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Una aproximación al pensamiento de la diferencia en M. Heidegger y G.

Deleuze

Carlos Arturo Ceballos

En el prólogo a Identidad y Diferencia, Heidegger escribe:


“Escuchando la armonía que reina entre Ereignis y Austrag, el propio lector debe descubrir en qué medida
la diferencia procede de la esencia de la identidad”

Este escrito tiene como propósito realizar un acercamiento a la diferencia ontológica en


Heidegger y desde tal acercamiento indagar el modo como el filósofo alemán influyó en el
pensar deleuziano. En un primer momento se dará cuenta de las formulaciones de la
diferencia ontológica, tanto en Sein und Zeit, donde tal formulación posibilita el despliegue
de la pregunta por el ser, como en Identität und Differenz, donde Heidegger presenta la
diferencia ontológica como el modo indicado para pensar lo impensado en la metafísica.
Luego, en un segundo momento, este escrito se acercará a la noción de diferencia en Deleuze
e intentará mostrar las resonancias de la diferencia ontológica en la filosofía del pensador
francés. Esta segunda parte de la reflexión se realizará, particularmente, desde su obra
Différence et Répétition.
La diferencia ontológica en Heidegger

La diferencia ontológica (ontologische Differenz) se ha comprendido como la diferencia


entre ser y ente, como la diferencia que deja ver que el ser no es el ente. Es la “Introducción”
de Sein und Zeit, concretamente en su primer capítulo, la que se ocupa de exponer la pregunta
por el ser en su “necesidad”, “primacía” y “estructura”, en tanto ella es la pregunta que será
objeto de elaboración en este tratado de 1927. Es por esto que en el segundo parágrafo, en el
afán de dar cuenta de “la estructura formal de la pregunta por el ser”, Heidegger formula la
diferencia ontológica —sin usar esta expresión explícitamente— de la siguiente manera: “Lo
puesto en cuestión en la pregunta que tenemos que elaborar es el ser, aquello que determina
el ente en cuanto ente, eso en vistas a lo cual el ente, en cualquier forma que se lo considere,
ya es comprendido siempre. El ser del ente no ‘es’, él mismo, un ente” (Heidegger; 2003:29).
Heidegger deja claro en este parágrafo que el ser no puede ser confundido con ningún ente,
es por esto que el ser reclama, como lo puesto en cuestión, “un modo particular de ser
mostrado” (Ibíd.,), así como también reclama unos “conceptos propios” para dar cuenta de
su sentido. Pero, aun indicando Heidegger esta diferencia, él deja claro que ser es ser de un
ente y, por tanto, “lo interrogado en la pregunta por el ser es el ente mismo” (Ibíd.,).

En la presentación del ente que será interrogado respecto de su ser en Sein und Zeit
se puede ganar más claridad sobre la diferencia ontológica que Heidegger ha formulado. El
ente ejemplar que será interrogado es aquel en el cual se puede “leer el sentido del ser” (Ibíd.:
p.30), es el ente que tiene una relación privilegiada con la pregunta que se quiere desplegar
en el tratado del filósofo de Messkrich; este ente, pues, es aquel “que somos en cada caso
nosotros mismos” (Ibíd.), a saber: el Dasein. La relación privilegiada con esta pregunta la
gana el Dasein en tanto este es el ente que “tiene en su ser una relación de ser con su ser”
(Ibíd.:35); esto es así ya que en el modo de comportarse el ser del Dasein con su ser, éste, el
Dasein, se comprende a sí mismo desde su existencia (Existenz), desde su propio acto de
existir. La existencia, confirma Heidegger, es el propio ser del Dasein. Este comprender
(verstehen) del Dasein, desde su existencia, indica que éste tiene una relación pre-teorética
con su ser. Por este tipo de relación, por esta pre-comprensión, es que este ente privilegiado
goza de una primacía ontológica. El Dasein es ontológico, o, más concretamente, es
preontológico, pues su comprensión del ser es, se ha dicho, pre-teorética. Pero esta
comprensión del ser no está limitada únicamente a la existencia del propio Dasein, sino que
aquí se trata de la comprensión del ser de los entes intramundanos y de los demás Dasein, la
cual se hace posible en la estructura fundamental del estar-en-el-mundo (In-der-Welt-sein)
del Dasein. Es, pues, por este carácter preontológico del Dasein que éste es el ente
interrogado respecto de su ser. Lo dicho hasta este punto, al dejar ver las explicitaciones que
del Dasein hace Heidegger en la “Introducción” de Sein und Zeit, permite más claridad con
respecto a la diferencia ontológica y el modo como tal diferencia hace posible dar los
primeros pasos para la elaboración de la pregunta por el ser.

