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CARTA DE SANTIAGO

La Epístola de Santiago ofrece a los pastores de hoy la oportunidad de encender de


nuevo el fuego de unos cristianos quizá desilusionados con la presentación retórica
de la importancia que el cristianismo puede y debe tener en la vida de cada uno. Esta
epístola toma su nombre de la autoridad y tradición asociados con el hermano de
Jesús.

Tras experimentar una aparición de Jesús posterior a la resurrección (1Cor 15,7) la


vida piadosa de Santiago cambión para siempre. Al final fue elevado a la dignidad
de anciano principal en la iglesia de Jerusalén. En (Gál 2,9) Pablo incluye a Santiago
entre quienes (junto con Cefas y Juan) eran columnas de la iglesia de Jerusalén.

En la Epístola, el escritor utiliza muchas enseñanzas sapienciales, pero


profundamente morales (119 imperativos). Para el lector actual, Santiago contiene
una colección de cosas buenas para todos aquellos que buscan una alternativa al
cómodo tipo de religión civil que tolera las injusticias del status quo.

Santiago se centra en la fe valerosa y redentora que puede sobrevivir a las múltiples


pruebas/adversidades que ofrece la vida personal y comunitaria. Una fe así produce
acciones/obras equivalentes al novel de integridad contenido en la fe de cada uno,
mas allá de la retórica y el fingimiento.

Las observaciones y reconvenciones de Santiago pueden, no obstante, remover algo


dentro de nosotros y resultar muy refrescantes. ¡Nos hace reflexionar de nuevo sobre
nuestra moderna afición a ser llamados “cristianos” sin serlo realmente!.

Contextos históricos – sociales

Santiago tiene un vocabulario que no se encuentra con frecuencia en el resto del NT:

“Padre de las luces” (1,17) – “la palabra injertada” (1,21) – “el curso entero de la
existencia” (3,6).

Este problema desaparece una vez que se reconoce que Santiago, como otros
numerosos documentos del NT, debió de tener su origen en un momento dado y
después fue editado y circuló con el nombre y la reputación de Santiago, principal
portavoz del judeocristianismo.

El texto original fue un sermón pronunciado por Santiago en los meses anteriores a
su martirio en Jerusalén. Después, a finales de la década de los 80 ó 90, editó y
distribuyo el sermón original de Santiago, esta vez al estilo de una encíclica. Esta
misiva fue enviada a las iglesias de la diáspora que estaban divididas internamente.
Periodo en el que la iglesia y la sinagoga se iban separando cada vez mas para
establecer o proteger sus identidades respectivas.

Relaciones literarias dentro de la Biblia (intertextualidad canónica)


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Santiago proporciona imperativos morales notablemente parecidos y enseñanzas


sapienciales análogas e grado diverso a las encontradas en las tradiciones de Jesús y
conservadas en Mateo y Lucas. Este libro es tan eclético que guarda afinidad con
casi todas las secciones del corpus bíblico.

Aunque se encuentra algún fundamento para comparar Santiago con partes del
Pentateuco, y con partes de la literatura profética o sapiencial del AT, y aunque en el
NT existen paralelos sugestivos con ciertos aspectos del corpus paulino, isn
embargo, Santiago sigue sin tener un paralelo bíblico. Orece un raro vislumbre de
aquel tipo de cristianismo que, en opinión de algunos, dominó e movimiento
cristiano durante la mayor parte del siglo I.

La historia de la recepción

Los testimonios de alabanzas en su honor abarcan desde Josefo a Hegesipo


(historiador de la iglesia del sglo II9, Clemente de Alejandría y Orígenes (ca. 200
d.C.). resulta irónico que en Occidente, por el contrario, Santiago sea escasamente
mencionado antes del 300 d.C., en cambio, Santiago obtiene categoría canónica en
la Iglesia copta hacia el 300 d.C. El códice sinaítico, de origen africano, fechado
hacia el 350, incluye Santiago.

Durante mas de mil años, el puesto de Santiago en el NT estuvo seguro. Paso de


nuevo por “tiempos difíciles” debido a Martín Lutero, quien dijo de ella, aparte de
otras observaciones dogmáticas nada lisonjeras, que era “una epístola de paja”, mas
bien, “escrita por un judío que apeas menciona a Cristo”. En cambio, Juan Calvino,
entendió a Santiago de una forma mucho mas positiva. Unos pocos años después de
la muerte de Lutero, Calvino dijo que se sentía inclinado “a recibirla sin
controversia”.

SEGUNDA LECTURA (análisis)

Los especialistas críticos no deben intimidar ni “dominar despóticamente” al lector


(sea seglar, estudiante o pastor), sino mas bien estimular un diálogo creativo. Es
improbable, por no decir inimaginable, que este documento fuera escrito para un
público completamente ficticio. Precisamente porque estamos persuadidos de que el
autor/editor presupone un verdadero conjunto histórico de cuestiones, animamos al
lector moderno a entrar en un diálogo creativo con los antiguos cristianos en lucha
con el significado y la aplicación de su fe.

Análisis por unidades

Capítulo 1

Sant 1, 1 Dirección y saludo

Tanto en las cartas tradicionales judías, como en las cartas privadas helenísticas, era
una práctica común que una carta inicie con el nombre del remitente.
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Sant 1, 2-8: una fe que reconforta en las pruebas

Santiago, con la expresión “pruebas de todo género” el autor denota los “mil
contratiempos naturales” o las tensiones que afectan a la vida diaria en difíciles
circunstancias socioeconómicas. Pero empieza recordando que la lucha y el dolor
pueden tener una finalidad redentora.

Vv. 2-4: La palabra griega que se traduce por “prueba” también significa puesta a
prueba o tentación. La idea de regocijarse en medio de las pruebas causa extrañeza.
Encontramos aquí estrategas clásicas de aguate, que tienen un objetivo espiritual.
Nótese la progresión: “pruebas, paciencia, perfección”. El objetivo de aguantar
así es demostrar el “carácter genuino” de la propia fe en la providencia fundamental
de Dios. Sin esto, el llamado creyente, permanece inmaduro, incompleto y, por
tanto, deficiente.

Vv. 5-8: En este punto, el cuarto paso de la progresión mental completa el consejo de
Santiago. Señala él aquí que, cuando la fe es deficiente, también hay otra carencia:
la “sabiduría” de uno es igualmente deficiente. Están fallando en la prueba de la fe,
porque carecen de sabiduría espiritual.

