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Pensar la pandemia: el límite entre “público” y “privado”, la crisis actual y las formas del poder.

Número monográfico de “Materialismo Storico” (http://ojs.uniurb.it/index.php/materialismostorico) a cargo


de Stefano G. Azara, Fabio Frosini y Anxo Garrido

Habida cuenta del shock económico causado por las medidas de contención del SARS-CoV-2 -
Covid 19, que en este momento (agosto 2020) se estima que provocarán una caída de casi el 5% del PIB anual
a escala global, y considerando la incertidumbre que se deriva de la falta –a pesar de la enorme movilización
de recursos– de una cura definitiva para la enfermedad, resulta totalmente justificado hablar de una crisis de
amplio alcance. Esta crisis ha puesto en discusión algunos de los pilares de la globalización neoliberal en sus
formas dominantes hasta el momento, tanto con la introducción de restricciones a los flujos de mercancías,
pasajeros y fuerza de trabajo, como a través de la inclusión de consideraciones diferentes de la mera
rentabilidad inmediata en la producción y distribución de los bienes esenciales, como a través de los cambios
que ha introducido en los modelos de consumo y, más en general, en la relación entre aparatos estatales, clases
sociales y organizaciones de la sociedad civil. La sensación de crisis es estimulada, también, por la
preocupación –expresada sobre todo por la crítica de la biopolítica– de que la amplia e innovadora serie de
medidas técnicas y gubernamentales, adoptadas, en el plano del control de las conductas y de la movilidad de
las poblaciones, con el objetivo de contribuir a contener la difusión del virus, pueda fomentar la tendencia a
un intervencionismo estatal anti-garantista y potencialmente autoritario; tendencias que, actualmente, son más
o menos germinales según las diferentes realidades nacionales y se han desplegado en modos específicos y
con significados y formas incluso opuestas, pero que podrían, con la crisis, difundirse y afirmar
mayoritariamente su legitimidad hasta llegar a arraigar en el “sentido común”. Por otro lado, al riesgo de una
manipulación de la emergencia en clave pastoral y disciplinaria se une aquel, incluso más actual conforme nos
vamos alejando del pico de la pandemia, de un uso de esta en clave subversiva, en el cual el subversivismo por
arriba insta a un subversivismo desde abajo en nombre de la defensa de una libertad individual absoluta con
respecto a toda injerencia en la esfera privada y a toda regulación llevada a cabo en nombre de los intereses
generales.
En este sentido, la coyuntura actual asume las características de un “interregno”, de un momento de
cambio en el que no es ni siquiera claro si este complejo sistema de medidas, comenzando por la búsqueda de
una vacuna o de una cura eficaz, podrá llevar a restablecer rápidamente las condiciones anteriores a enero de
2020, ni si todo lo que ha sucedido en el presente año influirá de forma estructural en los modos de vida y la
mentalidad, en la cultura de la vida cotidiana o en la organización de los complejos sistemas de tráfico e
interacción en el plano estatal e internacional. Frente a la proliferación de proyecciones de escenarios futuros
más o menos increíbles, es más razonable examinar las formas de la crisis en curso que ya se han manifestado
en este momento, evitando en todo caso aislar el presente con respecto a un escenario más amplio de procesos
de medio plazo (diversificados pero también en parte vinculados entre sí, que se remontan al menos hasta el
2008 pero que en realidad hunden sus raíces en la ofensiva neoconservadora que pone fin a los “treinta
gloriosos”), respecto a los cuales la pandemia ha funcionado como un acelerador y, precisamente por esto, los
ha sacado a la luz.

