Sei sulla pagina 1di 167

Entre el orden y el caos: la complejidad.

El Universo, la Tierra, el ser humano... sur­


gieron de un estado inicial de desorden o
caos, así lo imaginaron las antiguas cos­
mologías, y también la Biblia: "la Tierra es­
taba informe y vacía, y había oscuridad
sobre la haz del abismo, y el Espíritu de
Dios se cernía sobre la haz de las aguas",
para establecer el orden.
A lo largo de milenios el hombre ha ido
descubriendo, a través del razonamiento
científico, que detrás del aparente desor­
den o complejidad de la naturaleza exis­
ten comportamientos iterativos — que se
repiten— ordenados y regulares, que se pue­
den registrar, predecir, cambiar y explotar,
esto es, son dinámicos. Como señala Gali-
leo: "el libro de la naturaleza está escrito
en lenguaje matemático."
En esta obra el autor describe el lenguaje característico — ecuaciones no li­
neales— de estos sistemas, llamados caóticos — que están entre el orden en el
que nada cambia y el estado de total desorden—, así como los diversos méto­
dos que se utilizan para estudiar su comportamiento. Esta nueva línea de investi­
gación en el campo de las matemáticas, que se inició hace apenas tres décadas,
"el estudio del caos", emplea un enfoque diferente. Utilizando las leyes conocidas
de la física y con la ayuda fundamental de la computadora analiza, por ejemplo,
cómo aplicando la iteración y autosimilitud a ecuaciones simples, es decir
a través de una representación matemática, se originan bellas formas fractales, o
CD
como árboles, montañas, nubes, etc., muy semejantes a las que vemos en la na­ O
turaleza.
La complejidad constituye, pues, el nuevo desafío para la ciencia. En este
campo, investigaciones matemáticas actuales se están aplicando también para
explicar fenómenos en los procesos fisiológicos y neurobiológicos rítmicos,
como las arritmias del corazón, y en las ciencias sociales, como los mercados fi­
■Q -
nancieros. .O

Moisés José Sametband fue físico investigador de la Comisión Nacional de Ener-¡


gía Atómica de Argentina.

•••• 9 789681 660512


SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA
EONDO DE CULTURA ECONÓMICA
CONSEJO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
La C iencia
p ara Todos

La colección La C iencia desde M éxico, del F on d o d e Cul­


tu ra E conóm ica, llevó, a p a rtir de su n acim ien to e n 1986,
u n ritm o siem pre ascendente que su p eró las aspiraciones
de las personas e instituciones que la h iciero n posible:
n u n c a faltó m aterial, y los científicos m exicanos d esarro ­
llaro n u n a notable lab o r e n u n cam po nuevo p a ra ellos,
escribir de m odo que los tem as más com plejos e inaccesi­
bles p u d ie ra n ser en ten d id o s p o r los jóvenes estudiantes
y los lectores sin form ación científica.
Tras diez años de trabajo fructífero se h a p en sad o
a h o ra d a r u n paso ad elan te, e x te n d e r el en fo q u e d e la
colección a los creadores de la ciencia que se hace y p ie n ­
sa en len gua española.
Del Río Bravo al C abo de H o rn o s y, cru zan d o el
océano, hasta la P enínsula Ibérica, se e n c u e n tra e n m ar­
cha u n ejército com puesto de u n vasto n ú m e ro de inves­
tigadores, científicos y técnicos, que d ese m p e ñ an su
lab o r en todos los cam pos de la ciencia m o d ern a, u n a
disciplina tan revolucionaria que h a cam biado en co rto
tiem p o n u estra form a de p e n sa r y observar todo lo que
nos rodea.
Se trata ah o ra no sólo de e x te n d e r el cam po de acción
de u n a colección, sino de p e n sa r u n a ciencia en n u estro
idiom a que, im aginam os, te n d rá siem pre en c u en ta al
h o m b re, sin deshum anizarse.
Esta nueva colección tiene com o fin p rincip al p o n e r el
p e n sam ien to científico en m anos de los jóvenes que, si­
g u ien d o a R ubén D arío, a ú n h ab lan en español. A ellos
tocará, al llegar su tu rn o , c re ar u n a ciencia que, sin des­
d e ñ a r a n in g u n a otra, lleve la im p ro n ta de nuestros
pueblos.
EiTM EL ORDEN Y EL CAOS:
Lq complejidad
C om ité de Selección

Dr. A ntonio Alonso


Dr. Francisco Bolívar Zapata
Dr. Javier Bracho
Dr. G erardo Cabañas
Dr. Jorge Flores Valdés
Dr. Juan R am ón de la Fuente
Dr. Leopoldo G arcía-C olín Scherer
Dr. Tomás Garza
Dr. Gonzalo Halffter
Dr. Jaim e M artuscelli
Dr. H éctor Nava Jaimes
Dr. M anuel Peim bert
Dr. Julio Rubio O ca
Dr. José Sarukhán
Dr. G uillerm o Soberón

C oordinadora:

M aría del C arm en Farías


Moisés José Sometbond

ENTRE EL ORDEN
Y EL CAOS:
Lo complejidad

••••
lo
cíencía/167
poro rodos
Primera edición (Breviarios de Ciencia Contemporánea), 1994
Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1999

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


—incluido el diseño tipográfico y de portada—,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del editor.

La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al


que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de
Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

D.R. © 1994 F ondo de C ultura E conómica de A rgentina, S. A.


Suipacha 617; 1008 Buenos Aires
Asociación Ciencia Hoy
Corrientes 2835, cuerpo A, 5° A; 1193 Buenos Aires

D.R. © 1999 F ondo de C ultura E conómica


Carretera Picacho-j^usco 227, 14200 México, D.F.

ISBN 950-557-207-7 (p rim e ra edición)


ISBN 968-I6-6051-X (seg u n d a edición)

Impreso en México
IN TROD U CCIO N

H a n pasado tres décadas desde q u e se inició u n a nu ev a lín e a


de investigación científica llam ada “teo ría d el caos”.
A d iferen cia de lo q u e o c u rre en otros cam pos de la física,
com o la m ecánica cuántica, las investigaciones so b re las p a r­
tículas fu n d am e n ta les q u e constituyen la m ate ria o las teorías
so b re el o rig e n del U niverso, se está in te n ta n d o ap licar esta
“ciencia del caos” a m uchos eventos vinculados d ire c ta m e n te
con la e x p erien cia h u m a n a h abitual, y explicar así fen ó m e n o s
tan disím iles com o las arritm ias en el fu n c io n a m ie n to del
corazón, o aspectos de la e c o n o m ía com o las fluctuaciones de
la bolsa de valores, o tam b ién la a p arició n d e la vida so b re la
T jprra, adem ás del c o m p o rtam ie n to de los sistem as físicos di­
nám icos con u n n ú m e ro elevado de c o m p o n e n te s co m o p u e ­
d e n ser la atm ósfera o u n líquido e n estado tu rb u le n to .
El físico J o se p h Ford, p ro clam ó en u n artícu lo d el libro The
New Physics la nueva ciencia del caos com o “el co m ienzo d e la
te rc e ra revolución de la física del p re se n te siglo”, sien d o las
dos an terio res la teo ría de la relatividad y la teo ría cuántica.
P arece a ú n p re m a tu ro , sin em bargo, darle la c a te g o ría de
te rc e ra revolución de la física, ya q u e a d iferen cia d e los otros
dos casos n o es correcto h ab lar de u n a “teo ría del caos”, teo ría
q u e a ú n n o existe. Se tra ta de u n a nueva y m uy p ro m iso ria
m a n e ra de aplicar las leyes conocidas d e la física, co n la ayuda
fu n d a m e n ta l de la c o m p u ta d o ra , a fen ó m e n o s m uy variados
q u e abarcan, adem ás de los tradicionales en física, a los que se
p re se n ta n e n las ciencias biológicas y las ciencias sociales,
siem p re y c u a n d o se les p u e d a e n c a ra r com o si se tra ta ra de
sistem as dinám icos com plejos.
E n la física se está trab ajan d o c o n in te n sid a d c re c ie n te e n
los tem as de m edios d eso rd en ad o s y de sus p ro p ie d a d e s espe­
cíficas, de g ran interés científico y tecnológico.
P ero hay q u e evitar las confusiones q u e se p u e d e n g e n e ra r
a lre d e d o r de este tem a, e n particular, p o r las expectativas que
p u e d e d e sp e rta r el estudio del caos en los q u e tra b a ja n en
otros cam pos del conocim iento.
E n rea lid a d aparece a q u í u n p ro b le m a d e in te rp re ta c ió n ;
e n tre q u ien es n o están fam iliarizados co n las ciencias físicas o
m atem áticas — y d eb id o e n p a rte a las declaracio n es de algu­
nos científicos—■se h a instalado u n a especie de m ito lo g ía del
Caos o D eso rd en , que asigna u n significado tra sc e n d e n te al
azar (real o a p a re n te ) de la n atu raleza, y que p ro cla m a la
m u e rte definitiva del d eterm in ism o , c u a n d o to d o in d ica que
p a ra los sistem as caóticos sigue siendo válido el d eterm in ism o ,
si b ie n se re q u ie re u n a descripción p robabilística d e su com ­
p o rta m ie n to .
D e m a n e ra sim ilar a lo que o cu rrió con la teo ría de las catás­
trofes d esarro llad a p o r R ené T h o m — q u e fue u n p rim e r in ­
te n to de e stu d ia r m atem áticam en te ciertos fen ó m e n o s com ­
plejos— hay q u ien es esp eran q u e el estudio del caos p e rm ita
d e s e n tra ñ a r los m isterios de las g ran d es tran sfo rm acio n es so­
ciales o de la relació n e n tre las red es n e u ro n a le s y la psi­
cología, y tam b ié n h a d e sen c a d e n ad o fo rm id ab les especula­
ciones so b re el significado del tiem p o y del d e so rd e n e n el
U niverso.
P o r supuesto que es m uy beneficiosa la ex ten sió n de los des­
c u b rim ien to s realizados en u n cam po del c o n o c im ie n to a
otras áreas, p e ro c u a n d o se trata, p o r ejem plo, del c o m p o r­
tam ie n to h u m a n o , individual o colectivo, q u e tie n e u n a com ­
p lejid ad in co m p a ra b lem e n te m ayor que la de los sistem as fisi-
cos, esa ex ten sió n d eb e hacerse con m u ch a p ru d e n c ia , y en
g en eral sólo p u e d e te n e r u n carácter de analogía.
Así, p u e d e resu lta r fru ctífero e n c a ra r la psicología d e u n
g ru p o fam iliar ap licando ciertas pautas q u e tie n e n analogías
c o n las de sistem as dinám icos físicos, p e ro difícilm en te p u e d a
trabajarse en este tem a ap lican d o la m atem ática d el caos, y
bu scan d o dim ensiones fractales y atractores extraños.
D eb ería evitarse la utilización de u n lenguaje q u e parezca
a trib u ir u n alcance m ágico al “caos”: en los textos científicos,
este co n cep to tien e u n sentido preciso, que nos rem ite a fen ó ­

8
m enos com plejos, p a rtic u la rm e n te difíciles de fo rm u la r m ate­
m áticam en te, p e ro que n o m anifiestan, en p rin c ip io , relació n
alg u n a con el Caos p rim o rd ia l co n ceb id o p o r las antiguas
m itologías.
Es im p o rta n te d ejar en claro q u e las leyes fu n d am en tales de
la física siguen rig ie n d o y q u e el b e c b o d e q u e se utilicen,
com o verem os, las características estadísticas para p red e c ir com ­
p o rta m ie n to s n o es u n “d ram a ep istem o ló g ico ” com o algunos
b a n sugerido.
La fu erte carga em o cio n al q u e tien e la p a la b ra caos es en
p a rte la causante de las confusiones antes m en cio n ad as, y ba
c o n trib u id o a ello el b e c b o de q u e a ú n n o está d efinitivam en­
te establecido el n o m b re de esta nueva disciplina.
H ace tre in ta años, c u a n d o com enzó a d esarrollarse, se h a ­
blaba de la “ciencia del caos”, que p ro n to pasó a d en o m in a rse
“caos d e te rm in ista ”, p a ra diferen ciarlo del caos p ro d u c to del
p u ro azar. A ctualm ente tien d e a afianzarse la p alab ra “co m p le­
jid a d ”, que designa el estudio de los sistem as d inám icos que
están en algún p u n to in term ed io e n tre el o rd e n e n el q u e n a d a
cam bia, com o p u e d e ser el de las estru ctu ras cristalinas, y el
estado de total d e so rd e n o caos com o p u e d e ser el d e u n gas
ideal en equilibrio term odinám ico.
Los fen ó m e n o s de “caos d e te rm in ista ” o de “c o m p le jid a d ”
se refiere n a m uchos sistem as q u e existen en la n atu ra le z a
cuyo c o m p o rtam ie n to va cam b ian d o con el tra n sc u rrir del
tiem p o (sistem as dinám icos). D ichos fen ó m e n o s a p a re c e n
c u a n d o los sistem as se h acen e x tre m a d a m e n te sensibles a sus
condiciones iniciales de posición, velocidad, etcétera, de m odo
q u e alteraciones m uy p eq u e ñ as e n sus causas son capaces de
p rovocar g randes diferencias en los efectos. C om o c o n sec u e n ­
cia de ello no es posible p re d e c ir co n ex actitud cóm o se com ­
p o rta rá n M ichos sistemas m ás allá de cierto tiem po, p o r lo que
p a re c e n n o seg u ir n in g u n a ley, cual si estuviesen reg id o s p o r
el azar.
P ero los investigadores h a n e n c o n tra d o q u e los sistem as
dinám icos e n estas condiciones p re se n ta n pautas d e reg u la ri­
d a d colectiva a u n q u e no sea posible distin g ú ir el c o m p o r­
tam ien to individual de cada u n o de sus co m p o n en tes.
Se h a c o m p ro b a d o que hay ciertas características com unes
q u e p e rm ite n in clu ir e n el estudio de procesos com plejos no
sólo los sistem as fiscos y quím icos inertes sino tam b ién organis­
m os vivos, ab o rd ad o s todos m ed ia n te h e rra m ie n ta s m ate m á ti­
cas com unes. La h e rra m ie n ta fu n d am e n ta l es, p o r supuesto, la
c o m p u ta d o ra , sin la cual h u b ie ra sido im posible d e sarro llar
este nuevo e n fo q u e de los sistem as dinám icos. De m a n e ra si­
m ilar al im pulso que dio a la ciencia la utilización d el telesco­
pio y el m icroscopio en los siglos xvii y xviii, el uso de esta m á­
q u in a facilita e n o rm e m e n te la co m p ro b a ció n de las teorías
m e d ia n te la e x p erim en tació n , gracias al in m en so in c re m e n to
de la cap acid ad de cálculo y a la posibilidad de h a c e r sim ula­
ciones de los procesos reales y de c re a r m odelos de sistem as
com plejos. N o se p o d ría n h a b e r d esarrollado co n cep to s com o
los de atractores extraños, fractales, o com plejidad algorítm ica
sin su existencia.
De h e c h o , to d o este vasto cam po d e fen ó m en o s n o lineales,
co n alta sensibilidad a las condiciones iniciales, n o e ra desco­
n o cid o p o r los g randes m atem áticos y físicos del siglo pasado;
p e ro en esa época la solución de los c o rre sp o n d ie n te s sistemas
de ecuaciones re q u e ría cálculos nu m érico s tan engorrosos que
los h a c ía n im practicables, p o r lo que se debió e sp e ra r a la se­
g u n d a m itad de este siglo, con la ap arició n de las c o m p u ta d o ­
ras veloces, p a ra p o d e r encararlos.
U n o de los resultados m ás positivos d ebidos al su rg im ien to
de este nuevo cam po de investigación es q u e se h a n fo rm a d o
gru p o s in terdisciplinarios — in teg rad o s, p o r ejem plo, p o r bió­
logos, físicos, m atem áticos, o sociólogos, econom istas y e x p e r­
tos e n c o m p u ta ció n — p a ra estu d ia r los p ro b lem as in h e re n te s
a sistem as dinám icos com plejos. Estos ab a rc a n desde líquidos
tu rb u le n to s hasta sistem as ecológicos o los m odelos ec o n ó m i­
cos de las sociedades.
Varios cen tro s de alto nivel h a n surgido, e n p a rtic u la r en
Estados U nidos, Rusia y Francia; así se p u e d e n m e n c io n a r el
Santa Fe Instituto en N uevo M éxico, y d e p a rta m e n to s d ed ica­
dos al tem a e n Los Alamos N ational L aboratory (C e n te r fo r
N on-L inear Studies), el In stitu to de T ecnología de G eorgia, la
U niversidad d e C alifornia en Berkeley, y el C en tro de Investi­
gaciones e n Saclay, Francia, adem ás del g ru p o e n la U niversi­
d ad L ibre d e Bruselas, Bélgica.
U n p a p e l p re p o n d e ra n te e n el estudio de estos fen ó m e n o s
fue el c u m p lid o p o r la escuela ru sa de físicos y m atem áticos.

10
com o L andau, Kolm ogorov, A ndronov, Lyapunov y otros, quie­
nes d e sarro llaro n las técnicas necesarias m u ch o antes de que
el caos d e te rm in ista pasara a ser u n tem a de m oda. D icha es­
c u ela sigue h a c ie n d o g ran d e s c o n trib u c io n e s a esta im p o r­
ta n te área.
En los últim os años el avance de esta actividad se m anifiesta
p o r la c recien te c an tid ad de congresos sobre sus diversos as­
pectos. Las posibilidades de aplicación a las m ás diversas cien­
cias se p u sie ro n d e relieve e n la P rim e ra C o n feren cia de Caos
E xperim ental, realizada en Estados U nidos en o ctu b re de 1991,
d o n d e se d em o stró q u e hay casos en los q u e se p u e d e aprove­
c h a r el caos en lu g ar de evitarlo, y o b te n e r en to n c e s sistem as
de m ás flexibilidad q u e los q u e p o r ser o rd en a d o s tie n e n u n
c o m p o rtam ie n to “b u e n o ”, o sea predecible.
Este libro tien e com o p ro p ó sito d escrib ir las características
fu n d am en tales de los sistemas com plejos y de los m éto d o s que
se utilizan p a ra estudiar su co m p o rtam ien to .

D eseo, p o r últim o, expresar m i ag radecim iento a M arcos Sara-


cen o p o r sus valiosas sugerencias acerca del desarro llo d e este
tem a y de la p resen tació n del texto.

11
I. El universo, ¿funciona com o u n reloj?

Es C O M Ú N a m uch os m itos de la creació n e l c o n c ep to d e u n a


batalla e te rn a e n tre O rd e n y Caos, lo que sugiere q u e estos dos
co n cep to s están p ro fu n d a m e n te arraigados e n la m e n te h u ­
m ana.
P ara la h u m a n id a d prim itiva, la N aturaleza era el Caos, u n
e n te caprichoso, sujeto a los antojos de dioses p o d e ro so s e in ­
descifrables, cuyas acciones no se p o d ía n prever.
Así, las cosm ologías de m uchas culturas im ag in aro n u n esta­
do inicial de D eso rd en , o Caos, del q u e su rg ie ro n las cosas y
los seres.
E n La teogonia, H esíodo dice: “El Caos fue lo p rim e ro , y lu e­
go la T ie rra ”. Caos es u n a p alab ra de o rigen griego, equivalen­
te a abism o, o tam b ié n a u n a e n tid a d sin form a; cosm os, p o r
su p arte, designa el o rd e n y, p o r extensión, el U niverso.
U n m ito ch in o de la creación dice q u e del caos su rg ie ro n los
dos principios. Yin y Yang, q u e con sus aspectos fe m e n in o y
m asculino c re a ro n luego todo el Universo.
E n la Biblia leem os: “La T ie rra estaba in fo rm e y vacía, y
h a b ía oscu rid ad sobre la haz del abism o; y el E spíritu de Dios
se c e rn ía sobre la haz de las aguas”.
El caos es en to n ces la sustancia p rim o rd ial sin form a, con la
q u e el C re a d o r m o ld ea el m u n d o . P ero los seres h u m a n o s n e ­
cesitan d e scu b rir u n o rd en , en la naturaleza, b u scar las leyes
detrás de su com plejo c o m p o rtam ie n to que les p e rm ita n co­
n o c e r la d u rac ió n de los días y las noches, las fases de la L una,
la ép o ca de las cosechas. Se in tro d u c e así la n o c ió n de o rd e n

13
a n te la n ecesid ad de prever con an ticip ació n , d e p red ecir, in ­
dispensable p a ra la supervivencia.
L e n tam e n te , a lo largo de m uchos m ilenios, el h o m b re fue
d e scu b rien d o e n la n atu raleza c o m p o rtam ie n to s o rd en a d o s,
regulares, los que a p re n d ió a registrar, p re d e c ir y explotar.
E n el p e n sam ien to griego a p a re c e n dos visiones d iferen tes
acerca de q u é es lo im p o rta n te p a ra n u e stra c o m p re n sió n del
U niverso, y q u e se m a n tie n e n e n esencia e n O c c id en te hasta
n u estro s días: el m onism o estático d e P arm én id es y el ser e n
p e rp e tu o m ovim iento concebido p o r H eráclito.
P lató n tom ó de P arm énides el énfasis e n el o rd e n , e n los
aspectos in m utables de la realidad, y de Pitágoras el estudio de
las leyes m atem áticas y g eo m étricas q u e so n las e x p re sio n es
d e las “F orm as”, ideas eternas, de las q u e el h o m b re p ercib e
sólo las som bras. A dem ás, com o H eráclito, te n ía p re se n te la
in estab ilid ad y el incesante fluir d e to d o lo q u e se m anifiesta
e n la naturaleza.
C on este en fo q u e, el p e n sam ien to plató n ico busca algo que
está d etrás del p roceso de cam bio y de la n o c ió n del paso del
tiem po, p a ra p o d e r h a c er u n a descripción inteligible de la rea­
lidad. El Cosmos es racional, y si en el com ienzo existía el Caos,
fue el D em iurgo, el S uprem o O rd e n a d o r, q u ien dispuso la
transform ación del Universo desde el estado de d e so rd e n al de
o rd en . Este Ser divino es m atem ático, y el o rd e n q u e establece
tam b ién lo es. El cam po del c o n o c im ie n to d o n d e este co n ­
cepto q u e d a m ás claram ente expresado es el de la g eom etría, y
el p e n sa m ie n to plató n ico h ace u n a clara d istinción e n tre las
Form as, q u e son idealizaciones, son perfectas, y los objetos tal
com o a p a re c en en la naturaleza, en la q u e n u n c a se e n c o n ­
tra rá n círculos, esferas o planos perfectos.
D e a h í la clara aversión de los p e n sad o re s plató n ico s a u ti­
lizar h e rra m ie n ta s p a ra estu d iar la g eo m etría — sólo to le rab a n
el uso de la regla y el com pás— , pues cu alq u ier objeto m aterial
es im p erfecto , pálido reflejo de las Ideas.
P o r acción de la “causa e rra n te ”, la m ate ria se resiste a ser
m o d ela d a p o r las ideas, e im p id e así q u e e n ella e n c a rn e n del
to d o las form as p uras de la geom etría. El resultado es en to n ces
u n Cosm os agitado p o r in n u m e rab le s p e q u e ñ as convulsiones,
a las q u e m o d e rn a m e n te p o d ríam o s d e n o m in a r m ovim ientos
de torbellinos.

14
P ara Platón, en consecuencia, hay u n a je r a rq u ía fo rm a d a
p o r tres niveles fu n d am en tales: las Ideas y F orm as m ate m á ti­
cas, que son el m odelo p erfecto de todas las cosas; el Caos ori­
ginal, y u n estado in te rm e d io , q u e es n u e stro m u n d o im p e r­
fecto, com plejo, resu ltad o de la tare a que hizo el D em iurgo
p a rtie n d o del Caos y m o d elá n d o lo sobre la base d e las Ideas.
E n este o rd e n je rá rq u ic o , el valor suprem o es el d e las Ideas
y Form as m atem áticas, q u e ex p resan las cualidades divinas de
sim plicidad, arm onía, regularidad.
Esta filosofía fue in c o rp o ra d a al p en sam ien to cristiano m e­
dieval, y los científicos a p a rtir del R enacim iento h a n coincidi­
do Con sus aspectos fu n d am en tales. Galileo, dos m il años des­
pués de P latón, dice q u e el lib ro de la n atu ra le z a está escrito
en lenguaje m atem ático, y en su ép o ca se sientan las bases p a ra
el m éto d o científico, que consiste en buscar las leyes e te rn as
que rigen u n fen ó m e n o n atu ral, las que d e b e n ser form ulables
e n el lenguaje m atem ático, e in te rro g a r a la n a tu ra le z a p a ra
descubrir si los hechos co rro b o ran o niegan la teoría propuesta.
Para los pensadores com o Galileo, Kepler, New ton o Einstein,
to d o o c u rre com o si Dios (o la n aturaleza) h u b iese elegido el
o rd e n de las “form as p u ras”, las q u e cu a n to m ás sim ples, se
co n sid e ran tan to m ás bellas y verdaderas, y el ideal de la cien ­
cia es h a lla r a través de la razón ese o rd e n y re g u la rid a d q u e
están detrás del d e so rd e n a p a re n te de la naturaleza.
C om o ex presara con ta n ta claridad A lbert Einstein:

R econocem os e n la base d e to d o trabajo científico d e cierta enver­


g a d u ra u n a convicción c o m p a ra b le al se n tim ie n to religioso, pu es
ac e p ta u n m u n d o b asad o en la razó n , u n m u n d o in telig ib le. Esta
convicción, ligada a u n se n tim ie n to p ro fu n d o d e u n a razó n su p e ­
rio r q u e se revela e n el m u n d o de la ex p erien cia, ex p resa p a ra m í
la id ea d e Dios.

La ciencia postula así que detrás de la com plejidad del m u n ­


do hay leyes m atem áticas q u e m u estra n u n a a rm o n ía subya­
cen te, en la q u e no hay lu g ar p a ra el d e so rd e n y lo im previsi­
ble; éstos se d isiparán al ser ilum inados p o r la luz d e la razón.
P ero hay o tra visión q ue, hasta h ace poco, h a sido m en o s
d ifu n d id a q u e la b ú sq u e d a p lató n ica d e aquello q u e es inva­
ria n te en la naturaleza. Es la perspectiva de A ristóteles, q u e

15
p o n e su énfasis e n el cam bio, en los procesos observables en el
m u n d o , en lugar de las Form as invariantes detrás d e ellos que
n o p u e d e n ser observadas.
En esta visión tuvieron m u c h a in flu en cia sus observaciones
del m u n d o viviente, p a ra las que estaba m uy b ien d o tad o . Para
los abogados de este en fo q u e, la n a tu ra le z a es sem ejan te a u n
organism o, com plejo, cam biante, y a cep tan com o reales y n o
com o a p a re n te s sus aspectos de d e so rd e n e im previsibilidad,
tra ta n d o de c o m p re n d e r sin e lim in ar esas características, así
com o n a d ie in te n ta ría tra n sfo rm ar u n organism o vivo e n u n a
m áq u in a tan previsible com o u n relo j.
Volverem os sobre este en fo q u e m ás ad elan te, p e ro d eta lla re ­
m os a h o ra las características del m éto d o cie n tíñ c o tal com o
fu e ra aplicado a p a rtir de la o b ra de los g ran d es p en sad o re s
com o Galileo, Descartes, H uyghens y Leibniz.
El m éto d o científico aplicado p o r Galileo, tuvo su ex p resió n
m atem ática gracias a D escartes, q u ien enfatizó la necesid ad de
analizar, es decir, dividir lo q u e se exam ina e n sus c o m p o n e n ­
tes m ás sim ples, p a ra luego re c o m p o n e rlo e n u n a síntesis que
p e rm ita c o m p re n d e r el fen ó m e n o con certeza. C reó adem ás la
g e o m e tría an alítica basándose e n su in tro d u c c ió n d e las c o o r­
d enadas, id en tifican d o así al espacio con u n a in m e n sa grilla a
cada p u n to de la cual se le p u e d e asignar u n valor n u m érico ,
con lo que logró u n ir la geo m etría con el álgebra.

El m e n sa je d e N ew ton

H ace tres siglos se publicó la m o n u m e n ta l o b ra de Isaac New­


to n , Principios matemáticos de filosofía natural, cuyo m ensaje h a
sido decisivo p a ra la cu ltu ra de O ccidente.
Según éste:

El U niverso es o rd e n a d o y p red ecib le; tie n e leyes ex p resad les en


len g u aje m atem ático , y p o d em o s descubrirlas.

C om o h em os visto, p a ra los científicos a p a rtir del R enaci­


m ie n to se reafirm a el en fo q u e platónico, ya q u e hay u n o rd e n
en el U niverso detrás de su a p a re n te com plejidad, c o n leyes
sim ples q u e c o n tie n e n aspectos inm utables, expresados p o r las

16
fam osas m ag n itu d es q u e se conservan invariantes e n la física:
e n e rg ía total, im pulso, carga eléctrica.
Las leyes descubiertas p o r N ew ton p a re c e n sencillas, y su
aplicación al c o m p o rtam ie n to de los cu erp o s p e rm itió descri­
b ir c o n p recisión el m ovim iento d e los astros e n el firm a m en ­
to, la caída de los cuerpos, etcétera.
N ew ton fo rm u ló sus leyes m ed ia n te ecuaciones m ate m á ti­
cas, q u e rela cio n a n las m ag n itu d es que p o d em o s m e d ir de u n
cu erp o , tales com o su posición y su velocidad, con la fo rm a e n
que estas varían con el tiem po.

L e y e s d e N e w t o n d e la d in á m ic a

1) Inercia: T o d o c u e rp o m aterial q u e n o tie n e ap licada u n a fu erza


p e rm a n e c e e n re p o so o se m ueve en lín e a re c ta co n velocidad
u n ifo rm e.
2) Fuerza: C u an d o se aplica u n a fu erza a u n c u e rp o lib re su im ­
pulso cam b ia en el tie m p o p ro p o rc io n a lm e n te a d ic h a fuerza,
y la direcció n d e su m ovim iento es la d e la lín e a d e acció n de la
fuerza.
3) Acción y reacción: P ara cad a acción ejercid a sob re u n c u e rp o hay
siem p re u n a reacció n igual y opuesta.

La p rim e ra ley fue la fo rm u lació n d el d e scu b rim ien to de


Galileo, q u ien n o tó que se debe a te n d e r no a la velocidad de u n
cu e rp o sino al cam bio de esa velocidad con el tran scu rso del
tiem po, p o n ie n d o fin así a la cre e n c ia aristotélica q u e h a b ía
b lo q u ea d o el avance de la física p o r m uchos siglos.
N ew ton aplicó adem ás u n co n cep to q u e h a sido esencial
p a ra el m éto d o científico: el de aislar id ea lm e n te el sistem a
dinám ico q u e se desea ex am in ar del resto del universo d el que
fo rm a p arte. Esto p e rm ite q u e su c o m p o rta m ie n to se p u e d a
c o m p re n d er, ya q u e n o es necesario c o n sid e rar todas sus in ­
finitas relaciones con el universo, lo que sólo sería posible p a ra
u n ser infinito. Basta en to n ces q u e se c o n sid eren sólo aquellas
características del sistem a que son relevantes al fe n ó m e n o que
se desea estudiar. Así, la p rim e ra ley p re g u n ta q u é se p u e d e
decir del m ovim iento de u n cu erp o aislado, o sea al q u e n o se

17
le está ap lican d o u n a fuerza. A ristóteles h a b ía d ich o q u e d e­
b e rá m an te n erse e n reposo.
N ew ton, al igual que Galileo antes, establece q ue, e n esa
situación, el cu e rp o p u e d e estar en rep o so q p u e d e m overse
en lín ea recta con velocidad uniform e.
Si u n cu e rp o cae hacia la tierra, esto se d eb e a q u e sobre él
actú a la fuerza de gravedad, y p o r lo tan to su velocidad no
p u e d e ser u n ifo rm e sino que será cada vez m ayor; p o r eso es
m ás peligroso caer desde u n a altu ra g ran d e q u e de u n a m e­
nor.
¿Hay algo que se m an te n g a constante en este proceso de caí­
da? Sí, la aceleración, es decir, la velocidad con la q u e a u m e n ta
la velocidad del c u erp o al caer.
La se g u n d a ley fo rm u la este c o n cep to , que se ex p resa m a­
tem áticam en te com o F = m x a {\a fuerza inaplicada al c u e rp o
es p ro p o rcio n al a la aceleración a de su m ovim iento, según u n a
co n stan te m, la m asa o can tid ad de m ateria del c u e rp o ).
P ara cu a lq u ier sistem a dinám ico del U niverso, las leyes de
m ovim iento se p u e d e n expresar com o F = m x a, n o im p o rta
cuál sea el o rig e n de la fuerza aplicada. P u e d e tratarse d e la
fu erza de gravedad, la eléctrica o la m agnética, y p a ra todas
vale la m ism a asom brosam ente sim ple ecuación.
La velocidad con q u e cam bia u n a m a g n itu d se d e te rm in a
p o r la diferencia e n tre sus valores p a ra dos tiem pos sucesivos, y
de allí el té rm in o “diferen cial” q u e a p arece e n el análisis m a­
tem ático: las ecuaciones de N ew ton involucran velocidades de
cam bio y son, p o r lo tanto, ecuaciones diferenciales.
Las ecuaciones algebraicas se d istinguen de las diferenciales
p o rq u e n o involucran velocidades de cam bio. N o son siem pre
fáciles de resolver. P ero resolver ecuaciones diferenciales es,
en g eneral, m u ch o m ás dificultoso, y resu lta re a lm e n te asom ­
broso q u e tantas ecuaciones im p o rta n tes p o r sus aplicaciones
a la física ten g a n u n a solución definida.
U n p rin c ip io m atem ático básico de las ecuaciones d ife re n ­
ciales es q u e su solución, es decir, su in tegración, está d e te rm i­
n a d a unívocam ente, y da u n ú n ico resultado p a ra cada co n ju n ­
to de datos n u m érico s que se in tro d u z ca e n las ecuaciones; si,
p o r ejem plo, se q u iere c o n o c er q u é a ltu ra alcanzará u n p ro ­
yectil, in tro d u c ie n d o en las ecuaciones los datos de la veloci­
d a d inicial, án g u lo del cañ ó n , etcétera, se o b tie n e u n resu ltá­

is
do q u e defin e sin am b ig ü ed ad esta altura; son p o r lo tan to
ecuaciones determ inistas: hay u n ú n ico efecto p a ra cada causa.
La im p o rta n c ia de estas ecuaciones d iferenciales estrib a e n
que se les p u e d e aplicar a u n sistem a dinám ico, es d e c ir a todo
proceso que cam bia e n el tiem po.
M uchos físicos y m atem áticos se h a n m aravillado a n te el
h e c h o de q u e estas ecuaciones p arezcan tan efectivas p a ra des­
cribir la estru ctu ra del m u n d o físico.
E n vista de la com p lejid ad d el m u n d o q u e nos ro d e a , es
rea lm e n te n o tab le que haya fen ó m en o s n aturales q u e a d m ita n
u n a descrip ció n m e d ia n te leyes físicas sim ples. ¿C óm o es esto
posible?
Fue Isaac N ew ton q u ie n tuvo la visión q u e abrió el cam in o
p a ra q u e las ciencias n a tu ra le s tuvieran ta n to éxito e n estos
tres últim os siglos.
Este se d eb e e n p a rte a q u e inicialm en te restrin g ió su a te n ­
ción al estudio de sistem as n atu rales sim ples c o n sólo u n o s
pocos co m ponentes.

L e y e s f ís ic a s y c o n d ic io n e s in ic ia l e s

De a c u e rd o con el e n fo q u e q u e hizo N ew ton d e la m ecánica,


u n sistem a m aterial p u e d e ser dividido c o n c e p tu a lm e n te en:
1) las “co n d icio n es iniciales”, q u e especifican su estado físico
e n cierto tiem p o inicial (estas co n d icio n es p u e d e n ser, p o r
ejem plo, la posición y la velocidad d e u n proyectil, o de la
L u n a resp ecto d e la T ierra); 2} las “leyes físicas” o natu rales,
q u e especifican cóm o cam bia ese estado.
Las co n d icio n es iniciales son u su a lm e n te m uy com plicadas,
u n a com plicación q u e refleja la c o m p lejid ad d el m u n d o e n
q u e vivimos. Las leyes n atu rales, p o r o tra p arte, p u e d e n ser y
son m ás b ien sim ples, y se ex p resan m e d ia n te las ecuaciones
diferenciales. Esta división — leyes y co n d icio n es iniciales— se
m an tie n e hasta hoy.
En la práctica sólo se p u e d e n resolver en form a estricta aq u e ­
llas ecuaciones q u e re p re se n ta n las leyes físicas sim ples p a ra
sistem as con co n d icio n es iniciales sim ples: el d isp aro d e u n
proyectil, el m ovim iento de la T ie rra a lre d e d o r d el Sol sin
te n e r e n c u e n ta la in flu e n cia de los dem ás p lanetas. Esto es.

19
a n te la in fin ita com plejidad de la naturaleza, que h ace que
c u a lq u iera de sus c o m p o n e n tes esté vinculado con los dem ás
p o r u n a in m e n sa can tid ad de relaciones, se hace u n a abstrac­
ción, c o n sid e ran d o id ealm en te el sistem a que se desea estu­
d iar com o sep arad o del resto, y seleccio n an d o aquellas ca­
racterísticas del sistem a que p a re c e n ser lo su ficien tem en te
im p o rta n tes fre n te a las otras q u e n o p ro d u c e n casi efectos
sobre el fen ó m e n o que se está exam in an d o ; Así, p a ra calcular
la trayectoria de u n proyectil sólo se co n sid era cóm o influye
sobre él la atracción de la gravedad de la T ierra, p ues la atrac­
ción que ejercen la L una o el Sol es tan p e q u e ñ a q u e n o se n e ­
cesita in clu irla e n las condiciones iniciales. D el m ism o m o d o ,
p a ra estu d iar el m ovim iento de la L u n a a lre d e d o r d e la T ierra
n o se te n d rá en c u en ta la atracción de las estrellas.
Se tie n e n e n to n c e s condiciones iniciales sim ples p o rq u e se
h a n seleccionado aquellas variables que son las q u e m ás afec­
tan el fen ó m e n o e n estudio, y adem ás éstas o b e d e c e n a leyes
q u e se ex p resan con ecuaciones e n las q u e p e q u e ñ as variacio­
nes en las condiciones iniciales d a n soluciones q u e d ifie re n
poco e n tre sí. De esta m anera, el h e c h o de que las condiciones
iniciales se conozcan e n g en eral con cierto m arg e n de e rro r
afecta relativam ente poco el resultado que se p u e d e e sp era r de
estas ecuaciones. P o r ejem plo, si se d ispara u n proyectil con
u n fusil, el cálculo de d ó n d e g o lp ea rá al blan co p a rtie n d o de
u n a cierta posición de su cañ ó n o de o tra lig e ram e n te distinta
p ro d u c irá u n a diferen cia p ro p o rc io n a lm e n te p e q u e ñ a e n el
resultado.
O tro aspecto im p o rta n te, tam b ié n e stu d iad o p o r los fu n d a ­
d o res de la m ecánica, fue el de la reversibilidad e n el tiem p o
de las trayectorias e n los sistem as dinám icos: las ecuaciones
m u estra n q u e si se invierte el sen tid o de las velocidades de
todos los c o m p o n e n tes del sistem a, ree m p la z a n d o v p o r -v , el
resu ltad o es m atem áticam en te equivalente a c am b iar el tiem ­
po t p o r - t, com o si el sistem a fuese “hacia atrás” e n el tiem po.
Esto es la fo rm a m atem ática de e x p resar q u e si a p a rtir de u n
cierto in sta n te hay u n cam bio en el sistem a d in ám ico , o tro
cam bio, d efin id o m ed ia n te la inversión de las velocidades de
los c o m p o n e n tes, p u e d e re sta u ra r las co n d icio n es originales.

20
T o d o p r o c e s o f ís ic o e s t á d e t e r m in a d o y p o r e s o
ES POSIBLE PREDECIR SU COMPORTAMIENTO

A teniéndose a estas reglas de ju e g o , se llega a la conclusión de


que e n u n sistem a que resp o n d e a las leyes de la m ecán ica clá­
sica, y que, p o r lo tanto, es d eterm inista, si se co n o c en las posi­
ciones y las velocidades de sus c o m p o n e n tes en u n in stan te
d ado, se p u e d e n calcular las posiciones y velocidades en todo
in stante siguiente o anterior.
Así si e n el sistem a dinám ico form ado p o r dos bolas d e billar
conocem os en u n m o m e n to d a d o inicial la posición y veloci­
d ad de cada u n a, p o d rem o s m ed ia n te las ecuaciones d ife re n ­
ciales de N ew ton p re d e c ir los m ovim ientos respectivos desde
que se les d a el im pulso inicial hasta q u e a b a n d o n a n el paño.
Más aún, al finalizar el siglo x v iii se llegó a la convicción de
que si se c o n o ciera la posición y velocidad de cada u n o de los
planetas q u e c o m p o n e n el sistem a solar e n u n in sta n te d ado,
se p o d ría calcular la posición de los m ism os e n el fu tu ro , y tam ­
b ién su posición e n el pasado, m ed ian te ecuaciones q u e d e te r­
m in a n sin a m b ig ü ed ad las trayectorias, P recisam ente la aplica­
ción de las ecuaciones al m ovim iento de los astros, la m ecánica
celeste, fue lo que significó el m ayor triunfo p a ra N ew ton.
Las diversas disciplinas científicas que se fu e ro n d esarro llan ­
do e n los siglos siguientes a p a rtir de la teo ría de N ew ton estu­
d ia ro n otras m ag n itu d es adem ás de la posición y la velocidad
de los cuerpos. P ero el p ro ced im ien to , consistente e n in tro d u ­
cir los valores de dichas m ag n itu d es p a ra u n tiem p o inicial en
u n a ecuación m atem ática que, u n a vez resuelta, d e te rm in a esos
valores p a ra c u alq u ier o tro tiem po, es el m ism o ya sea q u e se
trate de la co n fig u ració n d e u n átom o, el m ovim iento de u n
com eta, la te m p e ra tu ra de u n gas o el voltaje en u n circuito
eléctrico.
Al finalizar este proceso de desarrollo científico p a re c ía que
el c o m p o rta m ie n to de todo el U niverso p o d ría llegar a e x p re ­
sarse m atem áticam en te, ya q u e está d e te rm in a d o p o r las leyes
m en cio n ad as, inm utables, q u e d ictan el m ovim iento d e cada
p artícu la en fo rm a exacta y p a ra siem pre, consistiendo la tare a
del científico e n aplicar estas leyes a los fen ó m e n o s p a rtic u ­
lares.
El esq u em a n ew toniano posibilitó así la co n stru c ció n de la

21
in c e s tu o s a e stru c tu ra de la m ecán ica clásica, q u e dio a la h u ­
m an id a d la visión de u n U niverso o rd e n a d o y predecible.

E l d e m o n io d e L a p l a c e

Esta revolución del p e n sam ien to tuvo su m ás clara exp resió n


co n F ie rre Sim ón de Laplace, q u ie n e n la é p o c a d e N a p o le ó n
expresó, en su Teoría analítica de las probabilidades:

D ebem os co n sid e ra r el estad o p re se n te d el U niverso co m o el efec­


to d e su estad o a n te rio r y co m o la causa d e su estad o fu tu ro . U n a
In te lig e n c ia qu e, p o r u n in sta n te , co n o ciese todas las fuerzas de
q u e está a n im a d a la n a tu ra le z a y la situ ació n respectiva d e los se­
res q u e la c o m p o n e n , si adem ás fuese lo b a stan te p ro fu n d a p a ra
so m e te r a éstos al análisis [m atem ático ], a b razaría e n la m ism a
fó rm u la a los m ovim ientos d e los m ás g ran d es cu erp o s d el U niver­
so y d e l á to m o m ás ligero: n a d a sería in c ie rto p a ra ella y el d e ­
venir, co m o el pasado, estaría p re se n te a n te sus ojos.
El e sp íritu h u m a n o ofrece, e n la p erfecció n q u e h a sabido d a r a
la a stro n o m ía , u n p álid o ejem p lo d e esta In telig en cia. Sus d escu ­
b rim ie n to s e n m ecán ica y e n g e o m e tría , j u n to co n el d e la gravi­
ta c ió n universal, lo h a n p u e sto e n c o n d icio n es d e ab ra z a r e n las
m ism as ex p resio n es analíticas a los estados pasados y a los fu tu ro s
sistem as d el m u n d o .

Se tie n e así la visión del U niverso com o u n m ecanism o gi­


gantesco que funciona “com o u n reloj” (no u n reloj electrónico
digital, sino de los clásicos, form ados p o r piezas m óviles, reso r­
tes y en g ran ajes). D icho m ecanism o es, p o r en cim a d e todo,
a b so lu ta m e n te d e te rm in ista y, p o r lo tan to , p red ecib le: está
g o b e rn a d o p o r leyes etern as q u e h a c e n q u e bajo circuns­
tancias idénticas resu lte n siem pre cosas idénticas. Y si las cir­
cunstancias, e n vez de rep e tirse e n fo rm a id én tica, cam b ian
levem ente, el resu ltad o cam biará tam b ié n en fo rm a p ro p o r­
c io n alm en te leve.
U n especialista en estas leyes d e la m ecán ica q u e conozca
sus características y su estado e n u n m o m e n to d a d o p u e d e , e n
p rin cip io , establecer q u é h a rá e x a ctam en te e n c u a lq u ie r m o ­
m e n to del pasado y del fu tu ro . Si en la p ráctica esto se p u e d e
ap licar sólo p a ra sistem as relativam ente sim ples, relojes, m á­

22
quinas, planetas, y hay m uchos objetos e n el m u n d o q u e p a re ­
cen te n e r co m portam ientos irre m e d ia b le m e n te d esordenados,
caóticos, im predecibles, se tra ta sólo de algo a p a re n te , y a m e­
d id a q u e se vaya p e rfe c c io n a n d o el análisis m atem ático y se
d escu b ra n las leyes físicas ocultas co rre sp o n d ie n te s, lleg ará el
día e n que ese a p a re n te caos desaparecerá.
D esde este p u n to d e vista el fu tu ro está ríg id a m e n te d e te r­
m in a d o desde el com ienzo del U niverso. El tie m p o deja de
te n e r m u ch o significado físico, ya que es com o si esa In te lig e n ­
cia p ro p u e sta p o r Laplace q u e m uchos llam aro n el “d e m o n io
de L ap lace” (del griego “d á im o n ”, divinidad se cu n d a ria in te r­
m ed ia e n tre los dioses y el h o m b re ), tuviera to d a la histo ria del

F i g u r a I.l. Pierre Simón de Laplace leyendo su M ecánica C eleste. Tomado de W. F.


Freeman, M athem atics in th e M o d e rn W orld, San Francisco, M orris Kline.

23
U niverso g rab a d a en u n a p elícu la cinem atográfica, la cual se
p u e d e c o n te m p la r yendo h acia a d e la n te o atrás en el tiem po.
C om o este tiem p o es reversible, sólo m arca la d ire c ció n en
q u e se observa u n proceso q u e n o p u e d e m odificarse.

II. D onde aparece el caos en la m áq u in a

D u r a n t e los siglos x v iii y x ix se aplicó la m ecánica d e N ew ton


con im p resio n an te éxito. El p u n to de vista m ecanicista se p o p u ­
larizó y, co m b in ad o con el m éto d o experim en tal, dio u n g ran
im pulso a la física, la quím ica y la biología. A dem ás se transfor­
m ó en la base de nuevas teorías políticas, económ icas y sociales.
La a n tig u a co n cep ció n del caos com o s e ñ o r de la n a tu ra le ­
za, d o n d e las cosas su ced ían p o r azar, p o r cap rich o , sin rela­
ción alguna e n tre causa y efecto, cedió paso a la visión de u n o r­
d e n e n el m u n d o tan d e te rm in a d o com o el q u e m u e stra u n
b u e n reloj suizo.
P ero p a re c e ría q u e hay procesos cíclicos e n la h istoria, o
m ás b ie n sim ilares a u n a espiral circu lar d o n d e u n ciclo n o se
rep ite ex actam en te, sino que pasa a u n nuevo nivel.
Algo así o c u rre con el tem a de o rd e n y caos en n u e stra vi­
sión del U niverso. El caos prim itivo fue ree m p la z a d o p o r el
o rd e n new toniano. Sin em bargo, a m ed id a que el c o n o cim ien ­
to de la n atu ra le z a se afianzaba, a p a re c ía n dificultades p a ra el
m o d elo m ecanicista. E n la se g u n d a m itad del siglo x ix q u e d ó
claro cuáles e ra n los lím ites d e la m ecán ica clásica: su validez
n o alcanzaba p a ra velocidades ex trem ad am en te g randes o p a ra
el m u n d o e x tre m a d a m e n te p e q u e ñ o . P ro d u c to d e esta crisis
su rg iero n , e n la se g u n d a m itad del siglo x x , dos nuevas ram as
d e la física q u e estu d ian , respectivam ente, la te o ría d e la rela­
tividad y la m ecánica cuántica.

La te o ría d e la relatividad m arcó el lím ite de la validez d e las ecu a­


cio n es d e N ew ton, las q u e d e b e n ser co rreg id as c u a n d o se está
fre n te a velocidades cercanas a la d e la luz.

24
La m ecán ica cu án tica establece, m e d ia n te el p rin c ip io d e in c e rti­
d u m b re , u n lím ite a la p recisió n co n q u e se p u e d e n m e d ir sim ul­
tá n e a m e n te variables tales co m o la posició n y la velocidad d e u n a
p a rtíc u la atóm ica.

Hoy, los científicos de n u m ero sas disciplinas co m ie n za n a


convencerse de que hay u n terc er lím ite a la posibilidad de co­
n o c im ie n to de la n atu raleza, y q u e adem ás es válido p a ra el
m u n d o de n u e stra ex p e rien c ia cotidiana: e n m uchas circuns­
tancias n o sólo n o se p u e d e p re d e c ir el c o m p o rtam ie n to de los
c o m p o n e n tes individuales e n sistem as dinám icos com plejos,
que involucran las in teraccio n es de g ran c a n tid a d d e co m p o ­
n en tes, sino q u e lo m ism o p u e d e o c u rrir a u n en el caso de sis­
tem as sim ples, form ados p o r un o s pocos c o m p o n e n tes q u e es­
tén som etidos a la acción de dos o m ás fuerzas.
Todos sabem os que el m u n d o e n q u e vivimos es com plejo, y
n a d ie se so rp re n d e del poco alcance q u e tie n e n las p red ic cio ­
nes sobre la e c o n o m ía de u n país, o el tiem po m eteo ro ló g ico ,
o el c o m p o rta m ie n to d e cu a lq u ier ser h u m a n o o d e los o rg a­
nism os vivos e n g eneral. Esto se h a to m ad o siem p re com o la
indicación de que si es que hay leyes p a ra este m u n d o tan com ­
plicado, te n d ría n q u e ser com plicadas, y n o com o las q u e ri­
g en p a ra los sistemas dinám icos q u e h a estudiado la física, que
ex h ib e n características de o rd e n y p redecibilidad. P ero resulta
a h o ra que a u n sistem as físicos sim ples, som etidos a leyes sim ­
ples, p u e d e n te n e r u n co m p o rtam ie n to caótico, n o previsible.
D e m a n e ra q u e se nos p la n te a el dilem a: ¿nuestro m u n d o
com plejo está g o b e rn a d o p o r leyes sim ples q u e irem o s descu­
b rie n d o p rogresivam ente m ed ia n te los m éto d o s d esarro llad o s
p o r la ciencia, de a c u erd o con u n a visión q u e h em o s llam ad o
platónica? ¿O ad o p ta rem o s u n a visión que re c u e rd a a la aris­
totélica, e n cu a n to a p o n e r el énfasis e n los procesos d e cam ­
bio co n el tra n sc u rrir del tiem p o , a c ep ta n d o q u e en m uchos
casos n o se p u e d e n p re d e c ir con ex actitu d los c o m p o rta m ie n ­
tos de los procesos m ed ian te leyes sim ples q u e rig e n d etrás de
los fenóm enos?
P a ra re s p o n d e r este dilem a es necesario e x a m in ar e n q u é
condiciones p arece ser válido u n o u o tro enfoque.