Para Heidegger, la pregunta por el ser es la pregunta conductora de su pensar, es su


pregunta fundamental. En tanto la pregunta por el ser es la pregunta fundamental, y como
posibilidad de su despliegue, el filósofo ha persistido en demarcar, como lo hace en Sein und
Zeit, la diferencia del ser con respecto del ente. Es así que en la obra que ve la luz en 1957
Identität und Differenz, en la segunda conferencia allí publicada titulada “Die Onto-Theo-
Logische Verfassung der Methaphysik”, Heidegger indica que:

Para Hegel, el asunto del pensar (Die Sache des Denkens) es el ser en relación con lo que
fue pensado sobre lo ente en el pensar absoluto y en cuanto tal. Para nosotros el asunto del
pensar es lo mismo, y por lo tanto, el ser, pero el ser desde la perspectiva de la diferencia
con lo ente. Digámoslo con más precisión todavía: para Hegel, el asunto del pensar es el
pensamiento como concepto absoluto. Para nosotros, el asunto del pensar —usando un
nombre provisional—, es la diferencia en cuanto diferencia (Die Differenz als Differenz).
(Heidegger; 1990:107)

A propósito de esta cita de Heidegger hay que decir que lo expuesto en ella está dicho a
propósito de aquello que el pensador de Messkrich llama un “caso de litigio”. Aquí este
litigio (Streit), este caso litigioso, es el propio asunto del pensar de Hegel que a Heidegger
“apremia” en su propio pensar. Para Hegel el asunto del pensar “es el pensar en cuanto tal”,
el pensamiento, que “desarrollado hasta la máxima libertad de su esencia es ‘la idea
absoluta’” (Ibíd.:101). Con respecto al asunto del pensar en Hegel este, en el tercer capítulo
de Wissenschaft der Logik titulado “La idea absoluta”, dirá que: “sólo la idea absoluta es
ser, vida imperecedera, verdad que se conoce a sí misma, y es toda verdad” (Hegel;
1982:559). Por tanto el asunto del pensar para Hegel es el ser. Heidegger, pues, formula la
diferencia ontológica para mostrar aquí la “disparidad del asunto del pensar” que hay en el
diálogo que quiere llevar con Hegel en su ensayo; una disparidad que, por lo demás, es
posible en tanto el diálogo se lleva adelante sobre “el mismo asunto y de la misma manera”
(Heidegger; 1990:105), a saber: sobre el ser. Este mismo asunto es en Hegel pensado como
“idea absoluta, [en tanto es] el único objeto y contenido de la filosofía” (Hegel; 1982:569);
mientras en Heidegger el asunto del pensar es meditado desde la diferencia entre ser y ente.

