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Las categorías de imputación objetiva en

Claus Roxin y Gunther Jakobs


El autor explica la evolución de la teoría de la imputación objetiva, partiendo por
sus más importantes exponentes, como son Claus Roxin y Gunther Jakobs

POR REDACCIÓN LP - 9 ABRIL, 2018

Por: Harold Saavedra

1. Introducción

Antes de efectuar una explicación sucinta del contenido de este artículo, como autor
de este trabajo quiero agradecer al doctor Jorge Luis Polar Cadillo, abogado por la
Universidad San Martín de Porres, especialista en derecho penal económico y aquel
que fue inspiración para muchos alumnos de mi alma máter, pues en cada cátedra
derrochaba sapiencia y manejo perfecto de la parte general del derecho penal. Este
docente fue quien nos permitió conocer una gura jurídica que, con dos palabras, sin
pensarlo iban a marcar mi vida como pregradista, me re ero por supuesto a la
“imputación objetiva”.

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Ahora bien, el tema que acoge este artículo se desarrolla en el ámbito netamente
doctrinario, y tiende a dotar de contenido y hacer un nexo entre una conducta típica y
un resultado típico, posición en la que se ubica la teoría de la imputación objetiva. Se
tiene que, será de mayor provecho explicar la evolución por la que ha pasado esta
teoría, partiendo por sus más importantes exponentes, como son Claus Roxin y
Gunther Jakobs, ambos alemanes y funcionalistas, referentes indiscutibles de la parte
general del derecho penal.

Lea también: Imputación objetiva, autoría y participación, por José Antonio Caro John
(discípulo directo de Jakobs)

Luego, se explicará la postura de Roxin y cada una de las categorías que considera
para su teoría, y nalmente se detallará la postura de Jakobs, así como los enunciados
que expone como parte de la imputación objetiva.

2. Evolución doctrinaria
En este acápite, dilucidaremos brevemente los alcances teóricos de los más
importantes doctrinarios en derecho penal, con reconocida in uencia en la teoría de la
imputación objetiva. Sobre todo aquellos que se encuentran en la etapa moderna de la
teoría en estudio, ya que remontarse a periodos más antiguos sería prolongarse sobre
teorías poco aceptadas.

Para ello, dividiremos este punto en dos etapas: la primera, partiendo de los
postulados desarrollados por Hegel hasta llegar al estudio de uno de los alemanes que
más ha difundido la teoría de la imputación objetiva en la dogmática penal, Claus
Roxin.

En la segunda etapa, se expondrán las contribuciones realizadas por Welzel y Gunther


Jakobs, teniendo en cuenta que este último utiliza como base de sus criterios lo dicho
por el primero.

2.1. De Hegel a Roxin

Montt señala que “puesto que las teorías individualizadoras tratan de establecer
requisitos que permitan distinguir qué hechos son atribuibles o no, también forman el
punto de partida al nacimiento y formación de la gama de criterios pertenecientes a la
denominada imputación objetiva» [1]. Mir Puig lo rati ca sosteniendo que:

El concepto de ‘imputación objetiva’ nace en este clima, en 1927 (…) por obra de un
civilista hegeliano, Larenz[2]. (…) Karl Larenz apeló a Hegel para replantear el
problema como imputación, distinguiendo entre imputación objetiva y mero
accidente, retomando el principio hegeliano de que la primera sólo puede a rmarse
como la voluntad que permite la atribución de un acto como propio, para lo cual
apelaba al promedio del hombre prudente de la teoría de la adecuación y remitía las
características concretas del autor a la culpabilidad (…)[3].

Asimismo, Larenz añadió que “[c]uando yo a rmo que alguien es el autor de un suceso,
quiero decir que este suceso es su propio hecho (…) quiero decir que para él no es la
obra de la casualidad, sino de su propia voluntad”[4].

Años más tarde, apareció otro alemán dispuesto a establecer una fundamentación
distinta, tal como lo relata Zaffaroni:

(…) Richard Honig, en 1930 (…) sostuvo que la imputación depende de la existencia
de la posibilidad objetiva de jarse un n (…) lo que lo llevaba a rechazar la
imputación en supuestos de cursos causales inadecuados[5]. (…) De esta manera,
con ayuda del elemento de la nalidad objetiva o posibilidad objetiva de pretender,
ha podido demostrar que los procesos causales irregulares y no dominables de
antemano no son imputables, incluso aunque se produzcan conforme se deseaba,
del mismo modo que después no se puede enjuiciar como omisión una inactividad
humana si falta la posibilidad de actuar[6] (…).

Lea también: Delito de colusión: tipicidad (imputación objetiva) y consumación


Por otra parte, Montt relata: “Richard Honig, el año 1936, basado en la doctrina de la
imputación de Hegel, fue el primero que habría hecho la distinción entre causalidad e
imputación objetiva, idea que Claus Roxin recogió en la década de 1970”[7].

La primera corriente de teorías de la imputación objetiva en el marco del funcionalismo


es la encabezada por Roxin, para quien las reglas que regulan la imputación al tipo
objetivo son básicamente dos: (a) Si la conducta del autor ha creado un peligro y (b) El
alcance del tipo[8]. Según Schünemann, la dogmática que a través de Roxin se aceptó,
“se caracteriza por un total alejamiento del razonamiento lógico-objetivo del nalismo y
debe contemplarse como un desarrollo ulterior del neokantismo”[9].

Más adelante, desarrollaremos cómo es que Roxin establece y fundamenta criterios de


imputación al tipo objetivo que, en la actualidad, son aceptados ampliamente.

2.2. De Welzel a Jakobs

Posteriormente, se postulará la teoría de la adecuación social introducida gracias a los


estudios de Welzel; en crítica a lo estipulado por Larenz. Partiendo de las siguientes
aseveraciones:

(…) Acciones que se mueven dentro del marco de los órdenes sociales, nunca están
comprendidas dentro de los tipos de delito, ni aun cuando se las pudiera subsumir
en un tipo interpretado a la letra; son las llamadas acciones socialmente adecuadas
(…)[10].

Welzel construye su sistema de acuerdo a lo que él denominó estructura lógico-


objetiva, que permiten su entendimiento a partir de una concepción de ser humano
como ser responsable; pero que, al ser simplemente los pilares básicos de este
ingenioso sistema, posibilitan la interposición de juicios de valor y de los criterios
normativos[11]. De manera semejante a lo sucedido en las formulaciones de Roxin, al
tomar como base los estudios de Honig; el profesor de la Universidad de Bonn, Günther
Jakobs recogió los argumentos expuestos por Welzel para desarrollar toda su
sistémica doctrina en la relación a la teoría de la imputación objetiva.

Actualmente los sistemas que se estudian con gran aceptación son los del maestro de
Múnich, Claus Roxin, con su sistema teleológico-racional y el sistema normativista
radical de Gunther Jakobs. No obstante, las investigaciones que identi can a ambos,
es desde luego la que nos interesa en el presente trabajo, es la que trata de la teoría de
la imputación objetiva, por ello ambos autores serán analizados en los siguientes
apartados.

Lea también: Imputabilidad objetiva del actuar precedente como presupuesto de la


posición de garante

3. La imputación objetiva de Roxin

La opinión dominante considera que la imputación objetiva que actualmente se


discute, es decir, la moderna imputación objetiva, ha sido fundada con gran aceptación
por el jurista Claus Roxin, a través de su texto Re exiones sobre la problemática de la
imputación en el derecho penal; publicado en 1970. A continuación, se expondrán las
bases de su teoría y un análisis de los presupuestos que plantea.

3.1. Fundamentos teóricos

Roxin retomó ciertos puntos establecidos por Honig, uno de ellos fue el de la
“posibilidad objetiva de pretender” y propuso modi car el término de dirigibilidad por el
de “riesgo”[12]. De esta forma, empieza a dilucidarse el riesgo como un principio para
la teoría de la imputación objetiva; teniendo ésta última premisa y para entender
claramente el fundamento que nos presenta Roxin, veamos que “el primer cometido de
la imputación del tipo objetivo es indicar las circunstancias que hacen de una causación
(…) una acción típica”[13]. Es decir, una de las nalidades de la tipicidad objetiva es que
debe servir de instrumento descriptivo del nexo causal sobre la conducta típica.

Ahora, siguiendo con las consideraciones anteriores, un resultado causado por el


agente “sólo se puede imputar al tipo objetivo si la conducta del autor ha creado un
peligro  para el bien jurídico no cubierto por un riesgo permitido y ese peligro también se
ha realizado en el resultado (…)”, así lo expresa Roxin[14]. Así señala también, el
ejemplo que siempre se cita, el de la tormenta de Welzel: en el que A manda a B a un
bosque al tiempo que empieza la tormenta, A esperanzado de que B muera.
Analizándolo desde la fórmula sine qua non, se diría que existe causalidad entre A y el
resultado. Si lo vemos a través de la teoría que Roxín se plantea entonces que A no ha
creado un peligro su cientemente razonable para B.

Precisamente de lo que se habla es de los tres niveles de imputación: a) creación de


riesgo no permitido, b) riesgo en el resultado y c) el n de protección de la norma; todo
lo desarrollaremos a continuación.

3.2. Criterios de Imputación

Como consecuencia de la formulación del principio de riesgo, se mani estan diversos


criterios para facilitar la imputación de un resultado típico a un sujeto activo. Es así
que tenemos los siguientes:

3.2.1. Creación de riesgo no permitido 

Por su parte señala –Arquiño et al.– resulta de mucha importancia delimitar cuál es el
riesgo permitido, para realizar un correcto juicio de tipicidad, dentro de una sociedad
muy avanzada y con estándares múltiples de riesgo[15].

Lea también: El riesgo como factor de atribución de la responsabilidad


extracontractual objetiva

Roxin, entonces, se hizo una pregunta: si estamos en una sociedad donde a menudo
pasar sobre un riesgo es natural, ¿cuándo no se le debe imputar a un sujeto en un
problema de riesgos? Se respondió estableciendo diversas reglas, que ahora
pasaremos a dilucidar. El criterio del riesgo no permitido o jurídico-penalmente
relevante, nace a medida que se comprende que nos encontramos en una sociedad
donde todas nuestras actuaciones signi can o llevan consigo un determinado riesgo.

Algunos de estos riesgos pueden ser incluso insigni cantes, como la simple acción de
caminar, y otros riesgos que resultan ser mucho más temerarios, como el médico que
hace una operación al corazón.

3.2.1.1. La exclusión de la imputación en caso de disminución del riesgo

Cuando se intenta anular un resultado típico mediante otro resultado típico pero con
menor gravedad, impera la ausencia de imputación.

Roxin formula un ejemplo, a n de gra car este supuesto:

(…) Quien ve cómo una piedra vuela peligrosamente a la cabeza de otro  y, aunque no
la puede neutralizar, sí logra desviarla a una parte del cuerpo para la que es menos
peligrosa, a pesar de su causalidad no comete lesiones, al igual que tampoco las
comete el médico que con sus medidas sólo puede aplazar la inevitable muerte del
paciente (…)[16].

Debido a que el causante no busca realizar un perjuicio contra la víctima, sino


solamente trata de que, las consecuencias (resultado) de la inevitable desgracia, sean
en menor grado. De otro modo, Roxin acota que “sería absurdo prohibir acciones que no
empeoran, sino que mejoran el estado del bien jurídico protegido”[17].

Existen tres presupuestos para el cumplimiento de la exclusión de imputación objetiva


en casos de disminución de riesgo, según Mir Puig (citado en Dal) son: “debe tratarse
de un mismo bien jurídico, cuya titularidad pertenezca a un solo sujeto (…) que exista
una misma relación de riesgo (…) [y] que el sujeto no esté obligado a reducir
integralmente el peligro”[18].

En cuanto al primer supuesto, Mir Puig cuestiona manifestando que al presentarse un


caso de concurrencia de bienes jurídicos, de la conducta no se elimina la tipicidad, sino
la antijuridicidad. Sin embargo, Roxin sostiene que “eso presupondría que se empezará
por considerar la aminoración del riesgo como lesión del bien jurídico típica de un delito;
eso es precisamente lo que falta”[19].