Sant 1, 6-8:

Contrapone “pedir con fe” y el acto de dudar, indicando que quienes hacen
peticiones de forma superficial o poco sincera son “de doble vida”. Desde la atalaya
de la aplicación de la hermenéutica, estos versículos formulan un problema
intemporal en la iglesia. El materialismo el consumismo moderno a menudo se
burlan discreta o cínicamente de la espiritualidad, la negación de la recompensa
material al yo solo sirve para provocar mas dudas sobre Dios. En gran parte, la
sociedad occidental, la religión se ha convertido en un “gran negocio”. Este hecho
llega a cegar a los cristianos ente la oportunidad de abrazar una espiritualidad que
defina sus propios intereses personales a través de las necesidades de quienes, en
algunos aspectos, pueden ser menos afortunados. Al consiguiente y generalizado
fenómeno de la tensión y el “quemarse”, Saniago parece ofrecer una antídoto
antiguo, a saber, redescubrir el tipo de fe que permite a uno “considerar como gozo
colmado” el afrontar pruebas insuperables en apariencia.

Sant 1, 9-11: Un cambio radical de destinos

Santiago abriga la creencia fundamental de que el “el hermano de humilde


condición” (en griego tapeinos, literalmente “el creyente que vive en condiciones
humildes”) puede reivindicar un rico legado bíblico desde una perspectiva espiritual.
En esta segunda subdivisión, al autor introduce el tema concreto de destinos del
pobre y el rico sobre el trasfondo bíblico de la piedad de los anawim hebreos. El
tema no se introduce respectivamente en el texto sino que se deriva de forma
absolutamente natural de las intuiciones espirituales ya iniciadas en los versículos
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vv. 2-8, particularmente la invitación a “pedir a Dios” o la idea de “pedir con fe”, es
decir, la oración.

La rica herencia espiritual del pobre humilde que siempre recurre a un Dios que
puede exaltarlo aparece en muchos textos bíblicos, sobre todo en la oración de Ana
(1Sam 2,7; Lc 1,52) en las advertencias proféticas de Am 5,11-24 o Is 40,6-8 y 47,8-
11. Además, en textos sapienciales como Eclo 35,17-18, uno se encuentra con que
“la oración del humilde (tapeinos) atraviesa las nubes, y no para hasta alcanzar su
destino”, pues la oración llega hasta el Señor, que responde haciendo justicia contra
los soberbios adversarios del humilde. En Sant 4,10 el autor hace de nuevo
referencia al “humilde” en una aparente alusión a Prov 3,34 (LXX). Santiago
aparece muy familiarizado con estas tradiciones bíblicas y recurre a ellas como
emotivo recordatorio a los hermanos pobres que dentro de sus comunidades han
dado en desesperarse y quejarse en lugar de redoblar su vida de oración.

Mas conmovedor aun es el modo en que el motivo del “cambio radical de destino”
escatológico pasa la tradición de Jesús conservada en los sinópticos. Uno piensa
inmediatamente en las bienaventuranzas lucanas (especialmente Lc 6,20-25) o en la
parábola de Lázaro y el rico (Lc 16,19-31). Sin embargo, se equivocan quienes
interpretan que Santiago considera a los ricos incapaces de fe. Tanto en las
enseñanzas de Jesús como en las de Saniago, los ricos simplemente tienen que
resolver algunas cuestiones difíciles (cf Mt 19,16-26; Mc 10,17-31; Lc 18,18-30).
La inquietud añadida tiene que ver con su conducta personal y social, su engao a si
mismo y a otros.

Sant 1,12-18: Dios recompensa el aguate del fiel

Este fragmento final de la gran perícopa inicial vuele sobre el tema de soportar las
dificultades y tentaciones como “pruebas”; pero el enfoque se desplaza de la anterior
función y naturaleza de las tácticas para afrontarlas, a las recompensas intrínsecas de
la perseverancia fiel. La sección se abre con una bienaventuranza: “dichoso” es el
“hombre” que soporta una prueba o tentación (este en un raro ejemplo en Santiago
del término griego específico para denotar “hombre” de nuevo el referente
masculino se utiliza sin duda para recordar implícitamente al hombre Jesús, que
también las soportó. Se debe observar que en 2,14 Santiago es explícito acerca de su
inquietud general por el bienestar de hombres y mujeres.

Muchos textos sapienciales veterotestamentarios e intertestamentarios adoptan


diversas imágenes asociadas adoptan diversas imágenes asociadas con una “corona”
metafórica, pero en la Biblia es rara la “corona de la vida”. Sin embargo, esta
expresión se encuentra en Ap 2,10. Primero, Juan el divino, en observaciones
dirigidas a la Iglesia de Asia Menor en Esmirna, introduce su referencia a la corona
diciendo en Ap 2,9: “conozco tu tribulación y tu pobreza”, y en el v.10 promete
inmediatamente “la corona de la vida” a “quienes sean fieles hasta la muerte”. La
cuestión se plantea de manera distinta en Sant 1,12bc donde se indica que la “corona
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de la vida… se prometió a los que lo aman”. La incertidumbre del “Lo” mencionado


por Santiago en este contexto queda mitigada por otra fórmula de repertorio, “los
que lo aman” usada en Sant 2,5b. en este segundo contexto, Santiago habla
caramente de Dios, no de Jesús. Lo mas probable por tanto, es que el autor quiera
decir lo mismo en este caso (1,12c), “quienes lo[=Dios] aman”. La perspectiva
Teocentrica es totalmente coherente con el judeocristianismo de Santiago y con una
datación temprana del documento.

El que Dios recompense a los fieles conduce a Santiago a un breve discurso relativo
a los infieles, que corren el riesgo de culpar a Dios de la lamentable situación de ser
incapaces de afrontar pruebas y tentaciones (vv. 13-16). El autor comienza con
observaciones acerca de la responsabilidad humana en el pecado, pero aquí en
pensamiento es diferente del dilema existencial de Pablo tal y como es planteado por
la relación entre ley y pecado, según aparece en Rom 714-25. Santiago es mas
básico, pues evidentemente tiene una perspectiva diferente sobre la ley (cf 2,1-13 y
4,11-12). En este fragmento, el creyente indisciplinado es responsable de su
vulnerabilidad ante seducciones pecaminosas.

Con frecuencia, en el análisis de Sant 1,13-16 se pasa por alto la compasiva nota
pastoral pronunciada en el v. 16, verbigracia “no os engañéis, mis queridos
hermanos”. Santiago esta ciertamente preocupado por las modalidades del auto-
engaño dentro de la iglesia, auto-engaño que complica la perseverancia fiel. Sin
embargo, quizá sea mas importante el hecho de una manera pastoral global. Por
contrariado que parezca estar con las faltas éticas personales y sociales dentro de la
comunidad, no pierde su religiosidad ni compromete su reputación de extraordinaria
rectitud manifestando repugnancia o amargura. Significativamente, aquí y en otros
lugares, llama a los creyentes trasgresores, pese a todo, “mis queridos hermanos”.
Ve en ellos un potencial que va mas allá de sus faltas manifiestas.