Aclarando esta disparidad Heidegger anota que para Hegel de lo que se trata, en el
diálogo con lo ya pensado por los pensadores, es de una introducción en “la fuerza y el
horizonte de lo pensado” (Heidegger; 1990:109). Lo ya pensado en la historia de la filosofía,
en la cual se introduce Hegel, es asumido por éste como “un grado correspondiente al pensar
absoluto” que, como grado acontecido, es superado; de tal manera que el diálogo con la
historia de la filosofía “tiene carácter de superación (Aufhebung)” (Ibíd.:111). Vale decir que
en Hegel la palabra Aufhebung une significados opuestos, de modo que ella indica supresión,
alzamiento, superación. Es por esto que esta palabra es idónea para expresar el movimiento
mismo de la dialéctica en tanto este consiste en el “proceso de negación de una realidad para
dar lugar a otro aspecto en el cual, no obstante, se sigue conservando el primero” (Moreno;
2003:229). Es así como lo superado se guarda sin quedar anulado, pero perdiendo su
inmediatez, de modo que la superación expresa la síntesis de los opuestos, en tanto ella es la
unidad que permite esa oposición. De la Aufhebung dirá Heidegger que: “La superación
conduce a ese dominio, que eleva y reúne, de la verdad puesta de modo absoluto en el sentido
de la certeza completamente desplegada del saber que se sabe a sí mismo” (Heidegger;
1990:113). Para Heidegger, al contrario de Hegel, ya no se trata, en el diálogo con lo ya
pensado, de una superación, sino de un paso atrás (Schritt Zurück) en el cual se pueda
preguntar lo aún no preguntado, se pueda pensar lo im-pensado en la historia del pensar. El
paso atrás, pues, va desde lo impensado hasta lo por pensar. Lo impensado, aclara Heidegger,
es “la diferencia entre el ser y lo ente”, y lo por pensar es “el olvido de la diferencia”
(Ibíd.:115). Aquí se puede decir que pensar la diferencia como lo impensado implica para
Heidegger sacar a la luz el olvido de la diferencia, que, como fuente de lo impensado, se
torna aquello que hay que pensar, esto es, lo por pensar. Sin duda lo por pensar, el olvido de
la diferencia, va de la mano de lo que Heidegger llama el olvido de la pregunta por el sentido
del ser que es tematiza en Sein und Zeit, un olvido que después pensará como olvido del ser
mismo y que será tematizado en la historia del Ser (Geschichte des Seyns). Con respecto al
paso atrás (Schritt Zurück), propuesto por Heidegger, también hay que decir que éste
encuentra su posibilidad en la formulación de la diferencia ontológica. El paso atrás, como
paso a lo impensado que, a su vez, abre camino a lo por pensar, está mentando la necesidad
de un retorno al primer inicio de pensar que la diferencia ontológica hace evidente. Es desde
tal retorno que se puede pensar la historia de la metafísica occidental como historia del olvido
del ser. Es así que el paso atrás puede entenderse como una posibilidad que se abre para el
Otro inicio del pensar.

La diferencia pensada por Deleuze

La diferencia ontológica como lo impensado en la historia del pensar occidental, pero que es
recuperada por Heidegger para el pensar, tiene su resonancia en el filósofo francés Gilles
Deleuze. Es así que en el prefacio de Différence et Répétition su autor indica que el tema que
trata en su obra “[…] se encuentra, sin duda alguna, en la atmosfera de nuestro tiempo”
(Deleuze; 2002:15); y en esa atmosfera, propia de un “anti-hegelianismo generalizado”, está
presente Heidegger y su “filosofía de la Diferencia ontológica” (Ibíd.,); así como también
está presente “una distribución de caracteres diferenciales en un espacio de coexistencia”
(Ibíd.,) propio del estructuralismo y la literatura contemporánea que gira en torno a la
diferencia y la repetición. De tal modo que en el tiempo al que pertenece esta obra de Deleuze
“la diferencia y la repetición ocuparon el lugar de lo idéntico y de lo negativo, de la identidad
y la contradicción. Pues la diferencia no implica lo negativo, y no admite ser llevada hasta la
contradicción más que en la medida en que se continúe subordinándola a lo idéntico” (Ibíd.,).
Al estar, pues, Différence et Répétition dentro de esta atmosfera, es Hegel también blanco de
ataque. De modo que aquí se puede decir, siguiendo a Heidegger, que Deleuze tiene con
Hegel un caso litigioso.

Con respecto a este caso de litigio en Différence et Répétition se hace pertinente


exponer cómo comprende Hegel la negación, la identidad y la contradicción. Para este
filósofo alemán “Toda determinación es negación”. La negación (Negation) es la
contraposición (Gegensatz) y es en esta negación como contraposición el modo en que Hegel
piensa su filosofía de la identidad. En la “Primera sección”, del “Libro primero: la doctrina
del ser” de Wissenschaft der Logik (Ciencia de la Lógica), es donde Hegel ha expresado que
“el ser es lo inmediato indeterminado”. Luego, en el “segundo capítulo” de la misma sección
indica que: “EXISTENCIA [Dasein] significa un ser determinado; su determinación es una
determinación existente, una cualidad. Por medio de su cualidad algo está frente a un otro,
es mudable y finito, determinado no sólo contra un otro, sino en sí mismo francamente de
manera negativa. […]” (Hegel; 1982:50). El ser sin diferencias no es nada, es lo inmediato
indeterminado, por eso el ser debe estar determinado, y el ser determinado es la existencia
concreta de algo, de una cosa. La determinación que es una cosa, la hace ser esa cosa y no
otra, así por ejemplo el ser determinado “silla” no es la “mesa”. La “silla” esta frente a la
“mesa”, está contrapuesta a la “mesa”. Las cosas determinadas son finitas frente a las otras
cosas, ellas tienen límites, acaban en algún lugar. De modo que el límite de las cosas marca
el punto donde ellas dejan de ser, marca su negación, marca lo que ya no es “silla” y pasa a
ser “mesa” y viceversa. Es así que las cosas que están en devenir se determinan en relaciones
de negación unas con otras. Aquí la superación de la contradicción, la superación del
desgarramiento de lo contrapuesto, como se había dicho más arriba, es la Aufhebung, una
superación que conserva lo contrapuesto. En esta superación hay una unidad de lo
contrapuesto, una unidad de las determinaciones; de tal modo que si la determinación
(Bestimmung) es negación, entonces la Aufhebung es negación de la negación. En esta
supresión de la contradicción, en esta Aufhebung se da, para Hegel, la identidad.

