-El feminicidio es la forma más extrema de la violencia que vulnera el
derecho a la vida de las mujeres por ser mujeres y les impide el disfrute de todos los demás derechos. Pese a que las investigaciones desarrolladas sobre el feminicidio han permitido visibilizar condiciones históricas, prácticas culturales, situaciones sociales, económicas y políticas que se han construido en el orden patriarcal y que hoy dejan como resultado miles de mujeres asesinadas por su condición de género en el mundo. En todo este proceso, la Salud Pública tiene aún mucho que aportar. Para la salud pública como campo interdisciplinario, el reto es innovar en políticas públicas y programas para un abordaje integral, dada la complejidad de este problema social, que trascienda el enfoque tradicional. Es posible avanzar desde la formación crítica, para la transformación de prácticas institucionales actuando tanto en entidades estatales como en instituciones profesionales y técnicas. La salud pública internacional está en mora de incluir el feminicidio en la clasificación internacional de causas de muerte, para estar en consonancia con los tratados y legislaciones internacionales de éste como delito. Las violencias verbales, psicológicas, físicas hacia las mujeres están tan naturalizadas en nuestra sociedad que podría resultar difícil asociarlas con los femicidios. Sin embargo: Si al caminar por la calle es posible escuchar que un varón se dirija hacia una mujer comentando algo sobre su cuerpo o su apariencia, o que simplemente la mire, como si se tratara de un objeto. ¿Qué hace pensar que esa apropiación de los cuerpos e identidad de las mujeres no puede expresarse en violencia física después? Si en el trabajo las mujeres ganan en promedio un 26% menos de los ingresos que ganan los varones por hacer la misma tarea, la misma cantidad de horas. ¿Qué hace pensar que tener dinero propio y ganar igual o más que los varones sea algo aceptado socialmente? Si la participación política de las mujeres es escasa y algunos partidos políticos ponen obstáculos para evitar las cuotas, ¿Que hace pensar que estas formas de dominación no pueden tener como máxima expresión la apropiación de las vidas de las mujeres? Si parte de la sociedad uruguaya piensa que las mujeres que no tienen hijos no son felices, y que el cuidado de la infancia es tarea primordial de las mujeres, ¿cómo se aceptará que el cuerpo de las mujeres no es sólo reproductivo? Si 85000 mujeres declaran haber vivido situaciones de violencia en los centros educativos y durante su vida de estudiantes ¿cómo vamos a transitar nuestro pasaje por la Facultad? Las marchas de #NiUnaMenos que se llevaron a cabo en 2015 para denunciar los femicidios en Argentina (y otros países de la región) fueron emblemáticas en ese sentido y marcaron un antes y un después en la historia de los feminismos latinoamericanos. El reclamo de las mujeres era claro y hasta parecía evidente: paren de matarnos.
Con la misma demanda, un año antes, empezaron a realizarse en Uruguay
las alertas feministas convocadas por la Coordinadora de Feminismos para visibilizar y repudiar los femicidios. Estas movilizaciones todavía se hacen, al día de hoy, cada vez que una mujer es asesinada. El pedido por “Ni una menos” todavía sigue dolorosamente vigente.
El Parlamento uruguayo aprobó en 2017 una ley que modificó el Código
Penal e introdujo el femicidio como agravante del homicidio en aquellos casos en que una mujer sea asesinada por cuestiones asociadas a su género. Las penas para este delito pueden alcanzar el máximo en Uruguay, 30 años de prisión, a los que se pueden sumar 15 años más de penitenciaría por medidas de seguridad.
Las modificaciones establecieron, entre otras cosas, que para tipificar el
delito de femicidio tiene que probarse que entre la víctima y el agresor había un vínculo de “afectividad e intimidad de índole sexual”, un elemento que aparece como fundamental si se tiene en cuenta que, según las estadísticas, en la mayoría de los casos el femicida era pareja o ex pareja de la víctima. Una investigación permite conocer las características que adopta en el país la forma más extrema de violencia de género. Las marchas de #NiUnaMenos que se llevaron a cabo en 2015 para denunciar los femicidios en Argentina (y otros países de la región) fueron emblemáticas en ese sentido y marcaron un antes y un después en la historia de los feminismos latinoamericanos. El reclamo de las mujeres era claro y hasta parecía evidente: paren de matarnos. El Parlamento uruguayo aprobó en 2017 una ley que modificó el Código Penal e introdujo el femicidio como agravante del homicidio en aquellos casos en que una mujer sea asesinada por cuestiones asociadas a su género. Las penas para este delito pueden alcanzar el máximo en Uruguay, 30 años de prisión, a los que se pueden sumar 15 años más de penitenciaría por medidas de seguridad. Pero para determinar que el asesinato de una mujer fue un femicidio se tienen que tener en cuenta otras características además del vínculo entre la víctima y el agresor. El abanico es amplio y los parámetros son variados. Las características El equipo de investigación identificó siete elementos que deben ser tomados en cuenta a la hora de determinar cuáles de los homicidios a mujeres fueron femicidios: Si el asesinato fue precedido por algún incidente de violencia física, psicológica, sexual, económica o de otro tipo. Si la víctima se había negado a establecer o reanudar con el agresor una relación de “pareja, enamoramiento, afectividad o intimidad”. Si previo al asesinato de la mujer el autor cometió contra ella cualquier conducta que atentara contra su libertad sexual. Si en el lugar del asesinato, en y alrededor del cuerpo de la mujer se identifican elementos de lo que se denomina una “escena sexualizada”. Cuando aparecen mensajes misóginos ya sea sobre el cuerpo de la mujer o sobre soportes materiales, como por ejemplo en el celular. Si el victimario tenía denuncias previas sobre situaciones de violencia doméstica, delitos asociados o situaciones que se vinculan a delitos de violencia basada en género realizados por la víctima o por otra persona. Cuando se haya tratado de borrar la identidad de la mujer de alguna manera. Las categorías Después de leer los partes policiales y teniendo en cuenta las características, las y los investigadores determinaron 14 posibles categorías de femicidio. 1-Femicidio íntimo (84%). 2- Femicidio no íntimo 3- Femicidio por agresión sexual (2%). 4- Femicidio infantil. 5- Femicidio familiar (5%). 6- Femicidio familiar sexual (2%). 7- Femicidio por conexión (5%). El asesinato de una mujer que queda “en la línea de fuego” –en el mismo lugar u otro en el que el femicida mató o intentó matar a otra mujer–, o aquellos casos en los que se mata a una mujer para provocar un daño a otro. Este caso se da, por ejemplo, cuando el femicida mata a las hijas o hijos de esa mujer. 8- Femicidios por ocupaciones estigmatizadas. El asesinato de una mujer que se produce en el marco de una ocupación estigmatizada, por ejemplo el trabajo sexual. 9- Femicidio por trata. 10- Femicidio por tráfico. 11- Femicidios en el marco del narcotráfico (3%). 12- Femicidio transfóbico. 13- Femicidio lesbofóbico. 14-Femicidio étnico racial. A la hora de analizar la distribución geográfica, surge que Cerro Largo es el departamento donde existe una mayor tasa de muerte por femicidio en el país, le siguen los departamentos de Florida, Paysandú, Tacuarembó, Treinta y Tres y Colonia. Analía