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“PARA LA ATENCION DE FAMILIAS E INDIVIDUOS EN CRISIS DE

VIOLENCIA, HAY QUIENES DICEN QUE SE DEBE BUSCAR UN ENFOQUE


TEORICO QUE TENGA CARACTERISTICAS TALES COMO EL SIGUIENTE:

* QUE ABARQUE LA TOTALIDAD DE LA EXPERIENCIA HUMANA,

* QUE PUEDA DAR RESPUESTA A LAS INQUIETUDES MAS PROFUNDAS


DEL SER HUMANO,

* QUE RESALTE EN EL Y ELLA , COMO SERES HUMANOS, EL VALOR DE


SU PERSONA,

* QUE CONSIDERE DIGNAS LAS POSICIONES BIOLOGICISTAS PERO QUE


SEA CAPAZ DE REBASARLAS,

* QUE HAGA POSIBLE EL AVANCE DE LA PSICOTERAPIA Y,

* QUE SEA UNA POSTURA PSICOLÓGICA APLICABLE A TODO


CASO....PARA CONSTRUIRLO HAY QUE REFLEXIONAR Y BUSCAR CON
UNA MIRADA DISTINTA.”

UNA CONSTRUCCION ECLECTICA COMO BASE TEORICA PARA EL TRABAJO


CON VIOLENCIA.

1
Por Ps. Juana María Guadalupe Mejía
Hernández.

INTRODUCCION.

Desde 1994 trabajamos institucionalmente con mujeres y hombres que viven sus
relaciones familiares con diversos grados de violencia. Nuestro encuadre está
delimitado por un marco gubernamental de nivel estatal, el cuál acepta la
definición de la Violencia Intrafamiliar como un “ problema de salud pública”, y
ubica al Centro de Atención a la Salud Integral de la Mujer dentro de la Secretaría
de Salud y Desarrollo Comunitario del Estado de Coahuila.

Dada la identificación del Centro como “un servicio asistencial para ofrecer
asesoría y apoyo médico, legal y psicológico a personas de todas las edades que
sufren violencia intrafamiliar” , el tratamiento de esta problemática social dentro de
un contexto tan amplio exigía el empleo de un dispositivo terapéutico adecuado a
su multifactoriedad.

Por eso, cuando pensamos la definición del modelo terapéutico había que
considerar que los niveles de la realidad ( o sistemas) se encuentran contenidos
cada uno dentro del siguiente, formando un espacio de círculos concéntricos en el
centro del cuál quedaría dicho “modelo” que, como parte del todo, contendría
todas y cada una de sus condiciones y características.

Por lo tanto, el modelo quedó definido como “un espacio terapéutico grupal-
familiar breve” porque “el grupo” es un holón 1 que contiene los siguientes niveles
de la realidad:
- microsistémico, como espacio reproductor de las reglas y estructuras
aprehendidas en la familia.
- exosistémico, pues por estar incluido en los programas de atención de un
centro gubernamental ha de construir su encuadre sujetándose a límites y
condiciones institucionales. Este nivel de la realidad señala también la necesidad
de buscar que las estrategias de intervención sean “breves” para poder satisfacer
la demanda de servicios, a la vez que se obtienen resultados aceptables a nivel
de cambio personal y de impacto social.
- y macrosistémico por reproducir a su interior, aunque a menor escala, la lucha
por el control y el poder, así como por ser espacio de expresión y de interacciones
en el que se manfiestan creencias, costumbres, estreotipos e ideologías
aceptadas socialmente para definir el lugar de la mujer y el del hombre en
nuestra cultura.

1
Holón: parte del sistema que contiene las características de la totalidad.

2
La “puesta en acción” de la primera experiencia nos dió la visión de que hacía
falta construir un Marco de Referencia Psicológico-Ecléctico, así como ubicar los
puntos de coincidencia y de ruptura con otras disciplinas, tanto para fortalecer el
trabajo integral como para delimitar espacios propios. En el transcurso de estos
cuatro años de experiencia institucional hemos ido descubriendo y tejiendo la
trama de relaciones teórico-metodológicas que aplicamos en la totalidad de
nuestro quehacer terapéutico actual, aún cuando las reflexiones más importantes
surgieron en la operación del trabajo grupal.

Nuestra concepción y acción de la práctica terapéutica nos exigía una


Orientación Filosófica que diera fundamento e integración a nuestro Marco
Teórico Ecléctico y de esta manera nos identificamos con el Constructivismo.
Este trabajo presenta la condición actual de nuestras reflexiones teóricas con
dicha mirada y describe la forma en que, gracias a tal fundamento, hemos
elaborado una trama que agrupa elementos tan diversos como el Psicoanálisis y
los Enfoques Psicodinámicos, el Desarrollo Humano, la Terapia Familia Sistémica,
el Enfoque Estratégico, la Perspectiva de Género y la Teoría y Técnica del Grupo
Operativo, entre otros elementos teóricos, y la Neurolingüística, la Gestalt, la
Meditación y nuestra experiencia en el diseño y la conducción de grupos, entre
otros elementos prácticos. Con todo ello construimos nuestra aportación personal
a la reflexión teórica y a la atención sobre el problema de la violencia intrafamiliar
que hoy presentamos en este breve trabajo.

ANTECEDENTES TEORICO-METODOLOGICOS.

A. Las razones de nuestro “hacer” ante la violencia.

A cuatro años de su fundación, el Centro Sí Mujer ha empezado a consolidar una


imagen dentro de la comunidad como “especialista” en cuestiones de violencia
intrafamiliar, especialmente la ejercida sobre mujeres y niños. Dicha percepción
es compartida por las instituciones con las que se relaciona por su objeto de
trabajo y para las cuáles representa también un “vocero” que habla sobre el
fenómeno de la violencia desde una perspectiva contextual. Es decir, que
personaliza la atención global a cada caso aunque opere con herramientas
legales, médicas y psicológicas delimitadas dentro de su modelo; a la vez, con los
resultados de su trabajo, realiza una vuelta a lo macro-social como un espacio de
retroalimentación para nuestra cultura y sus instituciones, muy especialmente
incluida la familia.

Para delinear nuestro trabajo partimos de las siguientes concepciones:


l. Consideramos que la violencia es una conducta aprendida que aunque se
origina en el instinto de agresión, durante el proceso de crianza y socialización de
los seres humanos sufre un moldeamiento de la cultura que resulta en creencias,
reglas y estereotipias de roles que justifican y sustentan al comportamiento
violento como una forma privilegiada de control social que se ejerce por la figura
de autoridad sobre sus dependientes y subordinados.

3
2. Conceptualizamos “el grupo”, como una creación de la cultura y un espacio
natural para el cumplimiento de las tareas de socialización. Proponemos hacer
uso de él como un recurso metodológico para el trabajo con mujeres, varones y
niños que han sufrido violencia, porque el microsistema grupal representa un
holón de la cultura en el sentido de que como “una parte de ella contiene las
características y condiciones del todo”.

3. Construimos “grupos terapéuticos” que son “artificiales”, en cuanto a que su


integración fue delimitada por la institución con base en un perfil de sus
solicitantes de servicios psicológicos. Ello no impide que estos grupos ofrezcan a
sus participantes las posibilidades de: escucha, contención, desarrollo de
habilidades de comunicación y resignificación de experiencias, entre otras, pues
contamos como “material de trabajo” con las vivencias violentas de socialización
y relación interpersonal (en la familia, la pareja, etc.) de sus integrantes.

4. Trabajar con la interiorización de vivencias violentas personales nos hace


posible, no sólo cumplir objetivos terapéuticos, sino también revisar las
condiciones que culturalmente justifican las relaciones interpersonales con
desigualdad de poder.

Por lo tanto, los grupos son nuestra herramienta de trabajo más privilegiada pues:

a. El grupo es el lugar adecuado para la revisión de la cultura y los aprendizajes


significativos que deja en su cruce por el individuo y la familia.

b. Los objetivos terapéuticos de autocontrol, desarrollo de habilidades de


comunicación y autoconocimiento, etc. se cumplen mejor en el espacio grupal,
pues cada participante modela y apoya a otros para el logro de tal reaprendizaje.

c. El aislamiento es uno de los perpetradores de la condición de maltrato y de la


recurrencia del ciclo de violencia, cuando la persona es controlada por el temor y
la vergüenza el resultado es que se aisla. La persona que ha sido maltratada
“cree” que sólo ella sufre “el problema”, por lo que al participar en la instancia
grupal confirma la falsedad de su creencia y se rescata del aislamiento.

d. La persona aislada necesita del restablecimiento o creación de su red de


relaciones interpersonales en función de las necesidades que va reconociendo y
satisfaciendo por sí misma y que pueden dar como resultado nuevas amistades,
mejoría de su capacidad de relación interpersonal, empleo, emprender o concluir
estudios, etc.
terapéutico
e. A la vez, el grupo permite cuestionar las conductas de competencia, envidia,
chismorreo, juicios, críticas y otras que son socialmente concebidas como
“femeninas” o “masculinas” pero que solo son, sin embargo, expresiones de
carencias afectivas en el desarrollo psicoemocional ligadas al rol de género
socialmente aceptado.

4
f. En el aspecto técnico, el terapeuta se apoya en el nuevo “marco conceptual de
referencia” que se va creando por medio de la discusión grupal; con esta base
elige instrumentos para dar apoyo a problemas específicos o a alguna crisis
personal o colectiva que se presente durante el proceso grupo.

g. Privilegiar el espacio terapéutico grupal no cancela otras posibilidades, sino que


las potencializa; así, el proceso individual, de pareja o familia o una combinación
de ellos, pueden constituir la estrategia completa del área de Psicología para un
caso en particular.

Por lo anterior, el espacio terapéutico grupal nos parece adecuado para


cuestionar, explorar, mostrar e impulsar a las mujeres que han sufrido violencia a
que se respondan a sí mismas respecto de sus necesidades y de su desarrollo
personal integral. Entendemos por este último el desarrollo de la autoconciencia y
la responsabilidad con el fin de construir y realizar un proyecto de vida de la mujer
como “ser en relación” con la naturaleza, con las cosas, consigo misma, con los
demás y con “lo trascendente” y que se expresa por medio de su cuerpo, su
palabra, su sexualidad, sus afectos y su búsqueda de libertad.(1)

Nuestra ambición es que en este espacio terapéutico grupal de revisión individual


y colectiva, las mujeres aprendan que... “luchar contra la violencia es cambiar la
forma de relacionarse consigo mismas y con los demás”.

