Sei sulla pagina 1di 17

NUEVOS REGÍMENES DE VISUALIDAD Y

DES-CENTRAMIENTOS EDUCATIVOS

JESÚS MARTÍN BARBERO*

RESUMEN. La sociedad en la que vivimos, querámoslo o no, es una sociedad des-


centrada culturalmente. Habituados a vertebrar nuestras formas de aprender y de
conocer en el modelo cognitivo que impone la lectura y la escritura y habiendo
asumido la institución escolar el libro como eje vertebrador de la enseñanza y del
aprendizaje otro modelo cognitivo, el de la imagen, aparece ofreciendo unas nue-
vas formas de conocer y planteando grandes retos al oficio del educador. No se
trata de sustituir un modelo por otro pero si de armonizarlos.

ABSTRACT. The society we live in, whether we like it or not, is a culturally decen-
tred society. As we are used to organising our way of learning and gaining kno-
wledge according to the cognitive model, which makes reading and writing com-
pulsory, and as the book has been taken by the school as the centre of the teaching
and learning process, another cognitive model, the image model, now provides
new ways of gaining knowledge and poses major challenges to teachers. It is not
a question of substituting one model for the other but a question of bringing them
harmoniously together.

COMPLICIDADES DE LA ORALIDAD audiovisual. Y esa transformación nos


CULTURAL CON LA VISUALIDAD TÉCNICA plantea retos graves que dejan obsoletos
tanto los ilustrados como los populistas
Por más escandaloso que nos suene es un modos analizar y valorar. Pues si las mayo-
hecho que las mayorías en América Latina rías se están apropiando de la moderni-
se están incorporando a la modernidad dad sin dejar su cultura oral es porque esa
no de la mano del libro sino desde los dis- cultura ha incorporado la «oralidad
cursos y las narrativas, los saberes y los secundaria»1 que tejen y organizan las
lenguajes, de la industria y la experiencia gramáticas tecnoperceptivas de la radio y

(*)Universidad Javeriana. Bogotá (Colombia).


(1) W. ONG: Oralidad y escritura. México, FCE, 1987, pp. 130-ss.

Revista de Educación, núm. 338 (2005), pp. 67-83


Fecha de entrada: 06-09-2005 Fecha de aceptación: 23-09-2005 67
el cine en un primer momento, y está Y al triturar el aura, especialmente del
incorporando en la actualidad la visuali- arte, que era el eje de lo que las elites occi-
dad electrónica de la televisión, el vídeo y dentales han tendido a considerar cultura,
el computador. Una visualidad que ha el mundo de los nuevos clérigos sufrió
entrado a formar parte, como afirma A. una herida profunda: el cine hacía visible
Renaud, de la visibilidad cultural, «a la la modernidad de unas experiencias cultu-
vez entorno tecnológico y nuevo imagina-
rales que no se regían por sus cánones ni
rio, capaz de hablar culturalmente –no
eran gozables desde su gusto. Pero
sólo de manipular técnicamente– de abrir
nuevos espacios y tiempos a una nueva domesticada esa fuerza subversiva del cine
era de lo sensible»2. De modo que la com- por la industria de Hollywood, que expan-
plicidad y compenetración entre oralidad de su gramática narrativa y mercantil al
cultural y lenguajes audiovisuales no mundo entero, Europa reintroducirá en
remite –como pretenden buena parte de los años sesenta una nueva legitimidad
nuestros intelectuales y nuestros anacró- cultural, la del «cine de autor», con la que
nicos sistemas educativos– ni a las igno- recupera el cine para el arte y lo distancia
rancias ni a los exotismos del analfabetis- definitivamente del medio que por esos
mo sino a los des-centramientos mismos años hacia su entrada en la escena
culturales que en nuestras sociedades mundial, la televisión.
están produciendo los nuevos regímenes Más que buscar su nicho en la ilustra-
del sentir y del saber –de la sensibilidad, o da idea de cultura, la televisión ha resul-
del sensorium como diría W. Benjamin–
tado siendo el medio que más radical-
que están siendo catalizados principal-
mente desordena la idea y los límites del
mente por la televisión y el computador.
De las contradicciones que atraviesan campo de la cultura: sus tajantes separa-
la modernidad3 el primer movimiento de ciones entre realidad y ficción, entre van-
des-orden en la cultura lo introdujo el guardia y kistch, entre espacios de ocio y
cine. Al conectar con el nuevo sensorium de trabajo. «Ha cambiado nuestra relación
de las masas, con la «experiencia de la con los productos masivos y los del arte
multitud» que vive el paseante en las ave- elevado. Las diferencias se han reducido o
nidas de la gran ciudad, el cine vino a anulado, y con las diferencias se han
acercar el hombre a las cosas, pues afirma deformado las relaciones temporales y las
Benjamin: líneas de filiación. Cuando se registran
estos cambios de horizonte nadie dice
Quitarle su envoltura a cada objeto, que las cosas vayan mejor, o peor: simple-
triturar su aura, es la signatura de
mente han cambiado, y también los jui-
una percepción cuyo sentido para lo
igual en el mundo ha crecido tanto cios de valor deberán atenerse a paráme-
que, incluso por medio de la repro- tros distintos. Debemos comenzar por el
ducción, le gana terreno a lo irrepeti- principio a interrogarnos sobre lo que
ble4. ocurre»5.

(2) A. RENAUD: Videoculturas fin de siglo. Madrid, Cátedra, 1990, p. 17.


(3) D. BELL: Las contradicciones culturales del capitalismo. Madrid, Alianza, 1997.
(4) W. BENJAMIN: Discursos interrumpidos, I. Madrid, Taurus, 1982, p. 25.
(5) U. ECO: »La multiplicación de los medios», en Cultura y nuevas tecnologías. Madrid,
Novatez, 1986, p. 124.

