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Teorías sobre las migraciones

Ubaldo Martínez Veiga

RESUMEN:
Teorías sobre las migraciones
El artículo parte de la constatación de una cierta confluencia entre la Historia y
el resto de las Ciencias Sociales a la hora de estudiar los fenómenos migratorios. Así la
perspectiva histórica ha permitido diluir una imágen estática de algunas sociedades que
era producto del estudio de la emigración de carácter sincrónico. A continuación se
pasa revista a un modelo de análisis de las migraciones, procedente de la Economía,
como es el muy criticado modelo neoclásico que se sitúa en un plano “micro”. Sin
embargo, otras Ciencias Sociales, como la Geografía, han introducido un nivel sistémi-
co o “macro” de análisis. Ante este dilema, se defiende la conveniencia de unir las teo-
rías de uno y otro nivel, mediante la búsqueda de teorías de tipo intermedio o mesote-
orías. Las redes migratorias pueden resultar fundamentales en esta búsqueda, pero
como se dilucidan en el terreno empírico, el artículo termina con el examen de tres
ejemplos de movimientos migratorios concretos.

ABSTRACT:
Migration Theories.
This article begins noting the existence of a confluence of History and the rest
of Social Sciences regarding the study of migration phenomena. Thus, the use of a his-
torical approach to the study of migration has challenged the traditional view –product
of a synchronic approach– of some societies as static in time. Next, the article reviews
a model from Economics for the analysis of migrations: the controversial neo-classical
model which deals with the subject from a “micro” perspective, in contrast to other
Social Sciences –like Geography– which favour a systemic or “macro” level of analy-
sis. The author defends the need of combining both theoretical currents through the
search for an intermediate ground, that is to say, a “meso-theory”. Migration networks
may play an essential role in this search, therefore the article ends with the analysis of
three case studies of migratory movements.
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Aunque no soy un historiador voy a plantear este artículo como una especie de
intento de poner en relación los planteamientos de la historia de la migración con los
que ofrecen otras disciplinas. Con ello no queremos decir que se den fuertes discre-
pancias entre los planteamientos de la historia y la economía o antropología, sino que
realmente se está asistiendo en este momento a una gran confluencia de puntos de
vista. Sin embargo, las orientaciones de unas disciplinas y otras difieren y esto da gran
riqueza a la consideración de los problemas. Entre los historiadores, los problemas
migratorios han adquirido una importancia que hace pocos años era difícil de sos-
pechar. Aunque, a veces, las afirmaciones de Charles Tilly (1978: 68) sean más que dis-
cutibles, en este caso parece manifestar un clima de opinión generalizado cuando dice
que “la historia de la migración europea es la historia de la vida social”. Con ello se
quiere subrayar, no sólo la importancia que tiene la migración en la vida social euro-
pea sino también la utilidad del análisis histórico para sacar a la luz fenómenos migra-
torios que se enmascaran cuando se lleva a cabo un análisis sincrónico.
Para demostrar esto se puede uno fijar en un estudio. Ingrid Ericsson y John
Rogers (1973) publican un análisis histórico de una pequeña parroquia sueca,
Uppsala-Näss, que es muy llamativo. Si uno se fija en esta parroquia en el periodo
que va desde 1881 a 1885 da la impresión que no ocurre realmente nada, el peque-
ño núcleo rural tiene 484 habitantes en 1880 y cinco años más tarde hay casi exacta-
mente el mismo número, 482 personas. Si se parte de aquí, parece confirmarse lo que
investigadores como Ferdinand Tönnies o Robert Redfield habían afirmado de las
aldeas rurales de tipo tradicional. Según ellos, estos núcleos tenían un carácter más o
menos estable, poco dinámico, en donde las cosas cambiaban muy poco. Sin embar-
go cuando se analizan los registos parroquiales, en donde se pueden descubrir las
salidas y entradas de gente, se descubre que como dice con gracia Hanegan (1998:
59) lo que se presenta como una aldea que no cambia “se parece a una estación de
tren”. En este periodo, 190 personas que estaban en 1880 se marcharon, 179 perso-
nas vinieron a la aldea y estaban allí en 1885 y 246 llegaron después de 1880 pero se
habían marchado o habían muerto antes de 1885. En 5 años, 945 personas vivían en
el pueblo y únicamente 264 personas estaban presentes durante todo este tiempo.
Este ejemplo muestra claramente que el análisis de los procesos migratorios no
sólo descubre realidades insospechadas sino que pone en duda la visión de ciertas
sociedades como estáticas, frías o tradicionales. El historiador de las migraciones
Óscar Handlin afirmaba que había empezado a escribir la historia de los inmigrantes
en América hasta que descubrió que los inmigrantes son la historia de América. De
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todas maneras, si de estas consideraciones más generales pasamos a algo más con-
creto se puede uno fijar en un acontecimiento de larga duración y magnitud y tratar
de descubrir los elementos teóricos y generalizables que en su análisis se plantean.
Vamos a referirnos, aunque sea breve y, por lo tanto, superficialmente a uno de los
movimientos migratorios más importantes de la historia humana, el hecho de que
más o menos en los cien años que empiezan en 1820 cerca de 60 millones de euro-
peos emigran al llamado Nuevo Mundo. La unica migracion intercontinental que se
puede comparar son los 8 millones de esclavos que son arrancados de Africa por la
fuerza. Como no se pretende hacer un análisis ni medianamente exhaustivo, se van a
tomar las conclusiones de dos trabajos de historia económica que analizan este fenó-
meno (Hatton y Williamson, 1998 y O’Rourke y Williamson, 1999).
Si siguiéramos la visión simplista de Robert Lucas (1988: 6), habría que acabar
este artículo en este momento. “La historia de América y Australia muestran la capa-
cidad de los modelos neoclásicos, hasta los más simples, para dar cuenta de aconte-
cimientos económicos importantes... al tratar el trabajo como un factor móvil y la tie-
rra como inmóvil se obtiene un modelo que predice exactamente los flujos migrato-
rios y la razón por la que los motiva, la causa es el diferencial en el precio de los fac-
tores. A pesar de que este modelo determinista y simple prescinde de consideracio-
nes del riesgo y de otros muchos elementos que juegan un papel en las decisiones de
emigrar, prescindir de esto no es demasiado importante”. Aunque la simplicidad de
los modelos y teorías es una gran virtud científica no se puede confundir simplicidad
con simplismo. Por ello, vamos a tratar de observar un poco lo que pasa en este enor-
me proceso migratorio.
En primer lugar, no están claras muchas cosas. Por ejemplo no se sabe muy bien
por qué se da tanta diferencia en la tasa de emigración de unos países y otros. Por
ejemplo es muy llamativo que en Irlanda y Noruega llegan a emigrar 50 por mil mien-
tras que en Francia no se llega nunca al 2 por mil.
Hay otros fenómenos que llaman la atención. Hay que preguntar por qué las
tasas de emigración de los países más pobres son frecuentemente las más bajas.
También hay que constatar que las tasas de emigración de las regiones más pobres
dentro de un país son muy bajas, e, incluso, que las tasas mas bajas de emigración
aparecen entre los trabajadores más pobres. La última cuestión que se presenta es por
qué el desarrollo en los países emisores de emigrantes aumenta las tasas de emigra-
ción. Lo que sería de esperar es que este desarrollo haga la emigración, no más, sino
menos atractiva.
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Estas observaciones contraintuitivas pueden ser explicadas si partimos de la últi-


ma. La razón por la cual el desarrollo en los países emisores aumenta las tasas de emi-
gración está en que el proceso migratorio requiere una cierta dosis de capital huma-
no y social, y este capital empieza a estar disponible cuando aparece un cierto des-
arrollo. Esto mismo es afirmado por algunos economistas cuando dicen que los
pobres no emigran. Si esto es así se comprende perfectamente por qué la emigración
es más baja desde los países más pobres, desde las regiones más pobres y desde los
grupos más pobres.
Aplicando esto al caso que estamos analizando, se puede decir que el diferencial
en salarios entre algunos países del Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, rico en recur-
sos, puede representar un freno para la emigración porque ello es un fenómeno cos-
toso que la gente, con sus recursos escasos, no se puede permitir. El comienzo de la
industrialización y los inicios del desarrollo en los países europeos traen consigo un
aumento en los salarios que permite financiar la emigración. En otros casos no se
trata realmente de desarrollo ni de industrialización. O’Grada y O’Rourke (1997), lle-
van a cabo un estudio fascinante de la emigración irlandesa después de la hambruna
de 1840, en donde los más pobres no emigran en la situación de crisis más aguda
porque se daba lo que se ha llamado una “trampa de pobreza” que se supera cuan-
do pasa esta situación y gente más pobre empieza a emigrar, no porque se haya dado
industrialización en Irlanda sino por dos fenómenos distintos. En primer lugar, la
emigración en cadena favorece esta emigración porque las remesas de los inmigran-
tes anteriores financian la emigración de los más pobres y esto trae consigo que la
emigración aumente aunque también aumenten los salarios en el país emisor y, por
ello, el diferencial en salarios, que se piensa que es el motor fundamental de la inmi-
gración, también disminuya. En segundo lugar, estos emigrantes anteriores ofrecen
cobijo y alimento a los que llegan.
