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CONSISTENCIA

Entonces, ya definimos lo que es una clase, esto es, una clase es un mundo, una
situación. En términos de Lógicas de los Mundos, un mundo consiste. En términos de
El Ser y el Acontecimiento , una situación es estable. ¿Qué significa que un mundo
consista o que una situación sea estable? A esta pregunta dedicaremos este capítulo.
Nuestro interés en pensar la consistencia reside que en qué lo que verdaderamente
queremos pensar es la interrupción de la consistencia ¿qué quiere decir que una
consistencia se interrumpa?¿cómo es que algo así ocurre?¿qué sucede después de que
una interrupción acontece? El punto de la interrupción será un asunto central en la
Teoría de la Enseñanza Emancipadora, allí ubicaremos el instante de la verificación de
la hipótesis de igualdad, sitio a partir del cual se podrá, decisión mediante, comenzar a
construir una emancipación.
Pero para pensar la interrupción a la consistencia necesitamos primero pensar
qué es lo que se interrumpe, esto es, la consistencia. Para ello recorreremos las
siguientes nociones: de El Ser y el Acontecimiento las nociones de multiplicidad
normal, multiplicidad singular y normalidad en el punto I y de Lógicas de los Mundos
las nociones función de aparecer, objeto, fenómeno y existencia, en el punto II.
Los puntos III, IV y V estarán dedicados a pensar la resignificación que la
noción de mundo hace de la noción de situación, pensadas estas dos nociones
esencialmente desde la consistencia. Veremos que a esa resignficación podemos
ubicarla en la relación entre la presentación y la indexación de un múltiple determinado.
Por último, en el punto VI veremos cómo es pensado un tipo de cambio que no
altere la consistencia del mundo, que no interrumpa la estabilidad de la situación, este
tipo de cambio se llamará modificación.

I
En estos dos primeros puntos de este capítulo nos disponemos a decir algo sobre
otras dos nociones del sistema de Badiou trabajas en El Ser y el Acontecimiento: las
nociones de multiplicidad normal y de multiplicidad singular. Estas nociones nos
servirán para pensar qué significa que un mundo, una situación, consista. Veremos que
esencialmente una situación consiste cuando todos sus múltiples son normales, lo cual
implica que en una situación, un mundo, consistente no hay singularidades.
Entonces, ahora, primero, multiplicidad normal.

Multiplicidad normal.
Partiendo de que, en términos de El Ser y el Acontecimiento, dada una situación
esta está dos veces estructurada, esto es, de que siempre hay presentación y
representación, tenemos tres casos posibles para un múltiple que está en la situación. El
múltiple puede estar: presentado y representado, presentado y no representado, no
presentado y representado1. Badiou llama a estos casos multiplicidad normal,
multiplicidad singular y multiplicidad excrecente, respectivamente. Como adelantamos,
nos vamos a interesar sólo por los dos primeros casos, el normal y el singular. Ahora, el
normal (luego, el singular).
En el ejemplo de la profesora de literatura pidiendo a sus alumnos por el libro
Historias de Cronopios y Famas el múltiple-libro es un múltiple normal, todos
comprenden que todos comprenden qué es un libro, y qué es ese libro en particular. La
normalidad de este múltiple-libro la encontramos en esa comprensión, ésta sólo es
posible porque todos los elementos que pertenecen al múltiple-libro están presentados, a
su vez, como múltiples consistentes en la situación, están incluidos en la situación 2. Si
alguno de los elementos constitutivos del múltiple-libro no estuviera presentado en tanto
múltiple consistente en la situación, cuando la profesora dijera “libro” habría una
opacidad en sus dichos que haría que no fuera posible comprender a qué se refiere, pero
esto no es lo que sucede en el ejemplo que dimos, por eso es que decimos que el
múltiple-libro es un múltiple normal.

Múltiples singulares.
Pasemos ahora a los múltiples singulares, dice Badiou respecto a ellos:
“están sometidos al efecto-de-uno, pero no son aprehensibles como partes,
porque se componen, en tanto múltiples, de elementos no admitidos por la cuenta, […]
un término singular es […] un múltiple de la situación, pero es “indescomponible”,
puesto que aquello que lo compone […] no se encuentra presentado en […] la
situación” (Badiou A., p. 118, 2003).

1
Hay un cuarto caso: que el múltiple no esté ni presentado ni representado. En este caso el múltiple se
llama (es el) vacío.
2
“La normalidad es el re-aseguro del Uno originario por el estado de la situación en la que ese Uno está
presentado.” (Badiou A., p. 117, 2003)
El múltiple singular es aquel en el que la diseminación hacia abajo se interrumpe
debido a que por debajo de él no hay nada presentado, o sea, sus elementos-múltiples no
están contados como partes-múltiples por la cuenta de la situación. El múltiple singular
es aquel que está presentado en la situación pero algunos de sus elementos-múltiples no,
está presentado pero no representado.
Un ejemplo de un múltiple singular lo encontramos en la escena final de la
película Entre los Muros (2008) de Laurent Cantet3. En misma vemos que es el último
día de clases, la jornada ha terminado y el profesor de Lengua se está despidiendo de los
alumnos y alumnas hasta el próximo año. “Adiós señor…”, le dice una alumna al
profesor retirándose del aula al igual que el resto de sus compañeros, “adiós, felices
vacaciones”, responde el profesor sentado desde su escritorio, “gracias”, “gracias,
igualmente”, responden algunos de los alumnos que continúan saliendo. Entonces,
cuando ya casi todos se han ido, vemos que una alumna se acerca tímidamente al
escritorio del profesor y protagonizan el siguiente diálogo:
-Señor- dice la alumna.
-Sí, ¿qué pasa?- responde el profesor.
-Yo no he aprendido nada- dice la alumna con cierta incomodidad
(¿vergüenza?) después de un momento de silencio.
-¿Pero… por qué dices que no has aprendido nada?- responde el profesor
después de su momento de silencio con más incomodidad que la alumna.
-Antes… todos… dijeron… que habían aprendido algo… y yo no he aprendido
nada-
El profesor vuelve a quedar en silencio, un silencio mayor que los anteriores, lo
vemos algo desconcertado.
-sí… pero no es… no es verdad lo que dices, has aprendido igual que ellos,
habrás visto que todos lo tuvieron que pensar… no es tan fácil acordarse así de repente
de lo que uno ha aprendido- dice finalmente el profesor ayudándose con movimientos
de sus manos para fortalecer su argumentación.
-pero no entiendo- la alumna vuelve al punto.
-¿cómo que no entiendes?-
-no entiendo lo que hacemos-
-¿en Lengua?-
-en nada-
-mmm no… no puedes decir que no entiendes absolutamente nada de las
materias que has dado, eso no es verdad-
-no quiero hacer FP4- dice la alumna.
-pero si de momento no se trata de eso… bueno ahora pasas de curso, tienes
tiempo de sobra para pensar qué es lo que harás después, ahora no está nada claro que
hagas FP, depende de tus resultados en el curso-
-pero no quiero-.

