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Por Ps. Juana María Guadalupe Mejía
Hernández.
INTRODUCCION.
Desde 1994 trabajamos institucionalmente con mujeres y hombres que viven sus
relaciones familiares con diversos grados de violencia. Nuestro encuadre está
delimitado por un marco gubernamental de nivel estatal, el cuál acepta la
definición de la Violencia Intrafamiliar como un “ problema de salud pública”, y
ubica al Centro de Atención a la Salud Integral de la Mujer dentro de la Secretaría
de Salud y Desarrollo Comunitario del Estado de Coahuila.
Dada la identificación del Centro como “un servicio asistencial para ofrecer
asesoría y apoyo médico, legal y psicológico a personas de todas las edades que
sufren violencia intrafamiliar” , el tratamiento de esta problemática social dentro de
un contexto tan amplio exigía el empleo de un dispositivo terapéutico adecuado a
su multifactoriedad.
Por eso, cuando pensamos la definición del modelo terapéutico había que
considerar que los niveles de la realidad ( o sistemas) se encuentran contenidos
cada uno dentro del siguiente, formando un espacio de círculos concéntricos en el
centro del cuál quedaría dicho “modelo” que, como parte del todo, contendría
todas y cada una de sus condiciones y características.
Por lo tanto, el modelo quedó definido como “un espacio terapéutico grupal-
familiar breve” porque “el grupo” es un holón 1 que contiene los siguientes niveles
de la realidad:
- microsistémico, como espacio reproductor de las reglas y estructuras
aprehendidas en la familia.
- exosistémico, pues por estar incluido en los programas de atención de un
centro gubernamental ha de construir su encuadre sujetándose a límites y
condiciones institucionales. Este nivel de la realidad señala también la necesidad
de buscar que las estrategias de intervención sean “breves” para poder satisfacer
la demanda de servicios, a la vez que se obtienen resultados aceptables a nivel
de cambio personal y de impacto social.
- y macrosistémico por reproducir a su interior, aunque a menor escala, la lucha
por el control y el poder, así como por ser espacio de expresión y de interacciones
en el que se manfiestan creencias, costumbres, estreotipos e ideologías
aceptadas socialmente para definir el lugar de la mujer y el del hombre en
nuestra cultura.
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Holón: parte del sistema que contiene las características de la totalidad.
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La “puesta en acción” de la primera experiencia nos dió la visión de que hacía
falta construir un Marco de Referencia Psicológico-Ecléctico, así como ubicar los
puntos de coincidencia y de ruptura con otras disciplinas, tanto para fortalecer el
trabajo integral como para delimitar espacios propios. En el transcurso de estos
cuatro años de experiencia institucional hemos ido descubriendo y tejiendo la
trama de relaciones teórico-metodológicas que aplicamos en la totalidad de
nuestro quehacer terapéutico actual, aún cuando las reflexiones más importantes
surgieron en la operación del trabajo grupal.
ANTECEDENTES TEORICO-METODOLOGICOS.
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2. Conceptualizamos “el grupo”, como una creación de la cultura y un espacio
natural para el cumplimiento de las tareas de socialización. Proponemos hacer
uso de él como un recurso metodológico para el trabajo con mujeres, varones y
niños que han sufrido violencia, porque el microsistema grupal representa un
holón de la cultura en el sentido de que como “una parte de ella contiene las
características y condiciones del todo”.
Por lo tanto, los grupos son nuestra herramienta de trabajo más privilegiada pues:
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f. En el aspecto técnico, el terapeuta se apoya en el nuevo “marco conceptual de
referencia” que se va creando por medio de la discusión grupal; con esta base
elige instrumentos para dar apoyo a problemas específicos o a alguna crisis
personal o colectiva que se presente durante el proceso grupo.
1. Su orientación teórico-metodológica
2. El marco institucional en el que trabaja.
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a. Les ayude a contenerse, es decir, a que logran el autocontrol con base en el
desarrollo de sus capacidades de escucha, diálogo y auto bservación.
d. Les permita explorar la relación consigo mismos y con los demás desde la
perspectiva de un ejercicio flexible y participativo del poder.
e. Les ayude a entender la vida y sus experiencias con parámetros flexibles que
busquen más la obtención del resultado esperado, en vez de responder
estereotipadamente con base en “recetas” y clasificar su experiencia o su
conducta como “buena” o “mala”.
f. Les permita construir un mejor auto concepto de sí mismos, con más auto
comprensión y capacidad introspectiva.
g. Les facilite el desarrollo de sus habilidades para la comunicación por medio del
revisar creencias, temores y vivencias significativas de su infancia.
i. Les enseñe a marcar límites sanos para los demás y para sí mismos.