Lo que aquí aparece con toda claridad es que la emigración pasada favorece la
emigración presente, esto es lo que los economistas designen con el término de “per-
sistencia” y los antropólogos, sociólogos e historiadores el “efecto de los parientes y
amigos” en los procesos migratorios. El fenómeno de la persistencia no se puede
descubrir a no ser que se lleven a cabo estudios diacrónicos que tengan en cuenta los
efectos a largo plazo. El efecto de “parientes y amigos” parece ejercerse a través del
“stock de todos los emigrantes” anteriores de un determinado país o región. Si esto
es así, se plantea un problema muy importante sobre los efectos que fenómenos tales
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como las hambrunas, revueltas políticas o crisis económicas pueden tener en el des-
arrollo de los fenómenos migratorios.
“La baja tasa de emigración francesa en 1890 puede tener su origen en la refor-
ma agraria que se inicia con la revolución un siglo antes, de la misma manera que la
fuerte emigración en los 1890 puede tener su origen en la hambruna que tiene lugar
cincuenta años antes”(O’Rourke y Williamson, 1999: 131-132). Este planteamiento
implica pensar que los efectos de los fenómenos que favorecen la migración fre-
cuentemente se sienten en un plazo más bien largo, a través de la cantidad de inmi-
grantes que ya están en el país. Por esta razón, el intentar llegar a conclusiones fáci-
les de las que, a veces, son tan amigos Alejandro Portes o Saskia Sassen no parece
legítimo. Nos referimos a afirmaciones tales como “en los 10 años entre tal y tal año
la emigración de la República Dominicana a los Estados Unidos aumentó en un por-
centaje muy alto y en estos años se produce en este país un crecimiento económico
muy importante lo cual implica que el fenómeno migratorio no se explica en base a
la crisis económica en los países emisores”. Hay que tener cuidado con estas afirma-
ciones porque son inferencias que no tienen en cuenta los efectos a largo plazo y por
ello son superficiales. En la emigración europea a Estados Unidos en este periodo, el
efecto que el “stock” previo de inmigrantes tiene en la emigración posterior es enor-
me. Se ha calculado que por cada 1.000 emigrantes nuevos en el país de acogida otros
20 son atraídos cada año. De todas maneras este fenómeno se comprenderá cuando
se trate el problema de las redes de relaciones en la configuración de la migración.
Si seguimos con la descripción de los fenómenos, podemos fijarnos en algún
otro dato. Parece que tanto los procesos de industrialización como otras transfor-
maciones producen una movilización de la mano de obra que favorece la emigración
transatlántica. Desde este punto de vista, el trabajo de Baines (1985), en donde se
demuestra como la emigración del Reino Unido a los Estados Unidos va unida al cre-
cimiento de las migraciones interiores, demuestra que, frecuentemente las migracio-
nes internacionales van unidas y forman parte de fenómenos de migración interno,
y esto ocurría en el Reino Unido en el período que estudiamos, en España entre 1960
y 1975 y en el Marruecos actual. Este problema se puede ver desde otro punto de
vista, en la línea seguida por Brinley Thomas (1972), cuando afirmaba que cuando
los emigrantes de las zonas rurales de Europa se convertían en trabajadores urbanos
en los Estados Unidos o en otros países europeos de lo que se trata realmente es de
un fenómeno de movimiento de las zonas rurales a urbanas que se lleva a cabo a tra-
vés de fronteras internacionales. Lo que sin embargo es importante subrayar es la
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imbricación entre la migración interna y externa. La industrialización, la creación de


una agricultura más comercializada, la desaparición de las pequeñas propiedades, la
erosión de los derechos comunales y el aumento en los salarios en las ciudades traen
consigo un éxodo rural que va unido frecuentemente a un aumento de la emigración
exterior. En una palabra, lo que entonces se llamaba desarrollo favorece de una
manera clara la emigración internacional, por esta razón es bastante patético oír a
algunas de las cabezas, no sabemos si pensantes pero al menos que mandan mucho,
afirmando que hay que llegar a acuerdos y ayudas al desarrollo con los países emiso-
res para frenar la emigración.
