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Apunte preparado por la

Profesora Claudia Rodríguez


Cátedra derecho civil VI.

EL FENÓMENO SUCESORIO.

Se distinguen cuatro etapas:


1) La apertura de la sucesión.
2) La vocación hereditaria.
3) La delación de la herencia.
4) La adquisición de la herencia.

1) La apertura de la sucesión:

Concepto:
1- Somarriba la define como el hecho jurídico que habilita a los herederos para
tomar posesión de los bienes de la herencia y se los transmite en propiedad.

2- Domínguez señala que es el suceso que determina el momento en que se inicia


la transmisión del patrimonio del causante a los asignatarios por causa de muerte.

3- Para Meza Barros es un hecho jurídico, consecuencia de la muerte de una


persona, en cuya virtud los bienes del difunto pasan a sus herederos.

4- de acuerdo al art. 955 podemos afirmar que es el resultado de la muerte del


sujeto y que determina el instante en que se inicia la transmisión de su patrimonio,
y que habilita a los herederos para tomar posesión de la herencia.

¿En que momento se produce la apertura de la sucesión?


Se produce en el momento de la muerte del causante. Art. 955.
En el caso de la muerte presunta, se produce al dictarse el decreto de posesión
provisoria de los bienes del desaparecido o al momento de pronunciarse el
decreto de posesión definitiva para el caso de que aquél no exista. Art. 84 y 90.

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¿Por qué es importante determinar el momento de la apertura?
 Los asignatarios deben ser, por regla general, capaces y dignos al
momento en que se produce la apertura de la sucesión. Art. 962.
 La validez de las disposiciones testamentarias se rige por la ley vigente al
momento de la apertura de la sucesión. Sin embargo, las solemnidades
externas de los testamentos se rigen por la ley coetánea a su otorgamiento.
Art. 18 y 19 ley sobre efecto retroactivo de las leyes.
 A partir de ella se podrá, por regla general, aceptar o repudiar la asignación
por causa de muerte. Art. 956 y 1226.
 Los efectos de la aceptación o repudiación de las asignaciones se
retrotraen a la fecha de la apertura. Art. 1239.
 Desde ese momento se pueden otorgar pactos sobre la sucesión del difunto
sin que ellos adolezcan de objeto ilícito. 1909 y 1910.
 Comienza la etapa de indivisión hereditaria.

En relación a los comurientes nuestro CC adoptó una solución bastante sencilla en


el art. 79 en relación con el art. 958.
Así, si marido y mujer fallecen en un mismo accidente, a pesar de que la ley llama
al cónyuge en la sucesión del difunto, se entiende que ambos fallecieron en el
mismo instante y ninguno de ellos sucede al otro. Se trata de una presunción
simplemente legal.

¿En que lugar se produce la apertura de la sucesión?


La sucesión se abre en el último domicilio del causante. Art. 955. Entendiéndose
que se refiere al último domicilio civil. Art. 61 y 62.
En el caso del ausente la sucesión se abre en el último domicilio que haya tenido
en Chile y no en el último que probablemente pudo tener. Art. 81 Nº 1.

¿Por qué es importante el lugar en que se abre la sucesión?


En cuanto al fondo: porque la sucesión se regla por la ley del domicilio en que se
abre, salva las excepciones legales. Art. 952.

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En cuanto a los aspectos procesales: sirve para determinar el tribunal que
conocerá de las cuestiones a que de lugar la sucesión. Esto es, todas las
diligencias judiciales relativas a la apertura, formación de inventario, tasación y
partición de bienes, apertura y publicación de testamento, acción de petición de
herencia, juicios de desheredamiento, etc.
Sin embargo, esta competencia no es para los casos en que terceros que tenían
créditos contra el causante hagan valer sus derechos en contra de la sucesión,
pues en tal caso rigen las normas generales sobre competencia de los tribunales.

