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TEMA 01: Los rasgos fundamentales del relieve peninsular: Las grandes unidades morfo-
estructurales y los tipos de formas del relieve dominantes.
1. INTRODUCCIÓN
La configuración del relieve peninsular se caracteriza por tres rasgos básicos:
La forma maciza viene dada por la gran anchura de la Península de Oeste a Este
(1.094 kilómetros) y por sus costas rectilíneas, sin apenas accidentes litorales, lo que
limita la penetración de la influencia del mar hacia el interior.
La elevada altitud media (660 metros), solo superada en Europa por Suiza, se
debe a la existencia de altas cordilleras y sobre todo, a que el interior peninsular
está constituido por un extenso núcleo de tierras altas (la Meseta), con una altura
comprendida entre los 600 y los 800 metros.
En la Península se encuentran presentes las grandes unidades morfoestructurales del relieve conti-
nental: zócalos o escudos, cuencas sedimentarias o depresiones y cordilleras de plegamiento.
Las depresiones terciarias son zonas hundidas formadas en la Era Terciaria y re-
llenadas con sedimentos, principalmente de caliza, arcilla y afloramientos de caliza,
areniscas y yesos. Las cuencas sedimentarias son de dos tipos:
Como resultado de todo este proceso podemos encontrar las siguientes formas de relieve:
La erosión diferencial es un proceso geomorfológico que actúa allí donde haya contraste de litolog-
ías de manera que las rocas más resistentes destacan finalmente sobre las menos resistentes que se ero-
sionan. En todos ellos ha actuado la erosión diferencial para destacar aquellos materiales más resistentes
sobre los menos resistentes. Así podemos hablar de:
3.1. Relieve horizontal. Cuando los estratos son horizontales y, alternativamente, duros y blan-
dos, la red fluvial separa plataformas –llamadas mesas o páramos- que tienen la cima horizontal, coin-
cidiendo con el estrato duro, y flancos suaves, coincidiendo don los estratos blandos. Los flancos se ero-
sionan más rápidamente, de modo que las mesas se reducen y acaban convirtiéndose en cerros testigo
(colinas de techo horizontal), o relieves residuales, que al final pierden el estrato duro (antecerros).
El roquedo peninsular arcilloso es básicamente horizontal, ya que son terrenos no afectados por
plegamientos posteriores. Su erosión es rápida, debido a la blandura de los materiales. Los ríos abren va-
lles que separan estructuras horizontales que son pronto desgastadas, dando lugar a relieves suavemente
ondulados. Este tipo de relieve puede observarse en las cuencas sedimentarias meseteñas, y en las de-
presiones del Ebro y Guadalquivir.
3.2. Relieve plegado (jurásico). Se forma en las cordilleras jóvenes. Está constituido por una al-
ternancia de pliegues convexos (anticlinales) y cóncavos (sinclinales). En los anticlinales, la erosión del
agua crea valles perpendiculares a la cumbre (cluses) y valles paralelos a las cumbres (combes). El va-
ciamiento de los anticlinales (rápido una vez que la erosión ha perforado el estrato duro), deja levantados
entre ellos a los antiguos valles sinclinales (sinclinal colgado), de modo que el relieve se ha invertido. La
erosión del valle anticlinal dejará en resalte el anticlinal del estrato inferior (anticlinal exhumado) y el ciclo
se reiniciará.
Formas típicas de este relieve pueden verse en el Sistema Ibérico, la Cordillera Cantábrica, los Piri-
neos y las cordilleras Béticas.
3.3. Relieve fallado (germánico). El relieve fallado o fallas son fracturas de la superficie terrestre
originadas por la fuerza compresiva de los movimientos tectónicos sobre rocas duras. Al romperse el sue-
lo los bloques resultantes se desplazan y forman un relieve de desniveles: bloques levantados (horst) y
bloques hundidos (graben).
Rañas que crean suaves rampas que conectan las fosas y los horst;
3.4. Relieve apalachense. Se forma sobre un relieve montañoso herciniano, arrasado y nivelado
por la erosión, que experimenta un rejuvenecimiento que reactiva la erosión. La erosión diferencial deja al
descubierto las capas duras, que forman crestas paralelas, largas y estrechas, de altitud similar, separa-
das por depresiones abiertas en las capas blandas.
Ejemplos de este relieve pueden encontrarse en los valles asturianos del Eo y Navia, en la comarca
de Somiedo (Asturias), en los Montes de Toledo y en Sierra Morena.
4. PROCESOS DE MODELADO.
4.1. Modelado glaciar. El modelado glaciar afectó a las cordilleras más altas (Pirineos, Cordi-
llera Cantábrica, Sistema Central, Sistema Ibérico y Sierra Nevada), dando lugar a glaciares de circo y de
valle.
