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Séptimo Día. En 1895, el Dr. Abram Herbert Lewis, un destacado bautista del séptimo día
y partidario del panteísmo, visitó Battle Creek, y se reunió con la esposa del Dr. Harvey
Kellogg, Ella Eaton Kellogg.
Dos años más tarde, en 1897, Kellogg dio a conocer el panteísmo públicamente en una
serie de charlas en el instituto ministerial que se celebró en la iglesia College View,
Lincoln, Nebraska, antes de la sesión de la Asociación General. Poco tiempo después, las
semillas del panteísmo comenzaron a extenderse, primero en el centro de la obra en Battle
Creek, y de allí a otras partes del campo mundial.
EPISODIO 2
Es difícil imaginar que han pasado más de 110 años desde el alfa de la apostasía. Sí, lo es.
En aquel entonces, la obra estaba tan cerca, a estar terminada que Jesús estaba listo para
regresar. ¿Qué pasó?
Bueno, aunque se enfrenté la crisis con el panteísmo y en gran medida parada en seco,
siguieron creciendo las semillas de la apostasía. Elena de White escribió en Mensajes
Selectos, tomo 1:
“El libro Living Temple contiene el alfa de esas teorías. Yo sabía que la omega
seguiría poco después, y temblaba por nuestro pueblo”. Selected Messages, Book 1,
p. 203
Todavía no logro entender cómo es que tantos de nuestros ministros y médicos bien
educados pudiesen haber sido engañados por el panteísmo. Al cabo, sólo habían pasado 15
años desde el 1888, cuando Dios usó a A. T. Jones, cuando los hallamos completamente
embaucados por el engaño de Kellogg. Bueno hay que recordar que Kellogg inspiraba
mucho respeto en la iglesia. Es por esto que es peligroso confiar en los hombres, no importa
cuán piadosos parezcan ser. Con el paso del tiempo, la gente puede cambiar, tal como
cambió Kellogg. Sí, ése es un buen consejo.
Ahora creo que entiendo por qué Elena de White temblaba por la iglesia. En vez de tener la
supremacía la Palabra de Dios muchos dentro de la iglesia Adventista del Séptimo Día se
conforman con ideas humanas. Sí. Ése tiempo ha sido un problema del pueblo de Dios. Hoy
en día, la gente confía plenamente en los teólogos, dirigentes y pastores, en vez de
escuchar lo que dice Dios. ¿Es ése el motivo por el cual vamos a la librería adventista? Sí.
La librería adventista está llena de libros y otros materiales que llenan la definición de
Elena de White de “libros de una nueva orientación”. Me pregunto, ¿Cuántos de ellos
hallaremos?
¿Viste esos libros de una nueva orientación? Con razón la iglesia se encuentra en un estado
laodicense. No puedo creer que haya tantos libros llenos de error en la librería adventista.
Bueno, desde la década de los 1940, la apostasía ha estado creciendo lentamente. Poco a
poco, muchos de nuestros maestros, escritores, pastores y dirigentes han estado socavando
la verdad. Ahora hemos llegado al punto en que la mayoría de los miembros de iglesia ya
no cree que verdad que fue establecida bajo la dirección de Dios, y confirmada por el don
profético ¿A cuáles verdades te refieres? Bueno, me refiero a verdades que son necesarias
para comprender el verdadero plan de salvación. Hasta los 1940, la iglesia Adventista del
Séptimo Día creía por unanimidad varias doctrinas que no se enseñan hoy, o que la mayoría
considera con burla y ridículo. Han sido reemplazadas por lo que se ha denominado “la
nueva teología”. Ahora bien, nueva teología no es algo malo en sí misma. A lo largo de la
historia, Dios continuamente ha revelado nuevas verdades cuando han sido necesarias. Pero
en este caso, nos referimos a errores que están reemplazando la verdad y engañando a una
gran parte de la iglesia.
Él se refería a la doctrina del pecado original, una enseñanza que ni Elena de White ni
nuestros pioneros jamás aceptaron. Parecida al panteísmo de Kellogg, esta nueva teología
parecía inofensiva. Los que la acogieron pensaban que traían a la iglesia una gran reforma,
tal como lo predijo Elena de White. Pero en realidad trajo confusión, división y más
apostasía.
¿Qué tal si examinamos esta nueva teología y la comparamos con la Palabra de Dios? Me
parece una idea buenísima. Vayamos a Pacific Union College, donde se llevó a cabo uno de
los mayores ataque al mensaje adventista. Bien, también iremos a Elmshaven, el hogar
donde Elena de White vivió sus últimos años.
