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Historia del Perú entre 1821 y 1842

Para la historiografía oficial peruana, el periodo de 1821 a 1842 constituye la primera etapa de
la historia republicana del Perú.
Se inicia oficialmente el 28 de julio de 1821, día en el que el general rioplatense José de San
Martín, jefe de la Expedición Libertadora, proclamó la Independencia del Perú en Lima, la
capital del hasta entonces Virreinato del Perú. Sin embargo, para el historiador Jorge
Basadre el punto de partida del nacimiento de la República del Perú, sería, sensu stricto, la
instalación del Primer Congreso Constituyente del Perú, que se da el 20 de
septiembre de 1822.1
Cierra dicho periodo el año de 1842, cuando se inicia un periodo de anarquía, sucedida tras la
derrota y muerte en Bolivia del presidente Agustín Gamarra.
A este período de veinte años, Basadre ha denominado como la Época Fundacional de la
República o la Iniciación de la República, pues fue una etapa en el que el Perú no solo se libró
de la dominación española y definió su sistema de gobierno, sino que consolidó su espacio
territorial, repeliendo los intentos de países vecinos de fracturar su integridad:
Se puede dividir el proceso de la emancipación peruana en dos fases:

 La primera fase (1811-1814), en la que se desarrollan una serie de rebeliones fallidas


en provincias: La primera rebelión de Tacna (1811), la rebelión de Huánuco (1812),
la segunda rebelión de Tacna (1813) y la rebelión de los hermanos Angulo y de
Pumacahua en el Cuzco (1814). Mientras que Lima, la capital virreinal, fue también el
centro de una activa actividad conspiradora de los patriotas.
 La segunda fase (1820-1824), es la fase victoriosa, marcada por la llegada de la
Expedición Libertadora de José San Martín (corriente libertadora del sur) y posteriormente
por la del Libertador Simón Bolívar (corriente libertadora del norte), que concluye con las
victorias en los campos de Junín y Ayacucho.
Tras el fracaso de las rebeliones en provincias y de las conspiraciones en Lima, parecía que
todo se hallaba perdido para los patriotas peruanos, pero en 1817 el escenario se tornaría
favorable a la independencia continental. Ese año, el general José de San Martín, proveniente
del Río de Plata y al frente de un ejército, cruzaba los Andes y entraba a Chile, derrotando a
las tropas realistas en las batallas de Chacabuco y Maipú.
El generalísimo José de San Martín.

Lograda la independencia de Chile, San Martín se dedicó a preparar la expedición libertadora


hacia el Perú. Para ello solicitó la ayuda de los gobiernos de Chile y el Río de la Plata. El
Director Supremo de Chile, Bernardo O’Higgins, estaba convencido de que la independencia
de su patria no estaría consolidada mientras no se destruyera el poderío español en el Perú, y
por tanto, prestó toda la ayuda de su gobierno para que la expedición se realizara.
Por su parte los patriotas peruanos mantenían contacto con San Martín, enviándole noticias
sobre el ejército realista del Perú, los elementos con que contaría a su llegada, los lugares de
la costa más propicios para realizar el desembarco y muchos otros datos más.
El primer objetivo que se propuso San Martín era que Chile arrebatara el dominio del mar al
virrey del Perú, lo que se consiguió. El gobierno chileno compró algunos buques; otros los
proporcionó el gobierno rioplatense y el resto fueron capturados a los españoles. Para 1818,
la escuadra chilena contaba con más de diez buques. En noviembre de dicho año llegó a
Valparaíso el marino británico Lord Thomas Cochrane, contratado por el gobierno chileno para
que asumiera el mando de la escuadra.
Conformada así la Escuadra Libertadora y mientras se alistaba el ejército, Cochrane realizó
dos expediciones al Perú con el objeto de llevar emisarios secretos para que se contactaran
con los patriotas foráneos; repartir proclamas; reconocer los sitios donde maniobrarían el
ejército y la escuadra libertadora; hostilizar a la escuadra española para quitarle
completamente el dominio del mar y apoderarse de los cargamentos valiosos que eran
remitidos a España. Estas dos expediciones se cumplieron con todo éxito.
El operativo inicial del general San Martín estaba demostrando en la práctica que el plan para
liberar al Perú, bastión del colonialismo, estaba bien concebido. Los españoles no tenían una
escuadra bien equipada, por lo que la expedición de Cochrane frente a la costa peruana
mostró eficiencia y causó temor a los realistas. San Martín preparó así con mayor seguridad
su expedición al Perú. Para atraer a la aristocracia peruana, sobre todo la limeña y la trujillana,
San Martín les ofreció establecer un reino en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un
miembro de la realeza española, sin cambiar las estructuras sociales incluso manteniendo al
mismo ejército realista. Dicha opinión no la cambiaría nunca, porque estaba convencido de su
aplicabilidad.
Los recursos económicos de la Expedición Libertadora del Sur para trasladarse de Chile a
Perú fueron costeados principalmente por comerciantes de Valparaíso, a quienes se les
ofreció, como recompensa, el envío de sus mercancías al Callao, sin recargo aduanero, una
vez producida la independencia del Perú; cosa que se cumplió a cabalidad.

Desembarco de la expedición libertadora del Sur[editar]

Desembarco de San Martín en Paracas.

El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Libertador del Perú, conformado por una
fuerza combinada de chilenos y rioplatenses, que sumaban 4.118 efectivos. Salió de
Valparaíso con ocho buques de guerra con 247 cañones y víveres para seis meses, tripulados
por 1.600 marineros y soldados, y 16 transportes con más de siete mil toneladas y once
lanchas cañoneras.
El 7 de septiembre el Ejército Libertador inició el desembarco en Paracas. Ocupó Pisco el 8 de
septiembre. Tomado el puerto de Pisco, San Martín dirigió una proclama para que sus tropas
no cayeran en abusos, con líneas principistas, como las siguientes:
“La ferocidad y la violencia son que no conocen los soldados de la libertad; y si contra todas mis
esperanzas, alguno de los nuestros olvidase sus deberes, declaro desde ahora que será
inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:

 1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por las armas,
previo proceso verbal que está observado en el ejército.
 2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado con la
pena del Talión.
 3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será castigado
hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
 4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será castigado en los
mismos términos que previene el artículo anterior”.
Posteriormente, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la ciudad
de Chincha, al norte del puerto de Pisco.

Las conferencias de Miraflores[editar]


Al momento del desembarco de la Expedición Libertadora, el virrey Joaquín de la Pezuela, se
hallaba en preparativos para jurar la Constitución liberal de 1812, cumpliendo así la orden del
rey Fernando VII (que a la vez se había visto obligado a jurar y cumplir dicha Constitución por
obra de los liberales españoles que instauraron el llamado Trienio liberal en España). La
noticia del desembarco de San Martín llegó a Lima el 11 de septiembre de 1820, pero pese a
ello, se realizó la ceremonia de la juramentación el día 15 de septiembre. Pezuela creyó que el
cambio político en la península ibérica podría ayudar de algún modo a lograr un acuerdo con
San Martín y los patriotas.
Pezuela envió una carta a San Martín ofreciéndole entrar en negociaciones, el 14 de
septiembre de 1820. Al día siguiente, San Martín aceptó negociar. A partir del 25 de
septiembre, los comisionados de ambos bandos iniciaron las tratativas en Miraflores, al sur de
Lima. Los delegados de San Martín eran: su ayudante de campo coronel Tomás Guido y su
Secretario de gobierno Juan García del Río. Los representantes del Virrey eran: el Conde de
Villar de Fuentes, el teniente de navío Dionisio Capaz e Hipólito Unanue. Se iniciaron así los
intentos diplomáticos para dar término al conflicto por la independencia hispanoamericana,
que territorialmente involucraba a una inmensa parte del continente sudamericano (Perú, Chile
y Provincias Unidas del Río de la Plata).
El día 26 de septiembre, a las cinco de la tarde y como paso y medida previa indispensable
para el mejor y mayor resultado de cualquier negociación, se firmó un armisticio. Las
principales cláusulas del armisticio, eran las siguientes:
El ejército patriota permanecerá en el valle de Pisco y el realista en el de Cañete. Si no llegara a un
acuerdo, las hostilidades no podrán renovarse hasta después de 24 horas de la notificación; las presas
hechas por ambas partes en el plazo de los ocho días del armisticio, deberán ser devueltas, las
propiedades tomadas por el ejército libertador, serán conservadas y respetadas íntegramente hasta el
resultado de las negociaciones. Tanto el General San Martín como Pezuela, pondrán al tanto de esto, a
sus fuerzas.

El virrey Joaquín de la Pezuela.

Pezuela ratificó el armisticio a las ocho de la noche. Luego, se dio inicio a las Conferencias.
No se logró ningún acuerdo porque los puntos de ambas partes eran inconciliables. Por el
lado español se intentó que los patriotas reconocieran la autoridad del Rey de España bajo el
amparo de la Constitución liberal de 1812 que acababa de jurar. San Martín, por su parte,
exigió el reconocimiento incondicional de la independencia de América.
Lo más interesante de estas Conferencias, fue lo que propuso muy reservadamente San
Martín, por intermedio de sus delegados, acerca de la instalación de una Monarquía
Constitucional en el Perú independiente, con un príncipe español a su cabeza. El Virrey eludió
dar una respuesta, pues era un tema que solo competía decidir a la corte de Madrid.
Y así finalizaron las conferencias de Miraflores. No se ha precisado el local en que se llevaron
a cabo. Según el padre Vargas, debió ser la casa hacienda de Surquillo, hoy junto al teatro
Marsano, más o menos, en el parque Miranda.
El resultado de estas negociaciones lo leemos del oficio que San Martín dirigió a Pezuela el 4
de octubre de 1820:
“Son las 6 de la tarde y esta mañana llegaron mis diputados por cuyo conducto quedo instruido de las
proposiciones a que se han extendido los de V.E. Nunca esperé después de las protestas pacíficas en
que abundaban las comunicaciones de V.E. que el resultado de las aperturas fuese tan diametralmente
opuesto a mis más sinceros deseos, suficientemente manifestados por mis diputados. Pero ya que ha
sido imposible conciliar las ideas de V.E. con las intenciones de América en general, con las del
gobierno de Chile y las de las Provincias Unidas y con el honor del ejército que mando, me es sensible
verme en la necesidad de librar al éxito de mis armas, el destino de los pueblos, cuya independencia he
venido a proteger”.

El por qué de esta falta de conciliación, la encontramos en el manifiesto que San Martín hace
al pueblo peruano, sobre el resultado de las negociaciones el 13 de octubre de 1820:
“Las proposiciones del Virrey de Lima, han sido o totalmente inadmisibles o desnudas de una verdadera
garantía”.

Inicio de la campaña militar[editar]


Campaña de Ica[editar]
Las acciones militares de la Expedición Libertadora del Sur, comenzaron el día 4 de octubre,
día límite del armisticio pactado en las Conferencias de Miraflores. Ese día el general San
Martín, envió 1.242 soldados al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales, a la
sierra central del Perú para propiciar la independencia y para ganar adeptos entre sus
habitantes.
Arenales se dirigió primero a la ciudad de Ica. Esta ciudad estaba guarnecida por 800
soldados realistas al mando del coronel Químper. En la madrugada del 6 de octubre, cuando
estaba cerca de la ciudad de Ica, Arenales recibió a dos compañías del ejército de Químper
que deseaban pasarse al lado patriota. También se enteró que Químper se había fugado con
el resto de su ejército, hacia el oriente.
Por otro lado, el día 10 de octubre, el Cabildo abierto de Guayaquil (actual Ecuador) proclamó
su independencia, declarándose integrante del Perú.
El 15 de octubre de 1820 un agrupamiento de soldados patriotas comandados por el teniente
coronel Rojas, que había sido comisionado para perseguir a Químper, llegó a Nasca con 80
jinetes y 80 infantes. Esta unidad sorprendió a Químper en la hacienda San Juan, al sur de
Nasca. La contienda fue corta pero encarnizada. Químper aprovechó la confusión para
escapar pero se produjo el desbande total de las tropas realistas. En la batalla de San Juan,
hubo 40 muertos realistas, buen número de heridos y 36 prisioneros.
El 16 de octubre de 1820, el patriota teniente Suárez, encomendado por el teniente coronel
Rojas, se apoderó de un convoy realista en Acarí (en la actual región de Arequipa); este
convoy llevaba armas, municiones, ropas y alimentos. Finalmente Suárez se reunió con Rojas
y ambos regresaron a Ica el 19 de octubre, habiendo limpiado el camino para que continuara
la expedición de Arenales. El 21 de octubre de 1820, se juró la independencia en Ica.

Primera expedición de Arenales a la sierra[editar]


Arenales siguió camino a la sierra. El día 31 de octubre entró en Huamanga, luego
a Huancayo el 20 de noviembre y a Jauja, el 21 de noviembre. El 22 de noviembre, desde
Jauja envió al coronel Rojas, con el Batallón Nº 2 y 50 jinetes a Tarma, en persecución de los
fugados de Jauja.
El 23 de noviembre, entra el coronel Rojas a Tarma, produciéndose el desbande realista. La
avanzada patriota hizo gran cantidad de prisioneros, apoderándose además de 6 piezas
de artillería, 50 mil cartuchos, y 500 fusiles. Luego de lo anterior las tropas de Rojas
retornaron a Tarma el 25 de noviembre. En este último lugar se juró la independencia el 29 de
noviembre de 1820, aboliéndose el tributo indio que existía.
Arenales continuó camino a Cerro de Pasco, porque su misión consistía en tomar esa plaza
fuerte y conectarse, por Oyón, con el grueso del ejército libertador, que estaba acantonado en
el valle de Chancay, cosa que realizó el 6 de diciembre de 1820. De ahí fueron a Huaura,
llegando el 13 de enero de 1821.
Las tropas patriotas de Arenales, el 6 de diciembre de 1820, se enfrentaron a las tropas
realistas, comandadas por el general O´Reilly, que contaba con 1.300 efectivos, en Cerro de
Pasco. Fue una total victoria patriota. La división realista de O´Reilly tuvo 58 muertos y 18
heridos durante la batalla. “La acción se resolvió a favor de los patriotas, y en la persecución
que éstos emprendieron, seguidamente, capturaron 380 prisioneros, la bandera del “Victoria”,
los estandartes de caballería, el armamento y cuanto tuvieron que perder”, según la expresión
empleada por Arenales en el parte que elevó al general José de San Martín. Los prisioneros
aumentaron en los días subsiguientes, obteniéndose la captura del mismo general O´Reilly,
que poco después, fue remitido a Huaura como prisionero de calidad. Una vez que los
patriotas se apoderaron de Cerro de Pasco, tuvieron expeditas sus comunicaciones con el
Cuartel General del Ejército Libertador, habiéndose obtenido en esta primera campaña, la más
completa victoria.

Independencia del Norte peruano[editar]

José Bernardo de Tagle, más conocido como el Marqués de Torre Tagle, ganó para la causa libertadora
la extensa Intendencia de Trujillo, en el Norte del Perú (1820).
Placa en el Monumento a la Libertad recordando la proclamación de la Independencia de Trujillo por
el Marqués de Torre Tagle.

El 30 de octubre de 1820, San Martín arribó a Ancón, y en acción concertada, el 5 de
noviembre de ese mismo año, en una incursión sorpresiva del almirante Cochrane al Callao,
se capturó a la fragata “Esmeralda”, con lo que se dio el golpe de gracia a la escuadra
española.
El 10 de noviembre, San Martín ingresó a Huacho. El 2 de diciembre, el batallón realista
Numancia se rindió y adhirió a las fuerzas de Arenales, quien retornaba de su campaña a la
sierra central para reencontrarse con San Martín en el norte chico. El 27 de diciembre de
1820, se proclamó la independencia en Lambayeque. El 29 de diciembre de 1820, Trujillo,
convocado a Cabildo Abierto por su intendente José Bernardo de Tagle, Marqués de Torre
Tagle, juró la independencia. El 6 de enero de 1821, Piura juró la independencia. En el mismo
mes, también declararon la independencia Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas.
Mientras tanto, la semilla sembrada por la expedición en la sierra central empezó a dar
inmediatos frutos y se formaron las montoneras. Dichos grupos guerrilleros indios, liderados
por patriotas criollos o indígenas, comenzaron a asediar a los realistas, sin dejarlos en paz. El
alzamiento popular fue incontenible. Dándose cuenta de ello, San Martín ordenó al general
Arenales otra expedición a la sierra central.

Segunda expedición de Arenales a la sierra[editar]


Saliendo de Huacho y hacia el norte, Arenales emprendió otra campaña a la sierra central del
Perú. Cuando estaba por diezmar al ejército de Carratalá, ya muy debilitado por la acción de
las montoneras, y pisándole los talones, recibió Arenales a un emisario del general San Martín
con órdenes de cesar el hostigamiento, por cuanto se había abierto negociaciones con el
comisionado regio venido de España, capitán de fragata Manuel Abreu, con el objetivo de
finalizar la guerra.

El motín de Aznapuquio[editar]
En el ínterin, había habido un cambio en el gobierno virreinal: había cesado como
virrey Joaquín de la Pezuela, siendo reemplazado por el teniente general José de la Serna.
Ello fue el resultado del motín de Aznapuquio, ocurrido el 29 de enero de 1821 y
protagonizado por un grupo de oficiales del ejército realista acantonado cerca de Lima, que se
hallaban descontentos con la actuación de Pezuela. El nombramiento de de La Serna sería
posteriormente ratificado por el rey de España.

Conferencias de Punchauca[editar]
La entrevista de Punchauca, entre el virrey del Perú Jose de la Serna y el general argentino José de
San Martín.

En abril de 1821, el virrey de La Serna, mal de su grado, pero obligado por las instrucciones
traídas desde España por el comisionado Abreu, en el sentido de llegar a un acuerdo pacífico
con los patriotas, invitó oficialmente a San Martín a entrar en negociaciones, lo que el general
argentino aceptó. Como sede de estas reuniones se designó la casa hacienda Punchauca,
situada a 25 km al norte de Lima, en la jurisdicción de Carabayllo.
En la primera fase de estas conferencias, se reunieron los delegados de San Martín: Tomás
Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; y los delegados del virrey: Manuel de
Llano y Nájara, José María Galdeano y Mendoza y Manuel Abreu (4 de mayo de 1821). Los
delegados patriotas fueron instruidos para que se abstuviesen de llegar a algún acuerdo en
tanto que no fuese reconocida la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
Chile y Perú. Como ya había ocurrido en las anteriores conferencias de Miraflores, los
españoles se mantuvieron inflexibles en no reconocer la independencia, lo que hacía que
ambas partes se enquistaran en posiciones insalvables. Se decidió solo un armisticio de 20
días y se programó una entrevista personal entre los jefes adversarios, es decir entre de La
Serna y San Martín.
La entrevista entre de La Serna y San Martín se realizó el 2 de junio. Acompañaban al virrey,
el general José de la Mar y los brigadieres José de Canterac y Juan Antonio Monet. Por su
parte, San Martín estaba acompañado por el general Gregorio de las Heras, Mariano
Necochea y Diego Paroissien.
Según testimonio del comisionado Abreu, el plan que San Martín expuso al virrey consistía
esencialmente en lo siguiente: que se instalaría una regencia, de la que de La Serna sería
Presidente y que estaría, además, integrada por un vocal nombrado por el virrey, y otro
nombrado por San Martín. Los dos ejércitos beligerantes deberían unificarse y se declararía la
independencia. Luego, San Martín en persona viajaría a Madrid para solicitar de las Cortes
que escogieran a un infante de España, un príncipe Borbón, que debía ser proclamado Rey
del Perú. En un primer momento, a de La Serna no le pareció inaceptable este plan y
consideró incluso la voluntad de San Martín de ir a España como un gesto de buena voluntad.
Al parecer, esa también fue la primera impresión de sus oficiales, que departieron con los
delegados patriotas en medio de brindis y chanzas. El virrey pidió dos días para consultar a
todos sus oficiales y, según parece, se impuso entonces el criterio de sus dos oficiales más
importantes, Canterac y Valdés, que vieron en el plan de San Martín solo un pérfido ardid para
ganar tiempo. De La Serna se abstuvo de dar una respuesta a San Martín, aduciendo que no
tenía instrucciones para decidir en asuntos tan trascendentes.
No obstante, las conversaciones continuaron, nuevamente entre delegados. El clima insalubre
del valle de Chillón obligó a que la sede de las conferencias se trasladara nuevamente al
pueblo de Miraflores, al sur de Lima. Allí, el 8 de junio, los diputados del Virrey de La Serna,
Manuel del Llano, José María Galdiano, Manuel Abreu, con su secretario Francisco Moar y los
diputados de San Martín, Tomás Guido, Juan García del Río, José Ignacio de La Rosa, con el
secretario Fernando López Aldana, reiniciaron las conferencias. No se logró ningún resultado.
Desde el 20 de junio, las reuniones continuaron a bordo del buque neutral Cleopatra,
igualmente sin resultado en lo que respecta a los puntos centrales. Lo único rescatable que se
acordó en todas estas reuniones fue prorrogar el armisticio hasta el 30 de junio, así como un
canje de prisioneros.
Tras las conferencias de Punchauca el virrey José de la Serna observó que mantenerse en
Lima le era totalmente desfavorable desde todo punto de vista, por lo que tomó la decisión de
retirarse de la ciudad capital del virreinato con sus tropas, acción que ejecuta el 6 de julio de
1821. Empero, dejó un destacamento al mando del general José de La Mar, para que
custodiara la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao.

