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Vestigio y especulación

Textos anunciados, inacabados


y perdidos de la literatura chilena
Vestigio
y especulación
Textos anunciados,
inacabados y perdidos
de la literatura chilena

Nibaldo Acero
Jorge Cáceres
Hugo Herrera Pardo

Editores
Nibaldo Acero, Jorge Cáceres, Hugo Herrera Pardo
ÍNDICE
Vestigio y especulación. Textos anunciados,
inacabados y perdidos de la literatura chilena [Texto impreso]
1a ed. – Santiago: Chancacazo Publicaciones, 2014.
288 p.: 13 x 21,5 cm.- (Colección Pensamiento)

ISBN: 978-956-8940-51-5

1. Retórica 2. Crítica literaria


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Christian Godin
El fragmento (Traducción de Ninoska Vera) . . . . . . . . . . . . 23
VESTIGIO Y ESPECULACIÓN. TEXTOS ANUNCIADOS,
INACABADOS Y PERDIDOS DE LA LITERATURA CHILENA
© Nibaldo Acero, 2014
© Jorge Cáceres, 2014 DE TEXTOS PERDIDOS Y (CASI) ENCONTRADOS
© Hugo Herrera Pardo, 2014
Registro de propiedad intelectual Nº 241.862
© Chancacazo Publicaciones Ltda. Jorge Cáceres
Santa Isabel 0545, Providencia, Santiago de Chile De la pérdida a la perdición: el devenir
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www.chancacazo.cl de las “instruciones” de Antonio Alejandro Berney
(1780-1782) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Diseño y diagramación: Gabriel Aguayo y Alejandro Palacios
Foto de portada: Joyce Contreras V.
Enrique Cisternas
Chancacazo Publicaciones es una editorial expresiva, cuyo objetivo primordial es la Fuegos fugaces y mundanos: recorrido y fracaso
publicación y divulgación de escrituras significantes, tanto textuales como gráficas. de Fuegos Artificiales de Germán Marín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El criterio de lo significante radica en el ser humano, en su urgencia creativa y de
comunicación. Chancacazo Publicaciones, bajo esta enseña, se incrusta en el medio
cultural como una plataforma de participación y realización individual y colectiva.

Esta publicación fue parte de un proyecto que obtuvo un fondo de investigación el año DE TEXTOS FRAGMENTARIOS Y (CASI) REUBICADOS
2013, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.

PRINTED IN CHILE / IMPRESO EN CHILE


Joyce Contreras
I.S.B.N.: 978-956-8940-51-5 La resistencia al libro. Mujeres, escritura y exclusión
en el siglo XIX en Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
La reproducción textual y digital de esta obra depende del previo consentimiento de su
autor o de la editorial, conforme a la leyes 17.036 y 18.443 de Propiedad Intelectual.
Mario Molina
La figura de Eduardo Molina Ventura:
refracción y juego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

Ximena Figueroa
Poesía del paréntesis: el caso de los “proyectos creadores”
interrumpidos de la Antología de la Nueva Poesía
Femenina Chilena (1985) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

DE VESTIGIOS Y OTROS FANTASMAS

Hugo Herrera Pardo


“Próximo a publicarse”. Sobre los paratextos sin texto
de la vanguardia de Valparaíso (Vestigio y
especulación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

Nibaldo Acero
Vestigio del poema insalvable: la tala de “Salvia”
de Gabriela Mistral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
INTRODUCCIÓN

El único destino noble de un escritor que publica es no tener


una celebridad acorde con sus merecimientos. Pero el verda-
dero destino noble es el del escritor que no publica. No digo
que no escriba, porque eso no es un escritor. Digo de aquel que
por naturaleza escribe, y por condición espiritual no ofrece lo
que escribe. Escribir es objetivar sueños, es crear un mundo
exterior como premio evidente de nuestra índole de creado-
res. Publicar es entregar ese mundo exterior a los otros: ¿mas
para qué, si el mundo exterior común a nosotros y a ellos es
el “mundo exterior” real, el de la materia, el mundo visible
y tangible? ¿Qué tienen que ver los otros con el universo que
hay en mí?

(Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)

Antes de entrar en materia, en esa quebrada, fragmentaria


y vestigial materialidad que trataremos en los siguientes
capítulos, creemos necesario practicar cierta genealogía de
cómo sucedieron los hechos que convergieron en el ideario
de un proyecto tan insólito como inexplorado: el de estudiar
algunos textos co(a)rtados, límbicos en su circulación, fan-
tasmales en su producción, textos anunciados, inconclusos,
perdidos y nunca escritos dentro de la literatura chilena.
Este gesto, lejos de pretender erigirse como acto colonizador
sobre una tierra virgen de la teoría o la crítica literaria, tuvo
desde sus inicios ese apetito de verse a sí mismo como gesto
de contracultura, de discurso rei­vindicador del quiebre en
la marcha semiosférica de la cultura. De hecho, la rueda de

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las primeras reflexiones no se echó a andar en universidad Prolegómenos al fragmento textual y al
alguna, ni en algún congreso o simposio de grandilocuentes concepto de vestigio
referentes. Este proyecto comenzó a fraguarse en un bar de
Valparaíso, ciudad-puerto que ha sido históricamente es- Pudimos advertir en este proceso una importante polisemia
cenario de performances y aporías textuales rayanas en lo de manifestaciones sobre lo fragmentario, fundamentada en
paródico y frenético, como bien recrea Hugo Herrera Pardo los diversos intentos de aprehenderlo, ya sea desde el senti-
en su texto “‘Próximo a publicarse’. Sobre los paratextos sin do, el conocimiento, la percepción o la escritura, llegando
texto de la vanguardia de Valparaíso. (Vestigio y especula- a constituirse en objeto de estudio de disciplinas tan hete-
ción)”. Por eso escogimos materializar nuestras reflexiones rogéneas como la semiótica, la filosofía, la fenomenología y
a través de ensayos que retozaran especulativamente —por la literatura. Recurrimos a la etimología de fragmento, en-
qué no— alrededor de sabrosas o acerbas anécdotas que contrando que en latín fragmentum quería decir “porción de
han operado como párrafos vicarios de la historia oficial; cosa rota” (Echegaray 487). A partir de esta definición, dos
especular sobre experiencias que han continuado renovan- problemáticas centrales se develan en torno al concepto: la
do mitos en torno a creadores, publicaciones, pantomimas relación parte-todo y la relación fragmento-objeto. En cuan-
infernales a modo de discursos poéticos (textos en definiti- to a la primera, no es inusual toparse con aproximaciones
va) que la institución académica ha preferido olímpicamen- que señalan al fragmento como parte integrante de una tota-
te elidir. lidad respecto de la cual mantiene un vínculo de dependen-
A los primeros pensamientos e indagaciones vinculan- cia, como señala Kazimierz Bartoszynski. En otras palabras,
tes a fenómenos de interrupción textual, se sumaron in- el fragmento vendría a ser sólo un segmento de una entidad
quietudes sobre textualidades relacionadas al canon, a los mayor a la cual pertenece y de la cual extrae su identidad
gestos y a discursos que podían considerarse texto, incluso (función). El fragmento, en sus acepciones tercera y cuarta,
obra. Desde la Colonia hasta la Dictadura, pasando por el respectivamente, de la vigésima segunda edición de la Real
siglo XIX y las vanguardias, las especulaciones aquí reuni- Academia Española es definido de las siguientes formas:
das han intentado desde un arranque desprogramar de una “Trozo de una obra literaria o musical” y “Parte conservada
u otra forma la naturalizada hegemonía del conocimiento, de un libro o escrito”. Evidentemente, en ambas definiciones
llámese libro, llámese autor, llámese obra y, a la vez, activar subyace una concepción sinecdótica de lo fragmentario, es
problematizaciones respecto a la lectura, los paratextos, la decir, el ser la parte de un todo. La conclusión necesaria, se-
cultura construida a partir de acontecimientos disruptores, gún esa definición, es que el fragmento no goza de autono-
de fantasmas, anécdotas y mitos que desarticulan y termi- mía (¿goza algo de autonomía?). No obstante, en una medida
nan por desautorizar las voces dogmáticas y canonicistas de considerable, estas concepciones desatienden el significado
toda época. original de la voz latina, pues la comprensión de aquel todo,

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del que supuestamente formaría parte el fragmento, resulta pletas (citas o pasajes en autores posteriores) y por casuali-
equivocada. Según Echegaray la totalidad se entiende como dad sucedió que no sobrevivieron otras secciones del texto.
una “cosa rota”, esto es, como una entidad que en estricto Tales nociones nos llevan a pensar en la disponibilidad
rigor ya no existe como tal. La ruptura de la cosa significaría y no disponibilidad del todo. Pensemos en una parte de un
que esta misma cosa, materialmente, no existe más: ella ha texto. Si el texto se halla disponible, esa parte se puede en-
sido resquebrajada, partida, seccionada en diversos pedazos. tender como selección del mismo, pero si no se encuentra
Como sostiene Elizabeth Wanning: “el fragmento sugiere un disponible, esa parte deviene fragmento. En relación a lo
desgarro o una ruptura. Partes que originalmente estuvieron anterior, la investigadora Dominique Chicoine (1994), en su
juntas o que pudieron estarlo son cortadas o separadas” (8). tesis Fragments suivi de Brèves, propone la distinción entre
Entonces, ¿cómo podría ser el fragmento una “porción de lo “fragmentario” y lo “fragmental”. El primer término se
cosa rota”? ¿Cómo podría ser parte de un todo que no es, de asocia a las obras involuntariamente inacabadas, mientras
un todo ausente? Si el todo ha sido destruido, no hay parte que el segundo —tomado de Jean-Louis Galay— engloba a
alguna que —valga la redundancia— forme parte de él. Se aquellas obras que están voluntariamente constituidas por
acabaría con ello la situación de dependencia, las partes se fragmentos. Otro estudio relacionado con la discusión teó-
desintegrarían y cada una de ellas pasaría a ser otra cosa, ad- rica del fragmento es el llevado a cabo por William Tronzo
quiriendo una nueva identidad, por lo que se establecerían (2009), quien señala que el fragmento supone la fragmenta-
nuevas articulaciones (¿pasarían a integrar o a conformar ción, es decir, “una acción cuyos resultados nunca pueden
nuevas totalidades?). ser totalmente previstos”. En este caso, la fragmentación su-
Respecto a la segunda problemática, derivada de la idea pone la destrucción de una totalidad, ¿esa totalidad podría
de “cosa rota”, ésta no se refiere únicamente a un todo que ser entonces reconstruida o ya no existiría la posibilidad de
ya no es; ella acusa, también, la materialidad de que goza el que volviese a su anterior unidad? Por ejemplo, si tomamos
fragmento. De acuerdo a Glenn W. Most (2009), en su senti- una cita, podríamos afirmar que es el fragmento de un texto,
do primario el fragmento remite a un objeto físico tangible, pero tal unidad textual sigue manteniendo su completitud a
condición que no se cumple en el caso de los textos. Sin em- pesar del corte textual que se ha realizado. Ahora bien, cabría
bargo, metafórica o indirectamente, éstos pueden ser dota- preguntarse qué sucedería si tomamos unas tijeras y corta-
dos de una cualidad fragmentaria; de ahí que Most distinga mos en varios pedazos un libro, un objeto-libro, del mismo
entre “fragmentos físicos” y “fragmentos textuales”. Los pri- que extrajimos la cita. Aunque se intentara un ejercicio de
meros pueden ser, por ejemplo, trozos de comida o de tex- restauración prolijo, éste no volverá a ser el mismo objeto.
tiles; los segundos, en tanto, aluden a escritos incompletos. Puede continuar siendo útil y desempeñar la misma fun-
Incompletos ya porque su soporte material fue dañado, ya ción que antes, pero no puede regresar a su estado original
porque siempre fueron entendidos como referencias incom- (imaginemos un billete parchado con cinta adhesiva). De tal

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manera, podemos concluir que es el libro, en tanto objeto, el de definición genérica de la llamada “escritura fragmentaria”,
que queda fragmentado, pero no así el texto; por lo que sería que involucra a tipos discursivos como máximas, sentencias,
la fragmentación la que podría ser voluntaria o involuntaria, pensamientos, aforismos, etc. De acuerdo a Françoise Susi-
no así el fragmento. ni-Anastopoulos —en referencia de Ledia Dema—, existen
Transversalmente en este proceso, nuestros intentos han tres tipos de problemas para caracterizar formalmente a esta
procurado desarrollar un acercamiento desde lo material o escritura. En primer lugar, un problema ligado a la dispari-
en otros términos, indagar, en primer lugar, en los proble- dad de los modos de fragmentación (voluntarias, involunta-
mas ligados a la materialidad que acarrea una manifestación rias, necesarias, etc.); un segundo problema caracterizado
fragmentaria. Para distinguirlo de los anteriores acercamien- como de confusión terminológica (¿las máximas, aforismos,
tos existentes y evitarnos de este modo confusiones desde pensamientos son, efectivamente, fragmentos?); y por últi-
terminológicas hasta semánticas, hemos denominado como mo, un tercer problema que la autora denomina ideológico,
vestigio a esta aproximación material hacia lo fragmentario. en tanto la consideración sobre el fragmento fluctúa entre la
Un vestigio sería así, inicialmente, una manifestación cuya defensa y la denigración. Desde la perspectiva material con
materialidad ha sido fracturada o abortada, pero cuyo senti- la que intentamos abordar el problema, esta discusión no
do, por medio de redes de asociación, puede de algún modo sólo es innecesaria, sino que también contradictoria, debido
llegar a interpretarse, es decir, a especularse. Podría pensarse a que nuestra propuesta no pretende entregar una caracte-
que esta primera definición quedará restringida a aquellos rización o tipología de la escritura fragmentaria, ni mucho
textos inconclusos, perdidos o anunciados/enunciados pero menos estudiarla como género, debido a que el problema
nunca escritos. Sin embargo, por vestigio, intentaremos com- epistemológico que nos interesa develar es cómo el vestigio,
prender también otro tipo de manifestaciones con respecto en sus distintas formas y circunstancias, se presenta como
a la materialidad del proceso literario. Devenida del estudio un contrapunto crítico a las diversas categorías de totalidad
del fragmento, proponemos la investigación de la noción de y unidad (autor, obra, tradición, libro, texto, etc.) desde las
vestigio como una manifestación alternativa de la materiali- cuales se ha pensado la modernidad, como expone Michel
dad del proceso literario, centrando la problemática del ves- Foucault en La arqueología del saber (2010).
tigio hacia las preguntas sobre el sentido y la función que tie- Ahora bien, si a partir de Raymond Williams (2009),
ne en dicho proceso más que en la construcción de tipologías consideramos al lenguaje como vínculo material de la lite-
que limiten la investigación sobre tales conceptos. ratura con el “indisoluble proceso social”, éste no represen-
Al denominarlo vestigio y comprenderlo desde su ma- taría solamente un medio, sino que también es un elemento
terialidad, pretendemos, por un lado, desligarnos de los constitutivo e indisoluble de la práctica social: “no sólo en
problemas surgidos del estudio literario de los fragmentos, las condiciones sociales de la creación y la recepción del arte,
que en buena parte ha estado constituido como un intento [sino] dentro de un proceso social general del que aquellas

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no pueden ser extirpadas” (203). El lenguaje también sería tas) podría leerse, desde esta perspectiva, como una especie
indiso­luble “en la creación y recepción efectivas que conec- de “hipotexto fantasmal” desperdigado en momentos de las
tan los procesos materiales dentro de un sistema social del obras de aquellos otros autores consagrados, las que serían
uso y la transformación de lo material (incluyendo el lengua- así su “hipertexto”.
je) por medios materiales” (203). El lenguaje sería una prác-
tica material, una actividad social mutuamente compartida ¿Por qué no (casi) nada?
la cual se encuentra “enclavada en relaciones activas dentro
de las cuales cada movimiento constituye una activación de Como es sabido, la interrogante conocida como la
lo que ya es compartido o recíproco o puede convertirse en Grundfrage, es decir, la “pregunta fundamental” —sin la
tal” (222), señala Williams. Si, por lo tanto, la materialidad intromisión del paréntesis, por supuesto— corresponde
de la literatura en el indisoluble proceso social material sig- al filósofo alemán Gottfried Leibniz. Sin embargo, Sergio
nifica una conciencia física y material, la cual es entonces la Givone en Historia de la nada (2009) nos aclara que en el
“irremplazable materialización de ciertos tipos de experien- autor de la Teodicea esta demanda es más bien una pregunta
cia, incluyendo la experiencia de la producción de objetos retórica. Se trata más bien de una interpelación que en el acto
que, a partir de nuestra más profunda sociabilidad, van más mismo de ser formulada “no hace sino confirmar y reforzar
allá no sólo de la producción de mercancías, sino también la respuesta implícita que contiene” (240): ¿Por qué hay algo
de nuestra expe­riencia corriente de los objetos” (217), pode- y no más bien nada? Para Givone, el objetivo de Leibniz al
mos comprender como vestigios del proceso literario no sólo plantear la Grundfrage no era indagar si verdaderamente
a textos perdidos, inconclusos, guillotinados o enunciados y la nada podría ocupar el lugar de lo existente. Muy por el
nunca escritos, sino que también a aquellos autores sin obra, contrario, su objetivo consistía en llegar a afirmar, más allá
aquellos “bartlebys” (Melville/Vila-Matas) que, a pesar de no de toda duda, “que dado lo existente es dado junto a ello su
publicar, significaron influencias relevantes para autores li- fundamento” (240). Es por esto que para el filósofo italiano,
gados a la tradición selectiva. Pensamos en casos como el en la perspectiva leibniziana, la pregunta fundamental
de Enrique “Chico” Molina, den­tro de la literatura chilena, puede ser leída perfectamente como si fuera una respuesta.
considerado fundamental para escritores de algún modo A juicio del mismo Givone, fue realmente Schelling quien
pertenecientes a la denominada “Generación del 50”. Pen- traslada el acento de la interrogante desde lo existente hacia
samos en Steve Ratliff, desconocido escritor norteamericano la nada, transformando con ello la “pregunta de la certeza”
de influencia decisiva en un autor tan importante en la ac- en la “pregunta de la duda y la desesperación”; “¿Por qué en
tual tradición selectiva de la literatura latinoamericana como general hay algo? ¿Por qué no la nada?”. El simple hecho de
Ricardo Piglia, de acuerdo a lo que él mismo reconoce en enfatizar la nada, constituye no sólo un cuestionamiento
entrevistas. La “obra” de estos “escritores del no” (Vila-Ma- acerca de los fundamentos que sostienen la realidad, sino

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que también revela el carácter arbitrario e impositivo de En palabras sencillas, la literatura vestigial instala un
ésta, sus condiciones mismas de posibilidad, pasando a proyecto que ha sido abortado ya sea en la producción, cir-
descubrir, a contrapelo, todo el régimen de exclusiones que culación o distribución del libro. Casos emblemáticos abun-
le subyace. dan, sin lugar a dudas el más fabulado ha sido el segundo
Al preguntarnos por el mundo de la literatura vestigial, el libro de la Poética de Aristóteles, el cual habría versado sobre
sentido de la interrogante cobra un valor similar al del caso el concepto de catarsis y sobre la comedia y a partir del cual
anterior. ¿Por qué ensayar sobre categorías tales como tex- emerge otro emblemático libro-vestigio, el Margites de Ho-
tos, libros, obras y los autores tras ellas? ¿Por qué no libros mero, el que, según consideración diacrónicamente preser-
fragmentarios, inacabados, anunciados y nunca escritos y/o vada, habría sentado nuevas direcciones para el desarrollo
publicados? ¿Por qué no los autores sin obra? ¿Por qué no los del género cómico. De tal libro se ha llegado a especular que
libros sacados voluntariamente de circulación? ¿Por qué en su contendido ha sido rescatado por el enigmático Tractatus
general algo que ya ha sido? ¿Por qué no casi nada? Debido a Coislinianus. De los 142 libros de la Historia de Roma de Tito
su inconclusa y fracturada materialidad, los textos perdidos, Livio tan sólo se conservan 35. Mucho se ha rumoreado so-
inacabados o anunciados y no publicados o nunca siquiera bre las obras teatrales perdidas de Agatón, de Shakespeare,
llegados a escribir han permanecido históricamente oblite- de Molière; sobre la maleta perdida que acompañaba a Wal-
rados tanto por las ciencias de la interpretación como por ter Benjamin en su escape hacia Estados Unidos y de la cual
las ciencias de la descripción. En tanto considerados en un se dice que contenía un frasco de morfina y un manuscrito
perenne estado de virtualidad y latencia, a ellos se les han que el pensador alemán consideraba más importante que su
resistido los comentarios e interpretaciones, tanto como el propia vida, o, en esta misma línea, de la maleta que Eliza-
estudio de sus fragmentarias condiciones sociales y técnicas. beth Hadley Richardson, primera esposa de Hemingway, ex-
Por lo general, han llegado a recuperarse a través de una his- travió en una estación de París y la cual incluía la primera
toria que ha actuado ya sea como sugerencia o como anéc- parte de la obra del autor de Fiesta, incluida una novela sobre
dota. Tal es el caso, por ejemplo, de La biblioteca de los libros la Primera Guerra Mundial. Tras todos estos casos hay un
perdidos de Stuart Kelly, Historia universal de la destrucción poderoso régimen de coacciones y exclusiones que devienen
de los libros de Fernando Báez o, en menor medida, Falsarios en pérdidas irremisibles; la transformación de superficies
y críticos. Creatividad e impostura en la tradición universal de textuales (el paso de los rollos a los códices, el Metakharakte-
Anthony Grafton. Sin embargo, si atendemos a su particular rismós o paso de la letra uncial a la minúscula cursiva), polí-
fractura material, a su inconclusa constitución como textua- ticas de circulación y distribución (como la decisión de hacer
lidad, ellos vienen a significar una contra-historia que encara epítomes de los libros, hecho que habría mermado el número
los problemas mayormente limitantes de alguna de las etapas de conservación de la obra de Aristóteles y Tito Livio, entre
del proceso literario. tantos otros) o el control de la letra impresa por medio de

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instituciones ligadas a las diversas formas de poder. Se trata, Bibliografía
al fin y al cabo, de historias y problemáticas segregadas por
la “pureza de la idea” o las condiciones técnicas materiales. BARTOSZYNSKI, Kazimierz. Teoría del fragmento. Valencia:
La hipótesis más general que recorre este volumen de en- Episteme, 1998.
sayos es que tras ese quiebre, tras esa manifestación que no CHICOINE, Dominique. Fragments suivi de Brèves. Tesis de
llega completamente a producirse, circularse o distribuirse, maestría. Montreal: McGill University, 1994.
subyacen todo un conjunto de coacciones que encaran los DEMA, Ledia. “El discurso fragmentado: propiedades y
fundamentos mismos de la práctica cultural, coacciones que estrategias enunciativas”. Bagubra 2 (noviembre 2012):
por cierto pueden llegar a reconstruirse o especularse por 124-130.
medio de redes de asociación. Y es que en la mayoría de los ECHEGARAY, Eduardo de. Diccionario general etimológi-
casos, las coacciones tras ese aspecto inconcluso o inacabado co de la lengua española. Tomo III. Madrid: José María
constituyen una amenaza o francamente una interdicción. Faquineto, 1888.
Un ejemplo claro de esto lo entrega Robert Darnton en Los FOCAULT, Michel. La arqueología del saber. Traducción de
best-sellers prohibidos en Francia antes de la revolución. Allí, Aurelio Garzón del Camino. México: Siglo XXI Editores,
el historiador norteamericano se preocupa de mostrar cómo, 2010.
debido a sus escandalosos comentarios religiosos, sociales y GIVONE, Sergio. Historia de la nada. Buenos Aires: Adriana
sexuales, las novelas sentimentales y de aventuras que cir- Hidalgo editora, 2010.
culaban clandestinamente en la Francia del Antiguo Régi- MOST, Glenn W. “On fragments”. William Tronzo (ed.). The
men, contribuyeron tanto o más que las obras de Rousseau Fragment: An Incomplete History. Los Angeles: Getty Pu-
o Voltaire a desestabilizar los valores imperantes conducen- blications, 2009: 8-21.
tes luego al célebre estallido social. Una historia silenciada, TRONZO, William. “Introduction”. The Fragment: An In-
excluida, en pos de la construcción de la Historia, así, con complete History. Los Angeles: Getty Publications, 2009:
mayúscula. En definitiva, como expresa Christian Godin en 1-7.
el texto traducido para este volumen por Ninoska Vera, se VILA-MATAS, Enrique. Bartleby y compañía. Barcelona:
trata de discursos que guardan mayor relación con el dis de Anagrama, 2009.
la ruptura que con el curso de la fluidez. WANNING, Elizabeth. The Unfinished Manner: Essays on
the Fragment in the Later Eighteenth Century. Virginia:
Los editores The University Press of Virginia, 1994.
WILLIAMS, Raymond. Marxismo y literatura. Traducción de
Guillermo David. Buenos Aires: Las Cuarenta, 2009.

20 21
EL FRAGMENTO1

Christian Godin
Traducción de Ninoska Vera D.

Considerando el todo como el modo necesario de la mani-


festación del arte, el fragmento no puede aparecer sino como
el signo trágico de su fracaso y de su muerte. En la época
clásica nunca se habría puesto en el mismo plano un estu-
dio, un croquis, un bosquejo y una nueva obra terminada.
En la época clásica la pieza podía tener sus cartas de nobleza
estética, pero no el fragmento2. El fragmento es un desastre.
¿Cómo una huella tan manifiesta de destrucción pudo obte-
ner valor estético? Se debe a que durante siglos se restaurarán
los monumentos y se completarán las estatuas3. Cuando no es

1 Apartado perteneciente al libro de Christian Godin: La totalité. La totalité réa-


lisée. Les arts et la littérature. Vol. 4. Seyssel: Editions Champ Vallon, 1997, pp. 115-
125. Cabe decir que en la presente traducción se utilizarán los siguientes lineamien-
tos: primero, en relación a las intervenciones en el texto o en las notas a pie de página,
éstas se encuentran marcadas por el uso de corchetes; segundo, los títulos de las
obras mencionadas en el texto original que poseen traducción al español se incluyen
dentro del texto y entre corchetes; tercero, en el caso de notas a pie de página agre-
gadas por la traductora, se señalará explícitamente al final de la misma mediante la
fórmula “N. de la T.” (“Nota de la Traductora”) colocada entre paréntesis.
2 El cuadro o la estatua que los artistas debían presentar para ser admitidos en la
Academia Real de Pintura y de Escultura se llamaba pieza de admisión. Antes de ser
aceptados en la Academia, los artistas debían buscar su aceptación y presentaban,
para estos efectos, diversas piezas de aprobación que les daban el derecho de expo-
ner en el Salón.
3 Antes de ser desarmada en 1933-1936, el Luis XII de Lorenzo da Mugiano fue
reconstituido a fines del siglo XVIII, y más tarde en la primera mitad del siglo XIX.

23
trágica (mutilación), la fragmentación es grotesca (desmem- cimiento, el arte de la Antigüedad surgirá fuera de la tierra y
bramiento)4. En consecuencia, el gran arte verá en ello una del olvido. La memoria de los hombres, al mismo tiempo que
amenaza a conjurar. Entre el Renacimiento y los tiempos mo- se descubre incompleta, reconocerá la belleza del torso sin
dernos tuvo lugar una revolución de la sensibilidad, y pasa- cabeza y de la columna aislada. Pronto se tomará conciencia
mos del rechazo del fragmento a su apología. No es necesario de que hay una armonía posible en la estatua mutilada y en el
comprender las razones de esta metamorfosis. Señalemos, en templo en ruinas, que puede haber una belleza del fragmento
primer lugar, que fuera del campo del arte toda una serie de como hay una belleza del todo, y que el azar, decididamente,
prácticas —mágicas, religiosas, políticas, técnicas (exvoto5, vuelve bellas las cosas. Hoy sabemos que la Venus de Milo nos
reliquias, blasones, cirios anatómicos, etc.)— atestiguan una habría parecido menos bella si el azar de los siglos le hubiese
larga familiarización del ojo occidental a la forma anatómica dejado sus brazos. Como lo escribiera Malraux, “el fragmento
fragmentaria; que, en los talleres de artistas, los moldeados es un maestro de escuela de las artes ficticias. ¿La Victoria de
a la antigua o sobre la naturaleza, mucho antes de la inven- Samotracia no sugiere un estilo greco al margen de lo real?”7.
ción de la fotografía, habrían cortado los cuerpos en trozos. Campo infinito del sueño, sin el cual el arte no sería posible.
Análisis análogo, en suma, al practicado en las disciplinas del “La estética clásica —añadía Malraux— iba del fragmento al
conocimiento. Si una falange de un personaje santo puede conjunto; la nuestra […] a menudo va del conjunto al frag-
valer, por sinécdoque, un todo entero por su poder sagrado, mento”8. Por lo demás, la concepción clásica también ha po-
entonces el menor fragmento de arte valdrá por la obra ente- dido justificar esta evolución —a saber, que la belleza no se
ra, y el arte que nace de su desacralización hereda lo religioso obtiene sino por elección y rechazos sucesivos, lo que confir-
en la devoción metonímica que él suscita6. Durante el Rena- ma que una obra de arte acabada es siempre fragmentaria a
los ojos de la naturaleza. “Seguramente —proclamará David
4 Lo cómico presupone el mundo inacabado, como la vida, y, además, hace apo-
teosis del detalle —lo que no significa que esté siempre del lado de la no-totalidad.
d’Angers—, en una obra de arte no es necesario decir todo”,
“Para los parodistas —escribe M. Bakhtine—, todo es cómico, la risa es tan univer- y Baudelaire evocará, en 1859, “el placer inmaterial que me
sal como la seriedad, está fijada al conjunto del universo, a la historia” (M. Bakhtine, han dado muy a menudo los sueños tumultuosos, así como
L’Œuvre de François Rabelais, trad. A. Robel, Gallimard, 1970, p. 92 [Existe traduc-
ción al español: M. Bajtín. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. incompletos, de Auguste Préault”9. La elección asumida de
El contexto de François Rabelais. Traducción de Julio Forcat y César Conroy. Ma-
drid: Alianza Editorial, 1987]). Ciertamente, podríamos preguntarnos qué puede construcción, en nuestros museos, de los reliquiarios donde las astillas reemplaza-
haber de cómico en Auschwitz. La muerte puede ser risible (cf. los esqueletos de ron los trozos de la verdadera cruz.
azúcar de la fiesta de los muertos en México), pero no el sufrimiento ni la absoluta 7 A. Malraux, Le Musée imaginaire, Skira, 1949, p. 27.
barbarie de los hombres. Esto confirma nuestra tesis de la esencial particularización 8 Ibid., p. 28. Se puede destacar, real o idealmente, una estatua de una catedral, y
de la risa. una imagen en primer plano de su cabecera da una idea más exacta del edificio que
5 No importa qué parte del cuerpo pueda ser simbólicamente ofrecida: en Italia, una foto en miniatura del conjunto.
en el siglo XIX, se fabricaban senos en plata repujada. En el Egipto antiguo, los vasos 9 C. Baudelaire, Salon de 1859, en Œuvres complètes, tome 2, Bibliotèque de la Pléia-
canopes contenían las vísceras de los cuerpos momificados. de, Gallimard, 1976, p. 680 [Hay traducción al español en: Charles Baudelaire. Salones
6 De ahí el valor del objeto más pequeño que haya pertenecido a un artista; y la y otros escritos sobre arte. Traducción de Carmen Santos. Madrid: Visor, 1996].

25
lo fragmentario es el espíritu del golpe de fuerza contra la sí mismo en sí y para sí —un absoluto literario16. En lugar
unidad de la materia, contra su pretensión de constituir una de ser el signo de un azar o de una catástrofe (destrucción,
sola totalidad. La impotencia se vuelve virtud, la desgracia impotencia, muerte), él devino “propósito determinado y de-
humana se transfigura en alegría de crear. Miguel Ángel10 es liberado, asumiendo o transfigurando lo accidental y lo invo-
el primer artista en dar forma a esta nueva sensibilidad. “Nu- luntario de la fragmentación”17. El fragmento no es solamente
merosas obras de la antigüedad devinieron fragmentos. Nu- un género literario; es un estilo. No puede ser asumido más
merosas obras de la modernidad lo son desde su nacimiento” que por su autor. El fragmento no era más lo inacabado: acto
—escribía quien fuera el teórico y apologista del fragmento de no acabamiento, él tomaba acto del no acabamiento, que
literario, Friedrich Schlegel11. Éste recibió de la publicación es el del arte, y el de la vida igualmente. “Que la totalidad
de Pen­sées, Maximes et Anecdotes de Chamfort12 la revelación esté presente como tal en cada parte, y que el todo no sea la
del fragmento13. Los Fragmentos de Athenaeum14 se conside- suma sino la copresencia de las partes en tanto que copre-
ran una obra colectiva: no es sólo el texto, sino la noción mis- sencia, finalmente, del todo en sí mismo (porque el todo es
ma del autor la que también es dispersa. Sobre los Pen­sées de también desprendimiento, la clausura de la parte), tal es la
Chamfort reinaba una unidad de conjunto “como constituida necesidad de definición que deriva de la individualidad del
en cierta forma fuera de la obra, en el tema que en ella se fragmento: el todo separado es el individuo y cada individuo
da a conocer”15. En los Fragmentos de Athenaeum, las manos admite una infinidad de definiciones reales” (Fragmentos de
de los dos hermanos Schlegel, Friedrich y August-Wilhelm, Athenaeum, 82). “Los fragmentos son al fragmento sus defi-
de Novalis y de Schleiermacher se cruzan, intercambiando niciones, y es esto lo que instala su totalidad como pluralidad,
sus plumas. Novalis señala que el fragmento es una “forma y su acabamiento como no acabamiento de su infinidad”18. La
de comunicación”. Por primera vez, el fragmento se daba por fragmentación constituye la intención propiamente román-
tica del Sistema19 no como totalidad extensiva sino en tanto
que totalidad comprensiva, no como la ordenación completa
10 De quien analizaremos la obra más adelante. de un conjunto sino como aquello por lo cual un conjunto
11 Fragments critiques, trad. Ph. Lacoue-Labarthe y J. L. Nancy, en L’Absolu littéra-
ire, Seuil, 1978, p. 101 [Hay traducción reciente al español: Philippe Lacoue-Labar- se mantiene unido. El idealismo alemán, nacido de Kant,
the y Jean-Luc Nancy. El absoluto literario. Teoría de la literatura del romanticismo plantea la imposibilidad y la necesidad de representación del
alemán. Traducción de Cecilia González y Laura Carugati. Buenos Aires: Eterna infinito; el fragmento es la respuesta romántica —es decir,
Cadencia, 2012].
12 Hay traducción al español: Nicolás de Chamfort. Pensamientos, máximas, ca-
racteres y anécdotas. Traducción y prólogo de Antonio Martínez Sarrión. Madrid: 16 La expresión que dio título a su obra es de Ph. Lacoue-Labarthe y de J. L. Nancy.
Aguilar, 1989. 17 Ibid., p. 60. P. Quignard vio en La Bruyère al primer escritor que reivindicó la
13 Ver Roger Ayrault, La Genèse du Romantisme allemand, tome 3, Aubier, 1969, parcelación de la escritura (Une géne technique à l’égard des fragments, Fata Morga-
pp. 111-137, “Chamfort et le fragment romantique”. na, 1986, p. 19).
14 Trad. Ph. Lacoue-Labarthe y J. L. Nancy, en L’Absolu littéraire, op. cit., pp. 98-178. 18 Ibid., p. 64.
15 Ibid., p. 58. 19 El pensamiento de F. von Schlegel se define como “sistema de fragmentos”.

26 27
estética— a esta necesidad. Los trozos del espejo quebrado no una cincuentena de versos: la conciencia no pudo arrancar a
contienen menos mundo que el espejo intacto. La totalidad la noche la totalidad que poseía. Y los románticos, al mismo
no es excluida sino sobrepasada, “en poesía, igualmente, toda tiempo que exaltan la singularidad de un yo genial portante
totalidad podría ser fracción y toda fracción, a decir verdad, de incandescencia, serán los primeros en llamar la atención
totalidad”20. El Witz21, definido por Schlegel como “geniali- sobre la poesía difusa del pueblo, sobre el genio artístico del
dad fragmentaria”, sustituye también a la imaginación como pueblo. Así se puede comprender, a la vez, el éxito que la tesis
una facultad de síntesis. Destello artístico, él se expresa como de F. A. Wolf sobre el carácter heterogéneo de los poemas
un oráculo, y se apropia del parentesco espiritual que pue- homéricos encuentra en los cenáculos románticos y la hosti-
de unir a Novalis con un Suso, con un Angelus Silesius. En lidad de un Goethe apegado a su concepción de la necesaria
el discurso, el dis- de la ruptura cuenta más que el -curso, la unidad poética22.
fluidez. El fragmento llega hasta el riesgo de la contradicción En este punto, nuestro siglo23 ha seguido más a Schlegel
—hasta esa partición (die Geteilheit) de la que hablaba Bren- que a Goethe y ha hecho del fragmento una de sus categorías
tano, y que es una típica actitud romántica. Estar partido, ¿no estéticas esenciales. El sentimiento catastrófico del mundo
es estar claramente escindido y situado en el hueco de la duda invadió al arte, pensamos en esos “trozos divididos de la ser-
que no rechaza ningún contrario? Así se verán artistas repar- piente que rodea la tierra” de que hablaba Nerval24. Como se
tidos entre diversos modos de expresión. El fragmento es la desespera de lo real y de la conciencia, ya no hay más que par-
elección del instante contra el tiempo y contra la eternidad tículas, flujos y encuentros, desechos y huellas. Las cosas son
—de ahí la nueva concepción de la poesía, que ya no es obra vistas según el modo de esta dislocación que René Char notaba
ni naturaleza sino conciencia. Y es el momento en que el poe- ya en Heráclito. Los cuerpos caminan sin cabeza, las cabezas
ta no sabe otra cosa que ser poeta, en que él se define como miran sin cuerpo, y luego no hay nada más. La cosa, a menos
el futuro del hombre. Coleridge nos advirtió que su poema que sea una máquina, no constituye nada. En el arte contem-
Kubla Khan había sido compuesto completamente durante el
sueño, pero que al despertarse no pudo transcribir más que 22 En un Xénie, Goethe, jugando con el nombre de Wolf, escribió: “Ahora que el
lobo [wolf] despedazó a Homero, cada una de las siete ciudades que se disputa-
ban el honor de haberlo visto nacer puede tomar un trozo” (Goethe, Écrits sur l’art,
20 F. von Schlegel, Fragments critiques, en L’Absolu littéraire, op. cit., p. 82. Solamen- Klincksisk, 1983, p. 100. [Hay traducción al español: Escritos de arte. Trad., prólo-
te una hábil dialéctica no sabría considerar el cambio sicológico de la satisfacción; go y notas de Miguel Salmerón. Madrid: Síntesis, 1999]). [Los xénie, según señala
los dos hermanos Schlegel, Friedrich y August-Wilhelm, tenían también dos voces Yvan Lissorgues, son “dísticos epigramáticos escritos conjuntamente por Goethe y
separadas; el primero hablaría incluso de la falta de forma (op. cit., p. 184). Schiller” (“Goethe en Clarín: un ensanchamiento estilístico, cultural y metafísico”.
21 Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy definen al Witz como ““Chiste” o Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2010. En línea: http://www.cer-
“juego de palabras” pero también facultad de producirlos y, de manera más amplia, vantesvirtual.com/obra-visor/goethe-en-clarin-un-ensanchamiento-estilistico-cul-
de inventar una combinación de elementos heterogéneos; sigue siendo, como es tural-y-metafisico/html/6e520f50-5296-4c04-9d52-89ef43088fc5_2.html)].
sabido, un término intraducible” (El absoluto literario. Teoría de la literatura del 23 Se refiere al siglo XX. (N. de la T.)
romanticismo alemán. Traducción de Cecilia González y Laura Carugati. Buenos 24 G. de Nerval., Œuvres complètes, Bibliotèque de la Pléiade, Gallimard, 1984,
Aires: Eterna Cadencia, 2012, p. 541). (N. de la T.). tome 1, p. 370.

28 29
poráneo, el fragmento ha reemplazado al todo, el mundo de contra la tiranía del todo. Este arte esquizofrénico donde
las cosas ha reemplazado al mundo del hombre. El cataclismo nada se sostiene es también un terrible acto de acusación.
más grande de la historia de la representación arrasó con to- Cuando, para sus “cuadros de ensamblaje”, Dubuffet corta
das las bellas unidades de tiempos pasados —en la naturaleza, sus propios lienzos asociando los fragmentos a su manera,
¿acaso el fragmento no es el producto de un choque o de una esta operación de desmembramiento significa para él un
explosión? Esto sucedió durante los primeros veinte años de acto supremo de libertad, pero para los aficionados al arte
nuestro siglo, y todavía se escuchan los rumores de este formi- es algo tan doloroso como una amputación. Hay muchas
dable estallido que afectó todas las formas de expresión artís- religiones que no creen en esta iconoclasia, de la misma
tica. El cubismo rompe la figura en la que, desde hacía cinco forma en que se encuentra la penitencia en la utilización
siglos, el hombre europeo se reconocía como en un espejo; en de los materiales más viles28. Vale citar el ejemplo de Kurt
Italia, G. Ungaretti creó25 el movimiento fragmentista y preco- Schwitters (1887-1948), uno de los que más trabajó sobre
nizó una poesía lacónica, pura y escueta. En música, el dode- lo fragmentario como desecho. Sus amigos cuentan: “Él ca-
cafonismo rompe la gama en doce semitonos iguales —así la minaba siempre con la mirada baja. Todo le servía: tickets
música no podrá contar más una historia26. En una novela, En de tranvía, trozos de cartón, cortes de tela, cajas aplasta-
attendant le dieu vacant [Esperando al dios vacío]27, A. Sch- das”. Lo llamaban a veces “el basurero metafísico de Hanno-
nitzler imagina un poeta, Albin, “el genio del fragmento”. “Se ver”. Con estos fragmentos él crea sus collages, sus relieves,
acercaba, cual un dios vacío”. A veces la totalidad del mundo también una construcción (el Merzbau29) que poco a poco
aún no ha volado en pedazos, pero ya las fisuras inquietantes
aparecen, dentro de poco la catástrofe tendrá lugar —y el ar- 28 El arte de acomodar los restos: los residuos —restos de un proceso acabado
tista, no siempre desolado, toma parte en ello. (depósito, tártaro, lodo), los detritos o basuras—, restos o trazos de un proceso de
consumación (ver los depósitos prehistóricos).
En la Boîte de 1914 [Caja de 1914], Marcel Duchamp 29 Este concepto no es traducido ni explicado en el texto. Christian Godin sí da
imagina una forma de fragmentación directamente ligada cuenta, a continuación, de los referentes del término “merz”, aunque no de su sig-
a una empresa de subversión política: si todos los órganos nificado propiamente tal. Significado que, en cualquier caso —para no ser injustos
con el autor—, es de complejísima determinación. En palabras de Raúl Figueira:
del cuerpo, aunque presentes, están alejados los unos de “Resulta muy difícil establecer una denominación precisa de lo que esta palabra
los otros, el soldado no puede vestir más de uniforme —¡ni significa. Lo que sí es evidente, una vez adentrados en la contemplación de una
marchar al paso! La fragmentación es una segregación, una obra realizada bajo este nombre, es que se trata de una aproximación a lo que que-
da del Kommers (o en el vocabulario de Schwitters: Comercio, aun cuando po-
distanciación que, lejos de abolir el sentido, lo preserva dría ser una derivación del verbo “venir”), lo que es desechado, lo que ya no tiene
utilidad” (“Kurt Schwitters: ¿un artista?”. En línea: http://tijuana-artes.blogspot.
com/2005/03/kurt-schwitters-un-artista.html. Recuperado el 4 de febrero de 2014).
25 Contra D’Annunzio, entre 1919 y 1922. Por el contrario, la segunda parte del concepto, “bau”, sí tiene acepciones más con-
26 La melodía es la historia de la música. El dodecafonismo lo hace imposible. cretas: construcción, edificio, estructura. De este modo, posibles traducciones lite-
27 A. Schnitzler, “En attendant le dieu vacant”, en Le Dernier adieu, U.G.E., 10/18, rales de merzbau podrían ser “estructura de desechos”, “construcción de fragmen-
1988. tos” o “construcción fragmentaria” (N. de la T.)

30 31
invadió su casa. Él llama a todas sus obras Merz, e inclu- fue Cuvier. ¿Qué es lo que Picasso demandaba al collage,
so llega a escribir: “En este momento yo mismo me llamo sino lo que esperaba también Cuvier en su dominio de la
Merz”. Ahora bien, Merz, que es el nombre común de los paleontología: la reconstitución de una realidad que no
trozos, de los conjuntos compuestos y de su creador, es puede ser conocida más que por fragmentos? ¿Qué es un
también un fragmento de palabra: un resto, nacido de un collage? Un conjunto que no es un todo y cuyas partes no
desmembramiento de la publicidad para Kommerz und Pri- son elementos32. Premeditados (los de Picasso, los foto-
vat Bank. La trayectoria de Kurt Schwitters muestra que, a montajes) o aleatorios (el juego surrealista del “cadáver
partir de un cierto grado de sistematicidad, el fragmento exquisito”), los collages son bizarros, aberrantes, absurdos,
es superado, transfigurado, o sea, negado. Por cierto, no se divertidos, escandalosos, infantiles33, geniales, irrisorios, y
ve cómo esta sistematicidad podría evitarse, de ahí que el lo que valdrá es que siempre tienen un sentido, signo que no
arte no sabría ser reducido a una suma de experiencias, sean escapa ni al sentido ni a la totalidad, y que marca aquí un
ellas originales o elaboradas. Estas son, paradojalmente, las punto de contacto entre el arte y el lenguaje —la inscrip-
técnicas de reproducción, más quizá que las mismas artes ción de éste en el orden simbólico. Paradigma y sintagma,
que han contribuido a la vez a esencializar y a transfigurar el serie selectiva y serie combinatoria, son inherentes al colla-
fragmento. “La reproducción —subrayaba Malraux— creó ge tanto como a cualquier mensaje34. Se puede considerar
las artes ficticias haciendo sistemáticamente los objetos a el híbrido del Renacimiento como el ancestro del collage
escala. Lo inacabado de la ejecución, debido a las pequeñas contemporáneo; esta forma “ambigua y monstruosa” con-
dimensiones del objeto, devienen por la ampliación un es- fundía “con un sentimiento agudo del capricho y del juego
tilo vasto, de acento moderno”30. Entonces, el fragmento no la imagen de las especies, combinando lo vivo y lo inani-
sólo puede valer por el todo, sino que también puede rendir mado, lo vegetal y lo animal, lo bestial y lo humano como
más que el todo. Además, él puede asociarse con otros frag- constantes metamorfosis”35. Las bizzarrías de Leonardo
mentos, en número indefinido, para componer conjuntos eran híbridos. Mediante estas creaciones, el artista rivaliza
cuyas cualidades arruinan todos los criterios de la belleza
clásica. Desde que Lautréamont habló del encuentro de un 32 La yuxtaposición de los objetos más heteróclitos hace pensar en el gabinete de
paraguas y de una máquina de coser sobre una mesa de las maravillas del Antiguo Régimen o en la carrera por el tesoro de los niños. Flo-
disección31, se sabe qué efecto estético puede producir esta rian Rodari (Le Collage, Skira, 1988, p. 53) habla de una poética de lo elemental a
propósito del collage.
técnica del collage. Se ha dicho que el inventor del collage 33 El collage es infantil. El niño, si rompe su juguete, no lo repara jamás, pero usará
las partes para otros conjuntos (reparar es reconstituir la totalidad perdida y, por
30 A. Malraux, Les Voix du silence, Gallimard, 1951, p. 22. [Hay traducción al es- ende, mantener la función propia del objeto).
pañol: Las voces del silencio: Visión del arte. Traducción de Damián Carlos Bayón y 34 De ahí la debilidad y el límite de este modo de expresión. No es suficiente pro-
Elva de Lóizaga. Buenos Aires: Emecé Editores, 1956]. ducir un mensaje más complicado para crear una obra de arte.
31 Max Ernst intentará realizar “un acoplamiento de dos realidades en apariencia 35 André Chastel, “Le Fragmentaire, l’hybride et l’inachevé”, en Fables, formes, figu-
inacoplables en el sentido que aparentemente no les conviene”. res, Flammarion, 1978, p. 41.

32 33
con la loca vitalidad de la naturaleza36. Así la Obra pasa del de la pintura. Algunos años antes, el artista había declarado a
proteccionismo al régimen de libre intercambio. F. Fels: “Es posible que el cuadro de atril tuviera un poder en
Por cualquier parte que se le tome, el fragmento es in- sí mismo capaz de lograr una suerte de fetiche, ya que la obra
separable de la vista del todo: o bien dice todo, y entonces puede ser grande a pesar de su formato restringido”40. El feti-
se sustituye a ese todo y no se le niega, o bien se adelanta a che, en efecto, es el objeto que condensa en el espacio minús-
los otros fragmentos, o a la obra por venir o a la obra que culo de la estatuilla o del lugar sagrado un poder que puede
no vendrá; estos son siempre los conjuntos englobantes. El ser cósmico. Tal parece ser el milagro estético, este aumento
fragmento y la totalidad no son solamente antinómicos —por iconográfico que es la modalidad específica de la totalización
una parte, porque el fragmento testimonia por la totalidad en arte. Por la vasta composición de La Danse de Mérion, Ma-
(sinécdoque de lo imaginario); por otra parte, porque el frag- tisse cortó sus personajes: “Yo doy un fragmento y arrastro al
mento, en tanto que fragmento, se afirma en su evidencia y espectador por el ritmo, lo obligo a seguir el movimiento de
se niega, se supera en su materialidad. Deliberadamente, Ro- la fracción que ve, de manera que tenga el sentimiento de la
senquist no pinta sobre sus telas más que fragmentos, “un totalidad”41. En Mérion42, Matisse disponía de una superficie
cuello de camisa, un dedo, un chaleco… dejando al espec- considerable para pintar (52 metros cuadrados), pero la dis-
tador la misión de practicar él mismo la integración global y posición arquitectónica de la pieza de la Fundación Barnes
de encontrar, gracias a este sutil recorte, la inmensidad sólo lo obligó a cortar figuras de su Danse. Matisse hizo virtud de
sugerida”37. Cada fragmento remite al todo como sistema po- esta necesidad como todos los que, en la era clásica, tuvieron
sible38. “Sería necesario que yo dé —dice Matisse (a propósito que resolver un problema análogo. Ahora bien, lejos de inte-
de La Danse [El baile] que él compuso en honor a Mérion rrumpir el movimiento, la discontinuidad espacial lo seguía,
para la Fundación Barnes)— en un espacio limitado la idea lejos de romper la totalidad, la fragmentación la constituía.
de inmensidad”39. Tal es el propósito y lo propio en general Los románticos alemanes —ver Novalis, ver Schlegel—
fueron tal vez los primeros en reunir lo fragmentario y lo
sistemático en un todo en el que lo imaginario y lo real se
36 Sirviéndose, eventualmente, de la loca vitalidad del arte. La cita —tan común
en literatura, en música para cine— es un collage un tanto particular puesto que definen sin solución de continuidad. El fragmento no es ni
utiliza un fragmento ya conocido. Es una operación de desplazamiento análoga a trozo ni fracción ni parcela ni extracto; él borra el inicio, salta
esta metonimia en la que Lacan ve una regla del deseo. por sobre la larga cadena de razones para concluir. “Tal como
37 F. Dagognet, op. cit., Dis Voir, 1992, pp. 80-81.
38 “La parole de fragment n’est jamais unique, même le serait-elle” (M. Blanchot, una pequeña obra de arte, un fragmento debe ser totalmente
L’Entretien infini, Gallimard, 1969, p. 452). [Hay traducción al español: El diálogo distinguido del mundo que lo rodea y cerrado sobre él mismo
inconcluso. Traducción de Pierre De Place. Caracas: Monte Ávila, 1979].
39 H. Matisse, Écrits et propos sur l’art, Hermann, 1972, p. 154. [Hay traducción re-
ciente al español: Escritos y consideraciones sobre el arte. Trad. de Mercedes Casano- 40 Ibíd.
vas; trad. de las notas de la nueva edición de Lourdes Bassols. Barcelona: Ediciones 41 Ibíd.
Paidós Ibérica, 2010]. 42 Cerca de Filadelfia.

34 35
como un erizo”43. El fragmento no introduce nada, no expone vertirse en una micrototalidad —como bien se lo entiende
nada, no deduce nada, no encadena nada. Él dice. Es el surgi- con la música de un Webern. Y es así desde los inicios de la
miento imprevisible del espíritu. Es la surrección44 de un sen- época romántica, en la que una de las tareas —escribe M.
tido que nada parece anunciarlo. Así trabaja Novalis, así tra- Blanchot47— fue “introducir un nuevo modo de cumpli-
baja Nietzsche. Schlegel en su fragmento 116 de Athenaeum45 miento y también una verdadera conversión de la escritura:
caracteriza la poesía romántica como progresiva —la esencia el poder, por la obra, de ser y no de representar, de ser todo,
propia del romanticismo, dice, “es estar eternamente en deve- pero sin contenidos o con contenidos casi indiferentes y así
nir sin llegar jamás al acabamiento”. El fragmento moderno mantener junto lo absoluto y lo fragmentario, la totalidad,
no es más el resultado del destino (naturaleza o historia, en pero en una forma que, siendo todas las formas, es decir, no
su poder destructor), sino el testimonio de un proyecto de siendo ninguna en última instancia, no realiza el todo, pero
creación libre. El fragmento no es un trozo sino anticipación. lo significa al suspenderlo, incluso al romperlo”. Por lo de-
Puede ser el síntoma de un exceso faltante. “¡Hay tanta poesía más, no importa qué trozo no es un fragmento, ni El pulgar
y nada es más raro que un poema! Esto produce esta masa de César48 ni el pulgar de César49 son fragmentos. Un frag-
de bosquejos, de estudios, de fragmentos, de tendencias, de mento es un trozo que da sentido estético. Los museos aco-
ruinas y de materiales poéticos”46. El fragmento ex-pone la gen los torsos pero no las piernas50. Los trozos de obras de un
totalidad al mismo tiempo que la rechaza. Mallarmé entre- papiro mutilado no son más la obra misma, sino extractos:
ga el fragmento del Libro para mostrar el deslumbramiento pueden informarnos sobre la obra, pero no nos la entregan51.
ausente. El fragmento presente vale sinecdóticamente por el “El objeto estético implica una totalidad”, “el elemento mis-
todo ausente —y por un todo inimaginable. mo no puede ser calificado de bello si no se presiente en él
El arte contemporáneo, surgido en guerra contra la obra una totalidad”52. El grafiti no sólo no es una obra de arte, sino
maestra totalizadora, cultiva masivamente lo fragmentario, que no tiene sentido estético a menos que haya sido trazado
lo roto, lo inacabado. Pero, al igual que cada trozo de la es- por quien, por otro lado, haya sido capaz de producir una
coba rota del aprendiz de brujo bajo el efecto de la potencia obra de arte53. La no-totalidad en arte no tiene valor más que
mágica refuerza la unidad perdida, el fragmento puede con-
47 M. Blanchot, L’Entretien infini, Gallimard, 1969, p. 518.
43 Fragmento 206 del Athenaeum, citado en L’Absolu littéraire, op. cit., p. 126. 48 El escultor.
44 “Surrección” es la traducción que hago de “surrection”, término científico utili- 49 El jefe romano.
zado en el campo de la geología para referirse al levantamiento progresivo de una 50 A. Malraux, La Monnaie de l’absolu, Skira, 1950, p. 15.
porción de la corteza terrestre. En un sentido figurado, también puede significar 51 Cf. Mikel Dufrenne, Phénoménologie de l’expérience esthétique, I, “L’Objet esthé-
elevación, erección, surgimiento (N. de la T.). tique”, P.U.F., 1953, p. 215. [Hay traducción al español: Fenomenología de la expe-
45 Citado por P. Szondi, Poésie et poétique de l’idéalisme allemand, trad. dirigida riencia estética. I. El objeto estético. Trad. de Román de la Calle. Valencia: Fernando
por J. Bollack, Gallimard, 1974, p. 104. Torres-Editor S.A., 1982].
46 F. von Schlegel, Fragments critiques, 4, citado por Ph. Lacoue-Barthe y J. L. Nan- 52 Ibíd.
cy, op. cit., p. 57. 53 Los collages de Matisse no tienen importancia estética sino en la medida en que

36 37
en el sentido de la obra de arte misma. Además, si es verdad
—como lo decía Adorno54— que el fragmento es la irrupción
de la muerte en la obra —ya sea una muerte sufrida o volun-
taria—, quizá no es menos cierto que es por el fragmento que
el arte vive desde sus orígenes.