El o la terapeuta que trabaja con hombres y/o mujeres que viven en relaciones
violentas requiere de una serie de apoyos institucionales y de autocuidado que
son fundamentales en su labor y dependen del aporte conjunto de su institución
para respetar y crear las condiciones generadoras (en lo material e interaccional)
de un contexto auténticamente terapéutico.
.
En primer lugar, el o la terapeuta debe reconocer que trabaja como un “lector”
de contextos y está a su vez, incluido en un gran contexto institucional e
interinstitucional. Para cualquier usuario del servicio psicológico, al inicio de la
relación terapéutica, el o la terapeuta es sólo una parte del aparato asistencial
que le atiende. Luego, la relación ha de irse humanizando y haciéndose cercana,
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consistente y firme. Por eso, en este caso es una ambición irrealizable para el
encuadre terapéutico el que terapeuta y cliente han de evitar encontrarse en
otros espacios. Tarde o temprano, por el propósito que el enfoque tiene de crear
“redes de relaciones nuevas”, el o la terapeuta quedará incluido-a como persona
en alguna de ellas.
Para hacer posible lo anterior, el apoyo institucional deberá estar basado en una
comprensión intelectual y afectiva de la materia de trabajo del terapeuta: no se
trata sólo de seguir procedimientos “administrativos”, sino de hacer que éstos
sean las vías adecuadas para el propósito institucional de “acompañar” los
procesos de las personas en los nuevos aprendizajes de vida (respecto de toma
de decisiones, puesta de límites, autovaloración, etc.) que están enfrentando para
salir de relaciones violentas.
Hasta aquí hemos insistido más en la calidad del contexto institucional que en las
características particulares de la personalidad del o la terapeuta; pensamos que
éste elemento influye dentro del encuadre terapéutico por medio de la interacción
con los “pacientes”, quienes a su vez influyen y son influidos por sus compañeros
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y terapeuta, concretando entre todos la co-creación del “contexto terapéutico de
cada sesión”.
En estas palabras finales nos apoyamos para concluir que: Al igual que en otras
relaciones, en la tríada institución-usuaria(o)-terapeuta todo mensaje puede
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comportar una parte de ambigüedad que puede constituir un obstáculo a una
buena comunicación personal (sobre todo si no estamos concientes de las
diferencias individuales). Esta ambigüedad ofrece, al mismo tiempo, la riqueza y la
esperanza de evolución y de creatividad en nuestras interacciones... Después de
todo, dentro y fuera de nosotros y nuestras “instituciones”, está LA VIDA.
A. CIRCULARIDAD DE LA VIOLENCIA.
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palabras de Salvador Minuchin (6): “Sin duda, quienes cometen actos violentos
son responsables y deben rendir cuentas por su conducta; hay casos de violencia
brutal en los que hay que tomar medidas para castigar a quién los ha perpetrado y
proteger a la víctima.”
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otro nivel de circularidad. Este es el de la secuencia de actos ya descritos por el
Centro de Atención a Víctimas (CAVI) de la PGJDF en el llamado “Círculo o Ciclo
de la Violencia” (8), por medio del cuál nos guiamos para ubicar en que momento
del ciclo se nos está presentando la situación de cada mujer solicitante de
servicios y, a la vez, percibirnos el grado de riesgo en que se encuentra según
sea la frecuencia de repetición del ciclo.
En este mismo ciclo, hemos identificado y hecho notar que, a nivel de la Agresión
Física es posible identificar desencadenadores e inhibidores de la agresión (9)
entre las parejas y que es muy probable que la conducta específica esté ligada en
cada persona -sin distinción de género- a experiencias tempranas de la infancia
que le significaron humillación, abandono, pérdida, vergüenza, miedo y otras
emociones. Anotamos también que es muy difícil para los partícipes en el acto
violento reconocer la fuerza que estos aspectos analógicos de la “agresión” que
ellos vivencian están inscritos en su cuerpo a nivel de sensaciones grabadas en la
memoria corporal, contribuyendo así a una mayor reactividad y pérdida del control
de ambos en su vivencia interna de la violencia.
El hecho de trabajar con grupo heterogéneo, con la sola condición de que las
participantes vivan o hayan sufrido alguna forma de violencia, nos obliga a
reconocer que nuestra orientación tiene la intencionalidad de crear “redes de
relaciones interpersonales nuevas” entre las personas que salen de su
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aislamiento y comparten la vivencia de un proceso grupal. A la vez que este tipo
de grupo rescata la riqueza del macrosistema y demuestra la presencia de la
violencia en todos los grupos de población.
- Que la mujer haya sufrido violencia física, emocional, sexual y/o económica
como niña o adulta.
- Que tenga relación con algún varón dependiente emocional y/o adicto.
- Que muestre gran preocupación por los demás antes que por sí misma.
- Que pueda fijarse un objetivo personal para la terapia de grupo.
- Que manifiesta dificultad para reconocer y/o manejar sus sentimientos.
- Que tenga dificultad para manejar su agresividad consigo misma y con los
demás.
- Que haya perdido o no tenga un proyecto de vida propio.
- Que ella misma sea adicta al alcohol o drogas (incluidos psicofármacos).
- Que se encuentre en estado de Confusión de Identidad (confusa y/o deprimida).
- Que además de cubrir cualquiera de los anteriores puntos, también manifieste
síntomas psicosomáticos.
Otra función que cubrimos, dado nuestro estilo terapéutico es la de apoyar, lenta
pero firmemente, a la mujer para cuestionarse y cambiar por propia elección sus
modelos relacionales con la pareja y la familia. Al reconocerse y aceptarse a sí
misma, asume diferencias y similitudes con una mayor apertura para llegar
finalmente a retomar el poder sobre sí por medio de la creación de un proyecto de
vida. El procedimiento para lograr esta tarea personal en el proceso grupal es
iniciar y cerrar éste con una auto evaluación de necesidades y del propio “actuar”
en la vida para responderse a sí misma y así satisfacerlas.
En nuestra práctica nos hemos fijado objetivos como los descritos en el párrafo
anterior pues todas las mujeres llegan a nosotros en “posición de víctimas”; es
decir se visualizan a sí mismas como indefensas y vulnerables, necesitadas de
aprobación, doloridas, castigadas por otros, impotentes, temerosas, ingenuas,
honestas y por lo general reactivas (codependientes) hacia el otro, pues han
antepuestos las necesidades ajenas a las propias. Esta mujeres sufren por
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diversas razones pero se asemejan entre sí en cuanto a que sienten ira,
frustración y dolor; no expresan éstos ni otros sentimientos abiertamente pues no
los saben manejar y muchas veces antes, durante y después del proceso grupal
expresan sus emociones por medios psicosomáticos.
Para lograr nuestros objetivos, siempre ha sido útil con estas mujeres el
señalarles la posición que están asumiendo; la mayoría de las veces no se dan
cuenta de ello o no había conceptualizado su situación de esa manera sino que la
revestían de gran “valor social y sacrificio” y por ende, se culpabilizaban de su
“malestar” e incapacidad de aguantar por más tiempo ese “lugar”. El señalamiento
se hace reiteradamente por medio de varias técnicas, y sus consecuencias
pueden ser varias:
* Dada su reactividad, el hecho de señalarles su posición empieza a sacarlas de
ella, pues se les incita a “pensar” (observar, escuchar) en vez de sólo reaccionar.
* El señalar la situación de inferioridad también permite enfatizar que el
sufrimiento es temporal.
* Al señalar que es una condición temporal, también se explicita que es posible
actuar de otro modo, pero antes hay que ser conciente de sí mismo y pensar
“cómo hacerlo”.
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c) Porque usualmente se trata de relaciones donde el vínculo y/o el compromiso
con él han de mantenerse.
d) Porque la estrategia se maneja por medio de análisis de la interacción familia y
entonces no sólo se reconocen los propios sentimientos sino que se muestra
como pueden estar sintiéndose los otros miembros del grupo familiar.
e) El control de sí mismas, de sus reacciones y de su manejo del tiempo se les va
haciendo manifiesto.
f) El manejo de límites y la actualización de reglas en sus relaciones va saliendo
de las reflexiones y experiencias de ellas mismas.
Todo proceso grupal inicia por la captación de los individuos que han de
conformar el grupo. Y ya que en nuestro caso se trata de “grupos artificiales”
formados por la propia institución, los requisitos son: que las mujeres
participantes están voluntariamente dispuestas a asistir y se comprometan a
hacerlo, que tengan expediente abierto en el Centro y que hayan cubierto una
entrevista inicial en el área de Psicología. Esta entrevista explora el motivo de
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consulta, situación actual y datos históricos de la relación de pareja, contexto
familiar, nivel de tolerancia, áreas de conflicto y, muy especialmente, el objetivo
personal de ella para asistir al grupo.
Pero quizá los dos aspectos más importantes de esta entrevista son: el
desmitificar las ideas de la mujer respecto a que se le darán recetas sobre cómo
comportarse o qué hacer y el que siempre se le pregunta a cada una de ellas
“cuál es el objetivo personal que quiere lograr con la terapia”. Mientras estos dos
aspectos no quedan claros no se considerará satisfactoria la entrevista y se
observa con mayor énfasis a la participante por su dificultad para establecer
expectativas y metas para sí misma.
También son dos los ejes alrededor de los cuáles “tejemos” el proceso grupal; el
primero de ellos es el hecho de ofrecer el proceso como un espacio grupal
“cerrado”, es decir, que a partir de la cuarta sesión no se admiten nuevas
integrantes y además su duración se limitará a veinte sesiones de dos horas cada
una en una frecuencia de tres veces por semana. En nuestra concepción, esta
base posibilita la creación de un encuadre limitado en tiempo y espacio que
propicia la pertenencia y el manejo de la codependencia con otras mujeres. A la
vez que promueve intimidad y compromiso con la vivencia de crear de viva voz el
propio “reglamento de trabajo” como resultado de la respuesta a la pregunta:
“¿Cómo queremos relacionarnos entre nosotras, cómo queremos ser tratadas?
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inicial o final en la sesión. La identificación se hace por medio del seguimiento del
discurso grupal en una visión de técnica operativa, mientras que la selección de
la anécdota y de alguna “tarea” (ejercicio que la da un matiz psicoeducativo al
proceso) individual o grupal a realizarse entre una sesión y otra, es también parte
de las técnicas estratégicas que se utilizan con el fin de llevar a cada una de las
participantes a “experienciar y reconocer una vivencia o respuesta ante la tarea”.
Lo cuál retroalimenta su autoconciencia y permite analizar, al “revisar el
cumplimiento de la tarea”, tanto el grado de reactividad que cada mujer está
mostrando en sus interacciones consigo misma y con los demás, como la emción
(culpa, vergüenza, miedo, etc.) expresa de tal reacción.
Autocastigo
intento de
suicidio
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muerte ideas síndrome
suicidas
depresivo
otro
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La elección de los ejercicios y su estructura interna van acordes a la concepción
constructivista de revisar los significados vivenciales haciendo un alto en el
presente para retroceder al pasado. Revisar este recuerdo o vivencia y su carga
emocional, permite establecer un diálogo consigo mismo como infante y
resignificar la vivencia desde una posición adulta. Al lograr este diálogo entre
niña-adulta, la resignificación da lugar a una vivencia de autoprotección que
repara carencias afectivas y entonces, la técnica regresa a la persona al presente,
para luego trabajar con técnicas de elaboración individual y discusión grupal (en
sesiones subsecuentes) para la reproyección de vida a futuro, pero partiendo de
la resignificación lograda durante la relajación.
El cierre real de cada una de ellas para la experiencia grupal es una entrevista
final de evaluación conjunta del cambio, entre la terapeuta y la mujer participante.
En este caso, juntas comentan cómo vieron y vivieron el proceso y el logro de
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objetivos de la participante,, buscan lo que “quedó inconcluso” y programan una
vía nueva individual, grupal o en pareja.