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Para los dos últimos supuestos se considera aceptable, en tanto que, debe existir una 
relación de riesgo única para ambos sujetos (activo y pasivo); y además es
indispensable establecer si estaba o no obligado a disminuir el resultado lesivo.

3.2.1.2. La exclusión de la imputación si falta la creación de peligro

Existen riesgos permitidos en la sociedad como “pasear por la gran ciudad, subir
escaleras, bañarse, subir a la montaña”[20]; ello quiere decir que no es punible la
realización de estas actividades, puesto que es inevitable para la realización misma del
ser humano.
Atendiendo a eso, se debe tener en cuenta que el aumento o disminución de riesgos
son necesariamente regulados por el derecho.

Cuando se ausente en una conducta, el aumento o la disminución de un riesgo


socialmente permitido, no habrá razón su ciente para imputar a dicha conducta un
resultado lesivo.

3.2.1.3. Creación de peligros y cursos causales hipotéticos

Para el problema que aquí se estudia, se formula el ejemplo que Roxin reproduce: “en
casos de fusilamientos antijurídicos en la guerra el autor tampoco puede exonerarse
desde puntos de vista de imputación (…) alegando que si se hubiera negado, otro habría
llevado a cabo el fusilamiento”[21].

Es irrelevante que, un autor se de enda aludiendo que lo que él cometió de todas


maneras lo iba a cometer otro en su lugar. Como mani esta Roxin, “del mismo modo
que un autor doloso, un autor imprudente tampoco puede aducir que la lesión del bien
jurídico causada por él, si no se hubiera dado, hubiera sido producida por el hecho
imprudente de otro”[22].

3.2.1.4. La exclusión de la imputación en los casos de riesgo permitido

Para entender grá camente a un riesgo permitido, como ejemplo se expone a la


conducción de un automóvil, teniendo en cuenta que, con diligencia sobre las reglas de
tránsito, dicha actividad resulta aceptada. Sin embargo, “no se puede negar que el
trá co viario constituye un riesgo relevante para la vida, salud y bienes materiales, cosa
que prueba la estadística de accidentes”[23].

3.2.2. El riesgo en el resultado

Debemos tener en cuenta, como expresa Arquiño et al., que para “que un resultado sea
imputable al sujeto es indispensable que en la relación de causalidad exista una ‘relación
de riesgo’, es decir, una vez creado el  riesgo no permitido por la conducta del sujeto (…)
se produzca el resultado”[24].

En el supuesto de que se le quiere imputar un determinado resultado típico a un sujeto,


resulta necesario, además de comprobar la existencia de una relación de causalidad;
comprobar la relación de riesgo, puesto que de no existir, se tendría que dar por
concluido el juicio de imputación.

Asimismo, Roxin establece el ejemplo del envenenamiento vitamínico, sustentando


que es la importante el resultado para la imputación:

Así p.ej., si alguien llega a un hospital con un envenenamiento vitamínico causado


imprudentemente por su farmacéutico y allí muere por una infección gripal de la que
no es responsable el hospital, la imputación del resultado depende de si la infección y
la muerte por gripe son una consecuencia del debilitamiento orgánico del paciente
condicionado por el envenenamiento. En caso a rmativo, se habrá realizado el peligro
creado por el farmacéutico y debe castigarse a este por homicidio imprudente[25].
Lea también: No se con gura estafa si la víctima podía acceder a información
(precedente vinculante) [R.N. 2504-2015, Lima]

El profesor Zaffaroni comenta que: “Roxin excluye la imputación objetiva en los casos
de riesgos permitidos, aunque el autor haya creado o elevado el riesgo. Entiende que es
tal una conducta que crea un riesgo relevante, pero que de modo general está
permitido”[26].

3.2.3. El n de protección de la norma

A modo de análisis, sobre la base de lo anteriormente establecido, Zaffaroni expresa


que:

Como correctivo del esquema anterior [Roxin] propone limitar la imputación cuando
los resultados no estuviesen cubiertos por el n de protección de la norma de
cuidado limitativa del riesgo permitido, o sea cuando el resultado se hubiese evitado
también si otro que realiza la misma actividad hubiese observado el cuidado
debido[27].