25
Se n sib il id a d a las c o n d ic io n es in ic ia les

M uchos sistem as dinám icos, c u alq u iera sea su n a tu ra le z a (físi­


cos, quím icos, electrom ecánicos, biológicos), son e x tre m a d a ­
m e n te sensibles a los valores de sus condiciones iniciales, tales
com o la posición, la velocidad, etcétera.'E sto p o n e u n lím ite a
la posibilidad de p re d e c ir é l estado fu tu ro del sistem a, ya que,
com o h em os visto, d ich a p red icció n está basada e n la suposi­
ción de que las causas p eq u eñ as p ro d u c e n efectos tam b ié n p e ­
q u eñ o s y q ue, p o r lo tanto, u n p e q u e ñ o cam bio e n los valores
iniciales de las ecuaciones diferenciales q u e d escrib en el com ­
p o rta m ie n to del sistem a, p ro d u c irá u n cam bio p ro p o rc io n a l­
m e n te p e q u e ñ o e n la solución de estas ecuaciones q u e nos da
a c o n o c er el estado futuro.
C o rresp o n d e a q u í distin g u ir e n tre ecuaciones diferenciales
lineales y n o lineales. La solución de u n a ecu ació n diferen cial
se d e n o m in a integración; la clase m ás im p o rta n te e n tre las
ecuaciones ín teg ráb les es la de las ecuaciones lineales. La m ás
sim ple de e n tre ellas d e p e n d e de u n a sola variable, y su solu­
ción q u e d a re p re se n ta d a g ráficam ente m e d ia n te u n a lín e a
recta; de a h í el n o m b re de ecuación lineal.
La fam ilia de las ecuaciones lineales tien e la característica
de que las soluciones que se o b tie n e n al resolverlas p a ra diver­
sos valores n u m érico s de las variables, se p u e d e n su m a r e n tre
sí, d a n d o com o resu ltad o tam b ién u n a solución. U n ejem plo
sim ple es el de la ecuación lineal de o nda, q u e describe el m o­
vim iento sobre u n a superficie líquida de ondas de p e q u e ñ a am ­
plitu d . La ecu ació n tien e m uchas soluciones d iferen tes, cada
u n a con diferen tes am plitudes y lo n gitudes de o n d a , y éstas se
p u e d e n su m ar p ro d u c ie n d o así u n a nueva solución de la ecua­
ción. Esto ex p resa m ate m á tic a m e n te el h e c h o físico de que,
com o se ve e n el agua en u n lago, varias ondas diferentes se p u e ­
d e n su p e rp o n e r, y estas superposiciones c o rre s p o n d e n tam ­
b ién a u n a solución que es la sum a de soluciones de la ecua­
ción lineal de onda.
E n gen eral, las ecuaciones lineales son m u ch o m ás fáciles de
resolver q u e las n o lineales, y p o r eso h a n sido las m ás estudia­
das; adem ás, c u a n d o u n fen ó m e n o físico re q u e ría ser e x p re ­
sado m e d ia n te u n a ecuación no lineal de difícil solución, el
p ro c e d im ie n to usual e ra linealizarla elim in a n d o aquellos tér-

26
m inos q u e in flu ían m enos, es decir, se hacia u n a ap roxim ación
lineal.
P ero en la n atu raleza, la m ayoría de los fen ó m e n o s son ex-
presables m ed ian te e c u a c io h e s líd lineales. Las ecuaciones con
b u e n c o m p ó rtam íe n to de la m ecán ica clásica, tales com o las
q u e d e te rm in a n el m ovim iento d e la L una, y q u e p e rm ite n
p re d e c ir co n ex actitu d el fu tu ro d el sistem a, son las excep cio ­
nes, n o la regla.
R ecién fue posible e n c a ra r la reso lu ció n d e c u a lq u ie r ecua­
ción no lineal con la a p arició n de las co m p u tad o ras, ya que
éstas p e rm ite n el análisis n u m é ric o de to d o tip o d e ecu ació n
— lineal o n o lineal— , p o r com plicada q u e sea.
H oy se p u e d e en tonces, gracias a las co m p u tad o ras, e n c ara r
el estudio de los sistem as dinániicos cuyo com p p rtam ien ^
resp o n d e a ecuaciones noJinLeales, y que^son p recisam en te los
que p re se n ta n sensibilidad a las condiciones iniciales.
C óm o ejem plo de esta sensibilidad considerem os u n sistem a
de co m portam iento no lineal, e inestable: u n cono de m etal pa­
rado sobre su vértice, sim ilar al de la figura II. 1. P o r m ás que
hagam os vertical a su eje, term in a rá p o r tum barse, y el lado
sobre el que caiga d e p e n d e rá de diferencias m inúsculas que
ro m p e n el equilibrio: u n leve soplo, u n a pequeñísim a m ota de
polvo. P red ecir de qué lado caerá el cono re q u e riría el co n o ­
cim iento preciso de todas las fuerzas a las que está som etido en
el m o m en to inicial de equilibrio, lo que equivaldría al im posible
de in tro d u c ir la totalidad de u n a inm ensa can tid ad de parám e­
tros com o condiciones iniciales e n las ecuaciones de m ovim iento.

27
O tro ejem p lo de sistem a inestable de c o m p o rta m ie n to no
lineal es el de la lad era cu b ierta de nieve de u n a m o n ta ñ a , que
p u e d e estar en u n a situación tal que la e n e rg ía p ro d u c id a al
lan zar u n grito provoque com o efecto u n a avalancha de m u ­
chas to n elad as de nieve, e v id e n tem e n te d e sp ro p o rc io n a d o a
su causa.
Si se trata, e n cam bio, dé sistemas dinám icos q u e re p ite n p e ­
rió d ic am e n te u n c o m p o rtam ie n to , en aquellos casos e n que
u n p e q u e ñ o cam bio e n las condiciones iniciales se rep ro d u z c a
m ultiplicado e n cada u n o de los p erio d o s siguientes, de m o d o
q u e haya u n a situación llam ada de rea lim e n ta c ió n positiva,
y que se describe m ed ia n te ecuaciones no lineales, se p u e d e
llegar a situaciones tan d iferentes q u e n o haya posib ilid ad de
predecirlas.
C onsiderem os u n sistem a dinám ico, fo rm ad o p o r u n a esfera
so m etid a a u n a fuerza que la h ag a ro d a r sobre u n riel circular
que tie n e u n a lo n g itu d de 10 m etros, com o en la figura II.2.

Referencia
f

P ara u b ic a r la posición de la esfera en c u a lq u ier m o m e n to


m ed irem o s la lo n g itu d de riel q u e la se p ara de u n p u n to fijo
d e re fe re n c ia que h em os m arcad o sobre el m ism o. S u p o n g a­
m os q u e la posición inicial d e la esfera es d e 1 m e tro respecto
de esa referen cia, y q u e m edim os esa posición con u n a cin ta
m étric a q u e nos d a u n e rro r de ±1 m ilím etro , es decir, q u e la
posición real p u e d e ser de 0.999 m , o de 1.001 m o c u alq u ier
valor c o m p re n d id o e n tre esas cifras.
S upongam os adem ás que cada vez q u e la esfera pasa p o r el
p u n to de refe re n c ia recibe u n im pulso, y q u e éste provoca u n

28
desplazam iento de la esfera sobre su ó rb ita q u e in c re m e n ta en
u n 10% la posición, de m odo que si estaba en tre 0.999 y 1.001 m
en el m o m e n to inicial, se m u ltip lica p o r u n fac to r 1.1 y d ich a
posición pasa a ser en to n c e s de e n tre 1.099 y 1.101 m al cabo
del p rim e r p e rio d o , y a su vez vuelve a m u ltiplicarse p o r 1.1
p a ra cada u n o de los p erio d o s sucesivos p o r lo q u e la posición
será de: e n tre 1.209 y 1.211 m en el seg u ñ d o p e rio d o , e n tre
1.329 y 1.332 m e n el tercero , etcétera. Al cabo de 25 vueltas, la
posición será p rác tic a m e n te la m ism a q u e al prin cip io : e n tre
10.825 y 10.845 m, que com o la lo n g itu d total del riel es de 10
m etros, ubica a la esfera e n tre 0.825 y 0.845 m resp e c to de la
referencia. P ero obsérvese que si b ien la esfera h a vuelto en el
p e rio d o 25 a estar prácticam en te en la posición inicial, la in d e ­
finición en su posición h a crecido: es ah o ra u n a zona de ±10 m m
de lo n g itu d sobre el riel. La im p recisió n inicial d e ±1 m m e n
su ubicación se h a m ultiplicado p o r 10.
E n la figura II.2 se h a ilustrado la situación a las 25 vueltas y
después de 60 vueltas, d o n d e la esfera p u e d e estar e n cual­
q u ie r posición e n tre 3.81 y 4.19 m etros, y a las 70 vueltas d o n ­
de estará e n tre 8.21 y 9.79 m etros. D espués de 97 vueltas, esta
in d efin ició n en la posición se h a b rá am plificado 10 m il veces y,
p o r lo tanto, será de 10 m etros. De m o d o q u e la esfera p u e d e
estar en c u alq u ier p u n to del riel de 10 m etro s d e lo n g itu d , y
n o p o d em o s sab er de a n te m a n o cuál es ése p u n to m e d ia n te
u n cálculo.
P o r supuesto, esto p arece fácilm en te rem ediable: ya q u e se
h a utilizado p a ra m e d ir la posición inicial u n a c in ta m étric a
q u e da u n e rro r de 1 m m , se la p u e d e cam biar p o r u n in stru ­
m e n to m u ch o m ás preciso, que dé u n e rro r 10 m il veces m e ­
nor, de solam ente 1 décim o de m icrón.
A hora sí, con este dato inicial tan preciso se p u e d e u b ica r la
esfera m ed ia n te u n cálculo que p re d e c irá su p o sición d e n tro
de 97 vueltas con u n e rro r n o m ayor que 1 m m .
Pero, ¿y si se p re te n d e seguir p red ic ie n d o m e d ia n te el cálcu­
lo la ubicación p a ra u n m ayor n ú m ero de vueltas?
O c u rre q u e a u n co n esta m ed ic ió n inicial m u c h o m ás p re ­
cisa, a las 193 vueltas se está o tra vez e n la situación prim era:
u n a in d efin ició n de 10 m etros, q u e no p e rm ite p re d e c ir d ó n ­
de está la esfera. C om o es obvio n o se p u e d e seguir a u m e n ta n ­
do de m a n e ra in d efin id a la precisión de la m ed id a, p u es rápi-

29
d a m e n te a p arece la necesid ad de m e d ir m ag n itu d es c o n u n
e rro r m e n o r q u e el tam año de u n átom o, y a u n c u a n d o se p u ­
diese realizar sem ejante m aravilla, unos cientos de vueltas m ás
llevarían a la m ism a fru stran te situación.
Estam os a q u í e n tre la espada y la p a re d : o utilizam os u n a
m ed ició n ap ro x im ad a, lo q u e no es lo su fic ie n tem e n te exacto
com o p a ra h a c er la p red icció n p a ra c u alq u ier estado fu tu ro , o
in ten tam o s realizar u n a m edición tan extrem ^adam ente precisa
que es im practicable.
> U n sistem a dinám ico que tie n e este c o m p o rta m ie n to n o es
ra ro e n la naturaleza. Se tra ta de sistem as q u e re p ite n p e rió ­
d ica m en te u n cierto estado, y d o n d e éste sufre u n a p e rtu rb a ­
ción q u e se m ultiplica e n cada p e rio d o (es el caso de la reso­
n a n c ia ), lo q u e es suficiente p a ra q u e se p ro d u zc a n después de
cierto tiem po efectos de u n a m ag n itu d d e sp ro p o rc io n a d a m e n ­
te g ra n d e e n c o m p aració n co n la p e rtu rb a c ió n inicial. E n es­
tos sistem as, regidos p o r leyes e stric tam e n te d eterm inistas, en
ciertas co n d icio n es el cálculo del c o m p o rta m ie n to p u e d e re ­
su ltar c re c ie n te m e n te im preciso, h a c ie n d o q u e to d o in te n to
de p re d e c ir el fu tu ro a largo plazo sea d e rro tad o .

L os PROCESOS FÍSICOS ESTÁN DETERMINADOS,


PERO ¿SE PUEDEN PREDECIR SIEMPRE?

Se h ace necesario a h o ra d istin g u ir la d iferen cia e n tre deter-


m inism o y pred ecib ilid ad , dos palabras q u e desde la é p o ca de
L aplace se co n sid e rab a n sinónim as. Se ve q ue, e n ciertas co n ­
diciones, u n sistem a dinám ico p u e d e ser d e te rm in ista y, sin
em bargo, te n e r u n c o m p o rtam ie n to n o predecible.
P o r sup u esto q u e los físicos sabían q u e el U niverso m u estra
u n a in m en sa com plejidad, p e ro se su p o n ía que, en g eneral, se
p u e d e analizar la m ism a p a ra d e sco m p o n e rla en sus co m p o ­
n en tes sim ples, y que de los m ism os se p u e d e n seleccionar unas
pocas variables com o co n d icio n es iniciales p a ra in tro d u c ir en
las ecuaciones, ya q u e la in m en sa m ayoría de las otras c o n d i­
ciones es de tan p e q u e ñ a m ag n itu d , q u e el n o considerarlas
n o afecta el resultado. Pero a p re n d e m o s a h o ra q u e estos casos
son algo especial, y que m u ch o m ás co m ú n es la situación e n
q u e a u n c u a n d o se trate de sistem as p a ra los q u e rige el deter-

30
m inism o, hay u n a lim itación de la posibilidad de p re d e c ir el
c o m p o rtam ie n to fu tu ro q u e p u e d e llegar a ser p rác tic a m e n te
equivalente a u n a situación d e caos.
N o significa, sin em bargo, que n o se p u e d a d e c ir n a d a sobre
dichos sistem as, ya q u e p a ra ciertas co n d icio n es iniciales, el
c o m p o rtam ie n to si es o rd e n a d o y, p o r lo tan to , p red e c ib le a
largo plazo. A dem ás, au n e n el estado de c o m p o rtam ie n to caó­
tico, estos sistemas p re se n ta n m uchas p ro p ie d a d es q u e se p u e ­
d e n c o m p re n d e r con la ayuda de la teo ría de p ro b ab ilid ad es,
siendo esta m ezcla de d eterm in ism o y p ro b ab ilid a d u n a fo rm a
m uy fru c tífera de atacar los p ro b lem as característicos de los
sistemas com plejos.
Se tra ta en to n c e s d e u n a nueva física de fen ó m e n o s n o li­
neales cuyo objeto es el estudio de procesos tales com o, p o r
ejem plo, las turbulencias y oscilaciones físico-quím icas y b ioló­
gicas. Estos fenóm enos tien en u n aspecto a p a re n te m e n te azaro­
so, p e ro con sim ilitudes insospechadas en su c o m p o rtam ie n to ,
lo q u e c o n d u c e a q u e se en c are su estudio m e d ia n te m éto d o s
m atem áticos, d o n d e resu ltan com unes nociones com o la bifur­
cación, los atracto res ex trañ o s y los ex p o n e n te s d e Lyapunov.
Este nuevo e n fo q u e de los fen ó m en o s com plejos im plica u n
cam bio de paradigm a, ya q u e el p lan te o de Laplace co n su d e ­
m o n io capaz de p re d e c ir cu a lq u ier evento q u e d a p u esto en
sus ju sto s térm inos: n o se tra ta d e p re d e c ir a b so lu ta m e n te to­
dos los fen ó m en o s q u e a p a re c e n en la natu raleza m e rc e d a los
cálculos basados en las leyes determ inistas; ni L aplace n i n in ­
g ú n físico h a n so ñ ad o que esto sea posible. P ero el d e m o n io
p o n e de relieve q u e esta im posibilidad se d e b e a n u e s tra im ­
p erfección, com o seres lim itados q u e somos.
Sólo u n Ser absoluto p o d ría c o n o c e r el fu tu ro a c u a lq u ier
plazo, siem pre y c u a n d o co n o ciera todas las c o n d ic io n es in i­
ciales con in finita precisión, y, e n sus cálculos, adem ás m a n e ­
ja r a n ú m ero s con u n a in fin ita ca n tid ad de cifras, com o los
n ú m ero s irracionales. Ni los seres h u m an o s ni las c o m p u ta d o ­
ras p u e d e n h a c e r esto, ya que n e c esa ria m e n te utilizan u n a
ca n tid ad finita de co n d icio n es iniciales y u n n ú m e ro lim itad o
de cifras en sus cálculos.
Este es u n e n fo q u e p latónico, q u e p o stula q u e existe u n a
rea lid a d m atem ática q u e sí es perfecta, u n ideal q u e m arca la
m eta hacia d o n d e se d e b e n d irig ir n u estro s esfuerzos. La ac-

31
ción c o h e re n te con este en fo q u e consiste en c o n c e n tra r los es­
fuerzos e n h a lla r la solución de las ecuaciones q u e d escrib en
al fen ó m e n o , p a ra in tro d u c ir e n ellas los datos em píricos ob­
ten id o s cada vez con m ayor precisión, e n la co nfianza de que
c o n el tran scu rso del tiem p o se estará así m ás y m ás cerca de
p re d e c ir u n creciente re p e rto rio de com portam ientos.
Es esta visión de c o n tin u o p ro g reso la q u e se cu e stio n a ac­
tu a lm e n te p a ra el estudio d e los sisternas com plejos, ya q u e la
sensibilidad a las condiciones iniciales p u e d e ser tal q u e n in g u ­
n a observación, n o im p o rta cu án precisa sea, nos llevará a de­
te rm in a r esas condiciones con la e x actitu d suficiente. Si b ien
en u n sistem a d e te rm in ista el estado inicial d e te rm in a el esta­
do final, e n estos sistem as n o lineales el co n o c im ie n to a p ro x i­
m ad o del estado inicial n o p e rm ite d e d u c ir u n co n o c im ie n to
ap ro x im ad o del estado final, p o r lo q u e p ie rd e se n tid o p o n e r
la p rio rid a d en resolver las ecuaciones p a ra in tro d u c ir datos
cada vez m ás exactos e n ellas.
Esta d ificultad p a ra las p red iccio n es e n sistem as d e te rm i­
nistas com plejos ya se co n o cía e n el siglo pasado: el físico J a ­
m es C. Maxwell, que tuvo u n p a p e l fu n d a m e n ta l en la teo ría
del electrom agnetism o, expresó en u n a de sus conferencias en
1873, q u e si b ien las m ism as causas p ro d u c e n los m ism os efec­
tos, cu a n d o hay sensibilidad a las condiciones iniciales, las cau­
sas sem ejantes p u e d e n no te n e r efectos sem ejantes. D a e n tre
otros ejem plos la explosión del a lg o d ó n pólvora y el efecto de
p e q u e ñ a s acciones h u m an a s q u e p u e d e n d e se n c a d e n a r g ran ­
des cam bios sociales.
El g ran m atem ático H e n ri P o in caré escribió e n 1908, en su
Ciencia y método, que “u n a causa m uy p e q u e ñ a , q u e se nos es­
capa, d e te rm in a u n efecto considerable que n o p o d em o s dejar
de ver y en to n ces decim os q u e ese efecto se d eb e al azar”. L ue­
go se ex tien d e e n este concepto:

¿Por q u é los m eteo ró lo g o s e n c u e n tra n tan difícil p rev er el tiem p o


co n a lg u n a certeza? ¿Por q u é las lluvias, las tem p estad es m ism as
n os p a re c e n llegadas al azar, de m o d o q u e m u c h a g en te cree n a tu ­
ral re z a r p a ra q u e caiga la lluvia o h a g a b u e n tiem p o , c u a n d o en
re a lid a d e n c o n tra ría n rid ícu lo p e d ir co n u n a p le g a ria u n eclipse?
V em os q u e las g ran d es p e rtu rb a c io n e s se p ro d u c e n e n g en eral en
las re g io n e s d o n d e la atm ó sfera está e n e q u ilib rio inestab le. Los
m e te o ró lo g o s b ie n ven q u e ese eq u ilib rio es inestab le, q u e alg ú n

32
ciclón se d a rá en a lg u n a p a rte , p e ro ¿d ó nde? N o están e n c o n d i­
ciones de d ecirlo ; u n a d é c im a d e g ra d o m ás o m e n o s e n u n p u n ­
to cu alq u ie ra y el ciclón estalla a q u í y n o allá y e x tie n d e sus estra­
gos e n co m arcas q u e d e o tra m a n e ra n o h a b ría n sido devastadas.
Si se h u b ie ra co n o c id o esa d écim a d e g ra d o p o d ría h ab é rse lo
sabido de a n te m a n o , p e ro las observaciones n o fu e ro n ni b astan te
rigurosas n i b a sta n te precisas y p o r eso to d o p a re c e d e b id o a la
in terv en c ió n d el azar.

P ara P o in caré esa a p arició n del azar e n la n a tu ra le z a tien e


dos raíces principales: i ) la ya m e n c io n a d a sensibilidad a las
co n d icio n es iniciales, q u e h ace q u e a u n q u e las leyes d el sis­
tem a se conozcan, los p e q u e ñ o s e rro re s iniciales tie n e n u n a
e n o rm e in flu en cia sobre el estado final, y 2) la com p lejid ad de
las causas, p o r lo q u e c u a n d o en el p ro ceso de análisis d el sis­
tem a se le aísla id ea lm e n te, se to m a e n c u e n ta a p en as u n a
p a rte de todas las in n u m e rab le s influencias a las cuales está
som etido.
Este p ro ce d im ie n to es efectivo sólo p a ra los sistem as in te g ra ­
bles, que, en general, son sistem as lineales. E n cam bio p a ra los
n o lineales, esta separación p a ra su análisis se hace p a g a n d o el
precio de dism in u ir el alcance de la predicción.
T anto Maxwell com o P o in caré p u sie ro n com o e jem p lo de
los sistem as dinám icos co n sensibilidad a las c o n d ic io n es ini­
ciales, el caso de u n gas fo rm ad o p o r m uchas m oléculas q u e
vuelan a g ran velocidad e n todas direccio n es y tie n e n m u ch as
colisiones e n tre sí. Si se desea d e te rm in a r la evolución d e u n
sistem a de u n a ca n tid ad de c o m p o n e n tes tan in m e n sa com o
los q u e fo rm a n u n gas, se d eb e te n e r en c u e n ta q u e es im posi­
ble calcular con las ecuaciones diferenciales de N ew ton el
m ovim iento de cada u n a de las partículas.
Piénsese q u e u n c e n tím e tro cúbico de aire c o n tie n e 27 tri-
llones (m illones de m illones de m illones) de átom os, y q u e n o
alcanzaría to d a la superficie d e la T ierra p a ra escribir n a d a más
q u e las ecuaciones diferenciales co rresp o n d ien tes, sin m e n ­
c io n a r el cálculo p a ra d e te rm in a r con ellas el m o v im ien to de
cada átom o en ese c e n tím e tro cúbico de gas.
S upongam os que p u diésem os observar u n a p e q u e ñ ísim a
p o rció n de ese c e n tím e tro cúbico de aire, u n a p o rc ió n lo sufi­
c ie n te m e n te lim itad a com o p a ra p o d e r reg istrar el m ovim ien­
to de las pocas m oléculas q u e estuviesen allí p resen tes. Pode-

c\ 33
j i
m os im a g in a r q u e al aislar así id ea lm e n te n u e s tra zona de ob­
servación, po d ríam o s seguir las trayectorias e n lín e a rec ta indi­
viduales, las colisiones e n tre m oléculas y cóm o reb o ta n , y com ­
p re n d e ría m o s q u e éstas siguen las leyes de la m ecán ica y que
son p e rfe c ta m e n te predecibles, ya q u e p o d ríam o s calcular sus
m o v im ien to s in d iv id u ale s... ¡In ú til esfuerzo, ya q u e sólo se­
ría válido p o r u n brevísim o tiem po! O c u rre q u e re p e n tin a ­
m e n te lleg arían desde fu e ra de n u e stra zona de observación
m ás m oléculas, q u e n o fig u rab an e n tre n u estro s datos inicia­
les, y d e sap a re ce ría n de la zo n a m oléculas q u e estab an en
observación, y el resultado sería a h o ra u n m ovim iento distinto,
co n nuevas colisiones im previstas, im posible p o r lo ta n to de
calcular, tan im previsible com o si se tratara de u n proceso regi­
do p o r el azar. C o m p ren d em o s así q u e si se observa sólo u n a
fracció n ínfim a de u n p roceso m uy com plejo, fo rm a d o p o r
in n u m e rab le s co m p o n en tes, con u n a e n o rm e c a n tid a d d e dis­
tintas variables q u e a c tú a n sobre el sistem a, éste p u e d e a p a re ­
cer com o aleatorio, deso rd en ad o .
Esto es válido n o solam ente p a ra u n c o n ju n to de m oléculas
en u n gas: hay cierto paralelism o co n los fen ó m e n o s q u e estu­
d ian las ciencias sociales, ya q u e si se desea e x a m in ar la eco­
n o m ía d e u n a n ació n o su evolución política, e stu d ia n d o u n a
p e q u e ñ a p a rte aislada d el c o n ju n to , se va h acia u n fracaso,
p ues esa p a rte estará sujeta c o n tin u a m e n te a las influencias in­
controlables e im previstas del resto del sistema.
¿Cóm o p ro c e d e r entonces? P a rec e ría que al estar v edado el
c o n o c im ie n to d etallad o d e cada c o m p o rta m ie n to individual,
h a b ría que resignarse a ac ep ta r q u e los sistem as sociales, b ioló­
gicos, económ icos y físicos co n u n a g ran c a n tid a d d e co m p o ­
n e n te s n o se p u e d e n e n c a ra r co n el m éto d o científico, ya q u e
tie n e n u n c o m p o rta m ie n to q u e a p a re n te m e n te d e p e n d e del
p u ro azar, a u n q u e se p u e d a p e n sar q u e están regidos p o r leyes
determ inistas.
La resp u esta a esta p re g u n ta surgió e n el cam po de las cien­
cias sociales d el siglo x ix , c u a n d o se q u isiero n e stu d ia r las ca­
racterísticas sanitarias y económ icas d e las naciones. .Se aplicó
p a ra ello la ram a práctica de las p robabilidades, q u e es la esta­
dística.
Su desarro llo m atem ático fue iniciado p o r A. Q u e te le t en
1820, con su libro Mecánica social, insp irad o e n el m o d elo d e la

34
Mecánica celeste áe Laplace, y q u e te n ía com o objetivo d e sa rro ­
llar las “ciencias m o rales y p o líticas”. A parece allí la id e a del
h o m b re p ro m e d io , co n u n a lo n g itu d d e vida, in g reso e c o n ó ­
m ico, etcétera, q u e se calculan com o p ro m e d io d e los d e to d a
la población.
La experiencia con el estudio de los gases en señ a que, a pesar
de q u e a escala m icroscópica hay u n n ú m e ro de c o m p o n e n tes
tan g ra n d e q u e es im posible c o n o c er sus c o m p o rtam ie n to s in ­
dividuales, éstos m u estra n e n c o n ju n to a escala m acroscópica
p ro p ied ad es globales com o la tem p e ra tu ra , presión, d en sidad,
volum en, q u e se p u e d e n m edir, y q u e se rela cio n a n e n tre sí
con leyes b ien definidas. Esto es análogo a lo q u e aco n tece co n
u n a p o b lac ió n h u m a n a de u n n ú m e ro g ra n d e d e individuos,
p a ra la q u e se p u e d e n estab lecer p a rá m etro s com o la tasa de
nacim ientos, m u ertes, p ro d u c to p e r cápita, e tc é te ra , sin n e c e ­
sidad d e seguir cada h istoria individual.
El m éto d o estadístico dio tan b u en o s resultados p a ra las cien­
cias sociales q u e lu eg o lo a p lic aro n los físicos, c re a n d o así la
m ecánica estadística, u n a ram a de la física d esarro llad a a lre d e ­
d o r de 1900 p o r el austríaco Ludw ig B oltzm ann y el n o rte a ­
m erican o J. W illard Gibbs.
•Es así q u e Jam es C lerk Maxwell p ro p u so e n 1872 la in tro ­
d u c c ió n e n la física d el cálculo d e p ro b ab ilid a d e s p a ra sis­
tem as d e g ra n n ú m e ro de co m p o n e n tes, y escribió: “h e m o s
h allad o u n nuevo tip o de reg u la rid a d , la re g u la rid a d d e los
p ro m e d io s”.

L os JU E G O S D E A Z A R Y LAS P R E D IC C IO N E S

La teo ría d e p robabilidades se originó e n los ju e g o s d e azar:


L aplace establece e n su libro que:

La p ro b a b ilid a d d e u n ev en to es la c a n tid a d de veces e n q u e ap a­


rece, dividido p o r el to tal d e los q u e p o d ría n o c u rrir s u p o n ie n d o
q u e to d o s ellos sean ig u a lm e n te posibles.

Así p o r ejem plo, u n d a d o d e seis caras nos d a u n a pro b ab ili­


d a d de 1 /6 p a ra q u e caiga co n la cara d el 2 h acia a rrib a, y la
m ism a p ro b ab ilid a d vale p a ra las otras cinco caras.

35
Si se a rro ja u n d ad o u n g ran n ú m e ro de veces y se h ace la
estadística de cuántas veces aparece cada u n o de sus seis n ú ­
m eros, se c o m p ro b a rá que cu an to m ayor sea el n ú m e ro de
tiradas tan to m ás cerca se estará del n ú m e ro 1 /6 . P ero n o se
sabe antes de a rro jar el dado qué cara q u e d a rá esta vez a rrib a y
ésta es, p o r supuesto, la razón de la existencia de los ju e g o s de
azar.
E n teo ría, si se conociesen las fuerzas aplicadas al lan zar el
d ad o , los rozam ientos, resistencia del aire, etc é te ra , se p o d ría
p re d e c ir cóm o caerá, p e ro es im posible d isp o n e r de todos los
datos necesarios, y, p o r lo tan to , los ju g a d o re s p o d rá n seguir
d isfru ta n d o de la em oción de ap o star sin sab er q u é les d e p a ­
ra rá el azar.
D e m o d o q u e cu a n d o se tra ta de sistem as dinám icos e n los
que n o se p u e d e n aplicar las ecuaciones de N ew ton p a ra p re ­
cisar el c o m p o rtam ie n to de cada caso individual, lo m ás cer­
cano a u n a p red ic ció n es estab lecer la p ro b a b ilid a d d e que
o c u rra u n evento determ in ad o .
Se d e b e re s p o n d e r a h o ra a u n nuevo tipo de p re g u n ta . No
ya: ¿cuál es la velocidad de esta partícula?, sino: ¿qué pro b ab ili­
d ad tengo de e n c o n tra r partículas cuya velocidad esté e n tre tal
y cual valor?
El m éto d o se aplicó e n la física in icialm ente e n el estudio de
los gases, lo q u e es lógico p o r la an alogía a la q u e nos h em os
referid o e n tre la relación de las m oléculas con el gas y la d e los
individuos con u n a sociedad. Este c o n c ep to fue in tro d u c id o
en la term o d in ám ica, que surgía com o el d esarro llo científico
de los estudios sobre el calor.
A fines del siglo x ix existían e n to n ces dos enfoques científi­
cos p a ra la fo rm u lació n m atem ática d e los fen ó m e n o s n a tu ra ­
les: el análisis m ed ia n te las ecuaciones diferenciales p a ra sis­
tem as con pocos co m p o n en tes, y el análisis estadístico p a ra los
sistem as con u n n ú m ero elevado de co m p o n en tes.
P ero e n la c o m u n id a d científica, la distinción je rá rq u ic a e n ­
tre am bos enfoques era b ien clara: la je ra rq u ía m áxim a corres­
p o n d ía a la p rim e ra de estas visiones, ya q u e e x p resab a el e n ­
foque q u e h em os llam ado platónico, de que la n a tu ra le z a está
regida p o r leyes eternas escritas e n lenguaje m atem ático, m ien ­
tras q u e la seg u n d a d eb e su existencia a la ig n o ra n c ia q u e sur­
ge de nuestras lim itaciones hu m an as, la que se c o m p en sa par-

36
cialm ente m ed ia n te el uso de las p ro b ab ilid ad es, p e ro que
in ev itab lem en te irá viendo achicar su cam po de ap licación a
m ed id a q u e avance el co n o cim ien to , gracias a ese p ro g re so
c o n tin u o e inevitable que fue u n a c reen cia básica e n O cci­
d e n te a p a rtir del Ilum inism o.
C om o vimos, tal visión cam bió rad ic alm en te e n el tra n sc u r­
so de este siglo, sien d o H e n ri P o in caré el p rim e ro q u e p e rc i­
bió las características esenciales del nuevo en fo q u e. Al igual
q u e Maxwell, advirtió que sistem as sim ples, de pocos co m p o ­
n e n te s y que, p o r lo tan to , están e n la p rim e ra de las catego­
rías q u e hem os descrito, p u e d e n co m p o rtarse n o o b stan te caó­
ticam en te y re q u e rir en to n c e s de m éto d o s estadísticos p a ra su
descripción.
P o in caré advirtió esto al ex a m in ar el caso de u n sistem a di­
nám ico m uy sim ple, fo rm a d o p o r sólo tres cu erp o s q u e se
a tra e n p o r acción de la fuerza de la gravedad, c u a n d o u n o de
ellos es m uy p e q u e ñ o con relació n a los otros dos. T rató de d e­
te rm in a r cóm o se m overía y de re p re s e n ta r gráficam en te su
evolución com o u n a trayectoria e n u n espacio m atem ático lla­
m ad o “espacio de las fases” (sobre este espacio volverem os m ás
a d e la n te ). La e stru c tu ra de esta trayectoria, llam ad a hom oclí-
nica, resultó ser tan e x tra o rd in a ria m e n te com plicada y alejada
de la in tu ició n q u e P o in caré desistió de in te n ta r d ib u ja rla y
escribió en sus Nuevos métodos de mecánica celeste:

In te n te m o s h a ce rn o s u n a id e a d e la fig u ra fo rm a d a p o r estas dos


curvas y sus in finitas in terseccio n es, cad a u n a d e las cuales co rres­
p o n d e a u n a so lu ció n d o b le m e n te asintótica. D ichas in terseccio ­
nes fo rm a n u n a especie de e n tra m a d o , d e tejido, d e re d d e m allas
in fin ita m e n te finas. N in g u n a de esas curvas se h a d e c o rta r a sí
m ism a; adem ás, se h a d e p le g a r sobre sí m ism a d e u n m o d o m uy
com p lejo p a ra c o rta r infinitas veces todas las m allas d e la red .
S o rp re n d e la co m p lejid ad de esta figura q u e ni siq u iera in te n to
dib u jar. N ad a m ás in d ic a d o p a ra p o d e r h a c e rn o s u n a id e a d e la
co m p le jid a d del p ro b le m a d e tres cu erp o s y, e n g en eral, d e todos
los p ro b le m a s d e la D in ám ica en los q u e n o hay u n a in te g ra l u n i­
form e.

Esta in e sp e ra d a com plejidad, q u e asom bró ta n to al genial


m atem ático, es la que hoy se estudia en los sistem as dinám icos
con estru ctu ras com o las hom oclínicas, las h e te ro clín ic a s y

37
w

tam b ién e n los atractores extraños, re p re se n ta c ió n fu n d a m e n ­


tal p a ra el ex am en del caos determ inista.
La o b ra de P oincaré h a sido básica p a ra el estudio de los sis­
tem as dinám icos y lo consagra com o el fu n d a d o r d e los m é to ­
dos q u e hoy p e rm ite n a b o rd a r las m atem áticas d el caos d e­
term inista. Sin em bargo, h u b o u n p e rio d o de m ás d e sesenta
años e n los q u e sus ap ortes p a ra fu n cio n es n o lineales fu e ro n
p rác tic a m e n te ignorados, y es rec ién a p a rtir de los trabajos de
A. K olm ogorov y V. A rnold e n Rusia, S. Sm ale e n E stados U n i­
dos, D. R uelle y R. T h o m e n F rancia, q u e se vuelve a tra b a ja r
seriam en te e n este cam po.
A p e sar d e q u e P o in caré fue u n visionario, n o avanzó e n el
estudio de estos sistem as, lo q u e se p u e d e a trib u ir a dos m oti­
vos principales. El p rim e ro es q u e en su ép o ca los cálculos n u ­
m éricos se h a c ía n m an u a lm e n te, lo q u e im posibilitaba el tra­
tam ie n to n u m érico de los sistem as de ecuaciones n o lineales,
q u e d e b ie ro n e sp era r a la a p arició n d e las co m p u ta d o ra s. El
o tro m otivo es su actitu d filosófica, q u e c o m p a rtía c o n la m a­
yoría de los m atem áticos y físicos d e la época, y q u e se refleja
c la ram e n te e n u n escrito de P o in caré d o n d e c o m e n ta la exis­
ten cia de ciertas funciones m atem áticas q u e n o re s p o n d e n a
las exigencias clásicas de ser c o n tin u as y derivables; “La lógica
a veces e n g e n d ra m onstruos. D esde hace m ed io siglo se h a n
visto surgir u n a m u ltitu d d e funciones raras q u e p a re c e n esfor­
zarse e n asem ejarse lo m enos posible a las h o n e sta s fu n cio n es
q u e sirven p a ra c u alq u ier cosa. N o m ás c o n tin u id a d , n o m ás
derivadas, e tc é te ra .”
¡Cuál sería el asom bro de P o in caré a n te el a tra c to r que
L orenz descubrió al m odelizar fen ó m en o s m eteorológicos! No
p o r el aspecto m atem ático, ya que, com o vimos, c o m p re n d ía
p e rfe c ta m e n te la im posibilidad de h a c e r previsiones a largo
plazo, sino p o rq u e ese a tra cto r ex trañ o , q u e p e rm ite graficar
las características esenciales del sistem a dinám ico de la atm ósfe­
ra, se e n g e n d ró utilizando los m o n stru o s m atem ático s “ra ro s”
de los q u e tan to desconfiaba. É l h a b ía llegado a v islum brar el
universo fascinante de las m atem áticas de lo im previsible, p ero
re tro c e d ió a n te esa falta d e reg u la rid a d , de c o n tin u id a d , que
le p ro d u c ía tan to desagrado.
U n a co n secu en cia d e esta visión fue q u e los científicos im ­
b u id o s de ella h a n te n d id o a ig n o ra r ciertos cam pos de la in-

38
vestigación, com o el que alberga a los “m onstruos” q u e m encio­
n a b a P oincaré (p o r ejem plo, las curvas sin tan g e n tes y todos
los algoritm os que hoy llam aríam os “caóticos”).
P ara p o d e r c o n sid e ra r de real valor científico al caos d e te r­
m inista, hay que re n u n c ia r a la c reen cia en u n a je ra rq u ía d o n ­
de la cim a está o c u p a d a p o r las form as p erfectas (círculo,
esfera, e tc é te ra ). Pues, ¿por q u é a c e p ta r q u e u n círc u lo es su­
p e rio r a u n a figura com pleja, com o lo es u n fractal o cual­
q u ie r e le m en to d e la naturaleza? C om o d ije ra el m ate m á tic o
B. M an d elb ro t, “las m o n ta ñ a s n o son conos, n i las n u b e s son
esferas, n i tam p o co los ríos n i los rayos van e n lín e a recta; e n
definitiva, las form as q u e nos ro d e a n a lo largo d e n u e s tra
vida, siem p re h a n estado m uy alejadas de la sim plicidad de lo
e u c lid ia n o ”.
Este cam bio de valoración tien e u n origen cu ltu ral y filosófi­
co, y si se pasa esto p o r alto, se arriesga re d u c ir el estu d io m o­
d e rn o del caos al de u n m ero c o n ju n to de nuevas técnicas.
U n aspecto im p o rta n te d e este nuevo e n fo q u e es el indis­
p en sab le uso de la co m p u ta d o ra , que p e rm ite h a c e r los cálcu­
los y adem ás tra d u c ir en im ágenes el c o m p o rta m ie n to d e los
sistemas dinám icos.
T am bién e n este aspecto hay u n a clara distin ció n e n tre las
actitudes de los m atem áticos q u e a d h ie re n a u n o u o tro e n ­
foque. Así com o la utilización de h e rra m ie n ta s q u e n o fu e ra n
la regla y el com pás e ra rec h a z ad a p o r los geó m etras griegos,
hoy c o n tin ú a la resistencia de m uchos m atem áticos “p u ro s” al
uso d e las co m p u tad o ras p a ra las d em ostraciones m atem áticas,
basados en el h e c h o cierto d e que el n ú m e ro de decim ales de
to d o resu ltad o n u m érico q u e p u e d e m an e jar u n a c o m p u ta d o ­
ra es lim itado.
O tro aspecto nuevo es la in tro d u c ció n d e lib e ra d a de lo alea­
torio e n m uchos de los cálculos, p o r ejem plo, m e d ia n te series
de n ú m ero s g en erad o s al azar, con el objeto de m o d e la r fe n ó ­
m enos n aturales q u e ten g an c o m p o n en tes imprevisibles.
El uso de las pro b ab ilid ad es h a b ía sido in iciado, com o vi­
m os, e n el pasado p o r Q u e te le t en las ciencias sociales y p o r
Maxwell en la teo ría cinética de los gases, p e ro se lo co n sid era­
ba com o u n ín d ice d e ig norancia, q u e señ alab a los lím ites de
las zonas d o n d e están los tem as que la v erd ad era ciencia h a b ía
lo g rad o esclarecer; y e n esas zonas lo aleatorio, las probabili-

39
dades sólo te n ía n cabida m ien tras n o se p u d ie ra ap licar la e stru c tu ra de las n u b es en la atm ósfera, los rem o lin o s en u n
v e rd a d e ra ciencia. río to rre n to so , el sonido m elodioso de u n violín o el flujo de
P ero e n el p rim e r cuarto de este siglo, la m ecán ica cu án tica e n e rg ía eléctrica e n u n circuito electró n ico , y van d esd e el co­
m ostró q u e el co n cep to de p ro b ab ilid a d y los m éto d o s estadís­ n o cid o m ovim iento de los p é n d u lo s y de las órbitas d e los pla­
ticos son esenciales p a ra la fo rm u lació n de las leyes físicas, al n etas a los com plejos ritm os biológicos: fiu ctu acio n es e n los
m enos e n la escala atóm ica, con lo cual se com enzó a a p reciar ciclos de re p ro d u c c ió n de u n a p o b lació n anim al, resp iració n ,
su significado conceptual. ritm o cardiaco, a lte rn a n c ia de vigilia y su eñ o , procesos neu-
Los m atem áticos y físicos te n ía n presente, que hay cierta cuo­ rofisiológicos, etcétera. E n todos ellos se halla esta característi-
ta de d e so rd e n e n la naturaleza, p e ro n o c re ían q u e su estudio cá de p erio d icid ad e n el co m p o rtam ien to .
fu e ra digno de constituir u n a v e rd a d e ra ciencia. C om o so n legión los dispositivos y fen ó m en o s q u e p re se n ­
A hora, e n cam bio, el caos está p le n a m e n te rec o n o c id o y se tan este c o m p o rtam ie n to oscilatorio, es n a tu ra l q u e el oscila­
a c ep ta q u e adem ás de los fen ó m en o s q u e e x h ib e n o rd e n y re ­ d o r suscite u n c re c ie n te in terés científico. P ero a h o ra vam os
g u laridad, hay u n vasto universo de fen ó m e n o s d eso rd en ad o s, m u ch o m as allá, pues la conclusión q u e se ex trae d e la visión
irreg u lares, q u e n o son reducibles a las form as puras, y que a n te rio r es que las p ro p ied ad es de los osciladores p u e d e n apli­
p u e d e n tam b ién ap arecer in so sp ech ad am en te e n sistemas muy carse al c o n ju n to de los procesos dinám icos.
sim ples, com o el form ado p o r tres cuerpos. E n efecto, se p u e d e describ ir m ate m á tic a m e n te c u a lq u ier
Los fen ó m e n o s caóticos p u e d e n ser estudiados científica­ p roceso q u e flu ctú a e n el tiem p o com o la sum a alg eb raica de
m en te , p ues a u n q u e n o hay p o sibilidad alg u n a d e p rev e r el
c o m p o rta m ie n to detallad o de sus c o m p o n e n tes individuales,
sí se p u e d e h a c e r u n a p re d ic c ió n cualitativa d e la evolución
d el sistem a e n su c o n ju n to , y tam b ié n se p u e d e n b u sc ar las
co n d icio n es p a ra que u n sistem a d in ám ico q u e está e n estado
de o rd e n pase al c o m p o rtam ien to caótico y viceversa.
C om o se p u e d e ver, algunas de las ideas m ás in teresan tes de
las ciencias actuales están referid as a estos tem as, los q u e h a n
obligado a precisar los verd ad ero s alcances del d eterm in ism o ,
de n u e stra capacidad de p re d e c ir el fu tu ro y del v e rd a d e ro sig­
nificado d e las leyes naturales. Sólo el tiem p o nos d a rá u n a
id ea exacta d e la v e rd a d e ra tra sc en d e n c ia de estos cam bios
sobre el m éto d o y la filosofía de la ciencia.
Pasarem os a h o ra a e x am in ar las características de los sis­
tem as dinám icos q u e p u e d e n p re s e n ta r u n c o m p o rta m ie n to
caótico.

E n la n a tu r a l e z a hay m u c h o s p r o c e s o s c íc l ic o s

C on respecto a los procesos dinám icos que se observan e n la na­


turaleza, cu a n d o se les qu iere estudiar se d eb e subrayar la u n i­
versalidad de los q u e son p erió d ico s o d e oscilación, procesos
ubicuos e n la física, la a stro n o m ía y la biología, ya sea e n la

40 41
dades sólo te n ía n cabida m ien tras n o se p u d ie ra ap licar la e stru c tu ra de las n u b es en la atm ósfera, los rem o lin o s en u n
v e rd a d e ra ciencia. río to rre n to so , el sonido m elodioso de u n violín o el flujo de
P ero e n el p rim e r cuarto de este siglo, la m ecán ica cu án tica e n e rg ía eléctrica e n u n circuito electró n ico , y van d esd e el co­
m ostró q u e el co n cep to de p ro b ab ilid a d y los m éto d o s estadís­ n o cid o m ovim iento de los p é n d u lo s y de las órbitas d e los pla­
ticos son esenciales p a ra la fo rm u lació n de las leyes físicas, al n etas a los com plejos ritm os biológicos: fiu ctu acio n es e n los
m enos e n la escala atóm ica, con lo cual se com enzó a a p reciar ciclos de re p ro d u c c ió n de u n a p o b lació n anim al, resp iració n ,
su significado conceptual. ritm o cardiaco, a lte rn a n c ia de vigilia y su eñ o , procesos neu-
Los m atem áticos y físicos te n ía n presente, que hay cierta cuo­ rofisiológicos, etcétera. E n todos ellos se halla esta característi-
ta de d e so rd e n e n la naturaleza, p e ro n o c re ían q u e su estudio cá de p erio d icid ad e n el co m p o rtam ien to .
fu e ra digno de constituir u n a v e rd a d e ra ciencia. C om o so n legión los dispositivos y fen ó m en o s q u e p re se n ­
A hora, e n cam bio, el caos está p le n a m e n te rec o n o c id o y se tan este c o m p o rtam ie n to oscilatorio, es n a tu ra l q u e el oscila­
a c ep ta q u e adem ás de los fen ó m en o s q u e e x h ib e n o rd e n y re ­ d o r suscite u n c re c ie n te in terés científico. P ero a h o ra vam os
g u laridad, hay u n vasto universo de fen ó m e n o s d eso rd en ad o s, m u ch o m as allá, pues la conclusión q u e se ex trae d e la visión
irreg u lares, q u e n o son reducibles a las form as puras, y que a n te rio r es que las p ro p ied ad es de los osciladores p u e d e n apli­
p u e d e n tam b ién ap arecer in so sp ech ad am en te e n sistemas muy carse al c o n ju n to de los procesos dinám icos.
sim ples, com o el form ado p o r tres cuerpos. E n efecto, se p u e d e describ ir m ate m á tic a m e n te c u a lq u ier
Los fen ó m e n o s caóticos p u e d e n ser estudiados científica­ p roceso q u e flu ctú a e n el tiem p o com o la sum a alg eb raica de
m en te , p ues a u n q u e n o hay p o sibilidad alg u n a d e p rev e r el
c o m p o rta m ie n to detallad o de sus c o m p o n e n tes individuales,
sí se p u e d e h a c e r u n a p re d ic c ió n cualitativa d e la evolución
d el sistem a e n su c o n ju n to , y tam b ié n se p u e d e n b u sc ar las
co n d icio n es p a ra que u n sistem a d in ám ico q u e está e n estado
de o rd e n pase al c o m p o rtam ien to caótico y viceversa.
C om o se p u e d e ver, algunas de las ideas m ás in teresan tes de
las ciencias actuales están referid as a estos tem as, los q u e h a n
obligado a precisar los verd ad ero s alcances del d eterm in ism o ,
de n u e stra capacidad de p re d e c ir el fu tu ro y del v e rd a d e ro sig­
nificado d e las leyes naturales. Sólo el tiem p o nos d a rá u n a
id ea exacta d e la v e rd a d e ra tra sc en d e n c ia de estos cam bios
sobre el m éto d o y la filosofía de la ciencia.
Pasarem os a h o ra a e x am in ar las características de los sis­
tem as dinám icos q u e p u e d e n p re s e n ta r u n c o m p o rta m ie n to
caótico.

E n la n a tu r a l e z a hay m u c h o s p r o c e s o s c íc l ic o s

C on respecto a los procesos dinám icos que se observan e n la na­


turaleza, cu a n d o se les qu iere estudiar se d eb e subrayar la u n i­
versalidad de los q u e son p erió d ico s o d e oscilación, procesos
ubicuos e n la física, la a stro n o m ía y la biología, ya sea e n la

40 41
u n c o n ju n to de oscilaciones periódicas, p o r u n m éto d o llam a­
do análisis de Fourier.
C om o se p u e d e ver en la figura II. 3, si se gráfica la variación
e n el tie m p o del proceso O q u e q u erem o s analizar, se o b tie n e
u n a curva irregular, que no se repite en el tiem po. Pero F ourier
d em o stró q u e se le p u e d e co n sid erar com o la resu lta n te de su­
m ar varias curvas periódicas regulares, com o las A, B y C,y, p o r
lo tanto, to d a teo ría de procesos dinám icos p u e d e re q u e rir la
aplicación del co n cep to de los osciladores, q u e co m b in ad o s
d a n c u e n ta de cu alq u ier variación en el tiem po.
Es p o r este m otivo que, com o iniciación al estudio de los sis­
tem as dinám icos exam inarem os e n detalle el co m p o rtam ie n to
de u n oscilador elem ental, tal com o el p é n d u lo sim ple, y luego
verem os q u é o c u rre cu a n d o se c o m b in a n dos o m ás de estos
osciladores elem entales p a ra fo rm a r u n sistem a dinám ico.

III. Los p éndulos simples


p u e d e n ser m uy com plejos

A n a l iz a r e m o s a q u í e n q u é c o n d ic io n e s s e rá c a ó tic o el m ovi­
m ie n to d e u n siste m a ta n p o c o c o m p lic a d o c o m o p u e d e serlo
el fo rm a d o p o r u n p a r d e p é n d u lo s.
El p é n d u lo es u n sistem a dinám ico q u e rep ite su c o m p o r­
tam ien to a intervalos regulares que llam am os periodos.
H a sido estu d iad o p o r lo m enos desde la ép o ca de Galileo,
de m o d o q u e se p o d ría s u p o n e r q u e ya n o te n d ría p o r qué
p ro p o rc io n a rn o s n in g u n a sorpresa. P o r o tra p arte, desde hace
siglos el p é n d u lo constituye el parad ig m a de la previsibilidad y
de la reg u larid ad . A ntes de la utilización d e los osciladores de
cuarzo, los relojes eran regulados p o r péndulos.