En cuanto a la continuidad del espacio grupal, hemos diseñado dos vías posibles:
a) Ingresar a un Grupo “Abierto” de Segunda Fase, en donde concurren mujeres
de todos los grupos anteriores de Primera Fase con temas pendientes por trabajar
y en el cuál el tiempo se establece a necesidad personal con sesiones de dos
horas una vez por semana.
b) Crear un Grupo Cerrado con las mujeres de un mismo grupo y trabajar un
proceso de Segunda Fase, con tareas y temas programados con las necesidades
de todas ellas, a razón de una sesión de dos horas por semana. Ambas
posibilidades son realizadas con mucha flexibilidad, tanto en el estilo de la
terapeuta que se vuelve no-directivo, como en cuanto a las vías de trabajo que
ahora incluyen, además de ejercicios y técnicas terapéuticas grupales, lecturas,
películas, discusión con varones huéspedes del grupo y otras.
Cabe aclarar que en el manejo global del proceso grupal, la elección de los
Enfoques Humanista y Sistémico no son en el sentido de “equilibrar y adaptar a la
mujer a su ambiente”, sin simplemente el de apoyarla en su recuperación humana
para que haga uso de sus potencialidades en forma lo más sana posible, es
decir, sin revertir el juego por el poder y convertirse, porque “ahora es ella misma”
en agresora trayendo nuevas escaladas de violencia a la relación. Desde nuestra
perspectiva , la mujer podrá fundar una relación lo más equitativa posible, en la
medida que su “cambio” no sea vivenciado como amenazante para su
compañero y encauce la búsqueda de poder a obtener “poder-hacer para sí” con
base en el autocuidado y el crecimiento.
Por último queremos señalar que la elección modelo grupal como técnica
terapeútica central es válida para nosotros por las siguientes razones:
1o. Por ofrecer mayor capacidad de atención a la demanda de servicios.
2o. Por la posibilidad de combinar con terapia individual, de pareja o familia
según el caso.
3o. Por ayudar a la mujer en su proceso de resocialización y rescate del
aislamiento, al darse cuenta de que “no es la única que vive así”.
4o. Porque brinda la posibilidad de realizar el cuestionamiento del moldeamiento
conductual de ambos géneros por nuestra cultura.
5o. Porque facilita el confrontar a la mujer con su propia co-dependencia y el
hacer uso del grupo como “espejo consejero” al iniciar la toma de decisiones que
suele marcar el momento de autonomía que ella reconoce como “re-habilitación y
recuperación” de sí misma como persona.
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ubicar si ante el esfuerzo de no excluir algo, estamos creando un “híbrido” que
pertenece a todos y a ninguno.
BIBLIOGRAFIA
(3) Idem.
(4) Idem.
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(5) Scarf, M. DESCUBRIENDO NUESTROS OPUESTOS EN LA RELACION
CONYUGAL. EN: ENCUENTRO CON LA SOMBRA. Zweig, C. (compiladora).
Editorial Kairós. Barcelona, 1992.
(8) Illán, B. Conferencia sobre “Maltrato a las mujeres”. Torreón, Coah. Octubre
de 1994.
(9) Tinbergen, N. EL ESTUDIO DEL INSTINTO. Ed.. Siglo XXI. México, D.F.
1969.
(12) Idem.
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ANTECEDENTES TEORICO-METODOLOGICOS.
Nuestro modelo de “un espacio terapéutico grupal-familiar breve” fue esbozado en
septiembre de 1994
como un alternativa a la psicoterapia individual en la atención a mujeres
maltratadas. En ese momento se eligió el modelo grupal por las siguientes
razones que, aún hoy, son válidas para nosotros:
1o. Por ofrecer mayor capacidad de atención a la demanda de servicios.
2o. Por la posibilidad de combinar con terapia individual, de pareja o familia
según el caso.
3o. Por ayudar a la mujer en su proceso de resocialización y rescate del
aislamiento, al darse cuenta de que “no es la única que vive así”.
4o. Porque brinda la posibilidad de realizar el cuestionamiento del moldeamiento
conductual de ambos géneros por nuestra cultura.
5o. Porque facilita el confrontar a la mujer con su propia codependencia y el
hacer uso del grupo como “espejo consejero” al iniciar la toma de decisiones que
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suele marcar el momento de autonomía que ella reconoce como “re-habilitación y
recuperación” de sí misma como persona.
También, esa característica del proceso grupal hace posible concretar una nueva
red de relaciones entre las mujeres, la cuál busca consolidarse sobre la base de
una comunicación profunda de sentimientos, emociones y experiencias
compartidas. Es en este último punto que el modelo grupal toma del Desarrollo
Humano un elemento teórico-técnico útil para revisar los aprendizajes
significativos con respecto al manejo de emociones y expresión de necesidades
afectivas.