En general, nos encontramos ante un criterio de interpretación que lleva, como


formulación esencial, el principio “imputable solo lo es el resultado que es producto del
riesgo que quiso prevenir la norma violada”[28].

Roxin señala que, “(…) cada vez se impone más la opinión de que pese a ello en el caso
concreto aún puede fracasar la imputación en que el alcance del tipo, el n de protección
de la norma típica (…)”[29].

4. La imputación objetiva de Jakobs

A continuación, desarrollaremos la teoría de la imputación objetiva expuesta por el


profesor de la Universidad de Bonn, Günther Jakobs.

Zaffaroni tiene en consideración que “[p]ara Jakobs la causalidad es sólo el mínimo de


la imputación objetiva del resultado, pero debe ser completada con la relevancia jurídica
de la relación causal entre acción y resultado”[30].

4.1. Fundamentos teóricos

El profesor Jakobs, cuestiona la e ciencia de las teorías de causación, causalidad


adecuada y relevante, enunciando que “la causación, aun como causación adecuada o
dolosa, resulta de manera mani esta insu ciente para fundamentar por sí sola la
imputación”[31]. A modo grá co, en el supuesto de que A mata a B utilizando cada una
de las teorías antes mencionadas (causalidad, c. adecuada o c. dolosa) podemos decir
que se debe imputar sobre A, el resultado muerte porque: causó la muerte, el resultado
se produjo del modo más adecuado o el sujeto A causó el resultado dolosamente.

Sin embargo, como sostiene Jakobs, “[e]l suceso también ha sido causado por un
círculo inabarcable de personas, incluyendo a la propia víctima; quienes lo han causado
de modo adecuado o doloso son algunos menos, pero siguen superando el número de
destinatarios idóneos de la imputación”[32].

En contradicción a los planteamientos causalistas, Jakobs fundamenta su posición


partiendo  por un análisis desde una óptica de la sociología jurídico-penal,
manifestando que: “el tránsito por el mundo material ha inducido erroneamente [sic] a
querer determinar tan sólo mediante sus normas no sólo lo que sucede, sino también su
signi cado”[33]. Por ello, “[l]a causación únicamente afecta al lado cognitivo de lo
acontecido y de ahí que no aporte orientación social”[34].

Pero, ¿a qué se le llama signi cado de un suceso?; en ese sentido Jakobs responde
diciendo:

(…) El signi cado de un comportamiento es su posición en el contexto social. No es


su ciente pues poner la mirada en un causador, incluso quizá aunque se le tenga en
cuenta junto con lo que le ocurra psíquicamente, sino que la mirada debe dirigirse
también a la víctima y a terceras personas, para poder atribuirle un suceso acaecido
en el mundo material como su hecho o como su infortunio (…)[35].

Entonces, teniendo en cuenta los puntos de cientes encontrados por Jakobs, ante las
teorías causalistas, expondremos la base sobre la que se construyen los estipulados
funcionalistas del autor en estudio[36].

En primer lugar, Jakobs sostiene que “las garantías normativas que el Derecho
establece no tienen como contenido el que todos intenten evitar todos los daños
posibles (…) sino que adscriben a determinadas personas que ocupan determinadas
posiciones en el contexto de interacción”[37]. Por ello, “[l]a sociedad posibilita cada vez
más los contactos relativamente anónimos (…) aquellos en los que el alcance del deber
de los participantes verdaderamente está determinado por su rol [en la sociedad]”[38].
“[N]o es necesario averiguar el per l individual de quien tenemos en frente, pues dicha
persona es tomada como portadora de un rol”[39].

En otras palabras, el derecho (en especial, el penal) no tiene como nalidad que cada
individuo trate de que las conductas y actividades que desarrolla en su día a día,
tengan los efectos menos perjudiciales posibles dentro del entorno social; sino que
coloca a las personas en distintos roles dentro de la sociedad.

Finalmente, “no se plantea la cuestión acerca de si una acción se ha producido de


manera objetivamente imputable, sino si un suceso, por ser objetivamente imputable,
constituye una acción jurídico-penalmente relevante”[40].

