Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
UN RECORRIDO HISTÓRICO*
LUCÍA A. GOLLUSCIO
1. Primeras aproximaciones
* La primera versión de este “Recorrido...” fue escrita durante mi estadía como investigado-
ra visitante en los Departamentos de Antropología y Lingüística de la Universidad de Texas
en Austin entre septiembre de 1993 y marzo de 1994, en uso de una beca postdoctoral
otorgada por la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research. Agradezco a
dicha institución y a mis colegas Joel Sherzer y Anthony Woodbury por el fructífero
intercambio académico durante ese período.
· 19 ·
· 20 ·
· 21 ·
· 22 ·
1.1 Momentos
3. El corpus de emisiones para obtención de información sintáctica aparece por primera vez
publicado como apéndice en Lastra (1998: 69-162).
4. Cf. “Introducción” a la segunda edición (1992) de Bauman y Sherzer (1974).
5. Cf., entre otros, Gossen (1974), Salmond (1975), Foster (1974), Bauman (1983), Sherzer
(1983), Philips (1983). Una preocupación de ese momento, que ya había sido explicitada en
Explorations..., es la necesidad de pasar de los estudios de caso a las generalizaciones que
llevaran a una etnología del habla significativa (Bauman y Sherzer, 1992). En esos años, Joel
Sherzer mismo plantea una crítica detallada al campo (Sherzer, 1977).
6. Cf. una enumeración amplia de trabajos en Bauman y Sherzer, 1992: XV-XVI.
· 23 ·
Con respecto a los tópicos seleccionados, los etnógrafos del habla estudian,
entonces, la gramática de la lengua más los usos y pautas comunicativas y
cognitivas vigentes en una comunidad de habla determinada, incluyendo la
consideración de más de un código lingüístico en juego y de las funciones
directivas, expresivas y estilísticas de la lengua, además de la función referencial.
Incorporan, en ese marco, los usos estilísticos y expresivos de los marcadores
gramaticales y de los items léxicos. Otorgan especial importancia no sólo a los
medios del habla,7 sino a los significados sociales de los hechos de habla del grupo, y
a la relación entre unos y otros. Analizan, así, cuáles son los valores y actitudes
sociales asociados con la/s lengua/s o variedad/es en uso en esa comunidad;8
qué hacen sus miembros con los medios de habla disponibles; cómo se organi-
zan tales medios como parte integrante de la vida social; qué situaciones y actos
7. Los medios del habla (Hymes, 1974) abarcan el repertorio lingüístico, los géneros y
marcos, es decir, “los ladrillos a partir de los cuales se configuran las emisiones” (Bauman y
Sherzer, 1975: 103). El repertorio lingüístico es la totalidad de recursos lingüísticos disponi-
bles (incluye los registros y variedades lingüísticas y/o las distintas lenguas vigentes) en una
comunidad de habla (Gumperz, 1972: 21).
8. Cf. la relevancia que ha tenido la consideración de este punto por parte de la etnografía
del habla en los desarrollos actuales sobre ideología lingüística (Silverstein, 1979; Woolard,
Schieffelin y Kroskrity, 1997).
· 24 ·
· 25 ·
•prácticas discursivas/
textos interaccionales
•grupo social: comunidad •comunidad de habla
de habla (revisión)
•evento de habla (componentes)
•acto de habla
· 26 ·
Las lenguas del mundo son equivalentes en adecuación social, iguales en complejidad
total y casi infinitamente diversas en estructura (...); igualdad en el sentido de
igualdad de consideración científica y relevancia potencial; diversidad y relativismo
en los sentidos del respeto por la integridad de los fenómenos; apertura para el descu-
brimiento de la diferencia; insistencia sobre el poner a prueba los supuestos generales
transculturalmente; cultivo de las bases inductivas para la validación de las afirma-
ciones empíricas “en terreno”; y, sobre todo, (...) el reconocimiento de que la tarea
más difícil y quizá precisamente más antropológica es no tanto establecer semejanzas
o diferencias, sino más bien descubrir y demostrar las relaciones entre ellas, en los
fenómenos y en los niveles de explicación (Hymes, 1964: 75; traducción propia).