Uno de los personajes de mayor influencia que enseñó la nueva teología dentro de la iglesia
fue Edward E. Heppenstall. En 1940, Heppenstall comenzó a enseñar como profesor de
teología en el colegio La Sierra. Más adelante, llegó a desempeñarse como director del
departamento de teología sistemática en la Universidad Andrews, y como profesor de
teología en la Universidad Loma Linda. En una encuesta llevada a cabo en 1985,
Heppenstall ocupó el primer lugar como el escritor de mayor influencia dentro del
adventismo. Recibió un puntaje casi el doble del segundo: Elena de White. A través de sus
enseñanzas y escritos, Heppenstall llevó a muchos a aceptar la nueva teología que se ha
extendido por la iglesia.
Es una sucesión de enseñanzas que confunde el evangelio y lleva al rechazo del mensaje
del santuario y del Espíritu de Profecía. Comenzó con una nueva definición de lo que es el
pecado, y eso llevó a un entendimiento equivocado del plan de la salvación. Considera las
verdades, tales como la justificación, la santificación, la fe, la obediencia y la perfección
cristiana desde un punto de vista distinto. Aquéllos que aceptaron esa nueva teología
afirmaban que se centra más en la cruz y en Cristo. Sin embargo, como veremos, se aparta
del fundamento de la verdad con consecuencias devastadoras.
“Un paso dado en la dirección equivocada prepara el camino para otro. La menor
desviación de lo que es correcto y de los principios conducirá a la separación de
Dios y puede terminar en apostasía”. Counsels on Health, pp. 240-241
Esto es precisamente lo que ha ocurrido desde que la doctrina del pecado original entró a la
iglesia en la década de los 1940. Nos aparta de Dios y nos lleva a la apostasía. La doctrina
del pecado original se hizo popular entre 354 y 431 D. C. por Agustín, obispo de Hipona.
La creencia existe con muchas variaciones en las distintas religiones; pero los que la
enseñan en la iglesia Adventista del Séptimo Día creen que, a causa del pecado de Adán,
todos nacemos pecadores sin haber cometido un solo pecado. Ellos enseñan que es
imposible dejar de pecar, porque nuestras naturalezas siempre están en un estado
pecaminoso.
Nótese cómo Heppenstall enseñó esto en la universidad Andrews: “El cristiano cree que
sigue existiendo dentro del hombre renacido una fuente del mal, que el pecado siempre
existirá en los santos hasta que sean despojados de sus cuerpos mortales. Este pecado
original permanece en los cristianos y en los que no son cristianos hasta que mueran o sean
trasladados”. Edward Heppenstall, “Definicion of Righteousness,” in Lessons at Andrews
University, pp. 18-20
Por lo tanto, un sembrador es alguien que siembra. Un caminador es alguien que camina. Y
un pecador es alguien que peca.
Según Pfandl y los partidarios de la nueva teología, todos somos culpables de haber
cometido pecado con sólo haber nacido. No tenemos ningún control sobre si seremos o no
pecadores. No hay ninguna cantidad de gracia divina que pueda impedir que pequemos,
porque seremos pecadores mientras tengamos naturalezas pecaminosas. Claro está que esto
contradice la definición del pecado que presenta la Biblia. Nótese lo que escribió el apóstol
Juan en 1 Juan 3:4:
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es
infracción de la ley”. 1 Juan 3:4
Ahora, nótese lo que escribió Elena de White, la profetisa de Dios, en las dos citas
siguientes acerca de la definición de Juan:
Estas citas demuestran que está equivocada la definición del pecado que presenta la nueva
teología. Es un error que está engañando a muchos. Debido a que la ley condena cada
pecado, debemos preguntar a todos los que aceptan la nueva teología, ¿Cuál mandamiento
nos condena por haber nacido?
Según muchos, este versículo respalda lo idea que todos nacemos pecadores. Es más,
algunas versiones bíblicas lo traducen de esa manera incorrecta. La versión en inglés
contemporáneo dice: “He pecado y hecho lo malo desde el día en que nací”. Salmo 51:5
CVE.