Ahora bien, para Deleuze y su tiempo la diferencia y la repetición han tomado el


lugar de la identidad y la contradicción, es así que para el filósofo francés la repetición es
siempre repetición de la diferencia, de una diferencia que en su orden afecta el interior de la
repetición (Cf. Deleuze: 2002:56); lo afecta de tal manera que “la verdadera repetición es la
que corresponde directamente a una diferencia del mismo grado que ella” (Ibíd.,). Es por
ello, por esta correspondencia, que la repetición es una singularidad no intercambiable, es
insustituible, ella difiere con la ley, ella incluso transgrede la generalidad de la ley en nombre
de la libertad de la propia repetición. Es por esto que Deleuze afirma que “la repetición es
posible […] tanto contra la ley moral como contra la ley de la naturaleza” (Ibíd.:26). Se trata
pues de un levantamiento contra el hábito, contra la costumbre, es un levantamiento contra
la diferencia asumida y superada (Aufhebung) en el concepto dado por la representación.
En el inicio del primer capítulo de Différence et Répétition Deleuze piensa un vínculo
entre diferencia y determinación; de esto que él indique que “la diferencia es un estado en el
cual puede hablarse de LA determinación” (Ibíd.:61). Es en este vínculo que materia y forma
o fondo pierden su distinción, pues el fondo pierde su indeterminación y la forma su
determinación. Se genera aquí una dinámica tal que el fondo sube a la superficie de modo
que lo determinado y lo indeterminado llegan a confundirse en una relación que desborda
las identidades, una relación donde se confunden “en una sola determinación que ‘hace’ la
diferencia” (Ibíd.:62). La diferencia es aquí el propio movimiento, ese que hace posible un
“devenir singular”; es por esto que “el devenir es intrínseco a la diferencia” (Carrizosa;
2000:121); por tanto, la diferencia no puede aprenderse como algo, sino que ella es el
proceso mismo, ella es la que hace posible la conjunción de alteridades en el devenir mismo.
En contraste con lo anterior la identidad no es más que un momento de aparente reposo, un
momento dentro del proceso, mientras que en la diferencia la forma no es algo distinto del
fondo, sino que lo indeterminado del fondo y lo determinado de la forma están en constante
relación en el movimiento incesante e indeterminado de la diferencia. De modo que más que
imposición de lo determinado a lo indeterminado o viceversa lo que acontece es “una mutua
compenetración entre fondo y forma” (Carrizosa; 2000:123), una compenetración que da
apertura a posibilidades que no determinan el devenir, sino que lo despliegan desde la
diferencia. Es gracias a estas posibilidades, que se fraguan desde la diferencia, que la
reflexión deleuziana es:

[…] una irrupción, una mirada de la filosofía, como una reflexión construida sobre el rechazo
de todo centro, como ex–centricidad y, al mismo tiempo, como un acontecimiento, una
creación que se vuelve sobre el amplio y agitado espectro de las nociones filosóficas para
imponerles una inflexión, para actuar sobre ella, para imponerles el desarraigo que las
devuelve a la fertilidad incierta de lo informe. (Ibíd.,:119)

A propósito de esta cita, tomada de Raimundo Mier en su ensayo “El concepto de


diferencia. La mirada de Deleuze: hacia una filosofía radical”, es pertinente decir que
la fertilidad incierta de lo informe es justo lo que posibilita Deleuze con la diferencia.
Lo posibilita desde la inflexión a la cual somete a la diferencia como el asunto propio
de su pensar filosófico. Deleuze, pues, desde el anti-hegelianismo de su época, libera
a la diferencia, de modo radical, de esa subordinación a la identidad impuesta por la
representación. La fertilidad que se despliega en esta liberación, es lo que se está
pensando en la relación entre forma y fondo, una relación que desborda las identidades
para que devenga la alteridad, la otredad, lo singular.

El pensamiento de la diferencia en Deleuze se deja ver como heredero de la diferencia


ontológica heideggeriana de un modo más detenido al final del primer capítulo de Différence
et Répétition. Allí Deleuze realiza una larga cita que titula “nota sobre la filosofía de la
diferencia de Heidegger”. En ella resume en cinco puntos la tesis de Heidegger sobre la
diferencia. El primero expresa la afirmación de que “el NO [NE-PAS] no expresa lo negativo
sino la diferencia entre el ser y el ente” (Deleuze: 2002:113); es a esto lo que propiamente
está apuntando la diferencia ontológica. El segundo deja ver que la diferencia “es el pliegue,
Zwiefalt. [La diferencia] es constitutiva del ser y de la manera en que el ser constituye al
ente, en el doble movimiento del ‘develamiento’ y del ‘velamiento’. El ser es
verdaderamente el diferenciante de la diferencia. De allí la expresión: diferencia ontológica”
(Ibíd.,). En el cuarto se indica, que en tanto la representación como elemento de la metafísica
subordina la diferencia a la identidad, en Heidegger “la diferencia no es objeto de la
representación” (Ibíd.,), y no es su objeto porque la metafísica no puede pensar la diferencia
en sí, no puede pensar, dice Deleuze, el diferenciante, es decir, el ser en su importancia como
lo que separa y lo que une. “No hay síntesis, mediación ni reconciliación en la diferencia
sino, por el contrario, una obstinación en la diferenciación” (Ibíd.,). En el quinto punto
Deleuze indica que para Heidegger, en Identität und Differenz, “la diferencia no se deja
subordinar a lo Idéntico o a lo Igual, sino que debe ser pensada en lo Mismo como lo Mismo”
(Ibíd.:114). A este tenor es también lo dicho por Heidegger en “Poéticamente habita el
hombre” cuando afirma, con respecto a la íntima relación de poetizar y pensar, que:

Lo mismo no coincide nunca con lo igual, tampoco con la vacía indiferencia de lo


meramente idéntico. Lo igual se está trasladando continuamente a lo indiferenciado,
para que allí concuerde todo. En cambio lo mismo es la copertenencia de lo diferente
desde la coligación que tiene lugar por la diferencia. Lo Mismo sólo se deja decir cuando
se piensa la diferencia. (Heidegger; 1994:168)

Lo Mismo es, tal como dice Heidegger en Identität und Differenz, el propio asunto del
pensar, es decir, el ser (Cf. Heidegger; 1990:107). Pero si “Lo Mismo sólo se deja decir
cuando se piensa la diferencia”, entonces, el propio asunto del pensar es, para Heidegger, la
diferencia misma.

Estos cinco puntos del pensar heideggeriano traídos al recuerdo por Deleuze le
permiten a éste último decir, en su reflexión sobre Platón, que: “quizá tengamos razones para
decir a la vez que existe el no-ser y que lo negativo es ilusorio” (Deleuze: 2002:112). Aquí
el no-ser no es lo negativo sino el pliegue (Zwiefalt) ontológico, la diferencia, lo otro que es
el ser, pues “el ser es la Diferencia misma. El ser es también no-ser, pero el no-ser no es el
ser de lo negativo, es el ser de lo problemático, el ser del problema y de la pregunta” (Ibíd.,).
Este pliegue, se debe decir, no es representable, él escapa a la lógica de la identidad, pues el
pliegue hace que el ente sea el devenir de la diferencia, y, por tanto, lo hace también
irreductible a la identidad. Es por esto que Deleuze afirma que: “cuando la identidad de las
cosas se disuelve, el ser se escapa, alcanza la univocidad y se pone a girar en torno de lo
diferente” (Ibíd.:115). Es así que la diferencia, lejos de permitir que el ente se anquilose en
la identidad, implica el constante movimiento que abre el camino a su repetición, una
repetición que es alteridad propiciada por el pliegue. La diferencia es “lo que en cada instante
desmiente los linderos cerrados de la identidad del ser, y revela también el fracaso de la
representación y, al mismo tiempo, hace de esta condición su ser mismo” (Carrizosa;
2000:122). Esto permite confirmar con Deleuze que la diferencia, ese “pliegue (Zwiefalt)
ontológico” entre ser y ente, no tiene el carácter de una negación; de modo que no se trata
aquí de una confrontación entre dos entidades, sino que se trata de la pura diferencia que se
hace problema y pregunta, que, tal como es indicado por Heidegger en Identität und
Differenz, es lo impensado cuyo olvido está por pensar.

Deleuze se pregunta si Heidegger tal vez pudo favorecer los malentendidos con
respecto la comprensión que desde su obra se puede hacer de la diferencia ontológica. Estos
malentendidos —que no dejaron comprender el ser como diferencia— con respecto a la
obra de Heidegger fueron posibilitados, según Deleuze, “por su concepción de la “Nada”,
por su forma de “tachar” el ser en lugar de poner entre paréntesis el (no) del no-ser” (Deleuze:
2002:114); pero además el filósofo francés se pregunta por la fortuna que pudo tener el
“oponer lo Mismo a lo idéntico para pensar la diferencia original y arrancarla a las
meditaciones” (Ibíd.,). Con respecto a estas preguntas de Deleuze hay que decir que si se
tienen en cuenta los tratados publicados de la historia del ser (Geschichte des Seyns), a los
que no tuvo acceso el filósofo francés en el tiempo de redacción de Différence et Répétition,
se puede mostrar que Heidegger meditó de tal manera el Ser como diferencia que el “no” del
“no-ser” lo pensó en la máxima intimidad del Ser, como perteneciente a su esencia. Para
dejar aquí una seña de este pensamiento de Heidegger cito el numeral 144 de Beiträge zur
Philosophie cuyo título reza: “El ser [Seyn] y la contienda originaria (Ser [Seyn] o no-ser
[Nichtseyn] en la esencia del ser [Seyn] mismo)”. En este numeral, que ya deja ver mucho
en su solo título, Heidegger indica que: “El origen de la contienda desde la intimidad del no
en el ser [Seyn] [es] evento” (Heidegger; 2003:217); esta intimidad del no, como intimidad
contenciosa (), es “perteneciente primero a su esenciarse” (Ibíd.,), al esenciarse del
Ser mismo. Dos numerales más adelante, el 146 “Ser [Seyn] y no-ser [Seyn]”, Heidegger
dice: “Porque el no pertenece a la esencia del ser [Seyn] […] el ser [Seyn] pertenece al no”
(Ibíd.:219). Esta entre-pertenencia de Ser y no-ser hace que el Ser se esencie
“noedoramente”, lo cual significa que en el esenciarse del Ser éste “tiene al no-ser como su
otro” (Ibíd.,). Este modo de esenciarse del Ser como noedor “posibilita y a la vez fuerza
otredad” (Ibíd.,).

A propósito de lo pensado por Heidegger en estos numerales de los Beiträge se puede


decir que en tanto en la esencia misma del Ser está el no-ser, éste, el Ser, debe entenderse
como la diferencia misma, que en su esenciarse posibilita y fuerza la diferencia. Es por esto
que Heidegger piensa al Ser como aquel que “no mienta sólo la realidad de lo real, tampoco
sólo la posibilidad de lo posible, de ningún modo sólo el ser desde el respectivo ente, sino el
ser [Seyn] a partir de su originario esenciarse en el pleno quiebre, el esenciarse no limitado
a la ‘presencia’” (Ibíd.:75). Es por este originario esenciarse del Ser que él es fundamento
de todo devenir desde la diferencia, pues él mismo es diferencia, una diferencia que sondea
el abismo porque es fundada en el a-bismo, Ab-grund.
Bibliografía

HEIDEGGER, Martin; Aportes a la filosofía. Acerca del evento; trad. Dina Picotti, Buenos Aires,
Biblos, 2003

_________________; Ser y Tiempo; trad. Jorge Eduardo Rivera, Madrid, Trotta, 2006.

________________; Conferencias y artículos; Ed. Serbal; 1994

________________; Identidad y diferencia; Ed.Anthropos; 1990

DELEUZE, Gilles; Diferencia y repetición; Ed. Amorrortu; 2002

G.W.F. Hegel; Ciencia de la lógica; Buenos Aires; Ed. Solar; 1982 (Versión digital)

MORENO VILLA, Mariano; Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea;


2003; Ed. Mad.

CARRIZOSA HERNANEZ, Silvia (Compilador); La diferencia: sus voces, ecos y silencios;


2000; UAM.

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