Lo que se ha designado como el modelo europeo de emigración masiva está
constituido por los siguientes elementos: “En las primeras fases de la emigración y
el desarrollo moderno, el efecto positivo de la transición demográfica, la industriali-
zación y el número creciente de emigrantes llegados previamente, superan en impor-
tancia el impacto negativo que puede tener el efecto de la progresiva igualdad de los
salarios entre un lugar y otro. Por ello, aunque los salarios reales europeos se acerca-
ban a los salarios en el Nuevo Mundo, las tasas de emigración aumentaban. Pero
cuando las fuerzas de la transición demográfica fueron desapareciendo la tasa de
industrialización se frena y el stock de inmigrantes empieza a disminuir, la conver-
gencia en salarios entre el mercado de trabajo en casa y fuera domina de un modo
creciente los acontecimientos. La desaparición paulatina del diferencial entre salarios
entre el lugar de salida y el destino trae finalmente consigo que las tasas de emigra-
ción terminen por decrecer totalmente” (O’Rourke y Williamson, 1999: 143-144).
En este análisis que hemos ofrecido y que responde en gran medida al análisis
económico de corte neoclásico de los procesos migratorios, lo más importante es
comprender que se trata de un análisis secuencial en el cual las variables explicativas
y su peso causal cambian a lo largo del proceso diacrónico, por ello pensamos que el
plantear el problema de una explicación única en todas las circunstancias históricas
es bastante discutible. De todas maneras, quizás sea importante hacer un análisis de
los presupuestos de este análisis neoclásico.
Según él, los emigrantes llevan a cabo un análisis de coste-benéficio a partir del
cual deciden emigrar o no. La teoría neoclásica sugiere que el trabajo se mueve en
respuesta a la diferencia interregional en los salarios de tal manera que el volumen del
movimiento aumenta con el aumento del diferencial en los salarios. En última ins-
tancia el factor fundamental que explica la emigración es la diferencia entre lo que la
gente espera ganar en el lugar de origen y de destino. El modelo neoclásico parte de
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una serie de presupuestos que muchos economistas han corregido para hacerlo más
realista, pero que en conjunto han sido muy criticados.
En primer lugar, se presupone que los trabajadores tratan de maximizar sus
ganancias y no parece haber ningún argumento para criticar esto. En segundo lugar
se piensa que los trabajadores tienen un conocimiento perfecto de las posibilidades
de empleo y de los salarios. El realismo de este presupuesto es más que discutible en
cuanto que no todos los segmentos de los trabajadores tienen un conocimiento igual
porque este conocimiento depende de las redes de relaciones y de los flujos migra-
torios anteriores y por ello parece que hay que renunciar al presupuesto de la perfecta
información. El presupuesto tercero estipula que no existen barreras ni sociales ni
económicas a la movilidad del trabajo, lo cual va en contra de lo que se conoce a sim-
ple vista. En cuarto lugar se supone que los trabajadores son homogéneos con res-
pecto a cualificaciones, habilidades y gustos, lo cual tampoco parece realista si se
tiene en cuenta la especialización en el trabajo y las diferencias en entrenamiento,
habilidades, etcétera. El punto de vista neoclásico ha sido criticado no sólo porque
ignora la heterogeneidad del trabajo sino también por reducir el trabajo y el capital a
elementos puramente abstractos que se pueden substituir mutuamente.
En quinto lugar, el modelo implica un sistema que se mueve hacia el equilibrio
y desde este punto de vista la migración internacional funciona de hecho como un
mecanismo que lleva al equilibrio en cuanto que moviliza el trabajo desde las zonas
más improductivas a las más productivas, de tal manera que el “output” agregado
aumenta (Thomas, 1973). En contra de esto, algunos autores han subrayado que lo
que ocurre con los procesos migratorios es precisamente todo lo contrario en cuan-
to que las regiones más deprimidas tienden a perder los segmentos de la población
que están mejor educados y son jóvenes, y, por ello la reducción del desempleo que
esto trae consigo es un fenómeno de corta duración que a la larga se resuelve en más
desempleo. Sin embargo, esta última afirmación no está exenta de dificultades.
Incluso la idea básica de que los inmigrantes tienden a maximizar el salario o los
recursos no parece totalmente clara, especialmente con respecto a lo que recursos
significa. Se puede afirmar, como han hecho algunos geógrafos, que los migrantes
están influidos por la “utilidad del lugar” que se define como la atracción que un
lugar o espacio ofrece para un individuo. En ello se introducen variables que no son
estrictamente económicas tales como la cualidad de escuelas u hospitales (Brown y
Gustavus, 1977). Algo bastante parecido a esto es lo que quiere decir Saskia Sassen
(1995:13) cuando afirma que el “emigrante potencial no parece responder a la infor-
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mación acerca de la remuneración relativa en el lugar de destino, como estipula Borjas,


sino a una información basada en un espacio específico sobre trabajos específicos, lo
más seguro es que se trate de trabajos dentro de un mercado local específico”.
Si se quiere resumir la teoría económica neoclásica tomando como asunción
básica el punto de vista de Harris y Todaro (1970), se puede decir que la migración
se explica en base a desequilibrios en los mercados de trabajo de los diferentes paí-
ses o regiones. Debido a estos desequilibrios, los niveles de utilidad individual, nor-
malmente operacionalizados en los salarios, son diferentes en un lugar y en el otro,
lo cual induce a los individuos que toman decisiones a emigrar a zonas con una
mayor utilidad. La migración rectifica los desequilibrios, fundamentalmente los des-
equilibrios en los salarios.
Como se puede comprender, muchas de las asunciones de este modelo han sido
abandonadas y únicamente se conservan dos cosas fundamentales: el diferencial en
salarios entre países receptores y emisores así como una cierta idea de la tendencia al
equilibrio en los salarios a partir de los procesos migratorios. Este punto de vista
puede ser considerado como microestructural en cuanto que el único agente reco-
nocido en el modelo es el individuo y los procesos sociales son vistos como agrega-
dos de acciones individuales. La base de este planteamiento está en el individualismo
metodológico extremo. Realmente, en este caso como en los que vamos a plantear a
continuación, más que de teorías completas se trata de fragmentos de teorías que pue-
den a veces unirse o tomarse de una manera sincrética. Por este motivo, no parece
raro que en un artículo importante, Massey y Espinosa (1997: 964), afirmen que “los
resultados referentes a este punto sugieren que todas las teorías sobre la migración
internacional son técnicamente “correctas” en el sentido restringido de que muchas
de sus hipótesis son consistentes con los datos”. Si esto es verdad no cabe duda de
que la situación de las teorías acerca las migraciones no deja de ser preocupante.
Como decíamos la teoría neoclásica se mantiene dentro de lo que podíamos lla-
mar nivel “micro”. Para introducir otro punto de vista que podíamos designar como
“macro” se podría hablar del punto de vista sistémico o del análisis de los procesos
migratorios. Quizás sea Mabogunje (1979), el que de una manera más clara introdu-
ce este punto de vista dentro de la geografía. El insistía en las interrelaciones entre
origen y destino a través de los flujos de información, contactos personales y redes
sociales, y también trataba de analizar cómo estas relaciones mutuas influían en el
destino de los flujos migratorios. Básicamente un sistema migratorio se podría defi-
nir como dos o más lugares (normalmente naciones-estado) unidos por flujos y con-
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traflujos de gente. Dentro de estos sistemas el comercio, las relaciones de tipo polí-
tico u otras, así como las relaciones estrictamente coloniales crean las bases que dan
origen y dirección a los fenómenos migratorios. El análisis sistémico da primacía a
las relaciones entre países más que entre individuos como organizadoras de los pro-
cesos migratorios, y, por ello se trata de un análisis que se enriquece con elementos
de la teoría de la dependencia y de lo que desde los trabajos de Wallerstein se llama-
ría del “sistema mundial,” y se presenta como una teoría “macro” de gran poder
explicativo. El proceso migratorio no es considerado como la resultante de un con-
junto de individuos que llevan a cabo elecciones racionales sino como la resultante
de desigualdades socio espaciales que se reproducen sistemáticamente. La economía
de mercado que siempre ha tenido un carácter internacional “mercantiliza” los
medios de producción, establece flujos de capital y mercancías y crea las condiciones
ideológicas que traen como resultado la existencia de migrantes potenciales (Portes
y Walton, 1981). Según Portes (1978: 9), la emigración de trabajo, como otros inter-
cambios, no ocurre como un proceso externo entre dos entidades separadas sino
como parte de la dinámica interna del sistema capitalista. El desarrollo capitalista
desplaza a la gente de sus sistemas tradicionales de vida que son forzados a moverse
desde su lugar de origen.
Si se parte del presupuesto de un sistema capitalista mundial o, al menos, de la
migración como un sistema espacial de carácter, a veces, intercontinental, en donde
el cambio en un lugar repercute en otros, hay que tener en cuenta que este presu-
puesto puede ser interpretado de muchas maneras, tanto desde un punto de vista de
la teoría de la dependencia, o con presupuestos más o menos vagamente marxistas,
como desde el punto de vista de la economía neoclásica. De hecho Mabogunje par-
tía de estos últimos presupuestos cuando estudiaba la emigración rural-urbana y pos-
tulaba un sistema en el que las comunidades rurales estaban más y más integradas en
la economía nacional creando, por ello, un movimiento del campo a la ciudad.