La ocupación de Lima por los patriotas[editar]


Ante la cercanía del Ejército Libertador, dice Pedro Escribano:
«Lima se convirtió en una fuente inagotable de rumores tremebundos. Las puertas de tiendas, pulperías
y negocios fueron cerradas ante el temor de un inminente saqueo. Los limeños, corrían por las calles, en
tumulto, desconcertados. Muchos buscaron refugio al conocer la noticia. La insurgencia emancipadora,
no era un movimiento con muchos adeptos en la capital del virreinato. El pánico, por ello, fue
generalizado. Miles de familias se dejaron arrastrar por una ola de histeria y desesperación. El rumor de
la Independencia, fue asumido, y no por pocos, como si se tratara de la inminencia de un cataclismo.
Circulaba el rumor que el Ejército Libertador, era extremadamente violento y sanguinario, que estaba
compuesto por hordas de indios, negros y resentidos sociales, que su sed de venganza contra los
sectores pudientes que residían en Lima desataría una matanza nunca vista. Todos vivían la sensación
de estar en la víspera del fin del mundo».

El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima, rumbo a la
sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Arenales. Este destacamento
patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de Canterac, pero desistió por órdenes
de San Martín. Indudablemente, el general argentino no deseaba un enfrentamiento frontal
con los españoles.
El 5 de junio de 1821, el virrey José de la Serna anunció a los limeños que abandonaba la
capital para refugiarse en el Callao, en la fortaleza del Real Felipe. Lima quedaba abandonada
a su suerte. Según el inglés Sir Basil Hall: «los timoratos eran presa fácil de los temores más
extraños; los audaces y fuertes no sabían de qué modo utilizar su coraje; los vacilantes
estaban en el estado más calamitoso». Como la fortaleza del Real Felipe, según el virrey, era
el sitio más seguro, «multitudes se precipitaron hacia el castillo, y al ser interrogadas sobre las
razones que les empujaban a abandonar la ciudad, no daban otra que el miedo». Mientras
tanto, parte del pueblo limeño, representado por algunos notables (españoles y criollos), hizo
llegar una invitación a San Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821. En efecto, el
Libertador del Sur, mandó un pequeño destacamento de patriotas e hizo su entrada a Lima en
la noche del 12 de julio de 1821. «En vez de venir con pompa oficial, como tenía derecho a
hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para entrar a la capital a caballo y sin escolta,
acompañado por un simple ayudante.», continúa diciendo Basil Hall. Dos días después lo hizo
el grueso del ejército libertador, «siendo recibido con mucho fervor patriótico».
Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima, Pedro
Escribano, nos dice: «parece mentira. En los días siguientes Lima se fue reanimando
lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los emancipadores y comprobó que
no había razón para el temor. Mucho había pesado, en todo caso, la mala conciencia»
Por su parte, sobre lo mismo, Sir Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente pudiera
estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear, especialmente
cuando el peligro no era inminente o cierto».
Proclamación de la Independencia del Perú[editar]

Proclamación de la Independencia del Perú, por parte del general José de San Martín.

El general José de San Martín invitó al Cabildo a declarar la independencia, lo que se cumplió
inmediatamente (14 de julio de 1821). El 17 de julio fue recibido en la capital el almirante Lord
Cochrane.
El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy solemne, José de San Martín
proclamó la independencia del Perú. Primero, lo hizo en la Plaza de Armas. Después en la
plazuela de La Merced y, luego, frente al Convento de los Descalzos (actual distrito del
Rímac). Se estima que en la Plaza de Armas de la capital de la nueva República del Perú, la
concurrencia sobrepasaba las 16,000 personas.
El libertador José de San Martín, con una bandera en la mano exclamó fervoroso:
«El Perú es, desde este momento, libre e independiente, por la voluntad general de los pueblos, y
por la justicia de su causa, que Dios defiende. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la
Independencia!».

Sobre el particular, Sir Basil Hall, dice:


«Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles adyacentes,
mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre aclamaciones tales como
nunca se había oído en Lima».
Campaña de Canterac sobre el Callao[editar]

José de Canterac.

Mientras que en Lima San Martín se dedicaba a fundar el nuevo estado peruano, el virrey La
Serna, aprovechando el retiro de Álvarez de Arenales de la sierra central, empezó a recuperar
posiciones. Reforzó sus posiciones en Jauja y Huancayo, puntos desde donde planeó hostigar
a Lima, pero esta operación no era fácil, por la resistencia que oponían los peruanos andinos.
Como en los castillos del Callao permanecía una guarnición española apostada con gran
cantidad de armamentos, el virrey planeó hacer una incursión allí. La temeraria expedición
española se preparó en Jauja, seleccionándose a 2.500 infantes y 900 de caballería, al frente
de los cuales fue puesto el general Canterac.2
Canterac partió de Jauja el 25 de agosto de 1821, rumbo al valle del Rímac (Lima y Callao).
En el trayecto sufrió el ataque de los montoneros peruanos, que le ocasionaron numerosas
bajas. Impresionado por este ataque, Canterac dividió sus fuerzas en dos columnas, una bajo
su mando, que marchó por la ruta de San Mateo, y otra bajo el mando de Lóriga, que siguió la
ruta de Lurín. Ambos se encontraron en Cieneguilla, unos km al sur de Lima. Los realistas se
encontraban en condiciones desastrosas, tanto física como moralmente. En esas condiciones
habría sido posible que los patriotas los acorralaran y exterminaran. No obstante, San Martín,
que desde su emplazamiento estaba al tanto de los movimientos de los realistas, no quiso
atacarlos.34
Los realistas empezaron el 8 de septiembre a desplazarse de Cieneguilla con dirección al
Callao, dispuestos en tres unidades, mandadas por Valdés, Monet y Carratalá, mientras que
Canterac iba al frente de la caballería. Los 7.000 soldados de línea del Ejército Libertador y los
más de 3.000 montoneros peruanos, que contemplaban atónitos tal avance, ardían por entrar
a combate, pero San Martín, pese a los ruegos de su jefe de estado mayor, general Las
Heras, se negó a dar la orden de ataque. Hasta el mismo almirante Cochrane visitó a San
Martín y le pidió que le pusiera al mando de 2.000 soldados, con los que prometió aniquilar a
todas las fuerzas realistas. Pero San Martín se volvió a negar, siendo recriminado por
Cochrane; fue en ese momento en que se produjo la ruptura entre ambos. Se afirma que la
actitud de San Martín, de no querer atacar a los realistas, se debía a la esperanza que
depositaba en que estos aceptarían las ofertas que les había planteado en la conferencias de
Punchauca para llegar a un acuerdo de paz; de ser cierto ello, se equivocaba rotundamente. 5
Fue así que, en una maniobra sorprendente, y sin que las tropas patriotas los obstaculizaran,
los realistas de Canterac llegaron hasta el Callao y se encontraron con las fuerzas del general
José de La Mar, que custodiaba la Fortaleza del Real Felipe (10 de septiembre de 1821).
Luego de hacerles conocer las nuevas órdenes del virrey La Serna, y de entregarles
avituallamiento militar, Canterac regresó a la sierra el 16 de septiembre. 6
El alto mando del ejército libertador, reaccionó tarde, cuando Canterac ya se hallaba rumbo a
la sierra. Se dispuso que las tropas patriotas al mando del general Guillermo Miller (que era
nacido en Inglaterra e incorporado a las filas patriotas desde 1817, en Buenos Aires) le
siguieran produciéndose escaramuzas entre la vanguardia del ejército patriota y la retaguardia
del ejército realista. Como consecuencia de estos enfrentamientos armados, se produjeron
bajas considerables en el ejército de Canterac, principalmente por desbande y por la acción
heroica de los montoneros peruanos. Canterac se reunió con La Serna en Jauja, el 1 de
octubre de 1821, 35 días después de que iniciara la osada expedición al Callao. 7

El retiro del almirante Cochrane[editar]


El almirante Cochrane se retiró a sus navíos, muy molesto por la actitud de San Martín de
desaprovechar una magnífica oportunidad para infligir un duro golpe a los realistas. El marino
británico fue enfático en considerar a San Martín como de un intelecto militar inferior al suyo y
que el Protectorado que estaba ejerciendo carecía de decisión y se mostraba dubitativo.
Como a los marinos de su escuadra no se les había pagado desde la salida de Chile, pese a
los reiterados pedidos,8 Cochrane confiscó el tesoro público que resguardaba en uno de los
navíos, con el cual hizo el pago de los sueldos y los premios, pero haciendo las cuentas claras
y devolviendo a la Casa de Moneda los saldos que quedaban. No obstante, San Martín se
enojó y ordenó a Cochrane que volviera a Valparaíso. El marino expresó que no le debía
obediencia y enfiló su escuadra hacia el norte, para perseguir al resto de los flota española.
Retornó al Callao, en donde tuvo algunas fricciones. Finalmente, zarpó el 10 de mayo de
1822, para no volver más al Perú, considerando que su contribución a la causa
independentista no era realmente apreciada ni aprovechada. 910

Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín[editar]


Juan Gregorio Las Heras.

Cuando oficiales generales del ejército Libertador vieron retirarse a la expedición de Canterac
hacia la sierra, luego de su espectacular avance al Callao, fueron presas de la más
exacerbada indignación. No podían entender la razón por la que San Martín se había negado
a dar la orden de ataque, perdiéndose varias oportunidades de batir a las fuerzas realistas en
el largo trayecto de Cieneguilla al Callao. Según ellos, se había desperdiciado una magnífica
oportunidad de acelerar el fin de la guerra de la independencia. Al no hallar una explicación de
carácter estratégico, surgieron diversas hipótesis sobre problemas personales que aquejaban
al Libertador. Una de ellas decía que su adicción al uso del opio para combatir sus dolores
estomacales (que se le presentaron de manera aguda a partir de la batalla de Chacabuco),
habían minado su voluntad y firmeza. Sea como fuera, casi todos los oficiales concordaron en
que era preciso deshacerse de San Martín, si se deseaba rectificar la estrategia militar que
debía conducir al triunfo. Surgió así una conjura para deponerlo, apresarlo y deportarlo. Las
reuniones de los conjurados se realizaron en las oficinas del estado mayor, en los primeros
días de octubre de 1821. Tácitamente, apoyaban la conjura el comandante del ejército,
general Juan Gregorio de Las Heras, y el jefe de estado mayor Rudecindo Alvarado. Cuando
ya estaba a punto de darse el golpe, los conjurados cometieron el error de poner al tanto del
plan al coronel venezolano Tomás Heres, comandante del batallón Voltígeros (ex Numancia),
creyendo que se les uniría. Pero Heres corrió presuroso a informar de la conjura a San Martín,
quien se limitó a confrontar al denunciante con los oficiales acusados. Estos negaron
rotundamente la acusación e incluso desafiaron al venezolano a someterse a duelo. San
Martín apaciguó los ánimos y envió a Heres a Colombia, para evitar que sufriera algún
atentado. Naturalmente, el plan de los conjurados se desbarató, al perderse el factor sorpresa.
San Martín no impuso ningún castigo a los oficiales implicados, e incluso, logró que el cabildo
de Lima obsequiara a 20 altos oficiales, fincas en el Perú por un valor cercano de 500 mil
pesos (propiedades que habían sido confiscadas a los españoles). Entre los beneficiados se
hallaban Guise, Luzuriaga, Las Heras, Necochea, García del Río, Monteagudo, Álvarez de
Arenales, Miller y Heres. Pero muchos de ellos venderían sus propiedades y se retirarían del
Perú.11

El Protectorado del Perú[editar]


El general San Martín había asumido el mando político militar de los departamentos libres del
Perú bajo el título de Protector, como dice el decreto del 3 de agosto de 1821. Para todo
efecto práctico, el Perú se hallaba dividido militar y administrativamente en dos partes:

 1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los patriotas.
 2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.
Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del Perú. El Perú
debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las siguientes realizaciones político
administrativas:

 1º Comienzo de un régimen administrativo autónomo después de tres siglos de


colonialismo.
 2º Posibilidad de que el pueblo elija el sistema que más conviniera a los intereses
nacionales.
 3º Los símbolos de la patria: la primera bandera (ver Bandera del Perú y el himno
nacional (ver Himno Nacional del Perú).
 4º La moneda nacional, signo fiduciario de libre poder económico.
 5º Reglamento básico de su sistema comercial para iniciar relaciones económicas con
otros países del mundo.
 6º La creación de la Marina de Guerra del Perú y la adquisición de los primeros
buques para su escuadra nacional a fin de defender la soberanía adquirida.
 7º La organización básica de su fuerza militar, para resguardar la seguridad interna y
externa.
 8º La determinación de su propia ejecutoria educacional con la fundación de la
Escuela Normal, así como las primeras escuelas públicas del Perú libre.
 9º El primer intento de rescatar, valorizar y difundir la cultura nacional mediante la
creación de la Biblioteca Nacional del Perú.
El Protectorado fue una dictadura que se basó en un Estatuto, que tuvo las siguientes
características:

 1º El Estatuto de gobierno fue una norma de emergencia, provisional, correspondiente


a una situación revolucionaria para un Estado emergente, que había conquistado su
independencia parcial y que trataba de culminarla.
 2º En sus principios declarativos fue de corte liberal, porque incluía la defensa de los
derechos del hombre, que habían inspirado la revolución Francesa y la independencia
norteamericana.
 3º La organización territorial del Estado independiente se basó en el sistema
departamental.
 4º La Alta Cámara de Justicia reemplazó a la Audiencia Real del virreinato y asumió
las funciones jurídicas y políticas del país.
 5º Se propuso crear un Consejo de Estado, que secundaría al Protector en su
gobierno, formado por varios miembros, entre los cuales estarían 3 condes criollos y un
marqués inca.
Otras disposiciones que se dieron en el Perú, durante el Protectorado, fueron:

 1º En una medida francamente conservadora, San Martín respetó todos los títulos de
la nobleza colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por la de Títulos del
Perú.
 2º Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico peruano, del que San Martín era partidario; pero,
en la práctica, sus integrantes abogaron por el sistema republicano.
 3º Se creó la Orden El Sol del Perú para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos y darles un estatus parecidos al de los Títulos del Perú.
 4º Una comisión especial, integrada por García del Río y Paroissien, viajó
a Europa por orden de San Martín para buscar un príncipe que viniera al Perú como rey.
Estos dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y arribaron a Londres en
septiembre de 1822, época en que se terminaba el Protectorado de San Martín. Aunque
fueron reemplazados por Ortiz de Zevallos y Juan Parish Robertson, en el Perú se había
consolidado la idea del sistema republicano, por tanto, los comisionados tanto de la
primera como de la segunda, fracasaron en su intento.
 5º Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: Juan García del Río,
ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo, ministro de Guerra y Marina;
e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda. El primero era colombiano, natural de Cartagena
de Indias; el segundo, argentino, de la provincia de Tucumán; y el tercero, peruano nacido
en Arica.
 6º Prefecto de Lima fue nombrado José de la Riva Agüero, un joven y rico aristócrata
de Lima, que había colaborado intensamente por la causa de la libertad.
Desastre de La Macacona[editar]
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los realistas. Hay
quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre los realistas, como lo
había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones para proceder así. En primer
término, era consciente de la inferioridad numérica de sus fuerzas, comparada con la de los
virreinales. Estos dominaban el interior del país, desde Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un
total de 23.000 soldados, mayormente hombres andinos y mestizos reclutados a la fuerza.
San Martín solo contaba con 4.000 efectivos. Un importante triunfo para los patriotas fue la
rendición de las fortalezas del Callao, el 19 de septiembre de 1821, cuyo jefe, el mariscal
peruano José de la Mar, se sumó a la causa patriota. Mientras tanto, el virrey La Serna
reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur del Perú y en el Alto Perú, desde donde
realizó incursiones sobre la costa, destruyendo un ejército independiente en la batalla de Ica o
de La Macacona, el 7 de abril de 1822.

Independencia de Quito[editar]
El 24 de mayo de 1822, tropas peruano-colombianas derrotaron a los realistas en la batalla de
Pichincha (actual territorio del Ecuador) y ocuparon Quito el 25 de mayo. El contingente
peruano que intervino en esta batalla, estuvo compuesto por 1,600 efectivos al mando del
coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota colombiana en Saraguro, el 9 de
febrero de 1822. Este suceso es memorable, pues por primera vez confluían las dos
corrientes libertadoras, la del Norte y la del Sur.
Posteriormente, el general Simón Bolívar invadió Guayaquil, con el afán de anexarla a la Gran
Colombia, de la que era su caudillo indiscutible. Tanto el Libertador del Norte, Bolívar, como el
Libertador del Sur, San Martín, estaban convencidos que la definición de la independencia
americana, tenía que darse en suelo peruano.

Entrevista de Guayaquil[editar]
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien todo el
norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el centro y el sur del país
permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San Martín consideró necesaria la ayuda
militar externa y en pos de ella fue a entrevistarse en Guayaquil con Bolívar. En la entrevista
de Guayaquil, realizada entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los Libertadores discutieron
tres importantes cuestiones:

 La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la
Gran Colombia.
 La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del Perú.
 La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer punto, Bolívar
ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no admitió ninguna
discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció enviar al Perú una fuerza
auxiliar grancolombiana de 2.000 hombres, que San Martín consideró insuficiente. Y en lo
referente al tercer punto, Bolívar era decididamente republicano, contraponiéndose así al
monarquismo del Libertador rioplatense. Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya
convencido de que debía retirarse para dar pase al Libertador del Norte.

Primer Congreso Constituyente[editar]


Artículo principal: Congreso Constituyente del Perú (1822)
Instalación del Congreso Constituyente en la capilla de la Universidad de San Marcos el 20 de
septiembre de 1822. Cuadro de Francisco González Gamarra.

Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Primer Congreso
Constituyente de la República del Perú, el 1 de mayo de 1822. Se eligieron 80 diputados,
instalándose solemnemente este legislativo el 20 de septiembre de 1822. Lo presidía el
clérigo Francisco Javier de Luna Pizarro. Apenas instalado este Primer Congreso
Constituyente, aprobó una proposición que decía: “…que el Congreso Constituyente del Perú
está solemnemente constituido e instalado, la soberanía reside en la nación, y su ejercicio en
el Congreso que legítimamente la representa”.
Luego de la instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San
Martín, poderes dictatoriales, que rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la
Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue aceptado por el general San
Martín, aunque de manera honorífica. Su decisión de retirarse, era terminante.
El Congreso aceptó la renuncia de San Martín y convino en la proposición de Arce diciendo
que “como quiera que el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable para hacer
cumplir sus determinaciones, y corriendo riesgo de que un Poder Ejecutivo extraño, aislado y
separado de él, aunque hechura suya, le puede formar partido de oposición” determinaba que
“el Congreso conserve el Poder Ejecutivo”. Se decidió también que Poder Ejecutivo debería
estar conformado por tres personas. Uno de los diputados, José Faustino Sánchez Carrión, el
célebre “El Solitario de Sayán”, sentenció en aquella oportunidad: “Tres no se unen para
oprimir. El gobierno de uno es más eficaz si gobernar es tratar a la raza humana como a las
bestias…” y agrega: “La Libertad es mi ídolo, como lo es del pueblo. Sin ella no quiero nada;
la presencia de uno sólo en el mando me ofrece la imagen odiada del Rey”.Y así quedó
constituida la Suprema Junta Gubernativa, conformada por tres congresistas:

 El general José de La Mar, natural de Cuenca, en el actual Ecuador.


 El jurista y militar Felipe Antonio Alvarado, natural de Río de la Plata.
 El conde Manuel Salazar y Baquíjano, noble limeño.
Varias declaraciones de este Primer Congreso Constituyente, marcan el final de los sueños
monárquicos, como la declaración del 11 de noviembre de 1822 sobre la incompatibilidad de
la Orden del Sol y de los Títulos de Castilla con la forma de Gobierno del Perú y la declaración
del 12 de noviembre del mismo año, desautorizando a los comisionados García del Río y
Paroissien.
José de San Martín se retiró a la Magdalena, en donde tenía una casa de campo.
Acompañado por una pequeña escolta y un ayudante, la misma noche de su renuncia,
montado a caballo, se dirigió a Ancón, al norte de Lima. En la madrugada del día 22 de
septiembre, en el bergantín Belgrano, se embarcó rumbo a Valparaíso, Chile.
El Primer Congreso Constituyente promulgó el 12 de noviembre de 1823, la Primera
Constitución Política de la República, de clara tendencia liberal. Fue una Constitución efímera;
cuando llegó al Perú el general Simón Bolívar, el propio Congreso Constituyente, tuvo que
suspender sus efectos para poderle dar al Libertador poderes dictatoriales.

Gobierno de la Junta Gubernativa[editar]


Artículo principal: Suprema Junta Gubernativa del Perú

La misión primordial de la Suprema Junta Gubernativa, era proseguir la lucha contra los
realistas. El virrey La Serna contaba con más de 20.000 soldados que ocupaban el territorio
entre Cerro de Pasco (centro del Perú) y el Alto Perú (sur del Perú, actual Bolivia). Ya San
Martín había previsto que eran necesarias más fuerzas para poder derrotar a los realistas,
quienes habían convertido todo ese territorio en un verdadero bastión de su poderío. Se
hallaba todavía en curso la ayuda que Bolívar había ofrecido al Perú para derrotar a los
españoles. Efectivamente, durante la Entrevista de Guayaquil, Bolívar ofreció a San Martín
ayuda militar al Perú, la que se concretizó en julio de 1822, con el envío de tropas al mando
de Juan Paz del Castillo, pero estas eran todavía insuficientes. En septiembre de ese año,
Bolívar ofreció otros 4.000 soldados más, pero la ya instalada Suprema Junta Gubernativa
sólo aceptó la recepción de 4.000 fusiles. Las relaciones del Perú con la Gran Colombia
entraron en su punto más crítico debido a la anexión de Guayaquil a territorio grancolombiano.
A ello se sumó el hecho de que Juan Paz del Castillo recibiera instrucciones de su gobierno
de no comprometer a sus fuerzas sólo en caso de que el éxito estuviera garantizado y sólo en
el norte peruano, por lo que entró en conflicto con los intereses del Perú, que se enfocaban en
atacar a los realistas del centro y del sur. Dicho oficial colombiano retornó a su patria, en
enero de 1823, disgustado al no lograr imponer sus condiciones. Las relaciones con la Gran
Colombia se enfriaron entonces, en los precisos instantes en que se libraba la llamada
Primera Campaña de Intermedios.

Primera Campaña de Intermedios[editar]


Artículo principal: Primera Campaña de Intermedios
José de la Serna, último virrey del Perú.

La Suprema Junta de Gobierno organizó una expedición militar contra los españoles que
todavía dominaban el sur del Perú. Esa expedición se conoció como “Campaña de los puertos
intermedios” o simplemente “Campaña de Intermedios”, pues el plan era atacar a los
españoles desde la costa sur situada entre los puertos de Ilo y Arica. Este plan había sido
bosquejado por el mismo San Martín, pero originalmente contemplaba, además del ataque
desde la costa sur peruana, una ofensiva combinada de los argentinos por el Alto Perú y de
los patriotas de Lima por el centro del Perú. Sin embargo, la Junta no pudo lograr el concurso
del gobierno de Buenos Aires, abrumado por dificultades internas, y no otorgó al ejército que
guarnecía Lima los medios necesarios para que iniciara oportunamente una ofensiva a la
sierra central. La partida del colombiano Juan Paz del Castillo influyó también para que se
paralizaran los preparativos del llamado ejército patriota del Centro.
Esta primera Campaña de Intermedios, comandada por el general rioplatense Rudecindo
Alvarado, acabó en total fracaso al no seguirse el plan completo y al no ponerse dinamismo en
las acciones, lo que dio tiempo a que los realistas se pusieran a la defensiva.
Alvarado llegó a Iquique en donde hizo desembarcar un destacamento para que iniciara
acción sobre el Alto Perú. Luego se dirigió a Arica, donde permaneció sin desembarcar por
espacio de tres semanas, dando tiempo para que el virrey La Serna, informado por su servicio
de espionaje de la presencia patriota, ordenara a sus lugartenientes José de
Canterac y Jerónimo Valdés acudir con sus fuerzas a la zona amenazada. Cuando a fines de
diciembre Alvarado desembarcó en Arica y avanzó sobre Moquegua se encontró con las
fuerzas realistas que ocupaban mejores posiciones. Valdés le salió al encuentro, librándose
la batalla de Torata. El jefe realista resistió ocho horas hasta que llegó en su auxilio Canterac
con su caballería; juntos pusieron en fuga a los patriotas, logrando así la victoria para la
bandera del rey (19 de enero de 1823. Animado Valdés con su éxito, persiguió a las tropas de
Alvarado, alcanzándolas y venciéndolas definitivamente en la batalla de Moquegua (21 de
enero de 1823). Las tropas patriotas, reducidas a la cuarta parte de su número original,
tuvieron que reembarcarse precipitadamente y retornar al Callao con cerca de 1.000
sobrevivientes.
De entonces data la letrilla que los españoles difundieron desde su campamento situado a
poca distancia de Lima, en la que se burlaban del Congreso:
Congresito ¿cómo estamos

con el tris tras de Moquegua?


De aquí a Lima hay una legua.
¿Te vas? ¿Te vienes? ¿Nos vamos?

Tras este desastre militar, la Junta Gubernativa y el Congreso quedaron tremendamente


desacreditados ante la opinión pública. Se temió que las tropas realistas acantonadas
en Jauja (sierra central peruana), pasaran a la ofensiva y reconquistaran Lima.

El motín de Balconcillo[editar]
Artículo principal: Motín de Balconcillo

Los oficiales patriotas al mando de las tropas que guarnecían Lima, ante el temor de una
ofensiva española, firmaron una solicitud ante el Congreso, fechada el 23 de febrero de 1823
en Miraflores, invocando la designación de un solo Jefe Supremo «que ordene y sea
velozmente obedecido», en reemplazo del cuerpo colegiado que integraba la Junta; se
sugería incluso el nombre del oficial indicado para asumir el gobierno: el coronel José de la
Riva Agüero y Sánchez Boquete.
La crisis se ahondó al ser presentada otra solicitud al Congreso por parte de las milicias
cívicas acuarteladas en Bellavista y una tercera encabezada por Mariano Tramarría. El día 27
de febrero las tropas se movilizaron desde sus acantonamientos hasta la hacienda de
Balconcillo, a media legua de Lima, desde donde exigieron la destitución de la Junta. Estos
sublevados estaban encabezados por el general Andrés de Santa Cruz. Fue el primer golpe
de estado de la historia republicana peruana, conocido como el Motín de Balconcillo, con el
que se inauguró la sucesión de gobiernos de facto que jalonaron el transcurso de la vida
republicana.

Disolución de la Junta y elección de Riva Agüero[editar]


Ante tal presión, ese mismo día, el Congreso acordó cesar a la Junta Gubernativa y encargar
interinamente la máxima magistratura al jefe militar de mayor graduación, que era José
Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle. El 28 de febrero, el Congreso ordenó poner en
libertad al general José de La Mar, que había sido arrestado en su domicilio, y citó al
general Andrés de Santa Cruz, quien hizo una exposición oral de la posición de los jefes y
terminó diciendo que acataban la orden del Congreso pero que si no se nombraba a Riva
Agüero como Presidente de la República, él y los jefes militares renunciarían y se irían del
país. Ante lo expresado por Santa Cruz, el Congreso nombró a Riva Agüero como Presidente
de la República por 39 votos a favor de un total de 60; no se le asignó funciones ni plazos.
Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran Mariscal y dispuso que utilizara la
banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que administraba (4 de marzo de 1823).
Desde entonces todos los Presidentes del Perú han lucido dicha banda presidencial.
Gobierno de José de la Riva Agüero[editar]

José de la Riva Agüero, primer presidente del Perú.

Riva Agüero puso en marcha una gran actividad para poner al Perú en condiciones de
terminar por cuenta propia la guerra de la Independencia. Su obra gubernativa se concretó en
los siguientes puntos:

1. Se abocó a una labor de organización y mejoramiento del Ejército poniendo gran


empeño en aumentar sus efectivos con elementos peruanos. Al frente de él puso al
general Andrés de Santa Cruz. Ordenó al comandante Antonio Gutiérrez de la
Fuente formar fuerzas de reserva en las provincias del norte, en Trujillo, así como al
coronel Ramón Castilla la creación del cuarto Escuadrón de Húsares.
2. Formó la primera escuadra peruana, cuyo mando encargó al Vicealmirante Jorge
Martín Guisse. Creó la Escuela Naval. Estableció un permanente bloqueo de la costa
para defenderla de las incursiones realistas.
3. Recogió el papel moneda emitida bajo el Protectorado de San Martín y cuya
circulación quedó prohibida.
4. Envió misiones diplomáticas a la Gran Colombia, Chile y Argentina para solicitar la
ayuda inmediata de estos países para consolidar el proceso de independencia. La
ayuda que más necesitaba Riva Agüero era la de Bolívar, nombrando con tal fin como
su Ministro Plenipotenciario ante el Libertador al general Mariano Portocarrero.
Portocarrero pactó con Bolívar en Guayaquil un auxilio de 6.000 hombres, equipados
y pagados por el Perú, y conforme a este pacto, empezaron a llegar al Callao las
primeras tropas grancolombianas (abril de 1823). Junto con ellas llegó, en calidad de
Enviado Extraordinario de Bolívar, el general Antonio José de Sucre, pero cuyo
verdadero objetivo era preparar el terreno para que Bolívar fuera llamado al Perú.
Riva Agüero envió también a Chile al diplomático José de Larrea y Loredo, quien logró
conseguir un empréstito del gobierno chileno y una ayuda en hombres y materiales
para la continuar la guerra contra los españoles. Ante la Argentina encargó la
representación del Perú al Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, sin resultados
positivos.
5. Los comisionados Diego Paroissien y Juan García del Río lograron la contratación
con Inglaterra de un empréstito por 1.200.000 libras esterlinas, el primero de la
historia republicana del Perú. Ello permitió a Riva Agüero disponer de los fondos
necesarios para su obra gubernativa.
Segunda Campaña de Intermedios[editar]
Artículo principal: Segunda Campaña de Intermedios

Riva Agüero emprendió la Segunda Campaña de Intermedios, embarcándose sus tropas del
14 a 25 de mayo de 1823, rumbo a los puertos del sur, desde donde planeaba atacar a los
españoles que todavía dominaban todo el sur peruano. Esta expedición la comandaba el
general Andrés de Santa Cruz y como jefe de estado mayor iba el entonces coronel Agustín
Gamarra. Santa Cruz prometió regresar victorioso o muerto. Era la primera vez que se ponía
en acción un ejército formado íntegramente por peruanos. Santa Cruz desembarcó sus
fuerzas en Iquique, Arica y Pacocha y avanzó sobre el Alto Perú. Los patriotas obtuvieron al
principio algunas victorias. Gamarra ocupó Oruro y Santa Cruz La Paz. Pero la reacción de los
realistas no se hizo esperar. El virrey La Serna envió a su general Gerónimo Valdes para que
atacara a Santa Cruz, produciéndose la batalla de Zepita (25 de agosto de 1823), a orillas
del lago Titicaca. Los patriotas quedaron dueños del campo, pero sin obtener una victoria
decisiva. Acto seguido, Santa Cruz ordenó la retirada hacia la costa, siendo perseguido muy
de cerca por las fuerzas de La Serna y Valdes, quienes despectivamente denominaron a esta
campaña como la “campaña del talón”, aludiendo a lo cerca que estuvieron de los patriotas
que se retiraban, casi “pisándoles los talones”. Santa Cruz no paró hasta llegar al puerto
de Ilo donde se embarcó con 700 sobrevivientes. La campaña terminó, pues, en total fracaso
para los patriotas.

Pugna con el Congreso[editar]


Al quedar Lima desguarnecida, el jefe realista José de Canterac avanzó desde la sierra contra
la capital. Riva Agüero ordenó entonces el traslado de los organismos del gobierno y las
tropas a la Fortaleza del Real Felipe del Callao, el 16 de junio de 1823. El día 19 las fuerzas
españolas ocupaban Lima.
En el Callao estalló la discordia entre el Congreso y Riva Agüero. El Congreso resolvió que se
trasladasen a Trujillo los poderes Ejecutivo y Legislativo; creó además un Poder militar que
confió al general venezolano Antonio José de Sucre (que había llegado al Perú en mayo de
dicho año, al frente de las primeras tropas colombianas), y acreditó una delegación para
solicitar la colaboración personal de Simón Bolívar en la guerra contra los españoles (19 de
junio de 1823). Enseguida, el mismo Congreso concedió a Sucre facultades iguales a las de
Presidente de la República mientras durara la crisis, y el día 23 de junio dispuso que Riva
Agüero quedara exonerado del mando supremo.
Riva Agüero no acató tal disposición congresal y se embarcó a Trujillo (norte del Perú) con
parte de las autoridades. Mantuvo su investidura de Presidente, decretó la disolución del
Congreso (19 de julio de 1823) y creó un Senado integrado por diez diputados. Formó tropas
e intentó reforzarlas con los restos de la campaña de Intermedios. Mientras que en Lima, el
Congreso fue nuevamente convocado por el presidente provisorio Torre Tagle, el 6 de
agosto del mismo año. Este Congreso reconoció a Tagle como Presidente de la República,
siendo éste el segundo ciudadano en adoptar dicho título, después de Riva Agüero. Cundió
pues la anarquía en el Perú, al existir al mismo tiempo dos gobiernos.
Bolívar es invitado a consolidar la independencia del Perú[editar]

El Libertador Simón Bolívar por José Gil de Castro.

El Congreso peruano acatando las recomendaciones del general Sucre, invitó al Libertador del
Norte, general Simón Bolívar a trasladarse al Perú «para consolidar la independencia». Bolívar
se embarcó en el bergantín Chimborazo en Guayaquil, el 7 de agosto de 1823, llegando
al Callao el 1 de septiembre del mismo año. El día 10 de septiembre el Congreso de Lima le
otorgó la suprema autoridad militar en toda la República. Seguía siendo Torre Tagle
presidente, pero debía ponerse de acuerdo en todo con Bolívar. El único obstáculo para
Bolívar era Riva Agüero, quien dominaba el norte del Perú, con capital en Trujillo. Riva Agüero
no dio señal de querer llegar a un acuerdo que posibilitara la unificación de todas las fuerzas
patriotas bajo el mando del Libertador del Norte, y más bien quiso entenderse con los
realistas.
El mismo Bolívar abrió campaña contra Riva Agüero, marchando al norte. Pero antes de que
se desatara la guerra civil, Riva Agüero fue apresado por sus propios oficiales encabezados
por el coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien, desobedeciendo la orden de fusilarlo, lo
desterró a Guayaquil (25 de noviembre de 1823). Bolívar entró a Trujillo en diciembre
de 1823 y quedó así dominando la escena política y militar del Perú. Luego emprendió regreso
a Lima. El 1 de enero de 1824, estuvo en Nepeña y Huarmey, de ahí pasó a Pativilca en
donde enfermó de paludismo.

La valiosa ayuda de los montoneros[editar]


Los coloniales, enterados de la enfermedad de Bolívar, aprovecharon la situación y lograron
que las tropas patriotas (argentinas y chilenas) que guarnecían la Fortaleza del Real Felipe en
el Callao, se amotinaran, reclamando pagos devengados y otros maltratos. Los amotinados
lograron tomar el fuerte, liberaron a los prisioneros españoles, les devolvieron sus cargos y
jerarquías y junto con ellos, enarbolaron la bandera española, cometiendo traición a la causa
libertadora. Este acto de sedición causó desconcierto en Lima (5 de febrero de 1824). Ante tal
delicada situación, el Congreso dio el 10 de febrero un memorable decreto entregando a
Bolívar la plenitud de los poderes para que hiciera frente al peligro, anulando la autoridad de
Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura.
Canterac ordenó que los generales realistas Rodil y Monet aprovecharan esa circunstancia y
tomaran Lima. A marchas forzadas, el general Monet, desde Jauja y el general Rodil,
desde Ica, se juntaron en Lurín, el 27 de febrero de 1824. Los patriotas de Lima, se vieron
obligados a abandonarla, al mando del general Necochea, quien junto con 400 montoneros a
caballo, fueron los últimos en retirarse el 27 de febrero. Los realistas ingresaron a Lima el 29
de febrero del mismo año.
Bolívar, ya recuperado de su enfermedad, ante las terribles noticias que le llegaban de Lima,
inició los preparativos para la campaña militar definitiva contra los españoles, al frente del
Ejército Libertador. Instaló su cuartel general en Trujillo y recibió la ayuda de los peruanos,
tanto en dinero, abastecimientos y recursos de toda índole, como en combatientes.
Efectivamente, fuera de su ejército regular, Bolívar contó con la valiosa ayuda de 10,000
montoneros. Este enorme contingente de soldados irregulares estaba integrado
principalmente por indios voluntarios y anticolonialistas.
Bolívar comisionó a los líderes de los montoneros para actuar en los siguientes
frentes: Francisco de Paula Otero, nombrado Comandante General de los montoneros de la
sierra; Quispe Ninavilca, de la zona de Huarochirí, quien posteriormente fue nominado como
representante ante el congreso; el coronel Francisco de Vidal, de La Oroya; el mayor Vicente
Suárez, de Canta; y el comandante María Fresco, a cargo de Junín.