S ist e m a s d in á m ic o s c o n se r v a t iv o s o d is ip a t iv o s

Se d e b e a n te to d o distin g u ir e n tre sistem as dinámicos conserva­


tivos, que son aquellos en los que la en erg ía del sistem a se m an-

42
tiene constante p o rq u e hay ausencia de fro tam ien to o fricción
in te rn a , y aquellos en los q u e d e b id o al fro ta m ie n to hay u n a
d ism inución c o n tin u a de en erg ía, llam ados sistemas disipativos.
A los prim eros se los suele d e n o m in a r tam b ién “sistem as ha-
m ilto n ia n o s”, ya q u e resu lta m uy fru c tífero d escrib ir su com ­
p o rta m ie n to con u n a fu n ció n m atem ática d e sarro llad a p o r
W. H a m ilto n q u e utiliza com o variables las posiciones y, e n
lu g ar de las velocidades, los im pulsos (p ro d u c to d e velocidad
p o r m asa) .
E jem plos de sistem as ham ilto n ian o s son el sistem a solar y el
plasm a e n u n a c e le ra d o r d e partículas, y de los disipativos la
atm ósfera terrestre, los océanos, los organism os vivientes y to ­
das las m áquinas.
E xam inem os las características de los sistem as h a m ilto n ia ­
nos, c o m en zan d o con el caso m ás sencillo, o sea el d el p é n d u ­
lo ideal, que n a d ie h a llará e n n in g ú n lab o ra to rio , p e ro q u e
p e rm ite fijar las ideas esenciales p a ra estu d ia r los osciladores.
Este p é n d u lo ideal se m ueve e n u n espacio de dos d im e n ­
siones, o sea, sobre u n p lan o vertical, el hilo del q u e cuelga es
ríg id o y n o tie n e peso, no friccio n a en el pivote y está e n el
vacío, p o r lo tan to n o hay resistencia del aire a su m ovim iento.
Se tra ta e n to n c e s d e u n sistem a h a m ilto n ia n o sim ple, y es
posible d escrib ir m ate m á tic a m e n te su m ovim iento m e d ia n te
la ecuación de Newton: u n a ecuación diferencial q u e vincula la
derivada se g u n d a del ángulo que fo rm a el h ilo c o n la vertical,
resp ecto del tiem p o (o sea la variación e n el tie m p o de la
velocidad con q u e cam bia el á n g u lo ), con otros p a rá m etro s
com o la lo n g itu d del hilo y la aceleración de la gravedad.
Si se q u iere re p re s e n ta r g ráficam ente su m ovim iento, n e c e ­
sitarem os calcular p a ra cada m o m e n to su án g u lo resp e c to de
la vertical y su velocidad, que llam arem os 9 (theta) y v respecti­
vam ente. D eseam os saber cóm o varían am bos a m e d id a que
tra n sc u rre el tiem p o y p a ra ello nos será de su m a u tilid a d el
uso del espacio de las fases.

E l e sp a c io d e las fases y los p é n d u l o s a c o pl a d o s

Este es u n espacio m atem ático abstracto, que n o se d e b e c o n ­


fu n d ir co n aq u el en el q u e rea lm e n te se m ueven los com po-

43
n e n te s del sistem a, p e ro que c o n tien e e n sus form as geo m étri p u e d e h a c er visual. Los investigadores in te n ta n d e scu b rir las
cas u n a in fo rm a c ió n concreta: las variables q u e d e scrib en el características generales de u n sistem a, q u e se a p re c ia n m ejo r
m ovim iento del sistem a dinám ico. si se observan las form as que aparecen en el espacio de las fases.
Se utilizará a q u í u n m éto d o q u e es ex a cta m e n te el o p u esto E n general, esta m a n e ra de re p re se n ta r u n sistem a dinám ico
al q u e utilizó R ené D escartes c u a n d o concibió el uso de c o o r­ tien e e n tre sus ventajas el q u e las c o o rd e n a d a s del espacio de
denadas. las fases p u e d e n re p re s e n ta r cu a lq u ier característica del sis­
D escartes descubrió cóm o tra n sfo rm ar la g e o m e tría en n ú ­ tem a dinám ico que varíe en el tiem po, com o, p o r ejem plo, las
m ero s al im ag in ar el espacio com o u n a in m en sa grilla, el sis­ señales eléctricas del corazón, la p o b lació n d e abejas e n u n a
tem a de c o o rd en ad as cartesianas, de fo rm a que la posición de colm ena, el valor del dólar, etcétera.
c u alq u ier p u n to en el espacio esté defin id a m ed ia n te n ú m ero s U n p rin c ip io g e n e ra l de las trayectorias en el espacio de las
q u e m id e n su distancia a estas co o rd e n a d a s de referencia. P o r fases es q u e n in g u n a p u e d e to car a o tra com o co n sec u e n c ia
lo tanto, to d a form a geom étrica se p u e d e expresar e n n ú m ero s del cará c te r d e te rm in ista de esta descripción: si se intersecta-
m ed ia n te u n a ecuación m atem ática que la refiera a las co o rd e ­ ra n dos trayectorias e n u n p u n to , a p a rtir del m ism o h a b ría
nadas cartesianas. dos curvas d iferentes, que c o rre sp o n d e ría n a dos soluciones
Al in tro d u c ir a h o ra el espacio de las fases h acem o s al revés: distintas de las ecuaciones diferenciales del sistem a, o sea dos
transform am os n ú m ero s en form as geom étricas p re te n d ie n d o co m p o rtam ien to s distintos al m ism o tiem po.
q u e estos n ú m ero s sean co o rd e n a d a s e n d ich o espacio im agi­ Así, si estuviésem os re p re se n ta n d o com o sistem a d in ám ico a
nario. u n autom óvil, si dos trayectorias se tocasen e n u n p u n to in d i­
La ventaja de p ro c e d e r así es q u e basta con observar esa fo r­ c a rían q u e ten em o s a u n m ism o vehículo m oviéndose sim ul­
m a g e o m é tric a p a ra sab er cóm o varía el c o m p o rta m ie n to del tá n e a m e n te a, p o r ejem plo, 30 y 90 km p o r h o ra , lo q u e ob­
sistem a a m e d id a que tra n sc u rre el tiem po. P ara ello se u tili­ viam ente, se o p o n e al carácter n o am biguo, d e te rm in ista , de
zan com o ejes de co o rd e n a d a s las variables dinám icas del sis­
estos fenóm enos.
tem a, o sea aquellas m ag n itu d es q u e van c a m b ian d o co n el P ara re p re se n ta r el c o m p o rtam ien to del p é n d u lo ideal en el
tiem po, com o p u e d e n ser la velocidad del p é n d u lo y su ángulo espacio de las fases, com encem os p o r d ib u jar dos ejes d e refe ­
resp ecto d e la vertical. P ara u n m o m e n to inicial, el p é n d u lo , rencia, o co o rd en ad as, u n o h o riz o n tal 6 p a ra los ángulos, y
en to n ces, q u e d a re p re se n ta d o p o r u n p u n to e n el gráfico del o tro vertical v p a ra las velocidades. M arquem os a h o ra el cam i­
espacio de las fases q u e nos in d ica su velocidad y án g u lo . U n n o o trayectoria del p é n d u lo e n este m ap a com o e n la figura
tie m p o después te n d rá o tra posición y velocidad, y a esto le III. 1¿ de la p ág in a siguiente. S upongam os q u e a p a rtir d e u n
c o rre sp o n d e u n p u n to distinto, y así p o d rem o s h a c e r la histo ­ in sta n te inicial en q u e le dam os u n im pulso, m ed im o s cada
ria del p é n d u lo m ed ia n te p u n to s sucesivos que trazan u n a tra­ décim o d e seg u n d o el án g u lo y velocidad, y m arcam os el p u n ­
yectoria. De esta form a, la din ám ica cam bia de e stu d ia r largas to c o rre sp o n d ie n te e n la figura III. 1¿. C om o p o d e m o s ver en
listas d e n ú m e ro s a visualizar cóm o va ev o lu cio n an d o c o n el la figura III. 1 a, en el tiem po inicial T = 0, el p é n d u lo fo rm a u n
tiem po u n a figura geom étrica. án g u lo - 0 resp ecto de la vertical, situación q u e se re p re s e n ta
Si el resu ltad o después de u n tiem po es u n ú n ico p u n to fijo, con el p u n to T = 0 en la figura III. 16. Al lib e rarlo se m overá
el sistem a está estático, no evoluciona. Si hay u n a curva y ésta h acia la d e re c h a con u n a velocidad creciente, q u e será la m áxi­
es cerrada, esto indica que el sistem a rep ite p erió d ica m en te su m a c u a n d o pase p o r la vertical en el in stan te T = 1, m o m e n to
co m p o rtam ie n to ; si es u n a curva abierta, se d e b e rá ex a m in ar en el q u e 0 = 0, y esto se re p re se n ta e n la figura III. 16 co n el
sus características para ver si hay o no regularidades subyacentes. p u n to T = 1. Al llegar al m áxim o desplazam iento a la d e re c h a ,
Fue el g ran m atem ático H e n ri P o in caré q u ien tuvo la b ri­ p a ra 0 = +0, su velocidad se h a b rá red u c id o a cero, y esto co­
llante id ea de p ro p o n e r este m éto d o , p o r el que la d inám ica se
rre sp o n d e al p u n to T = 2 en la figura III. 16.
44 45
n e n te s del sistem a, p e ro que c o n tien e e n sus form as geo m étri p u e d e h a c er visual. Los investigadores in te n ta n d e scu b rir las
cas u n a in fo rm a c ió n concreta: las variables q u e d e scrib en el características generales de u n sistem a, q u e se a p re c ia n m ejo r
m ovim iento del sistem a dinám ico. si se observan las form as que aparecen en el espacio de las fases.
Se utilizará a q u í u n m éto d o q u e es ex a cta m e n te el o p u esto E n general, esta m a n e ra de re p re se n ta r u n sistem a dinám ico
al q u e utilizó R ené D escartes c u a n d o concibió el uso de c o o r­ tien e e n tre sus ventajas el q u e las c o o rd e n a d a s del espacio de
denadas. las fases p u e d e n re p re s e n ta r cu a lq u ier característica del sis­
D escartes descubrió cóm o tra n sfo rm ar la g e o m e tría en n ú ­ tem a dinám ico que varíe en el tiem po, com o, p o r ejem plo, las
m ero s al im ag in ar el espacio com o u n a in m en sa grilla, el sis­ señales eléctricas del corazón, la p o b lació n d e abejas e n u n a
tem a de c o o rd en ad as cartesianas, de fo rm a que la posición de colm ena, el valor del dólar, etcétera.
c u alq u ier p u n to en el espacio esté defin id a m ed ia n te n ú m ero s U n p rin c ip io g e n e ra l de las trayectorias en el espacio de las
q u e m id e n su distancia a estas co o rd e n a d a s de referencia. P o r fases es q u e n in g u n a p u e d e to car a o tra com o co n sec u e n c ia
lo tanto, to d a form a geom étrica se p u e d e expresar e n n ú m ero s del cará c te r d e te rm in ista de esta descripción: si se intersecta-
m ed ia n te u n a ecuación m atem ática que la refiera a las co o rd e ­ ra n dos trayectorias e n u n p u n to , a p a rtir del m ism o h a b ría
nadas cartesianas. dos curvas d iferentes, que c o rre sp o n d e ría n a dos soluciones
Al in tro d u c ir a h o ra el espacio de las fases h acem o s al revés: distintas de las ecuaciones diferenciales del sistem a, o sea dos
transform am os n ú m ero s en form as geom étricas p re te n d ie n d o co m p o rtam ien to s distintos al m ism o tiem po.
q u e estos n ú m ero s sean co o rd e n a d a s e n d ich o espacio im agi­ Así, si estuviésem os re p re se n ta n d o com o sistem a d in ám ico a
nario. u n autom óvil, si dos trayectorias se tocasen e n u n p u n to in d i­
La ventaja de p ro c e d e r así es q u e basta con observar esa fo r­ c a rían q u e ten em o s a u n m ism o vehículo m oviéndose sim ul­
m a g e o m é tric a p a ra sab er cóm o varía el c o m p o rta m ie n to del tá n e a m e n te a, p o r ejem plo, 30 y 90 km p o r h o ra , lo q u e ob­
sistem a a m e d id a que tra n sc u rre el tiem po. P ara ello se u tili­ viam ente, se o p o n e al carácter n o am biguo, d e te rm in ista , de
zan com o ejes de co o rd e n a d a s las variables dinám icas del sis­
estos fenóm enos.
tem a, o sea aquellas m ag n itu d es q u e van c a m b ian d o co n el P ara re p re se n ta r el c o m p o rtam ien to del p é n d u lo ideal en el
tiem po, com o p u e d e n ser la velocidad del p é n d u lo y su ángulo espacio de las fases, com encem os p o r d ib u jar dos ejes d e refe ­
resp ecto d e la vertical. P ara u n m o m e n to inicial, el p é n d u lo , rencia, o co o rd en ad as, u n o h o riz o n tal 6 p a ra los ángulos, y
en to n ces, q u e d a re p re se n ta d o p o r u n p u n to e n el gráfico del o tro vertical v p a ra las velocidades. M arquem os a h o ra el cam i­
espacio de las fases q u e nos in d ica su velocidad y án g u lo . U n n o o trayectoria del p é n d u lo e n este m ap a com o e n la figura
tie m p o después te n d rá o tra posición y velocidad, y a esto le III. 1¿ de la p ág in a siguiente. S upongam os q u e a p a rtir d e u n
c o rre sp o n d e u n p u n to distinto, y así p o d rem o s h a c e r la histo ­ in sta n te inicial en q u e le dam os u n im pulso, m ed im o s cada
ria del p é n d u lo m ed ia n te p u n to s sucesivos que trazan u n a tra­ décim o d e seg u n d o el án g u lo y velocidad, y m arcam os el p u n ­
yectoria. De esta form a, la din ám ica cam bia de e stu d ia r largas to c o rre sp o n d ie n te e n la figura III. 1¿. C om o p o d e m o s ver en
listas d e n ú m e ro s a visualizar cóm o va ev o lu cio n an d o c o n el la figura III. 1 a, en el tiem po inicial T = 0, el p é n d u lo fo rm a u n
tiem po u n a figura geom étrica. án g u lo - 0 resp ecto de la vertical, situación q u e se re p re s e n ta
Si el resu ltad o después de u n tiem po es u n ú n ico p u n to fijo, con el p u n to T = 0 en la figura III. 16. Al lib e rarlo se m overá
el sistem a está estático, no evoluciona. Si hay u n a curva y ésta h acia la d e re c h a con u n a velocidad creciente, q u e será la m áxi­
es cerrada, esto indica que el sistem a rep ite p erió d ica m en te su m a c u a n d o pase p o r la vertical en el in stan te T = 1, m o m e n to
co m p o rtam ie n to ; si es u n a curva abierta, se d e b e rá ex a m in ar en el q u e 0 = 0, y esto se re p re se n ta e n la figura III. 16 co n el
sus características para ver si hay o no regularidades subyacentes. p u n to T = 1. Al llegar al m áxim o desplazam iento a la d e re c h a ,
Fue el g ran m atem ático H e n ri P o in caré q u ien tuvo la b ri­ p a ra 0 = +0, su velocidad se h a b rá red u c id o a cero, y esto co­
llante id ea de p ro p o n e r este m éto d o , p o r el que la d inám ica se
rre sp o n d e al p u n to T = 2 en la figura III. 16.
44 45
/-0 ; 8=0 + e \

v=o V=0
V máx. ..j.
T==0 =1 T =2

|l

+0 \ \

T= 2.1
-V máx.
/;

T= 3
\ 9=0

JiT==4

F i g u r a III. 1.
C o n tin u a n d o este p ro c e d im ie n to se o b te n d rá u n co n ju n to
de p u n to s, q u e trazan la trayectoria dinám ica del oscilador, tra ­
yectoria que re p re s e n ta el m ovim iento e n te ro del p é n d u lo en
u n ciclo.
D ado q u e el cam in o se rep ite ciclo tras ciclo, el m ap a p a ra
este p é n d u lo sim ple es u n a ú n ica trayectoria ce rra d a, tam b ién
llam ad a órbita, p o r an alo g ía c o n el m ovim iento d e los pla­
netas.
Si le dam os al p é n d u lo u n m ayor im pulso inicial, el án g u lo
m áxim o será mayor. De h e c h o , e n u n ú n ico gráfico p o d em o s
re p re s e n ta r el m ovim iento del m ism o p é n d u lo co n d iferen tes
velocidades iniciales, y p a ra cada u n a de ellas se tie n e u n a ó rbi­
ta distinta. Esta es u n a d e las características de los sistem as co n ­
servativos o ham iltonianos.
Se o b tie n e así u n a fam ilia de curvas, q u e p u e d a n c u b rir el
p lan o 6,v (figura III.2). Para el p é n d u lo ideal, y p a ra ángulos
p e q u e ñ o s de alejam ien to d e la vertical, estas curvas son círcu ­
los concéntricos, q u e c o rre sp o n d e n a la solución m ás sim plifi­
cada de la ecuación diferencial, llam ada en este caso “ecuación
del oscilador a rm ó n ico sim ple”, y q u e es u n a ecu ació n lineal.
C om o p u e d e verse, hay u n p u n to c e n tral A, e n el cru c e de
los ejes, es decir, p a ra 0 y u de valor cero. Este re p re s e n ta al

F i g u r a III.2.

47
p é n d u lo c u a n d o tiene velocidad cero y descansa so b re la verti­
cal, o sea que está en reposo.
Si a h o ra apartam os m u ch o de la vertical al p é n d u lo , la re ­
lación e n tre la fuerza que lo m ueve y el ángulo se describe m e­
d ian te u n a ecuación diferencial m u ch o m ás com plicada, y que
es n o lineal. Su solución se gráfica en la figura III.3. La fam ilia
de posibles trayectorias se asem eja a h o ra a u n ojo. El p u n to
cen tral A sigue rep re se n ta n d o al p é n d u lo inm óvil (velocidad y
ángulo cero ). Las elipses concéntricas B c o rre s p o n d e n a ciclos
del p é n d u lo cada vez m ás alejados de la vertical, com o u n co­
lu m p io al q u e se le da u n im pulso cada vez mayor, h asta que
fo rm a 90 grados con la vertical, y luego com ienza a su b ir m ás
allá del pivote.

F ig u ra III.3.

¿Q ué pasa c u a n d o recib e u n envión tal q u e so b rep asa los


180 grados?
C om o sabem os, n o oscilará, sino q u e g irará e n círculo e n
u n o u o tro sentido, com o u n a hélice.
Esto se re p re s e n ta e n el espacio de las fases c o n las fam ilias
de curvas indicadas con C y D. C om o p u e d e verse, las C tie n e n
velocidad positiva, es decir, re p re se n ta n giros co m pletos e n
u n a dirección, p o r ejem plo e n el m ism o sentido q u e las agujas

48
del reloj, y las D re p re se n ta n el m ovim iento en el se n tid o co n ­
trario, lo q u e se indica con u n a velocidad de signo negativo.
Este m éto d o de re p re s e n ta r el c o m p o rta m ie n to d el sistem a
dinám ico e n el espacio de las fases nos p e rm ite ap re c ia r las ca­
racterísticas esenciales de u n vistazo: si el gráfico es u n p u n to ,
el sistem a está quieto, si hay círculos concéntricos, está oscilan­
do con p o c a am plitud; si hay elipses, las oscilaciones so n m ás
am plias; si está e n las zonas C o D, está ro ta n d o e n lu g a r de
oscilar.
Las dos curvas S que fo rm a n el lím ite e n tre las regiones B de
oscilación y C, B de ro ta c ió n se llam an “se p ara tric e s” y co rres­
p o n d e n a las posiciones del p é n d u lo en q u e está su sp en d id o
e x a ctam en te sobre la vertical e n su posición m ás alta (figu­
ra III.3), o sea que tien e la m áxim a inestabilidad. Si está e n esa
posición caerá ro ta n d o ya sea e n u n sentido o el o p u esto , y ad­
q u irirá u n a velocidad cada vez mayor, hasta p asar p o r el p u n to
m ás bajo de la vertical y a sce n d e r luego co n velocidad d e c re ­
cien te h asta volver al p u n to m ás alto sobre la vertical. S obre la
curva separatriz, la e n e rg ía total de que d isp o n e el p é n d u lo es
ex a cta m e n te igual a la que n ecesita p a ra salir de ese p u n to
m ás alto sobre la vertical y volver a alcanzarlo.
¿Q ué pasa con u n sistem a h a m ilto n ia n o m ás co m p licad o ,
fo rm a d o p o r dos p é n d u lo s ideales acoplados { A y B ), es d e c ir
q u e se in flu en cian m u tu a m e n te en su m ovim iento?
C ada u n o de los p én d u lo s tien e su p ro p io p e rio d o de oscila­
ftf
ción, p e ro éste es a h o ra afectado p o r el del otro. Si ig noram os
al p é n d u lo A, e n to n c e s el m ovim iento del p é n d u lo B trazará I#
u n a curva c e rra d a en el espacio de las fases b id im en sio n al. Si y
ignoram os al p é n d u lo B, el m ovim iento de A trazará o tra curva I#
c e rra d a en u n espacio b idim ensional d iferente. P ero si los dos
p é n d u lo s in te ra c tú a n , ya n o son in d e p e n d ie n te s y p a ra re ­
p re se n ta r las trayectorias los dos espacios planos d e b e n com bi­
n arse e n u n o cuya d im en sió n d e b e c re c e r p o r lo ta n to d e dos
a tres.
Supongam os q u e el p e rio d o de A es, p o r ejem plo, nueve ve­
ces m ayor que el d e B. Si A fuese in d e p e n d ie n te de B, se le p o ­
d ría re p re s e n ta r e n la figura III.4 com o u n a curva c e rra d a
sobre u n p lan o h o rizontal, y a B sobre u n p lan o p e rp e n d ic u la r
al horizontal. P ero c u a n d o sus m ovim ientos se acoplan, esto se
re p re se n ta e n el espacio de las fases co m b in an d o am bas curvas

49
cerradas: a m ed id a que A F i g u r a III.4.
se va d esp leg an d o h o riz o n ­
talm e n te , la curva B la va
desviando d el p lan o h o ri­
zontal, en u n m ovim iento
c o m p arab le al de a rro lla r
u n a soga a lre d e d o r de u n
n eu m ático . El resultado de
u n círculo e n ro llán d o se al­
re d e d o r de o tro es la crea­
ción de u n a figura en form a
de anillo solenoide, sobre la
superficie de lo que los m a­
Periodo A = 1 por segundo
tem áticos llam an to ro (fi­ Periodo B = 9 por segundo
g u ra III.4). A quí p o d em o s
co n sid erar que el ciclo A es
Sistema periódico
el eje del toro, y el 5 es, p o r
lo tan to , u n ciclo p e rp e n ­
dicular a dicho eje.
A h o ra veam os el to ro d e tres dim en sio n es co n m ás detalle.
Si los p e rio d o s o frecuencias d e dos p é n d u lo s acoplados
están e n u n a relació n sim ple, p o r ejem plo si u n o tie n e u n p e ­
rio d o nueve veces m ayor que el o tro , la relació n es 9 /1 , y la
lín e a q u e da vueltas sobre la superficie del toro va trazan d o u n
so len o id e q u e pasa siem pre sobre los m ism os p u n to s d el to ro
no im p o rta cuántas revoluciones realicen estos p é n d u lo s com ­
binados, lo que d e m u e stra q u e el sistem a d in ám ico es exacta­
m e n te p erió d ico . Así, en la figura III.4, el p u n to inicial p a ra
T = 0 y el final al cum plirse u n p erio d o , T = 1, coinciden.
P ero ¿qué o c u rre c u a n d o los p e rio d o s de los osciladores
acoplados son inconm ensurables, o sea que el cociente de esos
p erio d o s es u n n ú m e ro irracional? U n n ú m e ro irra cio n a l no
p u e d e ser escrito com o u n a razón y su ex presión decim al con­
tien e u n n ú m e ro infinito de térm inos sin u n a p a u ta repetitiva.
Si el sistem a acoplado tie n e u n a relació n irracio n al e n tre
perio d o s, la curva e n el espacio de las fases se irá e n ro lla n d o
a lre d e d o r del toro p asan d o en cada vuelta p o r p u n to s dife­
ren tes, com o se ve e n la figura III.5, d o n d e el p u n to inicial
T = 0 y el que co rresp o n d e a u n p eriodo, T = I, n o coinciden,
de m odo q u e la curva co n el transcurso del tiem p o pasará p o r

50
todos los p u n to s de su su­ F ig u r a III.5.
perficie h asta c u b rir to tal­
m e n te el to ro , y n u n c a se
re p e tirá a sí m ism o. U n sis­
tem a co n estas caracterís­
ticas se llam a casi p e rió ­
dico.
Los m atem áticos son ca­
paces de tra b a ja r c o n toros
de cu alq u ier n ú m e ro de di­
m ensiones. Lo q u e equiva­
le a q u e es p e rfe c ta m e n te
posible ju n ta r m ás de dos
osciladores y re p re se n ta r su
m ovim iento c o m b in ad o en
la superficie de u n toro mul-
tidim ensional.

Se c c io n e s de P o in c a r é y e sp a c io s m u l t id im e n s io n a l e s

Si b ien n o hay n in g u n a restricció n e n p rin c ip io al n ú m e ro de


d im en sio n es del espacio de las fases, e v id e n tem e n te son m u ­
cho m ás fáciles de visualizar las form as co n so la m e n te tres o
dos dim ensiones (volúm enes o su p erficies). I
H ay u n m éto d o , co n ceb id o p o r H . P oincaré, p a ra visualizar
las p ro p ie d a d es esenciales de trayectorias com plicadas de espa­ i f'l
cios de tres o m ás dim ensiones, q u e consiste en reb a jar e n u n o i
ese n ú m e ro de dim ensiones.
C onsiderem os el ejem plo de las trayectorias q u e ro d e a n el
to ro de u n sistem a b ip erió d ic o y q u e fo rm a n la su p erficie de
u n solenoide tridim ensional.
C ortem os ah o ra el toro con u n plano transversal (figura III.6)
y m arq u em o s sobre él los p u n to s d o n d e la trayectoria intersec­
ta el p lano. C om o la trayectoria es perió d ica, se m a rc a rá u n
p u n to p o r vuelta, d e m o d o que después d e u n tiem p o suficien­
te m e n te largo se te n d rá u n v erd ad ero m ap a sobre el p lan o , lo
q u e re s u lta m uy ven tajo so e n la p rác tic a , p o r la sim plifica­
c ió n q u e significa el reb a jar e n u n o el n ú m e ro de d im en sio ­
nes, y adem ás p o rq u e se h a pasado de la descripción c o n tin u a

51
en el tiem po de la trayecto- F i g u r a III.6. te-detrás, arriba-abajo), y cualquier p u n to del espacio p u e d e ser
ria en el espacio d e las fa­ alcanzado co m b in an d o esos tres tipos posibles de m ovim iento,
ses, a to m a r solam ente los de m o d o q u e su posición p u e d e ser in d ic a d a m e d ia n te tres
datos de m ovim iento cada n ú m ero s que llam arem os c o o rd e n a d a s x, y, z del p u n to , y q u e
vez q u e la trayectoria atra­ d an las distancias del p u n to a u n a referen cia e n esas tres direc­
viesa esa sección, y eso im ­ ciones p erp en d icu lares.
plica q u e es necesario rha- T am bién p o d em o s referirn o s a u n espacio abstracto d e cua­
n e ja r u n n ú m e ro de datos tro dim ensiones, con cu a tro c o o rd en ad as w, x, y, z, a u n o de
m u ch o m enor. cinco dim ensiones, con coo rd en ad as v, w, x, y, z, y así sucesiva­
¿Q ué nos p u e d e d ecir la m en te , siem p re y c u a n d o tengam os en c u e n ta q u e ya n o nos
sección d e P o in caré p a ra estam os refirien d o al espacio físico trid im en sio n al e n el q u e
este sistem a biperiódico? vivimos y nos m ovem os, sino a u n espacio m atem ático . Este
Si la relació n de fre c u e n ­ resu lta de e n o rm e u tilid ad c u a n d o se tra ta de c o m p re n d e r las
cias es u n n ú m e ro racional, m atem áticas de m uchas variables.
la cui'va está fija sobre el En to d o p ro b lem a, sea d e física, biología, e co n o m ía, cual­
to ro , c ad a vuelta se su p er­ q u ie r m ag n itu d significativa p u e d e ser considerada, y visualiza­
p o n e a la an terio r, de m o­ da, com o u n a dim en sió n del p roblem a. U n eco n o m ista p u e d e
do q u e e n la sección ap a re ­ trab ajar c o n u n “espacio” m u ltid im en sio n al c o n variables ín ­
cen so lam en te los c o rre sp o n d ie n te s p u n to s aislados cuyo dice de costo de vida, costo de la vivienda, valor del dólar, p re ­
n ú m e ro y posición d e p e n d e n de la relació n de periodos. cio del petró leo , trim estres de la últim a década, etcétera.
Si, e n cam bio, el sistem a es casi p erió d ico , con u n a relació n U n físico p u e d e estu d ia r u n sistem a din ám ico fo rm a d o p o r
de frecu en cias q u e es u n n ú m e ro irracio n al, la curva pasará tres cuerpos, p o r ejem plo, d o n d e a cada u n o le c o rre sp o n d e n
p o r u n p u n to distinto en cada vuelta, c u b rie n d o to d a la su p er­ las tres c o o rd e n a d a s de posición x, y, z m ás las tres c o o rd e n a ­
ficie del to ro con el tiem p o , d e m o d o que e n la sección de das d e velocidad o de im pulso, o sea u n total d e 18 c o o rd e ­
P oincaré se tien e u n a curva cerrada. nadas, de m o d o q u e está tra ta n d o c o n u n espacio d e 18 d i­
El análisis d e sistem as d e osciladores m ás com plicados re ­ m ensiones.
q u iere la in tro d u cció n de u n espacio de las fases de m ás d im e n ­ N ad a nos im pide c o n tin u a r a u m e n ta n d o el n ú m e ro d e com ­
siones, ya que com o h em os visto, el n ú m e ro de dim en sio n es p o n e n te s del sistem a, de m o d o que podem os d ecir q ue, e n ge­
d e p e n d e d e la c a n tid ad de variables in d e p e n d ie n te s del sis­ n eral, u n sistem a dinám ico con n variables in d e p e n d ie n te s
tem a, q u e p u e d e n ser la velocidad o el im pulso, la posición, o — n grados de lib ertad — se p u e d e re p re se n ta r en u n espacio
algunas otras características dinám icas que d efin an el co m p o r­ de n dim ensiones.
tam ien to de cada u n o de los co m ponentes. En general, esto es válido p a ra los sistemas o rd en a d o s y esta­
P ara p o d e r e n c a ra r estos co n cep to s de espacio m u ltid im en - bles que, a u n q u e estén form ados p o r u n gran n ú m e ro d e com ­
sional, cruciales p a ra el estudio de los sistem as com plejos, se p o n e n te s, y q u e p o r lo tan to se los d e b e ría re p re s e n ta r e n u n
re q u ie re h a c e r u n a generalización de la g e o m e tría de c o o rd e ­ espacio de las fases de g ran n ú m e ro de d im en sio n es, en la
nadas. práctica se m ueven en u n m uy p e q u e ñ o subespacio de este vas­
D ecim os q u e vivimos e n u n espacio trid im en sio n al, ya que to espacio m u ltid im en sio n al q u e re p re se n ta u n estado físico
n u e stro m ovim iento e n el espacio tie n e tres grados de lib e r­ en todos sus m en o re s detalles, y cuyo vo lu m en llam arem os H.
tad: p o d em o s h a c e r tres tipos de m ovim iento q u e te n g a n di­ Así u n c u e rp o sólido, p o r ejem plo, u n a roca, si b ie n está fo r­
recciones p e rp e n d icu la re s e n tre sí (izq u ierd a-d erech a, d e la n ­ m ad o p o r u n a e n o rm e ca n tid ad de m oléculas, com o las mis-

52 53
en el tiem po de la trayecto- F i g u r a III.6. te-detrás, arriba-abajo), y cualquier p u n to del espacio p u e d e ser
ria en el espacio d e las fa­ alcanzado co m b in an d o esos tres tipos posibles de m ovim iento,
ses, a to m a r solam ente los de m o d o q u e su posición p u e d e ser in d ic a d a m e d ia n te tres
datos de m ovim iento cada n ú m ero s que llam arem os c o o rd e n a d a s x, y, z del p u n to , y q u e
vez q u e la trayectoria atra­ d an las distancias del p u n to a u n a referen cia e n esas tres direc­
viesa esa sección, y eso im ­ ciones p erp en d icu lares.
plica q u e es necesario rha- T am bién p o d em o s referirn o s a u n espacio abstracto d e cua­
n e ja r u n n ú m e ro de datos tro dim ensiones, con cu a tro c o o rd en ad as w, x, y, z, a u n o de
m u ch o m enor. cinco dim ensiones, con coo rd en ad as v, w, x, y, z, y así sucesiva­
¿Q ué nos p u e d e d ecir la m en te , siem p re y c u a n d o tengam os en c u e n ta q u e ya n o nos
sección d e P o in caré p a ra estam os refirien d o al espacio físico trid im en sio n al e n el q u e
este sistem a biperiódico? vivimos y nos m ovem os, sino a u n espacio m atem ático . Este
Si la relació n de fre c u e n ­ resu lta de e n o rm e u tilid ad c u a n d o se tra ta de c o m p re n d e r las
cias es u n n ú m e ro racional, m atem áticas de m uchas variables.
la cui'va está fija sobre el En to d o p ro b lem a, sea d e física, biología, e co n o m ía, cual­
to ro , c ad a vuelta se su p er­ q u ie r m ag n itu d significativa p u e d e ser considerada, y visualiza­
p o n e a la an terio r, de m o­ da, com o u n a dim en sió n del p roblem a. U n eco n o m ista p u e d e
do q u e e n la sección ap a re ­ trab ajar c o n u n “espacio” m u ltid im en sio n al c o n variables ín ­
cen so lam en te los c o rre sp o n d ie n te s p u n to s aislados cuyo dice de costo de vida, costo de la vivienda, valor del dólar, p re ­
n ú m e ro y posición d e p e n d e n de la relació n de periodos. cio del petró leo , trim estres de la últim a década, etcétera.
Si, e n cam bio, el sistem a es casi p erió d ico , con u n a relació n U n físico p u e d e estu d ia r u n sistem a din ám ico fo rm a d o p o r
de frecu en cias q u e es u n n ú m e ro irracio n al, la curva pasará tres cuerpos, p o r ejem plo, d o n d e a cada u n o le c o rre sp o n d e n
p o r u n p u n to distinto en cada vuelta, c u b rie n d o to d a la su p er­ las tres c o o rd e n a d a s de posición x, y, z m ás las tres c o o rd e n a ­
ficie del to ro con el tiem p o , d e m o d o que e n la sección de das d e velocidad o de im pulso, o sea u n total d e 18 c o o rd e ­
P oincaré se tien e u n a curva cerrada. nadas, de m o d o q u e está tra ta n d o c o n u n espacio d e 18 d i­
El análisis d e sistem as d e osciladores m ás com plicados re ­ m ensiones.
q u iere la in tro d u cció n de u n espacio de las fases de m ás d im e n ­ N ad a nos im pide c o n tin u a r a u m e n ta n d o el n ú m e ro d e com ­
siones, ya que com o h em os visto, el n ú m e ro de dim en sio n es p o n e n te s del sistem a, de m o d o que podem os d ecir q ue, e n ge­
d e p e n d e d e la c a n tid ad de variables in d e p e n d ie n te s del sis­ n eral, u n sistem a dinám ico con n variables in d e p e n d ie n te s
tem a, q u e p u e d e n ser la velocidad o el im pulso, la posición, o — n grados de lib ertad — se p u e d e re p re se n ta r en u n espacio
algunas otras características dinám icas que d efin an el co m p o r­ de n dim ensiones.
tam ien to de cada u n o de los co m ponentes. En general, esto es válido p a ra los sistemas o rd en a d o s y esta­
P ara p o d e r e n c a ra r estos co n cep to s de espacio m u ltid im en - bles que, a u n q u e estén form ados p o r u n gran n ú m e ro d e com ­
sional, cruciales p a ra el estudio de los sistem as com plejos, se p o n e n te s, y q u e p o r lo tan to se los d e b e ría re p re s e n ta r e n u n
re q u ie re h a c e r u n a generalización de la g e o m e tría de c o o rd e ­ espacio de las fases de g ran n ú m e ro de d im en sio n es, en la
nadas. práctica se m ueven en u n m uy p e q u e ñ o subespacio de este vas­
D ecim os q u e vivimos e n u n espacio trid im en sio n al, ya que to espacio m u ltid im en sio n al q u e re p re se n ta u n estado físico
n u e stro m ovim iento e n el espacio tie n e tres grados de lib e r­ en todos sus m en o re s detalles, y cuyo vo lu m en llam arem os H.
tad: p o d em o s h a c e r tres tipos de m ovim iento q u e te n g a n di­ Así u n c u e rp o sólido, p o r ejem plo, u n a roca, si b ie n está fo r­
recciones p e rp e n d icu la re s e n tre sí (izq u ierd a-d erech a, d e la n ­ m ad o p o r u n a e n o rm e ca n tid ad de m oléculas, com o las mis-

52 53
m as están ríg id a m e n te li­
gadas e n tre sí se m ueven
todas al u n íso n o , y basta
c o n re p re s e n ta r el m ovi­
m ie n to d e u n ú n ico p u n ­
to: el c e n tro d e m asa de
la roca.
La evolución del siste­
m a con el tiem po se repre­
se n ta c o n la trayectoria
de H en el espacio de las
fases (figura III.7), d o n ­
d e se m a rc a ro n los p u n ­
tos q u e c o rre s p o n d e n a
los estados p a ra los tiem ­
F i g u r a III.7. pos T = 1, T = 2, T = 3,
etcétera.
U n sistem a dinám ico de c o m p o rta m ie n to o rd e n a d o p u e d e ,
si se a lte ra n sus características, p asar a te n e r u n c o m p o rta ­
m ie n to caótico, y tam b ién p u e d e o c u rrir el p roceso co n trario .
¿Es posible re p re s e n ta r esos cam bios e n el espacio de las fa­
ses? La resp u esta es afirmativa: com o verem os m ás ad e la n te , el
estudio d e la tran sició n de u n sistem a din ám ico del o rd e n al
caos es, e n cierto sentido, el análisis d e cóm o u n m ovim iento
q u e p u e d e ser m uy sim ple, lim itado y repetitivo se q u ie b ra e n
cierto p u n to crítico, d esarro llan d o u n nuevo c o m p o rtam ie n to
í i 1» q u e c o rre sp o n d e a u n desplazam iento de la trayectoria del sis­
tem a a zonas m u ch o m ás vastas del espacio de las fases.
A h o ra p o d rem o s visualizar la d iferen cia e n tre procesos p re ­
decibles o procesos caóticos. R ep resen tem o s (figura III.8) la
evolución d e u n sistem a din ám ico d e c o m p o rta m ie n to p re ­
d ecible com o u n a trayectoria in d ic a d a p o r 1 e n el espacio de
las fases. Si variam os lig e ram e n te las co n d icio n es iniciales, te­
n e m o s la trayectoria 2, q u e se m a n tie n e c e rcan a a la 1, in d i­
c a n d o q u e el c o m p o rtam ie n to es p rác tic a m e n te el m ism o (fi­
g u ra III.8aj. E n cam bio, e n u n proceso caótico, las trayectorias
1 y 2 q u e in icialm ente estaban próxim as se alejan cada vez m ás
con el tiem p o , señ alan d o la divergencia c re c ie n te d e los com ­
p o rta m ie n to s (figura III.8¿j.

54
C o n se r v a c ió n d e lo s v o l ú m e n e s
EN EL ESPACIO DE LAS FASES

Com o hem os visto, la e n erg ía total de u n sistem a h a m ilto n ian o


es invariable. ¿Cóm o se expresa esto e n el espacio de las fases?
C onsiderem os la rep re sen ta ció n en el espacio de las fases de
la evolución del sistem a dinám ico. Vimos q u e hay u n a reg ió n
de volum en / / p a r a re p re se n ta r ese sistema, y q u e se va despla­
zando e n el espacio de las fases, tra z an d o así u n a trayectoria
que expresa su evolución en el tiem po.
En el siglo pasado, el m atem ático J. Liouville dem o stró que
p a ra todo sistem a h am iltoniano el volum en de esta reg ió n H se
m an tien e constante en el tiem po, tal com o si se tratase del movi­
m iento de u n a gota de u n líquido que no es posible com prim ir.
Esta p ro p ie d a d de los sistemas ham ilto n ian o s es m u c h o m ás
restrictiva q u e la sim ple conservación de la e n e rg ía o q u e la
reversibilidad en e l tiem po de las ecuaciones de m ovim iento.
La conservación del volum en de la reg ió n e n el espacio de
las fases p u e d e estar asegurada de dos m aneras diferentes; i j la
región co n sid erad a se va desplazando a lre d e d o r de la trayecto­
ria, ro ta n d o y d e fo rm án d o se en fo rm a perió d ica, y en to n c e s
las trayectorias vecinas se “e n ro lla n ” sin apartarse n u n c a d e m a ­
siado e n tre sí; 2) el volum en H se estira con el tiem p o e n u n a

55
dirección, contrayéndose en la direcció n p e ip e n d icu la r. M ien­
tras q u e e n el p rim e r caso dos trayectorias in icialm en te p ró x i­
m as se m a n tie n e n vecinas, e n el seg u n d o tie n d e n a alejarse.
D esde el p u n to de vista dinám ico, la d iferen cia es co n sid e­
rable. E n efecto, las trayectorias son estables e n el p rim e r caso,
inestables e n el segundo, p ues a q u í u n débil a p a rta m ie n to ini­
cial se p u e d e am plificar en el transcurso del tiem po.

R e v e r s ib il id a d e n e l t ie m p o

O tra p ro p ie d a d im p o rta n te de las ecuaciones q u e d escrib en el


co m p o rtam ie n to de u n sistem a h a m ilto n ian o es q u e el cam bio
de signo del tiem po, es decir, el reem plazo de +t p o r - t n o tie­
n e in cid en cia alguna; las ecuaciones son idénticas. O sea q u e si
Id' se film a el m ovim iento de u n p é n d u lo ideal n o se p u e d e dis­
Im c e rn ir en qué sentido se pasa la película.
Se dice, e n g eneral, q u e los sistem as conservativos tie n e n
u n a m ecán ica reversible.
C om o verem os m ás ad elan te, la irreversibilidad e n el tiem po
es característica de los sistem as e n los q u e la e n e rg ía, e n lu g ar
de conservarse, se disipa.

D onde a pa r e c e el cao s e n lo s p é n d u l o s

El e stu d io del caos d e te rm in ista co m en zó e n los años sesenta


c o n los trabajos p io n ero s de E. L orenz, D. R uelle y F. Takens,
q u ien es u tilizan d o las co m p u ta d o ra s, q u e e n ese e n to n c e s co­
m en z a b a n a m o strar su fantástica p o ten cialid ad , d e m o stra ro n
q u e a u n sistem as dinám icos sim ples, fo rm ad o s p o r u n o s p o ­
cos osciladores, p o d ía n c o m p o rtarse d e m a n e ra im previsible,
caótica.
Es fácil y divertido c o m p ro b a r esto con u n sistem a d e dos
p é n d u lo s acoplados— sencillo d e c o n stru ir y h asta ad q u irib le
com o ju g u e te . E n la figura IIL9, el sistem a consta d e u n p é n ­
dulo liviano form ado p o r dos pequeñas esferas unidas p o r u n eje
a lre d ed o r del cual p u e d e n rotar. Este eje cuelga sobre u n p é n ­
dulo m ás pesado, que es el q u e im p o n e la oscilación básica.
A m bos p é n d u lo s tie n e n adosados im anes p e rm a n e n te s, de

56
Corriente
alterna

F i g u r a III.9.

m o d o q u e sus m ovim ientos se acoplan. E n la base d el sistem a


hay u n p e q u e ñ o ele c tro im á n alim e n ta d o p o r u n circuito eléc­
trico oscilador, q u e m an tien e las oscilaciones del p é n d u lo p rin ­
cipal p a ra q u e éste n o se am o rtig ü e (p én d u lo e n tre te n id o ).
U n a vez q u e se d a el e m p u jó n inicial, el p é n d u lo m ás pesa­
do oscila con la reg u la rid a d de u n reloj, m ientras q u e cada vez
q u e u n a de las esferas del o tro gira cerca del p é n d u lo g ra n d e
recibe u n envión p o r la atracción e n tre los respectivos im anes.
P ro n to se asistirá a u n espectáculo so rp re n d e n te : el p é n d u lo
liviano hace u n a e x tra ñ a danza errática, oscilando p o r m o m e n ­
tos e n fo rm a rítm ica, p a ra saltar im previsiblem ente a m ovi­
m ientos q u e son caóticos.
¿Cóm o se re p re s e n ta rá este c o m p o rtam ie n to e n el espacio
de las fases?
57
Sistem as disipativ o s y atractores

T ratem os el caso de los sistem as dinám icos disipativos, q u e


a b u n d a n e n este m u n d o , y cuya e n e rg ía va dism in u y en d o p o r
fricciones y otros efectos.
Sabem os que si le dam os im pulso a u n p é n d u lo real, oscilará
o ro ta rá p e ro p ro n to , a d iferen cia del p é n d u lo ideal q u e
h em os estu d iad o antes, su m ovim iento se irá a m o rtig u a n d o
cada vez m ás, hasta que fin alm en te q u e d a rá q u ieto , si es que
n o recibe n u ev am en te energía.
Este c o m p o rtam ie n to q u e d a re p re se n ta d o com o u n a trayec­
toria en espiral en el espacio de las fases, q u e d esem boca en el
p u n to A p a ra la posición final de rep o so (figura III.IO ).

i:

F i g u r a III.IO.

N o im p o rta cu án to im pulso inicial recibe el p é n d u lo , en to­


dos los casos la p é rd id a de e n e rg ía fin alm en te lo inm oviliza, es
decir, la trayectoria desem boca inevitablem ente e n el p u n to de
reposo A, com o si éste atrajera las curvas e n el espacio de las fa­
ses. De allí el n o m b re de “a tra c to r” q u e recibe el p u n to fijo A.
P o r supuesto que u n reloj a p é n d u lo sería de m uy p o ca utili­
d a d si esta trayectoria desde el p rim e r im pulso al rep o so se

58
h icie ra en un o s pocos m inutos, y p o r ello se h a n in v en tad o
diversos m ecanism os q u e re p o n e n la e n e rg ía q u e va p e rd ie n ­
do al fun cio n ar: pesas q u e caen resortes elásticos, e le c tro ­
im anes q u e cam bian cíclicam ente su p olaridad. El resu ltad o es
q u e el p é n d u lo se m ueve a u n ritm o reg u lar a p esar de la fric­
ción y de la resistencia del aire.
P o r lo tan to , e n u n p é n d u lo q u e recibe en erg ía, las curvas
c o rre sp o n d e n e n el espacio d e las fases a la figura I I L ll.

F ig u r a I I L ll.

De h ech o , si al p é n d u lo se le da u n em puje adicional, o se le


fre n a m o m e n tá n e a m e n te , volverá e v en tu alm en te a su ritm o
original, q u e c o rre sp o n d e a la trayectoria C. Esta curva consti­
tuye evid en tem en te u n nuevo tipo de atractor, ya q u e e n lu g ar
de ser atra íd o el sistem a a u n p u n to fijo, es llevado a u n a
trayectoria q u e fo rm a u n a curva cerrada.
O bsérvese que hay u n a diferen cia im p o rta n te con el p é n d u ­
lo ideal que se m ueve sin fricciones n i p é rd id a de energ ía: e n
éste, la m ás p e q u e ñ a p e rtu rb a c ió n causada al ag reg arle u n
im pulso m ayor o al fre n a rlo , hace q u e cam bie la ó rb ita del
p é n d u lo p a ra co n tra erse o ex p an d irse u n poco, o sea salta de
u n a curva a o tra c o n c én tric a m ás g ran d e o m ás p e q u e ñ a . E n
co n traste, la trayectoria de u n p é n d u lo ayudado m ecán ica­
m e n te tien e estabilidad, resiste p eq u eñ as p e rtu rb ac io n es (figu-
ra III. 11), y así cu a n d o se le d a u n im pulso m ayor lo va d isipan­

59
do de m o d o gradual, y si se lo fre n a va re c ib ie n d o e n e rg ía de
su fu en te , p o r lo que en am bos casos regresa fin a lm e n te a esa
ú n ic a curva cerracla, q u e p o r lo tan to es tam b ié n u n atractor,
al q u e llam arem os “atracto r de ciclo lím ite”.
Hay dos clases básicas de ciclos lím ites: el q u e acabam os de
p re s e n ta r p a ra el p é n d u lo , es estable; los p u n to s d e trayecto­
rias próxim as se m ueven hacia él. Hay tam b ién sistem as di­
nám icos co n ciclos lím ite inestables, d o n d e los p u n to s d e tra­
yectorias cercanas se alejan de esa curva, que a c tú a com o u n
repulsar.
La im p o rta n c ia de lo q u e h em os analizado p a ra el p é n d u lo
es que éste p e rm ite c o m p re n d e r las características esenciales
del c o m p o rtam ie n to de los sistem as que a ctú an cíclicam ente y
que son tan frecu en tes en la naturaleza: u n oscilador eléctrico,
las m areas, las vibraciones del aire e n u n tu b o d e ó rg an o , los
im pulsos eléctricos que h a c e n latir el corazón, la c a n tid a d de
individuos e n u n a población de anim ales...
R ecordem os los dos tipos de atracto res descritos h asta a h o ­
ra: 1) el punto atractor, q u e c o rre sp o n d e a u n estado estacio n a­
rio del sistem a, n a d a o c u rre al tra n sc u rrir el tiem po; 2j el
a tra c to r de ciclo límite, que in d ica u n c o m p o rta m ie n to p e rió d i­
co, lo q u e im plica, adem ás, que, si b ien el sistem a es disipativo
y, p o r lo tanto, va p e rd ie n d o su en ergía, ésta se va re p o n ie n d o
p o r la e n tre g a de en erg ía de alg u n a fu e n te exterior.

C o n t r a c c ió n d e l o s v o l ú m e n e s
EN EL e s p a c io DE LAS FASES

¿Cóm o q u e d a re p re sen ta d o en el espacio d e las fases el h e c h o


q n e estam os tra ta n d o aq u í con sistem as disipativos? C om o vi­
m os, el a tra c to r de ciclo lím ite nos in d ica que se está a n te u n
sistem a disipativo estable, q u e re p o n e la e n e rg ía q u e va p e r­
d ien d o . Si se tiene, p o r ejem plo, u n p é n d u lo e n tre te n id o y se
le p e rtu rb a fre n á n d o lo te m p o ra ria m e n te , al d ism in u ir el á n ­
gulo y la velocidad se o b tie n e la trayectoria B (figura III. 12),
p e ro el sistem a recibe e n e rg ía de su fu e n te p a ra c o m p e n sa r
esta d ism in u ció n y la trayectoria term in a p o r co n fu n d irse con
el ciclo lím ite A.
Lo m ism o o c u rre si se da al p é n d u lo u n im pulso adicional

60
q u e lo saque de su órbita; con el tiem p o , la disipación de esta
e n e rg ía en exceso h a rá converger su trayectoria so b re el ciclo
lím ite A.
P o r lo tanto, el a tra c to r de ciclo lím ite está d e n tro d e u n a
zona C del espacio de las fases tal q u e to d a trayectoria q u e se
inicie e n u n p u n to cu alq u iera de d ich a región te rm in a p o r ser
a tra íd a in ex o ra b le m e n te p o r el atractor. Esta zona se d e n o m i­
n a “cu e n ca de a tracció n ” (figura III.12).

F i g u r a III.12.

S upongam os q u e e n esta c u e n ca C haya u n a re g ió n R que


re p re se n ta u n c o n ju n to de valores iniciales de posiciones e im ­
pulsos p a ra el sistem a. A m ed id a q u e las trayectorias so n atraí­
das p o r el ciclo lím ite, se van a c erc an d o e n tre sí y ac ab a n p o r
c o n v erg er sobre el m ism o, q u e d a n d o fin a lm e n te u n a ú n ica
trayectoria: hay u n a c o n tracció n de la reg ió n R, la q u e va dis­
m in u y en d o hasta d e sap a re ce r en la curva del atractor.
C om o u n a curva es u n a lín e a de u n a sola d im en sió n , n o
p u e d e pasar p o r todos los p u n to s q u e c o n fo rm an u n volum en;
siem pre q u e d a n infinitos p u n to s n o cubiertos p o r la curva y es
evidente, en to n ces, q u e en u n espacio de las fases de tres di­
m ensiones u n a tra c to r d e b e te n e r u n a dim en sió n in fe rio r a 3,
y esto se p u e d e generalizar:

61
La d im en sió n d d e u n a tra c to r en u n espacio d e n d im en sio n es es
m e n o r q u e n:
d< n

Ésta es la característica prin cip al q u e distingue a los sistem as


disipativos d e los conservativos. En u n sistem a disipativo todas
las co n d icio n es iniciales convergen hacia reg io n es del espacio
d e las fases q u e tie n e n u n a d im e n sió n m e n o r q u e la d el espa­
cio original.