Ley que regla la sucesión:

Se distingue:
1- Sistema de unidad sucesoria: de acuerdo al cual la sucesión del causante se
rige por una sola ley, la que se determina según el domicilio o la nacionalidad del
causante. No implica que la sucesión quede sometida a la jurisdicción de un solo
juez, sino que la ley aplicable a la sucesión será una sola.

2- Sistema de pluralidad sucesoria: la sucesión quedará regida por la ley de cada


lugar en el que están situados los bienes del causante y que componen la
herencia, por lo tanto, pueden haber tantas leyes aplicables en la especie como
países con bienes del causante. Ni implica multiplicidad de jueces que conozcan el
asunto, podría haber solo un juez quien deberá aplicar diferentes leyes.

¿Cuál sistema rige en Chile?


En Chile rige el sistema de unidad sucesoria, ya que la ley aplicable es una sola, y
queda determinada por el lugar en que el causante tuvo su último domicilio. Art.
955.
Así, si su último domicilio fue en Chile, la sucesión se rige por la ley chilena; en
cambio si lo fue en el extranjero, la sucesión se rige por la ley del lugar en que
haya tenido este último domicilio.

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Excepciones:
En estos casos normalmente habrá conflicto de legislación aplicable.

a) caso del chileno que fallece en el extranjero: art. 15 Nº 2. En lo que respecta al


cónyuge y parientes chilenos, y aún cuando el causante haya fallecido en el
extranjero, se aplicará la ley chilena. Siendo una excepción a la regla general del
art. 955, por cuanto no se aplicaría la ley del último domicilio sino que la ley
chilena coincida o no con la del último domicilio del causante.
En la práctica, la aplicación de esta norma está sujeta a que en Chile haya bienes
pertenecientes al causante, pues, de lo contrario, es muy posible que ella resulte
inaplicable.

b) caso del extranjero que fallece dejando herederos chilenos: si un extranjero


fallece teniendo su último domicilio en el extranjero y dejando herederos chilenos,
la solución la da el art. 998. Dicho art. hace excepción al art. 955 en el sentido de
que aplicándose la ley extranjera a una sucesión abierta fuera del país, una parte
de ella, la relativa a ciertos herederos chilenos, se rige por nuestro derecho. No se
aplica íntegramente la ley extranjera, como lo ordena el 955, sino que
parcialmente. En lo demás, el precepto debe ser entendido en armonía con los
principios generales: si el extranjero fallece en el extranjero teniendo su último
domicilio en Chile, rige la ley chilena, y viceversa.
A pesar de que la ley aplicable es la extranjera (el último domicilio no es Chile), en
lo que respecta a los herederos chilenos se aplica la ley chilena, y tienen estos
herederos derecho para que en los bienes situados en Chile se les pague lo que
por ley les corresponde. Para que esto sea procedente, es necesario que el
causante haya tenido bienes en Chile.

Si la sucesión de una persona se abre en el extranjero pero deja bienes en Chile,


la posesión efectiva de esos bienes debe solicitarse en Chile, ante el juez del
último domicilio del causante, o ante el juez del domicilio del interesado si el
causante no lo tuvo en Chile.

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2) y 3) Delación y vocación sucesoria:

Algunos distinguen entre la delación y la vocación sucesoria.


Concepto:
La delación está definida en el art. 956. Se trata de una suerte de oferta a un
asignatario en particular para que acepte o repudie, pero la sola delación no
atribuye el carácter de heredero o legatario.

Vocación, proviene del latín vocatio que significa llamar. Es un estado previo al de
la delación.
La vocación sucesoria es entendida como el llamamiento de todos los que, por
una u otra razón, pueden asumir la sucesión del causante.
No existe un llamamiento actual ni preciso a aceptar o repudiar, sino que
solamente es una especie de convocatoria de todos los interesados a la sucesión
del causante. Es el llamamiento de todos los posibles herederos, sean testados e
intestados. Se llama a todas las personas que posiblemente puedan suceder al
causante, lo que la diferencia de la delación, que implica un llamamiento actual y
efectivo a los herederos o legatarios para aceptar o repudiar la asignación.
La delación supone la vocación, pero podría haber vocación sin delación.
// Caso del heredero designado sustituto del instituido como heredero en primer
lugar. Ambos tiene vocación sucesoria, pero el sustituto no tendrá delación si el
primero acepta la asignación.

Otros sin embargo, no hacen esta distinción, ellos afirman que la vocación
sucesoria es el llamamiento que tiene una persona para recibir una herencia
determinada. Dicho llamamiento puede provenir de la ley, o de la voluntad del
causante expresada en un testamento.

Ahora bien, la delación de la herencia también debe ser distinguida de la apertura


de la sucesión. Son sucesos encadenados pero distintos.
El art. 956 establece el momento en que defiere la asignación.

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Al producirse la muerte del causante tiene lugar tanto la apertura de la sucesión
como la delación de las asignaciones.
Mientras la apertura se produce por la muerte del causante, la delación puede no
producirse si el llamamiento está sujeto a condición.
Por eso se distinguen cronológicamente 3 etapas:
 La apertura de la sucesión, que habilita a los herederos para tomar
posesión de los bienes de la herencia y se los transmite en propiedad.
 La delación de las asignaciones, que se produce aunque solo sea un
instante después de la apertura, y que es el llamamiento preciso a aceptar
o repudiar.
 La aceptación o repudiación del asignatario.

Por ello, es que algunos autores sostienen que producida la muerte del causante,
la herencia se radica provisoriamente en el patrimonio de los herederos, puesto
que el ingreso definitivo se produce no con la apertura ni con la delación, sino que
con la aceptación de la asignación de que se trate.

Si bien el art. 956 no distingue, refiriéndose a las condiciones en general, hay que
entender que solamente es aplicable a la condición suspensiva.
La delación en este caso no se produce hasta que se verifica el hecho incierto.
Tratándose de la condición resolutoria se sigue la regla general, la delación se
produce con la muerte del causante y no se suspende la adquisición del derecho,
el asignatario adquiere pero sujeto a condición resolutoria, y si ella se cumple
posteriormente el asignatario pierde el derecho.
// Dejo mi casa a Pedro, pero que será para Juan si el contrae matrimonio.

4- aceptación y repudiación de las asignaciones:

Producida la apertura de la sucesión tiene lugar la delación de la herencia.


Surgiendo en ese momento el derecho para el asignatario de aceptar o repudiar la
asignación que le ha sido deferida, llamado ius delationis (derecho que se le

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confiere al asignatario de aceptar la asignación haciéndola suya y convirtiéndose
en sucesor, o bien repudiarla, quedando excluido de la sucesión del causante),
este derecho de opción no le viene del causante, es un derecho personal de
origen legal.

Se ha justificado este derecho del asignatario por parte de la doctrina en


consideración a que:
- Por una parte nadie puede adquirir derechos en contra de su voluntad, (nadie es
heredero si no quiere).
- Por la otra, debido a que puede ocurrir que la sucesión tenga muchas deudas, lo
que hace lógico que los asignatarios puedan repudiarla.

Ahora bien, producido el fallecimiento, el patrimonio del causante se radica


provisionalmente en el de sus herederos, para así evitar que dicho patrimonio
quede sin titularidad, pero en derecho ello solamente se hará efectivo, en forma
retroactiva una vez que el heredero acepte la herencia, todo lo cual se hace
extensivo a los legados de especie.

Por otro lado, se ha discutido si la aceptación es o no un cuasicontrato.


De acuerdo al art. 1437, 2284 y 2285 no es difícil llegar a esta conclusión.
Somarriba en cambio, piensa que ello no es así, señalando que lo que pasa es
que la ley equipara los efectos de la aceptación de una herencia o legado a los de
un cuasicontrato. Pues la aceptación es un acto voluntario del heredero o
legatario, en que éste toma sobre si la responsabilidad que significa una herencia
o legado.
Por eso prevalece la idea de que la aceptación es solo una declaración unilateral
de voluntad, en la que la ley fija sus efectos.

¿Desde cuando se puede aceptar una asignación?


De acuerdo al art. 1226 no se puede aceptar asignación alguna, sino después de
que se ha deferido.

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El art. 956 por su parte establece que por regla general, no se puede aceptar una
asignación hasta que se ha producido la muerte del causante, dado que allí se
produce la delación de la asignación. Sin embargo, si la asignación es condicional,
la delación no se produce hasta que se verifica la condición, solo en ese momento
podrá ser aceptada.
Si la condición es suspensiva y de no hacer algo que dependa de la sola voluntad
del asignatario, la delación se produce con el fallecimiento, siempre que se rinda
caución para el caso de contravención.
// El testador deja su casa a María bajo condición que ésta no se vaya a vivir a
Perú.
En consecuencia, no se puede aceptar en vida del causante, pues en ese caso se
estaría violando el art. 1463.

¿Desde cuando se puede repudiar una asignación?


La respuesta la da el art. 1226 inc 2º.
Por lo tanto, tanto la aceptación como la repudiación suponen la muerte del
causante para poder efectuarse; pero tratándose de la repudiación basta con su
muerte, aún cuando la asignación sea condicional y esté pendiente la condición,
en cambio, tratándose de la aceptación es necesario que la condición se haya
cumplido.
Tampoco se puede repudiar en vida del causante.

¿Hasta cuando se puede aceptar o repudiar? ¿Hasta que momento el


asignatario puede ejercer el derecho de opción que le confiere la ley?
El art. 1232 distingue dos situaciones:

a) Si hay requerimiento judicial de cualquier persona interesada en que el


asignatario se pronuncie sobre si acepta o no la asignación en su favor: el
asignatario tiene un plazo de 40 días para declarar si la acepta o rechaza. Plazo
que puede ser ampliado hasta por un año.

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Si transcurrido el plazo el asignatario no se pronuncia, se entiende que repudia la
asignación art. 1233.

b) Si no hubiere requerimiento judicial: el asignatario puede aceptar o repudiar


mientras conserve su derecho a la asignación.
- si se trata de un heredero: se podrá aceptar o repudiar mientras otra persona no
adquiera el derecho real de herencia por prescripción adquisitiva de 5 o 10 años
dependiendo del caso.
- si se trata de un legatario de especie: podrá ejercer su derecho mientras otro
sujeto no adquiera por prescripción adquisitiva.
- si es un legatario de género: su derecho se extiende hasta que no prescriba su
acción personal para exigir el cumplimiento, 5 años contados desde que ella pudo
entablarse.

De acuerdo al art. 1225 por regla general todo asignatario puede aceptar o
repudiar libremente. Nadie, en principio, es obligado a aceptar o repudiar la
asignación deferida.

Excepciones:

a) Caso de los incapaces: arts. 1225 y 1236. No se refiere a los incapaces de


suceder, pues ellos no suceden al causante. La ley se refiere a los que no pueden
administrar libremente sus bienes, art. 1447.
Estos incapaces solo pueden ejercer su derecho de opción a través de sus
representantes legales. Los incapaces relativos pueden además hacerlo
autorizados por ellos.
De acuerdo al art. 1250 las asignaciones deferidas a incapaces siempre deben
aceptarse con beneficio de inventario. El cual se aplica de pleno derecho, a pesar
de que voluntariamente no se haya hecho uso de el.

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Estas personas no pueden repudiar una asignación cuyo valor supere un centavo,
el representante legal o el incapaz autorizado requieren de autorización judicial
para hacerlo, de lo contrario la repudiación adolecerá de nulidad relativa.
En lo que se refiere a la mujer casada en sociedad conyugal, queda claro que
quien acepta o repudia es el marido en su calidad administrador de los bienes
sociales y de los propios de su mujer, y que ella solamente se limita autorizar este
acto ajeno.
Si el marido se niega injustificadamente a aceptar una asignación a favor de su
mujer, entrará a regir el art. 138 bis.

b) Caso de los que sustraen efectos de la sucesión: de acuerdo al art. 1231 el


heredero que lo hace tiene una doble sanción civil:
- pierde la facultad de repudiar, y aún cuando lo haga, permanece como heredero.
- pierde todo derecho respecto de los bienes sustraídos.

Al legatario se refiere el inciso 2º.


Si el legatario sustrae el propio bien que le fue legado: pierde el derecho a la
asignación y obviamente el derecho de aceptarla o repudiarla.

Si el legatario sustrae una cosa de la que no es dueño: aparentemente solo debe


restituirla doblada. Pero no perdería el derecho a las cosas que si le fueron
asignadas en propiedad, conservando su derecho a aceptar o repudiar.

Si es un legatario de género: como no tiene el dominio de las cosas que le fueron


legadas, es obligado a restituir el duplo de las cosas sustraídas y pierde la libertad
de aceptar o repudiar, pues pierde el derecho a la asignación.

Formas de aceptación de la asignación:


La aceptación puede ser:
a) Expresa: 1241, el art. 1242 señala que significa que alguien toma el título de
heredero.

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b) Tácita: a ella se refiere el art. 1241, 1244, también es tácita en el caso del art.
1230.
No lo sería el art. 1243, pues se trata de evitar que los potenciales herederos, por
temor a que se les considere como aceptantes de sus asignaciones, se inhiban de
ejecutar los actos necesarios para la buena conservación del patrimonio del
causante; de lo contrario, no ejecutarían ningún acto, aun en perjuicio de la masa
hereditaria.

El art. 1245 se refiere a las consecuencias de la aceptación de la herencia, sea


expresa o tácita.

Formas de repudiación de la asignación:


Si bien está perfectamente claro que la aceptación puede ser expresa o tácita, no
ocurre lo mismo con la repudiación.

Para algunos, debe seguirse la misma regla que para la aceptación. Somarriba
señala que una de las características del derecho de aceptar o repudiar una
asignación consiste en que el pronunciamiento de los asignatarios pueda ser
expreso o tácito.

Otros señalan que la repudiación debe ser expresa, a menos que la ley permita
otra cosa.
Meza Barros señala que mientras la aceptación puede ser expresa o tácita, la
repudiación debe ser generalmente expresa. Art. 1235.
La razón para esta exigencia vendría dada porque la renuncia es un acto
excepcional y por lo mismo necesita de un hecho concreto y de una prueba
especial, debiendo constar de modo inequívoco y notorio.
Además, debe tenerse en cuenta que la ley solo ha dicho que la aceptación puede
ser expresa o tácita (art. 1241) algo que no ha dicho respecto de la repudiación.

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El caso del art. 1233 es particular, en él, el asignatario no ha manifestado voluntad
alguna, ni en forma expresa ni tácita, siendo la ley la que otorga valor a ese
silencio.

Características de este derecho de opción:

1- Se trata de actos unilaterales: se perfeccionan con la declaración de voluntad


de una sola parte.

2- El derecho de aceptar o repudiar es transmisible: art. 957.

3- No puede transferirse: no puede ser objeto de transferencia entre vivos. Lo que


encuentra su justificación en el hecho de que el asignatario al transferir su derecho
de opción mismo, lo acepta y lo ejerce, importando una aceptación tácita. Sin
embargo, algunos autores señalan que no encuentra su fundamento en una
posible aceptación tácita de quine lo transfiera, sino que en el art. 1230.

4- Deben ejercerse en forma pura y simple: art. 1227. Debido a que en la sucesión
no solo tiene interés el asignatario, sino que también otras personas.

5- Son indivisibles: art. 1228.


Excepciones:
a) Inc 2º art. 1228. Para el caso del derecho de transmisión.
b) art. 1229. Hipótesis en que a una misma persona se le hagan dos asignaciones
diferentes, permite que se acepte una y repudie otra.

6- Una vez hechas operan de manera retroactiva: art. 1239. esta norma se refiere
exclusivamente a los herederos y a los legatarios de especie. El legatario de
género no es mencionado.
El heredero que acepta se entiende que adquirió la herencia desde el fallecimiento
del causante.

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El legatario de especie que acepta, se entiende dueño de la especie legada desde
el mismo momento, y desde ese momento les pertenecen los frutos. Si repudia, se
entenderá que jamás ha sido heredero o legatario.

En lo que se refiere al legatario de género, los efectos de la aceptación o repudio,


solo se producen desde la manifestación de voluntad, por lo que si acepta, los
frutos de esos bienes solamente le pertenecen desde que le fueron entregados o
desde que los herederos se han constituido en mora de hacerlo. Art. 1338.

7- Por regla general una vez hechas no pueden dejarse sin efecto, son
irrevocables: art. 1234 para la aceptación y 1237 para la repudiación. Tanto la
aceptación como la repudiación son actos jurídicos unilaterales, quedan perfectos
desde que se otorgaron.
La expresión rescindir, está tomada en un sentido distinto del de mera nulidad. Se
trata de impedir la revocación por parte de quien ha ejercido el derecho de opción
que la ley confiere.

Excepciones:
a) Cuando la aceptación o repudiación la hace un incapaz sin las formalidades
legales, ella puede quedar sin efecto por la vía de la nulidad absoluta o relativa
según el caso.
¿Qué efecto produce la nulidad de la aceptación o repudiación?
Retrotrae las cosas al estado anterior a la aceptación o repudiación. Por lo que se
concluye que renace el derecho de opción para el asignatario.
Al respecto, la doctrina ha entendido que la nulidad de la aceptación no equivale a
una renuncia de la asignación. Ni la nulidad de la repudiación equivale a una
aceptación.

b) Cuando la aceptación o repudiación ha sido objeto de un vicio del


consentimiento: como se trata de una manifestación de voluntad es perfectamente

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posible que la afecte un vicio de la voluntad. Los arts. 1234 y 1237 solo se refieren
a la fuerza y el dolo.
La fuerza debe reunir los requisitos de los arts. 1456 y 1457.
El dolo, en este caso, no debe ser obra de la contraparte, pudiendo emanar de
cualquier persona que desee perjudicar al asignatario.
El error para muchos no tendría cabida como vicio del consentimiento del
asignatario.
Los efectos de la nulidad recién señalados resultan aplicables a la nulidad de la
aceptación o repudiación por vicios del consentimiento.

c) Cuando hay lesión en la aceptación: art. 1234. no cabe la rescisión por lesión si
el asignatario repudió. No se entiende sin embargo, el sentido práctico de esta
norma. Pues, aún cuando el asignatario resulte lesionado en mas de la mitad de
su asignación, algo recibe.
Si la aceptación se rescinde a instancia de él, renace su derecho a repudiar, y si
hace esto, no llevará nada en la herencia.

El art. 1238 se refiere al caso en que un asignatario repudia en perjuicio de sus


acreedores.
La doctrina discute acerca de cual es la naturaleza de esta acción.
Para algunos se trata de una acción oblicua o subrogatoria, los acreedores ejercen
un derecho que el deudor era reticente a ejercer, no siendo necesario que exista
fraude a los acreedores.
Para otros se trata de una acción pauliana o revocatoria, lo que supone el fraude
de los acreedores que la invocan, art. 2468 Nº 2.
Otros piensan que presenta caracteres de ambas acciones.
Y finalmente, están los que piensan que esta facultad envuelve una forma de
aceptación hereditaria extraordinaria.

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