranquilizaba. En la
tercera parte yo llegaba acá y salía esa rubia que sale los
viernes; es muy buena moza. Liliana había venido conmigo y
había entrado a hablar con usted porque quería decirle algo.
Cuando salía estaba contenta y cantaba una canción, que aun-
que no tenía malas palabras, no era propia de una monja. Y yo
decía eso, “¿qué le pasa a Liliana?, eso no es propio de una
monja”. Rosario me hace acordar a un rosario, y Córdoba a que
el padre José María dijo que iba a pasar sus vacaciones allí, en
el lugar donde viven los seminaristas cordobeses. Iba con sus
propios seminaristas, sor Jesús –que es de Catamarca– porfiaba
que iba a ir a Catamarca, pero él había dicho que no. Antes sí
había ido alguna vez y le había llevado cartas a Jesús, pero esta
vez no. Jesús es así, si le hablan de Catamarca ella no razona.
Con eso de si llegaba tarde me acuerdo que tal día es el último
que viene José María al convento...

Dr. Meltzer: ¿Eso todavía es el sueño?

Analista: No, ella me está diciendo qué piensa del sueño.

Dr. Meltzer: ¿Dónde termina el sueño?

Analista: Cuando Liliana salía y cantaba algo que le parecía que


no era propio de una monja, de ahí en adelante son todas cosas que
ella dice que se le ocurren.

Dr. Meltzer: Vamos a hablar un poco del sueño porque

361
DONALD MELTZER

viene muy al caso para hablar de los distintos comparti-


mentos. Es un pequeño viaje al compartimento vaginal, y
tiene algo que ver con haber visto a esta chica rubia, linda,
muy contenta saliendo del consultorio, encima la canción
“Historia de amor”. Enseguida vuelve de la historia de
amor a la situación sadomasoquista en la parte del sueño
donde le operan los intestinos.
La pregunta es si en algún momento llegó a este otro
compartimento o si sólo se imaginó que llegó a él. Si se
durmió o no, y se despertó en Córdoba o Rosario, es muy
ambiguo. Ciertamente rechaza rápido lo que se refiere a
su fantasía erótica. Su erotismo es excitado e inmediata-
mente ella vuelve corriendo a transformarlo en una expe-
riencia sadomasoquista. Lo que pasa entonces cuando ella
ve salir a una rubia del consultorio con aspecto feliz, es
que le provoca una excitación en el proyecto o la posibi-
lidad objetiva de que ella también puede tener una rela-
ción sexual con el analista, pero eso no es apto para una
monja, y entonces rápidamente vuelve al tipo de vínculo al
que está acostumbrada, que es el del sadomasoquismo
donde el analista es alguien que le opera el intestino.
Si uno piensa que ella se enamoró del padre José María,
uno puede ver que lo que es posible –y hasta probable que
ocurra–, es que se enamore locamente del analista. Con
facilidad uno podría pensar que eso es una transferencia
erótica, más que simplemente el otro compartimento del
claustro.
Uno se podría encontrar con estos estados en forma
alternante, donde algún día viene locamente excitada
eróticamente a la sesión, y al día siguiente tiene que
reforzar su masoquismo.

Participante: ¿Usted le describiría, interpretaría, estos espacios


a la paciente?

Dr. Meltzer: Sí, se lo describiría, y le describiría aprove-


chando el material onírico las características de estos
espacios, y le diría cómo va de uno a otro, o cuando se
duerme a veces se sale de un lugar para pasar al otro.

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SOR BELEN

Analista: Esto parece celos con la rubia...

Dr. Meltzer: No, eso no es celos, es solamente decir: “¡uy,


hay otro lugar!, se trata de ese otro lugar y yo puedo estar
adentro de ese otro lugar”. Ella misma es una chica
bastante linda, ¿no?

Analista: Sí...

Dr. Meltzer: Para ella el analista, –en su posición como


funcionario del establishment–, va a estar siempre cum-
pliendo con ella una función sadomasoquista. Ella puede
ver que a veces cuando pacientes mujeres son lo bastante
lindas, el analista podría hacer algo distinto para su
propio placer sin informarlo a sus superiores.
Esto creo que viene de un contexto diferente que los
llamados telefónicos. Los llamados telefónicos tienen más
que ver con las cucarachas, la parte de ella que se humilla
masoquísticamente en su relación con el analista.

