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El 7 de agosto de 2015 el Poder Ejecutivo promulgó la Ley No. 141-15 de Reestructuración y Liquidación
de Empresas y Personas Físicas Comerciantes de la República Dominicana (en lo adelante “la Ley”), que
entrará en vigor el 7 de febrero de 2017. Esta ley marca un antes y un después en el sistema normativo
dominicano al tratarse de una pieza adaptada a nuestros tiempos y a las circunstancias reales de las
actividades de comercio y de negocios.
Antes de la promulgación de esta Ley no existía un marco jurídico que contemplara la reestructuración
financiera de las empresas y las personas físicas comerciantes solo podía recurrirse a las figuras de la
quiebra y la liquidación, la primera contenida en los artículos 437 al 614 del Código de Comercio y en la
Ley No. 4582 sobre Declaración de Estado de Quiebra de 1956, y la segunda en los artículos 408 al 439
de la Ley. 479-08, General de Sociedades Comerciales y Empresas Individuales de Responsabilidad
Limitada, modificada por la Ley 31-11. Además, la Ley 141-15 ha creado novedosas figuras propias a fin
de viabilizar la efectiva aplicación de sus disposiciones y ordena el establecimiento de tribunales
especializados para conocer de los procesos judiciales.
Establecer los mecanismos y procedimientos destinados a proteger a los acreedores ante la dificultad
financiera de sus deudores, que puedan impedir el cumplimiento de las obligaciones asumidas, y lograr
la continuidad operativa de las empresas y personas físicas comerciantes, mediante los procedimientos
de reestructuración o liquidación judicial, conforme se definen en esta ley. Así mismo, también, esta ley
tiene como objeto establecer el marco jurídico aplicable en cuanto a la cooperación y coordinación de
los procesos de reestructuración e insolvencia transfronterizos.
De la lectura previa podemos colegir el doble objeto que tiene la ley: i) proteger a los acreedores frente
a la insolvencia de sus deudores; ii) contribuir a que los deudores superen su situación de insolvencia,
garantizando su continuidad operativa.
La idea es que mediante los procesos previstos en la Ley los deudores recuperen sus acreencias, la
empresa continúe sus operaciones y los trabajadores sigan laborando, todo lo cual contribuye a una
fluidez y resiliencia en la dinámica económica nacional.
Alcance
Esta categoría especifica que no todas las personas físicas pueden ampararse por esta Ley, sino aquellas
que poseen la calidad de comerciantes.
Esta categoría no requiere de mayores explicaciones pero no podemos dejar de comentar que se ha
tomado un criterio amplio que abarca a la mayoría de las empresas que operan en el país.
La Ley indica que se excluye de su alcance: i) Las empresas y sociedades comerciales cuya participación
mayoritaria o control es ejercido por el Estado; ii) Las entidades de intermediación financiera y; iii) Los
intermediarios de valores, sociedades administradoras de fondos de inversión, depósitos centralizados
de valores, bolsas de valores, sociedades titularizadoras y cualquiera considerada participante del
mercado, con excepción de las sociedades de suscripción pública, y regidas por la Ley de Mercado de
Valores No. 19-00.
La Ley contempla 10 principios rectores que se constituyen como las directrices de las disposiciones y
actuaciones que contempla. Estos principios son:
Conducta ética
Eficiencia
Gobernabilidad económica y corporativa
Igualdad
Maximización de activos
Negociabilidad
Reciprocidad
Transparencia e información
Universalidad
De estos principios resaltamos los de celeridad y eficiencia, en virtud de que el estado de insolvencia
genera incertidumbre en todas las partes involucradas y requiere ser resuelto con urgencia.
La Ley crea dos tribunales especiales ubicados en Santiago y en el Distrito Nacional, los cuales serán
competentes territorialmente de cubrir las demás jurisdicciones del país conforme lo indica la Ley.
Proceso de Reestructuración
La instancia de solicitud de reestructuración debe depositarse por escrito, debidamente motivada y con
los requisitos establecidos en la Ley y su reglamento. El solicitante debe establecer claramente en la
instancia al menos una de las condiciones indicadas en el artículo 29 de la Ley so pena de que la
instancia sea rechazada.
Ante la solicitud de reestructuración el Tribunal debe ordenar la designación de un Verificador, que será
una persona física debidamente autorizada para dichas funciones cuyo objetivo será confirmar la
situación financiera del Deudor y comunicar al Tribunal los resultados de sus pesquisas.
La norma permite en caso de mutuo acuerdo entre las partes que estas presenten un Acuerdo Previo de
Plan que en caso de ser aceptado por el Tribunal tendrá el mismo efecto que la reestructuración
ordenada por dicho Tribunal. El deudor debe colaborar con las tareas del Verificador aunque la Ley
establece medios de defensa para éste respecto de la procedencia o no de la o las solicitudes de
reestructuración realizadas.
Precisamente a los fines de la continuidad del negocio durante el proceso de Conciliación se prevé que
el Tribunal puede, a petición del conciliador y sin mediar objeción de la mayoría de acreedores, autorizar
nuevos financiamientos a cargo del deudor para asegurar la continuidad de las operaciones ordinarias.
Sin embargo, se protege por igual a los Acreedores en tanto a que a solicitud de éstos debidamente
fundamentada, el Conciliador puede accionar en nulidad, ante el Tribunal, en contra de actos realizados
por el Deudor dentro de los 2 años anteriores a la fecha de la solicitud de reestructuración, cuando esos
actos hayan constituido una distracción injustificada de los bienes de la Masa.
Conclusión
La ley considera la realidad del mundo globalizado al contemplar la cooperación internacional, la cual
está llamada a facilitar los procesos judiciales o administrativos internos con elementos extranjeros o
viceversa.