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Manuel Carrasco: “Fueron muchos años de tragármelo todo. No era feliz.

Fue
cuando decidí ir a terapia”

El cantante andaluz ha protagonizado una larga travesía hacia la felicidad. Dentro de una
semana llena el Wanda Metropolitano con 50.000 personas

CARLOS MARCOS
MADRID 23 JUN 2019 - 17:50 CEST

Manuel Carrasco posa en exclusiva para ICON la semana


pasada en Madrid. Foto y vídeo: Saúl Ruiz
Se llama Dulce y a ella le debe mucho Manuel Carrasco. Dulce
está ya jubilada, pero durante cuatro años se empleó a fondo
profesionalmente para tratar de que el cantante andaluz localizara
a sus demonios interiores y, una vez encontrados, los domara para
poder convivir con ellos. Porque estos miedos nunca desaparecen. Dulce fue la terapeuta psicóloga
de Carrasco. Sin ella probablemente el artista no hubiese llegado a lo que pasará dentro de una
semana (el 29 de junio): llenará el Estadio Wanda Metropolitano con 50.000 personas.
Hace aproximadamente un año, Manuel Carrasco (Isla
Cristina, Huelva, 1981), ya convertido en estrella de la " No disfrutaba haciendo discos ni en el
música española, fue a visitar a Dulce. “Quería decirle lo escenario. No era feliz. Y me
bien que me iba, agradecerle. Ella está muy alejada de preguntaba: ‘¿Me merece la pena?’.
Fue justo cuando decidí ir a terapia”.
todo. Sabía que seguía en la música, pero poco más. Así
que se lo conté”, señala el músico onubense.
Sentando en un sofá en un local de Madrid, la ciudad donde vive con su pareja (la periodista
Almudena Navalón) y su hija de dos años, Chloe, Carrasco relata la situación que casi le incita a
dejar la música: “Me lo quedé todo dentro. Fueron muchos años de tragármelo todo. No disfrutaba
haciendo discos ni en el escenario. No era feliz. Y me preguntaba: ‘¿Me merece la pena?’. Fue justo
cuando decidí ir a terapia”.
El cantante se refiere a dos circunstancias con las que ha tenido que fajarse para poder mantener
la estabilidad. La primera cuando vivió en primera persona el lado más perverso de la fama, cuando
salió de Operación Triunfo y se vio rodeado de tiburones que sabían lo que él debía hacer. La
segunda es una más personal: su pavor a la fama, tanto que le atenaza, muchas veces alentado por
una timidez extrema.
Habla de 2002, cuando participó en la segunda edición de Operación Triunfo y quedó segundo.
Nada más terminar la final empezaron a pasar cosas: “Llega un momento en el no controlas tu vida.
Hay gente que la controla. Te dicen lo que tienes que hacer: por aquí no vayas, por aquí sí. Cuando
yo preguntaba algo ya estaba hecho. ‘¿Pero qué está hecho? ¿El disco? Es que no estoy de acuerdo
con ese disco’. Muchas veces me dije: ‘Mira, esto no me merece la pena, me marcho para casa’.
Tuve ataques de ansiedad… Lo pasé mal, muy mal”.
El cantante afirma que no quiso involucrar a su familia, que prefirió pasarlo solo, viviendo en
Barcelona (exigencia de la discográfica). Lo que está
contando Carrasco no ha cambiado mucho en la "No fui muy de drogas. Más con el
actualidad. Se hace de forma más sutil, menos brava, pero alcohol. Recuerdo que bebía White
la manipulación es la herramienta que se impone a estos Label con Seven Up. Que lo pienso
artistas neófitos que en algunos casos no han realizado ni ahora y es colonia, por Dios".
un concierto y se encuentran con una fama colosal. Con
el segundo disco, el artista decidió coger las riendas. Se fue a su casa y compuso hasta el
agotamiento. “Hice un montón de canciones: no eran las mejores, pero eran las mías”, dice. Y ahí
despegó todo.
Para conocer la personalidad de Carrasco hay que mirar a Punta de Caimán, el barrio de Isla
Cristina (Huelva) donde creció. Olor a mar, familias humildes numerosas (la suya, de cinco
hermanos), alto nivel de abandono escolar (Manuel es el único de sus hermanos que llegó a 8º de
EGB), vida callejera, profusión de buscavidas, padres pescadores, madres amas de casa… Un día
lluvioso de invierno, un delgadito crío de ocho años corría por las calles del barrio. Un coche avanza
sin precaución y, ¡zas!, le embiste. El chaval era Manuel Carrasco. Se le descolocan tres vértebras.
Pasa un mes en el hospital. Cuando sale, lo hace con un aparatoso corsé que le cubre desde el
cuello hasta la cintura. Lo tendrá que llevar tres años. Sufre el pitorreo de otros niños. Al recordarlo
el cantante no dramatiza: “Había otro chico que llevaba una pierna con un aparato. Éramos los
dos robocops. Ya sabes, los niños… Pero no tengo la sensación de haber sido excluido”. Hubo
juicio y la familia Carrasco acabó con un millón de pesetas. “Para nosotros eso era una locura”,
exclama el cantante.
Era un crío frágil, tímido, que pronto se tuvo que buscar la vida. No recuerda a sus padres yendo a
reuniones del colegio. No podían. Su padre se ausentaba 15 días al mes en la mar. Su madre
trabajaba en el campo. Era un chaval sensible, con una timidez extrema que le dificultaba adaptarse
a las cosas. Pero la calle le endureció. Al acabar 8º de EGB cursó Formación Profesional (FP) en
Electrónica. Tampoco era lo suyo. Acabó como pintor de brocha gorda. Sus tres hermanos varones
siguen trabajando con la brocha; su hermana se gana el sueldo en una tienda.
De los 16 a los 20 vivió su etapa gamberra. Fumar, beber, algunos robos en huertas ajenas.
¿Drogas? “Bueno, había de todo un poco en el aire… Tampoco fui muy de drogas. Más con el
alcohol. Recuerdo que bebía White Label con Seven Up. Que lo pienso ahora y es colonia, por Dios.
No sé si en los sitios de puerto de mar se bebe más, pero… Allí se bebía tela. Eran unos buenos
trastos”. Reconoce que se cuidaba poco cuando llegó la oportunidad de los castings de Operación
Triunfo. Ahí decidió cambiar un estilo de vida que él denomina "destroyer".
Dejó de fumar y de beber y casi inmediatamente su voz subió dos tonos. “Me dije: ‘Tengo una
oportunidad en esta vida, que por mí no quede’. Iba a los botellones y en lugar de irme a las ocho
de la mañana, como siempre hacía, me aburría y me iba a las dos. Todos mis amigos estaban con el
puntito y yo me aburría. Bebía agua o refrescos. Es que sentía que me iba a cambiar la vida con la
participación en OT. Sentía miedo, sentía vértigo por todo lo que me iba a pasar. Pero era una
oportunidad que no iba a dejar pasar. Y mi vida no volvió a ser la misma”.
Lo primero que hizo cuando empezó a ganar dinero de verdad con la música fue pagar la hipoteca
de la casa a sus padres. A continuación, les compró una casa nueva. “Todo eso antes de tener yo
casa. Sentía esa necesidad. Me sentía en deuda con ellos. Tengo una sensación de que estas cosas
no suelen pasar en los sitios donde yo me he criado. Las grandes capitales se ven muy lejos desde
donde yo soy”, explica, con los ojos acuosos de la emoción.
Y cuando todo parecía que iba de maravilla… Los demonios. “Estoy en una profesión que voy contra
natura. No soy el tipo que quiera ponerse ahí en medio, no. Pero lo tengo que hacer. De alguna
manera quería ser artista, pero no me hacía feliz. No disfrutaba haciendo discos ni en el escenario”.
Es cuando entra en escena la psicóloga, Dulce, que estará con él cuatro años: de 2012 a 2016. “Y
cambió mi vida. Me ayudó muchísimo. Además, leí bastante sobre el autoconocimiento, libros de
autoayuda. Me empecé a conocer, a ubicar las cosas. Al
"Cualquiera podría pensar: ‘Joder, con miedo hay que enfrentarse y mirarlo a los ojos. En esta
lo bien que te va, tío, ¿te sientes así?’. profesión no te puedes fiar. Es una profesión donde te
Pues sí. Todo lo que me pasa es motivo regalan el oído, vives en un lugar falso de brillo, luces. No
suficiente para sentirme feliz, pero a es un mundo real. Te rodeas de mucha gente que siempre
veces no es así". quiere algo”, explica.
Un tipo de cuna humilde y carácter tímido que se tiene
que enfrentar a la fama, ser el centro de atención, estar a la altura, exigirse lo máximo. Lo ha
conseguido, pero siempre está alerta. “Tengo el miedo siempre muy presente. Convivo con él. Es
una pregunta que siempre está en mi cabeza: ¿Merece la pena esta vida?”.
Este sentimiento tortuoso queda reflejado en algunas de sus letras. Quizá la más terrible sea
este extracto de su canción Siendo uno mismo: “Porque cuando me siento débil, aún sigo
queriendo, queriendo matarme”. El cantante la explica: “Es una manera de decir que continuamente
hay una exigencia personal en todo lo que hago, y continuamente estoy juzgándome. Cualquiera
podría pensar: ‘Joder, con lo bien que te va, tío, ¿te sientes así?’. Pues sí. Todo lo que me pasa es
motivo suficiente para sentirme feliz, pero a veces no es así. Sientes una carga de exigencia muy
grande. Estoy muy expuesto personalmente y tengo la sensación de que tienes que ser lo más de
verdad posible”.
Cuando habla de exposición no exagera. Manuel Carrasco está protagonizando la gira más
multitudinaria del momento: 10.000 personas en Bilbao, 50.000 en Sevilla, 50.000 en el
Metropolitano de Madrid. En ellos presenta su último disco, La cruz del mapa, y da un repaso a
una carrera de 15 años y ocho álbumes. “Después de lo que te he contado me parece que mi
historia es muy a tener en cuenta. No lo he tenido nada fácil”,
Solo espera que la noche antes de los conciertos su hija Chloe no haga lo mismo que ha hecho el
día antes de la entrevista: “A las tres de la mañana le ha dado por cantar la canción de Dumbo”, dice
con una sonrisa.

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