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ANIMALES SILVESTRES Y LA PANDEMIA

Todo es silencio, tranquilidad, cotidianeidad. Trabajo en casa desde hace más de


un mes. Las absurdas teorías de la conspiración que aducen que el SARS-CoV-2,
el virus que causa la COVID-19, fue creado en un laboratorio, y que su origen no
es el tráfico y consumo de animales silvestres, tiene la intención de distraer a la
opinión pública. Pretende causar confusión, para evitar la gigantesca
responsabilidad relacionada con permitir el tráfico de fauna silvestre. En realidad,
esta pandemia es la historia de una muerte anunciada en numerosas ocasiones.
El SARS, el MERS y otras enfermedades víricas aparecieron en las décadas
recientes, como preludio de esta pandemia. Ya se esperaba, pero creo que nadie
esperaba esta magnitud y que ocurriera tan pronto.

El tráfico de animales silvestres implica la captura, transporte y almacenamiento


de millones de ejemplares cada año. Estos animales son transportados y
mantenidos en condiciones de confinamiento inhumanos e insalubres. Hacinados,
muchas veces enfermos, generalmente están en contacto con animales
domésticos y con personas, creando las condiciones ideales para que exista
contagios de los animales domésticos a los animales silvestres y viceversa.
Estudios del material genético de la COVID-19 indican que está relacionada con
un coronavirus de un murciélago o de un pangolín. Los animales silvestres, al
igual que el hombre o los animales domésticos, son los hospederos de cientos de
miles de virus y bacterias. En el remoto caso de que haya escapado de un
laboratorio, es porque murciélagos silvestres se han usado como animales de
experimentación para aislar coronavirus con el objeto de buscar vacunas contra
estos virus, precisamente. Al final, es la misma historia: la explotación de las
especies silvestres.

La causa de que varios coronavirus hayan saltado de animales silvestres a los


humanos en las últimas dos décadas se debe básicamente a la destrucción de los
ambientes naturales, así como al tráfico y consumo de animales silvestres. El
tráfico de fauna silvestre es para satisfacer la insaciable y extravagante demanda
de estas especies para el mercado asiático, en países como China, Vietnam e
Indonesia.

Cobijado por las sombras me pregunto cómo llegamos a este escenario de horror,
con el mundo abatido ahora por esta amenazante pandemia, fuera ya de control,
cuando se sabía y se había alertado de este escenario en numerosas ocasiones.
El comercio ilegal de vida silvestre es un negocio gigantesco. Es tan lucrativo
como el tráfico de drogas, pero sin las implicaciones legales. El inmenso apetito de
China y otras sociedades asiáticas por los animales exóticos ha promovido un
crecimiento exponencial del comercio y sus ganancias. Aunque los mercados
asiáticos son casi los únicos lugares en el planeta donde la fauna exótica se
consume como alimento y medicina en tales cantidades, el comercio para
consumo también es muy alto en África y el de mascotas es enorme en los
Estados Unidos y Europa. La magnitud del comercio de vida silvestre en China es
asombrosa. Se estima que más de 100 millones de animales son vendidos
anualmente, con un valor de 74 mil millones de dólares estadounidenses, y que
involucran a 14 millones de personas. Miles de especies de vida silvestre o sus
productos se comercializan anualmente.

El comercio de vida silvestre y la pérdida de hábitat han llevado al borde de la


extinción a muchas especies. Pero también son la causa fundamental de las
enfermedades infecciosas emergentes como el coronavirus y el ébola. De hecho,
la actual pandemia de COVID-19 está vinculada a los murciélagos o pangolines
vendidos como alimento en mercados de animales como el de Wuhan en China.
Describiré esos dos problemas por separado.

El comercio de vida silvestre y la pérdida de hábitat también están relacionados


con enfermedades infecciosas emergentes como el VIH, el ébola, la fiebre de
Lassa y el virus de Marbug. La pandemia actual de coronavirus (COVID-19)
probablemente se originó en el tráfico ilegal de animales silvestres que se
comercializan en todos los mercados de vida silvestre en China, Vietnam y otros
países asiáticos. En esos mercados, los animales salvajes y domésticos se
mantienen en condiciones insalubres y poco éticas. Allí, las heces, la orina y los
residuos de comida de las jaulas en la parte superior se derraman a las jaulas en
la parte inferior, creando las condiciones perfectas para que los virus salten de los
animales salvajes a los domésticos y a los humanos.

Otro documento de 2016 indicó que “Los brotes recientes de ébola, influenza y
MERS-CoV subrayan la amenaza que representan los virus que emergen de
fuentes zoonóticas”. Muchos otros artículos científicos indicaron que, si el
consumo de vida silvestre para alimentos y la medicina tradicional no se
controlaba o prohibía completamente, era muy probable que ocurriera un brote de
SARS. Desafortunadamente, esas predicciones han demostrado ser correctas,
con la horrenda pandemia de COVID-19.

La pandemia actual no es un simple fenómeno natural, que relaciona un virus con


una especie biológica susceptible. Por supuesto que dicha relación está en la base
del fenómeno pandémico, pero el asunto va más allá, toda vez que la pandemia se
vincula, de manera íntima, con el tráfico de animales silvestres, el desarrollo de los
monocultivos, la deforestación, la producción agroindustrial, el manejo fabril de las
granjas, el abarrotamiento de los mercados de comida, el saqueo de la
biodiversidad y, en últimas, la destrucción sistemática de los ecosistemas.

En medio de las medidas restrictivas para enfrentar el avance de la pandemia,


pumas, zorros, delfines, marsupiales y aves playeras se han dejado ver en las
playas y las ciudades latinoamericanas.

Los biólogos aseguran que esta fauna siempre ha vivido muy cerca de zonas
urbanas, pero, ante la ausencia de humanos, se animan a explorar nuevas áreas.
Conservar la distancia y no darles comida son algunas de las recomendaciones
mientras se disfruta del espectáculo que brinda la naturaleza.

Otras de las imágenes que han impactado son las de aves marinas y migratorias
que llegan en bandadas enormes a playas que tradicionalmente han sido
balnearios. En Lima, Perú, se han visto miles de gaviotas de franklin que son
especies migratorias y justo para esta época están retornando al hemisferio norte,
específicamente a Estados Unidos y Canadá, para empezar la reproducción en
sus zonas de anidación.

Los peruanos han visto cómo las aves se apoderan de las playas de la conocida
Costa Verde. Por ejemplo, la playa Agua Dulce en la municipalidad limeña de
Chorrillos, que suele estar llena de bañistas, hoy tiene como turistas a miles de
aves. Algo similar ocurre con la playa Punta Hermosa, al sur de Lima.

Algunas aves marinas ocupan ciertos lugares dentro del circuito de playas de la
Costa Verde y si es que esa presencia es aleatoria u obedece a otras razones.
Los expertos han venido haciendo conteos cada dos semanas durante 2018, 2019
y principios de 2020, y se han dado cuenta que las gaviotas de franklin en lugar de
estar en las playas se posan en los cables y postes. “Lo que se ve ahora con la
cuarentena es que se ha dado un desplazamiento, no es que hayan aparecido de
repente porque no hay humanos”.

El tráfico de animales silvestres implica la captura, transporte y almacenamiento


de millones de ejemplares cada año. Estos animales son transportados y
mantenidos en condiciones de confinamiento inhumano e insalubre. Hacinados,
muchas veces enfermos, generalmente están en contacto con animales
domésticos y con personas, creando las condiciones ideales para que existan
contagios de los animales domésticos a los animales silvestres y viceversa.

Estudios del material genético del COVID-19 indican que está relacionado con un
coronavirus de un murciélago o de un pangolín. Los animales silvestres, al igual
que el hombre o los animales domésticos, son los hospederos de cientos de miles
de virus y bacterias.

El comercio de vida silvestre y la pérdida de hábitat han llevado al borde de la


extinción a muchas especies. Pero también son la causa fundamental de las
enfermedades infecciosas emergentes como el coronavirus y el ébola. De hecho,
la actual pandemia de COVID-19 está vinculada a los murciélagos o pangolines
vendidos como alimento en el mercado de animales de Wuhan en China.
Describiré esos dos problemas por separado.
Otro documento de 2016 indicó que “los brotes recientes de ébola, influenza y
MERS-CoV subrayan la amenaza que representan los virus que emergen de
fuentes zoonóticas”. Muchos otros artículos científicos indicaron que si el consumo
de vida silvestre para alimentos y la medicina tradicional no se controlaba o
prohibía completamente, era muy probable que ocurriera un brote de SARS.
Desafortunadamente, esas predicciones han demostrado ser correctas, con la
horrenda pandemia de COVID-19.

Los efectos dramáticos de la pandemia actual sobre la salud humana y el orden


económico muestran que no hay otra manera. El gobierno chino tiene que
entender que China es responsable de la crisis actual y sus devastadores
impactos. Por lo tanto, es imperativo que la prohibición del comercio ilegal de
animales silvestres sea y que esta prohibición sea estrictamente mantenida.

La pandemia global puede suponer un momento clave en los intentos de abordar


el comercio ilícito de vida silvestre.

Lo que sabemos hasta la fecha es que el epicentro de la enfermedad se produjo


en la ciudad china de Wuhan, un importante centro de comercio de fauna silvestre,
tanto legal como ilegal. Se cree que el brote se originó en un mercado donde se
vendían gran variedad de carnes y otros productos animales, que incluían pavos
reales, puercoespines, murciélagos y ratas. Además, era un mercado donde los
estándares de regulación y bienestar eran, en el mejor de los casos,
rudimentarios.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus “son una


extensa familia de virus que son comunes entre los murciélagos y otros animales.
En raras ocasiones las personas se infectan por estos virus, que luego pueden
propagarse a otras personas”. Si bien aún no se ha confirmado el posible origen
animal de la COVID-19, existen voces especializadas que recomiendan dejar de
consumir animales silvestres o tenerlos como mascotas.

La OMS, como medida de protección, recomienda evitar la visita a mercados de


animales vivos, evitar el contacto directo con los animales y las superficies que
estén en contacto con ellos. “Asegúrese de que en todo momento se observen
prácticas adecuadas de higiene de los alimentos. Manipule con cuidado la carne,
la leche o los órganos de animales crudos para evitar la contaminación de
alimentos no cocinados y evite el consumo de productos animales crudos o poco
cocinados”, señala el organismo internacional.

En nuestro país, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor)


manifestó que “la pandemia originada por el COVID-19 es una advertencia del
riesgo que es para la humanidad el comercio ilegal de animales silvestres, tanto
para el consumo, como para tenerlos como mascotas”.

La riqueza de nuestros bosques y cómo estos desempeñan un papel fundamental


para la vida en el planeta, pero cuando es invadido de manera ilegal “para extraer
su riqueza natural y comercializarla en condiciones de insalubridad, pone en
riesgo la vida de las personas y rompe el equilibrio ecológico”.

“Esta es la dura lección que debemos sacar de la pandemia: respetemos los


bosques y su biodiversidad, si queremos garantizar un futuro seguro a las nuevas
generaciones”, dijo el director ejecutivo de la autoridad forestal, Alberto Gonzales-
Zúñiga.

Pese a su importancia para la vida del planeta y ser una fuente de recursos, los
bosques son amenazados por actividades ilegales como el cambio de uso de
tierras forestales para la agricultura, la minería y cultivos ilícitos, la tala ilegal, el
tráfico ilícito de fauna silvestre, entre otros delitos.

En Perú posee 73 millones de hectáreas de bosques, equivalente al 60% del


territorio nacional, pero pierde en promedio anual de 125 mil hectáreas de
bosques y, lo cual no solo afecta nuestra biodiversidad, sino que además se CO2
a la atmósfera, uno de los gases de efecto invernadero que provoca el cambio
climático.

Los bosques albergan alrededor del 80% de la biodiversidad terrestre de todo el


mundo. Los animales silvestres, por ejemplo, son polinizadores, permiten la
dispersión de semillas y fertilización. Gracias a ellos, disponemos de frutos,
plantas y toda la diversidad de especies de flora silvestre.

Los animales silvestres que han sido rescatados de tráfico ilegal encontraron un
nuevo hogar en el Bioparque La Reserva, pero hoy están viviendo una difícil
situación por el COVID-19.

Los animales silvestres generalmente llegan vivos a los mercados húmedos, a


diferencia de especies como los ciervos o los conejos, que son cazados en su
hábitat, y tanto su manipulación y sacrificio, crean condiciones para la transmisión
de virus zoonóticos como el coronavirus que provocó la pandemia

Se cree que el origen de la actual pandemia se produjo por la transmisión del


SARS-CoV-2 de murciélagos al hombre a través de una especie exótica
“intermedia” que fue posiblemente ingerida en el mercado húmedo de la ciudad
china de Wuhan, por lo que los expertos están buscando reformar la venta de
animales silvestres.

BIBLIOGRIA

 https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/82/posts/el-
origen-de-la-pandemia-parte-2-18521
 https://revistas.udea.edu.co/index.php/fnsp/article/view/342049/20802500
 https://es.mongabay.com/2020/03/animales-silvestres-coronavirus-llegan-a-
las-ciudades-de-latinoamerica/
 http://www.unamglobal.unam.mx/?p=84155
 https://theconversation.com/el-coronavirus-demuestra-que-el-comercio-
ilegal-de-fauna-silvestre-es-un-grave-problema-de-salud-134631
 https://www.actualidadambiental.pe/serfor-respetar-los-bosques-y-su-
biodiversidad-es-la-leccion-de-la-pandemia/

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