¿Cuál es el múltiple singular? ¿Cuál es el término en esta escena-situación que


está presentado pero no representado? Ese término es el “yo no he aprendido nada” que
3
Esta escena se puede ver en https://www.youtube.com/watch?v=pTZKnAJsl5E
4
Con “FP” se refiere al bachillerato profesional francés.
la alumna le dice dos veces al profesor, y el silencio de éste, que sigue, las dos veces, a
la irrupción de ese yo no he aprendido nada, es la marca de la singularidad. Ese silencio
nos muestra que el profesor, pero no sólo el profesor, sino la situación entera no
encuentran presentados los elementos-múltiples que componen al múltiple yo no he
aprendido nada, no hay nada por debajo de ese múltiple, no se puede comprender qué
quiere decir eso que dice la alumna, no se puede comprender porque sus elementos no
están presentados, aun cuando está ahí, aun cuando eso se dice. Yo no he aprendido
nada, se dice, pero no se comprende, hay una opacidad en ese término. Esa opacidad es
lo que nos muestra que es un múltiple singular. ¿Por qué decimos que hay opacidad, que
no se puede comprender en la situación en que irrumpe? Pues porque vemos al profesor,
primero quedar en silencio, sin palabras, sin múltiples presentados con los que
responder, luego lo vemos intentar responder con los múltiples que sí están presentados
en la situación-última-clase-del-año: sí… pero no es… no es verdad lo que dices, has
aprendido igual que ellos. Lo que sí está presentado y representado en la situación es el
múltiple los alumnos aprenden, al menos, algo. Pero este intento de dar cuenta del
múltiple singular con aquello con lo que cuenta la situación lo vemos fracasar cuando
después de las respuestas del profesor vuelve a irrumpir el múltiple singular, ahora bajo
las formas no entiendo, no entiendo lo que hacemos, no entiendo nada que dice la
alumna, una y otra vez al profesor. El profesor, y la situación, no logran dar cuenta de
ese múltiple, está ahí en la situación, pero no se sabe qué presenta, no se puede descifrar
su presencia. En toda la escena el profesor no logra escuchar lo que le dice su alumna:
ella, después de todo un año lectivo no ha aprendido nada, no entiende nada, no quiere
seguir con nada de esto que no entiende. Pero ese no lograr escuchar a su alumna no es
por distraído, irresponsable, incompetente, es, simplemente, porque en la situación (en
la que están la alumna y el profesor) no están presentados como partes los elementos-
múltiples que constituyen al múltiple yo no he aprendido nada, no entiendo nada, no
quiere seguir con esto que no entiendo nada. La situación (y por ende, la alumna y el
profesor que están en ella) no puede dar cuenta de eso que irrumpe en tanto múltiple
singular.

Normalidad.
Ya habiendo visto qué son los múltiples normales y los múltiples singulares
estamos en condiciones que comenzar a pensar la pregunta que inició este capítulo, ¿qué
quiere decir que un mundo, una situación consista? En El Ser y el Acontecimiento esa
consistencia tiene un nombre bien específico, normalidad.
La normalidad de una situación está asociada a la noción de multiplicidad
normal, no hay sorpresas en esto. Un múltiple normal es tal que está presentado y
representado, o sea, están presentados tanto él como sus elementos en la situación. Bien,
la idea de normalidad que Badiou propone en El Ser y el Acontecimiento es más fuerte
aún, tiene que ver con la noción de múltiple natural. Un múltiple natural es un múltiple
que es normal y también lo son sus elementos. En este sentido, una situación gozará de
normalidad cuando la totalidad de sus múltiples son naturales. Esto quiere decir que en
una situación como tal dado cualquier múltiple este está presentado y representado, y
también lo están todos sus elementos, y también todos los elementos de aquellos
elementos del múltiple de partida, y así, y así, la diseminación podría seguir
indefinidamente y siempre encontraríamos múltiples naturales, estos, múltiples
presentados y representados. Badiou llama natural a una situación que goza de la
normalidad tal como se la definió:
… una situación es natural5si todos los términos-múltiples que presenta son
normales y si, además, todos los múltiples presentados por sus términos múltiples son
igualmente normales. (Badiou A., p.148, 2003)

