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Desde comienzos de nuestro siglo, en parte impulsado por el renovado empuje que
produjeron los estudios críticos literarios de los textos bíblicos, el proceso comenzó a
revertirse muy lentamente.
“Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura.”
Dei Verbum 22
“El santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos, en particular a los
religiosos, a que aprendan el sublime conocimiento de Jesuscristo con la lectura
frecuente de las divinas Escrituras.
Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo.”
Dei Verbum 25
“Así, pues, con la lectura y el estudio de los libros sagrados la palabra de Dios se
difunda y resplandezca y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia,
llene más y más los corazones de los hombres.”
Dei Verbum 26
El pueblo de Dios, retornando a la Palabra de Dios, intenta caminar con mayor fidelidad
al proyecto de Vida que inspira la Biblia.
Jesús se acerca y comienza a hablar con ellos. Se interesa por conocer qué
estaban viviendo, qué les estaba pasando, cómo se sentían. Les pregunta dos
veces, "¿qué es lo que venían conversando?", y ante el asombro de ambos,
insiste: "¿qué pasó?". Los compromete a contar "su" versión de lo que había
pasado. Los invita a analizar la vida y las cosas que estaban ocurriendo.
Jesús no les pregunta si habían leído las Escrituras. Los escucha y sólo después
de escucharlos toma la iniciativa y recorre los textos sagrados para explicárselos
y, así, abrirles el corazón y la mente a su mensaje. La Palabra de Dios les ayuda
a iluminar y a entender desde la fe las cosas que iban pasando y la realidad que
les tocaba vivir. El porqué de las cosas cambia, cuando las miramos desde Dios.
La palabra de Dios da sentido a la vida y a los acontecimientos que
vivimos. Cuando se la escucha con atención, transforma a las personas, y uno
siente cómo "arde su corazón".
A lo largo de la narración, Jesús se muestra preocupado por acompañar a los
peregrinos. Se acerca a ellos. Se gana su confianza. Los escucha. Los alienta y
los ayuda a encontrar una respuesta y una salida a su situación de angustia y
desesperanza. Construye un clima afectuoso y los contiene, a tal punto que, al
“caer la tarde”, ellos le piden que permanezca con ellos. El relato termina
presentando cómo los discípulos lo reconocen en la cena compartida, en la
fracción del pan. No solamente entienden lo explicado, sino que su miedo se
transforma en valentía, su tristeza, en alegría, su angustia, en sentido, desandan
sus pasos y vuelven gozosos a Jerusalén, a su comunidad a llevar la Buena
Noticia del encuentro con Jesús Resucitado.
A través del relato de los peregrinos de Emaús, Jesús nos enseña un camino para leer
la Biblia:
Los discípulos de Emaús reconocen al Señor. Son capaces de descubrir las señales de
la nueva vida del Resucitado, y esto se traduce en un cambio profundo en sus
vidas. Dan media vuelta y retoman el camino. La raíz de la palabra conversión es
precisamente darse vuelta, dar un giro, volver al camino.
El relato nos aporta, además de la metodología que propone Jesús, un acertado criterio
para evaluar nuestra propia práctica.
Una lectura, tanto personal como comunitaria, de la Biblia, según el Espíritu de Jesús,
produce la conversión. Nos da fuerzas y ánimo para meternos en la realidad que
vivimos, aunque sea difícil y desalentadora como la de los peregrinos. La Palabra de
Dios convierte nuestros criterios, nuestra mirada de la realidad se vuelve esperanzadora
y utópica. La perspectiva de vida del Reino nos impulsa, y lo que antes era miedo,
desaliento y sin sentido, se transforma en desafío, coraje y audacia.
Esta multiforme interpretación de la Biblia deriva de varios factores: del propio texto (la
lengua y el estilo del autor), del lector, de las etapas de la historia (dogmas,
controversias, concilios) y de las ciencias en general (arqueología, historia, sociología).
Hay distintos acercamientos a la lectura de la Biblia. Nos podemos acercar al texto con
el “método histórico-crítico”, “análisis de la estructura literaria”, “lectura socio-
antropológica”, “crítica textual”.
A su vez, el término “Lectura”, es muchas veces usado para designar los modos de
interpretación. En primer lugar, cuando la lectura no sigue criterios y categorías de
interpretación, pero valoriza el diálogo con el texto y, como consecuencia, puede ser
practicado más de forma práctica que de forma sistemática. Este es el caso de
la “lectura popular”, de la “lectura orante” y de la “lectura pastoral”. Cuando la
lectura aplica al texto bíblico criterios y procedimientos de otras ciencias, éste es el caso
de la “lectura socio-antropológica” y la “lectura psicoanalista”. Además cuando la
lectura asume un horizonte hermenéutico o un aspecto del mismo. Es el caso de
la “lectura feminista” y de la “lectura liberadora”.
APORTACIONES
Este género de estudio puede evidentemente ser útil para la interpretación de los textos
bíblicos, y es efectivamente utilizado para el estudio de concepciones de parentesco en
el Antiguo Testamento, la posición de la mujer en la sociedad israelita, el influjo de los
ritos agrarios, etc.
En los textos que presentan la enseñanza de Jesús, por ejemplo las parábolas, muchos
detalles pueden ser clarificados gracias a este acercamiento.
Lo mismo ocurre con concepciones fundamentales, como la del reino de Dios, o con el
modo de concebir el tiempo en la historia de la salvación, así como los procesos de
aglutinamiento de las comunidades primitivas.
Este acercamiento permite distinguir mejor los elementos permanentes del mensaje
bíblico que tienen su fundamento en la naturaleza humana, y las determinaciones
contingentes, debidas a culturas particulares.
LIMITACIONES
Veamos por ejemplo el relato de Génesis 11, 1-11 analizado por Elsa Tamez:
"El mito de Babel (Gn. 11, 1-11) por todos conocido y muy analizado hoy día, es un mito
etiológico, es decir, que tiene la función de explicar el origen de un hecho observable en
el mundo del autor”. En este caso se trata de la existencia de diferentes lenguas y
culturas. El mito, como todo mito, está abierto a diferentes interpretaciones; la
explicación dominante, más tradicional, ha sido la de ver la dispersión y diversidad de
lenguas como un castigo divino por querer ser como Dios. Sin embargo aquí en América
Latina, la interpretación del mito en el movimiento de lectura bíblica va por otro camino.
La diversidad de las lenguas es vista como una protección divina frente a una sola
lengua homogenizadora y tirana, que exige que toda la humanidad haga lo mismo y
tenga un solo nombre. Los versículos 1 y 5 apuntan al problema de fondo: toda la tierra
hablaba una misma lengua y unas mismas palabras (lit. y era toda la tierra de un labio
y unas palabras). Esta característica de una sola lengua permite la unificación de la
población para el proyecto de la fundación de una ciudad con una torre cercana al cielo.
Los semas de esta torre apuntan a superioridad y control desde lo alto; se trata de un
proyecto fuera de proporciones que sobrepasa todos los límites. El número uno se repite
en la narración: una lengua, una ciudad, una torre y un nombre. Como tienen una sola
lengua y son un solo pueblo, tienen todo el potencial de fundar una ciudad, una torre y
darse un nombre. El narrador no dice cuál es el nombre que se piensan dar, lo
importante para el relato es que quieren darse un solo nombre para ser conocidos por
todos los confines de la tierra. Yahvé interviene y los dispersa al hacer que hablen
diferentes lenguas. Solo así, con la diversidad de lenguas fue posible impedir que los
humanos concluyeran su proyecto hegemónico.
Los humanos no alcanzaron a terminar la ciudad, ni su torre ni a nombrarse a sí mismos.
Pero Yahvé sí le dio un nombre a la ciudad inacabada, “Babel” la llamó, cuyo significado
es “embrollo”, “confusión”. El nombre que planeaban darse a sí mismos los fundadores
de la ciudad y la torre, por lo tanto tendrá que relacionarse con algo contrario a
confusión: ¿“claridad”? o ¿“poder”?, ¿los únicos? La univocidad, dibujada en la figura
“torre” erigida con medidas desproporcionadas, connota arrogancia, poder y control. Las
palabras de Yahvé son clave en la comprensión del problema de fondo que es la
peligrosidad potencial de contar con una sola lengua, una sola cultura. Por algo el
lingüista Ferdinand de Saussure percibía «la excesiva unificación de las capacidades
lingüísticas como génesis de comportamientos fascistas»" ("Desafíos del
multiculturalismo a la traducción de la Biblia", por Elsa Tamez).
En América Latina, encontramos una diversidad cultural, que no siempre se integró, más
bien vemos la dificultad de descubrir o asumir al “otro”, los pueblos originarios o
afroamericanos, cuya cultura y lengua nos separan. Porque nosotros, los indígenas,
mestizos y blancos, que hablamos español o portugués, tenemos que aprender a vivir
la diversidad cultural, de lenguas y de costumbres. Y llegar a comprender a los "sin
voz", aprender la lectura de la Biblia desde los pobres dejándonos evangelizar por los
otros.
Lectura feminista
La lectura feminista de la Biblia surgió al final del siglo XIX, en el contexto de la lucha
por la igualdad de derechos, y se la asocia a la teología feminista. El punto de partida
es saber si es posible leer la Biblia y hacer teología “como mujer”. No solamente si es
realizable, sino también y principalmente si es académicamente válido e importante.
APORTACIONES
Adopta sus propios presupuestos a los métodos de la exégesis, bien como de otras
ciencias (sociología, antropología, historia etc.), la lectura feminista busca poner en
evidencia el androcentrismo bíblico y revertir la interpretación de los textos.
Asume varias líneas, tales como: analizar críticamente el patriarcado y los conceptos
que de él dependen, ligados a la sociedad y a la religión.
Pone de relieve la forma en que las mujeres actuales leen e interpretan la Escritura
desde los supuestos de su feminidad, un camino que debe conducir hacia una
antropología ampliada donde se integren y completen lo masculino y femenino.
LIMITACIONES
Uno de los apoyos invocados para fundamentar esta visión de las cosas es el texto de
Gálatas 3,28. El objetivo es redescubrir para el presente la historia olvidada del papel
de la mujer en la Iglesia de los orígenes.
2) En cuanto al Antiguo Testamento, muchos estudios se han esforzado por llegar a una
mejor comprensión de la imagen de Dios. El Dios de la Biblia no es la proyección de una
mentalidad patriarcal. Es el Padre, pero también el Dios de la ternura y del amor
maternal.
La bendición estaba en los hijos que tenían. Por eso ser estéril era considerado una
maldición, y la mujer era la responsable; nunca se le atribuía al varón. En el texto que
analizamos, contemplamos cómo eran los vínculos entre Sara, Abraham y Agar.
Las relaciones de poder entre Agar y Abraham son distintas. Agar es mujer, esclava de
mujer y extranjera. Socialmente la importancia de la mujer está en procrear los hijos. Su
papel social en el grupo es garantizar el equilibrio de reproducción.
A modo de conclusión
Todos los métodos de lectura y todas las hermenéuticas tienen fortalezas y debilidades.
Por lo tanto, ningún modo de interpretar la Biblia es tan completo que pueda substituir a
todos los demás. Más bien, la Biblia está siempre abierta a nuevos abordajes y nuevas
interpretaciones.
“Pero si vamos al fondo de estos textos bíblicos, - nos dice el Papa- “tenemos que llegar
a descubrir que el primer ámbito donde estamos llamados a lograr esta pacificación en
las diferencias es la propia interioridad, la propia vida siempre amenazada por la
dispersión dialéctica [183].
“Con corazones rotos en miles de fragmentos” -termina diciendo - “será difícil construir
una auténtica paz social”.
APORTACIONES
LIMITACIONES
Una de las limitaciones de ésta lectura es entrar en un mundo muy subjetivo, quedarse
en la dificultas de no perdonar y no superar ésta etapa.
También puede suceder que se vea el proceso del perdón en los pueblos, en los
personajes de la Biblia y no en el área personal.
Se puede creer que el perdón se soluciona una vez que se inicia este proceso y que allí
concluye, sin embargo es un camino que hay que recorrer para aprender a perdonar
siempre.
Durante el ciclo "El camino del perdón" se realizará una "lectura del perdón" en la
Biblia, siguiendo la clasificación de los libros en: Pentateuco, Históricos, Profetas y
Sapienciales.