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La Biblia y la crítica textual

por José A. Fernández

En un texto titulado Conspiración Contra Las Sagradas Escrituras, el


conocido autor Cesar Vidal hace las siguientes afirmaciones:

“Para empezar, hay que señalar desde el principio que tanto el manuscrito
Sinaítico como el Vaticano constituyen textos del tipo que suele denominarse
corrupto. Con esto se quiere indicar que no solo constituyen obras
incompletas, sino que además han sido objeto de alteraciones que invalidan
sustancialmente su valor”

“Además de corruptos, tanto el Sinaítico como el Vaticano son manuscritos


que, en comparación con el TR [Textus Receptus], no solo no resultan
antiguos sino modernos”

“Al hecho de ser textos corruptos y tardíos, el Sinaítico y el Vaticano añaden


otra circunstancia no menos importante. Nos referimos al hecho de que el
Sinaítico y el Vaticano encuentran un apoyo mínimo dentro del conjunto de
manuscritos del Nuevo Testamento griego”

Hace poco Cesar Vidal publicó su Nuevo Testamento Interlineal (Griego-


Español), una traducción en la que utiliza, como fuente griega principal, el
Textus Receptus (TR). En este libro el autor vuelve a repetir las razones que le
llevan a tener una opinión negativa de las nuevas versiones de la Biblia (las
basadas en el texto griego ofrecido por Nestle-Aland), haciendo referencia a la
corrupción del texto alejandrino y a los numerosos cambios que aparecen con
cada nueva edición de la Biblia.
No es la primera vez que he escuchado o leído a Cesar Vidal exaltar el TR por
encima de cualquier otra fuente griega del Nuevo Testamento. En alguna que
otra entrevista ya se ha permitido este autor lanzar algún mensaje al respecto.
Por ejemplo, en una entrevista con fecha del 10 de abril de 2008, el autor dice
en Libertad Digital, preguntado acerca del TR:

“Me temo que no tiene usted mucha idea de lo que es el Textus Receptus. Su
base es la familia de manuscritos denominados bizantinos que fueron
precisamente los más antiguos y los que sirvieron de base para todas las
primeras traducciones de la Biblia a lenguas vulgares”

(Haciendo un inciso, creo recordar que alguna vez leí a Cesar Vidal dar una
visión mucho más positiva de los manuscritos Sinaítico y Vaticano. He
buscado pero no he encontrado la cita; quizá alguien con buena memoria o
buenos recursos pueda encontrarla y ponerla.)

En esta corta columna me gustaría dejar clara la posición de los estudiosos


bíblicos con respecto al estudio crítico y textual de la Biblia. Parece que a
veces, en nuestro afán por publicar libros, o quizá por las prisas o porque
sabemos que temas controvertidos venden más, podemos acabar dando una
visión muy separada de la realidad con respecto a algunos asuntos, inflando
ciertos problemas desproporcionadamente o dando la impresión de que hay
conspiraciones por todos lados que intentan desviarnos de nuestro camino. En
esta columna me quiero centrar en las cuatro acusaciones principales que se
han hecho arriba en contra de textos como el Sinaítico y el Vaticano. Para ello,
me gustaría dejar a un lado las críticas ad hominen que leo en los textos de
Cesar Vidal en referencia a la vida privada de los traductores. Los lectores
pueden sacar sus propias conclusiones acerca de si críticas ad hominen tienen
lugar en este tipo de discusiones. Paso a las cuatro acusaciones:
1. Son textos incompletos.

B.M. Metzgery B.D. Ehrman, autores de The Text of the New Testament, dicen
lo siguiente acerca del códice Sinaítico:
“[Este códice] estuvo formado en algún momento por toda la Biblia… Hoy,
aunque partes del Antiguo Testamento han sido destruídas, afortunadamente el
códice contiene todo el Nuevo Testamento. De hecho, el códice Sinaítico
contiene la única copia completa del Nuevo Testamento griego en letra
mayúscula”

Esta es una de las razones que provocan que este códice tenga una posición de
primacía en la lista de manuscritos mayúsculos que estos eruditos ofrecen en
su libro. El códice Vaticano también contiene buena parte del Nuevo
Testamento, a excepción de las últimas páginas.