Un múltiple-presentado natural (una situación natural6) es la forma múltiple


recurrente de un equilibrio especial entre pertenencia e inclusión, estructura y
metaestructura. Sólo este equilibrio asegura y re-asegura la consistencia de lo múltiple.
Lo natural es la normalidad intrínseca de una situación. (Badiou A., p.148, 2003)

Esta condición de estabilidad brindada por la naturalidad de todo múltiple en la


situación se efectiviza en el hecho de que nada interrumpe la consistencia de la
diseminación de un múltiple en sus elementos y en los elementos de éstos, En términos
de El Ser y el Acontecimiento , en mundo normal no hay lugar para singularidades, es
más, éstas están prohibidas por la naturaleza de la situación:
Para pensar plenamente la consistencia estable de un múltiple natural, es
necesario sin duda prohibir [las] singularidades internas y plantear que el múltiple
normal sólo se compone, a su vez, de múltiples normales. (Badiou A., p.148, 2003)

La consistencia de un mundo, retomando la pregunta, tiene como requerimiento


que no existan singularidades. En otras palabras, un mundo consiste mientras que nada
altere el discurrir de la presentaciones de un múltiple a otro, mientras todo múltiple sea
5
La cursiva es de Badiou.
6
Las cursivas son propias.
naturalmente transparente, esto es, mientras a ningún múltiple (“se”) le ocurra tornarse
opaco.
Más adelante veremos que, por un lado, hay mundos dónde la normalidad es un
momento junto a otros momentos tales como el instante de la interrupción y el tiempo
de la reconstrucción, éstos serán los mundos en lo que ocurren cambios verdaderos, y
tendrán un nombre específico dentro de la teoría que estamos intentando construir, serán
los mundos-clase-emancipadora. También veremos que, por otro lado, hay mundos en
lo que la normalidad es lo único que hay todo le tiempo, esto es, una normalidad
permanente donde nada la interrumpe y, por ende, donde nada nuevo puede
(re)comenzar a (re)construirse, estos mundos éstos serán, en términos de Lógicas de los
Mundos, los mundos átonos y, en términos de nuestra teoría en construcción, los
mundos-clase-atontadora.

II
En el capítulo anterior vimos las nociones de trascendental y de aparecer, éstas
nos servirán ahora para pensar el asunto que nos ocupa en este momento, la
consistencia. Para esto introduciremos otras cuatro nociones que Badiou trabaja en
Lógicas de los Mundos: las nociones de función de aparecer, objeto, fenómeno y
existencia.
Comencemos.

La función de aparecer.
La función de aparecer formaliza la noción de aparecer, esto es, si el aparecer es
una captura de lo múltiple, la función de aparecer es una forma de escritura de esa
captura. Dicha captura (la indexación trascendental) consiste en la adjudicación de
identidades y diferencias, los ya nombrados grados de un trascendental. La función de
aparecer es una formalización de esa adjudicación, de la indexación de un múltiple en
un mundo.
Pongámonos aún un poco más técnicos. Sea un múltiple A que aparece en un
mundo m. Esto quiere decir que A está indexado por el trascendental de ese mundo. Y
esto quiere decir, a su vez, que a todos los elementos de A, tomados de dos en dos, se le
adjudican valores, grados, a las intensidades (“cantidades”) en que difieren, o no, unos
de otros. A la “acción” de otorgar valores a las diferencias e identidades dentro de un
mundo Badiou la piensa como una función:
“si x e y son dos elementos de un ente A, y T es el trascendental del mundo
considerado, la indexación es una función de identidad Id(x, y) que mide en T el grado
de identidad “apareciente” de x con y. Dicho de otro modo, si Id(x, y) p, eso quiere
decir que x e y son “idénticos en el grado p” en cuanto a su potencia de aparición en el
mundo” (Badiou A, p. 222, 2008).

Y a esta función, que formaliza el aparecer, la llama función de aparecer:


Sea A un conjunto (o sea, una multiplicidad pura, una forma pura del ser como
tal). Suponemos que ese múltiple A aparece en un mundo m, cuyo trascendental es T.
Llamaremos “función de aparecer” a una indexación de A sobre el trascendental T
definida así: es una función Id(x, y), léase “grado de identidad de x con y”, que, a todo
par {x, y} de elementos de A hace corresponder un elemento p de T. (Badiou A., p. 273,
2008)

Si leemos atentamente podemos encontrar que hay dos formas en las que un
múltiple es indexado por la función de aparecer. Una, implica que de un múltiple dado
se miden los grados de identidad entre sus elementos tomados dos a dos, es lo que se
llama un objeto. La otra, aquella que toma a un múltiple dado, llamémoslo C, como
elemento de otro múltiple, llamémoslo D, y se miden los grados de identidad del
múltiple dado, C, con cada uno de los otros elementos del múltiple D, es lo que se
denomina el fenómeno. En otras palabras, dado un múltiple en un mundo este puede
ocupar dos lugares diferentes en la definición de la primera de las dos citas: en el
enunciado “si x e y son dos elementos de un ente A… ” puede estar ocupando el lugar
del “ente” o el de uno de los “elementos”, en el primer caso se trata de la indexación
“objetivante”, en el segundo, de la indexación “fenoménica”. Las comillas están puestas
para remarcar que pensar que una indexación pueda ser objetivante o fenoménica es un
abuso del lenguaje, en realidad la indexación es una sola. Dado un múltiple en un
mundo éste es indexado por la misma función de aparecer tanto como objeto, tanto
como fenómeno.
Veamos ahora, entonces, qué es un objeto, luego veremos el fenómeno y, por
último en este punto II, la existencia.

