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Escuela: Instituto De Desarrollo Educativo Avanzado

Docente: Marcela Velázquez Ríos


Alumno: Alex Daniel Meza Naranjo
Materia: Delincuencia organizada
Tema:
Unidad 1
Introducción y enfoques del crimen organizado
Investigar definición de crimen organizado
Características del crimen organizado
“como organización
“como red criminal
“con enfoque económico
“con enfoque relacional
“con enfoque estructural
Unidad 2
Mediciones de la criminalidad organizada
Dificultades en la medición del crimen organizado.
Fecha de entrega: 25/07/2020
Crimen Organizado

Una conceptualización de la criminalidad organizada ha de entenderse como un


aspecto sumamente complejo, aun desde su estructura semántica, puesto que la
dimensión del fenómeno “crimen organizado” presenta un marco bastante “difuso”,
sin que medie un consenso en la doctrina respecto de la significación que puede
acordarse a la criminalidad organizada. Es esta una cuestión dogmática bastante
polémica en cuanto a los alcances extensivos o restrictivos que deben tomarse en
cuenta para definir qué habrá de entenderse por crimen organizado, por lo cual el
fundamento racional respecto del marco legislativo es susceptible de diversas
valoraciones, empero las mismas deben de guardar cierta rigurosidad para no
generar disfunciones, sobre todo porque con ello, se puede restar eficiencia a las
manifestaciones de las organizaciones criminales, que se ubican en esta escala
superior de sistematización en cuanto a la dimensión criminal. Una buena opción
es tomar como marco la significación que al crimen organizado se la ha dado en
instrumentos de carácter internacional, debe quedar claro el carácter del concepto
marco del cual se parte, no reproducir en su integralidad dicho concepto, por
cuanto la técnica de elaboración de una normativa internacional tiene cierta
apertura que puede ser no compatible con las normas penales específicas. El
carácter de marco radica en la vinculación de los grandes aspectos del concepto
para adaptarlo a las propias legislaciones de acuerdo a las particularidades de
cada sistema normativo.
Tampoco podemos pasar por alto, el panorama bastante nebuloso, que presenta
el ámbito de la criminalidad organizada y su ámbito definitorio, para lo cual desde
una perspectiva de racionalidad dogmática –entendemos que a ello aspira el
derecho, incluido el penal– requiere de algunas precisiones, la primera de ellas es
compatible con diferenciar entre un concepto amplio y uno restringido de
criminalidad organizada. Así crimen organizado, en sentido amplio, se refiere a la
criminalidad como empresa, la cual comprende todas aquellas actividades que
igual se desarrollan en cualquier tipo de empresa, constituyendo lo que se conoce
como “derecho penal económico”, se trata aquí de la criminalidad en la empresa,
con lo cual se hace énfasis en una criminalidad de tipo económico, que tiene como
fundamento la organización y la finalidad estrictamente lucrativa en el sentido de
ventajas económicas, es decir un modelo de entreprisecrime o corporatecrime. Por
otra parte, un enfoque en sentido estricto de criminalidad organizada indica que la
misma está constituida por organizaciones criminales que tienen características
especiales, que la diferencian de la criminalidad convencional, siendo su finalidad
la de cometer masificada mente conductas delictivas homogéneas o
heterogéneas; de ahí, la connotación que se le da a la criminalidad organizada
estricta como la de “criminalidad como empresa”; aunque para ello, perfectamente
puede utilizarse la “empresa” como sucede con la nuevas modalidades de
criminalidad; en razón de ello, se distingue de criminalidad contra la empresa, la
criminalidad desde la empresa; sin embargo habrá de tenerse en cuenta que la
criminalidad organizada no puede vincularse de manera, absoluta a la criminalidad
empresarial, ésta última es una importante expresión de aquella, quizá la más
“refinada” pero no puede haber una correspondencia absoluta entre delincuencia
económica y crimen organizado.

Características del crimen organizado

La configuración de la criminalidad organizada en el derecho penal debe de


guardar cierta racionalidad, tanto en su nivel de garantía como en su ámbito de
eficacia. Por una parte, debe de evitarse la creación de un mega concepto, es
decir de una fórmula que no guarde la debida –o mínima– precisión, con lo cual se
incurra en una cláusula indeterminada, y por otra, un mayor grado de taxatividad
en la definición logrará una mayor eficacia en la persecución de este tipo de
criminalidad, pues permitirá utilizar los instrumentos legales acordados, sólo a los
casos en los cuales se esté en presencia de verdaderas actuaciones de dichas
formas criminales.
A tales efectos hemos de considerar básicamente las particularidades que
permiten adecuar una organización criminal a los supuestos de crimen organizado,
al menos desde una perspectiva material, como las siguientes:

(a) Una organización criminal con cúpula de mando. Como ya se expresó el


crimen organizado como forma compleja no sólo requiere una organización, o por
decirlo de otra manera, “cualquier organización”, sino de una que refleja una
especial estructura decisional, cual es la cúpula, órgano que desarrolla las
actividades de dirección dentro del cartel criminal, dicha cúpula tiene como
característica, el anonimato entre los restantes miembros de la organización
criminal, y sólo es conocida por un número reducido.
(b) Jerarquía con modelo de estratificación. La estructura criminal requiere la
determinación de una clara jerarquía dentro de la organización, que responde a
niveles complejos asimilados de las formas tradicionales de organización de las
empresas de las cuales se toman aspectos esenciales de su constitución, como lo
son la organización funcional vinculada a estructuras jerárquicas, y la división de
labores a partir de dicha estratificación, con lo que las actividades criminales
quedan separadas en diferentes niveles.
(c) Especialización criminal. Un aspecto importante dentro de la realidad del
verdadero crimen organizado, es el nivel de especialización que sus integrantes
adquieren en materia de los hechos criminales que se tienen como parte del
llamado “cartel criminal”, no se trata aquí de métodos improvisados, en estos
niveles quienes forman parte de una estructura criminal de este rango, adquieren
una verdadera profesionalización en el delito, inclusive a veces de manera
sectorial, según el área en la cual se requieran sus destrezas, habilidades y
conocimientos, ello es clave para el éxito y eficacia de los hechos delictivos a
ejecutar, es decir dejar la menor cantidad de evidencia respecto de los crímenes
cometidos.
(d) Finalidad permanente de delinquir. La permanencia de la organización criminal
es un aspecto importante para diferenciarla de los modelos de coautoría, pero
además dicha permanencia tiene un aditivo, el cual se vincula al llamado
programa criminal de la organización, la organización existe como tal para ejecutar
determinados delitos y alcanzar fines específicos, no se trata de hechos delictivos
azarosos, al contrario el cometimiento de las infracciones penales es un aspecto
fundamental, lo cual ya se ha vinculado a la especialización, por ello tal
permanencia sólo se explica, cuando se trata materialmente de una estructura de
crimen organizado, a partir del diseño de la programática delictiva, la permanencia
de la estructura criminal está vinculada a la ejecución de determinados delitos, con
lo cual en materia de organizaciones criminales, es un parámetro que la diferencia
de las asociaciones delictivas.
(e) Objetivos de lucro en áreas financieras o de dominación política. Aspecto
esencial de la criminalidad organizado, al menos desde su perspectiva material, es
la finalidad de lograr beneficios económicos, el verdadero crimen organizado
responde a la dinámica de los fines lucrativos sean estos estrictamente
económicos o de ventajas materiales. Precisamente el cartel de delitos que se
vincula a la criminalidad organizada, refleja este afán de amplio provecho
económico. La finalidad del crimen organizado es obtener importantes ganancias
de los actos criminales que ejecutan, a los cuales pueden asociarse otros tipos de
crímenes, pero en su esencia el crimen organizado tiene una finalidad lucrativa, a
tal grado que las ventajas económicas que se obtienen son reinvertidas en otras
actividades criminales para obtener un mayor rendimiento. Otro aspecto no menos
importante es la vinculación de este tipo de criminalidad con las esferas de
gobierno, es por ello que a esta especialidad se la ha denominado criminalidad de
poder y se refleja en toda la gama de delitos que tienen que ver con la corrupción
en los sectores de los gobiernos, los fines de enriquecimiento y abuso en el
ejercicio del poder aparecen entrelazados.
(f) Utilización de una sofisticada logística. Las organizaciones criminales que
funcionan como estructuras complejas, también requieren del uso de instrumentos
de vanguardia para garantizar el proceso delictivo; no es de extrañar que los
adelantos tecnológicos, los mercados globales, las nuevas formas de
comunicación sean aprovechadas por el crimen organizado para generar nuevas
formas de delincuencia o para intervenir en los procesos del crimen con un mayor
nivel de efectividad, la cuestión de apoyo logístico no representa por regla general
una mera cooperación, por cuanto estas actividades sectoriales son necesarias
para el adecuado funcionamiento de la estructura criminal y responden a un nivel
de planificación, en el cual las labores se encuentran perfectamente delimitadas,
sin necesidad de que los integrantes las asuman todas.
(g) Trasnacionalidad directa o vínculos internacionales. Otra característica
fundamental del crimen organizado es su extensión trasnacional, la misma puede
ser intrínseca en el sentido que la organización criminal en su programa criminal
tiene trazado una forma de criminalidad que se ejecuta en distintos países y que
necesita de estructuras criminales necesariamente establecidas en otras latitudes
para que la empresa criminal puede funcionar adecuadamente. En otros casos, la
trasnacionalidad sólo se manifestará en relaciones ocasionales entre diversas
estructuras del crimen organizado, en ambos casos se trata de un carácter que
trasciende del crimen local, lo cual no debe ser interpretado de manera rígida en el
sentido que sólo es crimen organizado, el que presenta la característica de
trasnacionalidad, esto último sólo demuestra mayor complejidad dentro de la
estructura criminal, y un factor criminógeno mayor.
(h) Niveles de disciplina, fungibilidad de miembros inferiores y distribución de
roles. Este aspecto hace distintiva una organización criminal de lo que se
denomina criminalidad asociada, es decir de las llamadas asociaciones criminales.
Su carácter disciplinar es un aspecto medular del crimen organizado, en estos
ámbitos tiene relevancia el nivel de profesionalización y de especialidad alcanzado
por la estructura criminal, el carácter acentuado y jerárquico de la organización,
determinan una cadena de mando que debe ser obedecida en cuanto a las
directrices que emanan del centro de control de la organización, que como se
expresó usualmente es cupular. Aspecto complementario de lo anterior es que los
miembros de la organización son fungibles, la sustitución de ellos no representa
problemas en el ámbito organizacional, estos aspectos –a mi juicio– son los que
permiten diferenciar con mayor nitidez una estructura de crimen organizado, en
ella el intercambio de miembros, la obediencia y la distribución de roles aparece
con mayor nitidez.
(j) Capacidad de corrupción, penetración y vinculación con centros de poder
estatal. Media una relación bastante estrecha entre la llamada criminalidad
organizada y el denominado fenómeno del crimen del poder, es decir el crimen
cometido desde la dimensión del ejercicio del poder político, a tal grado que se
reconoce que la criminalidad mediante el ejercicio de potestades del Estado es
una forma especial de constitución del crimen organizado, o al menos uno de sus
efectos colaterales respecto del ejercicio del poder público56, con lo cual el riesgo
de afectación del Estado de derecho es de mayor entidad, las relaciones actuales
entre actividades de crimen organizado y actos de corrupción son manifiestas en
la mayoría de países.
(k) Sentido de pertenencia de los miembros a la organización. Como no se trata de
una participación en el sentido de codelincuencia, quien pertenece a una
organización criminal en la configuración de crimen organizado, tiene que tener
sentido de pertenencia a la estructura criminal, ello significa desde la perspectiva
objetiva que su contribución en la organización criminal no es ocasional sino que
obedece a la estructura de funcionamiento de la misma, ora en cuanto a la
realización de hechos delictivos en cualquiera de sus fases, ora en cuanto a
aportes para el mantenimiento y funcionamiento de la estructura criminal.

Como organización

Las organizaciones criminales mexicanas, se ajustan a los patrones universales ya


señalados para la delincuencia organizada. Nos encontramos, con un crimen
organizado formado en gran parte por las organizaciones para el narcotráfico,
entre las cuales destacan los carteles de Tijuana, Juárez, del Pacífico y del Golfo.
Aun cuando no se cuenta con datos estadísticos actualizados y realmente
confiables, en 1995 se afirmaba, según estimaciones de la Procuraduría General
de la República, que los grupos de narcotraficantes que operan en México,
tuvieron ingresos brutos en 1994 de alrededor de 30 mil millones de dólares. Lo
que quiere decir que México, al igual que muchos otros países del mundo, se ha
visto amenazada la salud de sus habitantes ante los embates de un fenómeno de
gran magnitud y complejidad, como es el consumo y tráfico de drogas ilícitas que,
además, ponen en riesgo otros intereses fundamentales, entre los que se
mencionan la vida de sus habitantes y la propia seguridad nacional. En efecto,
durante los últimos años los “ajustes de cuentas” y la disputa entre carteles, para
controlar las rutas y el mercado, han ocasionado una gran cantidad de muertes,
entre las que se cuentan no sólo las de los de otros miembros de organizaciones
delictivas, sino también las de miembros de las corporaciones encargadas de
combatirlos. Por otro lado, se han decomisado grandes arsenales de armas de
diferentes calibres, como lo informan las instancias oficiales. Por lo que se refiere
a los “secuestros”, algunos analistas habían calculado que entre julio de 1988 y
abril de 1994, se cometieron cerca de 800 secuestros de empresarios y otras
personalidades en todo el territorio nacional. Por supuesto, los actuales datos
reales son mayores, aunque no obren en las estadísticas oficiales, ya que muchos
familiares de las víctimas prefieren no reportarlos a la policía. En muchos casos, el
modo de operación parece responder a un patrón de comportamiento, cuyo
conocimiento podría ser aprovechado para su detección y combate. Los robos de
vehículos y a casas habitación, se presentan como uno de los hechos más
constantes en las grandes urbes de nuestro país.
Es necesario remarcar que el avance de la delincuencia organizada, o el que no
se le combata eficazmente en México, está también muy relacionado con el
problema de “corrupción” de los “cuerpos de seguridad pública”, a tal grado que,
incluso en las tragedias más lamentables de los últimos años, se han visto
involucrados policías o ex policías de diferentes corporaciones. Por ello, la gran
necesidad de más adecuados y funcionales medios de control frente a la
delincuencia organizada.

