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Francisco Calvo Serraller

El urbanismo de los ensanches: Las transformación de Madrid durante el siglo XIX

l. La reforma urbana del Madrid Isabelino El ascenso a la Alcaldía del Marqués de Ponte- cuales se emprenderá una labor concreta de refor-
jos en 1834 supuso el primer intento de reforma ma de calles, edificios y comunicaciones; y además,
Madrid se mantenía encerrado en su trazado de Madrid, concebida más en términos de inicia- junto con ellos, dedica una consideración especial
tradicional durante el primer tercio del siglo XIX. tivas parciales de saneamiento que como un pro- no sólo a la modificación del centro, cuyo eje prin-
Algunas medidas como la localización extramuros yecto global de transformación. A él se le deben, cipal es la Puerta del Sol, verdadera obsesión de
de cementerios y el adecentamiento de zonas espe- sin embargo, la reforma de la numeración de las los urbanistas madrileños del XIX, sino también
cialmente maltratadas por los franceses (zona ajar- casas, la rotulación de las calles, el empedrado, el a la creación de nuevos arrabales. Respecto a la
dinada del Retiro), no significaron una modifi- sistema de limpieza, el alumbrado, el ajardina- Puerta del Sol -«el punto céntrico de la estrella
cación estructural del trazado tradicional de la miento de las zonas públicas y diversas reformas de calles que forman el casco de la Villa»- propo-
ciudad. El progresivo aumento demográfico y la sociales como la creación de las instituciones be- ne que se aplique el único modelo de calles an-
reactivación económica y política que se produjo néficas asistenciales y la activación de la Caja de chas y rectas ya existentes en las de Montera y
durante la Refencia de María Cristina descubrió Ahorros y el Monte de Piedad, etc. Alvarez de Men- Fuencarral, Alcalá y Carrera de San Jerónimo, en
claramente problemas y perspectivas urbanísticas dizábal, por su parte, alcalde desde 1843, fue el las de mediodía y poniente, es decir, las calles de
que habían permanecido en estado de letargo. Por primero en intentar un programa de mejoras que Carretas y Mayor. Esta obra de remoción deberá,
otra parte, el fenómeno de la desamortización sirviera para iniciar un proceso de descongestión, por lo demás, ir acompañada de una vitalización
que, como se ha comentado t, tanta importancia basado en la ampliación de los límites convencio- económica con la promoción de pasajes y galerías
tuvo para las ciudades españolas, incidió d~ ma- nales de Madrid, abriendo una nueva puerta en cubiertas comerciales, aprovechando los antiguos
nera contundente en Madrid; ya que si, según Me- la carretera de Aragón desde donde habría de par- callejones y pasadizos. Con la creación de nuevos
soneros Romanos, el número de casas de la ciudad tir un nuevo recinto amurallado que incluiría en- arrabales Mesoneros plantea, a su vez, un tipo
a fines del siglo XVI -7.016- era prácticamente tonces la Castellana y .C hamberí 4 • de urbanismo de zonificación social, tan caracte-
el mismo que en el XIX, este número tuvo, enton- Pronto el propio gobierno manifestó sus inquie- rístico del XIX y también del XX, que está en
ces, una significación muy diferente, pues «ocu- tudes ante la insuficiencia del Madrid tradicional la línea de lo que venía ocurriendo en las ciuda-
paban un espacio inmenso más de 70 conventos y encargó al ingeniero Juan Merlo un estudio de des industriales europeas; es decir, la creación
con que dotó a Madrid la piedad de los reyes de ampliación de la ciudad, con el cual se inauguró de zonas extrarradio de viviendas obreras y de
la rama austriaca, asignando a cada uno tan con- la polémica entre los partidarios de concebir esta fábricas: «Pero como en todos los pueblos gran-
siderable terreno para huertos y dependencias, que ampliación como aprovechamiento del espacio in- des, además de las clases acomodadas que exigen
los hicieron señores de una gran parte del períme- terior, y los que la entendían como expansión a y pueden pagar amplitud, belleza y reposo, existen
tro de Madrid. Los palacios y caserones de los extramuros. Merlo era de los que opinaban a fa. otras muchas activas e infelices que por conve-
grandes señores que seguían a la corte, suplieron vor de la conveniencia de desbordar los límites niencia propia deben vivir separadas del centro, y
también en espacio lo que les faltaba en gusto, y tradicionales y, por ello, fue criticado por Meso- poseer por una módica retribución el espacio, la
puede asegurarse que entre aquéllos y éstos ocu- neros Romanos, que creía en la prioridad del en- ventilación y demás circunstancias análogas a su
paban tanto sitio como todo vecindario» 2. Además, sanche interior s. Como quiera que la postura adop- sistema de vida; y como por otra parte, y según
como sigue recordando el escritor madrileño, la tada, con más o menos acierto, fue la que defendía indicamos al principio de este discurso, es ya in-
mayoría de las viviendas tradicionales eran de una este último, conviene detenerse en el programa dispensable el preparar, cuando menos, para su
sola planta, las llamadas «casas de malicia» por elaborado por él cuando foe nombrado concejal adelanto, la gran medida de la ampliación de
tratar de eludir la disposición de Regalía de apo- por los años cuarenta. Este programa plantea la Madrid; por todas estas razones seríamos del pa-
sento de Corte; con lo que, a pesar de la invaria- transformación interior de Madrid ( «Déjase cono- recer de que además de las ampliaciones de cier-
bilidad de la estructura general de la ciudad, «hoy cer de todo lo expuesto que en nuestra opinión lo tos barrios extremos, señalados ya en su respec-
las circunstancias han variado completamente; el que ahora conviene a Madrid, no es tanto la ex· tivo lugar, se favorezcan inmediatamente cinco
vecindario ha casi duplicado y en proporción han tensión de sus límimtes, como la regularización Y grandes arrabal es o burgos extramuros.» 6 Estos
crecido también sus riquezas y sus necesidades; el aprovechamiento del espacio que hoy ocupa»), cinco arrabales serían el de Chamberí, el de la Ven-
espíritu de especulación, abusando de la toleran- adoptando para ello un «sistema general de rom- ta del Epíritu Santo, después de la Plaza de Toros,
cia de la autoridad, ha llegado al extremo de ele- pimientos y desahogos en varios sitios de la po- el de Yeserías o el Percha!, fuera de la Puerta de
var hasta cinco o seis pisos cada casa de las del blación». Propone, entonces, Mesoneros la división Atocha, el inmediato a la Puerta de Toledo y el
centro de la población; ésta ha extendido su radio mental de Madrid en cuatro trozos - «primero el de la orilla del Manzanares, siguiendo la derecha
a mayores distancias; los conventos desaparecie- comprendido entre la calle Fuencarral y la de Al- del Puente de Segovia. A estas transformaciones
ron; en sus inmensos huecos se han edificado ba- calá, o sea de N. a E.: segundo, el de la calle y creación de nuevos barrios añadió Mesoneros
rrios enteros y las calles contiguas, solitarias de Alcalá a la de Toledo, o de E. a S.; tercero, desde una serie de mejoras de abastecimiento, transpor-
sus tapias, se han convertido en las más brillantes ésta a la de la Vega, o de S. a O., y cuarto, desde te e higiene: la traída de aguas, el alcantarillado
y animadas de la población» l. ésta a la de Fuencarral o de O. a N.»-, en los de cloacas, mejoras en el empedrado de las calles,

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limpieza, plantación de arboledas, alumbrado de gún comentario: la capital había dejado de ser el
gas, etc. Finalmente, no podía faltar la creación de escenario feudal del patronazgo del rey y ahora
toda una nueva tipología de edificios públicos, que funcionaba al amparo de los intereses de las cla-
serían más tarde tan típicos del Madrid isabelino: ses activas -industriales y comerciales-; es decir,
mercados cerrados, mataderos municipales, casas era asunto que competía al interés público y, por
de beneficiencia, teatros, etc., además de la cons- tanto, a la financiación pública. Por otra parte,
trucción, con fondos del ayuntamiento, de una los tradicionales criterios estéticos desaparecían
casa modelo para habitaciones particulares 7 • Como ante nuevos ideales funcionales: no hay que olvi-
puede verse las ideas urbanísticas de Mesoneros, dar que una de las motivaciones que apremiaron
si bien pueden considerarse «conservadoras», po- más a la reforma fue, en este caso concreto de la
seen la validez de un sentido pragmático y un rea- Puerta del Sol, los problemas de circulación que
lismo nada desdeñables, lo cual no quiere decir planteaba. Por supuesto que si leemos algunos
que un sistema semejante, que con toda una serie artículos de «El Artista» 9 o, en general, muchas de
de desfiguraciones fue el que a la postre acabó aquellas notas de alarma y denuncia que los es-
aplicándose, no fuera especialmente manipulables critores prodigaron por la época, apreciaremos en
por aquellos intereses espúreos que estaban y es- medio de este furor de transformación, no pocas
tán en liza en la ciudad-mercancía del sistema ca- quejas y nostalgias ante la desaparición de rinco-
pitalista. nes típicos y monumentos tradicionales, pero el
Pero la piedra de toque de la transformación ur- espíritu general del progreso hacía ya tiempo que
banística de Madrid isabelino y, por extensión; había apostado por las ventajas de la utilidad y
ejemplarmente, de la significación del ensanche in- las posibilidades infinitas de la nueva técnica. A
terior en nuestras ciudades, fue, sin lugar a du- 1 Véase nuestro artículo «Consideraciones sobre el ur- este respecto nos viene a la memoria algunos de
das, la Puerta del Sol. El tema tiene su importan- banismo de las ciudades españolas en el siglo xrx an- los irónicos párrafos que, a costa de «La Puerta
cia si tenemos en cuenta que suponía afrentar un tes del Plan de Ensanches», publicado en el número an- del Sol en 1850», escribiera el costumbrista Anto-
proyecto global de reforma precisamente en la terior de esta misma revista, donde se menciona la nio Flores, el cual definía a la famosa plaza de la
zona urbana más conflictiva de Madrid, su orga- influencia del fenómeno de la desamortización y otra siguiente manera: «Su arquitectura no es ojival,
serie de factores condicionantes en la génesis y des-
nismo más vivo y representativo. Naturalmente arrollo inicial del urbanismo español del siglo XIX. ni romana, ni árabe, ni siquiera churrigueresca,
que este punto neurálgico de la vida madrileña '2 R. de Mesonero Romanos, «Proyecto de mejoras por más que esto último parezca lo más exacto,
había sido objeto de estudios y planes de embelle- generales de Madrid», en Obras, B. A. E., Madrid , 1967, atendiendo el arlequinado conjunto de sus hetero-
cimiento ya desde Carlos III, pero lo importante t. IV, pág. 284. géneos retazos. La verdad es que no hay verdad
consiste en que ahora se trata de modificar desde 3 R. de Mesonero Romanos, I bídem, pág. 285. ninguna, empezando por ella misma, que es una
exigencias y con criterios absolutamente modernos. 4 Como señala E. Ruiz Palomeque (Ordenaciones y solemne mentira.» 10 Pero lo que es más ilustrativo
Así lo han señalado con acierto Gaya Nuño, Martín transformaciones urbanas del casco antiguo madrileño de la discutida actitud de recelo frente a los males
Bassols y Pedro Navascués, siendo este último el durante los siglos XIX y XX, Instituto de Estudios Ma- del trazado tradicional es lo que el citado escritor
drileños, Madrid, 1976, pág. 174), Mendizabal, durante
que expresa con mayor claridad las razones pro- su m andato municipal (1843), apoyó otras iniciativas de refiere a propósito de una de las iglesias con más
fundas y los criterios nuevos en los programas ur- renovación, como la creación de mercados cubiertos sabor histórico de la corte, situada precisamente
banísticos: «Si unos proyectos, como los de Car- -el de la Plaza de la Cebada-, además de participar, en la Puerta del Sol: «¿Ves esa mezquina fachada
los III para el Salón del Prado, por ejemplo, están ya como promtor privado en 1847, en la elaboración que parece la de una pobre ermita de la más po-
pensados para ornato de la corte, la reforma de de un programa de mejoras urbanísticas ( Ibídem, pá- ble aldea del mundo? Pues es nada menos que la
la Puerta del Sol está entendida sustancialmente gina 141). famosa iglesia del Buen Suceso, conocida en toda
como de necesidad y de utilidad pública, siendo 5 R. de Mesonero Romanos, «Proyecto de mejoras ... », España y en el extranjero por haber tenido asiento
su belleza algo meramente adjetivo. En segundo Op. cit., pág. 286. de preferencia en la corte de ambas Castillas. Es