El objeto.
En Lógicas de los Mundos encontramos sobre el objeto:
Por “objeto” entendemos la pareja de un múltiple A y de una indexación
trascendental Id, pareja anotada (A, Id), bajo la condición de que todo átomo cuyo
soporte es A sea real, dicho de otro modo, de que todo componente atómico del
aparecer de A sea equivalente a un átomo real Id(a, x) prescrito por un elemento a de
A. (Badiou A., p. 282)

En este momento de sólo nos vamos a interesar por la primera parte de la


definición, “la pareja de un múltiple y una indexación trascendental Id, pareja anotada
(A, Id)”. La segunda parte, aquella que refiere a la noción de átomo y átomo real, no la
trabajaremos en este punto, en todo caso, en el punto siguiente, cuando veamos la
relación entre la presentación en una situación y la indexación en un mundo, ahí sí
veremos algo sobre estas nociones (pero adelantemos que será un tratamiento muy
superficial de esta parte de la teoría de Badiou, escapa a las dimensiones de este trabajo
la complejidad y la profundidad de la denominada lógica atómica). Aclaremos de todo
modos que al quedarnos solamente con la primera parte de la definición de objeto no
estamos relegando nada substancial de la misma, en efecto, un objeto es para Badiou un
múltiple puro y una indexación trascendental de ese múltiple en un mundo 7. Decimos
una indexación y un mundo, y no la indexación y el mundo, porque dado un múltiple
puede haber un sin número de indexaciones en un mismo mundo, o incluso diferentes
indexaciones en diferentes mundos.
Formalicemos la escritura del objeto. Sean un mundo m, un trascendental T y un
múltiple A. La pareja formada por el múltiple A y una indexación suya en T es, lo
vimos recién, un objeto, y se escribe:
(A , Id) = {Id(x, y) / x, y ∈ A} , Id(x,y): AT
Como podemos ver el objeto implica una operación de evaluación trascendental
sobre los elementos del múltiple A, al cual se lo denomina múltiple soporte o múltiple

7
Cuando decimos que no estamos relegando nada substancial de la noción de objeto al quedarnos
sólo con la primera parte de la definición no es solamente una forma de un decir, en un sentido figurado.
Badiou mismo en Lógica de los Mundos en la página anterior a dar la definición de objeto citada dice:
“… el ser y el aparecer se conjugan bajo el signo de lo Uno. No queda más que formular nuestro
“postulado del materialismo”, que autoriza una definición del objeto. Este postulado, como sabemos, se
enuncia: todo átomo es real.” (Badiou A., p. 281, 2008)
Sin tener necesidad de desarrollar en este momento qué es un átomo y qué es un átomo real, sí
podemos ver que, sea lo que sea un átomo, éste es real, todo átomo es real. De este modo, la segunda
parte de la definición de objeto, “bajo la condición de que todo átomo cuyo soporte es A sea real”, está
enunciando algo que, según lo que se postuló en la página anterior, es siempre cierto (porque se decide
que lo sea, esto es, es un postulado, como lo es, por ejemplo, el axioma de elección en la teoría de
conjuntos). En otras palabras, cualquier objeto junto a cualquier indexación suya en cualquier mundo
cumplirá con la condición de que todos sus átomos sean reales ya que, axiomáticamente, se ha postulado
que todo átomo es real. En este sentido es que decimos que no estamos relegando nada substancial al
quedarnos solamente con la primera parte de la definición de objeto, efectivamente un objeto es un
múltiple puro y una indexación suya en un mundo, nada más ni nada menos que eso.
referencial. En otras palabras, para poder hablar de objeto se requiere que el múltiple y
sus elementos estén presentados, esto es, estén contados. Cuando hablamos de un
múltiple A como soporte, en ese un está operando la cuenta-por-uno sobre A, y cuando
hablamos del grado de identidad entre un elemento x de A y un elemento y de A, en
esos un está operando también la cuenta-por-uno ahora sobre los elementos de A. En
otros términos, para poder hablar de un objeto (A,Id) es necesario que A esté
presentado y representado. Esta cuestión de la relación entre presentación e indexación
la retomaremos en el punto III.

El fenómeno, la existencia.
Entonces, vimos que dados un mundo m, un trascendental T y un múltiple A
cuyo aparecer es consistente en dicho mundo, su indexación opera de dos formas: por
un lado, A es indexado como objeto, por otro, A es indexado cómo fenómeno. La
definición de objeto ya la vimos, veamos la de fenómeno:
Dado un elemento fijo de A, supongamos a ∈A, se llama “fenómeno de a en lo
relativo a A” (en el mundo m considerado) al conjunto de los valores de la función de
aparecer Id(a, x) para todos los x que coaparecen con a en el conjunto A. Dicho de otro
modo, para x1 ∈A, x2 ∈A..., x∈A, ..., se tienen los valores trascendentales de
identidad
de a con x1, x2, ..., x, ..., definidos por Id(a, x1), Id(a, x2), ..., Id(a, x), ... El conjunto
formado por a y por todos esos grados trascendentales constituye el fenómeno de a (en
lo relativo a A). Anotaremos:
(a / A) {a, Id(a, x1), Id(a, x2), ..., Id(a, x), .../ x∈A} (Badiou A., 2008,
p. 275)

Entonces, A es indexado, a través de sus elementos, en tanto múltiple referencial


de los mismos, y en tanto elemento de otro múltiple referencial, llamémoslo B, al cual
pertenece en el sentido ontológico8. Si denotamos IdA y IdB como las funciones de
aparecer que tienen a A y a B como múltiples referenciales respectivamente, las
definiciones formales de cada una de estas formas de indexación son:
1. Como objeto, (A , IdA) = {IdA(x, y) / x, y ∈ A} , IdA(x,y): AT
2. Como fenómeno, (A/B) = {A, IdB(A, x) / x ∈ B} (A∈ B) , IdB(A,x): T