Por otro lado, si tenemos que hablar de textos griegos incompletos, es


importante analizar la historia de la creación del TR, ya que la lista de
manuscritos griegos que utilizó Erasmo para hacer su publicación de textos no
era precisamente muy completa. Para el libro de Apocalipsis, por ejemplo,
sólo dispuso de un manuscrito, datado en el siglo XII, que había tomado
prestado de un amigo. Desafortunadamente el manuscrito no estaba completo,
obligando a Erasmo a traducir del latín al griego los últimos 6 versículos del
libro (provocando así que algunas de las lecturas ofrecidas por esta versión
bíblica no tengan ningún testigo griego). Y no es esta la única vez que Erasmo
decidió traducir del latín al griego para completar la versión griega. El que no
lo crea, que busque en su Reina Valera de 1960 (RV60) el texto de Hechos 9:6
y lo compare con la versión que ofrece la Nueva Versión Internacional (NVI)
(¡las palabras añadidas por la RV60 no aparecen en ningún manuscrito
griego!).

2. Son textos corruptos.

Ya a mediados el siglo III, Orígenes dice lo siguiente:

“Es un hecho evidente en nuestro tiempo que hay una gran diversidad entre
los manuscritos, debida a la negligencia de los escribas, a la audacia perversa
de los que corrijen el texto o al hecho de que algunos añaden o suprimen a su
gusto, instituyéndose a sí mismos como correctores”

Desde la época de Orígenes esta diversidad ha continuado aumentando. Dado


que no disponemos de los manuscritos originales, todos los manuscritos que
tenemos han sido copiados de versiones anteriores. Numerosos estudios han
mostrado la facilidad con la que errores, intencionados o no, son introducidos
en estas copias. De esta realidad tampoco escapan los textos de la familia
bizantina. Según Metzger y Ehrman:

“Parece que los editores bizantinos crearon su texto tomando elementos de


otras tradiciones, eligiendo variantes de entre las que estaban a su
disposición… Aquellos que compusieron este texto durante un periodo largo
de tiempo, intentaron suavizar las durezas del lenguaje, combinaron dos o más
lecturas divergentes para formar una sola lectura expandida, y armonizaron
textos paralelos divergentes. Estas características convirtieron este texto en
uno tan popular que ya en la Edad Media era el texto de elección de los
copistas”
Esto pareció suceder, por ejemplo, con la oración de Jesús en Mateo 6 y Lucas
11. Es solamente a partir de 1881 que una Biblia protestante inglesa presentó
versiones de la oración en buena medida divergentes entre los dos evangelios
(el texto revisado, el que ofrecía versiones divergentes de oraciones de Jesús,
se basaba en el texto ofrecido por Westcott y Hort). Y con razón: para copistas
y editores que consideran que la Biblia ofrece las palabras directas y ciertas de
Jesús, cuanto más similares sean las versiones presentadas por Mateo y Lucas,
mucho mejor. Y para estas personas cualquier intento de separar dichas
versiones ha de ser interpretado como un intento hereje o liberal de
desprestigiar la autoridad de la Biblia.

Lo mismo que en el caso de las versiones inglesas ocurre si comparamos las


oraciones de Jesús ofrecidas por la RV60 y por la NVI. Resulta que la versión
de la oración en Lucas ofrecida por RV60 es más larga y mucho más parecida
a la versión de Mateo que la que ofrece la NVI. ¿Dónde radica el problema?
El problema viene de que la versión de los evangelios ofrecida por Erasmo
está basada en un solo manuscrito del texto bizantino datado entre los siglos
XI y XII (aunque se apoyó de un par más). La tradición bizantina recibió y
aceptó una versión de la oración de Lucas que la armonizaba con la versión de
Mateo. El descubrimiento de nuevos manuscritos más antiguos y las
discrepancias observadas con la tradición bizantina provocaron la revisión de
esa versión. Hoy día la gran mayoría de estudiosos textuales bíblicos aceptan
la versión corta de la oración en Lucas como superior a la larga (con muy
buenas razones).

3. Son textos tardíos.


Vale la pena recordar que tanto el códice Sinaítico como el Vaticano son del
siglo IV. Con respecto al texto bizantino Metzger y Ehrman dicen lo siguiente:

“Practicamente todos los críticos ven el texto bizantino como un texto tardío
en la historia de la transmisión de textos. Algunos estudios recientes muestran
que citas de este texto pueden ser datadas hasta el siglo IV en escritores como
Basilio el Grande o Crisóstomo, pero que su forma final supone un desarrollo
de la tradición… El manuscrito de esta familia más antiguo es el códice
Alejandrino, del siglo V (aunque sólo es testigo de los evangelios)”

Volviendo al ejemplo concreto de la oración de Jesús en los evangelios, el


testigo más antiguo que tenemos de la versión corta de Lucas es el papiro P75,
datado entre los años 175 y 225 d.C. La versión ofrecida por el códice
Vaticano es idéntica a la de P75. Por otro lado, el testigo Bizantino más
antiguo de que disponemos que apoya la versión de la oración larga en Lucas
es el códice Ephraemi Rescriptus, datado en el siglo V.

4. Son textos que no tienen el apoyo de la mayoría.

Los factores históricos que llevaron a los textos bizantinos a convertirse en los
textos preferidos por la mayoría han sido analizados por muchos historiadores.
Según mencionan Metzger y Ehrman en su libro:

“Este es el texto que se hizo popular en Constantinopla, desde donde se


distribuyó al Imperio Bizantino (donde el lenguaje griego fue preservado). Por
tanto, no es sorprendente que fuese el texto que vino a dominar la tradición
textual griega desde el siglo VII en adelante y que la mayoría de las variantes
provengan de este tipo de texto”
Sin embargo, desde hace muchos años los estudiosos bíblicos saben que es un
error suponer que la mayoría de los manuscritos determinan qué variante
bíblica es más próxima al original. Este punto también es mencionado por
Metzger y Ehrman:

“El hecho de que la mayoría de textos provengan del texto bizantino no es una
señal de su superioridad cuando se trata de determinar el texto original. Para
ese fin, otras formas textuales antiguas, especialmente la alejandrina, se
consideran hoy muy superiores”

Este hecho es evidente si miramos, una vez más, al ejemplo concreto de la


oración de Jesús. Si consideramos por un momento la versión de la oración de
Jesús que aparece en Mateo 6, los códices Sinaítico y Vaticano, junto con
algunos otros, no contienen ninguna doxología en 6:13. Sin embargo, la forma
más conocida de la oración (la recitada en muchas iglesias) y la que más
testigos textuales tiene es la versión larga con la doxología. De todos los
manuscritos que apoyan la versión larga, el más antiguo es el códice
Washingtonianus, de finales del siglo IV o comienzos del V (el texto bizantino
en este pasaje de Mateo). Sin embargo, las evidencias hoy apuntan a que la
doxología fue una interpolación introducida en la versión de Mateo.

Para concluir, a la hora de investigar los textos bíblicos para decidir entre
variantes textuales conviene tener algunas reglas en mente. Menciono
solamente dos aquí:

1. Es siempre preferible aquella variante capaz de explicar las demás. Por


ejemplo, en general los copistas bíblicos aclaran y alargan textos en lugar de
hacer lo contrario. Por tanto, suelen ser preferibles las lecturas cortas y más
oscuras.

2. Una variante apoyada por la mayoría de manuscritos puede ser inferior a


otra apoyada por uno solamente. Siempre es posible que un cambio haya sido
copiado por una gran cantidad de manuscritos.

Sin embargo, es importante recordar que ni siquiera estas reglas aportan


soluciones definitivas y seguras siempre. En muchas ocasiones resulta difícil o
imposible decidir qué variante es más probable. Por tanto, cada texto bíblico
ha de ser examinado a la luz de las nuevas fuentes y evidencias disponibles y
en cada caso es necesario encontrar conclusiones adaptadas a cada situación.
No debería existir, por tanto, una posición dogmática en contra o a favor de
una compilación determinada de textos o de una versión bíblica determinada.
Podemos tomar como norma general la posición de precaución que se nos pide
en la introducción a la edición 27 del texto griego Nestle-Aland:

“[Este texto] busca que el lector desarrolle una apreciación crítica de toda la
tradición textual… Este texto debería ser entendido como un texto en
construcción… no debe ser considerado como definitivo, sino que debe ser
entendido como un estímulo que ayude a redefinir y verificar el texto del
Nuevo Testamento”

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