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Al menos siete familias de Sabana de Torres (Santander) que alegan haber sido
compradoras de buena fe, tienen hoy una pelea jurídica con la que buscan
recuperar los predios que jueces de restitución de tierras les quitaron a favor de
víctimas del conflicto.
En esta región del Magdalena Medio, que después de los 70 fue azotada por la
violencia de las Farc y a finales de los 90 sufrió la incursión paramilitar, según
informes de Memoria Histórica, hay más de 130 reclamaciones de familias que
aseguran haber sido despojadas.
En la zona han sido proferidos 13 fallos que restituyeron 14 predios. Una de esas
restituciones afecta a Mónica Monroy, dueña de la finca Mirabel, ubicada en la
vereda Mata de Plátano, de Sabana de Torres. De acuerdo al fallo de la Sala de
Tierras del Tribunal Superior de Cúcuta, proferido en febrero pasado, esta finca le
pertenecía originalmente a Manuel Antonio Amaya Rodríguez.
El fallo dice que Amaya, quien trabajaba en Ecopetrol en el año 2001, "venía
siendo obligado a pagar vacunas" a los grupos armados y fue "coaccionado" por
paramilitares para vender la finca Mirabel por 80 millones de pesos, pese a que el
avalúo comercial era de más de 200. Amaya afirma que finalmente sólo recibió 10
millones del negocio.
El Tribunal también estableció que Mónica Monroy, quien hace 15 días tuvo que
entregarle su parcela al Gobierno, "debió acreditar fehacientemente que en verdad
el conflicto armado interno que padeció Sabana de Torres no incidió" en la venta
que hizo el señor Amaya. La decisión también dice que "si bien se evidencia que
por parte de la propietaria del bien pudo existir creencia interna de haber actuado
recta y honestamente, no se advierte la presencia de elementos objetivos
exteriores constitutivos de la buena fe exenta de culpa".
Por esta razón, el juez no ordenó compensar a Mónica con otro predio, medida
que establece la ley de víctimas para los propietarios que acreditan que obraron
bajo la legalidad.
"Soy la cuarta compradora. En el 2008 mi familia pagó 780 millones de pesos para
adquirir esa finca que ahora se me está quitando injustamente", asegura Monroy.
"Mi obligación es demostrar que adquirí ese predio legalmente y así lo hice. Yo no
tenía por qué saber si el segundo comprador le pagó o no lo justo al señor Amaya.
Eso no me corresponde a mi averiguarlo sino al Estado", agrega.
Una situación similar vivió Martha Leguízamo, quien tuvo que entregar hace dos
semanas su finca La Esperanza, ubicada en Sabana de Torres sin que el juez
haya ordenado compensarla. En el fallo el Tribunal de Tierras le devolvió la
parcela a María Berbesi de Ariza, quien asegura que vendió el predio en 1993 por
14 millones de pesos, luego de que paramilitares le mataran a su hijo y
amenazaran a su esposo.
Ante las críticas que en los últimos meses se han acrecentado, el director territorial
Magdalena Medio y Santander de la Unidad de Restitución de Tierras, Fabio
Andrés Camargo Gualdrón, en entrevista exclusiva dada a Vanguardia Liberal,
defendió el proceso y la política de restitución de tierras.
Camargo Gualdrón manifestó que en vez de pensar que es un proceso lento se
debe tener en cuenta que en Colombia ningún proceso, en cinco años, había
generado más de 1.500 sentencias.
Señaló que para poner un ejemplo, en estos momentos hay más de 7.500
hectáreas pedidas en restitución en la territorial Magdalena Medio y Santander, y
que no hay una proporcionalidad con lo que los jueces han decidido, porque
únicamente se han pronunciado sobre 1.500 hectáreas que son las que se han
restituido de manera favorable de 7.500 que están en discusión”, destacó.
EnBarrancabermeja
“Esperamos que el otro 50% con el que nos quedamos sea el que en un gran
porcentaje quede en manos de los jueces de restitución”, manifestó.
“Hemos dialogado con el señor Escamilla todo el tiempo. Ya habíamos hecho una
solicitud ante Procuraduría y Defensoría, y Unidad, pero no existía en ese
momento el acuerdo y el Tribunal se manifestó diciendo que no era posible, pero
vamos a intentarlo nuevamente y seguiremos haciéndolo hasta que el señor
Escamilla, como este grupo pequeño de personas que en el 2013
infortunadamente no fueron compensadas, no lograron probar esto ante los jueces
y los magistrados, pero que sí vemos un grado de vulnerabilidad, y deben quedar
protegidos”.