8
“Hay que observar que no consideramos directamente la presentación de a en el mundo, sino la de a en
un múltiple A presentado en el mundo…
Se pueden considerar, por supuesto, conjuntos más vastos, o más restringidos. Pero la
precaución formal es la de inscribir siempre la aparición en un mundo bajo el signo de un múltiple
referencial del que se está seguro que es elemento ( en el sentido ontológico) [el subrayado es propio] del
mundo considerado. En el fondo, el referencial A no es más que una garantía de ser-en-el-mundo para el
aparecer de sus elementos. Por eso acabamos de dar una definición formal del fenómeno que pasa por el
referencial A ∈m.” (Badiou A., 2008, pp. 275 y 276)
Notemos que lo que miden ambas formas de indexación son relaciones, no
identidades “en sí”9: miden cuán idénticos (o diferentes) son dos elementos de un
múltiple referencial dado. De lo que se trata en el aparecer es de relaciones, relaciones
inmanentes a un objeto dado (relaciones entre sus elementos), y relaciones entre los
objetos mismos:
“De todo ello resulta que el ser-ahí, o aparecer, no tiene por esencia pura una
forma del ser, sino formas de relación.” (Badiou A., 2010, p.38)

Dado que en el aparecer de lo que trata, de lo único de lo que se trata, es de


relaciones, la existencia, en tanto elemento del aparecer, es una medida relacional
también. Dado un múltiple, su existencia es un valor particular de aquellos que toma su
indexación como fenómeno (lo que implica, recordemos, una indexación en tanto
elemento, en el sentido ontológico, de otro múltiple que oficia de referencial del
aparecer del elemento). La existencia es la intensidad de identidad (o diferencia) de un
múltiple consigo mismo. Por ejemplo, si dado un múltiple A y un múltiple referencial B
(A ∈ B), queremos saber la medida de su existencia, tenemos que preguntar por el valor
que la función IdB(A, x): BT toma cuando es evaluada en A10. Si denotamos la
existencia de A como EA, su definición formal se enuncia: EA = IdB(A, A), (con A ∈
B). Notemos que la existencia de A es un valor de la función de aparecer operando
sobre un múltiple referencial al que A pertenece en el sentido ontológico, lo que
significa que EA ∈ (A/B), la existencia es un elemento del fenómeno (y no del
objeto)11.
Existir en un mundo y estar objetivado en él no son lo mismo. Mientras que la
existencia es del orden de lo que en términos de El Ser y el Acontecimiento se denomina
la presentación, la objetivación es del orden de la representación. En este sentido es que

9
“Tengamos cuidado, sin embargo, en lo siguiente: estrictamente hablando, una medida trascendental se
refiere siempre a la identidad o a la diferencia entre dos entes en un mundo determinado. Cuando
hablamos de una “evaluación del aparecer”, como lo hacemos desde el principio, es sólo por comodidad.
Porque lo que es medido o evaluado por la organización trascendental de un mundo es, de hecho, el
grado de intensidad de la diferencia de aparición, en ese mundo, de dos entes, y no una intensidad de
aparición considerada “en sí”.” (Badiou A., 2008, p.145)
10
“Llamaremos grado de existencia de x en el conjunto A, y por lo tanto en el mundo m, al valor que
toma en el trascendental de ese mundo la función Id(x, x). Así, para un múltiple cualquiera, la existencia
es el grado según el cual él es idéntico a sí mismo en tanto que aparece en el mundo. Hemos insistido, en
la exposición conceptual, en el hecho de que la existencia es relativa a un mundo y es en su concepto una
medida, o un grado.” (Badiou A., 2008, p. 276)
“La existencia es el nombre que porta el valor de la función de identidad cuando se lo aplica a un solo y
mismo elemento. Es, por así decir, la medida de la identidad de una cosa consigo misma.” (Badiou A.,
2010, p.64)
11
Veremos que en un sitio, y solamente en un sitio, la existencia es un elemento del fenómeno y del
objeto, lo cual es una subversión de las leyes del mundo.
podemos decir que la objetivación, al igual que la representación estatal, es otro nombre
de la consistencia (de ahí que toda subjetivación implique una interrupción en la
objetivación). Jugando un poco con los términos de El Ser y el Acontecimiento
podríamos decir que, mientras que un múltiple normal existe y está objetivado en
unmundo, un múltiple singular existe pero no está objetivado, está ahí pero no se lo
puede hacer consistir, existe pero no podemos saber en qué consiste esa existencia.
En un mundo consistente todo múltiple es indexado tanto como fenómeno y
como objeto, aunque, digámoslo una vez más, la consistencia está dada en sí por la
objetivación (no por lo fenoménico). En otras palabras, un mundo que consiste es un
mundo en dónde todo múltiple que aparece en él está objetivado, lo cual quiere decir
que todo múltiple que aparece cuenta con que sus elementos estás presentados, listos
para ser evaluados por la función de aparecer, pero, como esos elementos son, a su vez,
múltiples y todo múltiple está objetivado (pues el mundo consiste), tenemos que los
elementos de los elementos del primer múltiple también están presentados, y así, y así,
podríamos seguir la diseminación sin que nada interrumpa su consistencia.
Si en términos de Lógicas de los Mundos, consistencia se dice objetivación, en
términos de El Ser y el Acontecimiento, se dice normalidad (o también, naturaleza, lo
veremos más adelante).

III
En nuestro recorrido venimos hablando de la noción de situación, una
presentación de una multiplicidad dos veces estructurada, y de la de mundo, el lugar del
aparecer. Teniendo siempre presente que para nosotros una clase es una situación, un
mundo. ¿Pero, cómo se relacionan éstas dos nociones? Badiou, en Lógicas de los
Mundos, dice en más de una oportunidad que lo que antes –en El Ser y el
Acontecimiento– se llamaba “situación”, ahora se llama “mundo”. ¿Pero entonces
“mundo” y “situación” son términos intercambiables? No exactamente. Una situación se
piensa a partir de la ontología (la matemática), un mundo es pensado, no solamente
desde la ontología, sino también, y esto es la novedad, desde la lógica. En una situación:
ontología de los múltiples puros, presentados y representados. En un mundo: lógica de
la indexación de esos múltiples, o de su aparecer (que es lo mismo). En una situación: la
(doble) cuenta-por-uno, aquella que determina las pertenencias y las inclusiones de todo
múltiple presentado. En un mundo: además de las pertenencias e inclusiones,
identidades y diferencias de los elementos de un múltiple y relaciones entre múltiples.
Una situación, al igual que un mundo, consiste, esto es, no es caótica, es
intrínsecamente normal. Es justamente en el punto de la consistencia (y por ende,
también en el punto de aquello que puede interrumpirla) donde podemos encontrar un
matiz entre las nociones de situación y de mundo. Mientras que de una situación se dice
que consiste si, como resultado de la doble operación de cuenta-por-uno, se consigue
evitar la irrupción del vacío, de un mundo se dice consistente si el aparecer que tiene
lugar en él no es caótico, o sea, si la indexación de los múltiples que aparecen en él es
consistente. Pero, y aquí está el matiz al que nos referíamos, para que la indexación de
un múltiple sea consistente es necesario que ese múltiple y sus elementos ya estén
contados, en otras palabras, se requiere que ya esté operando una doble cuenta-por-uno
como aquella que da consistencia a una situación. Para poder hablar de indexación de
un múltiple es preciso que ya tengamos un múltiple, o sea, un múltiple contado-por-uno.
Si, como dice Badiou, un mundo es una situación, esto quiere decir que, dada una
presentación doblemente estructurada, hay también, además de la presentación, una
indexación de las multiplicidades presentadas. En ese “además” encontramos el matiz
sobre la consistencia que recién señalábamos: para que el aparecer de un múltiple sea
consistente, éste tiene que estar presentado de manera consistente . Es por eso que la
interrupción de la consistencia de un mundo empieza siempre por una interrupción en la
consistencia de la presentación, que es lo que es un sitio –por otro lado, la interrupción
en la consistencia del aparecer, ya lo veremos, es un aislado–.

VI
Ahora veremos ese matiz sobre la consistencia al que hicimos referencia con un
poco más de detalle, para esto trabajaremos con el objeto. La elección de pensar la
consistencia a través del objeto tiene que ver con que, ya lo vimos, es justamente en el
punto de la indexación de un múltiple como objeto en dónde se juega la consistencia de
un mundo, su objetivación. En otros términos, un mundo que consiste es un mundo que
tiene todos sus aparecientes-múltiples objetivados.
Sean un mundo m y un objeto (A, Id) en ese mundo. Si el mundo consiste, y
con él lo hace el objeto también, es porque la función identidad (otro nombre de la
función aparecer) está pudiendo operar como función, o sea, es posible tomar de dos en
dos los elementos de A y asignar un valor a cada pareja. Esto quiere decir que dados dos
elemento cualesquiera x, y ∈ A, o sea, un elemento x y otro (un) elemento y, ambos
pertenecientes a A, la función identidad Id puede ser calculada en (x,y). Pero este
cálculo sólo es posible si, a su vez, ya está operando otra función, la cuenta-por-uno,
que permite que podamos decir que x es un elemento de A y que y es un (otro) elemento
de A.
Supongamos ahora que nos preguntamos por la consistencia de A, en otras
palabras, queremos saber en qué consiste A en tanto apareciente en el mundo m.
Notemos que esta pregunta es distinta a la pregunta por la existencia, la pregunta
¿existe A? es una pregunta por el fenómeno, la pregunta ¿en qué consiste A? es una
pregunta por el objeto. Ya sabemos que A existe, pues partimos de que A consiste y,
para consistir primero hay que existir (la recíproca no es verdadera 12). Nos preguntamos
entonces por la consistencia de esa existencia ¿en qué consiste A? En otras palabras,
¿cuál es la objetivación de A?
Para responder esa pregunta tenemos que ver cuál es la indexación de A como
objeto (A, IdA), o sea, ver qué valores toma la función identidad IdA(x,y): AT
(donde T es el trascendental del mundo m). Id(x,y) está bien definida pues todos los
elementos de A están presentados (por hipótesis del caso que estamos pensando). Ahora
bien, la pregunta de la consistencia podría seguir insistiendo más allá de esto valores,
alguien podría, por ejemplo, decir: “de acuerdo, esos son los valores de las identidades
entre los elementos de A, pero ¿en qué consisten esos elementos de A?”. O sea,
sabiendo que A está conformado por tales elementos y que entre éstos hay tales grados
de identidad, ¿Por qué no seguir preguntando por la consistencia de los elementos de A?
¿Por qué no seguir preguntando por qué?13 Si fuéramos por ese camino entonces
deberíamos ver para cada elemento x ∈ A los valores que toma IdX(x1,x2): XXT,
con x1, x2 ∈ X. Y si “en verdad” quisiéramos saber en qué consiste A no deberíamos
conformarnos con saber en qué consisten A y cada uno de sus elementos, deberíamos
preguntarnos ¿en qué consisten los elementos de cada uno de los elementos x ∈ A?