6 R. de Mesonero Romanos, Ibídem, pág. 294.
lugar es interesante comprobar que mientras di- 7 R. de Mesonero Romanos, Ibídem, pág. 297: «Otro un pequeño hospital en el que hoy se curan pro-
cho Salón del Prado puede considerarse como un edificio podría emprenderse por los fondos municipa- visionalmente las infinitas heridas que produce la
regalo a los madrileños, en cambio la reforma de les, que pudiera servir de casa modelo para habitacio- nueva industria de los carruajes. Y recordando que
la Puerta del Sol, viene exigida con el apremio nes particulares, y en el cual se pusieran en práctica el día 2 de mayo de 1808, en vez de curar las he-
de una necesidad inmediata. Y tercero, mientras todos los adelantos de comodidad y condiciones de ridas, dejó que los franceses fusilaran dentro de
los autores de las trazas del citado Salón, Ventura buena policía que hoy se conocen, lo cual además de su recinto a algunos españoles, puede aplicársele,
Rodríguez y José Hermosilla, eran, sobre todo, ar- servir de provechoso ej emplo a los particulares, sería con cierta oportunidad, estos cuatro versos:
tistas, arquitectos, hombres estrechamente vincu- más prductivo a los fondos propios, que la multitud
lados a la Acade mia, por el contrario, los autores de fincas gravosas que hoy posee, y que debe apresu-
rarse a vender o trocar por otras útiles.» El señor don Juan de Robles
del proyecto definitivo para la reforma de la Puer- 8 Pedro Navascués, Arquitectura yarquitectos madri-
ta del Sol fueron ingenieros, hombres fundamen- con caridad sin igual
leños del siglo XIX, Instituto de Estudios Madrileños, hiza este santo hospital
talmente calculadores y prácticos, relacionados con Madrid, 1973, págs. 146-147.
la construcción de caminos y canales, como lo fue- 9 Pedro de Madrazo, «Demolición de conventos», en y también hiza los pobre.» JJ
ron Valle, Mocer y Rivera. Finalmente, hay que El Artista, Madrid, 1835-36, 111, págs. 97-100; «Protesta
señalar el papel mínimo jugado por la Academia contra el acuerdo de demoler las cúpulas de varios No hay tampoco que olvidar que precisamente
de San Fernando en la reforma, para la cual dicha conventos de Madrid», Ibídem, 111, pág. 96; «Protesta
de la Academia de San Fernando por el proyecto de
durante las fechas en las que se debate los pro-
corporación presentó también un proyecto y su blemas de reconstrucción de la Puerta del Sol, en-
demoler ciertos conventos», Ibídem, 111, págs. 103-104.
dictamen final sobre la solución no fue escu- 10 Antonio Flores, «La Puerta del Sol en 1850», en tre 1854 y 1862, es cuando se vive en Europa la
chado.» 8 La sociedad de I850 (edición de Jorge Campos), Alian- fiebre de los planos urbanísticos de transformación
El párrafo citado es lo suficientemente elocuen- za Editorial, Madrid, 1968, pág. 33. de las principales ciudades europeas, justo el mo-
te del cambio histórico producido para añadir nin- 11 A. Flores, Ibídem, pág. 35. mento de Haussmann por citar el ejemplo más

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conocido. Por otra parte, y por lo que a Madrid paña la planificación y la realización de las obras, los proyectos, es haber perdido la oportunidad
respecta, se producen por aquellas fechas dos acon- que tan magistralmente ha expuesto Martín Ba- de aprovechar la magnífica ocasión que supuso un
tecimientos históricos que revolucionarán por com- ssols; en él veremos una y otra vez representando desmantelamiento semejante para realizar una re-
pleto la infraestructura urbana de la Corte, do- los nuevos criterios: derecho de propiedad y ley forma más radical, que no sólo atendiera al lado
tándola de los elementos técnicos necesarios para de expropiación, financiación de las posibles in- físico de la descongestión espacial de la Plaza,
que fuera posible su expasión ilimitada: el ferro- demnizaciones, ventajas y desventajas de los pro- sino que se hubiera interesado además en la mo-
carril y la traída de aguas. Así lo entendió Meso- pietarios con los derribos. Fue ésta indudablemen- dificación del tipo de vivienda, la articulación de
neros en un retórico y proverbial párrafo: «El te la cuestión de base, más que la serie sucesiva un conjunto de edificios públicos vitales para la
magnífico canal de Isabel II que conduce a esta de planes que se fueron elaborando como si la economía y el gobierno de la ciudad, la incorpo-
villa en abundoso caudal las aguas del Lozoya, y cuestión se pudiera limitar en elegir simplemente ración de zonas verdes y, sobre todo, el que esta
la red de ferrocarriles que la enlazan ya con los entre unas técnicas u otras. Plaza sirviera para irradiar centrífugamente una
puertos del Mediterráneo, y muy pronto lo harán Aunque, como ya advertimos, no vamos a poder reforma urbanística que fuera implicando en ca-
con los del Océano y con nuestras fronteras te- analizar aquí el contenido de cada uno de los pro- dena zonas y barrios cada vez más alejados. Pién-
rrestres, han variado radicalmente nuestras con- yectos de ensanche de la Puerta del Sol que se sese, al respecto, comparativamente en las distan-
diciones de vida, nuestra razón de ser, como ahora conocen, su simple relación nominal podrá pro- cias entre la Puerta del Sol y la Plaza de L'Etoile,
se dice. El silbido de la locomotora que escuchó porcionar una idea de la pasión polémica que por ejemplo. Hubiera sido preciso, dándose todo
Madrid por primera vez el día 9 de febrero de arrastra el asunto. Utilizando, pues, las referencias el tiempo necesario, mirar, como díá M. de Albo,
1850, y el inmenso grito de regocijo con que saludó de quienes las estudiaron más detenidamente «esencialmente al porvenir», porque, siguiendo las
el 24 de junio de 1858 la llega.da a sus muros de -V. Martí, Pedro Navascués y M. Bassols-, nos palabras del mismo autor, «el que se proponga un
las aguas del Lozoya, son, pues, los dos sucesos encontramos, en ·el escaso espacio de diez años, plan sobre este asunto, y se obstine en llevarlo a
clásicos verdaderamente decisivos para el Madrid entre otros con los siguientes proyectos: el de la cabo simultáneamente y en muy poco tiempo, se
del siglo XIX.» 12 Junta Consultiva de Policía Urbana; el de la Aca- engaña miserablemente, y no hará sino una cosa
demia de San Fernando; el de Isidoro Llanos; mezquina, que apenas llene el objeto, con mil de-
Mariano Albo; Pedro Jerez; Mamby y Conde Ha- fectos, y tal vez creando obstáculos nuevos de tal
mal; José Morer, Pellen y Rodríguez; J. B. Pegro- naturaleza (como, por ejemplo, si edifica en don-
nnet; José Antonio Font y José del Acebo; Mar- de no debe), que más adelante sean invencibles
qués de Assereto y Arnaldo de Morichón; Eugenio para continuar la reforma según lo exijan los ade-
Pascual Hidalgo; Carlos Bosch y Romaña; Rivera, lantos de los tiempos y las necesidades de la si-
Morer y Lucio del Valle; Dirección facultativa de tuación» 1s.