El hebreo no dice que David había pecado desde el momento que nació. David
simplemente estaba diciendo que había nacido en un mundo de pecado. Su madre era
pecadora. Dice el Espíritu de Profecía que todos nacemos con naturaleza pecaminosa; pero
no significa que nacemos culpables del pecado. Las palabras ‘en pecado’ pueden
interpretarse “lleno de pecado”, pero también pueden significar “con tendencia a”. En otras
palabras, cuando Elena de White escribió que una naturaleza pecaminosa, lo escribió a la
luz del hecho que todos tenemos una tendencia hacia el pecado. Nótese las siguientes citas
de Manuscript Releases, tomos 14 y 18:
“La naturaleza pecaminosa del hombre era débil, y él era propenso a transgredir
los mandamientos de Dios”. Manuscript Releases, Vol. 14, p. 82
“Dice Dios, ‘No hay justo, ni aun uno’. Todos tienen la misma naturaleza
pecaminosa. Todos son propensos a equivocarse. Nadie es perfecto”. Manuscript
Releases, Vol. 18, p. 334
A causa del pecado de Adán, todos hemos nacido con una naturaleza débil y propensa a
pecar. Pero no nos tiene por responsables por el pecado de Adán. Todos nosotros elegimos
pecar. Dice Ezequiel:
“El alma que peque, ésa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre
llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del
impío será sobre él”. Ezequiel 18:20
Hasta la década de los 1940, la iglesia Adventista del Séptimo Día creía con unanimidad
que Cristo tomó sobre sí mismo nuestra naturaleza humana caída. Sin embargo, la nueva
definición del pecado lo imposibilita. Nótese cómo Gerhard Pfandl evalúa la situación.
“Ahora bien, si cada ser humano nace pecador, separado de Dios y necesitando la
salvación, ¿Cómo es posible que Cristo haya nacido humano y también sin pecado”?
Gerhard Pfandl, “Some Thoughts on Original Sin”, p. 20.
Ésa es una pregunta muy interesante. Varias páginas después sigue diciendo: “Para tener la
opinión balanceada de la naturaleza de Cristo, también es de vital importancia entender
correctamente la naturaleza del pecado. Aunque Él en realidad llegó a ser un ser humano,
‘semejante a sus hermanos’, no heredó la corrupción original con la cual nosotros
nacemos”. Gerhard Pfandl, “Some Thoughts on Original Sin”, p. 22.
Ésta opinión supuestamente balanceada de la naturaleza de Cristo en realidad significa
apartarse de la verdad establecida, y aceptar una doctrina que tiene aún otras consecuencias
que tienden a separarnos de Cristo.
En la revista Ministry, agosto, 2004, Herbert E. Douglass escribió: “Froom hizo una
encuesta de los dirigentes adventistas y halló que ‘casi todos’ creían que Cristo poseía
nuestra naturaleza pecaminosa. Es más, el recién jubilado presidente de la Asociación
General, W. H. Branson, escribió en su libro, Drama of the Ages, edición de 1950, que
Cristo en su encarnación tomó ‘sobre sí la carne pecaminosa’. Sin embargo, tanto Froom
como Andersen aseveraron de una manera que a George Knight le pareció ‘insincera’, que
‘la mayoría de la iglesia siempre ha pensado’ que la humanidad de Cristo ‘era inmaculada,
santa y perfecta’, a pesar de que las opiniones contrarias de ciertos escritores a veces habían
sido publicadas. Lamentablemente, esto es lo que le dijeron a Walter Martin. Froom y
Andersen siempre mantuvieron al tanto al nuevo presidente de la Asociación General. En
una de las cartas de Froom él admite que en QOD ‘algunas de las declaraciones con un
poco distintas de lo que se anticiparía’. Continuó sugiriendo que ese proceder era necesario
en vista de los antecedentes y actitudes de los evangélicos”. Herbert E. Douglass, Ministry
Magazine, Aug. 2004, p. 17.
El libro Questions on Doctrine fue escrito para complacer a los evangélicos y quitar el
estigma de que seamos una secta. Por medio de este proceso, LeRoy Froom y sus colegas
lograron cambiar por su propia cuenta esta doctrina importante para obtener la amistad del
protestantismo caído. Y ¿cómo lo lograron? A través del engaño. Esto de por sí debería
revelar quién estaba obrando bajo cuerda para introducir esta doctrina falsa en la iglesia.
Bueno, demos un vistazo breve al punto de vista de la naturaleza de Cristo que la iglesia
Adventista ha mantenido desde hace mucho tiempo. Primeramente, notemos lo que escribió
el apóstol Pablo:
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para hacer
propiciación por los pecados del pueblo”. Hebreos 2:17
Pablo aseveraba que Jesús fue hecho como nosotros en todas las cosas. Esto debe incluir el
haber tomado nuestra naturaleza caída.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil a causa de la carne,
Dios, enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en lo
concerniente al pecado, condenó al pecado en la carne”. Romanos 8:3
Muchos han sostenido que la palabra ‘semejanza’ no significa que Cristo tomó carne de
pecado. Sin embargo, aquí la palabra ‘semejanza’ significa ‘hecho como’.