Indicamos dos aspectos de esta crisis que son, en nuestra opinión, predominantes:
1) En sus fases iniciales, la gestión de la emergencia sanitaria se ha caracterizado, en Europa y a
continuación, más en general, en todo el mundo “occidental”, por la falta casi completa de solidaridad y
asistencia mutua, incluso entre Estados pertenecientes al mismo sistema de alianzas geopolíticas o incluso a
los mismos sistemas supranacionales como la Unión Europea. Siempre en la misma línea, la interrupción de
los flujos de comercio internacional y la necesidad de disponer de reservas de bienes esenciales han favorecido
el retorno de planes de relocalización de industrias y sectores productivos considerados “estratégicos”, en la
línea de un “capitalismo organizado” cuyos contornos eran ya perceptibles en la tendencia a un
posicionamiento en clave proteccionista de las grandes áreas regionales que articulan la globalización liderada
por los EEUU.
2) En el plano de las formas y técnicas de gobierno, las autoridades estatales han adoptado medidas de
lucha contra la pandemia que, prácticamente en su totalidad, han fluctuado entre formas más o menos rígidas
de limitación de las libertades personales (desde la limitación externa a la invitación a la autolimitación). Las
autoridades de algunos países, en cambio, se han pronunciado (pero con sucesivas rectificaciones y amplias
oscilaciones), en todo o en parte, contra la que ha sido definida por algunos como la nueva tentación
“autoritaria”, o incluso “totalitaria”, que trataría de imponer la “dictadura” del poder del Estado-vigilante sobre
todas las actividades, incluida la vida privada.
Estos dos fenómenos –el retorno (está por ver si más o menos temporal) a formas de “mercantilismo”
pre-1945 y el perfilarse de un “intervencionismo” estatal impensable hasta hace pocos meses– configuran una
situación en la que los dogmas de la política económica y más en general de la visión del mundo “neoliberal”,
al menos en la vulgata que en mayor medida ha moldeado hasta ahora las formas de conciencia predominantes,
aparecen de repente en su contingencia constitutiva, poniendo así en discusión toda la cubierta “liberal” y
“constitucional” por la que se ha regido, durante algunas décadas, la vida del mundo euro-atlántico.
En este sentido, para quien no quiera contentarse con describir la superficie de los fenómenos, la crisis
del 2020 funciona como un “observatorio” en el que se hacen patentes las relaciones de fuerzas que
constituyen, a todos los niveles, la estructura profunda del mundo contemporáneo: desde las relaciones
interpersonales al nivel geopolítico, sacando a la luz la precariedad de tal equilibrio, su historicidad y la
transitoriedad de los aspectos materiales e ideológicos que el consenso neoliberal había establecido como
inamovibles.

«Materialismo Storico» pretende abrir un espacio de reflexión sobre la crisis que estamos atravesando.
Es una reflexión difícil, delicada, en tanto que conducida al hilo de la actualidad, pero necesaria para poder
tomar posición de forma autónoma a partir de las coordenadas teóricas y culturales que caracterizan a esta
revista. A dicho fin, queremos llamar la atención de los posibles interesados sobre una pareja categorial que,
en nuestra opinión, desempeña un papel imprescindible en una aproximación crítica circunscrita a la tradición
marxista, y, en particular, desde un punto de vista que se inspire en el pensamiento de Antonio Gramsci: la
pareja público/privado.
Desde una perspectiva marxista y gramsciana, público/privado es la divisoria que articula la vida de
la “célula” política fundamental del mundo moderno, el Estado nacional. El Estado moderno, en un proceso
secular y gradual, ha fundado jurídicamente la libertad individual y, al mismo tiempo, la formación de la
voluntad política, sobre la distinción clara entre estas dos esferas. Con la consolidación de las sociedades de
masas –estructuradas de forma “masiva” (Gramsci)– esta división, sin embargo, se ha desdibujado, es más, se
ha revelado como una simple utopía del liberalismo “revolucionario”. Los experimentos “corporativos” de los
años Veinte y Treinta del siglo XX –ya ampliamente anunciados por el pensamiento conservador más
inteligente de finales del siglo XIX y principios del XX– no son otra cosa, desde esta perspectiva, que una
condensación particularmente potente y evidente (como respuesta a una crisis a gran escala) de una tendencia
que en realidad nunca ha dejado de existir, tampoco en la segunda posguerra, y que en vano se ha tratado de
erradicar con la revolución neoconservadora del último medio siglo.
La atribución directa al “ciudadano” particular de funciones y responsabilidades “públicas”, de
representante directo del orden y de la disciplina estatal, requerida por la situación de emergencia, ha
evidenciado nuevamente la existencia de tendencias que erosionan la dicotomía liberal público/privado. En
estos meses, en todos los países europeos y, probablemente en formas diferentes, también en otros lugares, se
han experimentado varias modalidades de combinación del momento del consenso y de la fuerza, de la
disciplina autoimpuesta y de la exterior, de la participación comunitaria y de la limitación de la libertad, de la
“libertad” individual y del “conformismo” colectivo.
La irrupción de la crisis epidémica ha sacado repentinamente a la luz una “trama” material de la vida
social y de la política, del “Estado en sentido orgánico y más amplio” (Gramsci), que es irreductible a la
concepción dicotómica de la relación entre público y privado, y que –poniendo en tela de juicio al menos otra
pareja categorial que termina por entrelazarse con la primera, a saber, la de universal y particular– hace nacer
una amplia serie de “combinaciones” que están a la base de la multiplicidad de experimentos que caracteriza
a la experiencia política actual.
Este fenómeno de “activación” colectiva, requerido por las políticas estatales pero también por la
necesidad de afrontar la emergencia en diferentes contextos de la sociedad, contiene aspectos regresivos pero
también potencialidades dirigidas a una superación o por lo menos a una relativización del “individualismo
posesivo” sobre el que se basa la economía de mercado, dirigidas a la adopción de un modelo más próximo a
la “planificación”, ya no concebida y percibida como sinónimo de limitación de la libertad individual, sino
como su contexto orgánico.

Sobre la base de este horizonte problemático, solicitamos intervenciones que, teniéndolo en cuenta, se centren
en particular (pero no exclusivamente) en las siguientes cuestiones (aunque asumiendo temas transversales a
ellas):
- Formas de “neo-mercantilismo” y reestructuración del “libre mercado”;
- Tendencia a la “corporativización” del tejido social y reafirmación, por el contrario, del “individualismo” y
de la lógica del deseo (movimientos “anti-cuarentena”);
- Formación de un nuevo “sentido común” como efecto y al mismo tiempo como vehículo de la crisis actual
- Papel de las técnicas de rastreo y control a la hora de conformar la vida social en todos sus aspectos;
- Relación entre consenso y autoridad, y entre disciplina impuesta y autoimpuesta: ¿cuáles son las formas que
actualmente asume este plexo de relaciones?;
- Deslizamiento de la relación entre Estado y sociedad, entre Estado y esfera pública, entre esfera pública y
espacio privado;
- Comparación entre la pandemia actual y la llamada “gripe española”, en particular como aceleradores de
procesos de reestructuración de la sociedad y el Estado.

La fecha límite para el envío de un abstract (1500-2000 caracteres), que incluya título, tres palabras clave y
filiación institucional del/de la autor/a, es el 15 de septiembre de 2020.
La revista publica textos en italiano, francés, inglés, portugués y español.

Las autoras/los autores de los abstracts seleccionados serán invitadas/os a enviar el artículo definitivo antes
del 1 de noviembre de 2020. Este será sometido a un proceso e revisión por pares ciegos.

Para peticiones de información:


Stefano G. Azzarà: giuseppe.azzara@uniurb.it.
Redacción de «Materialismo Storico»: info@materialismostorico.it.

Todos los materiales serán enviados a:


Fabio Frosini: fabio.frosini@uniurb.it.

Información sobre la revista:


http://ojs.uniurb.it/index.php/materialismostorico/about.
Información para los autores:
http://ojs.uniurb.it/index.php/materialismostorico/information/authors.

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