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Bloque I: Introducción a la Lingüística

Veremos qué son lengua, lenguaje y habla, y cuáles son las diferencias entre ellos. En primer lugar, el lenguaje es
la capacidad para comunicarse que poseen los hablantes. Entra aquí el debata acerca de si esta capacidad es
innata o adquirida. Por otra parte, la lengua es el conjunto de signos que se combinan entre sí. Al no ser este
conjunto el mismo para todos los hablantes, la lengua es social. Sapir la define como “un método exclusivamente
humano, no instintivo sino deliberado, por el que comunicamos emociones y deseos mediante un sistema de
símbolos orales”.

Esta no es, sin embargo, la única teoría. Chomsky sostiene que la capacidad creativa del lenguaje humano lo
diferencia de la comunicación animal. Hockett enumeró una serie de características del lenguaje humano, cuya
suma constituye su definición de una forma bastante aproximada. Algunas de estas características son exclusivas
del lenguaje humano, mientras que otras, como veremos a continuación, son compartidas con los lenguajes
animales. Estas características son:

 El canal vocal-auditivo: emitimos voces y oímos.


 La transmisión irradiada y la recepción unidireccional: el sonido se expande en todas direcciones, pero se
recibe por un único lugar.
 El desvanecimiento rápido: el sonido desaparece rápidamente al terminar de hablar. Para contrarrestar
esto es para lo que surgió la escritura.
 La intercambiabilidad: emisor y receptor intercambian sus papeles.
 La retroalimentación total: cuando se habla, es posible rectificar lo que se ha dicho volviendo hacia atrás.
 La especialización: no implica un desgaste biológico importante, ya que el hablar no cansa o tarda en
hacerlo.
 La semanticidad: nos comunicamos empleando signos dotados de expresión y contenido.
 La arbitrariedad, propugnada ya por Saussure: no hay una relación directa, sino meramente
convencional, entre lo que se dice y cómo se dice (significado y significante). Se puede hablar de una
arbitrariedad absoluta (v.gr.: en la palabra “veinte”) y de una arbitrariedad relativa (v.gr.: en la palabra
“veintiuno”).
 El carácter discreto de los signos que componen el sistema lingüístico: los signos están delimitados y
diferenciados, no son continuos como los colores del espectro cromático. Es decir, que, por ejemplo,
“caliente”, “tibio” y “frío” son tres conceptos totalmente diferenciados y cuyas fronteras están
claramente definidas, lo que no implica que la percepción de ellos sea la misma para todos los hablantes.
 El desplazamiento: mediante el lenguaje podemos evocar un espacio o un tiempo que no sean los
inmediatos.

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 La dualidad de estructuras (doble articulación del lenguaje): existe una primera articulación en fonemas
y una segunda en morfemas. De este modo, partiendo de un número limitado de fonemas, pueden
crearse un número ilimitado de morfemas, a partir de los cuales pueden originarse ilimitadas palabras.
Esa articulación se relaciona con la economía del lenguaje.
 La productividad: tomando como base las analogías del sistema, se pueden crear nuevas palabras
aplicando los modelos de la lengua (v.gr.: nuevos verbos denominativos: “sillear”).
 La transmisión cultural y tradicional: el lenguaje se hereda.
 La falsedad: se puede mentir.
 La reflexividad: el lenguaje puede ser empleado para hablar del lenguaje.
 La aprendibilidad: las lenguas no sólo se adquieren de forma hereditaria, sino que es posible aprenderlas.

Así pues, como ya dijimos, obtenemos una definición más amplia del lenguaje, aunque como podemos ver, los
términos “lengua” y “lenguaje” se confunden en multitud de ocasiones.

La Comunicación
El contexto comunicativo se antoja fundamental en el esquema de la comunicación (emisor, receptor, mensaje,
canal, código, contexto…), ya que no sólo debe ser entendido como las circunstancias espaciotemporales
inmediatas a la comunicación, sino que a ello deben sumarse las circunstancias sociales. Así, el contexto incluye
unos conocimientos previos que nos permiten saber lo que se dice no tiene que corresponderse con lo que se
quiere decir.

Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de las ironías. Pero esta ausencia de necesidad de literalidad en la
comunicación se da también en la variación en la positividad o negatividad del mensaje (v.gr.: el empleo de
insultos como apelativos coloquiales o incluso con valor admirativo). Lo mismo ocurre con las mentiras
ritualizadas (v.gr.: “me alegro de verte” o “que guapa estás” por lo contrario)

Funciones del Lenguaje


Bühler fue quien introdujo el concepto de “función”. Así pues, catalogó por primera vez las funciones del
lenguaje, a saber:
 La emotiva o expresiva, que está basada en los sentimientos o emociones del emisor.
 La conativa o apelativa, centrada en el receptor y en tratar de influir en él para que actúe en un sentido
determinado
 La representativa o referencial, que se centra en aquello de lo que se está hablando.

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A estas funciones básicas, Jakobson añade otras tres más:
 La función fática, centrada en el mantenimiento del canal comunicativo (v.gr.: el uso de expresiones
como: bueno, si, vale, esto, ajam…).
 La función metalingüística, que se da cuando el lenguaje se emplea para hablar del lenguaje.
 La función poética, que atiende primordialmente a la estética del mensaje y es, por ende, característica
de la literatura.
 La función lúdica, que busca jugar con el lenguaje (v.gr.: en crucigramas, trabalenguas, etc.)

La Lengua: un Sistema de Signos


Saussure definía la lengua como un sistema de signos. Un sistema es un conjunto de hechos o unidades
ordenados, que se relacionan entre sí por oposición. Una unidad no es lo que las otras son, sino precisamente lo
que las otras no son.

Esto enlaza con el concepto de “idea de valor”: el valor constituye la función que desempeña una unidad
lingüística dentro de un sistema.

Por otra parte, Saussure añade que la lengua es un sistema de signos sincrónico, es un estad sincrónico del
lenguaje. Según sus tesis, las lenguas constituyen un sistema de valores puros (signos), ya que éstos son elementos
esenciales en la comunicación. Dichos elementos, como dijimos, están dotados de valor por oposición al resto.

Las lenguas no son homogéneas, sino heterogéneas, por lo que no nos hallamos ante un solo sistema, sino que
hay tantos sistemas como lenguas. La lengua es un producto social y colectivo, ya que no podría existir en
ausencia de sociedad.

La lengua se realiza individualmente en el habla, por lo que es la abstracción del conjunto de hablas. De hecho,
su evolución diacrónica se da gracias al desarrollo del habla: todo cuanto es diacrónico en la lengua ha sido
previamente desarrollado en el habla.

Una lengua puede tener diversas normas (ya sea en distintos momentos o zonas geográficas, como, v.gr.: el
español antiguo o el español de América). Coşerieu establece cuatro tipos de variedades de la lengua:

 Variedades diacrónicas: aquellas que se dan a lo largo del tiempo, v.gr. el castellano medieval
 Variedades diatópicas. Se denominan comúnmente dialectos. Se trata de aquellas variedades de una
lengua que se localizan en diferentes ámbitos geográficos. Por ejemplo, el español de Puerto Rico.

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 Variedades diastráticas. A veces se denominan jergas o sociolectos y son diversas variedades de una
lengua que se localizan en hablas típicas de diferentes ámbitos sociales, dentro de una misma comunidad
lingüística. Por ejemplo, el habla de los soldados.
 Variedades diafásicas. Se denominan a veces registros y son diversas variedades lingüísticas que se usan
en diversas situaciones sociales. Por ejemplo, el habla culta frente a la coloquial.

Saussure califica la lengua como la parte social del lenguaje. La lengua es un todo completo que nos viene
heredado. Y al similar por herencia este sistema, somos capaces de controlar sus mecanismos de analogía.

Lengua y habla se interrelacionan, ya que para que pueda haber comunicación se precisa un código compartido.
La evolución diacrónica de la lengua se da gracias a las hablas.

Hay quienes ven una contradicción en estas tesis planteando la cuestión de si todo lo social es elemental y
organizado o si hay hechos sociales convencionales. Atendiendo a esto último, habría que incorporar a la lengua
el concepto de norma, que es puramente convencional.