Dentro del sistema en su conjunto, hay algo así como dos subsistemas. En el rural,
los compromisos familiares y la comunidad actúan como controles del volumen de
inmigrantes y el sistema urbano influye en el volumen de la migración ofreciendo
vivienda y empleo. Es curioso que el análisis sistémico pueda ser llevado a cabo desde
presupuestos totalmente distintos, en Mabogunje desde un punto de vista neoclási-
co, y en Alejandro Portes desde el punto de vista de la teoría de la dependencia y un
marxismo más o menos claro. Esto parece indicar que, en contra de lo que se afirma
verbalmente, puede ser que, en lo que a la emigración se refiere las diferencias entre
estos dos puntos de vista no son tan insalvables.
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Dentro de este mismo orden de cosas, es importante subrayar como Sassen


(1988), desde este punto de vista vagamente marxista, ha subrayado la importancia
de la inversión extranjera en cuanto que se trata de una penetración capitalista que
envía nuevos segmentos de la población al proceso migratorio. Es interesante subra-
yar que Thomas (1973) defendía algo muy parecido partiendo de los presupuestos
neoclásicos.
Probablemente los elementos importantes de este punto de vista teórico es la
insistencia en el sistema que representa algo así como un espacio migratorio que fun-
ciona a muchos niveles, pero en él se produce el movimiento de la gente a través de
las fronteras. No se trata de un fenómeno estático, sino de algo circular, interdepen-
diente y progresivamente más complejo, en contraposición a los planteamientos
anteriores que conceptualizaban la migración como algo lineal unidireccional y
dominado por fenómenos de “push y pull”. La idea de las comunidades transnacio-
nales o del transnacionalismo está basada en este punto de vista. Basch, Schiller y
Blanch (1994: 7) defienden el transnacionalismo como el “proceso por el cual los
inmigrantes forjan y sostienen relaciones a muchos niveles que juntan sociedades de
origen y las de asentamiento”. Muchos migrantes crean campos sociales que cruzan
las fronteras geográficas, culturales y políticas.
Como decíamos, este punto de vista teórico tiene un carácter más bien “macro.”
Esta teoría estructural forma el polo macroteórico al que se contrapondría la teoría
neoclásica que parte de los individuos particulares y por ello se trata de un punto de
vista “micro.”
La distinción entre estos dos puntos de vista es bastante antigua en la ciencia
social. El antropólogo Clyde Mitchell publicó en 1959 un artículo en donde distin-
guía entre la “tasa” y la “incidencia” de la migración. La tasa de migración se refería
a los aspectos estructurales de una situación histórica que forman las condiciones
necesarias para la migración y que representan el entorno macroestructural en el que
la migración tiene lugar. La “incidencia” de la migración se refiere al nivel microes-
tructural del que se mueve o se queda, en donde se tienen en cuenta los procesos que
se originan en la decisión individual de migrar. Hay autores como Portes (1997: 810),
que afirman que es imposible integrar las teorías “macro y micro.” Nosotros estamos
en desacuerdo con este punto de vista y pensamos que es posible establecer lazos de
consistencia entre los dos puntos de vista.
Quizás la búsqueda por lo que Clark y Dear (1984: 6), o Thomas Faist llaman
“teorías de nivel medio” puede ser fundamental para relacionar el nivel de la apa-
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riencia con las estructuras sociales que están por debajo y así crear un marco en el
que se puede pasar de lo abstracto a lo concreto y volver a lo abstracto. Parece impor-
tante concentrarse un poco en algunos elementos de esta teoría “de nivel medio” o
“meso nivel” que puede permitir conectar el nivel “micro” y el “macro”.
Un elemento fundamental dentro de estas meso-teorias es lo que se llama las
redes sociales. Como se ha dicho antes, el modelo neoclasico parte del presupuesto
de que la informacion, que tienen los agentes sociales en el proceso migratorio, es
perfecta. Se trata, como casi todo el mundo esta de acuerdo de uno de los presu-
puestos menos realistas de esta teoria. Para resolver el problema de la informacion,
que es imperfecta y está distribuida de una manera absolutamente desigual entre los
miembros de la sociedad, se ha propuesto la teoria de las redes migratorias y del capi-
tal social. Como con otras teorías, no se puede afirmar que ha sido creada “ad hoc”
para explicar los procesos migratorios. En 1954 el antropologo J.Barnes fue el pri-
mero que dijo que era posible analizar la sociedad como una red compleja de rela-
ciones en la que los individuos tienen lazos con otros individuos que no tienen por
qué estar relacionados entre si. Este campo social se llamaba la red y la imagen por
detrás de este concepto es la de una serie de puntos unidos por lineas. Los puntos
representaban individuos y las lineas las relaciones entre ellos.
De acuerdo con los antropologos de Manchester que fueron los primeros que
desarrollaron la teoría de las redes, un aspecto muy importante de las relaciones que
constituyen las redes es la circulacion a través de ellas de algunos elementos centra-
les para la vida social. El primero es la información, que ellos llamaban comunica-
ción. Las relaciones son formas de contacto entre las personas y, por ello, formas de
comunicación. Si la comunicación es uno de los elementos centrales que circulan a
través de estas redes, se puede plantear el problema de la cuantificación de este ele-
mento, y se puede estar de acuerdo con Granovetter (1973), en que la información
trasmitida por los lazos débiles es mayor que la que se trasmite por los lazos fuertes.
La razón está en que la gente relacionada a través de lazos fuertes vive en el mismo
entorno social en el cual la información se comparte, mientras que la gente relacio-
nada a través de los lazos débiles viven en entornos diferentes y por ello la informa-
ción que se trasmite es más novedosa.
También es importante tener en cuenta las bases de la red de relaciones. Los
lazos pueden estar basados en el parentesco, en la amistad o en el origen común de
un area geografica, lo que en México se llama el paisanaje (Massey, 1988: 2-3). Es
curioso que estos tres tipos de relaciones son los que describió Barnes cuando estu-
dió la parroquia noruega de Bremnes (Barnes, 1954: 43).
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Además del aspecto informacional, la red de relaciones tiene un aspecto instru-


mental. Estas redes sirven para obtener unos determinados resultados. Se puede tra-
tar de obtener un empleo, ayuda en una situación de necesidad, u otro tipo de bien-
es o servicios. Esto se entiende mejor si se interpretan las redes de relaciones como
un capital social. Coleman (1988 y 1990) propuso la idea del capital social como una
realidad con dos caracteristicas básicas. El capital social está constituido por realida-
des que están introducidas dentro de la estructura social y facilitan la accion social.
Por otra parte, la red de relaciones sociales es una parte esencial de la estructura
social. Aplicando el concepto de capital social a lo que nos interesa en este momen-
to, diríamos que el capital social se refiere a la capacidad de los individuos para con-
trolar recursos escasos en virtud de su inserción en una red de relaciones u otras
estructuras sociales más amplias. De todas maneras, hay que tener en cuenta dos
cosas muy importantes cuando se trata de las redes. La primera consideracion es que
el papel que juegan en el proceso migratorio es variable. Puede ser muy importante
en unos casos, menos importante en otros y tambien no tener ninguna importancia.
La solución a este problema es estrictamente empirica.
La segunda consideración a tener en cuenta es que, como muy bien han subra-
yado Hanson y Pratt (1992), la red de relaciones tiene características distintas según
el género de los implicados. Por ejemplo, ellas insisten en que los contactos cuyo ori-
gen es el lugar de trabajo no llevan a las mujeres a encontrar trabajo, mientras que
otro tipos de contactos tienen estos resultados. También las redes de mujeres se refie-
ren más a los familiares, mientras que la de los hombres tienen más relación con el
trabajo. Si esto es así desde el punto de vista del género, no parece raro que se pueda
hablar de que los migrantes están insertos en cierto tipo de redes que son menos rele-
vantes para otros grupos sociales, así como también que estas redes juegan papeles
diferentes con respecto a este colectivo que a otros. Aunque estos problemas están
bastante inexplorados, pensamos que su relevancia es muy grande.
Para hacer el planteamiento más concreto, se van a describir tres casos. El pri-
mero se refiere a las mujeres que hace algunos años emigraban desde una región
determinada de la República Dominicana al Noroeste de la corona metropolitana
madrileña (Pozuelo, Aravaca, Majadahonda). El segundo se refiere a la emigracion
marroquí a España y el tercero será la emigracion reciente de Mexico a Estados
Unidos. Para los dos primeros casos, vamos a fijarnos en lo que ya se ha publicado
(Martínez Veiga, 1997) y, para el último caso, vamos a tomar como punto de partida
la obra de Massey (1998) y Massey, Alarcón, Durán y González (1987).
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En el primer caso, se trata de mujeres (un 80 por cien) de los cuales un 61 por
cien están casadas habiendo dejado sus esposos y hijos en la Republica Dominicana.
Los hijos son dejados a cargo de las madres de las inmigrantes o de sus hermanas.
Un 83 por cien de las mujeres mandan dinero a sus madres y un 77 por cien lo hacen
cada mes. La mitad de ellas telefonean una vez al mes y un 15 por cien cada semana
o aún más frecuentemente. La mayoría vuelven, por lo menos, una vez cada dos años
y desde 1993 sus hijas han comenzado a venir.
Aparece aqui una red migratoria cuyo núcleo son las relaciones de parentesco.
El ancla de la red es la abuela y el otro extremo es la hija o las hijas que han venido
al principio y a las que siguen las nietas. Esta red es matrifocal porque al centro es la
abuela en la República Dominicana. También puede designarse este proceso como
matrilineal en cuanto que se trasmite desde las madres a las hijas. La red de relacio-
nes no se puede reducir, sin embargo, al parentesco. En el noroeste de la región de
Madrid, cuando un número importante de mujeres dominicanas han estado traba-
jando como domésticas internas, aparece otra red tupida de relaciones que se basan
en el origen común, en la amsitad y en la similar ocupación. A través de esta red se
canaliza la mayoría de la información acerca de los nuevos trabajos y las necesidades
de ayuda en periodos de dificultad.
El segundo caso es el de los trabajadores marroquíes en España que siguen sien-
do en este momento los trabajadores inmigrantes más numerosos. La organización
de la migración presenta diferencias con lo que ocurre con respecto a las mujeres
dominicanas. En primer lugar, mientras que en el caso de las mujeres dominicanas,
el dinero para iniciar el proceso migratorio viene de la familia más cercana o parien-
tes más lejanos, en el caso marroquí, el origen del dinero son los ahorros individua-
les. Ello hace que el inicio del proceso sea más atomizado. Si nos fijamos en las reme-
sas, el 84 por cien de las dominicanas envían dinero a su familia, mientras que uni-
camente el 37 por cien de los marroquíes lo hace. Cuando se pregunta por la posibi-
lidad de traer o ayudar a traer otros inmigrantes a España, los marroquíes general-
mente responden que no quieren traer a nadie, mientras que entre las dominicanas el
50 por cien responde que quieren traer a sus hijas y un 37 por cien a sus hermanas.
Cuando se pregunta por la gente que conocen al llegar a España, el 46 por cien de
los marroquíes dicen que no conocen a nadie, solamente el 22 por cien tiene fami-
liares y el 18 por cien algunos amigos. Entre las mujeres dominicanas, el 50 por cien
tenía familiares y el 21por cien amigas.
24 Ubaldo Martínez Veiga

Estos elementos muestran algo muy importante cual es el hecho de que la red
migratoria juega un papel esencial en la migracion en el caso de las dominicanas,
mientras que juega un papel mas secundario entre los marroquíes. Esto indica algo
que todavia hoy está poco estudiado pero que es crucial. Se trata del hecho de que la
importancia de las redes migratorias es variable e incluso se puede pensar en algunos
casos en los que practicamente no existe.
El tercer caso ha sido muy bien estudiado por Massey y colaboradores y, des-
pues de llevar a cabo un analisis longitudinal muy adecuado de la migración mexica-
na a los Estados Unidos, se llega a unas conclusiones realmente importantes. En pri-
mer lugar, se descubre facilmente que los emigrantes se canalizan hacia un destino
determinado de acuerdo con su lugar de origen. De todas maneras, quizás lo más
interesante sea la aplicación al proceso migratorio de la idea Myrdaliana de la “cau-
salidad acumulativa”. Lo que se propone es bastante simple. Lo primero que salta a
la vista es que cuanto mayor es el numero de migrantes (presentes o pasados) que
una persona conoce, mayor es su posibilidad de migracion. Los factores que influ-
yen en esta “tendencia” a emigrar son: (a) la experiencia migratoria previa, (b) la pre-
sencia de otro emigrante en la casa, y (c) la residencia en una comunidad en la que se
da una alta incidencia de la migración.
Lo que se ha pretendido expresar brevemente han sido los diversos niveles de
explicación del proceso migratorio. Los determinantes de carácter “micro” constri-
ñen la elección de la migración por parte de los individuos que son considerados
como unos “calculadores” independientes y solitarios de los costes y beneficios que
se pueden obtener de la migración.
Los influjos de los factores “macro” a nivel regional e internacional influyen
fuertemente, especialmente en lo que Mitchell llamaba “tasa” de migración.
Las redes de relaciones constituyen uno de los aspectos que forman lo que se
puede considerar como nivel “meso” o intermedio. El analisis de redes juega un
papel intermedio entre las condiciones sociales y economicas de caracter “macro” y
las migraciones individuales. El profundizar en la estructura de las relaciones entre
estos niveles es algo que todavia no se ha llevado a cabo.
Teorías sobre las migraciones 25

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