Cuando Santiago exhorta en el v.16 a sus lectores “a no engañarse”, imagina un


engaño doble: uno, el que interpreta mal las fuentes humanas del pecado de que ha
hablado; y el otro, que tiene que ver con la naturaleza de Dios como aquel que
recompensa generosamente. Los vv. 17-18 proporcional un final adecuado en este
pasaje. Los pensamientos de Santiago vuelven, por consiguiente al tema de
generosidad de Dios (recuérdese el v.5). Al hablar de Dios como “el Padre de las
luces”, el autor sintetiza hábilmente tres tradiciones relacionadas con el judaísmo.

Una asocia enseguida esta imagen con Gn 1,15-16, que presenta a Yahveh como el
Dios creador de las “luces” celestes (compárese Sal 136,7) [LXX 137] “Al que hizo
las grandes lumbreras”;cf. También Jr 4,23) evidentemente, tradición judía
representada en la biblia hebrea esta en el trasfondo. Las fuentes judías extra bíblicas
ofrecen paralelos instructivos; por ejemplo, la denominación “Padre de las luces”
aparece en los apócrifos del AT (T.Abr;7,60) y a Dios se le llama “el príncipe de las
luces” en documentos del Qumrán (CD5,71-18).
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Para Santiago, Dios es más que el “Padre de las luces”, Dios es el dador de todo
bueno y perfecto, incluido el don de la salvación. Los matices distintivamente
cristianos continúan, por cuanto Sant 1,18a no sugiere que las personas creadas a
imagen de Dios (Gn1,26; 5,21), ni que simplemente hayan nacido de Dios (Dt
32,18). Más bien indica que Dios “NOS engendró”: “nos” no significa meramente
“seres humanos” sino evidentemente que los cristianos somos “dados a luz” por la
“palabra de la verdad” concreta (es decir el evangelio) cuando Dios así lo dispone.

Al concluir la perícopa entera con la salvedad del don distintivo de la vida cristiana
(cf. 1,12), Santiago recuerda a sus lectores su conversión original. Presumiblemente
tiene a la vista un momento decisivo de la historia de la salvación. Con esto,
Santiago ha sentado las bases para que esta “palabra de la verdad” reaparezca en la
perícopa siguiente como la salvífica “palabra injertada”.

Sant 1,19-25: la justicia de Dios de palabra y obra

La disposición que suelen adoptar muchas investigaciones para el equilibrio del cap
1 de Santiago sigue a Dibelius en interpretar los vv.19-27 como una sola perícopa
que contiene una serie de dichos que contiene sobre la escucha y las obras. Esa
opinión establece que el triple dicho de talante sapiencial del v.19b (diligente para
escuchar, parco para hablar y lento en a cólera) determina el carácter literario y el
contenido moral básicos de los vv.19-27.

El pensamiento no es, en algunos aspectos, demasiado diferente de la observación


hecha por Pablo en 2 Cor 5,21b (para qe viniésemos ser justicia de Dios) aunque
Pablo probablemente quiere decir “una justicia que se encuentra en Dios”, pero
comunicada a los creyentes como don; en cambio Santiago. Judeocristiano, pretende
dar un criterio de justicia establecida por Dios y al cual intenta adecuarse el
creyente.

Los autores del NT generalmente presentan la ira humana como una manifestación
de lo anti-divino. Santiago, aunque comparte esta opinión, parece ampliar ese
pensamiento al insistir en que la conducta cristiana debe ser guiada por tal justicia.
Supone una imitatio Dei. Varias tradiciones judías contienen a idea de que el
creyente puede y debe ser justo lo mismo que Dios lo es (Asi Gn 18,9; Sal 11,7);
pero la influencia determinante procede de la tradición de Jesús tal y como se recoge
en Mt 5,22.

Sant 1, 26-27 una religión personal y social

La palabra griega threskeia (religiosidad) domina estos dos versículos y configura l


apreocupacion básica por la practica exterior y pública de la propia fe. Ese termino o
una variante suya aparece dos veces como palabra destacada en v.26 y una vez en el
v.27. en Hc 26,5 hace referencia al judaísmo fariseo, mientras que en Sabiduria
14,27 esta asociad con el culto a los ídolos. Santiago emplea el termino de manera
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semejante a 1 Clem 62,1 al hablar del cristianismo se debe tener presente que
Santiago abriga un propósito doble al hablar ahora de religiosidad.

En primer lugar, su objetivo es describir ese tipo de fe llamada religiosa que es


“falsa” en contraposición a una fe global que es “autentica y sin tacha” (v.27). En
segundo lugar, quiere reafirmar sucintamente que la fe global supone una
religiosidad que afecta a la conducta personal e incluye la disciplina apropiada y la
inquietud por el bienestar del prójimo, sea cristiano o no.

Además, en los vv.26-27, el autor indica los ingredientes indispensables del


cristianismo en su mejor sentido. Para él, esta clase de religiosidad, al tiempo que
mantiene la integridad personal, llegará mas hondo, hasta incluir acciones que
mitigan la injusticia social. Esto parece ser, en suma, lo que Santiago quiere dar a
entender al hablar de una fe religiosa que sigue la indicación de discernir y
reproducir en la propia vida “la justicia de Dios”. Para hacer esto, uno debe
disciplinar la lengua o controlar el habla irresponsable (p.ej.,murmuración,
calumnia, maledicencia y cosas semejantes), como en el v.26 y la mismo tempo
debe preocuparse de los menos favorecidos materialmente o de los oprimidos.

Se ha de tomar nota de la descripción de Dios como “Padre” en el v.27 (cf Sant


1,17) tendencia característica en el cristianismo primitivo. Sin embargo, la
providencia del Padre divino se ocupa mas de quienes pasan “tribulación”, como los
huérfanos y viudas, que en los contextos bíblicos antiguos no tienen otro protector
terreno habitual. Así es mejor tomar la mención concreta de “huérfanos y viudas”
como símbolo de los necesitados en general, porque Santiago añade la prescripción
“n su tribulación”.

De manera concisa, Sant 1,26-27 explicita lo que para el autor probablemente a


estado implícito en el documento desde el principio. Esto ciertamente se aplicaría a
la unidad precedente, pero también, desde el principio desu homilía-epístola. Esta
claro que sus inquietudes tienen gran riqueza teológica y delicadeza espiritual.
También parece evidente, cuando uno examina las pericopas siguientes de los caps.
2y3, que con esta rápida recapitulación, Santiago sienta las bases de sus enseñanzas
en esos capítulos, que subrayan con mayor intensidad a ley y la sabiduría,
respectivamente.

Capítlo 2

Sant 2,1-13: Fe cristiana y actos de discriminación

Los vv.1-13 son la primera de las dos grandes unidades de que consta el cap 2. Para
los que ahora nos proponemos es útil subdividir el extenso pasaje en dos unidades:

Vv. 1-7. El tema ya ha sido presentado en el resumen de la perícopa de transición


que precede inmediatamente. Ahora Santiago explica como el criterio de un obrar
justo se aplica concretamente a las dificultades socioeconómicas y los conflictos de
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clases de comunidades y asambleas cristianas. El tema principal de esta perícopa es


la incoherencia patente de declararse cristiano y, sin embargo, discriminar al pobre
y, por otro lado, oprimir al necesitado o a otros cristianos de clase social inferior. El
versículo anterior plantea el asunto claramente ante sus lectores un imperativo
divino.

El problema es abordado directamente. No se usan eufemismos. Se observará, en


2,1, que Santiago hace referencia a “Jesucristo glorificado”, apelativo sumamente
adornado para quien tan raramente menciona a Jesús, pero comprensible como toque
editorial. Con ello, la idea del que se pretende enseñar se subraya, puesto que era y
sigue siendo una paradoja triste que personas que profesan una fe en una figura
espiritual elevad a la gloria traten injustamente a la persona de condición social
inferior de sus propias poblaciones, particularmente a otros creyentes.

Santiago (2,2-4) pinta un ejemplo notorio de discriminación por razón de clase


social dentro de una comunidad. No es preciso considerarlo un ejemplo hipotético
exagerado. Considerando tal, nos permitiría a todos sentirnos mas cómodos con la
escena. Desde la experiencia de quien ha sido pastor y se ha encontrado con
problemas semejantes, creo que no es aconsejable minimizar el realismo de la
escena de Santiago. Los problemas de clase social, han forzado a la gente durante
miles de años a ponerse aparte, y por otro lado, a alterar sus prácticas religiosas. Una
ulterior confirmación de esto resulta evidente dentro de la historia del primitivo uso
judío y cristiano de la expresión “mostrar parcialidad”.

El ejemplo de discriminación por razón de clase social puesto por Sant 2,2-4 nos
ayuda a darnos cuenta que Santiago conocía a personas ricas y pobres que
participaban en los servicios del culto. Existe hoy en día, la errónea concepción
popular de que la iglesia primitiva estaba formada solo por pobres, mujeres y
esclavos. Santiago destaca un problema social real entre sus lectores y condena sin
ambages el tipo de conducta discriminatoria que tiene a la vista. El cristianismo
moderno se ha vuelto bastante educado y fino en la sociedad occidental de clase
media. También en nuestro contexto, un indigente despeinado y maloliente tendría
muchas posibilidades de ser acompañado rápida y silenciosamente fuera de la iglesia
antes de tener oportunidad de sentarse siquiera en los últimos bancos. La ilustración
de Santiago en los vv.2-4 probablemente no solo era mordaz en aquella época, sino
que sigue siéndolo hoy.

Con este propósito fundamental, Sant 2,5 tiene una palabra de advertencia para los
miembros de la asamblea que discriminan a los pobres fieles que hay en medio de
ellos. El texto recuerda a esos cristianos nominales que manifiestan un prejuicio d
clase que están oprimiendo a una porción preciosa de elegidos por Dios. Las
tradiciones evangélicas, entre otras fuentes primitivas, hablan de la fe rica de
personas relativamente acaudaladas: desde las mujeres con recursos que ayudaba a
Jesús, hasta José de Arimatea. Por desgracia, el problema que se plantea en las
comunidades de Santiago es mas grave.
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Sant 2,6 recalca la censura completa a sus oyentes y lectores no solo por
menospreciar “al pobre [fiel]” sino para tratar de congraciarse con el rico. No
escatima ironía al llamar a atención, quizás sarcásticamente, sobre la imagen de los
ricos terratenientes que arrastran a los miembros de la iglesia ante el tribunal por
rentas impagadas. Los duros comentarios de Santiago en este pasaje, ponen de
manifiesto que las comunidades a las que se dirige se comportan prácticamente
como los miembros de las “sinagogas” en su ejemplo de los vv.2-4. Esta unidad se
cierra (en el v.7)con el recordatorio de que las personas mas acaudaladas, cristianos
incluidos han deshonrado el nombre de Jesús –ese hermoso nombre en el que fueron
bautizados-, añadiendo el insulto a la injuria. La situación es grave y lamentable,
pero ¿acaso resulta menos realista en la actualidad?

Vv. 8-13: estos versículos representan la segunda parte de la perícopa que


comenzaba con 2,1. Esta afirmación se apoya en la referencia explícita a la
“parcialidad” en el v.9 que continua el tema iniciado en el v.1. Además, se observara
que esto versículos recurren rápidamente a la palabra “ley”, cosa muy natural dada
la inquietud por la imparcialidad en las asambleas que surgió en la Biblia en el
marco de la legislación social veterotestamentaria (Lv 19 Dt 15 resultan
ilustrativos). La imparcialidad como inquietud moral estaba asociada con Jesús (Mt
22,15ss; Mc 12,13ss; Lc 20,20ss), que tenia la reputación de no mostrar con las
personas una parcialidad basada en la elevada condición social de éstos. Pablo
compartía esta inquietud, como queda claro, por ejemplo, en Rom 2,11 y en Gal 2,6.

Sant 1,25 dice “la lay perfecta de la libertad”. Santiago usa esta expresión de nuevo
en el presente contexto (v. 12). El v. 8 proporciona una advertencia suficiente para
interpretar que el lenguaje legal del Santiago son vagas alusiones a la Torá. En
ningún otro lugar de la tradición judía ni cristiana se denomina Lv 19,18c (“Amarás
a tu prójimo como a ti mismo”) “la suprema ley”. Santiago hace referencia a este
precepto mediante la fórmula “según la Escritura” (es decir, el AT, los LXX), pero
también sabe que este precepto llegó a ocupar un puesto eminente, no en la Torá,
sino en las enseñanzas de Jesús.

Donde mas cerca llega Santiago a la ley como Torá es en el v.10, pero aun aquí ese
sentido queda mitigado por la tradición mateana de Jesús que dice prácticamente lo
mismo (Mt 5,17-20). Santiago respeta en gran medida la ley, cosa que resulta
comprensible e insiste en que se observen especialmente los aspectos morales del
decálogo. El v.11 tampoco plantea problemas, pues hasta Pablo cita la segunda
mitad del decálogo de manera parecida (Rom13,9). Santiago defiende una fe global
con una ética social fuerte y coherente: “Actuad y hablad como si van a ser juzgados
por una ley de libertad” (v.12) hay aquí una insinuación de la escatología inminente
de Santiago que este expondrá detalladamente mas tarde (5,1-9).

Sant 2,14-26 la unidad de fe y obras


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La clave para percibir este hecho radica en el uso habilidoso, y en cierto modo
único, que Santiago hace del sustantivo “obra” (ergon), por lo demás, ampliamente
asociado n el NT con “las obras de la ley”. Santiago muestra claros indicios de que,
en esta perícopa, por “obras” entiende dos cosas. En primer lugar, como queda
patente en 2, 14-17, los “hechos misericordiosos” de preocupación social por los
menos afortunados es convierten para Santiago en “obras”. Demuestran la
naturaleza unificada de la fe personal, indicando que el creyente toma en serio “la
suprema ley”, como se ha destacado en la perícopa precedente.

En segundo lugar, en 2,18-26 Santiago también indica claramente que por “obras”
entiende actos de fe que ponen de manifiesto en forma correcta que los hombres y
mujeres están personalmente abiertos a una relación espiritual nueva ( renovadora)
con Dios. Tras haber planteado la cuestión de la “misericordia” en 2,13, el autor
pasa a poner un ejemplo genérico notorio, quizá intentando con ello asegurarse de
que no lo malinterpreten… ni siquiera lo “oyentes que olvidan” (según la imagen
usada en Sant 1,25b).

Indudablemente, el nuevo ejemplo de 2,14-17 está sacado de las informaciones


sobre las experiencias de vida comunitaria. Esto pese al estilo retórico de la diatriba
con habitual interlocutor imaginario; “¿De qué le sirve (lit. “le aprovecha”) los
hermanos míos (y hermanas), decir que tiene fe…?” (cf. un uso parecido de este
recurso retórico en los vv.18-20). El núcleo central de este ejemplo es la
superficialidad o pretensión retórica de fe, que al parecer estaba generalizada entre
los lectores de Santiago, ¡lo mismo entonces que a lo largo de los siglos!

Hoy en día, demasiados cristianos han pasado, de creer en la justificación de la fe, a


una autojustificación; Santiago conocía ben los homólogos antiguos de este paso.
Muy probablemente, Santiago adopta y adapta en 2,14-17 el lenguaje de “fe y
obras” porque se había dado cuanta del puesto tan destacado que ese lenguaje
ocupaba en la actividad misionera de Pablo. Como le ocurría a Pablo en algunos
aspectos, también Santiago tenía en Jerusalén su propia cuerda floja sobre la que
debía caminar.

Vv. 18-26: esta unida resitúa la terminología de “fe y obras” de tal manera que entre
ella y la ley se pone una distancia mayor. Solo cabe conjeturar que Santiago hace
esto por razones tácticas, más que teológicas; ¡después de todo él, a diferencia de
Pablo, tenía que seguir viviendo en Jerusalén! La unidad empieza y acaba con la
terminología explícita de “fe y obras”, y al parecer Santiago no solo intenta clarificar
la naturaleza de “las obras” aquí descritas, sino también explicar la relación entre fe
y obras.

El v.18 comienza con otro ejemplo de diatriba (usada igualmente por estoicos y
cínicos) en el que se discute con un interlocutor imaginario. Esta táctica es para
Santiago una forma eficaz de dramatizar su enseñanza de que la “fe” y los que él
entiende por “obras” son caras de la misma moneda; entre ellas existen una relación
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de simbiosis, pero Santiago parece decantar el equilibrio a favor de las “obras”. Al


menos en este contexto, Santiago se refiere a la “fe” como la mera confesión
superficial de un conjunto de creencias.

El v.19 deja bastante claro que aquí (y antes en los vv.14.17) la “fe” entre muchos
los lectores se han debilitado hasta convertirse en retórica vacía en lugar de ser una
compresión dinámica de la total obligación personal y social de cada uno de poner
de manifiesto “la justicia de Dios” de acuerdo con los preceptos bíblicos. El primer
dogma del judaísmo tal y como se expone en el Shemá especifica que hay “un solo
Dios” (v.19ª). La afirmación de este precepto por parte de Santiago es rápida, pero
con una condición. Fuera del contexto de una fe global, incluso el Shemá, queda
desprovisto de significado. Aquí parece que el auditorio tiene un trasfondo judío
helenista. No obstante, en el v.19 Santiago alude inmediatamente, no a otro precepto
del judaísmo, sino de nuevo a la tradición de Jesús (muy probablemente Mt 8,28-34;
Mc 5,1-20; Lc 8,26-29) con la que también supone que están familiarizados sus
lectores. Así el v.19b: “…hasta los demonios y se estremecen”.

En el v.20aparece otra pregunta retórica, pero aquí en autor seirrita, y llama al


interlocutor imaginario “pobre hombre”. La denominación parece apropiada para
alguien a quien Santiago considera tan vacio de obras y tan superficial en la manera
de entender la fe y la religiosidad. Siguen dos ejemplo convenientes en los
versículos 21-25; uno afecta a un eminente hombre de fe, Abraham; el otro, a una
mujer que, pese a su diferente trasfondo ético y su dudosa condición social en el
Jericó de antaño (Jos 2), había manifestado tanta fe, que las tradiciones judías a lo
largo de los siglos la habían elevado a alturas sublimes: Rajab.

El recurso de Santiago al ejemple de Abraham (2,21), a quien curiosamente no se le


llama “nuestro padre”, como es habitual en el NT (aquí es “nuestro antepasado)” es
semejante al que hace Pablo en Rom 4: ambos prestan una atención directa a
Abraham por cuanto fue alguien que manifestó una fe generosa. Sin embargo,
Santiago recurre al ejemplo de Abraham por razones completamente deferentes al
del Apóstol Pablo a los Romanos. Allí Pablo usa el ejemplo para subraya el hecho
de que el patriarca fue juzgado justo por Dios antes de que existiera una ley mosaica
y “obras de la Ley”; por el contrario, Santiago no recurre al ejemplo de Abraham
para subsistir ni minimizar la Ley, sino para destacar la importancia de los “hechos
justos” que última instancia no dependen de la Ley. Asi el v. 22: “…por las obras se
hizo perfecta su fe”. Como en 2,8, Santiago cita la escritura de la iglesia primitiva, el
AT (aquí Gn 15,6 que es el mismo texto citado a menudo por Pablo, tanto en Rom 4
como el Gal 3 lo cual aumenta la probabilidad de que el autor de esta epístola este
haciendo correcciones, no tanto a Pablo mismo, cuanto a cristianos judíos que han
oído a Pablo y están retorciendo sus enseñanzas para acomodarlas a sus dudosos
fines personales). Si esta propuesta es acertada, puede ayudar los intérpretes actuales
de Santiago a valorar la destreza retórica y la sagacidad teológica que llegó a
desplegar el Justo, después de todo.
12

Como si lo anterior no bastara, el v.24 añade el entonces bien conocido ejemplo de


Rajab; se había convertido en heroína dentro del judaísmo en virtud de su elevada
categoría dentro de la literatura judía intertestamentaria. Se debe recordar también
que solo en los relatos mateanos de la infancia se incluye a Rajab en la genealogía
de Jesús. Su ejemplo de “fe y obras” necesariamente unidas resultaba ideal para la
audaz enseñanza de Santiago. Sant 2,26 es meramente un estribillo que reitera la
idea que ya se dejó sentada en el v.17; pero ahora el argumento ha quedado
suficientemente reforzado con los ejemplos, y el mensaje básico es repetido
sucintamente al concluir la perícopa.

Capítulo 3

Sant 3,1-12 Fidelidad con una lengua disciplinada

El autor encamina de nuevo su preocupación a los perfiles de la palabra responsable


y a los peligros que acarrea el no disciplinar la propia lengua. 3,1 es un sobrio
recordatorio destinados especialmente a los maestros de ámbitos religiosos, pero la
severa advertencia incluso se podría aplicar a diversos maestros en cualquier etapa
de la educación formal. Santiago desaconseja a quienes lo escuchan que aspiren al
puesto de “maestro”, da la pesada responsabilidad que prevé para aquellos que, o
pretenden desempeñar tal papel, o de hecho lo desempeñan. Sus advertencias se
deben, evidentemente, al hecho de que la conducta habitual de sus lectores indica
que, sean cuales sean los maestros que han estado impartiendo instrucción en medio
de ellos, su eficacia ha sido escasa.

El autor, o en este caso mas probablemente el editor, al comentar la tendencia


humana a cometer errores (3,2), hace una observación que parece ir en contra del
ideal de esforzarse en alcanzar la perfección, el ideal que forma parte de los
pensamientos iniciales con que da comienzo a la epístola (1,4).

Asi mismo en la letanía de imágenes parece irse formando una lacónica estructura
conceptual: caballos (v.3), barcos (v.4), incendio forestal (v.5), l peculiar referencia
al “curso entero de la existencia” (v.6) y la panorámica global de las criaturas vienes
del aire, la tierra y el mar (v.7). Todo ello se pone al servicio de la reprensión a la
comunidad por los abusos de la lengua. Resulta inevitable imaginar que se ha
producido algún acontecimiento o circunstancia comunitaria apremiante que
justificaría tales imágenes plásticas y apasionadas. Así el pasaje, otra diatriba mas,
esta tan plagado de sorprendentes metáforas y ejemplos tomados de la naturaleza
que el autor parece extender su inquietud mas allá de los causes habituales de la
ética de la palabra personal. Algo esta provocando profundas divisiones y tensiones
adicionales dentro de las comunidades (cf 4,1-6). Parece que se necesita
urgentemente una lengua disciplinada.

Sant 3,13-18: Dos tipos de sabiduría


13

Por un lado, una “sabiduría de abajo” (mundana y carnal) que se explica


detalladamente en los vv.14-16; por otro lado, hay una “sabiduría de arriba”
(espiritual), el tema del v.17. la progresión del pensamiento reitera en 3,13 la
necesidad de que las personas pongan de manifiesto las “obras” conectadas con una
“vida buena” (analizadas en 2,24-26) y llega hasta el estratégico mashal sapiencial
de 3,18. Si decimos que el v.18 tiene naturaleza “estratégica” es porque prepara a los
lectores para lo que sigue en 4,1-6. Allí pueden verse los terribles y contrapuestos
conflictos sociales y problemas comunitarios de los que tan ausentes están “la
justicia y la paz”.

Sant 3, 13-18 lanza una mirada retrospectiva y reitera su insistencia en el “hacer”,


no resulta sorprendente la reaparición de la palabra prayteti (mansedumbre, dulzura)
en 1,21 es la actitud recomendada con la que se debe recibir la “palabra injertada”
mientras que en este contexto (v.13) definen la actitud con la que se hacen las
“obras” de una vida buena. Si se considera el uso intercambiable de Santiago hace
del término humilde-humildad (1,9; 4,10; compárese también 1Pe 3,8; 4,4-11) la
analogía del pensamiento sobre la mansedumbre-humildad es mas amplia incluso.

Un paradigma opuesto sobre el vanagloriarse aparece en 3,14 cuando Santiago


censura duramente a los creyentes que muestran cargados de “rivalidad y de
ambición”. La severa reprensión de Santiago aquí es “no os vanagloriéis…”; con
ello plantea de nuevo el problema de la jactancia como lo hace paradójicamente e
1,9 y 2,3 (e humilde y Dios como la misericordia en persona tienen derecho a
jactarse).

Santiago está muy interesado en contrastar la “sabiduría de abajo” con la sabiduría


de arriba. La primera provoca rivalidad, ambición, desorden y toda clase de maldad;
en cambio, la segunda es para Santiago “compasiva y fecunda” y, como Dios se
muestra imparcial” (vv.16-17).

En este punto, el carácter culminante y estratégico de 3,18 pasa mas claramente a


primer plano. Santiago habla aquí de que “los frutos de justicia se siembran en la
paz”. La frase tienen paralelos en la literatura sapiencial (Prob 3,9, 11,22) y “en el
fruto de justicia” del NT (tanto en Flp 1,11 como en Heb 12,11). Este Santiago
agrario quiere que todo el fruto/la cosecha entera de justicia “se siembren en la paz
para los que procuren la “paz” mas que ningún otro evangelio.

Finalmente se puede ver el propósito constructivo que domina la inquietud de


Santiago por una religiosidad personal con una lengua disciplinada (no jactanciosa,
maledicente, engañosa ni calumniosa), asi como por una religión social que en las
relaciones comunitarias actúe y ponga de manifiesto “la justicia de Dios”, es decir,
que lleven paz y orden a sus comunidades que se encuentran sumidas en tal
confusión. 3,18 es una trasmisión adecuada a esta inquietud fundamental que tan
plásticamente va a tratar en el cap.4.
14

Cap 4

Sant 4,1-6: Incredubilidad en la comunidad

Este pasaje inicial presenta una situación comunitaria horrible. Seria fácil y al
mismo tiempo consolador, considerar esa degradación humana en la forma en que
Santiago la pinta aquí, como debida, en gran parte a la hipérbole y al
desbordamiento de una justa indignación. A lo largo de los siglos la sociedad
educada siempre ha tenido dificultades para imaginar (admitir) que comunidades
llamadas cristianas pudieran degenerar hasta tales extremos. La sociedad educada
niega muchas cosas. Lo tristemente probable es que Santiago aborde problemas
reales que han reclamado su atención en una fase difícil y muy peligrosa del
judeocristianismo. La Biblia adquiere autoridad y significación perenne, no solo
debido a sus visiones espirituales, sino también por su realismo, es algo mas de
“ficción con ropaje histórico” como dan a entender demasiados especialistas
occidentales.

Sant 4,1-6 constituye la unidad inicial de este capítulo. Las severas reprensiones de
estos versículos pretenden establecer unas relaciones sociales armoniosas dentro de
un judeo cristianismo terriblemente extraviado. El tono fuerte de Santiago no debe
oscurecer el objetivo ni el papel de los pacificadores (3,18); ello explica su
adopción de terminología bélica en 4,1 al afrontar directamente los “conflictos y las
luchas” entre sus lectores. El uso figurado de imágenes militares es común en las
epñistolas del NT (2 Cor7,5; Ef6,22.13; 2Tim 2,23; Tit 3,9). Sin embargo, Santiago
aplica tales imágenes al vivir turbulento, las peleas y las pasiones hedonistas que han
convertido a los individuos “en campos de batallas”.

4.2 continúa con la retórica de la violencia, indicando que las disparidades


socioeconómicas extremas ha provocado que los cristianos dejen a un lado sus
valores religiosos y se dediquen a luchas desesperadas entre “los que poseen y los
desposeídos”. Parece que la palabra “pasiones” en 4,1b suscita la condena de la
ambición en 4,2ª, pero Santiago no se detiene a dar explicaciones acerca de esta. En
vez de eso, ofrece una cadena de condenas relativas al asesinato, la envidia, las
peleas y la participación en otros conflictos, presumiblemente debido a que amplios
sectores de las comunidades carecen de recursos materiales. La mera asociación
verbal al azar no explica suficientemente la difícil secuencia lógica. Es mas bien la
referencia a la “ambición” lo que motiva la aparición de imágenes de muerte ya
introducidas ya en 1,15 (pasión, pecado, muerte).

Se advertirá que con anterioridad (3,14-16) Santiago condenó la disensión


comunitaria; esto nos permite apreciar ahora la mayor especificidad que desea
aportar aquí el tema. Si se toma literalmente, como hasta cierto punto se debe hacer,
la situación es alarmante, las condenas de 4,2 indican una desunión generalizada
provocadas también por envidias mezquinas que anteriormente figuraban en lugar
destacado de la descripción de la “sabiduría de abajo” hecha por el autor (3,15). Se
15

debe observar que en la raíz de la confusión social esta el materialismo el


hedonismo personal. de nuevo vemos la interacción entre esfuerzos personales los
sociales que ha subvertido una fe y una religiosidad que supuestamente debía ser
personal y social.

El celo de Dios ocupa un lugar destacado en la primera mitad del decálogo, pero,
aparte de eso, Santiago aduce la “supuesta” Escritura porque desea deliberadamente
contrastar las espantosas envidias humanas dentro de las comunidades con el celo de
Dios que busca la salvación de sus almas. Hay que recordar las referenciasen 1,21 a
“la palabra injertada”; aquí aparece de nuevo, pero trasformada: “el espíritu que
[Dios] ha hecho habitar [o ha injertado] en nosotros”, es decir, el evangelio.

Sant 4,7-10: formula correctivas: una llamada al arrepentimiento

Santiago habla aquí como el pastor irritado que constata que debe volver a empezar
todo de nuevo.

Así hace el llamamiento formal en 4,7: “Por tanto, someteos a Dios, pero resistid al
diablo…” la idea es establecer un contraste intencionado, semejante al ya viso en
1,21, “Por eso abandonad… acoged”, pero en este caso presentado al revés y
presentado a Dios y al demonio como opuestos y mutuamente excluyentes (como en
Sant 4,4).

La llamada e Santiago al arrepentimiento adoptan la forma de una especie de


paralelismo antitético:

4,8a Acercaos a Dios 4,9a: Reconoceos la miseria

4,8b Limpiad vuestras manos 4,9a: Llorad

4,8c Purificad vuestros corazones 4,9a: lamentaos

A primera vista, el 4,8 es un desarrollo de 4,7a. Sin embargo, 4,9a introduce la idea
del juicio para quienes se nieguen a arrepentirse. Está claro que Santiago se dirige a
pecadores y personas de doble vida que se ha dedicado a hablar de forma
irresponsables, a adoptar valores falsos y a practicar una conducta reprensible para
con otros cristianos, incluidos ellos mismos. El llamamiento de Sant4,10
(“humillaos ante el Señor y el os ensalzará”) vuelve sobre el motivo de la exaltación
del humilde tal y como se vio en 1,9-11(pero aquí los ricos son omitidos por el
momento). Este llamamiento prefigura, además, el inminente cambio radical de la
situación del rico tal y como se presenta en Sant 5,1-6.

Sant 4,11-12: Advertencias. “la ley no trata de nimiedades”

La “llamada arrepentimiento” que hace Santiago es una táctica provisional. No ha


terminado con su examen de los problemas comunitarios. Sus pensamientos pasan,
de los graves conflictos provocados por las envidias, al problema del “hablar mal
unos de otros”, es decir propalar difamaciones basadas en la clase social, “calumniar
16

y emitir juicios injustos” sobre otros cristianos. Sant 2,2-4 se sitúa de nuevo en el
centro de atención que aquí no se limita a actos específicos de discriminación, sino
que se toma como una inquietud general. Santiago centra su atención en la
necesidad de la unidad y la paz, lo que probablemente explica que continúe
analizando aspectos de una ley que “no trata denimiedades”.

El hecho de que Santiago tome un tema tan exhaustivamente tratado antes


posiblemente se deba a que interpreta el tema de los juicios perversos entre
creyentes como una infracción importante de la ley moral fundacional del
judeocristianismo. Ya en 2,10 dejó establecido que quebrantar una parte de la ley
constituye una infracción en su totalidad; y aquí es un tema de régimen de graves
violaciones de “la suprema ley” (2,8). Santiago se mueve en el mismo espíritu que el
Jesús mateano, acentuando los temas gemelos de la justicia elevada y la permanente
validez de la ley, particularmente en sus aspectos morales. Santiago guarda silencio
absoluto acerca de las características de la piedad cultural (quizá purgadas por un
editor intensionadamente soslayadas por razones tácticas).

Sant 4,13-17: Advertencias a quienes dan por supuesto Dios

En la primera unidad, se sigue de forma natural, la repetida insistencia en la


jactancia arrogante y en la naturaleza de Dios como legislador y juez, en su
autoridad o soberanía (4,12), en cambio 5,6 vuelve sobre un motivo de justicia social
muy anterior, a saber, el cambio radical del destino de los ricos opresores (1,9-11;
compárese 2,6-7).

Los vv.13-17 tomacomo protagonista a mercaderes judeocristianos y posiblemente


judíos que al parecer están dando por supuesta la providencia de Dios. Estos
hombres de negocios, en lugar de reconocer adecuadamente el factor de la
providencia divina, solo están interesados en obtener ganancias. ¡Estas palabras del
autor se dirigen a muchos de nosotros hoy! A diferencia del apóstrofe de 5,1-6,
Santiago no les reprende por su actuación opresora; a estos mercaderes mas bien se
les censura más bien su arrogancia y vanagloria, el mismo tema que abre el cap 4
(cf.4,6b). eso queda explicito en 4,16: “alardeais ostentosamente… tal actitud es
reprochable”. Saben lo que está bien pero no lo hacen.

Capítulo 5

Sant 5,1-6: Aviso final a los terratenientes ricos e injustos

Se debe tener buen cuidado de notar que Santiago no arremete categóricamente


contra los ricos simplemente porque tienen riqueza. Al contrario, sabe que hay
personas con muchos recursos que asisten a las “asambleas” (2,2-4). La ira de
Santiago se centra en aquello cristianos mas acaulos que carecen de una fe global.
Han detenido fraudulentamente os salarios diarios de los campesinos y otros
trabajadores, violando así la legislación social sólidamente establecida, de la Biblia
(sobre todo Dt 24,14-15). Su “palabra” no significa nada, pues han despreciado la
17

palabra, banalizando el recurso bíblico no violento de los pobres y necesitados de


lanzar un juramento contra ellos (Dt 15). En este sentido, 5,1-6 no se limita a
presentar una nueva perícopa: anticipa el tema concreto de los “juramentos” que
encontramos en el v.12.

Las características de esta pequeña unidad merecen algo mas de comentario. En


primer lugar, el apóstrofe de Santiago es plenamente escatológico. De hecho habla
como si de algún modo el juicio contra el rico injusto hubiera comenzado ya. La
expresión “vuestro oro y vuestra plata están oxidados” (5,2) es simbólica. No
obstante, al autor piensa deprisa y dramatiza la inutilidad de amontonar lujos a costa
de los necesitados que tienen derecho a esperar los salarios prometidos. La
expectativa de los obreros y segadores defraudados que invocan la venganza divina
(5,4) es un serio recordatorio para los injustos a los que Santiago ve como demonios
que debería echarse a temblar (cf.2,19).

La segunda dimensión (5,1-6) que debemos comentar es el misterioso 5,6: “Habéis


condenado, habéis asesinado al inocente y ya no os ofrece resistencia”. La gran
tentación sería interpretar esto como una alusión criptica de la crucifixión. Tal cosa
es improbable, pues Santiago es Teocéntrico más que Cristocéntrico. Sn intentar
discutir el detalladamente, la mejor conjetura sería que 5,6 es la referencia del editor
a la muerte del mismo Santiago el Justo. Entre la crucifixión de Jesús, la lapidación
de Esteban y la lapidación de Santiago, la documentación muestra una honda
semejanza. Todos inocentes, todos testigos proféticos, todos venerados por
seguidores o numerosos y estrechos colaboradores, todos muertos por una tubra
depravada sin ofrecer resistencia. ¡Una alusión de este tipo hecha por un editor que
ponía (¿de nuevo?) en circulación un material homilético había de tener profunda
repercusión!

Sant 5,7-12: consuelo para el pobre fiel

Pese a los hechos de que la palabra de los terratenientes injustos no ha significado


nada, Santiago recuerda aquí a sus lectores que su palabra debe ser íntegra. La
estructura de esta unidad es palabra de consuelo; en este punto, autor comienza a dar
fin a su homilía-epístola. Vuelve de nuevo a llamar “hermanos” a los fieles de su
comunidad, exhorta a la paciencia y les confirma la inminente venida del Señor
(aquí posiblemente la alusión a la parusía o segunda venida de Cristo. Se necesita
poca confirmación más de que Santiago es un documento eminente, representativo
de lo que una vez fue una rama dominante del cristianismo primitivo.

Viene a continuación de lo que al parecer es la idea principal de esta sección, como


queda subrayado por el autor son su “sobre todo, hermanos”. Santiago, con las
palabras y el tono del Jesús mateano, subraya de nuevo la importancia de una “ética
de la palabra personal”, particularmente como un asunto sustendado con autoridad
Bíblica (AT) radicalizado en el sermón de la montaña. Tras gran parte de lo aquí
tratado, subyace la noción del sufrimiento paciente y redentor, aun mas aceptable
18

con la promesa precedente acerca de Dios omnipotente que ya esta entrando en


acción a favor de los pobres y oprimidos.

En conjunto, la gran letanía de imperativos divinos, enseñanzas sapienciales y


apóstrofes comienza a tocar su fin con la simple directriz del v.12: “que vuestro si
sea si y vuestro no sea no”. El corazón del sermón-epístola ha quedado de
manifiesto y ha “sacudido el corazón”, pues esta breve epístola a expuesto sus
audaces argumentos a favor de una religiosidad personal y social, realmente digna
de asociarse con “la justicia de Dios”.

Sant 5,13-20: Exhortación pastoral: el poder de la oración y la confesión

La última perícopa de Santiago que consta de ocho versículos, que en conjunto


representan un cambio algo irónico y brusco de contenido y estilo. Estos versículos
no tienen un saludo final concreto, ni siquiera hay n “Amén”. El tono es el del final
de un sermón episcopal; aquí el autor es muy pastoral, pero la impresión que deja es
la de un documento incompleto por alguna razón. Es como si el verdadero final se
hubiera perdido o el sermón-epístola se hubiera interrumpido de repente, cuando el
autor estaba concluyendo. Solo podemos especular acerca de las circunstancias de
una final así, pero resulta claro que el documento está concluyendo.

Los vv. 23-20 mencionan varios temas pastorales básicos, a saber, la oración, el
canto de himnos, la curación, el perdón, la confesión y la restauración de creyentes
lapsos o excomulgados. Sant 3,16c se ha convertido en buena nueva a muchos
afroamericanos desde la época esclavista de los Estados Unidos: “mucho puede la
oración insistente del justo”. Son palabras de aliento, consuelo y esperanza, sin
embargo, dado el completo caos social reflejado en el cuerpo del documento, nos
resulta muy difícil comprender cómo pude hacer el autor tales preguntas…“¿sufre
alguno entre vosotros?”, “¿está alguno alegre?”, “¿está alguno enfermo?” la
verdadera pregunta es cómo podrían no sufrir, obviamente, o no estar enfermos, o
cómo podía alguno estar alegre. No, más bien se manifiesta una vez mas que el
documento es una composición de material editado que ha sido elaborado
precipitadamente y puesto en circulación para atajar una crisis importante en el
judeocristianismo del siglo I.

Fuera cual fuera de hecho la situación, uno agradece estos “últimos ecos” ofrecidos
de Jesús nada mas y nada menos que por su estimado hermano, Santiago el Justo,
quien incluso ante nosotros hoy, se muestra digno de ser llamado “obispo de
obispos” a favor de la justicia social en el NT. Amén.

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