Matisse no ha hecho más que collages. Los bosquejos de un pintor, los borradores de
un escritor no tienen valor sino porque son de un pintor, porque son de un escritor.
54 Cuya Teoría estética es irónicamente y significativamente fragmentaria.

38
DE TEXTOS PERDIDOS
Y (CASI) ENCONTRADOS


DE LA PÉRDIDA A LA PERDICIÓN:
EL DEVENIR DE LAS “INSTRUCIONES”
DE ANTONIO ALEJANDRO BERNEY
(1780-1782)1

Jorge Cáceres Riquelme

Hay que botar muchas cabezas para que florezca mi jardín


(Fiskales Ad-Hok)

1. Un texto, una causa perdida y una causa


formada

El texto que me interesa acá es un texto escrito por el francés


Antonio Alejandro Berney a fines de 1780 en el marco de
una sublevación que éste venía fraguando con su coterráneo
Antonio Gramuset (la mal llamada “conspiración de los tres
Antonios”2). Lamentablemente, el texto fue extraviado por
Berney el 31 de diciembre de ese año y al día siguiente —¡feliz

1 Agradezco a Bryan Green y a Hugo Herrera por sus observaciones al borrador


inicial de este trabajo. Casi está demás decir que los errores u omisiones que pudie-
ron persistir son de mi exclusiva responsabilidad.
2 Mal llamada porque nunca queda clara la participación del tercer Antonio, José
Antonio de Rojas, cuya inclusión más parece obra, en un principio, de los herma-
nos Víctor Gregorio y Miguel Luis Amunátegui (Una conspiración) y de este último
después (Los precursores). Las mismas dudas plantean Sergio Villalobos (168-175) y
Alejandra Guerra Acuña (70-71).

43
año nuevo!— el plan fue denunciado a las autoridades por En el primero el texto debió funcionar como “instruciones”
el argentino Mariano Pérez de Saravia, quien era uno de —ese es el nombre que le habría dado el propio Berney—
los conspirados y quien había sido reclutado por el mismo para el pueblo santiaguino, no obstante, a raíz de su pérdida
Berney. Mal ojo del francés y temprano adiós a una próxima esa función fue meramente potencial. En cambio, dentro de
independencia de la Gobernación chilena. Pero no nos olvi- la causa criminal el texto tuvo una función efectiva: fue bus-
demos del texto, como no lo hicieron los señores de la Real cado, hallado e incluido, finalmente, como prueba en contra
Audiencia de Santiago. José de Gorbea y Vadillo, alcalde del del francés. Lo singular es que, en ambos casos, el texto se
organismo colonial, ordenó su búsqueda el 13 de enero de distanció pragmáticamente (Chartier 14) de su autor real y
1781 y las diligencias tuvieron éxito: el texto fue encontrado de sus destinatarios iniciales4: Berney no lo vio más luego
seis meses después. Claro que, para entonces, el texto ya no de extraviarlo y tampoco llegó a las manos de los santia-
formaba parte de un plan subversivo; el texto fue recogido guinos. Es más, éstos nunca se enteraron de la existencia de
por jueces y oidores para ser integrado a la causa criminal unas “instruciones” escritas especialmente para ellos. Por su-
seguida contra Berney y Gramuset, causa que más tarde sería puesto, quienes sí se enteraron fueron las diversas autorida-
remitida en su versión original al mismísimo Consejo de In- des encargadas de la causa (en la colonia y en la metrópoli).
dias. Así, el texto se volvió contra su autor, o mejor dicho, fue Ellas acabaron siendo sus exclusivos lectores; unos lectores,
vuelto contra su autor. Porque, claro, el texto no se controló por cierto, para nada ideales respecto de las pretensiones de
solo ni decidió por sí mismo. Adquirió el carácter de eviden- Berney y compañía, pero sí bastante reales para su desgra-
cia al ser inscrito en un proceso judicial llevado adelante por cia. ¿Cómo fue que pasó esto? ¿Cómo y por qué se decidió
y para la hegemonía colonial. que las “instruciones” (y también los planes de conspiración)
Tenemos, entonces, dos contextos de inclusión para el se alejaran para siempre de su autor y sus lectores ideales y
escrito de Berney: uno insurreccional y otro acusatorio, uno quedaran sólo al alcance de los ojos imperiales5? Esta es la
político y otro judicial, uno alternativo y otro hegemónico3.
conspiración de los dos Antonios, juzgo que ésta corresponde a un proyecto de he-
gemonía alternativa y no a una contrahegemonía: sus protagonistas no pertenecen a
3 En el presente trabajo entenderé la “hegemonía” —con Raymond Williams los estamentos propiamente subalternos (esclavos, indígenas, etc.) —lo que permi-
(154-155)— como un “complejo efectivo de experiencias, relaciones y activida- tiría comprenderla en términos contrahegemónicos—, sino que están vinculados,
des que tiene límites y presiones específicas y cambiantes” y, por tanto, como un de distintas formas, a los sectores dominantes de la sociedad colonial (funcionarios
proceso activo de dominación, que debe ser continuamente renovado, defendido y españoles, criollos, instituciones educativas, etc.).
modificado a raíz de las también continuas resistencias, limitaciones, alteraciones y 4 Recurro a la distinción establecida por David Kastan, retomada luego por Roger
desafíos que se le presentan. La hegemonía es, por ende, dinámica y, por lo mismo, Chartier, entre los aspectos platónico y pragmático de una obra: lo platónico señala
indisociable de los conceptos de “contrahegemonía” y de “hegemonía alternativa”. el lado textual del libro (el contenido, lo semántico) y lo pragmático, la encarnación
El dominio hegemónico no agota la totalidad de las prácticas; junto a él coexisten material del texto (el soporte). No podría aseverar que el texto se alejó platónica-
formas directamente opuestas o alternativas a su poder que son significativas a ni- mente de Berney, ya que éste no olvidó su contenido medular.
vel social y cultural. Y lo son no sólo en y por sí mismas, sino porque han incidido 5 La expresión —como ya es sabido— es de Mary Louise Pratt. En el caso presente
efectivamente en la configuración del proceso hegemónico. En lo que concierne a la la utilizo fundamentalmente como sinécdoque del lector autorizado (autorizado

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pregunta a responder. Pregunta que interroga por el trabajo La principal directriz metodológica que orientará el tra-
lector, pero que fundamentalmente explora la responsabili- bajo es el reconocimiento del lugar de inscripción del texto
dad institucional y política en el destino textual6. de Antonio Berney. Lugar que —como ya se ha insistido—
Y es que, a la larga, éste es un texto tanto extraviado no es otro que la causa criminal seguida en contra suyo y de
como encontrado, tanto perdido como ganado: extraviado su paisano Gramuset. Espacio para nada imparcial, como es
de unos y encontrado para otros, perdido para la suble- obvio, que lo ubica, lo significa y lo valora de determinados
vación y ganado para la acusación. Precisamente, lo que modos. Sin embargo, en estricto rigor la causa referida no
quiero examinar aquí es esa resignificación vivida por el es el lugar concreto en que se inscribe el texto de Berney.
texto de Berney: cómo transmutó de un carácter exhorta- No lo es porque a lo que efectivamente puede acceder el
tivo a un carácter probatorio; cómo pasó de servir de ins- lector contemporáneo es únicamente al testimonio de la
trucciones a favor a servir de evidencia en contra; cómo de causa criminal; no se accede a la causa misma sino que a su
un objeto perdido para todos derivó en un objeto oculto representación escrita. Pero la cosa puede ser aún más com-
para casi todos, accesible únicamente a ciertos ojos buro- pleja para el lector contemporáneo que no dispone de los
cráticos. Texto perdido accidentalmente en un principio y recursos (monetarios, temporales, etc.) suficientes para rea-
texto “perdido” intencionalmente después. Y texto perdi- lizar una estadía de investigación en el Archivo General de
do, también —lo que es aun peor—, de los estudios litera- Indias, en donde estaría el documento7: éste sólo puede ac-
rios, omisión que este ensayo quiere, en parte, comenzar ceder a una copia del testimonio de la causa criminal, perte-
a suplir. neciente al Archivo Nacional de Chile8. Ello abre inmedia-
tamente la posibilidad de intervenciones —accidentales y/o
intencionales— sobre el texto y el testimonio originales, que
por su condición de autoridad), sin embargo, el concepto no deja de ligarse a ese sen-
tido productivo que le arroga Pratt. Lo que producen esos ojos imperiales, eso sí, no
los afectarían en sus dimensiones platónica y pragmática.
es aquí una representación eurocéntrica del otro no europeo, sino una actualización
de la hegemonía colonial a partir de la relación poder-saber que se va instituyendo
durante la causa. Relación que, si bien se da en el marco del derecho, pienso que 7 Según se señala explícitamente en la primera foja de la copia (Testimonio f. 156),
no por ello deja de ser estratégica en términos políticos (Foucault, Historia de la el testimonio original de la causa fue remitido al Consejo de Indias, y, hoy en día,
sexualidad 112-125). Foucault separa el modelo del derecho del modelo estratégico los documentos pertenecientes a tal organismo se hallan en el Archivo General de
(político) para dar cuenta de una concepción de poder que no lo circunscribe ex- Indias. Infiero que el testimonio debió llegar a su destinatario, ya que en la “Apro-
clusivamente a la ley o a la institucionalidad, sino que lo asocia a los objetivos, la batoria” dada por Carlos III al procedimiento llevado a cabo por la Real Audien-
eficacia táctica y el campo de las relaciones de fuerza. No obstante, me parece que la cia de Santiago (Testimonio fs. 221-222v) éste dice que el documento fue visto por
separación no puede ser tan tajante en este caso, ya que —y esto es ya una suerte de el Consejo. Pese a ello, no he encontrado ninguna referencia al mismo en el sitio
hipótesis— las autoridades coloniales no persiguen sancionar únicamente el hecho web del Archivo (http://www.mcu.es/archivos/MC/AGI/index.html). Aprovecho
particular y a sus solos autores, sino que están pensando en lo que el mismo Fou- de advertir que, en lo sucesivo, cuando cite directamente del Testimonio, indicaré
cault llama “efectos globales de dominación” (124). solamente el número de la(s) foja(s) correspondiente(s). En caso de ser necesario,
6 Recordemos que por entonces no hay división de poderes y que, por consi- añadiré además el título del documento puntualmente citado.
guiente, la institución judicial trabaja al servicio del gobierno monárquico. 8 Fondo Real Audiencia, volumen 1644.

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Mutilación editorial que podría deberse a razones objetivas puesto que, al estar insertas en un proceso criminal, las car-
(el estado material del manuscrito original, la calidad y cla- tas entran en el “juego de acusación y defensa”9 (Lausberg
ridad de la escritura, etc.), como también a razones ideoló- 108): simultáneamente, Saravia acusa a los conspirados y se
gicas (gravedad de algunos enunciados, resguardo ante una defiende de ser un implicado en la sublevación. En efecto,
posible pérdida del documento original y posterior difusión desde un comienzo el abogado argentino asume como su
del mismo, etc.). Pero por el momento esto es sólo una po- lugar de enunciación la subordinación leal y absoluta. Dice
sibilidad y no una certeza. Sea como sea, lo concreto es que en su primera carta:
la versión que se maneja es, por ahora, la versión; y esto no
debería representar un obstáculo insalvable para el ejercicio Señor Regente, el celo de la Religion, el amor y lealtad al Rey
crítico si hacemos caso al ya citado Chartier cuando señala nȓo señor y a su Real Servicio, y la inclinacion al bien de la
que una obra “sólo existe en las formas materiales, simultá- Patria me estimulan a poner en la considerazion de Vs para los
neas o sucesivas, que le dan existencia” (16). No hay texto efectos que puedan combenir al servicio de ambas Magestades
y de la causa publica un proyecto que se me ha comunicado
fuera de la materialidad que lo contiene, lo que, aplicado
vajo de sigilo por dn Antonio Alexandro Berney franses de ori-
al caso presente, debiera significar: no hay “instruciones” gen, que siendo contra Dios contra el Rey, y contra la Patria,
fuera de la copia del testimonio de la causa criminal; no hay no puede aquel vinculo extrecharme a sigilo10 (f. 157).
causa criminal fuera de su testimonio; no hay testimonio,
en fin, fuera de su copia. Saravia quiere salvar su pellejo, y es por eso que se alinea
con el poderío imperial y que focaliza los acontecimientos
2. Voces sigilosas desde esa posición11. De tal manera, al tiempo que se mues-

La causa, pues, se inicia con ocho cartas “delatorias” de Ma- 9 En realidad, la causa criminal completa puede corresponder al género judicial.
riano Pérez de Saravia, quien, a modo de un narrador testi- 10 En la transcripción paleográfica del Testimonio, sigo las orientaciones dadas por
go, refiere los pormenores de la conspiración de Gramuset Manuel Contreras Seitz (72-77).
11 Me remito al concepto de focalización tal como lo define Mieke Bal (110), esto
y Berney a Tomás Álvarez de Acevedo, regente de la Real es, como “la relación entre la «visión», el agente que ve y lo que se ve”. En el caso de
Audiencia de Chile. Se trata de “comunicaciones” —al de- las cartas de Saravia, el agente que narra y que ve es el mismo sujeto del enunciado,
por lo que se está en presencia de lo que Bal llama un “focalizador personaje”, el que
cir de Walter Mignolo (57-59)— en la medida en que las tiene una “ventaja técnica frente a los demás”, pero que también “conlleva parciali-
cartas operan como informes (su objetivo es informar) y en dad y limitación” (cursivas en el original). Esto último se evidencia en las cartas en
cuanto ellas tienden más hacia lo documental (entregan no- cuanto lo visto (los detalles de la conspiración) es visto desde una cierta ubicación:
desde esa subordinación total que asume el sujeto textual. Hago hincapié en este
ticias y pruebas) que hacia lo textual (no se conservan en punto ya que debe tenerse presente que las primeras noticias sobre la sublevación y
la memoria colectiva ni son significativas para la organiza- el texto de Berney las recibimos de las cartas de Saravia. Y podríamos ir incluso más
ción cultural). Mas también se trata de discursos judiciales, allá, puesto que, al estar contenida toda la información en el testimonio de una cau-
sa criminal seguida por las autoridades coloniales, no sería descabellado hipotetizar

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tra a sí mismo como un fiel vasallo al servicio divino, regio donde la tierra sería repartida equitativamente entre todos
y patriótico, denuncia sin mayor escrúpulo la “perniciosa los habitantes y el que se abriría al libre comercio con las
conspirazion” (f. 157v) de que Berney le ha informado y a naciones extranjeras. Conseguir estos objetivos implicaba,
la que pretende incorporarlo. El sigilo parece regir para Ber- obviamente, derrotar a las fuerzas coloniales, para lo cual se
ney, mas no para Saravia. Pero no es así. Saravia no guardó utilizarían los cañones de Valparaíso en la fortificación del
el secreto, es verdad, pero no por ello actuó sin sigilo. Hacia cerro Santa Lucía y se daría libertad a todos los esclavos. La
el final de su primera carta el argentino refiere que el 29 de sublevación misma debía iniciarse al norte del río Mapocho,
diciembre de 1780 puso al tanto de todo a su colega José Sán- lugar al que llegarían algunos de los conspirados disfrazados
chez de Villasana, quien le hizo ver, justamente, “la circuns- de frailes para, mediante unas “instruciones”, exhortar a la
pecion, y sigilo con que se deuia manejar para sofocar [en] población a plegarse al movimiento13. El principal lugar de
su origen un insendio tan perjudicial” (f. 160). Sánchez le concentración sería la viña de Santo Domingo, desde donde
sugirió hablar con uno de los ministros de la Real Audiencia saldrían pelotones para ocupar la Casa de Pólvora, la Sala
y Saravia escogió para ello al ministro Nicolás de Mérida. Así de Armas y las Cajas Reales y para detener al presidente y
fue como comenzó la “obra delatoria” del abogado bonae- a los miembros de la Real Audiencia, los que luego se­rían
rense, opera que significó la exposición de información hasta enviados fuera del reino. “Esta es la hidea que se me ha co-
entonces restringida, pero que no por ello se volvió pública12. municado en la que alguna, u otra Vos se habra mudado pero
Las noticias de la conspiración, tal como lo recomendó Sán- en la sustancia es puntual, como lo juro a Dios nȓo señor” (f.
chez de Villasana, se manejaron con circunspección y sigilo 159v), dice Saravia.
en su nuevo circuito de circulación: la esfera judicial. ¿Quiénes eran los conspirados? Antonio Berney, un suje-
Según informa Saravia —a partir de los dichos de Ber- to “de pocas letras pero de vastante resoluzion” y “los prâles
ney—, el fin de la conspiración era independizar al reino sugetos acaudalados” del reino (fs. 158-159v). A Berney ya
de Chile de España e instalar en él un gobierno republicano lo vamos conociendo. En tanto, el temerario de pocas letras
fundado en principios de derecho natural, en el que se abo- era Antonio Gramuset, y aquí vale detenerse un poco. “Le-
lirían la pena capital y las jerarquías sociales, en cuyo sena- tras”, según el Diccionario de la lengua castellana de 1780, se
do o congreso aun los indígenas tendrían representantes, en definía como “las ciencias, artes y erudicion”. A este voca-
blo se adjuntaba la expresión “Saber, ó tener mucha letra”,
que los distintos agentes narradores y veedores de la causa narran y ven desde una con la cual “se da á entender que alguna persona es bastan-
posición igual o similar a la que ocupa el sujeto textual de las misivas de Saravia. temente sutil y astuta para su gobierno, y que sabe mas de
12 En la declaración de Villasana se registra que éste “le hiso veher al citado Don
Mariano la grauedad de este negocio y la obligazion en que estava de dar parte y
descubrir esta conjuracion, y que para ello deuia elegir uno de los señores Ministros 13 ¿Por qué vestidos como frailes? Por la autoría ficticia del texto, que aparece fir-
que componen esta Rl Auda, para darle quenta de todo con indiuidualidad, y expe- mado por religiosos, y por la reforma de las órdenes religiosas, ordenada por cédula
sificazion guardando enteramente sigilo con toda clase de Personas” (fs. 189-189v). real en 1769, la que habría derivado en reclamos por parte de los regulares.

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lo regular”. Entonces, ser “de pocas letras” podía significar del Correxidor de esta ciudad” (f. 162). Y Berney no sólo
que no se tenía mucho bagaje en ciencias, artes y erudición espera contar con Rojas, sino también con el mismísimo
o que se era una persona de escaso conocimiento e incapaz Conde de la Conquista, Mateo de Toro y Zambrano, y con un
de regirse de buena manera. Me detengo en estas precisio- tal Agustín Larraín, ambos a cargo de sendos regimientos.
nes porque, en la segunda carta de Saravia, se suscitará una Así, de los “sinquenta sugetos” agavillados pasamos a sólo
profunda contradicción con respecto a este juicio cuando el cuatro posibles sublevados. El número se reduce bastante,
sujeto textual asegure que Gramuset —quien para entonces lo que pone en duda la información entregada por Saravia.
se hallaba ocupado en la construcción de una máquina hi- Sin embargo, lo “acaudalado” de estos sujetos no parece tan
dráulica para desaguar minas— era “de bastante ingenio e incierto: Rojas es dueño de una Hacienda, Toro y Zambra-
instrucion, y espiritu”14 (f. 161v). La explicación de tamaña no posee un título nobiliario y Larraín, al igual que el con-
diferencia de opiniones puede deberse a que, en el primer de, es un militar de alto rango; situaciones económicas que
caso, Saravia reproduce lo dicho por Berney, mientras que contrastan ostensiblemente con las de Gramuset y Berney,
en el segundo brinda su propia impresión del personaje. ¿A quienes —según se expone más adelante en la causa (fs.
quién le creemos? ¿Cuál es la relevancia de esta contradic- 197v-198)— no tenían bien alguno. Sintetizando, los únicos
ción? Ya lo veremos. Ahora, en cuanto a “los prâles sugetos implicados seguros eran los dos compatriotas galos.
acaudalados”, mayores informaciones empieza a brindar Sa- Pese a vérnoslas hasta el momento menos con certidum-
ravia a partir de su segunda misiva (aunque lo relatado nun- bres que con posibilidades, es difícil no advertir la noticia
ca es algo absolutamente probado). Allí, el argentino refiere de que José Antonio de Rojas, en presencia de Berney, ha-
que Berney había escuchado de Gramuset que “tenia agavi- bría instigado a otros sujetos en su hacienda. No porque esto
llados sinquenta sugetos de tanta satisfaccion suia como el involucre a Rojas en la conspiración de los franceses o en
proprio” (f. 162), lo que no aclara mucho en realidad. No algún otro alzamiento, sino porque tales incitaciones darían
obstante, casi a continuación Saravia señala que Berney le ha cuenta de un remedo de esfera pública, esto es, la reunión de
dicho que “aun no le ha comunicado la hidea a [José Antonio personas en privado —no exclusivamente de personas pri-
de] Roxas pero que esta seguro en que es del proprio dicta- vadas, es decir, ajenas al estado en este caso— para deliberar
men pues a su presencia ha estado dho Roxas en la Hasienda sobre “asuntos de interés general” (Habermas, “The public
alentando a subblebarse ã otros, y entre ellos a vn Theniente sphere” 49) y con el propósito de hacer una “crítica del poder
público” (Habermas, Historia y crítica 88). Con todo, des-
14 “Ingenio” se definía en el ya citado Diccionario como “Facultad, ó potencia en de un principio esta semiesfera pública criolla manifestaría
el hombre, con que sutilmente discurre, ó inventa trazas, modos, máquinas y artifi-
cios, ó razones y argumentos, ó percibe y aprende facilmente las ciencias”. “Instruc-
algunas peculiaridades en su práctica. Como queda dicho,
ción”, por su parte, se entendía como “los documentos, ó principios de qualquier en ella no intervendrían solamente sujetos desligados del
ciencia, ó doctrina, para el conocimiento y estudio de ella”. Estimo que las conclu- aparato estatal (el mejor ejemplo por el momento es ese te-
siones relativas a la contradicción no son difíciles de extraer.

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niente del corregidor al que habría azuzado José Antonio de de Atena, y Roma: Que en ellos se manifiesta que esta cons-
Rojas). Por otra parte, Habermas demuestra que, en su con- pirazion no se opone con los principios de Religion; porque
figuración burguesa europea —contemporánea al proceso no siendo la obediencia que se deue al Monarca expecie de
que me interesa acá—, la esfera pública sólo admitía sujetos esclavitud, aquella no obliga spȓe que se decline a esta, que es
lo que subsede en lo presente con las inspeciones de Pechos
propietarios e instruidos (Historia y crítica 120); en cambio,
en las Hasiendas, casas adorno de ellas, plata labrada, criados,
la supuesta esfera pública operante en la hacienda de Rojas comestibles, y avn en las Personas que todo es una verdadera
habría tenido un carácter más inclusivo al dar cabida, con la servidumbre: Que los titulos que dan las instrucciones a esta
participación de Berney, a sujetos desprovistos de propieda- nueba republica son el soberano senado de la Muy noble mui
des15. Por último, si nos atenemos a la descripción dada por fuerte y muy Catholica Republica de Chile (fs. 161-161v).
Saravia respecto de los objetivos de la conspiración de Gra-
muset y Berney, las críticas de los “publicistas” no estarían Como se aprecia, las “instruciones” atentaban notoria-
motivadas por los intereses relativos al tráfico mercantil y al mente contra la soberanía colonial, tal como la conspiración
trabajo social (Historia y crítica 64), sino que por intereses y en su conjunto. Para ésta —según la tercera misiva de Sa-
beneficios colectivos. ravia— se hacía cada vez más probable la participación de
José Antonio de Rojas, con el que Berney “de continuo esta
3. “instruciones”, poderes y fábulas ablando en secreto, y escribiendo” y quien “no tiene otro ob-
jeto de su diaria cavilazion que el de conspirarse, y que de
A partir de la segunda carta de Saravia, comenzamos a en- este pensamiento no se separa su incubacion” (fs. 163-163v).
contrarnos también con los primeros epitextos de las “ins- Además, se sumaban tres nuevos nombres, de los que los
truciones”. El abogado refiere que Berney le comunicó que las franceses tenían pensado valerse: uno era el gallego Ignacio
ha­bía escrito en la hacienda de Rojas y que el 31 de diciembre Pacheco, que estaba preso en el cuartel de dragones y que,
de 1780, volviendo hacia Santiago, las había perdido, y que más encima, iba a ser desterrado para Argentina (“6 Carta”
aunque volvió a buscarlas no las pudo hallar. Claro que eso de Saravia, f. 166); el otro era el comerciante limeño Manuel
no desanimó totalmente a Berney, pues tenía la intención de José de Orejuela, “que va a Valdiuia al descubrimiento de los
retornar a Polpaico para rehacer su texto. Saravia resume de sesares de quien me ha dho este hasegurando hira a sacudir
la siguiente forma el contenido del mismo: por alla a los Españoles”16 (“3a Carta” de Saravia, f. 163); y el

[M]e dijo que la introduccion se reducia a demostrar lo per- 16 Si bien la empresa descubridora de Orejuela nunca tendrá lugar, su animadver-
judicial del Govierno Monarquico, y lo util del Republicano sión a los ibéricos no aparenta ser dudosa. En efecto, Orejuela también habría to-
mado parte en las reuniones efectuadas por Rojas y, en una de ellas, habría apoyado
cuia hidea apoya entre otros fundamentos en los exemplares los dichos de su anfitrión al espetar que “estos castellanejos todo lo querian agarrar”
(165v). Para mayores detalles de la expedición de Orejuela, puede revisarse el artí-
15 Y si incluyéramos a Gramuset, a sujetos de equívoca instrucción. culo de Ricardo Couyoudmjian “Manuel José de Orejuela y la abortada expedición

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último era el “alquinista” francés Juan J. Bierne, al que Ber- detenciones se llevaran a cabo a una misma hora “con las
ney habría consultado si sabía hacer cañones de bronce (“7 precausiones, y sigilo correspondientes” (fs. 169v-170). Los
Carta” de Saravia, f. 167v). De acuerdo al relato del jurista reos debían ser conducidos al Colegio de San Pablo, donde
Saravia, justamente al hogar de Bierne habría decidido ir fi- quedarían incomunicados (la esposa de Gramuset también
nalmente Berney para reescribir el texto de la insurrección. debía mantenerse incomunicada, pero en su casa) y donde se
¿Qué motivó el cambio de planes? El hecho de que “a la Ha- les tomarían sus respectivas declaraciones. Álvarez de Ace-
sienda de Roxas hiva ahora mucha gente con la Madama” (f. vedo encargó los operativos a José de Gorbea y Nicolás de
164v), la que —supongo— no sería otra que la esposa de José Mérida, confiando en que ambos actuarían “con la mayor
Antonio de Rojas, María Mercedes Salas17. cautela, pulso, y sagasidad” (f. 170). Ésta es, pues, la ley en
Ocho cartas fueron más que suficientes para alertar al acción; ley que, a través de sus representantes, activa no sola-
regente Álvarez de Acevedo de la gravedad de la situación, mente mecanismos sancionadores del delito (apresamiento y
de modo que el 10 de enero de 1781 ordenó el arresto de encarcelamiento), sino especialmente mecanismos preventi-
Gramuset y Berney encareciendo se les embargaran todos vos (incomunicación y vigilancia19) capaces de contener los
los papeles que se hallaren en sus habitaciones18 y que las “fatales efectos y consequencias” de la conspiración de los
dos Antonios (fs. 169v-170). Lo más importante era que, por
en busca de los césares y extranjeros, 1780-1783” (Historia, 10 (1971): 57-176). “la grauedad, delicadesa e importancia del asumpto” (f. 170),
17 ¿Es posible que esa gente que iba con la “madama” formara tertulias y, por tanto, las noticias relativas al mismo no traspasaran los límites ju-
nuevas protoesferas públicas? Tal vez. Más probable es que tal carácter lo tuviese diciales, siendo conocidas y manejadas exclusivamente por
una reunión en casa de Alonso de Guzmán, asesor del gobierno—referida en la
última carta de Saravia—, en la cual “en presencia de los Hijos de este señor, y del las autoridades encargadas del proceso. De allí el sentido de
Padre Verdugo del orden de san Agustin, le dijo ã el [a Berney], el Padre Mȓo fray las constantes solicitudes y muestras de precaución, sigilo y
Gregorio Araos de la propria Religion que fuera mucho mejor se governara este
Reyno por republica cuia exprecion le aplaudio dho Berney, disiendole que se co-
sagacidad presentes en los documentos.
nocia tenia berdaderas hideas de el Govierno Politico” (f. 168v). En su confesión del Pero, para la ley soberana, no bastaba con sancionar y
18 de enero, Berney dirá que “el Pe Araos estaba ablando de esto quando entro el prevenir. Si lo que se pretendía era impedir la propagación
confesante en la casa y que esto solo fue ablando sistematicamente asi quando ablan
los Autores quando tratan sbȓe la preferencia, y mas perfecto Genero de Govierno, de noticias sobre la conspiración, obligadamente había que
sin transender a mal desir, ni condenar el Govierno Monarquico, y mucho menos el corroborar las delaciones de Saravia y averiguar todo lo con-
de españa por su suabidad y justisimas Leyes” (fs. 237v-238). cerniente al delito; y para ello se hacía imprescindible acti-
18 Al momento de su apresamiento, Berney hará entrega de “varios Papeles, entre
cartas, quadernos, y apuntes con otros en Latin los que se acomodaron en dos ata- var mecanismos encargados de recoger información sobre
dos rubricados y numerados, el vno con docientos dies y ocho, y el otro con ciento
veinte, y nuebe” (f. 171v). Mientras, Gramuset —según cuenta en la certificación de su señoria, y no se le allo en los Bolsillos mas de un borrador de vna quenta de
de su arresto el escribano Francisco Borja de la Torre— “saco de vna capa un Libro costas” (f. 179). No he podido averiguar el destino de estos papeles.
con vnos Papeles y tambien vna bolsita, o papelera de Badanilla colorada combarios 19 Una vez llegados al Colegio de San Pablo, luego de trayectos hechos “con todo
Papeles dentro, y rexistradose todos por mi el presente escribano, no se encontro secreto”, A Berney y a Gramuset les colocaron grilletes, los encerraron en celdas ase-
ninguno de los que se buscaban, asimismo se rexistro a dho dn Antonio en casa guradas con candado y les asignaron centinelas para su vigilancia (f. 171v; f. 180).

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el asunto en cuestión. Así es como se llega a los interrogato- el estado Republicano” (f. 173). Berney declara que rompió
rios y declaraciones20. Gramuset, en la suya, niega cualquier los papeles originales y que luego los echó a una acequia,
vínculo con la sublevación (fs. 180-183). Berney intenta en tanto que la copia la extravió en el camino de Colina,
hacer lo mismo con sus respuestas, sin embargo, construye junto con dos libros y una frazada, cuando venía de vuelta
un relato tan inverosímil en relación con sus “instruciones” de la hacienda de José Antonio de Rojas; allí habría estado
que, a fin de cuentas, acaba por incriminarse solo. El profe- alrededor de un mes recuperándose de una enfermedad que
sor de latinidad y matemáticas21, sin habérsele consultado lo aquejaba hacía un año y tirando una meridiana para le-
siquiera, dice presumir que la causa de su detención es el vantar un cuadrante. Acorde al relato, Berney notó la falta
hallazgo de unos papeles que copió por curiosidad. Según el de los papeles al retornar a Santiago, ante lo cual le pidió a
relato de la declaración —narrado por Nicolás de Mérida—, un tornero residente en el barrio de La Chimba que los fuese
Berney habría encontrado unos papeles encuadernados en a buscar, diligencias que no tuvieron éxito. Berney acude,
la plaza mayor de Santiago, los que copió “con el fin de que si de este modo, al viejo recurso del “manuscrito encontrado”
alguno los viese se les quitara la Gana de leherlos” (f. 172v) para fabular una historia que lo exculpe de la autoría del
pues “dijo que trataban de que deuia ser preferido el estado texto y de participar en la conspiración, lo que no deja de
Republicano al Monarchicho, y concluyan con vna exorta- ser llamativo si tomamos en consideración que, además, los
cion que hasian vnos religiosos a este Pueblo a que tomasen “papeles” poseían ya una autoría ficticia (habrían sido re-
dactados por unos religiosos): Berney, por ende, sólo sería
el copista de un texto ajeno que ya no existe, y cuya copia se
20 Me permito hacer una distinción entre interrogatorio y declaración. El primero
lo entiendo como el acto de pregunta/respuesta que tiene lugar en un espacio-tiem- encuentra perdida. El francés se intentaría situar, así, fuera
po extratextual, mientras que la segunda sería la representación escrita de ese acto de la historia principal, la de la sublevación, dando a enten-
(y que es a la que tenemos acceso como lectores del Testimonio). En el marco de la
causa criminal que sigo, la declaración se caracteriza por ser un relato dominado
der que son otros los implicados en ese relato. Mas si bien
ya por un narrador heterodiegético, ya por un narrador homodiegético. El primer Berney hace lo posible por ocultar su participación en el
tipo se da en circunstancias de que el autor del texto es, regularmente, un escribano. movimiento, en ningún momento niega que él exista. Eso
El segundo tipo es más complejo, puesto que, en las fórmulas iniciales y finales
del documento, este narrador se muestra como un personaje principal (en tanto es producto, precisamente, de las marcas de veracidad que
se declara autor del interrogatorio), mientras que en el cuerpo del documento se implica el recurso al manuscrito22 (Fernández Prieto 55-56).
vuelve prácticamente un observador no participativo (que describe lo preguntado
y lo respondido), lo que se manifiesta en el texto por el cambio de la primera a la
tercera persona gramatical. En relación con esto último, se evidencia también un 22 Las declaraciones del par de franceses no son las únicas que se efectuaron, por
predominio del estilo indirecto en la sección del interrogatorio, ya que el narrador supuesto. El mismo día en que Berney fue interrogado —el 11 de enero de 1781—,
es quien reproduce lo preguntado y lo respondido (“preguntado por...”, “dijo que...”). el regente Álvarez de Acevedo le ordenó a José de Gorbea, “autuando con el escri-
Los conceptos narratológicos empleados los tomo de Martínez y Scheffel (74-129). bano que fuere de su satisfazion con juramento de guardar secreto” (f. 183v), citar
21 Así lo declara Berney (f. 172v). De hecho, en su cuarta misiva, Mariano Pérez al gallego Ignacio Pacheco, a José Sánchez de Villasana y al tornero mencionado
de Saravia da a entender que Berney postuló a la cátedra de matemáticas en la Real por Berney. La declaración del primero (fs. 184-186v) deja bastantes dudas sobre su
Universidad de San Felipe, la que no le fue asignada (fs. 164-164v). connivencia con Gramuset y Berney, en cambio, la declaración de Sánchez de Villa-

58 59
En una segunda declaración, dada voluntariamente al para que no se reconociesen prolixamente los demas que en
día siguiente de la primera —o sea, el 12 de enero de 1781—, el acto de la pricion se le aprehendieron, y embargaron, rese-
Berney se desdice de su falsa presunción inicial y atribuye loso no se encontrase entre ellos vnos apuntes que tenia echos
la razón de su encarcelamiento a “vnas combersasiones que contra el Govierno del exmo. señor Don Agustin de Jauregui
que firmo resentido de las Providencias que hauia expedido
ha tenido con Don Antonio Gramuset sobre juntar Gente
en los autos que siguio sobre la cathedra de Mathematicas (fs.
para leuantarse que le propuso el combidandole” (f. 199v). 199-199v).
El francés asume, entonces, su culpabilidad, aunque indi-
cando con claridad que el cabecilla de toda la operación fue Berney, de esta manera, ya no se representaría como
siempre su paisano Gramuset. Pero lo insólito es que ahora copista sino como autor. No como un Bartleby que prefiere
niega decididamente la redacción de cualquier papel relativo hacerlo, que copia volitivamente (un anti-Bartleby, en ri-
al levantamiento. De acuerdo a su confesión, Juan Bierne23 le gor), sino como un escritor del sí; claro que de un “sí” mo-
dijo en broma un día que, antes de sublevarse, era menester vido por resentimientos individuales y no por iniciativas
redactar una instrucción que exhortara al pueblo, “la que — grupales24. Lo extraño es que, en certificación dada por el
afirma Berney— no hiso ni tubo intencion de haser como se escribano Francisco Borja de la Torre el día 13 de enero,
comprueba de los diferentes asumptos en que estaua ocupa- éste señala explícitamente que, entre los papeles embarga-
do antes, y actualmente” (f. 200v). Y si inventó la historia del dos a Berney, “no se encontraron otros que los que constan
manuscrito encontrado y copiado, fue sólo de dho embargo de las facultades que profesa dho Berney
de latinidad y Mathematica” (f. 201). Es decir que de los
sana (fs. 186v-192) confirma todo lo dicho por Saravia (e, incluso, aporta algunos “apuntes” mencionados por el galo no había huella alguna;
datos nuevos). Finalmente, el tornero —cuyo nombre era Bartolomé Flores— de-
clara (fs. 192-193v) que Berney efectivamente llegó a su casa urgido por el extravío y se hace notorio que las autoridades debieron dudar del
de una manta, dos libros y un papel, pero que no fue él sino su hijo quien, en dos nuevo testimonio de Berney —y confiar, por el contrario,
ocasiones, salió a buscar los objetos perdidos (fs. 184-193v). Al día siguiente, ente-
rados por una nueva carta de Saravia fechada en 10 de enero, Gorbea ordena que las
en las informaciones de Saravia—, ya que el mismo día 13
personas que viven en la casa del licenciado José de Castro —su declaración se halla José de Gorbea solicitó al corregidor de Santiago, Luis Ma-
en fs. 225-227v— sean traídas y conducidas “con el mayor secreto a su presencia” nuel de Zañartu, averiguar el paradero de la manta, los li-
(f. 195). La única que llega es Juan Agustín Fernández (fs. 195v-197), quien señala,
respecto a Berney, que lo sucedió de pasante en el Convictorio Carolino (f. 196) y,
bros y los papeles que Berney había declarado extraviar en
respecto a Gramuset, que hacía muy pocos días, a la salida de la oficina del abogado un principio.
Castro, le dijo: “Vm me ha de ayudar en todo lo que no fuere contra Dios ni contra
el Rey” (f. 196v). Lo primero —que no he logrado corroborar— certificaría el grado
de instrucción de Berney; lo segundo —en apego a una declaración de Mariano
Pérez de Saravia del 16 de enero— “que Gramuset desia que en los principios del 24 En un sentido inverso, me valgo acá de algunas de las proposiciones que Enri-
movimiento hera combeniente proponer que no se dirigia contra el Rey sino contra que Vila-Matas desarrolla en Bartleby y compañía: la metáfora de Bartleby y el con-
los que Governaban” (f. 228v). cepto de “escritores del no”, es decir, el copista que no quiere copiar y los escritores
23 A quien, por cierto, Berney exime de cualquier vinculación con la conspiración. que renuncian a escribir.

60 61
4. Entre el terror y la seguridad para verificar si el criollo los había instado a sublevarse; y, por
último, citar a declarar a Manuel José de Orejuela y examinar
El 14 de enero el regente Álvarez de Acevedo mandó entregar prolijamente sus papeles. La circunspección parece ser nor-
todo el expediente de la causa a los fiscales del crimen y de lo ma, igualmente, para el fiscal de lo civil, José Márquez de la
civil, para que lo revisaran y pidieran o expusieran lo que tu- Plata. En su “Respuesta” éste señala su conformidad general
vieran por conveniente “con la brebedad y cautela que exsige con las diligencias requeridas por Pérez de Uriondo, aunque
la naturalesa y circunstancias del asumpto” (f. 203). La discre- añade algunas precisiones respecto de las preguntas que reci-
ción sigue primando en el actuar de la principal autoridad de birán los declarantes, solicita una nueva declaración de Bar-
la Real Audiencia, y —en su “Respuesta” del 15 de enero— el tolomé Flores y otra de su hijo y sugiere el aplazamiento del
fiscal del crimen, Joaquín Pérez de Uriondo, se hace eco de interrogatorio a los hijos de Alonso de Guzmán debido a su
ese actuar cauteloso. Demanda la pronta realización de varias edad. Márquez de la Plata considera prudente que “por haora
diligencias que considera absolutamente necesarias “porque con todos (a esepcion de los que ya tienen noticia) se omitan
la arduidad del presente negocio exsige no solo el sigilo, y re- expreciones que puedan dar alguna aunque remota idea de la
servazion que es la basa fundamental del asierto sino tambien nefaria conspirazion premeditada” (f. 214v).
la mayor rapides en su Evaquacion” (f. 210). Así, requiere el Hasta aquí se patentiza una paridad en los procederes del
comparecer de Mariano Pérez de Saravia para que reconozca regente y de los fiscales, sin embargo, previo a todas las medi-
bajo juramento la información entregada en sus ocho cartas das propuestas, Pérez de Uriondo enuncia unas palabras que
“delatorias”; tomar declaración a Diego Galaín, a quien Sara- advierten de que, para él, las reservas han de quedar limitadas
via también le había expuesto las noticias de la conspiración, únicamente al desarrollo del proceso. La culminación del mis-
a Juan Bierne, a la esposa de Gramuset, a los hijos de Alonso mo, le precisa al regente, debe ser el castigo y el escarmiento:
de Guzmán y al agustino fray Gregorio de Araos; advertir a
todos los declarantes que “han de guardar un secreto inviola- [N]o puede menos el fiscal en deuido cumplimiento de su pro-
ble de quanto se les preguntare, y entendiesen de la causa” (f. prio ministerio que interpelar una, y muchas veses el notorio
210v) a riesgo, aun, de perder la vida; incomunicar al gallego celo de vs para que aplicando ahora todo su connato quede
cabalmte servido como corresponde el catholico Poderoso
Pacheco; aprisionar a José Antonio de Rojas “mui sigilosa-
Monarca que felixmente Govierna estos sus vastos Dominios
mente, [y que] se le embarguen todos sus Papeles y que se exclaresida en el modo posible la verdad de quanto ay y se
reconoscan con la mas exquisita prolixidad custodiandose su hubiere adelantado en la empresa premeditada castigados los
Persona en un lugar donde no pueda tener comunicazion al- Autores sedictores de semejante atrocidad y escarmentados los
guna” (f. 212v); llamar, “con la posible reserva, y sagasidad” que acaso la hubieren llegado a entender sin delatarla como
(f. 212v), a los inquilinos y peones de la hacienda de Rojas, y que su mismo silencio, y tasiturnidad en vna Materia tan de-
también al teniente de corregidor que cerca de allí residiere, licada y seria los Arguye sin disputa por complicados (f. 204).

62 63
Para el fiscal del crimen, el delito de los conspirados y rias consideraciones que se tienen presentes, y a lo que resul-
sus cómplices es una agresión franca contra la persona del ta de vna declarazion que ha echo en el dia dn Antonio Veni
monarca y su poder; y ese es el peor de los delitos en una ante el señor Don Nicolas de Merida, y se ha mandado agre-
sociedad en que el soberano es la autoridad no sólo políti- gar al Proseso se reserva dar Providencia para mejor opor-
ca sino también legal: “la fuerza de la ley —sostiene Michel tunidad” (f. 217). De momento, no hay ninguna alusión a
Foucault— es la fuerza del príncipe” (Vigilar y castigar 53). Rojas ni a sus inquilinos y peones, y ninguna mención, tam-
Por ello es que Pérez de Uriondo juzga imperiosa la aplica- poco, al teniente de corregidor, al padre Araos y al fantasioso
ción del castigo y del escarmiento sobre los cuerpos de los Orejuela. ¿A qué oportunidad se refiere, entonces, el regente?
inculpados, pues de esa forma podría hacerse efectiva la pre- ¿Cuándo llegaría esa contingencia favorable que permitiese
sencia del rey-ley y lograrse la restauración y reactivación a la ley arrojarse sobre el criollo, el funcionario, el religioso y
de su poder. El fiscal apelaría, entonces, a lo que Foucault el militar, y por qué ese mes de enero de 1781 no presentaba
llama el “ceremonial de soberanía” propio del derecho mo- las mejores condiciones para hacerlo? ¿Por qué Álvarez de
nárquico: las marcas visibles que la fuerza del rey inscribe Acevedo difiere el actuar de la ley sobre estos sujetos cuando
en el cuerpo del condenado y el terror —si el castigo es pú- existían indicios claros de su antipatía al gobierno monár-
blico— que se espera imprimir en los testigos (espectadores) quico? ¿Lo difiere o lo interfiere? En realidad, me es difícil
de la presencia y magnitud de esa fuerza (Vigilar y castigar fundamentar un interés personal en ello, especialmente si se
135). Las marcas y el efecto de terror garantiza­rían el domi- considera la rigurosidad aplicada por el magistrado en sus
nio imperial. El actuar del regente Álvarez de Acevedo no labores oficiales —la que le valió, incluso, ser ascendido al
disiente de este objetivo, pero en lugar de marcas privilegia Consejo de Indias en 1788 (Barrientos Grandón 25-30). Por
la borradura y, con ello, un efecto de seguridad en vez de uno el contrario, a la vista de estos antecedentes y de su proceder
aterrador. Comprendido así el asunto, es una discrepancia en la causa, es mucho más factible postular la hipótesis de
no menor la suscitada entre Álvarez de Acevedo y Pérez de que Acevedo continuó rigiéndose por el sigilo en esta nue-
Uriondo. va circunstancia. Involucrar en el proceso a sujetos vincu-
De hecho, tal discrepancia puede certificarse también en lados a distintas esferas de poder coloniales podía ser más
el auto que Acevedo dicta tras revisar las respuestas de los riesgoso que mantenerlos al margen del mismo, ya que esto
fiscales. En él ordena recibir declaración a Mariano Pérez de podría dar pie a temores y especulaciones que fragilizaran
Saravia (fs. 227v-228v), Diego Galaín, la mujer de Gramuset los límites judiciales. Si eso llegaba a ocurrir, las noticias to-
(fs. 232v-233v), el hijo del tornero Flores (fs. 231v-232v) y cantes a la conspiración y a la causa criminal circularían por
Juan Bierne; tomar confesiones a Berney y Gramuset, y de- un circuito indeseado por las autoridades, trastocando nota-
volver el expediente a José de Gorbea. Empero, “en quanto a blemente la relación poder-saber instituida por y en la Real
lo demas que piden dhos señores fiscales con reflecion a va- Audiencia. El privilegio informativo garantizaba un efecto

64 65
de seguridad, pues permitía preservar el orden hegemónico evidencia en su contra. Lo tercero, finalmente, daría cuenta
existente; la libre circulación de la información, en cambio, del limitado manejo del castellano por parte de Berney26, lo
podía ocasionar un efecto de desorden y desestabilización que sin duda se haría extensivo a su escritura. Las preguntas
que complejizaría el trabajo de control. que se derivan de todo esto son varias: con ese dominio de
la lengua, ¿por qué Saravia le pediría ayuda con su diserta-
5. ¿Un letrado de pocas letras? ción?, y, ¿cómo pudo haber conseguido una pasantía en el
Convictorio Carolino?27; y lo realmente gravitante para este
Pues bien, en su declaración Diego Galaín aseguraba que ensayo: ¿cómo pretendía ganar el apoyo del pueblo santia-
Mariano Pérez de Saravia nunca le había contado nada acer- guino a través de sus “instruciones” si éstas, probablemente,
ca de la conspiración de los dos Antonios y que a ambos se hallarían imperfectamente redactadas? La performativi-
los conoció superficialmente. Aun así, entrega algunos datos dad del texto sería vacilante desde un comienzo en tanto los
interesantes relativos a Berney. En primer lugar, refiere que lectores estarían impedidos de leerlo y entenderlo en acuer-
lo conoció en casa de Saravia, en circunstancias que éste le do a las pretensiones de su autor. De tal manera, la materia-
había pedido al galo “trabajar cierta disertacion sbȓe la Ins- lidad misma del lenguaje se vería perturbada, arrastrando
tituta que hauia de defender en la Academia”25 (f. 219v). En consigo a la dimensión platónica del texto. Por ende, podría
segundo lugar, que trabó una breve conversación con él, en elucubrarse que ya desde su propia composición las “instru-
la cual departieron sobre varios asuntos, entre ellos, sobre
“la republica de los colonos de Inglaterra [y] del buen rexi- 26 En una nueva declaración del 21 de enero, el francés reconoce “estar poco
men que tenian” (f. 220). No obstante —y esto es lo último versado en el ydeoma castellano”, y que, por lo mismo, en sus dichos se hallan
que recalco—, Galaín declara no haber entendido más de la “los terminos hirregulares, las frases impropias y las yluciones extrabagantes” (fs.
268v-269).
mitad de lo dicho en esa conversación “por la rudesa, oscu- 27 Atendiéndome a lo dicho en la nota anterior en cuanto al mejor dominio del la-
ridad y mala explicazion de Berney por ser franses” (fs. 220- tín que del castellano por parte de Berney, infiero que al Convictorio habría entrado
220v). Lo primero verificaría la existencia de una relación como pasante de latinidad y que la disertación de Saravia estaría escrita en la lengua
del Lacio, predominante en el tradicional contexto educativo de la época. Respecto
al menos intelectual entre Saravia y Berney y acreditaría, a su paso por el colegio Carolino, el propio Berney sostiene en su declaración del 21
nuevamente, el nivel de formación de este último, versado de enero: “vn año entero que estube de pasante interino antes de mi enfermedad por
mi vello metodo de enseñar, y mi conducta fui mui aplaudido como consta de vna
ahora en materias de derecho romano. Lo segundo podría Ynformazon de dho colexio ante el señor Jues Protector, de otro de los prãles de esta
reforzar la preferencia por la alternativa republicana de par- ciudad ante el Ylustrissimo señor obpo, lo que dio motivo a que el Señor Protector
te del francés (¿y también de parte de Galaín?), sirviendo de me hisiera despachar un titulo honorifico el qual junto con las citadas ynformazones
esta en los Papeles embargados” (f. 269). En respuesta dirigida por Alonso de Guz-
mán a José de Gorbea, aquel anota que Berney tuvo ejercicio “en el Colexio Caroli-
25 Berney también da cuenta de este suceso en su confesión del 18 de enero. Allí no para donde salio de mi casa con el ministerio de Pasante, o Mrõ de latinidad en
estipula que, “estando ocupado sarauia en vna leccion para la Academia”, pidió “el cuio exercicio no fue mui regular su conducta porque casi spȓe andaban los Libros
auxilio del confesante” (f. 237). por los suelos, y por las cavesas de los Muchachos” (f. 285v).

66 67
ciones” estaban condenadas a perderse, a desaprovecharse. potencias y dislocacion del selebro” debido a “la diversidad
Porque vale la pena preguntarse también cuántos de esos y la extravagancia de enseñar los niños sin regla ninguna, y
destinatarios ideales del texto podrían haberlo leído, cuán- composiciones de versos” (229v). Bierne, por su lado, explicó
tos de esos lectores efectivamente sabían leer. Alguna cuota haber curado a Berney de una peste28, pero aseguró no man-
de razón tenía entonces Miguel Luis Amunátegui cuando tener ningún trato con él por la “mucha bariedad en su modo
expresaba con ironía: “una proclama dirigida a un pueblo de pensar y poca firmesa en la cavesa, y por consiguiente in-
que no sabía leer, argumentos sacados de la historia, que di- capas de tratar con el asumpto serio alguno” (f. 230v). Al leer
fícilmente habrían podido comprender los individuos más este conjunto de calificaciones no me queda claro si, en el
instruidos del país. ¡Y sin embargo, aquel escrito era el arma momento, ellas fueron más útiles para inculpar o exculpar
con que Berney pensaba dominar a semejante pueblo!” (Los a los franceses, pues de lo dicho se concluye que Gramuset
precursores 208-209). no sería más que un iluso ignorante y lerdo y Berney, un pe-
Y las dudas se acrecientan a partir de las declaraciones de dante desprovisto de inteligencia. De modo que, en cuanto
José de Castro, José Antonio Villegas y Juan Bierne. Castro a este último, o bien Saravia y las autoridades del Convic-
se basaba en el juicio del susodicho José Antonio Villegas, torio Carolino no eran tan perspicaces como para notar sus
pasante de latinidad en el Convictorio Carolino, para afirmar limitaciones intelectuales e idiomáticas, o bien los juicios de
que Berney “es destituido de todas aquellas luses que apa- Villegas y Bierne eran exagerados, dubitación que podría
renta en lo publico con los que no entienden de facultades, comenzar a disiparse si revisáramos el escrito de Berney29.
y que ha oydo que avn en materias de religion vierte barias En fin, la cuestión es que ya no sólo la condición letrada de
proposiciones con demaciada ligeresa, y que denotan que su Gramuset parece indeterminada, sino también la de Berney.
cavesa no esta mui buena” (fs. 225v-226). Y Gramuset tam- En su confesión (fs. 241-245v), Gramuset se mantiene
poco se salva. Según Castro, era un hombre pobre que soña- firme y no confiesa nada, saboteando momentáneamente
ba con volverse rico y ser presidente del reino, y era, además, la maquinaria colonial del poder-saber. Berney, en cambio,
un “hombre de poca instruzon” y “que handa, y le ha obser-
vado como extraydo con expesie de embobamto y turbazion 28 En su confesión del 18 de enero, Antonio Berney sostiene que “estubo enfermo
en las Potencias, y que ultimamente jamas se ha persuadi- un año hase de vn fuerte tabardillo en la cabesa que aqui llaman chabalongo y la
do que este pueda ser sugeto que sirva de algun principio, peste, y que de sus resultas padese continuamente arebatos, y vapores al selebro
que le quitan el sueño e impiden el uso de sus Libros por el extrahordinario calor, y
o medio de haser mal a nadie” (f. 227). Para confirmar la pri- sofocazion que siente en la cabesa de que resultan algunas acciones indeliberadas y
mera opinión de Castro, el ministro José de Gorbea decidió expreciones intempestivas en las combersaz.s por lo que se abstiene de ablar muchas
veses” (fs. 240v-241). Esto quizá explique en parte las impresiones de los declarantes
citar a Villegas, quien declaró, primeramente, no conocer a acá citados.
Antonio Gramuset, pero sí a Antonio Berney y, luego, que a 29 Tarea que dejaré para una próxima ocasión, ya que el objeto de análisis de este
este último lo consideraba víctima de “alguna turbacion de ensayo no es el texto de Berney sino el testimonio de la causa en donde está conte-
nido ese texto.

68 69
a pesar de negar la mayoría de los cargos imputados, no tie- delito de lesa majestad30 y señalaba la necesidad de incautar
ne mayores recelos en volver a fabular. En efecto, el francés los bienes de los culpables y castigar a éstos severamente. Sus
inicia su confesión señalando que desde un principio abo- palabras son elocuentes:
minó la idea de la sublevación, calificándola de “producio-
nes de vn Paysano suio algo alborotado”, razón por la cual [A]tendiendo a lo mucho que importa la rapida substancia-
habló con Saravia sólo “como en ypotesis” y advertiéndole cion de este proseso, y que de una bes se quiten del medio los
“de que estas cabilazs a nadie las descubriese” (f. 234v). Ade- nominados Gramuset, y Berney lo executa suplicando a Vs se
más —y esto es quizá lo más curioso—, hace reaparecer los sirva imponer a vno, y otro reo quando no la Pena de ser des-
pedasados sus cuerpos, o quartisados al menos la del ultimo
“papeles” extraviados en el camino de Colina, los que ahora
suplicio con la calidad de Aleues como traydores a la Mages-
ya no se­rían “instruciones” sino “apuntamientos” de mate- tad Catholica, confiscandoles al mismo tpô todos sus vienes,
máticas, los que tomó de uno de los libros perdidos y en pre- y aplicandolos a la Real camara: todo lo qual deue haserse
sencia —afirma— del mismísimo José Antonio de Rojas (fs. en terminos de pura, y notoria justicia […] es consequencia
235-236). Por un lado, Berney se desliga de cualquier parti- nesesaria que ambos sufran las Penas que ha pedido el fiscal
cipación y responsabilidad en la conspiración y, por otro, su para que asi se haga vn exemplar con que no solo se desagrauie
relación con la escritura se ve nuevamente modificada. Ya la Real Persona Justisimamte agrauiada e injuriada por unos
no se representa como copista ni como autor; ahora es un ynfames êstranjeros, sino tambien que sirva de escarmiento
apuntador, lo que viene a ser una especie de figura interme- a aquellos que hubiesen pensado del mismo modo, y con la
dia entre las dos anteriores. propria malignidad que ellos (fs. 249-264v).

El fiscal se ratifica en su voluntad de aplicar el “ceremo-


6. Yo sé, tú sabes, él sabe, nosotros sabemos...
nial de soberanía”: el suplicio y las marcas para los franceses;
ellos no saben el escarmiento y el efecto de terror para el pueblo santia-
guino; y la reparación, finalmente, para el poder real. De
Tras las confesiones tomadas al par de franceses, José de
modo que la discrepancia con Álvarez de Acevedo persiste,
Gorbea ordenó regresar la causa a Tomas Álvarez de Aceve-
e incluso parece intensificarse cuando Pérez de Uriondo le
do, quien, a su vez, la remitió a los fiscales del crimen y de
remarca sarcásticamente que “la sabia penetrazion de vs”
lo civil el 19 de enero. El primero de ellos, Joaquín Pérez de
(f. 248) no tuvo a bien ejecutar todas las diligencias solici-
Uriondo, luego de revisar los antecedentes, dirigió al regente
un extenso documento en el que sintetizaba las principales
30 “El delito de Lesa Magestad el mismo de que se trata en esta causa, y han come-
noticias de la conspiración, exponía sus conclusiones al res- tido Gramuset y Berney, es uno de los mas atroses, y graues que reconosen todos
pecto (entre ellas, la positiva redacción de unas “instrucio- los drôs. el es de aquellos que solo por lo comun se cometen en secreto porque sus
Autores consultan siempre el mayor sigilo, y cautela por ser grandisimo el riesgo a
nes” por parte de Berney), acusaba a los dos franceses del que se exponen si son descubiertos” (f. 264).

70 71
tadas en primera instancia (como citar a Rojas y Orejuela). El fiscal de lo civil, en tanto, reproduce la acusación de
Tal proceder del regente —da a entender Uriondo— prác- su colega. Solicita que las penas recaigan sobre las personas
ticamente lo forzó a dar curso a la acusación sobre Gramu- y los bienes de Berney y Gramuset y pide, asimismo, que se
set y Berney, “para que en todos tpôs conste la insistencia les declare “perpetua infamia a âmbos reos y sus desendien-
que hiso el Ministerio fiscal por el mayor exclarecimto de la tes” y que sus huesos sean cremados fuera de Santiago y sus
verdad, y por el merecido condigno castigo de aquellos que cenizas esparcidas al viento (f. 272). No hay piedad para el
huuieren sido los primeros autores, caudillos y fomentado- “atrosisimo delito de lesa Magestad”; y si bien en un comien-
res del malino presecto que ha dado materia a la formazon de zo los dichos de Márquez de la Plata parecen indicar una pre-
estos Autos” (f. 248v). A esta altura, ya se me hace evidente ferencia por el sigilo y la reserva a la hora del castigo, hacia el
la existencia de dos discursos divergentes —y no sólo dis- final de su “Acusación” expresa sin tapujos que el “exemplar
crepantes— al interior del poder judicial y, por consiguien- castigo parece no deue prolongarse sin agravio de la Justicia
te, al interior del sector hegemónico colonial: uno propia- pȓalmente quando vrge tanto el excarmiento para contener
mente legalista, como el de Pérez de Uriondo, y otro más las funestas consequencias que pueden originarse” (275v). El
contingente y previsor, como el de Acevedo. Esta discordan- ejemplo y el escarmiento son realizables únicamente en pú-
cia discursiva podríamos conceptualizarla —también— me- blico, de lo que se concluye el acuerdo total del magistrado
diante las ya citadas nociones de “hegemonía” y “hegemonía con el “ceremonial de soberanía”. El optar por el marcado y el
alternativa” formuladas por Raymond Williams, en la me- efecto de terror significa la adhesión al discurso hegemónico
dida en que ambos discursos confluyen en la afirmación del legalista y el antagonismo respecto del discurso alternativo
dominio imperial pero chocan en el proceder a seguir para de la seguridad.
afirmar ese dominio. El fiscal del crimen acude al sistema de En auto del 24 de enero, Álvarez de Acevedo ordenó
significados y valores dominantes e institucionalizados (el archivar las acusaciones de los fiscales, y en otro del 25 de
vasallaje, la defensa de la soberanía real, el castigo, el terror, enero, después del “Real Acuerdo” en el que participó el pre-
etc.) para desde allí contener la otra “hegemonía alternativa” sidente Ambrosio de Benavides, se comisionó a José de Gor-
—mucho más radical, eso sí— que representa la conspira- bea indagar sobre la referida “demencia, fatuidad, o locura”
ción e, igualmente, establecer presiones al actuar de Álvarez de Antonio Berney y reconvenir al corregidor acerca de las
de Acevedo; el regente recurre también a algunos de esos diligencias efectuadas para ubicar las “instruciones” del fran-
significados y valores hegemónicos, pero la puesta en prác- cés31 (fs. 276v-277). Luis de Zañartu dijo no haber hallado
tica de los mismos le hace ver la conveniencia de priorizar
31 Para comprobar o refutar los desvaríos de Berney, Gorbea estimó necesario re-
la borradura por sobre el castigo y la seguridad por sobre el currir al obispo de Santiago, Manuel de Alday, y al ex oidor Alonso de Guzmán,
terror. De ahí los límites efectivos que coloca a los requeri- cuya casa frecuentaba el galo, además de encargarle al escribano Francisco Borja
mientos de Pérez de Uriondo. de la Torre, “vajo del sigilo que tiene particularmente jurado” (f. 277v), que tomase
razón de los sujetos que más trato y comunicación tuvieron con los reos. Según

72 73
el menor indicio de los papeles perdidos por Berney, pero bernación chilena y todos los miembros de la Real Audiencia
que cuida­ría de continuar las pesquisas (f. 287). En cuanto a capitalina (regente, oidores y fiscales)
las facultades racionales del maestro de Latinidad, Reinaldo
Bretón, capitán de la Compañía de Extranjeros y de la Sala de Dijeron que contemplando en las autuales circunstancias poco
Armas, aseguró en su declaración del 31 de enero que Berney ventajoso al ser­uicio de sM, la propalazion, y publicazion de
estaba “enfermo del selebro”32 (f. 280v). En su “Respuesta” del esta causa que sobre ofreser bastante materia a los reos para
29 de enero, el obispo Manuel de Alday pidió confirmar “el vna defensa exclusiva de la Pena ordinaria, descubre, y pone a
los ojos de vn Pueblo leal, y fiel al soberano un delito que di-
dictamen de que [Berney] piensa con ligeresa y sin consultar
chosamente ygnora, y siendo mas conforme a sana Politica, y
mas que su pensamiento” (f. 283v). Finalmente, Alonso de Buen Gobierno la conservaz.on de tan laudable ignorancia, que
Guzmán dijo que “la fuerza de el accidente [la enfermedad el particular castigo con peligro de la comun ignosencia en que
que padeció Berney] le hiso perder enteramente el juicio”33 tanto interesa el Real seruicio; precaviendo que el remedio no
(fs. 285v-286). En vista de estos antecedentes, y “Estando en sea puerta, y entrada de los males que se desean hevitar: Deu-
Acuerdo ordinario de Justicia” (f. 288), el presidente de la go- ian mandar y mandauan, se sobresea y pare en la prosecuzion y
substanciacion de esta causa, dejando como dejan en su fuerza
y vigor quanto contra dhos reos, resulta, y han pedido los seño-
pudo averiguar el actuario, algunos de los tratantes de Berney eran: Gabriel de Ega- res fiscales: Y en su consequencia que remitiendose los reos en
ña (rector del Convictorio Carolino), Mariano Zambrano (pasante en dicha insti-
tución), Vicencio Verdugo (pasante también), Rafael Bachiller y Reinaldo Bretón.
partida de rexistro por la via de Lima a disposicion del supre-
Mientras, entre los conocedores de Gramuset se encontraban: el maestre de campo mo Consejo de Indias con testimonio yntegro del proseso que
Manuel Fernández de Valdivieso, Juan Ángel Berenguel, Lorenzo Melgarejo, Juan sacarā por si solo el presente esno de cama, y el correspondiente
Ramón de Asereto y Juan Bautista Peñón (fs. 279v-280). informe a sM, se escriba carta de oficio al exmo señor Virrey a
32 Asimismo, declaró que Gramuset era dueño de “un genio alocado” (fs. 280v-281).
33 A pesar de estos juicios descalificadores, tanto Alday como Guzmán reconocen
fin de que en primera ocazion se sirva dar las Providencias res-
o dan cuenta de las capacidades intelectuales de Berney. El primero señala en su pectivas a su embarque, seguridad, y custodia, según lo exsige la
respuesta que el francés le entregó unos versos y una oración escritos en latín, que calidad, y naturalesa de la causa (fs. 288v-289).
requirió su patrocinio en su postulación a la cátedra de Matemáticas de la universi-
dad y que tenía estudios de “Latinidad algo de Philosopha y Elementos de Mathe-
matica” (f. 283). Alonso de Guzmán es mucho más generoso en sus apreciaciones, El “ceremonial de soberania” definitivamente debe recu-
lo que se explica porque tuvo un trato mucho más cercano con el francés que el que lar, entonces, y ceder su lugar a la ignorancia y la seguridad
tuvo Alday. Refiere en su contestación a José de Gorbea que lo invitó a vivir a su
casa con la condición de enseñar latín y francés a sus hijos, convivencia en la que
públicas. Como decía en un comienzo, las noticias de la cons-
encontró “un sugeto muy bien criado, politico, moderado, y de vastante instrucion piración debían quedar únicamente al alcance de los ojos —y
en las Materias Geometricas humanidad y Vellas letras, sin que le notase otra cosa también, podría agregarse, de los oídos— imperiales. Ahora
que un gran entusiasmo quando muchas veses se ponia a resitar versos latinos de
obiedo, o Virgilio, y otros Puetas en vos muy alta y descompasada hasiendo como bien, debe tenerse claro que el retroceso del ceremonial so-
vn comediante todos los Papeles” (f. 285). Todo esto demuestra que la condición berano es a todas luces momentáneo, lo que quiere decir que
letrada de Berney era cierta, no obstante, ella se vio mermada por la enfermedad su restricción es operativa netamente en el presente histórico
que contrajo, pues ésta afectó severamente su raciocinio.

74 75
de la Capitanía General de Chile al momento de dictar el exponiendo que la remisión de Berney y Gramuset a España
auto recién citado (del 5 de febrero). No por nada la causa estaba fundada menos en “su inculpabilidad ligeresa y dislo-
y su testimonio son remitidos y derivados al Consejo de In- cazion” que en “la conservacion de la inosencia, y lealtad de
dias, a la metrópoli misma, al ombligo del imperio español. esta Capital y Reyno que en medio de las autuales turbacio-
Llama la atención que el antedicho auto no aparezca fir- nes de las Provincias vesinas solo atiende a la defensa de las
mado por los fiscales Joaquín Pérez de Uriondo y José Már- Plasas Maritimas con el mayor celo y amor al soberano en la
quez de la Plata34, cuando consta que ambos estuvieron pre- presente Guerra contra la nasion Bretanica” (fs. 296v-297).
sentes en la sesión que dio origen al documento en cuestión. La decisión de la Real Audiencia santiaguina se muestra, de
Ello se explica porque ninguno de los dos estuvo realmente esta forma, como una medida históricamente contingente y
de acuerdo con la decisión tomada. De hecho, al día siguien- políticamente estratégica. A pesar de tratarse de un proble-
te de decretada la remisión de Gramuset y Berney dirigieron ma jurídico, perteneciente al dominio del derecho, la opción
sendas “Súplicas” al regente de la Real Audiencia reclamando de derivar los reos y la causa al Consejo de Indias contempla
el despropósito de considerarlos faltos de juicio y demandan- no sólo el objetivo de que tanto Berney como Gramuset sean
do aleccionadores castigos para ambos. Para el fiscal del cri- juzgados por tal organismo de acuerdo a la normativa legal
men, “no puede desirse que esto fue sueño o fantasia de vnas vigente, sino también la finalidad de prevenir futuros desór-
cuantas cavesas recalentadas en los reos sino que todo fue denes y, consiguientemente, de conservar esa pretendida “co-
en realidad maquinacion mui meditada” (f. 293). El delito mun ignosencia” que caracterizaría a la población del reino
de lesa majestad imputado a los acusados los especifica taxa- de Chile y que aseguraría la irrestricta lealtad y fidelidad al
tivamente como “reos de estado”, y en consecuencia “deuen soberano de tan “honrados vasallos” (f. 297). El modelo del
sufrir en esta capital quando no la Pena de ser desquartisados derecho y el modelo político de que hablaba Foucault se en-
vivos al menos la del ultimo suplicio con la calidad de Aleu- trecruzan abiertamente en el proceder de la Real Audiencia
es; confiscandoles sus vienes en la forma, y que preuienen las en tanto la aplicación de la ley y la restitución de la soberanía
Leyes” (291v-292). Sólo un castigo como éste podría hacer lastimada son sólo una parte del proceso; la otra, quizá más
que “escarmienten aquellos que hubiesen pensado del mis- trascendental aun que aquella, tiene que ver con la preserva-
mo modo que ellos y se eviten en adelante algun fatal suseso ción de ciertas relaciones de fuerza en el mundo colonial, las
dimanado de la mala semilla que es temible ayan sembrado que serían capaces —supuestamente— de garantizar la hege-
estos iniquos extrangeros” (f. 295). En auto del 9 de febrero monía (Williams) dentro de ese marco. De allí que el saber
—firmado por Acevedo, Santa Cruz, Gorbea y Mérida— se conseguido o producido en la causa criminal quede reserva-
desestimaron categóricamente las peticiones de los fiscales, do a las autoridades oficiales, mientras que la ignorancia en
materias políticas (¡precisamente en materias políticas!) se
34 Sí lleva las signaturas de Ambrosio de Benavides, Tomás Álvarez de Acevedo, destina a los sectores subordinados de la sociedad. El poder
Luis de Santa Cruz, José de Gorbea y Nicolás de Mérida.

76 77
se ejerce, como propone Foucault, en ese sentido; los gru- Gramuset, pues desde octubre de 1780 hasta principios de
pos dominantes establecen límites y presiones, como plantea marzo de 1781 —justamente el periodo de planificación, des-
Williams, a esos sectores subordinados para mantenerlos a cubrimiento y encausamiento de la conspiración— se halló
raya. Pero este ejercicio de poder y esta definición de límites privado de sus facultades racionales, por lo que dijo no te-
y presiones son, a su vez, respuestas al hecho de que contra el ner recuerdos de lo acontecido durante ese tiempo. Berney se
sector hegemónico se ha ejercido también un poder e igual- afirmaba en esta pérdida temporal de memoria para solicitar
mente se le ha presionado y limitado en su actuar. el perdón de la autoridad judicial, argumentando que no ac-
tuó movido por la libre deliberación (fs. 305-311). Es una pie-
7. De la pérdida a la perdición za interesante de retórica judicial que, al parecer, no produjo
ningún efecto favorable a su autor36.
La copia de los autos originales fue culminada el 16 de febrero Pero el texto, ¡qué pasó con el texto! Estamos llegando
de 1781 por Francisco Borja de la Torre, quien ese mismo día, casi al final del recorrido y prácticamente no hemos tenido
en pliego cerrado, entregó un testimonio de los autos, más un ninguna novedad referente a las “instruciones”. No deses-
informe dirigido al rey, al presidente Ambrosio de Benavides peremos. En la copia del Testimonio, tras la declaración de
a fin de que éste lo hiciese llegar, junto con los reos, al virrey Antonio Berney recién comentada, se ubica una “Esquela”
Agustín de Jáuregui (f. 301). El virrey respondió el 26 de mar- firmada por el teniente Antonio Gómez y dirigida al corre-
zo indicando que vio el oficio que se le envió con fecha de 14 gidor Luis de Zañartu el 10 de julio de 1781. En ella, el te-
de febrero en el que se le ponía al tanto de la conspiración. niente da cuenta del hallazgo de unos papeles “bien maltra-
Expuso, además, que Berney y Gramuset se hallaban presos tados”, escritos “en Lengua fransesa”37 y a los que acompañan
en la Real Cárcel de Corte desde el 15 de marzo y que a la pri-
36 El documento contiene datos importantes para (re)construir la biografía inte-
mera oportunidad los remitiría a España35 (f. 301v). Al ente- lectual y política del francés. Por ejemplo, hay noticias referentes a su obra escritural
rarse de esta providencia de la Real Audiencia, Berney intentó que no habían sido mencionadas anteriormente en la causa: un extenso poema de
un último recurso de exculpación mediante una declaración quinientos versos celebrando la llegada de los miembros de la Real Audiencia, va-
rios dípticos honrando ciertos natalicios y algunas piezas de elocuencia (menciona
cargada de patetismo que dirigió al regente Acevedo el 6 de también las 31 fojas presentadas para la oposición de la cátedra de Matemáticas de
noviembre de 1781. En ella sostenía que todas las acciones la Universidad de San Felipe, fs. 308v-309v). Además —y esto es interesantísimo—,
dice haber tenido “alguna correspondencia con el rebelde Joseph Gabriel Tupac
ilícitas de que se le acusaba fueron impelidas por Antonio Amaru quien sin conoser tenia el atreuimiento segun quentan de escribir a todas
partes por remotas que fuesen” (f. 309v).
37 ¿Acaso las “instruciones” fueron escritas en francés y luego traducidas por el
35 En aquel aprisionamiento, Gramuset habría declarado que su paisano Berney ministro Gorbea, encargado de su copia? Más adelante no se hace ninguna mención
escribió y escondió unos nuevos “papeles” durante el tiempo que vivió en la posada a una redacción en francés, por lo que cabe suponer que la apreciación del teniente
de Álvarez de Acevedo (fs. 302- 302v), ante lo cual, previo mandato del virrey Jáu- Gómez se basó en su incomprensión del texto. Además, si la intención de Berney
regui, el regente ordenó —estamos ya en diciembre de 1781— que se procediese a era que este texto sirviera de exhortación popular, ¿de qué le habría servido que
registrar y reconocer los cuartos en que habitó el francés. No se halló nada. estuviese escrito en su lengua materna?

78 79
dos libros, uno de pilotaje o náutica y otro de astrología (f. La reproducción de los manoseados “papeles” —llama-
311v). Sin mucho convencimiento de que correspondieran a dos también “borradores” en esta parte— se extiende desde
los objetos buscados, Zañartu los despachó al ministro José la foja 318 a la foja 347 de la copia que manejo del Testimo-
de Gorbea. Éste los envío al Real Acuerdo (compuesto por nio. Gorbea, con ayuda del fiscal José Márquez de la Plata,
Álvarez de Acevedo, Luis de Santa Cruz, Nicolás de Méri- terminó la duplicación el 16 de marzo de 1782, es decir, ocho
da y el propio Gorbea) y el Real Acuerdo, a su vez —el día meses después de encomendada la tarea. No fue algo fácil de
10 de julio—, se los envió de vuelta para que averiguase las hacer, como se ve, lo que el propio ministro se encarga de
circunstancias del hallazgo, no sin dejar de presumir que los explicar:
papeles encontrados eran las “instruciones” de Berney y de
encargar el copiado de los mismos (fs. 312-312v). Los libros Y se advierte que por mas diligencia, y trabajo que se ha puesto
y papeles extraviados por Berney por fin dejaban de ser re- en sacarla con toda legalidad no ha sido posible en algunas
feridos mediante paratextos sin texto (Genette 9), y por fin, clausulas o diciones, por la astuta malicia con que su Autor
también, po­dían dejar de ser negados y trocados en su con- procuro encubrir su delinquente proyecto para eludir, y burlar
en todo evento la vigilancia de los Jueses hasiendo una letra
tenido —como, ya vimos, lo hizo su propio autor.
casi imperseptible (fs. 347-347v).
Las diligencias de Gorbea dieron indicios claros de que
los libros y papeles en cuestión eran los pertenecientes a An-
Pero lo que omite Gorbea es que el trabajo no fue sola-
tonio Berney, especialmente por los datos aportados por el
mente de copiado. También hubo un trabajo interventor so-
mozo Luis Fernández, peón gañan en la viña de Santo Do-
bre las “instruciones”, cuestión de la que da cuenta Márquez
mingo, quien declaró haberlos hallado “vn dia de fiesta de
de la Plata:
los de Pasqua de Nauidad en la ciesta en la misma Cancha de
la Piedra a vn lado del camino embueltos en vn Poncho asul [S]e han insertado algunos entrerrenglonados claros del ori-
Bordado” (fs. 315-315v). Las coincidencias eran decidoras. ginal con el thenor del texto principal: se han colocado otros
José Díaz, teniente de Colina, al momento de escuchar este según estauan cituados no obstante su poca importancia, y
relato al mozo, lo que ocurrió en su casa a comienzos de ju- la incongruencia de algunos de estos: se han omitido otros,
lio, recordó inmediatamente que el teniente Antonio Gómez aunque son pocos por no estar inteligibles: se han dexado en
le había encomendado hacía un tiempo la búsqueda de unos blanco las Palabras que no se han podido decorar sin embargo
papeles perdidos en el mismo lugar indicado por Fernández. del expecial connato, estudio, y contraccon que se puso en dele-
De manera que le requisó los papeles y libros al peón y el 9 de trearlas por dicciones con el auxilio del Abesedario, y contexto
julio los traspasó a Gómez. El resto ya lo sabemos38. que se hiba adquiriendo de tan dificil, y borrosa escriptura; y

38 Las peripecias completas que vivieron los libros y papeles durante el primer se- buen resumen de su accidentada circulación puede hallarse en Tradición y reforma
mestre de 1781 pueden leerse desde la foja 311v a la 318 del Testimonio. En tanto, un en 1810 de Sergio Villalobos (pp. 162-163, citado en bibliografía).

80 81
se ha seguido el literal enlace de las clausulas, aunque aparesca Como señalaba más arriba, el hallazgo de las “instrucio-
truncado el periodo, y el sentido alguna ves procurando la mas nes” significaba dejar de paratextualizar —perdóneseme el
prudente exactitud a fin de que todo contribuia a la hidea que neologismo— sin texto39 y dejar de fabular en torno a ellas,
deba formarse de la obra, y de los designios, y capasidad de su pero —como se desprende de las palabras de Gorbea, Torre
Autor (fs. 352v-353).
y Uriondo— también implicaba su inclusión en un proceso
judicial formado contra su mismo autor, lo que tornaba a las
Es decir que, en lugar de una copia, lo que Gorbea y De
“instruciones” en evidencia efectiva en contra de Antonio
la Plata hicieron fue una edición de las “instruciones” (una
Berney. El texto había dejado de servir al francés hacía bas-
segunda edición para ser más precisos). Ahora bien, pese
tantes meses y ahora, para su perdición, era vuelto contra él
a los problemas de materialidad lingüística acusados y re-
(al fin y al cabo, todo lo que escribas puede ser usado en tu
sueltos, Gorbea estimó que la dimensión platónica del texto
contra). Al pasar a formar parte de la causa criminal, el tex-
era suficiente “para calificar el cuerpo del Infame, y sacrile-
to fue subsumido en la estrategia de seguridad propugnada
go crimen de este Reo [se refiere a Berney] en un grado de
por Tomás Álvarez de Acevedo y favorecida por la Real Au-
evidencia superior a toda duda que ha sido el pȓal objeto
diencia, de modo que fue distanciado definitivamente de su
de este examen” (f. 348). Aun así, el oidor pidió cotejar la
autor y del pueblo al cual iba dirigido originalmente y pasó a
letra de la nueva evidencia con la letra de los otros papeles
circular únicamente dentro de la restringida esfera judicial.
embargados a Berney a fin de despejar toda duda sobre su
Así fue como Berney y compañía transitaron de la pérdida a
autoría, lo que llevó a efecto el escribano Borja de la Torre,
la perdición.
quien concluyó que los distintos textos eran “de vn mismo
La historia que sigue es casi una anécdota40. El 6 de julio
Puño y letra” (f. 349). El fiscal del crimen, en tanto, en nue-
de 1782, a instancias de los fiscales del crimen y de lo civil, la
vo documento dirigido a Álvarez de Acevedo el 10 de abril
Real Audiencia dictaminó que los autos originales de la cau-
de 1782, señaló que las diligencias practicadas calificaban “a
sa, además de los libros, los papeles y la manta pertenecientes
los nominados franceses de verdaderos complises y autores
a Antonio Berney, fuesen enviados al virrey Agustín de Jáu-
de la cedicion proyectada [y que] oy con ellas se ha elevado
regui, instruyéndole de la necesidad de remitirlos al Consejo
la prueba de este nefario crimen a un grado de evidencia
de Indias y solicitándole la devolución del testimonio que se
tal, que dificilmente podra darse otra higual, o semejante en
le había dirigido con fecha de 14 de febrero. El 22 de agos-
delitos de esta clase” (f. 349v). Para Pérez de Uriondo, ya no
to de 1782 el virrey despachó de regreso el testimonio y en
se podía vacilar en culpar a Gramuset y Berney del delito
de lesa magestad, y tampoco se podía negar la responsabi- 39 Es más, al incluir la copia de los “papeles” en el testimonio de la causa criminal
lidad de Berney en la autoría de las “instruciones”, pues su el resto de los documentos contenidos en ella se convierten inmediatamente en pe-
ritextos de esa copia.
contenido era el mismo que había informado Saravia en su 40 No refiero en esta ocasión lo acontecido con Gramuset y Berney en Lima. Mi
segunda carta delatoria. intención es abarcar ese periodo en un próximo trabajo.

82 83
febrero de 1783 acuso recibo de los documentos originales Bibliografía
(fs. 353-357). Por la “Aprobatoria” dada por el rey Carlos III
el 14 de septiembre de 1786, se hace claro que el virrey Jáure- AMUNÁTEGUI, Miguel Luis y Gregorio Victor Amu-
gui igualmente debió enviar una copia del testimonio al so- nátegui. Una conspiración en 1780. Santiago de Chile:
berano, ya que en aquel testimonio fundamenta su decisión Imprenta del Progreso, 1853.
el monarca. Si bien es cierto que éste da su venia al proceder AMUNÁTEGUI, Miguel Luis. Los precursores de la indepen-
del organismo santiaguino, por otro lado muestra su total dencia de Chile. Tomo III. Santiago de Chile: Imprenta de
acuerdo con el dictamen del Consejo de Indias: la aplicación la República, 1872.
del ceremonial de soberanía, esto es, “condenar a dichos Ver- BAL, Mieke. Teoría de la narrativa (una introducción a la
nē y Gramuset [a] la pena de muerte perdicion de Bienes, e narratología). Traducción de Javier Franco. Madrid: Cá-
infamia” (f. 221v). Ceremonial que, háyase o no querido, de- tedra, 1990.
bió verse truncado, puesto que los franceses se hallaban más BARRIENTOS Grandón, Javier. “Las reformas de Carlos
que muertos para entonces. En realidad, no sé si las penas III y la Real Audiencia de Santiago de Chile”. Temas de
de perdición de bienes y de infamia se habrán concretado Derecho 2 (1992): 23-46.
alguna vez, en la península o en Chile, pero lo que sí se me CHARTER, Roger. “¿Qué es un libro?”. R. Chartier (ed.). ¿Qué
vuelve evidente es que la borradura y la seguridad estuvieron es un texto? Madrid: Círculo de Bellas Artes, 2006: 7-35.
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ideas en crisis. Conspiradores e ilustrados en Santiago de
Chile (1780-1810). Valparaíso: Ediciones Universitarias
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_____. Historia y crítica de la opinión pública. Traducción
de Antonio Doménech. México: Ediciones Gustavo Gili,
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LAUSBERG, Heinrich. Manual de retórica literaria. Funda-
Enrique Cisternas Rossel
mentos de una ciencia de la literatura. Vol. 1. Traducción
de José Pérez Riesco. Madrid: Gredos, 1966.
MARTÍNEZ, Matías y Michael Scheffel. Introducción a la
narratología. Hacia un modelo analítico-descriptivo de la I. Texto encontrado: casualidad y especulación
narración ficcional. Traducción de Martín Koval. Buenos
Aires: Las Cuarenta, 2011. Imagine al lector que busca desde hace algún tiempo un libro,
MIGNOLO, Walter. “Cartas, crónicas y relaciones del descu- una novela cualquiera, paseando de librería en librería obtie-
brimiento y la conquista”. Luis Íñigo Madrigal (ed.). His- ne como respuestas miradas de estupefacción ante un título
toria de la literatura hispanoamericana. Madrid: Cátedra, que nunca han escuchado o un solemne “descontinuado”. La
1982: 57-116. novela en cuestión no existe para cierta parte del circuito del
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua libro, ésta ya no transita por el mundo de los vivos. Inmerso
castellana compuesto por la Real Academia Española, re- en la curiosidad investigativa descubre que su anhelada nove-
ducido á un tomo para su más fácil uso. Madrid: Impren- la yace en los registros de archivo bibliotecario; detenido su
ta de Joaquín Ibarra, 1780. tránsito en las estanterías del Archivo Nacional. Puede recupe-
Testimonio de la causa criminal formada contra d.n Antonio rar la novela por el tiempo que el sistema estime conveniente.
Vergne, y d.n Antonio Gramuset Franceses. Enero Año de La novela ahora existe como cadáver en las fichas bibliográfi-
1781. Real Audiencia, vol. 1644. Archivo Nacional de cas. Sin embargo, la historia de esa novela puede que termine
Chile. allí, pero un buen día se le acerca un amigo caritativo, cono-
VILA-MATAS, Enrique. Bartleby y compañía. Barcelona: cedor de su búsqueda y le entrega ante su mirada de incredu-
Anagrama, 2009. lidad una copia de la novela. La suerte lo cruzó ante ella en un
VILLALOBOS, Sergio. Tradición y reforma en 1810. Santia- paseo dominical; esta pasó de las manos del librero a las de
go de Chile: RIL editores, 2006. su amigo y, luego, a las suyas. El libro ha revivido y comienza
WILLIAMS, Raymond. Marxismo y literatura. Traducción a caminar nuevamente por el mundo de los vivos cargado de
de Guillermo David. Buenos Aires: Las Cuarenta, 2009. pasado, y puede ser contemplado por los ojos del presente.

86 87
Una novela como Fuegos Artificiales de Germán Marín dida o relocalizada por lo que su acceso ya no es posible. Lo
sufre un destino como el antes descrito. En sus contrapor- importante, y que debemos tener en cuenta, es que el conte-
tadas nos enteramos que apareció al mundo en febrero de nido tiene la cualidad de poder estar disponible en un futuro
1973 con un tiraje de 5.000 ejemplares bajo el sello editorial —ya sea cercano o lejano—, lo cual no asegura que este tenga
Quimantú, en su colección Cordillera. Hoy en día, hacerse las mismas características que tuvo originalmente.
con un ejemplar de la novela es, más que una tarea ardua, un Valiéndonos de tal expresión, extrayéndola de su contex-
golpe de suerte; muy pocos han resistido el paso del tiempo to técnico, podemos referirlas a los libros, en cuanto objetos
y las circunstancias que los rodearon. Según dichos del autor que han sido eliminados, perdidos o que sus medios de acce-
aparecidos en entrevistas, el libro fue secuestrado y sacado so han cambiado considerablemente. Libros que para el su-
de circulación. Este hecho por la crítica, tanto especializada jeto lector ya no es posible acceder tan expeditamente como
como por la de prensa, ha sido tomado como un dato de la quisiera. En este sentido, nos insertamos en la problemática
biografía (o bibliografía) del autor sin ser problematizado. de la interrupción del circuito de la circulación; gracias a tal
La obra impresa misma, podemos preguntarnos, puede interferencia nos encontraremos con libros fantasmas – tex-
ser considerada como parte de un gran sistema; es decir, un tos irrecuperables, anunciados pero no escritos, en cierto
fragmento. En tanto, al extraerse de su tránsito por ese circui- sentido, una referencia bibliográfica imposible de compro-
to interconectado, el libro mismo, la obra íntegra, se convierte bar —y libros secuestrados— textos cuya existencia ha sido
en el fragmento-vestigio al cual se le carga ese fenómeno y no interdicta en los diversos medios y canales de circulación
puede leerse abstraída de él. Quisiera traer hacia el lector la cultural, entiéndase las diferentes formas de crítica literaria,
atención sobre una expresión informática con la cual puede ya sea pública o académica, sistemas de bibliotecas, circuitos
que se haya cruzado más de alguna vez en su experiencia con de librerías, etc. Estos últimos son cadáveres que sobreviven
las nuevas tecnologías: “404: Object not found”1, esta expre- como cuerpos en cámaras criogénicas. A la variante de los
sión – a la que le doy un sentido figurado – se refiere a un libros secuestrados es a la que se quiere enfrentar este ensayo.
error informático que surge al no poder realizarse la comu- A un libro secuestrado se le ha impedido la libre circulación
nicación con un servidor, que por algún motivo no ha sido por el sistema literario y, en el caso de Fuegos Artificiales,
capaz de proporcionar la información requerida. Este error es su posible incorporación se ve impedida por la negativa del
común al navegar por internet y se refiere a los enlaces muer- autor para reeditar la obra. Esta última opción provocaría
tos. En definitiva, es información que ha sido suprimida, per- la reaparición de la obra en el mundo pero en un contexto
ajeno a ella. Tanto los libros fantasmales como los secuestra-
1 Esta figura, extraída del léxico técnico de la informática, fue el punto de partida
dos son parte de una categoría mayor que denomino libros
del artículo “Error 404: Fuegos artificiales no encontrados” publicado en Bagubra vestigios; es decir, libros que, suprimidos de su circulación, se
núm. 2 (noviembre 2012): 60-70. Este ensayo se considera una ampliación de lo mantienen como escombros de un contexto determinado. Al
expresado en aquel primer acer­camiento.

88 89
margen del caso que representa Fuegos artificiales, se pueden Partiendo por las causas histórico-sociales que provocan la
nombrar ejemplos de libros vestigios en distintos grados: El desaparición de una obra en particular, hasta establecer qué
desaparecido guión y filmación de Cagliostro de Huidobro; repercusiones tiene en el llamado “sistema literario”3 inter-
la obra inexistente de Eduardo “Chico” Molina; las ediciones venir en el movimiento de un texto por el mundo. Sin em-
incompletas de Poema de Chile de Gabriela Mistral; incluso bargo, no se trata de generar cuadros hipotéticos y contrafac-
la inacabada novela Cordillera de Juan Rulfo. tuales al estilo de “¿Qué habría pasado si esta obra no hubiese
La desaparición de libros no es un fenómeno nuevo que desaparecido?”. Más bien, se trata de investigar el hecho mis-
surja a partir de las dictaduras, baste sólo recordar la segun- mo de sacar de circulación un texto y qué relación silenciada
da parte de la Poética de Aristóteles2; tampoco lo es la pro- y encubierta guarda con categorías propuestas para pensar la
hibición de textos, que es una tradición que se arrastra desde totalidad literaria, tales como “Sistema literario” o “Campo
el Índex de libros prohibidos de la iglesia católica. Historias intelectual o cultural”.
de desapariciones, robos, saqueos y destrucción que se pue- Cuando se extrae o, más bien, se extirpa4 un libro de su
den seguir en las obras de Fernando Báez: Historia universal contexto de producción, pierde algo que no puede ser recu-
de la destrucción de los libros (2004) y El saqueo cultural de perado: la fuerza que pudo suponer para luchar por la legiti-
América Latina (2009). El texto de Báez ofrece una revisión mación en el sistema literario. El campo intelectual, definido
histórica completa de la desaparición: Quema de manuscri- por Pierre Bourdieu en su texto Campo de Poder, campo in-
tos, destrucciones de biblias y bibliocaustos. Respecto a esto telectual: itinerario de un concepto (2003), es un sistema de
último, es perturbadora la imagen de Goebbels presidiendo
a un grupo de estudiantes en el saqueo y posterior quema de 3 Se entiende el sistema literario, para los efectos de esta exposición, a partir de
libros, junto a un estruendoso ¡Heil! la propuesta de Itamar Even-Zohar. En su teoría sobre los polisistemas señala que:
“It is, therefore, very rarely a unisystem but is, necessarily, a polysystem - a multiple
Al tratarse de hechos que nos son extraños a la literatu- system, a system of various systems which intersect with each other and partly over-
ra y sus medios de circulación, los estudios literarios deben lap, using concurrently different options, yet functioning as one structured whole,
hacerse cargo de lo que sucede con los libros secuestrados. whose members are interdependent” (290). En tanto polisistema, es una múltiple
intersección y superposición de sistemas, que en la multiplicidad de opciones y di-
ferencias puede funcionar como un todo estructurado cuyos miembros son inter-
2 El mismo Fernando Báez incursiona en el recorrido de la mítica segunda par- dependientes. En área de la circulación, el teórico israelí la delimita en el mercado.
te de la Poética de Aristóteles, por medio de la traducción al español y rescate la Ya que para él, los textos circulan en el mercado de modos variados (Ya sea como
obra Tractatus Coislinianus; que se trata de una obra que resume el contenido del textos íntegros, fragmentos, objetos de lujo, etc.) y este se trata de factores que me-
segundo libro de la Poética. Báez realiza un recorrido para afirmar la existencia de dian entre la producción y la venta del repertorio cultural. Tal venta, podríamos
la obra y de las explicaciones de su desaparición. Afirma que son varias las causas decir, son los valores otorgados a ciertas producciones en un determinado contexto.
de la desaparición: Falta de copias íntegras de la Poética; el olvido progresivo, el 4 No puede dejar de llamarnos la atención que el concepto de extirpar tenga re-
desinterés por la comedia y el cambio del tipo de escritura le pasaron la cuenta a lación con el sentido del desarraigo. En su sentido primitivo se refiera a “arrancar
los manuscritos de Aristóteles. De este texto de Báez podemos extraer qué libro, en de raíz”. Lo cual podemos llevarlo al sentido de quitar o suprimir algo de su origen.
su materialidad, ha sido un objeto precario ir perdiéndose progresivamente en la Extirpar, por lo tanto, parecer ser el concepto más idóneo para describir el proceso
historia hasta volverse un fantasma esquivo que ha dejado huella en otros libros. que se está poniendo en relieven en este artículo.

90 91
fuerzas en pugna. Los agentes o sistemas de agentes forman En este caso particular, ¿cabría hablar de vestigio cuando
parte de él, a modo de fuerzas que se oponen o se integran; la existencia de la obra es acusada por el catálogo del Archivo
de tal integración surge la estructura propia del campo en un Nacional? ¿Si este libro aparece en las manos del lector co-
momento dado. Los agentes tienen una posición específica mún gracias a los avatares del destino? La respuesta no deja
desde la cual participan dentro del campo cultural. Este últi- de ser problemática, pero afirmativa en cualquier caso. Si
mo se constituye por los temas y problemas compartidos por pensamos en el concepto de vestigio literario, como la huella
los participantes. La dinámica propia del campo se construye de una obra (perdida, anunciada, no escrita) desde la cual
bajo la lógica de la competencia por la legitimidad cultural, podemos especular, puede parecer que Fuegos Artificiales
a partir de instancias específicas de consagración, en que se escapa de tal definición. Sin embargo, podemos ampliar tal
consolidad y promocionan los agentes. concepto para incluir a los restos vestigiales que pesan sobre
Acaso sería prudente preguntarse por los momentos en el tránsito de una obra, la cual ha sido extirpada de su con-
que las instancias de validación fracasan, debido a que agen- texto, cuya circulación ha sido intervenida e interrumpida.
tes externos al sistema intervienen en el campo literario, alte- Esto significa, no sólo un enriquecimiento del concepto, sino
rando su funcionamiento. De esta manera, se problematizará una problematización del objeto literario que abarca tanto el
en este trabajo la truncada circulación de la obra Fuegos Arti- momento de su circulación como el de recepción. Es decir,
ficiales de Germán Marín. Al tratarse de la obra prima de este ya no basta con tomar la obra en sí sin tomar en cuenta el
narrador chileno que durante los años noventa se convierte destino que han tenido los soportes materiales de ésta (tén-
en una figura importante de la literatura nacional, no pue- gase en cuenta, por ejemplo, en libros censurados, quema-
de dejarse de lado el secuestro del que fue víctima. En este dos, perdidos o secuestrados). Es necesario que se dé cabida
momento quisiera hacer un paréntesis. Entre los propósitos en el estudio al tránsito que realizan en el mundo las obras li-
de esta colección de investigaciones titulada Vestigio y espe- terarias en su materialidad que, en algunos casos, es precaria.
culación. Textos enunciados, anunciados y perdidos de la lite- Ahora bien, la desaparición de Fuegos Artificiales se trata,
ratura chilena se explicita que el conjunto de textos reunidos más bien, de una extracción del circuito y la negación de su
se preocupa sobre los fragmentos, autores sin obras, textos reintegración. Pueden existir casos en que un libro que haya
anunciados pero no escritos, una obra como la de Germán sido secuestrado, más tarde puedan ser vueltos a poner en
Marín no se trata en ningún caso de no-escritura, sino más circulación, ya sea por el autor o alguna editorial. El caso de
bien, de un texto que pasa por las distintas etapas que impli- esta obra, para el escenario chileno, es apropiado para ejem-
can la publicación, la guillotina editorial y la recepción. Este plificar la extracción de una obra del circuito y la no reincor-
texto entra en el circuito literario, pero por razones políticas, poración, debido a que el propio autor niega esta posibilidad.
sale de circulación y desaparece del sistema, transformándo- La aparición fortuita del texto podría metaforizarse como el
se en una especie de tara en la bibliografía del autor. surgimiento de una obra-zombi que surge de la oscuridad en

92 93
la que estaba inmersa para problematizar el sistema literario letras” de la Nación, señala que uno de los aspectos sobresa-
y la voluntad autoral. En razón de la particularidad de esta lientes de la obra es la referencia a la escritura misma:
investigación, sobre la obra prima de Germán Marín, es ne-
cesario tomar una opción metodológica para hablar de “libro Y es que Fuegos Artificiales contiene, en sí misma, su historia.
fuera de circulación”. En la estructura misma de la obra, ob- Diversos y numerosos capítulos están dedicados a ella misma,
viamente no existen elementos que señalen su propia desa- a los avatares de su construcción, a los problemas que plantea
parición, sin embargo, se puede afirmar que su contenido sí su avance. Empresa doblemente ardorosa en cuanto a la inuti-
lidad de escribir, tal vez la imposibilidad de escribir, es uno de
declara cierta posición estética del autor sobre el fracaso de
los elementos que la conforman. La tensión entre los términos
la literatura. En esta situación, se trata de especular sobre las paradojales de narrar una historia y creer, al mismo tiempo, que
repercusiones que tiene en el sistema literario la desapari- es irrelevante o imposible hacerlo adecuadamente, esa especie
ción de un libro que, según todos los indicios, se constituye de esquizofrenia que aparece cada vez con mayor frecuencia en
como la obra matriz de lo que será la producción posterior la actual narrativa, indicando por un parte la crisis del género,
del escritor. De tal forma que la negativa del autor puede es- pero también (y sin duda en estrecha relación con ella) la cre-
tar relacionada a una reflexión sobre la literatura que está ciente alienación humana, tienen aquí una buena representa-
incubada en Fuegos Artificiales. ción (Madrigal 15).

II. La vida fugaz de Fuegos Artificiales Madrigal señala que la novela es propia de su contexto de
producción; adscribe a un proceso de reflexión crítica sobre el
Parte de lo que llamamos “vida de la obra” se refiere a las acto de narrar y de hacer literaria. Pero es interesante pregun-
recepciones críticas que se conquista a partir de su expulsión tarse, ¿podremos considerar como una burla de la historia que
al mundo. En cuanto a Fuegos Artificiales, encontramos que justamente Iñigo Madrigal, en su reseña de la novela, apunte a
obtuvo una atención y valoración fugaz por medio de pe- la inutilidad de la escritura? Tal vez, pero en el sentido en que
queñas reseñas que aparecen desde marzo a junio de 1973. tal reflexión hacia la propia función del arte es llevada hacia
Por lo tanto, se propone recuperar estas reseñas que proyec- la destrucción indeseable de los objetos por agentes ajenos al
tan el éxito de esta obra, para construir el sentido posterior sistema. Hernán Lavín Cerda, desde la revista La paloma de
que significa el fracaso por medio del secuestro de un libro 1973, destaca el debut auspicioso del autor con esta novela,
por la intervención de terceros en su tránsito por el mundo. pero en contrapunto con lo señalado por Madrigal, expresa:
Valoraciones fugaces, es cierto, sin embargo, en razón de to-
das las señales, la aparición de la novela de Marín es recibida Germán Marín emplea diversas técnicas al estructurar su obra,
período extensos a través de frases largas y envolventes, donde,
con entusiasmo por la crítica literaria periodística en varios
desde la corriente de la conciencia y abriendo paso a distintos
puntos del país. Iñigo Madrigal, en la sección “Letras Sobre narradores, consigue situar la historia en pleno desplazamiento,

94 95
ya sea temporal o espacial. Allí donde este trabajo surge ligado El crítico relaciona a Marín con distintos autores y des-
a un lenguaje sustantivo y concreto, con intención de vitali- taca un elemento fundamental de la obra posterior: el gesto
zarse por medio de la imagen poética, allí, digo, Marín logra irónico y la crítica más allá de los límites doctrinarios. Su no-
sus mayores aciertos. No sucede lo mismo cuando su prosa se vela es creación y crítica respecto al acto de escribir. También
vuelve abstracta y adverbial en exceso, pues entonces se torna
Carlos Ossa en la revista Plan habla sobre Fuegos artificiales;
inasible, pierde pie y pierde fuerza (Lavín Cerda 103)
éste último señala que se trata de “Una novela subjetiva en
todo el riesgo que eso significa, pero asumido con entera lu-
Lavín Cerda destaca de la obra un aspecto que se conver-
cidez; la lucidez necesaria como para eludir los vericuetos
tirá en la firma de Marín durante su producción posterior a
falsamente metafísicos” (19). La subjetividad del lenguaje
Fuegos artificiales: la utilización de frases extensas y períodos
para Ossa es el riesgo que corre Marín para lograr su obra y
alargados por la voz narrativa, pero es más significativo que
es destacable que señale que el autor no fracasa en ese intento
la crítica se produzca hacia la representación que es mejor lo-
sino que lo supera. Finalmente, escribe: “En todo caso Fuegos
grada cuando el lenguaje se hace concreto, “realista”, mientras
Artificiales puede resultar un replanteo literario de la chileni-
que recae en lo abstracto, en el discurso del narrador sobre su
dad, replanteo que lleva a Marín a desdeñar todos los lugares
propia escritura. Lo que alababa Madrigal, lo desdeña Hernán
comunes que han transitado la narrativa nacional durante
Lavín como un fracaso del autor. El entusiasmo por la novela
muchos lustro. Y eso no puede dejar de ser valioso; es otro de
de Marín se encuentra, también, en la reseña de Filebo en la
sus muchos méritos.” (Ossa 19). El crítico lee la novela desde
revista Ercilla bajo el título “Germán Marín: La magia de la no-
la superación del realismo y le otorga un futuro auspicioso al
vela”, quien describe la novela desde el gesto irónico del autor:
autor en la revisión de los valores nacionales.
Tal facultad irónica de la novela puede conducir a la paradoja
La recepción y valoración de Fuegos Artificiales no se
del desaborlamiento doctrinario del propio novelista. En el caso produce sólo en la capital; en el periódico El Magallanes de
presente, Marín deberá reconocer que, sub especie alternitatis, Punta Arenas, Marino Muñoz Lagos realiza una descripción
la notoria, desesperada y casi pueril ideología, “izquierdista” laudatoria del texto, señalando una clave que más tarde ex-
del narrador omnisciente, con la socorrida carga de prejuicios plotará Marín:
frente a los “valores burgueses”, no resiste el incisivo ataque de
la creación literaria (…) Colocado de hecho en la situación de La novela de Marín está construida a base de párrafos conca-
elegir entre la postura del escritor y la del escriba, Marín ni tenados por una suerte de malabarismo personal del autor. A
siquiera duda. Su pulso señala una función irrevocable: la del los lectores no acostumbrados a esta clase de juegos, la lectura
discurso mágico (…) Fuegos artificiales es la toma de conciencia de corrido les producirá más de alguna sorpresa, dándoles la
de toda una literatura con respecto a su destino trascendente. impresión bien poco positiva de un trabajo realizado en mo-
Mediante su pasmoso arabesco llegamos a ser también lo que mentos de ocio del autor, por retazos, que más tarde vinieron a
para sí vindicó Huidobro: poetas y magos (Filebo 35). formar el cuerpo de la novela (Muñoz 4).

96 97
Al igual que Hernán Lavín Cerda, se destaca este sig- rrea una serie de situaciones que van gestando la historia del
no característico del autor y es interesante el sentido que le libro en su tránsito por el mundo. El investigador y activista
otorga Muñoz Lagos al relacionarlo con el retazo, la escri- palestino-estadounidense, Edward Said, propone la siguien-
tura olvidada y recuperada. Esto devendrá en un elemento te explicación respecto a la génesis de una obra y su contacto
altamente significativo para la producción post Fuego Artifi- con el mundo fuera del autor:
ciales y se convertirá en la marca característica del autor. En
estas valoraciones fugaces se destacan los aspectos positivos A partir de entonces puede reproducirse para bien del mundo
y negativos de la novela. Propias de su época leen lo que el y según unas condiciones establecidas por y en el mundo; por
contexto en que se produce les permite leer. Sin embargo, mucho que el autor o la autora ponga objeciones a la publici-
tienen la visión de valorar ciertos aspectos que se vuelven dad que recibe, una vez que se hace más de una copia del texto
la obra del autor está en el mundo y va más allá del control
fundamentales para comprender la novelística y el discur-
autorial (Said 51).
so sobre la novela de Germán Marín. Auguran el futuro de
escritor y las huellas que va a dejar la novela primera de este
Un libro que ya se ha reproducido más de una vez en-
autor. Representan el tránsito de esta novela y su recepción
tra en el circuito de la literatura y pasa a ser propiedad del
anterior al Golpe de Estado.
mundo. En razón de ese fenómeno, Said propone que la si-
tuación de los textos es mundana5: “La cuestión es que los
III. Fuegos mundanos textos tienen modos de existencia que hasta en sus formas
más sublimadas están siempre enredados con la circunstan-
Fuegos Artificiales se va a convertir en un objeto al cual se cia, el tiempo, el lugar y la sociedad; dicho brevemente, es-
le ha arrumbado el peso de la historia; al intervenir en su tán en el mundo y de ahí que sean mundanos” (Said 54). Y
fugaz tránsito por el sistema literario, el libro adquiere una
densidad suplementaria que lo constituye, esta funciona
como huella indeleble para la recepción posterior de la obra. 5 El concepto de la cualidad mundana de los libros propuesto por Said vincula
el entorno del cual proceden los textos con el de su recepción. En cualquier caso
Adquiere, por tanto, su propia historia que va a señalarlo el texto está rodeado por una realidad política. De esta manara, la importancia de
más allá de su contenido. Enfoques relacionales como los de ese concepto se puede sintetizar en la siguiente cita: “The real force of Said’s theory
of worldliness is that he takes on board Saussure’s view of the meaning of the sign
Itamar Even-Zohar y Bourdieu nos conminan a realizar un residing in tis difference from other signs, an the structuralist rejection of a simple
análisis sociológico de la literatura al considerar variantes relationship between the text an the world. But nevertheless, he insist on the fun-
dentro del sistema como las relaciones autor-editor, la comu- damentally political importance of that world from wich bothe the text and the
critic originate, even if our only access to that world is formed in the writtin itself ”
nidad lectoras, las instituciones e instancias de consagración. (Ashcroft 20). Que los textos sean mundanos aúna las concepciones restrictivas
El texto literario ya no puede leerse sólo en su propia inma- acerca de la literatura con las que problematizan su relación con el mundo. Enton-
nencia. De esta manera, la entrada al mundo de un texto aca- ces, el momento de su producción y recepción quedan marcados e indudablemente
entrelazados.

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precisamente en relación a la mundaneidad, cabe destacar la Quisiera aprovechar este momento para hacer una
conceptualización que el autor realiza sobre la materialidad: aclaración respecto a la consideración de la mundaneidad
de los textos. Para Said, el concepto se refiere a la realidad
[E]ntiendo por «material», por ejemplo, los modos en los que política, social y cultural que envuelve al texto en su lugar
el texto es un monumento, un objeto cultural buscado, por el de procedencia. Sin embargo, creo que es posible abrir tal
que se ha luchado, poseído, rechazado o alcanzado en un deter- conceptualización para ampliarla hacia la existencia de una
minado momento. La materialidad del texto incluye también el relación igual con el momento de recepción. En cuanto a la
rango de su autoridad. ¿Por qué un texto goza de actualidad en
obra que nos sirve de base para este ensayo, no es un hecho
un momento, reaparece en otro o se olvida en otros?” (Said 206)
indiferente haberla leído antes del 11 de septiembre de 1973
a la lectura que pueda hacerse de ella luego de esa circuns-
Entendida como monumento, la materialidad de la obra
tancia6. La mundaneidad política de la novela de Germán
es permanencia, memoria, testimonio, identidad y soporte
Marín se ve expuesta desde su gestación. Entregada para
de una cultura; por lo mismo, es objeto de procesos activos
participar en un concurso de novelas orquestado por la
de la cultura tales como reivindicación, conservación y, tam-
Editorial Quimantú –en la cual se dice que participa junto
bién, destrucción. No se puede dejar de lado que el concepto
su compañero intelectual, Enrique Lihn, y su novela Bat-
de monumento va emparejado con el de ruina y éste, con
man en Chile– no es acreedora del galardón, sin embargo,
el de vestigio. Aceptar esta idea nos permite considerar que
es publicada de igual forma en la misma editorial. Resul-
el texto como vestigio cercenado, arrestado, extirpado de la
ta un hecho significativo que Quimantú haya seleccionado
bibliografía del autor, es un hecho insoslayable para la críti-
Fuegos Artificiales debido a la filiación político-estética que
ca. Esto va a significar que la relación del texto con su época
representaba.
no se va a agotar solamente en las posibles representaciones
Resulta necesario revisar la particularidad que implica
de su contexto de producción, sino que debemos tomar en
que la novela haya aparecido bajo el sello de tal editorial y
cuenta las condiciones mismas que hicieron posible su apa-
su historia posterior al Golpe de Estado. Como señala Ber­
rición en el mundo. En cuanto a Fuegos Artificiales, es un
nardo Subercaseaux en la tercera edición de Historia del
hecho evidente que surge en un tiempo histórico específico,
ha salido de él, pero la propia trayectoria de su materialidad
nos invita a considerarlo como un fenómeno cercenado: un 6 Al respecto es interesante recuperar la explicación que hace Said sobre la lectu-
error irreparable, a pesar de una posible re-edición. Acaso, ra: “Si durante un período de tiempo un texto se preserva o se deja de lado, si está
en el estante de una biblioteca o no, si se lo considera peligroso o no, todo ello tiene
podríamos considerar al libro como vestigio fantasmal al que que ver con el ser en el mundo de un texto, lo cual es un asunto más complicado
se le ha negado su mundanización al impedir su existencia, que el del proceso privado de lectura” (Said 54). La obra sufre un recorrido propio,
anterior a la lectura privada. Esto significa que el crítico no puede obviar los eventos
su circunstancia, tiempo y lugar; se trata del texto desprovis- que provocaron la recepción actualizada del texto. La lectura individual está condi-
to de su participación en el mundo. cionada por los avatares que la trayectoria por el mundo ha sufrido la obra.

100 101
libro en Chile (2010), se impone en el campo cultural chile- cabría preguntarse, ¿qué sentido tiene para el escritor com-
no desde el Golpe de Estado, la dinámica de la negación que prometido con el proyecto del gobierno anterior el perder
está estrechamente ligada a la concepción refundacional los ejemplares de sus libros, frente a la experiencia violenta
que asume el Estado en razón de la perspectiva capitalista. del Golpe de Estado? Quizás, más allá de una merma eco-
De esta manera, se transita hacia “[U]n Estado destinado a nómica, nada; debido a las urgencias más inmediatas. Sin
constreñir el ámbito público y a ejercer una función de con- embargo, la pregunta debe estar centrada en las huellas ves-
trol y vigilancia en el campo cultural” (Subercaseaux 160). tigiales que tal acto ha dejado en la trayectoria de la obra y
El disciplinamiento sobre la producción, la circulación y el en el autor.
consumo, se fundamenta en una concepción iluminista del La interrupción de la recepción valorativa del texto afec-
libro por parte de los agentes del régimen al considerarlo un tará tanto la producción escrita del autor como al libro mis-
medio de adoctrinamiento frente a un público lector pasivo mo. El secuestro de la obra de Marín marca el inicio de un
e influenciable. período de silencio por parte del autor. Esto no debe enten-
La finalidad del arte para Marín, junto con los intelec- derse como renuncia a la producción. Germán Marín sigue
tuales reunidos bajo la revista Cormorán —entre los que se produciendo, incluso en 1976 publica Una historia fantástica
encuentran Enrique Lihn, Waldo Rojas, Fernando Alegría, y calculada: la CIA en el país de los chilenos desde México.
Nelson Osorio y otros más— a finales de los años sesenta, es Pero no será hasta 1994 cuando eclosiona como escritor
política y el escritor es un actor político y social que no pue- prolífico publicando y reeditando novelas a un ritmo apre-
de independizarse de aquellas esferas; además de ser con- surado. El mismo autor, respecto a la novela señala, en una
ciencia vigilante del presente. Esto también exige del lector entrevista con Marco Antonio Coloma, que:
una actitud crítica respecto de la nueva narrativa; quizá la
censura ciega de la Dictadura se debe al surgimiento de tal Esa novela apareció en una colección que se consideró de éli-
lector activo, por lo tanto, necesitaba detenerlo. Por lo ante- te en Quimantú, una colección un poco semirreaccionaria, la
rior, no es de extrañar que las publicaciones de la Editorial Colección Cordillera. Ahí me pusieron. Fue muy divertido,
Quimantú fuesen un elemento indeseable que era necesario porque fue uno de los pocos libros que después quedó inme-
diatamente fuera de circulación. El golpe fue en septiembre,
detener, según la lógica de la guerra; en particular, debido
y al mes siguiente alguien de una librería recibió una circular
a que durante la Unidad Popular ésta: “[…] se transformó de la nueva autoridad de Quimantú—que ya le habían pues-
en el referente cultural del Gobierno” (Albornoz 152). Por to el nombre de Gabriela Mistral— y junto con el de León
lo tanto, los libros que ha puesto en circulación la edito- Trotsky, y junto a una serie de libros más, todos políticos, le
rial quedan marcados con el signo de la sospecha, bajo el recomendaron devolver los ejemplares a la brevedad posible a
ojo quirúrgico del régimen en su afán de extirpar el “cán- la editorial Gabriela Mistral. Todos los libreros hicieron lim-
cer marxista”. Bajo el contexto de la imposición dictatorial pieza (Marín 2003).

102 103
Si nos atenemos a los datos entregados por Subercaseaux, cuenta su propia historia. Así mismo como Marín constru-
los textos de la Colección Cordillera tienen un tiraje de 5000 ye sus relatos con marcada e insistente autoficción, su libro
ejemplares7. Cantidad no menor si consideramos el aumento iniciático se ha cargado de su propia biografía. Más allá de
de la producción libresca desde 1971, cuando el lineamiento su contenido, estructura, estilo, Fuegos Artificiales se debe
editorial de Quimantú se perfila de mejor manera. Bajo ese leer como un texto secuestrado, porque su tránsito ha sido
contexto la desaparición de este libro no era una sorpresa marcado por la interrupción de sus canales de circulación.
para el autor debido a su posición izquierdista y por aparecer Es un vestigio que se inserta sobre la propia obra y, en cierto
bajo el alero de aquella editorial del Estado. Esto implica que sentido, en el autor, como la marca de un pasado con el que
el libro, en su nacimiento hacia el mundo, está afiliado a un no hay reconciliación.
aparato Estatal ideológicamente orientado que no compati-
biliza con los nuevos lineamientos de orden que se instauran IV. El fracaso y la recuperación fragmentaria
a partir del 11 de septiembre de 1973.
Pero más interesante es que, a reglón seguido en esa en- De acuerdo a lo señalado al comienzo de este ensayo, la obra
trevista, Marín señala respecto a los Fuegos Artificiales que no contiene nada en su estructura narratológica que sea ín-
sobrevivieron a la limpieza: “cuando veo un ejemplar yo lo dice de su desaparición; sin embargo, sucede un fenómeno
compro porque me da vergüenza”. Cabría preguntarse si la notable en el discurso del narrador que establece la inuti-
“vergüenza” del autor se debe a la precaria calidad de los lidad de la literatura, realzando el carácter transitorio e in-
ejemplares o sobre un juicio añejado acerca de la calidad li- acabado de ésta. En una de estas acotaciones sobre la labor
teraria de su obra primera. Quisiera proponer que se trata literaria, se plantea lo siguiente:
de un gesto político al modo de dejar expuesta una fractura
en su biografía. Ya no es posible leer esa obra sin tener en Era evidente que en estos últimos días sólo había estado lle-
nando con impaciencia o con rabia unas cuantas páginas auto-
biográficas, un conjunto de repliegues a medio descubrir entre
7 Cabe señalar que en la Historia del libro que construye Subercaseaux no hace las sombras, una vida deseaba encontrarse porque todo había
mención sobre la novela de Germán Marín. En una nota al pie encontramos que
bajo la misma colección que se edita Fuegos Artificiales el historiador señala que se
sido hasta ese preciso momento una fiesta de cenizas, un ama-
editaron Eloy de Carlos Droguett, La metamorfosis de Kafka, La promesa en blanco sijo de desperdicios arrojados al azar del mundo. Por eso había
de Braulio Arenas, Biografías de un cimarrón de Miguel Barnet, El vado de la noche escrito en la última línea: pertenecemos a una generación trai-
de Lautaro Yankas, Peopletown de S. Mirko y A la sombra de los días de Guillermo cionada y la frase sonaba a parricidio (Fuegos 88).
Atías. La exclusión de la novela de Marín en el catastro es injusta. Según la contra-
portada de Fuegos Artificiales ella misma asoma dentro de la lista de obras apareci-
das bajo la Colección Cordillera: Festín para inválidos de Walter Garib (1º lugar del La escritura se vuelve impaciente, páginas perdidas en
Concurso “Nicomedes Guzmán”); Don Segundo Sombra de Güiraldes; David de las los desperdicios del mundo y arrojadas a éste en un gesto ra-
islas de Manuel Miranda; El hombre que sonaba de Ernesto Malbrán y La frontera
de Luis Durand. bioso. Se trata, en definitiva, de una escritura furiosa y eyec-

104 105
tada a la realidad. En la misma línea que la cita anterior, el En la relación de fracaso-éxito se propone que el pri-
narrador agrega: “Ocurre, además, que si no has regresado mer término de tal dialéctica se considera más poético. El
a tu novela inconclusa se debe al miedo que tienes a fraca- triunfal éxito corresponde a las grandes estrellas validadas
sar por completo” (Fuegos 93). El autor, como productor de por la publicidad momentánea; mientras que el fracaso del
discursos, tiene una conciencia clara sobre el destino de la outsider, del paria, tiene una proyección universal, el del
literatura: fracasar. La literatura que deviene fracaso es, des- descubrimiento próximo y la justicia poética. De acuerdo
de el punto de vista de este ensayo, la piedra angular de la a las afirmaciones de Sánchez y Spiller, el fracaso se puede
producción literaria de Germán Marín. estudiar en las representaciones de figuras fracasadas; en la
El fracaso literario, y en este sentido Fuegos Artificiales poetización del fracaso en el discurso narrativo; y el fracaso
es el punto de partida, se plantea desde una opción personal como una experiencia vital para el escritor. Dentro de la co-
del que escribe o por el destino que la obra tenga al ser ex- lección de Poéticas del fracaso se encuentra el artículo “Una
pulsada al mundo. Es por esto último que, por ahora, Fuegos red de conspiradores del fracaso” de Yvette Sánchez, en el
artificiales vive en su fracaso, al ser interrumpido su tránsito cual se afirma que se puede conceptualizar el fracaso como
por las fuerzas violentas que ocuparon el país desde aquel naufragio; es decir, el arte y la vida auténtica se expresan en
mes de septiembre. Ahora bien, es necesario tomar un desvío el fracaso:
para referir, a rasgos generales, cómo los estudios literarios
han asumido la tarea de sistematizar el fracaso. En el área de El proceso artístico puede arrancar de un fracaso intenciona-
los estudios literarios, el fracaso ha sido estudiado sistemá- do, construido adrede a partir de rupturas programadas o es-
ticamente en el libro colectivo titulado Poéticas del fracaso, a cenificadas, pero también puede producirse aleatoriamente, a
cargo de Yvette Sánchez y Roland Spiller. En su prólogo, acu- través de la eliminación completa de la voluntad. Tanto por el
lado de la producción como por el de la recepción, parece de-
san la posibilidad de que este fenómeno sea una constante en
licado distinguir como poética la derrota frente a la del golpe
el arte y la literatura: del destino (Sánchez 239).

La literatura y el fracaso mantienen una íntima relación alta-


Hay, por lo tanto, dos vías para el fracaso. Por un lado
mente productiva y creadora; el éxito se mira como algo poco
poético. Lo malogrado siempre encontrará un cauce en las una voluntad del fracaso constituido por una serie de ac-
letras universales para constituirse en motivo (con un sinfín ciones del autor para construirlo artificialmente (el ejemplo
de trágicos personajes perdedores), en el nivel del discurso de la autora es el de la escritura automática, aunque se pue-
(¿según qué procedimientos se poetiza el fracaso?) y por sus de reconocer en la fracturación intencionada del discurso,
implicaciones autobiográficas (la falta existencial de éxito de en la instauración consciente de la poética de lo inacabado
escritores, manuscritos rechazados o pésimas reseñas por par- en su obra, o en la negativa del autor para ser publicado);
te de la crítica) (Sánchez & Spiller 7). por otro lado, se encuentra el fracaso gracias al azar, como

106 107
una variable incontrolable que afecta a la obra: el manus- la CNI, el terrorista, el exiliado y el retornado, el marginal,
crito dañado por el tiempo, la obra destruida, secuestrada entre otras8. Por esa integración es que se puede postular que
e irrecuperable. Esto último, también se puede extender al el fracaso de Fuegos Artificiales se enarbola como una ban-
fracaso editorial dentro del sistema de ventas de la litera- dera fantasmagórica en toda la obra de Germán Marín. El
tura. En cuanto a ello, es la recepción la que valida o no discurso de la novela no se encuentra olvidado u obviado en
el fracaso del autor; ya que no se puede distinguir entre la la producción posterior del autor; vuelve subrepticiamente
voluntad y el azar de este fenómeno. El lector pocas veces de forma directa e indirecta. Indirectamente vuelve como la
se pregunta si el autor falló al expresar cierto enunciado, voluntad del fracaso que manifiesta el autor. En esa lucha en-
siempre intentará darle un sentido coherente dentro la to- tre el éxito editorial o en los círculos académicos y el fracaso
talidad de la obra. por llegar a un público masivo. Es por eso que sus temas y
Ahora bien, el fracaso lo acercaremos a Fuegos Artificia- estilo vuelven a cada momento.
les desde ambos puntos de vista: en tanto voluntad y azar, de- El retorno directo de Fuegos Artificiales se hace eviden-
bido a que se entenderá desde este doble aspecto el proceso te por la recuperación fragmentaria de la obra. En Conver-
creativo: como voluntad del fracaso y hecho incontrolable. El saciones para solitarios, libro de relatos de Marín, se incluye
fracaso puede representarse, crearse artificialmente y expe- un pasaje de la novela bajo el título “La perfumada”. Este
rimentarse fortuitamente. Mediante este concepto se acerca relato reproduce la historia inserta en Fuegos Artificiales
la obra a la dialéctica arte-vida, inseparable de la literatura. bajo el título “Mareas”; es la misma historia, y el cambio
En la obra prima de Marín, la voluntad está en la negación a de nominación corresponde al personaje asesinado en esa
reintegrar el texto al sistema de circulación por medio de una pequeña historia policial. En “Mareas” y “La perfumada” se
posible reedición; pese al éxito fugaz que vivió la obra en su narra un crimen pasional y resuelto por un detective que
primer nacimiento al mundo, el autor acepta el hecho incon- declama a Gustavo Adolfo Bécquer. El relato es reelaborado
trolable del cual fue víctima la novela. Por medio de esta ma- en Conversaciones para solitarios, actualizado y corregido;
niobra integra el destino del fracaso a su propia biografía y esta reescritura pone de nuevo en circulación la ceniza pro-
es, por esto, que el fracaso de esta novela se torna productivo ducida por los fuegos artificiales. Ahora bien, cabe destacar
y significativo para comprender la producción posterior del que el reciclaje de esta historia viene de un trabajo anterior,
autor. El azar del fracaso se integra voluntariamente, deviene debido a que es publicado bajo el pseudónimo de Venza-
signo de interpretación de sus novelas editadas en la llama- no Torres en 1970 y bajo el título “Amor se dice cantando”
da transición; novelas impopulares para el público general,
novelas que se enfrentan al fervoroso triunfo de la democra- 8 Para entender esta obsesión del autor por las figuras fracasadas, el lector puede
cia y el modelo neoliberal, novelas de relaciones familiares consultar la entrevista con Roberto Careaga, debido al lanzamiento de su novela
fallidas; repletas de figuras fracasadas como el ex agente de El Guarén, por el diario La Tercera el 19 de Mayo del 2012. En ella, Marín señala:
“Estos fracasados son los únicos héroes que me interesan de la refriega de vivir”.

108 109
en el séptimo número de la revista Cormorán. La revisión, El caso de Fuegos Artificiales de Germán Marín es un
reelaboración, reedición y recuperación hace que, tanto la acercamiento tentativo, preliminar a un problema que se
novela y la propia escritura, se ciernan como una huella puede expandir y amplificar. El libro extirpado aparece en
vestigial sobre la producción del autor. Los fuegos fugaces cualquier cultura, estos textos testimonian el efecto de la
aparecen y desaparecen de manera fracturada, pero su bri- historia, del contexto, en la materialidad de la obra y condi-
llo momentáneo vuelve a fulgurar por instantes precarios. cionan, de algún modo, su posibilidad de recepción: impi-
La obra, la trama, en fin, se convierte en un libro-vestigio diéndola, sesgándola o permitiéndola con total libertad. Se
que aún sobrevive como escombro que puede ser removido ha pretendido con este ensayo el abrir la posibilidad de pen-
y transformado. sar en el libro como vestigio y proponer este concepto para
Para finalizar, se debe mencionar que, por lo general, estudios posteriores.
cuando nos referimos al estudio de las obras literarias como
objetos, pasamos por alto su condición de libro. El concepto
de libro está anclado a la materialidad y el tránsito del libro
por el mundo. Es necesario proponer y especular los modos
en que la calidad de libro entra y problematiza a la obra li-
teraria como objeto de estudio. En el momento en que tene-
mos el libro entre las manos, abstraemos el hecho que exis-
tieron procesos significativos que precedieron el momento
de la lectura. Me refiero a cuando la materialidad precaria
de la obra literaria se permea con la historia. La obra queda
signada por su propio recorrido en este mundo lo cual puede
enriquecer las lecturas particulares. De todas formas, espe-
cular los modos mediante los cuales un libro se convierte en
vestigio de un contexto determinado es la tarea que, en al-
gún momento, tiene que inquietar al lector crítico. Rastrear
el recorrido del libro como vestigio, fantasma o huella de
una cultura es una problemática que ofrece la oportunidad
de incursionar y elevar investigaciones sobre los aspectos
materiales del libro, además de cuestionar las categorías de
la totalidad al plantear la duda sobre cuándo el libro ha com-
pletado su ciclo.

110 111
Bibliografía Reseñas

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112 113
DE TEXTOS FRAGMENTARIOS
Y (CASI) REUBICADOS
LA RESISTENCIA AL LIBRO.
MUJERES, ESCRITURA Y EXCLUSIÓN
EN EL SIGLO XIX EN CHILE

Joyce Contreras V.

I. Marginalidades categóricas/ categorías


marginalizantes

Si [a la escasa instrucción que recibían las mujeres] se añade


que en Chile sólo tuvimos imprenta propiamente dicha hasta
el año de 1813, ¿cómo puede parecer extraño que la produc-
ción intelectual femenina fuese entre nosotros tan limitada,
por no decir nula, que el investigador apenas si puede hallar
algún ensayo manuscrito de la época colonial y una sola mues-
tra impresa?

José Toribio Medina, La literatura femenina en Chile

Con esta observación referida a la posición marginal que


ocuparon las mujeres chilenas en la producción letrada co-
lonial, José Toribio Medina iniciaba en 1923 la pionera labor
de inventariar las producciones escriturales publicadas por
mujeres en el país. Sus datos resultan elocuentes: tal como
sostiene en el epígrafe citado, el recuento se cierra con la
exigua cifra de dos textos como las únicas contribuciones fe-
meninas a las letras coloniales1 de las que se guarde registro.

1 Lucía Invernizzi y Raissa Kordic posteriormente aportarán a este proceso de

117
La primera de ellas, una autobiografía escrita por Sor Úrsula que esta “inexistencia” intelectual femenina, lejos de consti-
Suárez a su confesor en 1708 titulada Relación de las singu- tuir un legado austero, exclusivo de la Colonia, haya trascen-
lares misericordias que el Señor ha usado con una religiosa, dido de manera similar hasta el ilustrado siglo XIX, comen-
indigna esposa suya2; y la segunda, un romance histórico es- zando a menguar tímidamente solo después de la segunda
crito por Sor Tadea García de la Huerta en 1784, también mitad de éste y que inclusive, para ser más taxativas, podría-
dirigido a su confesor, titulado Relación de la inundación mos extenderlo a las primeras décadas del XX. Esta ausencia,
que hiso el Rio Mapocho, de la ciudad de Santiago de Chile, como veremos, va a abrir una serie de interrogantes en cuyas
en el Monasterio de Carmelitas, el único de los dos que fue posibles respuestas se avizoran mecánicas, prácticas y ejer-
finalmente impreso y publicado por primera vez en Lima cicios de poder que hacen más reconocible el esbozo de esta
en 17843. marginalidad.
Del recuento realizado por Medina no solo nos llama la Aunque existen varios trabajos que han intentado “res-
atención la escuálida producción intelectual femenina cir- catar” la escritura de mujeres chilenas del siglo XIX5, sin
cunscrita a este período, ni la similitud de status que guardan duda una de las iniciativas más ambiciosas, debido a su
las enunciadoras (pues ambas son religiosas), ni las particula- extensión y amplísima documentación bibliográfica, ha
res instancias en las que surge la enunciación (son textos que sido la de José Toribio Medina (de hecho, él mismo se en-
no nacen de la iniciativa individual de las autoras, sino que cargó de destacar en el prólogo el carácter pionero de su
son “obligadas” a escribirlos para sus confesores, práctica que estudio, por lo menos en el ámbito hispanoamericano).
por lo demás, estaba bastante extendida durante este periodo4 En efecto, ya en el programa de su pesquisa se propo-
en Latinoamérica). Lo que nos resulta realmente llamativo es nía catalogar “cuanto libro o folleto ha salido de mano de
mujer en Chile, en cualquier orden que sea”. No obstante
recuperación y relectura de la escritura de las religiosas coloniales con sus investi-
gaciones acerca del epistolario de Sor Josefa de los Dolores Peña y Lillo. Para más
esta avidez investigativa —que evidentemente responde a
información ver “Imágenes y escritura de mujeres en la literatura colonial chilena”. un programa positivista epocal—, es enfático en delimitar
En Sonia Montecinos (comp.) Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia. Santia-
go: Catalonia, 2008.
2 Como señala Adriana Valdés, este texto ha sido doblemente obliterado tanto 5 Fuera del estudio de Medina vale la pena destacar el trabajo que inspirara al
por los cánones religiosos (a diferencia de los textos de Santa Teresa, por ejemplo) bibliógrafo, nos referimos a Mujeres Chilenas de letras. Imprenta Universitaria:
como por los cánones literarios. Respecto a ello cabe mencionar que las reediciones Santiago, 1917, bosquejo realizado por la escritora Luisa Zanelli. Posteriormente
e investigaciones en torno a este texto fuera de escasas han sido tardías. Entre ellas deben mencionarse trabajos como los de Ruth González-Vergara Nuestras escritoras
se debe destacar la reedición crítica de Mario Ferrecio (1984) y los estudios de la chilenas: una trayectoria por descrifrar. Ediciones Guerra y Vergara: Santiago, 1992;
misma Valdés. Lina Vera Lamperein Presencia femenina en la literatura nacional: una trayectoria
3 Medina señala otras tres reimpresiones de este texto: una en 1862, otra en 1877 apasionante: 1750-1991. Semejanza: Santiago, 2008 —el que, al igual que los otros,
y finalmente la que realiza él mismo en 1899. adoptará una perspectiva más bien panorámica respecto a la producción escritu-
4 Sobre la escritura forzada a la que era “sometidas” las religiosas coloniales, con- ral femenina— y el interesante, debido principalmente a las lecturas críticas que
súltese el primer capítulo del libro de Jean Franco, Las conspiradoras. Representacio- desarrolla, de Patricia Rubio Escritoras Chilenas. Novela y cuento. Cuarto Propio:
nes de la mujer en México. FCE: México, 1994. Santiago, 1999.

118 119
la naturaleza del corpus con el cual trabajará: “he hablado Si hacemos el ejercicio de observar y comparar la pro-
de libros y folletos para deslindar bien el alcance de este ducción de las escritoras chilenas del siglo XIX con la de sus
inventario bibliográfico; indicando así que no me alargo pares latinoamericanas “canonizadas” (pensemos en algunas
hasta enumerar artículos de revistas o periódicos, no, en figuras representativas del período como Eduarda Mansilla
verdad, porque deje de reconocer que algunos de ellos son y Juana Manuela Gorritti, en la Argentina; Mercedes Cabe-
de interés o de valor literario, sino porque la tarea resulta- llo y Clorinda Matto en el Perú; Soledad Acosta en Colom-
ría abrumadora y en todo caso incompleta” (VII), a lo que bia; Gertrudis Gómez en Cuba) nos percataremos de que si
agrega la única excepción a esta regla, a saber: el caso de bien estas últimas también incursionaron, y de manera muy
los textos coloniales mencionados al principio, debido a fecunda, en el campo de la prensa periódica y los folletos,
que por su naturaleza singular el autor estaría “obligado a lo cierto es que asimismo todas accedieron a la publicación
dar cuenta de ellos”. de libros, a diferencia de lo que sucedió en Chile, donde in-
Resulta interesante detenerse un momento en el criterio clusive en el caso de nuestras escritoras más emblemáticas
metodológico que regula el estudio del bibliógrafo, pues la del período como Mercedes Marín y Rosario Orrego, esta
selección y utilización de ciertas categorías de análisis como práctica fue más bien inusitada, por no decir tardía y escasa
las de folleto6 y libro7 (en particular de esta última) nos dan (Orrego sólo llegó a publicar una novela en este formato, nos
cuenta de un recorte altamente significativo y que no puede referimos a Alberto el jugador).
pasar inadvertido. Dicho de otro modo, lo que esta opera- Dada esta situación es factible hipotetizar que la no pu-
ción de selección nos revela inevitablemente en su reverso es blicación de sus trabajos bajo el formato aglutinador de un
la exclusión de un amplio tipo de discursividades, como es objeto “libro”, entre otros factores, haya incidido en la soste-
el caso, precisamente, de las publicaciones periódicas seña- nida exclusión de nuestras literatas de las historias del libro
ladas por el autor, soportes textuales que además de abrigar y/o de la literatura, tanto latinoamericanas8 como en menor
preferentemente ciertas modalidades discursivas, fueron su- medida, las nacionales9. Esto porque cuando prácticamente
mamente utilizados por los letrados del siglo XIX, y en espe- no se asiste a esa unidad, tan cara a los investigadores, como
cial, por las mujeres.
8 Por ejemplo, la de Enrique Anderson Imbert. Historia de la literatura Hispanoa-
6 Según el diccionario de la RAE, el término “folleto” —que provendría del latín mericana. Tomo I. FCE: México D.F., 1969.
folium (hoja)— haría referencia a la “obra impresa, no periódica, que no consta de 9 Me refiero a trabajos como los de Maximiano Fernández Fraile. Historia de la
bastantes hojas para formar libro […] El número de páginas ha de ser entre cinco y literatura chilena. Editorial Salesiana: Santiago, 1994; Hugo Montes y Julio Orlan-
cuarenta y ocho, excluidas las cubiertas”. di. Historia de la literatura chilena. Editorial Pacífico: Santiago, 1965; así como el
7 De acuerdo a la misma fuente de la nota anterior, “libro” hace referencia a la de Luis Muñoz y Dieter Oelkner. Diccionario de movimientos y grupos literarios
“reunión de muchas hojas de papel, vitela, etc., ordinariamente impresas, que se han chilenos. Ediciones Universidad de Concepción: Concepción, 1983. Si bien en algu-
cosido o encuadernado juntas con cubierta de papel, cartón, pergamino u otra piel, nos de estos estudios (pienso en el de Muñoz y Olkner) se hace mención a ciertas
etc., y que forman un volumen. Su número de páginas ha de ser 49 o más, excluidas escritoras del siglo XIX como Mercedes Marín huelga aclarar que sólo se tratará de
las cubiertas”. referencias brevísimas cuando no cercanas al mero dato anecdótico.

120 121
acusaba Foucault (2002), acostumbrados a trabajar en base Ahora bien, será con el advenimiento de nuevos enfo-
a categorías homogéneas y reproductoras del orden discur- ques teóricos y críticos como los estudios culturales, la de-
sivo ilustrado; resulte comprensible que discursos de carác- construcción, las historias del libro o los estudios de género,
ter disperso, discontinuo y/o fragmentario como los de estas por mencionar algunos, que la invisibilización y silencia-
autoras sean marginados de la práctica investigativa tradi- miento que han sufrido cierto tipo de producciones discur-
cional. Doble desplazamiento entonces: por un lado el que sivas ­de a poco haya logrado revertirse. Es así como no solo
imponía el orden discursivo del contexto de enunciación en nos hemos volcado a exhumar estas discursividades “pro-
que emergieron estas primeras escritoras, y por otro, el or- blemáticas”, sino lo que es más importante aún, aprender a
den que cruza la práctica o el gesto de recuperación de los releerlas.
mismos. De ahí que hablemos de presencias marginales y Si consideramos todo lo anterior es inevitable preguntar-
categorías marginalizantes. se por las razones que incidieron en la tensa relación que las
No es casual que casi en el mismo momento en que escritoras experimentaron con la publicación de impresos.
Medina iniciaba este inventario, el erudito alemán Rodolfo De este modo, surgen interrogantes como ¿cuáles eran las
Lenz se haya dedicado a estudiar la literatura de cordel en condiciones que presentaba el mercado y el campo cultural
Chile, producción discursiva de amplísima circulación en de la época?, ¿qué lugar ocupaban las producciones feme-
el tránsito del siglo XIX al XX, y que al igual que la escritura ninas en ese espacio?, ¿de qué forma los factores de índo-
de mujeres, hasta entonces había sido escasamente toma- le genérico-sexual jugaron un papel significativo dentro de
do en cuenta por parte de la academia y la crítica. Ambos esa dinámica excluyente?, ¿qué significaba simbólicamente
intelectuales intentaban torcer, o al menos “abrir” el mo- publicar un libro?, sino lo hicieron (o si lo hicieron escasa-
delo, aunque de diferentes formas. Mientras que el alemán mente) ¿qué materialidades trabajaron estas autoras y cómo
se abre al análisis de discursividades mucho más hetero- estas les permitieron ingresar en el espacio intelectual?, las
doxas que escapaban a la categoría oficial de libro, como cuales nos ayudarán a orientar este ensayo. De esta forma, la
lo son las hojas de versos (cuyo lenguaje y temas también reflexión pretende apuntar principalmente a dos cosas: por
serán tributarios de códigos no hegemónicos); Medina, en una parte, aproximarse de modo preliminar al poco atendi-
esa misma dirección, intentaba ampliar sus categorías de do problema de la relación entre escritura de mujeres y el
análisis abriendo la noción de libro a otro tipo de materia- libro (tanto en términos de publicación como de categoría de
lidades como los folletos impresos, los que, a diferencia del análisis), más que ofreciendo “una” respuesta, especulando
libro no cumplían con la acabada elaboración material de sobre ellas; como por otra, contribuir a la visibilización de la
aquel, ni con su extensión así como tampoco gozaban de su escritura de mujeres decimonónicas en Chile, reposicionán-
mismo estatus simbólico (más adelante nos extenderemos dolas dentro de la historia literaria a la vez que en los inicios
sobre esto). de una tradición escritural femenina.

122 123
II. Campo cultural embrionario y mercado de encabezadas por la élite criolla dirigente, constituía al mismo
impresos en el siglo XIX. Límites y lineamientos tiempo el simbólico gesto de clausura del extendido orden
para la producción intelectual femenina en colonial, ligado a España y el nacimiento de uno nuevo, re-
Chile publicano.
El retraso con que arriba la imprenta constituirá una de
Al comienzo de estas páginas introducíamos como epígrafe las manifestaciones más palpables de la profunda indiferen-
una cita de Medina, quien para explicar la ausencia de pro- cia que existió durante la Colonia en materia cultural13 así
ducción discursiva femenina durante el período colonial como también del prácticamente nulo interés de parte de la
(que abarcó en el caso chileno los siglos XVI- XVII y XVIII, corona no solo de propiciar la producción letrada criolla, sino
es decir, poco más de 270 años) establecía el nexo no sólo que también de mitigar a través de la aplicación de políticas
con la precaria educación que recibían por entonces las mu- de alfabetización y de impulso a la lectura (todas facilitadas
jeres10, sino también, con la tardía llegada de la imprenta. La por la imprenta) los altísimos índices de analfabetismo que
“máquina de la felicidad”, como era denominada por los ilus- afectaban a la población14. Indiferencia que se volvía exacer-
trados franceses de la época (Subercaseaux, 2000), ingresó a bada censura cuando la administración y la Iglesia (ambas
Chile solo en 181111, convirtiéndose en el último país a nivel instituciones estaban indisociadas15) se veían enfrentadas a
latinoamericano en la implementación de este tipo de tecno-
13 En su introducción a La literatura colonial de Chile (1878) el mismo José Toribio
logías12. Este ingreso, que fue posible gracias a las gestiones Medina reflexionaba con pesar acerca de las paupérrimas condiciones que presen-
taba el espacio cultural durante la Colonia Sus quejas apuntaban principalmente al
profundo estado de letargo que constriñó la vida intelectual del período: “La vida
10 Para más información respecto a la educación femenina en la Colonia y el si- colonial era esencialmente monótona. Fuera de la guerra araucana, de la entrada
glo XIX, consúltense los estudios de Amanda Labarca, Historia de la enseñanza en de los gobernadores, de las fiestas religiosas, de las frecuentes competencias entre
Chile. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1939; y Ana María Stuven, “La las diversas autoridades o de los capítulos de frailes que preocupaban a la sociedad
educación de la mujer y su acceso a la universidad: un desafío republicano”. En A. entera, el horizonte que se ofrecía era escasísimo. Aquello propiamente no era la
M. Stuven y Joaquín Fermandois (eds.) Historia de las mujeres en Chile. Tomo 1. actividad de la vida, sino el letargo del sueño” (s/p, la cursiva es mía).
Santiago de Chile: Taurus, 2011, p. 335-374. 14 Prácticamente indiferente para la corona española, desde un principio la edu-
11 No obstante esta fecha que da Medina, previamente habrían existido tres im- cación estuvo bajo la tutela de la Iglesia, puesto que “la monarquía jamás consideró
prentas -bastante artesanales- que produjeron los famosos “incunables” chilenos, es un deber suyo la educación de las masas” deviniendo el magisterio en un “oficio
decir, aquellos textos que refieren al período inicial —la cuna— de la imprenta en el esencialmente religioso, en el sentido que era la Iglesia el poder docente y no el
país. Uno de estos correspondería al Modo de ganar el Jubileo Santo, primer impreso estado” (Labarca 1939: 39). Las escuelas de primeras letras, creadas por los con-
hecho en Chile que data del año 1776. Para más información ver Alamiro de Ávila. ventos –o posteriormente, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, por los
El modo de ganar el Jubileo Santo de 1776 y las imprentas de los incunables chilenos. cabildos– impartían a un escaso número de estudiantes, siempre de género mascu-
Santiago, Universitaria: 1976. lino y origen social privilegiado, los fundamentos de la doctrina cristiana, algunos
12 Las fechas de instalación de la imprenta en los principales países/capitales de la rudimentos de lectura y escritura y de manera muy somera, las operaciones más
América Hispánica son las siguientes: México 1540, Lima, 1581, Guatemala 1660, simples de aritmética.
La Habana 1701, Paraguay 1705, Bogotá 1738, Quito 1760, Buenos Aires 1780, 15 E iban a seguir estándolo, al menos en la práctica, pese a la progresiva seculari-
Montevideo 1807, Caracas 1808. (Medina citado por Subercaseaux, 2000:22). zación que se dio en el siglo XIX.

124 125
prácticas o manifestaciones discursivas que a su juicio pu- aspecto importantísimo que no puede dejarse de lado. Estas
dieran sonar a laicas o librepensantes y/o representaran una imprentas, que a partir de las décadas 1830 y 1840 se instala-
amenaza para la hegemonía de la élite letrada, acostumbrada ron preferentemente en ciudades como Santiago y Valparaí-
a monopolizar el poder de la letra. Desde esta perspectiva, so, no sólo marcaron el puntapié inicial para la activación de
¿qué más representativo, entonces, de este temor que la ima- un mercado de impresos, sino que además contribuyeron, a
gen ilustrada, intimidantemente herética, que se asociaba a través de la difusión de nuevos autores y textos, a la confor-
la imprenta?, ¿qué más peligroso también que su capacidad mación de un embrionario campo cultural17.
de propagar la palabra escrita entre los no iniciados, de des- Será en este contexto, signado por los esfuerzos del elen-
pojarla de su carácter selectivo y vulgarizarla? Visto así resul- co dirigente en dejar atrás el oscurantismo cultural asocia-
ta comprensible, por tanto, que la producción intelectual del do a la Colonia, que se implementarán una serie de políticas
período se haya visto, en general16, severamente atrofiada. gubernamentales tendientes a encaminar a la nación en los
Si bien el fenómeno de la imprenta fue un aconteci- ideales del progreso y la ilustración. Este impulso dio lugar
miento sin duda significativo en el despertar intelectual de a la creación de una serie de instituciones educacionales y
la nación, cabe aclarar que su función, al menos durante sus culturales que tendrán un rol sustancial en la configuración
inicios, estuvo estrictamente supeditada a satisfacer las ne- del emergente campo cultural, como la Universidad de Chile
cesidades jurídico-administrativas del nuevo gobierno. De (1842), la Escuela Normal de Preceptores (1842), la Escuela
ahí que los primeros textos que salieron a la luz guardaran de Artes y Oficios (1849), la Academia de Pintura (1849), el
relación con materias relativas a asuntos de esa índole, tales Conservatorio Nacional de Música (1850), el Teatro Munici-
como ordenanzas, leyes, así como también los primeros pa- pal (1853), entre otras18. En esta misma dirección, se buscará
peles periódicos oficialistas. Habrá que esperar algunos años combatir las elevadas cifras de analfabetismo de la población
más para que otras imprentas, esta vez gestionadas por capi- a través de la creación de centenares de escuelas primarias y
tales privados, se ocuparan de la impresión de una más am-
plia clase de textos, desde periódicos a revistas, pasando por
17 Siguiendo a Bourdieu entenderemos por campo cultural aquel espacio social en
tratados científicos, históricos, legislativos, filosóficos, obras que tiene lugar la producción de bienes simbólicos de una sociedad y en el que se
literarias, boletines comerciales, por mencionar los principa- genera la competencia entre distintos grupos que pugnan por obtener legitimidad
les. Esta diversificación potenció, a su vez, el aumento en el para sus producciones intelectuales y/o estéticas (Bourdieu, 1989). Uno de los re-
quisitos para que exista este campo es su autonomía (real pero relativa) respecto de
número de autores (productores) y lectores (consumidores), los otros campos (por ejemplo, el campo literario respecto a los campos legislativo,
científico, etc.) hecho que en nuestro contexto efectivamente se producirá sólo a
16 No obstante cabe aclarar que los innumerables textos que se conservan del pe- finales de siglo.
ríodo colonial y que han dado paso, sobre todo en el último tiempo a una profusión 18 Por ejemplo, la Escuela de Arquitectura (1849) y la Escuela Normal de Pre-
de estudios, están centrados en materias eclesiásticas o política-administrativas, ceptoras (1853). Es interesante advertir que esta última, a diferencia de las otras
siendo muy pocos los trabajos orientados al campo de las artes, la literatura, la filo- instituciones, fue la única que estuvo bajo la tutela de sectores ligados a la Iglesia,
sofía o las ciencias. específicamente, de las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús.

126 127
secundarias19 así como de decenas de “bibliotecas populares” como “vehículo insustituible de pensamientos, ideas y cono-
vinculadas a éstas. cimientos, instrumento único y por excelencia para educar a
Este entusiasmo por la ilustración, celebrado por el sec- los pueblos”. Bajo estas consideraciones, si en la época de la
tor oligarca liberal, propiciará de igual forma el surgimiento emancipación el foco estaba puesto en la imprenta como “má-
de ciertas “instituciones sociales modernas”, acuñando la ex- quina de la felicidad”, ahora se trasladará al libro como “llave
presión de Habermas (1990), como las sociedades, clubes, del conocimiento”, instrumento capaz de sacar a la nación del
salones y sobre todo la prensa, la cual tendrá un auge ex- letargo espiritual e intelectual en que yacía desde la Colonia.
traordinario durante este siglo. Todos ellos se constituyeron Manifestación del auge que comenzará a experimentar el
en lugares propicios para la discusión de materias relaciona- libro lo constituirá, por ejemplo, el crecimiento sostenido de
das con la contingencia política y otros temas propios de la la industria impresora22 y la eclosión del comercio librero23, el
‘alta cultura burguesa’. Será en el seno de estas instituciones cual entre 1840 y 1880 sufrirá un proceso de desarrollo y pro-
sociales modernas donde se gestarán movimientos intelec- fesionalización importante24 (empero, continúe comerciali-
tuales como los de la generación de 1842, de gran relevancia zando preferentemente autores extranjeros). Es en esta direc-
para la historia y el desarrollo cultural del país. ción que resulta interesante atender a la información brindada
Esta serie de factores van a significar un importante avance por José Victorino Lastarria (parafraseada por Subercaseaux)
en materia cultural, no obstante sus efectos todavía se encuen- la cual nos permite formarnos una idea respecto a la cantidad
tren orientados a una población letrada más bien reducida20, y tipos de libros que por entonces circulaban:
aunque mucho más amplia que en la Colonia21. En palabras
de Subercaseaux, se “trataría de instancias macro que van a Entre 1855 y 1860 se publicó un promedio de 72 títulos anuales,
incidir directa e indirectamente en el campo del libro” (2000: de los cuales 13 correspondían a obras originales de autores chi-
63), objeto que a partir de entonces comenzará a ser valorado lenos o residentes en el país; 8 a textos de estudios; 33 a folletos
o libros religiosos y 18 de reimpresiones y traducciones de obras
19 Por ejemplo, en 1860, bajo el gobierno de Montt, se creó la Ley de Instrucción
Primaria por medio de la cual el Estado se comprometía a educar gratuitamente a 22 Según apunta Bernardo Subercaseaux: “En la década de 1840 ya funcionaban
niños y niñas (Labarca 1939). alrededor de 9 imprentas en Valparaíso y otras tantas en Santiago, la mayoría de
20 Si bien ahora se disponía de educación superior ésta seguía siendo patrimonio ellas dedicadas a impresos periódicos. Según el censo industrial, en 1867, había en
de un grupo social, genérico-sexual y étnico diferenciado: hombres, blancos y de todo el país treinta y ocho imprentas; en 1871, cuarenta y nueve; en 1875, sesenta y
clase acomodada. De hecho, las mujeres solo pudieron ingresar a la universidad en seis y alrededor de 80 en 1880” (79).
1880. Por su parte, las escuelas primarias si bien aumentan considerablemente su 23 “Tiene razón Pedro Pablo Figueroa [cuando] en su libro La librería en Chile
número a partir de 1840 para 1865 aún no podían revertir las alarmantes cifras de (1896) postulaba un paralelismo entre el desenvolvimiento intelectual de 1842 y la
analfabetismo: el 83% de la población era analfabeta (Brunner 19). institucionalización de las librerías” (Subercaseaux 91).
21 Analizando la composición del campo cultural chileno del siglo XIX, el so- 24 A mediados de 1850 existían varias librerías no solo en Valparaíso y Santiago,
ciólogo José Joaquín Brunner se referirá a este tipo de estructura social como una sino también en ciudades como Copiapó, San Felipe y La Serena. A eso debemos
“constelación político cultural oligarca”. Este grupo perderá su hegemonía solo a agregarle, la irrupción de las “librerías de viejo” que comercializaban libros usados
principios del siglo XX. (Subercaseaux 90-91).

128 129
europeas (desde poesía y libretos de ópera hasta novelas y folle- La valoración del libro como un bien sociocultural en función
tines). Diez años más tarde, entre 1865 y 1869, se editaban un de la civilización va acompañada por una valoración del libro
promedio de 112 títulos por año. De éstos, 17 correspondían a como una finalidad en sí, como una instancia que confería
libros de asuntos religiosos, y los 95 restantes a textos de estu- identidad y existencia intelectual, y que permitía que los au-
dios, obras originales y reimpresiones o traducciones europeas tores (muchas veces falto de pergaminos aristocráticos) ins-
(Subercaseaux 84) cribieran sus nombres en los cenáculos de la élite nacional
(Subercaseaux 64. La cursiva es nuestra)
Se desprende así, que a partir de la segunda mitad del si-
glo XIX existirá una producción de libros que, si bien todavía Esta idea del libro “como pergamino aristocrático” nos
es limitada, está creciendo progresivamente, al tiempo que va permite visualizar las intrincadas relaciones de poder/ saber
adoptando una clara tendencia secularizante (Lastarria desliza que se articulaban detrás de la publicación de este tipo de
estos datos, precisamente, para señalar la influencia ultramon- impresos. Aunque, como hemos visto, el mercado del libro
tana dentro de la producción letrada). Estos cambios deben recién estaba tomando fuerza, lo cierto es que constituía un
entenderse en el marco de un campo cultural en proceso de espacio privilegiado, de acceso reducido y fuertemente ex-
desarrollo que sólo a finales de siglo alcanzará su autonomía cluyente, en el que operaban una serie de condicionantes:
(respecto de otros campos, como, por ej. el político y el religio- económicas, políticas, de clase, género, etnia, entre las más
so). De ahí, por tanto, que no resulte extraño que la produc- patentes. La pregunta que emerge de este panorama se diri-
ción “literaria” fuera de ser escasa, obedeciera, como la mayor ge al lugar específico que ocuparon las mujeres dentro de la
parte de la producción intelectual del período, a un discurso emergente producción impresa.
político de carácter doctrinario y edificante, cuyo norte esta-
ba puesto en la construcción de la nación. Este hecho resulta III. Las mujeres a la palestra: cifras y juicios
particularmente interesante, pues nos permite introducir la respecto a su incursión en la publicación de
pregunta respecto a quiénes eran los sujetos que efectivamente impresos
tenían el derecho de apropiarse de ese discurso, y por supuesto,
de participar simbólicamente en la configuración del ideario Si bien es cierto que en las fuentes consultadas la producción
Estado-nación. Es evidente que grupos sociales como las mu- intelectual del período se aborda sin distinción de sexo (se
jeres, los sectores populares o de origen indígena no fueron habla de libros y obras sin más), sabemos que esta indife-
considerados en tal proceso de inscripción. La idea de una di- renciación pasa por alto el hecho de que los textos son pro-
mensión excluyente que todavía cargaba la producción letrada ducidos por sujetos concretos con características sociales,
queda reforzada si atendemos nuevamente a las palabras de étnicas y genérico-sexuales específicas, y que por tanto, no
Subercaseaux, quien nos señala el carácter de legitimación y se precisa ser muy perspicaz para sospechar que la mayoría
consagración intelectual que representaba el libro:

130 131
de los textos consignados en las fuentes citadas fueron publi- Decimos cuantitativamente pues, por una parte, tanto
cados por hombres. De esta forma asistimos, una vez más, las autoras como los textos mencionados son escasos; en
a una inscripción legitimadora, aquella que en el reverso de el caso de géneros literarios tradicionales, como por ejem-
su proceder genera una borradura, una censura; la exclusión plo, la poesía (que sabemos, tampoco era una modalidad
instauradora de la analogía que propone a la cultura, la letra, discursiva que se publicara en exceso), Medina consignará
como propiedad indisociable de lo masculino. entre los años 1837 (fecha de publicación del primer poe-
No puede desconocerse que la investigación de Medina, ma impreso escrito por una mujer, iniciativa llevaba a cabo
al revelarnos el listado de nombres de autoras y de títulos por Mercedes Marín27) y 1900 (momento en que el campo
publicados durante la Colonia, el siglo XIX y principios del literario comienza a autonomizarse y el mercado cultural
XX, responde a una necesidad de época: por un lado, su tra- a ampliar más) la modesta cifra de diez autoras que in-
bajo adscribe al paradigma positivista aún en boga, mientras cursionan en el género, las cuales publicaron un total de
que por otro, se enmarca en el horizonte del centenario re- dieciocho textos, entre folletos y libros, en un total de se-
publicano que movió a muchos intelectuales a la realización senta y tres años. Lo mismo sucede en otras modalidades
de un balance del trabajo intelectual y artístico de un siglo. literarias, como la narrativa, donde contabiliza la cifra de
De esta forma, el esfuerzo de Medina resulta altamente sig- siete autoras con un total de ocho textos28 en un lapso de
nificativo si lo comparamos, por ejemplo, con el trabajo de- treinta y nueve años (1861-1900). Cabe destacar que con
sarrollado por Jorge Huneeus Gana25, otro destacado hom- excepción de la traducción y de los textos “pedagógicos”29,
bre de letras del período, quien en su voluminoso Cuadro
histórico de la producción intelectual en Chile que abarca des- 27 Nos referimos “Al Canto fúnebre a la muerte del Ministro don Diego Portales”,
de la Colonia hasta el año 1908, fecha de publicación del li- poema escrito en 1837 por Mercedes Marín del Solar. Aunque publicado original-
mente en las páginas del periódico El Araucano, dirigido por Andrés Bello, fue de-
bro, sólo consigna a tres mujeres26 como las únicas represen- bido a la entusiasta recepción que despertó entre los lectores de entonces que este
tantes del género femenino en su recuento de la producción poema se reimprimió meses más tarde bajo la forma de folleto, en la Imprenta de la
letrada. Ahora bien, y considerando sus diferencias, ambos Opinión (6 pp).
28 Rosario Orrego (Alberto el jugador; 1861), Pilar Miranda Velásquez (Guillermo
autores ratifican implícitamente la misma tesis naturalizada Tell; 1878), Clementina de Ochoa (Gúdula. Lectura amena; 1891), Celeste Lasabe
en el campo cultural de principios del siglo XX: aquella que Cruz Coke (Rosa de abril; 1892), Mercedes Práxenes (La evolución de Paulina. No-
afirmaba la posición cuantitativa y cualitativamente secun- vela sicológica; 1893), Genoveva B. de Priori (Cuentos originales; 1898) y Marie De-
nis Marinot (Fleur de Mai; 1895 y la Dama las turquesas; 1898). Eso hasta 1900.
daria de la producción discursiva femenina frente a la de sus 29 Estos géneros serán los que más fácilmente permitirán el ingreso de las muje-
pares varones. res en la esfera letrada. Su inscripción privilegiada en estos campos, pensamos, se
debe a que no representaban una amenaza para la autoridad letrada masculina. La
traducción cargaba con el estigma de ser un ejercicio intelectual de segundo orden
25 Político, abogado y escritor chileno. (pues reproducía las palabras de otro), mientras que la pedagogía era considerada
26 Estas autoras corresponden a Mercedes Marín, Rosario Orrego y Quiteria la extensión de la labor educativa que por naturaleza realizaba la mujer en el espacio
Varas. privado doméstico.

132 133
la participación femenina en otras modalidades discursi- jugador34 de Rosario Orrego, de 1861 (novela, por cierto, que
vas es bastante reducida. Es el caso del “teatro” (con un fue presentada al certamen narrativo organizado en 1860 por
texto, de Amelia Solar de Claro, poeta y sobrina de Mer- la Universidad de Chile35), habrá que aguardar hasta 1878 para
cedes Marín)30, el “periodismo” (Medina menciona sólo que otra mujer se atreva a incursionar en el género36. Algo si-
tres publicaciones periódicas dirigidas por mujeres)31 y la milar ocurre con los géneros “científicos” y otros como el legis-
“historia” (tres autoras, cuatro textos)32, géneros —espe- lativo en los que la situación se presentará aún más diferida37.
cialmente los dos últimos— que durante el siglo XIX se Ahora bien, si la exigua y tardía producción impresa fe-
constituyeron en espacios privilegiados para la inscripción menina no resulta elocuente para mostrar el grado de ex-
falologocéntrica. clusión que sufrían mujeres en el espacio letrado, lo será el
Fuera de la escasez de impresos, la publicación de estos escrutinio crítico general del mismo investigador. En efecto,
también será bastante tardía. De ahí que, por ejemplo, nue- Medina no sólo se limita a contabilizar las aportaciones fe-
vamente en el caso de la poesía se impriman tan solo cuatro meninas, sino que además, desliza algunos comentarios crí-
folletos (todos de Mercedes Marín)33 desde 1837 hasta 1880, ticos significativos respecto a ella. Así, refiriéndose a la nove-
fecha en que por primera vez una mujer publica un libro de la y el drama sostendrá que:
poesía (hablamos de María Delfina Hidalgo con sus Ensa-
yos poéticos). O en narrativa, donde si bien la primera novela 34 Esta fue publicada primeramente por entregas en 1860 en las páginas de la “Re-
escrita por una mujer es temprana, la ya referida Alberto el vista del Pacífico”, y un año más tarde en formato libro. Lamentablemente no hemos
podido acceder al original de esta edición independiente, conformándonos sólo con
la versión de la ya mencionada revista y la reedición que el año 2001 hizo la Edito-
30 María Cenicienta. Juguete cómico en dos actos i cuatro cuadro. Imprenta del Pro- rial Cuarto Propio.
greso: Santiago 1884 35 Sin embargo, debido a que el texto fue presentado fuera de los plazos estipula-
31 Nos referimos a La Revista de Valparaíso (1873-1874), de Rosario Orrego, Fa- dos por el jurado finalmente quedó descalificado. De esta forma, el primer lugar lo
milia (1890), de Celeste Cruz Coke y La Mujer (1897), de Lucrecia Undurraga. obtuvo el escritor Alberto Blest Gana con su novela La aritmética del amor, reco-
Refiriéndose al género el autor sostendrá: “Al hablar de periodismo tenemos que nocimiento que un mes después le valió ser nombrado miembro de número de la
concretar su concepto al de una que otra revista que ha visto o ve la luz pública más Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma institución, logrando un lugar
o menos de tarde en tarde” (1923: 217). “autorizado” en el campo cultural chileno. En este sentido, resulta interesante adver-
32 Dos textos de Mercedes Marín (un “elogio histórico” y un “esbozo biográfico”), tir que tras la presentación de Orrego al concurso, poco tiempo después si bien no
una biografía de la educadora Antonia Tarragó publicada por Amelia Charpín y un va a ser nominada a la Universidad, su novela sí llegue a ser publicada nada menos
trabajo de carácter eclesiástico anónimo. que con prólogo del escritor peruano Ricardo Palma. De alguna forma, podemos
33 El citado “Canto fúnebre a la muerte del Ministro don Diego Portales” (1837). especular, la presentación a este certamen se transformó en una plataforma de legi-
Algunos años después, la misma autora publicaría otros cuatro poemas valiéndose timación para los incipientes escritores que participaron en éste.
del mismo formato: nos referimos a “Acto de contricion” en 1848 (1 pág., Imprenta 36 Ver nota 23.
de la Sociedad), “La Caridad. Ofrenda dedicada a la señora doña Antonia Salas” 37 Eloísa Díaz, primera médico chilena, publica su memoria para obtener el grado
en 1855 (8 pp, Imprenta Nacional), “Canto a la patria, dedicado a la Sociedad de de Licenciada en Medicina y Farmacia en 1888, titulada Breves observaciones sobre
Instrucción Primaria de Santiago” en 1857 (8 pp, Imprenta del País) y finalmente, la aparición de la pubertad en la mujer chilena i de las disposiciones patológicas pro-
“Canto fúnebre a la memoria del ciudadano José Romero” (14 pp, Imprenta del pias del sexo. Ese mismo año, Matilde Brandeau, primera abogada en el país, publica
Conservador), en 1858. su memoria de grado, titulada Derechos civiles de la mujer.

