Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Doctrina
Gastón R. di Castelnuovo
Luis Rogelio Llorens
SUMARIO: I. Introducción. I.a. Los nuevos criterios vinculados con el alcance de la ac-
ción de reducción. I.b. La cuasi imposibilidad de disponer por diez años. I.c. La impo-
sibilidad de aceptar la oferta de donación luego del fallecimiento del donante. I.d. La
caducidad del derecho de reversión a los diez años. II. Consideración de la donación
con transmisión de dominio y entrega de posesión aplazadas como posible solución a
los inconvenientes apuntados. III. Colofón. IV. Esquema de escritura de donación con
transmisión de dominio y entrega de posesión aplazadas.
I. INTRODUCCIÓN
Durante la vigencia del Código Civil redactado por Dalmacio Vélez Sarsfield
se produjo un profundo debate doctrinario y jurisprudencial en torno al alcance
que el art. 3955 de dicho texto normativo confería a la acción de reducción en
protección de los herederos legitimarios.
Sobre el tema -brevitatis causa- sólo diremos que se plantearon tres po-
siciones: para unos, el texto del mencionado artículo confería a todos los legi-
timarios perjudicados por una donación el derecho de recuperar lo donado de
quien lo tuviera en su poder. Para una segunda posición esa acción era siempre
personal y sólo respondía por lo donado el donatario y los subadquirentes que
la hubieran adquirido de mala fe o a título gratuito. Finalmente, la tercera y
más numerosa posición -aunque a nuestro criterio con menos fundamento-,
entendía que si la donación se había efectuado a un legitimario, la acción era
personal; mientras que si la donación se había efectuado a una persona que
no revestía el carácter de legitimario, la acción tenía carácter real y podía ser
perseguido el tercer adquirente, independientemente del carácter de su adqui-
sición y de su buena o mala fe.
Esta problemática se origina por la tensión existente entre la protección del
tráfico jurídico y la protección de la legítima, cuestión que las normas deben resol-
ver.
Indudablemente, el legislador responsable de la sanción del nuevo código
tuvo en cuenta esta tensión e introdujo lo que en los fundamentos llamó una
“solución”, que obra en los siguientes artículos:
Art. 2457.- Derechos reales constituidos por el donatario. La reducción
extingue, con relación al legitimario, los derechos reales constituidos por el
donatario o sus sucesores.
Art. 2458.- Acción reipersecutoria. El legitimario puede perseguir contra
terceros adquirentes los bienes registrables. El donatario y el subadquierente
demandado, en su caso, pueden desinteresar al legitimario satisfaciendo en
dinero el perjuicio a la cuota legítima.
Art. 2459.- Prescripción adquisitiva. La acción de reducción no procede
contra el donatario ni contra el subadquirente que han poseído la cosa donada
durante diez años computados desde la adquisición de la posesión. Se aplica
el artículo 1901.”
El art. 1901 permite unir las sucesivas posesiones, por lo que el plazo de
prescripción se computa desde que el donante entregó la posesión al donatario.
Por otro lado, también corre la prescripción de la acción de reducción des-
de la muerte del donante (art. 2554) por el plazo genérico de cinco años pre-
visto en el art. 2560, por lo que, de fallecer el donante antes de los cinco años
de otorgada la donación, éste último plazo resultará más breve que el previsto
en el art. 2459.
No tiene este trabajo entre sus objetivos valorar el criterio utilizado por el
legislador para la sanción de la solución elegida1. Tampoco es este el lugar para
imaginar mejores soluciones ni introducirnos en la espinosa y compleja proble-
mática de la aplicación de la ley en el tiempo (art. 7º CCyC). En esta instancia,
estando ya sancionadas y vigentes las normas mencionadas, es momento de
aplicarlas de la mejor manera posible.
Sólo intentaremos advertir algunas dificultades en la práctica de la con-
tratación de donaciones bajo el nuevo régimen para intentar luego hallar alguna
solución dentro del ámbito de la actual normativa.
1 Esto no quiere decir otra cosa que la expresada, lo que no implica en modo alguno que
no tengamos una opinión y que ella sea por demás crítica. Al respecto, remitimos a lo
dicho en el Código Civil y Comercial. Comentado. Anotado. Concordado, bajo la coordinación
de Eduardo G. Clusellas, editorial Astrea-FEN, Buenos Aires, 2015, arts. 1542 y sgts., y
arts. 2457 y sgts.; pág. 372 y sgts., y 391 y sgts.
2 Recordamos que, conforme con el nuevo art. 1552, deben ser otorgadas en escritura
pública, bajo forma solemne, no sólo las donaciones de inmuebles y de prestaciones
periódicas o vitalicias, sino también las de muebles registrables. Cabrá dilucidar en
el futuro si la acción que emana del art. 2458 ya transcripto puede o no ser ejercida
contra subadquirentes de automotores en atención a que en el régimen de estos bienes la
inscripción es constitutiva (decreto ley Nº 6582/58, ratificado por la ley Nº 14.467).
mencionado plazo.
Vigente el régimen anterior, la mayoría de las donaciones se instrumen-
taban como adelanto de herencia a los hijos con reserva o constitución de
usufructo a favor de los donantes. Ante una emergencia familiar y ante la ne-
cesidad de disponer de lo donado, un acuerdo familiar permitía concluir con el
dominio desmembrado y facilitar la enajenación o el gravamen3, solución que
no se vislumbra posible dentro el nuevo régimen, pues el donatario, aunque
sea hijo del donante, no saneará su título hasta diez años después de otorgado.
El art. 1795 del código velezano permitía que el donatario aceptara la dona-
ción luego del fallecimiento del donante. Se entendía que quien quería donar,
a fortiori, quería legar.
Esta posibilidad fue escasamente utilizada durante largas décadas. Sin
embargo, a partir de fines de los años ochenta se hizo uso (y también abuso)
de esta herramienta4.
Ella ha desaparecido de la actual normativa. Es decir que el nuevo orde-
namiento no trae una norma de excepción como la vigente en el Código Civil
y el contrato de donación queda sujeto a los principios generales en cuanto
a la formación del consentimiento. Sin que fuera ello necesario, con el fin de
reafirmar el concepto y con indiscutible ánimo docente, el nuevo legislador ha
agregado una frase final al art. 1545 que dice: “Aceptación (...) Debe producirse
en vida del donante y del donatario”5.
3 En el caso del gravamen, de conformidad con lo dispuesto en el art. 19 del decreto ley Nº
17.801/68, resultaba también posible (y aún resulta) mantener el dominio desmembrado
y que el usufructuario cediera su rango a favor de un acreedor hipotecario.
4 LLORENS, Luis Rogelio “Errónea instrumentación: poder irrevocable o post mortem
para donar”, Revista Notarial Nº 874 (mayo-junio de 1984), pág. 765 y sgts. Gattari,
Carlos Nicolás. “Donación por instrumento separado”, Revista del Notariado Nº 797
(septiembre-octubre de 1984), pág. 1295 y sgts.
5 Aprovechamos aquí para ahondar brevemente en la afirmación que acabamos de hacer
(“Sin que fuera ello necesario…”). Recurrimos nuevamente para ello a lo dicho en el
Código Civil y Comercial... cit. al comentar el art. 1545 : “...en algunos ámbitos académicos
hemos escuchado afirmar que, ya en el marco del nuevo Cód. Civ. y Com. (esto es oferta
y aceptación otorgadas vigente ya el nuevo régimen), lo único que la norma exige es
que el donante ‘esté vivo’ al momento de la aceptación, y nada se agrega respecto de su
capacidad y de su discernimiento. No podemos compartir esta opinión que, además, nos
resulta inadmisible. El legislador se ha referido a la vida del donante pero una referencia
tan incidental no puede invocarse para interpretar la norma del modo que se pretende.
Estas palabras (por otra parte innecesarias, como varias veces lo expresamos) no
pueden ser interpretadas literalmente. No puede sino entenderse que se aplican ahora
Otra herramienta útil para la protección del entorno familiar resulta del
derecho de reversión que actualmente está previsto en el art. 1566 CCyC: “En
la donación se puede convenir la reversión de las cosas donadas, sujetando
el contrato a la condición resolutoria de que el donatario, o el donatario y su
cónyuge y sus descendientes, o el donatario sin hijos, fallezcan antes que el
donante...”.
Recordemos que la reversión constituye entonces la aniquilación retroacti-
va de la donación, prevista en una cláusula accidental de reversibilidad, y cons-
tituye una hipótesis de resolución automática. Su utilidad resulta evidente6.
Para ello cabe diferenciar lo que la doctrina denomina “actos mortis cau-
sa” de los llamados “actos in diem mortis dilati”.
quede sin efecto la donación, retorne a mis manos la atribución que he verificado; y así lo
quiero porque si entre mi persona y la del donatario he preferido la del donatario, entre
las personas de los herederos (o de tales herederos) del donatario, y la mía, prefiero la
mía”.
7 Creemos que constituye un error no haber exceptuado de este régimen limitativo
al derecho de reversión. Resulta evidente que la cláusula pierde así gran parte de la
utilidad a la que nos hemos referido.
Para Cifuentes: “...en los actos mortis causa, la muerte constituye un pre-
supuesto esencial para el efecto del acto; más que significar una condición que
suspende los efectos del negocio, los determina sin retroactividad”8.
El ejemplo más importante es el testamento que se caracteriza por su
libre revocabilidad al sólo arbitrio del testador9, pero la categoría no se agota
en él. Otros ejemplos, que se caracterizan todos por su revocabilidad, surgen
de la ley Nº 24.193 relativa a trasplantes de órganos, la designación de tutores
o curadores para los hijos menores o incapaces (arts. 106 y 139 CCyC) o las
disposiciones relativas a las exequias (art. 61 CCyC).
El hecho de que se trate de un acto mortis causa no implica, per se, que
requiera forma testamentaria pues ninguno de los últimos ejemplos la tienen
como exigencia sine qua non.
El mismo autor define a los actos in diem mortis dilati: “...en los cuales la
muerte es solamente el punto de referencia para la producción de los efectos
del negocio jurídico, ya sea que se la inserte en la relación jurídica como un pla-
zo incierto, o que la muerte de una persona o su supervivencia sea considerada
como el acontecimiento futuro e incierto que torna condicional el derecho”10.
El autor ejemplifica con el contrato de seguro de vida.
Según Guastavino: “...en los actos mortis causa (...) el evento de la muerte
es el punto de origen y de individualización de la situación misma regulada.
Mientras ese evento no acontezca, no existe un derecho condicional a favor
del futuro beneficiario; cuanto más existe un derecho eventual (...) Por el con-
trario, en los actos in diem mortis dilati el evento de la muerte sirve como punto
de referencia de los efectos, y el deceso constituyo el momento cronológico
inicial de eficacia del negocio jurídico. El evento de la muerte puede insertarse
en la relación como término de un plazo incierto, o la muerte de una tercera
persona, o su supervivencia, en cierta época, puede ser considerada como el
acontecimiento futuro e incierto que torna condicional el derecho. Los actos ju-
rídicos que han introducido estas modalidades en la relación son actos in diem
mortis dilati, pero no mortis causa”11.
8 CIFUENTES, Santos. Negocio Jurídico, ed. Astrea, 2º, edición, Buenos Aires, 2004, pág.
312.
9 “Art. 2511. Revocabilidad. El testamento es revocable a voluntad del testador y no
confiere a los instituidos derecho alguno hasta la apertura de la sucesión. La facultad de
revocar el testamento o modificar sus disposiciones es irrenunciable e irrestringible.”
10 Ob. cit. pág. 312.
11 GUASTAVINO, Elias P. Pactos sobre Herencias Futuras, Ediar S.A.E.C.I y F, Buenos Aires,
1968, págs. 43 y 44. Sobre este tema ver: Código Civil y Comercial. Comentado. Anotado.
Concordado, tomo 5, Eduardo Gabriel Clusellas coordinador, Astrea-FEN, Buenos Aires,
2015, págs. 455 y sgts. Ver también: Belluscio, Augusto C. “Pacto sobre herencia futura,
donación de exigibiidad diferida y obligación de procurar prestación de tercero”, LL,
Por nuestra parte agregamos que los actos in diem mortis dilati se ca-
racterizan por imperar en ellos el principio de que los pactos tienen efectos
vinculantes entre las partes (art. 959) y sólo puede ser extinguido por rescisión
bilateral (art. 1076) en el caso de los contratos a título gratuito. En cambio, en
los contratos a título oneroso también cabría la posibilidad de que en el contra-
to se prevea la rescisión unilateral (art. 1077).
Si bien de la nueva normativa no resultan disposiciones como las previstas
en el arts. 179012 y 180213 del código de Vélez Sarsfield, lo que resulta sorpren-
dente, afirmamos que la previsión de una rescisión unilateral en un contrato de
donación continúa siendo una disposición prohibida pues -fundamentalmente-
le quitaría su diferenciación del acto testamentario (arts. 2511 y sgts. CCyC).
Fundamentalmente la distinción entre donación y legado.
A ello apunta el actual art. 1546 cuando afirma que: “Están prohibidas las
donaciones hechas bajo la condición suspensiva de producir efectos a partir del
fallecimiento del donante”.
La clave para interpretar correctamente estas disposiciones pasa por com-
prender qué se entiende por “efecto” del contrato o “efecto”, en particular, de
la donación. El efecto del contrato es su poder vinculante entre las partes (art.
959) y el efecto propio de la donación es la obligación de transferir el dominio
de la cosa y no la transferencia misma (art. 1542).
La donación no es un contrato real que exija la transmisión del dominio
para su eficacia. Así lo dice el art. 1542 cuando dispone: “...se obliga a transfe-
rir...”. Por su parte, el art. 1555 prevé la constitución en mora para la entrega
de la cosa14.
Son lícitos tanto la condición como el plazo y el cargo, dentro del régimen
general de estas modalidades. En materia de donaciones sólo está prohibida
especialmente la condición, tal como ya señaláramos, en el art. 1546.
La normativa sólo exige como efecto del contrato de donación su efecto
vinculante entre las partes que sólo puede verse extinguido por la rescisión
bilateral. Por tanto, nada impide que alguien se obligue a transmitir gratuita-
mente la propiedad de una cosa y a que ella sea entregada al donatario el día
de su propio fallecimiento.
Nada lo impide, por un lado, porque se trata de un plazo incierto (el falleci-
miento del donante ha de ocurrir algún día inevitablemente) y no una condición,
y por otro, porque los efectos propios del contrato (el efecto vinculante) no se
encuentran ni condicionados ni aplazados. Sólo está aplazado el cumplimiento.
Por ello también cabe destacar que en caso de fallecimiento del donatario
antes que el del donante, el derecho a adquirir la propiedad se transmite a
los herederos del donatario como cualquier otro derecho, pues no se trata de
condicionar los efectos (la transmisión de la propiedad) a la supervivencia del
donatario al donante15.
III. COLOFÓN
15 De igual manera, en el supuesto de que se hubiese fijado, por ejemplo, un plazo cierto
de tres años y el donante falleciese dentro de ese plazo, los herederos del donante están
obligados a entregar la cosa al vencimiento del plazo. También si la condición lícita se
cumpliese luego de la muerte del donante.
16 “El proceso sucesorio tiene por objeto identificar a los sucesores...” (art. 2335 CCyC).
17 Ver: DI CASTELNUOVO, Gastón R. “El distracto. Medio inadecuado para bonificar
títulos que emanan de una donación”, Revista Notarial, Nº 919, págs. 497 a 580. Al
respecto, remitimos también a lo dicho por el Dr. Fernando J. López de Zavalía, en
Revista Notarial, Nº 926, págs. 73 a 83, especialmente en cuanto a su respuesta a nuestra
pregunta: ¿Hasta qué oportunidad es posible que un contrato sea borrado de la escena
jurídica mediante la emanación de un segundo negocio que merezca ser calificado como
“distracto”?, su parecer en cuanto al “futuro disponible” y sus conclusiones. En cuanto
al supuesto al que nos referimos, debe quedar claro que, tal como lo dice el maestro
tucumano: “…puesto que es posible una renuncia al crédito por la entrega de la cosa
que el donatario tiene contra el donante, a fortiori no debe descartarse esa posibilidad”.
18 En el marco del código velezano, entendíamos que esta declaración hacía a la buena fe
del tercero que eventualmente adquiriera el inmueble al donatario.
19 En caso de pluralidad de donantes es imprescindible indicar si el vencimiento del plazo
por la muerte de uno de los donantes hace nacer la obligación de entrega de la cosa por
la totalidad, sólo por la parte del donante o que sólo nace la obligación de entrega a la
muerte de todos los donantes.
26 “Informe” y no “certificado” pues el acto no tiene aún vocación registral pues la ley
Nº 17.801 en el art. 2º establece que tienen vocación registral los documentos que: “a)
Los que constituyan, transmitan, declaren, modifiquen o extingan derechos reales sobre
inmuebles...”, y en el art. 3°: “Para que los documentos mencionados en el artículo
anterior puedan ser inscriptos o anotados, deberán reunir los siguientes requisitos (...)
c) (...) sirviendo inmediatamente de título al dominio, derecho real o asiento practicable”.
Como antecedente de jurisprudencia administrativa sobre el punto, el registro de la
propiedad de nuestra provincia no admitió la escritura de escrituras de compraventa
en las que el otorgamiento de la posesión se supeditaba a la acreditación de los fondos
en la cuenta bancaria del vendedor. Estos casos ocurrieron en época de restricción a la
disposición de dinero depositado en bancos, el que sólo se liberaba en determinados
casos, entre los cuales se encontraba la adquisición de inmuebles. El supuesto es distinto
al de inmuebles usurpados, locados o entregados en comodato, casos que no implican
que no se pueda entregar la posesión reconociendo que ella no es un hecho sino el ánimo
de dueño o comportamiento como titular del derecho real, como lo aclara el art. 1909
CCyC, que la posesión puede encontrarse en poder de quien no es el propietario. Es
posible que el vendedor ceda el derecho a reivindicar en su caso. Entendemos que si
hay contrato de donación (oferta y aceptación) sin entrega de posesión y por tanto, sin
transmisión dominial, el acto no tiene vocación registral. Sólo podrá requerirse una vez
acreditado el vencimiento del plazo (fallecimiento del donante) y la toma de posesión
por el donatario.