S ist e m a s d is ip a t iv o s f o r m a d o s
POR DOS PÉNDULOS ACOPLADOS

Pasem os a h o ra a estu d iar el caso de u n sistem a disipativo fo r­


m ad o tam b ié n p o r dos p é n d u lo s acoplados. A quí, de m o d o
sim ilar a lo visto en el estudio de sistem as conservativos fo rm a­
dos p o r la c o m b in ació n de dos p é n d u lo s ideales, se re q u e rirá
u n espacio de las fases de tres d im ensiones, e n el q u e las tra ­
yectorias se desarrollan sobre la superficie d e u n toro, de m o d o
q u e ten em o s p a ra el caso de u n sistem a disipativo u n a tra c to r
m ás com plicado que el de p u n to fijo o el de ciclo lím ite: se tra­
ta d e u n a curva en fo rm a de so len o id e q u e pasa p o r todos los
p u n to s d e la superficie del toro, re p re se n ta n d o así el c o m p o r­
tam ie n to c o m b in ad o de dos p é n d u lo s acoplados d e p erio d o s
q u e son in co n m en su rab les, o sea cuyo co ciente es u n n ú m e ro
«I» irracio n al. P o r lo tan to , lo llam arem os “atra cto r casi p e rió ­
d ico ”.
El c o m p o rta m ie n to de tal sistem a es p red e c ib le , es decir,
q u e c o n o c ie n d o las velocidades y posiciones de sus co m p o ­
n e n te s en u n m o m e n to d ado, se lo p u e d e d e te rm in a r p a ra
cu a lq u ier o tro instante. Y a u n si tal c o n o c im ie n to tie n e u n
cierto m arg e n de error, o in c e rtid u m b re , éste se m a n tie n e e n
el m ism o o rd e n de m ag n itu d p a ra to d a d e te rm in a c ió n fu tu ra.
Tal p ro p ie d a d se trad u ce e n el espacio de las fases p o r el
h e c h o d e q u e dos trayectorias vecinas siguen sien d o vecinas a
m ed id a q u e pasa el tiem po.

62
L o s ATRACTORES EXTRAÑOS
Y LAS DIMENSIONES FRACTALES

Volvamos a h o ra a u n sistem a q u e p re se n ta u n c o m p o rta m ie n ­


to caótico, com o el de los dos p é n d u lo s acoplados p o r u n
im án que habíam os descrito.
Su re p re se n ta c ió n e n el espacio de las fases tam b ié n re q u e ­
rirá que éste ten g a tres dim ensiones, e n el q u e la trayectoria
será u n a curva co n tin u a, sim ilar al caso del a tra c to r casi p e rió ­
dico. P ero lo q u e lo distingue de éste es q u e si u n o ex am in a
dos trayectorias vecinas en el espacio d e las fases, se ve q u e di­
vergen ráp id a m e n te, alejándose cada vez más. Se tra ta a q u í de
u n “a tra cto r e x tra ñ o ”, cuya característica esencial es la am plifi­
cación de los ap artam ien to s, p o r m ínim os q u e éstos sean, e n ­
tre trayectorias e n el espacio de las fases. Esta característica se
d e n o m in a sensibilidad a las condiciones iniciales. H e a q u í la clave
p a ra c o m p re n d e r p o r qué el d eterm in ism o q u e rige a u n sis­
tem a dinám ico n o im plica n e c esa ria m e n te la p red ictib ilid ad .
Si aparece esta sensibilidad, el sistem a es im p re d ec ib le des­
pués de u n cierto tiem po, n o im p o rta cuáles sean las otras ca­
racterísticas del espacio de las fases, ni tam poco su n ú m e ro de
dim ensiones. Sólo p o d ríam o s p re d e c ir su evolución c o n exac­
titu d si conociésem os con p recisión in fin ita ab so lu ta m e n te
todos los factores q u e a c tú a n sobre el sistem a, y sabem os q u e
esto es im posible, ya q u e n ecesariam en te conocem os las c o n d i­
ciones iniciales sólo en fo rm a aproxim ada.
En cam bio, las situaciones co rrespondientes a los otros atrac­
tores p e rte n e c e n a estados estables y p redecibles, p o rq u e n o
tie n e n d ich a sensibilidad, sino to d o lo con trario : hay u n a in ­
sensibilidad a las condiciones iniciales.
Esto se evidencia p o rq u e, de a c u erd o con la figura an terio r,
hay e n el espacio de las fases u n a cu e n ca de a tracció n d e n tro
de la cual u n a trayectoria que p a rta de cu alq u ier co n d ició n ini­
cial te rm in a in ex o ra b le m e n te p o r fu n d irse e n el a tracto r; n o
im p o rta cóm o se inicie el proceso, el sistem a acaba después de
u n tiem p o p o r seguir el co m p o rtam ie n to estable y previsible
descrito p o r dicho atractor.
La so rp resa q u e se e x p e rim e n ta a n te la a p arició n d el caos
e n u n sistem a tan sim ple com o el fo rm ad o p o r dos osciladores
acoplados es n a tu ra l, p ues a n a d ie le resu ltab a novedoso o ex-

63
tra ñ o q u e sistem as tan com plicados com o la atm ó sfera terres­
tre o u n to rre n te tu rb u le n to de agua te n g a n u n c o m p o rta ­
m ie n to difícil de pronosticar. Sin em bargo, el estudio d e estos
sistem as sim ples h a arro jad o luz sobre el de los fo rm ad o s p o r
u n g ran n ú m e ro de com ponentes.
El a tra c to r q u e caracteriza el c o m p o rta m ie n to caótico se
tran sfo rm a de m an e ra espectacular y a p a re n te m e n te c o n tra ria
a la in tu ició n , ya q u e d e b e reflejar e n su g e o m e tría esa si­
tuación.
Su e stru c tu ra d e b e ex h ib ir dos ten d en cias opuestas: h a c ie n ­
d o h o n o r a su n o m b re , las trayectorias vecinas d e b e n conver­
g e r h acia el a tra c to r y c o n tra ria m e n te , p a ra refleja r el estado
de sensibilidad a las condiciones iniciales, las trayectorias d e­
b e n diverger distanciándose cada vez más. La velocidad con que
divergen estas trayectorias sucesivas se m ide co n u n coeficiente
llam ado “exponente de Lyapunov”.
A dem ás, la o tra co n d ició n esencial es q ue, com o h em o s vis­
to antes, las curvas form adas p o r las trayectorias n o se p u e d e n
cru zar to cán d o se en u n p u n to (co n d ició n de d e te rm in ism o ).
R esulta e n to n ces u n a tra cto r m uy difícil de visualizar, cuya fo r­
m a n o p u e d e estar sobre u n a superficie, n o im p o rta n d o q u e
sea esta p lan a o curva com o el so len o id e q u e ro d e a el to ro en
el caso sim ple q u e exam inam os.
La razón de esta im posibilidad es q u e la divergencia e n tre
trayectorias adyacentes a la que nos obliga el estado caótico no
se p u e d e lo g ra r sobre la superficie d el to ro , p o rq u e tras u n a
cierta ca n tid ad de vueltas éstas, al n o ser paralelas, d e b e ría n
cruzarse p a ra p o d e r alojar todas las trayectorias. N o alcanza
e n to n ces el espacio que hay en la superficie y existe u n a ú n ica
solución alternativa, q u e es la q u e a p a re c e en el atracto r: las
trayectorias se desp eg an de la superficie saltando h acia afu era
p a ra o c u p a r la reg ió n que la ro d ea. P o r lo ta n to las d im e n ­
siones de este a tra c to r d e b e n ser m ayores que las dos q u e co­
rre sp o n d e n a u n a superficie, o sea:

2<d

P ero, y a q u í surge la dificultad, estam os tra tan d o u n sistem a


sim ple, e n u n espacio de tres dim ensiones, y h em o s visto que,
com o las condiciones del sistem a dinám ico (velocidades, posi­

64
ciones, etcétera) están necesariam en te lim itadas a cierto ran g o
de valores, el a tra c to r d eb e o c u p a r sólo u n a zo n a restrin g id a
del espacio de las fases, en lu g ar de llen arlo p o r co m p leto , y
en to n ces su d im ensión d d eb e ser m e n o r que 3:

2 < d< 3

¡O sea que deb em o s im ag in ar u n a fig u ra g e o m é tric a de di­


m en sió n m ayor q u e 2 y m e n o r q u e 3, es d ecir que esté e n u n a
situación in te rm e d ia e n tre u n a su perficie y u n volum en! O b ­
viam ente, u n a situación así n o es n o rm a l en la g e o m e tría de
Euclides, y éste p u e d e h a b e r sido u n o de los m otivos de que se
haya d escu b ierto h ace tan poco la p o sibilidad del caos e n sis­
tem as simples.
P ero re c ie n te m e n te se h a n d e sarro llad o m atem áticas en las
q u e sí existen form as irreg u lares o frag m en tad as q u e se p u e ­
d e n caracterizar con “dim en sio n es” que, a diferen cia de las eu-
clidianas n o son n ú m e ro s e n tero s, y q u e h a n sido llam adas
fractales p o r el m atem ático B enoit M andelbrot, que h a sido u n o
de los p rincipales im pulsores p a ra el estudio de estas extrañas
geom etrías.
Este a tra cto r es en to n ces u n fractal, está localizado e n u n a
región que incluye la superficie del toro pero, com o es u n a cur­
va, n o o c u p a todos los p u n to s del volu m en de d ich a reg ió n ,
q u e d a n d o siem pre infinitos p u n to s p o r los que n o pasa.
O tros sistem as dinám icos, com o los fo rm ad o s p o r oscilado­
res eléctricos, fluidos tu r­
b u len to s, reactivos q u ím i­
cos, exhiben atractores con
estas características y que
h a n sido bautizados “atrac­
tores e x tra ñ o s” p o r R uelle
e n 1971.
U n a tra cto r ex trañ o y su
sección de P o in caré p u e ­
d e n te n e r el aspecto ge­
n e ra l de la figura 111.13,
que p o d ríam o s c o m p a rar
con el de u n ovillo de hilo
d e s p u é s d e q u e u n ca ch o - F ig u r a III.13.

65
rro lo haya usado p a ra ju g a r d u ra n te unas horas: si b ie n sigue
siendo u n h ilo ú n ico (p o r lo tanto, de trayectoria d e te rm in a ­
da) , será im posible al seguir las vueltas prever si u n c e n tím e tro
m ás a d e la n te va a replegarse, ir h acia a d e n tro del ovillo, o h a ­
cia afuera, etcétera. Com o tien e sensibilidad a las co n d icio n es
iniciales, la m ás ínfim a alteració n de éstas se re p re s e n ta rá con
o tro ovillo e n m a ra ñ a d o cuyas vueltas n o tie n e n n a d a q u e ver
co n el p rim e ro , a u n q u e el volu m en q u e o c u p a sea p ráctica­
m e n te el m ism o. Para o b te n e r la fo rm a de u n a tra cto r e x tra ñ o
vam os a utilizar el siguiente p ro ced im ien to : co n sid erem o s el
flujo en tres dim ensiones de las trayectorias e n el espacio de
las fases (figura III.14).

Condiciones
iniciales

F i g u r a III. 14.

Este flujo está som etido a dos influencias opuestas, ya q u e se


d e b e c o n tra e r p o rq u e hay u n atractor, y se d e b e e stirar p o r la
sensibilidad a las condiciones iniciales.
P ara analizar m ejo r el proceso, separem os los dos efectos,
de m an e ra que la co ntracción p o r la co n dición de ser u n atrac­
to r se ejerza e n la direcció n vertical, m ien tras q u e el d e esti­
ram ien to se ejerza e n la dirección horizontal.
Secciones transversales de P o in caré sucesivas m u estra n , p o r
lo tan to , u n rec tán g u lo que se va d e fo rm an d o , c o n tray én d o se
verticalm en te y dilatándose h o riz o n talm e n te . Este p ro ceso de

66
c o n tracció n y estiram ien to d eb e c o n tin u a r a m e d id a q u e el
flujo de trayectorias re c o rre el a tractor. Si se m id e el estira­
m ie n to e n cada vuelta sucesiva y se co m p a ra co n el an terio r,
cu a n d o crece e x p o n e n cia lm e n te con u n facto r (e x p o n e n te de
Lyapunov) positivo, hay re a lm e n te e stiram ien to d e la trayec­
toria.
P ero h em os visto q u e el volum en que o cu p a el flujo e n el es­
pacio de las fases d eb e m an te n erse co n stan te p a ra sistem as ha-
m iltonianos, p o rq u e la e n e rg ía se conserva, o d e b e d ism in u ir
p a ra sistemas disipativos, que p ie rd e n e n e rg ía p o r fricción. P o r
lo tan to , el á re a o c u p a d a p o r las sucesivas d e fo rm ac io n es de
d ich o rec tán g u lo n o p u e d e au m en tar, sólo p u e d e m a n te n e rse
p rác tic a m e n te co n stan te si hay p o c a disipación de e n e rg ía o
dism inuir, según el caso. ¡«I
A dem ás, aparece aq u í u n a lim itación adicional, q u e es la res­
p onsable de la ap arició n de la fo rm a fractal: com o las variables
q u e d escrib en el sistem a (im pulsos, posiciones, e tc é te ra ) n o
p u e d e n te n e r c u alq u ier valor im aginable, sino q u e están n e c e ­
sariam en te restringidas, el flujo d e b e m an te n erse c o n fin a d o a
u n a reg ió n del espacio de las fases y, p o r lo tan to , hay u n lím ite
p a ra el estiram iento del rectángulo.
E n consecuencia, la ú n ica solución q u e p e rm ite la g e o m e ­
tría p a ra cu m p lir todas estas condiciones aseg u ran d o al m ism o
tiem p o q u e el flujo se m a n te n g a e n u n a zo n a restrin g id a, es #
que el rectán g u lo se rep lieg u e sobre sí m ism o. á!
Al m a n te n e rse de m a n e ra sim u ltán ea las tres o p eracio n es,
con tracció n , estiram ien to y rep leg ad o , el re c tá n g u lo se tran s­
fo rm a pro g resiv am en te e n u n a h e rra d u ra que, a su vez, se
aplanará, estirará, plegará, d a n d o nacim ien to a u n a e stru c tu ra
de do b le h o rq u illa, y así sucesivam ente. El á re a d e la figura
resu lta n te e n cada d e fo rm ac ió n va d ism inuyendo, o p u e d e
m a n te n e rse p rác tic a m e n te co n sta n te según el caso, p e ro n o
p u e d e crecer.
E n cada estiram iento a u m e n ta la distancia e n x e n tre p u n to s
q u e antes e ra n contiguos, q u e se sep aran e n to n c e s e x p o n e n ­
cialm ente, com o c o rre sp o n d e a la co n d ició n d e sensibilidad a
las co n d icio n es iniciales m ed id a p o r el coeficiente de L yapu­
nov. El atractor extraño se fabricó así de m an e ra sim ilar a la que
usa el p a n a d e ro p a ra la m asa del p an , y n o es s o rp re n d e n te
q u e su e stru c tu ra sea p o r lo tan to p a re c id a a la del h o jaldre.

67
titu d con base e n ecuaciones m atem áticas, ya que n in g u n a los
p u e d e describir en fo rm a precisa, y la ú n ica vía p a ra c o n stru ir­
los y visualizar su aspecto e n el espacio de las fases es m ed ia n te
la c o m p u tad o ra, tal com o fu e ro n descubiertos.
Es im p o rta n te señalar q u e los atractores extraños son figuras
que o c u p a n sólo u n a zona en el espacio de las fases, y esto p e r­
m ite d iagnosticar de u n vistazo si u n sistem a q u e a p arece
com o caótico tie n e reg u larid ad es subyacentes o si su c o m p o r­
tam ien to es p u ra m e n te aleatorio.
Si se p u e d e c o n stru ir u n a tra cto r con base en los datos, esto
nos indica que hay algún m ecanism o n o lineal o p e ra n d o sobre
el sistem a y que, p o r lo tanto, se tra ta del caos d eterm inista. Si,
en cam bio, el c o m p o rta m ie n to re p re se n ta d o da u n a d isp er­
sión de p u n to s p o r to d o el espacio de las fases, esto in d ica q u e
se trata d e fen ó m en o s que o c u rre n al azar, lo que técn icam en ­
te se llam a ru id o aleatorio.

L a s d im e n s io n e s fr a c t a l e s

Si se exam ina la sección de P oincaré del a tra cto r d e la figura ¿Q ué es u n fractal exactam ente, y cóm o se hace uno?
|3i a n terio r, se ve u n a e stru c tu ra de ban d as q u e se re p ite sin fin
(figura III. 15).
C ada b a n d a está co m p u esta p o r su bbandas y éstas, a su vez, U n fractal es u n a fo rm a g eo m étrica q u e consiste e n u n m otivo que
p o r otras de estru ctu ra sim ilar; sin im p o rta r q u é escala utilice­ se rep ite a sí m ism o en c u alq u ier escala a la q u e se le observe.
m os p a ra ex a m in ar la m icro estru ctu ra, su aspecto será sem e­
ja n te . Esta p ro p ie d a d se llam a de “au to sem ejan za” y es u n a ca­ Esta form a p u e d e ser m uy irregular, o m uy in te rru m p id a o frac­
racterística de las form as fractales, las q u e com o h em o s visto, cionada, y de a q u í el o rig en de su n o m b re , q u e B. M a n d elb ro t
tie n e n dim ensiones que n o son n ú m ero s enteros. . derivó del latín “fractu s” (in te rru m p id o o irre g u la r). Su carac­
E n resu m e n , p a ra q u e el c o m p o rtam ie n to de u n sistem a di­ terística básica es el co n cep to de la autosem ejanza, y p o r ello la
n ám ico p u e d a transform arse en caótico basta c o n q u e ten g a g e o m e tría de los fractales es u n a h e rra m ie n ta im p rescin d ib le
u n m ín im o de tres grados de lib e rta d y, p o r lo tan to , u n espa­ p a ra el estudio de todos aquellos fen ó m en o s q u e e x h ib a n u n a
cio de las fases con u n m ín im o de tres dim ensiones. Si e n el m ism a e stru c tu ra n o im p o rta cuál sea el a u m e n to co n q u e se
c o rre sp o n d ie n te atracto r en co n tram o s que la sección de P oin­ les exam ine.
caré p re se n ta estructuras q u e son au tosem ejantes, sabrem os Esta p ro p ie d a d aparece co n s o rp re n d e n te fre c u e n cia en la
q u e el a tra c to r es ex trañ o , lo q u e im plica sensibilidad a las naturaleza: pen sem o s en u n to rre n te tu rb u le n to con rem o li­
condiciones iniciales y, p o r lo tanto, im posibilidad de p re d e c ir nos, q u e si se e x a m in an en d etalle c o n tie n e n rem o lin o s m ás
el c o m p o rtam ie n to del sistem a m ás allá de u n cierto tiem po. p e q u e ñ o s, o en m uchas plantas, h eléchos, árboles, q u e se ra ­
Estos a tracto res extraños, curvas q u e no tie n e n fin y q u e se m ifican p o r procesos sucesivos hasta llegar a las hojas, o en el
alojan e n el espacio de las fases, son, e n gen eral, figuras geo­ sistem a d e circulación sa n g u ín e a con sus ram ificaciones cada
m étricas de u n a rara belleza. N o es posible calcularlos con exac- vez m ás p eq u eñ as h asta llegar a los capilares.

68 69
titu d con base e n ecuaciones m atem áticas, ya que n in g u n a los
p u e d e describir en fo rm a precisa, y la ú n ica vía p a ra c o n stru ir­
los y visualizar su aspecto e n el espacio de las fases es m ed ia n te
la c o m p u tad o ra, tal com o fu e ro n descubiertos.
Es im p o rta n te señalar q u e los atractores extraños son figuras
que o c u p a n sólo u n a zona en el espacio de las fases, y esto p e r­
m ite d iagnosticar de u n vistazo si u n sistem a q u e a p arece
com o caótico tie n e reg u larid ad es subyacentes o si su c o m p o r­
tam ien to es p u ra m e n te aleatorio.
Si se p u e d e c o n stru ir u n a tra cto r con base en los datos, esto
nos indica que hay algún m ecanism o n o lineal o p e ra n d o sobre
el sistem a y que, p o r lo tanto, se tra ta del caos d eterm inista. Si,
en cam bio, el c o m p o rta m ie n to re p re se n ta d o da u n a d isp er­
sión de p u n to s p o r to d o el espacio de las fases, esto in d ica q u e
se trata d e fen ó m en o s que o c u rre n al azar, lo que técn icam en ­
te se llam a ru id o aleatorio.

L a s d im e n s io n e s fr a c t a l e s

Si se exam ina la sección de P oincaré del a tra cto r d e la figura ¿Q ué es u n fractal exactam ente, y cóm o se hace uno?
|3i a n terio r, se ve u n a e stru c tu ra de ban d as q u e se re p ite sin fin
(figura III. 15).
C ada b a n d a está co m p u esta p o r su bbandas y éstas, a su vez, U n fractal es u n a fo rm a g eo m étrica q u e consiste e n u n m otivo que
p o r otras de estru ctu ra sim ilar; sin im p o rta r q u é escala utilice­ se rep ite a sí m ism o en c u alq u ier escala a la q u e se le observe.
m os p a ra ex a m in ar la m icro estru ctu ra, su aspecto será sem e­
ja n te . Esta p ro p ie d a d se llam a de “au to sem ejan za” y es u n a ca­ Esta form a p u e d e ser m uy irregular, o m uy in te rru m p id a o frac­
racterística de las form as fractales, las q u e com o h em o s visto, cionada, y de a q u í el o rig en de su n o m b re , q u e B. M a n d elb ro t
tie n e n dim ensiones que n o son n ú m ero s enteros. . derivó del latín “fractu s” (in te rru m p id o o irre g u la r). Su carac­
E n resu m e n , p a ra q u e el c o m p o rtam ie n to de u n sistem a di­ terística básica es el co n cep to de la autosem ejanza, y p o r ello la
n ám ico p u e d a transform arse en caótico basta c o n q u e ten g a g e o m e tría de los fractales es u n a h e rra m ie n ta im p rescin d ib le
u n m ín im o de tres grados de lib e rta d y, p o r lo tan to , u n espa­ p a ra el estudio de todos aquellos fen ó m en o s q u e e x h ib a n u n a
cio de las fases con u n m ín im o de tres dim ensiones. Si e n el m ism a e stru c tu ra n o im p o rta cuál sea el a u m e n to co n q u e se
c o rre sp o n d ie n te atracto r en co n tram o s que la sección de P oin­ les exam ine.
caré p re se n ta estructuras q u e son au tosem ejantes, sabrem os Esta p ro p ie d a d aparece co n s o rp re n d e n te fre c u e n cia en la
q u e el a tra c to r es ex trañ o , lo q u e im plica sensibilidad a las naturaleza: pen sem o s en u n to rre n te tu rb u le n to con rem o li­
condiciones iniciales y, p o r lo tanto, im posibilidad de p re d e c ir nos, q u e si se e x a m in an en d etalle c o n tie n e n rem o lin o s m ás
el c o m p o rtam ie n to del sistem a m ás allá de u n cierto tiem po. p e q u e ñ o s, o en m uchas plantas, h eléchos, árboles, q u e se ra ­
Estos a tracto res extraños, curvas q u e no tie n e n fin y q u e se m ifican p o r procesos sucesivos hasta llegar a las hojas, o en el
alojan e n el espacio de las fases, son, e n gen eral, figuras geo­ sistem a d e circulación sa n g u ín e a con sus ram ificaciones cada
m étricas de u n a rara belleza. N o es posible calcularlos con exac- vez m ás p eq u eñ as h asta llegar a los capilares.

68 69
Los fractales son, al m ism o tiem po, m uy com plejos y p a rticu ­
larm en te sim ples. Son com plejos en virtud d e su detalle infini­
to y sus p ro p ie d a d es m atem áticas únicas (no hay dos fractales
iguales); sin em bargo, son sim ples p o rq u e p u e d e n ser g e n e ra ­
dos p o r la aplicación sucesiva de u n a sim ple iteració n , y la in ­
tro d u c c ió n de elem entos aleatorios.
Los m atem áticos h a n c o n ceb id o g ran v aried ad de fractales,
p e ro el m ás an tig u o es p ro b a b le m e n te el del m atem ático G.
C antor, e n 1883. Éste q u e ría s o rp re n d e r a sus colegas co n dos
características a p a re n te m e n te co n trad icto rias p a ra u n c o n ju n ­
to de n ú m ero s c o m p re n d id o s e n tre el 0 y el 1: «) q u e el c o n ­
j u n to tuviera m ed id a cero, o sea q u e si se le re p re se n ta se con
p u n to s so b re u n a rec ta, e n c u a lq u ie r p o rc ió n d e la m ism a
los p u n to s q u e n o p e rte n e c e n al co n ju n to fu ese n m uchísim os
m ás q u e los q u e son p a rte de él, y, sim u ltá n e am e n te , b) q u e la
c a n tid a d de m iem bros del co n ju n to fu e ra ta n in n u m e ra b le '
com o el c o n ju n to de todos los n ú m e ro s reales tam b ié n com ­
p re n d id o s e n tre 0 y 1.
M uchos m atem áticos, incluyendo al m ism o C a n to r al p rin c i­
pio, n o c re ía n q u e sem ejante m o n stru o p u d iese existir, p e ro
fin alm en te él lo descubrió. Su co n stru cció n p a re c e asom brosa­
m en te sencilla. C om encem os con u n segm ento de rec ta y m ar­
q uem os los p u n to s extrem os co n 0 y 1. B orrem os el tercio in ­
te rn o , p e ro m a n te n ie n d o sus p u n to s ex trem o s 1 /3 y 2 /3 .
Q u e d a n dos segm entos con u n total de cuatro p u ntos extrem os,
y a cada u n o de éstos le b o rram o s n u e v a m e n te el tercio in te ­
rior, con lo q u e q u e d a n cu a tro segm entos c o n dos p u n to s
extrem os cada u n o , o sea
p u n to s q u e c o rre sp o n ­
d e n a los 8 núm ero s: 0,
1 /9 , 2 /9 , 3 /9 , 6 /9 , 7 /9 , 1/3 2/3
8 / 9 y 1. Si co n tin u am o s
c o n el m ism o p ro ce d i­ # -l\‘i
0
m ie n to ad infinitum, lle­
garem os eventualm ente a
que cada segm ento esté
fo rm a d o p o r u n único
p u n to .
E n la figura III.16 se
m uestran las prim eras cin- F i g u r a III.16.

70
co o p eracio n es de b o rra d o , p e ro n o hay fo rm a d e d ib u ja r el
resu ltad o final. El c o n ju n to de C an to r tie n e agujeros e n cual­
q u ie r escala e n que se le exam ine, y está fo rm ad o ú n ic a m e n te
p o r infinitos p u n to s aislados, n in g u n o de los cuales tie n e p o r
vecino a o tro p u n to del co njunto. Si se q u iere m e d ir la longi­
tu d que queda, se c o m p ru e b a q u e es cero p o r estar h e c h a de
u n a sum a de agujeros, ya q u e los segm entos q u e se fu e ro n qui­
ta n d o sum an u n total de lo n g itu d 1 después de las infinitas
o p eracio n es de b o rrad o .
Los m atem áticos d icen e n to n ces que el co n ju n to d e C a n to r
tien e m ed id a o dim en sió n cero. P ero actu alm en te hay u n n u e ­
vo co n cep to m atem ático que tiene m ás significado p a ra m e d ir
las dim en sio n es d e los fractales, y d e a c u erd o co n éste se d e ­
m u estra q u e la d im en sió n del co n ju n to de C a n to r es la llam a­
da “dim ensión frac tal D”

log 2
D = —^ = 0.6309
log 3

q u e resu lta ser n o u n n ú m e ro e n te ro sino u n a fracció n , y q u e


in d ica u n a fo rm a geom étrica in te rm e d ia e n tre p u n to s (d im en ­
sión eu clid ean a 0), y u n a curva (dim ensión euclid ian a 1).
H ay q u e aclarar q u e n o todos los fractales tie n e n u n a D que
es u n a fracción; éste p u e d e ser e n te ro , p e ro su fo rm a es siem ­
p re in te rru m p id a o irregular.
Tal com o o c u rre c o n las dim en sio n es del espacio de las fa­
ses, se d eb e te n e r p rese n te que u n a d im ensión fractal n o tiene
el m ism o significado q u e el de las dim en sio n es d e n u e stro es­
pacio eu clid ian o , sino que es la exp resió n n u m é ric a q u e nos
p e rm ite m e d ir el g rad o de irre g u la rid a d o de fra g m en ta ció n
de u n a de estas figuras. Así, u n a d im ensión D e n tre 1 y 2 signi­
fica q u e se tra ta de ciertas curvas planas m uy irreg u lares q u e
casi lle n a n u n p lano, y las superficies q u e p a re c e n hojaldres,
con n u m ero so s pliegues que llen an p a rte de u n v o lu m e n tie­
n e n u n D e n tre 2 y 3. H ay fractales co n D = 1 y co n D = 2, que
n o se p a re c e n e n n a d a a u n a lín ea o a u n plano, p e ro siem pre
son irregulares o in terru m p id o s.
Volvamos a h o ra a ex a m in ar el a tra c to r e x tra ñ o c o rre sp o n ­
d ien te a la transform ación de la h e rra d u ra .

71
Esta tran sfo rm ació n fue d e sarro llad a p o r el m atem ático S.
Sm ale, p a ra aplicarla al estudio de osciladores electró n ico s
acoplados q u e se utilizaban e n los eq uipos de radar. Al h a c e r
u n a sección 5-5* (véase la figura III. 17) se observa el co n ju n to
d e Cantor.
Las p ro p ie d a d e s esenciales d e este a tra c to r a p a re c e n e n u n
g ran n ú m e ro de secciones d e P o in caré p a ra sistem as caóticos.
El c o n ju n to de C an to r es u n ejem plo de fractal in te rru m p id o .
U n fractal, ejem plo clásico de u n a curva irregular, in fin ita­
m e n te fra c tu ra d a, es la curva de K och, p ro p u e sta p o r el m ate ­
m ático sueco H. von Koch e n 1904. P ara c o n stru irla, se p a rte
de u n seg m en to d e rec ta (figura III. 18) de lo n g itu d 1 y e n su
tercio m ed io se construye u n trián g u lo eq uilátero. La lo n g itu d
de esta lín e a es a h o ra 4 /3 . Si se rep ite la o p e ra c ió n se o b tie n e
la fig u ra con u n a lo n g itu d (4 /3 )^ , o 1 6 /9 , y re ite ra n d o in fin i­
tas veces se llega a u n a fo rm a fractal de lo n g itu d in fin ita y cu­
yos ex trem o s están, sin em bargo, separados p o r la m ism a dis­
tan cia q u e el seg m en to g e n e ra d o r inicial d e lo n g itu d 1. Su
d im en sió n fractal es D= 1.26...
O tra varian te es el copo de nieve de K och q u e se construye
co n el m ism o m éto d o a p a rtir del trián g u lo e q u ilá te ro (figu-

72
Longitud 1

F ig u r a III. 18.

ra III.19), y en el q ue, si cada lado d el triá n g u lo m id e 1 /3 ,


desp u és de n ite rac io n es se tie n e u n p e rím e tro d e lo n g itu d
total ( 1 /3 ) ”, q u e se h ace in fin ito c u a n d o n llega a in fin ito , de
m o d o q u e si u n o quisiera re c o rre r id e a lm e n te c o n u n lápiz
si
todas las vueltas de la curva, n o lleg aría ja m á s al final, a p esar
d e q u e e n c ie rra u n a fig u ra h e x a g o n al de á re a p e rfe c ta m e n te
lim itada.
Estas extrañas figuras p a re c e n p ro d u cto s d e la im ag in ació n
de algunos m atem áticos desconectados de la vida cotidiana.
Sin em bargo, com o tantas veces se h a visto e n la histo ria del
co n o cim iento, el p e n sam ien to creativo, q u e n o busca u n a utili­
d a d p rác tic a in m e d ia ta , resu lta ser m uy fru ctífero . Así, esta
nueva g e o m e tría co n c eb id a a prin cip io s de siglo resu lta al día
de hoy in d isp en sab le p a ra la d in ám ica que estam os e stu d ia n ­
do, y que tien e tantas aplicaciones.
A h o ra p o d em o s e n te n d e r p o r q u é los fractales y los atrac­
tores extraños se hallan tan ín tim am en te conectados. C om o ha-

73
bíam os visto, u n a tra c to r ex tra ñ o está re c o rrid o p o r el p u n to
q u e re p re s e n ta al sistem a dinám ico, q u e va d e scrib ie n d o u n a
curva de infinita com plejidad, q u e se estira y al m ism o tiem po
se pliega y repliega ad infinitum, y cuya sección de P oincaré está
fo rm a d a p o r p u n to s ag rupados co n características d e autose-
m ejanza.
U n a tra c to r ex trañ o es, p o r lo tanto, u n a curva fractal.

IV. Caos determ inista en los cielos

P o d r í a m o s i m a g i n a r la sorpresa de N ew ton si leyese el artícu ­


lo de la revista Science d el 3 de ju lio de 1992, d o n d e se co n fir­
m a q u e el co m p o rtam ie n to del sistem a solar e n te ro evidencia
signos d e caos. Gracias a las co m p u ta d o ra s m o d e rn a s se h a
p o d id o e n c a ra r el viejo p ro b le m a de cu án estable es este sis­
tem a, ya p la n te a d o en la ép o ca del g ran m atem ático y físico
H e n ri P oincaré.

74
U n a característica del sistem a p lan e tario , com o los dem ás
sistem as que estudia la m ecán ica celeste, es q u e p a ra los tiem ­
pos considerados, q u e p u e d e n ser de hasta m iles de m illones
de años, n o hay prácticam en te disipación de e n e rg ía p o r roza­
m ien to , ya que los cu erpos celestes se m ueven e n u n vacío casi
p e rfe c to , y las p érd id as de e n e rg ía p o r otros efectos, com o el
de rad iació n , tam poco son im p o rta n tes, de m o d o q u e se tie­
n e n aq u í cu erp o s q u e fo rm a n sistem as dinám icos conservati­
vos o ham iltonianos.
P ara el sistem a solar, los resultados son so rp re n d e n te s: G.
Sussm an y J. W isdom d escrib en en el m e n c io n a d o artícu lo el
cálculo p o r integración n u m érica de la evolución de todo el sis­
tem a p a ra los próxim os cien m illones de años, lo q u e req u irió
u n m es de tiem p o de u n a c o m p u ta d o ra especial p a ra cada co­
rrid a del program a. -i
R esultó q u e el c o m p o rtam ie n to de los nueve planetas a p a r­
tir de los pró x im o s cu atro m illones de años revela que el sis­ *4
tem a plan etario está en estado caótico.
Para n u e stra tran q u ilid ad , esto n o significa q u e el caos e n el II
sistem a solar sea de tales características que se vaya a an iq u ilar
d e n tro de p o co tiem po, c o n planetas c h o c an d o e n tre sí, o h u ­
yendo h acia otras galaxias, sino q u e sus órbitas son im p re d ec i­
bles cu a n d o se calculan p a ra tiem pos del o rd e n de los cien m i­
llones de años y, p o r lo tan to , sólo se p u e d e a n tic ip a r q u e se
m overán e n el espacio d e n tro de zonas determ in ad as. Estas n o
se su p e rp o n e n , de m o d o que n o presagian colisiones e n tre pla­
s#
netas, al m enos hasta d o n d e se h a calculado, q u e c o rre sp o n d e
a los próxim os cien m illones de revoluciones de n u e stro p lan e ­ i:
ta a lre d e d o r del Sol.
T am bién se e n c o n tró que el subsistem a fo rm ad o p o r J ú p ite r 4
y sus satélites es caótico, lo m ism o que el de la ó rb ita del p la n e ­
ta P intón.
Los investigadores estim aron el e rro r con que se conoce la p o­
sición inicial de u n p la n e ta e n su ó rb ita e n sólo 0.00000001% .
C abría esp erar q u e si se calculan dos órbitas posibles q u e difie­
ra n in icialm en te e n su posición e n ese p o rce n taje , las órbitas
m a n te n d ría n a m e d id a q u e pasa el tiem p o d ich a d iferencia,
q u e d a ría u n a distancia e n tre las m ism as del o rd e n d e 10 m
hasta 1 km.
P ero se e n c o n tra ro n con que la distancia e n tre esas dos órbi-

75
tas alternativas se m ultiplicaba e n el cálculo p o r 3 cada 4 m illo­
nes d e años y, p o r lo tanto, pasaba a ser 9 veces m ayor a los 8
m illones de años, 27 a los 12 m illones d e años, y así sucesiva­
m en te; a los 100 m illones de años, en to n ces, p o d ría n d ife rir
e n la posición del p la n e ta en u n 100% p a ra la reg ió n caótica,
tam b ién llam ada “de reso n an cia”.
E n particular, p a ra la T ierra, u n e rro r de m ed ició n d e la ubi­
cación inicial en su ó rb ita de tan sólo 15 m etros, h ace im posi­
ble p re d e c ir e n qué posición de su ó rbita estará d e n tro de cien
m illones d e años.
E n rea lid a d el cálculo m u estra q u e estas reg io n es caóticas,
llam adas d e resonancia, están restringidas a u n a p o rc ió n del
espacio, de m o d o que e n el caso del sistem a solar, n o eviden­
cien futuras colisiones e n tre planetas.
P ero la im p o rtan cia de este descu b rim ien to es algo m ás que
u n a cu rio sid ad astro n ó m ica de in terés sólo p a ra especialistas.
E n tre obras consecuencias, tien e u n a e m in e n te m e n te práctica:
p o r las rutas del cielo, n o solam ente circu lan “vehículos pesa­
d o s” com o son los planetas y sus satélites, sino q u e ellas son
cruzadas tam b ié n p o r in fin id ad de frag m en to s tales com o as­
tero id es y com etas. M ediante la observación co n telescopios y
el cálculo basado en las ecuaciones de la m ecán ica celeste, es
posible p rev e r d ó n d e y c u á n d o se c ru zarán los cam inos d e es­
tos objetos. Así se sabe q u e e n ju lio de 1994 u n fra g m en to , de
tam a ñ o co nsiderable, c h o caría co n Jú p ite r, cayendo so b re la
cara q u e e n ese m o m e n to no será visible desde la T ierra. Tam ­
b ién se sabe q u e el asteroide 1989 AC, q u e a p a re n te m e n te está
e n reso n a n c ia con Jú p ite r, c ru zará la ó rb ita de la T ie rra e n el
añ o 2004, p asan d o a u n a distancia de n u e stro p la n e ta de 0.011
u n id ad es astronóm icas, o sea 1650 000 km.
A fo rtu n a d a m e n te las ecuaciones p e rm ite n d e fin ir co n p re ­
cisión la ub icació n del p la n e ta p a ra d e n tro de unas pocas re ­
voluciones a lre d e d o r del Sol, de m o d o q u e la h u m a n id a d es­
p e ra este evento con total tran q u ilid ad . P ero com o h em os
visto, la c ap acid ad de p re d e c ir si h a b rá o n o colisiones se va
p e rd ie n d o en u n a especie de n ieb la a m ed id a q u e avanzam os
e n el fu tu ro .
¡Q ué lejos q u e d a el c o n c ep to de las leyes d e la m ecán ica
celeste q u e p e rm ite n p re d e c ir p a ra siem p re el m ovim iento de
los astros!

76
Pero, ¿no es esto co n tra d ic to rio c o n el h e c h o de q u e c o n o ­
cem os el m ovim iento o rd e n a d o de los planetas desde h ace m i­
lenios, y q u e ya los babilonios p o d ía n p re d e c ir con ex actitu d
u n eclipse con años de anticipación? ¿Acaso la revolución new-
to n ia n a n o consistió en el d escu b rim ien to de las leyes in m u ­
tables q u e g o b iern a n todos los sistem as dinám icos q u e a p a re ­
cen e n la naturaleza?
A h o ra co m p re n d em o s q u e ese o rd e n es tal p a ra u n tiem p o ■lí!^
de observaciones de unas pocas decenas de m iles de vueltas de
la T ierra a lre d e d o r del Sol, p e ro que se desvanece p a ra escalas
de tiem po m iles de veces mayores.

L os DESCUBRIMIENTOS DE PoiNCARÉ

La existencia de este p ro b le m a e ra tam b ién so sp ech ad a p o r


los científicos del siglo pasado, p e ro fue H e n ri P o in caré (figu­
ra fV .l) el q u e lo evidenció e n su v e rd a d e ra m ag nitud.

Figura IV.l. H enri Poincaré. Tomado áeLa Recherche, 2 3 2 , mayo 1 9 9 1 ,


vol. 22 , p. 566.

77
En 1887, el rey Ó scar II de Suecia instituyó u n p re m io de
2 500 co ronas p a ra q u ien p ro d u je se u n a resp u esta a u n a p re ­
g u n ta fu n d a m e n ta l p a ra la astronom ía: ¿es estable el sistem a
solar?, defin ién d o se la estabilidad com o la situación en q u e p e ­
q u e ñ o s cam bios en los m ovim ientos p lan e tario s sólo tra e n
p eq u eñ as alteraciones en el c o m p o rtam ie n to del sistem a.
En aq u ella época p o d ía caber, p o r ejem plo, la sospecha de
q u e la T ie rra term in a ría p o r p recipitarse sobre el Sol. Al tra ta r
de resolver este caso, P o in caré abrió el ru m b o p a ra tra ta r los
p roblem as d e estabilidad en sistem as dinám icos com plejos, y si
b ien n o p u d o resolver el p ro b le m a p a ra los diez c u erp o s que
fo rm a n el sistem a solar, recibió de todos m odos el p rem io p o r
sus im p o rta n tes aportes, e n tre ellos la creació n de la to p o ­
logía.

P o r su p u e sto q u e las leyes de N ew ton sig u en sien d o válidas, p e ro


sus so lu cio n es exactas re q u e ría n u n a in te lig e n cia co m o la d e La-
place q u e in tro d u je ra en las m ism as datos co n p recisió n infinita.

Los astrónom os sólo p u e d e n c o n o c er e n fo rm a a p ro x im ad a


las condiciones iniciales de velocidades y posiciones d e los cu er­
pos celestes, p e ro esta precisión lim itada a u n a cierta c a n tid ad
de cifras decim ales n o h a sido obstáculo p a ra m uchos cálculos,
ya q u e se h a trabajado n o rm a lm e n te co n ecuaciones e n las
q u e p e q u e ñ as variaciones en las co n d icio n es iniciales p r o d u ­
cen efectos p ro p o rc io n a lm e n te p e q u e ñ o s, p e ro , ¿qué o c u rre
c u a n d o u n sistem a obedece a situaciones de alta sensibilidad a
las condiciones iniciales?

Tres o m ás c u er po s pu e d e n g en er a r caos

P ara u n sistem a h a m ilto n ian o de sólo dos cuerpos, com o la


T ie rra y la L u n a o la T ie rra y el Sol, las ecuaciones d e N ew ton
se p u e d e n resolver en fo rm a exacta, este p ro b le m a se llam a in­
tegrable, y su solución co rre sp o n d e a u n a ó rb ita elíptica. P ero
si se ag reg a u n te rc e r c u e rp o (p o r ejem plo, al in tro d u c ir el
efecto q u e p ro d u ce Júpiter, con su m asa que es la m ilésim a par-

78
te de la del Sol, sobre el sistem a T ierra-S ol), hay q u e utilizar
u n m éto d o aproxim ado, llam ado de pertu rb acio n es.
E n d ich o m éto d o , esa p e rtu rb a c ió n del o rd e n d e u n m ilési­
m o q u e p ro d u c e la atracción gravitatoria de J ú p ite r so b re el
sistem a Tierra-Sol, se sum a a la solución del caso de los dos
cuerp os. T ie rra y Sol, lo g ra n d o así u n a m ejo r a p ro x im ac ió n a
la realidad. A este resu ltad o se le vuelve a sü m ar el efecto de
p e rtu rb a c ió n de Jú p ite r, p e ro elevado al cu a d ra d o , o sea u n
facto r que es u n m illonésim o, y así reitera d am e n te , en u n a se­
rie d e apro x im acio n es d o n d e cada u n a d e b e rá ser de m e n o r
m ag n itu d que la anterior.
Se esp era que esta serie fo rm a d a p o r la sum a d e térm in o s
con valores d ecrecien tes conveija, es decir, q u e si p a ra u n a
sum a de, p o r ejem plo, 1 000 térm in o s se tien e com o resu ltad o
u n cierto n ú m e ro , y al ag reg ar el té rm in o 1 001 la sum a crece
e n 1%, el sum ar el térm in o 1 002 p ro d u zca u n nuevo a u m e n to (.ii

de la sum a m e n o r q u e ese 1%, p o r ejem plo 0.9% , y q u e cada J#


vez q u e se a g reg u e o tro térm in o , la nueva su m a a u m e n te en
fo rm a decrecien te, te n d ie n d o a u n a cifra que sea p rác tic a m e n ­ I!
te c o n stan te p a ra u n n ú m e ro su ficien tem en te g ra n d e d e té r­
m inos.
Esto p e rm itiría afirm ar que el p ro b le m a de tres c u erp o s está
resuelto: la u b icación de cada u n o de ellos e n su ó rb ita estará
d a d a p o r esos n ú m ero s calculados con el m éto d o d e p e rtu rb a ­
ciones. P ero al aplicarlo al caso d el sistem a Sol-T ierra-L una,
P o in caré descubrió, p a ra su asom bro, q u e algunas órbitas se
c o m p o rtab a n caóticam ente, es d ecir que su posición e ra im po­
sible de p re d e c ir m ed ia n te ese cálculo, lo q u e im plica q u e n o
hay aq u í u n c o m p o rtam ien to lineal de las ecuaciones.
La sum a de apro x im acio n es divergía — su resu lta d o e ra u n !£
n ú m e ro cada vez m ás g ra n d e — co n lo q u e el efecto d e estas
p e rtu rb ac io n es infinitésim as se iba am plificando y q u e e n cier­
tas situaciones lím ite p o d ría n llegar a sacar a u n p la n e ta p o r
co m p leto de su órbita.
P ero Poincaré n o p u d o avanzar m ás y llegar a resolver el caso
real del sistem a solar com pleto, p o r las dificultades q u e signifi­
caba in te n ta r el cálculo p a ra diez cuerpos. C om o h e m o s visto,
este p ro b le m a tuvo que esperar u n siglo, p a ra ser e n c ara d o con
las m o d ern as h e rra m ie n ta s de la c o m p u ta d o ra y el cálculo p o r
in te g rac ió n n u m érica. El g ran m atem ático d e m o stró , sin em-

79
bargo, la posibilidad de q u e u n sistem a d in ám ico to ta lm e n te
d eterm in ista, com o el de los p lan etas en órbita, llegue a u n
estado de caos d o n d e n o se p u e d a p re d e c ir su c o m p o rta m ie n ­
to fu tu ro . Basta p a ra ello q u e re sp o n d a a u n a situación n o li­
n eal, en la q u e u n a p eq u e ñ ísim a flu ctu ació n se vaya am plifi­
can d o al ser reitera d a u n gran n ú m e ro d e veces.
A dem ás, P oincaré p ro b ó q u e el caos p u e d e a p a re c e r ya con
sistem as relativam ente sim ples, com o p u e d e ser u n o fo rm ad o
p o r sólo tres cuerpos, p a ra el q u e las e stru ctu ras q u e los des­
crib e n en el espacio de las fases fo rm a n la c o m p licad a geo­
m etría a la q u e hacíam os referen cia e n el capítulo 2.

L os FENÓMENOS DE RESONANCIA

U n a c o n trib u c ió n im p o rta n te de P o in caré fue d e m o stra r que


en este sistem a las in estab ilid ad es son debidas al fe n ó m e n o de
resonancia.
La reso n a n c ia a p arece c u a n d o hay u n a rela ció n niynúricg
sim ple e n tre p e rio d o s de ro ta c ió n de dos cu erp o s del sistem a
solar. P o r ejem plo, P lu tó n tie n e u n p e rio d o de ro ta c ió n en su
ó rb ita a lre d e d o r del Sol de 248.54 años y N e p tu n o de 164.79
años; la relación e n tre p eriodos es en to n ces de 3 a 2, lo q u e se
in d ica com o reso n a n c ia órb ita-ó rb ita 3:2. P u e d e h a b e r tam ­
b ién resonancias e n tre el p e rio d o o rbital de u n o b jeto y el de
rotación del m ism o alred ed o r de su eje (espín), com o, p o r ejem ­
plo, la L u n a, con u n a reso n a n c ia espín-órbita 1:1 q u e es la
resp o n sa b le de q u e aq u élla m u estre siem p re la m ism a cara a
la T ierra.
U n efecto que p u e d e resu ltar de la reso n an cia es la in d efin i­
ción en la posición de u n p lan e ta e n su órbita. Tal es el caso de
P lu tó n , con su reso n an cia órb ita-ó rb ita 3:2 con N e p tu n o . Se
h a h e c h o el cálculo de su posición m e d ia n te u n a c o m p u ta d o ­
ra, p a san d o el p ro g ra m a dos veces, cada u n a c o n la posición
inicial m uy lig e ram e n te diferen te. Las dos órbitas así o b te n i­
das u b ica n a P lu tó n e n lados opuestos resp ecto d el Sol des­
pués de cu atro cien to s m illones de años.
O tro efecto posible de la reso n a n c ia es p ro d u c ir u n brusco
a u m e n to de la ex cen tricid ad de la ó rb ita de u n astero id e que
lo arroje sobre u n planeta. Se h a c o m p ro b a d o q u e d ich o efec-

80
to es el responsable de la existencia de zonas vacías o “lagunas
de K irkw ood” en el c in tu ró n de asteroides q u e existe e n tre
M arte y Jú p ite r. J. W isdom , utilizan d o u n m éto d o d e in te g ra ­
ción n u m é ric a p a ra esta din ám ica caótica, d em o stró q u e el
efecto de reso n an cia p ro d u ce cam bios violentos e n la e x cen tri­
cidad de las órbitas, los q u e a c ab a ro n p o r fra g m e n ta r a los as­
tero id es y lanzarlos sobre M arte, y tam b ién sobre la T ierra: u n
ejem plo dram ático de la u b icu id ad del caos e n el sistem a solar.
Las resonancias son im p o rta n tes en los sistem as ham ilto-
n iano s y a m en u d o im plican situaciones caóticas.
P ara c o m p re n d e r esto, p o d e m o s visualizar el m o vim iento
del sistem a e n el espacio d e las fases (véase la figura IV.2).

F i g u r a IV.2.

A quí com o p a ra el p é n d u lo ideal, podem os c o n sid erar valo­


res peq u eñ o s de energía, a los que, en form a sim ilar a las oscila­
ciones de p o ca am plitud del pén d u lo , c o rre sp o n d en los movi­
m ientos llam ados “de libración”, que son pequeñas oscilaciones
a lre d e d o r de la posición de equilibrio en reposo; y así com o

81
p ara los valores más grandes de energía, el p én d u lo efectúa m o­
vim ientos de rotación, p ara u n sistem a kep lerian o (un cu e rp o
único en ó rbita a lre d ed o r del Sol), el m ovim iento se d e n o m in a
“de circu lació n ”. E n tre am bos m ovim ientos, de libración y de
circulación, está la separatriz, que p a ra el caso de u n a p e rtu r­
bación (reso n an cia), p u e d e d ar origen a u n a zona caótica.
A nalicem os la sección de P o in caré c o rre sp o n d ie n te , d o n d e
el p u n to equivale a u n a ó rb ita periódica. Si,se c o m b in a n dos
p én d u lo s, se tien e u n sistem a dinám ico de dos cuerpos. C ada
círculo c o n c én tric o q u e ro d e a al p u n to c e n tral en la sección
de P oincaré c o rre sp o n d e a u n m ovim iento casi p erió d ico , que :

es u n a co m b in ació n de los dos m ovim ientos circulares, cada


u n o c o n su p ro p io p erio d o . En el espacio de las fases se tien e
u n toro, sobre cuya superficie se va a rro lla n d o la trayectoria
casi p eriódica. Para q u e haya u n m ovim iento casi p erió d ico es
in d isp en sab le que la relación e n tre los p e rio d o s d e ro ta c ió n
sea u n n ú m e ro irracional. En este caso, al p e rm a n e c e r la curva
sobre el toro, su in tersecció n con la sección d e P o in c aré está
c o n te n id a en u n a curva c e rra d a (curva inv arian te). Si se va
a u m e n ta n d o el p e rio d o m enor, se tie n e n curvas co n cén tricas
de radio creciente.
P ero en aquellas zonas e n las q u e la relación de p e rio d o s es
u n n ú m e ro racional, com o, p o r ejem plo, 3:2, 5:3, e tc é te ra
(condición de resonancia), p u e d e a p a re c e r el caos. Esto se evi­
d encia en la sección de P oincaré p o rq u e a p a re c en regiones de
in estabilidad, d o n d e los p u n to s sucesivos q u e m arca la trayec­
toria caótica al in te rc e p ta r d ich a sección, llen an to d a la reg ió n
inestable de m an e ra aleatoria.
D e n tro de esta zona caótica de reso n an cia a p a re c en islas de
estabilidad, e n cada u n a de las cuales hay u n a e s tru c tu ra p a­
rea d a a la q u e se e n c u e n tra en el cen tro de la sección de Poin­
caré. A lred e d o r de cada isla existe u n a zona caótica en la que
el m ovim iento es inestable: u n a trayectoria p u e d e g ira r e n las
curvas d e n tro de las islas (lib ració n ), y luego en las curvas de
la zona central (circulación). La zona caótica co rresp o n d e a las
separa trices e n el caso del pén d u lo , y e n esta zona el m ovim ien­
to es e x tre m a d a m e n te inestable, y m uy sensible a las co n d icio ­
nes iniciales.
El o rig e n del m ovim iento caótico de M ercurio, V enus, T ie­
rra y M arte es la existencia de resonancias e n tre los p e rio d o s

82
de p rec e sió n (o sea de ro ta c ió n e n el espacio de la ó rb ita pla­
n etaria) de estos planetas. Los cálculos m u estra n q u e n u e stro
p la n e ta está lejos de la zo n a c e n tral estable d e m ovim ientos
casi periódicos, y m ás b ien en la zona caótica cerca de u n a isla
(figura a n te r io r ) , m otivo p o r el cual n o se p u e d e p re d e c ir su
posición a los cien m illones de años.

