Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Canto:
/En el nombre del padre
En el nombre del hijo
Es en nombre del Santo Espíritu estamos aquí/
En el nombre…
Señor Jesús Sacramentado, en esta noche, estamos aquí a tus pies, para contemplar tu gloria, esa que
irradia y llena este lugar. Reconocemos, Señor, de acuerdo a nuestra fe, que estás presente en este
augusto sacramento; por eso, Oh Señor, nos reconocemos como tus creaturas y reconocemos que tú
eres nuestro único salvador y nuestro único Señor; y desde lo más profundo de nuestro ser, te
adoramos; te adoramos porque tú eres nuestro Rey; te adoramos porque tú eres nuestro Redentor; te
adoramos porque tú eres nuestro jefe; el Señor de los Señores y el Rey de Reyes. Te adoramos porque
eres el pan de vida que nos alimenta en nuestro camino hacia ti y por eso te alabamos, bendecimos y
te adoramos.
Contemplación en silencio
Estamos ante ti Señor, postradas ante tu presencia, contemplando la inmensidad de tu amor presente
en el santísimo sacramento de la eucaristía. Tu grandeza ante nuestra pequeñez no hace reconocer
nuestra debilidad ante el pecado. Somos pecadoras, pero confiamos en tu misericordia infinita y en el
poder de tu Santo Espíritu que nos fortalece y nos alienta ante los momentos de debilidad.
Arrepentidas venimos ante ti reconociendo nuestras culpas…
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de
Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos
conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos
para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos
se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único
residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué
cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras
delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a
muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él el que iba a librar a Israel; pero, con todas
estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras
nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron
diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también
algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le
vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y
continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al
acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y
sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se
dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en
el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y
encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino
y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Palabra del Señor…
Interiorización de la palabra
Oremos
Gracias, Señor, por buscarme, por no dejarme solo en el camino. Me conoces y sabes que soy presa
fácil del desánimo y del abatimiento y me cuesta mucho reconocerte en mi oración. Ilumina mi mente
y mi corazón para que sepa descubrirte y experimente esa cercanía que me llena de paz y amor.
Canto:
Den gracias al, al Señor
Porque es bueno, por qué su amor es eterno
Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia
Y su fidelidad es para siempre
Y su gran amor se esparcirá por los siglos amén
Te pedimos humildemente que derrames tu Espíritu Divino sobre nosotros por amor de tu Sagrado
Corazón. Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado han perdido la vida de la gracia. Que acudan
frecuentemente a tu sagrado Altar todos los que se hallan en gracia, para que, participando en tu
Sagrado Banquete, reciban la fortaleza que les haga victoriosos en la batalla de cada día contra el
pecado y así crezcan siempre ante tus ojos en pureza y santidad hasta alcanzar la vida eterna en tu
compañía. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos, amén.
Corazón sagrado de mi amado Jesús: yo, aunque vilísima criatura, te doy y consagro mi persona, vida y
acciones, penas y padecimientos, deseando que ninguna parte de mi ser me sirva si no es para amarte,
honrarte y glorificarte. Esta es mi voluntad irrevocable: ser toda tuya y hacerlo todo por tu amor,
renunciando de todo mi corazón a cuanto pueda desagradarte.
Te tomo, pues, oh Corazón divino, por el único objeto de mi amor, protector de mi vida, prenda de mi
salvación, remedio de mi inconstancia, reparador de todas las culpas de mi vida; y asilo seguro en la
hora de mi muerte. Sé, pues, oh Corazón bondadoso, mi justificación para con Dios Padre, y aleja de mí
los rayos de su justa cólera. Oh Corazón amoroso, pongo toda mi confianza en ti, pues aunque lo temo
todo de mi flaqueza, sin embargo, todo lo espero de tu misericordia; consume en mi todo lo que te
desagrada y resiste, y haz que tu puro amor se imprima tan íntimamente en mi corazón, que jamás
llegue a olvidarte ni a estar separado de ti. Te suplico, por tu misma bondad, escribas mi nombre en tu
mismo, pues quiero tener cifrada toda mi dicha en vivir y morir como tu sierva. Amén.