obras y el de Juan Reus. Añádese a estos proyectos
los que posteriormente se realizaron en orden al
«embellecimiento» de la plaza y téngase en cuenta
también todas las cuestiones referentes a los di-
versos sistemas de financiación, asunto muy im-
portante desde la falta de recursos financieros del
Gobierno y el Ayuntamiento de Madrid y las obli-
gaciones legales de indemnización. Por lo demás, el
tema interesó hasta arquitectos extranjeros, como
el belga Giraud Daguillon, que propuso un sistema
de financiación basado en la emisión de lotería 13•
Como quiera que, además, las obras, con continuas
2. La Puerta del Sol de Madrid: interrupciones debidas a la inestabilidad política
entre la reforma y la especulación y los infinitos pleitos de propietarios, duraron
por espacio de más de diez años, es imposible se·
Pero si el nuevo espíritu se delineaba con clari- guir un trazado coherente desde el proyecto a su
dad no dejó de ser bastante problemática y con- realización. Las fórmulas ideadas, generalmente,
flictiva su realización práctica, y uno de los ejem- optaban por un ensanche de figura rectangular o
plos característicos fue precisamente la Puerta del en semicírculo, cuya tangente se establecería so-
Sol. La acumulación de informes, concursos, pro- bre el eje de las calles Mayor y Carrera de San
yectos y contraproyectos de reforma, así como las Jerónimo. El proyecto definitivamente realizado, el 2. La desamortización y el derribo
variopintas y encontradas fórmulas de financiación, de Lucio del Valle, estaba basado en el último de de las murallas
en un clima de fuerte tensión política, resultan los dos esquemas generales descritos, convergien-
verdaderamente asombroso. Un análisis detallado do, de modo radial, sobre el semicírculo enfren- Pedro Bidagor se refiere a los derribos produci-
de todo ello ocuparía desde luego casi el espacio tado al eje Mayor-Carrera de San Jerónimo, las dos por la desamortización como una de las ca-
de un libro. Pero no se crea que las dificultades calles de Arenal, Preciados, Carmen, Montera y racterísticas más sobresalientes de las ciudades
y la polémica se avivaban sólo en torno de un Alcalá; estas calles, naturalmente, fueron ensan- isabelinas, ya que fue esta circunstancia la que
insólito interés por las fórmulas y las técnicas de chadas ampliamente y muy abiertas en su con- permitió la realización de un plan de reforma in-
la posible reestructuración; en realidad, el meollo fluencia con el eje central de la plaza 14. A pesar terior, realizado después, eso sí, con mejor o peor
de la cuestión residía en un conflicto, que se seña- de todas las dificultades descritas, el ensanche de fortuna. Pero la creación de una red de ferrocarri-
la como centra en la ciudad contemporánea: el la Puerta del Sol se realizó adquiriendo el aspec- les y la solución del abastecimiento de la ciudad
conflicto entre interés público y privado. Para veri- to, más o menos, que aún hoy puede contemplar· con un nuevo sistema de canalización de aguas,
ficarlo no hay más que seguir el abtruso, aunque se; el gran reparo que puede buscársele, sin em- intensificó de tal modo el proceso de crecimiento
más que significativo, debate jurídico que acom- bargo, incluso desde lo planteado por algunos de urbano que ya no podía ser detenido sino por el

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hecho físico bruto de los cercos amurallados que rán el ensanche desde una fecha tan temprana
lo impedían. Romper las murallas se convirtió, por como la de 1840 (Santander), no podrán llevarlo
eso, desde aquel mismo momento, en la clave y el a cabo hasta mucho más tarde, a veces incluso
objetivo de toda posible transformación urbanís- muy entrado el siglo xx. Esta situación es la que
tica. Ciertamente, sobre este problema, gravitará nos obliga a centrar el problema en Barcelona y
siempre la existencia previa de una economía de en Madrid, pues es en ellas donde se va a producir
expansión que llegue a la reforma por algo más el proceso con más claridad y rapidez, y en las que
que un puro afán de ornato, ya que sin ello las además va a tener un valor más paradigmático. De
ciudades carecen de la suficiente vitalidad para todas maneras, aún carecemos de los suficientes
que sean desbordadas sus marcas tradicionales. datos históricos sobre el urbanismo español del
Esta importancia que lo económico y lo político siglo XIX como para que cualquier información al
tienen sobre el fenómeno urbano convierte al des- respecto tenga por el momento una validez excesi-
arrollo de nuestras ciudades del siglo XIX en un vamente universal y deje de referirse a sí misma.
proceso inestable. Así no es extraño que, por ejem- No obstante, tres parecen las finalidades funda-
plo, la terminación de las guerras carlistas o, más mentales del ensanche: económico, higiénico y es-
tarde, la Restauración, en la medida que sirvieron tético. Económicamente, el ensanche se justifica
de estímulo pasajero a la reactivación de la eco- por la progresiva escasez y encarecimiento de los
nomía española, sean también momentos en los solares urbanos; higiénicamente, por la imposibi-
que se plantea más urgentemente la modificación lidad de separar vivienda e industria y la incapa-
de la estructura tradicional de nuestras ciudales. cidad de evitar el hacinamiento y la insalubridad
Como quiera que ni siquiera en momentos histó- de las casas tradicionales; estéticamente, por la
ricos como los descritos se puede hablar de un elaboración de un sistema viario más cerrado, efi-
proceso de consolidación industrial, al menos para caz y sencillo.