Los glaciares de circo se reducen a la cabecera del valle (circo). El hielo y deshielo
rompen las rocas de las paredes del circo, de modo que este se hace cada vez ma-
yor y sus formas se escarpan. En la Península, por su latitud, la mayor parte de los
glaciares fueron de circo, y cuando se fundieron los hielos dieron lugar a pequeños
lagos. En la Cordillera Cantábrica las lenguas glaciares son cortas. En los sistemas
Central e Ibérico, por su menor altura, y en las Cordilleras Béticas, por su situación
meridional, sólo hubo glaciares de circo en las cimas más elevadas,
cubiertos por una potente capa de hielo, de la que partían hacia el sur diez grandes
glaciares, que crearon valles en "U" y lagos.
Las costas peninsulares son predominantemente rectilíneas, salvo las de Galicia, lo que determina
una escasa penetración de la influencia del mar en el interior. La morfología de las costas está condicio-
nada por el relieve del interior.
Dentro de las costas atlánticas distinguimos la costa cantábrica, las rías gallegas y la costa atlántica
andaluza.
a) La costa cantábrica es rectilínea y se caracteriza por sus acantilados, rasas y pequeñas rías,
así como por la escasez de playas.
Los acantilados son costas que penetran con una fuerte pendiente en el mar. En
relación con los acantilados están las cuevas marinas, creadas al erosionarse los
puntos de menor dureza del acantilado, los arcos marinos formados cuando la ero-
sión perfora la parte inferior del acantilado y los farallones, que son agujas rocosas
sobre el mar, creadas al des- prenderse la parte superior del arco.
Las rasas son sierras escalonadas paralelas a la costa. Las más bajas tienen cum-
bres planas debido a que son antiguos niveles marinos allana- dos por la erosión del
agua que luego han quedado elevados. Las más altas han sido atacadas por la ero-
sión y la planitud ha desaparecido.
Por último, las pequeñas rías cantábricas son generalmente de boca estrecha.
b) Las rías gallegas dan lugar a la costa más articulada de España. Galicia tiene un relieve mon-
tañoso poco vigoroso, con gran cantidad de fallas que fueron ocupadas por la red fluvial. Cuando los va-
lles de los ríos son invadidos por el mar se forman las rías, por las que el mar penetra hasta 25 y 35 kiló-
metros en el interior.
c) La costa atlántica andaluza tiene como relieves costeros característicos las marismas, las fle-
chas litorales y los campos de dunas.
Las marismas son llanuras de fango típicas de las bahías bajas, como las de la de-
presión del Guadalquivir. Se forman con los sedimentos por los ríos que las atravie-
san y por el mar, que las cubre en pleamar y las deja al descubierto en bajamar. Es-
tos sedimentos acaban colmatando la bahía, originando las llanuras de fango. Sobre
ellas crecen plantas salobres, pero pueden drenarse y aprovecharse agrícolamente.
Las flechas litorales son líneas de arena que prolongan las costas rectilíneas y
arenosas hacia el interior de una bahía. Se forman por el transporte de la arena
hacia la bahía por deriva litoral (corriente paralela a la costa causada por la inciden-
cia oblicua de las olas) y suelen tener su extremo curvado hacia tierra (flechas de
gancho). Una flecha puede unirse con otra formada en la parte opuesta de la bahía,
dando lugar a una barra continua de arena o cordón litoral. Son características de la
costa entre la desembocadura del Guadiana y del Guadalquivir.
Las dunas son montículos de arena típicos de las costas arenosas. Se forman por el
transporte y acumulación de arena por el viento, que queda fijada por la vegetación.
El perfil de una duna es asimétrico: la cara de barlovento tiene una pendiente suave
y convexa, mientras que la de sotavento es cóncava y más abrupta. Las dunas se
orientan en relación al viento predominante.
Dentro de las costas mediterráneas diferenciamos el sector bético, el golfo de Valencia y el litoral
catalán.
Es una costa acantilada determinada por los relieves de las cordilleras Béticas, que discurren pa-
ralelas a ella. Los acantilados alternan con largas secciones de costa baja, que forman una estrecha llanu-
ra litoral creada por los abundantes aportes de las cordilleras Béticas.
También son frecuentes los campos de dunas y las albuferas, como la del Mar Menor. Una albu-
fera es un lago salado separado del mar por un cordón litoral, que puede tener contacto temporal o per-
manente con el mar. Al final acaba convirtiéndose en marisma y colmatándose por los aportes terrestres.
Desde finales de la era terciaria la costa bética registra un levantamiento, que da lugar a la forma-
ción de terrazas marinas (antiguas playas que han quedado más altas que el nivel del mar por el des-
censo de éste o por la elevación de la costa).
b) El golfo de Valencia va desde el cabo de La Nao al delta del Ebro. Se caracteriza por sus pla-
yas, albuferas, pequeños deltas y tómbolos.
