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Resumen – EJE 1
Algunas consideraciones:
-no se especifica el concepto educativo de la época
-no se utilizan las palabras educación, aprendizaje, transmisión
-la tradición oral no es considerada como transmisora
-los pueblos son considerados bárbaros: no tienen historia ni educación
-los religiosos tiñen sus prácticas como superstición, mito, leyenda
-Métodos de enseñanza-aprendizaje
Existen tres puntos importantes en la educación originaria:
-El valor de la tradición: se transmite el conocimiento acerca de su cosmovisión
-El valor de la acción: aprender haciendo
-El ejemplo: el sentido del legado de los antepasados y el contenido práctico de las tradiciones
Sus sistemas de creencias eran muy elaborados: explicaban el origen del mundo y de toda la
creación. La narración oral era la fuente de transmisión de relatos y tradiciones, y a ello se suman las
lecturas de los sueños o del cielo. Se comunicaban con señales de humo. Tenían mucho conocimiento
sobre las plantas y sus propiedades alimenticias y medicinales. Alguna información se transmite
mediante iniciaciones. El conocimiento de los animales se da por relatos míticos. Conocían los
movimientos territoriales, estacionales, ciclos de vida, y estrategias de caza.
-Aprendizaje
Utilizan la memoria del aprendizaje oral, muy diferente a la escolarizada. Aprende es incorporar el
relato de la propia experiencia para poder transmitirlo. Es la incorporación del relato de vida personal
y afectivo.
Primero MEMORIZACIÓN para la transmisión, luego REITERACIÓN del contenido, por último
REPRESENTACIÓN en ceremonias o rituales. Además de implicar la incorporación de conocimientos,
implica asumir maneras de comportarse.
-Salesianos
Para Don Bosco, los hábitos salvajes estaban ligados al demonio y era este el que obstaculizaba su
evangelización. El indígena es infiel por ignorancia, y por lo tanto se vuelve imperiosa su educación.
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Durante el siglo XV (antes de la conquista) la vida cultural era intensa en Sudamérica: algunos
grupos étnicos habían llegado a ser agricultores, los guaraníes se extendían desde el amazonas hasta
el rio de la plata, y sometían y expulsaban a otros pueblos, entre otros movimientos migratorios. Sus
chamanes provocaban la lluvia y la fertilidad y profetizaban el futuro. Constituían una unidad
lingüística y una civilización homogénea.
Los habitantes del noroeste argentino eran producto de un profundo mestizaje cultural. Dos
décadas antes de la conquista, eran sometidos por el imperio incaico, e introdujeron grandes
transformaciones: cambiaron el lugar de residencia de los pueblos, introdujeron una nueva disciplina
de trabajo y pautas de planeamiento económico, etc.
Los incas, los conquistadores y los misiones usaron el quechua como lengua franca, y la impusieron
a los pueblos conquistados. Se difundió como lengua común y así se conectaron los sectores antes
dispersos.
Los incas usaron en gran escala la fuerza de trabajo de los pueblos conquistados para construir
caminos hasta el corazón del imperio: introdujeron nuevas formas de transporte, ensancharon las
poblaciones y llevaron a la zona alfarería importada.
Al finalizar el siglo XV, en el centro del territorio argentino vivían horticultores, y tenían una alfarería
menos avanzada. Los tehuelches patagónicos, tobas, matacos y otros pueblos sureños evolucionaban
al correr de su propia actividad educativa y de invención.
Poco antes de la llegada de los españoles, la historia educacional corría por canales propios; en el
norte el emperador azteca realizaba una reforma que instalaba un sistema de escuelas vinculado a la
reproducción de divisiones sociales. Las preocupaciones de los aztecas e incas por institucionalizar la
educación se referían a las clases dirigentes. El pueblo aprendía mediante el trabajo, los rituales y las
costumbres. La escuela era para los nobles. Estos pueblos habían empezado a entender la educación
como una práctica distinta de la política y la religión, pero orientada por ellas. No se perfila la figura
del educador como distinta del sacerdote, pero los contenidos trascienden la formación religiosa:
política, arte de la guerra, ciencia y tecnología.