El hablante mezcla sus costumbres, el código y la norma. Si quitamos el componente individual, nos queda la
norma. Si de ella eliminamos todo a excepción del sistema de valores puros esenciales para la comunicación, nos
quedamos con la lengua. Así pues, todo lo social (la norma) no es esencial.

En la lengua, los signos se relacionen de dos formas: la sintagmática y la asociativa o paradigmática. La primera
es puramente lineal, y se manifiesta en la formación de sintagmas: el niño (sintagma nominal) vino ayer
(sintagma verbal). La asociativa es una relación entre un signo presente y otro ausente, establecida por varios
criterios: relación de significado, similitud fonética, etc. Cuando se emplea el término “paradigmático”, esta
relación se restringe a signos que puedan intercambiarse en un mismo contexto.

Los Signos
Los signos, para Saussure, no están formados por un nombre y una cosa designada, sino por un referente que
abstrae a los referentes reales y concretos. Así, tenemos un significante (la conceptualización del sonido del
signo) y un significado (la conceptualización de la cosa), que para el lingüista suizo son de naturaleza psicológica.
V.gr., en la palabra “mesa”, nos referimos a una idea abstracta en la que caben todas las posibles realizaciones
concretas de una mesa, y lo hacemos mediante una abstracción de las distintas maneras que tiene de realizarse el
sonido de esa palabra. Este carácter abstracto del signo es el que dota a la lengua de arbitrariedad. Para Saussure,
los signos reúnen las siguientes características:

 Son de naturaleza oral

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 Son arbitrarios. Esto es fundamental porque, al haber distintas realizaciones entre significante y
significado, el valor viene dado desde dentro de la lengua. Esta convencionalidad del signo hace que no
tenga sentido una discusión sobre él.
 El significante aparece de forma lineal: un significante precede al siguiente, sin que se superpongan en la
secuencia oral.
 Tienen un carácter discreto: los signos están delimitados y diferenciados, no son continuos como los
colores del espectro cromático. Es decir, que, por ejemplo, “caliente”, “tibio” y “frío” son tres conceptos
totalmente diferenciados y cuyas fronteras están claramente definidas, lo que no implica que la
percepción de ellos sea la misma para todos los hablantes.
 La mutabilidad: los signos son mutables y, a la vez inmutables. El conjunto de todos los signos de la
lengua no cambia, porque no es necesario, porque es complejo, por la enorme cantidad de signos o por la
inercia en la transmisión hereditaria del uso de los signos. Sin embargo, cada signo particular puede ir
evolucionando. Asimismo (y esto no lo recoge Saussure), se crean nuevos signos (neologismos),
desaparecen otros, o se modifican los significados. Esto se debe a:
a) Causas lingüísticas: la elipsis (como ocurre en el caso de tarjeta postal >postal) o la “etimología”
popular (es decir, mutaciones de la palabra por su atribución errónea a una raíz relacionada con
su significado: *mondarina (de mondar) < mandarina, cerrojo (de cerrar) < verrojo <
verruculum).
b) Causas históricas: los signos son más conservadores que la realidad (v.gr.: carro por coche)
c) Causas sociales: las palabras generales pueden hacerse específicas (como ocurre con ratón en la
informática) y viceversa (como ocurre con penalti en casarse de penalti).
d) Causas psicológicas: Se emplean eufemismos en lugar de palabras que designan conceptos
“desagradables”: desde que falta por desde que murió.
 La estructura: para que algo esté estructurado, tiene que estar ordenado por niveles superiores e
inferiores. Una unidad inferior puede funcionar como una unidad superior (v.gr.: el verbo, en principio,
es una unidad inferior con respecto a la oración: mañana vamos al cine, pero puede funcioner como una
oración: ¡vamos!). Asimismo, también puede ocurrir el proceso contrario (v.gr.: una oración, como ayer
vi al niño con tu hermana, puede funcionar como adjetivo: el niño que vi ayer con tu hermana es
insoportable). Dos unidades del mismo nivel pueden unirse (v.gr.: simpático y tonto) o conmutarse,
puesto que están en relación paradigmática.

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