Como red criminal


Los cárteles mexicanos son responsables del flujo de la cocaína, la heroína y la
mariguana que transita entre Latinoamérica y los Estados Unidos.
Frecuentemente, estos cárteles usan personas México-americanas y otros
traficantes latinos para distribuir sus narcóticos en Estados Unidos. Una parte de
la guerra entre diferentes cárteles se explica por la disputa del norte de México por
el tráfico hacia Estados Unidos de drogas.
Entendiendo las redes de narcotráfico Los métodos matemáticos han mostrado su
utilidad en muchos temas. Por supuesto, las bondades de la modelación
matemática dependen de la cantidad y calidad de la información con que se
cuente para insertar en el modelo. El uso de redes para modelar algunos
fenómenos, desde el punto de vista matemático, se ha extendido ampliamente y
las redes del narcotráfico no son la excepción. Se han desarrollado
investigaciones que han analizado este tipo de redes en distintas partes del
mundo, incluyendo el caso mexicano. Las investigaciones muestran las ventajas
de estudiar las redes del narcotráfico: determinar la estructura subyacente de las
redes y propiedades relacionadas, tales como la resiliencia y la comunicabilidad
entre los individuos para identificar la importancia relativa de los individuos de la
red, entre otras. Estas propiedades pueden ser fundamentales para planear la
desarticulación de estas redes, lo cual tiene implicaciones en materia de seguridad
y salud pública.
Como un ejemplo del terrible grado de impunidad y la debilidad del Estado de
derecho en México, citamos el hecho de que en todo el país hay solo 30 800
personas encarceladas por asesinato, mostrando, además, la cantidad de
crímenes sin resolver. El panorama actual del crimen organizado en México es
extremadamente fluido. Por ejemplo, describen la multiplicación de grupos
criminales en México, cuando “brincan” de solo seis grupos significativos que se
habían contado en 2006. Ninguna empresa ilegal puede producir, traficar y
distribuir drogas ilícitas sin un sistema de defensa y corrupción que preserve la
propiedad, vele por la seguridad y garantice el cumplimiento de los contratos en
todos los eslabones de la cadena, no solo ante la persecución de las autoridades
sino ante la acción violenta de narcotraficantes rivales. Los agentes que trabajan
para proteger a una empresa criminal, a quienes en adelante llamamos agentes
de defensa y corrupción, suelen realizar sus actividades de defensa, coerción y
corrupción como asalariados, y se pueden catalogar como informales porque la ley
y el Estado no protegen estas actividades por su ilegalidad, resalta que la
ilegalidad de estas actividades asalariadas nada tiene que ver con el tamaño de
las organizaciones, pues son empresas que en el conjunto de toda la cadena
productiva pueden tener gran escala, muchas veces de índole trasnacional. Sus
estructuras pueden tener diversos niveles de complejidad y sofisticación
dependiendo de la oferta y la demanda de defensa de los narcotraficantes. El
ejemplo de Colombia es ilustrativo: durante las últimas tres décadas el sistema de
defensa de los narcotraficantes ha cambiado a medida que el negocio ha
evolucionado. Pueden ser cuerpos de defensa personal integrados por escoltas y
guardaespaldas, como los que mantenían durante los años setenta y ochenta;
bandas de sicarios al servicio de los carteles, como las que formaron los carteles
de Cali y Medellín en los años ochenta y la primera mitad de los noventa; o
alianzas estratégicas con grandes grupos armados paramilitares o guerrilleros,
que se hicieron más frecuentes desde el comienzo de los noventa, con la entrada
de lleno al negocio de las FARC y las AUC. Hoy estos aparatos de defensa
dependen en mayor medida de la acción de diversos grupos armados ilegales, en
particular, de bandas criminales que trabajan para narcotraficantes o en
asociación con ellos. Esto coincide con el análisis antropológico de Silva de Sousa
(2004), para quien el funcionamiento del narcotráfico depende de tres fenómenos
estructurales: uso racionalizado de la violencia ilegítima, corrupción y “valor
confianza”, el cual alude a los vínculos estrechos, a veces de parentesco y
amistad, que respaldan las transacciones ilegales. De acuerdo con este autor, “el
uso agresivo de la fuerza física (violencia) ilegítima (desde el punto de vista
estatal) es la regla, e incluso representa uno de los medios predominantes para
hacer cumplir los contratos entre los agentes del sistema de comercio ilícito». Y
afirma que la corrupción es un recurso para hacer cumplir los acuerdos entre los
agentes del negocio ilícito, por lo que es “también otro punto diferencial en la
relación social que predomina en […] la economía ilícita y en las redes informales
de transacciones económicas”. Redes: notas históricas Una red se puede pensar
como un conjunto de puntos y un conjunto de líneas que los unen. En ese sentido,
en una red del narcotráfico, los puntos son los narcotraficantes y hay una línea
que une a un narcotraficante con otro si, por ejemplo, han hablado por teléfono, o
si se les ha visto en una reunión, entre otras posibilidades. Las redes del
narcotráfico han sido estudiadas recientemente con las técnicas desarrolladas en
lo que se conoce como análisis de redes sociales (ars o sna, por sus siglas en
inglés). El ars se remonta a mediados del siglo pasado, cuando un grupo de
sociólogos comenzaron a usar este tipo de modelos para caracterizar las
interacciones dentro de grupos sociales. Sin embargo, el análisis matemático de
redes tiene sus antecedentes en los trabajos de Kirchoff sobre circuitos eléctricos,
y en las estructuras moleculares en química con Cayley y Sylvester en el siglo
XIX. El término redes complejas fue acuñado en el estudio de los sistemas
dinámicos o complejos, y desde hace unos años ya se habla de una ciencia de las
redes.
El modelo Como redes de crimen organizadas, las del narcotráfico tienen dos
componentes: una subgráfica de producción y tráfico, y otra de defensa y
corrupción. Por sencillez, se supone que en el primer componente solo se
encuentran los productores y traficantes –a quienes llamamos narcotraficantes–, y,
en el segundo, diversos agentes de defensa y corrupción (que en adelante solo
llamaremos agentes). No obstante, en la realidad no es raro que algunos agentes
pertenezcan al mismo tiempo a ambos tipos de redes. Las relaciones laborales
entre narcotraficantes y agentes corresponden a un tercer subgrafo: una red
bipartita que muestra las interacciones estratégicas entre estos dos tipos de
personas. Se supone que los agentes trabajan para los narcotraficantes haciendo
diferentes tareas ligadas a los aparatos de defensa, a los dispositivos de coerción,
a los dispositivos de corrupción o a combinaciones de estos. Esto es realista,
pues, aunque son actividades ilegales, el trabajo en esas actividades
generalmente es asalariado (Martín, 2008). Es clave entender que las relaciones
laborales entre los narcotraficantes y los agentes están mediadas por vínculos
sociales basados en la confianza y la lealtad, de modo que, aunque todos los
agentes son potencialmente contratables, solo los que mantienen vínculos
sociales con el narcotraficante terminan siendo sus empleados.

