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Redondo Augustin. Tradición carnavalesca y creación literaria del personaje de Sancho Panza al episodio de la ínsula
Barataria en el « Quijote ». In: Bulletin Hispanique, tome 80, n°1-2, 1978. pp. 39-70;
doi : https://doi.org/10.3406/hispa.1978.4243
https://www.persee.fr/doc/hispa_0007-4640_1978_num_80_1_4243
34. No hay que olvidar el papel desempeñado por el burro (animal de Prfapo)
como símbolo de la « carnalidad ». En un grabado del siglo xvn, reproducido por
J. Caro Baroja entre las p. 48 y 49 de su libro sobre El Carnaval, el asno es el
compañero del « Homo carnalis ». Por otra parte, el mismo Caro Baroja indica : « Poner
rabos, figuras de asno (...) eran también bromas estereotipadas del Carnaval gallego »
(ibid., p. 89). Hay que advertir que al i entroido » también se le llamaba « Meco »
en Galicia y « de un « Meco » legendario se cuenta que fue hombre de lujuria tal,
que no respetaba ni solteras ni casadas » (ibid., p. 113). En Cataluña, salía asimismo el
monigote del Carnaval montado en un borrico (ibid., p. 108). De todas formas,
no hay que olvidar que el asno era una de las figuras del sistema de la fiesta
carnavalesca (« fiesta del asno », por ejemplo).
35. « A Entroida » debía de poseer las mismas características que « O Entroido »,
así como Teresa Panza es simétrica de Sancho. En una obra teatral titulada Pan-
san, que se representaba en el País Vasco, durante la época de las Carnestolendas,
el personaje principal, Pansart, « príncipe del Carnaval », caracterizado por su
voracidad, tenía una mujer, Pansartina, no menos voraz que él (véase G. Hérelle,
Études sur le théâtre basque..., p. 542).
36. Libro V, cap. i (citamos por la ed. de « clásicos castellanos », t. I, p. 23-24).
37. Sobre la descripción de estas fiestas y las fechas en que se verifican, véase
J. Caro Baroja, El Carnaval, p. 297-300, 301-302, 307-310, 331-333.
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42. Véase la evocación hecha por el mismo Cervantes del actor disfrazado de
« loco », que venía en el carro de Las cortes de la muerte « vestido de bojiganga con
muchos cascabeles y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca,
hinchadas... » (2a parte, cap. xi).
43. Numerosas fueron las prohibiciones de la celebración de los ritos
carnavalescos (a instancias de la autoridad eclesiástica) en la época que nos interesa : 1586,
1599, 1606, 1607, 1608, 1612, 1613, 1624, 1625, 1626, etc.. (Véase Archivo
Histórico Nacional. Consejo de Castilla. Sala de Alcaldes de Casa y Corte- Catálogo por
materias, Madrid, 1925, artículo « Carnaval », p. 109 a-b y 110 a). La frecuencia de
estas prohibiciones indica que no surtieron ningún efecto. En un « auto ordinario
[de 1644] prohibiendo las burlas carnavalescas » encontramos las indicaciones
siguientes : « En la villa de Madrid, a tres días del mes de febrero de mili e
seiscientos y quarenta y quatro años, los señores alcaldes de la casa y corte de Su Magestad
mandaron se pregone en esta corte que ninguna persona sea osada de hazer ni
bender güebos que llaman de azar [azahar] para tirar, ni los tres días de las carnes
tolendas tirarlos ni tirar salvados ni arina ni geringazos de agua ni naranjas ni dar
begigaços ni tirar otras cosas de ningún género... » (A. H. N., Consejo de Castilla.
Sala de Alcaldes de Casa y Corte, año 1644, fol. 84 ; el subrayado es nuestro). En
su Guzmán de Alfarache escribe Mateo Alemán, evocando esta costumbre : « Yo
escapé de la de Roncesvalles, como perro con vejiga... » (Ia parte, lib. II, cap. 7 ;
ed. « clásicos castellanos », t. IV, p. 100). Asimismo, señala Calderón de la Barca
en su entremés Las Carnestolendas : « No hay quien no tema en las
Carnestolendas (...) / las vejigas, de estar aporreadas; / el agua, que la sorba la jeringa... »
(ed. B. A. E., t. XIV, p. 632). Hay que añadir que en Villanueva de la Vera (Cá-
ceres), cuando se ha sentenciado a Pero-Palo, personificación del Carnaval, se finge
a veces que el monigote se resiste y se le golpea con vejigas colgadas de palos ( J. Caro
Baroja, El Carnaval, p. 119). También se utilizan vejigas de puerco hinchadas
en Verín (Orense), en época de Carnestolendas (ibid., p. 361).
44. Véase la nota anterior. En su Marcos de Obregón, y con referencia al Martes
de Carnestolendas, indica Vicente Espinel : «... y en acabándose la grita de
jeringas y naranjazos... » (Ia parte, discurso V; ed. «Clásicos Castalia », t. I, p. 136).
Véase también lo que escribe J. Caro Baroja (El Carnaval, p. 58-59).
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Tiempo es ya de hablar del episodio de la ínsula Barataría.
Ocupa varios capítulos (xlv, xlvii, xlix, li y lui) y
corresponde al gobierno efímero de Sancho, el cual está separado
de su amo y por ello el autor hace alternar la evocación de
la actuación de don Quijote y de su escudero.
59. Véase Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desde fines
del siglo XVI a mediados del XVIII (ed. de Emilio Cotarelo, 2 t., Madrid, Bailly-
Baillière, 1911 ; N. BAE), I, p. 392 b. Rojas utiliza el conocido refrán : « Sancho,
puerco o cochino todo es uno. » También dice algo parecido John Minsheu en uno
de sus diálogos de 1599 : « Tan buena metáfora fue essa, como [la que hizo] aquel
que llamó Rey al que guarda los puercos » (Revue Hispanique, XLV, 1919, p. 102).
60. En el capítulo xlii de la segunda parte, al darle sus consejos de gobierno,
le dice don Quijote a Sancho : « Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana
que quiso igualarse con el buey ; que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda
de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra. »
61. Sobre dicha importancia, véase Claude Gaignebet, Le Carnaval, cap. m :
« La mort du cochon », p. 57-64.
62. Véase, por ejemplo, cómo Cervantes describe a Sancho cuando, al final del
episodio, el gobernador está metido entre dos paveses : « Quedó como galápago
encerrado y cubierto con sus conchas, o como medio tocino metido entre dos arte-
eos... » (Lili, p. 191).
63. Sobre esta tradición carnavalesca, que cuaja también en textos literarios
como los de Rabelais, véase M. Bajtín, El Carnaval, p. 178-180. — Sobre el
derrocamiento y la muerte del Carnaval, véase J. Caro Baroja, op. cit., p. 108 y ss.
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traje de Sancho descrito de la manera siguiente, al pintar su
salida para la ínsula :
debate, véase Jean-Marc Pelorson, Le discours des « Armes » et des « Lettres » et Vépi-
sode de Barataría (in « Les langues néo-latines », 1975, n° 212, p. 40-58).
68. Véase por ejemplo lo que se indica en El baile de los locos de Toledo,
publicado en 1616 en la quinta parte de las « Comedias de diferentes autores » : i Los
locos, con cascabeles / y con varios instrumentos , / vestidos de mil colores ¡ y jirones
muy diversos... » (Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras..., II, p. 485 b). Véase
también lo que escribe Francisco Márquez Villanueva (Personajes y temas del « Qui~
jote », p. 222).
69. El traje de los letrados era un traje negro y talar, que se llamaba loba en
los siglos xv y xvi y que en el libro de sastrería de Francisco de la Rocha Burguén,
Geometría y traza perteneciente al oficio de sastre, publicado en Valencia en 1618
(B. N. M. : R. 2502), lleva el nombre de balandrán. Para tener una idea del traje
de los letrados, véase el retrato de un doctor en Derecho por la Universidad de
Salamanca, pintado por Zurbarán en 1625 (conservado en Boston, en « Isabella
Stewart Gardner Muséum »). — Varios detalles relacionados con la vestimenta los
debemos a doña Carmen Bernis, a quien expresamos aquí nuestro más sincero
agradecimiento.
70. Sobre el gabán como prenda campesina, véase Noël Salomón, Recherches
sur le thème paysan dans la « Comedia » au temps de Lope de Vega (Bordeaux,
Institut d'Études ibériques et ibéro-américaines, 1967), p. 478, 500, 502, etc.. y lo
que dice Covarrubias en el artículo gaván. Acerca del gabán como prenda
fundamental de la indumentaria del loco, véase F. Márquez Villanueva, Personajes y
temas del « Quijote », p. 221-222.
71. La montera, a principios del siglo xvn, era la « cobertura de cabeza » de la
gente del campo (véanse los textos citados por N. Salomón, Recherches sur le thème
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... los que gobiernan, aunque sean unos tontos, tal vez los
encamina Dios en sus juicios (XLV, 19).
80. En el Baile de los Gallos de Luis de Benavente, publicado por primera vez
en 1668, se evocan las Carnestolendas y el autor pone la acotación siguiente : « Salen
al son de atabalillos todos los que hubiere, en caballitos de caña, vestidos de papel,
con cañas y rehileros en las manos, y uno vestido de niño con mantilla y babador... »
(Colección de entremeses..., p. 830 b). También en Madrid, hasta 1936, salía el « niño
llorón » en las mascaradas de Carnaval. De la misma manera, en otras partes, uno
de los disfraces cómicos de la época de Carnestolendas era el de un adulto vestido
de niño con un babador y a veces un chupete en la boca (véanse C. Gaignebet,
Le Carnaval, p. 48 e Y.-M. Bercé, Fête et révolte, p. 31).
81. Sancho le dice exactamente al duque : « Letras (...) pocas tengo, porque
aun no sé la A. B. C. ; pero bástame tener el Christus en la memoria para ser buen
gobernador » (cap. xlii de la 2a parte). Claro está que Sancho utiliza Christus en
el doble sentido de la palabra : el de la cruz que precede al abecedario en la cartilla
de los niños y el de Jesús, refiriéndose de tal modo a la doctrina evangélica.
82. Véase M. Bajtín, La cultura popular, p. 178-179.
83. En sus Diálogos de apacible entretenimiento, publicados en 1605, Gaspar
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de mucho comer y beber vino92. Además, la invasión de la
ínsula por enemigos ficticios evoca una costumbre que
existía hasta hace poco en Galicia, en la comarca de Becerrea
(Lugo) : los hombres de una parroquia, vestidos a modo de
soldados, formaban una mascarada y uno de los días de
Carnaval invadían los campos de la parroquia vecina ; pero la
contienda, a pesar del orden de ataque dado por el invasor,
venía a ser únicamente verbal y graciosa93.
Por otra parte, en época de Carnestolendas, existía el llamado
« juego del tribunal », descrito por Francisco Santos, en el
siglo xvii, en que aparecían un presidente, un relator, varios
abogados, etc. y cuya finalidad era reírse de los
desaprensivos inocentes 94. Pero, sobre todo, en dicha época del ' año
(y en otras) se constituían tribunales populares paródicos que,
remedando la pompa de la Justicia ordinaria, censuraban
burlescamente los hechos atentatorios contra las costumbres
normales y particularmente las que estaban relacionadas con
la moral sexual (infidelidad conyugal, liviandad de las mozas
o atropello de una de ellas, etc...)95. Es lo que pasaba, por
ejemplo, en Valcarlos (Navarra) y en otros lugares96. Y hay
que recordar que uno de los pleitos jocosos que le presentan
a Sancho es el de la mujer forzada (XLV, 20-26). Es menester
106. J. Caro Baroja, El Carnaval, p. 45. — Este autor recoge varios refranes
que corrían por Castilla en época de Correas : « El buen hilar, de San Miguel a
Navidad : de marzo ayuso, no rabea bien el huso » y « Día de Santa Inés, muje'res,
no hiles ».
107. Gonzalo Correas, en su Vocabulario de refranes (éd. Louis Combet,
Bordeaux, Institut d'Études ibériques et ibéro-américaines, 1967), escribe : « Es de
advertir que algunos nombres los tiene rrezíbidos i kalifikados el vulgo en buena
o mala parte i sinifikazión por alguna semexanza que tienen kon otros, por los
kuales se toman » (p. 41 a-b) y en otro lugar (p. 90 b) recoge el refrán siguiente :
« El nonbre sigue al onbre. » Como lo subrayan J. B. Avalle Arce y E. C. Riley,
« ... el nombre personal ha tenido siempre, en la tradición judeo-cristiana, una
cierta cualidad mística y definitoria de la esencia de esa persona » {Don Quijote
in « Suma cervantina », London, Tamesis Books Limited, 1973, p. 49). Véanse
también, sobre el particular, las acertadas observaciones de Claude Gaignebet (Le
Carnaval, p. 163-164).
108. Vocabulario de refranes, p. 467 b.
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109. Ibíd., p. 41 b y p. 467 a-b. — Pedro tiene siempre mala fama ; es lo que
aparece también en los Diálogos de John Minsheu de 1599 : « Porque ni muía mohína,
ni moca Marina, ni moco Pedro en casa, ni Abad por vezino, ni poyo a la puerta,
no es bueno » (p. 106) y « todo eso es como Pedro por demás » (p. 104).
110. En su Vocabulario de refranes (p. 425 a), Correas apunta : « Kon lo que
Pedro adoleze, Sancho — o Domingo — konvaleze ; [o] Kon lo que Pedro sana i
konvaleze, Domingo adoleze. » En el Refranero de Francisco de Espinosa, de hacia
1540 (ed. de Eleanor S. O'Kane, Madrid, Real Academia Española, 1968), el
proverbio aparece (p. 215) bajo la forma : « Con lo que Pedro sana, Domingo adolece ».
En el Refranero del marqués de Santillana publicado en 1541 con una glosa nueva,
el refrán es el siguiente : « Con lo que Sancho sana, Domingo adolece » (Dos
refraneros del año 1541, Madrid, Imprenta de J. Cosano, 1944 ; col. « Libros humildes »,
p. 83).
111. Adviértase que, en el Viaje de Turquía, Pedro de Urdemalas se hace
médico.
112. Véase supra, nota 19. — Hay que indicar que el médico es un
personaje que sale con frecuencia en las mascaradas de Carnaval : véanse Van Gennep
[Manuel..., p. 916 y 920) y A. Varagnac (Civilisation traditionnelle et genres de vie,
p. 87-88). También es preciso añadir que el doctor es objeto de censuras populares
cuando las Carnestolendas : consúltese Pilar García de Diego (Censura popular,
p. 320).
113. G. Correas, Vocabulario de refranes, p. 467 b. También aparece el refrán
bajo la forma : « Pedro, por tí, poko medro. »
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118. Véase 2a parte, cap. lvii : « Ya le pareció a don Quijote que era bien salir
de tanta ociosidad como la que en aquel castillo tenía... >
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Todos tratan cómo se vende la justicia; no hay ley que valga (...)
ni hay favor como un real de a ocho, doblón o escudo...124.
119. Por doña Rodríguez, nos enteramos de que un rico labrador « le presta
dineros [al duque] y le sale por fiador de sus trampas por momentos... » (2a parte,
cap. xlviii).
120. El hijo del labrador rico que le presta dineros al duque ha burlado a la hija
de doña Rodríguez, prometiéndole casarse con ella. Como el aristócrata no quiere
descontentar al padre del joven, no le hace justicia a la dueña (véanse cap. xlviii
y mi de la 2a parte). Los duques afrentarán públicamente a madre e hija (cap. lii)
y se burlarán de ellas (cap. lvi). Tan sólo gracias a don Quijote acabará felizmente
la historia.
121. Piénsese en el lavado de las barbas de don Quijote (2a parte, cap. xxxn),
en el castigo de los 3300 azotes que ha de sufrir Sancho para desencantar a
Dulcinea (cap. xxxv), en la explosión de Clavileño, que hubiera podido acabar de
manera sangrienta (cap. xli).
122. Aunque varias afirmaciones suyas se puedan poner en tela de juicio,
consúltese : Ludovik Osterc, El pensamiento social y político del « Quijote » (México,
Ed. De Andrea, 1963), y más particularmente p. 261 y ss. : « El gobierno de
Sancho. »
123. Véase Parte I, lib. I, cap. i; parte II, lib. II, cap. ni ; etc..
124. Fiel desengaño contra la ociosidad y los juegos (Madrid, Miguel Serrano de
Vargas, 1603), fol. 291 r».
125. Citado por L. Ostero, El pensamiento social y político del « Quijote », p. 224.
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126. He aquí lo que escribe el autor de unas Noticias de la primera mitad del
siglo xvii con relación a esas Carnestolendas : t Martes de Carnestolendas [Io de
marzo] salió la mojiganga de la villa, que en diversidad de trajes y personas,
emblemas y hieroglíficos, sobrepujó a la otra aunque no quizá en el gasto. Estaba
dividida en diferentes cuadrillas (...). Traían todos sus máscaras, encubriendo
con ellas su borrachera ; sus motes y divisas fueron agudas y algunas con gran
aire satírico, como la de la cuadrilla de los escribanos, cuyo letrero decía : « Todos
los de esta cuadrilla / son los gatos de la villa » (...). Entre las demás figuras, había
uno vestido de pieles de carnero, el pelo adentro, y decía su letrero : « Sisas, al-
cavalas y papel sellado / me tienen desollado. » Otro traía muchos hábitos y cruces
de las órdenes y decía el letrero : « Estas se venden » y no causó poca risa ver a uno
con su bonete en traje de teatino que iba huyendo y tras él corriendo el Demonio,
a modo de los que pintan del infierno, con el letrero : « Voy corriendo por la posta /
tras el padre Salazar / y juro a Dios y esta cruz / que no le puedo alcanzar » (...).
No cuento nada de los demás que salieron a esta fiesta vestidos de cardenales,
echando absoluciones y otras cosas, porque dicen que la Inquisición ha reparado
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en ello, y no se atrevió a salir el que había hecho un vestido de papel sellado, por
parecer demasía » (Cartas de algunos padres de la Compañía de Jesús, II, p. 67-68).
127. Véase cap. lx.