Durante los primeros 50años de la conquista llegaron visionarios y utopistas. América representaba la
utopía de los humanistas del renacimiento: una sociedad en la cual la religión, la moral, el bien y la
virtud están en la base de un nuevo estado. Habría en ese nuevo país de igualdad, nueva división del
trabajo y una educación continua. Pensadores de la época consideraban a la educación como el
medio más importante para lograr una vinculación cultural con los americanos y los colonizadores
debían evangelizar.
Las órdenes religiosas encaraban una tarea inédita: proporcionar una educación masiva y
homogeneizadora, que resultó ser la experiencia precursora del sistema educativo moderno.
Este primer periodo de la colonización distó de ser reflejo de las utopías igualitarias imaginadas por
los humanistas: llegaron aventureros interesados en el oro y la plata, se explotaron poblaciones, hubo
enfrentamientos y precarias negociaciones.
Segunda etapa (desde el concilio de Trenco en 1545 hasta la expulsión de los jesuitas en 1760)
Desde el punto de vista educacional, esta etapa estuvo marcada por la decisión de imponer la
doctrina cristiana a gran escala, a la vez que lograr la domesticación de los indios como mano de
obra.
El concilio de Trenco confirmo el derecho a la colonización, pero en 1550 los teólogos y filósofos
reconocieron el derecho de los indios a ser considerados humanos y redactaron las Leyes de Indias
(no incluían una sola línea sobre la educación elemental). En 1552 fue recomendado enseñar a leer,
escribir, y contar además del catecismo.
Hubo una expansión escolar de órdenes religiosas, de clero secular y algunos maestros laicos.
Además, se fundó la universidad de Lima, que tuvo la autorización papal para emitir títulos de
perpetuidad.
La enseñanza estaba muy alejada de la realidad: se enseñaba medicina en latín y sin hacer
disecciones. El currículum medieval, condensado en el trívium (gramática, retórica y dialéctica) y el
cuadrivium (aritmética, música, geometría y astrología o astronomía), persistió en aquellas
universidades. No existía la noción de un sistema educativo integrado, que recién termina de gestarse
a comienzos del siglo XIX, y el nivel medio o escuela secundaria es una creación muy tardía, surgida
en las llamadas escuelas preparatorias.
Entonces, existieron dos series de instituciones desarticuladas entre si, que daban enseñanzas muy
distintas. Las escuelas para el pueblo enseñaban las primeras letras y evangelizaban, y las
universidades transmitían los saberes cultos, allí se formaban los políticos y religiosos-> los
educandos eran los hijos de los funcionarios españoles y criollos, y algunos hijos de los nobles
indígenas
Tercera etapa (desde la expulsión de los jesuitas en 1767 hasta la independencia en 1810)
La educación había seguido un desarrollo desigual entre las regiones y sectores sociales, étnicos,
culturales y lingüísticos. La población indígena combinaba escasamente las formas de educar
tradicionales con las que aplicaban y difundían los clérigos y maestros laicos europeos. El panorama
era un mosaico de modelos educacionales. La expulsión de los jesuitas produjo un vaciamiento de
educadores.
En 1780, en Córdoba, el obispo San Alberto comenzó a formar a los curas como docentes. Creía
necesario que la Iglesia encabezara el proceso inevitable de modernización, pues de lo contrario
avanzaría el liberalismo.
Los ilustrados de la época tenían como objetivo una reforma económica, pero advertían que el
obstáculo radicaba en la ignorancia del pueblo. Se quería instruir al conjunto de plebeyos y
trabajadores para que aceptaran el orden social y contribuyeran a la modernización de las formas de
producción. La escritura era un medio adecuado para lograr el autocontrol de la gente.
La economía, las ciencias exactas, físicas y naturales, el dibujo y las lenguas vivas llegaron a las
universidades latinoamericanas en esta época, pero se quedaron allí encerradas. En varias
universidades, los contenidos de la enseñanza fueron paralelos a los de las universidades europeas.
Para el fin de esta época, Buenos Aires había reemplazado a lima como boca comercial de salida hacia
Europa, hundiendo las economías regionales del noroeste e inaugurando la hegemonía del litoral. Se
habían producido grandes transformaciones culturales, pero el acceso a la educación era
profundamente desigual.
En el sistema escolar se trazaron caminos distintos para diferentes grupos sociales. Los chicos de
ciudades, hijos de familias inmigrantes tenían que luchar para no quedar marginados, y los
descendientes de los criollos apenas si alcanzaban a aprender a leer y escribir en las miserables
escuelitas rurales.
Los debates entre políticos y educadores giraron en torno al papel que se adjudicaba a la educación
en la construcción de la hegemonía. El bloque de poder porteño estaba interesado en usar la
educación para imponer el orden, y los trabajadores rurales, artesanos, el proletariado y los nuevos
sectores inmigrantes la veían como un vehículo para la movilidad social.
Las sociedades populares comenzaron a fundarse con la llegada de los primeros inmigrantes de la
segunda mitad del s. XIX. En la década de 1880 su presencia en el campo educativo era lo
suficientemente importante como para que les dedicara parte del texto de la Ley 1420. Se distinguían
por sus funciones y por su diferenciación respecto a la labor de las escuelas. Estas sociedades fueron
difusos centros de transmisión cultural cuando el sistema escolar aún no se había extendido y lo
complementaron cuando se transformó en un gran aparato escolarizado. Abarcaron entonces a la
población que quedaba fuera de la escuela, a los sectores marginados, ofreciéndoles una educación
no escolarizada, semi presencial, que usaba los medios de difusión de la época: conferencias,
discusiones públicas, libros y prensa.
El positivismo estaba en caída libre en la escena política e intelectual alrededor de 1910. Crecían
alternativas pedagógicas espiritualistas y antipositivistas.
Entre los docentes democráticos argentinos la exaltación de la libertad y la opción por la democracia
se había combinado con la aceptación de algunos de los aportes del positivismo, en particular al valor
otorgado al pensamiento científico.
La problemática educativa de este período estuvo influida por las demandas de participación en la
planificación, gestión y conducción de las políticas educativas. El gobierno radical, 1916, proporcionó a
los educadores progresistas un marco político permisivo para el desarrollo de sus ideas y de sus
experiencias.
Aunque el radicalismo no hizo una reforma fundamental, la apertura democrática permitió que en
1918 se gestara un clima de reforma que abarcaba grandes sectores del sistema educativo.
I - Época colonial. Influencia de las comunidades religiosas en la educación. Los jesuitas - Vértiz – Belgrano.
La primera vida del territorio argentino en la Colonia dependiente de España su vida propia de nación
comienza en el año 1810. Época colonial
El colegio de Monserrat y la universidad de Córdoba elevaron notablemente la cultura del país, en sus
aulas se prepararon muchos de los patriotas que brillaron más tarde por su talento de los trabajos
políticos de la Revolución. En Buenos Aires, además de las escuelas de primeras letras, se enseña
humanidades, filosofía, y teología. La acción educacional de los jesuitas fue interrumpida por una
orden real de Carlos III que los obligó a abandonar sus posesiones y salir del país. En el año 1767
tiene lugar la confiscación de sus bienes y El Monarca dispuso que se destinará a objetos de
beneficencia y a mejorar y ensanchar los establecimientos de educación.
En 1771 pasó por los Cabildos eclesiástico y secular y al procurador de la ciudad de Buenos Aires un
informe que les consultaba acerca de los medios de establecer escuelas y estudios generales para la
enseñanza y la educación de la juventud. Los Cabildos respondieron con entusiasmo y decisión a tan
progresista idea, y aconsejaron la creación de un Colegio Convictorio y de una Universidad Pública. Se
intentó confeccionar el plan con las cátedras de matemática y náutica, con este pensamiento:
prescribían a los hombres las reglas para ser útiles en combate, laboriosos en las heredades y
benéficos al público. La Corte se oponía a estas intenciones, por lo que ciertas cátedras no se
incluyeron en el plan para evitar rechazo. El Sr. Basavilbaso fue encargado de confeccionar el plan de
la universidad. Consistía en una Cátedra de Gramática, una de números, una de Filosofía, tres de
Teología, una de Moral y tres de Derecho. La instrucción y el progreso eran una aspiración palpitante
e impulsiva en los americanos.