la mayoría del país, no es raro que la línea de cre- El modelo de cuadrícula es el elegido, por lo ge-
cimiento y planificación de expansión urbanas sea neral, para el ensanche. Se han dado diferentes
bastante discontinua, hasta el punto de que no razones para justificar esta elección, entre ellas al-
existe en absoluto una simultaneidad en el proce- gunas de índole histórica como el haber sido este
so y sí oleadas sucesivas y alternantes que, en sistema el empleado, por ejemplo, en las ciudades
muchos casos, no acaban de cuajar completamente hispanoamericanas; en cualquier caso, y al margen
hasta hace r elativamente poco tiempo. de la eficacia que queramos conceder a las tra-
En cualquier caso parece claro que el derribo diciones, parece que la cuadrícula es el procedi-
de las murallas es la condición indispensable para miento más fácil y funcional para una rápida ex-
iniciar la transformación de las ciudades. En Es- pansión; su clara geometría hace que sea especial-
paña, la citada inestabilidad política y el enorme mente apta para la comunicación, esencial en la
desequilibrio regional provoca la falta total de ho- urbe moderna, y además parece que también es el
mogeneidad en la cronología del proceso, de ma- trazado perfecto en vista de una colonización de
nera que si Barcelona consiguió liberarse por fin parcelas adecuadas. Sorprende, por ello, que toda-
de las murallas en 1854, otras ciudades españolas vía, en nombre de criterios estéticos extemporá-
lo fueron realizando de manera escalonada a lo neos, se pretenda defender, por ejemplo, la supe-
largo de todo el siglo, sobre todo, en su segunda rioridad de un sistema de ensanche como el plan-
mitad: Burgos en 1831, Almería en 1854, San Se- teado por Antonio Rovira para Barcelona frente
bastián en 1864, Valencia en 1865, Madrid en 1868, al de Cerdá, consistente e n una cuadrícula perfec-
Sevilla en 1868, Castellón en 1882, Cartagena en ta. Así lo hace, por ejemplo, Bidagor hablándonos
1890... , y, como señaló H . Cape!, que es de quien de un «trazado concéntrico como "mejor"» cuan-
tomamos las cronologías referidas, «en algunos ca- do, como oportunamente sostiene Gaya Nuño, «el
sos el derribo se prolongó a lo largo de todo el Plan de Ensanche de Rovira Trías en base de un
siglo, como ocurrió en Granada, cuyas murallas semipolígono desplazado en torno al casco viejo
destruidas parcialmente en la guerra de la Inde- de la ciudad, en caso de haberse llevado a efecto,
pendencia fueron luego derribadas desde 1833 has- 12 R. de Mesonero Romanos, «El antiguo Madrid», hubiera creado en nuestros días espantosos pro-
ta fines del siglo. En otras, la aspiración para rea- en Obras, op. cit., IV, pág. 62. blemas de circulación. Con todo, muchos barcelo-
13 J . Giraud Daguillon, Memoria presentada a S. M.
lizarlo sólo se consiguió en nuestro siglo (Palma neses estendieron -e increíblemente continuan ha-
Doña Isabel II sobre diversos proyectos de creación
de Mallorca, 1900-33); Jaca, 1908; Pamplona, 1920). de numerosos caminos, paseos, alamedas, calles, pla- ciéndolo- que este proyecto superaba con mucho
En todos los casos, el espacio ocupado antes por zas y «squares» en Madrid y en sus inmediaciones, al de Cerdá; el que no tuvo más defecto que el
«el opresivo cinturón de piedra» se convirtió en Bruselas, 1862. haber sido impuesto por la fuerza de un plumazo.
calles de circunvalación y de enlace con los ba- 14 P. Navascués, «Arquitectura»», Op. cit., págs. 150 Que su plan de ensanche fuera más acertado que
rrios de ensanche» 16. y sigs. el de Rovira es cuestión fuera de lo discutible, se-
El ensanche exterior, que sólo puede producirse 15 Mariano de Albo, Observaciones sobre mejoras de gún ha probado la experiencia. El cuadriculado ur-
tras el derribo de las murallas, tiene en España la Madrid y proyecto de ensanche de la Puerta del Sol bano se compenetra mejor con el casco viejo, no
misma discontinuidad cronológica; y como además de Madrid, 1854, págs. 7 y 8. es tan cerrado que no admita la presencia de dos
16 Horado Cape!, «Capitalismo y morfología urba-
necesita de una infraestructura económica pode- na en España», en los Libros de la Frontera, Barcelo- diagonales -donde una tercera Gran Vía la en-
rosa, sólo las ciudades, como Madrid y Barcelona, na, 1975, pág. 32. cuentra desde su trazado Oeste-Este- y, en fin,
pueden iniciar las obras antes de la Restauración, 17 J . A. Gaya Nuño, «Arte del siglo XIX», en Ars ofrecía el beneficio de una ilimitada complica-
exactamente en 1860; las restantes, aunque preve- Hispaniae, Plus Ultra, Madrid, 1966, págs. 160-161. ción» 17.

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3. El Plan de Ensanche de Madrid llas invisibles, son algunas de las objeciones fun- duda, la de Angel Fernández de los Ríos, persona-
de Carlos María de Castro damentales que pueden hacerse al Plan, aunque, lidad, por lo eeneral, olvidada o conocida parcial-
como siempre, ninguna tan grave como la serie de mente. La publicación en 1975 de una edición fac-
El tema de la reforma urbanística de Madrid distorsiones que la especulación y los intereses pri- símil de su importante obra El futuro Madrid 21
constituyó una preocupación constante desde los vados le infligieron hasta casi desfigurarla por permitió que Antonio Bonet realizara un merito-
años cuarenta del anterior siglo. Fruto de esta pre- completo. De hecho la conflictividad de intereses rio ensayo biográfico y crítico donde, tras aclarar
ocupación fue el levantamiento de un plano topo- logró ir retrasando las obras hasta el punto que, bastante zonas oscuras de la vida y obra del insig-
gráfico de la villa encargado al ingeniero Juan en 1868, sólo habían sido trazados los barrios de ne periodista, se hacía una valoración ponderada
Merlo, en 1846, cuyo objeto no era sino la prepa- Salamanca y el de Pozas, pero ya antes, en 1864, de sus aportaciones al urbanismo madrileño. Angel
ración del futuro ensanche de la ciudad. En cual- un decreto, firmado por Canovas, asestaba un gol- Fernández de los Ríos, discípulo en sus intereses
quier caso, hay que esperar a que se lleve a cabo pe mortal a las intenciones más ambiciosas del madrileñistas de Mesoneros Romanos, realizó una
la incorporación de una red de ferrocarriles, cuyo Plan en cuanto a un tipo de vivienda desconges- importante labor de publicista sobre los temas ur-
centro iba a ser Madrid, y a la traída de aguas que tionada. Así, en el citado Real Decreto, como nos banísticos de la capital, cuyas aportaciones más
solucionara el difícil abastecimiento de la ciudad, recuerda Bassols, «considerando que a raíz de la destacadas son la del libro ya citado de El futuro
para que comience a hacerse urgente la expansión aprobación del plano se experimentó una impor- Madrid y la Guía de Madrid 22, además de un sin-
planificada mediante un ensanch e extrarradio 18. tante alza en el precio de los terrenos que vino a fín de artículos en los periódicos liberales de la
En 1857 se comienza, por fin, en el Ministerio de dificultar las nuevas construcciones, y que las re- época.
