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Universidad de Antioquia

Facultad de Ciencias Exactas y Naturales


Curso: Cátedra 7 – Bioética
Docente: León Madrid Zapata

El sueño de Newton
Maritza Caballero Cano
Instituto de Física.

La ciencia se presenta a la sociedad como una forma alternativa de entendimiento del mundo,
basada en la comprobación de hipótesis a través de la experimentación. Para aquellas personas que
no se encuentran familiarizadas con dicha forma de pensamiento, ésta presenta una gran cantidad de
conjeturas, inquietudes y contradicciones. En este documento se busca, a partir del fragmento “El
sueño de Newton” escrito por el astrofísico Carlo Sagan, dar una opinión en base a dichas
conjeturas y exponer de manera clara que muchas de las oposiciones que se adjudican a la ciencia
no son más que concepciones erróneas a cerca de la forma como esta lleva a cabo el estudio de la
naturaleza.

Una de las primeras críticas que se le hace a la ciencia es respecto a su carácter reduccionista. El
estudio científico está en una búsqueda constante de hallar relaciones fundamentales, de encontrar
una ecuación única que permita entender y explicar de forma simple el funcionamiento de los
sucesos que en el universo tienen lugar; la ciencia busca una ley física que nos diga cómo funciona
el universo como un todo. Carl Sagan afirma: “Una queja relacionada con ésta es que la ciencia es
demasiado simple, demasiado «reduccionista»; imagina con ingenuidad que en el recuento final
habrá sólo unas cuantas leyes de la naturaleza —quizá incluso bastante sencillas—que lo
explicarán todo, que la exquisita sutileza del mundo (…) pudiera «reducirse» a estas leyes. El
reduccionismo no parece conceder un respeto suficiente a la complejidad del universo” (p.297). En
este punto es primordial exponer que la búsqueda de relaciones fundamentales no representa una
idea simplista y vacía de comprender los procesos complejos que se llevan a cabo en los distintos
rincones del universo; por el contrario, se busca hallar esa armonía sencilla que nos muestre que el
espacio del que hacemos parte, a pesar de su gran complejidad, diversidad y riqueza puede ser
explicado de manera sencilla sin perder su majestuosidad y belleza. Vivimos en un universo donde
las leyes físicas son las mismas en todos los lugares, esto nos brinda la gran ventaja de explicar con
una misma expresión el funcionamiento de algo tan simple como un reloj o algo tan complejo como
el movimiento de objetos astronómicos en el universo.

Es asombroso, que se pueda aplicar una matemática similar a los planetas y a los relojes. Vivimos
en un universo que nos brinda este tipo de paralelismo profundo. Es una gran ventaja que la
naturaleza funcione de esta manera; podría suceder que cada situación en el universo estuviese
regida por unas leyes particulares, en este caso la ciencia se vería enfrentada a grandes problemas,
quizás no hubiesen suficientes científicos para develar cada una de las relaciones que allí se dieran;
pero por suerte, este no es el caso.
Ahora, la ciencia basa su comprensión de la naturaleza en la comprobación directa, en la
experimentación. Esto quizás es uno de los puntos que presenta una de las mayores conjeturas
respecto al que hacer científico. Como es sabido, no todos los procesos y sucesos que tienen lugar
en nuestro mundo pueden ser llevados a experimentación; muchas situaciones cotidianas no
encuentran una explicación puntual debido a que no es posible demostrarla experimentalmente o
debido a que nuestro entendimiento respecto a ello aún es muy parco. Hechos como las experiencias
extrasensoriales, la espiritualidad, el alma; presentan un punto de quiebre y en casos, de
confrontación entre la visión científica y la visión común que las personas le atribuyen. Me parece
importante resaltar en este instante que la ciencia como cualquier otro quehacer humano presenta
grandes limitaciones, no se puede pensar la ciencia como una forma superior de entendimiento
donde todo puede ser demostrado, donde todo suceso encuentra su explicación, no; la ciencia es una
construcción continua de conocimientos a partir de las muy marcadas limitaciones humanas. Con
esto es importante expresar que cuando un suceso como “la espiritualidad” o una entidad como “el
alma” no pueden ser observados o medidos directamente por la ciencia, esta pierde el espacio
crítico y concluyente de ello. Simplemente por ahora, se sale del campo de acción de la ciencia.

Como expone Carl Sagan: “Los humanos tienen limitaciones, y nadie lo sabe mejor que los
científicos. Pero una multitud de aspectos del mundo natural que hace sólo unas generaciones se
consideraban milagrosos son ahora totalmente comprendidos en términos de física y química”
(p.294). Esto es lo que expresa la realidad científica, muchas de las situaciones que no encuentran
explicación en la ciencia actual no son más que una clara demostración de nuestro limitado
entendimiento del mundo y quizás en épocas posteriores puedan ser explicadas con la mayor
simplicidad posible.

Un ejemplo notable a lo anteriormente expuesto, es el concepto de “alma”. Este ente ha suscitado


una encrucijada para la comprensión científica y el entendimiento coloquial; en muchas ocasiones
se expone el alma como una entidad extrasensorial que cada organismo posee y que nos brinda ese
carácter único, esa naturaleza espiritual que va más allá de nuestra composición material. Varios
han sido los intentos en la ciencia por explicar la naturaleza del alma, uno de ellos fue el
experimento llevado a cabo por el científico Británico Joseph Priestley. Durante el experimento se
peso un ratón antes de morir y luego de su muerte, en ambos casos se observo que el peso del
animal era exactamente el mismo, por tanto, Joseph llego a la conclusión de que si todos los
organismo tienen alma ésta no pesa, es decir, no está compuesta por materia, al menos no por la
materia que conocemos. Dicha conclusión puede llevarnos hacia preguntas fundamentales como
¿Todos los organismos poseen alma? o ¿El alma es una entidad directamente concerniente a los
seres humanos? En todo caso, en los humanos tampoco ha sido posible llevar a cabo una medición
física de dicha entidad. Esto último no puede ser un punto de partida para negar la existencia de un
concepto que nos brinda una naturaleza más espiritual, simplemente la ciencia no ha hallado una
forma de entender la naturaleza de la misma. Quizás, como se expone en el escrito, la naturaleza del
alma se encuentre en nuestro cerebro, en nuestras conexiones neuronales o en la naturaleza química
de nuestro cerebro; puede que parezca una visión muy simplista pero sería sumamente interesante
observar como nuestra espiritualidad es quizás el posible resultado de alguna o algunas de las
complejas y profundas conexiones en nuestro cerebro. Por ahora, la ciencia debe limitarse a
continuar en la búsqueda de la explicación de dicho concepto y evitar entrar en confrontaciones con
aquellos que le adjudican una naturaleza espiritual que va más allá de nuestra concepción humana.

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En el intento constante por brindar una explicación al origen y a la naturaleza a la cuál
pertenecemos, la ciencia se ha visto enfrentada a otras concepciones del mundo que dan una
explicación alternativa a nuestra realidad. En este punto, es necesario hablar de la relación ciencia-
religión.

La religión puede pensarse como un complejo sistema cultural basado en distintos comportamientos
y prácticas que brinda a sus creyentes una explicación alternativa no solo a la naturaleza que nos
rodea, si no a la naturaleza espiritual que es intrínseca a los seres humanos. Cada religión tiene unos
principios fundamentales que rigen su funcionamiento y generalmente estos se encuentran
consignados en un libro sagrado, llámese biblia, Corán, Shastras, etc. Estos libros presentan una
gran complejidad, no solo por la forma en la que se encuentran escritos, sino también en la forma
como deben ser entendidos. Cada religión tiene su propia concepción de la naturaleza, ¿Cómo
funciona? ¿Quién rige su funcionamiento? Y principalmente ¿Quién fue su creador?...
Carl Sagan expone: “Las tradiciones religiosas suelen ser tan ricas y variadas que ofrecen grandes
oportunidades de renovación y revisión, especialmente cuando sus libros sagrados se pueden
interpretar metafórica y alegóricamente” (p.304).

Por otro lado, la ciencia se presenta como un sistema ordenado de conocimientos basados en la
experimentación que intenta brindar una explicación al mundo natural. Su funcionamiento se basa
en el llamado método científico: Observación, inducción, hipótesis, experimentación, demostración
y evaluación final. Al aplicar dicho método, los científicos intentar develar el funcionamiento de los
distintos sucesos que componen nuestra realidad. Todo aquello que no pueda ser estudiado bajo el
método científico se escapa a dicho sistema. La ciencia solo puede dar cuenta de aquello que pueda
comprobar experimentalmente.

Teniendo claro el funcionamiento tanto de la religión como de la ciencia (desde una perspectiva
poco profunda y muy rudimentaria) es posible observar que en sus intentos por explicar la
naturaleza del mundo, ciencia y religión se han visto en ocasiones enfrentadas, más que por una
contradicción entre estas, por las concepciones de sus practicantes (religiosos o científicos). Ciencia
y religión son caminos distintos para llegar a una forma de entendimiento, no es necesario que haya
conflicto entre estas. Aunque comparten ciertas similitudes, especialmente en su finalidad (explicar
la naturaleza y origen del mundo), las formas en que se lleva a cabo son completamente distintas. El
punto de quiebre se encuentra en los fundamentalistas, tanto científicos como religiosos en
ocasiones asumen su forma de ver el mundo como única, erradicando así cualquier otra posible
explicación a un suceso dado. Este tipo de actitudes han llevado a que estas dos actividades
humanas se encuentren en contraposición y por ende que no haya podido haber una real
cooperación entre ambas partes. Como se expresa en el libro: “Algunas religiones como el
catolicismo romano moderno no discuten en absoluto el big bang, el universo de quince mil
millones de años, la emergencia de las primeras criaturas vivas de moléculas prebiológicas ni la
evolución de los humanos a partir de ancestros similares a los monos” (p.304).

En este punto es interesante resaltar que aunque en la historia se han cometido graves errores como
el bien conocido caso del científico Galileo Galilei, en la actualidad es posible observar una
corriente de cambio y aceptación hacia las distintas concepciones del mundo. Si se mira a groso
modo, el ser humano vive en una constante búsqueda para darle explicación a su existencia misma y
la de todo aquello que nos rodea. La opción más inteligente desde mi perspectiva es adoptar lo
mejor de cada una para hacer una construcción conjunta más rica e incluyente que permita dar una
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explicación que abarque los distintos campos que conforman la compleja realidad humana. Uno de
los ejemplos más motivadores en esta línea de pensamiento, es aquel que se expone en el libro,
cuando Carl Sagan pregunta al líder religioso del budismo tibetano Dalai Lama “¿cuál sería su
respuesta si la ciencia demostrara la refutación de un dogma de su fe?” a lo que este ultimo
responde sin dudar un instante: “En este caso, el budismo tibetano tendría que cambiar”.

Para finalizar es interesante expresar que la ciencia al igual que cualquier otra actividad humana
está sujeta a malentendidos, dificultades, errores, etc. Pero lo más importante es resaltar que es una
actividad en constante crecimiento donde, valiéndose de los avances tecnológicos y los nuevos
conocimientos se es posible tener un entendimiento cada vez más profundo de nuestra naturaleza y
del universo del cual hacemos parte.

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