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Las civilizaciones humanas son

más antiguas que sus dioses


 AMADO HERRERO

La creencia en fuerzas sobrenaturales que castigan los malos


comportamientos apareció con el aumento de la complejidad social.
La figura del dios vengativo surgió como una forma de gestionar
conflictos y fomentar la cooperación

Los dioses griegos en el cuadro 'El consejo de los dioses' de Rafael.


EM

Los dioses no impulsaron el desarrollo de la sociedad, simplemente lo


acompañaron. Ésa es la conclusión de un estudio publicado este
miércoles en la revista Nature, en el que se analiza el papel que
desempeñaron las religiones con deidades moralizantes -dioses
capaces de ver y castigar cualquier transgresión- en la aparición de
las primeras civilizaciones. De acuerdo con los autores, fueron las
prácticas rituales compartidas y no el miedo al castigo divino, lo
que permitió a las primeras sociedades complejas mantener la
cohesión.

Psicólogos, antropólogos, lingüistas o neurocientíficos han propuesto


diferentes teorías para explicar cómo nuestros antepasados pasaron
de vivir en pequeños clanes -en gran medida basados en vínculos
directos- a formar agrupaciones complejas y muy numerosas.
Algunas investigaciones previas sugerían que la invención de agentes
sobrenaturales, que castigan a aquellos que actúan de forma egoísta
o en contra del grupo, pudo haber sido el catalizador que permitió a
la especie mantener los niveles de cooperación y control necesarios
para gestionar grandes poblaciones.
Sin embargo, en el artículo que aparece ahora en Nature un equipo
internacional de investigadores concluye que los dioses moralizantes
aparecen en las sociedades complejas, pero no las preceden.
"Surgen con el aumento de la complejidad social, una vez que
las sociedades alcanzan una población de alrededor de un millón de
individuos", explica Harvey Whitehouse director del Instituto de
Antropología Cognitiva y Evolutiva en Oxford y primer autor del
artículo. "Tal vez se deba a que para entonces las sociedades son tan
grandes que se vuelven vulnerables a las tensiones estructurales
internas y a los conflictos", añade.

Agrupar a distintos pueblos

Whitehouse y sus colegas han recurrido a Seshat, un gran banco de


datos históricos estandarizados, para cotejar la información
disponible sobre estructura social y religión en más de 400
sociedades, desde el neolítico hasta la revolución industrial,
analizando la relación entre agentes sobrenaturales y la complejidad
social. "Nuestros parámetros incluyen cuestiones como el tamaño de
la población, la jerarquía, el territorio, la burocracia o el gobierno",
señala Whitehouse. "Aunque hay muchas formas en las que alguien
puede actuar de manera egoísta, hemos limitado nuestro estudio a
las más relevantes para la cooperación: justicia, reciprocidad y
lealtad al grupo".

Los autores han encontrado en Egipto -en la Segunda Dinastía (2800


a.C.)- el primer ejemplo de imposición religiosa para mantener el
orden. No obstante, será en el primer milenio a.C. cuando se
generalicen las llamadas religiones prosociales, aquellas cuyas
creencias promueven la cooperación, la colaboración y el altruismo:
budismo y zoroastrismo primero, cristianismo e islam ya en nuestra
era. En todos estos credos coinciden las figuras de dioses
moralizantes y los castigos sobrenaturales (como el karma) para
regular los comportamientos y sancionar a los transgresores.

Señalan asimismo que las deidades de este tipo pudieron surgir como
resultado de una necesidad de someter a poblaciones diversas en
imperios multiétnicos, agrupándolas bajo un poder común superior.
"Los dioses proporcionarían una forma de permitir que las
sociedades continuaran prosperando a pesar de las tensiones,
haciendo que todos cooperasen para evitar ofender a un poder
superior", sugiere Whitehouse.

El animal social

La raíces evolutivas del carácter social del Homo sapiens se


encuentran, según la mayoría de los investigadores, en las ventajas
que la vida de grupo ofrece para la supervivencia. Incluso en tiempos
de escasez de recursos, la regla general es que cuanto mejor le va al
colectivo, mejor le va a los individuos. Pero una vez ese grupo crece,
mantener la implicación de todos los individuos se complica. Y
aunque todas las investigaciones coinciden en que existe una
asociación evolutiva entre el culto de dioses y la complejidad social,
la naturaleza de esa relación divide a los científicos cognitivos.

Las religiones prosociales más populares hoy en día son


relativamente recientes, muy posteriores a la aparición de las
primeras sociedades complejas. La cuestión a debate es si las
primeras manifestaciones religiosas -por ejemplo en las civilizaciones
de la Edad de Bronce- fueron causa o consecuencia. Algunos
investigadores, como el psicólogo Ara Norenzayan de la Universidad
de Columbia han sugerido que estas figuras permitirían superar las
limitaciones para conseguir la capacidad de vigilar la conducta
individual, amenazando a los "parásitos" con represalias, incluso
cuando nadie pueda ver sus acciones.

Los trabajos de otros investigadores, como el antropólogo Joseph


Watts o el biólogo evolutivo Mark Pagel, se alinean más con las tesis
que Whitehouse y sus colegas exponen en su artículo, y añaden que
la religión cumple además una función como herramienta de
control, utilizada por sus creadores para cimentar su poder e
influencia. Para Pagel, tan pronto como una sociedad es capaz de
generar suficientes bienes y servicios, esa riqueza puede ser utilizada
por algunos, si consiguen acceder a las herramientas de poder. Y las
creencias sobrenaturales les facilitan un medio para conseguirlo.

Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-
salud/ciencia/2019/03/20/5c928034fdddff95b98b473e.html

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