3. De la descripción a la teoría
Tanto Dell Hymes como Joel Sherzer y Richard Bauman han estado desde el
principio comprometidos con la elaboración de una teoría del habla y del
· 27 ·
discurso.10 Dentro del marco epistemológico que asume la etnografía del habla,
tal tarea parte necesariamente de la investigación empírica, pero debe, a la vez,
proponerse ir más allá de los límites de una simple descripción, de un estudio de
caso. Así, afirma Hymes: “...la preocupación primordial ahora debe ser realizar los
análisis descriptivos de una variedad de comunidades. Sólo en relación con el
análisis real será posible conducir argumentos análogos a aquellos posibles ahora
en el estudio de la gramática, tales como adecuación, necesidad, generalidad de
conceptos y términos” (Hymes, en este volumen: pp. 55-89).
La producción de los antropólogos lingüistas arriba mencionados se orienta a
iluminar algunos aspectos teóricos que conciernen al estudio de la lengua y el
habla en un contexto social y cultural. En ese sentido, afirma Sherzer, en su libro
Formas del habla kuna (Kuna Ways of Speaking), la primera etnografía del habla
integral sobre un pueblo particular:
El mismo autor señala también otros aportes teóricos de un estudio de los modos
de hablar de un grupo como el que propone. Entre ellos, destacamos dos líneas: por
un lado, las contribuciones al análisis de las relaciones entre discurso ritual y coti-
diano; por otro, la formulación y puesta a prueba de categorías para analizar la
relación entre el habla de una comunidad y otros aspectos de la vida social.
· 28 ·
· 29 ·
5. Unidades de análisis
11. Cf., en inglés, el acrónimo SPEAKING, para abarcar todos los componentes (Hymes,
en este volumen).
· 30 ·
12. Es interesante destacar, en este punto, que el conocimiento de los procesos de pidgini-
zación y creolización en distintos lugares del mundo ha recibido especial estímulo con las
investigaciones de Dell Hymes, John Gumperz y sus discípulos (cf. Hymes (ed.), 1971).
· 31 ·
· 32 ·
· 33 ·
· 34 ·
14. Cf. Hymes, en este volumen. Romaine relaciona su postura con dos conceptos que Dell
Hymes define en este trabajo: tipos (kinds) y usos de la lengua.
15. Cf. la definición de Dell Hymes sobre red de habla dentro del campo de habla (Hymes, idem).
16. En trabajos recientes, Lesley y James Milroy analizan la relación entre dicha noción y la
de clase social, y formulan la especificidad de cada una en los siguientes términos: “Clase
social es fundamentalmente un concepto diseñado para elucidar estructuras y procesos
sociales, políticos y económicos en gran escala, mientras que red social se relaciona con el
nivel interpersonal y comunitario de organización social” (Milroy y Milroy, 1992). En ese
sentido, las perspectivas que se basan en uno o en otro de los conceptos se configuran como
complementarias, no conflictivas.
· 35 ·
· 36 ·
El tratamiento sobre comunidad de habla hasta aquí expuesto sugiere, sin duda,
una relación estrecha con la noción de competencia comunicativa, nuclear para la
etnografía del habla. Sobre la base del concepto de competencia de Chomsky, y en
· 37 ·
· 38 ·
· 39 ·
en toda su amplia gama, que abarca desde el discurso cotidiano hasta el ritual y
esotérico.19 La valoración y redefinición de la performance, ámbito ignorado tan-
to por el estructuralismo europeo como por el posbloomfieldiano y dejado fuera
del objeto de estudio por la teoría generacional,20 resulta otro de los elementos
transgresores de la etnografía del habla.
Richard Bauman y Joel Sherzer (1992) reconocen dos sentidos básicos de esta
noción. Por un lado, definen ejecución como práctica social creativa (Bauman y
Briggs, 1990), praxis del hablar, “uso situado de la lengua en la conducción y
constitución de la vida social” (Duranti, 1988). Esta perspectiva del término,
asumida por los representantes de la aproximación a la cultura centrada en el
discurso, entronca con desarrollos en lingüística, teoría literaria y ciencias socia-
les orientados hacia la práctica que nacen en contraposición a “concepciones
estructurales, sistémicas, colectivas y normativas sobre la sociedad y la cultura”
(Bauman y Sherzer, op. cit.: XIX).21
Por otro lado, la ejecución ha sido, desde el principio de su resignificación,
un concepto estrechamente asociado –hasta identificarse en algunos casos
(Bauman, 1975, 1977)– con el arte verbal, con los usos más marcados del habla,
aquellos considerados socialmente como usos estéticos.
A partir de la obra de Bauman Verbal Art as Performance (en su primera ver-
sión, que se publica en este volumen, y la versión ampliada, que introduce su
compilación de 1977), la poética y la retórica de la ejecución son el foco de varios
volúmenes. Entre ellos, se destacan las obras de Tedlock (1978, 1983, 1987),
“ejecución” por su asociación semántica con “hacer” y con “actualización o puesta en acto”,
en general, y por su extendida aplicación al dominio del arte (música, poesía, teatro), en
particular. La traducción en español por “actuación” resulta también pertinente ya que
evoca los significados “presentación delante de una audiencia” o “puesta en escena” inhe-
rentes al concepto de performance que Richard Bauman desarrolla desde sus primeros traba-
jos sobre el tema (Bauman, en este volumen y 1977). Agradezco a Fernando Fischman sus
observaciones sobre este último punto. La traducción como “desempeño”, significado
involucrado en el tema verbal inglés to perform y su sustantivo derivado performance, no
reflejaría la riqueza semántica del concepto, tal como ha sido apropiado y desarrollado por la
etnografía del habla y el folclore.
19. Cf. Sherzer (1983).
20. A pesar de considerar a la performance fuera del objeto de estudio, Bauman reconoce que
es Chomsky el que le otorga nombre y cuerpo (Bauman, op. cit.).
21. Cf., en especial, la concepción de discurso en el marco de una teoría social del significado,
en la obra de Bajtin y Voloshinov.
· 40 ·
Hymes (1981), Sherzer (1990) y Urban (1991), entre otros, así como también las
recopilaciones de Sherzer y Urban (1986) y Sherzer y Woodbury (1987).22
Para todos los autores citados, los problemas de traducción y presentación
forman parte del análisis de los discursos. Su compromiso con esa postura se revela
en una actitud concienzuda de investigación y experimentación de distintos mo-
dos de transcripción y representación de los textos.23
8.1 Preliminares
22. Cf. Translating Latin American Indian Verbal Art: Ethnopoetics and Ethnography of Speaking,
recopilación de Kay Sammons y Joel Sherzer (2000) que reúne una serie de trabajos centra-
dos en la presentación y el análisis de un discurso de un pueblo indígena de América Latina
recogido en la lengua original y en su momento de ejecución.
23. Idem.
24. Sobre los desarrollos de estas ideas en los siglos XVIII y XIX, cf. Friedrich (1986),
Fishman (1980 y 1982), Koerner (1992), Lucy (1996 y 1997), Gumperz y Levinson
(1996), entre otros.
· 41 ·
25. Así, Einstein afirmaba en 1954: “Por eso, podemos concluir que el desarrollo mental del
individuo, y su modo de formar conceptos, depende en un alto grado del lenguaje. Esto nos
permite advertir hasta qué punto el mismo lenguaje significa la misma mentalidad. En ese
sentido, pensamiento y lenguaje están mutuamente vinculados” (citado en Hunt y Agnoli,
1991). Frente a esta postura, pocos años después, Noam Chomsky propone un modelo
teórico como el generativismo, antirrelativista por definición. En realidad, el surgimiento de
las ciencias cognitivas en la década del sesenta pone en cuestión desde su raíz la existencia
de la hipótesis del relativismo y contribuye a generar una actitud creciente de descrédito
hacia ella por parte de la comunidad científica, descrédito que culmina con la difusión de los
resultados de la investigación de Berlin y Kay (1969) sobre la independencia entre los
“colores básicos” y las lenguas.
En Europa, la tesis ha tenido sus defensores (como los lingüistas Martinet, Mounin y Benveniste)
y sus críticos, como Ferruccio Rossi-Landi (1968), quien analiza el relativismo desde el marxis-
mo para concluir definiéndolo como una tesis neoidealista imposible de sustentar (cf. sus
argumentos en 8.3). A pesar de su cuestionamiento definitivo del relativismo, el ensayo de
Rossi-Landi revela, por un lado, una actitud de respeto hacia Whorf, Sapir e Hymes y, por
otro, un profundo rechazo a la tendencia “desmanteladora” que advierte en los detractores del
whorfianismo, desde las posturas neopositivistas cientificistas, de donde surge con más vigor el
ataque (cf., por ejemplo, Rossi-Landi, 1968: 12).
En el caso de la antropología, este tema resulta arena de conflicto y pugna de acentos. Al
mismo tiempo que el desarrollo de la disciplina está íntimamente asociado a este concepto,
su formulación pone en cuestión la propia existencia de la profesión y los alcances científi-
cos de sus resultados. Si fuera cierto que cada lengua-cultura-mundo es una entidad separada,
nada se podría conocer, comparar, generalizar, comunicar; todos, procesos propios del desarro-
llo científico. Desde esa perspectiva, tanto el particularismo como la unidireccionalidad y la
relación de causalidad entre lenguaje y cultura que caracterizaron a las posturas relativistas
extremas resultan insostenibles científicamente.
Se trata, en realidad, del enfrentamiento de dos posturas epistemológicas de larga y fuerte
tradición en la historia de las ideas occidentales, en general, y en la de la concepción del
· 42 ·
· 43 ·
método de traducción al inglés, pero eso no es prueba suficiente de que las estruc-
turas de las lenguas sean significativamente diferentes; 2) modelo de lengua en
sociedad: Whorf está inconscientemente preso de una concepción de comunidad
de habla como monolingüe (una lengua = una cultura; 3) modelo de alterabilidad:
Whorf suponía una lengua fija y un hablante preso de su gramática, y, en realidad,
no sólo se producen cambios lingüísticos a lo largo del tiempo sino que los pro-
pios hablantes pueden conscientemente cambiar las gramáticas y los léxicos (el
modelo de Whorf no incluye áreas como las de planificación lingüística); 4)
modelo de direccionalidad: como ya anticipamos, el pensamiento whorfiano consi-
dera al lenguaje como causa primera; 5) modelo de comunicación humana: Whorf
no considera las posibilidades que tienen las comunidades humanas para comu-
nicarse a pesar de las dificultades y más allá de las limitaciones en el manejo del
código por parte de los hablantes; 6) modelo de cognición: muchos de los procesos
cognitivos estudiados en conexión con las hipótesis whorfianas son, en realidad,
prelingüísticos (en este sentido, cf. la obra de Piaget, entre otros).
A estos límites, se agregan otros dos, argumentados consistentemente por Rossi-
Landi en el ensayo citado, a los que, siguiendo el estilo propuesto por Fishman,
llamaré 7) modelo de traducibilidad: todos los contenidos dichos en una lengua se
pueden traducir a otra y 8) modelo de conocimiento: si fuera cierta la hipótesis sería
imposible el conocimiento universal y transcultural y, por ende, la ciencia (Rossi-
Landi, 1968).
Ya sistematizadas las críticas serias formuladas al whorfianismo de los cuaren-
ta, no me interesa aquí hacer el recorrido habitual por las posiciones favorables y
adversas a tal hipótesis: existen varias razones que vuelven estériles los intentos de
ese tipo.
Primero, a lo largo de los años se ha ido creando una tradición oral y escrita
alrededor de las afirmaciones de Franz Boas, Edward Sapir y Benjamin Whorf
relacionadas con este tema, que poco o nada tiene que ver con lo que tales autores
realmente dijeron (Hill y Mannheim, 1992) y mucho menos con el momento de
la historia de las ideas en que fueron formuladas y con los objetivos epistemológicos
que guiaron su producción teórica y su práctica de investigación y las de sus
discípulos. El tratamiento de las palabras del esquimal para el hielo (Whorf,
1940) en la bibliografía de los últimos cincuenta años, entre otros, es un ejemplo
claro de manipulación pseudocientífica, plagada de inexactitudes y peligrosa
para el conocimiento (Martin, 1986).
Segundo, las formulaciones “relativistas” de Boas, Sapir y Whorf nunca apare-
cen planteadas como hipótesis científicas, a la manera del pensamiento hipotéti-
co-deductivo occidental –familiar, por otro lado, a estudiosos como Whorf, for-
mados en las ciencias exactas–, sino como axiomas necesarios para el desarrollo
de la lingüística antropológica como disciplina. En ese sentido, Jane Hill y Bruce
· 44 ·
Mannheim –en la reseña sobre el tema citada más arriba– definen su enunciación
como “un axioma, una parte de la epistemología y metodología inicial del lin-
güista antropólogo” (op. cit.: 383). Más adelante, los mismos autores agregan:
“Como otros supuestos de trabajo, tales como ‘la arbitrariedad del signo’ (el
relativismo lingüístico de Boas, Sapir y Whorf) sólo se puede juzgar sobre la base
de hasta qué punto conduce a preguntas productivas acerca del hablar y la acción
social; no por cánones de falsabilidad” (op. cit.: 386; cf. también Fishman op. cit.).
Asimismo, existe en el relativismo sapir-whorfiano un componente poético, una
implicatura del tipo “entienda esto que digo más allá de lo literal” (Bauman,
1977) que coexiste con el cientificismo, en un juego de voces que se puede leer
bajtinianamente. En ese sentido, Schultz (1990) propone una lectura de la obra
de Whorf “como un diálogo polifónico (y aun paradojal) entre las voces de la
ciencia positivista y la interpretación poética” (en Hill y Mannheim, op. cit.:
386). Tal componente poético se relaciona, sin duda, con la dimensión
transgresora del whorfianismo que define Fishman en su artículo de 1980 y que
reconoce Rossi-Landi en el ensayo arriba citado (1968).
Finalmente, la naturaleza misma del planteo es controversial, ya que pone en
tensión dos posiciones epistemológica e ideológicamente antagónicas. Por un
lado, la vertiente chauvinista de la concepción del relativismo lingüístico es muy
temprana en el desarrollo de la humanidad. Paul Friedrich, quien remonta sus
orígenes al Paleolítico Superior, afirma en el comienzo de su obra: “En un sentido
simple pero pertinente, el relativismo lingüístico y el chauvinismo lingüístico
íntimamente relacionado con aquel son formas de conciencia que han estado
desarrollándose gradualmente entre nosotros desde hace mucho tiempo”
(Friedrich, 1986: 1). Por otro, también ha permitido la gestación de la otra “cara”
del relativismo lingüístico, la del paradigma boasiano, basado en el salto del
concepto de “cultura” a “culturas”, la destrucción sistemática y obstinada de cual-
quier tipo de relación “natural” entre raza, lengua y cultura y la “antievolucionaria
insistencia” –en términos de Friedrich– en la irrevocable igualdad entre todas las
lenguas del mundo.26
26. “Todas las lenguas son iguales entre sí”, sabemos bien, no es una verdad tan obvia. Más
aún, resulta violada diariamente en todo el mundo. Ideologías lingüísticas de larga y fuerte
tradición respaldan significados sociales muy arraigados en torno a la superioridad de ciertas
lenguas sobre otras (el latín sobre las lenguas romances, el alemán o el inglés sobre el
español, o todas ellas sobre las lenguas americanas), o de ciertas variedades sobre otras de la
misma lengua (el español del Río de la Plata sobre otras variedades habladas en la Argenti-
na, por ejemplo). Se sigue oyendo hablar de las “lenguas de cultura”. Y muchos todavía
dudan de que una lengua americana o una africana tengan gramática o sean sólo un conjun-
to asistemático de “sonidos guturales y poco humanos”.
· 45 ·
Tres son, entonces, los elementos clave en cuestión en las propuestas del
relativismo: el lenguaje, el pensamiento y la cultura. Como afirman John Gumperz
y Stephen Levinson en su recopilación de 1996 sobre este tema, las definiciones
de la relación entre esos tres elementos en nuestros días surgen en el marco de un
clima intelectual totalmente diferente del de los cuarenta, lo que hace que tales
aproximaciones tomen una dirección muy distinta. Está claro que “no tendría
sentido intentar revivir ideas sobre el relativismo lingüístico en su forma original”
(Gumperz y Levinson, 1996: 7). Para ellos, las orientaciones relacionadas con la
antropología y la lingüística antropológica tienden a una “posición intermedia
en la que se presta mayor atención a la diferencia lingüística y cultural, pero tal
diversidad es vista adentro del contexto de lo que se ha aprendido sobre los
universales, mientras los trabajos en psicología evolutiva, al mismo tiempo que
reconocen las bases universales subyacentes, enfatizan la importancia del contex-
to sociocultural del desarrollo humano (op. cit.: 3). Ambos autores definen
relativismo del modo siguiente: “La cultura, a través de la lengua, afecta el modo
En el caso de muchas de estas lenguas subordinadas –la gran mayoría ágrafas, con lo que al
prejuicio étnico se une el de la superioridad de la escritura– la situación es más grave. No sólo
muchos de los miembros de la sociedad hegemónica naturalizan el prejuicio de que “eso que
hablan los indígenas” no es una lengua, sino que, en un notable ejemplo de internalización
de la ideología del dominador, esta falacia es muchas veces asumida por los propios hablantes
miembros de esas minorías que pueden llamar a su lengua “dialecto”, o se asombran de que
se pueda escribir una gramática o un diccionario sobre ella.
La recomendación de considerar el estudio de los significados sociales (actitudes y valores) en
juego en las situaciones comunicativas se encuadra, justamente, en la necesidad de desarticular
el prejuicio y las ideologías lingüísticas naturalizadas en un grupo social.
· 46 ·
· 47 ·
· 48 ·
27. Esa “organización de la diversidad” del habla se planteará, así, como un objetivo de la
lingüística (Hymes, 1974), en un marco teórico que afirma que las reglas, pautas, fines y conse-
cuencias del uso de la lengua en una comunidad de habla determinada, como también la forma
determinada que toma el sistema gramatical, son manifestaciones específicas de una cultura.
28. Sobre la posibilidad de que sean las categorías gramaticales más ligadas a lo pragmático las
que reflejen más de cerca una cultura, cf. la obra de Anna Wierszbicka.
29. Aspectos de la teoría del lenguaje había sido publicado en 1965.
· 49 ·
· 50 ·
Referencias
Anderson, B.: (1983) Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of
Nationalism, Nueva York, Schocken. [Trad. esp.: 1993, Comunidades Imagina-
das, México, Fondo de Cultura Económica.]
Austin, J. L.: (1962) How to do things with words, Oxford University Press. [Trad.
esp.: 1971, Cómo hacer cosas con palabras, Buenos Aires, Paidós.]
Bajtin, M. M.: (1981) The dialogic Imagination. Four Essays, Austin, University of
Texas Press.
— (1979) [Trad. esp. 1988: Problemas de la poética de Dostoievsky, México, FCE].
— (1979) [Trad. esp.: 1985: Estética de la creación verbal, México, SigloXXI].
— (1986) Speech Genres and other late essays, Austin, University of Texas Press.
Basso, E. y Sherzer, J.: (1990) Las culturas nativas latinoamericanas a través de su
discurso, Quito, ABYA-YALA, Introducción: 9-14.
· 51 ·
Basso, K.: (1970) “‘To give up on words’: Silence in Western Apache Culture”, en
Giglioli, P. P. (ed.) (1972), Language in Social Context, Harmondsworth,
Penguin. [En este volumen, pp. 99-116.]
Bauman, R.: (1975) “Verbal Art as Performance”, American Anthropologist, 77:
290-311. [En este volumen, pp. 117-149.]
— (1977) Verbal Art as Performance, Illinois, Waveland Press.
— (1983) Let Your Words Be Few: Symbolism of Speaking and Silence Among the
Seventeenth-Century Quakers, Cambridge, Cambridge University Press.
— (1993) “Disclaimers of Performance”, en Hill, Jane y Judith T. Irvine (eds.),
Responsibility and Evidence in Oral Discourse, Cambridge, Cambridge University
Press, pp. 182-196.
Bauman, R. y Briggs, Ch.: (1990) “Poetics and Performance as critical perspectives
on language and social life”, Annual Review of Anthropology 19: 59-88.
Bauman, R. y Sherzer, J. (eds.): (1974 [1992]) Explorations in the Ethnography of
Speaking, Cambridge, Cambridge University Press.
— (1975) “The Ethnography of Speaking”, Annual Review of Anthropology 4:
95-119.
Benveniste, E.: (1966 [1939]) Problèmes de Linguistique Générale, Paris, Editions
Gallimard. [Trad. esp.: (1971) Problemas de lingüística general I y II, México,
Siglo XXI.]
Bisseret Moreau, N.: (1984) “Education, ideology and class/sex identity”, en C.
Kramarae, M. Schulz y W. O'Barr (eds.), Language and Power, California, Sage
Publications, pp. 43-61.
Bloomfield, L.: (1962) “A Set of Postulates for the Science of Languaje 2”: 53-64,
en Joos, Martin (ed.) (1963), Readings in Linguistics, Nueva York, American
Council of Learned Societies, pp. 26-32.
— (1933) Language, New York, Henry Holt.
Boas, F.: (1911) Handbook of American Indian Languages (BAE-B 40, Part 1),
Introduction, Washington DC, Smithsonian Institutio, pp. 1-83.
Bonvillain, N.: (1993) Language, Culture and Communication, Englewood Cliffs,
Prentice Hall.
Briggs, Ch.: (1986) Learning how to ask. A sociolinguistic appraisal of the role of the
interview in social science research, Cambridge, Cambridge University Press.
Bright, W. (ed.): (1966) Sociolinguistics, La Haya, Mouton.
Briones, C. y Golluscio, L.: (1994) “Discurso y metadiscurso como procesos de
producción cultural”, en Actas de II Jornadas de Lingüística Aborigen, Buenos
Aires, Instituto de Lingüística, UBA, pp. 499-517.
— (1997) “Pragmática de los sentidos de pertenencia y devenir”, en Actas de
Jornadas de Antropología de la Cuenca del Plata y II Jornadas de Etnolingüística,
Rosario, Universidad Nacional de Rosario, pp. 114-124.
· 52 ·
Brow, J.: (1990) “Notes on Community, Hegemony and Uses of the Past”,
Anthropological Quarter 63 (1): 1-6.
Chomsky, N.: (1957) Syntactic Structures, La Haya, Mouton. [Trad. esp.: (1974)
Estructuras sintácticas, México, Siglo XXI.]
— (1965) Aspects of Theory of Syntax. Cambridge Mass, MIP Press. [Trad. esp.:
(1973) Aspectos de la teoría de la sintaxis, Madrid, Aguilar.]
Dorian, N.: (1982) “Defining the speech community to include its working
margins”, en Romaine, S. (comp.), Sociolinguistic Variation in Speech
Communities, Londres, Edward Arnold, pp. 25-33.
Duranti, A.: (1988) “The ethnography of Speaking: Towards a Linguistics of
Praxis”, en Newmeyer, F. (comp.), Cambridge: The linguistics survey. V. IV: The
sociocultural context, Cambridge, Cambridge University Press. [Trad. esp.:
(1992) “La etnografía del habla: hacia una lingüística de la praxis”, en
Newmeyer, F. (comp.), El recorrido de la lingüística, tomo IV: El lenguaje en su
contexto sociocultural, Madrid, Visor.]
— (1997) Linguistic Anthropology, Cambridge, Cambridge University Press. [Trad.
esp.: (2000) Antropología lingüística, Madrid, Cambridge University Press.]
Duranti, A. y Goodwin, Ch. (comps.): (1991) Rethinking context, Cambridge,
Cambridge University Press.
Fairclough, N.: (1992) Discourse and Social Change, Cambridge, Mass., Polity Press.
Fishman, J.: (1982) “Whorfianism of the third kind: Ethnolinguistic diversity as a
worldwide societal asset”, Language in Society 11: 1-14.
Friedrich, P.: (1979) Language, Context, and Imagination, Stanford, Stanford
University Press.
— (1986) The Language Parallax: Linguistic Relativism and Poetic Indeterminacy,
Austin, University of Texas Press.
Garvin, P. y Lastra, Y. (eds.): (1974) Antología de estudios de etnolingüística y
sociolingüística, Lecturas Universitarias 20, México, UNAM.
Giglioli, P. (comp.): (1972) Language and social context, Londres, Penguin.
Golluscio, L.: (1992) “El discurso toldense. Actualización de un conflicto”, en
Hernández, I., Silvia Calcagno, La identidad enmascarada. Los mapuche de Los
Toldos, Buenos Aires, Eudeba, pp. 241-265.
— (1994) “Yewewïn y ayentuwïn: modos de hablar y relaciones sociales entre los
mapuches de Argentina”, en Kuramochi, Y. (comp.): Comprensión del pensa-
miento indígena a través de sus expresiones verbales, Quito, Abya-Yala, pp. 85-101.
— (2000) “From the ‘Nawel Ngïtram’ to the ‘Story of the Tiger’: Issues in the
translation of the Mapuche verbal art”, en Sammons, K. y Sherzer, J. (eds.),
Translating Native Latin American Verbal Art: Ethnopoetics and Ethnography of
Speaking, pp. 272-293. Smithsonian Series of Studies in Native American
Literatures. Washington, Smithsonian Institution Press.
· 53 ·
No se comprende la · 54 ·
corrección en papel.
· 55 ·
· 56 ·
Linguistic Units and Levels, Chicago, Chicago Linguistics Society, III, pp- 193-
247.
— (1993) “Metapragmatic discourse and metapragmatic function”, en Lucy, J.
(comp.), Reflexive Language, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 33-60.
Silverstein, M. y Urban, G. (comps.): (1996) “Introduction”, en The Natural History
of Discourse, Chicago, University of Chicago Press, pp. 1-17.
Tannen, D y Saville Troike, M. (eds.): (1985) Perspectives on Silence.
Taylor, Ch.: (1989) Sources of the Self. The Making of the Modern Identity, Cambridge,
Harvard University Press, pp. 25-52. [Trad. esp.: (1999) Fuentes del yo, Buenos
Aires, Paidós.]
Tedlock, D.: (1978) Finding the Center. Narrative Poetry of the Zuni Indians. Tradu-
cido por Dennis Tedlock. Lincoln y Londres, University of Nebraska Press.
— (1983) The Spoken Word and the Work of Interpretation, Filadelfia, University
of Pennsylvania Press.
Urban, G.: (1991) A discourse-centered approach to culture, Austin, University of
Texas Press.
Voloshinov, V.: (1929) [Trad. esp.: (1993) El marxismo y la filosofía del lenguaje,
Madrid, Alianza].
Whorf, B.: (1956) Language, Thought, and Reality, Cambridge, Ma, M.I.T. Press.
[Trad. esp.: (1971) Lenguaje, pensamiento y realidad, Barcelona, Seix Barral.]
Woodbury, A.: (1985) “The Functions of Rhetorical Structure: A Study of Cen-
tral Alaskan Yupik Eskimo Discourse”, Language and Society 14: 153-190.
— (1993) “A defense of the proposition, ‘When a language dies, a culture dies’”,
SALSA I: 101-129, Austin, University of Texas Press.
· 57 ·