Campaña de Junín[editar]
Preparativos[editar]
Mientras Bolívar preparaba todo lo concerniente a la campaña final de la independencia desde
su cuartel en Trujillo, Sucre recorría el terreno en la sierra, y con la protección de los
montoneros levantaba croquis y planos del territorio que sería inevitablemente escenario de la
guerra. Se mejoró el servicio de espionaje, se prepararon los campos y el forraje para los
caballos, y se establecieron depósitos de víveres a lo largo de la ruta que debía recorrer el
ejército libertador.
Tanto los soldados como los caballos se entrenaron para afrontar los rigores del clima. El
ejército se hallaba concentrado entre Cajamarca y Huaraz. La división peruana estaba al
mando del mariscal José de La Mar, mientras los colombianos, reforzados con nuevas tropas
llegadas de Colombia al mando de los generales Lara y Córdova, estaban encabezados por
Sucre.

Movimientos preliminares[editar]
Bolívar logró formar un ejército de cerca de 10.000 hombres, pero las fuerzas virreinales
sumaban cerca de 18.000. Un suceso vino entonces a nivelar las fuerzas rivales. Fue la
sublevación del general español Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú al frente de 4,000
soldados (febrero de 1824), lo que obligó a La Serna a enviar al general Valdés a combatirle
con las fuerzas realistas acantonadas en Puno. Esta coyuntura motivó a Bolívar a abrir de
inmediato campaña contra el ejército realista más cercano, que era el de José de Canterac, el
cual estaba acantonado entre Jauja y Huancayo.
El ejército libertador avanzó hasta el Callejón de Huaylas (Áncash). En el mes de mayo,
continuó su marcha hacia la sierra central, apoyado eficazmente por las montoneras
acaudilladas por Marcelino Carreño. Arribó a Huánuco, el 26 de junio de 1824. Luego siguió
hacia Cerro de Pasco.
Entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1824 quedó concentrado el ejército patriota en la
región de Quillota, Rancas y Sacramento. Sumaban en total unos 8.000 hombres. El 2 de
agosto el Libertador pasó revista a su ejército en el llano de Rancas, a 36 km de Cerro de
Pasco. Terminada la revista, arengó a sus soldados desplegando una elocuencia arrolladora,
una virtud que se complementaba con su talento militar:
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de
salvar un mundo entero de la esclavitud.

¡Soldados! Los enemigos que vais a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues serán
dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz, hija de la victoria, y aún la Europa
liberal os contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La
burlaréis? No. No. Vosotros sois invencibles.

El ejército libertador continuó su avance hacia el sur, bordeando el lago Junín (llamado


también Chinchaycocha o de los Reyes). Canterac se enteró tarde del avance patriota pues
no contaba con un buen servicio de espionaje y decidió salir al encuentro del adversario,
partiendo de Jauja el 10 de agosto con 7.000 hombres de infantería y 1.300 de caballería, en
dirección a Cerro de Pasco. Al llegar allí, se sorprendió al saber que Bolívar marchaba hacia
Jauja por el lado izquierdo del lago, para cerrarle el paso. Temeroso de que los patriotas le
cortaran la retirada hacia sus bases, Canterac ordenó inmediatamente la contramarcha.
El 5 de agosto Canterac se encontraba en Carhuamayo, en la margen oriental del lago,
mientras Bolívar se encontraba más o menos a la misma altura, en la margen occidental del
mismo. El español ordenó apurar la retirada para adelantarse al Libertador.
Al amanecer del 6 de agosto ambos adversarios convergían al extremo sur del lago sobre la
ciudad de Reyes (hoy Junín). La infantería realista, más ligera, atravesó la pampa llamada
Junín, que se encuentra al sur de dicha ciudad, dos horas antes que aparecieran los patriotas.

Batalla de Junín[editar]
Artículo principal: Batalla de Junín

La Batalla de Junín.

Eran las dos de la tarde del 6 de agosto de 1824 cuando Bolívar llegó a la pampa de Junín y
observó que la infantería realista ya había pasado y que sólo la caballería realista, que iba a
retaguardia, se encontraba a la vista, en medio de una inmensa polvareda. Por su parte, la
caballería patriota, de 900 efectivos, que venía a la vanguardia de su ejército, convergía en
esos momentos por la quebrada de Chacamarca, mientras su infantería se encontraba todavía
distante, como a 5 km al norte.
Bolívar quiso entonces evitar que Canterac huyera y ordenó a su caballería que atacara al
ejército realista, para dar tiempo a que llegara la infantería patriota. Desde los altos de la
quebrada de Chacamarca se lanzaron los escuadrones patriotas al llano, al mando del
general Mariano Necochea.
Canterac, confiado en la superioridad numérica de su caballería, ordenó a ésta que frenara a
los patriotas, poniéndose él mismo a la cabeza, mientras que su infantería continuaba su
marcha al sur. Los patriotas no pudieron desplegar completamente sus escuadrones por lo
malo del terreno, que era un espacio angosto entre un cerro y un pantano, mientras que la
caballería realista, en terreno más propicio, desplegaba sus líneas y atacaba también. A las
cuatro de la tarde se produjo el choque, que fue muy violento. Los patriotas comenzaron a
retroceder, perseguidos por los realistas. El mismo Necochea fue herido siete veces y todo
indicaba que la refriega culminaría en derrota para los patriotas. Fue entonces cuando el
escuadrón Húsares del Perú, que se encontraba en la reserva al mando del teniente coronel
argentino Isidoro Suárez, recibió la orden de cargar sobre los realistas por la espalda. Fue el
ayudante del primer escuadrón, mayor José Andrés Rázuri, quien transmitió esa orden,
supuestamente venida del mismo Bolívar, lo que no era cierto. Rázuri, natural de San Pedro
de Lloc (en el departamento de La Libertad), cambió la orden original que era de retirada; y
esta audaz decisión fue la que cambió la historia, al trocarse una segura derrota patriota por
una victoria espléndida.
La carga de los Húsares del Perú desorientó a los realistas y dio tiempo para que los
perseguidos patriotas se rehicieran y volvieran a la lucha. Luego de cuarenta y cinco minutos
de feroz combate solo con arma blanca (sable y lanza), los patriotas obtuvieron el triunfo.
Bolívar, que ya daba por descontada la derrota y se había alejado del campo, recibió de
pronto el parte enviado por Guillermo Miller en que se anunciaba la victoria. El Libertador
estalló en alegría y dispuso desde entonces rebautizar a los Húsares del Perú como
los Húsares de Junín.

Campaña de Ayacucho[editar]
El avance patriota hacia el sur[editar]
Canterac, luego de la Batalla de Junín, perseguido por los montoneros de los coroneles
Marcelino Carreño, Otero, Terreros, por el comandante Peñaloza, por el mayor Astete, tomó
rumbo sur por las orillas del río Mantaro. Cruzó el puente de Izcuchaca, y se dirigió por el río
Pampas al Cusco, donde lo esperaba el virrey La Serna. En su retirada, el general Canterac,
perdió 3.000 soldados, entre rezagados, desertores, enfermos y extraviados. Además,
quedaron abandonados almacenes, armas y municiones.
Mientras el general Canterac seguía su fuga al sur hacia el Cusco, el itinerario de Bolívar era
el siguiente: el día 7 de agosto de 1824 estuvo celebrando la victoria de Junín en el poblado
de Reyes (hoy, Junín), el 8 de agosto estuvo en Tarma, el 12 de agosto en Jauja, el 14 de
agosto en Huancayo y el 24 de agosto en Huamanga. Llegó hasta Andahuaylas de donde
retornó el 6 de octubre. Ordenó a Carreño que hostilice permanentemente a Canterac. Delegó
el mando del ejército patriota al general Antonio José de Sucre. Con su cuartel general en
Jauja, encargó al general Andrés de Santa Cruz la jefatura de todos los montoneros de la
sierra central. Luego, acompañado sólo de su escolta, se dirigió a Lima. El 15 de agosto, en
Huamanga, había designado a su gabinete ministerial que lo conformaban: José Faustino
Sánchez Carrión, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores; coronel Tomás de Heres,
ministro de Guerra y Marina e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda.
Bolívar llegó a Chancay en el mes de noviembre de 1824, ingresando a Lima el 7 de
diciembre de ese año. Inmediatamente ordenó el sitio del Callao con el objetivo de rendir a las
tropas de Rodil, que estaban acantonadas en la Fortaleza del Real Felipe.
Mientras, la situación en el ejército realista es descrita así por el general García Camba:
«Este ejército brillante y animoso al principio de agosto, se hallaba ahora en el estado más lamentable;
no sólo había visto abatir la merecida fama de su caballería en los mahadados campos de Junín; no
sólo había perdido con pasmosa celeridad una gran parte de sus provincias de Tarma y Lima, las
de Huancavelica y Huamanga completas, parte del Cusco, todos sus almacenes, muchas armas,
municiones, efectos de parque y sobre todo, 3,000 infantes por deserción, sino que en poco más de un
mes había alcanzado un grado de abatimiento moral apenas concebible… Carreño cubría con todos los
montoneros el país entre Abancay y el Apurímac»

(Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú: 1809 – 1812).

El general Antonio José de Sucre se preparó para la campaña final. Estando en Andahuaylas,
reunió a su Estado Mayor ante los informes de que el realista Jerónimo Valdez había llegado
al Cusco con un fuerte contingente, poniéndose a órdenes del virrey La Serna. Sucre, en una
inspección, llegó a Mamara. En este pueblo envió una avanzada al mando del general Miller
para espiar al enemigo. Miller regresó el 30 de octubre y le informó que los colonialistas
estaban a sólo 36 km. Sucre, entonces, ordenó el repliegue al noroeste.

El contingente y las armas de ambos ejércitos[editar]

El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

La Serna, convencido de la cercanía de la batalla decisiva, había formado un ejército


poderoso con 10 mil soldados, la mayor parte mestizos de “habla quechua”, criollos, negros,
pardos e indios portadores. Dicho ejército disponía de 14 batallones de infantería, 2 brigadas
de caballería y 14 piezas de artillería. La Serna comandaba la caballería. Valdez iba a la
vanguardia con una división de infantería. Las otras dos estaban comandadas por Canterac y
Monet.
El ejército patriota unido, tenía unos 7.000 soldados, más los montoneros. El ejército regular
estaba disperso y los montoneros hacían tareas militares de «cobertura, enlace y apoyo».

La marcha hacia los campos de Ayacucho[editar]


Dada la presencia de Valdez cerca de Andahuaylas, Sucre replegó su ejército hacia
Huamanga, por las orillas del río Pampas, reagrupando sus fuerzas, sin apuro alguno. Por el
contrario, La Serna, que había dispuesto a sus tropas andar a marchas forzadas, para ganar
posiciones, llegó a Huamanga el 16 de noviembre de 1824.
El 24 de noviembre, ambos ejércitos marcharon a ambas orillas del río Pampas, teniéndose a
la vista. Desde ese día, ya no se perdieron de vista. La tropa patriota iba de pueblo en pueblo,
alentada por los montoneros, era recibida y ayudada efusivamente por sus habitantes. En
cambio la tropa realista, iba eludiendo todo contacto con los pobladores de los pueblos por
donde pasaba, cuidado de esta manera el desbande de las tropas. El general Guillermo Miller
en sus Memorias, afirmó:
“En cualquier punto donde hacían alto, los cuerpos acampaban en columna y ponían alrededor un
círculo de centinelas de los soldados de más confianza; además de estos centinelas, un gran número de
oficiales estaban siempre de servicio, y ningún soldado podía salir de la línea de ellas, con cualquier
pretexto que fuese. Por la misma razón era muy opuesto el virrey a enviar partidas en busca de ganado,
porque en tales ocasiones era segura la deserción. La consecuencia de este sistema fue que durante el
avance rápido de los realistas sufrieron mucho más por falta de provisiones que los patriotas, tanto que
el 3 de diciembre se vieron obligados a comer carne de caballo, mula y borrico”.

La batalla de Corpahuaico o Matará[editar]


Artículo principal: Batalla de Corpahuaico

El 3 de diciembre de 1824, en las cercanías de Corpahuaico o Matará hubo una escaramuza


entra las retaguardias, con consecuencias militares nada favorables para los patriotas. En las
fuerzas patriotas que estaban al mando del general Guillermo Miller, se contaron 300 muertos;
mientras que en el sector realista, a órdenes del general Jerónimo Valdez, se hallaron 30
muertos. Además, los patriotas perdieron buena parte de su parque y artillería.
Pero a decir de entendidos, en el aspecto estratégico fue provechoso este resultado para los
patriotas, porque la derrota los animó, mientras que se ahondó la crisis moral entre los
realistas, a tal extremo que ese mismo día 15 soldados que habían sido reclutados por Valdez
en el Alto Perú, se pasaron a las filas de Sucre y le informaron el debilitamiento moral en que
se encontraban las filas enemigas; «casi están como prisioneros», dijeron.

Movimientos preliminares[editar]
Desde el día 4 de diciembre, ambos ejércitos marcharon separados por un abismo. Los
patriotas pasaron por Huaychao el día 5, y el 6 llegaron sus avanzadas un poco más al norte
de La Quinua. Los realistas tomaron la ruta de Huanta, por Paccaicasa. El día 6, acamparon
en Huamanguilla; la idea del virrey era cortar todo repliegue a Sucre. El 7 de diciembre, cada
ejército hizo los aprestos para la batalla, tratando de encontrar la mejor ubicación. El día 8
hubo algunos choques entre patrullas.

Batalla de Ayacucho y la liberación de América[editar]

La Batalla de Ayacucho.

Dispuestos a entablar la batalla definitiva, los realistas ocuparon las faldas del cerro
Condorcunca y los patriotas se desplegaron en la Pampa de la Quinua. Los primeros
contaban con 9.310 hombres y los segundos con 5.580.
La Pampa de la Quinua se ubica a 12 km de la ciudad de Huamanga; los indígenas la
denominan Ayacucho. Es un área de suave declive que prolonga las faldas del cerro
Condorcunca (cuello de cóndor), montaña que se destaca en el Ande de esa región.
Descendiendo de las faldas de este cerro de este a oeste y continuando por la pampa, que
tiene una longitud de 1,600 m, se llega al pueblo de artesanos de La Quinua, situado al
término de la pendiente. En la parte más ancha la pampa tiene 600 m y se encuentra limitada
al norte por un barranco, y al sur por una abrupta quebrada. En la época de la batalla y a
mitad de la pampa, existían enormes piedras, producto de avalanchas o lloclla, que cortaba el
campo de norte a sur.
El virrey La Serna formó su ejército de la siguiente manera:

 La división Valdés, a la derecha del Condorcunca.


 La división Monet, al centro.
 La división Villallobos, a la izquierda, con un escuadrón de caballería a su flanco.
Colocó su artillería en la cumbre, la misma que debía actuar no bien la infantería le concediera
el terreno apropiado en el llano. Si bien constaba de 14 piezas, solo seis funcionaron, pues el
resto se hallaba desmontado. Los realistas contaban, en teoría, con una buena posición
estratégica.
Sucre, por su parte, formó así:

 La división La Mar (legión peruana), a su izquierda, frente a Valdés.


 La división Lara (colombiana), al centro y un poco a retaguardia, junto con la
caballería.
 La división Córdova (colombiana), a la derecha, frente a Villalobos.
Su única artillería era un cañón de a cuatro. El jefe de Estado Mayor era el general Agustín
Gamarra (peruano). El jefe de la caballería era Guillermo Miller.
Al amanecer del 9 de diciembre de 1824 todo estaba listo para librarse la batalla final por la
independencia de la América española. Efectivamente, las fuerzas del virrey La Serna
constituían el último ejército español que aún se batía en el continente bajo las banderas del
rey de España. Sucre arengó a sus soldados con estas palabras:
«De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur, otro día de gloria va a coronar vuestra
admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!»

El plan de los realistas, concebido por el general Valdés, consistía en que éste mismo
empezara embistiendo contra la izquierda patriota, es decir, contra la Legión Peruana, para
hacerla retroceder y envolverla, pasando enseguida a atacar por el flanco y la retaguardia al
resto del ejército patriota. Simultáneamente, Villalobos atacaría contra la derecha patriota,
mientras Monet lo haría por el centro, para atrapar al adversario y liquidarlo en una especie de
operación de tenazas.
La batalla se inició a las diez de la mañana. Como consecuencia del plan seguido por los
españoles, la Legión Peruana de La Mar fue la que afrontó el ataque más fuerte de los
realistas, a manos de la división Valdés. La Mar y sus bravos soldados resistieron a pie firme,
pero cuando empezaron a ceder y requerir auxilio, Sucre les envió dos batallones para
sostenerlos. La Legión Peruana pudo entonces contener a Valdés, lo que fue un hecho crucial
para el resultado final de la batalla.
Al mismo tiempo, Sucre ordenó avanzar al bravo Córdova, quien al grito lacónico de
«¡Adelante! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!», y convenientemente reforzado por la
caballería, inició el ataque y desorganizó la izquierda realista al mando de Villalobos, llegando
arrolladoramente hasta la mitad del Condorcunca en donde colocó la bandera colombiana.
Al ataque de la caballería española, respondieron sable en mano la caballería de Miller.
Empezó entonces el repliegue de los realistas. Canterac no consiguió rehacer la línea. La Mar
se repuso y, a su vez, avanzó contra Valdés, quien resistió desesperadamente. El virrey La
Serna, que bregó en el campo, resultó herido y cayó prisionero. Canterac asumió entonces el
mando.
La batalla terminó en la cima del Condorcunca a la una de la tarde, con una completa victoria
de los independientes.
Los realistas tuvieron 1.800 muertos y 700 heridos, quedando prisioneros entre 3.000 y 2000
combatientes. Los patriotas tuvieron 370 muertos y 609 heridos. La cuarta parte de los
combatientes resultaron muertos o heridos, lo que nos da una idea de la fiereza de la lucha. A
Canterac, Valdés y a los altos jefes españoles, no les quedó otro recurso que aceptar la oferta
de honrosa capitulación que La Mar les hizo llegar.
En teoría, en Ayacucho combatieron en filas patriotas unos 4.000 colombianos y unos 1.500
peruanos (más una escasa fracción de chilenos y rioplatenses). Sin embargo, hay que tener
en cuenta que las bajas en los escuadrones o batallones colombianos eran cubiertas con los
naturales del país, por lo que el número de peruanos debió ser más elevado.

La Capitulación de Ayacucho[editar]

Capitulación de Ayacucho, óleo del pintor peruano Daniel Hernández.

A pesar que la firma de la Capitulación de Ayacucho, tiene fecha 9 de diciembre de 1824, la


realidad es que las deliberaciones duraron dos días, sellándose definitivamente con este
documento la independencia de América. En esta Capitulación se establece la rendición de
los realistas. Con este objetivo, se acordó la formación de comisiones mixtas para la
transferencia del poder y de la administración y para la entrega de todas las instalaciones
militares, con sus parques, maestranzas, almacenes, caballos y demás instrumentos y
armamento, desde los Castillos del Callao y Ayacucho hasta Desaguadero.
La segunda parte de la Capitulación establece una serie de concesiones a los realistas. Por
ejemplo, a todos los militares realistas que pretendieran regresar a España se les pagaría el
pasaje correspondiente. Mientras permanecieran en el Perú, el gobierno patriota debería
pagar por lo menos la mitad de sus sueldos. Las propiedades muebles e inmuebles de los
españoles residentes en Perú, serían respetadas, así como sus grados militares, pudiendo ser
asimilados al Ejército del Perú. El gobierno peruano, también se comprometió a pagar todo el
gasto que habían hecho los realistas en la manutención de la campaña militar contra los
patriotas.
Consecuencias de la capitulación[editar]
Las consecuencias de la Capitulación de Ayacucho, fueron varias; pero las más saltantes,
son:

 1º La Independencia del Perú y de toda América.


 2º Desaparición del ejército realista, que había permanecido durante 14 años como
una poderosa cuña, apuntando y amenazando la reciente y precaria independencia de los
países americanos que lo hicieron antes de 1821.
 3º España, finalmente, a pesar de haber sido derrotada, logró hacer que se le
reconozca “gastos de guerra” (la llamada deuda de la Independencia, que el Perú nunca
pagaría).

Campaña del Alto Perú[editar]


Artículo principal: Campaña de Sucre en el Alto Perú

Luego de firmada la Capitulación de Ayacucho, las fuerzas realistas que ocupaban el sur del
territorio peruano, entre Cusco, Arequipa y Puno se fueron entregando a las fuerzas
independientes. El 14 de diciembre de 1824, el general Sucre ingresó al Cusco. Francisco de
Paula Otero, primero y Lara, después, tomaron Arequipa.
Pero en el Alto Perú se encontraba el general español Pedro Antonio Olañeta, quien no
aceptó la Capitulación y anunció su deseo de seguir batiéndose bajo la bandera de España.
Sucre abrió entonces campaña en dicho territorio, contando con la colaboración del
general Arenales quien, en su calidad de gobernador de la provincia argentina de Salta, se
aprestó a atacar por esta región. Sin embargo, no hubo necesidad de mayor lucha, puesto que
en la batalla de Tumusla, los propios oficiales realistas dieron muerte a Olañeta, el 2 de abril
de 1825. Así finalizó la campaña independentista en el Alto Perú.

Rendición de los Castillos del Callao[editar]


Artículo principal: Segundo sitio del Callao

La Fortaleza del Real Felipe, conocida también como los Castillos del Callao, fue el último reducto
español en Sudamérica.

Otro militar español que se negó a acatar los términos de la capitulación fue José Ramón
Rodil quien, al mando de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao, se mantuvo tercamente leal
al rey de España. Como recordaremos, dicha fortaleza había vuelto a poder realista en febrero
de 1824. Bolívar acentuó el sitio de dicho bastión, cortándole todo género de suministros,
tanto por tierra como por mar. Tras meses de empecinada resistencia, recién el 23 de
enero de 1826, Rodil aceptó capitular, entregando la Fortaleza al gobierno peruano. De 6 mil
refugiados, entre militares y civiles, salieron después de la rendición, 2.400. Fueron los únicos
sobrevivientes de una acción desesperada por conservar el colonialismo. De ese grupo, sólo
400 eran militares. El general Rodil, el último paladín de los realistas en Sudamérica, se
embarcó hacia España en la fragata inglesa Briton. De esta manera culminaba el proceso
independentista de la América española.

Prórroga de la dictadura de Bolívar[editar]


Al conocerse en Lima el triunfo de Ayacucho, el júbilo fue indescriptible y los homenajes a
Bolívar se pusieron de manifiesto, tanto de parte de la clase alta, como del pueblo. Pasada la
euforia triunfalista, Bolívar convocó al Congreso que no se reunía desde el año anterior.
Iniciadas las sesiones parlamentarias el 10 de febrero de 1825, renunció a la Dictadura, pero
el Congreso, considerando que la guerra aún no había finalizada (resistían aún Olañeta y
Rodil), le prorrogó las facultades de Dictador. Luego, el Congreso se autodisolvió el 10 de
marzo de dicho año.

Viaje triunfal de Bolívar hacia el Alto Perú[editar]


Bolívar decidió emprender viaje hacia el Alto Perú. El 10 de abril de 1825 inició la marcha,
recibiendo en el trayecto las aclamaciones y homenajes de los pueblos. Reproducimos a
continuación el notable discurso que José Domingo Choquehuanca pronunció en elogio del
Libertador, cuando éste arribó a la localidad de Azángaro:
Quiso Dios de salvajes formar un gran imperio y creó a Manco Cápac. Pecó su raza y mandó a Pizarro.
Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la América y os ha enviado a vos. Sois pues el
hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho antes se parece a lo que habéis hecho, y para
que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado cinco
repúblicas, que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestro nombre a donde
ninguno ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina.

Prórroga de la Dictadura de Bolívar[editar]


Después de la victoria de Ayacucho, Bolívar convocó al Congreso peruano, que se encontraba
en receso desde el año anterior. La reunión de los congresistas tuvo lugar el 10 de febrero de
1825 y ante ellos, Bolívar renunció al mando (o simuló que lo hacía). Renuncia que no fue
aceptada, pues los parlamentarios consideraron que su labor no estaba concluida, al subsistir
todavía un foco realista en el Perú (los castillos del Callao). De modo que el Congreso decidió
prorrogarle el mando, luego de lo cual, se autodisolvió el 10 de marzo de 1825.
En general, la prórroga de la Dictadura bolivariana no fue bien recibida por la ciudadanía.
Consideraban que la misión de Bolívar había concluido con la Capitulación de Ayacucho y que
correspondía a los peruanos hacerse cargo del gobierno. Pero un sector de la ciudadanía,
encabezados por los políticos conservadores, argumentaba que era necesario un gobierno
fuerte, para evitar que la naciente República cayera en la anarquía.
Bolívar no estuvo permanentemente en el poder, pues lo dejó encargado al Presidente del
Consejo de Gobierno, desde el 24 de febrero de 1825, aunque siguió dando decretos, hasta el
3 de septiembre de 1826, cuando retornó a Colombia. Su autoridad se mantuvo nominalmente
hasta el 27 de enero de 1827, cuando se produjo el fin de su influencia en el Perú.
Colaboraron con Bolívar, en calidad de ministros: José Faustino Sánchez Carrión, José María
de Pando, Hipólito Unanue, entre otros. Otro de sus colaboradores fue el jurista Manuel
Lorenzo de Vidaurre, que luego se convirtió en su opositor.
Un episodio sombrío que ocurrió a inicios de 1825, fue el asesinato de Bernardo de
Monteagudo, el antiguo ministro de San Martín, que había regresado al Perú para ponerse al
servicio de Bolívar. Una versión atribuyó la autoría intelectual de dicho crimen a Faustino
Sánchez Carrión, quien meses después falleció también, aparentemente víctima de una
enfermedad, aunque no faltó quien lo atribuyera a un envenenamiento. Dos muertes rodeadas
de misterio, que algunos quisieron involucrar al mismo Libertador.

Establecimiento del Escudo y la Bandera definitiva de la


República[editar]

Armas nacionales del Perú según la ley de 1825.

Por ley promulgada el 25 de febrero de 1825, se fijó en forma definitiva, la Bandera y


el Escudo de Armas del Perú.
La Bandera:
«El pabellón y bandera nacional se compondrá de tres fajas verticales; las dos extremas encarnadas y
la intermedia blanca, en cuyo centro se colocará el escudo de las armas con su timbre, abrazado aquél
por la parte inferior de una palma a la derecha y una rama de laurel a la izquierda, entrelazadas».

El Escudo:
«Las armas de la Nación Peruana constarán de un, escudo dividido en tres campos, uno azul celeste, a
la derecha, que llevará una VICUÑA mirando al interior; otro blanco a la izquierda, donde se colocará el
árbol de la QUINA; y otro rojo inferior y más pequeño en que se verá una CORNUCOPIA derramando
monedas, significándose con estos símbolos, las preciosidades del Perú en los tres reinos naturales. El
escudo tendrá por timbre una corona cívica vista de plano; e irá acompañada en cada lado de una
bandera y un estandarte de los colores nacionales, señalado más adelante».

El autor del Escudo fue el diputado por Lima y Presidente del Congreso, José Gregorio
Paredes.

Nacimiento de Bolivia[editar]
Véase también: Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú
Grabado que representa una de las sesiones del Congreso de Chuquisaca, que decidió la creación de
Bolivia.

Consumada la independencia del Alto Perú en 1825, esta región quedó en la disyuntiva de
incorporarse a las Provincias Unidas de Río de la Plata (pues había formado parte del
Virreinato del Río de la Plata) o de mantener la adhesión al Perú (pues había retornado al
Virreinato del Perú en 1809, por obra del virrey José Fernando de Abascal). Los partidarios
para su anexión a uno u otro eran numerosos. Surgió entonces una tercera posición que
encarnaba la idea de que el Alto Perú debía de formar una república nueva.
En esta situación, el Congreso Peruano, en asamblea del 23 de febrero de 1825, acordó dejar
en libertad a los altoperuanos para que resolvieran lo conveniente. Lo propio hizo el Congreso
de Río de la Plata. El mariscal Antonio José de Sucre, que había asumido el gobierno en el
Alto Perú, convocó a un Congreso en Chuquisaca, empezando las deliberaciones el 10 de
julio de 1825. El 6 de agosto del mismo año, dicho Congreso acordó casi por unanimidad la
independencia del Alto Perú, que en adelante se llamaría República Bolívar. El Libertador, que
poco después llegó en paseo triunfal, aprobó el nacimiento del nuevo Estado y a petición de
los mismos altoperuanos, les empezó a redactar su primera Constitución, la misma que
sometió para su aprobación al Congreso. El nombre de la flamante república, quedó
definitivamente establecida como "Bolivia". La Constitución, denominada Vitalicia, pues
contemplaba un Presidente de carácter vitalicio (que debía ser el mismo Bolívar) fue
sancionada el 6 de noviembre de 1826 y Sucre salió elegido como primer Presidente de la
República, cargo que aceptó por solo dos años.

El frustrado Congreso Peruano de 1826[editar]


El 20 de mayo de 1826, Bolívar expidió un decreto en Arequipa convocando a un Congreso
General, que se reuniría en Lima el 10 de febrero de 1826, es decir, a un año exacto de la
prórroga de sus facultades dictatoriales. Su intención era que este Congreso aprobase para el
Perú la misma Constitución que se discutía en Bolivia. La elección de los miembros del
Congreso correspondía, según lo establecido en la Constitución de 1823, a los Colegios
Electorales de provincias, compuesto por los electores de las parroquias. Pese a la presión del
gobierno, fueron elegidos algunos diputados liberales y antibolivarianos, entre los que
destacaban los representantes de Arequipa, los clérigos Francisco Xavier de Luna
Pizarro y Francisco de Paula González Vigil. Esto provocó la ira de Bolívar, que en carta
dirigida a Antonio Gutiérrez de La Fuente (entonces prefecto de Arequipa) se quejó de los
«malditos diputados» que había enviado su jurisdicción, pidiéndole que hiciera algo por
cambiarlos. Presionado por la reacción de Libertador, el Consejo de Gobierno desconoció las
credenciales de aquellos diputados, quedando así amputada la minoría liberal.
Finalmente, el Congreso no llegó a reunirse y solo se quedó en las Juntas Preparatorias, pues
los mismos diputados solicitaron a Bolívar que aplazara la convocatoria hasta el año siguiente.
Bolívar aceptó complacido, diciendo que prefería la opinión del pueblo a la opinión de los
sabios, en lo concerniente a la aprobación de la Constitución.
La Constitución Vitalicia[editar]
Artículo principal: Constitución Política del Perú de 1826

La llamada Constitución Vitalicia redactada por Bolívar para Bolivia, se trataba, en realidad, de
una adaptación, con algunas enmiendas, de la Constitución Napoleónica del año VIII.
Reconocía la división de cuatro poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral.
El Ejecutivo, estaba integrado por un Presidente vitalicio con facultad de designar a su
sucesor; un Vice-presidente y tres ministros. El Legislativo, residía en tres cámaras: Tribunos,
Senadores y Censores. El Poder Judicial, se ejercía por la Corte Suprema y demás tribunales
de justicia. El Electoral, estaría compuesto por electores nombrados por ciudadanos en
ejercicio.
Esta Carta Política fue sometida también al Perú, pero como el Congreso de 1826 no logró
reunirse, fue sometida su aprobación a los Colegios Electorales de la República, que así lo
hicieron, excepto el de Tarapacá.

Planes federativos de Bolívar[editar]


Véase también: Congreso de Panamá

Monumento en la ciudad de Panamá en honor al Libertador Simón Bolívar por el Centenario del


Congreso Anfictiónico.

El más caro deseo de Bolívar era la de reunir a todos los Estados americanos en una sola
gran confederación, para lo cual convocó al Congreso de Panamá que se instaló el 22 de junio
de 1826. Sin embargo, este primer paso para lograr la unidad americana fracasó
estrepitosamente. Entonces, al verse contrastado por la realidad, Bolívar se limitó a su plan
mínimo, que era el de reunir solamente a los pueblos liberados por él, para lo cual esbozó dos
planes, a saber:

 La Federación Perú-Boliviana.— En realidad la Constitución Vitalicia, jurada tanto en


Bolivia como en el Perú, no era sino un paso para realizar la federación de ambos
pueblos. Ya antes, a mediados de 1826, el Perú había enviado a Bolivia a Ignacio Ortiz de
Zevallos con el encargo de firmar el tratado de federación, lo que se efectuó el 31 de
diciembre del mismo año, con el nombre de Federación Boliviana, que tendría como Jefe
Vitalicio a Bolívar y un Congreso General con nueve diputados por cada Estado. Se
acordó también gestionar la inclusión de Colombia en la Federación. Este tratado no llegó
a ser aprobado por el Congreso del Perú.

 La Federación de los Andes.— Aunque no llegó a precisar bien este proyecto, el


sueño evidente de Bolívar era reunir a todos los pueblos que había liberado (Venezuela,
Cundinamarca o Colombia, Perú y Bolivia), en un solo gran Estado del cual él sería
supremo gobernante vitalicio. Este proyecto originó también fuerte resistencia y terminó
por fracasar cuando Colombia se negó a aprobar la Constitución Vitalicia y, por
consiguiente, a integrar la Federación de los Andes.
Oposición a la dictadura bolivariana[editar]
Los más enconados opositores a la dictadura de Bolívar fueron los liberales peruanos, uno de
cuyos líderes era el clérigo Luna Pizarro, que fue desterrado a Chile. En general, en el país se
desencadenó una reacción contra el Libertador y contra las tropas colombianas, lo cual se
hacía más visible entre los antiguos partidarios de Riva Agüero y los oficiales argentinos que
habían venido con San Martín. No era para menos, pues los colombianos actuaban como
tropas de ocupación, cometiendo tropelías y pillajes contra la población, sumado al desprecio
con que trataban a sus pares peruanos del ejército. El descontento entre las tropas peruanas
se evidenció con la sublevación de dos escuadrones del regimiento Húsares de Junín,
en Huancayo, que terminó con el fusilamiento del teniente Silva; y con una conspiración en
Lima, que culminó con la ejecución de teniente Aristizabal.
Un suceso luctuoso aumentó más la animadversión hacia Bolívar: la ejecución de Juan de
Berindoaga, noble limeño, acusado injustamente de traición. Bolívar hizo oídos sordos a los
pedidos de perdón para Berindoaga, permitiendo su fusilamiento, que se consumó en la Plaza
Principal de Lima, el 15 de abril de 1826. Al aparecer, Bolívar quiso con este hecho
escarmentar a la aristocracia limeña, que le era desafecta.
La oposición se extendió aun hasta la patria del Libertador, Venezuela, donde el guerrillero
general José Antonio Páez, se sublevó y proclamó la separación y autonomía de esa región.
En Colombia el movimiento era similar, puesto que el vicepresidente Francisco de Paula
Santander se opuso a la aprobación de la Constitución Vitalicia y a los planes de federación.
Todo ello convenció al Libertador a retirarse del Perú y retornar a su patria.

Retiro de Bolívar del Perú[editar]


El 1º de setiembre de 1826, el mismo día en que se celebraba el tercer aniversario de su
llegada al Perú, anunció Bolívar su retiro definitivo, mas al ruego insistente de algunas damas
de la sociedad limeña, prometió quedarse, pero el 3 de ese mes se embarcó en el
bergantín Congreso, rumbo a la Gran Colombia, donde calmó los ánimos, aunque por breve
tiempo.

El Consejo de Gobierno[editar]
Con el retiro de Bolívar del Perú, no terminó la influencia bolivariana en este país, ya que
quedó en el mando supremo el Consejo de Gobierno presidido por el general Andrés de Santa
Cruz y apoyado por las fuerzas colombianas al mando del general Jacinto Lara. La misión
fundamental de este Consejo, por encargo de Bolívar, era la promulgación de la Constitución
Vitalicia.
El 9 de diciembre de 1826, conmemorando el segundo aniversario de la Batalla de Ayacucho,
fue jurada solemnemente, en ambas repúblicas, Perú y Bolivia, la llamada Constitución
Vitalicia, como Ley Fundamental para los dos países, a cuya cabeza se encontraba la figura
suprema del Libertador, como gobernante vitalicio. En Lima la ceremonia fue opaca, en medio
de la indiferencia y el rechazo popular. Se dice que se arrojaron monedas a los presentes,
obligándoles a que gritaran «¡Viva la Constitución! ¡Viva el Presidente vitalicio!». Pero algunos
burlonamente respondieron: «¡Viva la plata!».

La sublevación de enero de 1827. Fin de la influencia


bolivariana[editar]
La oposición al régimen bolivariano se hacía cada día más fuerte e insistente debido,
principalmente, a la acción de los liberales. En medio de ese ambiente caldeado, los mismos
soldados colombianos acantonados en Lima, descontentos por el incumplimiento en sus
pagos, se amotinaron el 26 de enero de 1827, apresando a Lara y a otros oficiales. Esto fue
aprovechado por los liberales peruanos dirigidos por Manuel Lorenzo de Vidaurre y Francisco
Javier Mariátegui, para salir a las calles, incitando a los ciudadanos a reunirse en Cabildo
Abierto para pronunciarse contra el régimen vitalicio. El Cabildo, reunido el día 27, tomó
medidas trascendentes: abolió la Constitución Vitalicia (al considerar que había sido aprobada
de manera ilegal por los colegios electorales, pues estos carecían de facultades para ello),
restauró la Constitución de 1823 y acordó llamar a Santa Cruz, que se encontraba
en Chorrillos, para que se hiciera cargo del nuevo gobierno, con la exigencia de reunir en el
plazo de tres meses a un Congreso Constituyente, que debería elegir al presidente del Perú y
sancionar una nueva Constitución. Santa Cruz así lo prometió y asumió el gobierno peruano.
El 30 de enero de 1827, el general Jacinto Lara y los demás jefes colombianos se embarcaron
rumbo a su patria. En el mes de marzo lo hicieron el resto de sus tropas. La influencia
bolivariana en el Perú llegó así a su fin.

Gobierno de la Junta de Gobierno (1827)[editar]

El general Andrés de Santa Cruz, presidente de la Junta de gobierno de 1827.

Quedó instalada una Junta de Gobierno, presidida por Santa Cruz e integrada por Manuel
Lorenzo de Vidaurre, José de Morales y Ugalde, José María Galdeano y el general Juan
Salazar.
En cumplimiento con el acta del Cabildo, Santa Cruz decretó el 28 de febrero de 1827, la
convocatoria de un Congreso General Constituyente, con arreglo a la carta constitucional de
1823, y cuya misión sería decidir sobre la Constitución a implantarse, así como la elección del
Presidente de la República. Se dio cumplimiento a la convocatoria sin dificultades, pues el
pronunciamiento de Lima fue secundado pacíficamente en el resto del país y las tropas
colombianas se retiraron de igual manera, de vuelta a su patria.

Instalación del Congreso Constituyente[editar]


El Congreso General Constituyente del Perú (el segundo de la historia republicana peruana)
se instaló el 4 de junio de 1827, con 83 diputados elegidos por provincias, incluyendo a
Maynas (territorio que ya por entonces reclamaba Bolívar como parte de la Gran Colombia).
Su primer presidente fue el clérigo liberal Francisco Xavier de Luna Pizarro. En armonía con el
decreto que le diera origen, este Congreso derogó la Constitución Vitalicia, repuso en parte la
Constitución de 1823 e inició la discusión de una nueva carta política.

Elección del Presidente José de la Mar[editar]


El mismo día 9 de junio en que fue instalado el Congreso, este aprobó una ley por el cual se
arrogaba la potestad de elegir al Presidente y al Vicepresidente de la República, en propiedad
y no provisionalmente, ya que, según su punto de vista, así convenía a la seguridad de la
República. Luna Pizarro impulsó la candidatura del mariscal José de La Mar, pues lo veía
como un militar idóneo para el gobierno republicano, por ser una persona desafecta al
militarismo y al caudillaje. La Mar había sido elegido diputado por Huaylas, pero se hallaba
entonces en Guayaquil, como Jefe Político y Militar de dicha plaza (perteneciente a la Gran
Colombia). Otro grupo de diputados auspició la candidatura del general Andrés de Santa Cruz.
Pero sorpresivamente, Luna Pizarro anunció que ese mismo día, 9 de junio, se haría la
elección en sesión permanente. La Mar triunfó con 58 votos, mientras que Santa Cruz obtuvo
29. Este último quedó muy disgustado con este resultado, que consideró ilegal, convirtiéndose
así en opositor del nuevo gobierno.

Gobierno de José de la Mar (1827-1829)[editar]

José de La Mar, Presidente de la República del Perú (1827-1829). Fue el primer mandatario
constitucional del Perú libre ya de toda influencia extranjera.
La Mar, que se hallaba en Guayaquil, fue informado de su elección, debiendo entonces partir
hacia el Perú. Se dice que lo hizo de mal grado, pues detestaba el poder; aunque
posiblemente también por su salud delicada (sufría al parecer de un mal hepático). Mientras
duraba su llegada, asumió el mando interino el vicepresidente Manuel de Salazar y Baquíjano.
El 22 de agosto asumió por fin La Mar sus funciones como Presidente Constitucional del Perú.
El gobierno de La Mar fue el primero del Perú libre de toda influencia extranjera. Ya desde sus
primeros meses, tuvo que sofocar tres conspiraciones:

 La primera (diciembre de 1827), donde aparecieron complicados el jurista Manuel


Lorenzo de Vidaurre (uno de los sostenedores de la candidatura de Santa Cruz) y el
guerrillero Ignacio Quispe Ninavilca.
 La segunda, promovida por el coronel Alejandro Huavique (23 de abril de 1828), fue
sofocada por el entonces sargento mayor Felipe Santiago Salaverry, quien dio muerte al
conspirador.
 La tercera (mayo de 1828), dio origen a la dispersión de numerosos oficiales en
apartadas guarniciones de provincia.
Estas conspiraciones fueron atribuidas a las intrigas de Santa Cruz, el cual fue alejado del
país nombrándosele ministro plenipotenciario en Chile. Pero se ha dicho que todos estos
complots no eran sino episodios de una conspiración más vasta y profunda, en la cual se
hallaban comprometidos, además de Santa Cruz, los generales Agustín Gamarra (prefecto del
Cuzco) y Antonio Gutiérrez de la Fuente (prefecto de Arequipa). Estos formaron una especie
de triunvirato, cuyo propósito era la caída de La Mar, meta que momentáneamente aplazaron,
a raíz de los conflictos con Bolivia y la Gran Colombia. Poco después, Santa Cruz fue
nombrado Presidente de Bolivia, hacia donde partió, con previa autorización del gobierno
peruano. En dicho país, Santa Cruz realizaría una gran obra administrativa, aunque continuó
intrigando contra el gobierno peruano. Ya por entonces tenía en mente su plan de una
Federación Perú-Boliviana, que años después haría realidad.
Por si fuera poco, La Mar tuvo también que enfrentar una peligrosa sublevación de los
iquichanos, indígenas de la provincia de Huanta. Estos aún luchaban a favor del rey de
España y el 12 de noviembre de 1827 asaltaron y tomaron Huanta. Luego, avanzaron
amenazadoramente sobre Huamanga pero fueron contenidos, y tras una cruenta campaña
fueron finalmente sometidos.

Obras y hechos importantes[editar]


Primer esbozo de Presupuesto[editar]
El ministro encargado de Hacienda, José de Morales y Ugalde, presentó al Congreso una
extensa memoria de todo lo hecho dentro de su ramo en el pasado gobierno y una relación de
las entradas y gastos públicos en 1827. Los ingresos calculados fueron de 5.203.000 pesos y
los egresos de 5.152.000, dando un saldo o sobrante de 51.000 pesos. Pero este presupuesto
no llegó a ser aprobado por el Congreso.
Promulgación de la Constitución liberal de 1828[editar]
Artículo principal: Constitución Política de la República Peruana (1828)

El Congreso Constituyente dio la Constitución liberal de 1828, la segunda que tuvo la


República del Perú, cuya promulgación y juramento público se dispuso para el día 5 de abril
de 1828, lo que debió ser postergado para el día 18 de ese mes, por haber ocurrido el 30 de
marzo un tremendo terremoto en Lima que dejó a la ciudad casi en ruinas. Y aunque sus
bases fueron tomadas de la Constitución de 1823, fue enriquecida con normas que la
experiencia aconsejó incluir.
 En lo civil puso término a ciertos rezagos de la vida colonial, a saber: empleos
hereditarios, mayorazgos, vinculaciones y privilegios. Se abolió la tortura y las penas
infamantes y solo hubo pena de muerte en los casos de homicidio calificado.
 En lo político estableció: la elección indirecta del presidente y el vicepresidente, para
un período de cuatro años, inmediatamente renovable; cámaras de senadores y
diputados, cuya renovación se efectuaría cada dos años por tercios y mitades,
respectivamente; creación de un Consejo de Estado, al cual se encargaba la misión de
observar y asesorar al poder ejecutivo; creación de las Juntas Departamentales, como
medio de satisfacer y atenuar las tendencias federalistas. Pero una disposición
importantísima fue la autorización al Presidente de la República para suspender las
garantías constitucionales e investirse de facultades extraordinarias, por un tiempo
determinado y con cargo de informar al Congreso acerca de las medidas adoptadas
durante el ejercicio de dichas facultades.
 Ofreció el fomento de las industrias y la educación, la realización de estadísticas, la
civilización de los indígenas y el apoyo a la inmigración, entre otras buenas intenciones
que poco o nada llegarían a materializarse.
Invasión de Bolivia y el Tratado de Piquiza[editar]
Artículo principal: Invasión peruana de Bolivia

Bolivia se hallaba todavía bajo la órbita grancolombiana, con el mariscal Sucre a la cabeza
como Presidente. Sucedieron por entonces varios movimientos rebeldes en dicho país, en uno
de los cuales resultó herido el mismo Sucre en la cabeza y en el brazo derecho, logrando huir
penosamente a refugiarse en el palacio presidencial. Obligado por las circunstancias, Sucre
tuvo que delegar el poder en su Presidente del Consejo de Ministros, general José María
Pérez de Urdininea. Gamarra, que tenía bajo su mando el poderoso ejército peruano del Sur y
sin contar con la autorización del Congreso peruano, invadió Bolivia el 1º de mayo de 1828,
con la manifiesta intención de salvar a dicho país de la amenaza de la anarquía y proteger la
vida de Sucre, aunque su verdadera intención era expulsar a los grancolombianos y poner
punto final al predominio bolivariano en dicho país. Tras un paseo triunfal por territorio
boliviano, sin apenas hallar resistencia, firmó con el gobierno de Urdininea el Tratado de
Piquiza (6 de julio de 1828), en el cual se acordó, entre otras cosas, el retiro de las tropas
grancolombianas de Bolivia y la renuncia a la presidencia por parte de Sucre. Este hecho fue
muy importante para el Perú, pues se eliminaba así un peligroso frente ante la guerra
inminente contra la Gran Colombia.
Guerra contra la Gran Colombia[editar]
Artículo principal: Guerra grancolombo-peruana

El mayor problema internacional que tuvo que enfrentar La Mar fue precisamente el
enfrentamiento bélico con la Gran Colombia, encabezada por el Libertador Bolívar.
Causas[editar]
Las relaciones del Perú con la Gran Colombia se habían deteriorado debido en parte a las
diferencias fronterizas que mantenían ambos países (La Mar reclamaba Guayaquil, mientras
que Bolívar pretendía las provincias peruanas de Tumbes, Jaén y Maynas), pero más que
nada por la finalización de la influencia bolivariana en el Perú y la revocación de la
Constitución Vitalicia en 1827, hechos que disgustaron a Bolívar, pues veía como su proyecto
federativo continental se desmoronaba. Su furia hacia el Perú aumentó aún más cuando se
produjo la ocupación peruana de Bolivia en 1828 y la expulsión de Antonio José de Sucre,
hecho que puso fin a la influencia bolivariana en ese país.
El ambiente tenso fue caldeado aún más por la prensa de ambos países, que se hicieron
mutuas provocaciones e injurias. El Perú expulsó de Lima al diplomático colombiano Cristóbal
Armero, mientras que en Bogotá no se recibió al diplomático peruano, José Villa, a quien se le
extendieron sus pasaportes. En respuesta, el 17 de mayo de 1828, el Congreso del Perú
autorizó al presidente La Mar a tomar las medidas militares del caso.
Seguidamente, Bolívar, tras una violenta proclama en la que incitaba a los grancolombianos
del sur a marchar a la frontera, declaró la guerra al Perú el 3 de julio de 1828. La Mar aceptó
el reto y movilizó el ejército y marina peruanas contra la Gran Colombia. Dejó como encargado
del mando en Lima al vicepresidente Manuel Salazar y Baquíjano.
Campaña marítima[editar]
La marina peruana, al mando del almirante Martín Guise, procedió a bloquear la costa pacífica
grancolombiana, en agosto de 1828. La flota peruana resultó victoriosa en los combates de
Malpelo y Las Cruces. Luego procedió a asediar el puerto artillado de Guayaquil. Durante la
lucha, falleció el mismo Guise, al explotar una granada en la cubierta de la
fragata Presidente que comandaba (22 de noviembre de 1828). Le sucedió en el mando el
segundo jefe de la escuadra, José Boterín, quien logró finalmente acallar las defensas de
Guayaquil, obteniendo su rendición el 19 de enero de 1829. Las tropas peruanas ocuparon
Guayaquil el 1 de febrero de 1829, al mando del capitán Casimiro Negrón.
La campaña marítima fue, pues, un triunfo para el Perú. No ocurriría lo mismo con la campaña
terrestre.
Campaña terrestre[editar]
El ejército peruano, al mando del mismo La Mar, ocupó la provincia de Loja, en el sur
grancolombiano (actual Ecuador).
Otra división del ejército peruano a órdenes del mariscal Agustín Gamarra marchó desde el
sur del Perú hasta el teatro de las operaciones, con el propósito de auxiliar a La Mar. Ambos
planearon tomar la ciudad de Cuenca, que era el lugar de nacimiento de La Mar. Las fuerzas
peruanas sumaban en total 4.500 soldados.
Mientras tanto, Bolívar (que no pudo ir en persona al teatro de operaciones debido a una
rebelión en Colombia), ordenó al mariscal Antonio José de Sucre que desde Quito organizara
la defensa del Sur de Colombia.
Los dos jefes peruanos, La Mar y Gamarra, no coordinaron bien sus movimientos y Sucre,
actuando con su característica habilidad, en la madrugada del 13 de febrero de 1829
sorprendió el parque de artillería peruano en el pueblo de Saraguro y lo destrozó. A
continuación, el mismo Sucre, al frente del grueso de su ejército (4.500 hombres), acorraló y
derrotó a una división de vanguardia del ejército peruano (integrada por unos 1.000 soldados)
en el lugar denominado Portete de Tarqui, cerca de Cuenca (27 de febrero de 1829). Dicha
división peruana se hallaba aislada del grueso de su ejército, y pese a que poco después
acudieron en su auxilio fuerzas al mando de La Mar y Gamarra, estas no pudieron restablecer
la batalla y optaron por retirarse, tomando posiciones defensivas. Los grancolombianos
intentaron perseguir a los peruanos, pero al ser rechazados por los Húsares del Perú, se
aferraron también a sus posiciones.
Tarqui fue un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva. Cada ejército quedó
dueño de su terreno y esperaban que al día siguiente se reiniciara la lucha y se librara la
batalla definitiva. La batalla final no se libró, pues La Mar, viendo que su situación era
insostenible (se le agotaban sus municiones así como no podía maniobrar en ese territorio,
muy accidentado), aceptó negociar con el adversario. Fue así como al día siguiente, 28 de
febrero, se firmó el Convenio de Girón, por el cual se establecía el retiro de las tropas
peruanas del territorio colombiano que habían ocupado (es decir Guayaquil y Loja). De ese
modo, los grancolombianos reconocían implícitamente como peruanas a las provincias de
Tumbes, Jaén y Maynas, al no reclamarlas en ese momento.
Pero sucedió entonces que Sucre, al redactar el parte de guerra y el decreto de premios para
los vencedores de Tarqui, tuvo expresiones que fueron consideradas falsas y ofensivas por
los peruanos. Mandó, por ejemplo, que en el campo de batalla se erigiera una columna en la
que se debía leer en letras de oro lo siguiente:
“El ejército peruano de ocho mil soldados que invadió la tierra de sus libertadores fue vencido por cuatro
mil bravos de Colombia el veinte y siete de febrero de mil ochocientos veinte y nueve”.

La Mar protestó en carta que dirigió a Sucre. Aclaró que el ejército peruano sólo sumaba
4.500 hombres y no 8.000; que en Tarqui fue derrotada nada más que la vanguardia peruana,
la cual llegaba apenas a 1.000 hombres; que en vano el ejército peruano esperó el ataque
final del ejército grancolombiano, luego que los Húsares del Perú rechazaran la carga del
batallón colombiano Cedeño. También señaló la valiosa y decisiva contribución peruana en las
batallas de Junín y Ayacucho, como respuesta al reproche velado de que el Perú se mostraba
desagradecido ante sus “libertadores”. De otro lado, protestó contra el accionar de los oficiales
grancolombianos, que fusilaron a un buen número de los prisioneros peruanos, y enrolaron a
la fuerza a otro grupo de cautivos. Por todo ello, La Mar decidió suspender el Convenio de
Girón hasta que se retiraran los agravios y se corrigieran los excesos.
Derrocamiento[editar]
La Mar estaba pues, dispuesto a continuar la guerra, pero fue entonces cuando un grupo de
sus propios oficiales lo tomaron preso en Piura, en la noche del 7 de junio de 1829. Dichos
militares portaban una carta de Gamarra para La Mar, donde aquel le pedía su renuncia. La
Mar se negó a hacerlo, y de inmediato fue trasladado al puerto de Paita, donde en la
madrugada del día 9 fue embarcado junto con el coronel Pedro Bermúdez y seis esclavos
negros, en una miserable goleta llamada "Las Mercedes", con destino a Costa Rica. Allí
fallecería el 11 de octubre de 1830.
Las razones que arguyó Gamarra para dar este golpe de estado fueron las siguientes: el
hecho de ser La Mar un “extranjero” en el Perú (lo cual era falso, pues La Mar era peruano
tanto por voluntad propia como de acuerdo a ley) y que su elección por el Congreso había
nacido de un arreglo tramado por Luna Pizarro (lo cual es discutible).
En Lima, el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, aliado de Gamarra, se encargó de
derrocar al encargado del mando, Manuel Salazar y Baquíjano, asumiendo el poder
interinamente, a partir del 6 de junio de 1829. Pero no quiso conservar el poder y renunció
ante el Congreso el 1º de septiembre del mismo año.

Primer gobierno de Agustín Gamarra (1829-1833)[editar]


Mariscal Agustín Gamarra.

El 1º de septiembre de 1829 el Congreso nombró Presidente Provisorio de la República al


mariscal Agustín Gamarra y Vicepresidente a Antonio Gutiérrez de La Fuente. Se convocaron
luego a las primeras elecciones populares del Perú. Gamarra obtuvo más de la mayoría
absoluta de los colegios electorales de provincia exigidos por la Constitución y fue
proclamado Presidente Constitucional por el Congreso, el 19 de diciembre de 1829.

Autoritarismo conservador[editar]
El gobierno de Gamarra quiso ser lo opuesto al de La Mar, que había sido un esfuerzo
constitucionalista. Gamarra dejó de lado la Constitución de 1828, pues no lo satisfizo por las
limitaciones que establecía al Poder Ejecutivo. Instauró un gobierno autoritario y conservador.
Tuvo como consejeros a los más connotados representantes del conservadorismo peruano,
entre ellos el escritor costumbrista Felipe Pardo y Aliaga, el político, jurista y escritor José
María Pando, el orador y jurisconsulto arequipeño Andrés Martínez, y el entonces
coronel Manuel Ignacio de Vivanco.
Gamarra logró a duras penas completar su periodo constitucional. Se ha contabilizado en total
17 rebeliones y conspiraciones que ocurrieron durante este periodo, entre ellas la rebelión
de Gregorio Escobedo en el Cuzco, el 26 de agosto de 1830; la sublevación del capitán Felipe
Rossel en Lima el 18 de marzo de 1832; la rebelión de Felipe Santiago Salaverry en
Chachapoyas el 13 de septiembre de 1833; y la del mismo Salaverry en Cajamarca el 26 de
octubre de 1833.
Gamarra debió ausentarse varias veces de la capital para sofocar dichos alzamientos que
ocurrían en provincias. Durante sus ausencias, dejaba el gobierno en manos del
vicepresidente o de un encargado de gobierno.
El ministro de Gobierno, Manuel Lorenzo de Vidaurre, publicó un manifiesto, censurando la
actitud de los opositores al régimen, documento que terminaba con estas palabras: «Ha de
reinar el orden. Si fuera preciso, callarán las leyes para mantener las leyes».
Conforme pasaba el tiempo, la oposición liberal al gobierno se robusteció más y los miembros
del Congreso hicieron sentir su protesta. Fue Francisco de Paula González Vigil, sacerdote
tacneño, quien hizo la más severa crítica al régimen autoritario de Gamarra, culminando su
argumentación con las célebres palabras: «Yo debo acusar, yo acuso». En su elocuente
discurso, Vigil denunció los actos ilegales y las arbitrariedades en que había incurrido el
régimen de Gamarra. Con estas acusaciones, el gobierno se desprestigió aún más. El
Congreso se clausuró a fines de 1832.
Gobernantes interinos[editar]

General Antonio Gutiérrez de La Fuente, gran amigo y aliado de Gamarra, a quien sirvió como
vicepresidente y encargado provisorio del gobierno.

Varias personas ocuparon el mando interino durante el primer gobierno de Gamarra.


El primero de ellos fue el vicepresidente Antonio Gutiérrez de la Fuente, que se encargó del
mando cuando Gamarra partió a reprimir la rebelión del Cuzco. La Fuente manifestó también
su carácter autoritario y comenzó a ganarse la enemistad de la cúpula política limeña,
estallando finalmente en la capital una asonada promovida por la esposa de Gamarra, la
famosa Francisca Zubiaga y Bernales, la “Mariscala”, a raíz del llamado “pleito de las harinas”
(16 de abril de 1831). La Fuente se vio obligado a huir por las azoteas y halló finalmente cobijo
en un buque extranjero anclado en el Callao. Se encargó entonces del mando supremo el
presidente del Senado, Andrés Reyes y Buitrón, un ilustre ciudadano chancayano, hasta el 21
de diciembre de 1831, cuando retornó Gamarra.
De 27 de septiembre a 1º de noviembre de 1832, Gamarra, aquejado por una enfermedad,
encargó el mando en el entonces presidente del Senado, Manuel Tellería Vicuña.
El 30 de julio de 1833, Gamarra, antes de partir a debelar una rebelión en Ayacucho, encargó
el mando al vicepresidente del Senado José Braulio del Campo Redondo, ilustre hijo de la
ciudad de Chachapoyas. Retomó el poder el 2 de noviembre del mismo año.

Obras y hechos importantes[editar]


Política internacional[editar]
Paz con la Gran Colombia[editar]
José de Larrea y Loredo, ministro del primer gobierno de Gamarra.

No bien dado el golpe de estado contra La Mar, Gamarra firmó con los grancolombianos
el Armisticio de Piura, el 10 de julio de 1829, por el cual se acordó un armisticio de 60 días
(que fue prorrogado al finalizar dicho plazo), además de la devolución de Guayaquil a la Gran
Colombia y la suspensión del bloqueo peruano a la costa sur grancolombiana.
Posteriormente, se reunieron en Guayaquil los delegados peruano y grancolombiano,
señores José de Larrea y Loredo y Pedro Gual, quienes suscribieron un tratado de paz y
amistad el 22 de septiembre de 1829, el llamado Tratado de Guayaquil o Tratado Larrea-Gual.
Se puso así fin, oficialmente, a las hostilidades, estableciéndose «una paz perpetua e
inviolable, y amistad constante y perfecta entre ambas naciones». Contra la creencia
generalizada, no fue un tratado limítrofe, pues solo se restringió a decir, de manera general,
que ambas partes reconocían por límites de sus respectivos territorios, «los mismos que
tenían antes de su independencia los antiguos Virreinatos de Nueva Granada y del Perú»,
aunque dejando abierta la posibilidad de hacer las variaciones que, de común acuerdo, se
considerasen pertinentes. Quedó pues pendiente la demarcación de la frontera común, labor
que debería hacer una Comisión demarcatoria bipartita, que pese a los intentos, no logró
entonces reunirse. Poco después, la Gran Colombia se fragmentó en tres repúblicas
(Ecuador, Nueva Granada o Colombia y Venezuela), por lo que el Tratado entró en caducidad,
quedando pendiente la solución del problema limítrofe entre el Perú, Ecuador y Colombia.
El primer Tratado peruano-ecuatoriano[editar]
José María Pando, el antiguo secretario de estado de España y ministro de Bolívar, colaboró con el
primer gobierno de Gamarra.

En 1830 surgió como estado independiente la República del Ecuador, tras la disolución de


la Gran Colombia. La flamante república se erigió sobre la base de los territorios de la
antigua Audiencia de Quito, más Guayaquil. Por entonces no hizo reclamos sobre Tumbes,
Jaén y Maynas, que pertenecían al Perú de manera indiscutible en base al principio del Uti
Possidetis y el principio de la libre determinación de los pueblos. El primer tratado celebrado
entre el Perú y Ecuador fue el Tratado Pando - Novoa, suscrito el 12 de julio de 1832 por el
ministro de gobierno y relaciones exteriores del Perú, José María Pando, y el ministro
plenipotenciario de Ecuador, Diego Noboa. Su artículo 14 reconocía y respetaba los límites
vigentes entre ambas naciones.
Tratados con Bolivia[editar]
En 1831 Gamarra quiso declarar la guerra a Bolivia pero el Congreso se opuso. Entonces
decidió entablar negociaciones con dicho país. Los representantes de ambos países, el
peruano Pedro Antonio de La Torre y el boliviano Miguel María Aguirre se reunieron en
Tiquina (frontera peruano-boliviana), firmando un Tratado preliminar de paz (25 de agosto de
1831), en el que se acordó el retiro de ambos ejércitos de la frontera y la disminución de sus
efectivos. El 8 de noviembre de 1831, los mismos plenipotenciarios, con la mediación de Chile,
suscribieron en Arequipa el Tratado de Paz y Amistad, que ratificó los acuerdos anteriores,
además de la prohibición de las actividades sediciosas a los refugiados políticos de ambos
países, y el mantenimiento de las fronteras hasta el nombramiento de las comisiones de
límites. Por el mismo tiempo se celebró el Tratado de Comercio, en el cual se aprobó la
igualdad de derechos, se declaró libre la navegación en el Lago Titicaca y quedaron exentos
algunos artículos necesarios para la industria y la agricultura de ambos países. El gobierno
boliviano aceptó el Tratado de Paz y Amistad, mas no el de Comercio, por considerarlo lesivo
a sus intereses comerciales. El peruano La Torre se vio obligado a viajar a Bolivia para
negociar con el representante boliviano Casimiro Olañeta un nuevo Tratado de Comercio, que
fue suscrito en Chuquisaca el 17 de noviembre de 1832.
Política administrativa[editar]
En líneas generales, Gamarra realizó una buena labor administrativa, contando con la valiosa
colaboración de sus ministros José María Pando, Manuel Lorenzo de Vidaurre, Lorenzo
Bazo, José de Larrea y Loredo, Andrés Martínez y Manuel del Río, personajes de gran
figuración y versación en las disciplinas del Derecho y la Economía.
Entre sus principales medidas mencionamos las siguientes:

 Se reorganizó la casa de moneda, cuya dirección fue encomendada a Cayetano de


Vidaurre 1831, mantuvo funcionando la de Cusco y se crearon las casas de moneda
de Cerro de Pasco y Arequipa.
 Se tomó medidas para regularizar el cobro de las contribuciones, especialmente del
ramo de patentes que no habían sido hecho efectivas desde el año 1822.
 Se inauguró el muelle del Callao y se abrió al comercio marítimo el puerto de Cerro
Azul.
 Se estableció la Dirección General de Aduanas.
 Se creó el Departamento de Amazonas, por ley promulgada el 21 de noviembre de
1832. La integraban las provincias de Chachapoyas, Pataz y Maynas, hasta entonces bajo
la jurisdicción del departamento de La Libertad. Para esta creación fue decisiva la acción
del diputado amazonense José Braulio del Campo Redondo.
 Se fundó en 1830 el Colegio Militar, cuyo director fue el coronel Manuel Ignacio de
Vivanco, pero no tuvo larga vida pues fue clausurado en 1834.
 Se reorganizó el Convictorio de San Carlos y se fundó el Ateneo de Lima, con el
propósito de estimular el desarrollo cultural del país.
 Se ensayó la descentralización administrativa que se hizo por medio de las Juntas
Departamentales, que habían sido creadas por la Constitución de 1828.
Lamentablemente, este ensayo no dio los resultados esperados por la irresponsabilidad y
la falta de preparación de sus miembros, a lo que se sumó la escasez de recursos
económicos.
Sucesión presidencial de 1833[editar]

General Luis José de Orbegoso y Moncada, presidente provisorio del Perú de 1833 a 1835.
Estando ya en el último año de su gobierno, Gamarra convocó en 1833 a una Convención
Nacional, es decir, una asamblea de representantes, cuya misión sería reformar la
Constitución de 1828, tal como lo estipulaba esta misma en uno de sus artículos. Dicha
asamblea se instaló el 12 de septiembre de 1833, predominando en ella los diputados
liberales, a la cabeza de los cuales estaba el clérigo Francisco Xavier de Luna Pizarro.
Gamarra convocó también a los Colegios Electorales para la elección de un nuevo Presidente
de la República, pero dichos colegios fueron elegidos parcialmente (unas provincias eligieron
y otras no) por lo que no se pudo realizar la elección. Pese a ello, Gamarra no quiso
prorrogarse en el poder y lo dejó el 19 de diciembre de 1833, el mismo día en que finalizaba
su mandato constitucional. Entonces la Convención Nacional asumió temporalmente el poder
ejecutivo y se arrogó la potestad de elegir a un Presidente provisorio. Como candidato
gobiernista o gamarrista se presentó el general Pedro Bermúdez (el mismo que acompañara
en su exilio al derrocado presidente La Mar y que, sorprendentemente, aparecía ahora
reconciliado con Gamarra). Los liberales, por su parte, apoyaron la candidatura del general
liberteño Luis José de Orbegoso y Moncada, un militar débil y manejable. Otro candidato fue
el general Domingo Nieto. Orbegoso obtuvo 47 votos, Bermúdez 36 y Nieto un solo voto (20
de diciembre de 1833).
Fue así como llegó a la presidencia el general Orbegoso, apreciado por su ánimo caballeroso,
pero cuyo débil carácter lo hacía susceptible a las influencias de los políticos más
experimentados. Gamarra quedó muy irritado por esta elección y empezó a maquinar con sus
partidarios para derribar al nuevo gobierno, achacándolo de haber nacido de manera ilegal.

Gobierno provisorio de Luis José de Orbegoso (1833-1835)[editar]


Al día siguiente de su elección, Orbegoso concurrió ante la Convención Nacional, donde
prestó el juramento prescrito por la ley, asumiendo así el mando.
Durante los primeros días de su gobierno, Orbegoso permaneció en el Palacio de Gobierno,
acompañado solo de algunos amigos. No había fondos para pagar a los empleados; la
aduana se hallaba empeñada y las contribuciones cobradas y gastadas. Prácticamente, el
gobierno de Orbegoso se hallaba atado de las manos y con el temor de caer pronto. Se
notaba que aún subsistía la influencia de Gamarra en el manejo del poder. De hecho, éste
seguía siendo General en jefe del Ejército.

Guerra civil de 1834[editar]


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1834

Golpe de estado de Pedro Bermúdez[editar]


General Pedro Bermúdez, se autoproclamó Jefe Supremo en 1834.

Temiendo un golpe de estado, Orbegoso decidió abandonar Lima y se refugió en la Fortaleza


del Real Felipe, en el Callao, el 3 de enero de 1834. Allí instaló la sede de su gobierno y
comenzó a relevar a los gamarristas de los altos mandos del Ejército.
En respuesta a esta acción, la guarnición de Lima se sublevó al día siguiente y proclamó Jefe
Supremo al general Pedro Bermúdez, el mismo que perdiera la elección presidencial ante
Orbegoso en la Convención Nacional. Este gobierno de facto tuvo como ministros de Estado
a José María Pando, Andrés Martínez y el general Juan Salazar. Dos compañías de un
batallón se posesionaron del local donde sesionaba la Convención Nacional, impidiendo así
su reunión.
Bermúdez, en realidad, seguía las directivas de Gamarra, que se hallaba en Lima maquinando
el golpe de estado, alegando que la presidencia de Orbegoso era ilegal pues no le
correspondía a la Convención Nacional elegir al Presidente.
Las tropas bermudistas sitiaron la fortaleza del Callao, donde se hallaba atrincherado
Orbegoso. A nivel nacional la autoridad de Bermúdez fue acatada por algunas guarniciones:
en el Cuzco, con el prefecto Juan Ángel Bujanda a la cabeza; en Puno, con Miguel de San
Román; en Ayacucho con Frías. Pero empezó a sufrir deserciones, más aún cuando llegó la
noticia de que Arequipa, la ciudad más importante del Perú después de Lima, se pronunciaba
a favor de Orbegoso.
Intervención del pueblo de Lima[editar]
En Lima, la ciudadanía se mostró también contraria al golpe. Se paralizaron muchas
actividades cotidianas. Se suspendieron las funciones de teatro y las corridas de toros, y
cerraron parte de los comercios. Por las noches, grupos de ciudadanos iban al Callao, para
ayudar a los sitiados del Real Felipe.
El día 28 de enero de 1834, una parte de las fuerzas bermudistas que sitiaban el Real Felipe
emprendió la retirada a la sierra, en vista de lo infructuoso de dicho sitio. La población de
Lima, temiendo que los bermudistas, a su paso por la capital, se entregasen al saqueo, se
puso en pie de lucha, armándose con piedras y unos cuantos fúsiles. Se produjeron choques
en las calles de la ciudad. Al anochecer, llegó el resto del ejército que sitiaba el Callao,
encabezado por la célebre Mariscala (la esposa de Gamarra), que iba vestida de hombre,
disparando y alentando a los suyos. La población se mantuvo firme, repeliendo el ataque de
los bermudistas. Según el historiador Basadre, era la primera vez en la historia peruana que el
pueblo de Lima se enfrentaba con éxito al ejército.
En la mañana del día 29 de enero ingresó Orbegoso triunfalmente en Lima, siendo
ovacionado por la multitud. Las mujeres del pueblo le detenían en las calles para abrazarlo. La
Convención Nacional reanudó sus labores y poco después aprobó una ley que autorizaba al
gobierno a pedir la cooperación del gobierno de Bolivia «con el único y exclusivo objeto de
terminar la guerra civil» (18 de abril). Dicha cooperación no llegaría a ser solicitada pues la
guerra terminaría pocos días después, pero la ley sería invocada al año siguiente en otro
contexto de guerra civil, trayendo gravísimas consecuencias, como veremos más adelante.
Campañas de la guerra civil[editar]

Francisca Zubiaga y Bernales más conocida como "La Mariscala", esposa de presidente Gamarra.

Estalló así la guerra civil, la primera de la historia republicana del Perú, la cual tuvo tres
escenarios:

 El frente sur, localizado en Arequipa, donde el general Domingo Nieto intentó defender


el orden constitucional, triunfando inicialmente en Miraflores, pero finalmente fue derrotado
por San Román en Cangallo.
 El frente norte, donde Felipe Santiago Salaverry, sumado al bando orbegosista, apresó
en Trujillo al general Francisco de Vidal.
 El frente centro, hacia donde marchó Orbegoso en persona, subiendo a la sierra en
busca de Bermúdez y su ejército. Fue la campaña que decidiría el resultado final.
Antes de iniciar la campaña de la sierra, Orbegoso dejó el mando al Supremo
Delegado Manuel Salazar y Baquíjano (20 de marzo). Si bien tenía bajo su mando a oficiales
competentes como José de la Riva Agüero, Mariano Necochea, Guillermo Miller, Antonio
Gutiérrez de la Fuente, Blas Cerdeña, Francisco de Paula Otero y Felipe Santiago Salaverry,
sus fuerzas eran muy débiles y heterogéneas. Por su parte, Bermúdez, si bien tenía un
pequeño ejército, tenía la ventaja de estar formado por veteranos disciplinados.
Bermúdez, perseguido por las fuerzas de Orbegoso, emprendió la retirada en dirección de
Ayacucho, pero las avanzadas de ambas fuerzas se encontraron cerca de Huancavelica,
librándose la llamada batalla de Huaylacucho (que en realidad fue solo un combate). En ella,
las fuerzas bermudistas derrotaron a las orbegosistas, que estaban al mando de Guillermo
Miller (17 de abril). En la refriega murió el general Frías, el prefecto de Ayacucho, que militaba
en el bando bermudista.
El abrazo de Maquinhuayo[editar]
No obstante, la acción de Huaylacucho no decidió nada. Se esperaba un encuentro definitivo
en las cercanías de Jauja, pero fue entonces cuando el oficial bermudista José Rufino
Echenique intentó convencer a su jefe Bermúdez para que celebrara un acuerdo pacífico con
Orbegoso. Echenique consideraba que la causa que defendían estaba ya perdida, pues
sufrían por todo lado la hostilidad de las poblaciones, mientras que Orbegoso ganaba fuerzas.
Bermúdez rechazó tal propuesta y fue entonces que Echenique, con el apoyo de otros
oficiales, decidió deponerlo, enviando al mismo tiempo un mensaje a Orbegoso, para ponerlo
al tanto del plan. Bermúdez fue así apresado por sus propios oficiales y enviado de regreso a
la costa.
El 24 de abril, los ex bermudistas llegaron al llano de Maquinguayo, a 24 km al norte de Jauja,
donde encontraron a los orbegosistas en formación de batalla. Luego de colocar sus armas en
pabellones, ambos ejércitos avanzaron hasta encontrarse y se estrecharon en fraterno abrazo.
A este episodio singular de la historia peruana se conoce como el abrazo de Maquinhuayo.
Los que habían sido bermudistas o gamarristas reconocieron así la autoridad de Orbegoso,
aunque sus caudillos, Gamarra y su esposa, huyeron del país.

Orbegoso se consolida en el poder[editar]


Orbegoso hizo su entrada triunfal en Lima, el 3 de mayo de ese mismo año de 1834, y los
limeños lo recibieron por segunda vez de manera triunfal. Artesanos y jornaleros le sacaron
del coche y lo llevaron en brazos al interior del Palacio de Gobierno.
Triunfante en la guerra civil, Orbegoso renunció a la presidencia provisoria por razones de
salud (7 de mayo de 1834), pero la Convención Nacional lo conminó a cumplir el plazo de dos
años para el que fuera elegido.
Se inició así en el Perú un período de gobierno liberal con Orbegoso a la cabeza y con una
Convención Nacional como poder legislativo donde dominaban Francisco Xavier de Luna
Pizarro y Francisco de Paula González Vigil, sacerdotes de la misma tendencia.

Obras y hechos diversos[editar]

Vista de la catedral y la plaza principal de Lima. Acuarela de J. Prendergas. Mediados del siglo XIX.

 La Convención Nacional dio, con fecha del 10 de junio de 1834, una


nueva Constitución Política, la cuarta que se redactaba en el Perú en once años y la
tercera de tipo liberal. Esta Constitución fue una fórmula de transición para la esperada
federación con Bolivia, y sobre todo, un minucioso intento de poner barreras al
autoritarismo militar, aunque fuera sólo en el papel.
 Orbegoso hubo de atender a las dificultades económicas derivadas de la guerra civil.
Apeló a recargar el comercio internacional con un porcentaje sobre el valor de las
mercancías; levantó la prohibición estipulada en lo tocante a la importación de algunos
artículos similares a los nacionales como el tocuyo, por ejemplo, para evitar su
contrabando y beneficiar al tesoro con la recaudación de los correspondientes derechos
aduaneros; y para dar alicientes a la industria minera favoreció la exportación
de oro y plata con una franquicia temporal.
 Por decreto del 12 de junio de 1834 se instituyó la Sociedad de Beneficencia Pública
de Lima, compuesta por 40 vecinos prestigiosos, institución que continuó la tradición
colonial de caridad hacia los enfermos y desvalidos. Los hospitales que se le entregaron
fueron los de Santa Ana, San Andrés, La Caridad, San Bartolomé, Incurables, Amparadas
y Hospicio de Huérfanos.
 Otras de sus medidas de carácter social que se dieron fue la preferencia a los
pensionistas del Estado para ocupar las vacantes que se produjeren; y el otorgamiento de
pensiones a los empleados que se incapacitasen en el servicio.
 Dio orden para que los juzgados de aguas distribuyesen, equitativamente, este
elemento e inspeccionase las tomas y dirimiesen las diferencias que pudieran surgir.
 Hizo que fuesen devueltos a sus dueños los esclavos, a quienes se había enrolado en
el ejército.
 Revocó un decreto dado por Bolívar, quien había ordenado la expulsión de los frailes
del Convento de Santa Rosa de Ocopa. Orbegoso convirtió el convento en colegio de
instrucción primaria y de acuerdo con el arzobispo Jorge de Benavente, trató de que
volvieran a hacerse cargo del mismo los misioneros del oriente y la selva, para que
prosiguieran la labor evangelizadora y civilizadora.
 Un hecho sobresaliente de este gobierno fue el viaje que hizo Orbegoso a las
provincias del sur, con el fin de promover su elección para un período constitucional, así
como para contener las actividades que los amigos políticos del Gamarra desplegaban en
esa zona. Conocemos con detalles este viaje pues su capellán, el cura José María Blanco,
lo plasmó en un magnífico Diario. Por ese documento se pueden conocer las costumbres
de los pueblos, la algarabía pueblerina por el paso del mandatario, la voluntad de
estabilidad, ilustración y progreso que animaba a todos, y la bonhomía del personaje, su
afabilidad y adaptación a costumbres y tendencias muy diferentes a los del resto del país.
Gobierno dictatorial de Felipe Santiago Salaverry (1835-1836)
[editar]
Golpe de estado de 1835[editar]

Felipe Santiago Salaverry

Ausente Orbegoso de la capital, se sublevaron en la Fortaleza del Real Felipe del Callao los
sargentos y soldados impagos que conformaban la guarnición (1º de enero de 1835). El
teniente coronel Felipe Santiago Salaverry sofocó la sublevación tomando por asalto la
fortaleza y haciéndose gobernador de dicha plaza (4 de enero). Luego, en la medianoche del
22 de febrero, Salaverry se pronunció al frente de su guarnición contra la autoridad del
encargado del mando, el señor Manuel Salazar y Baquíjano; poco después ingresó a Lima y
se autonombró Jefe Supremo de la República (25 de febrero), con el pretexto de que el país
se hallaba acéfalo, es decir sin presidente.
Salaverry tenía fuerza de voluntad, viva inteligencia y valor militar en alto grado. Contaba con
29 años al momento de hacerse con el poder. El cónsul de Chile, don Ventura Lavalle,
escribió a su gobierno, refiriéndose del caudillo de la siguiente manera: «Salaverry es un joven
que va a dar mucho trabajo a sus paisanos, porque a una cabeza destornillada, una ambición
desmedida y un carácter altanero y sanguinario, reúne talento y valor no común en el país.»
El nuevo gobierno fue reconocido en diversos lugares del país, mas no en el sur, que continuó
obedeciendo a Orbegoso. Éste envió contra Salaverry una división al mando del general
Francisco Valle Riestra, quien partió de Islay y desembarcó en Pisco, pero no pudo continuar
pues sus propios hombres lo apresaron y lo entregaron a Salaverry, quien ordenó su
fusilamiento (1º de abril de 1835). Pese a las gestiones que se hicieron para que se le
conmutara la pena, esta se cumplió. Fue una acción desmedida, que desagradó a todos y
creó un ambiente hostil en torno a Salaverry.
El general Domingo Nieto, desterrado con dirección a México, tomó el control del navío en el
que viajaba y desembarcó en Huanchaco, donde organizó una reducida tropa en apoyo de
Orbegoso. Salaverry, en persona, marchó a combatirlo. Pero antes de producirse el
enfrentamiento, Nieto fue apresado por sus mismos oficiales y entregado a Salaverry, quien lo
envió al destierro. Por su parte, la escuadra salaverrina logró la rendición de los puertos
sureños de Islay y Arica.
Un decreto de amnistía general, dado por Salaverry en mayo de 1835, y la convocatoria al
Congreso que debía reunirse en Jauja, daban por hecho la unificación del mando del país en
manos de Salaverry; solo Arequipa acataba todavía la autoridad de Orbegoso.

Obra administrativa[editar]

El escritor y político Felipe Pardo y Aliaga, ministro de Salaverry.

El gobierno autoritario de Salaverry representó una segunda edición del autoritarismo de


Gamarra. Ello explica que le prestaran su colaboración personalidades como Felipe Pardo y
Aliaga y Andrés Martínez, que habían servido a Gamarra en su primer gobierno.
Entre las medidas que tomó el efímero gobierno de Salaverry mencionamos los siguientes:

 Estableció un Consejo de Estado, que debía estar compuesto por personalidades


brillantes. Integraron dicho cuerpo personajes como el autoritario José Ignacio Moreno, y
los liberales Manuel Salazar y Baquíjano y Francisco Xavier de Luna Pizarro.
 Restableció la Dirección General de Aduanas, suprimida por Orbegoso, y reglamentó
el cobro de los derechos de importación. Se impuso severas penas contra el contrabando.
 Fomentó el desarrollo del comercio y la industria, aboliendo el impuesto de patente;
fijando el interés máximo del préstamo de dinero en uno por ciento mensual; y
restableciendo el Tribunal del Consulado para evitar la morosidad en la tramitación de los
litigios mercantiles. Declaró que los vales, pagarés y cualquier otro simple reconocimiento
simple de deuda entre comerciantes tendrían la misma fuerza que las escrituras públicas.
 Eliminó la contribución de castas.
 Restableció el tráfico de esclavos procedentes de otros países de América.
 Ante la proliferación de la delincuencia creo el tribunal llamado “Comisión de la
Acordada”, que juzgaba de manera sumaria las causas de homicidio, herida y hurto en
el departamento de Lima. Luego se amplió su jurisdicción a las causas de tumulto,
sedición, traición y en general a las que trataran sobre delitos contra el sosiego público,
así como a las de contrabando.
 Impuso el castigo de la pena de muerte para los funcionarios ladrones.
 Abolió las penas infamantes (azotes y horca).
 Ratificó el 6 de junio de 1835 el tratado de amistad, comercio y navegación, que
habían suscrito los plenipotenciarios del Perú y Chile en enero de ese año; una de sus
cláusulas principales estipulaba que los productos naturales o manufacturados chilenos
(trigo, harina, etc.), conducidos en buques peruanos y chilenos, solo pagarían la mitad de
los derechos de internación con que se hallasen gravadas las mercaderías de otras
naciones, debiendo ser recibidos los peruanos allá (chancacas, azúcar, etc.),
recíprocamente, en las mismas condiciones. Este tratado, a todas luces favorable para
Chile, sería después derogado bajo el gobierno confederado de Santa Cruz, lo que
constituyó en uno de los motivos no declarados de la guerra que emprendió Chile contra
la Confederación.
 Tuvo la intención de restablecer las relaciones con España, adonde fue enviado como
ministro plenipotenciario Felipe Pardo y Aliaga. Pero este no llegó a su destino, pues se
quedó en Chile, a cuyo gobierno solicitó ayuda al ocurrir la invasión boliviana al Perú.
La invasión boliviana[editar]
Mientras dichos sucesos ocurrían en Perú, en Bolivia el presidente Andrés de Santa Cruz y el
general Agustín Gamarra bosquejaban planes para reunir ambos países en una sola
República Federal. Siguiendo estos planes y sin esperar a que hubiera un acuerdo formal con
Santa Cruz, el 20 de mayo de 1835 Gamarra cruzó la frontera del Desaguadero e ingresó al
Perú, ocupando las ciudades de Puno y Cuzco, zonas donde contaba con numerosos
partidarios. Santa Cruz negó entonces estar confabulado con Gamarra y prefirió llevar
adelante sus planes prescindiendo de éste.
Orbegoso, replegado en Arequipa y ante el peligro que significaba la presencia de Gamarra,
hizo uso de una anterior atribución del Congreso que le permitía solicitar el auxilio de fuerzas
bolivianas. Debemos resaltar que Orbegoso no estaba enterado de los conciertos entre
Gamarra y Santa Cruz. El convenio con Bolivia se firmó el 15 de junio de 1835, y por él se
acordó que Santa Cruz pasaría al Perú con sus fuerzas, como acto preparatorio para el
establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana. Sin esperar el vencimiento del plazo
fijado para su entrada al Perú, 5.000 soldados bolivianos cruzaron la frontera peruano-
boliviana y procedieron a ocupar el sur peruano. A Orbegoso no le quedó sino traspasar su
poder a Santa Cruz, mediante una carta fechada en Vilque, el 8 de julio de 1835. La invasión
boliviana fue el origen de las sangrientas guerras por el establecimiento de la Confederación
Perú-Boliviana.

Guerras por el establecimiento de la Confederación[editar]


Artículo principal: Guerra entre Salaverry y Santa Cruz

Guerra entre Gamarra y Santa Cruz[editar]


Gamarra, enfurecido con Santa Cruz por su pacto con Orbegoso, se alió con Salaverry,
haciendo así un frente común ante la invasión extranjera. El convenio entre ambos se firmó el
27 de julio de 1835.
Santa Cruz quiso apresar a Gamarra, para lo cual lo invitó a una entrevista. Pero Gamarra
sospechó de las intenciones de su rival y en su lugar envió a Miguel de San Román, quien fue
apresado por una partida de soldados bolivianos. Este incidente inició de manera franca la
lucha entre ambos caudillos.
Contando con la popularidad que tenía en el sur peruano, especialmente en el Cuzco, su tierra
natal, Gamarra reunió un ejército y fue el primero en enfrentar a las fuerzas bolivianas. El
encuentro decisivo se libró en Yanacocha el 13 de agosto de 1835. Gamarra contaba con
2.600 hombres, fuerzas colecticias con escasa disciplina, auxiliadas por unos 6.000 indios
armados de palos. Mientras que las fuerzas bolivianas (todas reunidas), al mando de los
generales Braun y Ballivián, eran más numerosas y disciplinadas, y contaban con el apoyo de
las fuerzas peruanas enviadas por Orbegoso (estas al mando de José Trinidad Morán).
Librada la batalla, Gamarra se aferró ciegamente a su terreno, sin buscar salida o repliegue
alguno. La artillería boliviana puso en fuga a los indios auxiliares, y al cabo de dos horas,
Gamarra se vio completamente derrotado.
Gamarra se trasladó a Lima, de donde se dirigió a Costa Rica, acaso aguardando una mejor
oportunidad de recuperar el poder.
Eliminado Gamarra, quedaban frente a frente: Salaverry de una parte; y Santa Cruz y
Orbegoso de la otra.
Guerra entre Salaverry y Santa Cruz[editar]
La derrota de Gamarra motivó que Salaverry precipitara sus acciones y fuera en pos de las
fuerzas bolivianas. Tras lanzar contra Santa Cruz su famoso decreto de "Guerra a Muerte" y
ofrecer premios a quien matase a un boliviano, Salaverry dio inicio a una audaz campaña
militar, que principió con el asalto al puerto de Cobija por la Marina de Guerra, donde se
arrastró por los suelos la bandera boliviana en ceremonia pública. Luego abrió la campaña en
el sur del Perú contando con un ejército de 5.000 efectivos.
Pero en la sierra sur del país Salaverry fue perdiendo terreno y tanto cuzqueños como
arequipeños se fueron sumando a las huestes de los confederados, las que
tomaron Cusco y Ayacucho. Estas fuerzas llegaron a sumar 8.000 efectivos. A finales de 1835
los confederados tomaron el control de Lima, hecho que dejó en el aislamiento al ejército
nacionalista de Salaverry.
Salaverry ocupó la ciudad de Arequipa, mas se vio obligado a salir de allí ante la hostilidad de
sus habitantes, quienes apoyaban abiertamente los planes federacionistas de Santa Cruz y
Orbegoso, pues una eventual unión con Bolivia favorecería tremendamente el comercio entre
las provincias.
Aún con estas desventajas tácticas, Salaverry persiguió al ejército boliviano hasta alcanzar su
retaguardia en el Puente de Uchumayo (4 de febrero de 1836), donde libró una victoriosa
batalla que le animó a proseguir y, de algún modo, confiar en un rápido triunfo sobre el resto
de las fuerzas de Santa Cruz. En ese choque, se tocó una marcha compuesta por Manuel
Bañón para el Jefe Supremo, llamada La Salaverrina, pero que a partir de entonces fue
conocida como El ataque de Uchumayo. Aún hoy día sigue siendo la marcha más popular y
conocida del ejército peruano.
Salaverry inició un movimiento táctico para dominar a Santa Cruz, que consistía en ganar las
alturas del Paucarpata, inmejorable posición estratégica. Pero una campesina informó a Santa
Cruz de esta maniobra, de modo que el caudillo boliviano se adelantó a Salaverry,
movilizándose para ocupar Paucarpata. Salaverry no acababa de desplegar sus fuerzas y
tenía atascada su artillería en las laderas, cuando se vio sorprendido por Santa Cruz, en la
mañana del 7 de febrero. Se libró la sangrienta batalla de Socabaya, donde, pese a la bravura
que desplegaron los peruanos, estos fue totalmente derrotados por los bolivianos.
Plaza de Armas y catedral de Arequipa en un día festivo. Mediados del siglo XIX. Acuarela de J.
Prendergast.

Salaverry huyó hacia el mar, pero fue interceptado por una patrulla del general Guillermo
Miller, quien consiguió su rendición prometiendo interceder por su vida. Sometido a un
proceso sumario y pese a la promesa que se le hizo fue condenado a muerte. Su último deseo
fue una pluma y unos folios, en los que escribió tres documentos: su testamento, una carta a
Juana Pérez, su esposa, y una protesta «ante la América » por su ejecución. Fue fusilado en
la Plaza de Armas de Arequipa, al lado de sus principales oficiales. Se cuenta que cuando los
fusileros hicieron la primera descarga, todos cayeron muertos, menos Salaverry, que se paró,
dio un paso a tras y dijo: «La ley me ampara», pero una nueva descarga acabó con su vida
(18 de febrero de 1836).
Muerto Salaverry, Santa Cruz pudo finalmente erigir la Confederación Perú-Boliviana, entidad
política que duraría hasta 1839
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Independencia del Perú

«La independencia del Perú fue un proceso social, político y militar


que llevó al nacimiento de la República del Perú y su liberación del
dominio español»
¿Qué fue la independencia del Perú?

La independencia del Perú fue un proceso social, político y militar


que llevó al nacimiento de la República del Perú y su liberación del
dominio español desde la conquista de América . Tuvo su momento
culminante con las célebres batalla de Junín  y batalla Ayacucho  en
1824.
Fue un periodo de conflictos políticos y bélicos que  permitió la
liberación del pueblo peruano del dominio español . Si bien sus
primeros antecedentes datan de principios del siglo XIX, ya a lo
largo del siglo XVIII ocurrían varias rebeliones indígenas en contra
de la dominación colonial, que fueron neutralizadas por los
realistas.
Las incursiones de San Martín y Bolívar, con la posterior victoria en
la batalla de Ayacucho, conformaron un proceso complejo de
liberación del último virreinato que quedaba bajo dominio español
hasta la fecha en América.
Representación de la proclamación de la Independencia del Perú en
1821 –  Por Juan Lepiani en 1904

Causas de la independencia del Perú

Podemos marcar varios antecedentes que dieron origen a la


independencia del Perú:

 La influencia de las ideas libertadoras , que se inician con


la independencia de los Estados Unidos  y de la mayoría de las
colonias americanas que luchaban por librarse de la
monarquía española. Así mismo, la revolución
francesa  también fue una importante inspiración para las
colonias en la lucha contra el absolutismo.
 Ya en 1780, el líder indígena Tupac Amaru II, intentó una
rebelión contra el gobierno español en Perú, y aunque fue
duramente abatida, fue el antecedente fundamental de todo el
proceso de independencia del Perú.
 Descontento por la discriminación, el abuso y las injusticias
hacia los indígenas y criollos por parte del virrey español.
 La existencia de dos clases sociales, la aristocracia y la plebe .
Solo la primera obtenía privilegios.
 El imperio español de Carlos IV y Fernando VII se había
debilitado notablemente, entre varios factores: la invasión y
dominio de Napoleón Bonaparte en Europa, la fiebre amarilla,
los problemas internos con las fuerzas militares y finalmente
la pérdida de la mayor parte de su flota en la batalla de
Trafalgar . Esto afirmó y fortaleció a las colonias en su proceso
de independencia.
Consecuencias de la independencia del Perú

La independencia del Perú trajo diversas consecuencias políticas,


económicas y sociales. Se detallan a continuación.
Consecuencias políticas
Dentro de las consecuencias políticas de la independencia del Perú,
destacamos la emancipación total en todo el continente americano
de las monarquías europeas, siendo Perú el último territorio que
quedaba en manos del poder monárquico. Este suceso marca el fin
de una etapa de hostigamiento e injusticias para todos los patriotas
de América.
El nacimiento de la República del Perú, con la creación del
congreso constituyente en el año 1822 y luego la primer
constitución en el año 1823. Dicha república pasa a tener  un poder
ejecutivo y legislativo con principios liberales  basados en la
democracia entre otros.
Consecuencias económicas
La consecuencia que debía afrontar la naciente república era
una grave crisis económica debido a los enormes gastos militares
por parte del virreinato en los últimos años antes de la
independencia.
Esta crisis, trajo consigo una suba de impuestos, saqueos,
destrucción de haciendas y una fuerte baja en el comercio nacional
e internacional.
Consecuencias sociales
Dentro de las consecuencias más importantes de este proceso de
independencia podemos destacar el cambio de ideales de los
patriotas del Perú. Aunque no tanto para el nuevo gobierno, que si
bien las nuevas políticas estaban basadas en los principios
liberales, los manejos seguían siendo a favor de las clases de élite
dominantes y herederas, como los militares.
Proceso de la independencia del Perú

Las etapas y procesos de la independencia del Perú se fueron


dando de la siguiente manera:
1. Rebeliones durante la segunda mitad del siglo XVIII por parte
de los indígenas.
2. Rebeliones en los primeros años del siglo XIX por parte de los
criollos.
3. José de San Martín parte desde Chile con 4.118 hombres en
septiembre de 1820. Llega a la ciudad de Pisco y luego a
Huaura, hasta que finalmente ocupa Lima.
4. Luego de reiterados malos manejos gubernamentales por
parte del virrey español Pezuela, José de la Serna (1770-
1832) oficial al mando del ejército realista en el virreinato del
Perú, da un golpe de estado a dicha autoridad y toma el
mando como capitán general y jefe político superior . El 9 de
agosto de 1824, luego de la batalla de Junín es nombrado
virrey.
5. En el marco de tanta revuelta social, el 28 de julio de 1821, es
redactada y proclamada el acta de independencia de Perú por
parte de José de San Martín.
6. La llegada de Simón Bolívar el 1 de septiembre de 1823  desde
Ecuador instalándose en la ciudad de Trujillo, donde organiza
el ejército que posteriormente sigue el avance hacia Perú, con
las batallas de Junín y finalmente la batalla de Ayacucho.
7. El General Antonio José de Sucre, el 9 de diciembre de 1824
sella este proceso con la batalla de Ayacucho, obteniendo la
rendición de los realistas del Perú.
8. Finalmente en enero 1826, en Callao el general español
Ramón Rodil se entrega en el último reducto de dominación
española que resistía en el continente.
Principales batallas de la independencia del Perú

Entre los principales enfrentamientos de le independencia del Perú,


podemos destacar:

Nombre Fecha Resultado

Batalla de Huaqui 20 de junio de 1811 Victoria realista

Batalla de Habana 23 de septiembre de 1822 Victoria del ejército independentista


Nombre Fecha Resultado

Batalla de Moquegua 21 de enero de 1823 Victoria realista

Batalla de Junín 6 de agosto de 1824 Victoria del ejército independentista

Batalla de Ayacucho 9 de diciembre de 1824 Victoria del ejército independentista

Personajes de la independencia del Perú

Entre los principales personajes y protagonistas de la


independencia del Perú podemos encontrar los siguientes:

 Túpac Amaru (1740 – 1781), descendiente de incas del Cuzco,


lideró una rebelión que se extendió por un gran territorio del
Perú y alto Perú, pero que fue sofocada por los españoles y
finalmente fue asesinado. Posterior a su muerte se endurecen
las condiciones de vida para los indígenas por parte de los
colonos, lo que aumentó el deseo de independencia.
 José de San Martín  (1778 – 1850), uno de los líderes más
importantes de la independencia latinoamericana, instaló el
primer congreso peruano y pudo liberar de las tropas realistas
a buena parte del territorio peruano. Declaró la independencia
del Perú, en la ciudad de Lima en 1821.
 Simón Bolívar (1783 – 1830) es el líder más notable de la
independencia latinoamericana. Nació en Caracas, Venezuela
y fue el artífice de la independencia desde Panamá hasta la
actual Bolivia.
 José de la Serna (1770 – 1831), fue el último virrey del Perú, se
vio obligado a capitular luego de las derrotas de Junín y
Ayacucho.
 Thomas Cochrane (1775 – 1860) militar británico que ayudó a
la independencia de Chile y Perú.
 Antonio José de Sucre (1795 – 1830), general venezolano, que
lideró la batalla de Ayacucho con la cual se obtuvo la
capitulación de los españoles y la independencia definitiva del
Perú.
 Joaquín de la Pezuela (1761 – 1830), fue declarado virrey del
Perú, luego de derrotar al ejército de la independencia en el
alto Perú (actual Bolivia), pero luego fue relevado del cargo
por el general San Martín.

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