68
Aun en nuestros «subdesarrollados» zación de la actividad social de los contex-
países, la experiencia audiovisual replan- tos de presencia, liberándola de las res-
tea de raíz las formas de continuidad cul- tricciones que imponían los mapas men-
tural al plantear la existencia de una tales, los hábitos y prácticas locales. A lo
nueva generación «cuyos sujetos no se que asistimos es a la configuración de una
constituyen a partir de identificaciones espacialidad cuyas delimitaciones ya no
con figuras, estilos y prácticas de añejas están basadas en la distinción entre inte-
tradiciones, que definen aún hoy lo que rior, frontera y exterior. Y que por lo tanto
es cultura, sino a partir de la conexión/ no emerge del recorrido viajero que me
desconexión (del juego de interfaz) con saca de mi pequeño mundo, sino de su
aparatos»6. Estamos ante una generación revés: de la experiencia doméstica con-
que más que en la escuela es en una tele- vertida por la televisión y el computador
visión captada por antena parabólica en territorio virtual al que, cómo expresi-
donde ha aprendido a hablar inglés, que vamente ha dicho Virilio «todo llega sin
experimenta una fuerte empatía con el que haya que partir».
idioma de las tecnologías digitales, y que Es justamente en la escena doméstica
crecientemente se siente más a gusto donde el des-centramiento producido
escribiendo en el computador que en el por la televisión se torna en verdadero
papel. Empatía que se apoya en una «plas- des-orden cultural. Mientras la cultura del
ticidad neuronal»7 desde la que los ado- texto escrito creó espacios de comunica-
lescentes entran más fácilmente en la ción exclusiva entre los adultos instauran-
complejidad de las redes informáticas. do una marcada segregración entre adul-
Frente a la distancia con que gran parte tos y niños, la televisión cortocircuita los
de los adultos resienten y resisten esa filtros de la autoridad parental transfor-
nueva cultura –que desvaloriza y vuelve mando los modos de circulación de la
obsoletos muchos de sus saberes y destre- información en el hogar:
zas– los jóvenes responden con una cer-
canía hecha no sólo de facilidad para rela- Lo que hay de verdaderamente revo-
cionarse con las tecnologías audiovisuales lucionario en la televisión es que ella
e informáticas sino de complicidad cogni- permite a los más jóvenes estar pre-
tiva y expresiva: es en sus relatos e imá- sentes en las interacciones entre adul-
tos (...) Es como si la sociedad entera
genes, en sus sonoridades, fragmentacio-
hubiera tomado la decisión de autori-
nes y velocidades que encuentran su zar a los niños a asistir a las guerras, a
ritmo y su idioma. los entierros, a los juegos de seduc-
Lo que no hace sino comprobar la ción, los interludios sexuales, las
radicalización que actualmente experi- intrigas criminales. La pequeña panta-
menta el desanclaje8 que, según Giddens, lla les expone a los temas y comporta-
introduce la modernidad en la percep- mientos que los adultos se esforzaron
ción del espacio: esto es la desterritoriali- por ocultarles durante siglos9.

(6) S. RAMÍREZ; S. MUÑOZ: Trayectos del consumo. Itinerarios biográficos y producción-con-


sumo cultual. Cali, Univalle, 1995, p. 62.
(7) A. PISCITELLI: Del pédulo a la maquina virtual», en S. BLEICMAR (comp.): Temporalidad,
determinación, azar. Buenos Aires, 1994.
(8) A. GIDDENS: Consecuencias de la modernidad. Madrid, Alianza, 1994, p. 31.
(9) J. MEYROWITZ: »La television et l’integration des enfants: la fin du secret des adultes», en
Reseaux, 74. París, 1995, p. 62.

69
Al no depender su uso de un comple- «saben demasiado» y viven cosas que «no
jo código de acceso, como el del libro, la son para su edad». Pero lo que nos cuenta
televisión expone a los niños, desde que la historia es otra cosa: durante la Edad
abren los ojos, al mundo antes velado de Media los niños vivían revueltos con los
los adultos. Pero al dar más importancia a adultos en el trabajo, en la taberna, hasta
los contenidos que a la estructura de las en la cama. Es sólo a partir del siglo XVII,
situaciones seguimos sin comprender el cuando el declive de la mortalidad infantil
verdadero papel que la televisión está se cruza, en las clases medias y altas, con
teniendo en la reconfiguración del hogar. un aprendizaje por libros –que sustituye
Y los que entrevén esa perspectiva se limi- al aprendizaje por prácticas– cuando
tan a cargar a la cuenta de la televisión la emerge la infancia como «un mundo apar-
incomunicación que padece la institu- te»10. Y bien, la televisión ha puesto fin a
ción familiar: como si antes de la televi- esa separación social, y es ahí donde cala
sión la familia hubiera sido un remanso la honda desazón que produce su des-
de comprensión y de diálogo. Lo que ni orden cultural. En ese proceso la televi-
padres ni psicólogos se plantean es por sión no opera por su propio poder sino
qué mientras los niños siguen gustando que cataliza y radicaliza movimientos que
de libros para niños prefieren –en por- estaban en la sociedad previamente,
centajes del 70% o más según las investi- como las nuevas condiciones de vida y de
gaciones realizadas en muchos países– los trabajo que han minado la estructura
programas de televisión para adultos. patriarcal de la familia: inserción acelera-
Cuando es ahí donde se esconde la pista da de la mujer en el mundo del trabajo
clave: mientras el libro disfraza su control productivo, drástica reducción del núme-
–tanto el que sobre él se ejerce como el ro de hijos, separación entre sexo y repro-
que a través de él se realiza– tras su esta- ducción, transformación en las relaciones
tuto de objeto distinto y de la compleji- de pareja, en los roles del padre y del
dad de los temas y del vocabulario, el con- macho, y en la percepción que de sí
trol de la televisión no admite disfraces misma tiene la mujer. Es en el múltiple
haciendo explícita la censura. La que, de desordenamiento que atraviesa el mundo
una parte, devela los mecanismos de familiar donde se inserta el des-orden cul-
simulación que sostienen la autoridad tural que la televisión y el computador
familiar, pues los padres juegan en la rea- introducen.
lidad papeles que la televisión desenmas- El especial malestar en la cultura de la
cara: en ella los adultos mienten, roban, modernidad, que expresan las generacio-
se emborrachan, se maltratan... Y de otra, nes de los más jóvenes, enlaza con el esta-
el niño no puede ser culpabilizado por lo llido de las fronteras espaciales y sociales
que ve (como sí lo es por lo que clandes- que la llave televisión/computador intro-
tinamente lee) pues no fue él quien trajo duce en el estatuto de los lugares de
subrepticiamente el programa erótico o saber y de las figuras de razón. No es
violento a la casa. extraño que el imaginario de la televisión
De una manera oscura los padres cap- sea asociado a los antípodas de los valores
tan hoy lo que pasa pero la mayoría no que definen a la escuela: larga temporali-
entiende su calado limitándose a expresar dad, sistematicidad, trabajo intelectual,
su desazón porque los niños ahora valor cultural, esfuerzo, disciplina. Pero al

(10) PH. ARIES: L’enfant et la vie familiale sous l’Ancien Regime. París, Plon, 1960.

70
ser acusada por la escuela de todos esos juega la experiencia audiovisual en la
males y vicios que acechan a la juventud emergencia de una subjetividad es el de
la televisión devela justamente lo que los las transformaciones que hoy atraviesa el
nuevos regímenes de la imagen catalizan sensorium urbano: si para W. Benjamin la
de cambios en la sociedad: desde el des- dispersión y la imagen múltiple constituí-
plazamiento de las fronteras entre razón an «las modificaciones del aparato per-
e imaginación, entre saber e información, ceptivo del transeúnte en el tráfico de la
naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber gran urbe» que conectaban con «la expe-
experto y experiencia profana, a la cone- riencia del espectador de cine»14, los dis-
xión de las nuevas condiciones del saber postivos que ahora conectan la estructura
con las nuevas formas de sentir y las nue- comunicativa de la televisión con las cla-
vas figuras de la socialidad11. Desplaza- ves que ordenan la nueva ciudad son
mientos y conexiones que empezaron a otros: la fragmentación y el flujo. Pues
hacerse institucionalmente visibles en los mientras el cine catalizaba la «experiencia
movimientos estudiantiles del 68 desde de la multitud» –era en multitud cuando
París a Berkeley pasando por Ciudad de los ciudadanos ejercían su derecho a la
México. Entre las revueltas de los estu- ciudad– lo que ahora cataliza la televisión
diantes enunciadas en los graffitis –«la es por el contrario la «experiencia domés-
ortografía es una mandarina», «hay que tica» y privada de la casa, que es desde
explorar sistemáticamente el azar», «la donde cada día más gente realiza hoy su
inteligencia camina más que el corazón inserción en la ciudad, es decir se hace de
pero no va tan lejos»12– y la revoltura que ella una imagen de conjunto, global.
esos años producen de libros con sonidos Hablamos entonces de fragmenta-
e imágenes, emergen una nueva subjetivi- ción para referirnos más que a la forma
dad –valoración de la educación y el traba- del relato televisivo a la des-agregación
jo como espacios de desarrollo de la per- social, a la privatización de la vida que la
sonalidad, y del amor y la sexualidad experiencia televisiva consagra. Consti-
como posibilidades de experimentación tuida en el centro de las rutinas que rit-
vital– y un nuevo proyecto de saber que man lo cotidiano y en dispositivo de ase-
cuestiona radicalmente el carácter monolí- guramiento de la identidad individual15 la
tico y transmisible del conocimiento reva- llave televisión/computador convierte al
lorizando las prácticas y las experiencias, espacio doméstico en el territorio virtual
y alumbrando un saber mosaico13: hecho por excelencia: aquel en que más honda-
de objetos móviles y fronteras difusas. mente se reconfiguran las relaciones de
Un segundo ámbito de reflexión y lo privado y lo público, esto es la su-
comprensión del decisivo papel que perposición entre ambos espacios y el

(11) A ese propósito, ver: M. MAFFESOLI: El tiempo de las tribus. El declive del individualis-
mo en la sociedad de masas. Barcelona, Icaria, 1990. Y del mismo autor Eloge de la raison sen-
sible. Paris, Grasset, 1996.
(12) J. CORTÁZAR recoege esos graffitis en «Noticias del mes de mayo», en Casa de las
Américas-Diez años. La Habana, 1970, pp. 246-ss.
(13) A. MOLES: Sociodinamique de la culture. La Haya, Mouton, 1971, p. 36.
(14) W. BENJAMIN, op. cit., p. 47.
(15) H. VEZZETI: «El sujeto psicológico en el universo massmediático», en Punto de vista, 47
(1993). Buenos Aires. Ver también J. ECHEVARRÍA: Cosmopolitas domésticos. Barcelona,
Anagrama, 1995.

71
emborramiento de sus fronteras. «Un aire de todos los géneros y la transformación
de familia vincula la variedad de pantallas de lo efímero en clave de producción y
que reúnen nuestras experiencias labora- propuesta de goce estético. El des-arraigo
les, hogareñas y lúdicas»16 atravesando y que padecen tanto la muchedumbre de
reconfigurando tanto las experiencias de pobres que llega cada día a la gran urbe,
la calle como la relación con nuestro pro- como buena parte de los adultos urbanos
pio cuerpo: la ciudad informatizada no en la ciudad actual, es vivido por los jóve-
necesita cuerpos reunidos sino interco- nes como un des-localizado modo de
nectados. Del pueblo que se tomaba la arraigo desde el que habitan nómada-
calle en la protesta política al público que mente la ciudad19, desplazando periódi-
iba al teatro o al cine la transición conser- camente sus lugares de encuentro, atrave-
vaba el carácter colectivo de la experien- sándola, en una exploración que tiene
cia; de los públicos del cine a las audien- muchas relaciones con la travesía televisi-
cias de televisión el desplazamiento va que permite el zappar: esa lectura
señala una profunda transformación: la nómadamente hecha sobre restos y frag-
pluralidad social y cultural de la ciudada- mentos de novelas, videoclip musicales,
nía sometida a la lógica de la desagrega- informativos o deportes. Como de restos,
ción hace de la diferencia una mera estra- pedazos y deshechos, de incoherencias y
tegia del rating. amalgamas, está hecha también la ciudad
Des-espacializado17 el cuerpo de la descentrada y caótica, que es la que real-
ciudad por exigencias del flujo que impo- mente conforma su mirada y su identidad.
ne el tráfico de vehículos e informacio- Una identidad marcada menos por la con-
nes, su materialidad histórica se ve deva- tinuidad que por una amalgama en la que
luada a favor del nuevo valor que aún la articulación de los tiempos largos
adquiere el «régimen general de la veloci- esta hecha de tiempos cortos, pues son
dad»18, ese que pasa a legitimar el arrasa- ellos los que vertebran internamente el
miento de la memoria urbana volviendo palimsesto de las sensibilidades y los rela-
equivalentes e insignificantes, todos los tos. Es de lo que habla esa cultura de la
lugares, y en cierto modo todos los rela- fragmentación20 que se expresa en la
tos. También en el flujo televisivo –la cada día más intensa identificación de los
metáfora más real del fin de los grandes adolescentes con los relatos fragmenta-
relatos– encontramos una aceleración de dos del vídeo y del último cine. Frente a
las imágenes que arrastra la equivalencia las culturas letradas, ligadas a la lengua y
de todos los discursos –información, al territorio, las electrónicas audiovisuales
drama, publicidad o ciencia, pornografía, se basan en comunidades hermenéu-
datos financieros– la interpenetrabilidad ticas que responden a identidades de

(16) C. FERRER: «Taenia sagitana o el veneno en la red», en Nueva sociedad, 140 (1995), p.
155. Caracas.
(17) J. MARTÍN BARBERO: «De la ciudad mediada a la ciudad virtual», en Telos, 44 (1996),
Madrid.
(18) P. VIRILIO: La máquina de visión. Madrid, Cátedra, 1989, p. 25. Ver también a propósito
y del mismo autor La vitesse de liberation. Paris, Galilée.
(19) M. MAFESOLI, op. cit., pp. 133-189. También P. ORIOL-COSTA; J.M. PÉREZ TORNERO: Tribus
urbanas. Barcelona, Paidós, 1996.
(20) V. SÁNCHEZ BIOSCA: Una cultura de la fragmentación. Pastiche, relato y cuerpo en el
cine y la televisión. Valencia, Textos de la Filmoteca, 1995.