12
Si bien consistir implica existir, no es cierto que existir implique consistir. Se puede existir sin ser
consistente, sin estar objetivado, es el caso de un sitio. Un sitio, ya lo veremos, es un múltiple que aparece
en un mundo, o sea, existe, pero no consiste, es más, su existencia puede interrumpir (decisión mediante)
la consistencia del mundo en el que aparece.
13
Freud para ejemplificar lo que en algún momento de su obra denominó pulsión de saber, daba el
ejemplo de un niño que a todo preguntaba “por qué”, y a cada respuesta que le daban sus padres, volvía a
preguntar “por qué”: ¿por qué hay que ir a dormir? Porque hay que descansar, ¿y por qué hay que
descansar? ¿Por qué mañana hay que levantarse temprano para ir a trabajar? ¿y por qué hay que ir a
trabajar? ¿Por qué … El ejemplo de Freud terminaba con que el adulto, después de un rato cerraba la
interrogación con un “porque sí y se acabó”, deteniendo así la diseminación indefinida. El niño, si no
mediara el corte de un adulto, seguirá indexando e indexando, e indexando, sin lograr hacer consistir el
mundo en ninguna respuesta.
Vemos como, de seguir por este camino la función identidad Id no descansaría nunca,
continuaría indexando ad eternum. Pero no es esto lo que sucede, ya lo vimos en el
capítulo 1 con el ejemplo del libro que la profesora de literatura le pedía a sus alumnos
buscar en la biblioteca, la profesora dice “libro” y todos entienden a qué se refiere, es
más, todos entienden que todos entienden a qué refiere la palabra libro. En ese
momento, en el capítulo 1, explicamos la detención de la diseminación por la doble
cuenta del estado, por el reasuguro estatal sobre la situación. Ahora, en término de
Lógicas de los Mundos, debemos decir, junto a Badiou, que si dado un múltiple A en un
mundo m su indexación no continúa indefinidamente y se detiene en algún punto, es
porque allí en ese punto en el que para hay un átomo de aparecer. Esto es casi la
totalidad de lo que diremos sobre esta noción badiouiana, la realidad es que un concepto
que por su complejidad escapa por lejos a la posibilidad de ser abarcado por este
trabajo, en todo caso, para los interesados, pueden remitirse al Libro III de Lógica de
los Mundos.
Utilicemos un ejemplo para dar una idea intuitiva, mínima, de qué es un átomo
de aparecer dentro de la teoría de Badiou. Supongamos que en una clase de quinto grado
de una escuela primaria los niños y las niñas están trabajando junto a su maestra las
“operaciones con fracciones”. Entonces hay escrito en el pizarrón el siguiente problema:
Livia tenía una torta, de la cual un tercio se la comió el perro y dos quintas
partes se le cayó al piso ¿qué cantidad de torta le quedó a Livia?

Luego, supongamos que, más allá de la mala suerte de Livia, los alumnos y
alumnas y la maestra de la clase de cuarto grado logran resolver ese problema y

4
obtienen como respuesta: . Y supongamos que todos entienden más o menos cómo se
15
llegó a ese resultado. Es más, supongamos que tal vez haya alguien que no esté del todo
seguro de cómo fue que se resolvió el problema, o hay otro que le haya dado otro

4
resultado, pero lo que sí, todos entienden que es una fracción. Es en este punto que
15
quiero que nos detengamos para ver intuitivamente la noción de átomo de aparecer. En
el mundo-clase-de-quinto-grado-en-ese-día-en-particular el múltiple “número
fraccionario cuatro quinceavos” aparece indexado, objetivado, consistiendo allí en el

4
pizarrón como . Efectivamente, ese objeto consiste, pues, si bien alguien puede no
15
estar entendiendo del todo cómo se suman o restan fracciones, o cómo traducir un
problema matemático de un lenguaje de grafemas a uno aritmético, o a alguien le podría

4
haber dado otro resultado, todos entienden qué quiere decir “ ”, y todos entienden que
15
todos entienden. Eso es la consistencia de ese objeto. Vayamos ahora por sus átomos.

4
¿En qué consiste ese ? Pues bien, podemos imaginar que preguntados los alumnos de
15

4
cuarto grado por qué es ese , sus respuestas rondarían las siguientes ideas: un número
15
fraccionario, o sea, un número que tiene un número arriba y otro abajo con una barra
entre ellos, una barra que indica que el de abajo está dividiendo al de arriba. Y listo, la

4
indexación se detiene ahí. O sea, tiene en el orden del aparecer tres elementos nada
15
más, un numerador, un denominador, y un símbolo de la operación dividir. En otras
palabras, tiene tres átomos de aparecer. Y a nadie, si quiera a la maestra, se le ocurriría
seguir diciendo, por ejemplo: dónde la división es una operación definida sobre un
conjunto de números, dónde un conjunto es una colección de elementos, donde los
elementos son en este caso números, donde un número es 14… En otras palabras, dado el
múltiple “cuatro quinceavos” en el mundo clase-de-quinto-grado su indexación no
continua indefinidamente, sino que se detiene y coagula un sentido que cierra y sostiene
la consistencia de ese mundo. Ahí donde la indexación se detiene, donde ya no se sigue
subdiviendo, están los llamados átomos de aparecer.
Pero el asunto de los átomos sigue con el postulado del materialismo: todo
átomo es real (Badiou A., 2005). De este postulado sí que no diremos nada más que,
valga la redundancia, postularlo, enunciarlo15, y mostrar una cita en dónde creemos que,
sin tener que saber a qué se refiere Badiou con el término átomo real, podemos leer la
relación que hay entre la noción de situación y la noción de mundo leyendo la relación
entre la presentación (la cuenta-por-uno) y la indexación:
Se ve el alcance del axioma del materialismo: él exige que lo que es contado
atómicamente por uno en el aparecer lo haya sido en el ser 16. Queremos decir: haya sido
14
De hecho, la pregunta ¿qué es un número? no es una pregunta para nada trivial.
15
Volvemos a invitar a los interesados a leer el Libro III de Lógicas de los Mundos, allí Badiou expone su
postulado. Notemos, de paso, que un postulado no es algo demostrable, es un axioma, como lo es el
axioma de elección en la teoría de conjuntos. El postulado del materialismo es una decisión:
“Estamos aquí en el punto de una decisión especulativa, de la cual no existe ninguna deducción
trascendental. Esta decisión excluye que el aparecer pueda arraigarse en lo virtual. Exige, en efecto, que se
comprometa una dimensión actual de lo múltiple (de la composición ontológica) en la identificación de toda
unidad del aparecer. Ahí donde lo uno aparece, lo Uno es.” (Badiou A., p. 248, 2005).
16
Las cursivas son propias.
contado –y por ende pueda ser contado siempre: las leyes ontológicas de la cuenta son
inflexibles– entre los elementos de un múltiple apareciente en el lugar considerado del
aparecer (en tal mundo). Lo uno del aparecer es el ser-uno de uno que aparece. (Badiou
A., pp. 248 y 249, 2005)