Enfoque económico
Según las más recientes estimaciones generales realizadas, la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito calculó que el valor total de ventas al
por menor de drogas ilícitas a nivel mundial fue de US$320.000 millones en 2003,
equivalente al 0,9% del PIB mundial. Los mercados de venta minorista de drogas
en las Américas fueron estimados en $151.000 millones, es decir,
aproximadamente el 47% del total mundial. Los mercados más grandes de venta
minorista en dólares fueron Norteamérica (aproximadamente el 44% del total
mundial) y Europa (33%); en cambio el mercado de Sudamérica, Centroamérica y
el Caribe fue de aproximadamente el 3% del total mundial. Si bien no se dispone
de datos recientes sobre los mercados de drogas, hay datos parciales que
sugieren que el porcentaje atribuido a Norteamérica ha disminuido en cierta
manera desde el año 2005. Es posible que se necesite hacer más ajustes cuando
estén disponibles los datos revisados de Brasil. Como se mencionará a
continuación, todas las estimaciones de los ingresos de las drogas –y en particular
del total de los ingresos por concepto de drogas ilícitas a nivel mundial– deben ser
interpretadas como amplias aproximaciones y no como un conocimiento preciso
de la cuestión.
A fin de comprender mejor estas estimaciones, en esta sección se examinará el
mercado minorista de las principales drogas, a nivel mundial y en diferentes
regiones de las Américas. También se analizarán las diferentes metodologías que
son comúnmente empleadas para estimar el valor de los mercados de la droga.
Antes de considerar estos detalles, es importante destacar que el valor en dólares
de las ventas minoristas de drogas es solo una de las varias medidas del mercado
de drogas. Debido a que los precios de las drogas ilícitas al por menor son más
elevados en Norteamérica que en el resto del hemisferio, el valor de las ventas
minoristas exagera su porcentaje de consumo. Cada una de las principales drogas
se considera por separado y los datos son de 2003, el año sobre el cual se
dispone de la información más reciente por región y por droga. En todos los casos,
la parte correspondiente a Norteamérica es menor en kilos que en valor de
mercado, mientras que los porcentajes de otras regiones son más elevados. El
éxtasis es la única droga para la cual esta tendencia no es pronunciada.
Hay dos métodos comúnmente utilizados para calcular el volumen del mercado de
drogas ilícitas, conforme a dos enfoques: el de la oferta y el de la demanda.
Ambos utilizan al máximo la limitada información disponible –sobre la producción o
uso de drogas– y ambos requieren la adopción de diversas suposiciones para
completar la información. Mediante el enfoque de la oferta para calcular el
volumen de los mercados de cocaína y heroína se utilizan datos satelitales que
estiman la producción de hoja de coca y amapola. La formulación de estas
estimaciones requiere que se hagan suposiciones sobre la manera de extraer de
las imágenes satelitales información sobre producción, la frecuencia de las
cosechas de la hoja de coca y la amapola, el promedio del estimulante en la hoja
de coca y el opio, y la eficacia de los trabajos de erradicación. Asimismo, es
necesario hacer suposiciones sobre la calidad de los productos químicos, la
capacidad de los procesadores que convierten la hoja de coca y la amapola en
cocaína y heroína, la cantidad de drogas decomisadas, y (para las estimaciones
regionales) sobre la forma en que estas drogas son distribuidas en los diferentes
mercados. La formulación de estimaciones en base a la oferta es aún más difícil
en el caso del cannabis y las drogas sintéticas. Es posible que las estimaciones
anteriores basadas en la oferta de estas drogas fueran sistemáticamente
sesgadas, por lo cual deben ser tratadas con cautela.
Las estimaciones con base en la demanda provienen de información sobre el uso
de drogas obtenida mediante encuestas de hogares y de estudiantes. También se
pueden utilizar datos obtenidos de las oficinas de admisión hospitalaria, de la
población carcelaria y de otras fuentes de datos. A fin de hacer estimaciones de la
población de usuarios de drogas con base en los datos de estas encuestas, los
investigadores deben hacer suposiciones sobre los casos que no se registran,
cuyo número probablemente es sustancial. También deben tomar en cuenta que
los grandes consumidores de drogas generalmente no están bien representados
en las encuestas de hogares ni tampoco en otros tipos de fuentes de datos. Si se
pierde una pequeña fracción de estos grandes consumidores puede resultar en
una gran inexactitud de los cálculos obtenidos con el método basado en la
demanda. Por ejemplo, según una estimación reciente, dos tercios del consumo
de marihuana en Estados Unidos durante el año pasado fue atribuido al solo 4%
de los usuarios, y este grupo de usuarios supera en más de 100 veces el consumo
de un usuario medio durante el año pasado. Si los grandes consumidores fueran
la mitad o doble de esa cantidad, el estimado global de consumo de marihuana en
Estados Unidos podría cambiar significativamente. Además, en general las
encuestas preguntan solamente sobre el número de días de uso, no precisamente
la cantidad de drogas consumidas en cada episodio; por lo tanto, esto último
también tiene que ser calculado. También se tiene que calcular la posible potencia
y pureza de la droga. Las estimaciones de la demanda mundial son aún más
complicadas porque la información procedente de diferentes países con frecuencia
se refiere a poblaciones demográficas diferentes y a distintos años, y muchos
países no cuentan con ningún tipo de datos. Para adecuarse parcialmente a estos
desafíos, los investigadores han evaluado la sensibilidad de sus estimaciones con
respecto a diferentes suposiciones. Esto lleva a una diversidad de estimaciones
razonables que, aunque es amplia resulta útil para comprender la magnitud
general del narcotráfico.

Enfoque relacional
La distribución de ganancias de las drogas ilícitas entre los participantes Si bien se
ha estudiado mucho sobre la distribución de los ingresos del narcotráfico a lo largo
de las cadenas de la oferta, la estructura microeconómica sobre la forma en que
se distribuyen las ganancias entre los participantes no se conoce muy bien, en
particular en lo que respecta a los participantes de las etapas de tránsito. La
distribución de las ganancias de las drogas ilícitas entre los participantes es
importante por varias razones. Es difícil evaluar y calcular quiénes serán los más
afectados por las políticas que apunten a reducir las ganancias de las drogas si no
se sabe quiénes son los reclamantes residuales. Calcular el porcentaje de las
ganancias del mercado de las drogas que se blanquean también requiere que se
evalúe la forma en que se distribuyen las ganancias a todos los participantes. Las
empresas legítimas que tienen un tamaño similar al de las organizaciones de
narcotraficantes generalmente tienen gerentes, accionistas y empleados
asalariados, con la mayoría de las ganancias beneficiando a los accionistas. Para
las organizaciones que operan en el negocio ilícito de las drogas, aún se cuenta
con poca información detallada sobre la compensación de los empleados y sobre
quién es el reclamante residual de las ganancias una vez que se procede con el
pago de los gastos fijos (sueldos, sobornos, compras de productos y equipo, etc.).
Como hay registros contables solo para algunas plazas o franquicias de drogas y
no sobre las operaciones centrales de las organizaciones de narcotraficantes, las
ganancias para los gerentes y financistas que operan por encima del nivel de la
plaza aún permanecen en un nivel desconocido e incierto. Los libros contables de
las organizaciones de narcotraficantes confiscados por el gobierno de México
ofrecen un considerable volumen de información sobre la forma en que se
distribuyen los ingresos a nivel de la plaza de drogas en México. En primer lugar,
las organizaciones de narcotraficantes mexicanos son grandes con relación a
otras empresas de México, aun si se examina solo una plaza como la unidad
operativa fundamental. Las plazas generalmente abarcan las operaciones de una
organización de narcotraficantes en una ciudad o región determinadas y en su
nómina de personal tienen dos tipos de empleados: los empleados internos
regulares y los empleados de ley; estos últimos son fundamentalmente
funcionarios gubernamentales a cargo del orden que prestan servicios a la
organización de narcos mediante el pago de sobornos. El número de empleados
internos por cada plaza varía desde 61 hasta cerca de 600, y el número de
individuos que reciben sobornos varía desde 109 hasta cerca de 1.000. El 99% de
las empresas de México tienen menos de 50 empleados, de manera que, si se
considera solo los empleados internos regulares, cada plaza tiene más empleados
que la mayoría de las empresas mexicanas. En segundo lugar, los empleados de
estas organizaciones están razonablemente compensados. El salario medio de los
empleados regulares, que equivale a aproximadamente US$1.650 por mes, es 1,3
veces más que el salario medio del sector formal de México y 6 veces más que el
salario mínimo. Si se asume que la información sobre los salarios que indica la
Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo tiene una falla de 50%, el salario
interno medio de las organizaciones de narcotraficantes aun así se encuentra en
el percentil 75 de la escala. Los salarios de los empleados internos son bastante
similares entre una plaza y otra. Estos salarios son relativamente más elevados
con relación a los que han documentado los investigadores entre los vendedores
minoristas de drogas en las ciudades de Chicago y Washington. Estos datos
estadísticos ayudan a comprender la escala sistémica y persistente del tráfico de
drogas en México, a pesar de los serios riesgos y sanciones penales. Dentro de
una organización, los operadores ganan alrededor del doble del salario medio que
obtiene un empleado en el sector formal mexicano, mientras que los centinelas –
que componen el mayor número de empleados– ganan un poco más que un
empleado en el sector formal. Los administradores, como los operadores, ganan el
doble del salario medio de un empleado del sector formal. Los operadores y los
centinelas probablemente no tienen un capital humano particularmente alto y por
lo tanto los salarios que reciben del sector ilícito son considerablemente más
elevados que los sueldos que podrían recibir en un empleo legítimo. Además del
pago de los salarios a los empleados que realizan las operaciones cotidianas, los
sobornos se pagan en forma mensual, principalmente a los agentes del orden. Si
bien el promedio de los sobornos es inferior al promedio de los sueldos, en todas
las plazas, excepto una, el total gastado por concepto de sobornos excede el
monto total que se paga en salarios a los empleados internos. Más del 70% de los
fondos de operación de las plazas que se utilizan para el pago de salarios,
sobornos y otros gastos (equipo para elaborar las drogas, armas, etc.) proviene de
fuentes extranjeras y nacionales no identificadas. El componente extranjero
constituye el 65% de los fondos de operación, y presumiblemente consiste en las
ganancias obtenidas por las organizaciones de narcotraficantes a través de la
venta de drogas en el exterior. La mayor parte de los fondos restantes de
operación surgen de fuentes locales, inclusive de las actividades delictivas locales.
En promedio, casi la mitad de los fondos de operaciones son utilizados para pagar
sueldos y sobornos. La maquinaria, que se utiliza probablemente para elaborar
drogas tales como la metanfetamina, también constituye un gasto importante,
aunque esto corresponde solo a algunas plazas. Las plazas no retienen las
ganancias y al finalizar el período de operaciones devuelven un promedio del 18%
de sus fondos de operaciones a la organización central. Debido a que la mayoría
de los gastos de operación son financiados por fondos externos, reducir el envío
de las ganancias de las drogas ilícitas a México podría seriamente comprometer la
capacidad futura de las plazas mexicanas para el pago de sueldos y sobornos.

Enfoque estructural

Desde sus inicios, la teoría de las representaciones sociales, de, ha hecho


diversos aportes teóricos lo que, en la práctica, se ha convertido en una estrategia
metodológica eficaz para el estudio del medio social. Cabe destacar tres
perspectivas teóricas representativas de este enfoque:

a) la procesual, orientada al estudio del contenido de la representación;

b) las inserciones sociales, encaminada al análisis de los posicionamientos


sociales

c) la estructural, al estudiar la estructura representacional con base en el núcleo


central y en el sistema periférico.

Aquí se tomó la aproximación estructural de la representación, debido a que


permite identificar la organización y jerarquización de los elementos que tienen
mayor importancia al representar un objeto social. En concreto, la teoría del núcleo
central postula que toda representación se organiza alrededor de un núcleo
central, que constituye los elementos que otorgan significado y estabilidad a la
representación global. Por lo tanto, desde esta perspectiva y de acuerdo con, las
representaciones sociales se deben comprender: “No como constructos mentales
homogéneos y unitarios. Más bien, se circunscriben a un grupo de creencias y
actitudes, las cuales en conjunto forman una estructura jerárquica ordenada de
dependencia mutua”.

La definición anterior enfatiza que los elementos que conforman la estructura de la


representación social mantienen una relación de dependencia y tienen diversos
grados de importancia, y se diferencian en elementos centrales y periféricos. Los
primeros proporcionan lo consensuado y están ligados a la memoria colectiva e
histórica del grupo. Los segundos permiten el funcionamiento de la representación
social, para adaptarse a las prácticas sociales concretas, y diferenciar el contenido
de ésta. Por ello, conocer la estructura de la representación social, del
narcotraficante fue de gran importancia para este estudio. Los elementos
nucleares permitieron identificar los consensuados y de mayor relevancia al
representar a un narcotraficante y, por medio de los periféricos, se conocieron los
discursos nuevos que emergen sobre dicha representación.

En suma, debido a la cercanía que la figura del narcotraficante ha mantenido con


la sociedad sinaloense, el objetivo fue saber la representación social que los
jóvenes tienen de él. A través de la perspectiva del núcleo central se pretendía
conocer la organización y estructura de los elementos que construyen la
representación social del narcotraficante, así como el tipo de valoración (positiva-
negativa) de los jóvenes sobre este colectivo.

Unidad 2
Mediciones de la criminalidad organizada
Dificultades en la medición del crimen organizado

Análisis preliminar
Datos
La variable dependiente se refiere al Indicador Global de Actividad Económica,
índice con base en 2008. Su fuente es el inegi. Las variables independientes
incluyen: Homicidios, que se miden como defunciones. Las cifras derivan de la
información sobre las estadísticas vitales captada de los registros administrativos,
básicamente de defunciones accidentales y violentas. Contiene registros de 4 723
oficialías del Registro Civil y 1 096 agencias del Ministerio Público que
mensualmente proporcionan información al inegi. Cabe subrayar que, aunque en
las cifras de homicidios se incluyen accidentes, la variable representa una
aproximación válida para medir la violencia en el país. Si suponemos que los
accidentes son aleatorios, entonces las fluctuaciones de la variable serán
determinadas principalmente por los homicidios violentos. Al presentarse un
aumento en la variable, razonablemente se asumiría que no es el resultado de un
incremento en los accidentes, sino del alza de actos relacionados con la violencia.
Los secuestros y robos se miden por los reportes presentados en el Ministerio
Público de cada entidad federativa. La información referente a estas variables fue
tomada de los informes anuales del Sistema Nacional de Seguridad Publica (con
datos de la Procuraduría General de la República, PGR) de la Secretaría de
Gobernación (Segob). La frecuencia es trimestral y el periodo de análisis abarca
del primer trimestre de 1997 al segundo trimestre de 2011. Mediante el ejercicio
empírico, el manejo de las variables se realizó considerando el logaritmo natural
de éstas.
El cuadro 1 muestra las estadísticas descriptivas de las variables para el periodo
completo y los subperiodos 1997-2006 y 2007-2011. Destaca de manera particular
la variable de robos, cuya media es de 48.576 y representa la mayoría de los
actos delictivos cometidos en el periodo. El máximo se alcanza en el primer
trimestre de 2011 y es de 63.220.

CUADRO 1

Homicidios Secuestros Robos


1997-2011
Media 1 106.76 58.06 48 576.60
Mediana 880.16 49.16 46 742.00
Máximo 2 407.33 124.00 63 220.00
Mínimo 648.33 18.00 41 509.00
1997-2006
Media 925.04 45.21 44 884.63
Mediana 866.17 39.33 43 956.00
Máximo 1 188.33 106.67 51 609.67
Mínimo 763.00 18.00 41 509.00
2007-2011
Media 1 404.14 79.09 54 618.02
Mediana 1 332.50 81.17 55 387.00
Máximo 2 407.33 124.00 63 220.00
Mínimo 6 48.33 29.67 44 187.33
De igual manera, y con los antecedentes anteriores, resalta el hecho de que los
homicidios incrementaron vertiginosamente de 2007 a 2011. Para el periodo
anterior a 2007, la media era de 925 y aumentó en el periodo posterior hasta 1
404. El máximo se alcanzó en el segundo trimestre de 2011 y fue de 2 407
homicidios.
La variable de secuestros muestra igualmente un cambio significativo en los
últimos cinco años de la muestra, ubicándose la media en 79, muy por encima de
la media para los años anteriores que fue de 45.
Cabe comentar que, aunque la variable de robos es la que cuenta con un número
mayor de incidencia, lo que más llama la atención es el incremento de las
actividades delictivas que vulneran más significativamente la actividad económica:
los homicidios y secuestros.
Para continuar con el análisis preliminar, a manera de ilustración, en las Gráfica
2, Gráfica 3, Gráfica 4 se muestra el comportamiento temporal de cada una de las
series que se refieren a la delincuencia, conjuntamente con el igae. Puntualizamos
que en dichas gráficas la escala de las series ha sido normalizada para facilitar la
evaluación visual. En el caso de la medida de actividad económica, se observa un
comportamiento estacional que corresponde a incrementos marcados en el
trimestre, en los que tradicionalmente la demanda aumenta, y que corresponde al
cuarto trimestre del año.