¿C o m p o r t a m i e n t o c a ó t i c o e n l a s g a l a x i a s ?

Se h a descrito h asta a q u í el m éto d o p a ra estu d iar la evolución p


de u n sistem a h a m ilto n ian o fo rm a d o p o r tres o m ás cuerpos, *

p e ro ¿qué o c u rriría si se le ap licara a u n sistem a d e u n a can ti­


d a d in m e n sa de c o m p o n e n tes com o lo es u n a galaxia, que
tam b ién es u n sistem a ham ilto n ian o , ya que p a ra las escalas de
tiem p o involucradas, de cientos de m illones d e años, la p é rd i­
da de e n e rg ía p o r radiación o fricción es despreciable?
E n 1962, el astró n o m o M. H é n o n en caró este p ro b le m a tra­
tan d o de calcular el m ovim iento de estrellas individuales alre­ i
I
d e d o r del c e n tro de u n a galaxia. U n a de las diferencias con el
sistem a solar es que, en éste, el ce n tro de atracción está c o n c en ­
trad o e n el Sol, u n a esfera a lre d e d o r de la que g iran los p lan e ­
tas e n órbitas planas, m ientras que u n a galaxia se p u e d e m o d e ­
lar com o u n a zona de atracción co n fo rm a de disco a lre d e d o r
de la cual giran las estrellas en órbitas de tres dim ensiones. #
H é n o n co m p u tó con el m éto d o de P o in caré la in te rse c c ió n
de las trayectorias sucesivas de u n a estrella con u n p lano, d e te r­
m in a n d o q u é cam bios se p ro d u c ía n p a ra d iferen tes en ergías
del sistem a. C om o e ra de esperarse p a ra u n sistem a h a m ilto ­
n ian o , la sección d e P o in caré del to ro trid im e n sio n a l g e n e ra ­
do p o r las trayectorias m o strab a curvas co ncéntricas, d e áreas
e n c errad a s p ro p o rc io n ale s a la e n e rg ía (véase la fig u ra IV.3).
Pero llegó u n m o m ento, p ara las energías m ás altas, en el que
las curvas se q u eb rab an , desapareciendo p ara ser reem plazadas
p o r p u n to s distribuidos a p a re n te m e n te al azar en zonas d e n tro
de las cuales ap arecían otras curvas com o islas en u n m a r bo­
rrascoso. E n los estados del sistem a co rresp o n d ien tes se hace
entonces im posible establecer con precisión las órbitas estelares.
E n resum en: vem os así com o a u n la m ecán ica celeste, q u e
e ra co n sid e rad a el m ejo r ejem plo de la cap acid ad predictiva

83
de las ciencias físicas, m u estra los lím ites im puestos p o r la exis­
ten cia de los fen ó m en o s no lineales, los que a p a re c en tan to en
el sistem a solar com o e n las galaxias.
Estos hallazgos n o sólo son im p o rta n tes p a ra la m ecán ica
celeste. H ay otros sistemas dinám icos de g ran interés, com o los
plasm as fo rm ad o s p o r gases ionizados, o sea ta n calientes que
m uchos de sus átom os p ie rd e n sus electrones.
El p rin c ip al in terés de estos sistem as se d e b e a q u e se está
investigando cóm o utilizarlos p a ra h a c e r reacto res d e fusión
n u c le a r q u e p e rm ita n su m in istrar e n e rg ía segura y b arata.
E studiándolos com o sistem as h a m ilto n ian o s de u n a in m e n sa
c a n tid a d d e c o m p o n e n tes, som etidos ya n o a la a tracció n gra-
vitatoria sino a cam pos eléctricos y m agnéticos, se h a n hallad o
secciones de P o in caré con islas d e reg u la rid a d , sim ilares a las
figuras d e H é n o n , lo que co n firm a q u e p u e d e n p asar a u n
estado de caos p a ra ciertos valores críticos.

V. Caos, en tro p ía y la m u erte del universo

Co m o consecuencia de la R evolución In d u strial ap areció la n e ­

cesidad d e c o m p re n d e r el fen ó m e n o de la g e n e ra c ió n y apro-

84
v ech am ien to del calor e n las m áq u in as de vapor. Esto involu­
craba estudiar sistem as de gases y de líquidos de los q u e sólo se
p u e d e n m e d ir aquellas p ro p ie d a d es globales com o la te m p e ­
ratu ra, p resió n , volum en, viscosidad, q u e n o re q u ie re n el co­
n o cim ien to de las posiciones y velocidades de cada u n o de sus
átom os.

Leyes pa ra el ca lo r

El p rim e r gran logro de la term o d in ám ica fue la ley de conser­


vación de la energía, que establece que el calor es u n a m ás de las
form as en que se p rese n ta la en ergía, y q u e la e n e rg ía total
involucrada en u n proceso p u e d e cam biar d e características,
pasando p o r ejem plo de calórica a cinética, eléctrica o quím ica,
p e ro jam á s se pierd e. E n u n a m áq u in a de vapor se tran sfo rm a
la e n e rg ía calórica e n e n e rg ía cinética (de m ovim iento) de u n
pistón, y si se fro tan dos barras, se o b tien e calor p o r fricción.
Los conceptos de ca­
lo r y tem p e ra tu ra se
h icie ro n m ás precisos
con el desarrollo de la
teo ría cinética de los ,1'
gases: la e n erg ía caló­
rica de u n cu erp o es la
sum a de la e n e rg ía de
m ovim iento, o cinética,
del tota) de las m olécu­
las q u e lo co m p o n en ,
m ientras que la tem pe
ra tu ra es p ro p o rcio n al a la en erg ía cinética de la m olécula p ro ­
m edio. N uestra im agen de u n gas es hoy (figura V .l) la de u n
n ú m e ro e x tre m a d a m e n te elevado de m oléculas q u e se com ­
p o rta n com o dim inutas bolas de billar, elásticas, que se m ueven
e n línea recta a grandes velocidades sin preferencia p o r n in g u n a
dirección e n particu lar en el espacio, hasta colisionar con otras
y re b o ta r vigorosam ente. Las m oléculas que fo rm a n el aire e n
condiciones norm ales de presió n y tem p e ra tu ra , p o r ejem plo,
se m ueven en p ro m e d io a 1 800 kilóm etros p o r h o ra y realizan
cinco m il m illones de colisiones cada segundo. Este agitado
m ovim iento no cesa n u n c a y a u m e n ta al crecer la tem p eratu ra.

85
H ay que resaltar aq u í el no tab le h e c h o de que la p a la b ra gas
fue in v en tad a p o r el m édico ho lan d és Van H e lm o n t e n el siglo
XVII. H asta ese en to n c e s se h ab lab a de “v apores” y “esp íritu s”,
p e ro él, c o n ra ra visión, consideró que los m ism os estaban for­
m ados p o r p artículas invisibles disparadas en todas direccio ­
nes, y q u e e ra n la im agen del caos, p alab ra de la q u e derivó el
n o m b re de “gas”.
Si el gas está c o n te n id o en u n rec ip ie n te, sus m oléculas h a ­
rá n im pacto e n su m ovim iento con las p aredes del m ism o, ejer­
cien d o g lobalm ente u n a p resió n q u e será tan to m ayor cu a n to
m ás e n e rg ía cinética ten g a n sus m oléculas, o sea c u a n to m ás
caliente esté el gas.

L a segunda ley de la termodinámica establece qu e, si b ie n la ca n tid a d


total d e e n e rg ía es c o n sta n te e n u n sistem a aislado, q u e es aq u el
q u e n o recib e e n e rg ía n i m a te ria desd e su e n to rn o , la e n e rg ía útil
capaz d e ser u tilizada p a ra e fectu ar u n trab ajo dism uniye, p u es en
to d o p ro c e so u n a fracció n de la e n e rg ía se tra n sfo rm a in evitable­
m en te, p o r fricción, rozam iento, etcétera, en calor, la que n o p u ed e
ya ap ro v ech arse p a ra su con v ersió n e n a lg u n a fo rm a d e en erg ía.

La term o d in á m ic a nos está d a n d o , en to n ces, dos noticias;


u n a “b u e n a ” y o tra “m ala”. La “b u e n a ” es q u e la e n e rg ía es in a­
gotable, q u e siem p re h a b rá e n e rg ía en el U niverso; la “m ala ” i
es q u e la e n e rg ía viene en dos tipos, d e los q u e sólo u n o de
ellos nos es útil, y que, adem ás, esta e n e rg ía ú til está d ism in u ­
yen d o y alg ú n día desaparecerá.
¿Q ué ejem plo ten em o s de e n e rg ía útil capaz d e p ro d u c ir
trabajo e n u n sistem a aislado? U n caso sim ple es el d e u n re ­
c ip ie n te c errad o , dividido en dos c o m p a rtim e n to s m e d ia n te
u n tabique móvil q u e actúe de pistón (véase la figura V.2).
i
S upongam os q u e in icialm en te llenam os u n c o m p a rtim e n to
con u n gas caliente, y el o tro c o n el m ism o gas a m e n o r tem ­
p e ra tu ra . La e n e rg ía del gas es en to n ces utilizable, p u es el gas
caliente tien e sus m oléculas con m ayor e n e rg ía de m ovim iento
q u e el gas frío y, p o r lo tanto, ejerce m ayor p resió n sobre el
pistón, em p u ján d o lo .
A este estado organizado, d o n d e hay u n a d ife ren c ia a p ro ­
vechable e n tre las dos reg io n es del sistem a, lo co n sid eram o s

86

L
Gas frío Gas caliente

'O ^

^ b a-ó ^ d
^ 0" ©k

& ' 0 - ^ -Q
^ (ñu ¿
^ ^ P O
b cxb^
Figura V.2.

com o o rd e n a d o , en co n trap o sició n con el caso en q u e el reci­


p ie n te está llen o u n ifo rm e m e n te co n gas a la m ism a te m p e ra ­
tura, el que, p o r lo tanto, ejerce de am bos lados del pistón igual
p resió n y n o lo p u e d e mover.

L a f l e c h a d e l t ie m p o

Si b ien las m oléculas del gas tien en individualm ente m ovim ien­
tos reversibles — u n a película cinem atográfica d e sus trayecto­
rias proyectada del prin cip io al fin o del fin al p rin c ip io sería
igualm ente válida, pues las leyes de N ew ton serían las m ism as—
en co n ju n to el gas sufre u n proceso irreversible: si inicialm ente
h a b ía u n a d iferen cia de te m p e ra tu ra e n tre am bos co m p arti­
m entos, ésta term in a rá p o r desaparecer, p o rq u e las m oléculas
del gas m ás caliente irán p e rd ie n d o p a rte de su e n e rg ía al em ­
p u jar el pistón y, p o r lo tanto, su tem p e ra tu ra dism inuirá.
Al m ism o tiem p o , las m oléculas del gas frío co lisionan con
el pistó n q u e avanza h acia ellas, con lo q u e rec ib en m ás e n e r­
gía cinética, de m o d o q u e aum em ta su tem p e ra tu ra . D espués
de u n tiem po, am bos c o m p a rtim e n to s c o n te n d rá n u n gas ti­
bio, q u e ejerce igual p resió n de am bos lados del p istó n y que,
e n consecuencia, n o p u e d e p ro d u c ir trabajo.
N u estra ex p e rien c ia nos dice q u e n u n c a se h a visto q u e es­
p o n tá n e a m e n te aparezca u n a diferen cia de te m p e ra tu ra , y
vuelva p o r sí sólo a calentarse el gas en u n co m p artim en to y e n ­
friarse en el otro.

87
N o es q u e haya u n a p ro h ib ic ió n q u e su ija de las leyes d e la
física, pues p a ra q u e esto o c u rriera b astaría con q u e la m ayoría
d e las m oléculas, q u e ind iv id u alm en te se están m oviendo en
c u a lq u iera de las direcciones posibles sin p re fe re n c ia p o r n in ­
g una, de m a n e ra esp o n tá n e a y p o r u n a sim ple coin cid en cia se
e c h ara n a m over todas e n u n a m ism a dirección, h acia el pistó n
las de u n c o m p a rtim e n to y alejándose del p istó n las del otro.
Se h a calculado la p ro b ab ilid a d de q u e algo así pase y el re ­
sultado es q u e se req u e riría e sp era r to d a la ed a d del U niverso,
y m u ch o m ás, p a ra que se p ro d u je ra tal fen ó m e n o . P o r lo tan ­
to, esta vuelta al estado inicial q u e equivale a u n a reversibili­
d a d e n el tiem p o , en la p ráctica es tan im p ro b a b le q u e p o d e ­
m os c o n sid e rar que jam ás ocurrirá.
D e este m o d o se in tro d u jo e n la física la n o c ió n de procesos
n o reversibles e n el tiem po, u n a asim etría q u e se h a d e n o m i­
n a d o “flech a del tie m p o ”, p ues los procesos term o d in ám ico s
p a ra sistem as aislados sólo o c u rre n e n u n a dirección: aq u ella
e n q u e con el tiem po crece la e n e rg ía n o utilizable.
Más aú n , si se co n sid era to d o el U niverso com o u n sistem a
term o d in á m ic o aislado, ya q u e p o r defin ició n n o hay u n exte­
rio r al m ism o desde el q u e p u e d a llegar m ate ria o e n erg ía, se
llega a la conclusión de que finalizará con u n a “m u e rte térm i­
ca”, c u a n d o to d a la e n erg ía q u e c o n tie n e se d e g ra d e a e n e rg ía
calórica n o utilizable, h asta alcanzar u n estado final de eq u i­
librio.
Este estado al q u e se lleg aría in e x o ra b le m e n te se id en tifica
co n el d e so rd e n o caos, p o rq u e se visualiza com o el fin del
U niverso tal com o lo conocem os, de la organización q u e m an ­
tie n e to d a la actividad o rd e n a d a q u e percibim os, y e n el cual,
desde las galaxias y sistemas solares hasta los seres q u e las h ab i­
tan, d e sap a re ce ría n p a ra tran sfo rm arse e n u n caos h o m o g é ­
n e o de átom os m oviéndose ciegam ente p a ra el resto d e la e te r­
nidad.
Así, la fo rm u la c ió n m ás g e n e ra l de la se g u n d a ley d e la te r­
m o d in ám ica expresa q u e to d o sistem a físico aislado, incluyen­
do el U niverso, a u m e n ta e sp o n tá n e am e n te su d eso rd en .

88
La e n t r o p ía

En 1865, el físico Clausius in tro d u jo el c o n c ep to d e e n tro p ía


p a ra p la n te a r en u n a fu n ció n m atem ática precisa esta te n d e n ­
cia d e la evolución de los sistemas term odinám icos.
La fu n ció n e n tro p ía a u m e n ta e n u n sistem a aislado de la
m ism a m a n e ra q u e el d eso rd e n , y se la c o n sid e ta com o u n a
m ed id a de ese desord en.
Clausius refo rm u ló , adem ás, las dos leyes d e la te rm o d in á ­
m ica del siguiente m odo:

La e n e rg ía d el U niverso es co n stan te.


L a e n tro p ía del U niverso tie n d e h acia u n m áxim o.

Estos conceptos fu e ro n analizados m ed ia n te la m ecán ica es­


tadística p o r el físico Ludw ig B oltzm ann, q u ien d em o stró q u e
el estado final de u n sistem a aislado, c u an d o n o hay u n cam bio
con el tiem po en las p ro p ie d a d es m acroscópicas, tales com o la
den sid ad , p resió n , te m p e ra tu ra , etcétera, es el d e eq u ilib rio
term o d in ám ico , h allándose, en ese caso, el c o n ju n to d e sus
m oléculas en u n estado de m áxim a en tro p ía.
E n 1875 p lan te ó su defin ició n de e n tro p ía , com o p r o p o r­
cional al n ú m e ro de posibles co nfiguraciones distintas del sis­
tem a que sean com patibles co n las p ro p ie d a d es m acro scó p i­
cas. Así, p a ra u n gas aislado e n u n re c ip ie n te y e n eq u ilib rio ,
hay u n a cierta ca n tid ad de configuraciones, e n te n d ié n d o s e
p o r co n fig u ració n a cada u n a de las posibles m an eras e n q u e
se p u e d e n d istrib u ir las m oléculas e n el rec ip ie n te, y q u e p ro ­
d u zcan com o resu ltad o idénticas p ro p ie d a d es m acroscópicas
de p resió n , te m p e ra tu ra , den sid ad , etcétera. Todas estas c o n ­
figuraciones tie n e n la m ism a p ro b ab ilid a d de p rese n tarse , de
m o d o q u e basta con calcular su n ú m e ro total p a ra o b te n e r la
e n tro p ía del sistema.
C u anto m ayor sea este n ú m e ro , m ayor es la e n tro p ía q u e se
p u e d e dar, entonces, com o u n a can tid ad n u m érica p a ra u n sis­
tem a e n equilibrio, lo q u e constituye u n a g ran m ejo ra resp e c ­
to de utilizar sim p lem en te los conceptos de “o r d e n ” y “d eso r­
d e n ”, que son vagos.

89
Se p o d ría c o n sid e rar que el d e so rd e n o caos q u e re in a en
u n gas e n equilibrio se d eb e al g ran n ú m e ro de m oléculas. La
existencia de caos d eterm in ista e n sistem as con pocos grados
de lib ertad d em u estra que lo a n te rio r n o es obvio e n absoluto.
Se lo asocia m ás b ien con la e n o rm e d iferen cia e n tre los volú­
m en es o cu p ad o s p o r estados o rd en a d o s y caóticos e n el espa­
cio de las fases.
R ecordem os que éste es u n espacio m atem ático, cuyo n ú m e ­
ro de dim ensiones d e p e n d e del n ú m e ro de variables in d e p e n ­
dientes o grados de libertad del sistema dinám ico a representar.
Si el sistem a está form ado p o r n partículas que n o estén liga­
das e n tre sí, h a b rá 3n c o o rd en ad as de posición y 3n c o o rd e ­
nadas de im pulso, lo que a u n p a ra un o s pocos c e n tím e tro s
cúbicos de cu a lq u ier gas im plica u n n ú m e ro in m en so de di­
m ensiones del espacio de las fases. Así, p o r ejem plo, p a ra u n
c e n tím e tro cúbico de aire, q u e co n tie n e u n o s 2.7 x 10^® m o lé­
culas, la c a n tid ad de dim ensiones del espacio de las fases es de
a lre d e d o r de 6 x 2.7 x 10^® o 160 000 000 000 000 000 000.
O bviam ente carece de sentido in te n ta r visualizar tal “espa­
cio”. De todos m odos se le p u e d e esq u em atizar com o si fu e ra
trid im en sio n al. Lo que in te resa a q u í es q u e si e n u n in stan te
de tiem p o d ado, esa p o rció n de aire tiene, p o r ejem plo, las si­
g u ien tes p ro p ie d a d es m acroscópicas observables: u n a te m p e ­
ra tu ra de 20 grados centígrados, u n a p resió n n o rm a l d e 1 013
m ilibares, u n volum en de 1 cm^; q u e d a rá re p re se n ta d a d e n tro
de u n a cierta región que designarem os com o H, e n el espacio de
las fases (véase el capítulo III) y n o n ecesitarem o s p re o c u p a r­
nos p o r c o n o c e r el infinito detalle de todas las posiciones e im ­
pulsos individuales de las m oléculas co m ponentes.
Estos q u e d a n rep resen tad o s en cada u n o de los p u n to s d e n ­
tro de la reg ió n . A cada p u n to le c o rre sp o n d e u n in sta n te en
el tiem p o c o n u n a d e te rm in a d a co n figuración, u n a distrib u ­
ción en el espacio de las m oléculas individuales del gas, cada
u n a co n su velocidad.
U n p u n to d ife ren te sim boliza o tra d istrib u ció n d e posicio­
nes y velocidades, p e ro si am bos p u n to s están co n ten id o s en la
m ism a reg ió n las p ro p ie d a d es m acroscópicas son las m ism as.
Se p u e d e dividir así el espacio de las fases en u n n ú m e ro de
regiones, a cada u n a de las cuales le co rre sp o n d e u n c o n ju n to
de características m acroscópicas observables diferentes.

90
F i g u r a V.3.

El tam a ñ o de u n a reg ió n , q u e está d a d o p o r la c a n tid a d de


p u n to s q u e la c o m p o n e n , nos in d ica la ca n tid ad d e posibles
distribuciones d iferentes de las m oléculas.
Y cóm o evoluciona el gas con el tiem po se re p re se n ta global­
m e n te con la trayectoria que, saliendo del p u n to q u e in d ica la
d istrib u ció n de las posiciones y velocidades d e las m oléculas
p a ra el in stante inicial, se desplaza p o r el espacio d e las fases, y
va e m ig ran d o de esa reg ió n inicial a otras a m e d id a q u e cam ­
b ian las características m acroscópicas. E n la fig u ra V.3 se in d i­
can esas regiones p o r sus p ro p ie d a d es m acroscópicas d e p re ­
sión P y te m p e ra tu ra T.
En u n proceso term odinám ico los tam años de las distintas re­
giones p u e d e n ser m uy diferentes. P ara u n gas ideal, q u e esté
co m p rim id o en u n cierto volum en d e n tro de u n a caja aislada y
pase a ex p an d irse h asta o c u p a r to d o el volum en, se p o d ría n
estim ar los tam años relativos de las dos regiojaes c o rre sp o n ­
dientes: la inicial y la final de equilibrio, designadas c o n P q, Tq
y P^, X e n la figura V.3. Al llegar a esta últim a región, el gas es­
tará en equilibrio térm ico, el q u e se caracteriza p o rq u e sus m o­
léculas están distribuidas de u n a m a n e ra u n ifo rm e e n el vo­

91
lu m e n de la c ^ a y se m ueven en todas direcciones c o n u n ra n ­
go de velocidades co n ocido com o “d istrib u ció n d e M axwell”.
P ara p o d e r te n e r u n a id ea de los factores de m a g n itu d en
ju e g o veam os u n ejem plo m uy sim plificado: su p o n g am o s que
hay u n total d e seis m oléculas d e n tro de u n a caja dividida en
dos partes. H ay varias posibilidades p a ra su d istrib u c ió n en la
caja: dos e n u n a m itad y cuatro en la otra, cinco e n u n a m itad
y u n a en la segunda, etcétera. Las m oléculas son idénticas, e n
su m ovim iento no distinguen diferencias e n tre las dos m itades,
y se p u e d e calcular fácilm ente cuántas con fig u racio n es posi­
bles hay p a ra cada distribución.
R esultan veinte com binaciones diferentes que d a n u n a distri­
b u ció n u n ifo rm e de tres m oléculas en cada m itad, c o n tra seis
d o n d e las seis están en u n a d e las dos m itades. P ero a m e d id a
q u e a u m e n ta la c a n tid ad de m oléculas, la d iferen cia a u m e n ta
m uy ráp id a m e n te: p a ra 10 m oléculas son 252, c o n tra 10; p a ra
20 m oléculas son 1.3 x 10^^ c o n tra 20; p a ra 100 m oléculas son
10^® configuraciones que d a n distribuciones u n ifo rm es c o n tra
sólo 100 e n las q u e las 100 están c o n c en tra d a s e n u n a m itad.
T éngase a h o ra e n c u e n ta la ca n tid ad de m oléculas q u e hay
e n u n litro d e c u a lq u ier gas, y se c o m p re n d e rá q ue, e n conse­
cuencia, es in m e n sa la c a n tid ad de posibles con fig u racio n es
con u n a distribución u n ifo rm e en la caja, en c o m p aració n con
aquéllas d o n d e se hallan todas en u n a m itad.
C om o a cada d istribución posible le c o rre sp o n d e u n p u n to
e n el espacio de las fases, se d e d u c e q u e la reg ió n c o rre sp o n ­
d ie n te al gas en eq uilibrio térm ico es, de lejos, la m ayor en el
espacio de las fases.
S upongam os a h o ra que partim o s de la situación en q u e el
aire está to d o acu m u lad o en u n a p o rc ió n de la caja. In m e d ia ­
tam e n te co m en zará a expandirse o c u p a n d o cada vez m ás espa­
cio h asta llenarla; después d e u n tiem p o llegará al equ ilib rio
térm ico, con u n a distribución u n ifo rm e de te m p e ra tu ra y p re ­
sión en to d a la caja.

L a e n t r o p ía y el e s p a c io d e las fases

¿Cóm o rep resen tarem o s este proceso en el espacio de las fases?


El p u n to p a rte de u n a reg ió n m uy p e q u e ñ a — la reg ió n que
re p re s e n ta la colección de los posibles estados iniciales p a ra

92
los que el gas está acum ulado en u n rin c ó n de la caja— . C u an ­
do el gas com ienza a expandirse, la trayectoria del p u n to móvil
e n tra rá en u n a reg ió n del espacio d e las fases de m ayor tam a­
ño, y luego a regiones m ás y m ás g ran d es m ie n tra s el gas siga
ex p a n d ié n d o se, h asta que fin alm en te e n tra e n la re g ió n de
vo lu m en m ás g ra n d e del espacio de las fases — la q u e co rres­
p o n d e al equilibrio térm ico— que, p o r lo qué h em os visto, ocu­
p a prácticam en te todo el espacio de las fases (figura V .3).
P o r lo tanto, las o p o rtu n id ad es de que la trayectoria, después
de h a b e r a b a n d o n ad o ese pequeñísim o volum en de espacio de
las fases p a ra e n tra r al vasto do m in io de la reg ió n d e equilibrio
térm ico, vuelva a la reg ió n inicial son p rácticam en te nulas.
N o es que haya u n a p ro h ib ic ió n d ictad a p o r las leyes de la
naturaleza: com o h em o s visto, todos los estados son posibles,
p ero la probabilidad de que la trayectoria e n c u en tre nuevam en­
te esa reg ió n es m u ch o m e n o r que la de e n c o n tra r p o r casuali­
d a d u n a aguja en u n pajar del tam añ o del planeta.
Es fácil ver que no alcanzaría to d a la ed a d del U niverso p a ra
q u e e sp o n tá n e a m e n te volviese a a p a re c e r ju sta m e n te esa c o n ­
figuración con el gas acum ulado en u n a p o rció n d e la caja. Lo
q u e n o deja de ser tran q u ilizad o r, pues la física nos aseg u ra
así que, si b ien no es im posible, la p ro b ab ilid a d de q ue, de
p ro n to , todo el aire de la h ab itació n e n q u e estam os se retire a
u n rin có n , d eján d o n o s sin p o d e r respirar, es tan escasa q u e no
o c u rre ni siq u iera u n a vez e n m uchos cientos de m iles d e m i­
llones de años, y esto e n la práctica, p a ra n osotros equivale a
u n a im posibilidad.
P or todo lo anterior deducim os que, u n a vez que u n gas h a lle­
gado al estado de equilibrio térm ico, no sale esp o n tán eam en te
de él, pues au n q u e todos los otros estados son tam bién posibles,
éste es m ucho más probable p o r u n factor inm ensam ente mayor.
A dem ás, si consideram os que la e n tro p ía del sistem a es u n a
m ed id a del volum en de la c o rre sp o n d ie n te reg ió n del espacio
de las fases, llegam os a la conclusión de q u e si la trayectoria
q u e re p re se n ta al gas p a rte in icialm en te de la re g ió n d e volu­
m e n m uy p e q u e ñ o , o sea con u n a e n tro p ía m ín im a, a m ed id a
q u e tra n sc u rra el tiem p o pasará p o r regiones del espacio de
las fases con volúm enes o e n tro p ías crecientes, h asta llegar al
m áxim o de e n tro p ía e n el equilibrio térm ico.
Se llega así a la fo rm u lació n de la seg u n d a ley d e la term o-

93
d in ám ica utilizando el co n cep to de la rep re sen ta ció n del sis­
tem a en el espacio de las fases. La e n tro p ía crece p o rq u e los es­
tados fu era de equilibrio son m uchísim o m enos p robables que
los de equilibrio (ocupan volúm enes m u ch o m en o re s en el
espacio de las fases). P o r lo tanto, u n a vez q u e el sistem a en su
evolución a lo largo del tiem po llega e n el espacio de las fases a
esa vasta región, es m uy poco p robable, a u n q u e no im posible,
q u e vuelva a la que co rresp o n d e a estados fu era de equilibrio.

VI. El com portam iento de los sistemas


con gran n ú m ero de com p o n en tes

E x a m in e m o s q u é o c u r re c o n sistem as fo rm a d o s p o r u n a in ­
m e n s a c a n tid a d d e m o lé c u la s c o m p o n e n te s c o m o s o n los flu i­
d o s (líq u id o s, v ap o res, e tc é te r a ) , c u a n d o p a sa n b ru s c a m e n te
d e u n c o m p o rta m ie n to o rd e n a d o a
u n a c o n fu s ió n caótica.
N o se trata a q u í de buscar algún I
fen ó m e n o exótico, que sólo se p u e d a
observar tras las p ared es de sofistica­ I
dos laboratorios de física; en realidad,
com o verem os, esto es to ta lm e n te
n o rm al e n n u e stra vida cotidiana.
O bservem os el h u m o que asciende
p o r el aire desde u n cigarrillo puesto
e n el cen icero o u n a vela q u e acaba ,

de apagarse (figura V I.l). A sciende


verticalm ente d u ra n te varios cen tím e­
tros, en u n a co lu m n a o rd en a d a , casi
rec tilín e a (flujo la m in a r), hasta que
a b ru p ta m e n te a p a re c en torbellinos
cada vez m ás com plejos y term in a en
u n a nu b e totalm ente desordenada que
acaba p o r p e rd e rse en el aire.
Los m illones de partículas m icros­
cópicas de ceniza caliente que form an F i g u r a V I . l.

94
el h u m o , se m ueven todos con la m ism a velocidad d u ra n te el
ascenso en flujo lam inar, com o si se tratase de u n a auto p ista
con colum nas de autos m anejados p o r co n d u c to res re sp e tu o ­
sos de las leyes de tránsito. Tras la fase de rem olinos, d esem b o ­
can en la n u b e d e so rd e n a d a , y e n ella las partícu las de ceniza
están anim adas de m ovim ientos en todas direcciones, de m o d o
tal que si se quisiera m e d ir la velocidad del h u m o e n u n p u n to
de esa n u b e , se c o m p ro b a ría q u e va variando de in sta n te en
in stan te en fo rm a to talm en te aleatoria, tan im previsible com o
si los datos de las m ediciones se obtuvieran ju g a n d o a la ruleta.

T u r b u l e n c ia

Esta co n d ició n se d e n o m in a tu rb u le n ta ; en física, u n flujo se


llam a tu rb u le n to si la velocidad del fluido p arece variar al azar
tan to en el tiem po com o e n el espacio.
La tu rb u le n cia aparece con m u ch a frecu en cia en los fluidos
que encontram os en la naturaleza; en corrientes de aire, to rre n ­
tes de agua, los procesos atm osféricos, c o rrien te s oceánicas,
procesos e n la atm ósfera de p lan etas tales com o J ú p ite r, etcé­
tera. C om o es sabido constituye adem ás u n o de los g ran d es
problem as de la tecnología m o d e rn a (en la in d u stria a e ro n á u ­
tica, en las cañerías de tra n sp o rte de p e tró leo o de a g u a ), y a
p esar de los esfuerzos realizados p o r m uchos científicos, se
está a ú n lejos de d o m in a r sus principios fu ndam entales.
N o obstante, algunas de las vías prom isorias pasan p o r estu­
d ia r q u é o c u rre e n u n fluido c u a n d o se p ro d u c e la tran sició n
del o rd e n lam in a r al caos de la tu rb u len cia. H asta 1970, se
a c ep ta b a la teo ría del físico Lev L andau, q u ien e n te n d ía que
e n u n sistem a form ado p o r tantas partículas, c u an d o se sale del
flujo lam in ar y se inician los prim eros rem olinos, esto es equiva­
le n te al com ienzo de las oscilaciones en u n p é n d u lo , es decir,
a p arece u n m ovim iento periódico. Los rem o lin o s iniciales se
dividen m uy p ro n to en rem olinos m ás p eq u eñ o s, lo q u e im pli­
ca q u e a p arecen inestabilidades en el fluido q u e lo h a c e n osci­
lar con otro periodo diferente adicional, y esto, a su vez, p ro d u ce
rem o lin o s m en o re s c o n nuevas oscilaciones. Así, la tu rb u le n ­
cia sería inicialm ente u n a superposición de tres o cu a tro m ovi­
m ien to s periódicos. U n a vez q u e se d esarrolla to ta lm e n te , el

95
n ú m e ro de oscilaciones diferentes sería infinito, com o si se tra­
tase de infinitos p éndulos que se p e rtu rb a n m u tu a m e n te , y eso
explicaría el com portam iento caótico de la velocidad del fluido.
P ero en 1970, los m atem áticos D. R uelle y F. T akens p ro p u ­
siero n u n a in te rp re ta c ió n distin ta a la de L audan. C o incidían
en la p rim e ra e ta p a del paso de flujo lam in a r a los p rim e ro s
rem olinos. D u ra n te la e tap a de flujo lam inar, todas las p a rtíc u ­
las se m u ev en con p rác tic a m e n te la m ism a velocidad e n u n a
m ism a direcció n , de m o d o q u e la re p re se n ta c ió n d el p roceso
en el espacio de las fases es m uy sim ple: u n p u n to , q u e atrae
las trayectorias de aquellas q u e se desvían p o r p e q u e ñ as p e r­
turbaciones (véase la fi­
gura V I.2a). A quí el atrac­
to r p u n tu a l rep re sen ta la
velocidad co n stan te del
fluido.
P ero e n rea lid a d la ve­
lo cid ad va a u m e n ta n d o ,
d e b id o a la fuerza ascen­
d e n te del h u m o caliente,
y c u a n d o su p e ra u n cier­
to valor, se p ro d u c e u n
cam bio a b ru p to : an te la
m ás p e q u e ñ a p e rtu rb a ­
ción, com o p u ed e ser u n a
m uy leve c o rrie n te de
aire, las hileras o lám inas
d e h u m o se desvían fo r­
m a n d o rulos q u e giran
sobre sí m ism os. A parece
a q u í u n m ovim iento rít­
m ico, c o n u n cierto p e ­
rio d o , q u e se p u e d e re ­
p re s e n ta r e n el espacio
de las fases (véase la figu­
ra VI. 2 de la m ism a m a­
n e ra q u e p a ra el caso de
u n p é n d u lo , con u n ci­
clo lím ite.
Este lazo es relativamen- F i g u r a s V I.2 .a y b.

96
te estable, de m o d o q u e constituye u n atractor. P e ro al seguir
m oviéndose el rem o lin o p ro n to sufre el efecto de a lg u n a o tra
corriente de aire, que sim ultáneam ente lo hace oscilar en o tra di­
rección, co n lo que tenem os u n caso sim ilar al del sistem a fo r­
m ad o p o r dos p é n d u lo s de d istinto p e rio d o del c a p ítu lo III.
Vimos q u e la c o rre sp o n d ie n te rep re sen ta ció n en el espacio de
las fases es el so len o id e en la superficie de u n to ro trid im e n ­
sional, de m o d o q u e nos e n c o n tram o s con tres variables in ­
d e p e n d ie n te s o grados de lib ertad . ¿Q ué o c u rre de a q u í e n
adelante?
Es e n este p u n to d o n d e se sep aran am bas teorías. P ara Lan-
dau, u n a nueva p e rtu rb a c ió n in tro d u c e o tra oscilación, que
nos llevaría a u n a rep re sen ta ció n e n u n espacio de las fases de
cu atro d im ensiones, y así sucesivam ente h asta lleg ar al caos
con u n espacio de las fases d e u n elevado n ú m e ro d e d im e n ­
siones, q u e c o rre sp o n d e n al elevado n ú m e ro de variables in d e ­
p e n d ie n te s del flu id o tu rb u le n to . P ara R uelle-Takens, el caos
se p ro d u c e a b ru p ta m e n te y m u ch o antes: c u a n d o se p e rtu rb a
al rem o lin o q u e tie n e dos frecu en cias de oscilación sim ul­
táneas.
Lo a n te rio r se visualiza no con u n a nueva figura e n u n espa­
cio de las fases de cu atro dim ensiones, sino a lte ra n d o d e raíz
la fo rm a del a tra c to r q u e estaba sobre el to ro (véase la figura
III. 13 de la p ág in a 71). Es com o si el so len o id e q u e fo rm a b a
esa trayectoria h u b ie ra estallado, p ro d u c ie n d o u n a fig u ra tan
extravagante q u e R uelle la llam ó “atra cto r e x tra ñ o ”. Este n o m ­
b re fue desde e n to n c e s el q u e a d o p ta ro n los científicos p a ra
d e n o m in a r a los atracto res q u e in d ic a n u n c o m p o rta m ie n to
q u e n o se p u e d e p re d e c ir a largo plazo.
U n a sección de P o in caré del a tra cto r e x tra ñ o m u e stra u n a
e s tru c tu ra fractal, de m o d o q u e el a tra c to r q u e e ra bid im en -
sional saltó a u n a d im en sió n m ayor que 2 p e ro m e n o r q u e 3.
M ediciones realizadas en lab o rato rio s h a n c o n firm a d o la
existencia de este a tra c to r ex trañ o , lo q u e señala u n a vía p a ra
fo rm u la r las leyes de la turbulencia.
O tro aspecto im p o rta n te d e este hallazgo es q u e evidencia
que tam b ién u n sistem a dinám ico fo rm ad o p o r u n g ran n ú m e ­
ro de elem en to s p u e d e llegar al c o m p o rta m ie n to caótico a
p a rtir d e sólo tres grados de libertad. H asta en to n ces se o p in a ­
b a que, com o p arece in d icar el sentido co m ú n , sólo p u e d e h a ­

97
b e r caos c u a n d o el sistem a tien e u n a g ran c a n tid a d de varia­
bles in d ep e n d ien te s.

C o n v e c c ió n t é r m ic a

U n n o tab le ejem plo de u n fluido d a n d o o rig e n a u n fe n ó m e ­


n o de o rd en a m ie n to esp o n tán eo se p u e d e e n c o n tra r en la con­
vección térm ica, o sea el tra n sp o rte de calor q u e efectú a u n
fluido caliente al desplazarse hacia u n a zona m ás fría.
Los p rim ero s estudios los realizó H. B en ard en 1900. El físi­
co francés descubrió q u e si se calienta u n a capa d elgada de u n
fluido (ac e ite ), p o r debajo, éste p u e d e organizarse e sp o n tá ­
n e a m e n te e n células de convección de u n tam añ o característi­
co (véase la figura V I.3), sim ilares a u n p an al de abejas. E n
cada u n a de las células de B e n a rd sube fluido calien te p o r el
c e n tro y baja fluido frío p o r los bordes.
H oy sabem os que este fe n ó m e n o de org an izació n e sp o n ­
tán e a está m uy d ifu n d id o en la naturaleza: la superficie del Sol
está c u b ie rta de células de convección cada u n a d e las cuales
tien e u n tam añ o del o rd e n de los m il kilóm etros, y e n g en eral
las m ism as células se p u e d e n observar en todos los fluidos en
los q u e la convección térm ica p ro d u c e m ovim ientos, c u a n d o
fo rm a n capas m u ch o m ás anchas q u e altas.
Esto vale tam b ién p a ra la circulación del aire e n la at­
m ósfera y de las co rrien tes
oceánicas, las q u e d e te rm i­
n a n en b u e n a p arte el clima
a co rto y m ed ia n o plazo.
S upongam os q u e p o n e ­
m os agua o aceite e n u n a
sartén b ie n g ra n d e y calen­
tam os u n ifo rm e m e n te , de
m odo que el líquido en con­
tacto con el m etal ten g a la
m ism a te m p e ra tu ra en to­
das sus partes; al calentarse
c o n d u c irá el calor hacia
arriba, d o n d e se disipará
e n la superficie del líquido.
T enem os así u n a conduc- Figura VI.3.

98
F i g u r a V I.4.

ción térm ica del calor. P ero si vam os a u m e n ta n d o la te m p e ­


ra tu ra d el c a le n ta m ie n to p o r en cim a de u n cierto valor ap a­
rece sú b ita m e n te o tro fen ó m e n o , el de convección térm ica
con la form ación de las células.
Lo q u e o c u rre es q u e las capas in ferio res de fluido, m ás ca­
lientes, se van d ilatando, p o r consiguiente tie n e n m e n o r densi­
d ad que las capas m ás frías q u e están encim a, y al ser m ás livia­
nas ascien d en , siendo reem plazadas p o r esos v olúm enes m ás
fríos (figura VI.4). Estos se c a lien ta n al ir a c erc án d o se al fo n ­
do, y s im u ltá n e a m e n te los q u e a sc e n d ie ro n se e n fría n , de
m o d o q u e se p ro d u c e u n m ovim iento circular.
Es notab le la com plejidad de estos m ovim ientos: u n a sección
del fluido m u estra la fo rm a e n q u e están co o rd in ad o s los senti­
dos de circulación de las células adyacentes, a lte rn a d a m e n te
en el sen tid o de las agujas del reloj, o e n el se n tid o co n tra rio .
La co rrelació n d e los m ovim ientos debidos al p ro ceso de
convección térm ica es tan to m ás n o tab le si se tie n e e n c u e n ta
que el tam año de estas células de B enard p u e d e llegar a algunos
m ilím etros, m ientras que el rango de acción de las fuerzas e n tre

99
m oléculas es del o rd e n de u n diez m illonésim o d e m ilím etro
m m ). E n cada célula hay a lre d e d o r de 10^^ m oléculas.
D ebe destacarse que el e x p e rim e n to es p e rfe c ta m e n te re-
p ro d u cib le, o sea que rep itie n d o las m ism as condiciones de ca­
len ta m ie n to , se llega, a p a rtir del m ism o u m b ra l de te m p e ra tu ­
ra, a la m ism a fo rm ació n de células con sim ilar g e o m e tría y
velocidad de rotación. P ero lo que no se p u e d e c o n tro la r es el
sentido de rotación: se sabe de a n te m an o q u e con condiciones
de la ex p erien cia b ien controladas, en d e te rm in a d a zona de la
capa de fluido a p a re c e rá u n a célula, p e ro es im posible p re d e ­
cir si ro ta rá en u n sentido o e n el opuesto.
R epetidas p ru eb as h a n d e m o stra d o q u e la p ro b a b ilid a d de
q u e la célula ro te e n u n sentido o el otro es la m ism a p a ra am ­
bos casos, es d e c ir que en u n p u n to c u a lq u iera del fluido, la
velocidad tan to p u e d e estar dirigida e n u n sentido com o en el
contrario. Esta p ro p ie d a d se
p u e d e re p re s e n ta r e n u n a
gráfica com o la de la figura
VI.5, d o n d e la velocidad V
está in d icad a en el eje verti­
cal, c o n p a ra velocida­
des de ro tació n e n u n senti­
do y p a ra el o p uesto; en
el eje h o riz o n tal, la varia­
ble R re p re s e n ta las c o n d i­
ciones de viscosidad, d en si­
dad, espesor, y la diferen cia
de te m p e ra tu ra e n tre la su­
p erficie in fe rio r y la su p e­
rio r de la capa. Se com ienza
Figura VI.5. ^ calentar y R pasa de cero a
valores crecientes, hasta que,
a p a rtir del valor crítico Re- a p arece u n a b ifu rcació n de la c u r­
va: dos ram as iguales y V^, siendo im posible d e te rm in a r de
a n te m a n o p o r cuál de ellas tra n sita rá el c o m p o rta m ie n to del
sistem a dinám ico, que e v id en tem en te re sp o n d e a co n d icio n es
n o lineales, con sensibilidad a las condiciones iniciales.
Si se sigue a u m e n ta n d o la te m p e ra tu ra de ca le n ta m ie n to ,
sú b ita m e n te se b o rra n las células, y com ienza u n m ovim iento
aleatorio q u e es la iniciación de la turbulencia.

100
E n 1987, los investigadores M. D ubois, P. A tten y P. B ergé
h icie ro n m ediciones e n el fluido c u a n d o a p a re c e n las células
de R e n a rd y re p re s e n ta ro n las c o rre sp o n d ie n te s oscilaciones
térm icas en el espacio de las fases. O b tu v iero n así u n a tra c to r
e x tra ñ o cuya sección de P o in caré tie n e u n a d im e n sió n e n tre
2.8 y 3.1, según las co n d icio n es de calen tam ien to , lo q u e in d i­
ca q u e el c o m p o rtam ie n to d el sistem a se p u e d e d escrib ir c o n
u n m ín im o de cuatro grados de libertad.

L a c o n v e c c ió n e n la a t m ó sf e r a
Y LAS p r e d ic c io n e s METEOROLÓGICAS

Com o sabem os, c o tid ian am en te los m eteorólo gos p u b lic a n sus
p red iccio n es p a ra el clim a de los próxim os días, co n base e n
los datos d e m ed icio n es e n la atm ósfera, e n la su p erficie te­
rre stre y los océanos, y a observaciones satelitales. P oderosas
co m p u ta d o ra s p ro cesan esos datos en centros de E stados U ni­
dos y E u ro p a, m e d ia n te m odelos de la atm ósfera com o u n sis­
tem a d in ám ico co n m ás de u n m illón de variables in d e p e n ­
dientes. Hay planes p a ra a u m e n ta r cada vez m ás la p o te n c ia de
esos cen tro s de p ro ce sa m ie n to de datos y tam b ié n la c a n tid a d
y fre c u e n cia de las m ediciones e n to d o el p lan eta. Sin e m b a r­
go, n in g ú n m ete o ró lo g o serio cree q u e e n alg ú n fu tu ro c er­
can o se p u e d a afirm ar en u n p ro n ó stico m ete o ro ló g ic o algo
así com o “el viernes 26, o sea d e n tro de 12 días, e n el G ran
B uenos Aires las tem p eratu ras m áxim a y m ín im a serán de 19 y
14 grados, con u n 67% de h u m e d a d y u n 53% de p ro b ab ilid a d
de lluvias”.
A ctu alm en te, con todos los in stru m e n to s m o d ern o s, el p ro ­
nóstico em pieza a ser in cierto a p a rtir de cu atro o cinco días.
H a hab id o casos (com o en Inglaterra, 1987) e n que n o se p u d o
p rev er la aparición de u n desastroso h u ra c á n 24 h o ras antes de
q u e se presentase.
Se estim a que en el fu tu ro se p o d rá p ro n o stica r hasta co n 14
o 15 días de an ticip ació n , y q u e m ás allá sólo h a b rá la c re­
cien te n ieb la d e lo in c ie rto . P ero nos estam os refirie n d o a la
p red icció n exacta p a ra p u n to s individuales e n el p lan eta; si, e n
cam bio, consideram os el clim a p a ra to d a u n a región, éste sí es
p red ecib le, con b astan te m ás p recisión q u e “e n ju n io en la

101
provincia d e B uenos Aires la tem p e ra tu ra oscilará e n tre 18 y 5
g rad o s”.
Al ser la atm ósfera u n fluido, se le estu d ia com o u n sistem a
d in ám ico fo rm a d o p o r u n a in m e n sa c a n tid a d d e c o m p o ­
n e n te s, sujeto a tu rb u len cias y convecciones. El Sol calien ta la
superficie de n u e stro p lan eta, q u e a su vez eleva la te m p e ra tu ­
ra d el aire: e n fo rm a sim ilar a lo q u e vim os c u a n d o exam i­
nam os las células de R enard, al calentarse desde abajo la capa
de aire q u e fo rm a la atm ósfera, a p a re c en convecciones.
L a d istancia e n tre el e c u a d o r y los polos es de diez m il kiló­
m etros, m ientras que el espesor de la atm ósfera es de un o s diez
kilóm etros h asta la troposfera. E n esta capa esférica d e fluido
e n ro ta c ió n a p a re c e n células de convección d istribuidas a lo
largo de seis anillos q u e ro d e a n el p lan eta, tres en el hem isfe­
rio N o rte, y otros tres en el Sur, com o se in d ica e n la figu­
ra VI. 6. Las flechas gruesas in d ican el sentido g e n e ra l de la ro ­
tación, y las finas la circulación adicional p ro d u c id a p o r la
ro tació n del p la n e ta (efecto Coriolis).
H ay adem ás co rrientes de aire de m uy alta velocidad q u e cir­
cu lan en la estratosfera, y q u e influyen decisivam ente sobre el
clim a a largo plazo. Son células inestables, m óviles, co n lím ites
y tam añ o s cam b ian ­
tes. Sus característi­
cas dinám icas p u e d e n
variar en m ag n itu d es
q u e se am plifican al
d o b le a p ro x im a d a ­
m e n te cada p a r de
días, y a su vez actúan
sobre las co rrien tes
de la estratosfera que
m odifican el clim a
desde las regio nes
tem pladas h asta las
polares.
El c o m p o rta m ie n ­
to de la atm ósfera
constituye e n to n ces
u n proceso n o lineal,
co n rea lim e n ta c ió n , F ig u ra VI.6.

102
a lta m e n te sensible a las co n d icio n es iniciales, de m o d o que
cu m p le las co n d icio n es p a ra q u e sea u n sistem a caótico. Es
d e c ir q u e n o im p o rta cu án com plejos sean los m o d elo s di­
nám icos, o cu án precisos sean los datos de las m ed icio n es e n
tierra, agua y aire, las leyes de la física im p o n e n u n lím ite m ás
allá del cual es im posible h a c e r pred iccio n es m eteorológicas.
P ero si b ien n o se p u e d e p re d e c ir a m ás d e cu a tro o cinco
días p a ra u n p u n to geográfico específico, ¿podría h acerse u n a
p red ic ció n a m ás largo plazo, que d ie ra la te n d e n c ia global
p a ra to d a u n a reg ió n q u e ten g a dim en sio n es relativ am en te
grandes?
El m ete o ró lo g o Edw ard L o ren z se p lan te ó este p ro b le m a a
com ienzos de la d é c ad a de los sesenta. E n el M assachusetts
In stitu te o f Technology, d o n d e investigaba, se estaba d e sa rro ­
llan d o el estudio de dinám icas no lineales, y d ecid ió h a c e r u n
m o d elo atm osférico sim ple, de tres ecuaciones no lineales con
sólo tres variables in d e p e n d ie n te s e n lu g ar de la in m e n sa can ­
tidad q u e p u e d e h a b e r p a ra ese sistema.
R ep resen tó la evolución del clim a en u n espacio d e las fases
de tres d im ensiones y c o m p ro b ó , p a ra su sorpresa, q u e las co­
rre sp o n d ie n tes trayectorias d a b a n o rig en a u n a tra c to r d e u n a
fo rm a m uy curiosa, con dos lazos sem ejantes a alas d e m ari­
posa (véase la figura V I.7). H ab ía d escu b ierto el p rim e r atrac­
to r ex trañ o . En este espacio de las fases, cada u n a de las alas
del a tra c to r re p re se n ta u n posible estado de la atm ósfera, p o r
ejem plo tiem p o lluvioso en el ala izquierda, y tiem p o seco y
estable e n el de la d erech a. Si las co n d icio n es iniciales son las
q u e m arca el p u n to 1 de la izquierda, la evolución seguirá la
trayectoria que se m an tie n e en la m ism a ala: el tiem po será llu­
vioso. P ero u n a p e q u e ñ a p e rtu rb a c ió n , q u e cam bie las co n d i­
ciones iniciales llevando a la atm ósfera a la situación re p re se n ­
tada p o r el p u n to 2, nos lleva a la trayectoria 2, que evoluciona
h acia el ala d e re c h a , y el tiem p o será e n to n c e s seco y estable.
El a tra c to r de L o ren z tie n e e stru c tu ra fractal, c o n d im e n ­
sión D = 2.06.
L orenz publicó este hallazgo en 1963, siendo el p rim e r ejem ­
plo de u n m o d elo calculado con sólo tres variables in d e p e n ­
d ien tes d o n d e a p a re c ía u n c o m p o rtam ie n to im p re d ec ib le a
largo plazo.