Fomento, la realización de un proyecto de ensan- glas impuestas para que la elevación de casas fue- El triunfo de la Revolución de 1868 fue un hecho
che, que publica, en 1860, el ingeniero Carlos María ra sólo de tres pisos y se destinara a jardín la decisivo en la vida de Fernández de los Ríos, pues
de Castro. El plan de Castro comprendía una ex- mitad de su superficie, contribuyeron también, in- con ella, además de triunfar los ideales por los
pansión de la ciudad en cuadrícula, separada del dudablemente con otras causas, a que las edifica- que había luchado desde siempre y por los que
tradicional" casco antiguo, con dirección Norte Y ciones no tuvieran todo el desarrollo que era de es- conoció largos exilios, le llegó el nombramiento
Este, formando el eje opuesto, que sigue la línea perar, atendidas las urgentes necesidades de la de concejal en la Presidencia de Obras. Hombre de
del río Manzanares, como límite infranqueable, la población, se permitió entonces en virtud del re- acción, Fernández de los Ríos, con la ayuda de los
barrera «natural» de la ciudad. ferido Decreto el incremento de alturas y la reduc- Batallones de Trabajo, formados con el elemento
Bidagor resume de la siguiente manera las ca- ción de las superficies destinadas a jardines y es- humano que engrosó en su día los Voluntarios de
racterísticas esenciales del plan Castro: «a) el se- pacios libres, comportándose como tales, además, la libertad, se dedicó a una enérgica política de
ñalamiento de un nuevo recinto limitado por un los patios interiores, desnaturalizándose de esta transformación de la capital, realizando numerosí-
paseo de ronda y un foco exterior; b) el trazado forma la primitiva idea de construcción de manza- simos derribos que la efímera I República no tuvo
en cuadrícula, con las calles orientadas en direc- nas y edificaciones abiertas» 20. Como en la época tiempo para rellenar con el plan de construccio-
ción Norte-Sur y Este-Oeste, para evitar los vien- de la desamortización de Me ndizabal vemos de nes previsto y que la Restauración aprovechó como
tos dominantes; c) la previsión de espacios verdes nuevo cómo se sacrifican sensatas ideas iniciales una nueva posibilidad para especular con los so-
importantes: parte Norte, ampliación del Retiro, al lucro inmediato y disparatado u otros intereses lares. Por ello, la acción urbanística de Fernández
parque del depósito del Canal y numerosas man- más oscuros. Como quiera, además, que el Plan de los Ríos se reduce a unas pocas obras no aca-
zanas sueltas; d) una zonificación, indicada en la de Castro estaba concebido en términos de una badas o transformadas en contra del criterio d ....
Memoria, pero que no afecta a la uniformidad del distribución por zonas sociales no hace falta adi- su autor; y, sobre todo, a los «paseos mentales»
trazado, en la que se prevé el barrio fabril de vinar dónde y cómo se exacerbaron los abusos, por la capital de España, depósito de las utopías
Chamberí; el barrio elegante a ambos lados de la unos abusos que, por lo demás, se siguen hoy en que no se quisieron realizar.
Castellana; la clase media en el barrio de Salaman- día repitiendo, con beneplácito o complicidad mu- Pero si la obra urbanística realizada de Fernán-
ca; el barrio obrero al sur de la calle de Alcalá, nicipal, exactamente lo mismo que entonces, con dez de los Ríos se redujo a un progresivo derribo
tras el Retiro, y un sector rural al sur, entre Em- la única diferencia que la más sofisticada tecnolo- y alguna que otra plaza construida después de
bajadores y el Puente de Toledo; e) la generosa gía permite en la actualidad hacer el disparate modo diferente a como él la pensó, como ocurre
parcelación, con abundancia de jardines privados; más amplio y en menos tiempo, lo que es lo mis- con la Plaza de la Independencia, podemos pregun-
f) la alternancia de vías principales de 30 metros mo que decir que «perfeccionando las ganancias». tarnos, sin embargo, por sus ideas urbanísticas,
de anchura y vías corrientes de 15 m etros; g) el s uconcepto de lo que debía ser Madrid. Estas
emplazamiento de edificios públicos, cuarteles, ideas lógicamente hacían referencia central al plan
hospitales, cárceles, iglesias, asilos, mercados, tea- de ensanche de Castro, pues en él se ventilaba con
tros, campos deportivos, escuelas, etc., muy nume- sanción oficial lo que sería el futuro Madrid, pre-
rosos, pero sin ninguna intención estética» 19. Añá- ocupación básica de nuestro autor. De una forma-
dase a estas características la prohibición de cons- ción intelectual notable y conocedor de lo que se
truir más de tres pisos, la obligatoriedad de espa- hacía fuera de España en los años de emigración,
cios ajardinados y la implantación de una distan- Fernández de los Ríos tenía una sólida base ar-
cia fija entre edificio y edificio, y de manzanas gumental para opinar sobre un tema como la ciu-
entre sí. dad, que, además, era una de las principales obse-
Este plan, como se ve, recoge lo fundamental siones de los progresitas y utopistas sociales de
de las aspiraciones, que, sobre higiene, vivienda y aquel entonces, entre los que se contaba él mismo
circulación, venían suscitándose en aquellos años. con verdadero apasionamiento y militancia. Así lo
La falta de previsión de Castro a la hora de des- define certeramente Bonet al clasificarlo entre
conectar el casco antiguo con la zona de ensanche, 4. El Madrid futuro: la utopía «uno de los hombres de la "generación del 68", que,
como ya criticaron Cerdá y Fernández de los Ríos, de Fernández de los Ríos preocupado por los conocimientos intelectuales y