En Filipenses 2:7, Pablo vuelve a usar esta palabra cuando escribió de la condescendencia
de Cristo:
“Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres”. Filipenses 2:7
Hasta el 1922, el Handbook for Bible Students, p. 257, apunta lo siguiente en cuanto a
cómo Pablo usó la palabra ‘semejanza’. “Las escrituras enseñan claramente que Jesús fue
hecho ‘en semejanza de carne de pecado’, y de esa manera se unió al hombre en su
condición caída”. Handbook for Bible Students, p. 257, 1922.
“A pesar de que los pecados de un mundo culpable pesaban sobre Cristo, a pesar
de la humillación que implicaba tomar sobre sí nuestra naturaleza caída, la voz del
cielo lo declaró Hijo del Eterno”. The Desire Of Ages, p. 112.
Repetidas veces, Elena de White dice que Cristo tomó nuestra naturaleza caída. Nótense las
citas siguientes:
¿De verdad quiso decir Elena de White que Cristo tomó nuestra naturaleza caída y
pecaminosa? Las dos citas siguientes nos deberían dejar sin duda alguna.
“Debe seguirse el ejemplo que él dejó. Él tomó sobre su naturaleza sin pecado
nuestra naturaleza pecaminosa, para saber cómo socorrer a los que son tentados”.
Medical Ministry, p. 181
Nos preguntamos cómo Heppenstall, Froom, Pfandl y muchos otros pueden aceptar una
doctrina que contradice lo que enseñaron los pioneros y la profetisa de Dios, y lo que
enseñan las mismas Escrituras. La respuesta es ésta: Cuando aceptaron el pecado original,
no les quedó otra alternativa.
Satanás no sólo quiere causar una división sobre la naturaleza de Cristo. Hay un motivo por
el cual él se deleita en esta doctrina falsa. Nótese lo que escribió Elena de White en
Mensajes Selectos, tomo 3:
Jesús nos ha dejado un ejemplo de lo que puede lograr la humanidad caída unida a la
Divinidad. Hoy en día, muchos no creen que su ejemplo es pertinente o que puede ser
imitado. Durante el Concilio Anual número 95, el presidente anterior de la Asociación
General, Jan Paulsen, dijo lo siguiente. Esto apareció en un reportaje de la Revista
Adventista, versión por internet, fechada octubre 11, 2007. “Yo no soy capaz de
imaginarme que a un individuo posmoderno en Europa, a un negociante en Asia o
Latinoamérica, ni a un agricultor en África le importará un ápice si Cristo tuvo la naturaleza
del hombre antes o después de la caída [del hombre]. Las realidades de nuestro mundo
tienen otros asuntos que nos ocupan. Con frecuencia esas discusiones se enfocan en la
posibilidad de vivir una vida cristiana victoriosa. Sin embargo, esa victoria no se logrará al
‘resolver la naturaleza humana precisa de Cristo; se logrará al experimentar el ‘poder de su
resurrección’. No será a través del poder de su ejemplo; será por el ‘poder de su
resurrección’, porque allí yace el poder para vivir una vida nueva”. Jan Paulsen, Concilio
Anua número 95, Revista Adventista, octubre 11, 2007.