103
F i g u r a VI.7.

E l e f e c t o m a r ip o s a

L orenz ac u ñ ó su fam osa ex p resió n “efecto m arip o sa ” com o


ejem p lo d e esta sensibilidad e x tre m a a las co n d icio n es ini­
ciales: el b a tir de alas de u n a m arip o sa e n el A m azonas hoy,
p o d ría p ro d u c ir u n a p e q u eñ ísim a alteració n e n el estado de la
atm ósfera, q u e si se am plificase d u p licándose cada p a r de días,
iría h a c ie n d o diverger cada vez m ás lo q u e es resp ecto d e lo
que h u b ie ra sido sin la m ariposa, de m o d o q u e varias sem anas
m ás tard e a p a re c ería u n ciclón e n el C aribe, que, d e n o h a b e r
existido el insecto e n cuestión, n u n c a h u b ie ra surgido.
El m o d elo de L orenz con apenas tres variables describe sólo
cualitativam ente la fo rm a caótica e n q u e evoluciona el clim a,
p e ro lo h ace de m a n e ra m uy sim ilar a los m odelos d e m uchas
variables in d ep e n d ien te s.
E n la actu alid ad , los m odelos d e p re d ic c ió n m ete o ro ló g ic a
tie n e n a lre d e d o r de u n m illón de grados de libertad, y esto p e r­
m ite h a c e r p ronósticos generales p a ra reg io n es globales co n
u n a an ticip ació n de hasta u n mes.

104
VIL Los sistemas lejos del equilibrio

E l s u r g im ie n t o d e la term o d in á m ic a fue u n desafío p a ra los


físicos del siglo x ix , cuya escuela se basaba en los co n cep to s de
L aplace, L agrange, H a m ilto n y sus discípulos. A quí a p a re c ía n
p a ra el estudio d el calor ecuaciones ta n universales com o las
de N ew ton, y q u e se re fe ría n al c o m p o rta m ie n to global de la
m ateria. C om o h em os visto, p a ra aplicar las leyes de N ew ton a
los sistem as dinám icos, es preciso d efin ir las posiciones y ve­
locidades de cada u n o de sus elem en to s c o m p o n e n tes. P ero
u n gas, u n líq u id o o u n sólido tie n e n u n a c a n tid ad in m en sa de
c o m p o n e n te s (del o rd e n de 10^® m oléculas e n u n c e n tím e tro
cúbico e n u n gas), de m o d o q u e se ig n o rab a p o r q u é vía se p o ­
d ría establecer su co m p o rtam ie n to global p a rtie n d o del cálcu­
lo de los m ovim ientos de sus m oléculas.
C on la term o d in á m ic a surge u n nuevo e n fo q u e , d o n d e las
ecuaciones del calor, q u e tam b ién son universales, utilizan co­
m o p a rá m etro s p ro p ie d a d es colectivas, m acroscópicas, tales
com o la p resió n y la tem p e ra tu ra , y n o p a re c e n re q u e rir del
co n o cim ien to detallad o de lo q u e o c u rre co n cada u n a de las
m oléculas participantes.
La term o d in ám ica aparece en to n ces com o u n a h e rra m ie n ta
p o te n c ia lm e n te valiosa p a ra estu d iar los procesos de cam bio
global de los sistem as dinám icos fo rm ad o s p o r u n a c a n tid a d
m uy g ra n d e de c o m p o n e n te s y, efectivam ente, lo g ró g ran d es
avances d u ra n te el siglo pasado, e n especial c u a n d o , com o h e ­ jíjji
m os visto e n el cap ítu lo anterior, aplicó los co n cep to s de la Ü
m ecán ica estadística p a ra vincular la p resió n y la te m p e ra tu ra ti
c o n los efectos p ro m e d io del m ovim iento de u n n ú m e ro m uy
g ran d e de m oléculas.
Se llegó así a in te rp re ta r satisfactoriam ente m e d ia n te la ley
de e n tro p ía la evolución hacia el equilibrio term o d in á m ic o de
las estru ctu ras aisladas q u e a p a re c e n e n la física y la quím ica,
cuyo ejem plo m ás conocido es el de los gases ideales.
La segunda ley de la term odinám ica establece que, e n general,
las estru ctu ras aisladas te rm in a n p o r d esco m p o n erse, q u e d a n ­
do red u cid as a u n m ovim iento deso rg an izad o de sus e le m e n ­
tos: las n u b e s d e h u m o se disipan, las zonas calien tes y las

105

'i
zonas frías en u n objeto se desvanecen hasta llegar a u n a tem ­
p e ra tu ra uniform e.
La c a n tid ad de e n tro p ía en el U niverso — lo aleatorio, o des­
o rd e n a d o — sólo p u e d e aum entar, hasta llegar al m áxim o, dice
la se g u n d a ley. P ero, cu riosam ente, e n la m ism a é p o c a en que
se e n u n c ia b a esta ley aparecía la teo ría de la selección n a tu ra l
p a ra ex p licar la evolución de las especies. M ed ian te d ich a
teo ría, Carlos D arw in in te n ta b a d a r c u e n ta del h e c h o de que
los organism os vivos constituyen estructuras cada vez m ás orga­
nizadas: a p a rtir de las bacterias se llega hoy a los m am íferos y
al h o m b re . ¿C ontradice este proceso de o rganización cre c ie n ­
te la se g u n d a ley de la term odinám ica? En realid ad , la exis­
ten cia de seres vivos no es u n desafío a esta ley, q u e se aplica a
sistem as aislados.

L o s SISTEMAS ABIERTOS PUEDEN ORGANIZARSE

U n sistem a vivo es abierto: u n h o m b re absorbe e n e rg ía y m ate­


ria de fu en te s externas (el calor del Sol, el aire, carnes, v erd u ­
ras, fuentes que a su vez están estructuradas y, p o r lo tan to , son
de baja en tro p ía) y expele sus productos de desecho, que son de
alta e n tro p ía p o r ser el resultado de la descom posición de m a­
teria organizada, a otros sistem as abiertos d e su m ed io am ­
bien te. M ientras u n organism o esté vivo, se m a n tie n e lejos del
eq uilibrio term o d in ám ico al q u e tie n d e n los sistem as aislados.
Sabem os m uy b ien q u e si alguien se aísla p o r c o m p leto del
a m b ien te exterior, en m uy poco tiem po la in ex o rab le seg u n d a
ley se cu m p le llevándolo a la m uerte.
D u ra n te b astan te tiem p o , m uchos científicos p e n sa ro n que
las leyes fu n d a m e n ta le s de la física sólo p e rm itía n d e d u c ir
que los sistemas deben llegar al equilibrio term odinám ico y que,
p o r lo tan to , el proceso de evolución biológica, c o n u n a cre­
cien te com p lejid ad de los organism os vivientes, e ra u n a rara
excepción.
P ero ni B oltzm ann ni D arw in h a b ía n p o d id o c o n sid e rar la
existencia de los fen ó m e n o s de fo rm ació n e sp o n tá n e a de es­
tru ctu ras en la m ateria, u n a p ro p ie d a d que se h a co m en zad o a
estu d ia r e n estas últim as décadas y q u e a p arece con so rp re n ­
d e n te frecu en cia en la naturaleza.
Así, sistem as tan sim ples com o u n a capa de líq u id o o u n a

106
m ezcla de p ro d u cto s quím icos p u e d e n , en ciertas condiciones,
exhibir fenóm enos de co m p o rtam ien to c o h e re n te espontáneo.
U n a co n d ició n esencial p a ra q u e esto o c u rra es que se trate de
sistem as abiertos, m an te n id o s lejos del eq u ilib rio te rm o d in á ­
m ico p o r fuentes de energía.
Es rea lm e n te ex tra o rd in a rio q u e en o rm es co n ju n to s de p a r­
tículas, sujetas sólo a las ciegas fuerzas de la natu raleza, sean,
sin em bargo, capaces de organizarse en co n fig u racio n es de
actividad c o h e re n te . U n o de los grupos que h a n p rom ovido el
estudio de este tipo de procesos — d esarro llan d o así la ram a de
la term o d in á m ic a de sistem as lejos del eq u ilib rio — , h a sido el
d e Ilya P rigogine y sus co lab o rad o res, razón p o r la cual Pri-
gogine recibió el p rem io N obel de quím ica e n 1977.
Estos procesos ayudan adem ás a c o m p re n d e r los m ecanis­
m os q u e llevan a las oscilaciones e n ciertas reaccio n es q u ím i­
cas, c o n o c im ie n to q u e tie n e u n a g ran tra sc en d e n c ia p a ra los
procesos catalíticos industriales, sin m e n c io n a r la im p o rta n c ia
de este tipo de reacciones p a ra los procesos bioquím icos e n los
seres vivos.

R e a c c io n e s q u ím ic a s m u y e x t r a ñ a s

H em os visto que los fen ó m en o s de convección térm ica p u e ­


d e n llevar a u n líq u id o o gas q u e p a rte in icialm en te de u n es­
tad o h o m o g é n e o a evolucionar y e stru ctu rarse con el tiem po,
d a n d o o rig en a form as regulares.
U n a co n d ició n in d isp en sab le p a ra q u e a p arezcan células
com o las de B e n a rd es q u e el sistem a sea ab ierto, es d e c ir c o n
u n a fu en te ex tern a de energía, y que esté alejado del equilibrio.
Esta fo rm ació n de células p o r convección es m uy llam ativa,
p e ro p arece u n h u m ild e fe n ó m e n o si se c o m p a ra co n los
espectaculares efectos de las oscilaciones quím icas, q u e se h a n
com enzado a estu d iar m etó d ic a m en te a p a rtir d e 1980.
E n 1958, el b ioquím ico ruso Boris Belousov hizo u n a m ezcla
de ciertos p ro d u cto s quím icos q u e u su a lm e n te fo rm a n u n lí­
q u id o in co lo ro hasta q u e reaccio n an , to rn á n d o se e n to n c e s de
c o lo r am arillo pálido. Belousov h a b ía m ezclado'los in g re d ie n ­
tes sin p reo c u p a rse p o r las p ro p o rc io n es utilizadas, y observó
s o rp re n d id o que la solución cam biaba p e rió d ic a m e n te su co­
lor, p asan d o a intervalos reg u lares de in co lo ra a am arillo páli-

107
do p a ra volver a hacerse incolora, lo q u e significaba q u e la
reacció n re tro c e d ía y volvía a avanzar com o si n o p u d iese d e ­
cidir q u é sentido tom ar.
El p o b re Belousov in te n tó p u b licar su d e scu b rim ien to e n las
revistas científicas, p e ro éstas se reh u sa ro n . Los á rb itro s q u e
evaluaron el trabajo co n sid e raro n q u e la ú n ica explicación
posible p a ra ese fen ó m e n o era u n a m ezcla in eficien te de los
reactivos, pues las leyes de la term o d in á m ic a se o p o n e n a la
existencia de tales oscilaciones. Belousov m u rió sin h a b e r lo ­
g rado q u e se rec o n o c ie ra n sus investigaciones.
El escepticism o de los quím icos de la ép o ca n o d e b e sor­
p re n d e rn o s dem asiado. En efecto, en u n a reacció n qu ím ica
típica e n tre dos reactivos A y B, sus m oléculas se están m ovien­
do al azar, y si u n a A y o tra B colisionan p u e d e n co m b in arse
p a ra fo rm a r u n a m olécula G y o tra D, q u e son los llam ados
p ro d u cto s de reacción. Esto se sim boliza como:

A +B ^C -tD

Los reactivos A y B van d e sap a re cie n d o pro g resiv am en te a


m ed id a q u e a u m e n ta la p ro p o rc ió n de los p ro d u c to s C y D.
Sin em bargo, e n u n sistem a aislado se observa q u e los reactivos
A y B n u n c a se ag o tan del to d o y que, con el tiem p o , los cua­
tro, A, B, C y D, coexisten m a n te n ie n d o fija la p ro p o rc ió n de
cada u n o e n la solución. Esta p ro p o rc ió n ya n o varía y se dice
e n to n ces q u e el sistem a está en eq uilibrio quím ico, q u e c o rre ­
sp o n d e al eq uilibrio al q u e llegan los sistem as según la seg u n ­
d a ley de la term odinám ica.
P ero tam b ié n se p u e d e tra n sfo rm ar este sistem a en ab ierto ,
p o r ejem plo ag re g a n d o c o n tin u a m e n te m ás reactivos A y B, o
re tira n d o p a rte del C o D q u e se p ro d u c e n . A quí tam b ié n se
p u e d e c o m p ro b a r q u e m ed ia n te la co m b in ació n a d e c u a d a de
los flujos de e n tra d a y salida, las proporciones van variando p ro ­
gresivam ente con el tiem po hasta hacerse fijas, a u n q u e con va­
lores distintos a los del sistem a aislado, resu ltad o q ue, u n a vez
más, es esperable de acuerdo con las leyes de la term odinám ica.
Pero lo q u e afirm aba Belousov im plicaba que estas co m b in a­
ciones e n lu g ar de crecer progresivam ente con el tiem po hasta
alcanzar u n equilibrio estable, p o d ían re tro c e d e r h acia el esta­
do inicial, lo q u e equivale a c o n tra d e c ir el seg u n d o p rin c ip io

108
de la term odinám ica, y adem ás p o d ía n hacerlo re p e tid a m e n te ,
oscilando en u n sentido y el otro.
Los fen ó m en o s periódicos o de oscilación son ubicuos en la
física, la astronom ía y la biología, p e ro los quím icos c re ían que
las reacciones e ra n inm unes a esa clase de co m p o rtam ien to .
N o se espera u su alm en te que las co n cen tracio n es de los p ro ­
ductos in te rm e d io s de la reacció n alcan cen u n cierto nivel,
luego caigan a u n o inferior, luego suban y caigan re p e tid a m e n ­
te hasta q u e e n alg ú n p u n to resu lte n p ro d u cto s estables resis­
ten tes a cam bios u lteriores. D e todos m odos, e n algunos lab o ­
rato rio s de M oscú se siguió utilizan d o la “re c e ta ” de Belousov
com o u n a cu rio sid ad d e la quím ica, y al c o m en zar la d é c ad a
de los sesenta. A natol Z habotinskii reto m ó el tem a p a ra su
tesis de d o cto rad o . H izo investigaciones sistem áticas c a m b ian ­
do los reactivos p a ra o b te n e r colores q u e c o n tra sta ra n m ejor.
E n la reacción a h o ra llam ada BZ (B elousov-Zhabotinskii), la
oscilación se m anifiesta p o r el cam bio reg u lar e n tre el rojo y el
azul. Se lo gra disolviendo e n agua a u n a d e te rm in a d a te m p e ­
ra tu ra ciertas p ro p o rcio n es de ácido sulfúrico, ácido m alónico,
b rom ato de potasio y sales de cerio y hierro. Las oscilaciones en ­
tre el rojo y el azul resu ltan tes tie n e n u n p e rio d o de casi u n
m in u to y p u e d e n d u ra r varias horas.
A dem ás p u e d e n producirse oscilaciones en el espacio: si se
vierte algo de esa solución e n u n disco fo rm a n d o u n a capa de
poco espesor, ap arecen unas figuras herm osas, con círculos con­
céntricos o espirales azules sobre u n fondo rojo, q u e giran en
u n sentido o el opuesto y que van cam biando con el tiem po. La
figura VIL 1 m uestra u n a sucesión de fotografías de estas ondas.
A ctu alm en te la reacció n BZ y otras sim ilares se e stu d ia n e n
lo q u e se d e n o m in a re a c to r de flujo co n tin u o , in tro d u c ie n d o
c o n tin u a m e n te los reactivos y re tira n d o el exceso d e los p ro ­
ductos p a ra m a n te n e r el volu m en co n stante. Se p u e d e c o n ­
tro la r así rig u ro sam en te la reacción y m a n te n e rla com o u n sis­
tem a quím ico abierto, lejos del equilibrio.

R e a l im e n t a c ió n y c a t á l is is

Al d ía de hoy se h a n estu d iad o en detalle todas las etapas de


este tipo de reacciones, p lan te an d o las co rre sp o n d ie n te s ecua-

109
m
W L^
'i

r Pv J1 *

i k / !^ k

i
k
F i g u r a V I L 1.

ciones, y co n ellas se h a lo g rad o sim ular p o r c o m p u ta d o ra las


oscilaciones. Se sabe a h o ra q u e las co n d icio n es p a ra q u e éstas
ap arezcan son que, adem ás d e tratarse de u n sistem a alejado
del equilibrio, d e b e h a b e r u n a rea lim e n ta c ió n , es d e c ir que
alguno de los p ro d u cto s que a p a re c en en u n a etap a del p ro ce ­
so sea capaz de influir sobre su p ro p ia velocidad de form ación.
En la quím ica esto se d e n o m in a “autocatálisis”.
U n catalizador influye sobre la velocidad con la q u e reaccio­
n a n q u ím ica m e n te las sustancias p resen tes y se m a n tie n e sin
cam bios d u ra n te este proceso. E n la autocatálisis, si la sustan­
cia q u e se va p ro d u c ie n d o actúa sobre su p ro p ia velocidad de
p ro d u c c ió n in cre m e n tá n d o la , lo q u e a u m e n ta su co n cen tra-

110
ción y, a su vez, p ro d u c e m ás ca n tid ad d e esa sustancia, se tie­
n e u n a rea lim e n ta c ió n positiva, q u e re sp o n d e a u n a ecu ació n
no lineal.
V ariando el flujo de e n tra d a de reactivos e n el rea c to r de flu­
j o co n tin u o , el sistem a quím ico p u e d e pasar a u n o c u a lq u iera
de dos estados estables diferentes, cada u n o d e los cuales tiene
su p ro p io p erio d o de oscilación, es decir que a p a re c en bifurca­
ciones p a ra la posible evolución del sistema, las q u e re c u e rd a n
a las en co n trad as e n la dinám ica de flujo de fluidos.
P ara algunos rangos del flujo en el rea c to r a p arece u n com ­
p o rta m ie n to m ás com plejo, con u n a m ezcla d e varias fre c u e n ­
cias de oscilación de diversas am plitudes. La explicación co­
rrie n te es que, a diferen cia de u n a reacció n quím ica “n o rm a l”,
en la q u e los reactivos y p ro d u cto s se m a n tie n e n u n ifo rm e ­
m e n te distribuidos en la solución, a q u í u n a p e q u e ñ ísim a h e ­
tero g e n e id a d o d iferen cia e n u n p u n to se in c re m e n ta p o r el
efecto de autocatálisis, de m o d o que, en u n a reg ió n , u n a sus­
tancia quím ica d e te rm in a d a p u e d e d o m in a r la reacció n m ie n ­
tras que, en la vecina, su co n c en tra c ió n se agota. Así se activan
com plejas oscilaciones en el sistem a de reacción.
U n oscilador quím ico, p o r ejem plo, p u e d e ser in icialm en te
d e u n c o lo r rojo u n ifo rm e y, c u a n d o sigue la reacció n , a p a re ­
cen p u n to s blancos que se tran sfo rm an en anillos con cén trico s
azules, q u e se a n iq u ilan al colisionar e n tre sí. Se tie n e e n to n ­
ces la situación de sensibilidad a las condiciones iniciales que,
com o h em o s visto, caracteriza a los sistem as dinám icos n o li­
neales y, efectivam ente, re p re se n ta n d o la evolución d e estos
sistem as quím icos en el espacio d e las fases a p a re c e n atrac­
tores extraños.
H ay q u e te n e r e n c u e n ta q u e se e m p le a n catalizad o res en
m u ch o s pro ceso s im p o rta n te s, com o los v inculados al p e tró ­
leo p o r ejem p lo , d e m o d o q u e la c o m p re n sió n d e ta lla d a de
la d in ám ic a de las rea c c io n e s quím icas q u e so n significativas
p a ra la in d u stria p u e d e te n e r g ra n d e s co n sec u e n c ia s eco ­
nóm icas.
P o r o tra p arte, estos relojes quím icos re c u e rd a n a los ritm os
n atu rales q u e a p a re c en e n los organism os vivos. Si se tie n e en
c u e n ta que en las reacciones bioquím icas tam b ié n a p a re c e n
las realim en tacio n es, pro d u cid as p o r el efecto catalítico de las
enzim as, y q u e los seres vivos son sistem as alejados del equili-

111
brio, es de e sp e ra r que este nuevo e n fo q u e ayude a c o m p re n ­
d e r el c o m p o rtam ie n to de m uchos m ecanism os biológicos.

VIII. ¿Cómo definirem os la com plejidad?

H a st a a h o ra hem os usado el té rm in o com p lejid ad p a ra u n


estado en el que m uchos factores diferen tes in te ra c tú a n e n tre
sí. Pero hay que d a r m ayor precisión a este co n cep to , ya que la
c o m p lejid ad de u n sistem a n o d e b e co n fu n d irse c o n q u e u n
sistem a sea m e ra m e n te com plicado. E n rea lid a d d e b e ría h a ­
blarse de co m p o rtam ie n to com plejo e n u n sistem a, ya que,
com o h em os visto, u n sistem a dinám ico p u e d e ser m uy sim ple
p e ro ex h ib ir en ciertas condiciones u n c o m p o rta m ie n to ines­
p e ra d o de características m uy com plejas que llam am os caótico.

Entre el o r d e n y el c a o s : la c o m p l e jid a d

U n cristal de cuarzo es u n sistem a o rd e n a d o , c o n sus átom os


vib ran d o a lre d e d o r de posiciones n e ta m e n te fijadas e n la re d
cristalina; u n virus tien e características de o rd e n en su estru c­
tu ra, sim ilar a u n cristal orgánico, p e ro c u a n d o in fe c ta u n a
célula, sú b ita m e n te com ienza a rep lica r genes com o u n orga­
nism o vivo: es com plejo; el m ovim iento de las m oléculas d e u n
gas e n equ ilib rio térm ico es v e rd a d e ra m e n te caótico. La com ­
plejid ad c u b re así u n vasto territo rio que está e n tre el o rd e n y
el caos.
No hay actu alm en te a c u erd o acerca del significado de “com ­
p lejid ad ”. Todos sabem os que los seres h u m an o s tie n e n m u c h a
com plejidad, y q u e los peces tie n e n bastante; los h o n g o s son
algo com plejos, y los virus, m enos. Las galaxias son com plejas,
p e ro en u n sentido diferente.
En to d o esto coincidim os, p e ro ¿podríam os p o n e rn o s de
a c u erd o e n usar u n a definición m ás científica, q u e especificara
cuan titativ am en te c u á n ta m ás com p lejid ad tie n e u n a p la n ta
q u e u n a bacteria?

112
E n las ciencias físicas, u n a ley n o es ley si n o se le p u e d e
e x p resar e n lenguaje m atem ático; n in g ú n científico se e n tu ­
siasm aría p o r m edidas de c o m p lejid ad q u e s o n a ra n así: “u n
pez es b astan te m ás com plejo q u e u n virus, p e ro u n p o c o m e­
nos q u e u n m am ífero ”.
P o d ría p a re c e r q u e esta d ificultad e n h a lla r u n a b u e n a d e­
finición de com p lejid ad d esap arece si nos olvidam os d e los
organism os vivos y la aplicam os sólo a los sistem as dinám icos
fo rm ad o s p o r m ate ria in e rte , e n los q u e es m ás sencillo saber
si son o no com plicados.
P ero tam poco es ex actam ente así. Según las co n d icio n es del
sistem a, se p u e d e te n e r o rd e n o com plejidad y hasta caos, ya se
tra te de u n o con sólo tres c o m p o n e n tes o c o n u n a e n o rm e
c an tid ad d e ellos.
Es el territorio de la com plejidad, que está situado e n tre el o r­
d e n y el caos, el que constituye el nuevo desafío p a ra la ciencia.
De todos m odos, resu lta difícil p o d e r p re d e c ir q u e esta
b ú sq u e d a d e u n a definición precisa de la co m plejidad term in e
con el hallazgo de u n a ú n ica m ag n itu d q u e nos dé un n ú m e ro
p a ra in g re sa r a las ecuaciones de la física, com o o c u rre co n la
velocidad, la p resió n o la masa.
Al fin y al cabo, la com p lejid ad d e u n a galaxia im p lica u n a
rela ció n e n tre sus estrellas c o m p o n e n tes cu alitativam ente
d ife re n te d e la q u e existe e n tre las células q u e fo rm a n a u n
co rd ero . N o p arece que esta diferen cia se p u e d a re d u c ir a u n a
ú n ica m ag n itu d sim ilar a la tem p eratu ra.
P osiblem ente la m ejor solución al p ro b lem a sea la p ro p u esta
p o r los especialistas en co m p u tació n . E n la a c tu a lid a d la m a­
yoría d e los científicos q u e se d e d ic a n a tra ta r de d e fin ir la
c o m p lejid ad p e rte n e c e n a d ich a área, cuya tra d ició n es ver
p rác tic a m e n te to d o com o red u cid le a in fo rm a c ió n y, p o r lo
tan to , cuantificable en térm in o s de bits y bytes.

¿CÓMO MEDIR LA COMPLEJIDAD?

Si se a d o p ta este p u n to de vista, en to n c e s se p o d ría m e d ir la


c o m p lejid ad en fu n c ió n de, p o r ejem plo, el tie m p o q u e re ­
q u iere u n a c o m p u ta d o ra p a ra eje c u ta r u n p ro g ra m a q u e si­
m ule u n proceso físico com plejo.

113
E n p rin cip io n o hay lím ite p a ra los tipos de procesos q u e se
p u e d e n sim ular con u n program a, de m o d o q u e ésta sería u n a
b u e n a base de p a rtid a p a ra la definición q u e buscam os. Así,
los fen ó m en o s com plejos incluyen n o solam ente enjam bres de
sím bolos (núm eros, pro g ram as de c o m p u ta d o ra , p alab ras),
sino procesos físicos y organism os vivos.
D icho e n fo q u e com enzó con la pu b licació n en 1948 de u n
trabajo de C laude S h an n o n , d e Bell T elephones, so b re la teo ­
ría m atem ática de la com unicación, q u e c o n d u jo a b u scar u n
equivalente de la seg u n d a ley de la term o d in á m ic a p a ra la
inform ación.
C om o co n secu en cia de esa p rese n tac ió n , los científicos se
h a b itu a ro n a m ira r los entes físicos — bicicletas o flujos de p e ­
tró le o — y p reg u n tarse: ¿cuánta in fo rm ació n re q u ie re descri­
b ir este sistema?
Por otra parte el fenom enal avance en la capacidad de las com ­
p u tad o ra s h a im pulsado el en fo q u e com p u tacio n al de los p ro ­
cesos e n sistem as físicos, co m b in an d o observaciones de dichos
sistem as con la co n stru cció n de m odelos p a ra c o m p u ta d o ra .
Se sim ula así u n proceso, p a ra o b te n e r resultados q u e tra­
d icio n a lm e n te sólo se lo g rab an m o d ifican d o las co n d icio n es
físicas del sistem a y m id ien d o su efecto. Esto resu lta especial­
m e n te útil p a ra sistem as com o los q u e se estu d ian e n cosm o­
logía, d o n d e n o se p u e d e a lte ra r p o r ejem plo la e stru c tu ra de
u n p lan e ta, o e n las ciencias sociales, d o n d e n o se p u e d e n
cam b iar las condiciones económ icas de u n a n a c ió n p a ra ver
q u é variables son las im portantes.
P uesto q u e m uchos procesos de la n a tu ra le z a son expresa-
bles m ed ia n te m odelos que p e rm ite n sim ular su evolución con
u n a co m p u ta d o ra , se p o d ría in te n ta r m e d ir la com p lejid ad de
u n sistem a p o r la dificultad p a ra re p re se n ta rlo c o n u n algo­
ritm o, es d e c ir con u n p ro g ra m a de c o m p u ta d o ra . ¿Cóm o se
m ide esa dificultad?
Se h a n p ro p u e sto diferen tes fórm ulas, com o la d e m e d ir el
tiem po m ínim o necesario p ara que u n a m áquina ejecute el p ro ­
gram a, o tam b ién m e d ir la capacidad m ín im a d e m em o ria que
d e b e te n e r la c o m p u ta d o ra p a ra c o rre r ese p ro g ram a. P ero
com o estas m agnitudes d e p e n d e n del tipo de m á q u in a utiliza­
da, es necesario referirlas a alg u n a c o m p u ta d o ra ideal que
actúe com o u n p a tró n norm alizador.

114
La m á q u in a d e T u r in g

Esta m áq u in a abstracta fue id ea d a p o r el m atem ático inglés


A lan T uring en 1936. Se le p u e d e c o n sid erar com o u n artefac­
to m ecánico con u n a im p reso ra, a través del cual pasa la m e­
m oria, consistente en u n a c in ta de p a p e l ta n larg a com o sea
necesario y sobre la q u e está m arc ad a u n a secu en cia d e espa­
cios; cada u n o de los espacios p u e d e estar e n b lan co o m arca­
do co n u n a raya, lo q u e equivale a la n o ta c ió n b in a ria 0 y 1
respectivam ente (véase la figura V III.l). La m á q u in a p u e d e
realizar u n a de cu a tro o p eracio n es cada vez q u e utiliza la m e­
m oria, o sea c u a n d o va re c o rrie n d o los espacios d e la c in ta y
los lee: m overse u n espacio h acia ad elan te, o re tro c e d e r u n es­
pacio, o b o rra r u n a raya, o im p rim ir u n a raya. C om o la cin ta es
tan larga com o se necesite, se e n tie n d e q u e la m á q u in a tien e
cap acid ad ilim itada de alm a ce n a m ie n to de datos, adem ás de
q u e n o se le fija lim ite de tie m p o p a ra c o m p le ta r sus o p e ­
raciones.

La m áq u in a com ienza a o p e ra r e n cu an to se le in tro d u c e el


p ro g ram a, y c o n tin ú a h asta q u e te rm in a de im p rim ir el resu l­
tado. De este m o d o es capaz de efectu ar to d o p ro g ra m a e x p re ­
sado e n código b in ario , o sea, e n u n lenguaje m atem ático fo r­
m ad o p o r los dos únicos signos 0 y 1.
Lo q u e caracteriza a la m áq u in a universal d e T uring es que,
d a d o el p ro g ra m a d e e n tra d a ad ecu ad o , p u e d e sim ular el
c o m p o rta m ie n to de cu a lq u ier o tra c o m p u ta d o ra digital, a u n

115
m

la m ás com pleja. O bviam ente es m uchísim o m ás len ta, de


m o d o q u e n a d ie h a in te n ta d o c o n stru ir u n a, a p e sar de su
sim plicidad.
T enem os a h o ra el in stru m e n to p a ra m e d ir con p recisió n la
ca n tid ad d e in fo rm ació n q u e enviam os e n u n m ensaje: la Uni­
d ad fu n d a m e n ta l de inform ación es el bit, que se defin e com o
la in fo rm ació n m ás p e q u e ñ a capaz de in d ic a r u n a elección
e n tre dos cosas ig u alm en te posibles. E n la n o tac ió n bin aria,
u n b it equivale a u n dígito, y p u e d e ser 0 o 1. Así, p o r ejem plo,
el n ú m e ro 29 se escribe 11101 e n el código b in a rio y, p o r lo
tanto, c o n tie n e cinco bits de inform ación.
H e aquí, en to n ces, la n o rm alizació n buscada, q u e p e rm iti­
ría m e d ir la com p lejid ad in d e p e n d ie n te m e n te d el tip o de
c o m p u ta d o ra em pleado.

H ay n ú m ero s q u e son co m pu ta r les


Y OTROS QUE NO LO SON

T ratem os a h o ra de defin ir c o n m ás precisión la com plejidad.


Parece sensato in te n ta r hacerlo em pezando con objetos abstrac­
tos com o lo son los n ú m ero s, ya q u e las relaciones e n tre los
m ism os ya son, obviam ente, cuantitativas.
T u rin g distinguió dos clases de n úm eros: los co m p u tad les y
los n o com putadles. C om putadles son aquéllos p a ra los que
existe u n algoritm o, o p ro g ra m a de co m p u tad o ra, q u e c o rrid o
en la m áq u in a nos p ro p o rc io n a el n ú m e ro , n o im p o rta cu án
g ran d e sea éste, que inclusive p u e d e ser infinito.
P ara aclarar este co n cep to vamos a su p o n e r q u e ten em o s
u n a c o m p u ta d o ra co n ectad a vía satélite con o tra que utiliza u n
am igo q u e vive e n Ja p ó n , al q u e necesitam os tran sm itirle cier­
tos n ú m ero s. C om o sabem os q u e cu a n to m ás seg u n d o s de
transm isión req u ie ra n u estro m ensaje tanto m ayor será la cu e n ­
ta que nos p re se n ta rá la com pañía, nos conviene co m p rim irlo
al m áxim o. P ara ello conviene ver si tien e alg u n a característica
q u e ayude a tal fin.
S upongam os q u e deseam os enviar u n n ú m e ro com o, p o r
ejem plo:

1234567891011121314151617181920212223242526272829303132

116
Al exam inarlo hallam os q u e sus dígitos se fo rm a n escribien­
do los p rim ero s 32 n ú m ero s en te ro s en o rd en . Su e stru c tu ra
sigue u n a ley p e rfe c ta m e n te d e te rm in a d a, p o r la q u e sé que el
dígito 7 está seguido p o r el 8, luego viene el 9, etcétera. P o r lo
tanto, b astaría con tran sm itir u n m ensaje c o n las instrucciones
p a ra c o n stru ir ese n ú m ero .
El c o rre sp o n d ie n te algoritm o a tra n sm itir es u n p ro g ra m a
m uy corto, que básicam ente ejecute la siguiente instrucción:

“Im p rim a los 32 prim ero s en tero s en o rd e n ”

La c o m p u ta d o ra de n u e stro am igo le p ro p o rc io n a rá el n ú ­
m ero , q u e p u e d e ser tan g ra n d e com o qu eram o s c a m b ian d o
m uy poco la lo n g itu d del p ro g ra m a (p o r ejem plo, “Im p rim a
los 1 000 p rim ero s en tero s e n o rd e n ”).
E n cam bio, u n n ú m e ro n o c o m p u tad le es aq u el cuyo ú n ico
algoritm o posible resu lta ser ese m ism o n ú m e ro escrito e n el
program a.
Esto lo e n te n d e re m o s fácilm ente si q u e re m o s tran sm itirle a
n u e stro am igo de J a p ó n u n n ú m e ro q u e h em os co n stru id o
a rro ja n d o u n d a d o m uchas veces y a n o ta n d o las cifras del 1 al
6 q u e se van o b te n ie n d o sucesivam ente. Así después d e tira r el
d a d o 25 veces obtuvim os este núm ero:

35 4 6 2 2 1 3 5 6 4 3 1 1 4 2 6 5 2 1 4 2 6 6 3

E n este caso, com o cada dígito fue g e n e ra d o al azar, n o tie­


ne relación alguna con el que lo sigue o p reced e, d e m o d o q u e
el ú n ico algoritm o q u e p u e d e re p ro d u c ir el n ú m e ro es el p ro ­
gram a que sim p lem en te lo copia:

“Im p rim a 3 5 4 6 2 2 1 3 5 6 4 3 1 1 4 2 6 5 2 1 4 2 6 6 3 ”

D el m ism o m odo, si deseara tran sm itir el n ú m e ro q u e o b tu ­


ve c u a n d o seguí a rro jan d o el d ad o h asta c o m p letar m il tiradas,
n o ten g o o tra posibilidad q u e re c u rrir al program a:

“Im p rim a 3 5 4 6 2 2 1 3 5 6 4 3 1 1 4 2 6 5 2 1 4 2 6 6 3 ...”

117
D o n d e los p u n to s suspensivos significan los otros 975 dígitos
del 1 al 6. D eb e ré resignarm e al h e c h o de q u e el m ensaje con
el p ro g ra m a sigue siendo tan largo com o el n ú m ero .
R esum iendo, p a ra u n n ú m e ro co m p u ta d le es posible escri­
b ir u n p ro g ra m a de c o m p u ta d o ra relativam ente c o rto q u e lo
calcule, a u n q u e el n ú m e ro sea in fin ita m e n te largo. E n cam ­
bio, p a ra u n n ú m e ro g en e ra d o al azar, al n o ser com p u tad le, el
p ro g ra m a q u e lo calcule h a de c o n te n e r ese m ism o n ú m e ro y
será, p o r lo m enos, tan largo com o aquél.
Así, la com p lejid ad d e u n n ú m e ro se p o d ría m e d ir p o r la
c a n tid a d m ín im a de instrucciones d e u n p ro g ra m a d e m áq u i­
n a de T uring — es decir, su longitud-m ínim a— capaz de re p ro ­
d u c ir el n ú m ero .
E n consecuencia, u n n ú m e ro g e n e ra d o al azar c o rre sp o n d e
a u n a alta com p lejid ad — el caos— , m ien tras q u e u n n ú m e ro
c o m p u tad le es o rd en a d o , tien e baja com plejidad. E n el m ed io
q u e d a ría n los n ú m ero s com plicados, g e n e ra d o s p o r u n a com ­
b in ac ió n de aleato ried ad y o rd en .
Pero, ¿qué relación p u e d e h a b e r e n tre estas consideraciones
válidas p a ra en tes m atem áticos y los sistem as de objetos de la
n atu raleza cuya com plejidad in ten tam o s estim ar?
U n a pista p a ra ver la relación está d a d a p o r el h e c h o d e que
el código b in ario que usa la c o m p u ta d o ra p a ra e x p re sa r cual­
q u ie r n ú m e ro p u e d e expresar tam b ién cu alq u ier o tra in fo rm a­
ción. Las 28 letras del alfabeto se p u e d e n h a c e r c o rre s p o n d e r
con 28 d iferentes secuencias d e un o s y ceros, lo m ism o q u e los
signos de p u n tu ac ió n , etcétera; esto nos p erm ite, p o r ejem plo,
c o n sid e rar la com p lejid ad e n la co n stru cció n d e p alabras e n
u n idiom a.
Algo o rd e n a d o sería u n a h ile ra de letras com o aaaaa, p o r­
q u e se le p u e d e e sc rib ir e n u n p ro g ra m a c o n c is a m e n te co­
m o “5 X a”. E n cam bio, u n a secu en cia al azar d e letras, com o
dcflksivgdhglkjthlakijgueernsedgmk, es caótica, n o tie n e u n p ro ­
g ram a q u e la im p rim a q u e sea m ás conciso q u e la secuencia
m ism a. E n tre am bos extrem os está la com plejidad q u e aparece
e n la fo rm a e n q u e se a g ru p a n las letras p a ra fo rm a r palabras
y frases.
Este m é to d o tam b ién p e rm ite codificar la in fo rm a c ió n que
c o rre sp o n d e a los objetos físicos. Así, u n o b jeto o rd e n a d o ,
com o u n trozo de cristal fo rm ad o p o r átom os de c a rb o n o (u n

118
d ia m a n te ), se p o d ría fo rm u la r e n u n algoritm o q u e especi­
ficara la can tid ad de átom os de c a rb o n o q u e lo fo rm a n com o,
p o r ejem plo, “10^’ x c a rb o n o ”.
Del m ism o m odo, las plantas, p erso n as y b acterias se ría n si­
m ilares, en este en fo q u e, a palabras, frases y párrafos: m ezclas
de o rd e n y aleatoriedad.

La co m p lejid ad alg o rítm ica se d e fin e com o la lo n g itu d d el p ro ­


g ram a más co rto q u e p u e d e h a c e r u n a co m p u tació n .

U n p lan te o sem ejan te se e n c u e n tra en la te o ría algorítm ica


de la com plejidad fo rm u lad a p o r A ndrei Kolm ogorov, G regory
C haitin y Ray Solom onov. Esta teo ría co n sid era la co m p u ­
tación de la m a g n itu d física (¿ especificada com o u n a se cu e n ­
cia de dígitos S, y establece que S, y p o r lo tan to Q, es aleatorio
si el p ro g ra m a de c ó m p u to m ín im o re q u e rid o p a ra o b te n e r S
es el p ro g ra m a que to d o lo q u e hace es copiar S:

“Im p rim a S”

T am bién se p u e d e defin ir p o r este m éto d o la co m plejidad


c o m p u ta cio n a l, q u e es la c a n tid a d de tie m p o q u e n e c esita
u n a c o m p u ta d o ra p a ra resolver d e te rm in a d o p ro b le m a y que
m ide, p o r lo tanto, su dificultad.
Se co m p ru e b a q u e hay dos tipos básicos de sistem as din ám i­
cos cuyos m ovim ientos se p u e d e n com putar: los sistem as o rd e ­
nados y los sistem as caóticos. Los prim eros, com o es el caso del
oscilador arm ó n ico , tie n e n órbitas q u e re q u ie re n u n a canti­
d a d de in fo rm ació n de en tra d a, o sea u n a secuencia d e un o s y
ceros, cuya lo n g itu d es relativam ente corta, p e ro el proceso de
c o m p u ta ció n c o rre sp o n d ie n te d a com o resu ltad o u n a in fo r­
m ació n de salida m u c h o mayor. La in fo rm ació n d e e n tra d a es
de c o rta lo n g itu d d e b id o a q u e las trayectorias in ic ia lm e n te
cercanas del sistem a se a p a rta n con le n titu d a m e d id a que
pasa el tiem po, de m o d o q u e n o es necesario c o n o c e r todos
los dígitos de la in fo rm ació n inicial p a ra p o d e r p re d e c ir m e­
d ian te la com p u tació n los estados futuros.
D esde el p u n to de vista de la com plejidad co m p u tacio n al, el
tiem p o re q u e rid o p a ra c o m p u ta r u n a trayectoria es p r o p o r­

119
cional al logaritm o del tiem p o del sistem a. Así, si se calcula la
trayectoria p a ra el tiem p o t = 15 segundos, se re q u e rirá u n
tiem p o d e co m p u tació n de 1.17, y p a ra t= 150 000 segundos,
u n tiem p o de 5.18, siem pre m u ch o m e n o r q u e el q u e re q u ie re
el sistem a p a ra re c o rre r esa trayectoria.
E n cam bio, p a ra los sistem as caóticos, la c a n tid a d d e in fo r­
m ació n de e n tra d a es la m ism a que la de salida, ya q u e las tra­
yectorias in icialm en te cercanas divergen e x p o n e n c ia lm e n te
c o n el tiem po, y esto trae com o co n secu en cia q u e cada seg u n ­
do de tiem p o del sistem a se p ie rd a u n dígito decim al d e p re ­
cisión en la in fo rm ació n de salida. P ara m a n te n e r el g rad o de
e x actitu d en la in fo rm ació n d e salida es n ecesario, en to n ces,
c o m p e n sa r esa p é rd id a a g re g a n d o u n dígito m ás de p recisió n
e n la in fo rm ació n de la e n tra d a y, p o r lo tan to , si se desea in te ­
g ra r c o n e x actitu d u n a trayectoria caótica, hay q u e in tro d u c ir
ta n ta in fo rm ació n com o la q u e se extrae.
Si se exam ina esto desde el p u n to de vista de la co m plejidad
c o m p u ta cio n a l en lu g ar de la com p lejid ad algorítm ica, se ve
q u e el tiem p o q u e re q u ie re la c o m p u ta d o ra p a ra calcu lar u n a
trayectoria caótica es p ro p o rc io n a l al q u e re q u ie re ese sistem a
caótico p a ra rec o rre rla , de tal fo rm a q u e la c o m p u ta d o ra n e ­
cesita ta n to tiem p o p a ra calcular com o el sistem a caótico m is­
m o p a ra ejecu tar el proceso, y p o r lo tanto, n o es posible h a c er
u n a p redicción.
Todos estos m étodos p e rm ite n cuantificar la co m plejidad de
los procesos extrem os d e o rd e n y caos, p e ro n o son m uy satis­
factorios p a ra la com plejidad q u e está e n tre am bos. E n efecto,
la co m plejidad d e u n sistem a dinám ico com o el de u n organis­
m o vivo es, siguiendo las definiciones an terio res, m e n o r q u e la
d e u n gas e n eq uilibrio term o d in ám ico , ya q u e e n este ú ltim o
la e n tro p ía h a llegado a su m áxim o y el m ovim iento d e sus áto­
m os es to ta lm e n te aleatorio. Esto p a re c e ría im p licar q u e com ­
plejid ad y a le a to ried a d son equivalentes, lo que n o lleva a n in ­
g u n a p a rte si la in te n c ió n es c o m p re n d e r la c o m p lejid ad de
los sistem as q u e e x h ib e n u n a o rganización, com o se e n c u e n ­
tra n a b u n d a n te m e n te e n la n atu raleza. L a id ea d e c o m p le­
jid a d no co incide c o n la de e n tro p ía , p ues hay sistem as que
p u e d e n te n e r igual o rd e n , o igual d e so rd e n , y d ife rir e n com ­
plejidad.
C. B en n ett, de i b m R esearch, y otros investigadores h a n p ro ­

120
p u esto u n e n fo q u e d ife ren te , q u e d é com o resu lta d o u n a d e­
finición con la q u e la com plejidad de u n pez sea m ayor q u e la
de u n cristal o que la de u n gas.
La evolución de la vida en la T ie rra nos m u estra organism os
cada vez m ás organizados, es d e c ir q u e algo q u e p o d e m o s lla­
m a r com p lejid ad a p arece com o a u m e n ta n d o , a p e sar d e q u e
la c a n tid ad de o rd e n e n el U niverso está dism inuyendo.
La p ro p u e sta de B e n n e tt es m e d ir ese proceso d e org an iza­
ción, e n especial p a ra los sistem as auto o rg an izad o s q u e a p a re ­
cen e n la naturaleza. Lo que.los caracteriza es que, adem ás de
ser com plejos, p a rte n inicialm ente de sistem as sim ples (u n a lá­
m in a de fluido q u e se calienta, u n a solución de sustancias quí­
micas, u n huevo fe c u n d a d o ...). La idea de organización o com ­
p lejid a d de u n sistem a estaría así e stre c h a m e n te vin cu lad a al
proceso p o r el que se pu ed e ir de ese sistema inicial sim ple al sis­
tem a com plejo to ta lm e n te desarrollado.
La com p lejid ad se m ed iría en to n ces p o r el tie m p o q u e le
llevaría a u n a c o m p u ta d o ra sim ular to d o el d esarro llo d e ese
sistem a h asta llegar a su organización definitiva, y c o n ta n d o el
n ú m e ro de “pasos lógicos” a lo largo del proceso. Se tie n e n
com o algoritm o de e n tra d a las reglas básicas de su c re c im ien ­
to, q u e incluyan, p o r ejem plo, los datos genéticos, si se tra ta de
los seres h u m an o s. Así, c o n sid e ran d o com o te o ría d el o rig e n
de la especie h u m a n a la selección n atu ral, el n ú m e ro de pasos
lógicos sería el n ú m e ro estim ado de veces q u e n u e s tro m ate ­
rial g en ético h a sido m odificado a p a rtir del q u e estaba c o n ­
te n id o e n u n a b a c te ria inicial. La com p lejid ad se m e d iría e n ­
tonces p o r el tiem p o q u e re q u e riría u n a c o m p u ta d o ra p a ra
sim ular d ich a evolución p asan d o p o r todos esos pasos lógicos.
P ero n in g u n a d e las m en cio n ad as definiciones d e la co m p le­
jid a d q u e está e n tre el o rd e n y el caos h a sido a c e p ta d a p o r la
c o m u n id a d científica com o to ta lm e n te satisfactoria, hay n u e ­
vas pro p u estas y el d eb ate c o n tin ú a aun. P o r o tra p a rte , la falta
de defin ició n n o es im p e d im e n to p a ra q u e el tem a d e la com ­
p lejid a d e n sí esté reg istra n d o p rogresos im p o rta n tes, e n u n
proceso que se asem eja al q u e a c o m p añ ó a la co m p re n sió n de
la n atu raleza del calor y su relación con la energía. Los avances
e n la ciencia d el calor se fu e ro n realizan d o d esd e p rin cip io s
del siglo XVIII, p e ro a m ediados del siglo x i x se le p u d o d efinir
c o n p recisió n b asándose e n la te o ría cinética. Es d e e sp e ra r

121
q u e los avances actuales p e rm ita n d efin ir la co m plejidad en u n
tiem po m u ch o m ás breve.

IX. A plicaciones en biología y eco n o m ía

E x is t e u n a e c u a c ió n m a te m á tic a e sp e c ia lm e n te a d e c u a d a p a ra
e x a m in a r estas p ro p ie d a d e s c o m u n e s a varios sistem as y d a d a
su im p o rta n c ia p a sa re m o s a d esc rib irla.

L a e c u a c ió n l o g ís t ic a

Se tra ta d e la ecuación logística, q u e es u n a ecu ació n sim ple,


m uy fru ctífera p o r la can tid ad de aplicaciones en m u ch o s cam ­
pos de estudio de sistem as com plejos: ecológicos, biológicos,
económ icos, etcétera.
Es u n a ecu ació n que o p e ra sobre u n n ú m e ro y lo tran sfo r­
m a en o tro sobre el que vuelve a operar, y así re ite ra d a m e n te ,
en u n p ro ceso iterativo. Sus características especiales sólo se
evidencian c u a n d o el n ú m e ro de iteracio n es es g ra n d e , de
m o d o q u e p a ra aplicarla se re q u ie re al m enos u n a calculadora
de bolsillo, a u n q u e u n a c o m p u ta d o ra es la h e rra m ie n ta m ás
adecuada.
La ecu ació n logística p ro d u c e sobre u n n ú m e ro c u a lq u iera
dos efectos que se o p o nen: i j lo increm enta, p ro d u c ie n d o otro
n ú m e ro m ayor que, a su vez, es vuelto a in c re m e n ta r p o r la
ecuación y así reitera d am e n te ; 2) va re d u c ie n d o esos n ú m ero s
resu ltan tes a m ed id a q u e crecen, de m o d o q u e se tie n e a q u í
u n proceso con u n a realim en tació n controlada.
¿Q ué o c u rrirá cu a n d o la ecu ació n haya o p e ra d o u n b u e n
n ú m e ro de veces? El sentido co m ú n nos in d ic a ría q u e d e b e
resu lta r fin a lm e n te alg ú n n ú m e ro in te rm e d io , n i dem asiado
g ran d e n i dem asiado p eq u eñ o .
P ero a q u í viene la g ran sorpresa: esto p u e d e ser to ta lm e n te
equivocado, tan equivocado q u e nos p o d e m o s to p a r tam b ién
a q u í con co m p o rtam ien to s insospechados, de aspecto caótico.

122
A p l ic a c io n e s e n b io l o g ía

La ecu ació n lógica fue p ro p u e sta e n 1845 p o r el sociólogo y


m atem ático F ierre V erhulst; sus s o rp re n d e n te s p ro p ie d a d e s
fu e ro n puestas de m anifiesto p o r el físico y biólogo R o b e rt
May e n la década de 1970, c u a n d o la aplicó al estudio d e la di­
n ám ica de las pob lacio n es de plantas o anim ales. E n dichas
pob lacio n es hay u n a rea lim e n ta c ió n en cada ciclo vital p o r la
re p ro d u c c ió n c o n tro la d a p o r el efecto negativo d e los d e p re ­
d ad o res o d e la c recien te escasez de alim ento, q u e im p id e así
que esas poblaciones crezcan explosivam ente. La ecuación p e r­
m ite calcular, p a rtie n d o de las características de la p o b lac ió n
en u n m o m e n to dado, cóm o irán variando éstas con el tiem po.
D eseam os sab er cóm o variará a n u a lm en te la c a n tid ad d e in­
dividuos de u n a po b lació n , de la q u e sabem os q u e e n el añ o
inicial hay 1 000 y que a u m e n ta co n u n ritm o c o n sta n te de
10% p o r año.
Si n o existiera el co n tro l de los p re d a d o re s o d e la d isp o n i­
b ilidad de alim entos, po d ríam o s h a c er la siguiente tabla:

Año Número de individuos Total

0 1000 1000
1 1 000 + 100 1100
2 1100 + 110 1210
3 1210 + 121 1331

Y así sucesivam ente.