72
temporalidades menos largas, más preca- educativo. Cada día más estudiantes testi-
rias, pero también más flexibles, dotadas monian una simultánea pero desconcer-
de una elasticidad que les permite amal- tante experiencia: la de reconocer lo bien
gamar elementos provenientes de mun- que el maestro se sabe su lección y, al
dos culturales muy diversos, atravesadas mismo tiempo, el desconcierto cotidiano
por discontinuidades y contemporaneida- de constatar que esos conocimientos se
des en las que gestos atávicos conviven hallan seriamente desfasados de los sabe-
con reflejos postmodernos. res y lenguajes que –sobre biología, física,
filosofía o geografía– circulan por fuera
de ella. Y frente a un alumnado cuyo
DES-LOCALIZACIÓN DE medio-ambiente comunicativo lo «empa-
LOS SABERES Y ESQUIZOFRENIA pa» cotidianamente de esos otros saberes-
CULTURAL DEL SISTEMA ESCOLAR mosaico que, en forma de información,
circulan por la sociedad, la reacción de la
En la relación entre educación y comuni- escuela es casi siempre de atrinchera-
cación, ésta última resulta casi siempre miento en su propio discurso: cualquier
reducida a su dimensión instrumental, es otro es resentido por el sistema escolar
decir, al uso de los medios. Con lo que se como un atentado a su autoridad. En
deja fuera justamente aquello que sería lugar de ser percibida como una llamada
estratégico pensar: la inserción de la edu- para replantear el modelo de comunica-
cación en los complejos procesos de ción, que subyace al modelo pedagógico,
comunicación de la sociedad actual, o la intromisión de saberes y otros lengua-
dicho de otro modo, el ecosistema comu- jes resulta endureciendo el control de los
nicativo en que estamos inmersos. Un discursos que no respetan el sagrado
entorno difuso de informaciones, lengua- saber escolar.
jes y saberes, y descentrado por relación El cruce de dinámicas que convierte la
con los dos centros –escuela y libro– que comunicación en ecosistema y éste en la
organizan aún el sistema educativo vigen- fuente más ancha de diversificación y des-
te. Si desde los monasterios medievales centramiento del saber, pone cada día de
hasta las escuelas de hoy el saber fue manifiesto la esquizofrenia entre el mode-
siempre fuente de poder, ese poder ha lo de comunicación que subyace al siste-
conservado el doble carácter de ser a la ma educativo y el que configura una
vez centralizado territorialmente y asocia- sociedad progresivamente organizada
do a determinados soportes y figuras sobre la información y el conocimiento.
sociales. De ahí que las transformaciones Con el consiguiente agrandamiento de la
en los modos de cómo circula el saber grieta entre la experiencia cultural desde
constituye una de las más profundas la que hablan los maestros y aquella otra
mutaciones que una sociedad puede desde la que aprenden los alumnos.
sufrir. Es disperso y fragmentado como el La actitud defensiva de la escuela y del
saber escapa de los lugares sagrados que sistema educativo, los están llevando a
antes lo contenían y legitimaban, y de las desconocer o disfrazar que el problema
figuras sociales que lo detentaban y admi- de fondo está en el desafío que le plantea
nistraban. Y es esa diversificación y difu- un ecosistema comunicativo en el que lo
sión del saber lo que constituye uno de que emerge es otra cultura, otros modos
los retos más fuertes que el mundo de de ver, de leer y de aprender. La actitud
la comunicación le plantea al sistema defensiva se limita a identificar lo mejor

73
del modelo pedagógico tradicional con el la lectura en escuelas de Ciudad Bolívar,
libro21 y anatematizar el mundo audiovi- el conjunto de barrios más pobres de
sual como mundo de la frivolidad, de la Bogotá, me contaba su triste descubri-
alineación y la manipulación; a hacer del miento: en esas escuelas el aprendizaje de
libro el ámbito de la reflexión, el análisis y la lectura está empobreciendo el vocabu-
la argumentación, frente a un mundo de lario y las capacidades narrativas de los
la imagen hecho sinónimo de emotividad niños costeños cuyas familias han sido
y seducción. Ojalá el libro fuera en la desplazadas hasta Bogotá por la violencia
escuela un medio de reflexión y de argu- de la guerra. Pues al tratar de que los
mentación y no de lecturas canónicas y de niños hablen bien se acaba identificando
repeticiones estériles. Pero desgraciada- ese habla con la escritura, con lo que los
mente no lo es, como o han demostrado niños se ven obligados a perder gran
investigaciones realizadas en Cali por la parte de la riqueza de su mundo oral,
Universidad del Valle22 sobre hábitos de incluida su espontaneidad narrativa. Es
lectura y usos sociales de los medios, y en decir, tenemos un sistema escolar que no
la que la inmensa mayoría de la gente, de sólo no gana a los adolescentes para una
todas las clases sociales y no sólo de los lectura y una escritura creativas sino que
sectores populares, identifica libro con además no se ha enterado de que existe
tarea escolar, de manera que una vez ter- una cultura oral que constituye la matriz
minado ese periodo de la vida el libro cultural entre los sectores populares, la
deja de tener alguna utilidad o función que no puede ser en modo alguno con-
que no sea la de procurar estatus social. fundida con el analfabetismo. Frente a la
Lo que revela que nuestras escuelas cultura oral la escuela se encuentra tan
no están siendo un espacio en el que la desprovista de modos de interacción, y
lectura y la escritura sean una actividad tan a la defensiva, como frente a la audio-
creativa y placentera, sino predominante- visual. El cuadro no puede ser más signifi-
mente una tarea obligatoria y tediosa, sin cativo: mientras la enseñanza discurra por
posibilidades de conexión con dimensio- el ámbito del libro el maestro se siente
nes claves de la vida de los adolescentes. fuerte, pero en cuanto aparece el mundo
Una actividad incluso castradora: confun- de la imagen o de la escritura hipertextual
diendo cualquier expresión de estilo pro- el maestro pierde pie, su terreno se
pio en la escritura con anormalidad o con mueve: porque el alumno sabe más y
plagio los maestros tienden a reprimir la sobre todo maneja mucho mejor esos len-
creatividad sistemáticamente. No por guajes que el maestro. Y además porque
mala voluntad sino por los habitus23 de esos lenguajes no se dejan leer con la uni-
lectura de los propios docentes, y por las vocidad de códigos que la escuela aplica
inercias de la enseñanza legitimadas por al texto escrito. Frente ese desmorona-
el modelo imperante de comunicación miento de su autoridad el maestro no
escolar. Un joven psicólogo que está sabe reaccionar sino des-autorizando los
haciendo su tesis sobre el aprendizaje de saberes que pasan por fuera de la escuela.

(21) J. MARTÍN BARBERO: «Nuevos modos de leer», en Revista de crítica cultural, 7 (1996).
Santago de Chile. A. PISCITELLI: «El libro electrónico o el futuro de una ilusión», en
Ciberculturas. En la era de las maquinas inteligentes. Buenos Aires, Paidós, 1995, pp. 178-186.
(22) S. MUÑOZ: El ojo, el libro y la pantalla. Cali, Univalle, 1995.
(23) Sobre el sentido de esa categoría, ver P. BOURDIEU; J. C. PASSERON: La reproduction.
Element pour une théorie du système de l’enseignement. París, Minuit, 1970.

