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Marcos David Jiménez Castañeda

Noviembre 13 de 2019

Articulación integradora

En el mundo que nos rodea es de vital importancia tener clara una cosmovisión

cristiana sobre el papel que tienen los hijos de Dios en el mundo. Si los cristianos no

tenemos claro que el propósito fundamental de nuestra vida es dar gloria a Dios en todo lo

que hacemos, fácilmente adoptaremos la cultura nihilista del mundo posmoderno. Esta

verdad es demasiado importante porque de no aceptarse el cristiano olerá más a mundo que

a Cristo. La cosmovisión cristiana no se amolda al mundo, no es nihilista y no anda en

busca de autoglorificación; por el contrario, la cosmovisión cristiana tiene el sabor del

evangelio de Jesús, en donde su amor y futuro juicio están presentes, busca la gloria de

Dios y no del hombre y, por último, hace contracultura desde el amor a Dios y por el amor

a las personas que tienen su imagen.

Precisamente es ese amor por Dios y por su creación lo que nos permite reconocer la

dignidad del otro, básicamente porque nos hacemos conscientes de que allí, en mi vecino,

está la imagen de Dios. Esto es contracultura, no importa si el otro es completamente

diferente a mí, si piensa lo más diametralmente opuesto o aun si cree algo distinto, yo como

hijo de Dios estoy llamado a amarlo, porque a lo mejor yo sea el único rostro de Jesús que

él verá. No es tarea del cristiano cambiar a la gente, eso lo hace el Espíritu Santo, la labor

del creyente es amar al diferente, al enemigo, al que se me opone, quizá el amor de Dios

que hay en mí por él pueda abrir un camino para que Jesús transforme una vida. A partir de

esto he estado enseñando que no hay que marginalizar al diferente porque está tan

necesitado de amor y reconciliación con Dios como cualquiera de nosotros. Esto enseñó

Jesús, arrepiéntanse porque el Reino de los cielos se ha acercado, y efectivamente se acercó


al enfermo, a la prostituta, al marginalizado, al olvidado, al enemigo, al diferente; lo

distintivo de este reino es que todos caben, pero también todos cambian, ninguno queda

igual.

Una de las cosas que cambian es que ya no se piensa en el individualismo, sino que se

tiene una visión de comunidad y de cuerpo. Esto produce una nueva mentalidad y por

consiguiente una nueva manera de actuar (Ro 12:2), por ejemplo, las personas que

realmente han llegado a los pies de Jesús entienden que aun sus riquezas no les pertenecen,

son administradores y como tal deben agradar a su Señor con el uso de ellas. Por esto, en un

mundo postmoderno donde el consumismo parece la religión y el mercado el dios, la labor

mía debe ser diferente y con lo que Dios me ha bendecido poder ayudar al otro en

necesidad. Sin embargo, la tarea no se queda solo en ayudar al otro o administrar los

recursos económicos que Dios nos provee, la tarea también implica el cuidado de todas las

cosas creadas por él y por eso la cosmovisión cristiana debe pensar con seriedad en el

cuidado del medio ambiente. Por ejemplo, dejar de usar vasos plásticos en las iglesias,

hacer capacitaciones de reciclaje o de huertas caseras.

En cuanto a ese tema parece que el mundo posmoderno está teniendo un poco más de

conciencia que los cristianos, por eso debemos mover a la iglesia a que lo haga porque lo

hará con la motivación correcta, glorificar al Señor cuidando su creación. Sin embargo, hay

temas en los que los cristianos deben tener cuidado y no hacer lo mismo, uno de esos temas

es la “tolerancia”, esa que en este mundo está siendo entendida como la base para ser lo que

quieras ser. La posmodernidad ha abierto las puertas para que cada persona elija qué está

bien y qué esta mal, aceptar la moral de cada persona es tolerancia, lo contrario es

“satanizado”, aquel que no está de acuerdo con esa manera de pensar del otro está siendo
autoritario o se quiere imponer sobre el otro. La lógica de ellos, los posmodernos, es

relativizar todo, pero no se dan cuenta que caen en lo que detestan, una afirmación absoluta.

Ver la tolerancia como la aceptación de cuanta locura surja no es saludable, ni

prudente y mucho menos sabio. Sin embargo, creo que la tolerancia debe estar enmarcada

por el respeto y también debe tener unos límites, estos límites para nosotros como cristianos

son puestos por la Palabra de Dios y por lo que se ha hablado anteriormente sobre el amor

al prójimo. En ese sentido la tolerancia debe tener un puente reconciliador que muchas

veces no tiene, esto es evidente para mí porque cuando veo la historia de Colombia siento

que el país se ha sumergido en un montón de guerras que literalmente se han dado por la

falta de puentes efectivos para el dialogo y reconocer al otro con su dignidad.

La guerra en nuestro país no es algo novedoso, parece ser un factor que ha atravesado

lo largo y ancho de nuestras raíces. Desde el descubrimiento de América, la colonización y

los procesos de independencia la violencia ha sido un sello puesto con la sangre de muchos.

Aun después de lograr La Independencia las guerras entre corrientes de pensamientos

comenzaron a surgir y dividir al país, luego liberales y conservadores se peleaban al tiempo

que buscaban la manera de enquistarse en el poder. Allí no había espacio para nadie más,

por eso surgen grupos y caudillos que creen reunir el pensamiento colectivo de toda la

nación y levantan ideologías y algunos deciden por las armas. La historia del país se ha

escrito a sangre y fuego, sin paz, sin dialogo efectivo, sin reconciliación, sin retribución y

sin dignidad.

Es justo aquí donde los cristianos deben hacer presencia, no de la manera en que la

están inventando, pastores dejando su iglesia para lanzarse al poder, esa esta muy mal. Lo

que la iglesia debe hacer es orar por personas preparadas que estén llamadas por Dios para

ocupar esos lugares. Al mismo tiempo también tiene una labor educadora que fomente el
dialogo y reconciliación, no más división, sectarismo o partidismo. La iglesia debe ser un

agente de paz en Colombia y lo puede ser de muchas maneras sin tener que ansiar el poder

en un cargo público o una presidencia. Es tarea de los cristianos vivir una cosmovisión que

evidencie a Jesús en sus vidas y en esta tierra.

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