134 135
No todas [las autoras] han sabido mover sus fuerzas antes de del orden asociado a lo femenino, ligado a la esfera privada y
lanzarse a la producción de más de un género literario suma- las labores doméstico-reproductivas. Desnaturalizando este
mente difíciles de abordar y en que los fracasos tenían que resul- histórico lugar de subalternidad que ha afectado a la mujer
tar inevitables. El drama supone gran conocimiento de la vida y tanto en el plano social como simbólico, la escritora Diamela
de sus pasiones, que una niña, por talentosa que sea, no está pre-
Eltit ha puntualizado:
parada para abordar con éxito. Y no creo pecar de exageración
al afirmar que cosa parecida puede decirse de la novela, para la
Este hecho no puede ser desligado de las esferas simbólicas,
cual, por lo demás, nuestro pequeño escenario social no ofrece
está allí e instala discursos de dominación y castración en el
sino contadísimos recursos a la inventiva. Bajo este punto de
ámbito literario que nos reconsignan en estos discursos crí-
vista, nuestras literatas tienen que luchar con dificultades casi
ticos o seudocríticos como “menos”. Existen estrategias, tec-
insuperables para que los personajes que presentan en acción
nologías, tácticas para construir mapas y geografías de poder
lleguen a despertar mediano interés (xiii. La cursiva es nuestra)
literario. (276. La cursiva es nuestra)
Es más, frente a dichas dificultades Medina no duda en
Como vemos, las restricciones sociales y los imperativos
aconsejar a las mujeres de nutrirse de un mayor capital litera-
de género que regulan las prácticas simbólicas de las sujetos
rio: “Es de todo punto necesario una cultura literaria previa,
femeninos, condicionarán su acceso a ciertas zonas vedadas,
que por el momento es lo que, a mi juicio, deben procurar al-
territorios donde se entretejen silenciosas, enrevesadas, sin
canzar nuestras escritoras, si quieren no hacer obra delezna-
embargo, aplastantes relaciones de saber/ poder, en las cuales
ble” (la cursiva es nuestra). Al mirar de soslayo la producción
la literatura no será la excepción.
literaria femenina, la evaluación de Medina no sólo coincide
con la apreciación generalizada de la crítica epocal que de-
fendía (implícita o explícitamente) la superioridad masculi- IV. “Mujeres públicas”: escritura, publicación y
na en el dominio de los recursos, conocimientos y competen- coerciones del sistema sexo/género
cias en la producción de significantes al interior del campo
literario; sino que además revela mecanismos de exclusión Hasta acá hemos visto cómo la estrechez del campo cultural
estética que tienen su origen precisamente en las semantiza- y el mercado de impresos en el siglo XIX habían incidido en
ciones jerárquicas derivadas de la diferencia sexual. Y es que la marginal participación de las mujeres en el ámbito de la
la falta de “experiencia”, “conocimiento de la vida y sus pa- publicación de discursos (y en particular de libros). Si a esto
siones”, la escasez de “cultura literaria”, principales falencias le sumamos la histórica posición de subalternidad que han
que el autor señala en las escritoras, resultan ser saberes que debido experimentar tanto en el plano social, como especí-
históricamente han remitido a un orden masculino ligado a ficamente, en la esfera de la cultura letrada, resulta legítimo
la esfera pública y la cultura, el cual actúa como contrapunto abrir la interrogante hacia la posición de las propias mujeres

136 137
respecto a este tipo de práctica, en otras palabras ¿Qué sig- subterfugios manifiestan la conciencia de esa sujeción. Es el
nificaba para una mujer del siglo XIX escribir, o el gesto más caso de Mercedes Marín, quien en una carta privada dirigida
osado aún, de publicar? al escritor argentino Juan María Gutiérrez le confiesa las ten-
Esta pregunta ya la había intentado responder Adriana siones que experimenta frente a su quehacer escritural:
Valdés, quien ha señalado que en relación a la escritura, con
aquél “hacer” y “tomarse la palabra”, la situación de las muje- Se me preguntará tal vez por qué no he cultivado más mis dis-
res ha sido de una “documentada incomodidad” (251). Dicha posiciones naturales y voy a satisfacer a esta objeción. Desde
molestia, sostiene, es transversal a nuestras escritoras: desde muy pequeña me hicieron entender mis padres que cualquiera
el caso de las religiosas coloniales, pasando por las literatas que fuese la instrucción que yo llegase a adquirir por medio de
la lectura, era necesario saber callar. Cuando empecé a reflexio-
del siglo XIX e incluso en autoras de la primera mitad del si-
nar por mí misma conocí cuán acertado era a este respecto su
glo XX, hoy consagradas por la crítica, como Gabriela Mistral modo de pensar, y exagerándolo, tal vez en demasía, juzgué que
y María Luisa Bombal38. Para ingresar a la “ciudad letrada” o una mujer literata en estos países era un fenómeno extraño, aca-
“escrituraria”, todas ellas han debido recurrir a una serie de so ridículo y que un cultivo esmerado de la inteligencia exigiría
estrategias y recursos que tienen como denominador común de mí hasta cierto punto el sacrificio de mi felicidad personal
el “ponerse en su lugar”, vale decir, reconocer su posición de […] Una reputación literaria habría sido para mí una carga in-
inferioridad frente a un Otro dueño del poder y del orden de soportable. (Batticuore 112. Las cursivas son nuestras)
los signos. Por ello, Valdés concluye que la literatura desde
siempre ha representado “un corral ajeno” para las mujeres Las palabras de Mercedes Marín resultan sumamente
(en el caso chileno la metáfora del corral podría verse refor- ilustrativas para retratar la problemática relación que existía
zada con la posición subalterna que tendría nuestra literatura durante el siglo XIX entre las mujeres y el acceso al saber,
en relación a la metrópolis). Resulta interesante a este res- y más específicamente, entre las mujeres y la práctica de la
pecto reparar en el testimonio de nuestras propias escritoras, escritura y la publicación. Tal como alguna vez lo tuviera que
quienes de manera explícita, o bien apelando a una serie de hacer Sor Juana Inés de la Cruz, Marín reniega de su interés
por el conocimiento y la literatura, no sólo al afirmar que
38 Ambas autoras, al igual que otras como Teresa Wilms, curiosamente deciden siempre fue “ajena” a este tipo de “pretensiones” (léase en su
publicar sus primeros libros en el extranjero: Mistral da a luz Desolación en Estados doble sentido de objetivo, anhelo, y de “pretenciosidad”) sino
Unidos el año 1922 (a insistencia de Federico de Onís), Bombal publica el año 1934
La última niebla en Buenos Aires (con el apoyo de Neruda y Borges, entre otros) que también rechazando y desembarazándose del acto vo-
y Wilms en aquella misma ciudad publicará sus primeros poemarios Inquietudes litivo, intelectual, que implica la escritura. De esta manera,
Sentimentales y Los tres cantos en 1917 (también con el apoyo de intelectuales como justificará esta práctica aludiendo a su carácter involuntario
Vicente Huidobro). De acá se pueden desprender al menos dos cosas: la incomodi-
dad o dificultad que probablemente experimentaron las autoras para publicar sus y principalmente emotivo, territorio por excelencia asocia-
libros en el país, y la presencia siempre constante de una autoridad masculina que do a un orden femenino. Al mismo tiempo, y al igual que
desde el exterior, insta (y autoriza) a las autoras a entrar en el campo de las letras.

138 139
la religiosa, va a tener clara conciencia de la necesidad, en la “honra familiar”, se constituyó como un “importante dis-
una sociedad patriarcal como lo era aquella, de “saber ca- curso hegemónico de control y vigilancia de los comporta-
llar cuando se sabía” (Ludmer, 1984), imperativo tácito que mientos y cuerpos de hombres, pero principalmente, de las
operaba incluso en familias ilustradas como las de la autora mujeres en el siglo XIX” (Arcos 35), mecanismo de control
(su padre era médico, su madre una culta y reputada salon- que ya venía operando, vale agregar, desde la Colonia. De
nière y su hermano un destacado escritor y filósofo, profesor aquí el temor de que una mujer publicara pues precisamen-
del Instituto Nacional), en donde el tráfico y discusión de te “ponía en juego la moral familiar al agrietar el ideal de
ideas era bastante común. Y es que a diferencia de lo que la mujer doméstica”. De esta manera, la “no publicación” se
ocurría con sus pares varones, la lectura y el conocimiento erigía “como garantía y condición de una mujer virtuosa que
eran cosas sobre las que una mujer obligatoriamente debía practicaba la escritura” (Batticuore 191).
saber callar si no quería ser tomada por ridícula o pedante Esta opinión respecto al conflicto moral que experimenta-
(“el saber es contrario a la feminidad” sostenía Michelle Pe- ban las escritoras frente a la publicación va a ser respaldada por
rrot), de ahí que intentar hacerse un camino como escritora Susan Kirkpatrick quien en su estudio acerca de las escritoras
fuera concebido por Marín como un proyecto sencillamente románticas del siglo XIX sostendrá que “el arma más podero-
descabellado (“extraño”, “acaso ridículo”), el que a la vez que sa de la que se servían quienes se oponían a la participación
la exponía peligrosamente a la reprobación y/o marginación femenina en la cultura escrita era la supuesta incompatibili-
social al mismo tiempo la amenazaba con destruir su pro- dad de la literatura con la virtud femenina, argumento que fue
pia felicidad. No obstante ello, y pese a la serie de limita- esgrimido amenazadoramente contra las mujeres escritoras”
ciones que coaccionaban su vocación intelectual, la autora (Pastor 29) De aquí se desprende, entonces, que la mujer que
igualmente se aventurará en estas territorialidades vedadas, deseaba publicar no sólo debía seleccionar atentamente los te-
asumiendo ya sea como máscara o precaución los valores de mas y géneros a los que iba a recurrir, sino que además debía
la prudencia y el pudor: “recordemos que etimológicamente apelar a una serie de estrategias que la (re)posicionaran en su
el pudor está asociado a la timidez, la vergüenza, el recato, la natural lugar de inferioridad. Estas operaciones, nacidas del
castidad y el sentido del honor, valores todos muy estimados temor y el malestar que le inspiraban la autoridad patriarcal, a
en la vida de las mujeres” (Batticuore 190). veces obligaban a la escritora que publicaba cuando no a dis-
Como han señalado Carol Arcos (2010) y Graciela Batti- culparse por un pasatiempo tan “presuntuoso”, a despreciar-
cuore (2005), la escritura de las mujeres, sobre todo durante se intelectualmente “presentando sus producciones artísticas
el siglo XIX, estaba siempre en pugna con un “imaginario como meras insignificancias ideadas para divertir y distraer
moralizante”, el cual “sancionaba fuera del ámbito estricta- a los lectores en momentos de ociosidad” (Gilbert y Gubart
mente legal y se vinculaba a lo cotidiano”. De esta manera, el 76) esto a fin de no ganarse la indiferencia del público lector o
imperativo moral de la “honra femenina”, de la cual dependía peor aún, sus ataques, burlas y/o descalificaciones.

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Dadas estas condicionantes se entiende que nuestras mismas mujeres, quienes señala “me excomulgaban, a velas
escritoras hayan experimentado múltiples tensiones ante el apagada, como niña peligrosa” (Barros Borgoño 127). Fuera
acto de “exhibición”, puesta en circulación, vitrina, que im- de que el rechazo procediera de sus propias congéneres (he-
plicaba la publicación, la que si bien para los hombres estaba cho de por sí revelador de la naturalización del discurso pa-
asociada al “lauro”, es decir, al reconocimiento, la admiración triarcal41), lo que realmente llama la atención en sus palabras,
y la fama, para las mujeres, por el contrario, suponía (sobre) es su reacción a este repudio: “no necesitaba de ellas y conti-
exponer arriesgadamente una identidad e intimidad ante la nué mi vida, entregada por entero a mis afectos más hondos,
mirada de los otros. De aquí se entiende que muchas autoras pero sin volver a hacer publicaciones que no convencían ni
hayan optado por dejar anónimas sus producciones, o bien, alentaban más que a los ya convencidos y causaban pavor a
por firmarlas con seudónimos, siendo las menos las que de- aquellas que yo deseaba estimular. No nací para luchadora”
cidían revelar su nombre real. (127). El voto de silencio que escoge la autora ante las críti-
El caso de la escritora Martina Barros Borgoño es su- cas, su retiro de la esfera pública y la escritura, su abdicación
mamente significativo al respecto si consideramos las re- de la lucha, constituye la dramática determinación que pone
percusiones que tuvo su traducción al español39 —la primera fin (al menos durante cerca de cuarenta años42) a su relación
en esta idioma— del libro The subjetion of woman de John con la publicación en un evidente —y lamentable— gesto de
Stuart Mill. Esta traducción, que se publicó en las páginas autocensura.
de la Revista de Santiago en 1874 bajo el controvertido título Ahora bien, otro de los mecanismos de autocensura que
La esclavitud de la mujer, estaba precedida de un polémico van a regular la práctica escritural de las autoras chilenas del
prólogo en donde la autora no solo hacía un repaso por las siglo XIX la constituirá su resistencia a publicar bajo el for-
principales ideas expuestas por Mill, sino que además, apro- mato libro. Los datos bibliográficos señalados por Medina
vechaba de denunciar la desigualdad que afectaba a la mujer nos dan una prueba empírica de ello: no solo fueron tardíos
en un gesto que hoy podríamos calificar claramente de pro- sino que además, escasos (en comparación con los de sus
tofeminista40. Como es de esperar, una publicación de ideas
semejantes generó múltiples y encendidos comentarios entre 41 Pierre Bourdieu (2000) sostiene que la dominación masculina alcanza su per-
los lectores de la época, sin embargo, las críticas más des- fección en una sociedad cuando las mismas mujeres internalizan y reproducen de
alentadoras, confesará después la autora, provinieron de las manera naturalizada el discurso patriarcal. Esta opinión rechaza la idealización de
algunos conceptos acuñados por las feministas, tales como la noción de “sororidad”.
42 En 1942 publica sus memorias bajo el título Recuerdos de mi vida. Santiago,
39 La segunda la hará bastante años más tarde (1892) la escritora española Emilia Orbe: 1942. En ellas cuenta que a partir de 1920, y motivada por la emergencia de
Pardo Bazán bajo un título bastante menos confrontacional que la de su par chile- un grupo más o menos cohesionado de intelectuales femeninas y escritoras (entre
na: “La sujeción de la mujer”. las que cabe mencionar a Mariana Cox Stuven, Inés Echeverría Bello, entre otras),
40 Al respecto consúltese el estudio preliminar que realiza Alejandra Castillo a la así como de los primeros movimientos feministas, se reincorpora al campo cultural
reedición de este texto. Prólogo a la esclavitud de la mujer (estudio crítico por Stuart a través de la realización de charlas y conferencias que tenían a la literatura y la
Mill). Santiago, Palinodia: 2009. mujer por principales temas.

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pares varones); sin embargo, resulta inevitable no relacio- hijo a publicar los trabajos de la madre? Aunque no tenemos
nar esta ausencia con los discursos hegemónicos de control como saberlo con certeza podemos sospechar que la misma
que afectaban las prácticas simbólicas de las mujeres. En este modestia y discreción que caracterizaban ejemplarmente a
sentido, el caso de escritoras “consagradas” en la época como la poeta —atributos que toda la crítica, sin excepción, des-
la misma Mercedes Marín y Rosario Orrego revisten un par- tacaba y celebraba— se transformaron en obstáculos que le
ticular interés. (auto) impidieron transitar hacia esa práctica “aristocrática”
Ya veíamos cómo Mercedes Marín daba cuenta de la pro- de la que hablaba Subercaseaux, que implicaba la publica-
blemática relación que mantenía con su quehacer intelectual ción de un libro.
(el imperativo tácito del “saber callar”, las aprehensiones res- Esta especulación toma fuerza si consideramos el caso si-
pecto a la imagen de la escritora), tensión que sin embargo, milar de Rosario Orrego. Si bien, y como ya hemos menciona-
no se manifestó a través de la abdicación escritural, como do, esta autora fue la primera mujer en Chile que publicó una
lo fue en el caso de Martina Barros. Aunque comedida, pu- novela bajo la forma de un libro, fuera de ese texto, y pese a su
dorosa, modesta y siempre virtuosa, Mercedes Marín “no amplia producción escritural —en la que se incluye por cierto
sacrifica ni reprime [totalmente] su vocación literaria sino la fundación y dirección de un periódico ilustrado, La revista
que encuentra la manera de expresarla: escribiendo versos de Valparaíso, el primero a cargo de una mujer en el país— no
que serán leídos en voz alta en los salones […] o bien es- volvió a publicar ningún otro libro. Esta discontinuidad en
cribiendo para engrosar el álbum de poemas de una amiga su producción —extraña además, en una mujer pertenecien-
querida, y eventualmente, el libro de un joven escritor como te a la Academia Chilena de Bellas Letras— también estaría
Gutiérrez” (Batticuore 116), a lo que debemos agregar sus relacionada con la incardinación de los discursos de control
intermitentes (pero sostenidas a lo largo del tiempo) cola- femeninos que hemos mencionado. En una anécdota referi-
boraciones en la prensa periódica. Con todo, y pese a lo he- da por el escritor Augusto Orrego Luco (marido de Marti-
terogéneo de las formas de circulación de su escritura, lla- na Barros) éste cuenta que la autora “no dejaba ni siquiera
ma la atención que nunca publique un libro. Será su hijo, el sospechar sus hábitos literarios y preocupaciones estudiosas.
también poeta Enrique del Solar, quien en 1874 —diez años No hablaba nunca de sus versos, y ni siquiera hacía alusión a
después de la muerte de Marín— recopile los trabajos que sus lecturas[…] Esa completa discreción, ese pudor literario le
la autora dejó diseminados a través de la prensa, además de daban no sé qué atractivo a su figura y una suprema distinción
otros tantos “inéditos”, y publique lo que hoy sería lo más a esa reserva de que nunca se quiso desprender” (Grez, 1931:
cercano a sus obras completas43. Sin embargo, ¿qué motiva al 30. La cursiva es nuestra). No obstante el elogio a la extrema
modestia de la autora, el escritor igualmente parece adver-
43 Cabe mencionar que si bien la recopilación recoge un número considerable de
trabajos que va a abarcar cerca de cien poemas −el editor habla de una selección−, crítica, como por ejemplo, su prosa. Actualmente me encuentro trabajando en un
ciertamente va a excluir otros que hasta el día de hoy no han sido revisados por la proyecto de publicación de sus obras completas.

144 145
tir las consecuencias de esta “exageración”, nos referimos al prensa periódica—, son sus cercanos quienes poco después
problema de la fragmentariedad de su obra: “pero aquí don- de que éstas mueren se hacen cargo de aquella labor. En esta
de ella pasó su vida de escritora, donde derramó su poesía dirección Batticuore ha señalado: “ciertamente que la factu-
y recibió su inspiración, aquí no están sus versos en ninguna ra de un libro [representaba] para las mujeres del siglo XIX
parte. Las poesías de doña Rosario Orrego nunca han sido re- una verdadera empresa, una acción importante y osada, a ve-
unidas. ¿Por qué no las reúnen ustedes?, ¿Por qué dejan caer ces demasiado ambiciosa para intentar vencer el otro desafío
en un olvido ingrato las flores más hermosas?” (33). Lo que que va de la escritura a la publicación” (191, la cursiva es
no menciona Orrego Luco es que esta exhortación ya había nuestra). Quizás concientes del gesto academicista, “aristo-
sido atendida muchos años antes. En 1879, a poco de acae- cratizante”, ambicioso, trascendente y unificador que se es-
cer la muerte de la escritora, un “miembro cercano y algunos condía tras la publicación del libro, es que las escritoras del
notables admiradores” de ella recogieron la totalidad de su siglo XIX rehuían con miedo este tipo de prácticas. Y tal vez
trabajo literario, “mucho de él inédito, y contrataron con la fue este mismo gesto, pero a la inversa, el que inspiró a sus
mejor casa editora de París su impresión” (27). Quiso el des- amigos y/o familiares a la publicación póstuma, como for-
tino que esta ambiciosa iniciativa de publicación póstuma44 ma de contribuir a su reconocimiento y legitimación dentro
—pese a que en Chile ya se estaba desarrollando una indus- del campo intelectual. Podemos decir, entonces, que “la de-
tria impresora los originales son enviados nada menos que a cisión de publicar poco o nada es, precisamente, una opción
París, referente cultural por antonomasia del siglo XIX— li- no espontánea sino meditada y calculada por las escritoras,
teralmente no llegara a buen puerto: el barco en que viajaba que medirán oportunamente en cada ocasión y reclamo, de
el editor sufrió un accidente que hizo se extraviara todo el acuerdo con la conveniencia personal y familiar y no con la
valioso material que éste llevaba consigo. vocación de las letras” (205).
De esta manera, es posible advertir que la recopilación y
publicación en libro de los trabajos de ambas autoras obede- V. La resistencia al libro. La prensa como espacio
cerá a un esquema más o menos similar: ante la indiferencia alternativo
o la negativa en vida de las escritoras a publicar bajo este
formato —ambas ocupan preferencialmente la tribuna de la Y es que el libro en nuestras sociedades decimonónicas cons-
tituyó una instancia discursiva privilegiada, controlada y
44 A esta primera tentativa posteriormente se sumaron otras dos, las cuales tu- atravesada por líneas de fuerza que la cultura patriarcal de
vieron mucho mejor suerte que aquella: nos referimos al trabajo realizado por base oligárquica le impuso a este objeto, evitando lo que a de-
Isaac Grez Silva quien logró concretar la publicación de parte de la obra de Rosario
Orrego (Sus mejores poemas, artículos y su novela corta “Teresa”. Santiago: Editorial cir de Foucault era su pesada y temible materialidad. En efec-
Nascimento, 1931) y la iniciativa luego desarrollada por Osvaldo Ángel, Joaquín to, la reticencia, la autocensura y las estrategias a las que de-
Taborga y. Catalina Zamora (Obra completa: Rosario Orrego, 1831-1879. Copiapó,
La Cáfila: 2004).
bieron apelar las mujeres a la hora de trabajar y publicar sus

146 147
textos no pueden ser comprendidas si pasamos por alto las y trascendencia: “tengo en la cabeza mil proyectos literarios,
tensiones simbólicas que impuso el libro en tanto dispositivo pensando ya hacer alguna obra, para mirarme empastado en
concreto y disciplinante. Si consideramos que el libro no sólo un volumen, placer que en nuestra especie debe asemejar-
era un medio por el que se luchaba, sino que era aquello por se al de las mujeres cuando levantan moño [no obstante]
lo que se luchaba, comprenderemos mejor el lugar secunda- por ahora contribuiré a La Semana con algunos artículos”
rio que ocupaban las mujeres en dicho campo de batalla. Para (Poblete 45). A través de esta cita podemos advertir cómo
los hombres pertenecientes a la cultura letrada, el libro repre- el novelista, a diferencia de nuestras escritoras, no solo re-
sentaba la materialización de sus anhelos de posicionamiento húye de la excesiva modestia tan incardinada en estas, sino
definitivo en dicha esfera, pues accediendo a él se lograba no que por el contrario, se muestra plenamente gozoso, inclu-
sólo la publicidad y el reconocimiento social (aspecto que, so hasta cierto punto narcisista (“mirarme”) ante el gesto de
por lo demás, podía apreciarse, con matices determinantes exposición o puesta en vitrina que implicaba la publicación
en la misma publicación de prensa) sino que también se ac- de sus trabajos. Sin embargo, y esto es lo interesante, no se
cedía a un circuito restringido, de élite; espacio protegido trata de cualquier tipo de publicación. Para acceder al sitial
para aquellos que quisieran trascender en la esfera intelectual intelectual al cual aspiraba Blest Gana no bastaba con co-
¿Qué idea más asentada en la objetualidad del libro que no laborar en las efímeras hojas de La Semana, medio que si
sea la de la posteridad y la de trascendencia? Idea que no po- bien constituía una importante plataforma para la difusión
demos ignorar si las bases del mismo canon se cimentaban en y circulación de sus escritos entre una masa cada vez más
dicha categoría. Consideraciones que alejaban a discursivida- amplia de lectores y lectoras, lo cierto es que distaba mucho
des que, aunque gozaron de auge en el mismo siglo como es del sueño dorado45 de quien ambicionaba convertirse en un
el caso de la prensa escrita, se encontraban cercadas por otras “verdadero” escritor como era su caso: ver, admirar, compla-
exigencias que la constreñían a una provisionalidad consti- cerse al contemplar su propia obra empastada para siempre
tutiva. Como señalaba bien Jorge Hunneus refiriéndose a la en un volumen.
prensa periódica: “se sabe que por lo general la hoja de prensa Al clasificar las publicaciones impresas que circulaban
no vive más que la vibración de la palabra” (366) a mediados del siglo XIX, Domingo F. Sarmiento implíci-
Esta visibilidad y prestigio social e intelectual que se tamente deslizaba una jerarquización sobre estas. De modo
asociaba a la publicación de un libro, y asimismo, la dife- tal que al establecer cuatro tipos de impresos: el diario, el
rencia que en términos simbólicos representaba este tipo de
instancia respecto a la publicación en la prensa periódica 45 La expresión la tomo del escritor Manuel del Campo quien en 1879 se quejaba
de las nuevas maneras y ritmos de publicación: “Ahora hai flujo de publicar […]
queda de manifiesto en las palabas del escritor Alberto Blest el que sale del aula cree sabérselo todo i [quiere] mostrar lo que sabe, i para ello
Gana, quien en una carta dirigida a José Antonio Donoso escribe, cifrando su sueño dorado en poder decir al público al darle impreso bajo la
en 1859 le confesaba abiertamente este deseo de exhibición forma de un libro sus escritos”. Citado en Poblete 117.

148 149
periódico, la revista y el libro, los discriminaba de acuerdo a táculos que representaba su difusión entre la población. Por
criterios que iban desde su carácter contingente, sus temas, ello, su pragmatismo lo lleva a defender y promover espacios
extensión, circulación, hasta su originalidad: como la prensa escrita, más accesible y menos costosa en su
factura. Cabe mencionar que las ideas de Sarmiento respecto
Las publicaciones impresas han llegado ya a clasificarse en cua- al valor de la prensa escrita, eran compartidas por gran parte
tro familias distintas, el “diario”, que explota los asuntos que de la élite letrada, quienes veían en dicho espacio una tribuna
momentáneamente ocupan a la sociedad, la política positiva estratégica para la difusión de ideas, institución conforma-
y el movimiento material; el “periódico” que resume a aquél dora de los públicos en el sentido moderno (Brunner 31)
y se propone tratar un objeto particular o difundir una doc-
Aunque durante la primera mitad del siglo XIX ya se
trina; el “periódico”, por lo general, es circunscrito y especial.
La “revista” ocupa un término medio, entre el periódico y el habían producido algunos destellos de escritura femenina
libro, puesto que tratando con extensión y madurez los diver- a través de la prensa, como es el caso de Mercedes Marín,
sos asuntos que interesan al público, difunde conocimientos quien llegó a publicar sus poemas en los diarios El Mercu-
y propaga ideas que sus antecesores no pueden desenvolver. rio y El Araucano (representantes de ciertos tipos de prensa
La “revista” es un verdadero prontuario del pensamiento de la ligadas a asuntos comerciales-contingentes y a otros políti-
época […]. El libro ocupa el último tramo de esta escala suce- co-administrativo, respectivamente), lo cierto es que “desde
siva de las producciones originales” (Baeza, 155. Las cursivas 1850 en adelante [se da paso a una prensa] de tipo más es-
son nuestras) pecializada que se vincula al proceso de autonomización del
campo cultural/intelectual. En esta segunda o tercera oleada
Como se puede apreciar, las publicaciones son organiza- de papeles periódicos se publican novelas-folletín, crónicas,
das según un criterio ascendente: en un extremo el carácter cartas, ensayos, reseñas de libros, avisos de variada índole,
momentáneo, contingente, práctico a las funciones doctrina- traducciones de obras literarias sobre todo francesas, poe-
rias que ofrecen el “diario” y el “periódico”, respectivamen- sías, cuadros de costumbres, entre otros géneros discursivos”
te; por otra parte, la “revista” como un tipo intermedio que (Arcos 29). Es precisamente en esta apertura en donde nue-
despunta por su “extensión” y la consideración de temáticas vos actores sociales ingresarán a la esfera letrada, como es
más elevadas; y finalmente, en el otro extremo el “libro”, su- el caso de las mujeres, quienes asumirán estas modalidades
peración de la precariedad material, fugacidad y finitud que discursivas, muchas veces consideradas “menores”, como es
limitaban a las anteriores, aun tomando en cuenta las dificul- el caso de las novelas-folletín o las traducciones, como inci-
tades que tenía la producción, circulación y recepción de los piente plataforma para una expresión femenina.
mismos en el Chile de mediados de siglo XIX. En efecto, si Es así como las escritoras se fueron acercando a terri-
bien Sarmiento ponderaba al libro, en tanto instrumento ci- torios tradicionalmente vedados a las mujeres, para tími-
vilizatorio por excelencia, es también consciente de los obs- damente comenzar a horadar el longevo orden del discurso

150 151
androcéntrico. De manera estratégica, entonces, ingresarán el ejercicio escritural y la práctica moderna de la publicación.
en espacios altamente consumidos por los lectores, como En efecto, los severos condicionamientos a los que se encon-
es el caso de la prensa escrita, tribuna que les permitió no traban sometidas las escritoras durante este período les difi-
solo transitar hacia la esfera pública —con el hecho mismo cultaron muchas veces desarrollar una vocación intelectual/
de “publicar” y darse a conocer— sino que además comen- literaria más “empoderada” y menos conflictiva tanto a nivel
zar a “empoderarse”, aunque al principio solo sea de forma social como interno. Las revistas y periódicos serán uno de
titubeante, de la hasta ahí misógina práctica escritural. Al los espacios que acogerán esas primeras producciones, “de
respecto son ilustrativas las palabras de Josefina Ludmer, carácter menor”, “sin pretensiones literarias”, a veces sin ni
quien sostiene que una de las tretas más representativas de siquiera nombres, hijas de la inseguridad, ansiedad o el te-
los sujetos subalternos es su poder de acatar los discursos mor de sus productoras. A partir del ingreso sumiso en este
dominantes y al mismo tiempo, a partir de ahí, desajustarlos: espacio las mujeres comenzaron a acercarse cada vez más
al lenguaje, a los signos, y también a su propia subjetividad,
Debe decir: Siempre es posible tomar un espacio desde don- trasladando y reorganizando, como sostiene Ludmer, la ex-
de se puede practicar lo vedado en otros; siempre es posible cluyente estructura social y cultural dada. De aquí entonces,
anexar otros campos e instaurar otras territorialidades. Y esa la necesidad de no desatender estos registros, pues en ellos
práctica de traslado y transformación reorganiza la estructura encontraremos las primeras huellas de un simbólico despun-
dada, social y cultural: la combinación de acatamiento y en-
tar femenino.
frentamiento podrían establecer otra razón, otra cientificidad
y otro sujeto de saber. Ante la pregunta de por qué no ha ha-
bido mujeres filósofas [o escritoras, podríamos agregar] puede
responderse entonces que no han hecho filosofía [o literatura]
desde el espacio delimitado por la filosofía clásica sino desde
otras zonas, y si se lee o escucha su discurso como discurso fi-
losófico, puede operarse una transformación de la reflexión. Lo
mismo ocurre con la práctica científica o política (Ludmer 4)

De esta forma, espacios como los ofrecidos por la pren-


sa escrita se convierten para las mujeres escritoras —o con
afición a las letras— del siglo XIX en dispositivos centrales,
dado su carácter heterogéneo, secundario y/o fragmentado
—si se comparan, por ejemplo, con la homogeneidad, im-
portancia y unidad que reviste el libro— para la incursión en

152 153
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tura. Santiago: Universitaria, 1995.
Mario Molina Olivares

Todos vamos tejiendo con nuestros actos más usuales e insig-


nificantes una trama secreta de misteriosos hilos, cuyo origen
desconocemos, cuyo fin ignoramos, y que forman, sin noso-
tros saberlo, las figuras de un tapiz fabuloso cuyo sentido nos
desborda

(Eduardo Molina Ventura)

Primero debo aclarar que no soy un familiar perdido de


Eduardo Molina Ventura. La única posibilidad es que mi
padre sea un familiar extremadamente bastardo. Las noti-
cias de este Batlerby surgen en una conversación sobre auto-
res que nunca publicaron un libro en su vida. Al investigar,
queda bastante claro que no es un caso aislado. ¿Por qué se-
guir los pasos de un autor que no buscó dejar huella escrita
de su obra? El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca
de la figura del denominado “chico Molina”, quien siempre
estuvo en estrecha relación con una literatura que no se de-
sarrolló a través de publicaciones sistemáticas. Lo suyo fue
literatura y vida en total comunión, tal y como fue el deseo
del artista absoluto. Este poeta, supuestamente sin obra, ju-
gaba con sus contertulios y se forjó una imagen como inte-
lectual de salón gracias a la oralidad que le caracterizaba. La

156 157
perspectiva de este trabajo toma los vestigios, los fragmen- rique Lafourcade y publicada en 1977. La recuperación de la
tos repartidos de la figura de Molina. En este proceso de in- figura de Molina por parte de Lafourcade es eminentemente
terpretación se aplica la metáfora de la refracción con el fin nostálgica. Reflexiona sobre la postura de Molina de no pu-
de apreciar su imagen a través de una pluralidad de voces. blicar ningún libro en vida y la influencia que tuvo en los
Éstas van generando su leyenda. La imagen que se tiene de grupos culturales y artísticos en lo que participó. Mientras
Molina es leída como la luz que, al pasar por un prisma, se estuvo vivo Molina, Lafourcade escribía para darle la posi-
divide en fragmentos o haces de luz. Los fragmentos viajan ción de príncipe de los poetas y, ya muerto, buscaba revalo-
en múltiples direcciones. Tomando en cuenta lo anterior, la rar su imagen en el contexto cultural chileno. Por ejemplo,
figura de Molina se puede dibujar a la manera de un prisma como una manera de jugar pero también de mostrarle res-
triangular, que aparece al conectar tres puntos: su produc- peto, se crea la Asociación de Amigos de Molina (ADEM).
ción (real e imaginaria), su vida y autoría y el impacto de Los espacios que menciona Lafourcade hablan también
su presencia en el campo cultural chileno. Algunas fuentes de la forma en que se entendía la literatura como una activi-
esenciales para lograr esto son, en primer lugar, el libro de dad asociada a la alta cultura, en especial europea. No existe
Alfonso Calderón Ventura y desventura de Eduardo Molina, una conexión con el contexto local y la actitud de evasión es
y, en segundo lugar, las crónicas de muchos autores, entre la constante. La literatura es una actividad de salón.
las que destacan las de Jorge Teillier, Enrique Lafourcade, Esta actividad encontró en las tertulias un espacio bien
Ramón Díaz Eterovic, entre otros. Todos participan en la definido para su desarrollo: las reuniones alrededor de la co-
construcción de la leyenda del poeta que nunca publicó un mida y la bebida. Molina era bien conocido por invitarse a
libro durante su vida. las casas de sus amigos a comer y beber. El placer era la guía
de su conducta, fuera del funcionalismo o pragmatismo im-
Punto uno: la obra o sobre los fragmentos perante.
En una ocasión, durante una de las reuniones, Molina
Orgulloso como Carlos V. Inteligente como Satanás. Señorial Ventura lee un fragmento de su novela inédita, que es ala-
y palaciego. Anti-“roto”. Renacentista y raído. Partidario de las bado por sus contertulios. Muy luego aparece Luis Oyarzún
viejas familias, de “gentes como nosotros”. Es Eduardo Molina denunciado el fiasco: lo leído pertenecía a una novela de
Ventura, alias “el chico Molina”, alias “el poeta Molina”, conoci- Herman Hesse. Frente a esto sucede lo siguiente: “Se organi-
do en el Santiago y en el París elegantes, y en el Santiago y en el zó una “encerrona” para someterlo a juicio. Molina Ventura
París canallas, tan pronto en salones exquisitos como en bares
se defendió como una fiera, acusándonos de ignorantes. Él
de mala muerte (Lafourcade 68).
lo que había hecho era someternos a un test cultural. Nadie
supo reconocer a Hesse, que él había ya descubierto, y mu-
Con la descripción anterior comienza la crónica “Eduar-
cho antes del Nobel” (Lafourcade 72).
do Molina Ventura: el príncipe de los poetas” escrita por En-

158 159
Lafourcade afirma que Molina sólo anuncia pero no pu- grar algo sobre lo cual he trabajado intelectualmente toda mi
blica. Según algunos cronistas, toma obras de otros y se las vida: la obra absoluta. Y ésta, apegada a la perfección, podía
apropia. Sin embargo, en 1977 aparece en Las Últimas Noti- cruzar las fronteras de los géneros e incluso, si me apuran,
cias “Bibliografía moliniana por Jorge Teillier, miembro co- restablecer los fueros y premáticas de la oralidad. Esa que
rrespondiente de la ADEM”, donde establece con precisión iluminó la Hélade, antes que Hesíodo y Homero se volvieran
los textos que realmente fueron publicados en vida por Mo- tributarios de la transmisión escrita” (122).
lina Ventura. Nunca publicó en vida un libro, sólo poemas o Dentro de un universo discursivo en continuo creci-
textos sueltos. miento se pueden visibilizar ciertos haces de luz que llegan
Lafourcade en “Para una exhumación del poeta Moli- a los lectores y otros que ya se agotaron. La idea de totalidad
na”, hacia 1991, afirma: “Los textos que tengo indican que —tan cara a la modernidad y que se reflejaba en la selección
se tratan de fragmentos, de palimpsestos, de poemas escri- de un objeto de estudio que es la fuente primaria, entendida
tos sobre poemas, hasta la ininteligibilidad, como si el poeta como los libros publicados por un autor— es fuertemen-
Molina sólo tuviera una sola hoja en blanco, y al escribir “se” te desestabilizada. La generación de significado no depen-
escribiera” (D 16). de entonces de ciertos puntos visibles solamente sino más
Sobre esta misma noción de fragmento se puede decir bien de la división de estos en un medio que supera la pu-
más. Miguel Ruiz quien acompañó al poeta en sus últimos blicación tradicional. Quizás lo que provoca la lucha más
años, lleva a la imprenta Eduardo Molina: un poeta mítico, denodada por la reivindicación de su figura intelectual por
publicado en 1996: parte de diversos escritores es la influencia que tuvo gracias
al poder de la palabra hablada. El encuentro con el artista
Eduardo Molina Ventura concibió muchos libros, pero lo cier- y el magisterio que ejerció por más de 40 años son prueba
to es que no publicó ninguno. Cuadernos tras cuadernos se de ello.
llenaron con poemas, pensamientos, esbozos de ensayos, y
fueron quedando abandonados en diversos lugares, a lo lar-
Punto dos: el escritor o acerca de la relatividad
go de la vida y en las andanzas del poeta. Me dejó algunos de
sus apuntes, pero es perderlo “apenas un poco menos”, pues su de la autoría
letra es casi ilegible y desalienta al más animado. No obstante,
parte de sus textos, o fragmentos de ellos, permiten su lectura. Alfonso Calderón, para intentar caracterizar la vida y obra
y estos son los que conforman su obra póstuma y única (Ruiz de Eduardo Molina Ventura, abandona la meta de la recons-
citado por Véjar 8). trucción de un todo unitario, de la representatividad de una
biografía: “Los materiales a menudo se contradicen y oscu-
El objetivo de Molina, según las mismas palabras que recen; los hechos tienen la configuración de un puzzle...” (9).
plasma Caderón en su libro sobre el vate, era el siguiente: “lo- Si entendemos el puzzle como un juego que consiste en com-

160 161
poner determinada figura combinando cierto número de pe- europea, la intelectualidad o los artistas más connotados del
dazos, el trabajo del lector es fundamental en el proceso de siglo XX. De su vida, podemos conocer la tortuosa relación
configuración. con un padre estricto, al que nunca le gustó la afición de su
Al abandonar la unicidad del sujeto y de su expresión en hijo por los libros y la excesiva complicidad con su madre.
la noción de autor, por extensión, postulamos que se puede Aparte de la madre de Molina, no se mencionan mujeres
abandonar también la unicidad de la literatura que deposita desde una perspectiva amorosa. No le gustaban los niños.
su fe en la obra conclusa. Al tomar la voz de un autor que Tampoco congeniaba con las personas comunes y corrien-
no tiene vehículo propio para ella, se sigue el camino de la tes. Un incidente que tuvo mientras estaba en la educación
refracción1, es decir, el cambio de la voz autorial por la frag- secundaria refleja que nunca se sintió cómodo en la cotidia-
mentación que se obtiene a través de la configuración de las neidad chilena. Se sabía diferente del resto. Su vida trascu-
voces de otros. Por ejemplo, en su libro acerca de Molina, rría entre la fruición dada por las artes y el vino. Si se tiene
Calderón le da la palabra, cita a sus comentaristas, a quienes en cuenta todo lo anterior, resulta bastante claro que Molina
no creían o se burlaba de él, entre otros. Ventura buscaba decididamente trabajar en la construcción
Calderón no escribe una biografía tradicional. No po- de un personaje: él mismo.
demos encontrar durante la lectura de su libro un orden Acerca de su trabajo, rechazó los empleos que no se co-
cronológico de los acontecimientos más importantes que nectaban con la literatura o el arte en general. De su obra
marcaron la vida de Molina Ventura, llamado por algunos el poco se conoce y Calderón tampoco entrega datos concretos
“chico” Molina, o como lo denomina Lafourcade “Comenda- acerca de publicaciones o escritos, aparte de textos anuncia-
dor, Archimandrita, Gran Metropolitano, Confesor de Prin- dos pero nunca publicados. Calderón menciona un diario,
cesa, Doctor en Nubes, y miles de otros...” (71). una novela y poemas —de estos últimos transcribe uno de
Los fragmentos que componen el texto de Calderón se los más destacables, dedicado a la resistencia republicana en
encuentran fechados pero no responden a una referencia la España franquista.
contextual estable. En general, los recuerdos varían entre La literatura de Molina Ventura se encontraba en la ora-
valoraciones artísticas, familiares o sobre otros intelectuales. lidad, en las charlas de salón, en las anécdotas desarrolladas
Abundan las anécdotas donde este escritor —supuesta- con una mesa servida o alrededor de una botella de vino.
mente sin obra2— emparenta a su familia con la clase alta Santiago fue el lugar donde varias generaciones de escritores
le conocieron. Sus conversaciones, según recuerda Calderón,
1 Esta metáfora de la refracción la tomo de Mijail Bajtín en su texto Estética de la podían abordar la filosofía, el arte, la literatura universal,
creación verbal (México: Siglo XXI Editores, 2003).
2 En la Biblioteca Nacional se puede encontrar un libro de su autoría Eduardo
pero siempre destacaba lo francés. Ya sea que haya viajado
Molina Ventura. Un poeta mítico (Selección, prólogo y notas de Miguel Ruiz. Santia- Molina o no a Francia, la ciudad de París era recurrente en
go: Ediciones Platero, 2009). De la novela El fondo del vino, reseñada por Luis Oyar- sus historias.
zún en 1949, texto comentado en el libro de Calderón, no se encuentran registros.

162 163
El contexto literario al que ha sido asociado Molina respuestas5. El juego o movimiento parte con su biografía,
Ventura y en el que al parecer se sentía más cómodo fue la avanza en los títulos de sus anunciados pero nunca publica-
denominada generación de 1950, según Lafourcade, o la ge- dos libros: “El sombrero de Tutti Frutti”, “Un Gregorio Samsa
neración de 1957, según el criterio de Goic. Enrique Lihn, tecnológico”, entre otros. También juega con sus contertulios
el mismo Lafourcade3, Teófilo Cid, Braulio Arenas, Eduardo cuando les lee un fragmento de Demian como si fuera su
Anguita son personajes recurrentes en las historias que re- nueva novela. En este caso no se ataca al otro sino el horizon-
memora Calderón. te de expectativas relacionado con una institución literaria
Más allá de sus libros, Molina es de esas figuras que han donde el concepto de autoría descansa en la producción de
servido como ejemplo de intelectualidad para otros escri- textos editados.
tores. Un sujeto que vinculó arte y vida de manera radical. Puede que sólo tengamos fragmentos del quehacer litera-
Quedan los vestigios de la vida y obra de Molina, los que se rio de Eduardo Molina Ventura, pero esto no invalida trabajar
pueden recoger a través de las elaboraciones discursivas de con su figura literaria. Si se toman los fragmentos que supues-
otros. Esta perspectiva de acercamiento es eminentemente tamente fueron parte de un todo (por ejemplo, la inexistente
dialógica en relación con la configuración de la imagen de un obra completa de Molina), la relación temporal de un “antes” y
yo a través de la palabra del otro. Al tomar varios eslabones un “ahora” toma otro valor. Quizás la designación de ese todo,
dentro de la cadena de enunciados, el objetivo es tratar de de esa porción de espacio, sufre un cambio notorio cuando la
seguir la cadena a través del estudio de la palabra ajena. puesta en valor se concreta en el pasado. Lo que es fragmento
En este juego entre el yo y el otro, Eduardo Molina es ca- de un todo deja de serlo cuando la relación temporal se coloca
racterizado como un gran orador que atrae la atención de la en pasado, cuando fue parte de un todo, así el fragmento gana
comunidad artística. Es calificado de mentiroso por algunos, autonomía en el momento de su análisis6.
para otros embellece la vida con su actitud. Lo que resulta
claro es que el juego forma parte tanto de su existencia como Punto tres: el campo cultural chileno
de su supuesta obra. El desarrollo de la literatura a través de
la oralidad, de la tertulia, de la recuperación del arte a tra- Esta imagen del escritor sin obra que aparece en la literatura
vés del salón, no deja a la ficción encerrada en los libros que de otros escritores muestra la posibilidad de explorar a través
nunca publicó. La literatura, el juego con la realidad, penetra de los vestigios, de los fragmentos de una obra mayor (fun-
toda su existencia. La literatura se vuelve una zona de pre-
guntas (de movimientos, de juegos4) más que una zona de la valoración derridiana del concepto (Jacques Derrida. “La estructura, el signo y el
juego en el discurso de las ciencias humanas”. En: La escritura y la diferencia. Barce-
lona: Editorial Anthropos, 1989).
3 Lafourcade tomó a Molina Ventura como la figura principal de su última novela 5 Esta idea la tomo prestada de una entrevista inédita realizada a Álvaro Bisama
Viaje al corazón del cielo (2010). el 4 de octubre de 2012.
4 Utilizamos la acepción de juego en el aspecto de descentramiento, es decir, en 6 Agradezco la sugerencia y elaboración de esta idea a Jorge Cáceres.

164 165
damentalmente oral), cómo se construye un proceso que Conocí a Eduardo Molina en el bar “Unión Chica”, a donde so-
supera al producto-libro. Al estudiar la imagen de Eduardo lía aparecer una o dos veces por mes, cuando viajaba de Lo Ga-
Molina más allá de su obra escrita, se puede revisar el efec- llardo a Santiago, a cobrar una jubilación o cierto arriendo del
to que su figura tiene dentro de la institución literaria. Por que nunca daba muchas luces. Parecía un duende sacado de
algún cuento de hadas. Bajo, gordo, de cabellera y barbas blan-
ejemplo, Molina demostraba una conexión total entre lite-
cas. Rostro de piel blanca, ojos claros y estrábicos, que según
ratura y vida. Jorge Teillier se debía al empeño de Molina por leer, simul-
La historicidad de los contactos de Molina Ventura con táneamente, los diarios El Mercurio y El Siglo. Solía vestir un
el contexto chileno presenta varias etapas. Se relaciona con grueso abrigo azul y un sombrero que cubría su calva rosada.
la generación de 1938 pero sobre todo con la generación de Hablaba en voz baja, con un hilo de voz que obligaba a acer-
1950. carse a él para seguir su conversación. “Estoy regio” solía decir
De los círculos en que se movió, Lafourcade se refiere, cuando se le preguntaba por su situación ("El poeta Molina").
primero, al que se desarrollaba en la casa de Vicente Hui-
dobro: “Vicente los inoculó con las vanguardias europeas. Durante la cerrazón que involucró la dictadura, “Más
Fue su devoto y admirativo amigo toda la vida” (69). El de una vez patrullas militares lo han detenido: ¡Vaya a acos-
humor, el juego, el ataque a la institución tradicional de tarse, abuelito! —le pidieron, acompañándolo en un jeep.
la obra de arte son elementos que aparecen en el universo Con sus piernas que ya no son tan fuertes atraviesa la ciu-
discursivo de Molina Ventura y que se los apropió creati- dad de un extremo a otro” (73), afirma Lafourcade en su
vamente. crónica de 1977.
En segundo lugar, caracteriza el grupo en que el mismo Para Ramón Díaz Eterovic se puede revalorar la figura
Lafourcade aparece: “es lo que yo llamo la Cultura del par- de Molina si se relaciona con el contexto de la dictadura. Lo
que forestal (desde 1948 en adelante)” (69). Aquí se reúnen anterior lograba, aunque fuera por instantes, dejar de lado la
Roberto Humeres Solar, Luis Oyarzún, Enrique Lihn, Ale- obscuridad reinante:
jandro Jodorowsky, María E. Sanhueza, Nicanor Parra, Jorge
Edwards, entre otros. Esta fue la etapa de la madurez artística En verdad, daba lo mismo si el poeta se rodeaba de mentiras
de Molina Ventura y donde desarrolló con mayor fuerza su o inventos. Sus fábulas iluminaban el techo oscuro del bar y la
influencia entre sus coetáneos. De ahí que se valorara su ca- tristeza de aquellos días bajo las botas. Molina daba la impre-
sión de no ser real, que venía de otro tiempo o se había escapa-
tegórico juicio estético.
do de alguna novela de Dickens. En el bar todos le tenían afecto
Una tercera etapa es la que refiere Ramón Díaz Etero- y lo trataban con evidente respeto por sus años y conocimien-
vic. Este es el momento de la recuperación de valores perdi- tos. Siempre fue un mito, y hoy más que nunca. Lo evoco y me
dos en la dictadura, de los que Molina Ventura propugnaba parece ver al protagonista de sus siguientes versos: “En la noche
como signo en sí mismo a través de la figura que cultivaba: invernal, apoyado contra un pirca de piedras, un niño contem-

166 167
pla la Vía Láctea. Absorto tiene los ojos hundidos en las estre- Un prisma triangular es un objeto que demuestra cómo
llas. Un tibio vaso de leche en la mano” (“El poeta Molina”). funcionan las leyes de la refracción. Por ejemplo, entra un
haz de luz blanca al prisma pero salen diversos haces de luz
El efecto performativo de su presencia, en la última eta- en múltiples direcciones. La refracción entendida como me-
pa de Molina Ventura, es descubierto también por Díaz Ete- táfora aplicada en los estudios literarios se puede asociar, a
rovic: “Hoy, en una época de mercaderes, hacen falta seres nuestro juicio, con la fragmentación o dispersión de la figura
mágicos como el poeta Molina. Seres que llevan la poesía de Molina Ventura.
dentro de sí, como algo auténtico, que ni siquiera requiere En relación con el fragmento dentro de un contexto pro-
ser expresado en palabras o papeles. ¿Quién sabe? Es posible piamente literario, a Carmen Elías le preocupa participar de
que Molina siga recorriendo las calles de Santiago, como un una concepción donde éste tenga valor en sí mismo y no sea
poema que se lanza al viento” (“El poeta Molina”, en línea). entendido sólo como una dependencia a un todo: “the frag-
La relación de la figura de Molina Ventura con su con- ment as a text in its own right”7 (2). La dificultad de estabili-
texto es muy interesante teniendo en cuenta su larga tra- zar un significado fijo o estático acerca del fragmento cons-
yectoria con el contexto cultural chileno. Díaz Eterovic es tituye una virtud más que un defecto: “I believe that much
quizás uno de los últimos escritores que compartió de ma- of the appeal to the fragment relies on the fact one can never
nera constante con Molina Ventura en los años ochenta y da be sure of what exactly constitutes a fragment”8 (2). Para his-
testimonio de ello. torizar acerca de este concepto, Elías distingue, por un lado,
En resumen, existen, en general, voces nostálgicas acerca entre el fragmento como un texto con derecho propio dentro
de la figura literaria de Molina Ventura y, por otra parte, exis- de la historia de la literatura y, por otro lado, la historia del
ten cronistas que lamentan el abandono en que este escritor discurso crítico sobre el fragmento como un metatexto (3).
pasó sus últimos días. El fragmento como texto considera su forma y contenido y
su discurso metatextual se ocupa de su función: “the literary
El dibujo de una figura: el prisma triangular history of the fragment deals with oppositions such as frag-
ment/totality, part whole, the critical discourse on the frag-
Al unir los tres puntos anteriormente desarrollados se pue- ment deals with oppositions such as fragment/fragmentary,
de crear, gracias al trazo, una figura triangular tal y como se genre/poetics”9 (3). Elías se aleja de la concepción de forma
necesita para comprobar el efecto de la refracción a través de
un prisma triangular. La figura de Eduardo Molina Ventura 7 “el fragmento es un texto en su propio derecho” (Trad. mía).
8 “Creo que mucho del atractivo del fragmento descansa en el hecho de que nunca
requiere de la valoración de su producción (real o imagina- se puede estar seguro de que constituye exactamente un fragmento” (Trad. mía).
ria), de lo que proyectó como autoría y de su contextualiza- 9 “la historia literaria del fragmento trata con oposiciones tales como fragmento/
ción en el campo cultural chileno. totalidad, parte/todo, el discurso crítico acerca del fragmento trata con oposiciones
tales como fragmento/fragmentario, género/poética” (Trad. mía).

168 169
y contenido y se acerca a una perspectiva pragmática tanto tación no solo como una división sino también como una
en el acto de la escritura como de la lectura (3). La autora actividad productora de significado en sí misma.
decide concentrarse en la performatividad, vale decir, en la La fragmentación también se puede entender como la
función del fragmento más que en la sola asociación de éste separación del cuerpo social, en este caso de la lucha del
a un período, como podría ser el romántico o postmoder- poeta Molina por elevarse de la cotidianeidad a través de la
no. En relación al concepto de performatividad, para mayor evasión artística. Este gesto cortesano, entendido como un
abundamiento, la autora afirma que éste aparece cuando el radical individualismo, es un cierre y fractura que aparece al
fragmento muestra una capacidad de acción (agency) en sí revisar la vida de Molina Ventura, por ejemplo, en la negativa
mismo (5). de participar en el juicio crítico con la publicación de la ma-
Si se concuerda con Carmen Elías en que el fragmento yoría de su producción (hasta ahora inédita).
tiene su valor en sí mismo y en su agencia, la misión de la La dispersión de la obra de Molina Ventura es un signo
crítica radicaría no solo en visibilizar esa agencia, sino más en sí misma. La imagen que se nutre de diversas fuentes sen-
bien en la creación de un discurso autónomo, el crítico, que soriales no solo radica en una imagen mental que se proyecta
pueda sostenerse a sí mismo y no ser un mero parásito de en diversas facturas semióticas. La capacidad de crear una
lo literario entendido como fuente primaria. Resulta indis- figura tiene en la luz lo esencial para visibilizar una imagen.
pensable, entonces, considerar lo que tradicionalmente se ha La revalorización de la refracción aquí cumple la misión de
calificado como fuentes primarias (obra) y secundarias (crí- luchar contra la unidad del autor y de su obra conclusa.
tica). Éstas debiesen generar un diálogo creativo en el que Esa energía creadora que porta la luz se puede relacionar
participan y modifican sus posiciones estáticas. Así se abre con la comparación que realiza Octavio Paz cuando explica
un nuevo espacio para los estudios literarios. Una zona don- la misión del escritor y la literatura:
de las preguntas, más que las respuestas, ganan relevancia.
En esta zona la mediación, la valoración, es muy importante Se dice con frecuencia que la misión del escritor es expresar
desde el concepto de estética. la realidad de su mundo y su gente, es cierto, pero hay que
Si la estética10 se entiende como la actividad que se ocupa añadir que, más que expresar, el escritor explora su realidad,
del origen, funcionamiento y recepción de la obra de arte, el la suya propia y la de su tiempo. Su exploración comienza y
termina con el lenguaje. ¿Qué dice realmente la gente? El poeta
acto de lectura es muy importante en la generación de sig-
y el novelista descifran el habla colectiva y descubren la verdad
nificado. En este contexto es necesario entender la fragmen- escondida de aquello que decimos y de aquello que callamos.
El escritor dice, literalmente, lo indecible, lo no dicho, lo que
10 Agradezco mucho haber asistido al curso de Estética impartido por Francisco nadie quiere o puede decir. De ahí que todas las grandes obras
Aguilera en el posgrado de la Universidad de Chile. De ahí extraigo la conceptua- literarias sean cables de alta tensión, no eléctrica sino moral,
lización e importancia del enfoque que doy a la crítica desde la estética, que ahora estética y crítica. Su energía es destructora y creadora, pues
aplico a la figura de Molina Ventura.

170 171
sus poderes de reconciliación con la terrible realidad humana Bibliografía
no son menos poderosos que su potencia subversiva. La gran
literatura es generosa, cicatriza todas las heridas, cura todas las BAJTÍN, Mijail. Estética de la creación verbal. México: Siglo
llagas y aun en los momentos de humor más negro dice: sí a la
XXI Editores, 2003.
vida (“Nuestra Lengua”).
CALDERÓN, Alfonso. Ventura y desventura de Eduardo
Molina (materiales para una biogra­fía). Santiago de Chi-
Un universo discursivo tiene cables de alta tensión que
le: Editorial Catalonia, 2008.
transmiten y contienen el viaje de la luz con el objeto de li-
DERRIDA, Jacques. “La estructura, el signo y el juego en
berar esa energía en el acto de lectura, no solo en el soporte
el discurso de las ciencias humanas”. La escritura y la
verbal escrito.
diferencia. Barcelona: Editorial Anthropos, 1989: 383-
En definitiva, Molina se conecta con la insubordinación
401.
configurada por Melville y actualizada por Vila-Matas acerca
DÍAZ Eterovic, Ramón. “El poeta Molina”. Quinta rueda,
de los Bartleby. En esa línea, el impacto de la figura de Moli-
junio 2004. Extraído el 14 de febrero de 2013 de http://
na Ventura no proviene tanto de libros como del efecto que
www.letras.s5.com/emv290804.htm.
tuvo su imagen (vida y producción) en la socialización del
LAFOURCADE, Enrique. “Eduardo Molina Ventura: el
arte, en este caso, en el campo cultural chileno. Para acce-
príncipe de los poetas“. Revista Qué Pasa. 309 Santiago
der a esa imagen, una lectura monolítica, atrapada en el pro-
24 de noviembre de 1977: 68-73.
ducto-libro se agota frente a la ausencia de éste. En cambio,
_____. “Para una exhumación del poeta Molina”. El Mercurio
cuando los estudios literarios se abren a los fragmentos o, en
4 de junio de 1991, D 16.
este caso, a la refracción de la voz de Molina, que habla a tra-
PAZ, Octavio. “Nuestra Lengua”. La Jornada. México, mar-
vés de la configuración de otros escritores, la luz de ese pro-
tes 8 de abril de 1997. Extraído el 2 de enero de 2013 de
ceso de refracción ilumina zonas que por su oscuridad han
http://congresosdelalengua.es/zacatecas/inauguracion/
sido dejadas de lado. El juego que surge proviene entonces
paz.htm.
del efecto de esta imagen. Las voces crean un movimiento
TEILLIER, Jorge. “Bibliografía moliniana por Jorge Teillier,
profundamente dialógico, en un juego que Molina siempre
miembro correspondiente de la ADEM”. Las Últimas No-
postuló.
ticias. Santiago, 29 de marzo de 1977.
VÉJAR, Francisco. “Eduardo Molina Ventura: un soñador de
tiempo completo”. La Gaceta 7 Santiago 2005.

172 173
POESÍA DEL PARÉNTESIS:
EL CASO DE LOS “PROYECTOS
CREADORES” INTERRUMPIDOS DE
LA ANTOLOGÍA DE LA NUEVA POESÍA
FEMENINA CHILENA (1985)1

Ximena Figueroa

Sólo sé que para expresar ese drama navego muy bien en lo


fragmentario y en el hallazgo casual o en el resultado repenti-
no de libros, vidas, textos o simplemente frases sueltas que van
ampliando las dimensiones del laberinto sin centro […] siento
que no estoy hecho para novelas, pues sus grandes escenas, có-
leras, pasiones y momentos trágicos, lejos de entusiasmarme,
me llegan como míseros estallidos.

(Augusto Monterroso, Lo demás es silencio)

El lector ideal de este ensayo puede o no ser chileno y puede


o no conocer previamente algo de la poesía chilena, pero al
menos debe interesarse en la vasta producción literaria del
período de la dictadura en Chile y, específicamente, en los
desconocidos pasajes de lo inacabado que le son propios y

1 Quisiera agradecerle a Felipe González (Magíster en Literatura Chilena e His-


panoamericana, PUCV) por su contribución en la realización de este estudio: su
trabajo de recopilación del material bibliográfico desde Chile (yo me encontraba
residiendo en París al momento de desarrollarse este libro), su asistencia en aspec-
tos formales y sus importantes sugerencias temáticas.

175
alojan, aunque relegados, otros segmentos de la historia li- estructura de este campo, al no “proseguir, mejorar [y] ter-
teraria del país. Le sugiero a ese lector ideal, tener a la mano minar” su obra —por diversos agentes o sistemas de agen-
la antología de Juan Villegas mencionada en el título (puede tes que formaban parte del campo en ese momento— y, por
ser descargada de internet2), para acercarse a los poemas de ende, al no llegar a consagrarse ni conquistar allí su legitima-
las cinco autoras que ya nombraré. Ello no le quitará más de ción. De manera que el proyecto perduró como posibilidad y
quince minutos y permitirá que el contenido de este ensayo no como un producto literario final, y así quedó suspendido
—sobre todo el apartado final, donde se analizan los poe- como totalización no acabada dentro del campo, basando su
mas— se le haga más comprensible. existencia en el opuesto a la continuidad o, si se quiere, en el
El título de este trabajo se inspira en uno de los concep- defecto de lo incompleto.
tos fundamentales planteados por la sociología de la crea- Para ilustrar el concepto de “proyecto creador” inte-
ción intelectual y artística de Pierre Bourdieu (1966), esto rrumpido en el contexto de la literatura chilena, tomaré
es, el de “proyecto creador”.  Con este concepto el autor se como ejemplo la ya mencionada Antología de la nueva poe-
refiere al “sitio donde se entremezclan y a veces entran en sía femenina chilena (1985) de Juan Villegas. Esta selección
contradicción la necesidad intrínseca de la obra que necesita reúne poemas de diecinueve jóvenes poetas chilenas emer-
proseguirse, mejorarse, terminarse, y las restricciones sociales gentes en la década de los ochenta, de entre las cuales cinco
que orientan la obra desde fuera” (Campo de poder 19). Este no prosperaron en su inserción o consagración en el cam-
cruce de energías repercutirá inevitablemente en la estructu- po literario; estás son: Francisca Agurto (1955), Verónica
ra del campo intelectual: en el vínculo que un creador man- Poblete (1955), Natasha Valdés (1956), Leonora Vicuña
tiene con su obra y en la posición que éste ha adoptado u (1952) y Alejandra Villarroel (1965). Según se desprende
obtenido involuntariamente al interior de esta estructura. Se del título de la antología (“nueva poesía chilena”), las au-
trata de un sistema de relaciones sociales en constante con- toras fueron presentadas como primicias, es decir, como
flicto y competencia según Bourdieu (9), que actuaría como fuentes de virtuales proyectos creadores. En este sentido,
intermediario entre el autor y su creación.  la obra de cada una de ellas se proponía a partir de enton-
Considerando las particularidades de la antología a es- ces como una totalidad a concretarse, vale decir, como una
tudiar, un “proyecto creador”  interrumpido  será, entonces, “totalidad ideal” en proceso de convertirse en una “totali-
también un sitio de tensión entre la verdad interna de la obra dad empírica” (Cáceres 1). Sin embargo, en los cinco casos
y sus restricciones externas, pues pertenece a un campo in- mencionados, uno o varios agentes interruptores impidie-
telectual (el poético en este caso) que se encuentra afectado ron llevar a cabo tal proceso. De manera que, desde el pre-
por la posición particular que el autor adoptó dentro de la sente, puede catalogarse a estas cinco autoras como “poetas
circunstanciales” (Nómez 118), ya que se expresaron desde
el exilio o dentro de Chile, pero luego desaparecieron, sin
2 http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0051986.pdf

176 177
llegar a convertirse en figuras reconocibles dentro del cam- tiende a la unidad y es, al mismo tiempo, fragmental. Tanto
po literario nacional. la operación selectiva como la marginadora del antologador,
Observaré el fenómeno de los proyectos interrumpidos llevan implícito un ejercicio crítico al servicio de un esfuer-
de la antología de Villegas, desde tres puntos de vista inter- zo canonizador, que aspira a validarse obteniendo en el fu-
conectados; desde tres niveles que funcionan como círculos turo el título retrospectivo de lograda “predicción”. Es por
concéntricos, hilados transversalmente por el concepto de lo esto que la función crítica o histórica de la antología en tanto
fragmentario. Primero, lo haré señalando las particularida- género discursivo, la convierte en una fuente indispensable
des del contexto literario y político en que la obra poética para cualquier proyecto de historia literaria, según asegura
emergió; luego reparando en los rasgos esenciales del género Estuardo Núñez (138, citado por Agudelo). En la medida
discursivo de la antología, como soporte y registro del pro- en que selecciona la producción emergente y no recoge lo
ceso creativo (y sus paratextos que enuncian lo —aún— in- canónico, la antología es más una apuesta que una constata-
édito); y, por último, poniendo de relieve las singularidades ción; aunque suele ocultar esta característica, pues siempre
de los poemas propiamente tales, que develan la impronta parece proponer como previamente existente lo que en de-
del nivel contextual. finitiva está ayudando a crear: nos asegura haber detectado
En el primer apartado, me referiré a la siguiente parado- en el presente las señales inadvertidas de una futura consa-
ja: la gran proliferación de discursos poéticos en un contexto gración. El género antológico presenta, entonces, la primicia
de represión y censura. Lo anterior se hace visible en múl- de lo que anhela como totalidad, reuniendo los fragmentos
tiples instancias editoriales que permitieron, entre los años de “proyectos creadores” individuales que serán, idealmente,
1973 y 1990 la recomposición de un panorama literario. Del integrales. En el ejercicio de exponer una variedad de nove-
“nuevo” contexto histórico fragmentario, en tanto escenario dades, deviene un género discursivo colectivo, que da cabida
político-social desconocido y amenazante para el país oposi- al cuestionamiento, a la apertura y a la posibilidad. Otro as-
tor, surge una “nueva” abundante poesía que le contesta. Una pecto relevante de la antología, es que siempre corre el riesgo
“Generación dispersa” que no siempre prospera y que es un de fallar en la totalidad o en parte de sus “predicciones”, y de
gran paréntesis dentro de la estructura creativa tradicional transformarse, por lo tanto, en una colección de fracasos, de
chilena (Bianchi 23); sin ir más lejos la podríamos denomi- interrupciones, como ocurriría con las cinco autoras men-
nar poesía del paréntesis. Considerando lo anterior, me pre- cionadas.
guntaré por el valor de lo interrumpido dentro del panorama El tercer apartado de este ensayo estará centrado en el
general de la literatura del exilio, y en el marco de los sopor- análisis textual de algunos de los poemas más significativos
tes editoriales que le dan cabida. de las cinco autoras, cuyos “proyectos creadores” no prospe-
En el segundo apartado, la indagación apuntará hacia raron. La particular emotividad de estos poemas, surgidos
los problemas de la antología como género discursivo, que desde un ánimo melancólico que es la respuesta emotiva

178 179
—como se verá, nada serena ni resignada— frente a los su- catorio de su valor estético-ideológico, mediante el análisis
cesos dictatoriales, permite observarlos desde la teoría del discursivo; se trata de removerlos un poco de su posición
fragmento. Esto debido a que, según propondré, funcionan vestigial y proponerlos como productos culturales revelado-
como el indicador textual de la reacción frente a la pérdida res del carácter fragmentario general de aquella época.
de una comunidad integrada. Así, la noción de texto frag-
mentado que postulo en este ensayo —pero ya en términos I. Una paradoja fragmental3: realidad censora
del contenido de los textos—, se hace eco en una escritura y afán poético
eminentemente melancólica, por definición escindida, frag-
mentada, cuyas particulares características señalan las espe- En el prólogo a la antología Entre la lluvia y el arcoíris (1983),
cíficas circunstancias en que fue producida y que motivaron Soledad Bianchi se interesa, entre otras cosas, en la problemá-
su emergencia. Para indagar en lo anterior me apoyaré en la tica de cómo explicar la paradoja que hizo del período de la
perspectiva freudiana de la melancolía. dictadura un momento de efervescencia literaria, a pesar de
El objetivo del trabajo es, en definitiva, dar cuenta de la la censura y la represión que prevalecía. Bianchi encuentra la
existencia de un fenómeno especial de creación y autoría, que explicación en las dificultades más perceptibles del período:
en general ha pasado inadvertido para los estudios literarios la censura en todos los ámbitos de la vida cultural, la impo-
chilenos, específicamente para los que se han hecho cargo de sición, para un grupo importante de personas, de crear otro
la literatura del exilio como un tipo de literatura fragmenta- suelo en el exilio y, dentro de este grupo, en la obligación en
ria. Se trata de plantear como problema de estudio un tipo de que se vieron escritores e intelectuales de comprender y es-
escritura que, desde una perspectiva actual, se aparece como cribir en otro idioma. Esto fue lo que, según la misma autora,
el reverso de aquellas que se constituyeron como productos generó la necesidad de comunicación e hizo de la poesía la
literarios integrales. En la medida en que tal escritura nunca expresión prioritaria durante el autoritarismo; gracias a su fá-
llegó a figurar en una obra propia de su creador, se la podría cil difusión, a su carácter breve y directo (Entre la lluvia 17).
denominar como perteneciente a un no-poemario de autor. La poesía chilena, entonces, como también lo menciona
También se trata de plantear, a través de los casos antológicos David Turkeltaub en el prólogo de su antología Una panorá-
de algunas autoras “contragolpistas”, según el decir de Man- mica de la poesía chilena actual (1980), surge como una con-
silla (El paraíso vedado 3), la pregunta preliminar por la sig- trarréplica que prolonga su camino como “uno de los hechos
nificancia de la escritura como posibilidad de desarrollo de
una obra, o de su contrario: la suspensión y el rechazo de
3 Debo consignar aquí que he realizado una interpolación de los conceptos de
la misma. Para esto, hemos escogido los proyectos poéticos lo fragmental y lo fragmentario desde el ámbito de la construcción literaria, de las
renunciados de cinco de los copiosos escritores “circunstan- estrategias formales internas de la obra, a un ámbito extraliterario, que es donde
ciales” (Nómez 118). Esto, además, con cierto afán reivindi- opera el concepto de “proyecto creador” interrumpido. (Me extenderé sobre esta
problemática más adelante).

180 181
literarios más importantes del mundo de habla hispana y que exilio”, cuyo esfuerzo se extendió por doce años, durante los
la actual situación del país ha estimulado en ella desarrollos cuales logró poner en circulación cuarenta y ocho números
imprevistos y aguzado su creatividad” (8-9). Así, la dictadura, hasta ser llamada después “Revista chilena. Creación y críti-
como fragmento de la historia de Chile que es por la trans- ca”, de cincuenta y ocho números, ocho de ellos publicados
gresión al “curso natural” de los acontecimientos nacionales a en Chile; la “Revista Trilce” de Valdivia, refundada luego en
partir del golpe militar, provocó la emergencia de numerosos Madrid; y la “Revista Tebaida” del Norte Grande. Estas so-
“proyectos creadores”, de múltiples voces y tendencias veni- bresalen entre muchas otras menos renombradas.
das desde dentro y fuera de las fronteras, que continuaron La nueva comunidad poética de esta época o de esta “ge-
acrecentando la rica tradición poético-literaria del país. neración dispersa”, como la cataloga Soledad Bianchi, fue
El género lírico fue el que más variedad de formas estéti- tan vasta que la mayoría de sus miembros no llegó a cono-
cas y discursivas congregó en este período, por su espontanei- cerse entre sí (Poesía chilena 5). Presentó una variedad de
dad, por su fácil divulgación y útil poder de resignificación discursos poéticos y de posturas estéticas, tan disgregados,
del trauma político-social a través de la palabra. Este género que tal comunidad puede ser pensada con propiedad como
se reproduce como medio de procesamiento y difusión del una generación fragmentada. Y esto no tanto por lo extra e
máximo de miradas diferentes en torno a las eventualidades, intranacional de su circulación, como por el hecho de ser
y es uno de los muchos acontecimientos de sentido que in- una comunidad que estuvo formándose permanentemente y
tentaron remover el evidente estado de fragmentación que generó textualidades de diversa posición en el campo litera-
la dictadura dejó en el país. De este modo, el contexto histó- rio, que se instalaron ya en el podio de la tradición, ya en el
rico fragmentado hizo del espacio literario chileno, dado su irreverente sector de la vanguardia, ya en el escalón menos
mayor interés en la poesía, también un ámbito disgregado firme de lo emergente o lo circunstancial, según la denomi-
y misceláneo en términos de influencia literaria y en cuan- nación ya referida de Naín Nómez.
to a la dinámica de sus generaciones de escritores. Muestra La poesía política, la poesía testimonial y hasta, en oca-
de lo anterior, es la inmensa cantidad de colectivos literarios siones, la poesía de talante manifiestamente subversivo, se
—la gran mayoría de provincia— que dejó su registro en an- mezcló con tendencias poéticas ya conocidas, como la poesía
tologías y en revistas literarias del exilio y el “insilio”4. De lárica, la antipoesía, la poesía intimista y la epigramática. De
entre estas revistas, vale mencionar la “Revista chilena en el este modo, surgen textualidades que van desde el panfleto
político reivindicador o denunciatorio, pasando por alegatos
4 Así como el exilio, el insilio también genera un estado de emotividad enajenada, de un afán meramente testimonial (individual y colectivo) a
marcada por el desarraigo, pero, en cambio, se vive dentro de la propia patria. Este
término fue adoptado por el crítico literario chileno Naín Nómez en su artículo
otras de tono elegíaco (por un pasado irrecuperable), hasta
“Exilio e insilio: representaciones políticas y sujetos escindidos en la poesía chilena llegar a aquellas, si bien recriminatorias, de una sofisticación
de los setenta”, para denominar la poesía opositora producida al interior del país en estética engrandecida (Nómez 107).
el contexto dictatorial.

182 183
La poesía de la época se compone, siguiendo a Naín Nó- hubo textos que a pesar de estar recopilados en antologías
mez, de un amplio escenario generacional en el que, como y en revistas, no llegaron, luego de esta —a veces única—
dije más arriba, coexisten las vanguardias, el oficialismo, publicación, a constituirse en productos literarios integra-
la tradición, los clásicos, los novísimos, los sobrevivientes les, es decir, en obras que, independiente de su extensión,
(107), entre otras fases por las que pasaron los poetas que trascendieran la instancia antológica que las promovía. Por
habitaron aquí y allá durante el período. En este mismo esce- el contrario, resultaron únicamente vestigios de proyectos
nario se situó el surgimiento de una “nueva” crítica literaria creadores momentáneos, que dan cuenta de la paradoja ya
específica del exilio, además de la “nueva poesía femenina”. mencionada: la activación y visibilidad de la creación litera-
Cabe mencionar, de paso, que esta última fue doblemente ria en un escenario de censura.
marginada: por tratarse de una escritura femenina —vincu- El público receptor, que está en todas las instancias de
lada tradicionalmente a la falta de calidad estética (Villegas legitimación (editorial, crítica, etc.) asumiendo su rol de ár-
15)— y por ser opositora a la dictadura. bitro principal entre el artista y la obra (Bourdieu 19), no le
Los críticos que se consagraron al estudio de la literatura ha otorgado un reconocimiento tácito a estos escritos dentro
nacida en este contexto (los que formaron parte de la “nueva del campo de poder específico de la literatura, ha ignorado
crítica literaria del exilio”) se han planteado la posibilidad de su capital simbólico durante décadas, o bien los ha conside-
unificar este tipo de literatura disgregada. En Poesía chilena. rado como un “asunto bajo”, contrario a una posición hege-
Miradas, enfoques, apuntes (1990), Soledad Bianchi subraya la mónica dentro del campo poético chileno.
dispersión territorial de la poesía chilena de estas décadas y Creo que la causa de que estos escritos permanezcan
hace mención a la labor fundamental de las antologías para re- hasta hoy sin ser valorados (ni positiva ni negativamente) ni
unir gran parte de las obras dispersas (13). Éstas subsistieron ampliamente problematizados por la crítica literaria, se debe
a pesar de la censura, la ineficacia de los dispositivos postales al desinterés que sus propias autoras manifestaron al alejar-
y la carencia de un mercado del libro, y así dieron cuenta del se del campo literario, con lo cual disiparon la posibilidad
carácter peculiar de la literatura chilena del exilio, como una de rodear sus textos con ese aura inquietante y misterioso
literatura quebrada, clandestina y propiamente fragmentada. que suele envolver a la creación inacabada. La trayectoria li-
La misma autora valora el trabajo de recolección y tam- teraria voluntariamente interrumpida me hace pensar a estos
bién de análisis de la escritura producida en los distintos escritos como fragmentales (respecto de un conjunto mayor
contextos de exilio, clandestinidad y oficialidad (Poesía chi- de textos y no en cuanto a su estructura interna, como ya he
lena 12), tarea ardua y, sin duda, necesaria para la historia mencionado), ya que es a partir de una acción deliberada,
literaria del período. Pero entre la creación lírica de aquella de la propia elección de las autoras, que no pasaron a formar
época, se hallan otros problemas, a parte del de la dispersión parte de una obra integral. En cambio, si la interrupción del
de los escritos: el de la interrupción. Pues en estas décadas proyecto se hubiera producido por circunstancias involunta-

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rias (como puede ser la muerte del autor o la pérdida parcial su Bartleby y compañía (2000) a propósito del abandono de
del documento) considero que se debería hablar de textos la práctica literaria (“síndrome Bartleby” o “los escritores del
fragmentarios5 o de vestigios escriturales (Acero 2012) o, tal no”) y por Blanchot con respecto a la no-literatura en L’espace
vez, de fragmentos vestigiales. littéraire (2005), buscan nuevas vías expresivas en la propia
Es innegable, además, que la crítica académica no se ha negación y hacen de la obra no un producto sino una posibi-
planteado la cuestión de la escritura interrumpida y la recep- lidad (Eyman, en línea). Este autor instala principalmente la
ción de ésta dentro del panorama literario chileno. Tampoco pregunta por el tipo de condiciones en que el rechazo de es-
se ha hecho un gran esfuerzo por investigar bajo este prisma cribir es contemplado en las diferentes tradiciones literarias;
los soportes editoriales que registran el problema, como son le interesa, sobre todo, ahondar en el sentido de este recha-
las revistas, los folletines y las antologías, que enuncian el zo y también cuestionarse por el lugar de lo inacabado en la
gusto literario de una época y son el registro de las ruinas de creación y recepción de las obras de arte.
antiguos proyectos creadores. Lo anterior se aproxima a lo que he llamado poesía del
Estos soportes, que se multiplicaron sobre todo fuera paréntesis, a propósito del fragmento oscuro y desconocido
del país, son los que convirtieron a muchos no-poetas en es- que fue el contexto de la dictadura en el que emergió la que,
critores circunstanciales, que tomaban la palabra, la hacían según lo señalado antes, también puede ser entendida como
visible a través de una o varias publicaciones, y una vez fina- poesía fragmental. Esta se compone no por la generalidad de
lizada esta contingencia, se alejaban de la actividad. De este las creaciones líricas dispersas en esa realidad fragmentaria
modo, sus escritos espontáneos permanecieron para formar —ya que algunas fueron la primicia de obras consagradas
parte de la extensa pléyade de expresiones literarias deser- en la actualidad—, sino por aquellas que aún permanecen
tadas, que quedaron como testimonio de la época, pero que intactas en su detalle, suspendidas y congeladas en la historia
también contribuyeron a la conjunción de un tipo específico literaria chilena, por ser “proyectos creadores” que prefirie-
de creación y de autoría: la de la “literatura de la negatividad”. ron el silencio a la continuación.
Esto es, siguiendo a Marcos Eyman, un tipo de literatura o de La Antología de la nueva poesía femenina chilena (1985)
escritores que, en la línea de lo tematizado por Vila-Matas en de Juan Villegas presenta cinco casos de estos vestigios crea-
cionales, que nacieron de la efervescencia literaria producida
5 Para plantear esta distinción, nos apoyamos en Fragments: suivi de Brèves (1994) por las dificultades de la época y luego, sin embargo, se ale-
de Dominique Chicoine. Según esta autora, las obras fragmentarias son aquellas
que, destinadas a tener una larga extensión, resultaron interrumpidas por circuns- jaron del conjunto de las otras catorce poetas que sí corro-
tancias ajenas a la voluntad del autor (cita como ejemplo El proceso de Kafka). Las boraron su sitio como primicias de la “nueva poesía femeni-
obras fragmentales, en cambio, deben sus características a una estrategia formal
deliberada; se oponen a la continuidad con características negativas respecto a las
na chilena”, pues en la actualidad aún se ubican, si bien con
reglas de la retórica, son móviles, espontáneas y abiertas, pero de todos modos, a distintos grados de estimación, en el panorama escritural
pesar de su apariencia de desorden, son el resultado de una planificación (como femenino de Chile. Se trata de poéticas que por su calidad
ejemplo, los Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes) (Chicoine 2-6).

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bien pudieron haber sido prolongadas, pero optaron por ser temática de este ensayo hace obligatoria la mención al sus-
fragmentales y así dieron nacimiento a cinco autoras erráti- tento material de la actividad literaria que es, por excelencia,
cas, incluidas ahora en el gran paréntesis de la “negatividad” el libro6. Los debates recientemente formulados en el ámbito
emergido en esas décadas. de la materialidad de la obra literaria, han fluctuado entre
El problema que surge de este abandono es el de la “no-to- dos polos: el que vaticina la muerte del libro y el que reafirma
talización” o “no-materialización” de una vasta cantidad de su condición eminentemente física, esto como respuesta a la
“proyectos creadores”. Lo que intento en este ensayo, no es aparición del libro digital. En relación a tales debates, vale
tanto especular sobre las posibles causas de la interrupción, mencionar la nueva fenomenología de la lectura y la escritu-
como preguntarme por el valor actual de un peculiar tipo de ra contemporáneas, entre la que sobresalen los nombres de
creaciones. El período en el que fueron producidas hace casi Roger Chartier y Umberto Eco7.
obligatoria esta pregunta, pues la paradoja que dio luz a una Escribir libros involucra necesariamente la tensión de un
nueva poesía en el contexto de una realidad tan violenta como individuo, ya que hace discurrir, por lo general, la confesión
inesperada, no siempre engendró proyectos fecundos. Esto, de una única subjetividad, la del autor, en una obra total. Es-
sin embargo, es un indicio elocuente de cómo los aconteci- cribir en revistas, periódicos, folletines o antologías es otra
mientos se encarnan en la nueva producción literaria de ese cosa. Es posible especular que, en estos casos, la preposición
entonces bajo la forma de lo inacabado. La escritura como “en” guarda consigo el indicio de una construcción colectiva y
producto y consecuencia de la eventualidad, haya en tal carac- complementaria; una nueva forma de escritura que es plural,
terística su sello generacional. Dicho de otra manera, el hecho fragmentaria y breve (Hoppenot 13). Estos soportes editoria-
de que en los casos señalados no haya llegado a formularse un les se componen de fragmentos que desafían al gran Monstre
proyecto literario acabado, según los criterios que ya mencio- de la totalité que establece el libro, según dijera Barthes, e in-
namos, funciona, por así decir, como una marca negativa de ventan un nuevo espacio de escritura y de lectura: un espacio
su diferencia. Considerar este eslabón entre contexto y campo “abierto”, donde es posible producir el plural (176).
literario, resultará, entonces, indispensable para la reconstruc- La antología, como cualquier otra forma de soporte plu-
ción de la historia de la poesía chilena de esas décadas. ral, constituye el reverso del libro, en el sentido de que no
contiene una obra literaria individual. Ambas —la escritura
II. La antología como posibilidad plural:
historia, novedad, abandono 6 No me detendré demasiado en esto, ya que probablemente mis colegas, que parti-
cipan también en este trabajo, hayan profundizado el tema: el de la contrahistoria del
libro y su sentido material, en pos de fijar las categorías de totalidad o unidad que le
Pensado desde el sentido común, el acto escritural encuentra competen.
su legitimidad social en el hecho de que devendrá un pro- 7 Roger Chartier, «La mort du livre?», Communication & Langages, n° 159. (Mars
2009): 57-65. Umberto Eco, Nadie acabará con los libros, con Jean Claude Carrière.
ducto bien determinado: el libro. Parto por esto, ya que la Barcelona: Lumen, 2010.

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plural e individual— pueden ser sometidas a múltiples lec- un proceso constructivo que se constituye en la dinámica de
turas, críticas, e infinitas modificaciones, pero el espacio co- su continuación. La escritura en sí, agrega Escola, no admite
mún de la antología, al no ser dependiente de una totalidad finalidad ni fin alguno, y en este sentido lo inacabado vendría
englobante, hace prevalecer la autonomía de cada una de sus a ser una de las leyes paradojales de la creación literaria y uno
partes, y se constituye como un móvil de “bloques erráticos” de los rasgos constitutivos de la “literalidad” de las obras (1).
(Chicoine 6) tendientes a la apertura, al cuestionamiento y la Para Escola existen tres razones por las cuales no sería
performatividad. pertinente negar lo inacabado (inachèvement) de las obras.
La facultad creativa de la literatura es en sí performativa, La primera es que el texto nunca es definitivo: leemos nada
pues el “espacio literario”8 como lugar de apertura que con- más que un estado de él, su versión inestable y provisoria
tiene el “insensato juego de escribir”9, más allá de esperar (2); la segunda: un texto siempre tiene una nueva manera de
el comentario crítico de la obra, alcanza su plenitud en la continuación y el hecho de que pueda convocar a otro texto
experiencia de los autores en el proceso de la escritura y en en forma de cita o alusión, significa que la obra mencionada
la lectura de las obras. Es una inagotable cúspide de posibili- merecía un nuevo desarrollo —hipertextualidad e intertex-
dades y un espacio de acontecimientos, por eso no es un sitio tualidad— (3); y la última: la crítica pretende continuar la
cerrado cuyo sentido sea definitivo. La literatura en general obra en nombre del autor, pues todo intérprete se consagra a
y aquí también el libro, están en un permanente estado de “incluir” algo en el texto para restituirle una forma de com-
devenir. Sin embargo, la lógica de la actividad literaria trae pletitud (4).
consigo también límites o discontinuidades que la llevan al La tarea del artista (o del autor) es infinita, la decisión
abandono o el quiebre de la linealidad productiva. De estas de publicar prohíbe al autor arrepentirse; tiene algo de ar-
instancias surgen textos aislados que pueden o no ser bien bitraria pero al mismo tiempo es una prueba de confianza
juzgados por el devenir histórico de una determinada litera- en sus virtudes (Escola 7). Lo inacabado, para Escola, debe
tura nacional. ser el resultado de un cálculo del autor, ya que un bosquejo
Pero, “¿existen textos definitivos?” se pregunta Marc Esco- o la sugerencia de un texto posible no entran en la lógica de
la al momento de plantear su idea de la teoría de los textos po- lo fragmentario. El objeto literario cuando es fragmentario
sibles (Escola, en línea). Una de las respuestas posibles, según debe estar bien determinado; ello quiere decir que debe ser
el mismo autor, es la propuesta por Butor, cuando éste afirma susceptible de continuación, debe incitar a la prolongación.
que la obra es “un espiral que nos invita a perseguirlo” (14)10, Para que se alcance el sentimiento de fractura, el texto debe
poseer coherencia en su “forma interior” y haber tenido la
8 Maurice Blanchot. L’espace littéraire (1955).
9 Maurice Blanchot. “El insensato juego de escribir”. El diálogo inconcluso (1970).
oportunidad de desarrollarse, vale decir, de formar interna-
10 La numeración refiere aquí a los párrafos del texto de Marc Escola, “Atelier de mente un “trayecto metonímico” que ayude a su compren-
théorie littéraire: existe-t-il des œuvres que l’on puisse dire achevées?”, publicado sión (Escola 19).
digitalmente en Fabula, la recherche en littérature, en mayo de 2003.

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Pero la práctica de la discontinuidad en la actividad li- grafía de las letras nacionales. Funda la posterioridad o el
teraria es diferente a la fragmentariedad constitutiva de la presente literario al ordenar el vasto campo cultural de la
obra que plantea este autor; aquella nace de la fractura de literatura, el que puede contener, según Bayo, tantas medio-
la unidad creativa, y del rechazo a la escritura o bien del ac- cridades como talentos (138, citado por Agudelo). En ello se
cidente (del texto o del autor). Si es verdad que todo texto juega la competitividad del seleccionador, quien en el acto de
revela una inconclusión y con ello una posibilidad de pro- elegir y en el de omitir, realiza un ejercicio crítico que puede
longación, creo también que hay géneros discursivos que se ser canonizador en tanto que dará el primer paso de legiti-
alimentan más evidentemente de estos riesgos. La antología midad a ciertos autores o, al contrario, puede ser errático y
es uno de ellos. La unidad, que se pretende como un recurso sacar las obras de su contexto general poniendo al mismo ni-
de petrificación en la antología, aleja al texto del cuestiona- vel escrituras de valores diferentes (Agudelo 139). Este géne-
miento, pero los peligros que asume (desde su implícita ética ro discursivo plural es una elaboración fragmentaria porque
de la interrupción posible) ayudan a detectar en ella, en su exhibe una muestra primera, impredecible e inestable toda-
proceso poético, retórico y hermenéutico, la posibilidad de vía, de los atisbos de un conjunto de proyectos creadores que
una apertura histórica. anhela como totalidad.
La antología contiene entonces una doble problemática: Es necesario tener en mente todo lo anterior para pasar
la de la unidad y la de la fragmentariedad. Pues es un género a la descripción de la antología que nos ocupa. La Antología
discursivo fragmental que tiende a la unificación de “proyec- de la nueva poesía femenina chilena de Villegas, presenta la
tos creadores”; según Alfonso Reyes, a partir del gusto o del obra parcial de cinco autoras que abandonaron la publica-
sentido histórico de quien selecciona (137, citado por Agu- ción de obras poéticas, según se desprende de la ausencia
delo). Por esto muchas veces puede resultar ambivalente y de paratextos actuales que nos puedan decir lo contrario.
arbitraria, sin dejar de cumplir con la utilidad de presentar En el apartado “Origen de los textos incluidos” de la misma
para un público receptor y consumidor el afán predictivo de antología, se indica si los poemas fueron extraídos de obras
quien selecciona. En la antología es en donde se advierte con previamente publicadas o si pertenecían a conjuntos inédi-
claridad un campo cultural en disputa (Galindo 2); preten- tos y entonces fueron proporcionados directamente por sus
de fundar la continuidad o la disolución, la unificación o la autoras. Sólo en el caso de Natasha Valdés se señala que sus
fragmentación que redefinen no sólo una literatura nacional, poemas fueron extraídos de los manuscritos de un libro in-
sino también una idea de nación con sus sensibilidades cul- édito: Las migraciones del amor, del que no se tiene noticia11.
turales y literarias (2).
11 Recientemente apareció un extraño paratexto que indica la existencia del que
En la novedad o en la revelación de un origen literario sería el único libro publicado por esta autora (tampoco puedo asegurar a ciencia
específico que ha detectado (epocal, estético, genérico), la cierta si se trata de ella o es solo una coincidencia de nombre). Éste se titula—para-
antología puede constituirse en la configuradora de la geo- dójicamente— Rescate del olvido, publicado por José Paredes editor, el mismo año
de la aparición de la antología estudiada (1984). Dicho libro es expuesto en algunas

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En el caso de Alejandra Villarroel se nos informa nada más Cabe mencionar que en el común de los casos el pro-
que los poemas pertenecen a La mano encandilada, otra an- ceso creador se nutre de un aura fructífera. La relación que
tología de poesía (nacida del “taller nueve”), seleccionada, el escritor establece con la actividad literaria se basa en la
prologada y publicada con anterioridad (en 1983) por Mi- imposibilidad de cesar de escribir; la maestría consiste en
guel Arteche. En cuanto a los otros tres casos, se dice que poder salir de ese instante ensoñador que es la creatividad.
los poemas fueron proporcionados por las autoras. Sin em- El escritor bloqueado, desposeído de la palabra, encuentra
bargo, en “Información bio-bibliográfica sobre las autoras generalmente las razones de su silencio en la amenaza de un
incluidas” se menciona un poemario de Verónica Poblete: posible fracaso, razones que vienen dadas generalmente por
Naif-Juegos por rabia y amor, pero con esta información no las tensiones externas a la empresa literaria. En ello puede
se puede determinar si los poemas fueron o no extraídos de que se encuentren también las razones del abandono de estas
esta obra, inédita hasta la fecha. cinco poéticas.
No es posible hallar los libros en que esos dos “proyectos Las condiciones políticas de la dictadura soportan mu-
creadores” (los de Valdés y Poblete) se habrían supuestamen- chas paradojas, ya que posibilitaron al mismo tiempo agen-
te concluido. No se les menciona a modo de epitexto tampo- tes desatadores de hechos literarios y agentes interruptores o
co (fuera de la antología, como texto perdido). Simplemente dificultadores de esta actividad. Pero tal vez este fenómeno
existen en la enunciación paratextual o como “totalidades de la escritura colectiva llevada a cabo en antología y revis-
empíricas” pero virtuales. tas, que dejó muchos proyectos truncados, sea nada más que
La primitiva novedad de estos cinco proyectos trunca- un nuevo modo de expresión literaria que se basa en una
dos se traduce ahora en duelo, pero en un duelo doble: el voluntad de interrupción. Un nuevo modo espontáneo de
de la autoridad de las autoras y el de la autoridad del texto; escritura que, como propuso Blanchot a propósito de su pro-
es este último, probablemente, el más doloroso (Escola 22). yecto de Revista Internationale12, también es el resultado de
Pensar el abandono de estas autoras es pensar la ausencia una necesidad ideológica, que cuestiona el mundo y la escri-
de sus obras en la historia de la poesía femenina chilena (la tura, y juega más bien en el ámbito de las posibilidades. Esto
que destella casi todos los otros nombres que en esta antolo- suele ocurrir en ciertos momentos históricos en que, como
gía relucieron), y postular la interrupción de sus “proyectos se refiere en La comunidad inconfesable (1983) de Blanchot,
creadores” es, tal vez, darle cabida a la posibilidad de que los individuos no comparten sino la cercanía de la muerte
sean retomados.
12 El dossier de la Revue Internationale (textos preparatorios, correspondencia)
puede ser consultado en la revista Lignes, n° 11, consagrado a Maurice Blanchot,
Librairie Séguier, septiembre 1990. (Citado de “Maurice Blanchot y la escritura
páginas de internet que comercializan libros como producto rareza, por ser única fragmentaria: ‘el tiempo de la ausencia de tiempo’” de Eric Hoppenot. En línea
edición. Más allá de los datos mencionados, que están en estas páginas, nada sobre en http://www.um.es/sfrm/publicac/pdf_espinosa/n2_espinosa_pdf/esp_02_arti_
este libro me ha sido posible obtener. blan_hop.pdf).

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que acompaña a todo desgarrador asunto político. Lo an- tado —y esto es lo que aquí nos interesa— “exclusivamente
terior se asemeja considerablemente al paradójico contexto porque las reacciones de su conducta provienen siempre de
político vivido en el Chile dictatorial, en el cual tensionaban la constelación anímica de la revuelta…” (Freud 246, la cur-
sus disparejas fuerzas la censura social y un férreo afán de siva es mía).
libertad discursiva. Lejos de querer practicar en rigor aquí un ejercicio psi-
coanalítico para indagar a través de su escritura la psiquis de
III. La melancólica revuelta de la hablante las cinco poetas contragolpistas, lo que más bien intento es
contragolpista leer sus poemas desde una mirada que extraiga de ellos algo
así como su dimensión reactiva con respecto al contexto frag-
He apuntado ya en la introducción que la noción de frag- mentado en que fueron producidos y mostrar en qué medida
mento, cuyas hebras se extienden desde el contexto hacia el los hablantes se hacen eco de tal fragmentación, la espejean
principal sustento que tuvo la poesía en esa época —
­ la anto- y la encarnan. Desde el momento en que nos arriesgamos a
logía en tanto género discursivo­— también se detecta en la comprender esta escritura bajo el supuesto de que fue gesta-
preponderancia de una emotividad melancólica al interior da a partir de reacciones provenientes de la constelación aní-
de los poemas. Emotividad, según veremos con Freud a con- mica de la revuelta, es decir, como una elaboración artística
tinuación, propiamente escindida, fragmentada. de la contrición melancólica, podemos leerla también bajo
En el artículo de 1917, “Duelo y melancolía”, Freud des- un prisma político aun cuando, a menudo, no manifieste esa
cribe como una de las cualidades distintivas de la reacción temática de manera explícita. Mi lectura, entonces, tendrá
melancólica tras la pérdida del objeto amado —en contraste un criterio similar al que trae implícito la siguiente afirma-
con el trabajo del duelo—, “el desagrado moral con el yo” ción de los editores de la antología Nueva Poesía Chilena: “…
(245) que se traduce en constantes quejas sobre sí mismo; la violencia se manifiesta en la Nueva Poesía Chilena en el
el melancólico se considera “indigno, estéril y moralmente tratamiento de lo erótico, la minimización del yo, la irrespe-
despreciable; se hace reproches, se denigra y espera repul- tuosidad en lo religioso y en general, la burla, la comicidad,
sión y castigo” (244). Este aparente autoflagelo de quienes el humor…” (181, citado por Macías). Es decir, esta lectura se
padecen el influjo de Saturno, se manifiesta incluso pública- llevará a cabo según el presupuesto de que éstas y otras temá-
mente, sin asomo de vergüenza y hasta con cierta compla- ticas —al menos en las cinco poetas a analizar— responden
cencia; digo “aparente” porque en realidad en los melancó- a un mismo estímulo; que tales temáticas son, por así decir,
licos, según descubre Freud, “todo eso rebajante que dicen las múltiples cabezas de una misma hidra. O, ya dicho con
de sí mismos en el fondo lo dicen de otro” (246). Mirados las palabras con que Fredric Jameson describe el eje funda-
desde este punto de vista, entonces, aparecen ahora como mental de sus Documentos de cultura, documentos de barba-
“martirizadores en grado extremo”, lo que ha sido posibili- rie, este trabajo “[c]oncibe la perspectiva política no como

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un método suplementario, no como un auxiliar optativo de El poema “desesperanza” de Francisca Agurto, corres-
otros métodos corrientes hoy (…), sino más bien como el ho- ponde al grupo de poemas que manifiestan más patente-
rizonte absoluto de toda lectura y toda interpretación” (15). mente el ánimo melancólico, en tanto enumera la suma de
La melancolía —lo que tiene en común con el duelo—, restricciones, de expectativas clausuradas, que la tiranía (la
como señala Freud, es la reacción a la pérdida de un objeto muerte del ideal) impone, imposibilitando así una infancia
amado, que puede ser tanto una persona determinada como feliz en el ámbito espiritual o emotivo: “El fuego tiránico,
una abstracción, categoría que incluye a la patria y a los idea- verde casi, ensombrece el rostro de tu hijo. / No le dejó ver el
les (244). (Casi está de más decir que la dictadura militar material profundo que yacía suelto sobre las hierbas. / No le
chilena significó para muchos ambos tipo de pérdida, en el dió [sic] el olor a almendras. / No le abrazó en una tarde de
primer caso por muerte, desaparición o exilio, y en el segun- lluvias y aguas purificantes” (Villegas, Antología 57). La es-
do evidentemente por el fin violento e insidioso del proyecto trofa siguiente muestra un significativo retorno a la segunda
socialista de la Unidad Popular). Sin embargo, el duelo y la persona del primer verso, que parece encubrir los autorre-
melancolía suponen dos modos radicalmente distintos de re- proches del propio hablante lírico; se trataría entonces de un
acción frente a la pérdida. En el proceso de duelo se rompen “tú” que en realidad es un “yo”, estrategia convencional, re-
gradualmente los lazos entre los recuerdos y las expectativas currente en la narrativa13. Pero este “yo” oculto, y según opera
con que la libido se anudaba al objeto (Freud 243); en el caso el melancólico, vuelve a encubrir un “tú” aún más soterrado,
de la melancolía, en cambio, hay una renuencia a cortar los para dirigirle querellas al ideal perdido: “No le darás el pan
lazos de la libido con el objeto, pese a que los datos de la rea- de cada día. / No le darás la leche de un pecho seco. / No
lidad imponen la noticia de su pérdida o su muerte. Esto ge- le enviarás al colegio tarde o temprano. / No le entregarás
nera una seguidilla de batallas entre el odio y el amor, en las su alma a los odiosos, a los testigos voluntarios” (Villegas,
cuales “el primero pugna por desatar la libido del objeto, y el Antología 57). Las dolorosas consecuencias de la pérdida del
otro por salvar del asalto esa posición libidinal” (Freud 253). ideal ­­–en este caso la precariedad de la infancia– producen
Considerando lo anterior, y para afinar un poco más el el ánimo desesperanzado que titula el poema, catálogo de
enfoque, añadiré que aquí entiendo los poemas de las cinco autoquerellas dirigidas en realidad al ideal protector que,
autoras como la reelaboración escritural de la reacción frente a como padre ausente, ha desamparado al hijo. Sin embargo, y
la pérdida de una sociedad integrada. Esto generaría en su es- a modo de alivio, los lazos con el ideal se retoman bajo la fi-
critura, en consecuencia, la preponderancia de la emotividad gura fantasmal de una vaga esperanza de renovación urbana,
melancólica, por definición escindida, fragmentada, destota- de futura modernización: “Quiero creer que el futuro, el del
lizada. Y si bien en dos de las poetas domina más bien un tono Paseo Huérfanos, pueda llegar a Lo Hermida o Pudahuel”
irónico, no obstante, me parece que solo se trata de una arti-
culación distinta del mismo ánimo. Paso ahora a la lectura. 13 Para citar un ejemplo cercano, pienso en el fragmento de Hijo de Ladrón en el
que Aniceto Hevia discurre acerca de su herida pulmonar.

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(Villegas, Antología 57). yecto socialista. El desgarro del cuerpo y, en consecuencia,
El poema “Intento al padre”, de la misma autora, expli- el del espíritu, alegorizan el reclamo contra la fragmentación
cita la característica ambivalencia del melancólico con res- del “cuerpo” social por causa del extravío del ideal que aspi-
pecto a su objeto perdido ­—ese tira y afloja que quiere y raba a integrarlo.
no quiere cortar los lazos­—. Por un lado, quiere desasirse: Lo mismo en la trilogía de poemas “Viajero”, “Viajero II”
“Cómo ser silencio y en la mudez quedarme con el gran y “Viajero III”, según Villegas conectado directamente con la
misterio de tu vida. / Si no saber nada a veces es bueno, circunstancia política: “Un aspecto de la nueva circunstan-
del padre descrea los lazos y hace los universos pequeños” cia histórica que forzó la salida del país a grupos de chilenos
(Villegas 58); pero, por otro, insiste en conservar la posición se plasma en el motivo del hombre ausente o el viajero” (25).
libidinal: “Saber de tu origen, / cuál la primigenia mezcla Frente al exilio y la ausencia del objeto amado, la hablante
que me tiró a tus brazos? / cuál el lugar primero que amaron responde conservando los lazos mediante una suerte de se-
tus ojos?” (Villegas 58). En el verso final es bastante clara la guimiento mental primero por Oriente, luego a través del
identificación entre el padre y la patria, de manera que si- mar donde ella se imagina: “suspendida en el hueco / de tu
multáneamente uno es la metonimia de la no asumida pér- bolso de viaje / y un poco, poquito / a tu cerebro” (Villegas
dida del otro: “Hacerme pequeña, aún más pequeña y ob- 144), manifestando el reverso de lo que sucede —que es él el
servar desde algún ojal todo tu territorio sin equivocarme” que en realidad viaja por la mente de la hablante y no al re-
(Villegas 59). vés—, y finalmente por Francia. Los tres poemas configuran
En la escritura de Natasha Valdés es posible interpretar un solo afán de mantener los lazos con “el amado” a pesar
las figuras del hombre violador y del hombre ausente, tam- de su ausencia. El poema de la misma Valdés, “Lamento por
bién como figuras mediante las cuales se formulan querellas la patria”, no hace sino explicitar y coronar —transformando
contra la patria “protectora” y “presente” que se ha perdido. el conjunto en una tetralogía— el discurso implícito en los
Villegas comenta en el prólogo de la antología que “[el] mo- poemas anteriores, en tanto se pregunta por el modo de re-
tivo de la violación en “Insondable” sirve de elemento estruc- vivir el objeto (y no de asumir su pérdida), permaneciendo
turante de su manifestación del último residuo de indepen- en la misma mecánica melancólica: “¿Cómo devolverte el
dencia que le queda” (28). Y esto porque según le señala la futuro?” (Villegas 145).
hablante lírica al violador “el único territorio virgen / que me En cuanto al tono irónico que he mencionado y que ca-
queda / es el de la calma y allí nunca / tú entrarás” (143). La racteriza la escritura de dos de las cinco poetas analizadas,
disminución del yo, propia de la psiquis melancólica, en este mi postura concuerda plenamente con lo expresado por Juan
caso se produce por efecto de la violación —disminución de Villegas en la antología estudiada:
la dignidad del cuerpo—, y así el poema, en realidad, es una Tanto la antipoesía como la poesía de lo cotidiano favorecen
protesta contra la protección perdida con el truncado pro- la incorporación de materiales poéticos marginados y la uti-

200 201
lización de discursos marginales. Es decir, la transformación tenido, maquillado por una indiferencia afectada, por una
social ha legitimizado la experiencia femenina como poética- autodestructiva performance adolescente.
mente válida y las nuevas tendencias poéticas proporcionan También destaca por un tratamiento irónico del regis-
los instrumentos retóricos para esa expresividad (21). tro la poesía de Leonora Vicuña, quizá la más sobresaliente
del grupo por su manera sutilísima de subvertir las formas
No obstante su retórica menos ampulosa y dramática, y oponerse a las tradicionales representaciones de género.
esta poesía no deja por eso de responder al mismo contexto Tres de sus poemas son sonetos compuestos según el mo-
y de constituirse, entonces, como una reelaboración de las delo más clásico, sin embargo, a pesar del puntilloso apego
mismas reacciones. En la medida en que “los extremos se a las reglas y a los tópicos, les imprime un tratamiento que
tocan”, de hecho, transporta —aunque encubierto— un dis- les es ajeno, de tal manera que, perfectos y todo, resultan
curso tan o más desolado que el de los poemas anteriormen- burlados, y así la perfección formal queda, por así decir,
te tratados. ridiculizada en todo su esplendor. El poema “Elvis Pres-
El título del poema “Como perros y gatos” de Verónica ley” recuerda primero la imponente y fogosa figura del rey
Poblete, da cuenta, con ese giro coloquial, de una difícil re- del rock: “El tango que palpita en tu latido / volviendo al
lación sentimental, sin embargo, la hablante parece hallarse ring del blue y a las mulatas, / transforma sus polleras en
en completa soledad, puesto que sus alegatos no encuentran fogatas / que giran embriagadas de sentido” (Villegas 161);
respuesta alguna: “Actualmente es difícil el contacto: / Mis para luego enfriar burlescamente la escena con el tópico
palabrotas caen a un vacío / mis palabritas me suenan afecta- del ubi sunt rebajando la figura varonil, ahora muerta y
das / mi murmullo yo misma no me entiendo” (Villegas 137). sólo presente en la imagen fantasmagórica y artificiosa,
Más que difícil, el contacto resulta inexistente y la hablan- kitsch, diríase, de sus viejas presentaciones: “Ya no eres más
te se dirige querellas a sí misma para reprochar la ausencia el rey del filamento / en el ecrán radiante, en las pantallas
en el presente de una situación anteriormente armoniosa y / donde viene a vivir por un momento / la dulce melodía
con la que así mantiene los lazos. Los versos finales vienen a que ahora callas / bajo una fría loza de cemento, / Gardel
confirmar la total ausencia de aquel pasado ideal; la hablan- del rock and roll y de las challas” (Villegas 161). Esta des-
te sucumbe a un tedio que parece tanto más desesperante articulación de una forma (el soneto) y de un tópico (el
cuanto se encuentra expresado mediante un lenguaje parco y ubi sunt), sin embargo, manifiesta una sensibilidad distinta
desaliñado, que no se anima ni siquiera a propiciarse el pla- frente a la pérdida de lo antes fresco y esplendoroso, de
cer verbal, aunque sí el del autoflagelo: “Por lo tanto no sé aquello que mantiene sólo su esplendor en el simulacro,
yo con quién vivo / mi vida rebota en sí misma / así que soy en el ecrán de la memoria melancólica. Al tiempo que de-
glotona, televidente e indiferente / y que nadie me condene” nuncia la vanidad del objeto perdido, imbuida en la aguda
(Villegas 137). Aquí el ánimo melancólico se encuentra con- autoconciencia del irónico, la hablante reconoce su propia

202 203
vanitas, en tanto deja al descubierto cómo ella se resiste a Un ánimo similar se percibe en el poema “Días descono-
quitar la mirada de aquel radiante pasado. Se denuncia va- cidos” de Alejandra Villarroel. Es decir, un ánimo que fluctúa
nidosa, vana, al estar seducida por un muerto, y se flagela entre la percepción de una realidad donde el sujeto hablante
explicitando al máximo el modo en que vanamente insiste se ha empobrecido y la posibilidad, apenas avistada, de un
en conservar su posición libidinal con respecto al objeto desanudamiento utópico del lazo melancólico. Primero, la
de deseo, que no es otro que un “rey”, ligado necesaria- naturaleza se presenta despojada de sus atributos convencio-
mente a un “reino”, a un territorio protegido por esa “regia” nales de liberada serenidad, y aparece bajo un manto malig-
presencia masculina. no, anómalo: “Montañas con pechos de nieve hacen som-
Es difícil resistirse a ver en el poema, “El doble”, de la bra / a mutilados árboles / Las abejas tejen la última miel: es
misma autora, la intuición del desdoblamiento, la frag- amarga” (Villegas 167). Pero hacia el final irrumpe la posibi-
mentación de la psiquis melancólica que se curva sobre sí lidad de escapar, gracias a una presencia protectora de la que
misma. En efecto, la hablante bebe una sopa en medio de se ven sólo las manos. Éstas, sin embargo, funcionan como
una atmósfera siniestra y con la persistente sensación de la metonimia del cuerpo que se aproxima y se constituyen
una amenaza mortal: “¿De qué temor absurdo soy la presa / en símbolos del apoyo y la confianza: “Corro las cortinas: el
cuando mi propia mano es la que guisa? / Pruebo del caldo tiempo viene rodando: / los ararnos perfuman la lluvia / y tus
toda su sorpresa” (Villegas 162). Y en realidad, en conse- manos se extienden” (Villegas 167).
cuencia con nuestra lectura, el doble es la hablante, y la que Como se ve sobre todo en los poemas de Vicuña y Villa-
luego aparece, el original, que aniquila a aquella parte de sí rroel, el ánimo melancólico no puede ser identificado nece-
donde se ha posado la sombra del objeto perdido. Esa parte sariamente con una actitud quietista o quejosa. Estas poetas
fundida con la pérdida es la que habla y, acusando a la otra le restituyen con creces a la melancolía el carácter “revoltoso”,
de ser el doble, en realidad cae víctima del original: “Mas por así decir, que sutilmente señaló Freud.
sólo entonces un gesto me avisa / que está mi DOBLE sen-
tado a la mesa. / Me ha envenenado. ¡Récenme una misa!” IV. Conclusiones
(Villegas 162). De algún modo, este poema escenifica la po-
sibilidad de escapar a la mecánica melancólica, en la medida Quedan muchas preguntas sin respuestas, algunas de ellas
en que, al asesinar esa parte propia donde se aloja la sombra son: ¿Qué hacer con esos “textos posibles”? ¿Dónde situar-
del objeto perdido que posibilita la mantención del lazo, por los dentro de la historia literaria nacional? ¿Serán realmente
fin es posible desanudar la libido del objeto amado, del ideal un traspié del seleccionador de la antología? ¿Estos poemas
perdido, abandonar el intento infructífero de resucitarlo “sueltos” deben necesariamente considerarse como partes de
fantasmáticamente y entregarse a la tarea de construir uno un “proyecto creador” truncado? Estas preguntas exigen un
nuevo. examen más acabado cuyas posibles respuestas aquí he in-

204 205
tentado exponer de un modo más bien tentativo. Creo, sin Bibliografía
embargo, que a ciertas conclusiones he logrado arribar.
De todo lo expuesto anteriormente presumo que se des- ACERO, Nibaldo. “Aproximación al concepto de vestigio
prende claramente que no he intentado reclamar un recono- escritural en Amberes de Roberto Bolaño”. Bagubra 2
cimiento canónico para estos escritos. Lo que he querido po- (noviembre 2012): 72-86.
ner de relieve es que si en la interrupción, en lo fragmentario, AGUDELO, Ana María. “Aporte de las antologías y de las
radica la especificidad de la literatura de la época, estos tex- selecciones a una historia de la literatura”. Colombia Lin-
tos pueden considerarse con toda propiedad como altamen- güística y Literatura. Editorial Universidad de Antioquia.
te representativos de la producción poética de la dictadura, v. 27, fasc. 49 (2006): 135-152.
pues en su calidad de fragmentos de virtuales proyectos crea- BARTHES, Roland. Roland Barthes par Roland Bar-
tivos, cargan con un signo más de su contexto, lo que, ade- thes [1975]. Paris: Seuil, 1995.
más, encuentra interesantes correspondencias con su conte- BIANCHI, Soledad. Entre la lluvia y el arcoíris. Algunos jó-
nido emotivo interno, como me parece haber demostrado. venes poetas chilenos. Barcelona: Instituto para el Nuevo
Hay una ruptura, un quiebre que se origina en la violencia Chile, 1980.
social de la época, se extiende al campo literario, escoge a _____. Poesía chilena. Miradas, enfoques, apuntes. Santiago:
la antología por sus características intrínsecas para ampliar Documentas/Cesoc, 1990.
su poderío, se afinca en la emotividad lírica y, al aparecer, BLANCHOT, Maurice.  L’espace littéraire. Paris: Gallimard,
termina finalmente segando con su fuerza paradójica el im- 1955.
pulso creativo que originó. Es por esta íntima relación entre _____. Le Livre à venir. Paris: Gallimard, 1959.
todos los niveles de análisis desde los que puede leérselos, _____. “El insensato juego de escribir”. El diálogo inconcluso.
que los poemas de las cinco poetas tratadas en este trabajo se Caracas: Monte Ávila. (1970): 647-648.
merecen, al menos, un lugar reconocible dentro una historia _____. La Communauté inavouable. Paris:  Éditions de Mi-
general de la poesía chilena. nuit, 1983.
BOURDIEU, Pierre. Campo de poder, campo intelectual. Iti-
nerario de un concepto [1966]. Tucumán: Montressor,
2002.
CÁCERES, Jorge. “Totalidades fragmentadas y totaliza-
ciones interrumpidas. Fragmentos y vestigios de la lite-
ratura chilena”. (Texto inédito).
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208 209
DE VESTIGIOS
Y OTROS FANTASMAS
“PRÓXIMO A PUBLICARSE”.
SOBRE LOS PARATEXTOS SIN TEXTO
DE LA VANGUARDIA DE VALPARAÍSO
(VESTIGIO Y ESPECULACIÓN)1

Hugo Herrera Pardo

En el principio era el hecho! Y después nació la palabra para


matarlo como un miserable, cobardemente!

(Zsigmond Remenyik, “Cartel N° III”).

1. Vestigio y especulación

Expresa Genette en la “Introducción” a Umbrales: “sin duda


se puede afirmar que no existe, y jamás ha existido, un texto
sin paratexto. Paradójicamente, existen en cambio, aunque
sea por accidente, paratextos sin texto, ya que hay obras des-
aparecidas o abortadas de las que no conocemos más que el
título.” (9). Luego, no se extiende mucho más sobre el asunto.
Tan solo menciona algunos ejemplos de la tradición griega y
la literatura francesa, antes de enunciar una frase sugerente,
aunque reducida en su fuerza ilocutoria: “Hay mucho en qué

1 El presente ensayo es una extensión del artículo “‘Próximo a publicarse’: sobre


los paratextos sin texto. El ‘sistema de suscripción integral previa’, de Neftalí Agrella
y Julio Walton (Vestigio y especulación)”, publicado en revista Bagubra, núm. 2 (no-
viembre 2012): 36-58.

213
soñar en esas obras, un poco más que en muchas de las obras nos enteramos de las fallidas incursiones en otros géneros de
disponibles y que pueden leerse completas” (9). En efecto, destacados escritores. Un caso recurrente lo constituyen los
hay mucho para soñar en los libros inconclusos, perdidos o proyectos narrativos de grandes poetas, como cuando Jorge
anunciados y nunca siquiera llegados a escribir que Genet- Teillier nos recuerda que la novela que había comenzado a
te denomina paratextos sin textos. El solo hecho de intentar escribir Pablo de Rokha llevaba por título Clase media y de la
enlistarlos asedia lo borgeano; tanto por lo infinito como por cual, lamentablemente, solo llegaron a publicarse algunos ca-
la difuminación de la frontera que demarca lo real de lo fic- pítulos en la legendaria revista Multitud3. O también porque
cional. Y, sin ir más lejos, borgeanamente en los últimos años hacen referencia a proyectos que de haber sido terminados y
han surgido algunos títulos para comentarlos y entregarles publicados habrían cambiado notoriamente el aura que re-
una historicidad irremisiblemente imposible: Historia uni- viste a ciertos autores y sus obras. En este sentido, famoso es
versal de la destrucción de los libros (2004) de Fernando Báez el caso de La cordillera, la novela que por años anunció pu-
y The Book of the lost books: An incomplete history of all the blicar Juan Rulfo tras Pedro Páramo y que finalmente quedó
great books you´ll never read (2006) de Stuart Kelly son solo inconclusa. Un puñado de fragmentos fueron conservados y
dos de ellos. con posterioridad integrados a Los cuadernos de Juan Rulfo
En muchos casos se trata tan solo de breves enunciados, (1994). En otros casos la ensoñación se alimenta de un hecho
desperdigados en los diversos canales que ofrecen la litera- aún más elemental, no si hubieran sido terminados y publi-
tura y la cultura. Pero, y si bien breves y desperdigados, se cados, tan solo si hubieran sido escritos. Por medio de su
encuentran recubiertos de un aura que alimenta la ensoña- hija, sabemos que el crítico bolchevique Anatoli Lunachars-
ción de los lectores (y el marketing en la cultura de masas, ki (Comisario de instrucción pública tras la Revolución de
por cierto). Alimentan la ensoñación porque enfrentados a Octubre) se había propuesto, después de cumplir los sesenta
la construcción tradicional de la historia, llevada a cabo por años, dedicarse a escribir tres libros que pretendían conver-
medio de acontecimientos ya acaecidos, es decir, ya insti- tirse en la summa de su pensamiento. El que aglomeraría su
tuidos, los paratextos sin texto se presentan como aconteci- visión estética llevaría por título La risa como arma en la lu-
mientos disruptores en tanto significan lo que no ha sido o cha de clases. Una enfermedad cardiaca le quitó la vida en
no llegó a ser. Una disrupción en la historia y en nuestra ex- 1933, a los 58 años.
periencia en ella que crea —hace soñar— un tipo de expec- Sin duda hay mucho que soñar, no obstante ¿cuáles po-
tativas en nuestra actividad como lectores que actúa como drían ser los posibles sentidos de la paradoja a la que aludía
punto de fuga con respecto al sentido2. Por ejemplo, cuando
las de caballería.
2 Aura y ensoñación que, por lo demás, explican, entre otras cosas, su temprana 3 Teillier lo comenta en el ensayo “La otra cara de la prosa”, publicado en el volu-
aparición como recurso estructural en algunos de los géneros comprendidos como men que reúne sus incursiones en este tipo discursivo, y titulado, de hecho, como
eslabones hacia la irrupción de la narrativa moderna, como las novelas bizantinas y Prosas (1999).

214 215
más arriba Genette? En todos los casos llama la atención Porque sin duda que hay mucho para soñar en estas
que estos textos extraviados, inconclusos, guillotinados o obras, como asumía Genette, pero también muchas relacio-
solamente enunciados, e inclusive también en aquellos auto- nes de sentido que reconstruir. Y es que observadas desde
res sin obra, los “bartlebys” o “escritores del no” de quienes su recepción o efecto, sostengo que los problemas ínsitos a
habla Vila-Matas a partir del célebre relato de Melville, ha- estos vestigios (para)textuales, surgidos de la distancia entre
yan y sigan circulando mediante una materialidad que roza su enunciación y su fallida consagración material pueden
lo fantasmal. En realidad se trata de una muy particular ma- llegar a interpretarse, persiguiendo en ellos su significación
terialidad, en algunos casos interrumpida, en otros elidida o cultural a partir de la conexión que establecen con redes de
extraviada, ya sea accidentalmente o no, y a la que podemos sentido de las cuales el vestigio significa su interrupción. Un
denominar como vestigio para deslindarlos de las manifes- vestigio es entonces, de manera inicial, una manifestación
taciones fragmentarias. Esta escisión se hace necesaria por cuya materialidad ha sido —incidental o voluntariamente—
dos motivos. Primero, para escabullir la discusión en torno fracturada o abortada, pero cuyo sentido, por medio de redes
a la consideración del fragmento como un tipo discursivo de asociación, puede de algún modo llegar a interpretarse, es
que involucraría a expresiones como máximas, sentencias decir, a especularse.
y aforismos, todas ellas bien distantes en muchos sentidos, Planteado así, ¿qué significa, entonces, el fenómeno de
tanto intencionales como involuntarios, de los paratextos sin inversión en que un elemento como el paratextual, definido
texto. En segundo lugar, y por sobre todo, se hace necesa- y caracterizado como “discurso heterónomo auxiliar”, co-
rio deslindarlos debido a la carga semántica que arrastra el bre relativa independencia o autonomía y acabe circulando
fragmento desde su proposición en el romanticismo. Desde sin el discurso principal para el que fue pensado? ¿En qué
aquella posición, el fragmento significa algo muy distinto irrupción histórica se enmarca la emergencia de este tipo de
a lo inacabado o aquello que rompe con la totalidad, sus enunciados? ¿Qué significa especular sobre sus redes de aso-
convencionales formas aparentes. Por el contrario, como ciación? Propongo que el asunto nos conduce a tres explora-
lo expone Rancière, en “su nacimiento romántico, el frag- ciones. Primero, nos introduce a una contrahistoria del libro
mento no es la destotalización que funda la literatura como en sus diversas dimensiones, desde su aspecto como objeto
experiencia de lo imposible. Es más bien la resolución de hasta sus efectos como institución hegemónica del conoci-
las contradicciones de la nueva totalidad” (83). Este plantea- miento. Este hecho, en segundo lugar, nos lleva a interrogar-
miento sobre el fragmento puede entenderse como una de nos, a partir de la evidencia de ciertas coacciones materiales,
las posibles explicaciones de su consagración como género por cuales han sido algunas de las condiciones históricas
desde el romanticismo a esta parte, a la vez que entorpece limitantes en la enunciación, publicación, circulación y re-
uno de los sentidos que, en lo sucesivo, propondré como lación social del libro. Por último, y de modo más general,
interpretación de los paratextos sin texto. nos conduce a problematizar cómo, en distintos momen-

216 217
tos y circunstancias de nuestras sociedades, hemos llevado Es planteado de esta manera que el problema se presenta
a cabo el complejo proceso de la circulación del sentido, la como un contrapunto crítico a las diversas categorías de to-
construcción del significado y su valoración social. Una in- talidad y unidad anteriormente referidas desde las cuales se
terrogante que nos permite discurrir sobre el lugar asignado ha pensado el proceso de interpretación en la modernidad.
a la significación al interior de los discursos por parte de las En este ensayo, centraré la reflexión en la forma específica
formaciones más imponentes del pensamiento occidental. que el caso adquiere en el contexto de las vanguardias, y en
Problema que podemos asumir desde la figura de la sinéc- concreto, la vanguardia desarrollada en Valparaíso a partir
doque si focalizamos nuestra atención en las categorías de de comienzos de la década de 1920. Más allá de una breve
unidad y coherencia —como las denomina Foucault— que aproximación panorámica al problema, el análisis estará fo-
históricamente han gobernado nuestra relación con el sen- calizado, particularmente, en tres paratextos sin texto que
tido por medio de una articulación del significado simbóli- el grupo vanguardista de Valparaíso anuncia entre 1922 y
camente impositiva y materialmente excluyente: autor, libro, 1933: la mención de una próxima publicación colectiva que
obra y, en el siglo XX, de modo fundamental, la categoría de acompaña al primer manifiesto del grupo, Rosa Náutica de
texto. En todas ellas persiste una coacción de totalidad que el 1922; el anuncio de un “vasto y valioso programa accio-
vestigio (para)textual encara y desvela desde su atropellada nal” de publicaciones que realizan en un medio de prensa
constitución simbólica y material. porteño, también en ese gran año de eclosión internacional
En definitiva, a partir de las particulares formas y cir- de las vanguardias que es 1922; y por último, un particular
cunstancias de estas manifestaciones incompletas que cons- “sistema de suscripción integral previa”, anunciado en forma
tituyen los textos perdidos, inconclusos, anunciados/enun- de paratextos, que dos figuras claves de aquél movimiento
ciados y nunca escritos, algunos de los cuales, a lo más, han vanguardista, Neftalí Agrella y Julio Walton, se propusieron
llegado a circular en la forma de paratextos sin textos, sur- desarrollar a inicios de la década siguiente bajo el proyecto
ge la inquietud por las consideraciones que ha recibido la de Editorial Arauco.
materialidad en el proceso de construcción del significado.
Una consideración que nos lleva a abordar la extensa y tes- 2. Materialidad y sentido: apostillas a una
taruda oposición entre el “idealismo” y el “materialismo” en diatriba entre Bouvard y Pécuchet
la adjudicación del significado, y que Kastan califica como
una confrontación entre una perspectiva “platónica” y otra Al abordar la oposición entre “idealismo” y “materialismo”
“pragmática” (Chartier, Inscribir y borrar 11). Confrontación en la tradición occidental de las ciencias modernas, en el
en la cual, como se sabe, la primera de ellas ha imperado marco del problema propuesto, se torna difícil, debido a su
poderosamente, llegando a construir una vasta tradición en profunda ironía, no extender la red de sentido con uno de los
el pensamiento occidental. tantos episodios desternillantes de la inconclusa novela pós-

218 219
tuma de Gustave Flaubert, protagonizada por los dos famo- sin un fin! Los efectos sobrevienen ahora o más tarde. Todo
sos copistas fracasados. En un debate casi al final del capítulo depende de las leyes. Así pues, hay causas finales” le espeta
octavo -capítulo en el que, por lo demás, Borges cifra la re- exaltadamente el idealista Pécuchet al materialista Bouvard).
conciliación de Flaubert con sus “dos idiotas, menosprecia- De este modo, a partir de la entronización de la naturaleza
dos y vejados por el autor” (Borges, Obras completas I 259) que llevan a cabo las ciencias:
desde el comienzo mismo de la novela-, y tras interesarse por
la gimnasia, la magia, las ciencias ocultas, la filosofía moder- La antigua idea de un orden social, evaluado según normas
na y la psicología, Pécuchet se posiciona de lado del “idealis- morales, es sustituida por la concepción de un sistema abstrac-
mo”, mientras que Bouvard defiende la perspectiva opuesta. to e impersonal. Lo social es concebido como una estructura
“¿Qué es, pues, la materia? ¿Qué es el espíritu? ¿Dónde se objetiva que sería la premisa (no necesariamente consciente)
de la acción humana. Se consolida así la escisión entre objeto
origina la influencia de la una sobre el otro, y a la recíproca?”,
y sujeto, entre estructura y acción, entre sistema y mundos de
lanza, casi al comienzo de la enconada disputa, el incisivo vida (Lechner 482).
narrador, en una discusión que conduce a los personajes a
caer en la consideración de las fatalidades de la filosofía y la Para Lechner, las consecuencias de este desplazamien-
lógica, y muy seguido de ello, como si de una relación causa/ to, el cual trae aparejado un profuso juego de oposiciones,
efecto se tratara, a una reflexión sobre la muerte. La disocia- conducen y construyen dos grandes problemas en la teoría
ción entre “platonismo” y “pragmatismo” a la que se refie- social posterior. Por una parte, una “des-subjetivación de la
re Kastan es también, en buena parte, una discusión entre reflexión”, en tanto la “investigación social es puesta bajo el
“Bouvards” y “Pécuchets”. El hecho es que la ruptura de la imperativo metodológico de un acto neutral en relación a
abstracción por la -abortada- materialidad que la recepción los valores” (482). Y, por otra, una “des-materialización de
de los vestigios paratextuales desvelan guarda sentido con un lo social”, al asumir como racional “solo la acción que res-
sólido y persistente proceso que marca el inicio de las cien- ponda a los criterios de eficiencia medio-fin. Tal definición
cias modernas, y cuyas huellas en la tradición selectiva más de lo racional hace abstracción de los fines de la acción y,
imponente del pensamiento occidental puede comprenderse por ende, de los eventuales efectos” (483). Un proceso de
hasta bien entrado el siglo veinte. abstracción tal que luego se extenderá a los diversos ámbitos
Como lo explica Norbert Lechner, durante el siglo XVIII del conocimiento: “El arte tiende a autonomizarse como un
el movimiento que abarca la entronización de la naturaleza ámbito específico de la misma manera que la economía se
en lugar de la metafísica como el referente objetivo de la ac- independiza del valor de uso de los bienes y que el derecho
ción humana establece una nueva función para las ciencias; formal hace abstracción de las nociones de justicia” (484). En
traducir la observación de los hechos en relaciones causales el plano concreto de la reflexión sobre el discurso, la produc-
sujetas a una acción instrumental medio-fin. (“¡Nada se da ción del sentido quedó relegada a ser el resultado del simple

220 221
funcionamiento abstracto e impersonal del lenguaje, valida- materialidad que terminó reforzando este extenso proceso, a
do así en categorías que sostienen la coherencia y unidad de tal punto que la textualidad llegó a percibirse como “la antí-
las producciones escritas: obra, autor, libro, y con posterio- tesis exacta y a sustituir a lo que podría llamarse la historia”
ridad, texto. Este proceso de abstracción produjo una soste- (Said, El Mundo 14). En términos sencillos, el gran giro que
nida línea divisoria entre las disciplinas que, por un lado, se impulsó a reconsiderar la participación de la materialidad en
concentran en la comprensión y el comentario de las obras, el proceso de construcción del sentido y, con ello, a acercar
y por otro, las que se ocupan del análisis de las condiciones las disciplinas “platónicas” de las “pragmáticas” lo constituyó
técnicas o sociales de su publicación y circulación. Sucesivas la transición de pensar las condiciones materiales desde el
formaciones emergidas a raíz de este proceso de abstracción aspecto hacia el efecto. Esta transición fue canalizada por el
característico del pensamiento social moderno consolidaron lenguaje entendido como un hecho social, superando de esta
la disociación entre las disciplinas “platónicas” y las “prag- forma la abstracción e impersonalidad con las que el lenguaje
máticas”. Como argumento que explique esta escisión, Char- mismo había sido considerado. Las bases de esta transición
tier arguye las siguientes razones: encuentran un importante fundamento en Marx y Engels,
quienes en repetidas ocasiones señalaron que la vinculación
[L]a permanencia de la oposición entre la pureza ideal de la entre los procesos de índole espiritual y los de naturaleza ma-
idea y su inevitable corrupción por la materia; la definición terial se producían por medio del lenguaje.
del copyright, que establece la propiedad del autor sobre un De este modo, si entendemos por materialidad a las —
texto considerado siempre idéntico a sí mismo, sea cual fuere siempre a posteriori— relaciones productivas reales que ins-
la forma de su publicación; o incluso, el triunfo de una estética
tauran diversos tipos de experiencias y prácticas sociales,
que juzga las obras independientemente de la materialidad de
su soporte (Chartier, Inscribir y borrar 10-11). debemos entender, como lo asume Raymond Williams, que
el lenguaje, el particular aspecto material de la literatura, no
De esta manera, el Neoplatonismo, la Estética y la de- constituye solo un medio para la realización de dicha prác-
finición del copyright, entre otras, no solo contribuyeron a tica. Para Williams, el lenguaje igualmente forma parte del
soportar la disociación entre la “materialidad del texto y la “indisoluble proceso social material”, comprendido como
textualidad del libro”, también sirvieron de fundamento para indisoluble no solo en su rol de marco contextual para las
que formaciones posteriores, como caso paradigmático las “condiciones sociales de la creación y la recepción del arte,
corrientes francesas de filosofía sobre el lenguaje de los se-
vez constituido, la materialidad puede llegar a interferirlo. En las últimas décadas,
senta y setenta4, sostuvieran una versión tan abstracta de la algunos planteamientos opuestos a éste y que reponen la importante participación
de la materialidad en la construcción del sentido lo constituyen las investigaciones
4 Sin ir más lejos, para Kristeva, en La revolución del lenguaje poético, la mate- de, entre otros, Donald F. McKenzie, Roger Chartier, Béla Büky y Roger Laufer. De
rialidad se encuentra inicialmente fuera del sentido, el cual es constituido en el este último véanse, por ejemplo, sus conceptos de “scripturation” o la “énonciation
texto por diversos y complejos procesos sociales, psicológicos y biológicos. Una typographique”.

222 223
dentro de un proceso social general del que aquellas no pue- las fallidas materialidades de los paratextos sin texto nos lle-
den ser extirpadas”, sino que es también indisoluble tanto “en vará a reflexionar sobre algunas de las formas específicas que
la creación y recepción efectivas que conectan los procesos adquieren las coacciones que han limitado su enunciación y
materiales dentro de un sistema social del uso y la transfor- circulación social en circunstancias concretas.
mación de lo material (incluyendo el lenguaje) por medios
materiales” (Williams, Marxismo y Literatura 203). Dentro 3. Paratextos sin texto de la Vanguardia de
de este indisoluble proceso social material, el lenguaje sig- Valparaíso (o “Historia local de la infamia”)
nifica un caso particular debido a que es, simultáneamente,
tanto una práctica material como un proceso en el que varia- Pueden reconocerse dos grupos vanguardistas en Valpa-
das actividades y situaciones de carácter complejo, y de un raíso. El primero, y el más importante, comienza a confor-
tipo menos ostensiblemente “material –desde la información marse alrededor de 1921, año en que Neftalí Agrella regresa
hasta la interacción, desde la representación hasta la imagi- de un divulgado viaje a New York donde habría estado re-
nación y desde el pensamiento abstracto hasta la emoción unido con Filippo Tommaso Marinetti, y año en que arriba
inmediata-, son específicamente comprendidas. El lenguaje también al puerto un singular escritor húngaro, Zsigmond
es en realidad un tipo especial de práctica material: la prácti- Remenyik. De tendencia anarquista y ligado al movimiento
ca de la sociabilidad humana” (219- 220). vanguardista húngaro Activismo, Remenyik huye exiliado
El lenguaje es, por consiguiente, una actividad social de Budapest tras la caída de la Räterepublik —la Repúbli-
mutuamente compartida la cual se encuentra “enclavada ca de los Consejos— en 1919. Tras previo paso por Viena
en relaciones activas dentro de las cuales cada movimien- (donde se reúne con Lajós Kassák, figura clave del Activismo
to constituye una activación de lo que ya es compartido o húngaro), Hamburgo, Ámsterdam y Rotterdam, Remenyik
recíproco o puede convertirse en tal” (Williams, Marxismo habría llegado en 1920 a Latinoamérica. Tras desempeñar
y Literatura 222). Entonces, si el lenguaje no constituye un diversos oficios de sobrevivencia (como dependiente en una
medio, tampoco constituye producción sino que efectiva- casa de cambio, garzón en un hotel, vendedor ambulante,
mente se presenta como creación, en el cual se materializan recadero, contrabandista, pianista de bar) residiendo bre-
diversos tipos de experiencias “incluyendo la experiencia de vemente en bodegones y burdeles de Pernambuco, Mon-
la producción de objetos que, a partir de nuestra más pro- tevideo, Buenos Aires, algunas zonas de Bolivia, Paraguay
funda sociabilidad, van más allá no sólo de la producción de y nuevamente Argentina, el denominado Don Quijote de
mercancías, sino también de nuestra experiencia corriente Heves (por su provincia de nacimiento) o el Extranjero de
de los objetos” (217). Si el lenguaje materializa nuestras ex- Dormand (su ciudad natal), arriba a Valparaíso en diciem-
periencias de producción y percepción de los objetos, por bre de 1921. Al año siguiente el grupo realiza su primera
tanto la experiencia de reconstruir los sentidos alrededor de publicación, una hoja vanguardista titulada Antena, en cuyo

224 225
primer y único número aparece el manifiesto Rosa Náuti- Entre la aparición de Rosa Náutica y este peculiar e in-
ca firmada por los mismos Agrella y Remenyik, además de sólito concierto, el grupo fundó Tour Eiffel, editorial que
Julio Walton, Marko Smirnoff (propagandista ruso), Mar- lanzó el libro de Zsigmond Remenyik, La tentación de los
tín Bunster, Salvador Reyes, Alberto Rojas Jiménez, Carlos asesinos. Epopeya, del cual, según palabras del mismo Ju-
Toro Vega (pintor mexicano), entre una veintena de firman- lio Walton, no se vendió ni un solo ejemplar, por lo que la
tes, y en el que figuran adhiriendo artistas de la talla de Vi- editorial tuvo que cerrar. El grupo también publicó las re-
cente Huidobro, Jorge Luis y Nora Borges, Jacques Edwards vistas Elipse. Ideario de nuevas literaturas, específicamente
(Joaquín Edwards Bello), Manuel Maples Arce y Guillermo Agrella y Walton en 1922, y la revista Nguillatún. Periódico
de Torre. El grupo permanecería en activo hasta más menos de Literatura y Arte Moderna, nuevamente Agrella, esta vez
el año 1925, momento en que la mayoría de sus principales junto a Pablo Garrido en 1924. Deben igualmente men-
gestores se había trasladado hacia Santiago “por motivos vi- cionarse la intervención por parte de Agrella en la sección
tales” como asumiría Walton5. Neftalí Agrella fue el último cultural del periódico La Estrella de Valparaíso, con la pu-
integrante en radicarse en la capital chilena, pero antes de blicación de la página Revista Nueva y la aparición del poe-
partir habría realizado como última actividad vanguardista, mario del mismo escritor Poemas, en 1925, libro en el que
y junto a Pablo Garrido, un “concierto de música futurista Walton reconoce se presentan las, hasta ese momento, “dos
y semidadá (Enero de 1925)” (Walton 181), según cuenta distintas etapas de su labor poética: simbolismo y vanguar-
su incondicional amigo y colaborador en el texto “Apuntes dismo, además de unos ingeniosos ‘haikais’” (“Apuntes para
para una biografía de Neftalí Agrella”, que sirve de prólogo a una biografía de Neftalí Agrella” 181)6. El segundo grupo
El alfarero indio (1933) del mismo Agrella. vanguardista de la ciudad surge un par de años más tarde
de producido el desplazamiento de los integrantes más im-
5 Remenyik había partido a Lima a fines de 1922 donde inclusive contrajo matri-
portantes de este primer grupo a Santiago, y se caracteriza
monio y tuvo una hija, sin embargo, se sabe que ambas murieron de tisis. Al poco por la publicación de la revista GONG, tablero de Arte y
tiempo de tan trágico hecho, alrededor de 1926, el escritor húngaro abandonará la
capital peruana para regresar a su país. En octubre de aquél año, en el primer núme-
ro de la mítica revista trampolín (renombrada hangar para el segundo, rascacielos 6 Para mayor profundización sobre este primer grupo vanguardista desarrollado
para el tercero y Timonel para el número final), Magda Portal le dedica un sentido en Valparaíso, pueden consultarse los artículos de Saúl Yurkievich “Rosa Náuti-
texto de despedida, el cual finaliza “así gran lamparero alucinado, sus crímenes flo- ca, un manifiesto del movimiento de vanguardia chileno” (Bulletin de la Faculté
recieron enormes lirios blancos de pureza –para las lágrimas congeladas en el cora- des Lettres de Strasbourg, 46: 649-655, 1968); Georges Ferdinandy “Zsigmond
zón de dios. se fué por el camino del mar –hijo del mundo- en la sentina de algún Remenyik, auteur de Rosa Náutica, un manifeste d´avant-garde paru a Valparaí-
buque- palacio- alumbrando la miseria de los hombres acongojados de SOLEDAD so” (Bulletin de la Faculté des Lettres de Strasbourg, 46: 656-658, 1968); Adolfo de
y de fatiga”. De regreso a Bucarest, (re)inició una compulsiva carrera de novelista, Nordenflycht “La vanguardia de Valparaíso: Expresionismo de/en la periferia” (Es-
caracterizada por una estética cercana al realismo. Y si bien al comienzo su carrera tudios filológicos 47, 115- 131, 2011); László Scholz “Julio Walton, “El aullido de las
estuvo marcada por una fría recepción por parte de la crítica, hacia el final de su rameras (un texto inédito del grupo ‘Rosa Náutica’” (Hispamérica 60: 73- 84, 1991)
vida –Remenyik fallece el 30 de diciembre de 1962- su vasta producción narrativa y su “Prólogo” a la obra en español de Remenyik, El lamparero alucinado (2009)
alcanzó reconocimiento y cierto prestigio. Edición de László Scholz. Iberoamericana: Madrid.

226 227
Literatura, con un total de 12 números entre agosto de 1929 yaga Vicuña en su libro Las ferreterías del cielo, editado en
y marzo de 1931. Este grupo lo integraron Oreste Plath, Ja- la imprenta de la cárcel de Valparaíso, confeccionado por
cobo Danke, Alejandro Galaz, Guillermo Quiñones, Pedro una decena de reos, a los que agradece en el “Ballet colofón”
Plonka, entre otros. que cierra el texto, y en donde hacia el final expresa que su
Me interesa en particular indagar en los paratextos sin obra fue construida “con restos de linotipias y todas las po-
textos de aquél primer grupo vanguardista de Valparaíso, sibilidades de una imprenta próxima a las penas de muerte”.
entendiendo, por una parte, que este tipo de práctica man- También en el A G C de la Mandrágora (1957) se anuncia
tiene una presencia bastante notoria en el contexto de las que Enrique Gómez Correa publicará próximamente “La
vanguardias históricas, pero que en ningún caso es una poesía negra” (Ensayos), “Descripción de ciudades cono-
práctica que encuentra allí su origen, que es muchísimo cidas y desconocidas” (Prosas), “Discurso sobre el método
más remoto, a pesar de que es en el periodo de las vanguar- del Porvenir” (Ensayo), “Investigaciones sociológicas” (En-
dias artísticas en donde termina connotando una manifes- sayos) y “El alma plebeya” (Ensayo), de las cuales ninguna
tación diferente. Por ejemplo, en el caso de las vanguardias llegó a publicar (¿y a escribir?).
chilenas, es archirreconocido el uso de dicha práctica en Vi- En el caso del primer grupo vanguardista de Valparaíso,
cente Huidobro. En Pasando y pasando (1914), por ejemplo, ya a comienzos de 1922 (no se sabe la fecha exacta), y en
enuncia seis obras “próximas a publicarse” y otras cinco “en su primera publicación, el manifiesto Rosa Náutica apareci-
preparación”, pensadas en los más variados géneros (nove- do en el primer (y único) número de la Hoja vanguardista
las, poesías, crítica, ensayos filosóficos, diálogos filosóficos, Antena, anuncian un texto “próximo a publicarse”. Se trata
etc…) de las cuales ninguna llegó a ver la imprenta. En Alta- del “Ideario de Arte y Literatura actual, TOUR EIFFEL”. Este
zor (1931), menciona otras cuatro obras “próximas a publi- anuncio se encuentra bajo el grabado que acompaña al ma-
carse”, de las cuales solo se conocen dos (Cagliostro y Gilles nifiesto. Se trata del grabado Aktivizmus del pintor activista
de Raiz). Otros casos reconocidos los constituyen Joaquín húngaro Sándor Bortnyik7, que el mismo Kassák le habría
Edwards Bello, que bajo el seudónimo de Jacques Edwards, entregado a Remenyik en su reunión de exiliados llevada
“proclamado presidente DADÁ [para Chile] por Tristán a cabo en Viena, en 1920, previo al viaje a Latinoamérica,
Tzara en la proclamación universal de presidentes en el Sa- según relata Lászlo Scholz en el prólogo a la edición de las
lon des independants, París 1919”, publica Metamorfosis en obras “hispanoamericanas” de Remenyik.
1921. Hacia el final del poemario aparece, sarcásticamente,
como próximo a publicarse el título “FIVE O´CLOCK TE 7 Remenyik junto a Bortnyik fundaron una revista vanguardista de título Új Föld
(Nueva Tierra), en 1927, año siguiente al retorno del primero a Hungría. En dicha
DEUM. La diabetes en la historia universal”. Otro caso re- revista, Remenyik se había propuesto realizar una serie de artículos bajo el título
conocido lo constituye la presuntuosa mención de “Obras –traducido del húngaro- de “Los representantes españoles de las vanguardias en Eu-
y Películas de Próxima Circulación” que hace Arturo Alca- ropa y América”, del cual solo llegó a publicarse el primero, centrado en Guillermo
de Torre. Se sabe que el sexto iba a estar focalizado en la vanguardia chilena.

228 229
Abajo del grabado de Bortnyik dice literalmente: “En ju- mismo libro, con diversas consideraciones materiales e, in-
nio aparecerá el primer número de nuestro “Ideario de Arte clusive, dos de ellos habrían sido manuscritos. El tiraje del
y Literatura actual, TOUR EIFFEL”. Presentado como tal, el libro, tal como lo indica el anuncio comercial que lo promo-
anuncio nunca saldría publicado. Sí publicarían un “Ideario” cionó en aquel Valparaíso de 1922, fue hecho en la “Imprenta
en aquél 1922, el cual llevó por título Elipse. Ideario de nue- viñamarina”, por Carlos Ramírez B. y Amador Basualto R.
vas literaturas. Y bajo el rótulo TOUR EIFFEL aparecería la El primero de ellos figura entre los firmantes del manifiesto
editorial del grupo, cuyo catálogo inaugurará y cerrará a la Rosa Náutica. Como indica Ferdinandy (1969), el número
vez la epopeya La tentación de los asesinos de Zsigmond Re- total de ejemplares consistió en 500. 450 de ellos en papel
menyik. No obstante, la problemática entre condiciones de de periódico, recubiertos con cartón verde, la ilustración
enunciación y materialidad no se reduce en este manifiesto de la tapa en rojo, y con las hojas que protegen a la pági-
tan solo a un disenso entre el anuncio y la aparición. La pro- na donde va el título con una coloración en blanco y negro
blemática es aún más aguda e involucra el cuestionamien- (siendo ellas por lo general blancas). Luego 37 ejemplares
to completo de la dimensión material de la textualidad, en en papel-cartón, con la hoja de la contratapa en celeste. En
tanto que enjuicia sus condiciones históricas de relación y estos 37 ejemplares tanto las ilustraciones como los caracte-
circulación social. Como apunta Saúl Yurkievich, debido a res habrían sido en rojo. Ferdinandy también señala que 13
su presentación como un pliego abierto, el manifiesto Rosa ejemplares fueron puestos en venta con la firma del autor y
Náutica tenía “sin duda, el doble destino de circular de mano del dibujante, el mexicano Jesús Carlos Toro, y entre estos
en mano y de servir también como cartel mural” (649)8. Este últimos, además, se encontraban otras dos copias del libro
sentido de buscar nuevas superficies de inscripción o circu- que fueron manuscritas. Ferdinandy indica que entre en es-
lación reduce la distancia inmaterial que separa al texto del tas copias pudo ser encontrada la publicidad preparada para
objeto, a la vez que emana directamente del objetivo más su lanzamiento y una crítica, las que Remenyik llevó consigo
reconocido y transversal de las vanguardias, el cuestiona- a su regreso a Europa y conservó hasta su muerte, aunque en
miento de la relación arte/vida. Dicha tópica, se registra con muy mal estado (Ferdinandy apunta moho, roídos de ratas,
fuerza en la travesía hispanoamericana de Remenyik, y por pisadas y rasgadas)9. Esta reducción de la distancia alienante
ende, desde luego en su obra. entre materialidad y textualidad significa también un ataque
La materialidad de su primer texto, La tentación de los directo contra el copyright y su imposición de una inmateria-
asesinos, también se proponía reducir la distancia entre ma- lidad trascendental, inmutable y perpetuadora, sometida a
terialidad y textualidad, al punto de editar distintos tipos del las leyes del mercado.

9 Actualmente este último material se conserva en la Biblioteca Nacional de Hun-


8 Este doble destino de circulación también se hizo patente en otros manifiestos
vanguardistas latinoamericanos de la época, como la hoja ultraísta Prisma y la pro- gría.
clama estridentista Actual N° 1, ambas de diciembre de 1921.

230 231
La relación arte/vida, figurada a nivel extradiscursivo
en el vínculo texto/objeto, adquiere carácter programático
ya en su primer manifiesto personal, el “Cartel N° III” que
acompaña la publicación de La tentación de los asesinos: “Oh
arte, parece que fuera un jinete pálido y castrado al lado de la
vida”. A nivel discursivo, esta relación se encuentra expresa-
da en el intento de agobiar sostenidamente a la palabra me-
diante los hechos. Al comienzo de la última de Las tres trage-
dias del Lamparero alucinado, “Los muertos de la mañana”, el
poeta enuncia así su presentación:

LOS MUERTOS DE LA MAÑANA


dirección artistical de
MARINETTI!
las decoraciones son de
MARC CHAGALL
KANDISNKY, y
ARCHIPENCO!
Las tragedias tienen que ocurrir en las calles públicas y
abiertas. los teatros están cerrados, porque el DRAMA
salió de ellos, como resultaban pequeños y cerrados,
con los techos y paredes,
hasta el que el [Sic] DRAMA y el sol y las
ciudades y campos y puertos son inseparables!
la TRAGEDIA está dentro de la vida ac-
tiva, ocupa las calles y conventillos, y en esos escenarios
terribles aparecen con sus vidas trágicas,
TODOS!
no hay diferencia entre actor y público!
los teatros son superfluos!
el DRAMA nace

232 233
crece, y programa accional” de publicaciones en un artículo apare-
muere cido en el periódico La Estrella, titulado “Las modernísimas
dentro tendencias de la literatura: el activismo”. La nota hace refe-
de la vida de las calles, fábricas, puertos y conventillos! rencia al movimiento de vanguardia del cual participó Re-
(63) menyik en Budapest, agrupado en torno a la figura de Lajos
Kassák, director de los dos medios de difusión más impor-
En esta presentación, el nivel discursivo actúa como punto tantes del grupo, las revistas A Tett (La Acción) y MA (HOY).
de encuentro de las dos formas de la relación arte/vida señaladas Por medio de dicha nota referida al “Programa accional de
anteriormente (texto/objeto; palabras/hechos). La apelación a 1922”, el grupo vanguardista irrumpe en el espacio público
figuras vanguardistas de renombre, con énfasis en la decoración, afirmando que:
los muestra como directores de la puesta en escena que tiene
por objetivo trasladar a la tragedia desde los teatros hacia la vida Aunque en el programa de ediciones estaban asignadas las
misma. La presentación no solo pretende desdibujar la institu- primeras publicaciones a libros escritos, en las nuevas tenden-
cionalidad del arte, sino que también su propia naturaleza. En cias, por autores de este país, nos presentamos con el libro del
el “Cartel N° V”, manifiesto que acompaña a “Los muertos de la “activista” Remenyik para demostrar, desde luego que las li-
teraturas libres: cubismo, futurismo, creacionismo, ultraísmo,
mañana”, el “Lamparero alucinado” expresa con vigor:
activismo, expresionismo, atraccionismo, etc., son una cosa
definida sólo que aquí no entendida y apreciada, pero que allá
voi a negar en sus respectivos países de origen (Francia, Italia, España,
la utilidad de la literatura! y mandaré Hungría, Alemania), constituyen la literatura que en un muy
todos los literatos y artistas para la mierda! próximo mañana sustituirá inevitablemente a las desgastadas
vivir la vida es el expresiones estéticas y los estrujados conceptos literarios en
arte real! (89) uso (citado de Scholz, “Periferia vs periferia” 162-163).

Sin embargo, aquella misma institucionalidad con sus


propias coacciones materiales le presentaría algunos proble- tentación de los asesinos)” (con pie de página “El año 1922, en Chile”), “Cartel N° IV
mas a la señalada vinculación entre las palabras y los hechos. (OP 95, La angustia!)” (fechado el 5 de septiembre de 1922, en Valparaíso), “Cartel
N° V (OP 96, Los muertos de la mañana)” (fechado el 11 de septiembre de 1922) y
La fugaz “Editorial de arte nuevo y de literatura libre Tour “Cartel N° VI (OP 97, cartel especial anexo para los C. III, IV y V Las 3 tragedias del
Eiffel” había promocionado, paralelo al lanzamiento de La lamparero alucinado)” (fechado en Valparaíso, el 17 de septiembre de 1922). Com-
prende también las tres obras que terminarán integrando Las tres tragedias del lam-
tentación de los asesinos de Remenyik10, un “vasto y valioso parero alucinado (Lima: Agitación, 1923): La tentación de los asesinos (Valparaíso;
Tour Eiffel, 1922), La angustia y Los muertos de la mañana. Por último, comprende
10 La totalidad de los trabajos de Remenyik en español comprende los manifies- el texto, más extenso que los anteriores, Los juicios del dios Agrélla, finalizado en su
tos “Rosa Náutica” (Valparaíso, a comienzos de 1922), “Cartel N° III (OP 94, La natal Dormand, el 2 de septiembre de 1929.

234 235
Luego de señalar aquel cambio en el “programa de edi- representativo de la nueva era” (652). Blaise Cendrars en
ciones”, para poder inaugurar el catálogo con la obra “ac- 1913, Guillaume Apollinaire un año más tarde y Vicente
tivista” de Remenyik, el grupo vanguardista adelanta que Huidobro en 1918, le dedican poemas a la famosa torre
el próximo texto a publicarse corresponderá a la corriente parisina (este último con ilustraciones de Robert Delau-
“atraccionista” y llevará por título Coney Island Shows. El nay), en los años inmediatamente posteriores a la eclosión
título de este paratexto sin texto deja en claro el sentido del futurista.
“atraccionismo”, que, en una primera instancia podría pen- En el transcurso de la argumentación que he venido pre-
sarse como una errata del texto, en lugar de “abstraccionis- sentando, se torna relevante considerar que las referencias a
mo”. Como se sabe, en Coney Island se montó a comienzos estas imágenes dominantes en la irrupción del vanguardis-
de siglo XX un parque de atracciones mundialmente fa- mo fueron llevadas a cabo por el grupo de Valparaíso por
moso. El sentido que el grupo vanguardista de Valparaíso medio de espacios que exceden al libro, a través de la bús-
le asigna a dicha corriente se encuentra, entonces, ligado queda de otro tipo de materializaciones. Un manifiesto con-
al vértigo, pero por sobre todo a la “metáfora maquina- feccionado para circular como mural o de mano en mano,
ria”, elemento característico sobre todo del “futurismo” y un programa de publicaciones no cumplido expuesto en un
que los vanguardistas de la ciudad-puerto asumen desde medio de prensa porteño, publicaciones volantes. Exceden
el manifiesto Rosa Náutica. Allí se encuentran numerosas al libro a la vez que lo extienden. El grupo de Valparaíso
referencias a la metáfora, como “planta eléctrica”, “múl- instala esta serie de imágenes protagónicas del vanguardis-
tiples rosas amarillas de las ampolletas”, “vitalidad eléc- mo, necesarias para su recepción, apropiación y posterior
trica”, “poleas de transmisión”, “máquinas futuras”, entre resistencia, en el tenso espacio que surge a partir de las li-
otras. También se hace evidente la recepción del elemento mitaciones y las posibilidades circunstanciales. Con ello no
maquinista del futurismo en la adopción de Tour Eiffel, solo se abarcan otras de formas de enunciación, circulación
pensada como título para la editorial y para un abortado y relación social del proceso de expansión del sentido y
“Ideario”. construcción del significado por medio de la lectura, tam-
Saúl Yurkievich apunta que los nombres Tour Eiffel, bién se cuestionan sus condiciones de posibilidad. Porque
Antena y Rosa Náutica, no solo dejan entrever las ideas los circuitos alternativos buscados por Agrella, Walton, Re-
futuristas, sino que también la presencia de Vicente Hui- menyik y compañía colindaron con los límites tradicionales
dobro. La torre metálica, expone Yurkievich, que en aquél de conservación de la cultura. Y el hecho mismo de que las
momento es la construcción más alta del orbe, y “situada representaciones y acciones del grupo hayan trascendido,
en el epicentro de París, convertida en antena telegráfica más allá de su enfrentamiento con una dificultosa serie de
que emite sus mensajes hacia los cuatro puntos cardinales coacciones, involucra una des-naturalización del objeto en
del planeta, es considerada por los poetas como el símbolo tanto textualidad.

236 237
4. Sobre el “Sistema de suscripción integral con las vanguardias históricas, pero sí, en ellas, dicha prácti-
previa” de 1933 (o “Catálogo de novedades ca adquiere una connotación diferente. Creo que esto último
ARAUCO”)11 responde al hecho de que en las vanguardias históricas esta
particular práctica paratextual sufre un vertiginoso desarro-
Según relata Walton, una vez ya instalado en la capital, Agre- llo como “convención”, hasta el punto de llegar a ser percibi-
lla continuó con su frenética actividad cultural. Se adhirió da como naturalizada durante este periodo. Por “convención”
al grupo de jóvenes escritores “Ariel”, el sello editorial de entiendo, siguiendo a Williams, “una relación establecida o el
Rosamel del Valle “le anunció” el libro de prosas Cow-boys fundamento de una relación a través de la cual una práctica
bajo Orión (cuento que terminaría integrando El Alfarero específica compartida –la producción de las palabras reales-
indio), escribió para diarios y revistas, participó en jornadas puede ser comprendida” (Williams, Marxismo y Literatura
populistas y teatro proletario, entre otras actividades. Para 230). Son especies de “acuerdos tácitos” e inclusive de “están-
1933, y una vez más junto a Julio Walton, se proponen fun- dares aceptados” que significan el punto nodal de la literatu-
dar una nueva editorial, que nombran Arauco. El primer y ra en su dimensión de sociabilidad, ya que por medio de las
–nuevamente- único libro que llegó a ver la imprenta fue la convenciones es que se relacionan las posiciones sociales y la
colección de relatos, “indigenistas e imaginistas”, El Alfarero práctica literaria. Constituyen búsquedas constantes de crear
indio, del propio Neftalí Agrella. En dicho libro, en sus tapas nuevas vinculaciones con las audiencias, es por esto que “se
y contratapas interiores se especifica un extraño “Sistema de relacionan directamente con la totalidad del proceso social, en
suscripción integral previa” que propone la editorial, el cual su permanente y vívido flujo y controversia” (239). Los hallaz-
puede percibirse estructurado bajo la forma de un “catálogo gos personales que luego se expanden y obtienen así continui-
de novedades”12. En la tapa interior se hace una presentación dad de experiencia en otros autores, constituyen la base para la
de la propuesta y se detallan sus “condiciones de pago” En creación de nuevas convenciones y formas. En otras palabras,
la contratapa interior se especifica y adelanta la serie de diez las experiencias nos son transmitidas por medio de formas
libros (“entre 80 a 320 páginas”) del primer autor a publicar y convenciones particulares. Esta última relación señalada,
por la editorial, que corresponde al mismo Agrella. entre experiencia, forma y convención, puede obedecer a un
Anteriormente reconocí que esta intervención paratex- vínculo de identidad, tensión, y desde luego también de desin-
tual a la que he venido aludiendo no se origina en lo absoluto tegración. En definitiva, se trata de la manera de relación que
se produce entre la experiencia y sus modos de comunicarse.
Los cambios y transformaciones efectivas en las conven-
11 El subtítulo es una parodia a la expresión con la que el brillante novelista gráfico
estadounidense Chris Ware denomina a la totalidad de su obra, Catálogo de Nove-
ciones están relacionados con una “predisposición latente”13
dades ACME (The Novelty Acme Library).
12 Sobre todo por la cantidad de géneros que el “ciclo Agrella” pretendía abarcar, 13 Este concepto lo utiliza Raymond Williams en Drama from Ibsen to Brecht
desde poesía, crónicas, cuentos, antología de Hai-kais, hasta una novela policial. (1973).

238 239
a aceptarlos, en un periodo o época determinada. En el caso
de la intervención paratextual para anunciar próximas publi-
caciones, es en el periodo de las vanguardias históricas donde
se genera esa “predisposición latente” que produce un desa-
rrollo efusivo de la convención14. De modo general, los sen-
tidos de la convención de los “paratextos sin texto” pueden
ser comprendidos como “acuerdos tácitos” de la presentación
del libro como objeto, de la posición social del autor y también
su aspiración de posicionamiento, como puede desprender-
se de la práctica recurrente de que algunos escritores, como
los casos anteriores de Huidobro y Gómez Correa, señalen,
entre paréntesis, el género o modo discursivo del libro que
están anunciando. Debe destacarse que la intención paródica
de dicha convención en el contexto de vanguardia produjo
la rapidez, en partes iguales, tanto de su auge como de su
descenso. Los paratextos sin texto son, de este modo, otra for-
ma más de la característica más distintiva de las vanguardias

14 A propósito de esta “predisposición latente”, resulta sumamente significativo el


hecho de que a partir, más menos, de 1925 Macedonio Fernández haya comenzado
a pensar y a trabajar en su monumental e insólito proyecto Museo de la novela de la
Eterna (publicado por vez primera en 1967), el cual se inicia con una cincuentena
de prólogos y “antiprólogos”, entre los cuales destaca, para nuestro caso, el prefacio
“Obras del autor, especialista en novelas”. En él se enumeran catorce títulos, entre
los cuales aparecen “La Novela que comienza”, “La novela que no sigue”, “La Pró-
logo-Novela, cuyo relato se da a escondidas del lector en los prólogos”, “La novela
escrita por sus personajes”, “La novela que termina antes del desenlace”, entre otros.
Resulta sugerente en el contexto de esta reflexión sobre los usos y funciones de
lo que hemos denominados “vestigios (para)textuales”, la nota b que Ana María
Camblong –coordinadora de la edición junto al hijo de Fernández, Adolfo de Obie-
ta- realiza a pie de página de aquellos “paratextos sin texto”: “El catálogo es una pa-
rodia de la enumeración que hacen habitualmente los autores de sus publicaciones;
la reiteración exagerada del comienzo de los títulos es una letanía que se burla de
lo “obvio” y reniega del aburrimiento de tales listas; el resto de las acotaciones son
pertinentes a la concepción estética que se desarrollará en este texto [Museo de la
novela de la Eterna]” (7).

240 241
históricas; su actitud controversial y opositora frente a la ins-
titucionalidad cultural. Retomemos nada más la intención
del Five o´clock te deum. La diabetes en la historia universal
por parte de Jacques Edwards, señalado anteriormente, que
constituye la parodia de este “acuerdo tácito”, en el sentido en
que Shklovski pensaba a este concepto, como desautomatiza-
ción de la percepción. Además, el hecho mismo de la parodia
se presenta, significativamente, a modo de índice de desarro-
llo como convención del espacio paratextual en el periodo
de las vanguardias históricas, debido a que demuestra una
metacomprensión sobre el asunto.
Al menos tres elementos de esta convención paratextual
conectan residualmente al “sistema de suscripción integral
previa” con la vanguardia. En primer lugar, y más allá de la
seriedad con que es anunciada, la proposición formal entre-
gada como paratexto del libro inaugural de Editorial Arauco
proviene directamente de la experiencia vanguardista ante-
riormente referida. En este sentido, el “sistema de suscrip-
ción integral previa” puede leerse como una des-parodiza-
ción de la actitud con que las vanguardias asumieron dicha
“convención”. También puede identificarse como un residuo
de las vanguardias, en la proposición de Agrella y Walton,
cierta actitud confrontacional que asumen contra el establi-
shment no solo literario, sino que social. Por ejemplo, al seña-
lar como uno de los “magnánimos fines” de dicho proyecto,
el “Ayudar al Lector inteligente para que —por la depresión
económica actual— con el más ligero coste de bolsillo, reúna
y lea en conjunto la producción variada y seleccionada de
cada autor, principalmente chileno o americano, o surameri-
cano…” (Las cursivas son mías). También puede reparase en
el hecho de intentar satisfacer al “suscritor” con una serie de

242 243
garantías, por si alguno de los libros integrantes de un ciclo le un efecto irónico. Este efecto irónico excede la figura de sus
disgustase, o la implicancia de que el sistema propuesto “per- gestores y fundamenta su carga irrisoria estableciendo re-
mite la más franca armonía entre la receptividad del Lector des de sentido con los modos a través de los cuales ha sido
y la continuidad productiva del escritor, único medio capaz pensado el libro como medio de comunicación social y, jun-
de impulsar la producción literaria de un país”. Son todas to con ello, los criterios sobre los que se basa su considera-
ellas críticas deslizadas a los ámbitos sociales y culturales, ción selectiva al interior de la cultura. Un proyecto fallido,
pero desde una posición diametralmente opuesta a la actitud que intentaba entregar “obras completas” de una multitud
opositora vanguardista, esta vez se trata de producir cambios de autores “al más ligero coste de bolsillo”16 aparece como
desde un intento por obtener una posición más ventajosa en una idea solo asequible y permitida a lo que las posiciones
la institucionalidad artística. dominantes de la cultura han signado como “literatura po-
Relacionado con lo anterior, otro residuo vanguardista pular”, y no a una versión siempre selectiva de la tradición.
que puede observarse en el “sistema…” puede advertirse en El proyecto de Agrella y Walton, concluido finalmente en la
cierto tono adquirido por el texto, a partir de sus “novedosas forma de vestigio o paratextos sin texto contribuye a plantear
ofertas”, que recuerdan el tono propositivo de los manifiestos serias (y no tan serias) dudas con respecto a los fundamentos
de las vanguardias históricas. Sobre todo cuando describen de aquella frontera. Y es que en último término, perpetrar
detalladamente las características de los “ciclos” que ofrece- los límites de la frontera que distancia lo culto de lo popu-
rá la casa editorial, y las bondades y ventajas de adscribir- lar contribuye también a encarar la concepción de capacidad
se al “sistema…”. Para mencionar un caso, se advierte cierto liberadora atribuida a la cultura que subyace al proyecto de
tono manifestario en la secuencia que introduce los textos la modernidad. Contribuye, en otras palabras, a encarar los
que compondrán el “ciclo Neftalí Agrella”: “Advertimos a encubrimientos de cultura en tanto categoría jerarquizadora
nuestros lectores que hemos sido los primeros en implantar e impositiva al interior de lo que se ha entendido por de-
este sistema editorial, que hacemos extensivo a toda clase de mocratización y, desde luego, en el interesado trabajo que ha
obras literarias, artísticas, sociales y científicas”. desempeñado tal categoría en la organización de las relacio-
Debido a la formalidad, seriedad y, sobre todo, presun- nes intersubjetivas.
tuosidad que posee el “sistema de suscripción integral pre-
via” como acto ilocutivo, su frustrada realización performa-
tiva15 produce, al momento de su recepción contemporánea,
15 De los diez libros proyectados en el «ciclo Neftalí Agrella» en 1933, solo se re- momento, debieron de haber sido pensados para los textos que compondrían el
cogen con posterioridad a esa fecha, en la edición de Espiral de humo en lo infinito primer ciclo de la editorial Arauco.
(1999), preparada por la Universidad Católica del Norte, algunos relatos publica- 16 Resulta inevitable la asociación, pero una idea similar de transmisión demo-
dos en periódicos, algunas breves reseñas sobre escritores nacionales, universales crática de la cultura solo tendrá un parangón posterior en Chile (y guardando las
y japoneses, y algunos otros ensayos misceláneos, que, debemos suponer, en algún diferencias) con la Editora Nacional Quimantú.

244 245
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246 247
VESTIGIO DEL POEMA INSALVABLE:
LA TALA DE “SALVIA”
DE GABRIELA MISTRAL

Nibaldo Acero

Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre:


el fuego, la humedad, los animales, el tiempo
y su propio contenido.

(Valéry)

Los vestigios de un libro

La intención de este ensayo es la de abrir el concepto de vesti-


gio1 en tanto fragmento textual sobreviviente a una práctica
editorial que ha diseminado, en mayor o menor medida, un
determinado texto de carácter “unitario” como un libro o una
obra. En este caso, el vestigio textual con el que me vincularé
es un fragmento del poema “Salvia” (Poema de Chile) de Ga-
briela Mistral. A través de este fragmento no publicado pro-
1 En palabras del historiador Gustaaf Renier (1892-1962), recogidas por Peter
Burke en Visto y no visto (2001), se debería sustituir el concepto de “fuente” por el de
vestigio, debido a que el primero sólo considera los documentos como meritorios
de estudio; en cambio, el de vestigio ampliaría el campo investigativo considerando
también toda clase de imágenes, fotografías, manuscritos, libros impresos, edificios,
mobiliario, etc. De esta manera, el concepto de vestigio nos podría llevar a seguir
textos y huellas que pasaron completamente inadvertidos en alguna (re)construc-
ción histórica.