74
Del otro lado, la oralidad cultural de en los procesos y protocolos de lectura24,
las mayorías tampoco cabe en la escuela: lo que no significa la simple sustitución
pues tanto el mundo del chiste y las narra- de un modo de leer por otro sino la com-
tivas orales como el mundo del rock y del pleja articulación de uno y otro, de la lec-
rap des-ubican también –desde sus pro- tura de textos en la de hipertextos, de la
pias lógicas, saberes y placeres– el ascetis- doble inserción de unos en otros, con
mo triste del autismo libresco. En la mane- todo lo que ello implica de continuidades
ra como se aferra al libro, la escuela y rupturas, de reconfiguración de la lectu-
desconoce todo lo que de cultura se pro- ra como conjunto de muy diversos modos
duce y circula por el mundo de la imagen de navegar textos. Todos esos modos que
y de la cultura oral: dos mundos que viven está exigiendo la construcción de ciuda-
justamente de la hibridación y el mestiza- danos que sepan leer hoy tanto periódi-
je, de la revoltura de memorias territoria- cos como noticieros de televisión, video-
les con imaginarios des-localizados. juegos, videoclips e hipertextos.
Desvelemos entonces el malentendi-
do que nos esta impidiendo reconocer
que sociedad multicultural significa en NUEVOS USOS DE LA IMAGEN
nuestros países no sólo aceptar las dife- Y NUEVAS FIGURAS DE RAZÓN
rencias étnicas, raciales o de género, sig-
nifica también aceptar que en nuestras Hablar de imágenes en América Latina
sociedades conviven hoy «indígenas» de significa hablar de una larga y singular
la cultura letrada, con indígenas de la cul- batalla cultural, pues ¿cómo puede enten-
tura oral, y de la audiovisual, intermedial derse el descubrimiento y la conquista, la
y digital. Y ello en su sentido más fuerte colonización y la independencia del
puesto que esas culturas configuran Nuevo Mundo, fuera de la guerra de imá-
modos fuertemente diferenciados de ver genes que todos esos procesos moviliza-
y de oír, de pensar y de escribir. Y al rei- ron?, se pregunta Serge Gruzinski25.
vindicar los derechos de la cultura oral y Cómo pueden comprenderse las estrate-
la audiovisual no estamos desconociendo gias del dominador o las tácticas de resis-
en modo alguno la vigencia de la cultura tencia de los pueblos indígenas desde
letrada sino desmontando su pretensión Cortes hasta la guerrilla zapatista, desde
de ser la única cultura digna de ese nom- la instauración de pueblos zimarrones
bre y el eje cultural de nuestra sociedad. hasta el barroco del carnaval de Río, sin
El libro sigue y seguirá siendo la clave de recrear la historia que nos lleva de la ima-
la primera alfabetización, esa que en gen didáctica franciscana del siglo XVI al
lugar de encerrarse sobre la cultura letra- manierismo heroico de la imaginería
da debe hoy poner las bases para la libertadora, y del didactismo barroco del
segunda alfabetización que nos abre a muralismo a la imaginería electrónica de
las múltiples escrituras que hoy confor- la telenovela? Cómo penetrar en las osci-
man el mundo intermedial de la informá- laciones y alquimias de las identidades
tica. Estamos ante un cambio profundo sin auscultar la mezcla de imágenes e

(24) A. SAMPSON et als.: «La lectura», en Revista Universidad del Valle, 16 (1994), monográ-
fico. Cali.
(25) S. GRUZINSKI: La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner. México,
FCE, 1994.

75
imaginarios desde los que los pueblos La recuperación de los imaginarios
vencidos plasmaron sus memorias e populares en las imaginerías electróni-
inventaron una historia propia? cas de Televisa o Rede Globo, en las que
Mirando desde México, Gruzinski ilu- el cruce de arcaísmos y modernidades
mina los escenarios latinoamericanos en hacen su éxito, no es comprensible por
que se libra la batalla cultural, empezan- fuera de los nexos que enlazan las sensibi-
do por aquella en la que se produce el lidades a un orden visual social, en el
ejemplo más denso y espléndido de a que las tradiciones se desvían pero no se
guerra de ciframientos y resignificaciones abandonan, anticipando en las transfor-
de que está hecha la historia profunda de maciones visuales experiencias que aún
estos países. El sincretismo de simula- no tienen discurso ni concepto. El actual
ción/subversión cultural que contiene la des-orden del imaginario deconstruccio-
imagen milagrosa de la Virgen Guadalu- nes, simulacros, eclecticismos –remite al
pana, ha sido espléndidamente descifra- dispositivo barroco (o neobarroco que
do por O. Paz y R. Bartra26. Pero la guerra diría Calabrese28) «cuyos nexos con la
de imágenes que pasa por ese icono no imagen religiosa anunciaban el cuerpo
queda sólo entre la aparecida del Tepe- electrónico unido a sus prótesis tecnoló-
yac, la diosa de Tonantzin y la Malinche, gicas, walkmans, videocaseteras, compu-
sino que continua produciéndose hoy en tadoras»29.
las hibridaciones iconógráficas de un El racionalismo latinoaméricano, en
mito que reabsorve el lenguaje de las his- su matriz maniquea tanto a derechas
torietas impresas y televisivas fundiendo a como a izquierdas, ha recelado sin embar-
la Guadalupana con el hada madrina de go intensamente de las imágenes como
Walt Disney, la Heidi japonesa y hasta con instrumento persuasivamente endoctrina-
el mito de la Mujer maravilla27. Eso del dor y manipulador de las ignorantes gen-
lado de las imágenes populares, porque tes del pueblo. Del mismo modo que la
también del lado culto el pintor Rolando «ciudad letrada»30 ha sabido controlar la
de la Rosa expuso en el Museo de Arte imagen confinándola al campo del arte o
Moderno (1987) una Virgen de Guadalu- al territorio del simulacro, de la aparien-
pe con el rostro de Marilyn Monroe. Blas- cia y los residuos mágicos. Ambos recha-
femia que en cierto modo empata con la zos convergen hoy con la confusión que
que paradójicamente subyace al lugar que al cuestionar la mentalidad mercantil de
la Virgen Guadalupana conserva en la «una imagen vale más que mil palabras»
Constitución de 1873, en la que al mismo reduce las imágenes a las identificaciones
tiempo y en el mismo texto se consagra primarias y las proyecciones irracionales,
un día como fiesta patria y se instaura la las manipulaciones consumistas y la simu-
más radical separación entre Iglesia y lación política, con lo cual el mundo de la
Estado. imagen es situado en los antípodas de la

(26) O. PAZ: El laberinto de la soledad. México, FCE, 1978. R. BARTRA: La jaula de la melan-
colía. México, Grijalbo, 1985.
(27) M. ZRES: «Cuando Heidi, Walt Disney y Marylin Monroe hablan por la Virgen de
Guadalupe»», en Versión, 4 (1992), pp. 57-93. México.
(28) O. CALABRESE: La era neobarroca. Madrid, Cátedra, 1989.
(29) S. GRUZINSKI, op. cit., p. 24.
(30) A. RAMA: «La ciudad letrada», en R. MORSE; J. E. HARDOY: Cultura urbana latinoameri-
cana. Buenos Aires, Clacso, 1985, pp. 11-38.