El Gobernador Vertiz fue erigiendo sucesivamente las aulas publicas y nombrando a sus catedráticos,
de todo lo cual se pasó informe a la Corte. Fueron los primeros estudios públicos que se dictaron en
Buenos Aires, en 1773. En 1779 la Corte pidió informes más específicos sobre las fincas que sostenían
a la universidad, y como estos nunca fueron enviados, esto impidió el establecimiento de la
Universidad. Pero se obtuvo la creación del Real Colegio de San Carlos, y que inició sus clases en 1783.
En 1794, a propuesta del Cabildo, se crea el Consulado de Comercio siendo nombrado Secretario, el
abogado Manuel Belgrano. El tenía un anhelo vehemente de organizar la instrucción pública: veía la
riqueza de los pueblos en la inteligencia y el fomento de la industria en el de la educación. Manifestó
en sus memorias del Consulado la necesidad de establecer escuelas gratuitas para los niños pobres
en todos los barrios de la ciudad. Tratan también sus memorias, de la necesidad de crear Escuelas de
Niñas, donde se les enseñase a leer, escribir y contar la Religión (ideas muy adelantadas para su
época).
Tres años después de su erección la Corte mandó a suprimir estas instituciones, considerándolas
inútiles y de mero lujo. Así impedía la corte de España el progreso de las colonias. En tiempo del
Virrey del Pino aparecieron en Buenos Aires los primeros periódicos. De esta manera se abrieron
nuevos horizontes a la juventud estudiosa, contribuyendo a su cultura por la prensa periódica.
En 1801 el Dr. Antonio Fabre abrió una cátedra de Anatomía y Cirugía y al año siguiente el Dr. Cosme
Argerich comenzó la enseñanza de la Medicina.
Al empezar el siglo XIX el estado de las colonias era floreciente. Establecido el Virreynato de la Plata
gozaban de paz y de un gobierno que si no era progresista siempre era hábil y discreto. La población
aumentaba considerablemente, el comercio con las provincias interiores y el Perú y el contrabando
había ensanchado las fuentes de producción. Este impulso progresista se siente también en el orden
educacional en toda la República. Se desarrolló la cultura intelectual por la acción de propia de las
colonias de Buenos Aires (Colegio de San Carlos), Córdoba (Colegio de Monserrat y la Universidad),
Salta y Tucumán (Universidad de Chuquisaca) y Cuyo (Universidad de Santiago de Chile), en contra de
las resistencias de España que recelaba siempre de la ilustración y progreso de los americanos.
Sus nobles esfuerzos les fortificaban el espíritu, y les daba conciencia de su valor moral. El
contrabando les dio iniciativa comercial, y las invasiones inglesas les revelaron su valor material. La
independencia es una consecuencia natural de sus atributos y una necesidad para su
desenvolvimiento y progreso.
II – 1810. Mariano Moreno. Manuel Belgrano. Asamblea del año 13. Director Pueyrredon. El General San
Martín. Gobierno del General Rodriguez. Rivadavia.
En 1810, el pueblo argentino se hizo dueño de su destino. La revolución no era un cambio de mando,
sino un cambio radical: crear ejércitos, dictar leyes, inculcar ideas, modificar costumbres, etc. La
generación de Mayo era digna de tan noble causa, y todos estaban seguros de que la educación era la
luz necesaria para iluminar la patria.
Mariano Moreno – 1810. Tiene vistas claras respecto a la educación del pueblo: funda un periódico
político, La Gaceta de Buenos Aires, para difundir las nuevas ideas. Hace escribir un libro de Catecismo
Militar, para iniciar a los niños y jóvenes en los principios fundamentales del gobierno libre.
Ordena la creación de la biblioteca pública. Reconoce también la necesidad de impulsar los estudios
en un sentido práctico y sin desconocer la importancia de las ciencias morales que eran las únicas
que preocupaban la educación entonces, trató de introducir las ciencias naturales y las matemáticas.
Manuel Belgrano – Figura en la época colonial como representante del espíritu progresista americano.