Las playas, bastante amplias, están formadas por depósitos marinos y sedimentos
del Sistema Ibérico.
Los deltas son salientes costeros que se forman cuando el río aporta más sedimen-
tos de los que puede redistribuir el mar, por tratarse de una masa tranquila de agua"
sin fuertes corrientes ni excesivo oleaje. Los de este sector costero se adentran es-
casamente en el mar, al estar originados por ríos poco importantes o de carácter to-
rrencial.
Los tómbolos son barras de arena que unen islotes rocosos a la costa (peñón de
Ifach en Calpe, Alicante). Pueden ser dobles cuando son dos las barras arenosas,
quedando una laguna entre ambas.
c) El litoral catalán se extiende desde el delta del Ebro a la Costa Brava. Es muy variado, ya que
presenta algunos deltas, como los del Ebro y el Llobregat; costas acantiladas donde el extremo de la
cordillera Costero-Catalana llega hasta el mar (Costa Brava) y playas y pequeñas llanuras litorales entre
los promontorios rocosos.
El área caliza está formada por sedimentos de la Era Secundaria plegados durante la terciaria. Los
terrenos calizos forman una "Z" invertida que se extiende por los Prepirineos, los Montes Vascos, el sector
oriental de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico, parte de la Cordillera Costero-Catalana y la Cordi-
llera Subbética.
La roca predominante es la caliza, una roca dura que se fractura formando grietas o diaclasas, pe-
ro que se disuelve fácilmente con el agua de lluvia, sobre todo a través de las diaclasas. Da lugar a un re-
lieve complejo (relieve cárstico), cuyas formas características son las siguientes:
Poljés. Son depresiones o valles cerrados de fondo horizontal. Están recorridos total
o parcialmente por corrientes de agua, que desaparecen súbitamente por un sumi-
dero o ponor y continúan circulando subterráneamente. El poljé puede inundarse de
forma temporal o permanente (transformándose en un lago) si el agua superficial
rebasa la capacidad de desagüe de las grietas o de los pozos o si se eleva el nivel de
las aguas subterráneas.
Dolinas o torcas. Son cavidades que se forman en los lugares donde el agua se es-
tanca. Pueden tener formas diversas (circulares, de embudo, de pozo) y unirse con
otras vecinas, formando depresiones de trazado complicado denominadas uvalas.
Cuevas. Se crean al infiltrarse agua por las fisuras del terreno calizo y circular de
forma subterránea. En ellas suelen formarse estalactitas (a partir del agua, rica en
carbonato cálcico, que gotea del techo) y estalagmitas (a partir del agua depositada
Simas. Son aberturas estrechas que comunican la superficie con las galerías sub-
terráneas.
4.4. Modelado fluvial. Formas muy extendidas por todo el territorio, destacan los procesos erosi-
vos (gargantas) en los cursos de montaña y los procesos acumulativos (conos, llanuras aluviales con te-
rrazas, depósitos de glacis,…) asociadas a los grandes ríos (Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir). El transpor-
te y las acumulaciones de arenas fluviales por el viento han dado lugar a campos de dunas interiores fija-
dos por la vegetación, como en Tierra de Pinares (Segovia) y algunos enclaves en Castilla-La Mancha.
En las penillanuras del zócalo hercínico (superficies de erosión suavemente onduladas) los ríos han
creado profundas gargantas (arribes, tajos) al encajarse sobre materiales duros paleozoicos.
En las zonas en las que alternan largos períodos secos y calurosos con otros de llu-
vias torrenciales, cortas e intensas y no existe la protección vegetal (SE peninsu-
lar), el agua de arroyada desgasta las vertientes, dando lugar a cárcavas o hendi-
duras estrechas y profundas separadas por aristas, que crean una topografía
abrupta similar a una montaña en miniatura. Su amplio desarrollo sobre una zona
da lugar al paisaje llamado badlands.
Y los glacis pueden entenderse "como una forma de enlace" entre laderas
y valles.
El modelado está determinado por las características de esta roca, cristalina y rígida, sensible a dis-
tintas formas de alteración.
En las áreas de alta montaña, las rocas se rompen al filtrase el agua por las fractu-
ras y helarse posteriormente, de modo que el hielo presiona en las fisuras de las ro-
cas y las rompe. Ello da lugar a la formación de aristas y de paredes verticales de
roca desnuda y a la aparición de canchales o acumulaciones de fragmentos de ro-
cas rotas al pie de las montañas,
Unidades morofoestructurales: el
Cordilleras alpinas:
Depresiones terciarias:
La España silícea:
La España caliza:
La España arcillosa: