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Méndez Gamez José Carlos

Una observación acerca de la objeción de Cicerón a la doctrina del sumo


bien

En la obra de Cicerón De los fines de los bienes y los males, específicamente en


el libro cuarto, él hace una crítica a la idea estoica del sumo bien, el cual consiste
en que el hombre se acerque cada vez más, a lo largo de su vida a la naturaleza.
El propósito de este trabajo es hacer explícita una cuestión que surge en cierto
lugar dentro del discurso de Cicerón acerca de los estoicos.

1. El concepto de sumo bien en el estoicismo

En primer lugar, los estoicos nos sugieren que los hombres tienen un primer
impulso al nacer que los conduce al deseo. Éste primer impulso es, naturalmente,
la satisfacción del hambre. Uno bien podría entender éste impulso como un mero
instinto de conservación, una idea que ya estaba presente incluso en Aristóteles.

Así pues, lo que sugieren estos pensadores es que uno debe siempre tender hacia
una vida apegada a la naturaleza, depender lo menos posible de los bienes
materiales, esto es el sumo bien.

2. La crítica de Cicerón

En el texto, Cicerón sostiene un diálogo con Catón, quien le expone la doctrina


estoica, a lo cual Cicerón le presenta una crítica.

Cicerón critica lo que le parece un súbito giro en el concepto del sumo bien,
puesto que en principio los estoicos proponen que éste se encuentra en vivir de
acuerdo con la naturaleza, pero luego afirman que el sumo bien es vivir
honestamente, lo cual implica un comportamiento de los hombres para con otros,
completamente ajeno a cuestiones de la naturaleza.

“De qué modo, partiendo de los mismos principios, concluís que vivir
honestamente (esto es, en efecto, vivir o de acuerdo con la virtud o en
armonía con la naturaleza) es el sumo bien, y de qué modo o en qué lugar
habéis abandonado súbitamente el cuerpo y todas aquellas cosas que, aun
siendo según la naturaleza, están fuera de nuestro poder, y, finalmente, el
deber mismo.” (Cicerón, FB1, IV, XI)

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De los fines de los bienes y los males
3. Sobre la honestidad en el estoicismo

En FB III, XIX, 62, Catón, en su descripción acerca de la doctrina estoica,


menciona que en ésta, el amor entre los hombres se da porque procede del
mismo impulso de la naturaleza, puesto que el hombre debe amar todo lo que
procede de ella, así debe amar al hombre.

“Por otra parte, consideran que atañe al asunto el que se entienda que
sucede por naturaleza que los hijos sean amados por sus progenitores; y
exponemos la común sociedad del género humano como procedente de
ese impulso inicial.”

En el mismo discurso de Catón se encuentra lo siguiente:

“Todo lo que es bueno es laudable, y todo lo que es laudable es honesto;


por consiguiente, lo que es bueno es honesto.” (Cicerón, FB, III, VIII, 27)

De esto fácilmente, podríamos pensar, se sigue que el amor entre los


hombres es bueno por ser natural y es honesto por ser bueno, con lo cual
bien podríamos concluir que no hay razón para pensar que en la doctrina
del sumo bien no tiene lugar alguno el vivir honestamente. Además de
apoyarnos en el argumento de Catón sobre la honestidad nos podemos
apoyar en su argumento sobre el amor entre los hombres.

4. Conclusión

Mi propósito no es objetar el discurso de Cicerón (y tampoco defender el


argumento de Catón), más bien es hacer patente al lector una curiosidad
que surge dentro del discurso de Cicerón. Así como sucede con Platón,
Aristóteles2 y muchos filósofos antiguos, quienes a veces, dentro de sus
obras, parecen proceder hacia un objetivo y súbitamente cambian de
parecer, me parece a mí que Cicerón, dentro de su razonamiento olvidó
justamente este argumento de Catón acerca de la honestidad.

De cualquier modo, eso es lo que dota de interés las obras antiguas,


aquellas cosas que se aparecen como piedrecillas en el camino y que nos
incitan a removerlas.

2
En ciertos momentos de la Ética Nicomaquea
Bibliografía

Cicerón, De los fines de los bienes y los males, trad. Julio Pimentel Álvarez,
México, UNAM, 2002.

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