Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Resumen
Este ensayo expone los contrasentidos de la brecha digital como carácter privador de la
razón, reflexiones con la intención de describir como el humanismo burgués normaliza en
la contingencia por COVID-19 el empobrecimiento del sentido de educar-se en un mundo
tecnificado. Por lo que este documento destaca, ¿qué le hacemos significar? Pues parece
llevar al ser humano a una dimensión donde se comprometen sus capacidades intelectuales
y estados anímicos, lo que implica la producción de la instrucción mecanizada y controlada,
que reduce la autonomía de la capacidad de razonamiento y el empobrecimiento cultural.
Abstract
This paper explain about the digital divide nonses such as private character of reason,
intending to describe how the bourgeois humanism normalizes in the contingency by
COVID 19 the impoverishment of the sense of educating oneself in a technified world. In
order to ask, what do we do to signify it? Because it means that is taking the human being
to a dimension where compromise his abilities and emotionals states, so it involve the
machinizaed instruction production and controlled, that reduces the autonomy of
reasoning ability and cultural impoverishment.
Iniciaré mis reflexiones en lo que sucede con los cambios que acontecen de manera
inesperada, ocurren cosas y factores que los aceleran, aun cuando haya previsiones, muchos
de ellos suelen ser violentos y catastróficos. Los cambios que se están produciendo tras la
aparición del COVID-19 en el mundo y en específico en América Latina, ¿qué traerá
consigo? ¿Cómo ocurren esos cambios? ¿Qué posibilidades e imposibilidades surgirán en
la educación?
Ahora, viene a mi mente Descartes que, al describir el movimiento del corazón, se plantea
cómo las cualidades de los objetos exteriores pueden imprimir en el cerebro distintas ideas
por medio de los sentidos:
“[…] aun cuando estas máquinas pudieran hacer algunas cosas tan bien o quizá mejor que
cualquiera de nosotros, fallarían infaliblemente en otras, a través de las cuales se descubriría que no
actuaban por conocimiento, sino sólo por la disposición de sus órganos. Pues, mientras que la razón
es un instrumento universal, capaz de servir en cualquier circunstancia, estos órganos necesitan una
determinada disposición particular para cada acción concreta; de donde resulta que es moralmente
imposible que haya en una máquina los suficientes resortes como para hacerla actuar en todas las
circunstancias de la vida, tal y como nos hace actuar nuestra razón”.
Entonces, ¿hay posibilidad para producir-nos de manera distinta de cómo nos han criado y
qué podemos hacer con lo que ya han hecho de nosotros?
Por otro lado, en relación con las circunstancias actuales, el mundo inventa formas de
transmitir la idea de que la tecnología es para todos, al alcance de cualquiera, esta
particularidad excesiva es creída y se constituye en referencia, en la vida, en lo social, en la
educación, esto me conduce a pensar en cómo se apropia el ser humano sin cuestionar lo
que pasa en el mundo. No es de sorprenderse que, desde las tramas de la estructura, uno de
los lugares que permite y promueve tal condición, sea la escuela. Pues en la escuela, como
institución, se generan representaciones provisionales, abstracciones y significaciones
imperfectas de lo que está siendo. El problema central es despertar la reflexión en los que
se educan y despertar la necesidad subjetiva de su modo propio de conocimiento . Más la
realidad que vivimos con la pandemia complejizan lo anterior, la “escuela virtual”, revela
un precondicionamiento compartido, con un fuerte sentimiento de unidad de grupo, en los
docentes que hacen realidad el aula virtual y potencian la regulación de la población,
negando e invisibilizando el contexto tan diverso y cargado de contrastes de nuestro país.
No cuestionan, no hay reflexión, solo ideas acerca de la certeza de producir aprendizajes, la
tendencia hacia la asimilación de esto, es como si los procesos y los instrumentos siempre
hubieran estado ahí y, los seres humanos detrás de las pantallas, desde lo ficcional, tuvieran
los insumos e instrumentos que le permiten acceder a este mundo tecnológico. Lo que
sucede es un aislamiento y fragmentación del contenido que está en el día a día de la
pandemia y una tendencia hacia la normalización, orientada al funcionamiento del
capitalismo.
De esto último quiero plantear que, en este adiestramiento, pensar al ser humano, la
existencia social y las formas en que la realidad tecnológica lo abstrae, prácticamente y de
manera inconsciente, va gestando necesidades, angustia y ansiedad individual y colectiva.
Lo que está en juego en el terreno educativo, es la competitividad con que puede ser
habilitado al mundo del trabajo, no se repara más que en el progreso técnico en un futuro
incierto a lo que encontraremos, al cambio del mundo después de la pandemia. Por tanto,
urge pensar, qué educación para qué mundo y, si el ser humano puede ser producido de
manera coherente a este mundo técnico, lo que nos remite a la pregunta por el ser humano,
pero sobre todo si hay alternativa para que el ser humano que se produce ahí, pueda tener
posibilidad de ser, de dar sentido a su propio proyecto para dar importancia al mundo.
“[…] sostiene Sloterdijk en su discurso que el «amansamiento» humanístico del hombre mediante
la lectura obligada de unos textos canónicos ha fracasado ante la sociedad de la información y ante
el cotidiano embrutecimiento de las masas con los nuevos medios de desinhibición; que el
humanismo como ilusión de organizar las macroestructuras políticas y económicas según el modelo
amable de las sociedades literarias ha demostrado su impotencia y se ha revelado, además, como
una técnica para alcanzar el poder […]
Por ello, algunos de los mecanismos que se han puesto en operación, tienen que ver con el
despliegue del discurso, la vigilancia se va produciendo desde la instrucción como una
forma de racionalidad técnica densa. La eficacia de “este adiestramiento de la actitud se irá
destiñendo sobre la existencia entera de los sedados; en efecto, lo que llamamos «cultura»
es en buena parte un sedante no-anímico: a la vez ayuda para poder permanecer sentado y
consecuencia de la relación con el mundo en postura sedante. Este último agudizamiento de
la sedación se manifiesta en la apatheia. Basta con haber admitido que el cosmos es una
escuela en la que se nos examina hasta el final; entonces el camino desde la quietud durante
la clase a la quietud frente al destino, no es largo” . Lo perturbador de este carácter, es
otra dimensión representada en la contingencia, donde el conflicto con el mundo del
progreso permanece mediatizado, por el pensamiento positivo, donde se le dotan de poderes
al ser humano para salir de esto, pero, al mismo tiempo, se le dota de inmunidad ante el
contexto, se le desconecta del mundo para conectarlo al mundo digital, que nos piensa de
un modo, pero no nos deja pensar , por tanto producimos existencia y actuar inauténtico.
Heidegger señala que: “estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo
suficientemente decisivo. Solo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya
realidad se estima en función de su utilidad. El inconveniente de la esencia del actuar es el
llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar
hacia ella, producere. Por eso, en realidad solo se puede llevar a cabo lo que ya es. No
obstante, lo que ya es, es lo que está permitido, determinado, pero no hay capacidad
creadora en el ser humano para dotar de sentido a la dirección que puede proporcionar a su
acción.
La vida cotidiana colocada en una relatividad invisible (que no importa), la banda ancha
que no es para todos (los que tienen acceso y los que no), lenta como el montaje de escenas
donde niños, adolescentes, jóvenes, padres, empleados con doble carga emocional y de
trabajo, pierden el valor de su tranquilidad. Posibilita el tránsito de la preocupación al
miedo ante la contingencia, situaciones que no contemplan los recibos de gas, luz, agua,
internet, celular, colegiaturas, arriendo, listas de compras urgentes, la salud, el desasosiego.
Ignoran la protección social, los tipos de trabajo y la precariedad, los despidos masivos y el
deterioro social.
Por lo que se comprende, “la educación” gesta desconfianza ante lo que llaman
“aprendizajes esperados” de la autoridad educativa, en personas que esperan hacer más
soportable la angustia y los episodios de la cotidianidad. Sea ha dicho que la instrucción en
la plataforma cambia la dinámica, se convierte en fabricadora de verdad y realidad, en
términos cuantitativos, la retórica hablará del número de personas atendidas, más no se
ajustarán al “cambio del terreno”. No hablarán del número de personas excluidas,
normalizarán la homogeneidad, frente a la diversidad, la exclusión frente a la inclusión,
someterán a la no visibilidad y producirán una ceguera involuntaria. Los costos sombríos de
la enseñanza de la ignorancia y su producción social detrás de la pantalla, distorsionará la
construcción de subjetividades, hará cotidiana la vigilancia, silenciará las malas
experiencias de lo soportable de los tiempos que dure la contingencia. Pero, ¿qué se oculta
en los espacios temporales de las comprensiones y los efectos indeseados de tal enseñanza
virtual? ¿Qué imposibilidades dominan la comprensión de la existencia ante el consumo de
la ficcionalidad digital? ¿Qué adaptaciones forzaran al otro a desaparecer los agravios del
amansamiento y el control psíquico y moral? ¿Qué hacer con la administración de las
palabras democráticas que se vuelven propias, solidaridad y la colectividad, en una
pandemia, donde lo democrático se vuelve egoísta, individualista e injusto?
El mundo se ha transformado conforme a los tiempos, pero esta pandemia, nos devolverá
otro mundo, mientras que la educación sigue teniendo la misma función, amansamiento,
producción de docilidad y domesticación. El mundo digital no cambia lo anterior, pero
complejiza la normalización y empeora las condiciones sociales de exclusión, que ya de por
si existen en el ámbito escolar. En relación con estas circunstancias, ¿qué significa esa
«educación»? Pienso en la seriedad del problema y, al mismo tiempo, pienso en las formas
y métodos de la domesticación a través de los tiempos. Es indiscutible que las formas de
racionalidad presentan la educación de esta vida social y de forma invisible nos
invisibilizamos con ella, pasamos a ser una existencia ordenada, “que elimina la
arbitrariedad, se nos prepara para ahorrarnos «la necesidad de la falta de necesidad»” De
pronto, lo anterior carece de significado, prefigura la carencia, lo difuso de lo políticamente
correcto. Más la experiencia de la contingencia, las pérdidas, los patrimonios locales, la
desestructuración de la cotidianidad, el aislamiento dan otra estética a la existencia y al
mundo, harán visibles otras cosas que los efectos infecciosos moverán en las formas de
apropiación de los espacios, de los tiempos (lo problemático de este presente y lo incierto
del futuro), de lo experimentado, de la memoria y el olvido (lo que se deja pasar en la
experiencia), aun cuando este tiempo que se pasa frente al ordenador, nos quita espacio,
tiempo y propiedad al pensamiento. Siempre habrá una posibilidad de encontrar los
rincones propicios para producirnos otros, devueltos en postales de perplejidad, desplazar la
referencia del mundo y pensar la existencia histórica.
Referencias Bibliográficas
Semblanza académica