76
producción de conocimiento, esto es en sino como dispositivo de una específica
el espacio y el tiempo de la diversión y el producción de conocimiento. Pues la rei-
espectáculo31. vindicación cognitiva de la imagen pasa
Se abre dificultosamente paso en paradójicamente por la asunción de la
nuestros países otra posición frente a la crisis de la representación. A examinar
imagen, que se apoya en una línea de esa crisis dedicó M. Foucault su libro Las
pensamiento que desde el Nietzsche que palabras y las cosas. Su análisis se inicia
atisbaba en la modernidad el tiempo de con la lectura de un cuadro de Velázquez,
un mundo «convertido en fábula», pasa Las Meninas, en la que nos propone tres
por Benjamin cuando consideraba las tec- pistas.
nologías, y en especial de las de produc-
ción y reproducción de la imagen, como • Puesto que estamos ante un cuadro
estratégicas en la configuración de la ciu- en el que un pintor nos contempla,
dad moderna. Y Heidegger que, al hablar lo que en verdad vemos es el revés
de la técnica, la liga a un mundo que se del cuadro que el pintor pinta, y es
constituye en imágenes más que en siste- en ese revés donde somos visibles
ma de valores, a la modernidad como «la nosotros.
época de las imágenes del mundo»32, • Lo que podemos decir del cuadro
hasta Vattimo a para el que lo que en la no habla de lo que vemos pues «la
tardomodernidad llamamos mundo es relación del lenguaje a la pintura es
mucho menos aquella «realidad» del pen- infinita. No porque la palabra sea
samiento empiricista –enfrentada a la imperfecta sino porque son irre-
«conciencia» del ‘sujeto autocentrado’ del ductibles la una a la otra. Lo que se
racionalismo– que el tejido de discursos e ve no se aloja, no cabe jamás en lo
imágenes que entrecruzadamente produ- que se dice»34.
cen las ciencias y los medios. A partir de • La esencia de la representación no
lo cual Vattimo plantea una renovadora es lo que se da a ver, sino la invisi-
pista sobre el sentido actual de la relación bilidad profunda desde la que
tecnología/sociedad/imagen al afirmar vemos, y ello a pesar de lo que
que «el sentido en que se mueve la tecno- creen decirnos los espejos, las imi-
logia no es ya tanto el dominio de la natu- taciones, los reflejos, los engañao-
raleza por las máquinas cuanto el específi- jo. Pues ya no disponemos, como
co desarrollo de la información y la en el pensamiento clásico, del des-
comunicación del mundo como ima- ciframiento de la semejanza en su
gen»33. juego de signos, en su capacidad
Desde esa línea se hace posible la de vecindad e imitación, de analo-
revaloración cognitiva de la imagen –y gía o empatía, para hacer posible el
con ello su reubicación en el campo de la conocimiento. Ni disponemos tam-
educación– ya no como mera ilustración poco de aquella hermeneútica de la
de la verdad contenida en la escritura escritura que domina desde el

(31) Una extremada versión de esa mirada en N. POSTMAN: Divertirse hasta morir. Barcelona,
La Tempestad, 1991.
(32) J. HABERMAS: «Lenguaje de tradición y lenguaje técnico», en Pensamientos sobre la téc-
nica. Artefacto 1. Buenos Aires, 1997, pp. 13-20.
(33) G. VATTIMO: La sociedad transparente. Barcelona, Paidós, 1990, p. 95.
(34) M. FOUCAULT: Les mots et les choses. París, Gallimard, 1966, p. 25.

77
Renacimiento en un reenvío de len- producen objetos, sino un nuevo tipo de
guajes –de la Escritura a la Palabra– tecnicidad que posibilita el procesamien-
colocando en el mismo plano las to de informaciones y cuya materia prima
palabras y las cosas, el hecho, el son abstracciones y símbolos. Lo que
texto y el comentario. inaugura una nueva aleación de cerebro
e información, que sustituye a la relación
A partir del siglo XVII el mundo de los exterior del cuerpo con la máquina. Y
signos se espesa, e inicia la conquista de segundo, estamos ante la emergencia de
su propio estatuto poniendo en crisis su un nuevo paradigma de pensamiento que
subordinación a la representación tanto rehace las relaciones entre el orden de lo
del mundo como del pensamiento. Y en el discursivo (la lógica) y el de lo visible (la
paso del siglo XVIII al XIX por primera vez forma), entre inteligibilidad y sensibili-
en la cultura occidental, afirma Foucault, dad. El nuevo estatuto cognitivo de la
la vida escapa a las leyes generales del ser imagen se produce a partir de su infor-
tal y como se daba en el análisis de la matización, esto es de su inscripción en el
representación; y también el trabajo trans- orden de lo numerizable, que es el orden
forma el sentido de la riqueza en econo- del calculo y sus mediaciones lógicas:
mía, al tiempo que el lenguaje se «libera» número, código y modelo. Inscripción que
para enraizarse en su materialidad sonora no borra sin embargo ni la figura ni los
y en su expresividad histórica. El fin de la efectos de la imagen pero esa figura y efec-
metafísica implica dar la vuelta al cuadro: tos remiten ahora a una economía infor-
el espejo en que al fondo de la escena se macional que reubica la imagen en los
mira el rey, al que el pintor mira, se pierde antípodas de la ambigüedad estética y la
en la irrealidad de la representación. Y en irracionalidad de la magia o la seducción.
su lugar emerge el hombre configurado El proceso que ahí llega entralaza un
por la vida, el trabajo y el lenguaje. En ade- doble movimiento. El que prosigue y radi-
lante será a partir de la trama significante caliza el proyecto de la ciencia moderna
que tejen las figuras y los discursos (las –Galileo, Newton– de traducir/sustituir el
imágenes y las palabras), y de la eficacia mundo cualitativo de las percepciones
operatoria de los modelos, como se hará sensibles por la cuantificación y la abs-
posible ese saber que hoy denominamos tracción lógico-numérica, y el que rein-
ciencias humanas. corpora al proceso científico el valor
Es justamente en el cruce de los dos informativo de lo sensible y lo visible. Un
dispositivos señalados por Foucault –eco- nueva episteme cualitativa abre la inves-
nomía discursiva y operatividad lógica– tigación a la intervención constituyente
donde se sitúa la nueva discursividad de la imagen en el proceso del saber:
constitutiva de la visualidad y la nueva arrancándola a la sospecha racionalista, la
identidad lógico-numérica de la imagen. imagen es percibida por la nueva episte-
Estamos ante la emergencia de otra figu- me como posibilidad de experimenta-
ra de la razón35 que exige pensar la ima- ción/ simulación que potencia la veloci-
gen, primero, desde su nueva configura- dad del cálculo y permite inéditos juegos
ción sociotécnica, pues el computador de interfaz, esto es de nuevas arqui-
no es un instrumento con el que se tecturas de lenguajes. Virilio denomina

(35) A. RENAUD: «L’image: de l’economie informationelle à la pensée visuelle», en Reseaux, 74


(1995), pp. 14-ss. París.

78
«logística visual»36 a la remoción que las entiende lo que ésta significa. Los
imágenes informáticas hacen de los lími- jóvenes de la nueva generación en
tes y funciones tradicionalmente asigna- cambio se asemejan a los miembros
dos a la discursividad y la visibilidad, a la de la primera generación nacida en
dimensión operatoria (control, cálculo y un país nuevo. Debemos aprender
previsibilidad), la potencia interactiva junto con los jóvenes la forma de dar
los próximos pasos. Pero para proce-
(juegos de interfaz) y la eficacia metafóri-
der así, debemos reubicar el futuro. A
ca (traslación del dato cuantitativo a una
juicio de los occidentales, el futuro
forma perceptible: visual, sonora, táctil).
está delante de nosotros. A juicio de
La visibilidad de la imagen deviene legibi- muchos pueblos de Oceanía, el futu-
lidad37, permitiéndole pasar del estatuto ro reside atrás, no adelante. Para
de «obstáculo epistemológico» al de construir una cultura en la que el
mediación discursiva de la fluidez (flujo) pasado sea útil y no coactivo, debe-
de la información y del poder virtual de lo mos ubicar el futuro entre nosotros,
mental. como algo que está aquí listo para
El relieve de las potencialidades cog- que lo ayudemos y protejamos antes
nitivas de la imagen nos reafirma en que de que nazca, porque de lo contrario,
la comprensión de la estructura comuni- será demasiado tarde39.
cativa de la sociedad se haya ligada a la
aceptación de cambios profundos en las De lo que habla M. Mead es del surgi-
condiciones del saber38. Que remiten a miento de un nuevo tipo de cultura entre
cambios en los modos de percibir/sentir y la juventud contemporánea ligada a la
a nuevas maneras de relacionarse, esto es revolución electrónica, y explica ese cam-
de re-conocerse y de juntarse. Que es lo bio a partir de su contraste con los dos
que experimentan claramente los más tipos de cultura que ella ha vivido: uno
jóvenes, y que los adultos tienden a des- como ciudadana norteaméricana y el otro
valorizar convencidos de que los cambios en su experiencia de antropóloga. Llama
que hoy viven los jóvenes son, como lo postfigurativa a aquélla cultura en la que
fueron siempre, «una fiebre pasajera». el futuro de los niños está por entero
Rompiendo esa inercia, M. Mead supo plasmado en el pasado de los abuelos,
leer, hace ya veinticinco años, y cuando pues la esencia de esa cultura reside en el
ella ya tenia setenta, lo que en la actual convencimiento de que la forma de vivir y
ruptura generacional remite a la larga de saber de los ancianos es inmutable e
temporalidad en que se inscriben nues- imperecedera. Llama cofigurativa a otro
tros miedos al cambio, tanto como las tipo de cultura en la que el modelo de los
posibilidades que éste abre de inaugurar comportamientos lo constituye la con-
nuevos escenarios y dispositivos de diálo- ducta de los contemporáneos, lo que le
go entre generaciones y pueblos: permite a los jóvenes, con la complici-
dad de sus padres, introducir algunos
Nacidos antes de la revolución elec-
cambios por relación al comporta-
trónica la mayoría de nosotros no
miento de los abuelos. Finalmente, llama

(36) P. VIRILIO: La máquina de visión. Madrid, Cátedra, 1989, p. 81.


(37) G. LASCAUT et als.: Voir, entendre. Paris, UGE-10/18, 1976. J. L. CARRASCOSA: Quimeras del
conocimientos. Mitos y realidades de la inteligencia artificial. Madrid, Fundesco, 1992.
(38) W. BENJAMIN, op. cit., p. 23
(39) M. MEAD: Cultura y compromiso. Barcelona, Gránica, 1971, p. 125.

79
prefigurativa a una nueva cultura que por la incidencia de los flujos y redes de
ella ve emerger a fines de los años sesenta información. Sólo haciéndose cargo de
y que caracteriza como aquella en la que esas transformaciones la escuela podrá
los pares reemplazan a los padres, instau- interactuar con las nuevas formas de par-
rando una ruptura generacional sin ticipación ciudadana que el entorno
parangón en la historia, pues señala no informacional hoy abre.
un cambio de viejos contenidos en nue- El chileno Martín Hopenhayn ha tra-
vas formas, o viceversa, sino un cambio ducido a objetivos básicos de la educa-
en lo que denomina la naturaleza del ción los «códigos de modernidad»41 que
proceso: la aparición de una «comunidad hoy requiere una sociedad democrática.
mundial» en la que hombres de tradicio- Ellos son formar recursos humanos, cons-
nes culturales muy diversas emigran en el truir ciudadanos y desarrollar sujetos
tiempo, inmigrantes que llegan a una autónomos.
nueva era desde temporalidades muy
diversas, pero todos compartiendo las • Pues la educación no puede estar
mismas leyendas y sin modelos para el de espaldas a las transformaciones
futuro. Un futuro que sólo balbucean los del mundo del trabajo, de los nue-
relatos de ciencia-ficción, en los que los vos saberes que la producción
jóvenes encuentran narrada su experien- moviliza y de los nuevas figuras que
cia de habitantes de un mundo cuya com- recomponen aceleradamente el
pleja heterogeneidad «no se deja decir en campo y el mercado de las profe-
las secuencias lineales que dictaba la pala- siones. No se trata de supeditar la
bra impresa»40, y que remite entonces a formación a la adecuación de
un aprendizaje fundado menos en la recursos humanos para la produc-
dependencia de los adultos que en la pro- ción, sino de que la escuela asuma
pia exploración que los habitantes del los retos que las innovaciones
nuevo mundo tecno-cultural hacen de la tecno-productivas y laborales le
imagen y la sonoridad, del tacto y la velo- plantean en términos de nuevos
cidad. lenguajes, saberes y habilidades.
La asunción de la tecnicidad mediáti- Sería suicida que la escuela alfabeti-
ca como dimensión estratégica de la cul- ce para una sociedad cuyas modali-
tura contemporánea representa para la dades productivas están desapare-
escuela un desafío estratégico para re- ciendo.
insertarse en los procesos de cambio que • En segundo lugar, construcción de
atraviesa nuestra sociedad, e interactuar ciudadanos significa una educa-
con los campos de experiencia en que ción capaz de enseñar a leer ciuda-
hoy se procesan las transformaciones cla- danamente el mundo, es decir
ves: desterritorialización/relocalización capaz de crear en los jóvenes una
de las identidades, hibridaciones de la mentalidad crítica, cuestionadora,
ciencia y el arte; y también la reorganiza- desajustadora de la inercia en que
ción de los saberes en su articulación a la la gente vive, desajustadora del
del mapa de los oficios y las profesiones acomodamiento en la riqueza o de

(40) Ibídem, p. 106.


(41) M. HOPPENHAYN: Educación, comunicación y cultura en la sociedad de la información:
una perspectiva latinoamericana. Santiago de Chile, CEPAL-Estudios especiales, 2003.

80
la resignación en la pobreza; una ca que cobra hoy una escuela capaz de un
educación que renueve la cultura uso creativo y crítico de los medios masi-
política para que la sociedad no vos y las tecnologías informáticas. Pero
busque salvadores sino que genere ello sólo será posible en una escuela que
socialidades para convivir, concer- transforme su modelo (y su praxis) de
tar, respetar las reglas del juego comunicación, esto es, que haga posible
ciudadano, desde las de tráfico el tránsito de un modelo centrado en la
hasta las del pago de impuestos. secuencia lineal –que encadena unidirec-
• Y en tercer lugar la educación debe cionalmente grados, edades y paquetes
desarrollar sujetos autónomos. de conocimiento– a otro descentrado y
Pues frente a una sociedad que plural, cuya clave podría pensarse desde
masifica estructuralmente por ten- el «encuentro» del palimsesto y el hiper-
dencia a homogeneizar incluso texto. Entiendo por palimsesto ese texto
cuando crea posibilidades de dife- en el que un pasado borrado emerge
renciación, la posibilidad de ser tenazmente, aunque borroso, en las
ciudadanos es directamente pro- entrelíneas que escriben el presente; y
porcional al desarrollo de sujetos por hipertexto una escritura no secuen-
autónomos, es decir de gente libre cial sino montaje de conexiones en red
tanto interiormente como en sus que, al permitir/exigir una multiplicidad
tomas de posición. Y libre significa de recorridos, transforma la lectura en
gente capaz de saber leer la publici- escritura42. Lo que en lugar de sustituir
dad y para qué sirve, y no dejarse viene a potenciar la figura y el oficio del
masajear el cerebro, gente que sea educador que, de mero retransmisor de
capaz de tomar distancia del arte saberes deberá convertirse en formulador
de moda, de los libros de moda, de problemas, provocador de interrogan-
gente que piense con su cabeza y tes, coordinador de equipos de trabajo, sis-
no con las ideas que circulan a su tematizador de experiencias y memoria
alrededor. viva de una educación que, en lugar de afe-
rrarse al pasado, hace relevo y posibilita el
Lo más grave de la situación es que, diálogo entre culturas y generaciones.
los retos que la comunicación le hacen a
la educación es que mientras los hijos de
la burguesía entran en interacción con el BIBLIOGRAFÍA
ecosistema informacional y comunicativo
desde su propio hogar, los hijos de los ARIES, PH.: L’ Enfant et la vie familiale
pobres –cuyas escuelas públicas casi no sous l’Ancien Regime. París. Plon,
tienen interacción con el entorno infor- 1960.
mático, siendo que para ellos la escuela es BARTRA, R.: La jaula de la melancolía.
el espacio decisivo de acceso a las nuevas México, Grijalbo, 1985.
formas de conocimiento– están quedan- BELL, D.: «El análisis pionero de esas con-
do excluidos del nuevo espacio laboral y tradicciones», en Las contradicciones
profesional que la cultura tecnológica culturales del capitalismo. Madrid,
configura. De ahí la importancia estratégi- Alianza, 1997.

(42) G. P. LANDOW: Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tec-


nología. Barcelona, Paidós, 1995.

81
BENJAMIN, W.: Discursos interrumpidos, I. LYOTARD, J. F.: La condición postmoder-
Madrid, Taurus, 1982. na. Informe sobre el saber. Madrid,
BOURDIEU, P.: PASSERON, J. C.: La repro- Cátedra, 1984.
duction. Element pour une théorie du MAFFESOLI, M.: Eloge de la raison sensi-
système de l’enseignement, Paris, ble. París, Grasset,1996.
Minuit, 1970. — El tiempo de las tribus. El declive del
CALABRESE, O.: La era neobarroca. individualismo en la sociedad de
Madrid, Cátedra, 1989. masas. Barcelona, Icaria, 1990.
CARRASCOSA, J. L.: Quimeras del conoci- MARTÍN BARBERO, J.: «De la ciudad media-
miento. Mitos y realidades de la inte- da a la ciudad virtual», en Telos, 44
ligencia artificial. Madrid, Fundesco, (1996). Madrid.
1992. — «Nuevos modos de leer», en Revista
CORTÁZAR, J.: «Noticias del mes de mayo», de crítica cultural, 7 (1996). Santiago
en Casa de las Américas-Diez años. de Chile.
La Habana, 1970. MEAD, M.: Cultura y compromiso. Barce-
ECHEVERRÍA, J.: Cosmopolitas domésticos. lona, Gránica, 1971.
Barcelona, Anagrama, 1995. MEYROWITZ, J.: «La televisión et l’integra-
ECO, U.: «La multiplicación de los me- tion des enfants: la fin du secret des
dios», en Cultura y nuevas tecnolo- adultes», en Reseaux, 74 (1995).
gías. Madrid, Novatez, 1986.
MOLES, A.: Sociodinamique de la culture.
FERRER, C.: «Taenia saginata o el veneno
La Haya, Mouton,1971.
en la red», en Nueva sociedad,140
MUÑOZ, S.: El ojo, el libro y la pantalla.
(1995). Caracas.
Cali, Univalle, 1995.
FOUCAULT, M.: Les mots et les choses.
ONG, W.: Oralidad y escritura. México,
Paris, Gallimard, 1966.
Fondo de Cultura Económica, 1987.
GIDDENS, A.: Consecuencias de la moder-
ORIOL-COSTA, P.; PÉREZ TORNERO, J. M.:
nidad. Madrid, Alianza, 1994.
GRUZINSKI, S.: La guerra de las imágenes. Tribus urbanas. Barcelona, Paidós,
De Cristóbal Colón a ‘Blade Runner’. 1996.
México, Fondo de Cultura Económi- PAZ, O.: El laberinto de la soledad. Méxi-
ca, 1994. co, Fondo de Cultura Económica,
HABERMAS, J.: «Lenguaje de tradición y 1978.
lenguaje técnico», en Pensamientos PISCITELLI, A.: «Del péndulo a la máquina
sobre la técnica. Artefacto 1, Buenos virtual», en BLEICMAR, S. (comp.):
Aires, 1997. Temporalidad, determinación, azar.
HOPPENHAYN, M.: Educación, comunica- Buenos Aires, Paidós, 1994.
ción y cultura en la sociedad de la — «El libro electrónico o el futuro de
información: una perspectiva latino- una ilusión», en Ciberculturas. En la
americana. Santiago de Chile, CEPAL- era de las máquinas inteligentes.
Estudios especiales, 2003. Buenos Aires, Paidós, 1995.
LANDOW, G. P.: Hipertexto. La convergen- POSTMAN, N.: Divertirse hasta morir. Bar-
cia de la teoría crítica contemporá- celona, La Tempestad, 1991.
nea y la tecnología. Barcelona, Pai- RAMA, A.: «La ciudad letrada», en MORSE,
dós, 1995. R.; HARDOY, J.E.: Cultura urbana lati-
LASCAUT, G. et als.: Voir, entendre. París, noamericana. Buenos Aires, Clacso,
UGE-10/18, 1976. 1985.

82
RAMÍREZ, S.; MUÑOZ, S.: Trayectos del con- VATTIMO, G.: La sociedad transparente.
sumo. Itinerarios biográficos y pro- Barcelona, Paidós, 1990.
ducción-consumo cultural. Cali, Uni-
VEZZETI, H.: «El sujeto psicológico en el
valle,1995.
RENAUD, A.: «L’image: de l’économie universo massmediático», en Punto
informationelle à la pensée visuelle», de vista, 43 (1993). Buenos Aires.
en Reseaux, 74 (1995). París. VIRILIO, P.: La vitesse de liberation. Paris,
— Videoculturas fin de siglo. Madrid,
Galilée,1995.
Cátedra, 1990.
SAMPSON, A. et als.: «La lectura», en Revis- — La máquina de visión. Madrid, Cáte-
ta Universidad del Valle, 16 (1997), dra, 1989.
monográfico. Cali. ZIRES, M.: «Cuando Heidi, Walt Disney y
SÁNCHEZ BIOSCA, V.: Una cultura de la
Marylin Monroe hablan por la Virgen
fragmentación. Pastiche, relato y
cuerpo sobre la técnica. Valencia, Tex- de Guadalupe», en Versión, 4 (1992).
tos de la Filmoteca, 1995. México.

83

Potrebbero piacerti anche