Paciente: Con eso de si llegaba tarde me acuerdo que tal día


es el último que viene José María al convento y yo no sé si voy
a llegar a verlo. Es viernes y puede superponerse con la sesión.
Además no sé si ir o no ir... (se queda callada)
Lucía, Liliana y Mónica fueron operadas de verdad en el San
Camilo. La canción la recuerdo bien pero no la letra, estaba en
un film de amor que terminaba mal porque la muchacha moría
y él se quedaba con el recuerdo de ella en la mente. En realidad
eso es lo único que yo tengo del padre José María... La señora
de los viernes siempre sale riéndose, y lo que decía Liliana era
de tono subido y me sorprendía.

Dr. Meltzer: Siempre tiene que terminar mal la historia de


amor, y bueno... ella puede permitirse un poquitito una
historia fantaseada masturbatoria, con tal que termine
mal; es aceptable siempre y cuando termine mal.

Analista: Usted me muestra en su sueño que haga lo que haga


siempre llega a la idea de José María. En cuanto a la operación
creo que usted espera que le saque el romance como si fuera un

363
DONALD MELTZER

cáncer diabólico, pero en la operación estaríamos involucra-


dos una mujer y un hombre en el consultorio y rápidamente se
le vuelve poco pía como para una monja. Sin embargo, al
mismo tiempo, creo que usted también quiere que yo me
oponga a algunas opiniones de su mente y tome partido por que
usted vaya a verlo a José María.

Paciente: Cuando yo le conté al psicólogo anterior que en mis


ideas con José María yo quería tener un bebé me dijo, con cara
de susto y horror (lo imita al psicólogo): “hermana usted tiene
que olvidarse de eso, no puede ser”. Yo no sé por qué se habrá
asustado, tal vez porque pensó que yo iba a hacer algo con José
María, ¿usted qué cree?

Analista: Yo creo que a usted se le desparraman sus propias


preocupaciones, y muchas que son suyas las supone ajenas.
Usted misma me ha contado que le parecía un horror que su
mamá y su papá fueran a fabricar un bebé.

Paciente: Pero fue él el que dijo eso.

Dr. Meltzer: El analista tiene por delante una tarea terri-


ble... A veces cuando uno tiene este tipo de pacientes puede
ser una buena idea ponerse uno mismo, un límite temporal,
pensar cuánto tiempo uno lo va a poder soportar.
Cuando era más joven yo seguía, y trataba de ver,
investigar, descubrir qué podía hacer y qué me podía
seguir enterando de un paciente así. A medida que soy más
grande pienso que no tengo tiempo y que no se puede.
Hoy en día con este tipo de pacientes yo me doy entre
dos o tres años, que es más o menos el tiempo que creo que
los puedo soportar; dudo que pueda soportar más que eso.
Esto por supuesto es diferente en el tratamiento psicoana-
lítico de pacientes esquizofrénicos, que uno se mete y se
mete, sabiendo que predominantemente lo que está es el
interés científico por aprender cosas con relación al fun-
cionamiento mental y no tiene un proyecto terapéutico,
entonces sigue pero por un interés más científico que
terapéutico. En cambio con estos pacientes uno tiene
expectativas de lograr algo terapéutico y es muy duro

364
SOR BELEN

esperar la oportunidad de hacer algún trabajo analítico.


Con el marco de referencia que yo he señalado y con la
estrategia que propuse sin duda el o la paciente se va a ir
volviendo más y más hostil con el análisis y el método
analítico, en tanto que socava la idealización de la iden-
tificación e incrementa su conciencia de la claustrofobia,
de su aislamiento en relación con un mundo más feliz e
íntimo. Se ponen furiosos cuando uno insiste que la puerta
está abierta, que no es un claustro, que la puerta por la que
entraron está abierta y pueden salir por ella y no le creen.
Están furiosos con uno como si uno los estuviera atormen-
tando con tentaciones, hasta que de repente aparece en un
sueño, y ahí está. Entonces aparecen estos sueños intere-
santes en donde la puerta está abierta y salen, e inmedia-
tamente se encuentran con una oleada de ansiedad depre-
siva tan enorme que vuelven a salir corriendo a meterse en
el claustro. Un paciente sale e inmediatamente se encuen-
tra con la mamá que le reprocha de qué manera la ha
desilusionado, otro paciente inmediatamente se encuentra
con el marido de una mujer que él ha seducido... y entonces
salen corriendo y se meten en el claustro.

365
DONALD MELTZER

REFERENCIAS TEORICAS

Claustrum. Una investigación sobre los fenómenos claustrofóbi-


cos.

Este libro se basa en experiencias clínicas con pacientes cuyos


trastornos son el resultado del aspecto claustrofóbico de la ope-
ración de la identificación proyectiva, su significado como fenó-
meno mental en el desarrollo individual así como el impacto en
la sociedad que estas personas contribuyen a formar.
El autor aclara que sus descripciones pueden parecer cuentos
de hadas para los analistas que no han trabajado con niños o con
adultos psicóticos o borderline, desde el momento que estos
fenómenos son poco visibles en pacientes neuróticos. En su
trabajo “La relación entre la masturbación anal y la identifica-
ción proyectiva” (1966), había estudiado las consecuencias ca-
racterológicas y transferenciales de las partes del self incluidas
e identificadas con el objeto interno.*
En El Proceso Psicoanalítico éstos son descriptos como fenó-
menos transitorios en la fase de confusiones geográficas. El
estudio de los aspectos identificatorios de la identificación pro-
yectiva atraviesa toda su obra pero sólo a partir de la década del
setenta. Por el doble efecto de los fenómenos clínicos y del
impacto de la obra de Bion en su pensamiento se interesó por
estudiar los fenómenos claustrofóbicos.
Meltzer se interesó en estudiar la relación entre estos procesos
y las alteraciones del pensamiento. Aplicó las descripciones de
Bion de la mentalidad de Supuestos Básicos en el funcionamiento
grupal, a las formas de pensamiento alteradas que encontró en
algunos pacientes.
De los fenómenos clínicos dedujo que este trastorno de pensa-
miento era la manifestación del predominio de una estructura
narcisista, la que resulta de la intrusión de una parte del self en
uno de los espacios del objeto interno. Consideró las motivacio-
nes de esta intrusión como complejas. A partir de un conflicto
frente al objeto –el conflicto estético– investigó las posibilidades
de la mente para solucionarlo. El conflicto estético tiene su

*
M. Klein se interesó casi exclusivamente en la identificación proyectiva en objetos
externos.

366
SOR BELEN

origen en la admiración que despierta la percepción de la belleza


del objeto y el misterio frente al desconocimiento de su contenido
(que no puede percibirse).
Una de las posibilidades de salida frente al conflicto estético
consiste en respetar el misterio y la intimidad del objeto; y en
construir los contenidos de su interior a través de un proceso
imaginativo que toma las formas de los objetos externos y las
experiencias del mundo para su formación, del mismo modo que
el sueño se construye con los restos diurnos. Cuando esta salida
no es posible el conflicto se resuelve con la intrusión en el objeto
y el conocimiento omnisciente de sus contenidos y cualidades.
Estas dos formas de conocimiento, el imaginativo y el omnis-
ciente, constituyen una extensión de la metapsicología freudiana
porque Meltzer propone la inclusión del punto de vista epistemo-
lógico, que se agrega al punto de vista geográfico. Queda por
desarrollar, el punto de vista estético.
Desde el punto de vista geográfico la mente puede subdividir-
se en seis áreas distintas. Dejando de lado el útero y el “no lugar”
del sistema delirante, las áreas habituales son el mundo externo,
el interior de los objetos externos, el mundo interno y el interior
de los objetos internos. Es en este último espacio en el que se
producen los fenómenos de identificación proyectiva. Pero el
espacio no es continuo. Sobre la base de la experiencia de las
propias zonas erógenas y los servicios prestados por el objeto
materno, la fantasía construye una división del interior del objeto
en tres espacios: la cabeza-pecho, el compartimento genital y el
espacio rectal.
Cuando estos espacios están construidos imaginativamente
desde afuera del objeto,* las funciones de cada espacio y sus
orificios dependen de la asistencia y reparación del genital pater-
no que contribuye a fabricar la leche en el pecho, purificar y
limpiar el recto, alimentar y mantener con vida a los bebés en el
espacio genital.
Pero estos espacios cambian cuando son vistos desde el inte-
rior del objeto como resultado de los motivos agresivos de la
intrusión. La cabeza-pecho que es un objeto combinado pierde
sus cualidades de generosidad, reciprocidad estética, capacidad

* Es decir que se construyen en relación a las fantasías edípicas en las que el self está
diferenciado de los objetos parentales.