Para lo cuál, utilizamos un cuadro de Habilidades de Comunicación en las áreas
de Cercanía y Firmeza que es propuesto para autoevaluación durante la segunda
mitad del proceso grupal.
A partir del Enfoque Humanista reconocemos a las necesidades emocionales,
afectivas, sociales, materiales, físicas, etc. que se encuentren insatisfechas en
una relación, como los motores de la frustración y el miedo que siempre están
detrás de todo comportamiento violento.
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B) El proceso grupal, en esa primera fase, consta de veinte sesiones de dos horas
de duración cada una que se realizaban dos veces por semana, es decir, nos
tomaba diez semanas.
C) El modelo grupal admite nuevos ingresos hasta la tercera sesión, en esta tres
primeras citas se trabaja sobre acuerdos, reglamento, exploración de necesidades
personales y expectativas y nivel de escucha y autobservación.
D) El grueso del modelo grupal, de la sesión cuatro a la dieciséis se integra por
medio de técnicas útiles para el análisis de la vivencia actual de la violencia, la
relación de pareja, la relación con la familia de origen y las figuras parentales,
entre otros temas, buscando aprendizajes significativos o vivencias en las que ha
VIOLENCIA DOMESTICA.
ya quedado fijada la persona por alguna toma de decisiones que buscara evitar la
violencia o rescatar a la persona. Los temas no son introducidos por la terapeuta
sino que se van hilando conforme a lo que el grupo va mencionando por sí solo, la
terapeuta se limita a darle coherencia y a explicitar, para su discusión , lo que el
grupo “trae a la sesión”.
E) El final del modelo, las cuatro últimas sesiones se dedican a concretar toma de
decisiones, a ubicar las fuerzas para ello y para la elaboración más conciente del
proyecto de vida personal.
F) El modelo se cerraba en la entrevista individual realizada al final del proceso
grupal, pero durante éste pareció razonable conceder un mínimo de tres
entrevistas individuales que se integraron al proceso terapéutico, dada la
profundidad a la que pueden trabajarse. Además, como resultado de la evaluación
final, la mayoría de las mujeres necesitaban o demandaron continuar por ambas
vías terapéuticas, lo que le dio al modelo una continuidad que denominamos
Segunda fase.
G) El grupo de Segunda Fase se propuso de tipo Abierto para poder ir integrando
en el mismo espacio-tiempo a todas las mujeres que fuesen egresando del grupo
de Primera Fase y que tuvieran un objetivo redefinido para seguir trabajando
profundidad en su proceso personal,. En dos tres ocasiones, se han integrado
procesos de grupo en Segunda Fase de tipo Cerrado, pues las mismas
participantes del primer nivel solicitan continuar juntas por un tiempo determinado
para seguir con el mismo objetivo que el grupo Abierto.
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Ciclo o Círculo de la Violencia
CAVI de la PGJDF
problema
tensión
tensión
agresión
promesas física (estallido
de la crisis)
regalos, atenciones
arrepentimiento
reparación y culpa
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UNA CONSTRUCCION ECLECTICA COMO BASE TEORICA PARA EL TRABAJO
CON VIOLENCIA.
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* CONSTRUCTIVISMO: ORIENTACIÓN FILOSÓFICA COMO FUNDAMENTO AL
MARCO TEÓRICO ECLÉCTICO.
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C. LES APORTE UN ESPACIO DE ESCUCHA RESPETUOSA DONDE SE LES
TRATE COMO PERSONAS Y NO COMO “ENFERMOS”.
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B. LOS OBJETIVOS TERAPÉUTICOS DE AUTOCONTROL, DESARROLLO DE
HABILIDADES DE COMUNICACIÓN Y AUTOCONOCIMIENTO, ETC. SE
CUMPLEN MEJOR EN EL ESPACIO GRUPAL, PUES CADA PARTICIPANTE
MODELA Y APOYA A OTROS PARA EL LOGRO DE TAL REAPRENDIZAJE.
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“LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA ES CAMBIAR LA FORMA DE
RELACIONARSE CONSIGO MISMAS Y CON LOS DEMÁS”.
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¿QUÉ ES “EL CONTEXTO”?
MARVIN MINSKY: “CONTEXTO ES EL EFECTO SOBRE EL ESTADO DE ÁNIMO (STAGE OF MIND) DE ALGUIEN
QUE EJERCE TODAS LAS INFLUENCIAS PRESENTES EN UN MOMENTO DADO”.
A. CIRCULARIDAD DE LA VIOLENCIA
PASADO Y PRESENTE EN LA VICITMIZACION
CAUSAS Y CONSECUENCIAS SE SUSTITUYEN
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* DADA SU REACTIVIDAD, EL HECHO DE SEÑALARLES SU POSICIÓN EMPIEZA A SACARLAS DE ELLA, PUES SE
LES INCITA A “PENSAR” (OBSERVAR, ESCUCHAR) EN VEZ DE SÓLO REACCIONAR.
* EL SEÑALAR LA SITUACIÓN DE INFERIORIDAD TAMBIÉN PERMITE ENFATIZAR QUE EL SUFRIMIENTO ES
TEMPORAL.
* AL SEÑALAR QUE ES UNA CONDICIÓN TEMPORAL, TAMBIÉN SE EXPLICITA QUE ES POSIBLE ACTUAR DE
OTRO MODO, PERO ANTES HAY QUE SER CONCIENTE DE SÍ MISMO Y PENSAR “CÓMO HACERLO”.
AL LLEGAR ELLAS AL PUNTO DE “DARSE CUENTA” DESEAN EMPEZAR A “CAMBIAR” Y EMPIEZAN A INTENTAR
ACCIONES DIFERENTES, EN ESTE MOMENTO EL SEÑALAMIENTO DE DETENERSE SIGNIFICA “HAY QUE
APRENDER A VER, ESCUCHAR Y RECONOCER SUS SENTIMIENTOS ANTES DE DECIR QUE HE CAMBIADO”.
ESTO ES PEDIRLES QUE REVISEN SU SITUACIÓN Y RELACIONES CON SUS PROPIOS MEDIOS, Y SE HACE ASÍ
POR VARIAS RAZONES:
A) PARA NO TOMAR DECISIONES POR ELLAS.
B) CUANDO NO ESTÁN NI LA FAMILIA NI LA PAREJA EN PROCESO TERAPÉUTICO.
C) PORQUE USUALMENTE SE TRATA DE RELACIONES DONDE EL VÍNCULO Y/O EL COMPROMISO CON ÉL HAN
DE MANTENERSE.
D) PORQUE LA ESTRATEGIA SE MANEJA POR MEDIO DE ANÁLISIS DE LA INTERACCIÓN FAMILIA Y ENTONCES
NO SÓLO SE RECONOCEN LOS PROPIOS SENTIMIENTOS SINO QUE SE MUESTRA COMO PUEDEN ESTAR
SINTIÉNDOSE LOS OTROS MIEMBROS DEL GRUPO FAMILIAR.
E) EL CONTROL DE SÍ MISMAS, DE SUS REACCIONES Y DE SU MANEJO DEL TIEMPO SE LES VA HACIENDO
MANIFIESTO.
F) EL MANEJO DE LÍMITES Y LA ACTUALIZACIÓN DE REGLAS EN SUS RELACIONES VA SALIENDO DE LAS
REFLEXIONES Y EXPERIENCIAS DE ELLAS MISMAS
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EL CIERRE REAL ES LA ENTREVISTA INDIVIDUAL AL FINAL DEL PROCESO: TOMA DE DECISIONES, NUEVO
OBJETIVO O PROYECTO DE VIDA.´PUEDE SER CANALIZADA A SIGUIENTE NIVEL DE GRUPO
2. POR LA POSIBILIDAD DE COMBINAR CON TERAPIA INDIVIDUAL, DE PAREJA O FAMILIA SEGÚN EL CASO.
5. PORQUE FACILITA EL CONFRONTAR A LA MUJER CON SU PROPIA CODEPENDENCIA Y EL HACER USO DEL
GRUPO COMO “ESPEJO CONSEJERO” AL INICIAR LA TOMA DE DECISIONES QUE SUELE MARCAR EL
MOMENTO DE AUTONOMÍA QUE ELLA RECONOCE COMO “RE-HABILITACIÓN Y RECUPERACIÓN” DE SÍ MISMA
COMO PERSONA.
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