249
curaré problematizar acerca de los mecanismos del sistema Esta percepción contradictoria de los textos divide tanto la crí-
literario, las materialidades que construyen un libro y sobre tica literaria como la práctica editorial, y opone a aquellos para
el concepto de vestigio textual, que, como parte de las ruinas quienes es necesario recuperar el texto tal y como su autor lo re-
de la cultura, ha pervivido al tiempo transformándose en una dactó, imaginó, deseó, reparando las heridas que le infligieron la
transmisión manuscrita o la composición tipográfica, con aque-
materialización abyecta que podría desatar nuevos territorios
llos para quienes las múltiples formas textuales en las que fue
críticos y teóricos respecto del libro y de la lectura no asumi- publicada una obra constituyen sus diferentes estados históricos
dos del todo por los estudios literarios. Una forma textual (y que deben ser respetados, posiblemente editados y compren-
discursiva) que sería pura ruptura e indeterminación. didos en su irreductible diversidad (en Chartier, Escuchar 62).
Para problematizar en este concepto de vestigio —en-
frentado a la totalidad de un predeterminado texto— pri- Resultaría interesante recoger para nuestra reflexión algu-
mero nos vincularemos justamente con el concepto de libro, nos conceptos que Roger Chartier lanza a la reyerta, como he-
intentando sondear posibles acercamientos más que acabar rida y transcripción manuscrita. A esos podríamos sumar otros
con dicho concepto. De hecho, pensar el libro ha sido un de su puño y letra como traición a la obra original, obsesión por
ejercicio frecuente de la modernidad, lo que ha causado deli- el texto y otros que continúan tensionando las posturas mate-
beraciones de mayor o menor pragmatismo y platonismo, las rialistas y abstractas acerca del libro. Sin embargo, el valor de la
cuales han adherido a su tronco visiones frescas que permi- reflexión de Chartier, junto con la de explicitar esta dicotomía
ten comprender al libro como acto o hecho histórico, cuerpo epistemológica en el momento de enfrentarse a un texto, es el
vivo o valor, experiencia o proceso. de inmediatamente dejar de manifiesto la insostenibilidad de
Quizá las reflexiones de Roger Chartier, aglutinadas dicho proyecto, pues un libro está articulado a partir de un
abundantemente en sus obras Escuchar a los muertos con tejido de relaciones intrínsecas. En sus propias palabras:
los ojos y Qué es un libro, serían perfectas para aterrizar las
diferentes conceptualizaciones de libro. Es posible escuchar, [R]elaciones múltiples, móviles, inestables, anudadas entre el
desde Roger Chartier, la trinchera polifónica de intelectuales texto y sus materialidades, entre la obra y sus inscripciones.
que hacen sus propuestas respecto a su apreciación del libro El proceso de publicación, cualquiera que sea su modalidad,
y la literatura. Una de esas lúcidas voces es la del crítico D. siempre es un proceso colectivo, que implica a numerosos ac-
S. Kastan, quien “califica de ‘platónica’ la perspectiva según tores y que no separa la materialidad del texto de la textualidad
la cual una obra trasciende todas sus posibles encarnaciones del libro (Materialidad, en línea).
materiales, y de ‘pragmática’ la que afirma que ningún tex-
to existe fuera de las materialidades que lo dan a leer u oír” Asoma aquí un concepto clave para contextualizar de
(Chartier, Escuchar 62). Ante estas perspectivas irreconcilia- cierta manera esta figura del vestigio: el de publicación que,
bles en el papel, Chartier delibera a partir de Kastan: materialmente hablando, es un concepto mucho menos

250 251
abstracto que el de libro. Publicación que, como proceso de de esta manera enfrenta y resuelve una abstracta división en
construcción, implica redes de asociación de distinta índole, sí misma: la de escritura, lectura y materialidad, ya que en
pero de similar efecto en la ejecución de un libro. En esta el proceso de publicación no sólo estas dimensiones están
misma línea, Roger Chartier suma a sus reflexiones algunas comprendidas, sino que hay toda una mecánica y correspon-
apreciaciones significativas de Borges que navegan desde la dencia, una relación y complementariedad que echaría por
evasión del libro-objeto en favor de la lectura, hasta la valora- tierra la escisión teórica que abunda entre las ciencias que
ción inobjetable de la materialidad de un libro. Dice el escri- interpelan al libro. En síntesis, McKenzie considera vincu-
tor argentino: “El libro no es un ente incomunicado: es una lantes los procesos de construcción, producción, divulgación
relación, es un eje de innumerables relaciones. Una literatura (circulación) y recepción del libro. Incluso las variaciones ac-
difiere de otra ulterior o anterior, menos por el texto que por cidentales del texto. La publicación del libro sería un acto
la manera de ser leída” (Otras inquisiciones, OC 2 125). Esta que suma los actos de la escritura y el trabajo del taller, desde
primera definición de Borges pone sobre la mesa la experien- donde nace un producto que es “transmitido” a través de un
cia de la lectura como fenómeno transformador de un libro, proceso de circulación para su lectura (Bibliografía 30).
de esta manera, la lectura superaría en dignidad la materia- Esta ensambladura de materialidad y lectura es también
lidad de un texto. No obstante, es el mismo Borges quien es- apreciable en las palabras de Edward Said, donde un “texto
cribe: “Para mí todas esas cosas [grabados de acero de una es un monumento, un objeto cultural buscado, por el que se
publicación, los pie de páginas de una escritura, las mismas ha luchado, poseído, rechazado o alcanzado en un determi-
erratas de un libro] forman parte del libro” (Un ensayo 16). nado momento” y donde “[l]a materialidad del texto incluye
Estos acercamientos al libro en tanto publicación se comple- también el rango de su autoridad” (Said, El mundo 206). Es
mentan potentemente y abren la puerta a una epistemología decir, materialidad, lectura e historia se articularían para la
que evitaría el dualismo que reconoce Kastan y que, en pala- construcción íntegra de un texto. Tal relación (viva) abriría
bras de Roger Chartier, no podría “separar el estudio de las de par en par un texto literario, vislumbrando lo que éste
condiciones de publicación de los textos y la interpretación esconde. Considerando como «material» el proceso o prác-
de su sentido” (Materialidad, en línea). En síntesis, ambas di- tica o ciencia de la lectura, esto nos obligaría, mejor dicho,
mensiones representativas de lo abstracto y de lo pragmático nos alentaría a regresar una y otra vez al texto, soslayando la
se integrarían en el proceso de una publicación, conceptua- inercia intelectual cuyo modus operandi considera a la crí-
lizando al libro como una relación de materialidades, puesto tica literaria como una práctica devoradora más. En defini-
que también se sumaría a este proceso la materialidad de la tiva, la lectura, en tanto acto que se da en la historia, no sé
lectura, asunto con el que más adelante nos vincularemos. si evoluciona, pero ciertamente se re-articularía de manera
D.F. McKenzie en Bibliografía y Sociología de los Textos congruente al momento histórico que se vive, y qué mejor
(2005) también propone leer al libro como publicación, pues manera de leer en “nuestros tiempos” que buscando la li-

252 253
bertad, la originalidad y la ilustración, como propone Said Benjamin observa al volver su rostro al pasado. Ruinas que
(Humanismo 97). paradójicamente se han intentado imponer como categorías
de totalidad y unidad como autor, obra, tradición, libro, tex-
Madera de libro to, etc., las que absolutizan el campo del conocimiento y cie-
rran la discusión en torno a otras materialidades.
Pensando en los versos de Paul Valéry que operan como epí- La idea original de escribir sobre el concepto de vestigio
grafe al inicio de este ensayo, se podría yuxtaponer una idea textual, tenía como objeto de estudio la obra cada vez menos
más a las del poeta francés: también los hombres pueden ser desperdigada de Roberto Bolaño: las decenas de libretitas y
enemigos de los libros. La materialidad de los textos —ya textos inéditos guarecidos en su casa de Blanes, que operan
precaria— no sólo debe resistir al paso del tiempo y a las aún como dispositivos caóticos configuradores, digámoslo
inclemencias meteorológicas, ni solamente sobrevivir a su así, de una obra desintegrada o al menos no unitaria (si fuese
idealización e invisibilidad. También los libros deben sobre- posible la unidad de algo). La idea fue desechada al apreciar
ponerse a sus propios creadores; muy a su pesar, a la censura el entusiasmo en los textos inéditos del poeta y narrador chi-
y autocensura que los va mermando. Deben resistir la pesada leno que reportarán cada vez más publicaciones. Sin embar-
mano de la guerra y los saqueos de quienes vencen. Deben go, el concepto de vestigio escritural se me apareció, como
resucitar de los baúles de los albaceas y renuentes herederos. fantasma, al evocar una significativa experiencia de investi-
Deben supervivir al fuego y la humedad —dice el bardo fran- gación literaria de la que fui parte hace unos pocos años2.
cés— y, todavía más, deben sobrevivir a la afilada guillotina En aquella investigación tuve la ventura de indagar en
de los editores. Guillotina editorial que, cual némesis, desde los escritos originales de Poema de Chile microfilmados y al-
la era cristiana es “creadora” de textos apócrifos, no autori- macenados en la Biblioteca Nacional de Chile, cotejándolos
zados, postergados o co(a)rtados, logrando o intentando al con las publicaciones que se habían hecho de ellos. Textos
menos des-integrar, con mayor o menor evidencia, una suer- mecanografiados que convivían con breves pero persistentes
te de “totalidad sumativa” (Mukarovsky, Signo 265) de una términos y palabras manuscritas, sobrepuestas en una espe-
pieza literaria en tanto composiciones y contextos de una cie de guerra desatada de estratos textuales. Eran cientos los
determinada escritura (294-295). Con ello, esta guillotina ha borrones y términos difíciles de descifrar, al igual que tacha-
mermado la materialidad de las obras, no así sus estructuras, duras y huellas crípticas, muestra tácita de una intensa labor
ya que no es muy difícil de intuir que las directrices de un de corrección de Gabriela Mistral.
libro funcionan como intenso sustrato difícil de desarticular
si se le “tala”, si se le interrumpe en algún momento de su 2 Proyecto Fondecyt Nº 1085261 “Hacia una edición crítica del Poema de Chile:
proceso de producción. Guillotina que puede ser uno de los Estudio genealógico y comparativo de los manuscritos de Gabriela Mistral y las
tantos motores de las ruinas que el “Ángel de la Historia” de versiones publicadas de la obra”, 2007-2008. Investigación realizada por Catalina
Beas, Daniela Cifuentes, Bernardita Domange, Soledad Falabella y quien escribe.

254 255
Esta faena de examinar, de retornar una vez y otra a los Todo lo toma, todo lo carga
manuscritos de Mistral, se enmarcaba en un proyecto de in- el lomo santo de la Tierra:
vestigación del Fondo Nacional del Desarrollo Científico y lo que camina, lo que duerme,
Tecnológico (FONDECYT), el cual deseaba rescatar (aun- lo que retoza y lo que pena;
que no publicar) toda la materialidad interrumpida de Poe- y lleva vivos y lleva muertos
ma de Chile y valorar manifiestamente el legado de la poeta el tambor indio de la Tierra.
chilena, dejando en evidencia —aunque no alzando un dis- (Del poema “La tierra” en Ternura).
curso beligerante en contra de las editoriales y editores com-
prometidos ni de su responsabilidad— la poca prolijidad o La labranza poética de Mistral en su obra global fertiliza
diligencia crítica con las que había sido tratada la más poten- y apologiza al elemento tierra, sobre todo en Poema de Chile,
te obra póstuma de Mistral: Poema de Chile. Texto poético enraizándola infatigablemente con un lugar de origen: Lati-
inconcluso de Gabriela Mistral que, en sus propias palabras, noamérica, Chile, la tierra elquina. En Poema de Chile, ade-
es “una especie de mapa medieval de Chile, me represento más, es cardinal la defensa de lo pequeño y frágil: del niño,
las regiones según ese estilo, personalizándolas en una bestia del indio, del ciervo. Todos ellos representantes de la Améri-
o en un cultivo” (Mistral, Gabriela anda 381). Un bestiario ca violentada y ávida de protección. Este bestiario evidencia
poético que revistió significancia en su quehacer creacional y una poética emancipadora en lo identitario, arqueológica,
afectivo, pues se configuró muchas veces en su forma de vol- contrahegemónica —si se hila fino— y botánica; articulada
ver fantasmal, a su lugar de origen: “Es la tierra en la que yo/ y transformadora de la flora y fauna de la orografía de un
tu pobre mama fantasma/ fue feliz como los pájaros” (Poema Chile desbordante. En otras palabras, Mistral otorga a “lo
1383). La académica Magda Sepúlveda no sólo reconoce el pequeño”, al memorable «mucílago de linaza» —con el que
retorno de Mistral a su patria a partir de estos poemas —cual ella forja una defensa de lo propiamente americano del sur,
archipiélago concatenado podríamos suponer o como juego como reconoce Teitelboim— la grandeza que los estudios
de luche que la unía a Chile, en una suerte de saltos memo- literarios comúnmente sólo reconocen en los elementos más
riales—, retornando “a una intimidad anterior, la escena pri- groseros o a los rimbombantes proyectos estéticos. Y entre
migenia del campo”, sino además enseñando su “rechazo a la aquellas “pequeñeces” está la tierra. Tierra sudamericana,
sociedad urbana” (Sepúlveda 157). Poema de Chile cuajaría tierra chilena que en Poema de Chile se hiperboliza y ruge
en imaginario de ruralidad: soporte estructural y semántico iracunda, pero humilde en un canto al campesino sin un
de parte importante de su obra (Tala, Desolación, Poema de “canto de suelo” para sembrar (Poema 171) y que vaga can-
Chile, Ternura): sino por huertos ajenos, entregando lo mejor de su vida al
disfrute de otros, como un pequeñísimo e invisible “vilano
3 Cuando citamos texto de Poema de Chile, hacemos siempre referencia a la pu- en el viento” (171).
blicación de La Pollera (2013).

256 257
Las razones mencionadas nos sirven como argumen- y yo me duermo embriagada
to para resignificar, en este bestiario poético, al vestigio­del en sus nudos y entreveros.
poema “Salvia”, en tanto «mucílago de linaza», el cual des- (de “Valle de Elqui”, Poema 87).
de las alturas monárquicas del saber ha sido casi imposible
comprehender en toda su abundancia de microscópicos pai- En esta estrofa extraída del poema “Valle del Elqui”, Mis-
sajes: “el hálito de la menta,/ el ojo azul de la salvia,/ el tras- tral cosecha los más olorosos frutos de la niñez, la que ya no
cender del romero/ y el pudor de la albahaca” (de “Salvia”, es sólo como momento identitario en ciernes, sino que es
Poema 165). En consecuencia, procuramos en esta reflexión tronco desde donde nacen los “cogollos” de la vida posterior,
arar este territorio poético de Mistral, escarbando apenas un los brotes del tiempo. Instala además uno de los elementos
‘canto’ de esta tierra dejada en barbecho, aunque sistemática- claves en su bestiario poético y en esta reflexión: la salvia.
mente pisoteada. Una hierba que será alegoría recurrente en sus textos líricos.
Escribe Gabriela Mistral en Tala: “Nuestro cumplimien- Hierba con la que nos vincularemos en los capítulos poste-
to con la tierra de América ha comenzado por sus cogollos. riores, tanto por su valor alegórico, decíamos, como por su
Parece que tenemos contados todos los caracoles, los coli- persistencia de “mala hierba”, siendo una de las hierbas más
bríes y las orquídeas”. Manifiesta la poeta un absoluto com- curativas. Será por estas flores azules que se animan a sacar
promiso con sus niñeces, con su memoria articulada a partir su cabeza desde una flora descomunal transformando el pai-
de guijarros, insectos y hierbas de provincias retiradas, de saje y a los sujetos textuales. Será por una pequeña hierba
potreros marginales a la ciudad letrada. Se trasluce el em- que junto con curar las heridas, despabila el alma y quizás
pecinamiento de su trabajo poético en “recoger”, en volver a ahora también una lectura sobre textos que han quedado
pensar la tierra americana, a modo de campesina herbolaria furtivos entre los soberbios pedernales de un gran desierto.
que alimenta y sana a sus hijos con lo que le da la naturaleza. Será por eso este ulterior análisis a modo de apología, por la
A modo de naturalista que retrata lo minúsculo, siempre con raigambre de la salvia en la tierra poética de Mistral y tam-
los ojos puestos en la tierra, hundiendo sus pies fantasmales bién porque a través de esta hierba brota el esplendor de lo
en los valles de la memoria: pequeño en toda la obra mistraliana.

Mi infancia aquí mana leche Temporada de poda: las ediciones de Poema de


de cada rama que quiebro Chile
y de mi cara se acuerdan
salvia con el romero Cuatro son las ediciones que se han publicado de Poema de
y vuelven sus ojos dulces Chile hasta la fecha. La primera edición fue llevada a cabo
como con entendimiento por Pomaire, Barcelona, en 1967. La segunda, por Seix Barral

258 259
(Lord Cochrane-Planeta), Santiago, en 1985. La tercera fue él, corrigiendo e interviniendo desde su estructura hasta el
ejecutada por Calabaza del Diablo, también en Santiago, en cambio de ciertos términos, intentando dar un sentido uni-
abril de 2013, y la última, por La Pollera Ediciones también tario al proyecto, pero siempre teniendo en el horizonte a los
en 2013. En estas cuatro versiones se consignan en total cin- lectores. Sin embargo, cuando se edita un texto cuyo autor
co editores. Cuando al principio hablábamos de guillotina ha muerto, ¿la labor del editor debería cambiar? ¿O debería
editorial, hacíamos justamente relación a la faena del editor. conservar intacta su mecánica? A nuestro modo de ver, sería
A la de editor y no de publisher. El que está cargo de los textos sano, en el caso de tratar una obra de autor extinto, enfo-
del otro, como decía Ítalo Calvino; al carpintero último de carse y —por qué no— obsesionarse en los textos originales
la palabra, en boca de García Márquez. Para abrir la discu- (manuscritos), no porque esto sea axiomático sino porque
sión, entonces, ¿cuál sería propiamente la labor de un editor con ello la edición se enfocaría y sucumbiría inevitablemen-
en relación a un texto literario? Sin desear caer en la per- te en la lectura. También con esto se podrían encauzar los
versión de citar todo lo que se piensa, podríamos intuir que esfuerzos en el rescate de una obra, en el caso que a ésta se le
editar un texto radica en la profunda y significativa lectura considere más bien un documento de carácter histórico-po-
que se hace sobre él. En el sostenido no-abandono del texto. lítico-identitario, en referencia a las estrategias que ha im-
En la —parece evidente— significancia que debería ganar la plementado la modernidad para la conservación del libro4.
materialidad de la lectura por sobre otros elementos como Por el contrario, lo que se ha privilegiado ha sido el quietis-
el diseño, las ilustraciones, las correcciones (pero no descui- mo intelectual y el gesto estratégico de posicionamiento (a
dándolos). Materialidad que no es más que la significancia modo de autoridad erudita o de experticia), sobre todo en
que gana el acto de leer, de relacionarse íntegramente con la segunda y tercera edición de Poema de Chile. Esnobismo
una escritura, con una cosmovisión y un producto cogniti- económico que se delata en su afán de articular un sistema
vo distintos a los nuestros. Esto lo podemos relacionar con que “parezca” seguro, pero que termina construyendo parte
lo propuesto anteriormente: la lectura también debería ser de la historia a partir de ruinas que “se ven” indelebles sólo
considerada más como una técnica (techné) que como una en lontananza.
situación puramente de abstracción. Técnica que evoluciona Guardándonos de ser edificantes, pensamos que un
con los tiempos, que también es capaz de leer al ser humano editor debe sencillamente asumir la labor de historiador
de un determinado tiempo. literario, función a la que hace referencia Walter Benjamin
Si bien lo siguiente puede parecer una verdad de Pero-
grullo, es mi intención contextualizar un poco antes de con- 4 Chartier nos dice que si bien occidente aplicó como estrategia la conservación
del libro al inicio de la modernidad como forma de sobrevivencia y conservación
tinuar esta reflexión. La función del editor —representante de su identidad, los criterios implementados responden fundamentalmente a un
inefable de la institucionalidad académica y del mercado­— contexto y el afán de un momento histórico, a estrategias políticas articuladas a
cuando el autor está vivo sería la de trabajar codo a codo con partir de criterios de construcción identitarias, refundacionales y de memoria o de
archivo.

260 261
(2009): la del arqueólogo que construye la historia a partir rial en el territorio mistraliano—, se evidencia que los textos
de las ruinas mismas de la cultura. De hecho, el filósofo ale- poéticos fueron transmecanografiados desde la primera edi-
mán aconseja al historiador (incluido el historiador litera- ción a la segunda y así probablemente a la tercera. Ante este
rio) que “abandone la actitud sosegada, contemplativa, ante problema, Falabella y Domange escriben: “la edición de Po-
el objeto para cobrar conciencia de la constelación crítica en maire contiene importantes errores, como se ha demostrado
la que exactamente este fragmento del pasado se encuentra contrastando las ediciones con los manuscritos” (46). Los
exactamente con este presente” (Benjamin, Discursos 303). A errores que estas investigadoras identifican en la edición de
esto podemos integrar las espléndidas reflexiones de Edward Doris Dana, son análogos y homologables a las dos edicio-
Said en Humanismo y crítica democrática (2006), donde el nes posteriores. Y aun cuando la tercera edición publicada
pensador palestino-estadounidense propugna convencida- en 2013 —la de Calabaza del Diablo— intenta cierto frescor
mente sobre la necesidad de retornar a la práctica filológica y la aplicación de criterios del todo acertados, hay errores u
en cuanto ciencia de lectura activa y significativa de un de- omisiones que persisten y que se han institucionalizado, for-
terminado texto literario (82-83); en la detención del acto mando parte ya de una epistemología que opera sobre una
de leer, para así favorecer la interpretación y una compre- fracción importante de la obra de Mistral.
hensión (permítaseme el arcaísmo) profunda y viva. Súmese Y si bien es cierto que Poema de Chile es una suerte de
a esto, el sentido de respeto de una determinada creación y bestiario poético inconcluso, fragmentario, desperdigado,
de la adopción de la posición del autor por parte del lector ninguneado y postergado de la bendición de la academia
(86). En la no-violentación del texto para favorecer una ver- chilena, a pesar de todo lo complejo que resulta ser el estu-
borrea facilista, posmoderna, tan asidua a las sospechas va- dio de la materialidad de este texto, es muy difícil configu-
cías e invasiones brutales a los textos literarios, cuya carga rar una explicación que argumente diáfanamente la falta de
de nomenclatura técnica finalmente poco dicen. Said, muy rigor en las publicaciones mencionadas. Es difícil no “ter-
por el contrario, llama a complejizar la lectura de un texto ciarse” —como se dice en el campo—, difícil no encontrar-
literario, debido a la presencia de “lo histórico” (82) y de “lo se de frente con la negligencia, con la falta de esfuerzo, de
estético” (88) en ellos. Por ende, la materialidad de un texto rigor y de compromiso, como dice Said, de la labor lectora
no debería abandonar la materialidad de una lectura, por el sobre Poema de Chile en sus tres primeras versiones; difí-
contrario, ambos actos deberían integrarse, tanto en una pu- cil no terciarse con la preeminencia de evidentes estrategias
blicación como en una (inteligente) lectura. de posicionamiento sobre el territorio mistraliano, en vez
Realizando una panorámica de las estructuras de las tres de obsesionarse con el texto, de apasionarse —tal como lo
primeras ediciones —en las que se ha soslayado la materia- hizo el poeta— con aquel texto. Por ejemplo, es evidente
lidad del texto y de una lectura para concentrarse, a todas que el académico Jaime Quezada transcribió textual e ínte-
luces, en el posicionamiento estratégico de tal o cual edito- gramente la errática edición de Pomaire. Sustentado en su

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autoridad dentro de los estudios mistralianos, co(a)rtó nue- su figura, discurso y poesía por parte de flancos pertene-
vamente los textos líricos, y nadie de la institución pareció cientes a huestes político-poéticas, militantes de izquierdas
enterarse. De hecho, esta publicación de 1985 fomentó un y derechas.
relato, donde otros académicos alabaron el trabajo de Que- Sin embargo, en la cuarta edición de Poema de Chile, de
zada sobre la obra de Mistral, a modo de corporativas pal- La Pollera Ediciones, el lector por fin puede relacionarse más
maditas en la espalda. Esta negligencia empeora si se con- a sus anchas con la fecunda poesía de Mistral esparcida como
sideran las condiciones histórico-políticas5 en las cuales fue tierno almácigo. En una publicación sencilla, pero gruesa de
publicada esta segunda versión de Poema de Chile: en plena textos postergados, se aprecian los gestos indagatorios que
Dictadura de Pinochet y a través de una editorial (Lord Co- tienen su precedente en una cuidada antología articulada
chrane) de propiedad del siniestro grupo Edwards, dueños por Luis Vargas Saavedra justamente titulada: Almácigo: poe-
entre otros medios de El Mercurio, como documenta María mas inéditos de Gabriela Mistral, publicada por Ediciones
Olivia Monckeberg (2011). Gravedad que podría ser todavía Universidad Católica de Chile en 2009 y fuera de circula-
más explícita, si ahondásemos en las problemáticas de géne- ción por tratarse de una edición realizada a través de la Ley
ro que afrontó esta intelectual en un país que recién permi- de Donaciones Culturales.  La publicación de La Pollera, al
tió el sufragio a la mujer en 1952 o si, en algún otro ensayo, contrario de las anteriores publicaciones de Poema de Chile,
contempláramos analizar toda la resistencia que ha tenido introduce textos líricos inéditos, explicitando la inclusión de
59 poemas “fundamentales para el desarrollo del viaje épico”
de Mistral (Poema 12). Y aun cuando, en las propias palabras
5 Durante la Dictadura de Pinochet, se llevó a cabo un abuso y usufructo sosteni-
do de la figura y nombre de Gabriela Mistral, con evidentes fines políticos. La figura de su editor, esta publicación dista de ser una versión crítica
de la poeta calzaba perfecta para refundar la familia de esta nueva Nación chilena, y definitiva de Poema de Chile, es valorable el gesto de tomar-
consagrando la identidad de la mujer chilena como madre de la patria, como lo
reflexiona Kemy Oyarzún en “Des/memoria, género y globalización”. Oyarzún dice
se en serio esta “cosa chica” de la poesía. De dejar caer un
respecto al concepto de familia: “En la época dictatorial, se convocaba una semán- poco de sol a una geografía, una flora y fauna, a un ‘canto’ de
tica patriarcal, patronal, vertical que servía para refundar la Nación como totalidad Chile resignados a la oscuridad de un archivo en gran parte
abstracta” (En Olea & Grau, Volver 25). La sacralización de Mistral, en tanto madre
de la patria, entonces era urgente. La figura y memoria de Mistral sufrió, digamos, inédito por más de cincuenta años.
un evidente oscurantismo textual, haciendo la vista gorda de parte de su poesía y Volviendo a un tema anterior, es sabido que Doris Dana
de casi todo su discurso social, en pos de una divinización que ha acontecido en fue una desconocida y poco prolífica escritora6 —entusiasta
una sostenida apropiación que “no ceja y la que sólo ha servido para infundirle
a sus discursos un carácter sagrado del que muy pocos están dispuestos a dudar” de Thomas Mann—, quien quizás se vio con una responsabi-
(Rojo, Dirán 15). Y cogiendo las palabras de Rojo, reconozco que hasta esta misma
reflexión, dicho sea de paso, podría ser considerada una “apropiación” del discurso
de la poeta y perfectamente podría ser acusada de lo que yo también acuso. Vayan 6 Para efectos de esta reflexión tuvimos que indagar profusamente antes de coin-
mis sinceras disculpas al lector si he caído en aquella apropiación indebida. Sin em- cidir con un texto de Dana que nos permitiera una mínima apreciación sobre su
bargo, al menos creo que mi lugar de enunciación, como cursimente se dice, dista producción. Lamentablemente no encontramos material que permitiera cierta refe-
leguas de hablar como experto o mistraliano. rencia a su escritura, publicaciones o lecturas nacidas de algún texto suyo.

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lidad enorme que la llevó a cometer errores y omisiones im- maravilloso y menos diremos que se menosprecia en defini-
propias de un editor. Entre aquellos diversos errores y omi- tiva a la misma poesía. Se nos ha dicho que en los estudios
siones está la de escindir, a todas luces sin motivo, 59 poemas literarios no hay que quedarse en la “cosa chica”, sino que hay
y además, los veinte versos de “Salvia” que configuran el ves- que enfocarse en los efectos de la literatura, de la gran litera-
tigio que orbitamos en esta reflexión. Versos que añadirían tura, y por eso sonaría muy ingenuo impugnar que la poesía
una riqueza incuestionable al poema. Esta castración ya se de Mistral justamente está articulada a partir de elementos
ha institucionalizado, como si fuese rito de iniciación en los como caracoles, guijarros y colibríes… de cosas chicas que,
territorios críticos de Poema de Chile. En otras palabras, los desde las alturas del saber, se han apreciado insignificantes o
versos quedaron desterrados. La poesía finalmente no es pu- no se han apreciado.
blicada ni leída. Queda fuera.
La pervivencia de este vestigio textual también se aprecia Niñas de la Ruta, Salvias
en la publicación de La Pollera, aunque de distinta manera.
El texto “Salvia” en aquella publicación es complementado Sostenemos, en esta cuerda floja que puede resultar Poema
con otro: “Salvia elquina”, haciéndolos un solo poema. No de Chile, que el poema “Salvia” y su vestigio forman parte
podemos tratar en absoluto esta decisión de error, porque crucial del imaginario elquino de Gabriela Mistral. El Elqui
quizás existía ciertamente un proyecto mayor de Mistral es su lugar de origen y la salvia es hierba curativa oriunda
de fusionar ambos textos líricos. Además, ambas escrituras de aquella tierra. En Poema de Chile la salvia es la que activa
están vinculadas al elemento hierba de tal manera que se en el texto la agencia de Gabriela Mistral con la flora del
pueden leer perfectamente como uno. Sin embargo, el frag- Valle de Elqui (Muñoz 60). Mistral corporeiza su yo poético
mento de veinte versos subsistió y acabó también, fuera de la en Poema de Chile como un espectro que guía y educa a
publicación. un niño (indio, huacho, ciervo) por el valle. Asimismo, en
Y si bien es sumamente difícil no caer en la tentación de el poema “Salvia” la hablante lírica se “enajena” —salvia y
enjuiciar axiológicamente la sostenida desidia de las tres pri- sujeto textual— (Muñoz 64), y entra a la tierra del verso a
meras ediciones, no nos quedaremos en la “pelea chica” de través de la mencionada agencia con esta hierba. La salvia es
tan mal gusto en la academia. No diremos por ejemplo que uno de los elementos clave y recurrentes de los textos líri-
hay que meter las manos al barro del texto de esta campesina cos de Mistral. La poeta alaba esta hierba por su “sobriedad
herbolaria, de esta madre agricultora que no abandonó en equilibrio y ligereza”. Su color azul púrpura, es el color de
estación alguna la tierra de la poesía, si se quiere cosechar o la purificación, de la sanación. Es la hierba aplicada en el
si se desea ver crecer su creación transformadora del paisaje campo para la cicatrización de las heridas (es llamativo que
de la poesía de Chile. Y no diremos por supuesto que se ex- McKenzie habla de una herida de carácter textual cuando
plicita con todo esto la desvalorización de un texto poético se refiere a textos que han sido fragmentados). En Poema

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de Chile la cicatrización podría ser la de la misma Gabriela bultitos de encuclilladas,
Mistral causada por la lejanía y la nostalgia de la poeta con tan atentas con sus dulces
su tierra. Por ello, las propiedades curativas de la salvia, su cuellos de niñas alzadas.
belleza y su propia etimología (salvare, curar) la trasmutan Matas de azul no engreídas,
en un elemento cardinal en el imaginario elquino, que po- en su hálito balanceadas,
dría ser lo más arraigado en lo mistraliano, como decíamos, así apresurando azules
su lugar de origen. A continuación el texto oficial del poema y volando aligeradas.
“Salvia”: Esta siesta se la doy
y ellas me la dan sobrada.
Salvia Aunque les vuelvo sin bulto,
Vamos pasando un campillo mera señal, bizca fábula.
como bañado de gracia, ¡Qué bien que estamos así
apretando sobre el pecho por el encuentro arrobadas!
como a tórtolas robadas, Sobran la ruta y las gentes
el hálito de la menta y el tiempo que antes volaba.
el ojo azul de la salvia,
el trascender del romero Este texto, ya institucionalizado, atiborra los tres prime-
y el pudor de la albahaca. ros libros de Poema de Chile y gran parte de las antologías
Corto con la mano de aire, virtuales y publicadas de Mistral. Tomando en considera-
corto como desvariada ción aquello, no está demás decir que ésta será la segunda
y, voleando el manojo, ocasión —aunque espero equivocarme— que el vestigio tex-
les miento sus cuatro patrias; tual de “Salvia” será publicado, tensionando evidentemente
la Castilla y la Vasconia, el concepto de texto unitario, de obra y de autoridad. Todo
la Provenza y la Campania. indica que la primera de las ocasiones fue en Cantando la
Llegué al punto de su flor infancia, Chile y la tierra americana. Antología poética de
y sus bodas azuladas. Gabriela Mistral para niñas y niños de cuatro a seis años de
Toda hierba amé, pero ésta edad, publicado por la Unidad de Educación Parvularia del
siempre fue mi ahijada. Ministerio de Educación de Chile en 2007, cuyos miles de
Lento el hálito, ojos dulces ejemplares tuvieron como destinatarios establecimientos
y este fervor que las alza. educativos de carácter público. En aquella ocasión tuve el
Aquí estoy mirando cuatro privilegio de ser parte del “injerto” de este vestigio textual y

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esperé ingenuamente que éste buenamente pegara y confi- y de la perspectiva que entrega. Por ejemplo, en él se aprecia
gurara un solo tronco: corteza y savia poética. que el azul de la planta representa en el poema el color del
El vestigio del poema “Salvia” que fue casi parte del poe- espíritu como lo es en la cultura mapuche. El azul además es
ma es el siguiente: uno de los colores significativos para los modernistas y ro-
mánticos. En el poema, gracias a este color propio de la sal-
Porque el azul apacigua via, la poeta vincula el cuerpo con el espíritu, “agenciándolo”,
a los cuerpos y a las almas como menciona Muñoz Iturra. Retornaremos a analizar el
y sin mecida nos mece azul de la salvia.
como madre y como aya. Otro aspecto importante de destacar del vestigio de
“Salvia” es la relación con el imaginario mariano de su pri-
Viene ahora el mediodía mera estrofa: “como madre o como aya”. Bien sabido es que
fuerte de esencia voleada, el cristianismo ungió de color azul a la Virgen María —que
viene una tarde de treinta es el color de la virginidad, de la piedad y del cielo— debi-
montañas amoratadas do a la santificación de su figura. Sin embargo, hay escritu-
y luego llega una noche que ras del Nuevo testamento que la describen anteriormente
por densa y por consumada cubierta de un manto rojo, color habitual de las diosas pa-
libera el alma, la toma ganas. Este paganismo —que también advierte Magda Se-
y en lo eterno la amamanta. púlveda— es identificable en la imagen de la aya: nodriza
y diosa madre en culturas como la asiria y babilónica. Y si
Ya dormimos niñas-Mentas bien en las Sagradas Escrituras, María pasó de ser retratada
y salvias oji-azuladas de un manto rojo propio de la sangre y de la carne, a ser
y el romero de la huerta revestida por un manto azul —que buscó deshumanizarla/
rociado de Vía láctea. divinizarla y ungirla del poder de la piedad y el auxilio de
los desposeídos— en el vestigio ambas figuras “contrarias”
Gracias por tantas pupilas (Virgen y aya) se potencian y­ operan como una sola imagen
de las que yo he sido velada integrada, la de una mujer que mueve acompasadamente y,
cuidan de cuerpo y aroma a la vez, “sin mecida” los cuerpos y las almas. En el poe-
niñas de la Ruta, Salvias. ma oficial de “Salvia”, ya se explicitaba en tres ocasiones la
trascendencia del azul, no obstante, en el vestigio se hace
Y si analizamos verso por verso el vestigio de “Salvia”, hincapié en su presencia mística y su valor curativo. Dice a
podemos comenzar a dar cuenta de lo significativo del texto continuación el vestigio de “Salvia”:

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Viene ahora el mediodía de “lo eterno” en esta estrofa. Ser amamantado en lo eter-
fuerte de esencia voleada, no, sería gozar postmortem del amor inacabable de la Virgen
viene una tarde de treinta María representado por la leche materna. El cristianismo,
montañas amoratadas integrado al paganismo al que hacíamos referencia, perde-
y luego llega una noche que ría parte de su atávica idealización en este poema, ganando
por densa y por consumada terredad —como dice el poeta Eugenio Montejo—, pues el
libera el alma, la toma amor sublime tendría sabor a la pura y agria leche materna.
y en lo eterno la amamanta. Los dos versos siguientes desarrollan a mi modo de ver
una nueva agencia textual: la de Mistral y la menta ("Ya dor-
Junto a la búsqueda de la sanación que emprende esta mimos niñas-Mentas"), conocida popularmente como hier-
meika campesina, se puede reconocer un pensamiento cí- babuena. Entrada nueva al texto donde deja caer su cuerpo
clico, debido a que re-coger desde la tierra la tierra misma, para descansar en la tierra junto a las salvias “oji-azuladas”.
es volverla a pensar y relacionar holísticamente sus elemen- Esta nueva agencia también la podemos comprender como
tos. Es esta una poesía que va y viene, que vuelve. Florece a una resignificación que hace Mistral de la mitología ameri-
continuación una metáfora en esta obliterada estrofa: el día cana (maya, azteca, tolteca), donde los espíritus protectores
como la vida; el valle de Elqui (con sus montañas amorata- conocidos como “nahuales” adoptan formas animales para
das) como el cuerpo textualizado de la poeta (la agencia a la servir de guías. Mistral entra al texto para proteger al ni-
que alude Muñoz Iturra). El sentido cíclico del día y de la ño-ciervo, al huacho, al niño indio, alienada en hierba.
vida, de las estaciones o de los períodos de siembra, poda y Los dos versos que continúan y que quedaron en la con-
cosecha. Cíclico también es el retorno, el volver aunque sea tinua postergación fueron: “y el romero de la huerta/ rociado
en fantasma o hierba a esta tierra inmensamente añorada. Es de Vía láctea”7. Quizás así se podría leer la poesía —como la
el volver antes de la noche, incluso en otros poemas, es el vol- leeremos ahora­— como un «mucílago de linaza», abando-
ver después de la noche (como espectro) para intentar curar nando por un momento el esplendor de los efectos y de los
la herida del des-tierro. Sin embargo, en esta metáfora has- fuegos fatuos posmodernos, en absoluto favor de un peque-
ta la muerte es una compasiva madre que arriba para, en lo ño texto. En favor de una lectura que también se materializa
eterno, amamantar un espíritu. No se nos debería escapar un y que engarza dos procesos cognitivos en el acto y técnica de
nuevo alcance judeocristiano en este poema: la reiteración, a leer: el del autor y el lector, como propone el profesor Ro-
modo de anáfora, de la conjugación verbal “viene”. “Viene un
mediodía, viene una tarde”. Lo que “viene” para los cristianos
es el reino de Dios, doctrina basada en la fe, pero sobre todo 7 Precisamente en este último verso pasé mucho tiempo intenta-
en la esperanza. Y por supuesto, es menester subrayar la idea do descifrar el verbo, rociado, el cual era materializado a través de
una palabra manuscrita casi imposible de identificar.

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drigo Marilef o como propone Edward Said, cuando arenga La “Ruta” en mayúsculas instala el cuerpo de la poeta en el
a los lectores a ponerse en el lugar del autor. En estos dos umbral entre la vida y la muerte, espacio mítico desde donde
versos, el canto de Mistral es hacia un pequeño arbusto sil- una Mistral ya desagenciada, cultiva un ulterior testimonio
vestre, el romero, oloroso y curativo, de flores azules, como religioso de salvación, como oración lírica de redención y
la salvia. Éste, rociado de Vía láctea, descubre la intemperie agradecimiento.
transversal de los elementos poéticos del bestiario de Mistral. Al relacionarnos integracionistamente, como propone la
De hecho, la etimología de este oloroso arbusto justamente metodología lectora articulada por Édouard Glissant, con
significa “rocío marino” (rosmarinus). Junto a esto, el romero los versos de Mistral del vestigio en cuestión, pudimos re-
ha estado relacionado históricamente con la cultura cristia- unir los circuitos de sentidos fragmentados, ampliando y
na, aplicándose a modo de sahumerio e incienso en Navidad, complejizando su comprensión. El discurso en ruptura ha
en funerales, el Domingo de ramos o en espacios donde han logrado ser relacionado, a modo de sinapsis en expansión.
convalecido enfermos. Sin embargo, antes de la era cristiana De esta manera, pudo hacerse efectiva la posibilidad de leer
el romero ya era vinculado a la purificación y las ceremonias este vestigio poético a través de la etimología y la ciencia her-
religiosas, por ejemplo entre los fenicios y judíos. bolaria, pero a la vez con la historia, la tradición y la religión
Salvia, menta y romero, tres hierbas curativas, olorosas y cristiana, influenciada ésta por religiones consideradas como
purificadoras articulan un herbolario medicinal y espiritual, “paganas” y enfrentada además a las creencias de esta tierra
pues estas hierbas no sólo curan o aminoran el dolor, según americana. Así, Poema de Chile, leído a través del vestigio del
la tradición popular, también refrescan el espíritu y limpian poema “Salvia”, estaría hilado a partir de elementos que la
de impurezas el cuerpo y el alma. Relacionado a lo anterior, naturaleza ha arrojado a la tierra, pero no sólo eso, su poesía
está la última estrofa del vestigio de “Salvia” que dice: es agencia del mythos con la práctica herbolaria, del cristia-
nismo con lo pagano, de las niñeces con la muerte, de la car-
Gracias por tantas pupilas ne con el espíritu. Sería umbral del pasado y del presente y
de las que yo he sido velada agencia de Mistral con Chile. Hay en este vestigio una lectura
cuidan de cuerpo y aroma del todo, a saber de Édouard Glissant (2006) y su concepto
niñas de la Ruta, Salvias. del todo-Mundo, a partir de una interdisciplinariedad del
conocimiento que encabezaría la poesía.
La personificación de cada hierba de salvia, “Salvias”, Luego de este sencillo análisis podría suponerse que el
moviliza la memoria de las niñeces de la poeta, sellando una vestigio en cuestión aporta significativamente al poema ofi-
suerte de pacto cíclico donde la sujeto textual manifiesta la cial de “Salvia”, al texto de Poema de Chile y quizás incluso a
protección, a modo de espíritu nahual o chamán, de la sal- los estudios mistralianos. Es una mera especulación. Sin em-
via, resignificando, como decía, la mitología mesoamericana. bargo, me gustaría elucidar que el gesto que he intentado en

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esta reflexión no ha sido en ningún caso el de “completar” exclusivamente estratégico, apostando además por el gesto
el poema “Salvia”, intentando una totalidad o restauración. semiosférico, lotmaniano, de naturalizar todos estos acciden-
El visibilizarlo fue un ejercicio de lectura y de materialidad, tes “menores” y no abrir la discusión ante un fenómeno que
de compromiso y de dedicación con el texto, mas no fueron funciona como disidente de la estructura del sistema litera-
“pegados” ambos fragmentos porque no tiene mayor sentido rio, y así seguir apostando por el ampulosa estrategia de po-
hacerlo aquí. Además, la idea de totalidad de “Salvia” —y de sicionamiento o de autoproclamación experticia —una suer-
Poema de Chile—, aparte de no tener un asidero material ni te de lobby intelectual— en menoscabo fatal de la lectura.
conceptual, de poco sirve para los fines de este proyecto. No Gesto que arriesga una pena menor al integrarse a un
estamos aquí para defender categorizaciones temerosas al va- discurso que se juega la cabeza por retornar a las prácticas
cío, al caos o a sus vestigios. Pero tampoco estamos para cues- filológicas cuando se analiza un texto literario, a una lectura
tionar tibia o diplomáticamente la exclusión de la poesía, ni detenida y comprensiva, cuyo deseo más bien sería provocar
para alimentar discursos estratégicos a modo de palmaditas una relación activa y significativa con el texto, ensanchando
en la espalda que sostienen un sistema académico mediocre. los círculos de consciencia (Said, Humanismo 100), por sobre
Más bien, éste ha sido un gesto de problematizar acerca de la una lectura sospechosa —en el completo vacío—, la que más
autoridad (o experticia) sobre un determinado saber y cómo bien parece un “interrogatorio unidireccional” (116) que un
ésta puede incidir fatalmente en las prácticas lectoras, hasta diálogo inteligente con otra época y cultura (118-119).
devenir de lleno en la interrupción de las materialidades y
la coerción del conocimiento. Ha sido intención la de pro- Conclusiones
blematizar en las categorías hegemónicas del conocimiento y
aterrizar aquel término consentido de la academia y tan poco Poema de Chile es una especie de biopsia que de manera gene-
puesto en práctica: el de ruptura. Celebrar la ruptura de las rosa da razón de la precariedad en el proceso de producción,
categorías totalizantes y vincularse con textos conspirativos, edición, circulación y recepción de una publicación. Parafra-
no totalitarios, fantasmales, cortados. Especular en las casi seando a Benjamin, el vestigio del poema “Salvia” ha sido ma-
obras, en los casi poemas, en las casi publicaciones, relacio- terial roto y perviviente a un momento anterior de sistematiza-
nándose y apologizando un insidioso fragmento, en vez de ción. De esta manera, los versos de este vestigio no sólo abren
devorar críticamente un texto cuya categorización (de obra, una problemática textual, de publicación y una problemática
libro) está preestablecida y es del todo oficial. de circulación —esto debido a que la única publicación donde
Gesto que más que joder tal o cual labor editorial sobre se ha articulado anteriormente “Salvia”, al tener un carácter
Poema de Chile, ha intentado intuir cómo este vestigio po- más bien instrumental, nunca pudo salir a la venta y su cir-
dría desautorizar bruscamente parte de la polifonía acadé- culación está todavía altamente restringida. La discusión, por
mica que ha abandonado un proyecto de ilustración por uno sobre todo, deviene en un problema de lectura y de interpre-

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tación, de compromiso férreo con el texto, a saber de Said, un discurso en continua postergación y desintegración. La
de esfuerzo para adentrarnos en los manuscritos y adoptar la materialidad de la poesía más que resistir al tiempo, al fuego
posición del autor sobre el texto estudiado, con laboriosidad y y a la humedad, es insurrecta a los grandes relatos del poder
dedicación (Humanismo 86). Finalmente, lo que se ha talado —también culturales— ornamentados de rabiosa espuma
es el proceso y práctica de lectura, transformándose —como artificial. La poesía perviviría furtiva y fantasmal, se haría
decía— en un problema de cultura, de reconstrucción histó- porfiada e indestructible —como lo atestiguan los poetas—,
rica. En un problema práctico y no abstracto. inocente en su afán de brotar al mismo tiempo que es talada.
Y si bien hasta aquí pareciera que la obra de Mistral ha Ella se articularía en discurso que dice lo que no se puede de-
sido materia de una deglución investigativa abisal, un terri- cir, se rearmaría con lo que queda fuera de la cultura oficial.
torio intempérico donde toda fiera ha intentado marcar un Y queda fuera. La poesía podría ser también un vestigio de
canto de suelo que los inmortalice, podríamos decir también la institucionalidad y un fastidioso discurso que desarticu-
a modo de conclusión que todavía, todavía la tierra poética la inocentemente la perversidad de los poderes letrados. Se
de Mistral es un campo inhóspito, plagado de heridas y de hace difícil, pesada. Podría configurarse incluso en discur-
abismos. Entre esas heridas late aún la de Mistral y Chile, so que desautoriza las experticias y que desafía a los estu-
aquella abierta y viva desgarradura provocada por la lejanía dios(os) literarios a bajar de las alturas del saber y a meter sus
y el olvido que continua sangrante. Y aunque todavía, toda- pies y manos en el hondo barro de la poesía.
vía no se cura, ojalá poco a poco comience a cicatrizar con
publicaciones que dignifiquen una poesía cuya materialidad
ha sido casi insalvable.
En el final de esta reflexión, podríamos profundizar un
poco más, sin abandonar la pequeñez de los versos estudia-
dos, para pensar por ejemplo en el concepto de poesía a través
de este vestigio de “Salvia”. Sin duda es bastante arriesgado
comprehender y hacerse cargo de toda la tradición de la poe-
sía a través de un pequeño fragmento lírico, más cuando éste
ha estado abyecto por años, así que abortaremos la ambición
de una teorización, en favor de una reflexión que intenta-
rá ser completamente emancipadora (aunque entendemos
que el camino del pensamiento y de la ciencia justamente es
inductivo). Bajo este criterio de libertinaje especulativo, la
poesía podría ser considerada a través de este vestigio, como

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119-129. americana. Antología poética de Gabriela Mistral para
CHARTIER, Roger. “¿Qué es un libro?”. En: R. Chartier niñas y niños de cuatro a seis años de edad. Ed. Soledad
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CHARTIER, Roger. “Materialidad del texto, textualidad del MISTRAL, Gabriela. Lagar. Santiago: Editorial del Pacífico,
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ria, XI/12, 2006. (URL: http://163.10.30.238:8080/Orbis- MISTRAL, Gabriela. Ternura. Santiago: Universitaria, 2004.
Tertius/numeros/numero-12/1-chartier.pdf)   MISTRAL, Gabriela. Poema de Chile. Santiago: Lord
FALABELLA, Soledad. ¿Qué será de Chile en el cielo? Santia- Cochrane, 1985.
go: Lom, 2003. MISTRAL, Gabriela. Gabriela anda por el mundo. Roque Este-
FALABELLA, Soledad & Domange, Bernardita. “Poema ban Scarpa, comp. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1978.

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MISTRAL, Gabriela. Poema de Chile. Santiago: Pomaire, Bíografías
1967.
MONCKEBERG, María Olivia. Los Magnates de la Prensa:
Concentración de los medios de Comunicación en Chile. Nibaldo Acero (San Miguel, 1975) es Profesor de Lengua
Santiago: Debate, 2011. Castellana y Literatura y candidato a Doctor en Literatura
MUKAROVSKY, Jan. “El concepto de totalidad en la teoría por la Pontificia Universidad Católica de Chile, programa
del arte”. En: Signo, función y valor: estética y semiótica del para el cual obtuvo la beca CONICYT. Ha publicado diver-
arte de Jan Mukarovsky. Edición, introducción y traduc- sos artículos académicos, reseñas, ensayos, y los libros Me-
ción de Jarmila Jandová y Emil Volek. Santafé de Bogotá: linka (poesía, 2004), Por el corazón o la verga (poesía, 2010)
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Cien- y Guía satánica de Gerona (novela, 2013). Su línea investi-
cias Humanas, Departamento de Literatura; Universidad gativa son las epistemologías poéticas, el Infrarrealismo y
de Los Andes, Facultad de Artes y Humanidades, De- la educación de la poesía en el marco de la Enseñanza Bá-
partamento de Humanidades y Literatura; Plaza & Janes sica, Media y Superior. Actualmente vive con su familia en
Editores Colombia S. A, 2000. La Serena, y se desempeña como docente en la Universidad
MUÑOZ Iturra, Vilma. “La escritura de ‘Valle de Elqui’, de Católica del Norte, como director de la ONG de Educación
Poema de Chile: Pliegue recuerdo-naturaleza”. Acta lite- popular SaviaSur, también como investigador independiente
raria 33 (2006): 55-70. y escritor.
ROJO, Grínor. Dirán que está en la gloria. DF (México) y
Santiago (Chile): FCE, 1997. Jorge Cáceres Riquelme (Santiago, 1981) es Profesor de Estado
SAID, Edward. Humanismo y crítica democrática. Barcelona: en Castellano y Magíster en Literatura Latinoamericana y Chile-
Debate, 2006. na por la Universidad de Santiago de Chile y candidato a Doctor
SAID, Edward. El mundo, el texto y el crítico. Buenos Aires: en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Valparaí-
Debate, 2004. so, programa para el cual obtuvo la beca CONICYT. Su línea de
SEPÚLVEDA, Magda. “El acto de nombrarse Mistral en investigación es la literatura colonial chilena, en torno a la cual
Poema de Chile”. Revista Chilena de. Literatura 75 (2009): tiene a su haber algunas publicaciones académicas. Actualmen-
157-170.  te se desempeña como director de la carrera de Licenciatura en
TEITELBOIM, Volodia.  Gabriela Mistral pública y secreta. Letras en la Universidad Andrés Bello (Viña del Mar).
Santiago: Ediciones Bat, 1991.
Enrique Cisternas Rossel (Viña del Mar, 1986) es Licencia-
do en Lengua y Literatura Hispánica y Magíster en Literatu-
ra Chilena e Hispanoamericana de la Pontificia Universidad

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Católica de Valparaíso. En esa misma Universidad obtuvo el Ximena Figueroa Flores (Santiago, 1982) Profesora de Histo-
título de Profesor de Castellano y Comunicación y el grado ria y Ciencias Sociales por la Universidad Academia de Huma-
de Licenciado en Educación. Durante su formación acadé- nismo Cristiano, Magíster en Arte, Estética y Cultural Studies
mica se ha interesado por la investigación en la narrativa his- por la Universidad Panthéon-Sorbonne (Paris 1), Magíster en
panoamericana de vanguardia y la obra del escritor chileno Literatura General y Comparada por la Universidad Sorbon-
Germán Marín. En este autor ha centrado su interés, por lo ne-Nouvelle (Paris 3) y Doctora© en Literatura General y Com-
cual prepara una tesis doctoral referente a su obra. parada en cotutela entre la Universidad Sorbonne-Nouvelle
(Paris 3) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Ha
Joyce Contreras Villalobos (Santiago, 1987) es Licencia- ejercido como profesora de Lengua y Cultura Hispanoamerica-
da en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad de na en la Academia de Clermont-Ferrand, así como en diversos
Chile y candidata a Doctora en Literatura por la Pontificia establecimientos educativos de Francia y Chile. Actualmente
Universidad Católica de Valparaíso, programa para el cual se desempeña como investigadora y docente universitaria de
obtuvo la beca CONICYT. Su trabajo investigativo se ha fo- Estética y Teoría Literaria. Sus líneas de investigación son la
calizado en torno a los sujetos y producciones discursivas Literatura Comparada, la Geocrítica, la poesía del exilio y los
tradicionalmente marginados del canon académico. En esta estudios sobre exofonía y multilingüismo. Temáticas en torno
dirección, ha desarrollado pesquisas acerca de la literatura a las cuales ha publicado traducciones, artículos académicos y
de cordel chilena o Lira Popular y la escritura de mujeres prepara su tesis doctoral.
decimonónicas, materias sobre las cuales ha publicado al-
gunos artículos así como también ha expuesto en múltiples Hugo Herrera Pardo (San Fernando, 1985) es Profesor de Cas­
congresos nacionales e internacionales. Es la autora del li- tellano y Comunicación y Licenciado en Lengua y Literatura
bro Mercedes Marín del Solar (1804-1866). Obras reunida Hispánica por la Pontificia Universidad Católica de Valpa­raíso.
(DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana), Se doctoró en la misma casa de estudios con una tesis titulada
donde realiza un estudio preliminar y recopila ‒en formato “Emergencia, formación e institución. Metáforas culturales en
de edición crítica‒ la vasta producción escritural de dicha el pensamiento crítico y literario latinoamericano, 1970-1998”.
letrada fundacional. En la actualidad es la investigadora res- Ha publicado artículos sobre vanguardias históricas latinoa-
ponsable del proyecto “Escritoras chilenas del siglo XIX: su mericanas, narrativa re­gionalista, poesía de Valparaíso y críti-
incorporación pionera en la esfera pública y el campo cul- ca literaria, los que han aparecido en revistas especializadas de
tural” (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondo universidades chilenas y brasileñas. Participó durante el año
del Libro, línea Investigación 2015), que prontamente será 2013 del comité organizador del seminario de investigación
publicado en formato de libro por RIL Editores. Martín Cerda, del cual actualmen­te se encuentra preparando
un volumen recopilatorio. Con el mismo equipo, co-editó du-

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rante el año 2014 el volumen de ensayos Precisiones. Escritos
inéditos de Martín Cerda (Valparaíso: Ediciones Universita-
rias de Valparaíso). Actualmente se desempeña como profesor
jornada completa en la carrera de Licenciatura en Letras men-
ción Literatura, de la Universidad Andrés Bello (Santiago).

Mario Molina Olivares (Quilpué, 1982) es Profesor de Cas-


tellano por la Universidad de Playa Ancha, Magíster en Li-
teratura por la Universidad de Chile y candidato a Doctor
en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Val-
paraíso.  Ha sido  profesor en universidades de la región de
Valparaíso. Su línea investigativa es la novela chilena reciente
y la novela de formación. Actualmente se desempeña como
Coordinador de Lenguaje en la Universidad Santo Tomás,
sede Viña del Mar.

Ninoska Vera Duarte (Santiago, 1982) es Profesora de Fran-


cés por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Edu-
cación y estudiante de Pedagogía en Educación Básica en la
Universidad de Playa Ancha. Ha ejercido la docencia en li-
ceos de Francia y ha llevado a cabo diversas traducciones del
francés al español.

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