Este p ro ced im ien to se p u e d e expresar m atem áticam en te con
la ecuación:
X,í+1 K x X ,

D o n d e t indica la c an tid ad d e años transcurridos a p a rtir del


a ñ o inicial q u e es í = 0, y X es la variable que sim boliza la canti­
d a d de individuos. Así, X^ es esa can tid ad en el año í, y X^_^ j en
el añ o siguiente.
El p a rá m etro K nos in d ica la tasa an u al de a u m e n to de X; en
el ejem plo a n te rio r es K= 1.1.
P o r lo tan to , lo q u e nos dice esta ex p resió n es q u e si sabe-

123
r

m os cuál es la p o b lación en el a ñ o t, basta con m u ltip lic a r el


n ú m e ro c o rre sp o n d ie n te p o r la tasa de au m e n to i^ p a ra d e te r­
m in a r la p o b lación q u e h a b rá en el añ o siguiente.
P ara facilitar los cálculos se trab aja co n u n X n o rm alizad o ,
es d e c ir q u e sólo p u e d a variar e n tre 0 y 1. Así, X ^ = \ corres­
p o n d e al m áxim o posible p a ra esa p oblación, o sea al 100%, y
X^ = 0.5 al 50% , y n o im p o rta si estam os c o n sid e ra n d o 15 950
conejos o 12 m illones de árboles; to d o lo q u e nos in te re sa es
calcular la variación an u al de la po b lació n en relació n con los
valores an terio res o siguientes.
Volviendo al ejem plo, evidentem ente ese in crem en to de 10%
an u a l nos llevará a u n a situación im posible; si com enzam os
con 1000 conejos en el a ñ o cero, 200 años desp u és h a b ría
u n o s 19 m il m illones de conejos c u b rie n d o la su perficie del
p lan eta, se re q u ie re en to n c e s ag reg ar a la ecu ació n u n térm i­
n o q u e refleje la situación real, en la q u e el a lim e n to n o va a
alcanzar p a ra a lim e n ta r a la c recien te p o b lació n , y adem ás
h a b rá cada vez m ás zorros y otros p red a d o re s q u e se alim en tan
de conejos.
La ecuación logística es, en definitiva, la siguiente:

X,í + 1

E jecuta así dos acciones opuestas; cu an to m ás crece el factor


X^, tan to m ás dism inuye el facto r (1 —X¡) re d u c ie n d o el resul­
tado final.
Si, p o r ejem plo, X es 1.1, p a ra u n X^ p e q u e ñ o de 0.1, resulta­
ba con la p rim e ra ecuación:

+ i = 1.1 X 0.1 = 0.11

P ero com o el factor re d u c to r es a q u í ( 1 - 0 .1 ) = 0.9 la nueva


ecuación es:
+ i = 0.11 X 0.9 = 0.099

O sea q u e el facto r re d u c to r afectó m uy poco el resultado.


C u ando X^ crece m ucho, p o r ejem plo a 0.8 del m áxim o, este
factor pasa a ser 0.2, y se tiene e n to n ces en lu g ar de:

= 1.1 X 0.8 = 0.88

124
El resultado co rregid o p o r el factor re d u c to r de 0.2:

= 1.1 X 0.8 X 0.2 = 0.176

Éste dism inuye la población a la q u in ta parte.


T enem os e n to n c e s u n a e x p resió n m atem ática q u e p e rm ite
calcular sin a m b ig ü e d ad el valor de X^; e n otras p alabras esta­
m os tra ta n d o c o n sistem as dinám icos d o n d e el fu tu ro d e p e n ­
de de m a n e ra d eterm in ista del pasado, sin in certid u m b res.
T oda la in fo rm ació n sobre el sistem a se halla c o n te n id a en
la ecuación logística, y ap lican d o ésta p o d em o s c o n o c e r cóm o
variará e n el tiem po. Así, si Xq es el valor inicial d e la variable
cuya evolución en el tiem p o q u e re m o s conocer, será Xj al lle­
gar al tiem po í = 1:

Xj = X x X o X ( 1- Xo) (a)

Y p a ra X¿ tendrem os:

X2 = X x X i X ( l - X i ) (b)

D o n d e p u e d o sustituir X^ p o r la ecuación ( a ) , resu ltan d o así:

Xj = X (X X Xo(l - Xo) (1 - X X Xo(l - Xo)))

Y sim ilarm ente p a ra í= 3:

X, = X(X(XXo(l Xo)(l-XXo(l-Xo)))x
( l - X ( X X o ( l - X o ) ( l ■X X o ( l - X o ) ) ) ) )

C om o se ve, la ecuación se convierte progresiva y rá p id a m e n ­


te en u n a fó rm u la cada vez m ás com plicada; si p rete n d ié se m o s
c o n o c er el fu tu ro p a ra t = 20 (20 años, o 20 gen eracio n es, o lo
q u e sea q u e usem os com o m ed id a del tie m p o ), necesitaríam os
u nas 300 páginas n a d a m ás q u e p a ra p la n te a r Xgo, y p a ra llegar
a u n tiem p o t = 50, que n o es algo e x a g era d am e n te lejos en el
fu tu ro , n o alcanzaría c o n el tam añ o de u n a biblioteca.
E n la e ra de las c o m p u ta d o ra s, n o tie n e se n tid o seg u ir este
cam ino; ya q u e si hay algo q u e esos artefactos sab en hacer, es
r e ite ra r c o n g ran velo cid ad la m ism a o p e ra c ió n to d as las ve­
125
ces q u e se d esee, y adem ás lo h a c e n sin equivocarse ni a b u ­
rrirse.
De m o d o que, en lu g ar d e seguir el m éto d o clásico de es­
crib ir u n a ecu ació n que sea válida p a ra todos los t, \ y K p o ­
sibles, p a ra luego in tro d u c ir e n ella los n ú m ero s c o rre sp o n ­
d ien tes al caso que interese, lo que h arem o s es d arle a la
c o m p u ta d o ra los datos iniciales y ií, la c a n tid a d de ite ra ­
ciones que necesitam os, y las instrucciones p a ra q u e ejecute el
cálculo básico q u e com o habíam os visto es m uy elem en tal,
co n sistien d o e n h a c e r u n a sustracción y dos m u ltip lic a c io n e s.
C on el p ro g ra m a así p re p a ra d o c u alq u ier c o m p u ta d o ra p e r­
sonal nos p e rm ite o b te n e r valores tales com o X jooooqO cual­
q u ie r o tro en m uy poco tiem po, y adem ás h a c e r ex p erien cias
tales com o ver paso a paso cóm o va variando al in c re m e n ta r
t, y q u é pasa c u an d o cam bia K.
Q u ien desee e x p e rim e n ta r el p o d e r del cálculo iterativo
p u e d e h acerlo sin necesidad d e utilizar u n a c o m p u tad o ra: bas­
ta con u n a sim ple calculadora de bolsillo y u n a b u e n a dosis de
paciencia.
Si d isp o n e de am bas, p ro p o n g o h a c e r u n cálculo iterativo
m uy sim ple, que consiste en elevar u n n ú m e ro al cu a d ra d o , el
resu ltad o volver a elevarlo al cu a d ra d o , y así sucesivam ente
hasta diez veces e n total.
In tro d u zcam o s el n ú m e ro “0.9999” e n la calculadora, y p u l­
sem os la tecla , o si n o se d ispone d e ésta, la de m ultiplicar,
X , seguida de = . R epitam os la m ism a o p e ra c ió n diez veces.
U n a calculadora de ocho dígitos d a com o resultado;

X q = 0.9999
Xio = 0.9026637

Veam os a h o ra q u é o c u rre c u a n d o se varía lig e ra m e n te la


co n d ició n inicial. ¿Q ué p asará si utilizam os com o Vg u n valor
q u e difiere e n sólo 0.1% del anterior? Para:

Xg = 0.9999
Es ahora:

Xjo = 0.3589714

126
¡De m o d o que el resultado final es 40% del anterior, h a b ie n ­
do cam biado el valor inicial en sólo 0.1 %!
T enem os aq u í u n ejem plo de la sensibilidad a las co n d ic io ­
nes iniciales, que, com o habíam os visto, es u n a c o n d ic ió n n e ­
cesaria p a ra que ap arezcan los fen ó m en o s caóticos y d e com ­
plejidad e n los sistemas dinám icos.

H is t o r ia s d e pe c e s y c r u s t á c e o s

E n estas o p eracio n es m atem áticas iterativas a p a re c e n otras ca­


racterísticas inesperadas, q u e se p o n e n d e m anifiesto a p a rtir
de algunas decenas de ciclos de cálculo, y que pasarem os a des­
cribir. Si alguien desea h acerlo p o r sí m ism o, es p refe rib le que
utilice u n a co m p u ta d o ra , a m enos que le divierta h a c e r largas
cuentas con u n a calculadora.
El p ro g ra m a con instrucciones p a ra la c o m p u ta d o ra tiene
esta fo rm a g en eral en lenguaje Basic:

INPUT K
X = 0 .6
FÜR n = 1 to 100
X = K * X * (1 - X )
PRINT X
NEXT n
STOP

D o n d e K e s la tasa de in cre m e n to , y hem os fijado el n ú m e ro


de iteraciones n e n 100 y el X inicial e n 0.6.
Para dem ostrar el asom broso com portam iento de la ecuación
logística, co m enzarem os c o m p a rán d o la con los resu ltad o s de
los estudios m atem áticos que hizo Vito V olterra en la d é c ad a
de 1920 p a ra explicar las fluctuaciones p eriódicas de la p o ­
blació n de peces del M editerráneo.
C onsiderem os u n a p o b lació n de crustáceos, y de peces que
se alim en tan de aquéllos, y vamos a su p o n e r q u e los crustáceos
tie n e n u n a tasa de re p ro d u c c ió n p e q u e ñ a , K = 1.01, y q u e su
po b lació n inicial es Xg = 0.6.
H acien d o el cálculo resulta que la p o b lación dism inuye cada
año de m odo que, al cabo de u n tiem po, la colonia desaparecerá:

127
t A t A

0 0.6000 5 0.1147
1 0.2424 10 0.0732

¿Pero q u é pasa c u a n d o Kes, mayor, p o r ejem plo i^ = 2?

t A t A
0 0.6000 3 0.5000
1 0.4800 4 0.5000
2 0.4992 5 0.5000

La po b lació n q u e d a estabilizada e n 0.5.


Si la tasa de rep ro d u c c ió n a u m e n ta a 2.7, la ecu ació n m ues­
tra u n a flu ctu ació n anual, variando e n tre 0.61 y 0.64 p o r la
oposición e n tre el crecim ien to y la acción de los peces, p e ro
fin alm en te, al cabo de un o s 15 ciclos, se estabiliza e n a p ro x i­
m a d a m e n te X = 0.63, valor q u e hace, p o r lo tanto, d e a tra c to r
p a ra este c o m p o rtam ien to .
P ero es a p a rtir de u n a tasa de re p ro d u c c ió n K m ayor q u e
3.0 q u e su ced e algo nuevo: el sistem a flu ctú a fu e rte m e n te al
p rin cip io , y fin alm en te la p o b lació n de la co lo n ia oscila e n tre
dos valores estables, de m o d o q u e el a tra c to r se h a b ifu rcad o
e n dos.
Así, p a ra K = 3.3:

t A t A
0 0.60000 14 0.47941
1 0.79200 15 0.82360
2 0.54363 97 0.47943
3 0.81872 98 0.82360
4 0.48978 99 0.47943
5 0.82466 100 0.82360

Los valores estables son a q u í 0.47943 y 0.82360, y cad a u n o


de ellos se rep ite cada dos años.

128
Al re p re s e n ta r e n u n gráfico la variación an u al de la p o b la­
ción de crustáceos (véase la figura IX .l), vem os q u e u n a vez
q u e las fluctuaciones se h a n estabilizado, si en u n a ñ o a u m e n ­
ta n a 0.83360, esto resu lta ser u n v e rd a d e ro festín p a ra los
peces, que, a su vez, se in c re m e n ta n tan to q u e b ajan la can ti­
d a d de crustáceos al nivel in fe rio r d e 0.47943 e n la te m p o ra d a
siguiente. Esto d ism inuirá la po b lació n de peces p o r la escasez
de alim ento, p e rm itie n d o q u e al año siguiente vuelvan a a b u n ­
d a r los crustáceos, y así cíclicam ente.

Población

0.5

2 3 4 5 7 Año

Figura IX.L

Población
Años 1,3, 5... El p ro ceso d escrito se
p u e d e re p re s e n ta r tam b ié n
com o fue p la n te a d o p o r
V olterra, e n u n espacio de
las fases, lo q u e p e rm ite vi­
sualizar el c o m p o rtam ie n to
cíclico del sistem a peces-
crustáceos e n la figura IX. 2,
d o n d e el eje vertical nos
in d ica la p o b lació n d e crus­
táceos y el h o riz o n ta l la de
peces.
Si iniciam os la co lo n ia
e n A co n Xq = 0.6 crustá-

129
ceos irán in cre m e n tán d o se a lo largo de la curva 1, q u e m arca
sim u ltá n e am e n te el au m e n to de los p red a d o re s hasta llegar al
nivel B. A p a rtir de allí la po b lació n de peces p re d o m in a , lle­
vando al sistem a p o r la curva 2 con dism inución de crustáceos,
q u e arrastra hacia u n m ínim o a la p o b lació n de peces, y esto se
rep ite cíclicam ente con u n p e rio d o , e n este caso de dos tem ­
poradas.
La ecu ació n logística se ajusta m uy b ien a otros ciclos n a tu ­
rales com o los de insectos y bacterias, q u e son los estudiados
p o r R. May e n la décad a de 1970.
C o n tin u em o s ex p lo ran d o la ecuación m ed ia n te la co m p u ta ­
dora, q u e cum ple en esta época d e fines del siglo x x u n p ap el
fu n d a m e n ta l com o h e rra m ie n ta d e la ciencia, an álo g o al del
m icroscopio y del telescopio e n siglos anteriores.
Si au m en tam o s K p o r encim a de 3.45, los dos valores q u e se
re p e tía n cada dos años vuelven a hacerse inestables, y cada
u n o se b ifurca p a ra p ro d u c ir u n a p o b lació n q u e oscila a lre d e ­
d o r de cu a tro valores diferen tes q u e se re p ite n cada cu atro
años, de m o d o que el p erio d o se h a duplicado.
P ara K = 3.45:

t X t X
0 0.6 76 0.42713
72 0.42688 97 0.84470
73 0.84405 98 0.45258
74 0.45412 99 0.85474
75 0.85524 100 0.42835

Los niveles estables se hallan a lre d e d o r de 0.42820, 0.45290,


0.84410 y 0.85320.
E n K = S .5 6 se p ro d u c e u n a nueva inestabilidad, co n bifurca­
ciones q u e p ro d u c e n och o valores fijos, co n p e rio d o s del d o ­
ble de los anteriores, y esto vuelve a o c u rrir en K= 3.596, d an d o
16 valores; luego siguen a p a re c ie n d o m as y m ás bifurcaciones,
hasta q u e fin alm en te en 3.56999 se llega a u n estado caóti­
co, c o n infinitos valores de Z p a ra la co lo n ia q u e oscilan en
fo rm a im previsible e n tre 1 y 0.

130
L as r u ta s al caos

Vem os e n este ejem plo q u e u n sistem a d in ám ico p u e d e p a rtir


d e u n estado o rd e n a d o y bajo ciertas co n d icio n es evo lu cio n ar
h acia u n estado caótico.
E n rea lid a d existen varias rutas e n tre el c o m p o rta m ie n to
regular, o rd e n a d o , y el estado caótico, im p ré d ec ib le , p o r las
q u e p u e d e n tra n sita r los sistem as dinám icos; adem ás e n algu­
nas etapas de las rutas a p a re c e n co m p o rtam ie n to s com plejos
q u e p u e d e n darles p ro p ie d a d es so rp ren d en tes.
D ichas rutas se p u e d e n tran sitar e n am bos sentidos: sistem as
dinám icos o rd en a d o s p u e d e n pasar a u n c o m p o rtam ie n to alta­
m e n te com plejo o llegar h asta u n o caótico, com o o c u rre con
los p é n d u lo s y otros osciladores, o p asar del caos a u n a com ­
plejid ad organizada, com o en los relojes quím icos o las células
d e B enard.
H em os visto q u e p a ra q u e aparezcan estos c o m p o rtam ie n to s
e n los sistem as con u n a ca n tid ad de c o m p o n e n tes q u e p u e d e
ser p e q u e ñ a o m uy g ran d e , es requisito in d isp en sab le q u e el
n ú m e ro de variables q u e in te rv ie n e n e n la d in ám ic a d el sis­
tem a sea lim itado. Si el n ú m e ro de variables in d e p e n d ie n te s, o
grados de lib ertad , es m e n o r de tres, los c o m p o rtam ie n to s an a­
lizados n o ap arecen ; p o r o tra p a rte , si d ich o n ú m e ro es m uy
g ran d e , será im posible d istin g u ir co n estos m éto d o s si su
evolución se d e b e a los fen ó m e n o s q u e estam os e s tu d ia n d o o
si o b ed ece a factores fu n d a m e n ta lm e n te aleatorios.
Las ru tas e n tre o rd e n y caos se p u e d e n clasificar e n tres
tipos p rin cip ales d e a c u erd o con las d iferen tes m o d alid ad es
co n las q u e se p ro d u c e n dichas transiciones:
1) Casi periodicidad. El sistem a se re p re se n ta e n el espacio de
las fases c o n u n a tra c to r casi p e rió d ico inscrito e n u n to ro y la
transición lo tran sfo rm a e n u n a tra cto r extraño.
2) Cascadas subarmónicas. El sistem a p re se n ta oscilaciones de
u n cierto p e rio d o T, y a p a rtir de la transición se p ro d u c e u n a
bifurcación, a p a re c ie n d o otras de p e rio d o doble 27^ e n la tra n ­
sición siguiente se ag reg an oscilaciones d e p e rio d o 4T, lu eg o
8 T y así sucesivam ente e n cascada. Esto se observa e n tre otros
e n los fen ó m e n o s de convección térm ica (capítulo VI) y e n la
reacció n BZ (capítulo V II).
3) Intermitencias. El sistem a p ro d u c e esp o rá d ica m en te fluc-

131
tuaciones de g ran am plitud. Estas transiciones suelen a p a re c e r después de varias bifurcaciones, se e n tra b a e n la zo n a caótica
e n los procesos h id ro d in ám ico s y tam b ién e n las oscilaciones q u e in d ica la figura, d o n d e la po b lació n e n el m o d elo flu ctú a
de circuitos electrónicos, d o n d e se m anifiestan com o u n ru i­ e rrá tic am e n te , tal com o o c u rre en la rea lid a d co n la d e los
do de baja frecu en cia que aparece ocasionalm ente. insectos.
C on base e n la clasificación p reced en te, e n el caso de la ecua­ H em os rep re sen ta d o en los recu ad ro s d e la figura IX. 3 algu­
ción logística, la variación del p a rá m etro K im plica u n a ru ta al nas de estas situaciones, que re sp o n d e n a u n valor específico
caos p o r d u p licació n de p eriodos, es decir, la cascada su b ar­ d e K. Así p a ra el de X = 1.01, la p o b lació n P q u e in icialm en te
m ónica. e ra de 0.6, dism inuye c o n el tiem po T, re p re se n ta d o e n el eje
Com o vemos, el papel de ií'es definir la com plejidad del com ­ horizontal, hasta llegar a cero: se extingue.
p o rta m ie n to , y resulta conveniente visualizar su efecto sobre la El rec u a d ro de X = 2 nos indica q u e p a ra este valor, después
evolución del sistem a m ed ia n te u n gráfico com o el de la figu­ de algunos ciclos c o n fluctuaciones la p o b lac ió n se h ace es­
ra IX .3 de la p ág in a siguiente, d o n d e re p re se n ta re m o s en el table.
eje vertical la población y e n el ho rizo n tal el valor de K. Para X = 3.3, la población oscila e n tre los dos valores 0.47943
y 0.82360, to m a n d o u n o de estos valores e n u n ciclo, y el o tro
e n el ciclo siguiente. Estos dos valores están adem ás re p re s e n ­
Donde a pa r e c e e l ca o s tados en el gráfico principal: si e n X = 3.3 trazam os u n a lín e a
vertical, ésta c o rta rá a las dos ram as de la curva b ifu rcad a, en
La figura m u estra el p a n o ra m a q u e e n c o n tró R. May c o n su los valores m en cio n ad o s de P.
m o d elo basado en la ecuación logística, d o n d e iba varian d o el D el m ism o m o d o , p a ra X = 3.4 se tie n e n cu a tro valores que
K p o r variación del sum inistro de alim ento. La figura r e p re ­ se re p ite n en los ciclos sucesivos, valores q u e c o rre sp o n d e n en
sen ta la po b lació n e n el eje vertical y el p a rá m e tro K e n el eje la curva p rincipal a las intersecciones de u n a lín e a vertical con
horizontal. las cu atro ram as. E n X = 3.7, hay tan to s valores distintos de P,
H alló así las bifurcaciones sucesivas q u e in d ic a n el a u m e n to q u e n o es posible h a lla r relació n alg u n a e n tre u n ciclo y el
d e las oscilaciones en l a p o b lació n de insectos, y q u e luego. siguiente; e n la curva p rincipal, u n a lín e a vertical p a sará p o r
m iles de intersecciones, m arcadas com o p u n to s e n las franjas
verticales. Se está e n la zona de caos d eterm inista. F inalm ente,
p a ra X = 4, se tie n e el caos co n infinitos valores posibles p a ra
cada ciclo.
H oy e n día, u n a de las p reg u n ta s que se p la n te a n los ecólo­
gos es la de averiguar si el c o m p o rtam ie n to q u e p re d ic e este
m o d elo se d a e n las poblaciones reales.
Las o p in io n es e n tre los biólogos sobre estas teo rías están
divididas: desde los q u e p ien sa n q u e la im previsibilidad in h e ­
re n te al caos d e te rm in ista es u n facto r m uy im p o rta n te p a ra
ex p licar la evolución de las especies, h asta los q u e c o n sid e ran
q u e las poblaciones reales no p u e d e n te n e r dinám icas caóticas
p o rq u e se e x tin g u irían , y q u e las investigaciones e n lab o ra to ­
rios y p o r sim ulación con co m p u ta d o ra se alejan d em asiado de
los casos q u e a p a re c en e n la naturaleza.
F ig u r a IX.3. Ésta n o es u n a tare a sencilla, p o rq u e e n los sistem as ecológi-

132 133
tuaciones de g ran am plitud. Estas transiciones suelen a p a re c e r después de varias bifurcaciones, se e n tra b a e n la zo n a caótica
e n los procesos h id ro d in ám ico s y tam b ién e n las oscilaciones q u e in d ica la figura, d o n d e la po b lació n e n el m o d elo flu ctú a
de circuitos electrónicos, d o n d e se m anifiestan com o u n ru i­ e rrá tic am e n te , tal com o o c u rre en la rea lid a d co n la d e los
do de baja frecu en cia que aparece ocasionalm ente. insectos.
C on base e n la clasificación p reced en te, e n el caso de la ecua­ H em os rep re sen ta d o en los recu ad ro s d e la figura IX. 3 algu­
ción logística, la variación del p a rá m etro K im plica u n a ru ta al nas de estas situaciones, que re sp o n d e n a u n valor específico
caos p o r d u p licació n de p eriodos, es decir, la cascada su b ar­ d e K. Así p a ra el de X = 1.01, la p o b lació n P q u e in icialm en te
m ónica. e ra de 0.6, dism inuye c o n el tiem po T, re p re se n ta d o e n el eje
Com o vemos, el papel de ií'es definir la com plejidad del com ­ horizontal, hasta llegar a cero: se extingue.
p o rta m ie n to , y resulta conveniente visualizar su efecto sobre la El rec u a d ro de X = 2 nos indica q u e p a ra este valor, después
evolución del sistem a m ed ia n te u n gráfico com o el de la figu­ de algunos ciclos c o n fluctuaciones la p o b lac ió n se h ace es­
ra IX .3 de la p ág in a siguiente, d o n d e re p re se n ta re m o s en el table.
eje vertical la población y e n el ho rizo n tal el valor de K. Para X = 3.3, la población oscila e n tre los dos valores 0.47943
y 0.82360, to m a n d o u n o de estos valores e n u n ciclo, y el o tro
e n el ciclo siguiente. Estos dos valores están adem ás re p re s e n ­
Donde a pa r e c e e l ca o s tados en el gráfico principal: si e n X = 3.3 trazam os u n a lín e a
vertical, ésta c o rta rá a las dos ram as de la curva b ifu rcad a, en
La figura m u estra el p a n o ra m a q u e e n c o n tró R. May c o n su los valores m en cio n ad o s de P.
m o d elo basado en la ecuación logística, d o n d e iba varian d o el D el m ism o m o d o , p a ra X = 3.4 se tie n e n cu a tro valores que
K p o r variación del sum inistro de alim ento. La figura r e p re ­ se re p ite n en los ciclos sucesivos, valores q u e c o rre sp o n d e n en
sen ta la po b lació n e n el eje vertical y el p a rá m e tro K e n el eje la curva p rincipal a las intersecciones de u n a lín e a vertical con
horizontal. las cu atro ram as. E n X = 3.7, hay tan to s valores distintos de P,
H alló así las bifurcaciones sucesivas q u e in d ic a n el a u m e n to q u e n o es posible h a lla r relació n alg u n a e n tre u n ciclo y el
d e las oscilaciones en l a p o b lació n de insectos, y q u e luego. siguiente; e n la curva p rincipal, u n a lín e a vertical p a sará p o r
m iles de intersecciones, m arcadas com o p u n to s e n las franjas
verticales. Se está e n la zona de caos d eterm inista. F inalm ente,
p a ra X = 4, se tie n e el caos co n infinitos valores posibles p a ra
cada ciclo.
H oy e n día, u n a de las p reg u n ta s que se p la n te a n los ecólo­
gos es la de averiguar si el c o m p o rtam ie n to q u e p re d ic e este
m o d elo se d a e n las poblaciones reales.
Las o p in io n es e n tre los biólogos sobre estas teo rías están
divididas: desde los q u e p ien sa n q u e la im previsibilidad in h e ­
re n te al caos d e te rm in ista es u n facto r m uy im p o rta n te p a ra
ex p licar la evolución de las especies, h asta los q u e c o n sid e ran
q u e las poblaciones reales no p u e d e n te n e r dinám icas caóticas
p o rq u e se e x tin g u irían , y q u e las investigaciones e n lab o ra to ­
rios y p o r sim ulación con co m p u ta d o ra se alejan d em asiado de
los casos q u e a p a re c en e n la naturaleza.
F ig u r a IX.3. Ésta n o es u n a tare a sencilla, p o rq u e e n los sistem as ecológi-

132 133
eos resu lta m uy difícil se p ara r los m últiples factores a m b ie n ­
tales, y tam p o c o se p u e d e n variar p a rá m etro s com o la tasa de
re p ro d u c c ió n p a ra ver cóm o varía su efecto.
D e todos m odos se h a n h e c h o ex p erien cias so b re p o b la­
ciones anim ales o vegetales aisladas e n el lab o rato rio , d o n d e sí
se p u e d e n alte ra r algunas condiciones, variando, p o r ejem plo,
la te m p e ra tu ra am b ien te p a ra acelerar el m etabolism o d e m os­
cas d e la ca rn e o de protozoarios.
Los estudios sobre estas pob lacio n es e x p e rim e n tale s revela­
ro n efectivam ente las transiciones q u e c o rre s p o n d e n a las
p rim e ra s bifurcaciones, p e ro sin u n a d u p licació n d e p e rio d o s
tan clara y n ítid a com o la q u e a p arece e n los sistem as físicos.
Lo q u e aparece inequívocam ente es la transición al caos.
El o tro m éto d o p o d ero so q u e se está utilizando p a ra el estu­
dio de la d in ám ica de poblaciones es la sim ulación p o r com ­
p u ta d o ra , e n la q u e los investigadores cre a n u n m o d e lo que
g e n e ra series d e datos q u e re p re se n ta n el tam a ñ o d e u n a p o ­
blación, a lo largo de m uchas generaciones. Este es u n m u n d o
im aginario, d o n d e el investigador especifica a v o lu n ta d los fac­
tores q u e g o b ie rn a n al sistem a, y luego los analiza u sa n d o los
m éto dos q u e se aplican a los sistem as vivientes reales.
Este m éto d o m atem ático p e rm ite c o n stru ir u n espacio d e las
fases co n tantas dim ensiones com o variables in d e p e n d ie n te s
están e n ju e g o , y b uscar atracto res ex trañ o s, que, si ap a re c en ,
son u n a evidencia de q u e se está a n te u n sistem a d in ám ico n o
lineal, determ inista.
lin a de las dificultades que se p re se n ta n es q u e cada especie
u su alm en te in te rac tú a con m uchas otras, y p a ra cada u n a d eb e
agregarse u n a variable o dim ensión, d e m o d o q u e hay q u e tra­
b ajar con espacios de las fases m u ltid im en sio n ales, d o n d e es
m uy fácil c o n fu n d ir fluctuaciones estadísticas c o n la p rese n c ia
de atractores.
Se h a aplicado el m éto d o a casos com o los de las epidem ias
de saram pión en N ueva York aparecidas d u ra n te u n p erio d o de
40 años, y éste reveló la p resen cia de u n a tra cto r trid im e n sio n ­
al e n u n espacio de cuatro dim ensiones.

134
R it m o s e n l o s o r g a n is m o s v iv o s

Los m éto d o s m atem áticos se h a n aplicado tam b ié n a la bús­


q u e d a de evidencias de caos d e te rm in ista en la d in ám ic a de
organism os individuales, es decir, en los procesos fisiológicos y
neu ro b io ló g ico s rítm icos, lo q u e p e rm ite q u e se les p u e d a
estudiar com o conjuntos de osciladores q u e sé influ en cian m u­
tu a m e n te y q u e tie n e n ciclos de rea lim e n ta c ió n con u n a d in á ­
m ica n o lineal.
U n caso m uy estudiado es el de los ritm os cardiacos, q u e po­
d ría arro jar luz sobre las arritm ias y sobre la in te rp re ta c ió n de
los electro card io g ram as antes y después de u n a ta q u e car­
diaco.
El biofísico R. C o h én hizo u n a sim ulación p o r c o m p u ta d o ra
d e los ritm os cardiacos y co m p ro b ó q u e e n el p re lu d io d e u n
in farto aparece u n a b ifurcación de p erio d o s d e latido. Esto se
ex plicaría c o n sid e ran d o que los pulsos eléctricos q u e fu erz a n
a las fibras m usculares de los ventrículos a c o n tra erse y b o m ­
b e a r así la sangre, o b ra n com o u n sistem a o scilador c o n u n
p e rio d o regular. Si p o r alg u n a p ato lo g ía aparece u n a alte ra ­
ción del p e rio d o de oscilación de los pulsos eléctricos d e u n
g ru p o de fibras, estas dos oscilaciones d iferen tes co m b in ad as
p u e d e n e n tra r e n la situación q u e exam inam os p a ra dos p é n ­
dulos acoplados, co n u n a cascada de bifurcaciones de p e rio d o
2T, 4 T ..., hasta paralizar el corazón.
Es claro q u e a q u í se tra ta de u n efecto q u e a p a re c e e n u n a
sim ulación p o r c o m p u ta d o ra y que no es fácil o b te n e r datos
e x p erim en tales de u n infarto, p ues m édicos y p acien tes están
b astan te ocu p ad o s c o n tra ta r de su p e ra r el tran ce. D e m o d o
q u e lo m ás cercan o al fen ó m e n o real es h a c e r m ed icio n es e n
u n laboratorio.
E n 1980, el fisiólogo L. Glass inició u n a serie d e e x p e rie n ­
cias c o n células del co razó n de em b rio n es de pollo. Éstas, en
u n m ed io d e cultivo, siguen p u lsa n d o e s p o n tá n e a m e n te a u n
ritm o de 60 a 120 latidos p o r m in u to , y son así u n oscilador
n a tu ra l. Si se in tro d u c e u n m ic ro ele ctro d o en esa m asa d e cé­
lulas se les p u e d e aplicar ch o q u es eléctricos perió d ico s, de
m o d o q u e a h o ra se tien e u n sistem a oscilatorio con dos ritm os
acoplados, u n o in trín seco y o tro forzado. Este ú ltim o se p u e d e
variar, de m o d o que se observa cóm o varía el latid o cardiaco

135
a p a re c ie n d o p erio d o s 2T, luego 47^ y tam b ién situaciones to­ E n p a rticu la r resu lta atractivo p a ra los econom istas in te n ta r
talm en te irregulares, caóticas que sugieren u n a fibrilación. a u m e n ta r su capacidad d e p red ic ció n de los m ercad o s fin a n ­
O tra aplicación a p arece en la neurofisiología, d o n d e se h a cieros. Al fin y al cabo, los m ercad o s financieros y las e c o n o ­
analizado la co m p lejidad d inám ica de los e le c tro e n c efa lo g ra ­ m ías de las naciones son sistem as dinám icos c o n m ecanism os
m as (e e g ) q u e reg istran la actividad ce re b ral de seres h u m a ­ de realim en tació n y de au to rreg u lació n . Sabem os q u e si se ele­
nos realizan d o diversas tareas com o, p o r ejem plo, c o n ta r des­ va el p rec io de u n p ro d u c to d e m a n e ra excesiva, la d e m a n d a
d e 700 h acia atrás de 7 e n 7. Se c o m p u tó la d im e n sió n fractal dism inuye y el precio d e b e rá caer. De m o d o q u e tam b ié n aq u í
d el a tra cto r q u e aparece al re p re s e n ta r e n el espacio de las fa­ se p u e d e in te n ta r h a c e r u n m o d elo basado e n la ecu ació n
ses el c o n ju n to de las oscilaciones registradas p o r los e e g , h a­ logística:
llan d o q u e pasa del valor básico de 2-3 a u n valor de a lre d e d o r F,,,=AxF,(l-F,)
de 2.9 c u a n d o el sujeto está h a c ie n d o el esfuerzo d e c o n ta r
h acia atrás. La conclusión a q u e se llegó es q u e las form as de D onde llam arem os F¡ a u n precio en el día, m es o m o m e n to t,
e e g de m ayor d im en sió n fractal, o sea m ás com plejas, co rres­ A a la tasa d e au m en to , y +1 al p recio en el tiem p o siguiente.
p o n d e n a u n estado m en tal m ás alerta. C om o h em o s visto a n te rio rm e n te , las p ro p ie d a d e s d e esta
P ero todos estos estudios fisiológicos y neu ro ló g ico s p re se n ­ ecu ació n m atem ática nos in d ic a n q u e p a ra A m e n o r q u e 3,
ta n el m ism o flanco débil q u e el de las po b lacio n es anim ales: después de cierto tiem p o el p recio P será estable, y q u e si A es
lo difícil q u e resu lta aplicar estas teorías a los casos reales que m ayor que 3, se te n d rá n fluctuaciones periódicas e n el precio,
a p a re c e n e n la naturaleza, y q u e son m uchísim o m ás co m p le­ con ciclos dobles q u e oscilan e n tre dos valores al p rin cip io ,
jo s q u e los m odelos que se p u e d e n p la n te a r con u n a co m p u ta ­ p a ra pasar luego a cuatro, y así sucesivam ente h asta q u e p a ra A
dora. a ú n m ayores, el valor de P p u e d e te n e r c o m p o rtam ie n to s in ­
Las dificultades p a ra la aplicación d e estos m éto d o s de estu­ usuales, tales com o n o repetirse nunca, es decir ser caóticos. En
dio son reco n o cid as p o r R. May, q u ien , sin em b arg o , lo p ro ­ tal situación, u n gráfico de los valores de P p u e d e ser fácilm en­
m ueve d esd e hace veinte años basándose e n el h e c h o d e que te co n fu n d id o con u n a serie d e n ú m ero s g en erad o s al azar.
ta n to las pob lacio n es com o los procesos biológicos están go­ E n los últim os años varios gru p o s de investigación e n c a ra ­
b e rn a d o s p o r m ecanism os n o lineales, y que, p o r lo tan to , d e ­ ro n este p ro b le m a d e aplicar el e n fo q u e que utiliza la física de
b ie ra n p re s e n ta r c o m p o rtam ie n to s caóticos adem ás de los cí­ los sistem as dinám icos n o lineales al cam po de la econom ía.
clicos estables. El m ás conocido es el q u e se n u cleó e n el Santa Fe Institute,
P arece todavía m uy p re m a tu ro p ro n u n c ia rse so b re el resul­ e n N uevo M éxico, d o n d e en 1987, tres g an ad o res del p rem io
tado final. E v id en tem en te es necesario seguir p e rfe c c io n a n d o N obel (el econom ista K en n eth A rrow y los físicos M urray Gell-
las técnicas de aplicación de u n m éto d o que, al fin y al cabo, es M ann y P hilip A n d erso n ) re u n ie ro n a econom istas, físicos,
m uy rec ien te , antes de p o d e r d e te rm in a r hasta d ó n d e estas biólogos y especialistas en co m p u tació n p a ra e m p e z a r u n p ro ­
teorías sobre las transiciones e n tre o rd e n y caos constituyen la g ram a de investigación sobre la e c o n o m ía co n sid e rad a com o
explicación de la dinám ica de los seres vivientes. u n sistem a dinám ico com plejo.
Ellos h a n lo g rad o co n stru ir m odelos d e c o m p u ta d o ra d e la
e c o n o m ía en los q u e los inversores son, a su vez, p ro g ram as de
C ic l o s e c o n ó m ic o s c o m p u ta d o ra capaces de re c o n o c e r pautas de variación e n los
p recios y d e a c tu a r e n consecuencia, y q u e adem ás a p re n d e n
T am b ién en el cam po de las ciencias sociales se está tra b a ­ co n la experiencia. El resultado de esta sim ulación p o r c o m p u ­
ja n d o in te n s a m e n te e n la ap licación d e estos novedosos c o n ­ ta d o ra com ienza a acercarse a lo q u e se observa e n las e c o n o ­
ceptos. m ías reales.

136 137
a p a re c ie n d o p erio d o s 2T, luego 47^ y tam b ién situaciones to­ E n p a rticu la r resu lta atractivo p a ra los econom istas in te n ta r
talm en te irregulares, caóticas que sugieren u n a fibrilación. a u m e n ta r su capacidad d e p red ic ció n de los m ercad o s fin a n ­
O tra aplicación a p arece en la neurofisiología, d o n d e se h a cieros. Al fin y al cabo, los m ercad o s financieros y las e c o n o ­
analizado la co m p lejidad d inám ica de los e le c tro e n c efa lo g ra ­ m ías de las naciones son sistem as dinám icos c o n m ecanism os
m as (e e g ) q u e reg istran la actividad ce re b ral de seres h u m a ­ de realim en tació n y de au to rreg u lació n . Sabem os q u e si se ele­
nos realizan d o diversas tareas com o, p o r ejem plo, c o n ta r des­ va el p rec io de u n p ro d u c to d e m a n e ra excesiva, la d e m a n d a
d e 700 h acia atrás de 7 e n 7. Se c o m p u tó la d im e n sió n fractal dism inuye y el precio d e b e rá caer. De m o d o q u e tam b ié n aq u í
d el a tra cto r q u e aparece al re p re s e n ta r e n el espacio de las fa­ se p u e d e in te n ta r h a c e r u n m o d elo basado e n la ecu ació n
ses el c o n ju n to de las oscilaciones registradas p o r los e e g , h a­ logística:
llan d o q u e pasa del valor básico de 2-3 a u n valor de a lre d e d o r F,,,=AxF,(l-F,)
de 2.9 c u a n d o el sujeto está h a c ie n d o el esfuerzo d e c o n ta r
h acia atrás. La conclusión a q u e se llegó es q u e las form as de D onde llam arem os F¡ a u n precio en el día, m es o m o m e n to t,
e e g de m ayor d im en sió n fractal, o sea m ás com plejas, co rres­ A a la tasa d e au m en to , y +1 al p recio en el tiem p o siguiente.
p o n d e n a u n estado m en tal m ás alerta. C om o h em o s visto a n te rio rm e n te , las p ro p ie d a d e s d e esta
P ero todos estos estudios fisiológicos y neu ro ló g ico s p re se n ­ ecu ació n m atem ática nos in d ic a n q u e p a ra A m e n o r q u e 3,
ta n el m ism o flanco débil q u e el de las po b lacio n es anim ales: después de cierto tiem p o el p recio P será estable, y q u e si A es
lo difícil q u e resu lta aplicar estas teorías a los casos reales que m ayor que 3, se te n d rá n fluctuaciones periódicas e n el precio,
a p a re c e n e n la naturaleza, y q u e son m uchísim o m ás co m p le­ con ciclos dobles q u e oscilan e n tre dos valores al p rin cip io ,
jo s q u e los m odelos que se p u e d e n p la n te a r con u n a co m p u ta ­ p a ra pasar luego a cuatro, y así sucesivam ente h asta q u e p a ra A
dora. a ú n m ayores, el valor de P p u e d e te n e r c o m p o rtam ie n to s in ­
Las dificultades p a ra la aplicación d e estos m éto d o s de estu­ usuales, tales com o n o repetirse nunca, es decir ser caóticos. En
dio son reco n o cid as p o r R. May, q u ien , sin em b arg o , lo p ro ­ tal situación, u n gráfico de los valores de P p u e d e ser fácilm en­
m ueve d esd e hace veinte años basándose e n el h e c h o d e que te co n fu n d id o con u n a serie d e n ú m ero s g en erad o s al azar.
ta n to las pob lacio n es com o los procesos biológicos están go­ E n los últim os años varios gru p o s de investigación e n c a ra ­
b e rn a d o s p o r m ecanism os n o lineales, y que, p o r lo tan to , d e ­ ro n este p ro b le m a d e aplicar el e n fo q u e que utiliza la física de
b ie ra n p re s e n ta r c o m p o rtam ie n to s caóticos adem ás de los cí­ los sistem as dinám icos n o lineales al cam po de la econom ía.
clicos estables. El m ás conocido es el q u e se n u cleó e n el Santa Fe Institute,
P arece todavía m uy p re m a tu ro p ro n u n c ia rse so b re el resul­ e n N uevo M éxico, d o n d e en 1987, tres g an ad o res del p rem io
tado final. E v id en tem en te es necesario seguir p e rfe c c io n a n d o N obel (el econom ista K en n eth A rrow y los físicos M urray Gell-
las técnicas de aplicación de u n m éto d o que, al fin y al cabo, es M ann y P hilip A n d erso n ) re u n ie ro n a econom istas, físicos,
m uy rec ien te , antes de p o d e r d e te rm in a r hasta d ó n d e estas biólogos y especialistas en co m p u tació n p a ra e m p e z a r u n p ro ­
teorías sobre las transiciones e n tre o rd e n y caos constituyen la g ram a de investigación sobre la e c o n o m ía co n sid e rad a com o
explicación de la dinám ica de los seres vivientes. u n sistem a dinám ico com plejo.
Ellos h a n lo g rad o co n stru ir m odelos d e c o m p u ta d o ra d e la
e c o n o m ía en los q u e los inversores son, a su vez, p ro g ram as de
C ic l o s e c o n ó m ic o s c o m p u ta d o ra capaces de re c o n o c e r pautas de variación e n los
p recios y d e a c tu a r e n consecuencia, y q u e adem ás a p re n d e n
T am b ién en el cam po de las ciencias sociales se está tra b a ­ co n la experiencia. El resultado de esta sim ulación p o r c o m p u ­
ja n d o in te n s a m e n te e n la ap licación d e estos novedosos c o n ­ ta d o ra com ienza a acercarse a lo q u e se observa e n las e c o n o ­
ceptos. m ías reales.

136 137
P ero al igual q u e lo q u e vimos p a ra las aplicaciones d e u n a
ecu ació n del m ism o tipo a los sistem as ecológicos y a los orga­
nism os vivos, la realid ad eco n ó m ica es m uchísim o m ás com-
pleja, afectada p o r los constantes cam bios en la sociedad, y el
precio de cada p ro d u cto está vinculado al de m uchos otroL
Así, es posible q u e los efectos de caos d e te rm in ista q u e apa­
re c e n en estos m odelos m atem áticos n o estén p rese n tes en
u n a e c o n o m ía real, y q u e sea ig u alm en te válido seg u ir descri­
b ien d o la e c o n o m ía m ed ia n te procesos lineales con datos que
tie n e n u n im p o rta n te c o m p o n e n te de “ru id o ”, o sea d e fluc­
tuaciones al azar.
P ara d e c id ir q u é en fo q u e es el m ás ad ecu ad o , hay q u e uti-
lizar los casos reales, que son m uy difíciles de aplicar p o rq u e se
re q u ie re n larguísim os co n ju n to s d e datos, y aquéllos c o n los
que se c u e n ta e n g en eral son escasos, adem ás de te n e r u n fu e r­
te c o m p o n e n te de ruido.
P ero e n los últim os años se h a n in v en tad o nuevas técnicas
de análisis estadístico q u e son capaces de d istin g u ir e n tre las
fluctuaciones debidas al azar y las q u e p u e d e n ex h ib ir u n a re ­
gu larid ad si se les exam ina adecu ad am en te.
La id ea básica es que los sistem as com plejos p u e d e n revelar
su e s tru c tu ra si se tra d u c e n los datos a u n espacio d e las fases
con u n n ú m e ro ap ro p iad o de dim ensiones.
Estos m éto d o s se h a n aplicado con resultados a le n tad o re s a
los estudios sobre poblaciones y otros sistem as biológicos, so­
b re fluidos tu rb u le n to s, y a h o ra tam b ién p a ra estos m odelos
económ icos. E n tre los m ás p o d ero so s figura el de los algorit­
m os q u e utilizan u n a sola m a g n itu d (población, te m p e ra tu ra ,
p recio , o lo q u e sea que nos b rin d e u n a serie su fic ie n tem e n te
larga de datos) to m ad a a intervalos d e tiem po regulares.
E n su fo rm a m ás elem ental, esta serie tem p o ral es u n a lista
de cifras q u e re p re se n ta n los datos exp erim en tales, p o r ejem ­
plo, u n a po b lació n de bacterias m ed id a cada hora;

0.453; 0.671; 0.632; 0.661; 0.702; 0.799; 0.530; 0 .5 0 1 ,...

D eseam os c o m p ro b ar si aparece u n atractor e n u n espacio de


las fases q u e ten g a com o m ín im o tres dim ensiones. P o r todo
lo q u e h em os visto hasta aquí, se re q u ie re e n to n c e s re p re s e n ­
tar las m ed icio n es de tres variables in d e p e n d ie n te s, p e ro los

138
datos q u e disp o n em o s sólo nos d a n in fo rm ació n so b re u n a
variable. ¿Hay solución p a ra esta situación?
Los m atem áticos D. R uelle y N. P ackard h a lla ro n u n tru co
q u e resuelve el p roblem a, y F. Takens logró d e m o stra r q u e este
artificio es m atem áticam en te correcto.
El m éto d o consiste en fab ricar otras dos series co n los m is­
m os valores de la m edición, p e ro desplazados en el tiem po.
L lam an d o Xj, X¿, X3,... a los sucesivos valores o b ten id o s, se
construyen las seudoseries:

El = Xg, Eg= ^3’ = ■4v •


Zj = X3, Z2 = X4, Z3 = Xs,...

O sea que, e n lu g ar de u n a sola serie tem p o ral, se tie n e n la


orig in al X y dos copias desplazadas u n o y dos lugares e n el
tiem po, Y y Z:

X = 0.453, 0.671, 0.632, 0.661, 0.702, 0.799, 0.530, 0.501,...

/ / / / / / /
E= 0.671, 0.632, 0.661, 0.702, 0.799, 0.530, 0 .5 0 1 ,...

Z= 0.632, 0.661, 0.702, 0.799, 0.530, 0 .5 0 1 ,...

De m odo que para el tiem po í = 1 se rep resen ta e n u n espacio


de las fases trid im en sio n al el p u n to X = 0.453, E = 0.671, Z =
0.632; p a ra í= 2, el p u n to X = 0.671, E= 0.632, Z = 0.661, y así
sucesivam ente.
Si el resu ltad o es q u e los p u n to s q u e d a n ag ru p a d o s e n u n a
reg ió n lim itad a fo rm a n d o u n atractor, esto es indicio d e que
hay u n a reg u larid ad , algún c o m p o rta m ie n to p erió d ico . Si, e n
cam bio, q u e d a n esparcidos m ás o m enos u n ifo rm e m e n te p o r
to d o el espacio de las fases, p u e d e tratarse d e u n fe n ó m e n o
aleatorio, o p u e d e ser q u e se re q u ie ra u n espacio d e m ás di­
m ensiones d o n d e sí aparezca u n atractor.
Es claro q u e cu a n to m ás elevado sea el n ú m e ro d e d im e n ­
siones necesario, tan to m ás d u d o sa resu lta la p rese n c ia de u n
atractor.
U n a de las dificultades en la aplicación d e estos m éto d o s
rad ica e n q ue, incluso p a ra sistem as dinám icos com o los flui-

139
dos tu rb u le n to s n o es fácil d isc e rn ir cuáles son las variables
p e rtin en te s. Esto vale todavía más p a ra los sistem as q u e se estu­
d ian en cam pos alejados de la física, d o n d e es a ú n m ás difícil
d e te rm in a r la dim ensión del espacio de las fases.

X. O rden, caos y com plejidad


en las m atem áticas

H em o s visto algunas de las sorp ren d en tes cualidades de la ecua­


ción logística descubiertas c u a n d o R. May la aplicó al cam po
de la biología y q u e causaron que m uchos m atem ático s co­
m en z a ra n a estudiarla en detalle h a c ie n d o largos cálculos con
sus com putadoras. Se trata de u n nuevo m o d o de investigar las
leyes de las m atem áticas que difiere de los planteos d o n d e todo
el c o n o c im ie n to se alcanza m e d ia n te pasos lógicos d e n tro de
u n m arco abstracto y no m ed ia n te exp erim en to s. G racias a las
c o m p u tad o ras se hace hoy ex p erim en tació n m atem ática y esto
es p a rtic u la rm e n te así e n la q u e se aplica a la din ám ica p o r el
p ap el que d e sem p e ñ an e n ella los procesos iterativos.

La e c u a c ió n l o g ís t ic a rev ela
UN MUNDO MUY COMPLEJO

U n a ecu ació n sim ple com o la logística revela aspectos insos­


p ec h ad o s h asta q u e se h a c en varios m illones de cálculos q u e
in d ican u n a relación m uy ín tim a e n tre la d inám ica de sistem as
com plejos y la e stru c tu ra del sistem a de n ú m ero s. D esde el
m o m e n to en q u e las iteracio n es p a ra este tipo de ecuaciones
revelan u n a sensibilidad a los valores iniciales se c o m p ru e b a
q u e n o sólo los sistem as del m u n d o físico p u e d e n ser a la vez
determ inistas e im predecibles sino q u e tam b ién es así en estos
sistem as del m u n d o m atem ático.
S o lam en te se p o d ría elim in ar esa im posibilidad de p re d e c ir
u n resu ltad o a largo plazo si se m idiese con in fin ita p recisión
e n el m u n d o físico o si e n el m u n d o m atem ático se calculase

140
F ig u r a X .l.

utilizando todos los infinitos dígitos de los q u e están form ados


la m ayoría de los núm eros.
E xam inem os a h o ra los asom brosos resultados que pro v ien en
de h a c e r cálculos co n la ecuación logística p a ra u n K m ayor
q u e 3.5 d o n d e aparece el c o m p o rtam ie n to com plejo (véase la
figura X .l). Vemos q u e el p e rio d o T se bifurca e n cascada cada
vez m ás ráp id o al a u m e n ta r K, y q u e la distancia e n tre los va­
lores c o rre sp o n d ie n te s de X se va h a c ie n d o cada vez m enor.
E n u n a zona a p a rtir de X = 3.57 se tie n e p a ra cada valor cre­
cien te de X sucesivam ente 1 024, 2048, 4 0 9 6 ,... perio d o s, y h a­
ría falta u n m icroscopio p a ra d istin g u ir la e s tru c tu ra fo rm a d a
p o r los puntos.
O tra p ro p ie d a d n o tab le es la de “re n o rm a liz a c ió n ”, descu­
b ierta p o r M. F eigenbaum en la d é c ad a d e 1970: p a ra bifu rca­
ciones su ficien tem en te altas, p o r ejem plo con 2 048 p erio d o s,
si éstos se vuelven a b ifu rcar a 4 096 re p ite n la e stru c tu ra de los
2 048, siem p re y cu a n d o se re p re se n te n con u n a u m e n to m uy
preciso en las escalas; el au m e n to e n X d e b e ser 4.66920166...
y el a u m e n to e n X d e b e ser 2.502908... Estos n ú m e ro s d e Fei­
g e n b a u m son universales, com o n, p o rq u e la m ism a e stru c tu ra
de b ifurcaciones en cascada y los m ism os n ú m ero s de F eig en ­
b au m a p a re c en tam b ién en otras ecuaciones siem pre y c u a n d o
sean funciones continuas de X y con u n solo m áxim o.
Las bifurcaciones e n cascada y los n ú m ero s d e F eig en b au m
ap arecen n o sólo en los cálculos que h acen los m atem áticos con

141
sus com putadoras, sino tam bién cu ando se re p re se n ta n m ate­
m áticam en te m uchos co m p o rtam ien to s de la naturaleza.
R ep resen tem o s e n u n a gráfica m ás detallad a la variación de
X e n fu n ció n de K (véase la figura X .2). V erem os q u e m ás allá
de las bifurcaciones, p a ra K e n tre 3.55 y 4 a p a re c en franjas ver­
ticales cubiertas de p u n to s q u e c o rre sp o n d e n a los infinitos
lugares d o n d e p o d ría estar el sistem a p a ra u n valor d e K, de
m o d o q u e si la c o m p u ta d o ra arroja u n valor c o rre sp o n d ie n te a
u n p u n to X = 0.57739, p o r ejem plo, el siguiente estará en
alg ú n lu g ar e n tre los extrem os su p e rio r e in fe rio r de la franja
oscura, y esto es to d o lo que p o d em o s a n tic ip a r h asta q u e la
c o m p u ta d o ra nos revele el resultado del nuevo cálculo.
Más allá de X = 4 los resultados n o m u estra n e stru c tu ra algu­
n a e n tre X = 0 y X = l . De m o d o q u e los p u n to s son, en esta
zona, indistinguibles de los que se h u b ie ra n p o d id o m arc ar p o r
azar a rro ja n d o dados, a pesar de que estam os u tilizan d o u n a
ecuación m atem ática p e rfe c ta m e n te determ inista.
N o p odem os atrib u ir esta im posibilidad de p red e c ir a la exis­
ten cia de factores desconocidos, p o rq u e la ecu ació n n o tien e
n in g u n a am b ig ü ed ad . El m otivo es q u e com o h em o s visto, n o
p o d em o s m e d ir ni re p re s e n ta r u n estado p re se n te co n p re ­
cisión infinita, y si b ien esta lim itación n o es im p o rta n te en
m uchas situaciones, a h o ra p ercibim os q u e a b u n d a n los com ­
p o rta m ie n to s n o lineales, d o n d e causas insignificantes que
p en sáb am o s n o afectarían a u n sistem a d inám ico, p ro d u c e n
efectos tan d e s p ro p o rc io n a d a m e n te g ran d es q u e cam b ian su
co m p o rtam ie n to de m an e ra im previsible.
P odem os c o n sid e rar q u e la reg ió n desde K = 3.55 y X = 4
c o rre sp o n d e a la co m plejidad y, a p a rtir de X = 4, al caos con
p u n to s q u e llen an to d o el espacio.

Ven ta n a s q u e s o n c o m o isla s e n u n m a r c a ó t ic o

E n la zo n a de co m plejidad se p u e d e n observar curvas m ás os­


curas, q u e evidencian u n a m ayor c o n c e n tra c ió n d e p u n to s, o
sea, m ayor p ro b a b ilid a d de e n c o n tra r el sistem a, y adem ás
algo especialm ente significativo: obsérvese q u e hay bandas ver­
ticales blancas intercaladas, cruzadas p o r unas pocas líneas. És­
tas rec ib en el n o m b re de ventanas, e in d ic a n el reg reso a u n

142
F i g u r a X.2.
c o m p o rta m ie n to cíclico regular, d o n d e a p a re c e n dos o tres
p erio d o s d iferentes. Tales intervalos con pocas frecu en cias de
oscilación son llam ados de interm itencia.
Si se e x am in a u n a v e n ta n a de tres p e rio d o s com o la de
K = 3.83 c o n m ejo r d efinición, es decir, c o n m ás cálculos
de c o rn p u ta d o ra y se re p re se n ta la zona c e n tra l q u e h em os
e n c e rra d o e n el re c u a d ro A de la figura X.2, e n u n a escala
am plificada, nos en co n tram o s con o tra gran sorpresa: el p e rio ­
do vuelve a bifurcarse, y así inicia u n a cascada c o n d u p lica­
ciones sucesivas de 6, 12, 24, 48,... re p itie n d o e n m in ia tu ra el
esq u em a original, con ventanas que a su vez vuelven a m o strar
b ifurcaciones e n cascada (re c u a d ro B), e n las q u e hay otras
ventanas c o n sus propias cascadas y así tantas veces com o se
desee c o n tin u a r e x p lo ra n d o este universo desconocido.
Se tie n e así el m ism o fen ó m e n o de auto sem ejan za q u e h a ­
bíam os e n c o n tra d o en las figuras fractales.

C o n ju n t o s de Mandelbrot y p l a n o s c o m p l e jo s

Volvemos en to n c e s al c o n c ep to de la g e n e ra c ió n d e los frac-


tales m ed ia n te el proceso de iteración. C u an d o el m atem ático
B. M a n d elb ro t revisó los trabajos de G astón Julia, u n discípulo
de H. P oincaré, sobre cálculos iterativos con n ú m ero s co m p le­
jo s, decidió q u e éstos in d ic a b an u n cam ino p a ra c o n stru ir las
figuras fractales a p a rtir de ecuaciones m atem áticas.
Es necesario a q u í pasar revista al co n cep to de n ú m e ro com ­
plejo. C om o sabem os hay varias clases de n ú m ero s, lla m á n d o ­
se n ú m ero s n atu rales a los m as básicos y elem entales: 0, 1 , 2,
3 ... Estos se p u e d e n su m ar o m u ltip licar p a ra p ro d u c ir otros
n ú m ero s naturales. P ero si se q u iere resta r con u n m éto d o sis­
tem ático, es c o n v en ien te in tro d u c ir los n ú m e ro s negativos - 1 ,
- 2 ,- 3 ,...
H asta a q u í disponem os sólo de n ú m ero s enteros, y esto p u e ­
de c re a r p ro b lem as c u a n d o tratam os de dividir u n e n te ro p o r
o tro, de m o d o que n ecesitarem os las fracciones o n ú m e ro s ra ­
cionales 1 /2 , —1 /2 , 1 /3 , - 1 / 3 , 3 /2 , - 3 / 2 ,... y los n ú m e ro s
irracionales, q u e req u ie re n infinitos dígitos p ara ser expresados,
com o 71, y V2^.
Todos estos diversos tipos de n ú m e ro s fo rm a n el sistem a de

144
n ú m e ro s reales. P ero q u e d a a ú n u n a lim itación: si se desea
o b te n e r la raíz c u a d ra d a de u n n ú m e ro , sólo se p u e d e h a c e r
c o n los q u e son positivos; así, la raíz de 9 es 3, q u e m u ltip lica­
d o p o r sí m ism o re g e n e ra el 9, p e ro la raíz de - 9 n o existe, ya
q u e - 3 X - 3 tam b ién d a 9. Las raíces cuadradas de n ú m e ro s n e ­
gativos se d e n o m in a ro n , en co n secuencia, n ú m e ro s “im agi­
n a rio s” p a ra d iferenciarlos de los “reales”, p e ro com o resu lta
su m a m e n te co n v en ien te utilizarlos p a ra los cálculos, se resol­
vió la dificultad “in v en ta n d o ” u n a raíz c u a d ra d a llam ad a i p a ra
el n ú m e ro negativo —1. R esulta e n to n ces = -1 y n o nos p re o ­
cuparem os p o r la n atu raleza m atem ática de i. C om o c u a lq u ier
n ú m e ro negativo, - a se p u e d e escribir com o - 1 x a, su raíz
c u ad rad a, se p u e d e escribir com o x , o sea
C on este su b terfu g io se p u e d e c o n sid e rar así a estos n ú m e ro s
tan reales com o los “reales”, lo g rán d o se u n a m ayor versatili­
d a d p a ra el sistem a n um érico.
F in alm en te, si com binam os n ú m e ro s “reales” c o n “im ag in a­
rios” resulta u n n ú m e ro que llam arem os com plejo, n o p o rq u e
sea com plicado, sino p o rq u e tie n e varios c o m p o n e n tes. U n
n ú m e ro com plejo es de la form a:

Z= X + iY

D o n d e X e Y son n ú m e ro s o rd in a rio s reales, e i es la raíz cua­


d ra d a de —1 .
S im ilarm ente a los n ú m e ro s reales, se p u e d e visualizar los
n ú m ero s com plejos re p re se n tá n d o lo s m e d ia n te u n gráfico en
u n sistem a de co o rd en ad as, p e ro e n u n p lan o com plejo, d o n ­
d e el eje vertical es iY, y el h o riz o n tal es X El p u n to Z se ubica
e n la intersección de las líneas paralelas a los dos ejes q u e p a r­
te n del valor de X y d el de iY (figura X .3 ).
Los n ú m ero s com plejos tie n e n su p ro p ia aritm ética, álgebra
y análisis, y al graficar el resu ltad o d e h a c e r o p e ra c io n e s m a­
tem áticas co n ellos, se d e scu b re n aspectos de g ran im p o rta n ­
cia y e x tra ñ a belleza.
M a n d e lb ro t p a rtió de u n a o p e ra c ió n iterativa m uy sim ple:
asignar u n valor inicial a la variable com pleja Z, elevarla al cua­
d ra d o y sum arle u n n ú m e ro co n stan te q u e llam arem os C:

Z=Z^+C

145
F ig u r a X.3.

El Z así o b te n id o se vuelve a elevar al cu a d ra d o y se le sum a


el m ism o C, y así sucesivam ente, o p e ra c ió n q u e re q u ie re de
u n a c o m p u ta d o ra p a ra d escu b rir sus p ro p ie d a d es, p u es éstas
se p o n e n d e relieve c u an d o aparece e n la p an talla el resultado
graficado e n el p lan o com plejo (figura X .4). La fig u ra e n for-

O
co
)
E
o
ti:
cO
ü_

F ig u r a X.4.

146
m a de corazón, llam ada “c o n ju n to de M a n d elb ro t” re p re se n ta
a todos los valores de Z que n o llegarían a te n e r u n valor infini­
to a u n q u e se h icieran infinitas iteraciones. R o d e a n d o la figura
están todos los p u n to s q u e sí tie n d e n a u n valor in fin ito a m e­
did a que se van h acien d o cada vez m ás iteraciones.
La fro n te ra e n tre am bas zonas tie n e p ro p ie d a d es de autose-
m ejanza y u n a com plejidad tan g ran d e que sólo se p u e d e cap­
tar c u a n d o se instruye a la c o m p u ta d o ra p a ra que las som bree
e n distintos tonos de gris, o m ejo r a ú n en distintos colores, se­
g ú n las distintas velocidades con q u e va c re c ie n d o Z al iterar.
H ay u n libro clásico p a ra a d m irar estas figuras, The Beauty of
Fractals, de H. P eitgen y R Richter, y program as de c o m p u ta d o ­
ra com o el Fractint, q u e h a n divulgado la belleza de dichas fo r­
mas, e n las q u e cada c o n ju n to de M a n d elb ro t tie n e adosadas
figuras sim ilares m ás p eq u e ñ as q u e observadas c o n la am plifi­
cación d e la c o m p u ta d o ra com o si fu e ra u n m icroscopio se
re p ite n y re p ite n e n fo rm a autosem ejante.
Si se sigue a u m e n ta n d o la am plificación, a p a re c en otras fo r­
m as características, q u e p a re c e n d e n d ritas, to rb ellinos, colas
de caballos de m ar, que a su vez se re p ite n e n detalles cada vez
m ás m icroscópicos, proceso que n o tien e fin, ya q u e se p o d ría
ite ra r infinitas veces y, adem ás, variando la co n stan te C se p u e ­
de te n e r u n a variedad in finita de form as (véase la fig u ra X .5).
A un el observador m ás e x p e rim e n tad o n o deja de adm irarse
a n te este proceso, m ed ia n te el cual p a rtie n d o de u n a ecuación
sim ple se llega p o r iteració n a u n resultado co n estructuras tan
e x tra o rd in a ria m e n te com plejas, lo q u e re c u e rd a al resu ltad o
de ite ra r la ecu ació n logística. En rea lid a d hay algunos aspec­
tos sem ejantes e n tre am bas exp resio n es m atem áticas, q u e lle­
van a c o n sid e rar q u e la ecuación d e M a n d elb ro t es la versión
e n variables com plejas de la ecu ació n logística, d o n d e a h o ra ,
e n lu g ar de la variable X se aplica la Z, y en lu g ar d el facto r de
crecim iento X la co n stan te C.
Así com o re p re s e n ta n d o g ráficam ente la variación d e X al
a u m e n ta r K se o btuvieron las so rp re n d e n te s form as de la figu­
ra X.2, la rep re sen ta ció n de Z al ir variando C p ro d u c e estas fi­
guras de M andelbrot. E n am bos casos se tien e u n a re g ió n “o r­
d e n a d a ” con valores estables, q u e es la reg ió n p a ra K m e n o r
q u e 3 e n la ecu ació n logística, c o rre sp o n d ie n te al in te rio r del
c o n ju n to de M andelbrot. La zona de “caos”, p a ra K m ayor que

147
. ■■ ^-m

y: :*^'4^


', i'
. '.’ Clí

i£ ' ^ ;-j.^ Sí. '^ y

fcr- = ^ ' -: - > .. ’ ■' '


^,’T ^
.: A
F i g u r a X .5 .
4 en el p rim e r caso se p u e d e c o m p a rar a la reg ió n m ás alejada
de la figura de corazón del segundo, d o n d e los valores d e Z se
van velozm ente a infinito, y u n a reg ió n in te rm e d ia d e u n a
com plejísim a estru c tu ra, c o n p ro p ie d a d es d e autosem ejanza.
C om o hay ventanas p a ra la ecu ació n logística, p o r ejem plo
p a ra K = 3.84, con u n ciclo estable e n el que a p a re c en réplicas
e n m in iatu ra de la figura original, tam bién el c o n ju n to de Man-
d e lb ro t m u estra p a ra la posición c o n p a rte im ag in aria iY= 0, y
p a rte real X = -1 .7 5 , u n a p e q u e ñ a isla en fo rm a d e co razó n
(figura X .4 ), que, vista e n detalle resu lta ser u n nuevo co n ti­
n e n te sem ejante al co n ju n to de M an d elb ro t p rincipal con “b ro ­
tes” q ue, exam inados co n el m icroscopio resu lta n ser réplicas
dim in u tas del co n ju n to inicial, y q u e a su vez e x h ib e n otros
b ro tes m ás m inúsculos.
L a fig u ra de M a n d elb ro t y cada disco circu lar ad o sad o co­
rre s p o n d e n a u n a ó rb ita p erió d ica p articular: la d e fo rm a de
co razó n al p e rio d o 1, el disco m ás g ran d e al p e rio d o 2, segui­
do p o r discos de p erio d o s 8, 16,...
Tal co m plejidad nos m u estra que, al igual q u e lo q u e obser­
vam os en m uchos fen ó m e n o s de la n atu raleza, el c o m p o rta ­
m ie n to com plejo p u e d e a p a re c er a u n con leyes sim ples.
U n o de los m ás im p o rtan tes resultados de estas investigacio­
nes m atem áticas es que, con base en ellas, está su rg ie n d o u n
nuevo m éto d o p a ra e n c a ra r los estudios de los sistem as d in á ­
micos: la d inám ica com pleja, que n o significa com plicada, sino
basada en los n ú m ero s com plejos.

XI. ¿Se p u ed e dom esticar el caos?

H ace ya m ás de u n siglo que los m atem áticos se n ta ro n las ba­


ses p a ra estu d iar los sistemas n o lineales. D esde h ace tres déca­
das se les aplica p a ra investigar los fen ó m e n o s llam ados caóti­
cos q u e a p a re c en en la naturaleza.
La ac titu d a n te el caos h a sido equivalente a la q u e se tien e
c o n las en ferm ed ad es: se investigan sus causas p a ra evitar q u e
ap arezcan, ya q u e lo q u e u n o desea son procesos p redecibles.

149
c o m p o rtam ie n to s sin sorpresas, sistem as dom esticados p e rfe c ­
ta m e n te controlables. El caos im plica catástrofes, y se tra ta de
m a n te n e rlo a u n a distancia p ru d e n te .
P ero tam b ién esta visión del caos está cam b ian d o e n los últi­
m os años, a n te la evidencia de que se le p u e d e c o n tro la r y has­
ta lo g rar q u e h ag a cosas útiles.

El cao s p u e d e s e r ú t il

E n la P rim e ra C onferencia de Caos E x p erim en tal realizada e n


E stados U nidos en o c tu b re de 1991 se p re s e n ta ro n inform es
q u e así lo d e m u e stra n , y que se refiere n a investigaciones e n ­
cam inadas a estabilizar los ritm os cardiacos, c o n tro la r las os­
cilaciones de los relojes quím icos, a u m e n ta r la p o ten c ia de los
rayos láser, sincronizar la salida de circuitos electrónicos.
E n todos los casos, los resultados de aplicar el caos y de con­
trolarlo h a n sido m uy alentadores.
M uchas d e estas aplicaciones h a n sido iniciadas p o r los físi­
cos W illiam L. D itto, del In stitu to de T ecnología de G eorgia, y
Louis M. Pécora, del U. S. Naval R esearch Laboratory, quienes
ven dos razones fu n d am e n ta les p a ra q u e el caos sea de utili­
dad. E n p rim e r lugar, el caos d e te rm in ista d e los sistem as di­
nám icos es, e n realidad, u n a com pleja e stru c tu ra d e m u ch o s
estados o rd en ad o s, n in g u n o de los cuales p re d o m in a sobre los
dem ás, a diferen cia de u n sistem a o rd e n a d o q u e tie n e u n ú n i­
co c o m p o rtam ien to .
Los investigadores h a n d e m o stra d o q u e si se p e rtu rb a de la
m an e ra a d ecu ad a al sistem a caótico, se le p u e d e estim ular p a ra
q u e a d o p te u n o de todos esos c o m p o rtam ie n to s o rd en a d o s.
La g ran ventaja respecto de los sistem as o rd e n a d o s clásicos es
su flexibilidad superior, debido a que p u e d e n saltar ráp id a m e n ­
te de u n c o m p o rtam ien to a otros de u n a am plia colección.
La o tra raz ó n es que si b ien n o se p u e d e p re d e c ir su com ­
p o rta m ie n to , éste está d e te rm in a d o , p o r lo q u e si dos sistem as
caóticos p rá c tic a m e n te id én tico s del tip o a d e c u a d o so n guia­
dos o m ovidos p o r la m ism a señal caótica, am bos van a te n e r
el m ism o c o m p o rta m ie n to a u n q u e éste n o se p u e d a p re d e c ir
de a n te m a n o . La sin cro n izació n caótica es la m e jo r d em o s­
tra c ió n d e q u e se tra ta a q u í de caos d e te rm in ista , ya q u e si se

150
tratase de azar p u ro los c o m p o rta m ie n to s n o te n d ría n p o r
q u é coincidir.
Dos sistem as caóticos aislados n o p u e d e n estar sincroniza­
dos, p o rq u e a u n q u e sean p rác tic a m e n te id én tico s y c o m ie n ­
cen a fu n c io n a r al m ism o tiem po, in m e d ia ta m e n te sus m in ú s­
culas diferencias serán am plificadas y los h a rá n diverger cada
vez más. P ero si son guiados p o r u n a señal caótica ú n ic a am bos
te n d rá n id én tic o c o m p o rtam ie n to caótico, co n la co n d ició n
de q u e sean estables, o sea q u e si se les p e rtu rb a u n p oco, su
trayectoria en el espacio de las fases cam bie sólo u n poco. Si se
cu m p le esta co n d ició n , am bos sistem as su p rim irá n cu a lq u ier
d ife ren c ia e n tre ellos y a c tu a rá n de m a n e ra caótica, es d e c ir
im p red ecib le, p e ro sin cro n izad am en te. Esto se está ap lican d o
e n sistem as de com unicaciones y pro cesam ien to de señales.

E l caos es c o n t r o l a b l e

Las aplicaciones del co n tro l del caos se basan e n el m é to d o


OGY (desarrollado p o r O tt, G rebogi y Yorke, de la U niversidad
de M aryland), quienes lo g ra ro n así que u n sistem a q u e p re se n ­
ta to d a u n a colección de oscilaciones periódicas pase a te n e r
sólo una.
El m éto d o consiste e n o b te n e r e n el espacio de las fases la
in fo rm ació n de u n a trayectoria cu a n d o pasa p o r la sección de
P o in caré del a tra c to r ex trañ o , y e sp era r hasta q u e la trayecto­
ria vuelva a pasar p o r la sección. Si lo h ace e n las cercan ías de
u n a ó rb ita p e rió d ica deseada, e n ese preciso m o m e n to se p e r­
tu rb a al sistem a d in ám ico m o d ifican d o al p a rá m e tro ad e cu a ­
do, hasta lo g rar que q u e d e e n esa órbita.
Lo q u e se co m p ro b ó es q u e com o los sistem as dinám icos
caóticos son tan sensibles a las co n d icio n es iniciales, reaccio ­
n a n m uy rá p id a m e n te y con g ran versatilidad a este c o n tro l, de
m o d o q u e su uso p u e d e resu ltar m uy ventajoso.
Esto se h a aplicado al co n tro l de fluctuaciones caóticas e n la
in te n sid a d de sistem as láser, lo g ra n d o m ayor flexibilidad y
estabilidad, con u n a p o te n c ia de salida a u m e n ta d a e n u n fac­
to r 15.
O tra aplicación de im p o rta n c ia es el c o n tro l del caos e n u n
sistem a biológico: utilizan d o u n a p a rte del co razó n de u n co­

151
nejo se le provocó u n a arritm ia, y en esa situación se le estim u­
ló co n señales eléctricas p ro d u cid as c o n el m é to d o OGY. Estas
b astaro n p a ra restablecer u n ritm o cardiaco no rm al, lo que h a
a len tad o a los investigadores p a ra que b u sq u e n el co n tro l de la
arritm ia en corazones h u m an o s y proyecten d esarro llar m arca-
pasos y defibriladores basados e n este caos co n trolado.

C onclusiones

H emos pasado revista a los m últiples aspectos q u e p re se n ta el


c o m p o rta m ie n to de los sistem as dinám icos n o lineales y a los
diversos m étodos que se utilizan p a ra su estudio.
Las aplicaciones de co n cep to s com o la autosem ejanza, los
fractales, los atractores extraños, h a n d e sp e rta d o u n g ran e n ­
tusiasm o e n investigadores de las m ás diversas disciplinas, a
p a rtir de sus notables resultados p a ra los sistem as físicos n o li­
neales.
Se está d a n d o u n g ran im pulso a la m ecán ica estadística, al
estudio de las transiciones de fase, de los vidrios de espín, de la
tu rb u le n cia , tem as que adem ás a b re n nuevas perspectivas e n
otros cam pos científicos.
P o d ría ser, e n efecto, que estos co n cep to s sean ig u alm e n te
válidos p a ra otros fen ó m en o s com plejos tales com o las fluctua­
ciones e n las poblaciones de insectos o anim ales, e n la e c o n o ­
m ía o el c o m p o rtam ie n to del c ereb ro , etcétera. P ero p a ra
averiguarlo hay que saber cóm o caracterizar el caos del sistem a
estudiado, y eso resu lta tan to m ás difícil c u a n to m ayor sea el
n ú m e ro de variables in d e p e n d ie n te s e n ju e g o . A un p a ra sis­
tem as físicos com o los finidos tu rb u le n to s con m u ch o s grados
de lib ertad n o se c o m p re n d e del todo cuál es el p ap el del caos
d eterm in ista e n las diversas transiciones e n tre o rd e n y caos.
C u a n d o hay pocos grados de lib e rta d e n ju e g o , se b u scará
u n a tra c to r ex trañ o , p e ro esto se hace m ás difícil c u a n d o se
aplica a la b ú sq u e d a de atracto res p a ra el c e re b ro o el m erc a ­
do financiero, lo q ue exige en to n ces p ru d en c ia, p o rq u e las ex­
pectativas g en erad as en este cam po h a n fo m e n ta d o u n a espe­

152
cié de m oda, p o r la q u e hay casos en los q u e los m ism os tra b a ­
jo s científicos que hace unas décadas se p re se n ta b a n co n resul­
tados o b ten id o s ap lican d o las h e rra m ie n ta s clásicas se h a c e n
a h o ra derivándolos de dim ensiones fractales, sin q u e se vea u n a
ventaja c o n c ep tu a l p a ra la in te rp re ta c ió n d e los fen ó m e n o s
estudiados.
D e todos m odos, ésta es u n a disciplina m uy jo v en , e n cons­
ta n te evolución. Las perspectivas son m uy b u en as, p ues se está
co m p ren d ien d o que, e n lugar de evitar la no linealidad y la com ­
p lejidad, se les p u e d e e m p le ar p a ra d isp o n e r de sistem as m ás
flexibles, ráp id o s y de c o m p o rtam ie n to s in esp e rad o s q u e p re ­
se n ta n u n a am plia gam a de posibilidades.
P ero las im plicaciones del caos d e te rm in ista p a ra el cam po
del co n o cim ien to se e x tie n d e n m ás allá de su u tilid a d p a ra es­
tu d ia r los distintos tipos de sistem as dinám icos, y d e las nuevas
técnicas que se van desplegando a m ed id a q u e cre c e n sus apli­
caciones. O tro aspecto significativo está refe rid o a la fo rm a en
q u e los cam bios d e n u e stro c o n c ep to del m u n d o están c o n d i­
cionados p o r n u estras creencias, tem a e stu d iad o p o r T h o m as
S. K uhn e n L a estructura de las revoluciones científicas.
Al p ro d u cirse u n cam bio de parad ig m a, los científicos ven
cosas nuevas y d iferen tes e n el m u n d o de la investigación, in ­
cluso observando con in stru m e n to s y e n lugares ya conocidos.
U n ejem plo n o to rio es el de la fo rm a e n q u e se p e rc ib ió la
trayectoria de caída de los cu erpos antes y después d e los estu­
dios de Galileo. C om o nos m u estra el h isto ria d o r de la ciencia
P ierre T h u illie r e n su libro De Arquímedes a Einstein, los sabios
a n te rio re s a G alileo estaban ed u cad o s e n la física d e A ristóte­
les, según la cual u n c u e rp o sólo se m ueve m ie n tra s esté so­
m etid o a u n a fuerza. P o r lo tan to c u an d o se a rro ja u n a p ied ra,
o se lanza u n a flecha, o cu a n d o u n cañ ó n d ispara u n proyectil,
el cu e rp o se m ueve e n lín e a re c ta p o r el ím p e tu recib id o , has­
ta q u e éste se agota p o r la resistencia del aire, m o m e n to a p a r­
tir del cual cae verticalm en te h acia el suelo, sitio e n el q u e le
co rre sp o n d e estar según el o rd e n n atu ral. Ls d eb id o a eso que
los grabados de m anuales de artillería escritos p o r los ex pertos
a lre d e d o r del a ñ o 1550 m u estran trayectorias en fo rm a de u n a
L invertida.
P o d ría su p o n e rse q u e u n e x p e rto en a rtillería d e b e h a b e r
observado a lg u n a vez cóm o caen u n a p ie d ra o u n a fle c h a dis­

153
p aradas hacia u n blanco, o la fo rm a que tie n e n los ch o rro s de
agua o de vino vertidos desde u n cántaro. P ero ju s to después
de la difusión de las enseñanzas d e G alileo, q u ien d em o stró
q u e estas trayectorias tie n e n la fo rm a de u n a curva parabólica,
se com enzó a re p re s e n ta r c o rre c ta m e n te la caíd a d e proyec­
tiles, ch o rro s de agua, etcétera. ¡Es com o si los proyectiles, que
antes de G alileo caían e n lín e a vertical, p asaran a h o ra a m o ­
verse siguiendo u n a curva!
De m o d o similar, u n investigador de la talla de L e o n a rd o da
Vinci, apasionado observador de la naturaleza, hizo dibujos de
lo q u e veía en las disecciones de cadáveres de anim ales y seres
h u m an o s. P ero cu a n d o dibujó el corazón, lo re p re s e n tó con
dos ventrículos y u n a aurícula, p o rq u e lo veía así, im b u id o de
lo q u e al resp ecto en señ a b a G aleno, m áxim a a u to rid a d m éd i­
ca de esa época.
E n este siglo o c u rre algo p arecid o , c o n u n cam bio d e p a ra ­
digm a q u e com ienza con la a p arició n de las físicas c u án tica y
relativista, y que c o n tin ú a con la transform ación q u e im plica el
interés actual p o r los fen ó m en o s n o lineales.
H asta el siglo pasado, sólo se estu d iab an los fen ó m e n o s que
o b e d e cía n a ecuaciones integrables, e n p a rtic u la r las lineales.
Si h a b ía in terés p o r u n fen ó m e n o n o lineal, se le tran sfo rm ab a
m e d ia n te u n a ap roxim ación lineal. P arecía q u e e n la n a tu ra ­
leza lo re a lm e n te im p o rta n te e ra la fam ilia de los fen ó m e n o s
lineales y q u e los otros e ra n u n a excepción, u n a ra ra especie
in d eseab le p o r la dificultad de su tratam ien to . Testigo de esto
son los libros de física y de m atem áticas escritos h asta hace
unas pocas décadas, d o n d e los sistem as n o lineales a p en as se
m en cio n an .
A hora, en cam bio, se percib e que la in m en sa m ayoría de los
fen ó m en o s n atu rales son no lineales, y q u e los otros son la ex­
cepción y n o la regla. Si b ien hay todavía m u ch a física d e sig­
nificación q u e p u e d e hacerse e n fen ó m e n o s lineales, cada vez
m ás instituciones y científicos se d ed ican a la d inám ica d e p ro ­
cesos n o lineales. A ntes n o h a b ía fen ó m e n o s n o lineales dig­
nos d e estudio, y a h o ra fo rm a n legión. U n a vez m ás se com ­
p ru e b a q u e la p e rcep ció n de lo que cada u n o tie n e a n te sí está
c o n d ic io n ad a p o r sus teorías y creencias acerca d el m u n d o ,
h asta u n nivel m uchas veces insospechado.
Com o h em os visto, la in co rp o ració n del tem a del caos im pli­

154
ca u n cam bio de en foque, u n a visión d ife ren te a la q u e fue co­
m ú n a los científicos h asta p rin cip io s de este siglo: ya n o se
co n sid era válido u n d eterm in ism o “ab so lu to ” com o el q u e tan
c la ram e n te fo rm u la ra Laplace, y se a c ep ta e n to n c e s q u e siste­
m as q u e o b e d e c e n a leyes determ inistas p u e d e n te n e r u n com ­
p o rta m ie n to im previsible, lo q u e hace inevitable su d escrip­
ción m e d ia n te las pro b ab ilid ad es, y adem ás q u e esto es válido
p a ra la m ayoría de ellos, in cluyendo casos ta n a p a re n te m e n te
sim ples com o el d el m ovim iento d e to d o o b jeto q u e esté so­
m etid o a la acción de m ás de dos fuerzas.
P o r lo tan to , el estudio del caos h a revelado q u e la im previsi-
bilid ad de este com plejo m u n d o se p u e d e conciliar con la exis­
ten cia de leyes natu rales sim ples y o rdenadas.
Las m atem áticas c o rre sp o n d ie n te s a este cam p o tam b ié n
re q u ie re n u n e n fo q u e diferen te, ya q u e la fu n d a m e n ta l aplica­
ción de la c o m p u ta d o ra p erm ite visualizar, m ed ia n te im ágenes
q u e m uchas veces son de u n a ra ra belleza, el c o m p o rta m ie n to
global, cualitativo, d e las ecuaciones d e los sistem as caóticos.
T am bién a q u í se ve cóm o ecuaciones m uy sim ples, aplicadas
p o r iteració n , y c o n las características d e la au to sim ilitu d , d a n
o rig en a form as fractales asom brosam ente sem ejantes a las q u e
a p a re c e n e n la naturaleza: árboles, m o n tañ as, n u b es, q u e
jam á s se soñó q u e p u d ie ra n re p re se n ta rse m ate m á tic a m e n te.
Las m atem áticas de los sistem as dinám icos caóticos son no
lineales, y esto, deb id o a la consiguiente sensibilidad a las c o n ­
diciones iniciales, im plica que, a d iferen cia de los q u e o b e d e ­
c e n a ecuaciones integrables, sólo se p u e d e c o n o c e r el com ­
p o rta m ie n to global d e estos sistemas. El ejem p lo d el estudio
de P o in caré del m ovim iento de los planetas nos lo m uestra: el
ú n ico sistem a in teg rab le, lineal, es el e stu d iad o p o r K epler, o
sea el q u e fo rm a n el Sol y la T ierra. P ara lo g ra r a p ro x im arlo a
u n sistem a lineal se excluyeron los otros och o cu e rp o s q u e
in te g ra n el sistem a solar. De esta m a n e ra se p u e d e o b te n e r la
trayectoria elíptica de n u e stro p lan eta, p e ro si se q u ie re p re d e ­
cir a largo tiem p o su posición con u n m ín im o de ex actitu d hay
q u e ag re g a r la L una, q u e influye sobre el m o vim iento terres­
tre, los dem ás p lanetas, y las in teraccio n es gravitatorias e n tre
éstos, lo q u e nos d a u n sistem a n o integrable, caótico, y d o n d e
a u n los com etas q u e v ien en desde los confines d el sistem a, o
d e sap a re ce n p o r diversos m otivos, p u e d e n , m e rc e d a la e x tre ­

155
m a sensibilidad a las p e rtu rb ac io n es, a lte ra r a to d o el c o n ju n ­
to. De m odo que no es posible analizarlo com o se hace con el sis­
tem a lineal, p o r separación de los factores q u e afectan el com ­
p o rta m ie n to de aquellos que p rác tic a m e n te n o lo hacen: todo
factor, p o r ínfim o que parezca inicialm en te, p u e d e d e sen c a ­
d e n a r u n cam bio drástico del c o n ju n to com pleto.
E n d u rac io n es cortas, com o son los m iles d e años de n u e s­
tros registros históricos en este ejem plo, vale la a p ro x im ac ió n
lineal p a ra los cálculos, p e ro c u a n to m ás se desee e x p lo ra r el
fu tu ro tan to m ás se d e b e rá te n e r en c u e n ta el fu n cio n a m ie n to
global del sistema.

156
BIBLIOGRAFIA

Bergé, R, Y. P o m e au y Ch. Vidal, L ’ordre Dans Le Chaos, París,


H e rm a n n , 1985.
B orm an, S., “R esearchers F ind O rder, B eauty in C h aotic C he­
m ical Systems”, en: Chemical & Engineering News, e n e ro 1991,
pp. 18-29.
Dewdney, A. K., “C o m p u ter R ecreatio n s”, en: Scientific Ameñ-
can, ju lio de 1985, pp. 16-32.
D itto, W. L., y L. M. Pécora, “M astering C haos”, en: Scientific
American, agosto de 1993, pp. 78-84.
E keland, I., A l Azar, B arcelona, Gedisa, 1992.
E pstein, I. et a l, “O scillating C hem ical R eactions”, en: Scientific
American, m arzo de 1983, pp. 96-108.
G leick,J., Chaos, C ardinal Books, 1991.
H all, N. (com p.), The New Scientist Cuide To Chaos, L o n d res,
P e n g u in Books, 1992.
K uhn, T. S., L a estructura de las revoluciones científicas, M éxico,
F o n d o de C ultu ra E conóm ica, 1982.
M andelbrot, B., Los objetos fractales, B arcelona, Tusquets, 1987.
May, R. M., “Biological P opulations with N o n o v erlap p in g Gen-
erations: Stable Points, Stable Cycles, a n d C haos”, en: Sci­
ence, vol. 186, pp. 645-647.
--------- , “Sim ple M athem atical M odels with Very C o m p licated
D ynam ics”, en: Nature, vol. 261, pp. 459-467.
N ew ton, 1., Principios matemáticos de la filosofía natural, M adrid,
Tecnos, 1987.
Nicolis, C., “Is T h e re a Clim atic A tractor?”, en: Nature, vol. 311,
pp. 529-532.
Pagels, H. R., The Dreams o f Reason, B antam , 1988. V ersión en
español: Sueños de la razón, B arcelona, Gedisa, 1991.

157
P eitgen, H. O., y P. Richter, The Beauty o f Fractals, B erlín,
Springer, 1986.
P latón, “T im eo o de la N atu raleza”, en Diálogos, M éxico, Po­
rrú a , 1989.
P rigogine, L, From Being to Becoming, N ueva York, W. H. Free-
m an a n d Co., 1980.
— ----- , “La T h e rm o d y n a rn iq u e de la V ie”, en: L a Recherche,
n ú m . 24, pp. 547-552.
R uelle, D., Chance A n d Chaos, L o n d res, P e n g u in Books, 1993.
--------- , “Les A tracteurs E tran g es”, en; L a Recherche, vol. 11,
n ú m . 108, pp. 132-144.
S chroeder, M., Fractals, Chaos, Power Laws, N ueva York, W. H.
F reem an a n d Co., 1991.
Stewart, L, Does God Play Dice?, C am bridge, B. Blackwell, 1991.
V ersión e n español: ¿JuegaDios a los dados?, B arcelona, C ríti­
ca, 1991.
Sussm an, G. J., y J. W isdom , “C haotic E volution o f th e Solar
System ”, en; Science, vol. 257, pp. 56-62.
T huillier, R, De Arquímedes aEinstein, M adrid, Alianza, 1990.
Vidal, CH ., “Les O n d es C him iques”, en: L a Recherche, n ú m .
216, pp. 147-148.
W agensberg, J., Ideas sobre la complejidad del mundo, B arcelona,
Tusquets, 1989.
W infree, A. T., y S. H. Strogatz, “O rg an izin g C e n tre s fo r
T h re e-d im e n sio n a l C hem ical W aves”, en: Nature, vol. 311,
p p . 611-614.
“La Science d u D e so rd re ”, n ú m e ro especial d e L a Recherche,
vol. 22, m ayo 1991.

158
GLOSARIO

Abscisa: la c o o rd e n a d a h o riz o n ta l d e u n p u n to en u n sistem a de


co o rd e n a d a s re c ta n g u la r plan o .
A m plitud: e n u n a o n d a , el valor abso lu to d el m áxim o d esp lazam ien ­
to a p a rtir d el valor cero d u ra n te u n p e rio d o d e oscilación.
A nálisis d e Fourier: análisis de u n a curva p e rió d ica, a la q u e se des­
co m p o n e en curvas perió d icas elem en tales (senos y cosenos).
Atractor: re g ió n d e l espacio d e las fases d e los sistem as disipativos
h acia la cual c o n v erg en las trayectorias q u e p a rte n d e u n a d e te r­
m in a d a reg ió n , llam ad a c u e n c a d el a tracto r. Los atra c to res “p re ­
decib les”, d e e stru c tu ra sim ple, son el p u n to y el ciclo lím ite, q u e
c o rre s p o n d e n a c o m p o rta m ie n to s p e rió d ico s y, p o r lo ta n to , se
re p re se n ta n co n curvas cerrradas.
Bifurcación: to d o valor d e u n p a rá m e tro p a ra el q u e se p ro d u c e el
cam bio del n ú m e ro o d e la estabilidad de estados y ciclos estables.
Se dice en to n ces q u e el sistem a dinám ico pasa p o r u n a bifurcación.
Bit: u n d íg ito e n la re p re se n ta c ió n b in a ria de u n n ú m e ro . P o r ejem ­
p lo 0110 es u n n ú m e ro de c u a tro bits. Es la u n id a d fu n d a m e n ta l
d e in fo rm ació n .
Byte: o ch o dígitos b in ario s o bits.
C aos d eterm in ista: c o m p o rta m ie n to irre g u la r d e u n sistem a d in á m i­
co c u a n d o e x h ib e u n a g ran sen sib ilid ad a las co n d icio n es inicia­
les, p o r lo q u e es u n sistem a n o in teg rab le. Las trayectorias en el
espacio de las fases q u e d e sc rib e n su c o m p o rta m ie n to so n e n ge­
n era l m uy com plicadas, y se m a n tie n e n en u n a reg ió n del m ism o,
sin c re c e r ilim ita d a m e n te . P ara q u e haya caos d ete rm in ista , el es­
pacio d e las fases d e b e te n e r u n m ín im o de tres dim ensiones.
Ciclo: el ciclo d escrib e m ovim ientos p e rió d ico s q u e se p u e d e n p re ­
decir, com o las órbitas circulares. En el espacio de las fases, se re ­
p re se n ta m e d ia n te curvas cerradas.

159
E cuación lineal: p a ra estas ecuaciones vale el p rin cip io de su p erposi­
ción d e las soluciones. Si u■^y son soluciones d e u n a ecuación li­
neal, toda com binación lineal de éstas, tal com o u = au^ -t- bi¿¿, d o n d e
los coeficientes ay bson constantes, es tam bién u n a solución.
Ecuación logística: la e cu ació n n o lin eal X„ = XX„(1 - X„), q u e se
aplica, e n tre otras ciencias, en la b io lo g ía com o m o d elo d e p re d ic ­
ció n d el crecim ien to de u n a p o b lació n .
Ecuación n o lineal: ecu acio n es e n las q u e n o vale el p rin c ip io d e
su p e rp o sic ió n d e las soluciones. L a re sp u e sta d e u n sistem a n o li­
n eal p u e d e ser su m am en te sensible a las co n d icio n es iniciales.
Ecuaciones diferenciales: ecuación que, en general, tiene la form a:

dx¡/dt = f¡{x) •

d o n d e x¡{t) re p re s e n ta la variable i y la fu n c ió n f { x ) d a la evolu­


ció n d e x{t) co n el tiem p o . Los m o d elo s m atem ático s .en las cien ­
cias físicas se fo rm u la n a m e n u d o co m o ecu acio n es d iferenciales.
Espacio de las fases: espacio m atem ático co n stitu id o p o r las variables
q u e d e sc rib e n al sistem a d in ám ico . C ad a p u n to d el espacio d e las
fases re p re s e n ta u n posible estad o d el sistem a. La evolución e n el
tiem p o d e l sistem a se re p re s e n ta co n u n a tray ectoria e n el espacio
d e las fases.
E xponente d e Lyapunov: u n a c a n tid a d u tilizad a p a ra c aracterizar la
div erg en cia d e las trayectorias co n el tra n sc u rso del tiem p o e n u n
p ro ceso caótico.
Fractales: co n ju n to s de p u n to s, o curvas, q u e e x h ib en u n a e stru c tu ra
cada vez m ás d etallad a a m e d id a q u e se les observa co n m ayor am ­
plificación. M uchos fractales son autosím iles, es decir, q u e la figu­
ra tie n e u n asp ecto sim ilar e n cad a escala d e am plificación. Los
fractales p u e d e n te n e r u n a “d im e n sió n fractal” n o en tera.
Función analítica: u n a fu n c ió n q u e es d ife re n c iab le e n la v ecin d ad
d e cad a u n o de sus pu n to s.
Grado de libertad: variable in d e p e n d ie n te e n u n sistem a d inám ico.
Iteración: re p e tic ió n d e u n a o p e ra c ió n o c o n ju n to d e o p e ra c io n e s
m atem áticas.
N otación binaria: la n o ta c ió n b in a ria es la re p re se n ta c ió n d e los
n ú m e ro s e n te ro s e n térm in o s d e p o ten cias d e 2.
N úm ero com plejo: u n n ú m e ro c o n te n ie n d o u n a p a rte real y o tra
im ag in aria, y de la fo rm a A + Bi, d o n d e i =
N úm ero irracional: u n n ú m e ro real q u e es n o es racio n al, o sea q u e

160
n o es el c o c ie n te de dos n ú m e ro s en tero s. La m ayoría d e los n ú ­
m e ro reales son irracionales, lo q u e fue precisado p o r G. C antor.
O scilación armónica: u n a oscilación cuya fre c u e n cia es u n m ú ltip lo
e n te ro d e la fre c u e n cia fu n d a m e n ta l.
Periodo: d u ra c ió n d el ciclo co m p leto en u n a oscilación.
Realim entación: c u a n d o u n a p a rte d e la salida d e u n sistem a re to rn a
a la e n tra d a d el m ism o.
R esonancia: u n a oscilación de g ran a m p litu d cau sada p o r u n estím u­
lo p e rió d ic o relativ am en te p e q u e ñ o .
Sección d e Poincaré: u n a sección d e P o in c a ré es la in te rse c c ió n de
las trayectorias d e u n sistem a d in á m ic o en el espacio d e las fases
co n u n a fig u ra d e u n a d im e n sió n m e n o r q u e la d e este espacio.
Así, p a ra u n espacio d e tres d im en sio n es la sección es u n p lan o .
Sistem as dinám icos: sistem as e n los q u e d e te rm in a d o s p a rá m e tro s
ev o lu cio n an c o n el tra n sc u rso d el tiem p o . Se les d escrib e m ate­
m átic a m e n te m e d ia n te la re p re se n ta c ió n en el espacio d e las fases
d e los estados posibles del sistem a, y m e d ia n te las reglas de su
evolución e n el tiem p o . Si la evolu ció n d e sus variables es co n ti­
n u a, la d escrip ció n se h ace m e d ia n te ecu acio n es diferenciales.
Sistem as dinám icos conservativos: e n la m ecán ica, los sistem as d in á ­
m icos conservativos, ta m b ié n llam ad o s sistem as h am ilto n ian o s,
m a n tie n e n c o n sta n te su en e rg ía . El v o lu m e n q u e los re p re se n ta
en el espacio de las fases se m an tien e constante con el tiem po.
Sistemas dinámicos disipativos: sistemas e n los q u e la en e rg ía no se
conserva, d eb id o a pérd id as p o r fricción u otras causas. El volum en
que los rep resen ta en el espacio d e las fases disminuye con el tiem po.
Sistem as dinám icos integrables: sistem as dinám icos co n c o m p o r­
ta m ie n to reg u lar, y p a ra los cuales, p o r lo ta n to , la re p re se n ta ció n
del c o m p o rta m ie n to e n el espacio d e las fases p u e d e h acerse m e ­
d ia n te trayectorias so b re la sup erficie d e u n to ro « -dim ensional.
Sistem as dinám icos no integrables: son los q u e se d e sc rib e n m e­
d ia n te ecu acio n es d iferen ciales n o in teg rab les. E n g en eral, su
co m p o rta m ie n to en el espacio d e las fases se re p re se n ta m e d ia n te
trayectorias caóticas.
Trayectoria: u n a secu en cia d e p u n to s e n el q u e cad a p u n to g e n e ra al
sig u ien te de a c u e rd o co n u n a fu n c ió n m atem ática.
Trayectoria caótica; u n a tray ecto ria caótica en el espacio d e las fases
tie n e tres características: 1) se m a n tie n e en u n a zo n a lim ita d a d e
d ic h o espacio; 2j n o se estabiliza p u es n o pasa a u n ré g im e n p e r­
iódico; 3) tien e sensibilidad a las co n d icio n es iniciales.

161
Este lib ro se te rm in ó de im p rim ir y e n c u a d e r­
n a r e n el m es d e agosto d e 1999 en los talle­
res d e Im p re so ra y E n c u a d e rn a d o ra P ro g re ­
so, S.A. ( iepsa) , calzada d e San L o ren zo 244,
09830 M éxico, D.F.

Se tiraron 10 0 0 0 ejemplares.

T ip o g rafía y form ación:


José L u is Acosta
del T aller de C om posición
d el F o n d o de C u ltu ra E conóm ica.
Se u saro n tipos New Baskerville de 14:16,
ll:1 2 y 9 :ll.

C o rrecció n : Jim en a Gallardo.


D ibujos: Sergio Bourguet.
C u id ad o editorial: Osvelia Molina.

F o to m ecán ica: Fotolito M arján.

La Ciencia para Todos


es u n a colección coordinada editorialm ente
p o r Marco Antonio P ulido
y María del Carmen Farl\ s .
Isaac S ch ifter

L a ciencia del caos

En años recientes, parte de la com unidad científica en todo el


m undo ha com enzado a hablar incesantem ente de caos, desor­
den, para explicar m uchos fenóm enos que suceden en la n a tu ­
raleza y en experim entos controlados de laboratorio, que se ca­
racterizan por tener un com portam iento que no puede ser
descrito por leyes m atem áticas sencillas.
Los m eteorólogos señalan que bajo ciertas circunstancias el
flujo del aire se com porta en form a obediente y se le pueden
aplicar ecuaciones que los describen rigurosam ente, pero, en
otras situaciones su m ovim iento es caótico y no se sabe que
pasará. El desorden es el personaje principal de esta obra. ¿Por
qué existe este caos? ¿Cóm o interviene en nuestra vida cotidiana
y cuáles son sus consecuencias?
A la pregunta del lector respecto a qué es lo que lo causa
Schifter responde que ¡nada! Siempre ha existido y hoy en día
sabemos que su presencia en m uchos fenóm enos es más com ún
de lo que pensábam os hace algunos años.

La Ciencia para T odos #142


co ed ició n d e la S ecretaría de E ducación P ública
el C onsejo N acional de C iencia y T ecnología
y el F ondo de C ultura E conómica
e d ic ió n , 1996; 112 pp.: ilus.; 21 x 13.7 c m

ISBN 968-16-4438-7
V ic e n t e T a l a n q u e r

Fractus, Jracta, jractal.


Fractales, de laberintos y espejos

H ace unos 15 años se acuñó el térm ino fractal para describir


ciertas formas geométricas cuya estructura se repite en cada una
de sus partes, y en las partes de sus partes. H oy en día aparecen
en la distribución de las estrellas de nuestra galaxia, en las irregu­
laridades de una costa y en el latir de un corazón. Pero, ¿qué es
realm ente un fractal?, ¿-cuáles son sus propiedades?, ¿cómo y
dónde podem os identificarlo o construirlo? Éstas son algunas
preguntas que Vicente Talanquer responde en este texto utilizan­
do ejemplos sencillos de las áreas de la física, la quím ica y las
m atemáticas.
U na m arca fractal señala la distribución de los epicentros de
los tem blores, la repetición de las palabras de un texto e incluso
las fluctuaciones de precios en el mercado.
El libro no sólo pretende que el lector descubra el m undo de
los fractales, sino tam bién que aprenda a recrearlo. Se inlcuyen
algunos experim entos sencillos y la descripción de program as de
com putadora (en BASIC) que perm iten reproducir la mayoría
de las ilustracioners del texto, de tal suerte que servirá de guía
para que el lector cree sus propios fractales.

La Ciencia para/^ odos #147


co e d ició n de la S ecretaría de E ducación P ública
el C onsejo N acional de Ciencia y T ecnología
y el F ondo de C ultura E conómica
U edición, 1996; 120 pp.: ilus.; 21 x 13.7 cm .
ISB N 968-16-4372-0
1
E liezer B raun

Caos, fractales y cosas raras

D urante el últim o cuarto de siglo se ha venido generando una


revolución en el m undo de las ideas científicas: el estudio de los
fractales y el caos. Las aplicaciones de tales teorías son verdadera­
m ente enorm es e incluyen la física, las m atemáticas, la biología,
la m edicina, la econom ía, la lingüística y otras m uchas gamas del
saber hum ano.
El propósito del presente libro es ofrecer una explicación
somera, accesible a todos, de los antecedentes de dicha revolu­
ción científica. Se trata el concepto de fractal sólo para descubrir
que la m ayoría de las figuras que existen a nuestro alrededor son
fractales y que la excepción son las figuras geométricas. El estu­
dio del concepto de caos del doctor Braun nos describe que el
com portam iento de un cuerpo puede ser estable o caótico de­
pendiendo de su param etros inciales.

La Ciencia para T odos #150


co ed ició n de la S e c r e t a r ía d e E d ucació n P ú b lic a
el C o n sejo N a c io n a l d e C ie n c ia y T ec n o lo g ía
y el F ondo d e C u ltu r a E co nó m ica
D ed ic ió n , 1996; 154 pp.: ilus.; 21 x 13.7 cm .

ISB N 968-16-5070-0

Potrebbero piacerti anche