así como la innecesaria localización de un cinturón morales de España, luchó más por la regeneración
de rondas que, entonces como hoy, vuelven a apri- Una figura especialmente entrañable y singular de su patria» 23. Pero también, como muchos de los
sionar a la ciudad en una especie de nuevas mura- en el urbanismo madrileño del siglo XIX es, sin intelectuales de su generación, sometida a una

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serie de contradicciones que le dan un talento dra- mente muchas de estas ideas no llegaron a cuajar
mático, fe ciega en la democracia, la técnica y el y creemos que ya se han sugerido razones suficien-
progreso, sin todavía haber tomado conciencia d e tes que lo expliquen, pero, en cualquier caso, pare-
la manipulación a que eran ya sometidos esos ce válido acabar esta rápida revisión de Fernández
ideales, y, por e llo, convirtiendo la voluntad de in- de los Ríos, con la reflexión histórica que hiciera
tervención en la realidad inmediata cada vez más acerca de el señor Bonet, que es hasta el momen-
en un desplazamiento utópico o en un ejercicio de to quien mejor le ha estudiado: «En la España
nostalgia. moderna, hay siempre que contar con esa otra
Pero, como decíamos, la transformación de Ma- España a la que pronto las oligarquías le cortaron
drid fue el eje principal de las preocupaciones de las oportunidades. Fernández de los Ríos, que no
Fernández de los Ríos y, desde esa preocupación, era un técnico y que como político pasó demasia-
la superación de los planteamientos de Carlos Ma- do rápidamente por el Ayuntamiento, no tuvo casi
ría de Castro. Como Cerdá ya había insinuado, Fer. nada más que el tiempo necesario para imaginar
nández de los Ríos ataca el Plan de Ensanche de mentalmente la ciudad. De ahí que su obra se per-
Madrid por su falta de coordinación entre el casco diera históricamente, al nivel de la utopía y el ar-
antiguo y la ampliación nueva, al no haber pre- bitrismo. Su vida efímera fue la del doble fracaso
visto Castro una articulación de comunicaciones, de la revolución del 68 y de la Primera República.
esencial para no formar una yuxtaposición de zo- Su pretensión de modificación a la fuerza era
nas aisladas que imposibilitaran la fluidez en la ardua y difícil, ya que quería transformar una
ciudad. Ambicioso y radical en sus planteamientos, ciudad cuya composición social no era otra que
tampoco admite la idea de Castro de trasladar los la de señores y criados, incluyendo en éstos las
límites de la ciudad un poco más lejos aplazando medianías burocráticas de sus numerosos minis·
el problema de la congestión urbana unos cuan- terios y organismos oficiales» 26.
tos años, tantos como tardase Madrid en alcanzar
con su desarrollo el nuevo cinturón de ronda. La
prevención de un crecimiento infinito de la ciudad
le lleva lógicamente a plantearse un Madrid múl-
tiple, formado por la asimilación de varios núcleos
de población, barrios y arrabales, poblaciones ve-
cinas asimiladas, etc., que sucesivamente necesi-
tarían de un policentrismo, y no como estaba pre-
visto en el esquema conservador del Ensanche la 18 Antonio Bonet Correa, «Carlos María de Castro,
perpetuación del viejo y único centro. De todas ingeniero, arquitecto y urbanista del ensanche de Ma-
maneras, advierte que «para ser justos, tenemos drid», en Plan Castro, Colegio Oficial de Arquitectos
que reconocer que si la responsabilidad en lo de- de Madrid, Madrid, 1978, págs. XXII-XXV; vid. tam-
bién A. Bonet Correa, «"De re cartographica" o de la
satinado del plano del caserío en el ensanche, es planimetría y el poder», en el diario El País, Madrid,
todo del señor Castro, que si en lo que al interior 29 de abril de 1979, y P. Barreiro, L. Moya, A. Alvarez
se refiere, no hay una sola idea reformadora que Mora, Cartografía básica de la ciudad de Madrid. Pla-
no sea pequeña y raquítica, puede esto depender nos históricos, topográficos y parcelarios de los si-
en gran parte del ciego respeto del ingeniero a glos XVII, XVIII, XIX y XX, Colegio Oficial de Arqui-
todo punto donde su vista tropezara con un con- tectos de Madrid, Madrid, 1979.
vento, una oficina o una tapia del Patrimonio, y 19 Pedro Bidagor, «El siglo x1x», en R esumen His- 5. El proyecto de ley general para la Reforma,
acaso debemos llevar nuestra justicia hasta ima- tórico del urbanismo en España, Instituto de Estudios Saneamiento, Ensanche y otras
de la Administración Local, 2.ª ed., Madrid, págs. 266-
ginar que el señor Castro tuvo en el proyecto 267. mejoras de poblaciones
de ensanche que sujetarse a las influencias pode- '20 Martin Bassols, Génesis y evolución del derecho
rosas de localidades determinadas en perjuicio de urbanístico español (1812-1956), Montecorvo, Madrid, Con este título se publicó en el Diario de Se-
otras»24. 1973, pág. 175. siones del Senado un Proyecto de ley el 30 de di-
Digamos, finalmente, que el interés urbanístico 21 Angel Fernández de los Ríos, El futuro Madrid, ciembre de 1861 defendido por José Posada Herre-
de Fernández de los Ríos no era preferentemente 1868 (ed. facsímil de los Libros de la Frontera, Barce- ra. Martin Bassols, que es quien se dedicó a es-
«formalista», es decir, preocupado tan sólo de un lona, 1975, con prólogo de A. Bonet Correa). tudiar en profundidad la estructura y significa-
trazado coherente de la ciudad, sino que se inte- '22 A. Fernández de los Ríos, Guía de Madrid, Ma- ción jurídica de ese Proyecto que no llegó jamás
resó también por las condiciones de las viviendas, drid, 1876 (ed. fascímil Ediciones Abaco, Madrid, 1976).
23 A. Bonet Correa, «Angel Fernández de los Ríos y
a convertirse en ley, lo define con acierto como
proponiendo la creación de un tipo de edificios la génesis de urbanismo contemporáneo», en El futu- «el primer intento de coordinación unitaria de la
«modelo» al que tuvieran que plegarse las casas ro Madrid, op. cit., pág. XV. problemática urbanística» n. Como ya hemos vis-
de los económicamente débiles, que habían sido '24 A. Fernández de los Ríos, El futuro Madrid, op. to fue en los años sesenta cuando, por fin, salie-
el fácil pasto de los especuladores ya denunciados cit., pág. 200. ron a luz pública los planteamientos que afronta-
por ello. Recogió, en este sentido, las preocupa- 25 Ambas sociedades fracasaron, por lo que, en Es- ban con radicalidad la transformación y el creci-
ciones de cierta burguesía progresista y del na- paña, hay que esperar hasta el siglo xx para que se miento de las ciudades y no es raro, pues, que
ciente socialismo por las «viviendas obreras», como produzca una cobertura legal de protección de las esta preocupación se acabara trasladando a los
viviendas «baratas» (1911).
también lo hacían en España Rehollado y Artu- 26 A. Bonet Correa, «Angel Fernández de los Ríos ... », órganos legislativos y gubernamentales de manera
ro Soria y las sociedades cooperativas de edifica- op. cit., pág. XI. que se tratara de organizar el marco jurídico de
ción con fines sociales como «El Porvenir del Ar- n M. Bassols, «Génesis y evolución», op. cit., pági- algo que se generalizaba progresivamente por toda
tesano» y «La Constructora Benéfica» 25. Natural- nas 186 y sigs. España. Fruto de esta preocupación precisamente

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fue el Proyecto de Posada Herrera, surgido en un y si muchos y proyectos parciales, enfrentados
momento histórico que de haber cristalizado en casi siempre con ciertas dificultades, que son los
unas normas operativas hubiera significado indu- que dan ese aire provinciano, raquítico e impro-
dablemente, por una vez, haberse adelantado a un visado a nuestras ciudades actua;mente. Muchas
proceso en vías de desarrollo consiguiendo de esta cosas dejó aplazadas el siglo XIX español, entre
manera un cierto encauzamiento. En efecto, aun- ellas, naturalmente, no puede faltar el urbanismo.
que muchas veces simultáneamente con los proce- Quizá al quedarse solo en lo realizado no se apre-
sos de ampliación de Barcelona y Madrid hallemos cie la gravedad de la insuficiencia, pero quien
otras ciudades españolas que plantean y proyec- repare en «lo que pudo ser» seguramente le será
tan sus ensanches, la mayoría sólo podrá realizar- difícil sustraerse a un cierto resentimiento 29.
los durante la Restauración y, muchas veces, bas-
tante después, lo cual hubiera contribuido, como
ya se ha dicho, a que la ley sirviera de cauce y no
de cauterio. La realidad, sin embargo, es que esta Francisco Calvo
feliz iniciativa naufragó y dejó sin tutelar toda la
labor posterior, que es como decir que se autorizó
la improvisación y un localismo, no siempre bene-
ficioso. Ahora bien, si no vamos a tratar aquí los
ensanches que se acaban realizando en la Restaura-
ción y después, si creemos que era necesario men-
cionar ese importante Proyecto de ley que se ver-
tebró en un ambiente que fue el mismo que vivie-
ra Cerdá, Castro, Fernández de los Ríos y quienes 28 Véase Martín Bassols, que es de quien tomamos
se preocuparon por el urbanismo español desde los problemas eludiendo aquí el estudio pormenoriza-
sus primeros sistemas del desarrollo de nuestras do que dedica a cada uno de ellos.
29 Ley Retotillo. Bassols y Bidaguor.
ciudades más importantes.
Resulta difícil dar cuenta aquí de todos los as-
pectos que se contienen en un Proyecto de ley que,
al fin y al cabo, tenía como objeto regular global-
(Viene de la pág. 50.)
mente toda la problemática urbanística, por ello
nos vamos a limitar a entresacar, según el esque-
ma que realizara el ya mencionado Bassols, aque-
llos aspectos que nos parecen más sobresalientes. Brook. Oímos las campanadas y nos recreamos en
Así se pueden destacar algunos factores conteni- su sonido, en vez de evocar nombres en ellas.
dos en él como la cesión obligatoria y gratuita de El arte nacido durante el Renacimiento se pro-
terrenos viales, la formación de colonias rectangu- puso la representación de lo visible para redescu-
lares, la determinación de la anchura de las calles brir el mundo y el hombre; era la descripción de
y la de la altura de los edificios, determinación la escala humana. El arte contemporáneo, cons-
de la parcela misma edificable, reparcelación por ciente de una estructura del mundo microcósmico
área, enajenación forzosa por incumplimiento del y macrocósmico invisibles e inimaginables, expresa
deber de edificar solares, sometimiento a previa la escala inhumana del átomo y la galaxia por alu-
licencia del ejercicio del derecho de edificación, sión y sugerencia; intentando describir los espa-
etcétera 28. Todos los aspectos enunciados, y el he- cios invisibles dentro de la materia o de la psique
cho de que a pesar de su carácter más que razona- humana, por todos los métodos a su alcance. Es
ble no llegaron a cuajar en una ley, nos ponen en un arte que va a ciegas, que intuye en vez de
evidencia, una vez más, en la contradicción inhe- ver, imagina en vez de razonar, y que, por tanto,
rente del urbanismo español del siglo XIX: verda- emplea el medio: color, sonido, palabra, forma,
dera conciencia de los problemas, soluciones, a como un fin en sí mismo, porque es lo único que
veces, de gran valor por su audacia y la ambición tiene como sugeridor de intuidos, estimulante que
de sus planteamientos, pero imposibilidad de lle- no representa, alusión a cosas que no se ven. Des-
var a la práctica estas intenciones. Las razones nudo de tema, abandonado del soporte figurativo,
para una situación de indecisión semejante son abocado hacia lo desconocido e invisible, a lo sub-
variadas y creemos que a lo largo de todo el tema consciente, el arte contemporáneo está en la con-
desarollado se han ido insinuando los principales, dición de la música: su medio es su mensaje, y
no obstante, parece claro que la debilidad política así permanecerá hasta que, una vez más, la com-
de nuestra burguesía liberal y la mezquindad de prensión de lo ahora ignoto y subconsciente le per-
sus planteamientos económicos son la causa prin- mita recobrar un tema y un mensaje. O quizá no,
cipal de que cuando las principales ciudades euro- y el arte de fondo y forma, de medio y mensaje
peas de la revolución industrial formaron la in- sea una reliquia del pasado que los cerebros crea-
fraestructura que hoy define las ciudades, aquí, tivos desdeñen recuperar, abandonando, sin mirar
con mayor o menor acierto, no encontramos casi atrás, el paradigma perdido.
ningún caso en que se haya podido llevar a cabo
una labor de radical transformación de la ciudad Luis Racionero

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