GRAFICA 2

GRAFICA 3 GRAFICA 4
Asimismo, se observan claramente los signos de recesión para los años 2000 y
2008, cuando se presentan crisis a nivel mundial y recuperaciones recurrentes en
los periodos subsecuentes. Los homicidios siguen una tendencia decreciente
antes de 2006; a partir de diciembre de 2006, cuando se declaró la “guerra contra
el narcotráfico”, se observó un aumento considerable. Por su parte, los secuestros
cayeron precipitadamente en la primera mitad del periodo de análisis y
aumentaron lentamente después de 2004, con algunas variaciones a la alza y a la
baja, regresando al nivel en que se encontraban a principios del periodo. Los
robos presentan cierta tendencia a la baja al inicio de la muestra, pero, hacia la
segunda parte, se aprecia un incremento sostenido.
En cuanto a la dinámica conjunta de las variables, se advierte que la actividad
económica para el periodo anterior a 2006 guardaba una relación negativa con el
nivel de homicidios. A partir de 2008 aproximadamente, esta relación pareció
invertirse. Ciertamente, en 2010 y 2011 fue claro que ambas series exhiben una
tendencia creciente.
En la gráfica 3 es evidente una relación inversa entre igae y robos sólo hasta el
año 2000, de ese año y hasta el 2006 la serie de robos parece fluctuar alrededor
de una media constante, mientras que el igae continuó con una pendiente positiva.
De 2006 al final de la muestra, ambas series crecieron sostenidamente. Un
comportamiento similar tuvo la serie de secuestros, aunque en este caso los
ilícitos aumentaron considerablemente a partir de 2007.
En suma, la evidencia visual sugiere que el nivel de delincuencia, medido por las
tres variables aquí consideradas, ha aumentado bastante desde 2006. Es claro
que, aunque las ilustraciones sugieren una fuerte relación entre las series (al
menos desde ese año), no es posible determinar categóricamente que esta
relación sea estadísticamente significativa, como tampoco se deduce que el
incremento se deba, mayormente, a la aplicación de la estrategia de combate al
crimen organizado. También conviene tomar en cuenta que durante los últimos
años la economía ha sufrido una desaceleración significativa que –muy
probablemente– ha influido sobre las actividades ilícitas.
Finalmente, se calcula la relación no paramétrica que guarda la actividad
económica y las variables de delincuencia, para a partir de este ejercicio, formar
una idea de cuál es la relación estadística entre sí. En los paneles 1-3 de la gráfica
5, se muestra la relación del logaritmo de la series del igae, homicidios (hom),
secuestros (sec) y robos (rob). Como se advierte, existe una relación no monótona
entre éstas: la delincuencia disminuye a medida que la actividad económica
aumenta en niveles inferiores de ingreso, pero sube en niveles superiores.
Intuitivamente, se propondría que las personas que realizan actividades ilícitas se
comportan como maximizadores de utilidad esperada: cuando el premio de
cometer un acto ilícito es pequeño (niveles inferiores del igae) el valor esperado de
delinquir es relativamente pequeño, por lo que las actividades de esta índole
disminuyen. Pero cuando el premio aumenta, entonces el valor y utilidad
esperados son relativamente mayores, por lo que es en el mejor interés del
individuo realizar este tipo de actividades. Por supuesto que, en estos dos
escenarios, se supone que la probabilidad de ser castigado –medida por la
eficiencia del sistema legal– se mantiene constante.

GRAFICA 5
Conclusiones

Desde hace varios años, México vive un ambiente de inseguridad que no se había
experimentado décadas atrás. Desde el inicio de la “guerra contra el narcotráfico”,
el clima de violencia en el país se ha acentuado. El efecto de este entorno en
diferentes espacios de la sociedad es evidente, las personas ya no transitan por
las calles con confianza, los empresarios temen invertir y la población en general
vive en la incertidumbre de lo que le puede suceder ante los actos de violencia
que cotidianamente presencian.
La intención del presente análisis es determinar si existe una relación entre la
inseguridad que prevalece en México y el comportamiento de su economía. Por
medio de la estimación de ecuaciones de cointegración fue posible determinar que
la violencia se relaciona negativamente con el desempeño económico en el largo
plazo. Esto es, ambientes más violentos e inseguros se asocian con un
desempeño menos favorable de la economía. Estimaciones de corto plazo nos
permitieron determinar que los robos comparten un ciclo común con la actividad
económica.
Conjuntamente, estos resultados sugieren que la senda de crecimiento de la
economía mexicana se ve significativamente afectada por el crimen, violencia e
inseguridad reinantes en el país. A pesar de que los actores políticos insisten en
minimizar la gravedad de la situación y enfatizar los “logros” que sus
administraciones han obtenido, es claro que mientras no se atiendan las
condiciones de inseguridad y violencia que han plagado a México desde hace ya
varios años, la situación económica continuará siendo desfavorable. No importa
cuántas y cuáles sean las reformas estructurales puestas en marcha, el repunte
de la actividad económica será frenado por las condiciones graves de inseguridad
y violencia que se viven en el país.
Finalmente, reconocemos que el análisis aquí realizado no constituye un ejercicio
exhaustivo de los determinantes del desempeño económico de México; su
intención fue menos ambiciosa y se reduce a identificar si la violencia ejerce
alguna influencia sobre la actividad económica. En el futuro, será interesante
incluir otras variables relacionadas con la economía mexicana (como el pib de
Estados Unidos), de esa manera la importancia del efecto del clima de inseguridad
que vive el país sería identificada más precisamente.
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