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En las últimas semanas, a raíz de la actual situación desatada por el fenómeno del
“Coronavirus” y el regreso a la recepción de los sacramentos de modo público, hemos
visto distintas actitudes en diversos lugares del mundo: desde seguir con la
práctica habitual de la comunión en la boca (guardando las medidas prudenciales,
como en la diócesis de Getafe), a recomendar la comunión en la mano (como en la
Arquidiócesis de Buenos Aires) o hasta imponerla directamente en bolsas de
plástico, como en Alemania.
Acerca de esta última modalidad es que, luego de consultarlo con algunos obispos y
liturgistas y haber estudiado sopesada y tranquilamente la legislación actual de la
Iglesia, escribimos estas líneas con total tranquilidad intelectual.
17: “La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos trata
lo que corresponde a la Sede Apostólica… Fomenta y tutela la disciplina de los
sacramentos, especialmente en lo referente a su celebración válida y lícita… Vigila
atentamente para que se observen con exactitud las disposiciones litúrgicas, se
prevengan sus abusos y se erradiquen donde se encuentren”[4].
18: “Los fieles tienen derecho a que la autoridad eclesiástica regule la sagrada
Liturgia de forma plena y eficaz, para que nunca sea considerada la liturgia como
«propiedad privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se
celebran los Misterios»”[5].
23: “Todos… están sometidos a la autoridad del Obispo diocesano en todo lo que se
refiere a la liturgia, salvo las legítimas concesiones del derecho”[9].
24: “El pueblo cristiano, por su parte, tiene derecho a que el Obispo diocesano
vigile para que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica”[10].
Como puede verse claramente, en una Iglesia como la nuestra, institución jerárquica
por excelencia, mientras se esté en comunión con Roma, el obispo es el liturgo de
la diócesis en cuanto que actúa como delegado o mandatario papal de las normativas
que éste emana a partir de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos (cfr. Redemptionis sacramentum, n. 17).
2º) Comunión en la boca y derecho positivo: ¿puede cambiarse, así como así?
“No es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho
de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie (n. 91).
“Todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en
la boca (n. 92, cfr. Missale romanum, Institutio Generalis, n. 161).
Sin embargo, podría uno preguntarse si, ante la situación actual del COVID-19, este
derecho positivo podría alterarse, al menos por un tiempo, solicitando un indulto a
la Santa Sede. Y es el mismo documento citado (Redemptionis sacramentum) el que lo
prevé al decir, en su número 28, que,
Así y todo, dado que, conforme la Memoriale Domini de Paulo VI, la norma actual de
la Iglesia es la comunión en la boca, un indulto que tuviese la recognitio de la
Santa Sede, tampoco podría imponerse dado que lo que es indultado a modo de
excepción no puede, por regla, imponerse de modo general.
Abogado
[2] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium,
n. 22 § 1. Cf. CIC, c. 838 § 1.
[4] Juan Pablo II, Const. Apostólica, Pastor bonus, día 28 de junio de 1988: AAS
80 (1988) pp. 841-924; esto arts. 62, 63 y 66, pp. 876-877.
[5] Juan Pablo II, Carta Encíclica, Ecclesia de Eucharistia, n. 52: AAS 95 (2003)
p. 468.
[7] Concilio Ecuménico Vaticano II, Const. dogmática sobre la Iglesia, Lumen
gentium, n. 26.