4.2. Criterios de Imputación

Sobre la base de lo anteriormente expuesto, Jakobs plantea ciertos elementos que se


deben analizar para imputar objetivamente el comportamiento de los individuos en un
tipo penal exteriorizado.

4.3. El riesgo permitido


Jakobs a rma que para el análisis sobre este criterio, se debe partir por establecer que
“[c]ualquier contacto social entraña un riesgo, incluso cuando todos los intervinientes
actúan de buena fe: a través de un apretón de manos puede transmitirse, a pesar de
todas las precauciones, una infección”[41]. “Un comportamiento que genera un riesgo
permitido se considera socialmente normal, no porque en el caso concreto esté tolerado
en virtud del contacto en el que se encuentra, sino porque en esa con guración es
aceptado de modo natural”[42].

Entonces, nos encontramos ante un riesgo permitido cuando, dentro de un contexto


social donde los individuos se ciñen de roles, estos los respetan y asumen
comportamientos que se estipulan como socialmente adecuados. Cabe señalar que de
mantenerse dentro del ámbito de dichos comportamientos, se realiza además un
hecho atípico.

Por ejemplo, Jakobs mani esta lo siguiente:

“Un conductor que conduce a una velocidad de 69 kilómetros por hora por un lugar en el
que está permitido y es adecuado conducir a 70 kilómetros por hora, no defrauda
ninguna expectativa”[43], pero el conductor que circula por el mismo sitio a una
velocidad de 80 kilómetros por hora para dirigirse a su destino, ha sobrepasado el
riesgo permitido y se encuentra dentro del ámbito del riesgo no permitido.

4.4. Principio de con anza

“Cuando el comportamiento de los seres humanos se entrelaza, no forma parte del rol
del ciudadano controlar de manera permanente a todos los demás; de otro modo, no
sería posible la división del trabajo”, es por ello que se origina el principio de
con anza[44].

Asimismo, el profesor desarrolla un binomio de circunstancias, dentro del estudio del


principio de con anza, sosteniendo que:

(…) El principio de con anza puede presentarse bajo dos modalidades. En primer
lugar, se trata de que alguien, actuando como tercero, genere una situación que es
inocua siempre y cuando el autor que actúe a continuación cumpla con sus deberes.
(…) [p.ej.] alguien entrega a otra persona un reloj ajeno de gran valor, y esto no
causará un daño sólo si quien recibe el reloj lo coge con cuidado. Normalmente,
puede con arse en que así suceda. (…) En segundo lugar, la con anza se dirige a
que una determinada situación existente haya sido preparada de modo correcto por
parte de un tercero, de manera que quien haga uso de ella, el potencial autor, si
cumple con sus deberes, no ocasiona daño alguno. (…) [p.ej.] el cirujano confía en
que el material que utiliza en la operación haya sido convenientemente
esterilizado[45].

Tanto en la primera como en la segunda modalidad, los individuos se encuentran en un


estado en donde inconscientemente creen que los demás actuarán de la manera más
diligente posible, suponiendo ello el fundamento de este criterio.
A modo de crítica, Zaffaroni mani esta una cierta insu ciencia en este principio,
aduciendo que “[s]i bien el principio es correcto, no deja de ser objetable que pretenda
esperar la pérdida del dominio para intervenir, cuando en general es su ciente con que
perciba la falla”[46].

4.5. Prohibición de regreso

El tercer criterio de imputación objetiva, desarrollado por Jakobs, es conocida como la


prohibición de regreso; se sustenta en que “quien asume con otro un vínculo que de
modo estereotipado es inocuo, no quebranta su rol como ciudadano aunque el otro
incardine dicho vínculo en una organización no permitida”[47].

En la misma línea, el profesor Zaffaroni, rati cando lo mencionado por Jakobs, acota:

«Jakobs sostiene que se activa la prohibición de regreso (no puede haber


imputación) si el deudor le paga a su acreedor sabiendo que con el dinero comprará
un arma para matar a una persona, porque el deudor no se halla en posición de
garante respecto de la vida de esa persona. Excluye la imputación aun por culpa,
aunque el curso causal sea previsible»[48].

En consecuencia, Jakobs sostiene que: “[a] diferencia de lo que sucede respecto del
principio de con anza, la prohibición de regreso rige incluso cuando la plani cación
delictiva de la otra persona es palmaria (…) casos en los que un comportamiento
estereotipado carece de signi cado delictivo”[49].

4.6. La competencia de la víctima

Seguidamente, Jakobs inmiscuye en su teoría de la imputación objetiva un elemento


de análisis, en donde el actor principal deja de ser el imputado o actor, para pasar a ser
la víctima. A este cuarto criterio le llama competencia de la víctima.

La competencia de la víctima por su comportamiento es algo conocido: el caso más


conocido es el del consentimiento. Un comportamiento del que se sabe que producirá
lesiones sigue siendo conforme al rol, en la medida que la víctima no tenga derecho a
que no se produzca el comportamiento lesivo; esto es, en tanto y en cuanto el conjunto
de bienes que, desde el punto de vista fáctico, depende de la organización del autor,
no dependa jurídicamente de ella[50].

En conclusión, Jakobs considera que “en el lado de la víctima lo decisivo está en


determinar si la víctima o, precisamente, el rol de alguien que con gura la situación, es
decir, de quien actúa a propio riesgo”[51].

No obstante, es preciso advertir que “como señalan sus seguidores cientí cos, esta
institución tan sólo aparece esbozada en algún trabajo monográ co y en el Tratado
adolece de tratamiento disperso y poco coherente en algunos puntos”[52].

Así, nalizamos el estudio de las distintas etapas por las que ha pasado la teoría de la
imputación objetiva, y vemos pues que existen marcadas teorías, en base al sistema
que cada autor de ende, pero bajo la misma corriente: el funcionalismo; que ya será
materia de un nuevo artículo.

5. Conclusiones

La teoría de imputación objetiva no es nueva, pues a través de distintos doctrinarios se


ha podido construir y considerar criterios para su aplicación; partiendo de Hegel a Roxin,
para establecer lo que hoy conocemos como la imputación objetiva del resultado, en
tanto que desde Welzel hasta Jakobs se ha logrado armar cada uno de los criterios de la
imputación objetiva del comportamiento.
Ambos juristas –Roxin y Jakobs– plantearon sus categorías de imputación objetiva a
partir del pensamiento funcionalista, cada uno con un matiz distinto; pues, a Roxin se le
atribuye el apego al funcionalismo moderado, mientras que sobre Jakobs se le identi ca
ampliamente con el funcionalismo normativo.
Dentro del análisis de tipicidad encontramos, a la teoría en estudio, pretendiendo
desplazar a la antiquísima relación de causalidad y sus distintas variantes.
El principio del riesgo es un punto que ambos juristas utilizan para desarrollar su teoría,
quedando por sentado que el riesgo se con gura como un elemento esencial para la
imputación objetiva.

[1] Montt, M. (1997). Derecho Penal. Parte General. Tomo II. Santiago: Salisianos, p. 69.

[2] Puig, M. (2003). Signi cado y alcance de la imputación objetiva en derecho penal.


Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, (05), p. 3.
Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/59792

[3] Zaffaroni, E. (2002). Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires: EDIAR, p. 465.  

[4] Bacigalupo, E. (1999). Derecho Penal. Parte General. (2° ed.). Buenos Aires:
Hammurabi, p. 200.

[5] Zaffaroni, E. Op. Cit., p. 465.

[6] Dal, D. (2011). Teoría de la Imputación Objetiva. (Tesis, Universidad de Sevilla), p. 6.


Recuperado de http://master.us.es/cuadernosmaster/8.pdf

[7] Montt, M. Op. Cit., p. 69.

[8] Zaffaroni, E. Op. Cit., p. 470.

[9] Puig, M. Op. Cit., p. 4.

[10] Welzel, H. (1956). Derecho Penal. Parte General. Buenos Aires: Roque Depalma, p.
63.

[11] Arquiño, M. et. al. (2010). La imputación objetiva como expresión de campo (Tesis
de Postgrado, Universidad de San Martín de Porres). Recuperado de

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