Nadie negará que hay poder en la resurrección de Cristo, pero para que diga el que entonces
era el presidente de la Asociación General que no hay poder en el ejemplo de Cristo para
vivir una vida nueva, muestra que él, o desconocía el evangelio, o conoce la verdad muy
claramente, pero elije creer una mentira. Sobre este punto importante, nótense las tres citas
siguientes de la pluma inspirada:
“No puede ser vencido el que se arrepiente de sus pecados y acepta el don de la
vida del Hijo de Dios. Aferrándose por fe de la naturaleza divina, llega a ser un
hijo de Dios. Ora, cree. Cuando es tentado y probado, demanda el poder que Cristo
dio con su muerte, y vence mediante la gracia de Jesús. Esto necesita entender cada
pecador. Debe arrepentirse de sus pecados, debe creer en el poder de Cristo, y
debe aceptar ese poder para salvar y protegerlo del pecado. ¡Cuán agradecidos
debiéramos estar por la dádiva del ejemplo de Cristo!”. The Review and Herald,
Jan. 28, 1909
“Cristo preparó el camino para el rescate del hombre mediante su propia vida de
sufrimiento, abnegación y sacrificio, y mediante su humillación y muerte final. Le
trajo ayuda al hombre para que éste, siguiendo el ejemplo de Cristo, pudiera
vencer en su favor, así como Cristo había vencido para él”. Testimonies for the
Church, Vol. 3, p. 372
¿Hay poder en el ejemplo de Cristo? Sí, lo hay. Su vida demuestra que el pecado no debe
seguir dominándonos. El ejemplo que Cristo nos ha dejado muestra que, unida a la
naturaleza divina de Cristo, la humanidad caída puede ser vencida. Esto sólo se logra
cuando ejercemos fe en las promesas de Cristo. Elena de White comprendía la importancia
de entender esta doctrina debidamente. Nótese lo que ella escribió:
“Si Cristo hubiera tenido poder especial que el hombre no tiene el privilegio de
poseer, Satanás se hubiera valido de este argumento. La obra de Cristo refutaría
las afirmaciones de Satanás de que él dominaba al hombre, y el Señor podía hacer
esto solamente de la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como hombre,
prestando la obediencia de un hombre. Tened en cuenta que la victoria y la
obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En nuestras conclusiones
cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas acerca de la
naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza
humana un poder que es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con
Satanás, destruimos el carácter completo de su humanidad. Él da a todos lo que lo
reciben por la fe, su gracia y su poder que les atribuye. La obediencia de Cristo a
su Padre era [y es] la misma obediencia que se requería del hombre”. Selected
Messages, Book 3, p. 139
Estoy seguro de que ustedes pueden ver por qué Satanás odia esta verdad, y quiere
eliminarla de la iglesia. Una vez que se deje de creer esa verdad, el paso siguiente de la
marcha cuesta abajo hacia la apostasía y la separación de Dios es, ¿puede el hombre vivir
una vida sin pecado? Heppenstall y los partidarios de la nueva teología afirman que no.
Ellos creen que seguiremos pecando hasta que Jesús nos dé naturalezas nuevas cuando
venga por segunda vez. Sin embargo, nótese lo que dijo Jesús en Mateo 5:48:
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto”. Mateo 5:48
“El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el más
sublime pensamiento humano. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”. Esta orden es una promesa. El plan de
redención contempla nuestro completo rescate del poder de Satanás. Cristo separa
siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las obras del diablo, y ha
hecho provisión para que el Espíritu Santo sea impartida a toda alma arrepentida,
para guardarla de pecar”. The Desire of Ages, p. 311
Según el evangelio de Mateo, Jesús vino para salvarnos de nuestros pecados. En 1 Juan 3:9,
se nos enseña que los que nacen de Dios no practican el pecado. Y en el capítulo 6 de
Romanos, Pablo enseñó que los cristianos deben estar muertos al pecado y no seguir
sirviéndolo. Mientras crecen en la santificación, es posible que tropiecen de vez en cuando,
pero cuanto más tiempo viven, más se asemejan a Jesús. Según Heppenstall, es imposible
vivir una vida sin pecado. Pero, según el Espíritu de Profecía, sí es posible, cuando la
humanidad está unida a la Divinidad.
Nótese lo que escribió Elena de White en Review and Herald, abril 1, 1902:
Puede ser que muchos se sientan algo incómodos con la cita anterior. ¿En realidad quiso
decir Elena de White que podemos vivir libres de pecado? Nótese lo que ella escribió en
Manuscript Releases, tomo 8:
“Sólo aquéllos que por fe en Cristo obedezcan todos los mandamientos de Dios,
alcanzarán la condición de impecabilidad en la cual vivió Adán antes de su
transgresión. Al obedecer todos sus preceptos, incluyendo el que tiene que ver con
la observancia del sábado, ellos testifican de su amor por Cristo”. Manuscript
Releases, Vol. 8, p. 99
Éste es verdaderamente un llamado elevado para el pueblo de Dios. No nos sorprenda que
Elena de White escribió en El Conflicto de los Siglos que los 144,000 vivirán sin intercesor
durante el tiempo de angustia. Cuando Jesús deje de servir como nuestro Sumo Sacerdote,
cuando no haya sangre expiatoria ni el perdón de los pecados, el pueblo de Dios no pecará.
Habrá cerrado su tiempo de gracia, y ellos habrán sido declarados santos y justos. Si
creemos la nueva teología, ¿Dónde quedaremos?
En el siguiente episodio: