Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El texto de Lorenzo Valla representa un gran salto cronológico respecto a los autores
griegos, son casi 2000 años los que distancian los escritos de este autor de los de Heródoto
y Tucídides. En concordancia con esta gran distancia temporal la obra de Lorenzo Valla
tiene muchos puntos de ruptura con los autores clásicos, lo que permite situarla en un
régimen moderno de Historicidad. Esta cuestión es un gran aporte de los análisis desde la
Teoría de la Historia pues desde la Historiografía el punto de partida del régimen moderno
parece remontarse siempre a los autores positivistas del S.XIX, en parte desconociendo los
aportes del pensamiento histórico al que contribuyeron los autores de los siglos XV y XVI,
conocidos en un sentido amplio como renacentistas, que beben de unas teorías clásicas, de
un pensamiento filosófico desarrollado desde el medioevo y de un incipiente humanismo
erudito.
Dentro de este grupo de autores se encuentra Lorenzo Valla, gramático y orador romano
que vivió en la primera mitad del siglo XV (entre 1407 y 1457) y estuvo al servicio del rey
Alfonso V de Aragón. El hecho de que el mismo Valla se considere un erudito explica la
naturaleza de su crítica, que se nutre de gran parte de las humanidades que estaban en
desarrollo durante su momento histórico, Valla no se considera historiador (la historia
académica aún no existía como tal) pero sus escritos sí están transversalidos por un
entendimiento y pensamiento de la Historia, él mismo señala sobre sus textos este carácter
compuesto: “[…]en los muchísimos libros publicados por mí, casi en todos los campos del
saber, yo disiento con no pocos grandes autores apreciados hace ya mucho tiempo.”
(Valla,2014) Estas cuestiones nos permiten ubicar a este autor en un contexto intelectual
que es muy diferente al clásico pero también al cientificismo positivista del siglo XIX y su
paradigma de extrema especialización.
En el texto de Valla es muy notorio que se tiene una concepción de tiempo que va
cambiando, que es diferente al presente, y no sólo en los grandes tránsitos de la antigüedad
al medioevo y a la modernidad, sino que se ve que las condiciones del período cristiano en
el Imperio romano, del cual erróneamente se creía que databa la donación de Constantino,
son muy distintas al período medieval durante el cual fue escrito este texto apócrifo. Esta
diferenciación de pasado (no tan remoto) y presente está marcada por la noción del
anacronismo, Valla sabe que el texto no es del imperio romano porque está plagado de
anacronismos tanto contextuales como semánticos. Asimismo es importante ver que para
Valla el pasado se puede ver reflejado en el presente, es decir que el pasado ha configurado
el presente, por ejemplo el poder del papado y la arbitrariedad de la institución es un reflejo
del uso de un documento apócrifo en el que un emperador romano donaba su poder
temporal al pontífice.
Lo sistemático de los métodos aplicados es lo más llamativo del texto de Lorenzo Valla,
representando casi la totalidad de su escrito. Primero hizo una crítica externa al texto de la
donación viendo que este acto no es verosímil por varias razones: En primer lugar no es
probable que un emperador con un imperio en expansión haya donado sus territorios;
tampoco es creíble que Constantino donará el imperio por su conversión al cristianismo
pues de ser así hubiese sido más plausible que este emperador liberara a los pueblos
subyugados, cosa que tampoco sucedió ni estuvo cerca de suceder; por otro lado tampoco
existió un acto de posesión jurídico que validara esa supuesta donación, como por ejemplo
que las monedas pasaran a tener la cara del papa silvestre en vez de la del emperador; por
último se señala que una donación de este tipo sería un símbolo de debilidad y una ofensa
para los herederos al trono, que no la hubiesen aceptado de ningún modo.
Terminada la crítica externa, Valla pasa a hacerle una crítica interna al documento,
mostrando gran experticia en un análisis gramatical y semántico que va desde la
particularidad de cada frase en latín, mostrando que el texto está repleto de barbarismos
(como las palabras sátrapa, optimatum o populum) impropios para el momento histórico en
el que supuestamente había sido escrito. También muestra que este tipo de donación sería
improbable realizarla en un simple papiro sin ningún tipo de sello o verificación imperial.
En ambas críticas podemos observar que el autor recurre a diferentes disciplinas para
sostener su discurso, como la numismática, la gramática, el derecho, la filología, etc. Si
bien no creo que para este período de la Historia pueda llamarse interdisciplinariedad, pues
todos estas disciplinas eran parte de las humanidades y para un humanista era requisito ser
erudito en todas ellas, sí resulta interesante ver una similitud con la propuesta de
interdisciplinariedad de Annales formulada casi 500 años después.
En el texto de Lorenzo Valla se entrevé que para este autor el pasado no puede llegar a
recrearse absolutamente, es decir que la Historia no puede traer una única y singular
verdad, sino que la interpretación variará dependiendo de la erudición y las habilidades
humanísticas de quién la escribe. Este autor no tiene la pretensión de alcanzar un carácter
científico irrefutable, pues como se ha mencionado anteriormente para la época renacentista
esa categoría de ciencia era muy difusa, y las disciplinas como la Historia eran
humanidades no ciencias (ni ciencias humanas como las denominamos en la UIS, me
atrevería a especular que motivados a evitar mayores problemas teóricos entre las
categorías de humanidades, propia de este período de la Historia, y Ciencias sociales, que
se populariza entre el Siglo XIX y el XX y se podrá ver defendida en la postura de autores
como Braudel), teniendo un componente epistemológico distinto, donde la verdad no es el
centro de la discusión sino lo es la interpretación y la forma de transmitirla. Sin embargo, si
bien es cierto que está lejos de la discusión sobre la verdad, Valla sí reconoce que existen
interpretaciones erróneas, fruto de la ignorancia y la falta de erudición (y acaso también de
una complicidad con ciertos intereses) y el deber del humanista que acude a la Historia
debe ser erradicar estas interpretaciones erróneas, el autor lo expresa en las siguientes
palabras: “Yo no obro así porque deseo perseguir a alguno y escribir filípicas en su contra,
lejos de mi está este delito; sino para erradicar el error de las mentes de los hombres, para
alejarlos, amonestándolos o vituperándolos de los juicios y de las perversiones”