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1 INTRODUCCIÓN
Cueva de Altamira
Los bisontes que se pueden observar en la imagen son sólo una pequeña muestra del conjunto de
pinturas prehistóricas que la cueva de Altamira alberga. Datadas en más de 15.000 años de antigüedad,
sus representaciones faunísticas, ejecutadas con un hábil estilo naturalista dominador del trazo y de la
utilización de los colores, motivaron que esta gruta cántabra, ubicada en el término de Santillana del
Mar, recibiera el apelativo de 'Capilla Sixtina del arte paleolítico'.
Cueva de Altamira, cueva prehistórica situada en Santillana del Mar (Cantabria, España),
donde se ha documentado una ocupación de cazadores del paleolítico superior. Declarada
Patrimonio cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
2 PROBLEMAS HISTORIOGRÁFICOS
Fue descubierta por el naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola en 1876, quien,
reconociendo la existencia de un yacimiento prehistórico, identificó en 1879 un gran panel de
pinturas que constituye el hallazgo más sobresaliente de toda la cueva y por el que hoy es
universalmente conocida. Los resultados de sus investigaciones aparecieron publicados en
1880 en un folleto, Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de
Santander, en el que defendía la contemporaneidad entre el yacimiento arqueológico y las
representaciones rupestres. Tal propuesta fue rechazada por la ciencia oficial del momento,
hasta que al amparo de nuevos descubrimientos en Francia (La Mouthe, Marsoulas) fue
definitivamente aceptada a raíz de la publicación de E. Cartailhac en 1902, Mea culpa d´un
sceptique.
Los trabajos de Sautuola en Altamira se continuaron en ese mismo año por el propio
Cartailhac y H. Breuil, estableciéndose poco después, en 1906, las primeras colaboraciones
con el príncipe Alberto I de Mónaco, quien sufragaría la publicación de La caverne
d´Altamira, près Santander (Espagne), redactada por aquellos dos autores. H. Alcalde del
Río excavó en la cueva en 1904, mientras que en la última gran obra sobre Altamira, La
cueva de Altamira, en Santillana del Mar (1935), se relatan los trabajos allí efectuados por
Breuil y H. Obermaier entre 1924 y 1925. Desde entonces se asiste a la publicación
esporádica de aspectos particulares de la caverna, echándose en falta un gran trabajo de
síntesis moderno.
La cueva de Altamira se sitúa a 160 m sobre el nivel del mar, a 4 km de la actual línea de
costa, en un cerro compuesto por calizas del cretácico. Posee una planta angulosa, con dos
tramos acodados, de 270 m de longitud, a lo largo de los cuales se ha documentado un
yacimiento de ocupación en la entrada, algunos hallazgos mobiliarios en diversos puntos y
las obras de arte rupestre en todo su recorrido. Su excavación ha revelado una secuencia
estratigráfica de dos fases. A la inferior, solutrense, correspondería una industria con retoque
bifacial, recogiéndose también fragmentos de ocre como los utilizados para realizar las
pinturas rupestres. Entre los restos de fauna recuperados destacan los de ciervo, seguidos de
los de caballo, bisonte y cabra. El horizonte superior pertenece al magdaleniense inferior
cantábrico, y en él se identificaron también restos de ocre, algunas conchas utilizadas como
recipiente para colorantes, además de evidencias faunísticas distribuidas en proporciones
afines a las solutrenses. Aumentan, sin embargo, las especies piscícolas (salmónidos, por
ejemplo) y moluscos marinos, caso de las lapas.La cronología del nivel magdaleniense ha
sido establecida, mediante carbono 14, a partir de hace 15.000 años, mientras que por
referencias cruzadas cantábricas el solutrense se fecha entre hace 21.000 y 17.000 años.
Bisonte de Altamira
Declarada en 1985 Patrimonio cultural de la Humanidad por la UNESCO, la cueva de Altamira es tal vez
la principal manifestación del arte rupestre paleolítico. Fue descubierta en 1876, aunque su principal
hallazgo, los grandes paneles de pinturas, no salió a la luz hasta tres años después, y se encuentra
enclavada en el término municipal de Santillana del Mar, en Cantabria, situado a unos pocos kilómetros
de las principales ciudades de esa comunidad autónoma española, Torrelavega y Santander.
A partir de colorantes naturales se consiguen las dos tonalidades básicas de la paleta del
artista (rojo y negro), utilizadas en diversas variedades pictóricas: trazo lineal continuo,
tamponado, tinta plana y bicromía, entre otras. A su vez, el grabado, frecuentemente
asociado a la pintura, se efectúa a base de buril sobre soportes duros, sustituyéndose por
palos y digitaciones cuando la superficie de trabajo es más blanda. En ocasiones, las figuras
se modelan interiormente, jugándose con la coloración natural de la pared, el lavado y el
raspado de ciertas zonas, a fin de propiciar un efecto de policromía y relieve, éste
conseguido igualmente aprovechando algunas protuberancias de la superficie de la roca.
Todas estas técnicas se documentan en el gran panel de los bisontes, mientras que en el
resto de la galería las figuras han sido grabadas o dibujadas con pintura negra.
Su proyección dentro del esquema estilístico propuesto por Leroi-Gourhan ha permitido datar
este arte entre el solutrense final, cuando se realizan algunas figuras rojas, y el
magdaleniense inferior, momento en que se pinta la Sala de los polícromos. Un periodo cuya
amplitud, básicamente, coincide con la propuesta para el yacimiento arqueológico, y cuya
cronología no se aleja de las recientes fechas radiocarbónicas (entre unos 13.570 y unos
14.710 años de antigüedad) efectuadas sobre muestras de pintura de bisontes.
La cueva de Altamira forma parte de la denominada por los expertos ‘provincia cantábrica’
que, junto con las de Dordoña y Ariège, reúnen la mayor concentración de arte parietal
paleolítico de todo el continente. Los hallazgos más notables en esta región se ubican en el
País Vasco: cuevas guipuzcoanas de Altxerri y Ekain, y las de Santimamiñe, Arenaza y Venta
de la Perra en Vizcaya, mientras que en Cantabria, junto con Altamira, sobresalen las del
Monte Castillo (La Pasiega, Las Monedas, Las Chimeneas y El Castillo), Covalanas, Chufín,
Hornos de la Peña, El Pendo, o la recientemente descubierta de La Garma. En Asturias,
finalmente, destacan los conjuntos de Tito Bustillo, Cándamo, El Buxu o La Viña.