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EL PROCESO DE DESPEDIRSE.
Desde luego que ésta, es una situación menor que probablemente no traerá
mayores consecuencias. La mayoría de las personas que veo en terapia han
acumulado gran cantidad de situaciones inconclusas de mucha intensidad
emocional. Por ejemplo, un paciente que cuando niño fue humillado y disminuido
Los freudianos han discutido esta conducta neurótica y para prescribirla han
acuñado el término “repetición compulsiva”. Sin embargo, no se han ocupado de
los cambios físicos que se presentan. Además, la terapia freudiana, con su énfasis
en el pensamiento y en los interminables juegos de los por qué’s, refuerza este
aferrarse al pasado en vez de alentar su abandono. Por otro lado, el
conductismo, mientras trabaja por la eliminación de la tendencia a las respuestas
repetitivas, no da al cliente herramientas para prevenir futuras reacciones de
aferrarse.
¿Qué hacen las personas para no concluir estas situaciones? En primera, la gran
mayoría comienza desde la infancia suprimir emociones dolorosas o arrolladoras
mediante la contracción crónica de la musculatura lisa y esquelética, y la inhibición
de la respiración. Esto produce el entumecimiento de sus cuerpos; y cuando llegan
a ser adultos, su sensibilidad corporal está ya, seriamente disminuida. Y como
todos los sentimientos están localizados en el cuerpo, no logran percatarse de
ellos. Esta falta de capacidad de darse cuenta les imposibilita concluir situaciones
emocionales. Incluso, si llegan a percatarse de sus emociones, su tendencia es
suprimirlas; desde sus mentes reciben órdenes que dictan que no deberían
enojarse, que no deberían expresar amor, que no deberían sentirse tristes. Así
entonces, van silenciando los mensajes que su cuerpo les entrega y van
transformando la excitación emocional en dolor físico, tensión y ansiedad.
situación y su madre le servía como una pronta disculpa para todos sus
fracasos en la vida. Otro beneficio era que podía proyectar en su madre sus
propios rasgos indeseables; cuando le señalé que ella se asemejaba a su madre
en muchos aspectos, se estremeció y me rogó que no dijera eso porque odiaba
tanto a su madre.
Puede haber asuntos inconclusos entre padre e hijo, entre esposos, entre
amantes, entre amigos o entre cualquier otro par de personas que hayan tenido
una relación intensa y duradera. Hay muchos asuntos inconclusos en la relación
mientras ésta dura; cuando la relación termina –por muerte, divorcio, por
alejamiento de una persona, etc.-, la relación en sí misma queda inconclusa. El
individuo se halla aún cargado con mucha emoción acumulada y no expresada:
viejos resentimientos, frustraciones, antiguas heridas, culpas e incluso amor y
aprecio que no han sido expresados. La presencia de estas emociones
inexpresadas dificulta poner término a la relación, sencillamente debido a que la
otra persona ya no está cerca para escucharlas. Una de las formas en que puede
resolverse esto es que la persona exprese sus resentimientos en fantasía a la
persona que se ha alejado. Sin embargo, pocos de mis pacientes han hecho esto.
Hay una serie de razones de por qué no lo han hecho.
En primer lugar, algunas de las formas que las personas usan para evitar concluir
cosas y que han sido expuestas en la sección anterior también sirven para evitar
concluir la relación y despedirse. Muchos pacientes no se han percatado de lo que
sintieron al final de una relación. Por ejemplo, recuerdo a un joven, quien no se
daba cuenta para nada de la intensa culpa y pena que sintió al tener que matar a
su gato regalón, por estar éste muy enfermo.
También se obtiene una serie de beneficios al no despedirse. La mujer sola que
teme entablar nuevas relaciones con otros hombres puede usar su apego a su
Resultado de agarrase.
Una de las consecuencias del agarrarse son los síntomas físicos. Algunos
pacientes han identificado partes de sus cuerpos como representativas de
personas que se han ido. Vi a dos mujeres en terapia que mantenían a sus
madres en formas de úlceras. Otro ejemplo es una joven con la que trabajé en un
taller de fin de semana que tenía las manos crónicamente frías, mantenía una
actitud de reserva despreciativa hacia los demás y literalmente no los tocaba. Su
madre había muerto cuando ella tenía tres años y durante nuestro trabajo
(terapéutico) se había dado cuenta de que sus manos frías eran lazos con su
madre muerta y fría y también un símbolo de ella. Cuando fue capaz de
despedirse de su madre, sus manos se entibiaron repentinamente y por primera
vez en su vida pudo tener un contacto significativo con los demás.
Así, resulta muy importante destacar que el despedirse del padre fallecido o del
esposo divorciado, es un proceso idéntico al expresar sentimientos a otra persona
y a dejarlo ir durante una ausencia temporal.
Entonces le pregunto al paciente si tiene algún asunto inconcluso con alguien que
se ha marchado y si la respuesta es afirmativa, le pregunto si quiere despedirse.
En este momento muchos pacientes dirán que sí; si abiertamente afirman que no
desean soltarse del cadáver, trabajaré con ellos lo suficiente como para que se
percaten de sus objeciones a despedirse. Si después de descubrir sus objeciones
aún insisten en que no quieren desprenderse y que no tienen conflicto en ello, me
detengo ahí. Si un paciente desea trabajar en despedirse, entonces procedo con
el siguiente paso…