367
DONALD MELTZER

de formación simbólica para transformarse en un lugar donde


reina la adulación, complicidad, indolencia, la incapacidad para
el pensamiento y el juicio y la alienación por el “elitismo”.
Cuando el centro de gravedad de la personalidad -el sentimiento
de “sí mismo”, la conciencia y la atención-, radica en la parte del
self que habita la cabeza-pecho del objeto interno, la caracterología
resultante se caracteriza por la indolencia, el valor de la comodi-
dad, curiosidad sin interés, obediencia por inercia. Son persona-
lidades en las que no cabe la idea de esfuerzo sino de parasitismo.
Son habitantes de un paraíso antes de la expulsión, donde basta
estirar la mano para comer. Esta es su imagen del mundo, certi-
ficada por su omnisciencia.
Cuando predomina la parte del self que habita el espacio
genital, la vida tiene un carácter erotomaníaco, el objeto esencial
es el pene erecto que se siente igual al propio cuerpo (ser el falo).
El cuerpo es permanentemente decorado y embellecido y las
identidades sexuales son asimiladas al aspecto, de ahí surge la
exacerbación del “machismo” y la coquetería extrema. Estas
características resultan de una denigración de la escena genital
tal como se concibe desde el exterior del objeto; el dormitorio de
los padres es un santuario con un clima de amor y trabajo, el padre
alimenta, fertiliza y limpia a la madre y la privacidad es respeta-
da.
La vida en el recto es el área donde la identificación intrusiva
origina las más severas patologías; la atmósfera es de extremo
sadismo, la estructura de sus habitantes es jerárquica, de tiranía
y sumisión. Así como en los otros espacios los valores son
respectivamente la comodidad y el placer erótico, cuando la
visión del mundo se genera en la parte del self incluida en el
recto, el único valor es la supervivencia y la expulsión genera “el
terror sin nombre”, la soledad en un mundo de objetos bizarros.
Se degrada totalmente la imaginación que se tiene del recto
materno desde el exterior del objeto, como un lugar donde se
almacenan los desechos de los bebés, que el genital paterno
limpia y protege para la madre y su prole.
En este espacio es donde más se altera la capacidad de pensa-
miento; reinan los supuestos básicos de Bion; y la conformidad
es la sumisión al gran líder: el pene fecal, de donde surge una
destrucción de todo vínculo emocional; es el área de menos L, H
y K.

368
SOR BELEN

Los problemas técnicos para el análisis cuando la personali-


dad está dominada por estos sectores son arduos. Están basados
en la contratransferencia –que es existente pero no es utilizable–
, y la incapacidad de relaciones emocionales íntimas limita el
potencial para la terapia. Tras una apariencia de colaboración se
evidencia la superficialidad y la ambigüedad, y hay que resolver
los permanentes malentendidos. Las palabras del analista son
entendidas como manifestaciones de un arrogante elitismo, de
una apenas encubierta seducción o de abierto sadismo. Requiere
un largo camino recuperar al niño que se ha extraviado en el
camino.
Vale la pena aclarar que el problema no es sólo el de una
“visión del mundo”, porque todos tenemos un sistema de signifi-
cados y valores a través de los que construimos una visión del
mundo. Pero ahí radica la diferencia, la construimos y reconstrui-
mos y cambiamos y “la única ‘fe’ que se requiera es una absoluta
creencia en la propia debilidad, ignorancia, impotencia y morta-
lidad, para descubrir la visión de la belleza-del-mundo y de los
sentimientos apasionados” (pág. 115 de “Claustrum”).
Las “visiones del mundo” de estas personalidades, son rígi-
das, omniscientes, cargadas de slogans y frases hechas. El pasado
no está armado con recuerdos sino con rumores, relatos propios
o ajenos de dudosa validez. No existen anhelos para el futuro
desde el momento que no aparece ninguna emocionalidad, sino
excitación o angustia.
La evidencia de este modelo psicoanalítico no puede ser
demostrada sino vivida a través de las propias experiencias y una
de ellas es dejarnos llevar por el material de esta supervisión.

Descriptores: Borderline. Caso clínico. Religión. Religiosi-


dad. Supervisión.

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