En ese haya sido contado es donde podemos leer el matiz sobre la consistencia
en un mundo y en una situación que enunciáramos un poco más arriba: para que el
aparecer consista (para que haya átomos, lo Uno de aparecer) es necesario que la
cuenta-por-uno consiste (que haya lo Uno del ser).

Entonces, ¿qué relación podemos pensar entre las nociones de situación y de


mundo? La misma que hay entre el operador de cuenta-por-uno (de una situación) y el
operador trascendental (de un mundo), la cual podemos enunciar del siguiente modo: en
una temporalidad lógica (en tanto no cronológica), dada una multiplicidad inconsistente
–mítica, podríamos decir–, en un primer tiempo opera sobre ella la cuenta-por-uno
dando como resultado una multiplicidad presentada (y representada, estamos
suponiendo la consistencia de la situación), luego, en un segundo tiempo, opera sobre
esa multiplicidad presentada el operador transcendental dando por resultado una
multiplicidad indexada, o sea, un objeto (estamos suponiendo la consistencia del
mundo). En esta temporalidad lógica vemos el recorrido que va desde el mítico múltiple
inconsistente al objeto17.

VII

17
Badiou en Lógicas de los Mundos hace además todo un desarrollo del recorrido inverso, esto es, desde
el objeto hacia el múltiple presentado, el denominado funtor trascendetal. Esta es otra de las múltiples
cuestiones que escapan a las dimensiones de este trabajo. Para quienes quieran recorrerlas los remitimos,
una vez más, al Libro III de Lógicas de los Mundos.
Recién vimos bajo qué condiciones un mundo se presenta como consistente:
bajo las operaciones de la cuenta-por-uno y de la indexación trascendental. Mientras el
devenir de un mundo es consistente no es que no se produzcan cambios, cambios hay
todo el tiempo, pero esos cambios (en los objetos, en las relaciones entre objetos) son
tales que no interrumpen la normalidad del mundo. A un cambio que no interrumpe la
consistencia Badiou lo llama modificación:
Definamos lo que es un cambio regular, o interno a las leyes del aparecer. Si,
por ejemplo, un plátano tiene una enfermedad viral, de tal suerte que pierde sus hojas y
se seca, es posible que el sistema de sus relaciones con el mundo -por ejemplo, el
espesor de la sombra que él prodiga, superior al de la sombra que dispensan los
pequeños árboles vecinos- se vea modificado. El grado de identidad de su sombra con
las sombras vecinas, que testificaba la amplitud muy superior de su follaje, era débil, y
he aquí que aumenta y hasta tiende hacia el grado máximo, como si el gran árbol se
viera disminuido al rango de un aborto. No solo esta modificación no recae sobre la
disposición trascendental, sino que la supone. Es respecto de la estabilidad de las
relaciones entre grados, y de la pertinencia del vínculo entre los múltiples que aparecen
en el mundo y esos grados, que se puede hablar de la decrepitud del árbol en relación
con su pasado cercano. El cambio permanece inmanente a las leyes. Es una simple
modificación18, interna a la disposición lógica del mundo (Badiou A., 2010, p.82)

…el objeto absorbe, como elementos de la multiplicidad que es, las


modificaciones que lo incluyen en el tiempo del mundo, y por las cuales él no “cambia”
sino en la medida en que ese “cambio” es su aparecer-en-el-mundo. (Badiou A., 2005,
p.399)

…un mundo es el conjunto de sus modificaciones.


Llamaremos “modificación” al aparecer reglado de las variaciones intensivas
que un trascendental autoriza en el mundo del que es el trascendental. La modificación
no es el cambio. O no es más que su absorción trascendental, la parte de devenir
constitutiva de todo ser-ahí. (Badiou A., 2005, pp. 399,400)

O, en un lenguaje más formal:


Dado un mundo m, se llama modificación a las variaciones de intensidad (o de
aparecer) que afectan a los elementos de un mismo objeto. Dicho de otro modo, si (A,
Id) es un objeto, toda diferencia en las indexaciones trascendentales de los elementos de
A es una modificación de A en cuanto a su aparecer. (Badiou A., 2005, p. 432)

Las modificaciones son, entonces, esa forma del cambio que no es más que el
despliegue de un múltiple en su aparecer, en su devenir-objeto. Podemos inscribir la
igualdad: modificaciónobjetivación. (Badiou A., 2005, p. 433)

18
La cursiva es de Badiou.

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