B. El rol del terapeuta, el espacio terapéutico y su ubicación dentro del contexto.

En el ejercicio profesional del psicólogo, cualquiera que sea su área de


desempeño, consideramos esencial su atención terapéutica personal y su
constante actualización. Puesto que se trata de un profesional dedicado a hacer
“crecer” las capacidades de los seres humanos es fundamental que conduzca
conciente y responsablemente su propio proceso de vida.

Esta condición es aún más importante en el caso del practicante de la Psicología


que trabaja en atención a personas en crisis y en situaciones de violencia, pues
en los procesos que interviene confluyen una gran complejidad de variables y ha
de poseer , no sólo el conocimiento, sino el “sentido común” para discriminar entre
las que le corresponde atender, la interdependencia de éstas con las
pertenecientes al ámbito de otros profesionales y las posibilidades de
interdisciplinariedad en cada caso; todo ello conforme a dos condiciones:

1. Su orientación teórico-metodológica
2. El marco institucional en el que trabaja.

1. Respecto a su orientación teórica, ésta deberá llevar a que el proceso


terapéutico cumpla con lo siguiente en la atención a los partícipes de una relación
violenta:

5
a. Les ayude a contenerse, es decir, a que logran el autocontrol con base en el
desarrollo de sus capacidades de escucha, diálogo y auto bservación.

b. Les enseñen a pensar y hablar en por sí mismos, buscando el basarse cada


vez más en la propia vivencia y experiencia.

c. Les aporte un espacio de escucha respetuosa donde se les trate como


personas y no como “enfermos”.

d. Les permita explorar la relación consigo mismos y con los demás desde la
perspectiva de un ejercicio flexible y participativo del poder.

e. Les ayude a entender la vida y sus experiencias con parámetros flexibles que
busquen más la obtención del resultado esperado, en vez de responder
estereotipadamente con base en “recetas” y clasificar su experiencia o su
conducta como “buena” o “mala”.

f. Les permita construir un mejor auto concepto de sí mismos, con más auto
comprensión y capacidad introspectiva.

g. Les facilite el desarrollo de sus habilidades para la comunicación por medio del
revisar creencias, temores y vivencias significativas de su infancia.

h. Les permita el cuestionamiento de reglamentaciones sociales estereotipadas y


la elaboración y ejercicio de sus propias propuestas al interior del proceso grupal
y de sus vidas.

i. Les enseñe a marcar límites sanos para los demás y para sí mismos.

j. Les facilite al reaprendizaje de una toma de decisiones reflexiva.

Y en la línea de lograr una mayor salud mental y emocional incluimos cualquier


otro “Etc.”

2. Respecto del Marco Institucional en el que se desempeñe el psicólogo-a que


atiende problemas de violencia intrafamiliar, hay que tomar en cuenta lo siguiente:

El o la terapeuta que trabaja con hombres y/o mujeres que viven en relaciones
violentas requiere de una serie de apoyos institucionales y de autocuidado que
son fundamentales en su labor y dependen del aporte conjunto de su institución
para respetar y crear las condiciones generadoras (en lo material e interaccional)
de un contexto auténticamente terapéutico.
.
En primer lugar, el o la terapeuta debe reconocer que trabaja como un “lector”
de contextos y está a su vez, incluido en un gran contexto institucional e
interinstitucional. Para cualquier usuario del servicio psicológico, al inicio de la
relación terapéutica, el o la terapeuta es sólo una parte del aparato asistencial
que le atiende. Luego, la relación ha de irse humanizando y haciéndose cercana,

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consistente y firme. Por eso, en este caso es una ambición irrealizable para el
encuadre terapéutico el que terapeuta y cliente han de evitar encontrarse en
otros espacios. Tarde o temprano, por el propósito que el enfoque tiene de crear
“redes de relaciones nuevas”, el o la terapeuta quedará incluido-a como persona
en alguna de ellas.

Esta definición de la relación deja a la responsabilidad del o la terapeuta, el


establecer su rol como tal sobre bases de convivencia auténtica en las que,
además, está buscando promover una forma más horizontal de manejar el poder
y la comunicación en una relación de ayuda.

Para hacer posible lo anterior, el apoyo institucional deberá estar basado en una
comprensión intelectual y afectiva de la materia de trabajo del terapeuta: no se
trata sólo de seguir procedimientos “administrativos”, sino de hacer que éstos
sean las vías adecuadas para el propósito institucional de “acompañar” los
procesos de las personas en los nuevos aprendizajes de vida (respecto de toma
de decisiones, puesta de límites, autovaloración, etc.) que están enfrentando para
salir de relaciones violentas.

Esta “nueva” visión administrativa ha de ser más bien globalizadora, humana;


se acerca a cada uno con la inquietud de actuar como catalizadora del cambio al
acompañar y apoyar las necesidades del usuario-a. Y se basa,
fundamentalmente en una forma cercana, respetuosa, atenta y personalizada de
evaluar cada caso y tratar a la persona como tal.

La institución requiere percibir su relación con cada usuario-a como una


oportunidad para éste de recibir un trato respetuoso, desde su primer contacto
con la institución -que a veces, es a través de medios externos a ella- hasta el
último momento cara a cara con cualquier persona integrante de la misma. E
incluso más allá, pues sabemos que cuando la “interacción terapéutica” (es
decir, el contacto de usuario-a con toda la institución) ha penetrado en la vida de
estas personas, esta relación institución-usuaria(o)-terapeuta continuará en el
imaginario de cada uno de los integrantes de esta tríada, realimentando el
aprendizaje cotidiano con el recuerdo y la revisión de la experiencia compartida.

A nuestro parecer, los aspectos de autocuidado del o la terapeuta también está


determinados por el marco institucional, es decir, de su centro de trabajo ha de
recibir el respeto a su condición humana como persona con limitaciones,
compromisos y necesidades personales, incluidos los elementos ambientales,
materiales, espaciales, temporales, monetarios, de salud y sociales de su trabajo,
los cuáles rodean y delimitan el propio encuadre terapéutico y la disponibilidad de
recursos para cualesquier tipo de intervención.

Hasta aquí hemos insistido más en la calidad del contexto institucional que en las
características particulares de la personalidad del o la terapeuta; pensamos que
éste elemento influye dentro del encuadre terapéutico por medio de la interacción
con los “pacientes”, quienes a su vez influyen y son influidos por sus compañeros

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y terapeuta, concretando entre todos la co-creación del “contexto terapéutico de
cada sesión”.

Pero, ¿Qué es “el contexto”? Para empezar a definirlo tomaremos la definición


de Marvin Minsky: “Contexto es el efecto sobre el estado de ánimo (stage of mind)
de alguien que ejerce todas las influencias presentes en un momento dado”
(citado por Wittezaele, 1989) (2) . Este primer concepto es muy sintético y nos
deja ante el problema de poder determinar exactamente “todas las influencias” de
un elemento de comunicación en un momento dado y , más aún, no sabemos
exactamente como cada individuo estará dando a ese “elemento de
comunicación en un momento dado” un significado particular, el cuál estará
definido por su estado de ánimo (¿o estado de la mente?) y a su vez, redefinirá a
éste.

En la grupalidad e institucionalidad, dado que ambas se construyen por las reglas


y estructuras que rigen la interacción entre sus miembros, encontramos que “el
contexto” es una creación colectiva, compleja, que se integra a la vez, por la
interacción entre la búsqueda del “consenso” y la personal idiosincrasia para la
realización de una tarea. El marco de referencia resultante demuestra que:
“Toda nuestra educación y nuestra socialización tiene por objeto el hacernos
compartir lo más posible un conjunto de referencias común: un mismo lenguaje,
mismas costumbres... Sin esto, prácticamente, ninguna comunicación sería
posible” ; pero, por otro lado...
“ Cada individuo se desarrolla en el interior de una familia particular, en un medio
socio-cultural definido. Esto le permite crear un sistema de referencia, una pauta
(o guía de análisis) que le es totalmente propia”. (3).

En conclusión, resulta que aunque muchos de los elementos de un contexto


pueden parecernos consensuales u objetivos, “en realidad” son subjetivos. El
contexto revelará siempre ambigüedades que sólo la metacomunicación, o las
informaciones sobre el grupo de referencia del emisor permitirán clarificar, al
menos parcialmente. El o la terapeuta es un “emisor líder” en el grupo y no queda
exento de trabajar, dada la particular idiosincrasia de su socialización, con una
buena parte de su subjetividad. Pues para que pueda producir una influencia
más conciente en la interacción con un grupo o con pacientes individuales, ha de
responsabilizarse de sí mismo-a por medio de su psicoterapia personal y
supervisión.

Por último, hemos de justificar nuestra insistencia en la co-creación contextual


(entre terapeuta e institución) del espacio y la interacción terapéutica que recibe
al usuario con las palabras de Yves Winkin citadas por la pareja Wittezaele
(1989): “el contexto podría ser definido como el conjunto de información que
permite limitar el número de significados posibles de una palabra, una acción o un
suceso. El contexto es necesariamente incompleto y extensible: existe siempre un
contexto superior y más vasto...” (4)

En estas palabras finales nos apoyamos para concluir que: Al igual que en otras
relaciones, en la tríada institución-usuaria(o)-terapeuta todo mensaje puede

8
comportar una parte de ambigüedad que puede constituir un obstáculo a una
buena comunicación personal (sobre todo si no estamos concientes de las
diferencias individuales). Esta ambigüedad ofrece, al mismo tiempo, la riqueza y la
esperanza de evolución y de creatividad en nuestras interacciones... Después de
todo, dentro y fuera de nosotros y nuestras “instituciones”, está LA VIDA.

FUNDAMENTOS DE NUESTRA PERSPECTIVA TEORICO-METODOLOGICA.

A. CIRCULARIDAD DE LA VIOLENCIA.

Según la definición de VIOLENCIA HACIA LA MUJER adoptada por la Asamblea


General de la ONU en 1993, ésta es: “ ... todo acto que resulte o pueda resultar
en daño, sufrimiento físico, sexual o psicológico, incluyendo la amenaza de dichos
actos, la coerción, la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública
como en la privada”.

En la cotidianeidad de nuestra labor terapéutica partimos de tal definición, pues


nos preocupa la identificación de las causas de la violencia intrafamiliar. Sin
embargo, en esta misma experiencia hemos comprobado, por medio de una
visión longitudinal, histórica u horizontalidad, que causas y consecuencias de la
violencia son similares, sólo que depende en que momento de la vida de cada
mujer las estamos identificando.

En los hechos, en nuestro centro de trabajo encontramos un porcentaje


aproximado del 90% de estas mujeres sufrieron violencia física, emocional o
sexual (este último aspecto es en un 25 a 30%) como víctimas o “testigos
silenciosos” durante su niñez. Más tarde, en un intento por escapar de tales
vivencias, hacen una elección de pareja (5) que las lleva, a veces casi de
inmediato y por repetición, a un “nuevo” escenario de violencia física, emocional,
sexual y/o económica del cuál les es muy difícil salir.

En otro nivel , digamos en un corte vertical en el presente, la observación y


escucha de los intercambios violentos entre la pareja nos muestra conductas
como por ejemplo: alusiones al pasado, reproches mutuos, demandas,
declaraciones emocionales, amenazas, etc. A la vez, todo ello expresado
analógicamente y dentro de un contexto creado por las percepciones que cada
uno tiene de los demás sujetos intervinientes. Sabemos que para entender la
relación entre parejas violentas habrá que rescatar la riqueza y profundidad de
sus interacciones, en este punto nuestro trabajo se apoya en la concepción de la
circularidad proveniente de la Teoría de Sistemas, la cuál concibe a la violencia
como un acto voluntario, conciente, recurrente y cíclico cuyo objetivo es sustentar
el poder y el control sobre otro, con apoyo en justificaciones como “lo hago por
su bien” ó “lo hago porque se portó mal”.

Cabe destacar que para este enfoque, el reconocimiento de la circularidad no


exenta al acto violento de responsabilidad y así lo muestran las siguientes

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palabras de Salvador Minuchin (6): “Sin duda, quienes cometen actos violentos
son responsables y deben rendir cuentas por su conducta; hay casos de violencia
brutal en los que hay que tomar medidas para castigar a quién los ha perpetrado y
proteger a la víctima.”

Por lo tanto, en un primer nivel de observación, el presente nos muestra dos


personas o una familia en crisis y si cambiamos nuestra línea de observación al
pasado, encontraremos - casi siempre- a las mismas personas, pero ésta vez en
posición de víctimas de actos violentos. Nuestra experiencia confirma el hecho de
que quienes sufren violencia o abuso sexual en etapas tempranas de su vida,
tienen altas probabilidades de convertirse en perpetradores o de revictimizarse en
etapas posteriores, debido a la falta de condiciones nutricias para su crecimiento
psico-emocional. Tomar en cuenta lo anterior es fundamental para la comprensión
de la violencia pero no es justificación para eximir de responsabilidad a quien
ejerce la violencia sobre otro. Y esta es una de las implicaciones éticas más
importantes en nuestro trabajo, que afortunadamente ya va encontrándose
apoyada por la Ley.

Hemos de señalar que nuestra ubicación como observadores de la horizontalidad


y la verticalidad de estas historias de mujeres en relación violenta con sus parejas
proviene de las concepciones que sustenta la Teoría y Técnica de los Grupos
Operativos, es decir, que incluye al observador como un “lector de contextos” que
identifica, como parte de lo que está observando, a aquel tema que sea
“emergente” en el discurso del grupo y que puede contener una serie de
implícitos, casi siempre con carga afectiva.

Mientras que nuestro reconocimiento de las particulares percepciones y vivencias


internas que ha integrado cada persona durante su vida proviene de la posición
del Constructivismo (von Glasersfeld,1984 citado por Hoffman , 1998) que nos
dice: “El constructivismo sostiene que la estructura de nuestro sistema nervioso
impide que alguna vez podamos conocer lo que “realmente está allá afuera”. Por
consiguiente tenemos que permutar la realidad de un “sistema observado” (la
noción de que podemos conocer la realidad objetiva sobre los otros y sobre el
mundo) por la realidad de un “sistema que observa” (la noción de que sólo
podemos conocer nuestras propias construcciones sobre los otros y sobre el
mundo)”. (7)

Al señalar el eslabonamiento de los hechos y las experiencias en el tiempo y la


sucesión entre la posición de víctima y luego la de victimario o viceversa, para una
misma persona en distintas etapas de su vida (un niño maltratado podrá
comportarse como adulto violento y terminar como anciano abandonado),
estamos haciendo hincapié en el hecho incuestionable de la “circularidad de la
violencia”, es decir, lo que en un momento de nuestro análisis identificamos como
causas, a la siguiente etapa de vida se nos presentarán como consecuencias y
así sucesivamente.

Además , si “congelamos la escena”, existe la posibilidad de buscar la


causalidad de la violencia presente dentro de la relación familiar o de pareja en

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otro nivel de circularidad. Este es el de la secuencia de actos ya descritos por el
Centro de Atención a Víctimas (CAVI) de la PGJDF en el llamado “Círculo o Ciclo
de la Violencia” (8), por medio del cuál nos guiamos para ubicar en que momento
del ciclo se nos está presentando la situación de cada mujer solicitante de
servicios y, a la vez, percibirnos el grado de riesgo en que se encuentra según
sea la frecuencia de repetición del ciclo.

En este mismo ciclo, hemos identificado y hecho notar que, a nivel de la Agresión
Física es posible identificar desencadenadores e inhibidores de la agresión (9)
entre las parejas y que es muy probable que la conducta específica esté ligada en
cada persona -sin distinción de género- a experiencias tempranas de la infancia
que le significaron humillación, abandono, pérdida, vergüenza, miedo y otras
emociones. Anotamos también que es muy difícil para los partícipes en el acto
violento reconocer la fuerza que estos aspectos analógicos de la “agresión” que
ellos vivencian están inscritos en su cuerpo a nivel de sensaciones grabadas en la
memoria corporal, contribuyendo así a una mayor reactividad y pérdida del control
de ambos en su vivencia interna de la violencia.

B. NUESTRO ESTILO TERAPEUTICO.

Por todo lo anterior, nuestro trabajo terapéutico se preocupa prioritariamente por


conocer la temporalidad y circularidad del acto violento para llevar a cabo un
proceso terapéutico que cada vez más -en un sentido constructivista- “ se defina
ante nuestros ojos” por medio de hipótesis circulares cambiantes, y que en la
medida de lo posible intentará: 1) No juzgar, criticar o despreciar. 2) No estará
orientado a controlar pues su estructura es lateral en vez de jerárquica. 3) No
pretenderá instruir o aconsejar, pues se basará en la autoconciencia y
responsabilidad personal . 4) Se centrará en múltiples puntos de vista, aportados
desde la cultura, la experiencia de cada participante, etc. Y 5) No es instructivo
sino constructivo.

Trabajar sin juicios ni críticas protege al o la terapeuta y a los participantes del


grupo de crear al interior de éste un contexto de violencia por medio de la
desvalorización que ambas provocan. Así incluida la terapeuta en esta consigna
pierde cierta calidad de “experta” porque no asume el rol de dar consejos sino
que está en un posición “ lateral”, sentada junto a las demás mujeres
ayudándolas a observarse a sí mismas. Y lo que es más , no está observando
sólo a una persona sino que trabaja observando y escuchando para “desmenuzar”
al conjunto de interacciones en que está “atrapada” la mujer. Por lo tanto, la
terapeuta habla de no personas sino de “maneras de reaccionar”, sentimientos
que expresar”, “necesidades y formas de satisfacerlas”, “límites claros pero
flexibles”, “cercanía con firmeza”, etc.

El hecho de trabajar con grupo heterogéneo, con la sola condición de que las
participantes vivan o hayan sufrido alguna forma de violencia, nos obliga a
reconocer que nuestra orientación tiene la intencionalidad de crear “redes de
relaciones interpersonales nuevas” entre las personas que salen de su

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aislamiento y comparten la vivencia de un proceso grupal. A la vez que este tipo
de grupo rescata la riqueza del macrosistema y demuestra la presencia de la
violencia en todos los grupos de población.

Tal heterogeneidad también implica que para “seleccionar” a quienes acudirán a


grupo nos basamos más en un PERFIL que en categorías o diagnósticos clínicos.
Nuestro perfil es el siguiente:

- Que la mujer haya sufrido violencia física, emocional, sexual y/o económica
como niña o adulta.
- Que tenga relación con algún varón dependiente emocional y/o adicto.
- Que muestre gran preocupación por los demás antes que por sí misma.
- Que pueda fijarse un objetivo personal para la terapia de grupo.
- Que manifiesta dificultad para reconocer y/o manejar sus sentimientos.
- Que tenga dificultad para manejar su agresividad consigo misma y con los
demás.
- Que haya perdido o no tenga un proyecto de vida propio.
- Que ella misma sea adicta al alcohol o drogas (incluidos psicofármacos).
- Que se encuentre en estado de Confusión de Identidad (confusa y/o deprimida).
- Que además de cubrir cualquiera de los anteriores puntos, también manifieste
síntomas psicosomáticos.

El último aspecto del perfil es trabajado desde la primera entrevista en el Área de


Psicología por medio de la prescripción de sustancias naturales re-equilibradoras
de los estados emocionales (stage of mind) las cuáles influyen sobre la memoria
celular o corporal que ha guardado, hasta ese momento, las reacciones que cada
mujer adoptó como “autoprotección recurrente”, con la finalidad de mantener
alguna forma de control en el medio. Es decir, trabajamos con las llamados Flores
de Bach para los casos en que las mujeres así lo requieren o lo solicitan. Nunca
intervenimos sobre las prescripciones de psicofármacos hechas por psiquíatras,
puesto que el control de éstos compete directamente a la relación médico-
paciente establecida por nuestras usuarias con anterioridad.

Otra función que cubrimos, dado nuestro estilo terapéutico es la de apoyar, lenta
pero firmemente, a la mujer para cuestionarse y cambiar por propia elección sus
modelos relacionales con la pareja y la familia. Al reconocerse y aceptarse a sí
misma, asume diferencias y similitudes con una mayor apertura para llegar
finalmente a retomar el poder sobre sí por medio de la creación de un proyecto de
vida. El procedimiento para lograr esta tarea personal en el proceso grupal es
iniciar y cerrar éste con una auto evaluación de necesidades y del propio “actuar”
en la vida para responderse a sí misma y así satisfacerlas.

En nuestra práctica nos hemos fijado objetivos como los descritos en el párrafo
anterior pues todas las mujeres llegan a nosotros en “posición de víctimas”; es
decir se visualizan a sí mismas como indefensas y vulnerables, necesitadas de
aprobación, doloridas, castigadas por otros, impotentes, temerosas, ingenuas,
honestas y por lo general reactivas (codependientes) hacia el otro, pues han
antepuestos las necesidades ajenas a las propias. Esta mujeres sufren por

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diversas razones pero se asemejan entre sí en cuanto a que sienten ira,
frustración y dolor; no expresan éstos ni otros sentimientos abiertamente pues no
los saben manejar y muchas veces antes, durante y después del proceso grupal
expresan sus emociones por medios psicosomáticos.

Aceptamos que estas mujeres se victimizan porque vivenciaron tempranamente


en sus vidas un medio ambiente agresivo, y reaccionaron retrayéndose
emocionalmente desde entonces. Luego, se desarrollan con esta “pauta reactiva”
y la generaliza en todos los contextos sociales, pero muy espacialmente en su
relación de pareja. Por eso, uno de los objetivos de nuestra posición es
enfrentarla con sus propias reacciones, su actitud de retirarse y defenderse. No la
compadecemos ni dramatizamos con ella, la ponemos a pensar respecto a la
forma en que ha utilizado su fuerza en el pasado. Así, por ejemplo, una de
nuestras estrategias es el modelamiento la terapeuta que pretende decir con su
conducta: “es natural enojarse pero no hagas a los otros objeto de tu enojo”.

Otra línea orientadora de nuestra intervención es la concepción de que, ante las


vivencias de desprotección y carencia afectiva en su familia, estas mujeres han
encontrado en las creencias y normas de la cultura una fuente de co-creación de
su identidad femenina con la que llena su “vacío” y a las que se arraigan con
fuerza; pero que, sin embargo, les asignan un lugar de inferioridad. Por ello, otro
de nuestros objetivos es que experimenten lo que es establecer una relación de
igualdad o superioridad con otros, basada en la autonomía y la toma de
decisiones así como en el ejercicio de su propio poder, sus derechos y sus
privilegios.

Para lograr nuestros objetivos, siempre ha sido útil con estas mujeres el
señalarles la posición que están asumiendo; la mayoría de las veces no se dan
cuenta de ello o no había conceptualizado su situación de esa manera sino que la
revestían de gran “valor social y sacrificio” y por ende, se culpabilizaban de su
“malestar” e incapacidad de aguantar por más tiempo ese “lugar”. El señalamiento
se hace reiteradamente por medio de varias técnicas, y sus consecuencias
pueden ser varias:
* Dada su reactividad, el hecho de señalarles su posición empieza a sacarlas de
ella, pues se les incita a “pensar” (observar, escuchar) en vez de sólo reaccionar.
* El señalar la situación de inferioridad también permite enfatizar que el
sufrimiento es temporal.
* Al señalar que es una condición temporal, también se explicita que es posible
actuar de otro modo, pero antes hay que ser conciente de sí mismo y pensar
“cómo hacerlo”.

Al llegar ellas al punto de “darse cuenta” desean empezar a “cambiar” y empiezan


a intentar acciones diferentes, en este momento el señalamiento de detenerse
significa “hay que aprender a ver, escuchar y reconocer sus sentimientos antes de
decir que he cambiado”. Esto es pedirles que revisen su situación y relaciones con
sus propios medios, y se hace así por varias razones:
a) Para no tomar decisiones por ellas.
b) Cuando no están ni la familia ni la pareja en proceso terapéutico.

13
c) Porque usualmente se trata de relaciones donde el vínculo y/o el compromiso
con él han de mantenerse.
d) Porque la estrategia se maneja por medio de análisis de la interacción familia y
entonces no sólo se reconocen los propios sentimientos sino que se muestra
como pueden estar sintiéndose los otros miembros del grupo familiar.
e) El control de sí mismas, de sus reacciones y de su manejo del tiempo se les va
haciendo manifiesto.
f) El manejo de límites y la actualización de reglas en sus relaciones va saliendo
de las reflexiones y experiencias de ellas mismas.

Todo esto se hace factible de compartirse en el grupo pues se enfatiza que no


hay respuestas correctas o incorrectas , ni son “malas o buenas mujeres” por
equivocarse; se orienta la percepción para que reconozcan que resultado
buscaban y cómo “han de pensar y actuar para lograrlo”. Dado que nuestra
preferencia por el Constructivismo hace énfasis en los significados, un primer
paso es redefinir el problema (esto proviene de la Terapia Estratégica) y después
buscar un “cambio” importante que radique en demostrar vivencialmente que los
componentes de un “relación con problemas” no son los cuerpo individuales sino
las ideas que los unen ( visión constructivista).

Así, un sistema problema no es un conjunto de personas sino una red de


significados y dado que éstos se aprenden, los podremos cambiar juntas por
medio de la experiencia de reaprendizaje que representa el grupo como tal, desde
el momento en el ahí estamos “experienciando nuevas formas de relacionarnos”
por medio de escuchar más la propia vivencia” (visión humanista).

Po último, al descubrir que entregaron su confianza y obediencia a creencias que


las lastimaron y perpetuaron en posición de inferioridad, éstas mujeres se enojan
consigo mismas y con los demás, se hacen reproches y lamentan el tiempo
perdido y el haber rehuido la conciencia de la propia experiencia. El trabajo
terapéutico, entra en un momento de gran intimidad en el que, casi
invariablemente, se llega a acudir a la vivencia que cada una tiene de “Lo
trascendente” en su vida y en su sistema de creencias y valores. Este aspecto es
redefinido al resignificar los aprendizajes. Entonces el trabajo terapéutico es
principalmente un trabajo de autoescucha y perdón, con el fin de “quedar
liberadas” para que a partir de ahí se vaya concretando un proyecto de vida por el
hecho de permitirse aprender y de perdonarse a sí mismas.

C. APLICACION DE LOS FUNDAMENTOS TEORICO-METODOLOGICOS DEL


MODELO EN LA INTERVENCION GRUPAL.

Todo proceso grupal inicia por la captación de los individuos que han de
conformar el grupo. Y ya que en nuestro caso se trata de “grupos artificiales”
formados por la propia institución, los requisitos son: que las mujeres
participantes están voluntariamente dispuestas a asistir y se comprometan a
hacerlo, que tengan expediente abierto en el Centro y que hayan cubierto una
entrevista inicial en el área de Psicología. Esta entrevista explora el motivo de

14
consulta, situación actual y datos históricos de la relación de pareja, contexto
familiar, nivel de tolerancia, áreas de conflicto y, muy especialmente, el objetivo
personal de ella para asistir al grupo.

Pero quizá los dos aspectos más importantes de esta entrevista son: el
desmitificar las ideas de la mujer respecto a que se le darán recetas sobre cómo
comportarse o qué hacer y el que siempre se le pregunta a cada una de ellas
“cuál es el objetivo personal que quiere lograr con la terapia”. Mientras estos dos
aspectos no quedan claros no se considerará satisfactoria la entrevista y se
observa con mayor énfasis a la participante por su dificultad para establecer
expectativas y metas para sí misma.

También son dos los ejes alrededor de los cuáles “tejemos” el proceso grupal; el
primero de ellos es el hecho de ofrecer el proceso como un espacio grupal
“cerrado”, es decir, que a partir de la cuarta sesión no se admiten nuevas
integrantes y además su duración se limitará a veinte sesiones de dos horas cada
una en una frecuencia de tres veces por semana. En nuestra concepción, esta
base posibilita la creación de un encuadre limitado en tiempo y espacio que
propicia la pertenencia y el manejo de la codependencia con otras mujeres. A la
vez que promueve intimidad y compromiso con la vivencia de crear de viva voz el
propio “reglamento de trabajo” como resultado de la respuesta a la pregunta:
“¿Cómo queremos relacionarnos entre nosotras, cómo queremos ser tratadas?

Invariablemente las mujeres piden en sus reglamentos: discreción, escucha,


respeto, confianza, no ser juzgadas ni criticadas, las cuáles han sido experiencias
cotidianas en su socialización pero por carencia de tales actitudes de los demás
hacia ellas y de ellas hacia sí mismas Entonces pasamos a hacer énfasis en que
el grupo será un espacio de aprendizaje para “ver si es posible practicar aquí
adentro lo que allá afuera no hemos podido hacer”. Esta explicitación cumple la
función de un reto y una forma de aliento que se manifiesta después de medir el
grado de victimización al escuchar las motivaciones personales de cada mujer
para buscar ayuda. Además, se expresa en plural para incluir a la terapeuta como
mujer e, inconscientemente invitar a las partícipes a buscar un aprendizaje del
modelo que ella representa, incluso por medio de cuestionarla y confrontarla.

Continuamos el proceso realizando distintos ejercicios de escucha, observación y


autobservación, mientras les recomendamos que “no cambien ni intenten hacer
cambios en su familia”, esta acción proviene de la Terapia Estratégica y sus
prescripciones paradójicas. Hacemos uso paradójico porque mientras que
estamos conduciendo al grupo a experiencias que favorecen la autoconciencia y
la autopercepción, les estamos pidiendo que aún no hagan nada con el fin de
lograr un “contraste experiencial” que les permita notar y maximizar, para sí
mismas, la diferencia perceptual y de vivencia de si mismas en la relación
interpersonal con el grupo y con el exterior.

Un complemento proveniente de la técnica de Terapia Estratégica es utilizar,


indistintamente en cualquier sesión anécdotas, ejemplos, metáforas y leyendas o
cuentos que hacen alusión a algún tema “emergente” que haya surgido como

15
inicial o final en la sesión. La identificación se hace por medio del seguimiento del
discurso grupal en una visión de técnica operativa, mientras que la selección de
la anécdota y de alguna “tarea” (ejercicio que la da un matiz psicoeducativo al
proceso) individual o grupal a realizarse entre una sesión y otra, es también parte
de las técnicas estratégicas que se utilizan con el fin de llevar a cada una de las
participantes a “experienciar y reconocer una vivencia o respuesta ante la tarea”.
Lo cuál retroalimenta su autoconciencia y permite analizar, al “revisar el
cumplimiento de la tarea”, tanto el grado de reactividad que cada mujer está
mostrando en sus interacciones consigo misma y con los demás, como la emción
(culpa, vergüenza, miedo, etc.) expresa de tal reacción.

El identificar el tipo de emoción manifiesto en las reacciones de cada mujer


dentro del grupo, hace posible ubicar el nivel de desarrollo psicoemocional
alcanzado (10) y construir la hipótesis sobre la tarea emocional a enfrentar
grupalmente en base a la etapa de vida en la cuál se produjo, en forma temprana
-durante los primeros cinco años de vida- la elección de una “meta de vida” (11)
en cuyo cumplimiento se ha sostenido la mujer hasta el presente. Y por ilógico
que parezca, dado que estas mujeres han caído en un Ciclo de Autoagresión y
Culpa (Mejía, J.M., 1995) (12), el lograr tal “meta de vida” ha definido el nivel de
tolerancia ante la violencia que cada mujer se exige a sí misma, así como su
recurrencia a este Ciclo que descubrimos durante el proceso grupal al seguir las
pautas de las historias de vida contadas por ellas mismas y por medio del cuál es
muy fácil explicarnos la dificultad que le representa desligarse de una relación de
maltrato o modificar su patrón de relación sin ayuda. El ciclo que hemos
recogimos a lo largo de estos años de trabajo se esquematiza por el momento de
la forma siguiente:

Ciclo de la vivencia interior de Autoagresión y Culpa de la mujer maltratada:

Quiere ser Falla


“buena” pero Culpa

Autocastigo

Mayor angustia Confusión de aislamiento


culpa, baja Identidad
autoestima
huir
escapar

intento de
suicidio

16
muerte ideas síndrome
suicidas
depresivo
otro

El seguimiento de este ciclo mientras escuchamos a las mujeres participantes en


nuestros grupos, nos hace posible “enlazar” el primer eje con el segundo.
Nuestra posición psicodinámica es que ante tal vivencia de Autocastigo, hay, al
momento de acudir en busca de ayuda, además de graves estados de ansiedad y
angustia, una profunda vivencia de vacío que llega, en muchas de las veces,
hasta la total pérdida del sentido de vida y la ausencia de un proyecto personal de
vida.

Es por medio de dos o tres sesiones de análisis de la interacción familiar que


vamos desmontando tales estados emocionales y haciendo ver a las mujeres que
mucho del conflicto intrafamiliar esta gravitando y agravándose a raíz de que la
interacción es incoherente porque lo que se hace, piensa y dice y lo que se siente
están en total discordancia, debido (principalmente) al juego afectivo por el poder
entre las figuras parentales.

El segundo eje de nuestro encuadre grupal es el énfasis en las necesidades


personales insatisfechas. En varias ocasiones a lo largo del proceso, el
señalamiento de la terapeuta va directamente a preguntar “¿de qué se da (o se
dio) cuenta en ese caso?”, no sólo para trabajar una autoconciencia incipiente
sino también para llegar a tocar la vivencia interna y la necesidad insatisfecha en
aquel momento presente o pasado.

Este trabajo con énfasis en el aprendizaje significativo del proceso individual y


grupal va en la línea constructivista en el sentido de que explora la significación
que la mujer ha dado a su experiencia y , por lo tanto, recoge el concepto de sí
misma construído a lo largo de su vida. También va en un sentido sistémico pues
se involucra a la persona a empezar a confrontar si con el comportamiento que
ha manifestado hasta el momento en sus relaciones interpersonales está logrando
los “resultados”, es decir, la satisfacción de sus necesidades emocionales que
esperaba. Cuando ellas verifican que no ha sido así, es decir, que su conducta
nos les dió el resultado que esperaban hay dos reacciones: de coraje consigo
mismas y de recuerdo de los aprendizajes significativos infantiles ante la
violencia. (13)

Es en este momento del proceso grupal en el que, tomando una metodología


proveniente del Desarrollo Humano el rol de la terapeuta cambia y se hace menos
directivo en la escucha y estilo de conducción, aunque , de nueva cuenta, la
elección de la técnica es paradójicamente de un estilo muy directivo.
Estos sesiones de trabajo con emociones se llevan a cabo por medio de
relajación y fantasía dirigida, así como de técnicas psicoaeróbicas de Jeffrey Zeig.

17
La elección de los ejercicios y su estructura interna van acordes a la concepción
constructivista de revisar los significados vivenciales haciendo un alto en el
presente para retroceder al pasado. Revisar este recuerdo o vivencia y su carga
emocional, permite establecer un diálogo consigo mismo como infante y
resignificar la vivencia desde una posición adulta. Al lograr este diálogo entre
niña-adulta, la resignificación da lugar a una vivencia de autoprotección que
repara carencias afectivas y entonces, la técnica regresa a la persona al presente,
para luego trabajar con técnicas de elaboración individual y discusión grupal (en
sesiones subsecuentes) para la reproyección de vida a futuro, pero partiendo de
la resignificación lograda durante la relajación.

A estas alturas nos encontramos a la mitad de la duración del proceso grupal y


hacemos un “parteaguas” por medio de una revisión-retroalimentación. Cada una
de las participantes se “expone” a ser retroalimentada positivamente, es decir,
cada compañera le dice “cómo te veo, en qué has cambiado”. En este punto la
terapeuta colabora en la retroalimentación individual, haciendo señalamientos
sobre la forma en que ha observado que interacciona cada mujer. A la vez,
haciendo uso de una paradoja, la terapeuta maneja un nuevo concepto de
“cambio” diciendo: “No creo que la terapia cambie a nadie, más bien yo las veo
como si llegaran aquí con pedazos de madera, escamas, basura y otras cosas
pegadas por todo el cuerpo, como ocultando su verdadera naturaleza. El grupo
puede servir para que recuperen su capacidad de relacionarse”. Este punto
también permite verificar si están aprehendiendo a observar sin críticas ni juicios
sobre otras personas.

En general, la segunda mitad del proceso continua con un ritmo en espiral


volviendo a temas anteriores pero a distinto nivel, pues la mayoría de ellas
empiezan a “moverse”. En este caso, cada sesión tiene un “ejercicio base”
propuesto para manejo de sentimientos, confrontación de roles de género,
análisis de la interacción familiar, autoescucha, etc. El orden de realización se
derivará de los primeros comentarios emergentes en cada sesión y es posible que
una o varias de ellas se dediquen a la revisión de nuevas experiencias que
anecdotizan las participantes. En este punto del proceso es de capital importancia
el observar el nivel de análisis y autoescucha, así como la responsabilidad por los
propios sentimientos que ellas empiezan a mostrar.

Al final, en las cuatro últimas sesiones, el trabajo grupal se orienta directivamente


para llevar a que cada una de ellas empieza a delinear un proyecto personal de
vida, por lo menos en lo esencial: en nuestra concepción esté es el darse cuenta
de la responsabilidad en la dirección de la propia vida. Con la búsqueda de un
“proyecto personal” pretendemos terminar con la tendencia a la autovictimización
y empezar a romper el lazo de co-dependencia con sus parejas.

El cierre real de cada una de ellas para la experiencia grupal es una entrevista
final de evaluación conjunta del cambio, entre la terapeuta y la mujer participante.
En este caso, juntas comentan cómo vieron y vivieron el proceso y el logro de

18
objetivos de la participante,, buscan lo que “quedó inconcluso” y programan una
vía nueva individual, grupal o en pareja.

En cuanto a la continuidad del espacio grupal, hemos diseñado dos vías posibles:
a) Ingresar a un Grupo “Abierto” de Segunda Fase, en donde concurren mujeres
de todos los grupos anteriores de Primera Fase con temas pendientes por trabajar
y en el cuál el tiempo se establece a necesidad personal con sesiones de dos
horas una vez por semana.
b) Crear un Grupo Cerrado con las mujeres de un mismo grupo y trabajar un
proceso de Segunda Fase, con tareas y temas programados con las necesidades
de todas ellas, a razón de una sesión de dos horas por semana. Ambas
posibilidades son realizadas con mucha flexibilidad, tanto en el estilo de la
terapeuta que se vuelve no-directivo, como en cuanto a las vías de trabajo que
ahora incluyen, además de ejercicios y técnicas terapéuticas grupales, lecturas,
películas, discusión con varones huéspedes del grupo y otras.

Cabe aclarar que en el manejo global del proceso grupal, la elección de los
Enfoques Humanista y Sistémico no son en el sentido de “equilibrar y adaptar a la
mujer a su ambiente”, sin simplemente el de apoyarla en su recuperación humana
para que haga uso de sus potencialidades en forma lo más sana posible, es
decir, sin revertir el juego por el poder y convertirse, porque “ahora es ella misma”
en agresora trayendo nuevas escaladas de violencia a la relación. Desde nuestra
perspectiva , la mujer podrá fundar una relación lo más equitativa posible, en la
medida que su “cambio” no sea vivenciado como amenazante para su
compañero y encauce la búsqueda de poder a obtener “poder-hacer para sí” con
base en el autocuidado y el crecimiento.

Por último queremos señalar que la elección modelo grupal como técnica
terapeútica central es válida para nosotros por las siguientes razones:
1o. Por ofrecer mayor capacidad de atención a la demanda de servicios.
2o. Por la posibilidad de combinar con terapia individual, de pareja o familia
según el caso.
3o. Por ayudar a la mujer en su proceso de resocialización y rescate del
aislamiento, al darse cuenta de que “no es la única que vive así”.
4o. Porque brinda la posibilidad de realizar el cuestionamiento del moldeamiento
conductual de ambos géneros por nuestra cultura.
5o. Porque facilita el confrontar a la mujer con su propia co-dependencia y el
hacer uso del grupo como “espejo consejero” al iniciar la toma de decisiones que
suele marcar el momento de autonomía que ella reconoce como “re-habilitación y
recuperación” de sí misma como persona.

Con este trabajo esperamos haber descrito el enlazamiento de la teoría y la


técnica que sustentan a nuestro modelo para la intervención grupal. Puesto que
en su eclecticismo maneja teoría y técnicas de distintas procedencias pero dentro
de un espacio institucional y además, como incluye el enfoque y el análisis la
Terapia Familiar y de técnicas de Psicoterapia Breve aplicadas grupalmente, tal
vez lo más correcto sea llamarle “Intervención Terapeútica Grupal-Familiar
Breve”. Lo que a la vez, abre la discusión (muy necesaria, por cierto) de saber

19
ubicar si ante el esfuerzo de no excluir algo, estamos creando un “híbrido” que
pertenece a todos y a ninguno.

Sin embargo, valdrá la pena entrar en la discusión y obtener el “título” realmente


adecuado porque nuestra materia de trabajo -las mujeres que han vivido
relaciones violentas- - son muestra de una realidad que no creemos se pueda
abordar, analizar e influir desde un sólo esquema teórico-metodológico y mucho
menos, sólo desde la psicoterapia, sea ésta grupal o individual. Tal vez debamos
pensar mejor en aportar para la construcción de un “Modelo grupal de
reestructuración de la cultura”.

TORREON, COAHUILA. JULIO DE 1998.


NOTA: SE AUTORIZA A UTILIZAR LA INFORMACION CITANDO LA FUENTE,
SOLO CON FINES ACADEMICOS.

LIC. PS. JUANA MARIA GUADALUPE MEJIA HERNANDEZ.

BIBLIOGRAFIA

(1) Helgura, R.Ch. UNA AVENTURA COMPARTIDA. Edición Privada. Torreón,


Coah. 1987.

(2) Wittezeaele, J.J. y García de W., T. UN ENFOQUE CONTEXTUAL DE LA


INTERVENCION BAJO COACCION. Revista “Psicoterapia y familia”
Vol. 3, No. 2 . México, D. F, 1990.

(3) Idem.

(4) Idem.

20
(5) Scarf, M. DESCUBRIENDO NUESTROS OPUESTOS EN LA RELACION
CONYUGAL. EN: ENCUENTRO CON LA SOMBRA. Zweig, C. (compiladora).
Editorial Kairós. Barcelona, 1992.

(6) Minuchin, S. LA RECUPERACION DE LA FAMILIA. De. Paidós. Buenos


Aires, Argentina, 1992. Pag 78.

(7) Hoffman, L. UNA POSICION CONSTRUCTIVISTA PARA LA TERAPIA


FAMILIAR. Revista“Psicoterapia y familia”. Vol. 2, No. 2. México, D.F. 1989.

(8) Illán, B. Conferencia sobre “Maltrato a las mujeres”. Torreón, Coah. Octubre
de 1994.

(9) Tinbergen, N. EL ESTUDIO DEL INSTINTO. Ed.. Siglo XXI. México, D.F.
1969.

(10) Erickson, E. INFANCIA Y SOCIEDAD. De. Paidós. Buenos Aires, 1970.

(11) Mejía H., J.M.G. EL ALCOHOLISMO Y LA FAMILIA. Monografía inédita.


Maestría en Orientación y Terapeútica Familiar. UIA-Plantel Laguna. Torreón,
Coah. 1996.

(12) Idem.

(13) Mejía H., J.M.G. .APRENDIZAJES SIGNIFICATIVOS ANTE LA VIOLENCIA


INTRAFAMILIAR: LA VIVENCIA INTERIOR DE LAS “NIÑAS
TESTIGO”. Fragmento de Tesis para obtener el grado de Maestría en
Orientación y Terapeútica Familiar por la Universidad
Iberoamericana, Plantel Laguna.Torreón, Coah, México, 1997.

21
ANTECEDENTES TEORICO-METODOLOGICOS.
Nuestro modelo de “un espacio terapéutico grupal-familiar breve” fue esbozado en
septiembre de 1994
como un alternativa a la psicoterapia individual en la atención a mujeres
maltratadas. En ese momento se eligió el modelo grupal por las siguientes
razones que, aún hoy, son válidas para nosotros:
1o. Por ofrecer mayor capacidad de atención a la demanda de servicios.
2o. Por la posibilidad de combinar con terapia individual, de pareja o familia
según el caso.
3o. Por ayudar a la mujer en su proceso de resocialización y rescate del
aislamiento, al darse cuenta de que “no es la única que vive así”.
4o. Porque brinda la posibilidad de realizar el cuestionamiento del moldeamiento
conductual de ambos géneros por nuestra cultura.
5o. Porque facilita el confrontar a la mujer con su propia codependencia y el
hacer uso del grupo como “espejo consejero” al iniciar la toma de decisiones que

22
suele marcar el momento de autonomía que ella reconoce como “re-habilitación y
recuperación” de sí misma como persona.

La orientación teórico-metodológica que guió la experiencia con el primer grupo


fue el Desarrollo Humano, por considerar que este enfoque facilita técnicas,
lenguaje, forma de análisis y modelaje de relaciones que ayudan a que la mujer
se sienta en una ambiente de respeto y escucha mutua y así llegue a
responsabilizarse de sí misma. La elección de este enfoque fue con el fin de
poder utilizar técnicas de sensibilización, relajación, comunicación, interacción en
grupo y análisis familiar que proporcionaran los siguientes resultados, luego de la
revisión y comentario de la vivencia interior grupal e individual:
- la posibilidad de escuchar y ser escuchada sin juicios ni críticas.
- la puesta en juego de la autobservación y la autoconciencia como guía para el
cambio personal.
- la experiencia de cuestionar los estereotipos en las reglas sociales y creencias
por medio del propio “reglamento grupal”. Este encuadre autogestado en
parte, crear el espacio íntimo dentro del que se intenta un cambio de
comportamiento frente al control social asumido “por su bien”.

La experiencia personal de la terapeuta con este enfoque llevó a la decisión de


realizar procesos grupales “cerrados” para preservar la intimidad, la discreción, el
respeto y promover la pertenencia, factores todos ellos constitutivos de la
Identidad, y que rescatarían a la mujer maltratada del aislamiento que, a fin de
cuentas, es el perpetrador de la recurrencia cíclica a la violencia en cualquier
relación.

También, esa característica del proceso grupal hace posible concretar una nueva
red de relaciones entre las mujeres, la cuál busca consolidarse sobre la base de
una comunicación profunda de sentimientos, emociones y experiencias
compartidas. Es en este último punto que el modelo grupal toma del Desarrollo
Humano un elemento teórico-técnico útil para revisar los aprendizajes
significativos con respecto al manejo de emociones y expresión de necesidades
afectivas.
Para lo cuál, utilizamos un cuadro de Habilidades de Comunicación en las áreas
de Cercanía y Firmeza que es propuesto para autoevaluación durante la segunda
mitad del proceso grupal.
A partir del Enfoque Humanista reconocemos a las necesidades emocionales,
afectivas, sociales, materiales, físicas, etc. que se encuentren insatisfechas en
una relación, como los motores de la frustración y el miedo que siempre están
detrás de todo comportamiento violento.

A nivel de encuadre, el modelo propuesto contaba con un solo dispositivo grupal


integrado como sigue:
A) Se realizaba una entrevista inicial con la mujer, para conocer el motivo de
consulta, situación actual y datos históricos de la relación, contexto familiar, nivel
de tolerancia, áreas de conflicto y, muy especialmente, el objetivo personal de ella
para asistir al grupo.

23
B) El proceso grupal, en esa primera fase, consta de veinte sesiones de dos horas
de duración cada una que se realizaban dos veces por semana, es decir, nos
tomaba diez semanas.
C) El modelo grupal admite nuevos ingresos hasta la tercera sesión, en esta tres
primeras citas se trabaja sobre acuerdos, reglamento, exploración de necesidades
personales y expectativas y nivel de escucha y autobservación.
D) El grueso del modelo grupal, de la sesión cuatro a la dieciséis se integra por
medio de técnicas útiles para el análisis de la vivencia actual de la violencia, la
relación de pareja, la relación con la familia de origen y las figuras parentales,
entre otros temas, buscando aprendizajes significativos o vivencias en las que ha
VIOLENCIA DOMESTICA.

ya quedado fijada la persona por alguna toma de decisiones que buscara evitar la
violencia o rescatar a la persona. Los temas no son introducidos por la terapeuta
sino que se van hilando conforme a lo que el grupo va mencionando por sí solo, la
terapeuta se limita a darle coherencia y a explicitar, para su discusión , lo que el
grupo “trae a la sesión”.
E) El final del modelo, las cuatro últimas sesiones se dedican a concretar toma de
decisiones, a ubicar las fuerzas para ello y para la elaboración más conciente del
proyecto de vida personal.
F) El modelo se cerraba en la entrevista individual realizada al final del proceso
grupal, pero durante éste pareció razonable conceder un mínimo de tres
entrevistas individuales que se integraron al proceso terapéutico, dada la
profundidad a la que pueden trabajarse. Además, como resultado de la evaluación
final, la mayoría de las mujeres necesitaban o demandaron continuar por ambas
vías terapéuticas, lo que le dio al modelo una continuidad que denominamos
Segunda fase.
G) El grupo de Segunda Fase se propuso de tipo Abierto para poder ir integrando
en el mismo espacio-tiempo a todas las mujeres que fuesen egresando del grupo
de Primera Fase y que tuvieran un objetivo redefinido para seguir trabajando
profundidad en su proceso personal,. En dos tres ocasiones, se han integrado
procesos de grupo en Segunda Fase de tipo Cerrado, pues las mismas
participantes del primer nivel solicitan continuar juntas por un tiempo determinado
para seguir con el mismo objetivo que el grupo Abierto.

En cuanto a la elección del Enfoque Humanista no ha sido en el sentido de tratar


de “equilibrar y adaptar a la mujer a su ambiente”, sin simplemente el de apoyarla
en su recuperación humana para hacer uso de sus potencialidades en forma lo
más sana posible, es decir, sin revertir el juego por el poder y convertirse, porque
“ahora es ella misma” en dominadora del hombre. Desde nuestra perspectiva , la
mujer podrá fundar una relación lo más equitativa posible, en la medida que su
“cambio” no sea vivenciado como amenazante para su compañero y encauce la
vivencia de “poder” a un nuevo “poder-hacer para sí”.

24
Ciclo o Círculo de la Violencia
CAVI de la PGJDF

problema
tensión

tensión

incumplimiento agresión verbal


de promesas

agresión
promesas física (estallido
de la crisis)

regalos, atenciones
arrepentimiento

reparación y culpa

25
26
UNA CONSTRUCCION ECLECTICA COMO BASE TEORICA PARA EL TRABAJO
CON VIOLENCIA.

“MODELO TERAPÉUTICO GRUPAL-FAMILIAR BREVE” PORQUE “EL GRUPO”


ES UN HOLÓN QUE CONTIENE LOS SIGUIENTES NIVELES DE LA
REALIDAD:

- MICROSISTÉMICO, COMO ESPACIO REPRODUCTOR DE LAS REGLAS Y


ESTRUCTURAS APREHENDIDAS EN LA FAMILIA.

- EXOSISTÉMICO, PUES POR ESTAR INCLUÍDO EN LOS PROGRAMAS DE


ATENCIÓN DE UN CENTRO GUBERNAMENTAL HA DE CONSTRUIR SU
ENCUADRE SUJETÁNDOSE A LÍMITES Y CONDICIONES INSTITUCIONALES.
ESTE NIVEL DE LA REALIDAD SEÑALA TAMBIÉN LA NECESIDAD DE BUSCAR
QUE LAS ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN SEAN “BREVES” PARA PODER
SATISFACER LA DEMANDA DE SERVICIOS, A LA VEZ QUE SE OBTIENEN
RESULTADOS ACEPTABLES A NIVEL DE CAMBIO PERSONAL Y DE IMPACTO
SOCIAL.

- Y MACROSISTÉMICO POR REPRODUCIR A SU INTERIOR, AUNQUE A


MENOR ESCALA, LA LUCHA POR EL CONTROL Y EL PODER, ASÍ COMO POR
SER ESPACIO DE EXPRESIÓN Y DE INTERACCIONES EN EL QUE SE
MANFIESTAN CREENCIAS, COSTUMBRES, ESTREOTIPOS E IDEOLOGÍAS
ACEPTADAS SOCIALMENTE PARA DEFINIR EL LUGAR DE LA MUJER Y EL
DEL HOMBRE EN NUESTRA CULTURA.

NUESTRA CONCEPCIÓN Y ACCIÓN DE LA PRÁCTICA TERAPEÚTICA

27
* CONSTRUCTIVISMO: ORIENTACIÓN FILOSÓFICA COMO FUNDAMENTO AL
MARCO TEÓRICO ECLÉCTICO.

ELEMENTOS TEÓRICOS * PSICOANÁLISIS Y LOS ENFOQUES


PSICODINÁMICOS.
* DESARROLLO HUMANO.
* TERAPIA FAMILIA SISTÉMICA.
* TERAPIA ESTRATÉGICA.
* PERSPECTIVA DE GÉNERO.
* TEORÍA Y TÉCNICA DEL GRUPO
OPERATIVO.

ELEMENTOS PRÁCTICOS * NEUROLINGÜÍSTICA.


* LA GESTALT.
* LA MEDITACIÓN.
* EXPERIENCIA EN EL DISEÑO Y LA
CONDUCCIÓN DE GRUPOS

ANTECEDENTES TEORICO METODOLOGICOS

A. RAZONES DE NUESTRO “HACER ANTE LA VIOLENCIA”


* CUATRO CONCEPCIONES
* LOS GRUPOSCOMO HERRAMIENTRAS DE TRABAJO

B. EL ROL DEL TERAPEUTA, EL ESPACIO TERAPEUTICO Y SU UBICACION


DENTRO DEL CONTEXTO.
FACTORES: 1. RESPECTO A SU ORIENTACIÓN TEÓRICA, ÉSTA
DEBERÁ LLEVAR A QUE EL PROCESO TERAPÉUTICO CUMPLA CON LO
SIGUIENTE EN LA ATENCIÓN A LOS PARTÍCIPES DE UNA RELACIÓN
VIOLENTA:

A. LES AYUDE A CONTENERSE, ES DECIR, A QUE LOGRAN EL


AUTOCONTROL CON BASE EN EL DESARROLLO DE SUS CAPACIDADES DE
ESCUCHA, DIÁLOGO Y AUTOBSERVACIÓN.

B. LES ENSEÑEN A PENSAR Y HABLAR EN POR SÍ MISMOS, BUSCANDO EL


BASARSE CADA VEZ MÁS EN LA PROPIA VIVENCIA Y EXPERIENCIA.

28
C. LES APORTE UN ESPACIO DE ESCUCHA RESPETUOSA DONDE SE LES
TRATE COMO PERSONAS Y NO COMO “ENFERMOS”.

D. LES PERMITA EXPLORAR LA RELACIÓN CONSIGO MISMOS Y CON LOS


DEMÁS DESDE LA PERSPECTIVA DE UN EJERCICIO FLEXIBLE Y
PARTICIPATIVO DEL PODER.

E. LES AYUDE A ENTENDER LA VIDA Y SUS EXPERIENCIAS CON


PARÁMETROS FLEXIBLES QUE BUSQUEN MÁS LA OBTENCIÓN DEL
RESULTADO ESPERADO, EN VEZ DE RESPONDER ESTEREOTIPADAMENTE
CON BASE EN “RECETAS” Y CLASIFICAR SU EXPERIENCIA O SU
CONDUCTA COMO “BUENA” O “MALA”.

F. LES PERMITA CONSTRUIR UN MEJOR AUTOCONCEPTO DE SÍ MISMOS,


CON MÁS AUTOCOMPRENSIÓN Y CAPACIDAD INTROSPECTIVA.

G. LES FACILITE EL DESARROLLO DE SUS HABILIDADES PARA LA


COMUNICACIÓN POR MEDIO DEL REVISAR CREENCIAS, TEMORES Y
VIVENCIAS SIGNIFICATIVAS DE SU INFANCIA.

H. LES PERMITA EL CUESTIONAMIENTO DE REGLAMENTACIONES


SOCIALES ESTEREOTIPADAS Y LA ELABORACIÓN Y EJERCICIO DE SUS
PROPIAS PROPUESTAS AL INTERIOR DEL PROCESO GRUPAL Y DE SUS
VIDAS.

I. LES ENSEÑE A MARCAR LÍMITES SANOS PARA LOS DEMÁS Y PARA SÍ


MISMOS.

J. LES FACILITE AL REAPRENDIZAJE DE UNA TOMA DE DECISIONES


REFLEXIVA.

Y EN LA LÍNEA DE LOGRAR UNA MAYOR SALUD MENTAL Y EMOCIONAL


INCLUÍMOS CUALQUIER OTRO “ETC.”
.

2. EL MARCO INSTITUCIONAL DE SU LABOR.

- COMO CONTEXTO TERAPEUTICO AMPLIO


-LUGAR DE INTERACCION TERAPEUTICA QUE CONTINUA EN EL
“IMAGINARIO”

LOS GRUPOS SON NUESTRA HERRAMIENTA DE TRABAJO MÁS


PRIVILEGIADA PUES:

A. EL GRUPO ES EL LUGAR ADECUADO PARA LA REVISIÓN DE LA CULTURA


Y LOS APRENDIZAJES SIGNIFICATIVOS QUE DEJA EN SU CRUCE POR EL
INDIVIDUO Y LA FAMILIA.

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B. LOS OBJETIVOS TERAPÉUTICOS DE AUTOCONTROL, DESARROLLO DE
HABILIDADES DE COMUNICACIÓN Y AUTOCONOCIMIENTO, ETC. SE
CUMPLEN MEJOR EN EL ESPACIO GRUPAL, PUES CADA PARTICIPANTE
MODELA Y APOYA A OTROS PARA EL LOGRO DE TAL REAPRENDIZAJE.

C. EL AISLAMIENTO ES UNO DE LOS PERPETRADORES DE LA CONDICIÓN


DE MALTRATO Y DE LA RECURRENCIA DEL CICLO DE VIOLENCIA, CUANDO
LA PERSONA ES CONTROLADA POR EL TEMOR Y LA VERGÜENZA EL
RESULTADO ES QUE SE AISLA. LA PERSONA QUE HA SIDO MALTRATADA
“CREE” QUE SÓLO ELLA SUFRE “EL PROBLEMA”, POR LO QUE AL
PARTICIPAR EN LA INSTANCIA GRUPAL CONFIRMA LA FALSEDAD DE SU
CREENCIA Y SE RESCATA DEL AISLAMIENTO.

D. LA PERSONA AISLADA NECESITA DEL RESTABLECIMIENTO O


CREACIÓN DE SU RED DE RELACIONES INTERPERSONALES EN FUNCIÓN
DE LAS NECESIDADES QUE VA RECONOCIENDO Y SATISFACIENDO POR SÍ
MISMA Y QUE PUEDEN DAR COMO RESULTADO NUEVAS AMISTADES,
MEJORÍA DE SU CAPACIDAD DE RELACIÓN INTERPERSONAL, EMPLEO,
EMPRENDER O CONCLUIR ESTUDIOS, ETC.

E. A LA VEZ, EL GRUPO PERMITE CUESTIONAR LAS CONDUCTAS DE


COMPETENCIA, ENVIDIA, CHISMORREO, JUICIOS, CRÍTICAS Y OTRAS QUE
SON SOCIALMENTE CONCEBIDAS COMO “FEMENINAS” O “MASCULINAS”
PERO QUE SOLO SON, SIN EMBARGO, EXPRESIONES DE CARENCIAS
AFECTIVAS EN EL DESARROLLO PSICOEMOCIONAL LIGADAS AL ROL DE
GÉNERO SOCIALMENTE ACEPTADO.

F. EN EL ASPECTO TÉCNICO, EL TERAPEUTA SE APOYA EN EL NUEVO


“MARCO CONCEPTUAL DE REFERENCIA” QUE SE VA CREANDO POR MEDIO
DE LA DISCUSIÓN GRUPAL; CON ESTA BASE ELIGE INSTRUMENTOS PARA
DAR APOYO A PROBLEMAS ESPECÍFICOS O A ALGUNA CRISIS PERSONAL
O COLECTIVA QUE SE PRESENTE DURANTE EL PROCESO GRUPL.

G. PRIVILEGIAR EL ESPACIO TERAPÉUTICO GRUPAL NO CANCELA OTRAS


POSIBILIDADES, SINO QUE LAS POTENCIALIZA; ASÍ, EL PROCESO
INDIVIDUAL, DE PAREJA O FAMILIA O UNA COMBINACIÓN DE ELLOS,
PUEDEN CONSTITUIR LA ESTRATEGIA COMPLETA DEL ÁREA DE
PSICOLOGÍA PARA UN CASO EN PARTICULAR.

DESARROLLO PERSONAL INTEGRAL:


EL DESARROLLO DE LA AUTOCONCIENCIA Y LA RESPONSABILIDAD CON
EL FIN DE CONSTRUIR Y REALIZAR UN PROYECTO DE VIDA DE LA MUJER
COMO “SER EN RELACIÓN” CON LA NATURALEZA, CON LAS COSAS,
CONSIGO MISMA, CON LOS DEMÁS Y CON “LO TRASCENDENTE” Y QUE SE
EXPRESA POR MEDIO DE SU CUERPO, SU PALABRA, SU SEXUALIDAD, SUS
AFECTOS Y SU BÚSQUEDA DE LIBERTAD.(1)

30
“LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA ES CAMBIAR LA FORMA DE
RELACIONARSE CONSIGO MISMAS Y CON LOS DEMÁS”.

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¿QUÉ ES “EL CONTEXTO”?

MARVIN MINSKY: “CONTEXTO ES EL EFECTO SOBRE EL ESTADO DE ÁNIMO (STAGE OF MIND) DE ALGUIEN
QUE EJERCE TODAS LAS INFLUENCIAS PRESENTES EN UN MOMENTO DADO”.

EN LA GRUPALIDAD E INSTITUCIONALIDAD, DADO QUE AMBAS SE CONSTRUYEN POR LAS REGLAS Y


ESTRUCTURAS QUE RIGEN LA INTERACCIÓN ENTRE SUS MIEMBROS, ENCONTRAMOS QUE “EL CONTEXTO”
ES UNA CREACIÓN COLECTIVA, COMPLEJA, QUE SE INTEGRA A LA VEZ, POR LA INTERACCIÓN ENTRE LA
BÚSQUEDA DEL “CONCENSO” Y LA PERSONAL IDIOSINCRACIA PARA LA REALIZACIÓN DE UNA TAREA.

EL MARCO DE REFERENCIA RESULTANTE DEMUESTRA QUE:


“TODA NUESTRA EDUCACIÓN Y NUESTRA SOCIALIZACIÓN TIENE POR OBJETO EL HACERNOS COMPARTIR LO
MÁS POSIBLE UN CONJUNTO DE REFERENCIAS COMÚN: UN MISMO LENGUAJE, MISMAS COSTUMBRES... SIN
ESTO, PRÁCTICAMENTE, NINGUNA COMUNICACIÓN SERÍA POSIBLE” ; PERO, POR OTRO LADO...

“ CADA INDIVIDUO SE DESARROLLA EN EL INTERIOR DE UNA FAMILIA PARTICULAR, EN UN MEDIO SOCIO-


CULTURAL DEFINIDO. ESTO LE PERMITE CREAR UN SISTEMA DE REFERENCIA, UNA PAUTA (O GUÍA DE
ANÁLISIS) QUE LE ES TOTALMENTE PROPIA”.

FUNDAMENTOS DE NUESTRA PERSPECTIVA TEORICO METODOLOGICA

A. CIRCULARIDAD DE LA VIOLENCIA
PASADO Y PRESENTE EN LA VICITMIZACION
CAUSAS Y CONSECUENCIAS SE SUSTITUYEN

B. NUESTRO ESTILO TERAPEUTICO.


MANEJO DE LA VICTIMIZACION Y POSIBLES CONSECUENCIAS

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* DADA SU REACTIVIDAD, EL HECHO DE SEÑALARLES SU POSICIÓN EMPIEZA A SACARLAS DE ELLA, PUES SE
LES INCITA A “PENSAR” (OBSERVAR, ESCUCHAR) EN VEZ DE SÓLO REACCIONAR.
* EL SEÑALAR LA SITUACIÓN DE INFERIORIDAD TAMBIÉN PERMITE ENFATIZAR QUE EL SUFRIMIENTO ES
TEMPORAL.
* AL SEÑALAR QUE ES UNA CONDICIÓN TEMPORAL, TAMBIÉN SE EXPLICITA QUE ES POSIBLE ACTUAR DE
OTRO MODO, PERO ANTES HAY QUE SER CONCIENTE DE SÍ MISMO Y PENSAR “CÓMO HACERLO”.

AL LLEGAR ELLAS AL PUNTO DE “DARSE CUENTA” DESEAN EMPEZAR A “CAMBIAR” Y EMPIEZAN A INTENTAR
ACCIONES DIFERENTES, EN ESTE MOMENTO EL SEÑALAMIENTO DE DETENERSE SIGNIFICA “HAY QUE
APRENDER A VER, ESCUCHAR Y RECONOCER SUS SENTIMIENTOS ANTES DE DECIR QUE HE CAMBIADO”.
ESTO ES PEDIRLES QUE REVISEN SU SITUACIÓN Y RELACIONES CON SUS PROPIOS MEDIOS, Y SE HACE ASÍ
POR VARIAS RAZONES:
A) PARA NO TOMAR DECISIONES POR ELLAS.
B) CUANDO NO ESTÁN NI LA FAMILIA NI LA PAREJA EN PROCESO TERAPÉUTICO.
C) PORQUE USUALMENTE SE TRATA DE RELACIONES DONDE EL VÍNCULO Y/O EL COMPROMISO CON ÉL HAN
DE MANTENERSE.
D) PORQUE LA ESTRATEGIA SE MANEJA POR MEDIO DE ANÁLISIS DE LA INTERACCIÓN FAMILIA Y ENTONCES
NO SÓLO SE RECONOCEN LOS PROPIOS SENTIMIENTOS SINO QUE SE MUESTRA COMO PUEDEN ESTAR
SINTIÉNDOSE LOS OTROS MIEMBROS DEL GRUPO FAMILIAR.
E) EL CONTROL DE SÍ MISMAS, DE SUS REACCIONES Y DE SU MANEJO DEL TIEMPO SE LES VA HACIENDO
MANIFIESTO.
F) EL MANEJO DE LÍMITES Y LA ACTUALIZACIÓN DE REGLAS EN SUS RELACIONES VA SALIENDO DE LAS
REFLEXIONES Y EXPERIENCIAS DE ELLAS MISMAS

C. APLICACION DE LOS FUNDAMENTOS TEORICO METODOLOGICOS DEL MODELO EN LA INTERVENCION


GRUPAL.
DOS EJES DEL PROCESO GRUPAL:
* MANEJO COMO “GRUPO CERRADO”: REGLAMENTO, ESPACIO PARA MANEJO DE EMOCIONES SON
SEGURIDAD, OBSERVACION DE METAS DE VIDA Y APROENDIZAJES SIGNIFICATIVOS, CICLOS.
* ÉNFASIS EN LAS NECESIDADES PERSONALES INSATISFECHAS: AUTOEXPLORACION PARA LOGRARA
AUTOCONCIENCIA

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EL CIERRE REAL ES LA ENTREVISTA INDIVIDUAL AL FINAL DEL PROCESO: TOMA DE DECISIONES, NUEVO
OBJETIVO O PROYECTO DE VIDA.´PUEDE SER CANALIZADA A SIGUIENTE NIVEL DE GRUPO

LA ELECCION DEL MODELO GRUPAL ES VALIDA POR LAS SIGUIENTES RAZONES:

1. POR OFRECER MAYOR CAPACIDAD DE ATENCIÓN A LA DEMANDA DE SERVICIOS.

2. POR LA POSIBILIDAD DE COMBINAR CON TERAPIA INDIVIDUAL, DE PAREJA O FAMILIA SEGÚN EL CASO.

3. POR AYUDAR A LA MUJER EN SU PROCESO DE RESOCIALIZACIÓN Y RESCATE DEL AISLAMIENTO, AL


DARSE CUENTA DE QUE “NO ES LA ÚNICA QUE VIVE ASÍ”.

4. PORQUE BRINDA LA POSIBILIDAD DE REALIZAR EL CUESTIONAMIENTO DEL MOLDEAMIENTO CONDUCTUAL


DE AMBOS GÉNEROS POR NUESTRA CULTURA.

5. PORQUE FACILITA EL CONFRONTAR A LA MUJER CON SU PROPIA CODEPENDENCIA Y EL HACER USO DEL
GRUPO COMO “ESPEJO CONSEJERO” AL INICIAR LA TOMA DE DECISIONES QUE SUELE MARCAR EL
MOMENTO DE AUTONOMÍA QUE ELLA RECONOCE COMO “RE-HABILITACIÓN Y RECUPERACIÓN” DE SÍ MISMA
COMO PERSONA.

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